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¿Viste que a veces en la primaria nos decían que Vicente Guerrero había tirado la frase de “la

patria es primero” cuando su papá fue a pedirle que depusiera las armas y la lucha en contra del
Virrey?

Pues más o menos tenemos en Fernando Valle la encarnación literaria de este héroe nacional,
acaso más feo que Guerrero y sin las patillas de Elvis en Las Vegas. Pero bueno, es él, igual de
patriota y firme en sus ideales. Hasta que SatanásDIGO Clemencia apareció en su vida y todo se
fue para el traste. Pero ¿cómo lo vamos a culpar por perderse por una señorita distinguida, de
belleza despampanante, actitud incendiaria, liberal y con unos ojos de ven-acá? Desgraciadamente
al bueno de Fernando lo agarraron chavo y escasamente vivido, entonces apenas le sonrieron dos
veces, le acariciaron la mano otras cuantas y ya se veía volando en el cielo con su amada; un
clásico. Lástima que no hay finales felices en la vida ni en las letras del siglo XIX y ahí la tienen a
Madame Bovary de vivo ejemplo. Por lo tanto Fernando, como Guerrero, con todo el dolor de su
corazón prefirió a la patria y además dio la vida por la felicidad de Clemencia: un mártir total. El
caso es que Clemencia, tanto la obra como el personaje, trasciende en la cultura popular mexicana
marcando los pilares de la construcción de identidad nacional en el siglo posterior: la novela de la
revolución, el cine de la época de oro y las telenovelas. Cómo no recordar las historias de amor en
medio de una guerra como sucede con novelas de la revolución, cómo no ver en María Félix a
Clemencia, con esa figura altiva, de carácter y convicciones, que conquista y en su furia es capaz
de cualquier cosa. Pero también en la época de oro del cine nacional aparece su contraparte, su
Isabel, en las abnegadas, dramáticas y azotadas MargasLópez. Y claro, cómo no identificar en las
telenovelas Doña Bárbara, Teresa, La Dueña, Rubí, etcétera, la reelaboración de la mismísima
dueña del corazón de Fernando y no precisamente Nando-Nandito de la maldita lisiada (que
también es una telenovela pero ahorita no viene mucho al caso). De Clemencia, creemos, se
desprende la construcción futura de todo un tipo de mujer mexicana, no la única, no la mejor o
peor, pero sí un tipo.

Lo que queremos decir, claro está (?), es lo mismo que se ha venido diciendo en el curso; la
identidad nacional (entienda por esto lo que el amable lector quiera) el clásico ¿qué somos?
pareciera que sólo puede abordarse desde la infelicidad, el sufrimiento, la traición o la muerte. Si
nos ponemos a pensar, La Malinche no está tan lejos de Clemencia y si le sumamos La Chingada
que decía Octavio Paz pues la cosa se pone peor. Y así, generalmente derrotados como Fernando
tal vez sólo queda aferrarse al ideal, a la bandera o a esa cosa que llaman patria; sea donde sea
que digan que estamos dormidos y que nos traigan aquí. Pero eso sí, enfrentar el paredón con los
ojos bien abiertos y al ¡Viva México ca’! ultimadamente ni que fuéramos tan maricones cobardes
como el Enrique Flores que andaba pidiendo su venenillo. Ay Clemencia, si tan sólo hubieras
tenido un poco de ídem no se lo hubiera cargado La Chingada a Fernando.

Pero bueno, no te queremos entretener más con nuestras cosas. Te dejamos directamente con los
artistas del meme, que explican mejor todo esto. Si Fernando Valle hubiera vivido actualmente,
seguro postea este memazo descomunal en @ValleFerhaLaVida.

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