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Mora: REGULACIÓN EN EL CÓDIGO CIVIL Y COMERCIAL.

ARTICULO 886.- Mora del deudor. Principio. Mora automática. Mora del acreedor. La mora
del deudor se produce por el solo transcurso del tiempo fijado para el cumplimiento de la
obligación.
El acreedor incurre en mora si el deudor le efectúa una oferta de pago de conformidad con el
artículo 867 y se rehúsa injustificadamente a recibirlo.

1. Introducción
Desde el punto de vista de sus efectos, la mora es una conducta antijurídica porque comporta
la violación del específico deber impuesto en el contrato en orden al tiempo de su ejecución o del
deber genérico de no dañar a otro.
Es un supuesto de responsabilidad civil porque es fuente de la obligación de resarcir el daño
que causa al acreedor.De allí que una posición considera fallida la ubicación de su regulación en el
nuevo CódigoCivil y Comercial, tras la regulación del cumplimiento específico y espontáneo. En
cambio, otra posición que sigue el nuevo Código, pregona que la mora no constituye sólo un
fenómeno que atañe a la responsabilidad civil, sino que resulta aplicable a un género de situaciones
más amplio. En ese sentido, también se critica su inclusión dentro del capítulo de pago, a
continuación de las disposiciones generales de éste, cuando su ubicación hubiera debido ser, en todo
caso, la relativa a los efectos obligacionales.

2. Interpretación

2. 1. Concepto. Importancia:
La mora es el retardo calificado jurídicamente, el incumplimiento jurídicamente
relevante.Desde el punto de vista de sus efectos, la mora es una conducta antijurídica porque
comporta la violación del específico deber impuesto en el contrato en orden al tiempo de su
ejecución o del deber genérico de no dañar a otro.
Entre sus múltiples efectos, se cuenta el de constituir una fuente de la obligación de resarcir
el daño que causa al acreedor y de allí su importancia en la responsabilidad civil.

2.2. Daño moratorio:


Ese daño se configura en el patrimonio en relación con el tiempo que dura el retardo
(incumplimiento relativo); es decir, el perjuicio se incrementa por el transcurso del tiempo y la
pendencia de la obligación incumplida.
Si el retardo es imputable al deudor, pondrá a su cargo la reparación del daño moratorio y
deberá asumir el riesgo del contrato cuyo provecho para el acreedor se frustra por la pérdida de la
cosa o la imposibilidad de la prestación, aunque ello ocurra por un acontecimiento fortuito.

2.3. Elementos de la mora:


Sus elementos son:
a) el incumplimiento en tiempo propio que perfila la conducta antijurídica;
b) el daño que sufre el acreedor en su patrimonio;
c) la relación de causalidad entre el daño y la inejecución, y
d) la imputabilidad del deudor, sea culpa o dolo de éste o la imputación objetiva del deber de
responder.
e) Sin embargo, así reunidos estos elementos o presupuestos generales de la responsabilidad civil el
retardo no es aún mora, pues el régimen jurídico requiere que el deudor se halle encuadrado dentro
del "estado de mora".

2.4. Quid de la simple demora:


La demora es el incumplimiento material.
El mero incumplimiento tiene sus virtualidades: cuando entraña un incumplimiento absoluto
o definitivo (plazo esencial, obligaciones de no hacer) resulta suficiente para hacer nacer la
responsabilidad del deudor por el daño que la inejecución ha causado al acreedor.
También se atribuyen a la demora el derecho del acreedor a pagar por consignación, la
aptitud para requerir la resolución del contrato, para que comience el plazo de prescripción o de
caducidad, etc. (López Cabana).

2.5. La regla. La mora automática:


Con motivo de la reforma producida por la Ley 17.711 al art. 509 del Código de Vélez
Sarsfield, mucho se criticó la ausencia de una regla general, a pesar que conforme la opinión de
Borda debía considerarse que tal regla era la mora automática por resultar aquella contenida en el
primer párrafo de la norma y resultar aplicable a la mayor cantidad de casos.
El nuevo Código resuelve la cuestión al establecer como regla la mora automática, la que
será aplicable a todo aquél supuesto que no se halle entre las excepciones de las que trata el artículo
siguiente. En efecto, tratando el artículo 887 las obligaciones a plazo tácito e indeterminado, la regla
se aplica pues a las obligaciones a plazo determinado, cierto o incierto, a las obligaciones puras y
simples, a las derivadas de los hechos ilícitos.

2.6. Las obligaciones a plazo:


Las obligaciones con plazo cierto son aquellas que vencen determinado día de un mes y de
un año dados o a tantos días de una fecha cierta. Las obligaciones a plazo incierto son las que tienen
plazo determinado por las partes, pero el mismo depende de un acontecimiento futuro y que
fatalmente ocurrirá, aunque no se conoce cuándo. Es decir, que las partes no saben el día en que
vencerá el plazo, pero entretanto la obligación no es exigible por el acreedor ni pagable por el
deudor, hasta que suceda el hecho futuro y fatal que constituye el término del plazo.
Algunos autores sostienen que en el régimen de la ley 17.711 no cabe hacer distinción entre
el plazo cierto e incierto, correspondiendo siempre la mora automática (BoffiBogero, Borda,
Gagliardo, Ghersi, Greco, Moisset de Espanes).En cambio, en otra tendencia, se entiende que
cuando el plazo es incierto no basta con su mero vencimiento, sino que además sería necesaria la
interpelación al deudor (Cazeaux, Garrido, Andorno, Llambías, Racciati).En una tercera postura, se
señala que si la realización del hecho incierto resulta ignorada por el deudor, la buena fe, (art. 1198,
Cód. Civil) que debe prevalecer en las relaciones recíprocas, impondrá como solución necesaria que
el deudor no caerá en mora, mientras el acreedor no le hubiese notificado el hecho o no lo hubiera
conocido por otro medio. No es necesaria la interpelación, sino que bastaría una declaración
recepticia (Alterini-Ameal-López Cabana, Wayar, Trigo Represas).
El Código Civil y Comercial de la Nación despeja la interpretación de la cuestión en tanto
salvo las excepciones consagradas en el artículo 887, a las restantes hipótesis se les aplicará la regla
de la mora automática.

2.7. Mora del acreedor:


La mora del acreedor es el retraso en el cumplimiento de la obligación, motivado por la
injustificada falta de colaboración, adecuada, oportuna y necesaria, del acreedor.
El tema asume especial relieve en aquellas obligaciones que, por sus características,
naturaleza, requieren de una actividad de cooperación por parte del acreedor, para que el deudor
pueda cumplir. El sistema debe proteger al deudor que quiere cumplir, frente a la pasividad o la
renuencia injustificada del acreedor. En procura de tutelar el derecho del deudor a pagar, existen las
instituciones de la mora del acreedor y el pago por consignación.
La mora es menos radical y más expeditiva que la segunda, pues sin liberarse de la
obligación le permite trasladar a la otra parte los riesgos y consecuencias que derivan del estado de
mora.
El nuevo Código señala ajustadamente que para constituir en mora al acreedor el deudor
debe efectuar una oferta de cumplimiento que cumpla con los requisitos exigidos por el objeto del
pago de identidad, integridad, puntualidad y localización (art. 867).

2.7.1. Los requisitos de la mora del acreedor:


a) existencia de una obligación exigible;
b) la obligación debe requerir de ciertos actos de cooperación del acreedor para que pueda ser
cumplida;
c) la obligación debe subsistir tras la falta de cooperación y ser susceptible de cumplimiento tardío.

2.7.2. Los efectos de la mora del acreedor:


a) quien se encuentra en mora responde por los daños y perjuicios causados al deudor por la falta de
cooperación (ej. gastos de conservación de la cosa, de traslado, etc.);
b) carga también con los riesgos de una eventual imposibilidad sobrevenida de la prestación,
motivada por caso fortuito o fuerza mayor, operada durante el estado de mora;
c) con la mora cesa el curso de los intereses moratorios y punitorios en las obligaciones de dar
dinero y de valor. En cambio, siguen corriendo los intereses compensatorios, toda vez que el deudor
conserva el capital en su poder. Para liberarse del pago de estos últimos deberá consignar
judicialmente, extinguiendo su obligación (Llambías,Alterini, Compagnucci de Caso);
d) el acreedor no podrá constituir en mora al deudor mientras no se purgue la mora;
e) la mora del acreedor impide invocar la teoría de la imprevisión;
f) en casos de gravedad, posibilita al deudor la resolución contractual por incumplimiento;
g) permite ejercer la facultad del pago por consignación;
h) la falta de cooperación provoca como efecto que el deudor quede en libertad de elegir la
prestación que deberá cumplir, tal lo que sucede en las obligaciones alternativas, cuando la elección
corresponde al acreedor y éste no elige;
i) la mora del acreedor puede provocar la liberación del deudor cuando el cumplimiento ulterior de
la prestación resulte imposible o se trate de un supuesto de plazo esencial, en el que técnicamente
no hay mora sino incumplimiento definitivo por causas imputables al acreedor. Por ejemplo, el
adquirente de una entrada para ver un recitar de música determinado, que deja de asistir al
espectáculo, no puede pretender que le sea entregada otra para otro espectáculo.

2.7.3. Extinción de la mora del acreedor:


Se produce la extinción de la mora del acreedor cuando el deudor recibe el cumplimiento de
la prestación. Tal situación no enerva la reparación de los daños y perjuicios que el retardo de aquél
pueda haber causado al deudor.
También se produce la extinción de la mora por la renuncia expresa o tácita del deudor a los
efectos de la mora del acreedor (si las partes acuerdan un plazo para recibir una determinada
prestación que fue antes rechazada por el acreedor, se presume que media renuncia a los efectos de
la mora, salvo reserva en contrario).
Por último, finaliza la mora del acreedor por la extinción de la obligación por cualquier
causa, sin perjuicio de los efectos ya producidos por la mora hasta ese momento.

2.7.4. La mora del acreedor en los proyectos de reforma:


El art. 719 del Proyecto del Poder Ejecutivo Nacional de 1993 la regulaba
expresamente: “Incurrirá en mora el acreedor que rehúse aceptar en tiempo la prestación del
deudor, o que omita prestar la cooperación necesaria para permitir el cumplimiento de la
obligación. Se aplicarán las disposiciones de los artículos precedentes”.
Enrolaba en la tesis que exige que debe mediar una oferta real de pago de parte del deudor
(Busso, Cazeaux-Trigo Represas, Llambías).
El Proyecto de la Comisión Federal del mismo año la regulaba en términos similares,
aunque no requería la oferta real de pago ni expresa, ni tácitamente.
Por su parte, el Proyecto de 1998 establecía que: “El acreedor incurre en mora si el deudor
le efectúa una oferta real de pago y se rehúsa injustificadamente a recibirlo. Se aplican en lo
pertinente, las disposiciones relativas a la mora del deudor”.
ARTICULO887.- Excepciones al principio de la mora automática. La regla de la mora
automática no rige respecto de las obligaciones:
a) sujetas a plazo tácito; si el plazo no está expresamente determinado, pero resulta tácitamente de
la naturaleza y circunstancias de la obligación, en la fecha que conforme a los usos y a la buena fe,
debe cumplirse;
b) sujetas a plazo indeterminado propiamente dicho; si no hay plazo, el juez a pedido de parte, lo
debe fijar mediante el procedimiento más breve que prevea la ley local, a menos que el acreedor
opte por acumular las acciones de fijación de plazo y de cumplimiento, en cuyo caso el deudor
queda constituido en mora en la fecha indicada por la sentencia para el cumplimiento de la
obligación.
En caso de duda respecto a si el plazo es tácito o indeterminado propiamente dicho, se considera
que es tácito.

1. Introducción
Si la constitución en mora del deudor transforma el retardo en responsabilidad y traspasa del
patrimonio del acreedor hacia el del deudor, las secuelas perjudiciales de la conducta ilícita de este
último, va de suyo que es de suma importancia determinar los medios legales que constituyen el
estado en mora.
La mora se produce automáticamente, de pleno derecho y por la sola fuerza de las cosas,
cuando la obligación es a plazo y se produce su término. Esta es la mora ex re, según la cual como
decían los romanos diesinterpellat pro homine.
En el otro sistema de la mora ex personae, seguido en el antiguo derecho francés y recogido
por el Código Napoleón en el art. 1139, el deudor no cae en mora hasta que el acreedor le requiera
el cumplimiento mediante una interpelación formal.

2. Interpretación

2.1. Interpelación. Concepto y formas:


La interpelación es la exigencia de cumplimiento.
Puede ser judicial, cuando la intimación la hace un oficial de justicia a través de un
mandamiento del juez; o extrajudicial, cuando la realiza el acreedor. Este puede realizarla de
cualquier manera. Generalmente, se hace por carta documento para facilitar su prueba.

2.2. Los requisitos de la interpelación:


Los requisitos intrínsecos de la interpelación son:
1) categórica: debe ser un requerimiento indudable, concebido en el modo verbal imperativo;
2) apropiada: sólo se puede intimar a cumplir lo adeudado, tiene que estar en relación con la
obligación;
3) coercitiva: bajo apercibimiento de sanción jurídica;
4) de cumplimiento factible: que permita al deudor realizar el cumplimiento. No deber ser
intempestivo;
5) circunstanciado: debe indicar las circunstancias de lugar, tiempo, monto, forma, etc. de
cumplimiento.
En cuanto a los requisitos extrínsecos, ellos son:
1) la cooperación del acreedor cuando ella es necesaria para el cumplimiento;
2) la ausencia de incumplimiento del acreedor: el acreedor no debe estar en mora con respecto a esa
obligación.

2.3. La constitución en mora en las obligaciones con plazo tácito e indeterminado:


La norma establece que la excepción a la mora automática resultan ser las obligaciones a
plazo tácito e indeterminado.
Las obligaciones de plazo tácito y aquellas de plazo indeterminado (no las obligaciones sin
plazo, como algunos autores las denominan y la propia reforma enuncia, porque dichas obligaciones
tienen plazo aunque no término), hallan su régimen de constitución en mora en las previsiones del
mismo artículo, sea por la interpelación, sea con la previa fijación judicial de término si la
obligación no tiene plazo determinado.
El plazo tácito es aquel que surge implícitamente de la naturaleza y circunstancias del acto o
de la obligación. No estamos frente a una obligación sujeta a plazo esencial, sino a plazo tácito, que
es una especie dentro del género más amplio del plazo indeterminado. Se trata de obligaciones que
no tienen un término de vencimiento expresamente fijado por las partes, aunque de su naturaleza y
circunstancias es posible inferir tácitamente el momento a partir del cual el acreedor podrá exigir el
cumplimiento de la prestación (como por ej., el caso del mandatario que debe intereses de las
cantidades que aplicó al uso propio desde el día en que lo hizo y de las que le reste deber desde que
se hubiese constituido en mora en entregarlas (art. 1324, inc. g) y f)del CCyCN); el depositante,
quien puede exigir al depositario la restitución de la cosa antes del vencimiento o el depositario
gratuito puede exigir del depositante, en todo tiempo, que reciba la cosa depositada (art. 1359
CCyCN); también el comodato puede darse con frecuencia una obligación a plazo tácito (art. 1535,
inc. e) delCCyCN). El acreedor deberá interpelar al deudor para constituirlo en mora.
Cuando la indeterminación es absoluta por lo que corresponde su fijación judicial, a falta de
acuerdo de partes.Quedan comprendidos dentro de este supuesto aquellos casos en donde se ha
tomado en cuenta un acontecimiento no forzoso, con la finalidad de diferir los efectos del acto (y no
de condicionarlos), tal lo que sucede, por ejemplo, con la obligación de pagar cuando mejore de
fortuna o cuando perciba el crédito de un tercero. Si las partes no arriban a un acuerdo, se debe
requerir la fijación judicial a través del proceso más breve.

2.4. Presunción de plazo tácito:


En caso de duda, lo que implica que se trata de una presunción que admite prueba en
contrario, debe interpretarse que la obligación es a plazo tácito.
El problema en la práctica se plasma en aquellos supuestos en los cuales resulta muy difícil
de precisar si el plazo es tácito o indeterminado propiamente dicho. En tal supuesto, la norma
proyectada prevé que, ante la duda, se considerará que el plazo es tácito. Para diferenciar un
supuesto de del otro, debe indagarse la voluntad de las partes, plasmada en las cláusulas
contractuales pertinentes, y determinar si lo que efectivamente ellas han querido es integrar el
convenio con una decisión judicial relativa al momento preciso en que la obligación debe cumplirse
(plazo indeterminado propiamente dicho) o, simplemente, diferir los efectos hacia el futuro, sin
tener en cuenta intervención judicial alguna (plazo indeterminado tácito).
En este último supuesto lo único que corresponde al juez es verificar si, teniendo en cuenta
la naturaleza y circunstancias de la obligación, ha transcurrido o no dicho plazo al tiempo de
promoverse la demanda. En cambio, en el primer supuesto, debe intervenir para fijar el plazo e
integrar de tal modo el contrato. Entonces, el plazo se considerará indeterminado sólo cuando
resulte inequívoco para el juez que las partes han querido diferirlo a fijación judicial. Ante la duda,
se considerará que es tácito, con lo cual se alcanza una solución mucho más dinámica, previsible y
eficiente desde el punto de vista de la economía del proceso.

2.5. Obligaciones puras y simples:


La doctrina y la jurisprudencia mayoritarias, en el régimen actual, entienden que en estas
obligaciones el deudor no incurre en mora si no es interpelado por el acreedor.Quienes adhieren a
estas ideas descartan terminantemente que pueda aplicarse a ellas el régimen de mora automática y
que también es improcedente toda pretensión de fijación judicial de plazo, esto último es propio de
una especie de obligación modal, la sujeta a plazo indeterminado propiamente dicho, y no de una
obligación que se caracteriza, precisamente, por lo contrario: no tener plazo (en esta tesis, Llambías,
Alterini, Kemelmajer de Carlucci, Moisset de Espanés).
El Proyecto de la Comisión Federal de 1993 las regulaba expresamente disponiendo la
constitución en mora por interpelación.
En el nuevo Código, en cambio, al no quedar incluidas dentro de las excepciones
consagradas en el artículo 887, su constitución en mora será automática.

2.6. La mora en los hechos ilícitos:


La mora automática era propiciada por la doctrina (Llambías, Cazeaux-Trigo Represas,
Lafaille, Busso, Salvat-Galli, Wayar) y la jurisprudencia.[1]
En el nuevo Código resulta de aplicación la mora automática merced a la vigencia de la
regla general.

2.7. Valoración de la regulación en el nuevo Código:


Consagra una regla general, se disipan las dudas, el principio general es el de la mora
automática, la que comprende a las obligaciones puras y simples; en materia de hechos ilícitos; a las
obligaciones sujetas a un plazo determinado expreso, cierto o incierto; ello así cualquiera fuese el
lugar de cumplimiento de la obligación, esto es, aunque coincidiera con el domicilio del deudor.
El régimen que entrará en vigencia el próximo primero de agosto tiende a reducir la
litigiosidad en aspectos que generaron polémica en la doctrina y jurisprudencia nacional.

ARTICULO888.- Eximición. Para eximirse de las consecuencias jurídicas derivadas de la mora, el


deudor debe probar que no le es imputable, cualquiera sea el lugar de pago de la obligación.

1. Introducción
La mora genera diversos efectos jurídicos. El deudor, a fin de eximirse de tales
consecuencias, deberá probar que no le es imputable, cualquiera sea el lugar de pago de la
obligación.

2. Interpretación

2.1. Efectos de la mora:


1) apertura de las acciones por responsabilidad. Ante la mora del deudor, el acreedor tiene derecho
a: pretender su ejecución forzada; obtener la ejecución por otro; reclamar la indemnización
sustitutiva (art. 730 CCyCN);
2) indemnización del daño moratorio (arts. 1716, 1737 y sgtes.);
3) imputación del caso fortuito: el moroso soporta el caso fortuito a menos que sea irrelevante (art.
1733, inc. c);
4) inhabilidad para constituir en mora al acreedor: en las obligaciones correlativas la parte morosa
no tiene derecho a constituir en mora a la otra (arg. arts. 1031 y 1032 del CCyCN);
5) operatividad de la cláusula resolutoria: en los contratos con prestaciones recíprocas, el
contratante inocente puede pedir la disolución del vínculo con los daños a cargo del moroso (art.
1087 CCyCN);
6) pérdida de la facultad de arrepentirse cuando se pacta la seña penitencial (art. 1059 CCyCN): la
mora propia es un impedimento para arrepentirse del contrato. La seña debilita el vínculo
contractual, pero cuando el deudor incurre en mora, pierde la facultad de arrepentirse del mismo;
7) facultad de exigir la cláusula penal (art. 792 CCyCN);
8) imposibilidad de invocar la teoría de la imprevisión (art. 1091 CCyCN).

2.2. Eximición de la mora:


El deudor se exime de la mora si acredita que ella no le es imputable. La mora exige la
concurrencia de un factor de atribución subjetivo u objetivo. En las obligaciones de medios, el
deudor se liberará por la prueba de la no culpa (diligencia debida), mientras que en las obligaciones
de resultado, la eximente sólo se alcanzará por la prueba del corte de la cadena causal (art. 1723
CCyCN), esto es, la culpa de la víctima (art. 1729 CCyCN), el caso fortuito (art. 1730 CCyCN), el
hecho de un tercero por el que no deba responder (art. 1732 CCyCN) o la imposibilidad de
cumplimiento (art. 1732 CCyCN), con fundamento en que el deudor ha prometido un resultado
eficaz (art. 774, inc. c) CCyCN).

2.3. La mora y el domicilio del deudor;


El último párrafo del artículo en comentario hace referencia a una cuestión que dividía a la
doctrina y jurisprudencia. Cuando el lugar de cumplimiento de la obligación era el domicilio del
deudor, bastaba al acreedor con no presentarse para dejarlo constituido en mora (Alterini-Ameal-
López Cabana). Por ello, se sostenía que, en ese caso, a pesar que el plazo fuere cierto, la
constitución en mora del deudor, exigía la interpelación. Borda sostenía que en esta cuestión existía
un error conceptual cuando se afirmaba que el solo vencimiento del término no sería eficaz para
provocar la mora del deudor, porque habría faltado la necesaria cooperación del acreedor que no
hubiese acudido al domicilio del obligado a recibir el pago y que en los casos en que el acreedor
debe recoger la prestación en el domicilio del deudor, su incumplimiento equivaldría a la negativa a
recibirla. Argumentaba que era notorio que se confundía así constitución en mora con imputabilidad
de la inejecución, que son dos conceptos diferentes (en igual postura, Bustamante Alsina, Garrido,
Cifuentes, Wayar, Morello, Bueres, Gesualdi, Silvestre).[2]
Sin embargo, no se pone en duda que si el acreedor no presta la necesaria cooperación no
existe mora del deudor, simplemente porque no le es imputable desde que no incurre en culpa. Pero
si esto hace a los presupuestos de fondo de la responsabilidad civil por mora, otra cosa es la prueba
del hecho de no haber cumplido el acreedor, o sea de la falta de culpa del deudor.
La cuestión queda resuelta en el nuevo Código ya que no hay dudas que se aplica la mora
automática prevista como regla del sistema, cualquiera resulte el lugar de cumplimiento de la
obligación, esto es, coincida o no con el domicilio del deudor.

2.4. Purga de la mora:


El deudor moroso tiene derecho a pagar, con tal que anexe a la prestación debida los
accesorios derivados de la mora (Llambías, Alterini-Ameal-López Cabana, Moisset de Espanés,
Wayar). Es la tendencia que prevalece en doctrina y jurisprudencia, excepción hecha de los casos de
plazo esencial y cuando el acreedor hizo uso de la cláusula resolutoria (en contra, Abelleyra,
Busso).

2.5. Cesación de la mora:


Se produce la cesación de la mora del deudor si el acreedor renuncia a la mora de aquél. Esa
renuncia puede ser expresa o tácita, total o parcial. También se da ese efecto cuando el deudor
cumple su prestación con más los daños y perjuicios moratorios o consigna judicialmente lo
debido.En cambio, la mora no cesa ante la existencia de una demanda judicial del acreedor si la
misma se declara caduca.

[1]La CNCiv., en pleno, 16.12.58, en autos “Gomez c/ Empresa Nacional de Transportes”, dispuso
que los intereses correspondientes a las indemnizaciones por hechos ilícitos “se liquidarán desde el
día en que se produce cada perjuicio objeto de la reparación” (LL, t. 93, p. 667). La CSJN siguió
este criterio el 21.3.60, “Amarillo c/ Gob. Nacional”, LL 99-765.
[2]Esta postura tuvo recepción en dos fallos plenarios (CNCiv., 21.03.80, “Caja
de Jubilaciones c/ Ruiz, Juan”, LL 1980-B, 126; CNCom., 2.8.82, “García, Adolfo
c/ Sniafa SA”, LL 1982-D, 116).

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