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LO QUE QUEDA DE AUSCHWITZ El archivo y el testigo HOMO SACER III Giorgio Agamben Traduccién de Antonio Gimeno Guspinera PRE-TEXTOS 2oee |. BL Tustico 1.1, En un campo, una de las stzones que pueden impulsar 42 un deportado a sobrevivir es convertise en un testig: Por mi pare, habia tomado I me decisiin de no quiacoe la vid pa sara fo que passe. Queria ver todo, vivo todo, expenmentar todo, gat: dar todo dentro de mi Para qué, puesto que nuncs Lede posiiidad de gar al mundo lo que sabia? Senllamente porque no quea desupe- recer, no queria supra testig en que pods converime (angen 1p. 180, Desde huego no todos los detenidos, sino s6lo una pequeha parte, invocan esta razén. Que bien puede ser, por lo dems, tuna simple razon de conveniencia (quiero sobrevivir por es- a u otra razéin, por este 0 aquel fin, y encuentra centenares de pretextos. La verdad es que quiere vivir a toda costa: Lewen- tal, p. 148). © que se trate sencillamente de venganza Cnatu- 3 ralmente podria suicidarme lanzandome contea la alambrada de espino; esto siempre cabe hacerlo, Pero quiero vivir. Tal ver suceda un milagro y nos liberen. Y entonces me vengaré, y contaré a todo el mundo lo que ha pasado aqui dentro" Sofsky, p. 477) Jusificar la propia supervivencia no es facil, y ‘mucho menos en un campo, Ademas algunos de los supervi- vientes prefieren calla. "Algunos de mis amigos, amigos muy ‘queridos, no hablan nunca de Auschwitz” (Levi 1, p. 172). Pe 1, para otros, la tnica raz6n de vivir es impedir que muera el testigo. “Oteas personas, en cambio, hablan de Auschwitz in- cesantemente, y yo soy uno de ells" (Ibid). 1.2. Primo Levi es un tipo de testigo perfecto. Cuando vuel- ve a casa, entre los hombres, relata sin cesar a todos lo que. Je ha tocado vivir. Hace como el Viejo Matinero de la balada de Coleridge: Si usted recuerda Ia escen, el viejo marinero clr el paso a las init dos aa bods, que no le prestan atencon ellos extn persando en abo ‘ry ls obliga a escuchar su relat, Pues len eeciénceprsado del cam po de concentraciin yo me comportaba exactamente asi. ;Sentia una recesidad irefenable de comtara todo et mundo lo que me habia sce Aldo. Cualquerocasin era buena para contiseo a vedos, tate al di rector dela fibres como al obrero, aunque tviesen otras cosas que he cer, exactamente como el viejo marinero. Después empect a scribe a ‘niquina por la noche. serbia todes las noches, fo cual er consider o algo todavia mas insensto! id. 173), Pero no se siente escritor, se hace escritor con el nico fin de testimoniae. Y, en cierto sentido, no llegé nunca a conver tise en un escritor. En 1963, cuando ya habia publicado dos novelas y varios relatos, responde sin sombra de duda a la pre- junta de si se considera un quimico o un escritor: “Ah, un qui- ‘mica, que quede bien claro, no confundamos las casas” Ibid, 86). El hecho de que con el tiempo, y a su pesar, acabara por legar a serio, escribiendo libros que nada tienen que ver ‘con su testimonio, le produce un profundo malestar: “Después, he escrito... he adquirido el vicio de eseribir" (ibid, p. 206). “En este Gltimo libro mio, La lave estrella, me he despojado ‘completamente de mi calidad de testigo... Gon esto no renic- go de nadla: no he dejado de ser un ex depontado, un testgo...” (id, p. 19). YY con este malestar a sus espaldas tuve ocasién de encon- trarme con él en las reuniones que se celebraban en la edi torial Finaudi. Podia sentise culpable por haber sobrevivido, 19 por haber prestado testimonio. “Estoy en paz conmigo mis” ‘m0 porque he testimoniado” (Levi 1, p. 219). 1.3, En latin hay dos palabras para referrse al testigo. La pri- mera, esti, dela que deriva nuestro término "tesigo”, signifi a etimoligicamente aquel que se sitia como tercera (lersti) en un proceso o un Iitigio entre dos contendlentes. La segunda, superstes, hace referencia al que ba vivido una determinada rea” lidad, ha pasado hasta el final por un acontecimiento y ests, pues, en condiciones de ofrecer un testimonio sobre él. Fs evie dente que Levi no es un tercero; es, en todos los sentidos, un superviviente, Pero esto significa asimismo que su testimonio fo tiene nada que ver con el establecimiento de los hechos con vistas a un proceso (no elo suficientemente neutral para ello, ro es un fers). En Gitima instancia, no es el juicio To que le importa, y todavia menos el perd6n. “Yo no aparezco jamas ‘como juez" (Levi 1%, p. 65); "yo no poseo la autoridad de con- ceder el perdén... Carezco de autoridad” (Levi 1, p. 184). Pa- 1ece incluso que lo Gnico que le interesa es lo que hace que el 15 juicio sea imposible: la zona gris donde las victimas se con- viesten en verduges y los verdugos en vietimas, Es éste el pun- to en que los que han sobrevivido muestran un acuerdo ma- yor. "Ningén grupo era més humano que los otros" (Ibid, p. 180); *Victima y verdugo son igualmente innobles, la lecciin de los campos es la fraternidad de la abyeccién" (Rousset, en Levi Fp. 216), Y no es que no se pueda 0 no se deba emitir un jucio. “Si hubiese tenido frente a mi Bichmann, le habria condenado a muerte" (Levi 1, p. 114). °Si han cometido un crimen, en: tonces tienen que pagar’ (bid, p. 184). Lo decisivo es s6lo que las dos cosas no se confundan, que el derecho no albergue la pretension de agotar el problema, La verdad tiene una con- sistencia no juridica, en virud de la cual la questi factt no puede ser confundida con la questio juris. Esto es, precisa- ‘mente, lo que concierne al superviviente: todo aquello que lle va a.una aceién humana mas alké del derecho, todo aquelle dque la sustae radicalmente al proceso. "Cualquiera de noso: tos puede ser procesado, condenado y ajusticiado sin ni st- quiera saber por qué (Ibid, p. 64), 114, Uno de los equivocas més comunes -y no sélo en lo que se refiere alos campos-es la ticita confusin de categorias 6ti- cas y de categortas juridicas (0, peor an, de categorias ju dicas y categorias teol6gicas la nueva teodicea). Casi todas las categorias de que nos servimos en materia de moral o de reli gi6n estin contaminadas de una u otra forma por el derecho: Culpa, responsabilidad, inocencia, juicio, absolucin... Por es0 es dificil utilizarlas si no es con especial cautela, La realidad es ‘que, como los juristas saben perfectamente, el derecho no en- dde en Gltima instancia al establecimiento de la justicia, Tam- -poco al de la verdad. Tiende exclusivamente a la celebracién 6 del juicio, con independencia de la verdad o de la justicia. Bs falgo que queda probado mis allt de toda duda por la fuerza de cosa juzgada que se aplica también a una sentencia injus- ta La produccion de la res judicata, merced a la cual lo ver- dadeto y Io justo son sustituidos por la sentencia, vale como verdad aunque sea a costa de su falsedad e injusticia, es el fin Gltimo del derecho. En esta criatura hibrida, de la que no es posible decir st es hecho © norma, el derecho se aquieta: no le fs posible ir mas ala En 1983, el editor Einaudi solic a Primo Levi que tradujera proceso de Kafka, Sobre esta obra se han offecido infinitas intezpretaciones, que acenttian su caricter proftico politico (la burocracia moderna como mal absoluto) 0 teol6gico (el tibu- pal ¢5 el Dios oculto) 0 biogrifico (la condena es Ia enferme- ‘dad por la que Kafka se sentia afectado). Pocas veces se ha hecho notar que este libro, en el que la ley se presenta exclu- sivamente en la forma del proceso, contiene una intuicién pro- funda sobre la naturaleza del derecho, que no es aqui tanto ‘norma -segtin la opinién comin~ cuanto juicio y, en conse- ‘cuencia, proceso. Pero sila esencia de la ley ~de toda ley- es €l proceso, si todo el derecho (y la moral que queda contami- nada por 6) es s6lo derecho (y moral) procesal, eecucién y twansgresi6n, inocencia y culpabilidad, obediencia y desobe: diencia se confunden y pierden importancia, "E) tribunal no auiere nada de ti. Te reeibe cuando vienes y te despide cuan- do te vas". Elfin timo de la norma es la produccién del ju «io; pero éste no se propone ni castigar ni premiar, ni hacer justicia ni descubrir a verdad, H jicio es en si mismo el fin y {esto -como se ha dicho constituye su misterio, el misterio del ‘Una de las consecuencias que cabe extraer de esta naturale- 24 autorreferencial del juicio ~y el que la ha extraido ha sido ‘un gran jursta taiano~ es que la pena no sigue al juicio, sino ” {que éste es 61 mismo la pena (mullum judicium sine poena). *Se podria decir incluso que toda la pena esté en el juicio, que |i pena impuesta -Ia prision, el verdugo- sélo interesa en la medida en que es, por decirlo ast, una prolongacion del juicio (piensese en el termino “ajustich’, glustiziare)" (atta, p. 26) ero lo anterior significa tambien que "la sentencia de absolu ion es la confesion de un error judicial’, que “cualquiera es imamente inocente”, pero que el inico inocente verdadero 10 €5 el que es absucto, sino el que pasa por la vida sin jui- cio" (bid, p. 27. 1.5, Silo anteriores cierto -y el que ha sobrevivido sabe que es cierto- es posible que sean precisamente los procesos (los doce procesos celebrados en Nuremberg, més otros que se desarrollaron dentro y fuera de las fronteras alemanas, hasta cl de 1961 en Jerusalén, que concluyé con la muerte en la hor ‘cade Bichmann y abrié el camino a una nueva serie de proce- sos en la Repablica federal los responsables de la confusion intelectual que ha impedido pensar Auschwitz durante dece- nos. Por necesarios que fueran e808 procesos ya pesar de su manifiesta insuficiencia (afectaron en total a unos pocos cente- nares de personas), contibuyeron a difundir la idea de que el problema habia ya quedado superado. Las sentencias habian pasado a ser firmes, sin posibilidad, pues, de impugnacion al- ‘guna, y las pruebas de la culpabilidad se habian establecido de ‘manera definitiva, Al mangen de algtn espiria licido, casi slem- pre aislado, ha sido preciso que wunscurtiera casi medio siglo para llegar a comprender que el derocho no habia agotado el problema, sino que mas bien éste era tan enorme que ponia en tela de juicio al derecho mismo y le Hevaba a la propia ruina La confusion entre derecho y moral, y entre teologia y dere- cho, a producido también algunas victimas iustres. Una de feces lla es Hans Jonas, el flésofo alumno de Heidegger, especia- lizado en problemas éticos. En 1984, con ocasi6n de la entre- ga del premio Lucas, se ocupé de Auschwitz. ¥ lo hizo ape- fando a una nueva teodicea, es decir preguntindose cémo es posible que Dios haya tolerado Auschwitz. La teodicea es un proceso que no pretende establecer las responsabilidades de fos hombres, sino las de Dios. ¥ como todas las teodiceas, bign ésta acaba con una absolucién. La motivacion de la sen~ tencia reza mas © menos ast “Lo infinito (Dios) se ha despoja- do por completo de su omnipotencia en lo finito. Al crear el ‘mundo, Dios le ha confiado, por asi decirio, a su propia suer te, se ha hecho imporente. ¥ después de haberse dado total- ‘mente en el mundo, no tiene ya nada que ofrecernos: es al hombre a quien ahora le toca dar. EI hombre puede hacerlo velando para que no suceda, 0 no suceda con demasiada fre- ‘cuencia, que, a causa de él, Dias tenga que deplorar haber de jado ser al mundo" EL vicio de conciliacion que entra toda teodicea es aqut particularmente evidente. No sélo no nos dice nada de Ausch ‘witz,ni sobre las vietimas ni sobre los verdugos; sino que ni siquiera consigue evitar el final feliz. Tras la impotencia de Dios se deja ver la de los hombres, que repiten su jpls jamais cal cuando ya esti claro que ¢a esti en todas partes. 1.6, También el concepto de responsabilidad estt irremedia- blemente contaminado por el derecho, Es algo que sabe cual uiera que haya intentado hacer uso de él fuera del Ambito j= ridico, Sin embargo, la ética, la politica y la religion s6lo han podido definirse por el terreno que han ido ganando a la res ponsabilidad juridica, si bien no para hacer suyas responsabi- Tidades de otro género, sino para ampliar las zonas de no res- ponsabilidad. Lo que, por supuesto, no significa impuni Significa mis bien -por lo menos para la ética~ encontrarse con, ‘una responsabilidad infinitamente mas grande de la que nun: ‘cz podremos asumi. Podemos, como mucho, sere fel es de- ir, reivindicar su condicén de inasurible. 1 descubrimiento inaudito que Levi realiz6 en Auschwite se refiere a una materia que resulta refractaria a cualquier inten- ‘o de determinar la responsabilidad; ha conseguido aisla algo que es como un nuevo elemento ético, Levi lo denomina la “zona gus". En ella se rompe la “larga cadena que une al ver- dugo y 2 la vietima"; donde el oprimido se hace opresor y el ‘verdugo aparece, a su vex, como victima. Una gris e incesan- te alquimia en la que el bien y el mal y, junto ellos, todos los ‘metales de la ética tradicional alcanzan su punto de fusién, Se trata, pues, de una 2ona de ieresponsubilidad y de “émpo- tencia judicandt” (Levi 2, p. 53), que no esta situada més alk dl bien y del mal, sino que, por asi dectlo, esta mas acd de ellos. Con un gesto simétricamente opuesto al de Nietasche, evi ha desplazado Ia ética mis ac de donde nos habfamos habituado a pensarla ¥, sin que logremos decir por qué, sen- timos que este mis aca tiene mayor importancia que cualquier mas alld, que el infrahombre debe interesarnos en mayor me- dda que el superhombre, Esta infame regién de ietesponsabi- lidad es nuestro primer circulo, del que ninguna confesion de responsabilidad conseguira arrancarnos y en el que, minuto a ‘minuto, se desgrana la leccién de la “espantosa,indecible e in- imaginable banalidad dll mal” (Arendt, p. 259) 1.7. El verbo latino spondeo, det que deriva nuestro término “responsabilidad”, significa "salir garante de alguno (0 de si ‘mismo) en relacidn a algo y frente a alguien’. Asi, en la pro- ‘mesa de matrimonio, la pronunciacion de la formula spondeo significaba que el padre se comprometia a entregar a su hija ‘como mujer al pretendiente (que, por esto, era denominada ‘sponsa) 0 garantizar una reparacion en el cas0 de que tal co- fa no se produjera. En el derecho romano arcaico, el uso era gue el hombre libre pudiera constturse en rehén ~es decir, en Stuacion de cautividadl, y de aqui el término ob-igatio~para garantizar la reparaci6n de una ofensa o el cumplimiento de tina obligicion, (Fl término sponsor designaba al que se ponia en lugar del reus,y prometia proporciona, en caso de incum- plimiento, la prestacion debida.) El gesto de asumie responsabilidad es, pues, genuinamente juridico, no ético. No expresa nada noble o luminoso, sino sim- plemente el ob-ligase, l constituirse en cautivo para garanti- Zar una deuda, en un escenario en que el vinculo jurdico es- {aba todavia intimamente unido al cuerpo del responsable. Como tal, esté estrechamente enlazado con el concepio de cul- ‘pa que, en sentido lato, indica la impotabilidad de un dano (or e80 os romanos exclulan que pudiera existir culpa con relacién a uno mismo: guod quis ex culpa sua damnum sentt, ‘nom inteligitur damnum sentre, el dafio que uno se causa a {mismo por su culpa no es juridicamente relevante) ‘Asi pues, responsabilidad y culpa se limitan a expresar dos aspectos de la imputabilidad juridicay solo en un segundo mo- mento fueron interiorizadas y transferidas fuera del ambito del derecho. Aqui tienen su raiz Ia insuficienciay la opacidad de cualquier doctrna ética que pretenda fundarse sobre estos dos conceptos. (Lo anterior puede aplicarse tanto a Hans Jonas, que ha pretendido formulae un auténtico “principio de responsabi- lided", como, quiaés, a Levinas, que, de una manera mucho més compleja, ha transformado el gesto del sponsoren el ges- to ético por excelencia) Se trata de una insuficiencia y de una ‘opacidad que salen a la luz con claridad cada vez que se tata de trazar las fronteras que separan la ética del derecho. Pre- sentamos dos ejemplos, lejansimos entre ellos en lo referent 4 la gravedad de los hechos en cuestién, pero que coinciden fen cuanto al distinguo que ambos parecen implicar, Durante el proceso de Jerusalén, la linea constante dela de~ fensa de Bichmann fue expresada con toda claridad por su abo- sgado, Robert Servatius, con estas palabras: “Eichmann se sien- te culpable ante Dios, no ante la ley". ¥, en efecto, Eichmann (cuya paitcipacién en el exterminio de los judios estaba am- pliamente probada, si bien, probablemente, con un carter distinto del sostenido por Ia acusacion) llego incluso a dec rar que queria *colgarse en pablico”, para “lberar alos jove- nes alemanes del peso de la culpa”. No obstante, se empecing fen sostener hasta el final que su culpabilidad ante Dios (que para él era s6lo un Hoberen Sinnestrager, el mis alto portador de sentido) no era juidicamente perseguible, Fl Gnico sentido posible de este distinguo, tan tenazmente destacado, es que, sin lugar a dudas, el asumir una culpa moral aparecta como ccamente noble para el acusado, que no estaba dlispuesto, tembargo, a asumir una culpa jurdica (culpa que, desde el pun- to de vista ico, deberia ser menos grave), Recientemente, un grupo de personas que afios atrs habian pertenecido a una organizacion politica de extrema izquierda publicaron en un diario italiano un comunicado en el que re ‘conocian la propia responsabilidad politica y moral en el ase- sinato de un comisario de policia Hevado a cabo veinte anos, atris, ‘Sin embargo, esa responsabilidad ~afirmaba el comu- nicado— no puede ser transformada... en una responsabilidad de caricter penal.” Conviene recordar en este punto que la asuncién de una responsabilidad mora tiene algun valor s6lo, ten el caso dé que se esté dispuesto a suffr las consecuencias jurdicas de ella, Es algo que los autores del comunicado pa recen sospechar de algtin modo, desde el momento en que, en ‘un pasaje sigificativo, aceptan una responsabilidad que tiene ‘una inconfundible cesonancta jurdica, al amar haber contsi- puido “a crear un clima que ha conducido al asesinato* (pero el delito en cuestion, Ia instigacién a cometer un crimen, ya habia prescrito, por supuesto). Siempre se ha considerado no- ble el gesto de quien asume una culpa juridica de Ia que es inocente (Salvo D'Acquisto), mientras que la aceptacion de ‘as ha sido una caracteristica permanente de la arrogancia de los poderosos (Mussolini con respecto al delito Matteot). Pe- 10 en la Talia de hoy estos modelos se han inverido y la con- trita aceptacién de responsabilidades morales se invoca en ‘cualquier ocasién para evacir las juriicas. Ta confusién entre categoria élicas y categoria juridcas (con fa logica del artepentimiento que implica) es aqut absoluta. ¥ esti en el origen de los numerosos suicidias llevados a cabo para sustraerse a.un proceso (y no s6lo por parte de los cri- rminales nazis) en que la admision ticita de una culpa moral pretende redimir de la culpa juridica. No es ocioso recordar ue Ia primera responsable de esta confusién no es la doctr- ia cat6lica, que reconoce un sacramento cuya finalidad es la de lberar al pecador de la culpa, sino a ética laica (en su ver sin bienpensante y farisaica que es la dominante). Después de haber erigido las categoriasjurdicas en categorias ficas su- ppremas y de haber asi rucado ircemediablemente la baraja, al- berga todavia la pretension de introducir su distinguo. Mas la ica es la esfera que no conoce culpa ni responsabilidad: es, como sabia Spinoza, la doctrina de la vida feliz, Asumic una ‘ula y una responsabilidad ~cosa que en ocasiones puede ser necesatio hacer significa salir del dmbito de la éica para en- trar en el del derecho. Quien se ha visto obligado a dar este difcl paso no puede pretender volver a utilizar la puerta que ha dejado a sus espaldas. 2% 118, La figura extrema de la “zona gris" es el Sonderkommanda, Con este eusfemismo -Escsadra especial las SS se referian al sgnupo de deportados & Jos que se confiaba la gestion de las ci- ‘maras de gas y de los erematorios. Eran los que tenfan que con- ducie a los prisioneros desnudos a la muerte en las cémaras de gas y mantener el orden entre ellos; sacar después los cadive- res con sus manchas rosas y verdes por efecto del écido cian- hidrico, ylavarlos con chorros de agua; comprobar que no hu- biera objetos preciosos escondidos en los orificios corporales; arrancar los dientes de oro de las manclibulas; cortar el pelo de las mujeres y lavaelo con cloruro de amoniaco; transportar los cadiveres a los erematorios y asegurarse de su combustion y, Por dtimo, limpiar los hornos de los restos de ceniza. Sobre estas escuadas ya cheulaban horas vag y paris entre los que ‘estibaaos prisoners, y Rueon confmadas mas are por ls os fue tes antes mencionads, ero el hore insiaseco de eta suacén humana Inv impuesto todos ls testigos una especie de reserva, por lo ual aun horses cif hacerse tna dea de lo quesigaicaba estar bligado area ‘zar dorante meses tl ofc. Uno de ellos declan: "Ea este uabaj, © ‘uno enloquece date el primer dao se acostumibra™. Y ot; “es verdad ‘que hublers podido matarme o dejarme maar, poxo quia sobeevii, pa ‘8 vengarmey dar teximonio de todo aquello. No exes que snes mons tuo, somas co todoe vaso, aunqve mucho mis desdichades. De mes que han conocido esta privacion exrema no podemos esperar ‘uns declarsion en el sentido uréco dl témino sino otro tipo de cos, ‘que ett ese el amet, la blasters, bs expen yelncento de asi ‘cn, de recupercin de sf mismos... Haber concebido y organizad las Escwadras sdo el deta ms demoniaco de nacionabocalismo (evi 2 pp Ab ys. Levi refiere, con todo, que un testigo, Miklos Nyisdli, uno de los poquisimos sobrevivientes de la Gltima Escuadra especial ™ de Auschwitz, cont6 que habia asistido, durante una pausa del Syabajo", 2.un partido de fotbol entre las $8 y representantes

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