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Emanuela Navarretta( ** )
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[obbligazioni] (derivada del acto ilícito, art. 2043( 3 ) c.c.), en el cuarto
la transferencia de la propiedad y el nacimiento de obligaciones
[obbligazioni] (generadas por un contrato, art. 1321( 4 ) c.c.).
La característica de los hechos jurídicos es la capacidad
de producir efectos jurídicos, en virtud de su previsión en una
norma.
Todo el dinamismo del sistema privatístico se fundamenta en la
categoría de los hechos jurídicos.
Se trata de un género [genus] muy amplio, que incluye no solo
la realidad diversificada, como surge de los ejemplos mencionados,
sino también de las tipologías jurídicas diferentes en los contenidos y
en la normatividad.
Elemento unificador es solo el dato de inicio: la previsión
en el hecho jurídico hipotético [fattispecie astratta]( 5 ) de una
mano de obra.
[Primer párrafo del artículo 937 del Código Civil peruano.- El objeto que se
hace de buena fe con materia ajena pertenece al artífice, pagando el valor de
la cosa empleada].
(3 ) Artículo 2043 del Código Civil italiano. Resarcimiento por hecho ilícito.- Todo
hecho doloso o culposo que causa a otro un daño injusto obliga a aquel que
ha cometido el hecho a resarcir el daño.
[Artículo 1969 del Código Civil peruano.- Aquel que por dolo o culpa causa
un daño a otro está obligado a indemnizarlo. El descargo por falta de dolo o
culpa corresponde a su autor].
(4 ) Artículo 1321 del Código Civil italiano. Noción.- El contrato es el acuerdo de
dos o más partes para constituir, regular o extinguir una relación jurídica
patrimonial entre ellas.
[Artículo 1351 del Código Civil peruano.- El contrato es el acuerdo de dos o
más partes para crear, regular, modificar o extinguir una relación jurídica
patrimonial].
(5 ) Nota del traductor: Es interesante resaltar el significado preciso de
fattispecie según Paolo Zatti (Las situaciones jurídicas en Paolo ZATTI y
Vittorio COLUSSI, Lineamenti di Diritto privato, Nona edizione, CEDAM,
Padua, 2003, pág. 17): “La palabra es un poco extraña, pero interesante. Su
ascendiente latina se podía descomponer en: facti (del hecho) species
(imagen). Fattispecie significa, entonces, la imagen de un hecho, es decir, el
diseño, el bosquejo de una situación, que viene descrita solo con alguna
señal típica, y que puede ser reconocida en tantas situaciones concretas. Del
mismo modo, por ejemplo, si ofrezco un puesto de trabajo, puedo indicar el
«tipo» de persona que quisiera contratar («contador, máximo de 30 años,
con experiencia en prácticas tributarias, etc.») y así describir y una imagen
que puede corresponder, en concreto, a tantas particulares personas que
tienen aquellos requisitos.
Por eso, se habla, frecuentemente, de fattispecie abstracta para indicar que
se trata de la situación-tipo descrita por la norma, y no de éste o de aquél
hecho concreto.
Por el contrario, se denomina fattispecie concreta la situación práctica en
que la regla se aplica: aquella situación concreta, es decir, en que
reconocemos las señales indicadas por la norma. Por ejemplo, la fattispecie
abstracta de la «actividad peligrosa», descrita en el artículo 2050, se podrá
reconocer, en concreto, en la actividad del señor Tal, que su tienda de
artículos para campamento tiene un tanque de gas para la recarga de los
recipientes para quienes practican el campamento”.
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norma que confiere al hecho relevancia jurídica, haciéndolo
idóneo para producir efectos jurídicos.
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Entre los actos lícitos pueden mencionarse el contrato (por
ejemplo, un contrato de compraventa) que, para producir efectos,
debe ser lícito, mientras, si es ilícito, resulta nulo y,
consecuentemente, improductivo de efectos.
Viceversa, entre los actos ilícitos puede incluirse el ilícito civil
(por ejemplo la responsabilidad extracontractual regulada en los
artículos 2043 y siguientes c.c., v. Diritto privato, 2). Un
comportamiento dañoso es fuente de efectos jurídicos, en particular,
del deber [obbligo] al resarcimiento del daño, si es ilícito (art. 2043
c.c.), porque sin justificación lesiona un interés jurídicamente
protegido, piénsese en el asesinato de un hombre ocasionado por una
conducta voluntaria o culposa; viceversa, el mismo comportamiento
es justificado por la ley (por ejemplo cuando concurren presupuestos
de la legítima defensa) o no compromete un interés jurídico, el acto,
en cuanto lícito, no genera el efecto del deber [obbligo] al
resarcimiento del daño.
c) Clarificada esta primera distinción, más complejo es
ilustrar el segundo criterio de clasificación, que tuvo, históricamente,
una importancia fundamental, pero que actualmente debe ser
considerado en una perspectiva renovada.
La clasificación tradicional está basada sobre el dato
estructural de la relevancia de la voluntad de un sujeto en la
producción de los efectos jurídicos y, por tal razón, distingue al
interior del hecho jurídico entre:
- actos según los cuales el efecto jurídico se produce en
cuanto es querido por el sujeto (voluntad de los efectos): el
contrato y la más amplia categoría del negocio jurídico (en un
contrato de compraventa, por ejemplo, las partes no quieren solo
realizar el acto, sino también producir los efectos de la transferencia
de la propiedad sobre un bien y del pago del precio);
- actos según los cuales el efecto jurídico se genera porque
el sujeto quiere el acto, independientemente de la voluntad del efecto
(voluntad del acto): el acto jurídico en sentido estricto (por
ejemplo, en el acto ilícito el sujeto debe conocer su conducta, pero no
es necesario que quiera el efecto del deber [obbligo] de resarcimiento
del daño que el acto produce);
- hechos según los cuales el efecto se produce únicamente
por acontecimiento material o por un comportamiento humano que
prescinde de la voluntad de un sujeto (irrelevancia de la
voluntad): hechos jurídicos en sentido estricto (por ejemplo, el
aumento espontáneo de plantas hace adquirir su propiedad de quien
es titular del fundo prescindiendo de su voluntad).
Tal articulación deriva del peculiar resalto atribuido –
especialmente en una fase de la evolución del pensamiento jurídico- a
la voluntad del sujeto de producir efectos jurídicos sea en la
concepción del contrato sea en la construcción de la más extensa
categoría del negocio jurídico, caracterizada propiamente como
elemento unificador de la voluntad de los efectos jurídicos.
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En realidad –como será profundizado seguidamente (v. Parte II,
Sección I)- los desarrollos más recientes objetan tanto el énfasis
excesivo basado en la incidencia del elemento voluntarístico en la
teoría del contrato, como la misma construcción de la categoría
general del negocio jurídico.
Sin embargo, el debate crítico no elimina algunos puntos
invariables, que preservan la utilidad de una clasificación, a
condición que ella sea menos condicionada por el carácter
estructural de los diversos hechos y actos jurídicos y se fundamente
mayormente en su función.
1. El primer dato cierto es que el legislador predispone el
mayor número de reglas generales en materia de contrato
(Título II, Libro IV del Código Civil( 6 )) y tales reglas reflejan la
esencia del contrato (Parte II, Sección I) que, si estructuralmente es
un acuerdo destinado a la producción de los efectos jurídicos
(el contrato –dice el artículo 1321 c.c.- es “el acuerdo de dos o más
partes para constituir, regular o extinguir una relación jurídico
patrimonial entre ellas”), funcionalmente es sobre todo un acto de
autonomía privada, con que se ejercita un poder privado de
darse reglas dispositivas y vinculantes, que producen efectos
jurídicos (sobre la noción de autonomía privada( 7 ) v. Parte II,
Sección I).
(6 ) Nota del traductor: En el Título II del Libro IV del Código Civil italiano se
incluye la normatividad de reglas preliminares de los contratos, de los
requisitos del contrato, del acuerdo de las partes, de la causa, del objeto, de
la forma, de la condición, de la interpretación, reglas generales de los
efectos, de la cláusula penal, de la representación, del contrato por persona
a nombrar, de la cesión del contrato, del contrato a favor de terceros, de la
simulación, de la nulidad, de la anulabilidad, de la incapacidad, de los vicios,
de la acción de anulabilidad, de la rescisión, de la resolución, de la
resolución por incumplimiento, de la imposibilidad sobrevenida, de la
excesiva onerosidad y de los contratos del consumidor.
El Código Civil peruano incluye los temas indicados en el Libro II, en el
Capítulo Tercero de la Sección Segunda del Libro VI y en la Sección Primera
del Libro VII.
De ahí que es pertinente citar un párrafo del profesor Giovanni B. Ferri:
“Desde este punto de vista, y fuera de toda paradoja, las decisiones del
legislador peruano pueden ser asimiladas, en lo sustancial, a las del
legislador italiano de 1942”: FERRI, Giovanni Battista, Il potere e la parola e
altri studi di diritto civile, Cedam, Padua, 2008, pág. 419.
Aunque la cita hace referencia al concepto de negocio jurídico pensamos que
la normatividad peruana se asemeja mucho a la normatividad italiana sobre
los contratos pero indudablemente existen normas no importadas y por lo
tanto ellas son inaplicables en nuestro sistema jurídico. Entonces,
sustancialmente nuestras normas se asemejan al Código Civil italiano
aunque formalmente el legislador peruano haya optado por crear el Libro II.
Esta elección no constituye una Parte General como el Código Civil alemán
de 1900 donde en la Sección Tercera del Libro I sobre los negocios jurídicos
se regula la capacidad negocial, la declaración de voluntad, el contrato, la
condición, la determinación del tiempo, la representación, el poder, el
consentimiento y la ratificación.
(7 ) Nota del traductor: “En conclusión:
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2. El segundo dato cierto es que otros actos, distintos del
contrato, entre ellos muy heterogéneos (v. n. 3) y sin una
normatividad general y uniforme, tienen el carácter del ejercicio de
un poder privado de darse reglas productivas de efectos
jurídicos (actos de autonomía privada). Esto significa (también a
la luz de lo dispuesto en el artículo 1324( 8 ) c.c. v. Parte II, Sección I)
la posibilidad que tales actos son regulados de manera más o menos
directa por la normatividad prevista en materia de contrato.
3. El último dato cierto es que, paulatinamente la voluntad
del sujeto pierde relevancia en el hecho jurídico [fattispecie]
productivo del efecto jurídico (porque solo se considera la voluntad
del acto o ni siquiera ella), el privado ya no ejercita un poder
autónomo y la normatividad del particular acto o hecho no se basan
en las reglas previstas en materia de contrato, sino en las reglas y los
principios generalísimos que tienen un ámbito operativo más extenso
que la misma autonomía privada.
A la luz de tales consideraciones, puede, por lo tanto,
proponerse una clasificación interna de los hechos jurídicos que
distingue entre:
- actos de autonomía privada, según los cuales se
ejercita un poder privado autónomo de reglamentación de los
intereses destinado a producir efectos jurídicos. Ellos heredan y
renuevan la categoría tradicional del negocio jurídico e incluyen en su
interior la categoría central del contrato.
- actos jurídicos en sentido estricto, según los cuales el
privado no ejercita algún poder autónomo, pero debe simplemente
querer o ser consciente del hecho que ejecuta;
- hechos jurídicos en sentido estricto, que son
acaecimientos naturales o comportamientos humanos, según los
cuales es irrelevante la voluntariedad del comportamiento.
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A la noción de autonomía privada, a los actos de autonomía
privada y, específicamente, al contrato se dedica la segunda parte de
este capítulo.
En vía preliminar, es oportuno, sin embargo, ilustrar
rápidamente la variedad de actos, referidos a la autonomía privada,
que se pueden clasificar con los siguientes criterios:
1. la estructura unilateral, bilateral o plurilateral del
acto;
2. la naturaleza patrimonial o no patrimonial del
interés regulado;
3. la función del acto, que puede ser inter vivos o mortis
causa.
1. El acto de autonomía privada puede emanar de la
voluntad de una sola parte, como en el caso de la renuncia a un
derecho (sobre el concepto de parte( 9 ) y sobre su diferencia respecto
a la noción de sujeto, v. Parte II, Sección II). Por el contrario, se
habla de acto unipersonal y personalísimo con referencia al
testamento (art. 587( 10 ) ss. c.c.; Vol. II), ya que debe ser hecho
necesariamente por una sola persona (unipersonal), que no puede
hacerse representar, pero debe realizarlo personalmente
(personalísimo).
2. Además, el acto de autonomía privada puede regular
intereses de naturaleza esencialmente patrimonial, como en la
hipótesis del contrato, o intereses de naturaleza predominantemente
no patrimonial, como en el caso del matrimonio, que es un acto de
autonomía privada bilateral no patrimonial (Vol. II).
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La naturaleza del interés regulado es diferente: a la naturaleza del interés
protegido (en el ejemplo, adquiriendo el ticket de un concierto se da una
reglamentación patrimonial a un interés de naturaleza no patrimonial, como aquél
de escuchar el concierto; sobre la noción de patrimonialidad referida al contenido
de la obligación [obbligazione], Capítulo V); a la naturaleza de los efectos que
derivan del acto. En efecto, aunque frecuentemente un acto de naturaleza
patrimonial produce efectos patrimoniales (como fluye de la definición del contrato
del artículo 1321 c.c., Parte II, Sección I), no puede excluirse que los efectos no
son del todo homogéneos respecto a la naturaleza del acto: por ejemplo, el
matrimonio, que es un acto bilateral no patrimonial, genera efectos tanto no
patrimoniales como patrimoniales (Vol. II).
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Por lo tanto, el acto debe ser ciertamente querido, pero no
tiene el poder de orientar la producción de los efectos jurídicos. Los
efectos eventualmente queridos por las partes (el mismo deber
[obbligo] a la celebración del matrimonio u otras consecuencias
previstas en el acto) no se producen, pero como consecuencia de la
promesa o de otros presupuestos establecidos por el legislador (la
falta de celebración del matrimonio, la ausencia de justo motivo),
nacen efectos jurídicos (la restitución de lo donado y el resarcimiento
del daño), sean queridos o no queridos o inclusive ignorados por el
promitente. Por lo tanto, el acto jurídico en sentido estricto es un acto
de voluntad, pero no gobierna el plano de los efectos, en el
doble sentido que puede decidir en vía autónoma qué efectos
generar y es impotente respecto a la producción de aquellos
contemplados por la ley.
El ámbito de los actos ilícitos (artículo 2043 ss. c.c.) refleja,
con análoga evidencia, las características de la categoría.
Para ser responsables de un ilícito y, por consiguiente,
imputables por ello, es necesario que se realice el acto en condiciones
de capacidad de entender y de querer (artículo 2046( 14 ) c.c.): el
acto, es decir, debe ser voluntario y consciente. De otro lado, quien
comete el ilícito no quiere ciertamente el efecto jurídico del deber
[obbligo] resarcitorio y también puede ignorarlo: en todo caso, la ley
lo considera responsable por el pago de los daños.
Clarificados los lineamientos esenciales de la categoría,
inmediata es la constatación de la diversidad de figuras relacionadas,
entre las cuales, además de los ejemplos recientemente
mencionados, es necesario señalar el pago (al menos en la mayor
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parte de las hipótesis, v. infra) y la confesión, o sea la declaración
de ciencia de hechos desfavorables a ella y favorables a la otra parte
(artículo 2730( 15 ) y ss. c.c.), que normalmente es prueba plena en
sede procesal. Considerando este último caso, el acto es sin duda
voluntario, mientras el efecto jurídico –la demostración del hecho
declarado- deriva exclusivamente de la ley, aunque la parte,
ignorando tal consecuencia, quiera revocar la declaración por error de
derecho no podrá hacerlo, por expresa previsión del artículo 2732( 16 )
c.c.
También los actos jurídicos en sentido estricto pueden ser
ordenados mediante clasificaciones que utilizan los siguientes
criterios:
a) la licitud (como en la promesa de matrimonio) o ilicitud
(como en el ilícito extracontractual);
b) la facultatividad (como en la confesión) o la
obligatoriedad [doverosità] (como en el pago);
c) la materialidad (como en la accesoriedad de un bien
afectado a otro bien, artículo 817( 17 ) c.c. v. Diritto privato, 2) o el
carácter declarativo del acto (la declaración, a su vez, puede ser
una notificación, una declaración de ciencia o una declaración
de voluntad).
Además de permitir clasificaciones internas, el acto jurídico en
sentido estricto presenta un complejo de razones adicionales, que
hacen útil la categoría, aunque ella no es ciertamente homogénea.
1) Ante todo, interpretar si un acto presupone o no la
voluntad de los efectos sirve propiamente para determinar la
tipología de los efectos que del acto derivan. Una declaración
dirigida a incentivar el cumplimiento del deudor puede, por ejemplo,
producir el efecto de resolver el contrato por ausencia del
cumplimiento, solo si la intención de querer tal consecuencia surge
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claramente del acto (intimación al cumplimiento, art. 1454( 18 )
c.c.: acto de autonomía privada); de otro modo, el requerimiento de
pago se limita a determinar las consecuencias propias de la llamada
mora del deudor y lo hará en vía automática, si quiere o no tal efecto
(intimación para cumplir, artículo 1219( 19 ) c.c.: acto jurídico en
sentido estricto; Capítulo V).
2) De otro lado, una característica casi tautológica de los
actos jurídicos en sentido estricto, pero que es necesario de todas
maneras resaltar, es la ausencia de un algún espacio de
creatividad de los privados, porque tales actos no gobiernan el
mecanismo de producción de los efectos y, precisamente, no realizan
autonomía privada.
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3) Finalmente, la naturaleza de los actos meramente
voluntarios condiciona el plano de la normatividad, en el sentido de la
no aplicabilidad ni en vía directa ni en vía analógica de la
normatividad sobre el contrato en general.
La reglamentación de tales actos, viceversa, se reconstruye
teniendo en cuenta, sobre todo, el interés protegido y la función
desarrollada por el particular acto y, correlativamente, de
eventuales reglas o principios, cuyo espacio general trasciende el
plano de los particulares actos de autonomía privada y, a veces, se
coordina propiamente con el elemento estructural de la voluntariedad
del acto. En particular, la regla sobre la capacidad legal de obrar
trasciende, sobre el plano textual, los límites del acto de autonomía
privada, cuyo artículo 2, primer párrafo( 20 ), c.c., así como la regla
sobre la capacidad de entender y de querer (artículos 428,
primer párrafo( 21 ), y 2046 c.c., respectivamente, para los actos
lícitos y para aquellos ilícitos) refleja, específicamente, el carácter de
la voluntariedad del acto y, por consiguiente, del conocimiento
del mismo.
Claramente, las reglas aplicables a las particulares figuras
no resultan siempre homogéneas, porque propiamente son
diferentes los intereses protegidos y las funciones de los
particulares actos.
Por ejemplo, la necesidad de la capacidad de obrar (artículos
81, primer párrafo, c.c. y 2731( 22 ) c.c.), además a la capacidad de
entender y de querer, deriva directamente de la función sea para la
promesa de matrimonio sea para la confesión. En este último
caso, en particular se menciona la capacidad de disponer, no porque
(20) Primer párrafo del artículo 2 del Código Civil italiano. Mayoría de edad.
Capacidad de obrar.- La mayoría de edad queda fijada en el momento de
cumplir los 18 años. Con la mayoría de edad se adquiere la capacidad de
realizar todos los actos respecto de los cuales no se halle establecida una
edad diversa.
[Artículo 42 del Código Civil peruano.- Tienen plena capacidad de ejercicio
de sus derechos civiles las personas que hayan cumplido dieciocho años de
edad, salvo lo dispuesto en los artículos 43 y 44].
(21) Primer párrafo del artículo 428 del Código Civil italiano.- Artículo 428. Actos
realizados por persona incapaz de entender o de querer. - Los actos
realizados por persona que, si bien no está sujeta a interdicción, se pruebe
que ha sido por cualquier causa, aun transitoria, incapaz de entender o de
querer en el momento en que los actos se realizaron, pueden ser anulados a
solicitud de la misma persona o de sus herederos o causahabientes, si
resulta de ello un grave perjuicio para el autor.
[Artículo 227 del Código Civil peruano.- Las obligaciones contraídas por los
mayores de dieciséis años y menores de dieciocho son anulables, cuando
resultan de actos practicados sin la autorización necesaria].
(22) Artículo 2731 del Código Civil italiano.- Capacidad exigida para la confesión.-
La confesión no es eficaz si no proviene de persona capaz de disponer del
derecho al que se refieren los hechos confesados. Cuando se preste por un
representante, es eficaz sólo si se hace dentro de los límites y en los modos
en que éstos vinculan al representante.
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la confesión implique una disposición del derecho, sino porque
condiciona irremediablemente los resultados procesales decidiendo su
existencia o inexistencia en la realidad procesal, así como el mismo
objeto de confesión debe referirse a derechos disponibles.
Al contrario, el pago, en cuanto acto debido, cuya función es
aquella de cumplir un deber [obbligo], no es impugnable por parte
del deudor incapaz (artículo 1191( 23 ) c.c.), propiamente porque el
acto impugnado sería, de todas maneras, nuevamente realizado
(Capítulo V).
(23) Artículo 1191 del Código Civil italiano.- Pago realizado por un incapaz.- El
deudor que ha realizado la prestación debida no puede impugnar el pago a
causa de su propia incapacidad.
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1) acaecimientos necesariamente naturales: como el
aluvión (“las uniones de tierra y los incrementos, que se forman
sucesiva e imperceptiblemente en los fundos situados a lo largo de
las orillas de los ríos o torrentes”, artículo 941( 24 ) c.c.) o avulsión
(v. n. 1; artículo 944), que producen el efecto de la adquisición a
título originario de la propiedad, pero solo si el aluvión o la avulsión
no son ocasionadas por la intervención del hombre (Vol. II);
2) hechos indiferentemente naturales o humanos:
como la accesión (artículo 934( 25 ) c.c., en virtud del cual la
propiedad del fundo atrae la titularidad de aquello que existe encima
o debajo del suelo: sea que resulte el producto del evento natural,
como el aumento espontáneo de plantas, sea que derive de una
actividad humana, como el cultivo del fundo o la construcción de un
edificio;
3) comportamientos necesariamente humanos pero
a) imprescindiblemente involuntarios e inconscientes,
como en el caso del descubrimiento del tesoro (artículo 932( 26 ) c.c.)
(24) Artículo 941 del Código Civil italiano.- Aluvión.- Las uniones de tierra y los
incrementos, que se forman sucesiva e imperceptiblemente en los fundos
situados a lo largo de las orillas de los ríos o torrentes, pertenecen al
propietario del fundo, salvo lo dispuesto por leyes especiales.
[Artículo 939 del Código Civil peruano.- Las uniones de tierra y los
incrementos que se forman sucesiva e imperceptiblemente en los fundos
situados a lo largo de los ríos o torrentes, pertenecen al propietario del
fundo].
(25) Artículo 934 del Código Civil italiano.- Obras hechas sobre o bajo el suelo.-
Toda plantación, construcción u obra existente sobre o bajo el suelo
pertenece al propietario de éste, salvo lo dispuesto por los artículos 935
[Obras hechas por el propietario del suelo con material ajeno], 936 [Obras
hechas por un tercero con materiales propios], 937 [Obras hechas por un
tercero con materiales ajenos] y 938 [Ocupación de porción de fundo
contiguo], y salvo que resulte otra cosa del título o de la ley.
[Artículo 938 del Código Civil peruano.- El propietario de un bien adquiere
por accesión lo que se une o adhiere materialmente a él].
(26) Artículo 932 del Código Civil italiano.- Tesoro.- Tesoro es cualquier cosa
mueble de valor, oculta o enterrada, de la que nadie puede probar que es el
propietario.
El tesoro pertenece al propietario del fundo que se encuentra. Si el tesoro es
encontrado en fundo ajeno, siempre que haya sido descubierto por el solo de
causalidad, corresponde por mitad al propietario del fundo y por mitad al
que lo encontró. La misma disposición se aplica si el tesoro es descubierto
en una cosa mueble ajena.
En cuanto al hallazgo de los objetos de interés histórico, arqueológico,
paleontológico y artístico se observan las disposiciones de las leyes
especiales.
[Código Civil peruano.
Artículo 934.- No está permitido buscar tesoro en terreno ajeno cercado,
sembrado o edificado, salvo autorización expresa del propietario. El tesoro
hallado en contravención de este artículo pertenece íntegramente al dueño
del suelo.
Quien buscare tesoro sin autorización expresa del propietario está obligado al
pago de la indemnización de daños y perjuicios resultantes.
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que hace adquirir a quien descubre un tesoro sobre el fundo ajeno la
propiedad del 50% del mismo, solo si el hallazgo ha sido fruto de la
casualidad y, por ello, ha sido involuntario;
b) indiferentemente con conocimiento o sin
conocimiento: como en la hipótesis de la elaboración de una
materia para formar una cosa nueva (llamada especificación,
artículo 940 c.c.), que hace adquirir la propiedad de la cosa nueva a
quien ha trabajado la materia ajena (siempre que el valor de esta
última no exceda notablemente aquella de la mano de obra),
prescindiendo del conocimiento o no del sujeto que elabora la materia
y salvo su deber [obbligo] de pagar el valor de la materia al
propietario.
De la clasificación desarrollada y de los ejemplos formulados
resulta evidente que no solo la definición general de la noción de
hecho jurídico en sentido estricto, sino también sus elementos
adicionales sobresalen exclusivamente en negativo.
Esto se aprecia, sobre todo, sobre el plano de la calificación
del particular hecho jurídico [fattispecie], porque la presencia de
tipologías de hechos que tienen como necesario presupuesto negativo
la no derivación de la actividad humana o la no voluntariedad de la
conducta (casos sub 1 y sub 3a) atribuyen propiamente al elemento
negativo el rol de diferenciar la calificación del hecho jurídico
[fattispecie] y, consecuentemente, de condicionar los efectos jurídicos
del hecho y de su normatividad.
En general, luego, sobre el plano de la normatividad
aplicable, se debe excluir no solo la normatividad de los actos de
autonomía privada, sino también las reglas y los principios referentes,
en sentido general, a los actos jurídicos en sentido estricto.
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que, sobre el plano civilístico, genera el diferente efecto del deber
[obbligo] al resarcimiento del daño.
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