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REPRESIÓN SECUNDARIA

Forma de defensa yoica ante las pulsiones del ello. Tras la instauración de la represión
primaria, las pulsiones le generan al yo angustia señal, y le recuerdan qué peligrosa podría ser
su satisfacción (la pérdida del objeto, o del amor de éste, o la castración). Por eso las pasa al
«estado de represión», o sea al lnc reprimido. Al no aceptadas el yo Prec como propias, sus
representaciones no pueden participar de la actividad de pensamiento, del proceso secundario.
La represión secundaria o «post-represión» o «esfuerzo de dar caza», es la que se mani fiesta
en la clínica de las neurosis, precisamente porque falla, y así permite el retorno de lo
reprimido a través de los síntomas neuróticos, los actos fallidos, los sueños, etcétera.
Ante aquella señal de peligro, el yo refuerza la represión primaria con la secundaria. Retira la
investidura a las representaciones Prec del yo, trata además de que no se produzcan
situaciones que reactiven el peligro pulsional, para lo que ubica la contrainvestidura en el polo
perceptual, también como una forma de la resistencia del yo.
Los recursos metapsicológicos de la represión secundaria son, entonces: a) la desinvestidura
de la representación Prec del yo (de la palabra), b) la contrainvestidura puesta esencialmente
en la atención del aparato perceptual y la censura Cc., y e) la atracción ejercida por lo
reprimido primariamente desde el lnc a toda representación Prec que pueda convertirse por
alguna ley de la asociación en un retoño lnc de 10 reprimido.
Diferenciamos las neurosis de transferencia por las distintas formas de la desinvestidura de
la representación Prec, la que da origen a la especificidad de los mecanismos de defensa o
represiones secundarias.
En la histeria de conversión se quita la investidura a la representación Prec y se la traslada a
una investidura corporal con la que se asocia por leyes de contigüidad (síntoma asocia tivo) o
analogía (síntoma por símbolo mnémico) creándose así formaciones sustitutivas a través de
disfunciones corporales ante las que, paradójicamente, se siente «belle indifference».
En la histeria de angustia la investidura retirada a la representación Prec se desplaza a otra
que la sustituye, también por leyes de la asociación, y ante cuya presencia en la percepción
surge el ataque de angustia. Como si la pulsión hubiese ido de viniendo en la representación
ahora fobígena, por lo que se va construyendo un parapeto defensivo secundario ante la
posibilidad de ser percibida su presencia por el aparato perceptual (aquí ya encontramos a la
contrainvestidura funcionando).
En la neurosis obsesiva, la representación Prec permanece investida pero se la aísla de sus
conexiones asociativas y afectivas con otras representaciones, por lo que se la considera un
cuerpo extraño dentro del Prec y por lo tanto ajeno al yo. Incluso se pueden utilizar recursos
mágicos contra ella, como la anulación de lo acontecido, etcétera, con lo que se forman los
ceremoniales obsesivos. Por el rasgo de carácter de la meticulosidad, típico del carácter anal,
se desliza el desplazamiento a lo nimio, otro modo de contrainvestidura que tapona la
emergencia de la representación importante que el yo busca reprimir.
En las perversiones y la patología narcisista en especial, cambia radicalmente la forma de la
represión secundaria. En las perversiones predomina la desmentida de la diferencia de los
sexos, la que origina una escisión en el yo. En la esquizofrenia se pierde el deseo lnc al
desinvestirse la representación-cosa de éste. En la paranoia además se lo proyecta al lnc de
los objetos intentando recuperarlo con delirios. En la melancolía actúa la identificación del
objeto en el yo como forma de inconscientización.
En un sentido amplio, entonces, todos estos mecanismos defensivos del yo son también formas
de la represión secundaria.

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