Está en la página 1de 5

BREVES CONSIDERACIONES

SOBRE EL ARTE ACTUAL


---

El síntoma más tristemente elocuente


de la descomposición de una sociedad,
es la ínfima calidad de sus manifestaciones 'artísticas'.
Kinski

El estado actual de las artes en el mundo es el de un totvm revolvtvm en el que lo

mismo puede encontrarse ocupando -que no conviviendo en, ni compartiéndolo- el mismo

espacio-tiempo, objetos sensibles que tal vez carezcan de contenido alguno intrínseco pero

que, en el contexto de una exposición, adquieren una desmesurada significación que ni el

artista en el momento de su génesis llegó a imaginar, ni los espectadores alcanzan tal vez a

atisbar -o asumen su propias tesis con respecto a lo contemplado- y sólo el teórico al que se

contrató por una suma de dinero para desarrollarla, podría dar cuenta de ella. También

podríamos tener el escenario de la bella obra de arte en verdad cuyos espectadores, aun

cuando en actitud reflexiva ante ella parezcan contemplarla, lo más probable, es que estén

más pendientes del momento en que dé principio el brindis de honor y la respectiva

socialización. Todo ello, dentro del marco de la publicidad, de la economía, del estatus, de

los juegos de poder sociopolítico, recortes presupuestales a la cultura y subsecuente

búsqueda de patrocinio -con todo lo que implica el enajenar la libertad artística al beneficio

económico-, del ocio, de la falta de sentido, de la inopia... de la ilusión y de la simulación

propias de una sociedad, no digamos ya, en decadencia, sino simplemente, sin identidad, ni

objetivos... abúlica, inerte.

1
En el ámbito popular, el del arte de masas marxista, vemos asimismo, derroches

escandalosos y abusivos de técnica y tecnología para deslumbrar y subyugar los sentidos y

las voluntades con lo novedoso y sensiblemente deslumbrante, con la magia y fascinación

del prestidigitador de feria pueblerina, con el mero objeto de tener entretenida a la

población.

Ya en el ámbito del arte, propiamente dicho, hacia el interior de él; en el ámbito de

los creadores y teóricos del arte, citando a Augusto Quevedo Lara -artista visual mexicano-,

tenemos que:

"[El arte actual en México] está segmentado en varias posiciones, por un

lado está el arte creado por diseñadores, el arte creado por artistas y el arte creado

por las instituciones artísticas, esto es, cada una de esas visiones también se

subdividen y es ahí donde hay puntos encontrados. Dentro de la institución, por un

lado, se maneja el arte clásico y tradicional que se opone al mal llamado arte

contemporáneo y ahí es donde encuentras gente recalcitrante [...] que se opone a

las vanguardias de los 60's para acá y que, en su discurso busca, retomar el arte

tradicional. Por otro lado, la institución artística[...] han oficializado en el circuito

de arte moderno una tendencia conceptual que ha abandonado la estética e incluso

los discursos formales irónicamente contraponiéndose al arte conceptual de

Duchamp y compañía , quienes buscaban abolir el arte como mercancía, siendo esta

nueva institución una especie de bolsa de valores que responde a todo tipo de

intereses, excepto los del arte como una propuesta de diálogo o transmisora de ideas

y reflexión. Además de estas instituciones, también se encuentra la postura de las

instituciones universitarias las cuales buscan generar discursos y diálogos con la

2
sociedad, aunque muchas veces se queda solo en una intensión debido al

hermetismo en el que se encuentran".

Es obvio que se necesita, no ya una norma del gusto -como la que investigaba

Hume-, sino una puntualización acerca de lo que son el arte y su creador.

Kant comienza estableciendo que, "debiera llamarse arte sólo a la producción por

medio de la libertad, es decir, mediante una voluntad que pone razón a la base de su

actividad"1 y, con ello, estamos barriendo con la coerción ejercida por las circunstancias

arriba mencionadas; tal como la actividad estética -el juicio de gusto- ha de ser

desinteresada, así la creación artística, propiamente dicha, ha de ser igualmente

desinteresada, dado que, antes de ser artista, ha de tenerse la educación sensible necesaria,

es decir, tener un juicio de gusto puro, refinado -en el sentido de pulido, desbastado. Y es

justo en este punto en donde se requiere -para desbastar, para pulir la sensibilidad y la

capacidad crítica imaginativa- de despojar al entendimiento de toda posible necesidad de

objetividad en su libre juego con la imaginación. Es la "conciencia de la mera formal

finalidad en el juego de las facultades de conocimiento del sujeto, en una representación

mediante la cual un objeto es dado2", lo que constituye el placer de la experiencia estética

propiamente dicha. Dicho sea de otra forma, no es en el objeto, sino en su representación -

dada en las facultades cognoscitivas del sujeto, es decir, de la estructura de esas mismas

facultades- en y sobre la que se posa la conciencia de la finalidad meramente formal, no

referida a objeto en específico alguno, no referida a fin específico alguno sino meramente

formal, estructural, posible; lo que constituye la finalidad sin fin.

1 Kant, I., Crítica del Juicio, Libro Segundo - Analítica de lo Sublime, §43, p. 139; en Kant, vol. III, Col.

Grandes Pensadores; Ed. Gredos. Madrid, 2010.


2 Op., cit., §12; pp. 61, 62.

3
Dado este muy sucinto conocimiento del placer estético, debemos ahora establecer

lo que es la actividad que produce el objeto cuya representación lo provoca; el arte. Y,

habiendo ya enunciado su necesidad esencial de ser un libre hacer, es necesario saber

también que no constituye un poder hacer en cuanto al conocimiento de cómo hacer. Esto

es, el arte requiere práctica constante hasta llegar al dominio técnico -mecánico- que

posibilite la obra de arte según las reglas del mismo, según la finalidad formal que le sea

propia. Asimismo y, esto en relación con nuestras iniciales reflexiones debería ser un

parámetro para distinguir en la actualidad las verdaderas producciones artísticas de la mera

mercancía, nuevamente tenemos que el arte es intrínsecamente libre, su propia finalidad -

tan solo realizarse-, supone agrado ya, es placentera y lúdica porque lleva en sí su propia

finalidad, no es un oficio que se ejerce con miras a la obtención de la recompensa, ganancia

o beneficio ulterior; el arte es su propia recompensa3 -lo que no indica, en el marco de

nuestras iniciales palabras, que haya menester la inanición con fin de conseguir el arte puro.

Una vez establecido ello, cabría distinguir -siguiendo a Kant- entre el arte agradable

y el arte bello. Teniendo entonces que el arte agradable es el que place a los sentidos y, el

arte bello es el que place mediante el Juicio Reflexionante, mediante el juego de las

facultades cognoscitivas del sujeto, imaginación y entendimiento, fomentando, por lo tanto,

un cultivo de las facultades del espíritu para la comunicación social4 -ahora sí, entre

individuos-, dado que supone el juego supone un esfuerzo, una especie de pugna lúdica

entre imaginación y entendimiento que los fortalece y agiliza, lo que no podría suceder con

la pasividad que representa el placer meramente sensible.

3 Op. cit., §43; pp.139, 140.


4 Op. cit., §44; pp. 141, 142.

4
Y es así, que llegamos finalmente a la distinción entre el artista y el genio,

propiamente dicho. El artista es el que interpreta el arte, el que lo reproduce, el que puede

hasta cierta manera generarlo, producirlo incluso, mas sus producciones no superan la

esfera del gusto, de los agradable, de la sensación; podría incluso ser magistralmente

técnico mas, no resultan bellas sus creaciones. En tanto que el genio tiene un don de la

naturaleza para sentar precedente en el arte, para dar su regla al arte, dirá Kant; el genio es

el conducto mediante el cual y merced a la maestría técnica alcanzada por su trabajo

constante -lo que hace a su obra, además de bella, parecer naturaleza misma y no artificio-,

la naturaleza se expresa en el ámbito humano de manera verdaderamente creativa; lo que

nos abre incluso la puerta para plantear si el genio podría ser una encarnación de la misma

idoneidad, ya que en él se realiza ese equilibrio de las facultades que lo constituyen en tanto

que genio.

A la vista de estas reflexiones, ¿podríamos decir que se vuelve necesario un

replanteamiento de la problemática inicialmente expuesta? o ¿simplemente ha de ser

desechada o puesta en suspenso hasta en tanto no estemos en posibilidad de normar

racionalmente nuestra actividad estética propiamente dicha? Más lamentable aún luce el

cuadro inicialmente expuesto; tanto como la claridad de la tarea por delante.

- BIBLIOGRAFÍA -
 Kant, I., Crítica del Juicio, Libro Segundo - Analítica de lo Sublime, en Kant, vol.
III, Col. Grandes Pensadores; Ed. Gredos. Madrid, 2010.
 Breve entrevista ex-profeso para el presente ensayo con Augusto Quevedo Lara,
artista visual y docente del Centro Cultural Javier Villaurrutia en diciembre 10 de
2017.

También podría gustarte