LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y LA LIBERTAD DE PRENSA FRENTE AL
HONOR, LA DIGNIDAD Y LA INTEGRIDAD MORAL DE LAS PERSONAS
Hoy en día cuando leemos algún artículo en la prensa o vemos un reportaje
en la televisión, recibimos información con diversos enfoques, opiniones y puntos de vista. Y es que cada medio de comunicación nos muestra un acontecimiento desde una perspectiva diferente.
Estos enfoques se enmarcan jurídicamente en el Derecho a la libertad de
expresión y pensamiento. A través de la protección de dicha libertad, nuestra Constitución Política intenta resguardar la autonomía de las personas reconociendo y protegiendo su derecho a expresar, crear y recibir información; y al mismo tiempo persigue asegurar el funcionamiento de la democracia garantizando el libre intercambio de ideas en el ámbito público.
Así pues se declara que toda persona tiene derecho a la libertad de
pensamiento y expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección.
Sin embargo, este derecho además de proteger la expresión de ideas,
reconoce el derecho colectivo a ser debidamente informado y el derecho a réplica para asegurar el acceso al ámbito público de aquellos afectados por informaciones inexactas o agraviantes.
Y es que, de acuerdo con las reglas generales establecidas en la Convención
Interamericana de Derechos Humanos y por nuestro propio Tribunal Constitucional, la libertad de expresión no es un derecho absoluto, sino que admite restricciones para acomodar su ejercicio con los derechos de los demás, la seguridad de todos y las exigencias del bien común en una sociedad.
Para los juristas, el derecho a la información se descompone en tres sub-
derechos: a recibir, a difundir y a buscar información, (nos interesa tratar los dos primeros).
En torno al derecho a recibir información, su operatividad ha de estar
referida a la información veraz, puesto que esto es el núcleo del bien jurídico tutelado.
Por su parte, el derecho a difundir información, tiene particular relevancia
en la instrumentación concreta de la libertad de pensamiento, y esto es por cuanto sin libre expresión el pensamiento no pasaría de constituir un mero ejercicio individual e íntimo, sin aptitud para modificar la realidad exterior.
Es ahí, cuando este derecho se complementa con el de la Libertad de Prensa
y con su rol dentro de la sociedad, pues a través del ejercicio de esta libertad se materializa la difusión de la información obtenida, ubicándola dentro del ámbito público y haciendo idónea su comunicación.
Entonces es muy importante la conducta y el respeto por la ética
profesional, de los propios hombres y mujeres de prensa, quienes tienen en sus manos una muy importante función dentro de nuestra sociedad. Es por esto que apelamos a la propia normatividad interna de estos profesionales, para exhortarles que respeten lo prescrito en el Código de Ética del Periodista Peruano. Específicamente en lo concerniente a sus deberes esenciales para el trato de la noticia a publicar.
Resumiendo, estas obligaciones consisten en:
1) Buscar la verdad en razón del derecho del pueblo a conocerla, sean
cuales fueren las consecuencias para si mismo.
2) Ajustarse a la más rigurosa veracidad en el trabajo, ser honestos y
fieles cumplidores de la difusión de la verdad, brindando una información completa que permita al pueblo orientarse correctamente sobre el acontecer económico, social, político, científico, cultural y deportivo.
3) Ubicar informaciones y documentos cuyo origen haya sido
plenamente verificado, sin suprimir, desnaturalizar, ni añadir hechos que puedan tergiversar la información.
4) Respetar la vida privada de las personas, el honor, la buena
reputación y su imagen, así como su intimidad familiar.
5) No hacer acusaciones gratuitas o anónimas.
Es conveniente dar a conocer que creemos que los periodistas profesionales
y los medios de comunicación social deberían extremar los recaudos, de forma de ejercer regularmente su derecho de informar, sin agraviar a terceros. Vale decir que si bien la prensa debe actuar con la más amplia libertad, el uso de ese derecho constitucional no puede ejercerse en detrimento de la armonía con los restantes derechos reconocidos y protegidos constitucionalmente, como lo es el de la integridad moral de las personas.
En todo caso, frente a la oposición de libertades, existen la tutela
jurisdiccional y el debido proceso, los cuales podrán asegurar la vigencia de los derechos de la personalidad de aquellos involucrados en la noticia.