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Esta técnica no es difícil de seguir, pero debes querer hacerla.

No puedes abordarla con la


actitud mental de “Oh, bueno, lo intentaré.” Debes querer hacerlo, porque el resorte principal
de la acción es el deseo.

El deseo es el resorte principal de toda acción.

Ahora ¿qué quiero? Tengo que definir mi objetivo. Por ejemplo, supongamos que yo quisiera
ahora estar en otra parte. En este mismo momento yo realmente deseo estar en otra parte.
No hace falta cruzar la puerta, no necesito sentarme. No necesito hacer nada sino estar justo
donde estoy y con los ojos cerrados asumir que en realidad estoy donde deseo estar. Entonces
permanezco en ese estado hasta que tenga la sensación de realidad. Si yo ahora estuviera en
otro lugar no podría ver el mundo como lo veo ahora desde aquí. El mundo cambia en su
relación conmigo cuando yo cambio mi posición en el espacio.

Así que estoy aquí mismo, cierro los ojos e imagino que estoy viendo lo que vería si yo
estuviera allí. Sigo en ello el tiempo suficiente para sentir que es real. No puedo tocar las
paredes de esta habitación desde aquí, pero cuando cierras los ojos y te quedas quieto puedes
imaginar y sentir que las tocas. Tú puedes estar donde estás e imaginarte que estás poniendo
tu mano en esa pared. Para probar que realmente lo estás, ponla ahí y deslízala hacia arriba y
siente la madera. Puedes imaginar que estás haciéndolo sin dejar tu asiento. Puedes hacerlo y
realmente lo sentirás si te quedas suficientemente quieto y es suficientemente intenso.

Yo estoy donde estoy y permito al mundo que quiero ver y penetrar físicamente venir ante mí
como si yo estuviera ahí ahora. En otras palabras, traigo ese otro lugar aquí asumiendo que
estoy ahí.

¿Está claro? Lo dejo venir, no lo hago venir. Simplemente me imagino que estoy allí y entonces
dejo que suceda.

Si quiero una presencia física, me imagino que está aquí, y le toco. A todo lo largo de la Biblia
encuentro estas sugestiones, “Él colocó sus manos sobre ellos. Él les tocó.”

Si quieres aliviar a alguien, ¿cuál es el sentimiento automático? Poner la mano sobre él, no
puedes evitarlo. Te encuentras con un amigo y la mano se va automáticamente, le das la mano
o le pones la mano sobre el hombro.
Supongamos que ahora te encontraras a un amigo que no has visto durante un año y es un
amigo que aprecias mucho. ¿Qué harías? Lo abrazarías, ¿no? O pondrías tu mano sobre él.

En tu imaginación tráele lo suficientemente cerca para poner tu mano sobre él y sentir que es
sólidamente real. Restringe la acción sólo a eso. Te sorprenderá lo que sucede. A partir de
entonces las cosas empiezan a moverse. Tu ser dimensionalmente más grande inspirará, en
todos, las ideas y acciones necesarias para ponerte en contacto físico. Funciona de esa
manera.

Todos los días me pongo en el estado de somnolencia; es una cosa muy fácil de hacer. Pero el
hábito es una cosa extraña en el mundo del hombre. No es una ley, pero el hábito actúa como
si fuera la ley más irresistible del mundo. Somos criaturas de hábito.

Si creas un intervalo cada día en el que te pones en el estado de somnolencia, por ejemplo a
las 3 de la tarde, sabes que en ese momento todos los días te sentirás somnoliento. Inténtalo
durante una semana y ve si no estoy en lo cierto.

Te sientas con el fin de crear un estado próximo al sueño, como si estuvieras adormecido, pero
no lleves la somnolencia demasiado lejos, sólo lo suficiente para relajarte y dejarte el control
de la dirección de tus pensamientos. Inténtalo durante una semana, y cada día a esa hora, no
importa lo que estés haciendo, difícilmente serás capaz de mantener los ojos abiertos. Si sabes
la hora en que estarás libre puedes crearlo. Yo no te sugeriría que lo hagas a la ligera, ya que te
sentirás muy, muy somnoliento y puedes no querer.

Tengo otra manera de orar. En este caso siempre me siento y me pongo en el sillón más
cómodo imaginable, o me acuesto de espaldas y me relajo completamente. Ponte cómodo. No
debes estar en cualquier posición en que el cuerpo esté incómodo. Ponte siempre en una
posición donde tengas la mayor comodidad. Esta es la primera etapa.

Saber lo que quieres es el inicio de la oración. En segundo lugar construye en el ojo de tu


mente un solo evento pequeño que implique que has realizado tu deseo. Siempre dejo a mi
mente vagar sobre muchas cosas que podrían seguir a la oración contestada y aíslo una que es
la que más probablemente siga al cumplimiento de mi deseo. Una pequeña cosa simple, algo
así como estrechar una mano, abrazar a una persona, la recepción de una carta, la escritura de
un cheque, o lo que sea que pueda implicar el cumplimiento de tu deseo.
Después de haber decidido sobre la acción que implica que tu deseo se ha realizado, siéntate
en tu silla cómoda o acuéstate boca arriba, cierra los ojos, por la sencilla razón de que ayuda a
inducir ese estado que bordea el sueño.

En el momento que sientas ese agradable estado somnoliento, o el sentimiento de unidad


recogida, donde sientes: me podría mover si quisiera, pero no quiero, podría abrir los ojos si
quisiera, pero no quiero. Cuando tengas esa sensación puedes estar bastante seguro de que
estás en el perfecto estado para orar con éxito.

En esta sensación es fácil tocar cualquier cosa en este mundo. Toma la simple pequeña acción
restringida que implique el cumplimiento de tu oración y siéntela o represéntala. Sea lo que
sea, entra en la acción como si fueras un actor en el papel. No te sientes detrás y te visualices
haciéndolo. Házlo.

Con el cuerpo inmovilizado imagina que el tú más grande dentro de tu cuerpo físico está
saliendo de él y que tú estás realmente realizando la acción propuesta. Si vas a caminar,
imagina que estás caminando. No te veas caminar, SIENTE que estás caminando.

Si vas a subir escaleras, SIENTE que estás subiendo las escaleras. No te visualices a tí mismo
haciéndolo, siéntete haciéndolo. Si vas a estrechar la mano de un hombre, no te visualices
estrechándole la mano, imagina a tu amigo de pie delante tuyo y dale la mano. Pero deja tus
manos físicas inmovilizadas e imagina que tu mano más grande, que es tu mano imaginaria,
está en realidad estrechándole la mano.

Todo lo que necesitas hacer es imaginar que lo estás haciendo. Tú estás estirado en el tiempo,
y lo que estás haciendo, que parece ser un sueño diurno controlado, es un acto efectivo en la
dimensión más grande de tu ser. Estás efectivamente encontrando un evento
cuatridimensionalmente antes de que lo encuentres aquí en las tres dimensiones del espacio, y
tú no tienes que levantar un dedo para hacer que ese estado se de.

Mi tercera manera de orar es simplemente sentirte agradecido. Si quiero algo, ya sea para mí o
para otro, inmovilizo el cuerpo físico, entonces produzco el estado próximo al sueño y en ese
estado sólo me siento feliz, me siento agradecido; agradecimiento que implica la realización de
lo que quiero. Asumo la sensación del deseo cumplido y con la mente dominada por esa única
sensación me voy a dormir. No tengo que hacer nada para que así sea, porque es así. Mi
sensación del deseo cumplido implica que está hecho.
Todas estas técnicas puedes utilizarlas y modificarlas para adaptarlas a tu temperamento.

Pero debo hacer hincapié en la necesidad de inducir el estado de somnolencia en que


puedas llegar a estar atento sin esfuerzo.

Una sensación única domina la mente si oras con éxito.

¿Qué sentiría, ahora, si yo fuera lo que quiero ser?

Cuando yo sé cómo sería la sensación entonces cierro los ojos y me pierdo en esa sensación
única, y mi Yo dimensionalmente más grande entonces construye un puente de incidencia que
me lleva de este momento presente al logro de mi estado de ánimo. Eso es todo lo que
necesitas hacer. Pero la gente tiene la costumbre de menospreciar la importancia de las cosas
simples.

Somos criaturas de hábito y estamos lentamente aprendiendo a renunciar a nuestros


conceptos previos, pero las cosas por las que antes vivíamos todavía de alguna manera
influyen nuestro comportamiento.

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