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Fernando Javier Liebanes

15 h ·

RAZONES DE CAÍDA DE DON JUAN MANUEL DE ROSAS: A Rosas no lo sacaron por lo que hizo, lo sacaron por lo
que no hizo: 1) No fue un dictador por imposición propia. 2) No gobernó para una minoría privilegiada.3) No les
dio la Patria a los ingleses. 4) Y no le dio el gusto a los franceses. 5) Rosas no le dio el gusto a los “iluminados”.6)
Y no desconfió lo suficiente de Urquiza. Frente a la mentalidad de los ideólogos cipayos contemporáneos, el
Brigadier General don Juan Manuel de Rosas aparece como su oponente más destacado. Nada en él se asemeja
o confunde con los liberales; es, indiscutiblemente, el reverso de la medalla. Su raíz es terrígena, su sensibilidad
se forjó en el cuenco de los grandes valores tradicionales y su idiosincrasia es la propia del pueblo. Rosas es un
elemento de la tierra, una fuerza desprendida del alma de las multitudes bravías: la encarnación de todas las
pasiones Nacionales. Suprimir a Rosas es tanto como suprimir a la Argentina; que es ni más ni menos lo que se
proponen los liberales. El más grande elogio de Rosas lo hicieron sus adversarios; porque para combatirle se
vieron forzados a combatir todo lo nuestro: el pueblo y la Nación, la verdad de la patria y la independencia de
sus instituciones. Por eso tuvieron que adulterar la historia; pues, apenas conocida en su realidad, Rosas
emerge con grandeza y ellos se hunden en el ludibrio. La mentira es el único elemento de que disponen los
liberales para perdurar en un plano que no es el que realmente les corresponde. Los monumentos erigidos a los
próceres del liberalismo están fundidos en el crisol de las más burdas adulteraciones. La calumnia es el arma
terrible en las manos de estos falsificadores; Rosas es el ", gran calumniado" de nuestra historia. Pero el pueblo
no se engaña porque sus mecanismos intelectuales son harto simples; no influyen sobre él las propagandas
urdidas en la trastienda de los despachos oficiales. Su instinto es certero y su intuición es el canal que lo guía en
medio de las sombras del rencor inmoderado. Por lo demás, los calumniados son siempre sus iguales; volverse
contra la calumnia es defenderse a sí mismo. De Rosas dijo uno de sus mayores adversarios: "Rosas y la
República Argentina, son dos entidades que se suponen mutuamente: él es lo que es, por ser argentino; su
elevación supone la de su país; el temple de su voluntad, la firmeza de su genio, la energía de su inteligencia”
(Juan Bautista Alberdi: La República Argentina treinta y siete años después de la Revolución de Mayo.
Valparaíso, 1847). Estas palabras de Alberdi, ¿no son definitivas para comprender que el hundimiento de Rosas
supone el hundimiento del país y del pueblo? ¿Es posible admitirlo, nada más que por hacerles el Juego a los
liberales? Decía Ernesto Palacio en “La historia falsificada” que “no sabemos qué hacer porque no sabemos lo
que somos; y no sabemos lo que somos porque se nos ha confundido deliberadamente sobre nuestros orígenes
y no sabemos ahora de dónde venimos”. La Argentina tiene dos historias: la oficial, por un lado, redactada a
partir de mensajes de protagonistas y continuadores que muchas veces carecieron de la imparcialidad y
perspectiva temporal suficiente para juzgar los hechos que los ocupaban y, del otro, la reacción del denominado
revisionismo histórico, que, frente a muchas arbitrariedades, incógnitas y excesos diversos, buscó correr el
telón para reivindicar la verdad, ofrecer certezas y despejar el incómodo camino poblado entre réprobos y
elegidos, según gustos y afinidades. El revisionismo existe porque muchos aspectos de la historia argentina se
ocultaron o interpretaron maliciosamente, no con el ánimo predispuesto a divulgar el pasado según criterios de
fidelidad respecto a los acontecimientos ocurridos y su recta interpretación, sino con fines subalternos. El
historiador Manuel Gálvez expresaba en “Vida de don Juan Manuel de Rosas: “El nombre don Juan Manuel de
Rosas ha llegado a ser hoy, en 1940, lo que fue en 1840: la encarnación y el símbolo de la conciencia nacional,
de la Argentina independiente y autárquica, de la Argentina que está dispuesta a desangrarse antes que se
estado vasallo de ninguna gran potencia. Frente a los imperialismos que nos amenazan, sea en lo político o en
lo económico, el nombre Rosas debe unir a los argentinos. Estudiemos su obra y juzguémosla sin prejuicios. Y
amémosla, no en lo que tuvo de injusta, excesiva y violenta, sino en lo que tuvo de típicamente argentina y de
patriótica. (T III. p.924.Ed.Arg.1974) Mi más sentido recuerdo y homenaje a un gran argentino VIVA LA PATRIA !!

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