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espacio-tiempo, objetos sensibles que tal vez carezcan de contenido alguno intrínseco pero
artista en el momento de su génesis llegó a imaginar, ni los espectadores alcanzan tal vez a
atisbar -o asumen su propias tesis con respecto a lo contemplado- y sólo el teórico al que se
contrató por una suma de dinero para desarrollarla, podría dar cuenta de ella. También
podríamos tener el escenario de la bella obra de arte en verdad cuyos espectadores, aun
cuando en actitud reflexiva ante ella parezcan contemplarla, lo más probable, es que estén
socialización. Todo ello, dentro del marco de la publicidad, de la economía, del estatus, de
búsqueda de patrocinio -con todo lo que implica el enajenar la libertad artística al beneficio
propias de una sociedad, no digamos ya, en decadencia, sino simplemente, sin identidad, ni
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En el ámbito popular, el del arte de masas marxista, vemos asimismo, derroches
población.
los creadores y teóricos del arte, citando a Augusto Quevedo Lara -artista visual mexicano-,
tenemos que:
lado está el arte creado por diseñadores, el arte creado por artistas y el arte creado
por las instituciones artísticas, esto es, cada una de esas visiones también se
lado, se maneja el arte clásico y tradicional que se opone al mal llamado arte
las vanguardias de los 60's para acá y que, en su discurso busca, retomar el arte
Duchamp y compañía , quienes buscaban abolir el arte como mercancía, siendo esta
nueva institución una especie de bolsa de valores que responde a todo tipo de
intereses, excepto los del arte como una propuesta de diálogo o transmisora de ideas
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sociedad, aunque muchas veces se queda solo en una intensión debido al
Es obvio que se necesita, no ya una norma del gusto -como la que investigaba
Kant comienza estableciendo que, "debiera llamarse arte sólo a la producción por
medio de la libertad, es decir, mediante una voluntad que pone razón a la base de su
actividad"1 y, con ello, estamos barriendo con la coerción ejercida por las circunstancias
arriba mencionadas; tal como la actividad estética -el juicio de gusto- ha de ser
desinteresada, dado que, antes de ser artista, ha de tenerse la educación sensible necesaria,
es decir, tener un juicio de gusto puro, refinado -en el sentido de pulido, desbastado. Y es
justo en este punto en donde se requiere -para desbastar, para pulir la sensibilidad y la
dada en las facultades cognoscitivas del sujeto, es decir, de la estructura de esas mismas
referida a objeto en específico alguno, no referida a fin específico alguno sino meramente
1 Kant, I., Crítica del Juicio, Libro Segundo - Analítica de lo Sublime, §43, p. 139; en Kant, vol. III, Col.
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Dado este muy sucinto conocimiento del placer estético, debemos ahora establecer
también que no constituye un poder hacer en cuanto al conocimiento de cómo hacer. Esto
es, el arte requiere práctica constante hasta llegar al dominio técnico -mecánico- que
posibilite la obra de arte según las reglas del mismo, según la finalidad formal que le sea
propia. Asimismo y, esto en relación con nuestras iniciales reflexiones debería ser un
tan solo realizarse-, supone agrado ya, es placentera y lúdica porque lleva en sí su propia
nuestras iniciales palabras, que haya menester la inanición con fin de conseguir el arte puro.
Una vez establecido ello, cabría distinguir -siguiendo a Kant- entre el arte agradable
y el arte bello. Teniendo entonces que el arte agradable es el que place a los sentidos y, el
arte bello es el que place mediante el Juicio Reflexionante, mediante el juego de las
un cultivo de las facultades del espíritu para la comunicación social4 -ahora sí, entre
individuos-, dado que supone el juego supone un esfuerzo, una especie de pugna lúdica
entre imaginación y entendimiento que los fortalece y agiliza, lo que no podría suceder con
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Y es así, que llegamos finalmente a la distinción entre el artista y el genio,
propiamente dicho. El artista es el que interpreta el arte, el que lo reproduce, el que puede
hasta cierta manera generarlo, producirlo incluso, mas sus producciones no superan la
esfera del gusto, de los agradable, de la sensación; podría incluso ser magistralmente
técnico mas, no resultan bellas sus creaciones. En tanto que el genio tiene un don de la
naturaleza para sentar precedente en el arte, para dar su regla al arte, dirá Kant; el genio es
constante -lo que hace a su obra, además de bella, parecer naturaleza misma y no artificio-,
nos abre incluso la puerta para plantear si el genio podría ser una encarnación de la misma
idoneidad, ya que en él se realiza ese equilibrio de las facultades que lo constituyen en tanto
que genio.
racionalmente nuestra actividad estética propiamente dicha? Más lamentable aún luce el
- BIBLIOGRAFÍA -
Kant, I., Crítica del Juicio, Libro Segundo - Analítica de lo Sublime, en Kant, vol.
III, Col. Grandes Pensadores; Ed. Gredos. Madrid, 2010.
Breve entrevista ex-profeso para el presente ensayo con Augusto Quevedo Lara,
artista visual y docente del Centro Cultural Javier Villaurrutia en diciembre 10 de
2017.