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Sánchez, C. (2012) - El Papel de La Escuela en El Desplazamiento y en La Conservación de La Lengua Malecu. Revista Educación. Volumen 36 (1), Pp. 25 - 43.
Sánchez, C. (2012) - El Papel de La Escuela en El Desplazamiento y en La Conservación de La Lengua Malecu. Revista Educación. Volumen 36 (1), Pp. 25 - 43.
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cuales parten de hipótesis y elementos prese- una descripción estadística, los grupos focales
leccionados que no permiten que la persona constituyen una excelente opción (Krueger y
conteste más de lo que se proporciona como Casey, 2000; Morgan, 1997).
opción (Russi, 1998). En este sentido, en una En la tabla 1, se presenta una breve
investigación en la que resulte más importan- descripción de las variables del grupo o el
te establecer las causas y el significado que le entrevistado al que corresponde cada uno de
otorgan a un fenómeno las propias personas los códigos con los que identificamos la proce-
afectadas o involucradas, en lugar de realizar dencia de la información:
Tabla 1
De acuerdo con lo que relatan algu- los ancianos y, en gran medida, confirma
nos de ellos, Ballestero llegó a aprender la actitud que Ballestero afirma haber asu-
y manejar con bastante fluidez la lengua mido con respecto a la cultura tradicional
malecu, participaba en las festividades malecu cuando apunta que este “después de
comunitarias y hasta les ayudaba a sus cinco o seis años de mutua convivencia con
amigos a llevarles serenata a las mujeres los indios, conoce mejor que nadie los secre-
pretendidas por estos. En el relato que tos de la lengua y costumbres del nativo”
publicó en 1952, Ballestero se muestra res- (Porras, 1959, p. 214).
petuoso y compenetrado con la comunidad Definitivamente, la posición de
e incluso parece esforzarse por entender Ballestero llama la atención por ser con-
la forma de comportarse de los malecus y traria a la ideología dominante acerca de
rechazar estereotipos infundados acerca esta etnia en la época en la que fungió
de ellos: como maestro en los palenques. Con toda
seguridad su presencia ayudó a que la labor
Es un error eso de que el indio guatuso es muy vaga- escolar no tuviera un impacto tan negativo
bundo; a todos les gusta tener su yucal; siembran sobre la conservación del idioma vernáculo
caña de azúcar, arroz, maíz, frijoles, cacao y café como sí ocurrió con otras lenguas indocos-
y si siembran poco lo hacen porque es sólo para el
tarricenses. Tan atípico resulta su pensa-
consumo personal, pero estoy seguro que cuando se
mejoren sus mercados, intensificarán sus cultivos, miento que es indispensable subrayar que,
pues les encanta sentirse dueños de unos cuantos de modo opuesto a lo relatado, la historia del
colones (…). contacto entre el pueblo malecu y la sociedad
Al principio de mi llegada se portaron un poco hura- de cultura hispánica está plagada de valora-
ños, porque por razones que me reservo, hubo blancos ciones etnocentristas de parte de la segunda
que hicieron lo posible por estorbar la labor que el hacia el primero (Sánchez, 2011).
Ministerio se proponía realizar en aquella zona.
Habían dicho a los indios que yo llevaba instrucciones
En concordancia con lo expuesto, de
de quebrar las tinajas en que fabrican la chicha y, acuerdo con lo informado por los partici-
además, de cambiar en todo sus costumbres. Como pantes, al parecer no se produjo en su caso
es de suponer, estaban indispuestos conmigo, y algu- una represión sistemática contra su idio-
nos llegaron a decirme que no querían convivir con ma vernáculo, una prohibición expresa de
blancos porque nosotros no los queríamos y sí sólo
parte de los maestros de hablarlo o un cas-
buscábamos como hacerles daño. Otro se vino hacién-
dome compañía en el trayecto de Los Palenques a
tigo (físico o verbal) hacia quienes hubieran
San Rafael de Guatuso y en el camino me preguntó sido encontrados conversando en la lengua
si era cierto que yo pensaba destruir sus tinajas; me autóctona en la escuela, ni siquiera hace
rogó no lo hiciera, pues a las indias les costaba mucho unos sesenta años, durante la niñez de
fabricarlas ya que tenían que acarrear la arcilla los adultos mayores del presente (F1, F2,
desde muy lejos; que la quemada era tarea costosísi-
MG2, MG3a, SG3a, TG2, TG3a, TG3b). De
ma y que a ellos les gustaba tanto beber chicha que
si se les prohibía serían capaces de morir (…).Con hecho, solamente una joven de Margarita
tal noticia, todos estaban afligidos. Al contestarle (F1) declaró haber escuchado contar a su
yo que no había pensado causarles semejante daño y tía cómo a ella el maestro le había prohibi-
que, por el contrario, les prometía ayudarles a hacer- do hablar malecu.
las más grandes ya que a mí también me gustaba Según la información recabada por
beberla, corrió a dar la gran noticia a sus hermanos,
lo que celebraron con una de sus tradicionales fiestas.
Ramírez, Jaén, Mejía y Mojica (1996),
Cuando volví, como era de esperar, me recibieron con algunos maestros castigaban a los niños
manifestaciones de contento y con un guacal de chi- que escuchaban hablando en malecu. Sin
cha… (Ballestero, 1952, p. 156) embargo, los ancianos a los que entre-
vistamos negaron haber pasado por una
Porras (1959), quien coincidió con experiencia semejante. Esto puede deberse
Ballestero en los palenques durante su tra- a que quizás el castigo se aplicaba en la
bajo de campo, corrobora lo informado por escuela fuera de los palenques o a que la
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represión tal vez fue más bien esporádica. romper la transmisión intergeneracional
De esta manera, si nos basamos en los tes- del idioma e inició su acelerado proceso de
timonios de los ancianos y personas mayo- desplazamiento, el cual no ha podido ser
res, el papel desempeñado por la escuela en revertido por los programas de revitaliza-
el territorio malecu contrastaría enorme- ción lingüística actuales promovidos por el
mente con el cumplido en otras comunida- mismo sistema educativo oficial.
des indocostarricenses, según lo informado M.A. Quesada (1995a, 1995b) cuenta
por personas de otros grupos. una historia similar de represión y castigo
En Costa Rica3, los testimonios acer- por parte de la escuela, que coadyuvó hasta
ca de la prohibición de que se emplearan mediados del siglo XX a que los padres
las lenguas indígenas se repiten en la infor- les prohibieran a sus hijos (los actuales
mación proporcionada por bribris (Palmer, ancianos de la etnia) hablar boruca, por
Sánchez y Mayorga, 1992; Wilson, 1996), lo cual en la actualidad existen adultos
borucas (M. A. Quesada, 1995a, 1995b; J. que conocen bien el idioma pero que no se
D. Quesada, 2000, 2001/2002) y térrabas atreven a expresarse en él. Finalmente,
(Portilla, 1986). En el caso de los bribris, Portilla (1986) también aduce que la repre-
Wilson (1996, p. 73) alude al testimonio sión instaurada por los maestros foráneos
de uno de sus informantes, quien le contó estaba presente en la memoria de los últi-
que “el primer día que había asistido a la mos hablantes de térraba con los que tuvo
escuela, el maestro (quien era blanco y no contacto y que estos la consideraban una de
hablaba una sola palabra de bribri) había las razones cruciales de que se hubiera pro-
dicho que les iba a obligar a dejar de hablar ducido el abandono de su idioma vernáculo.
su dialecto bárbaro como primera medida Como se puede apreciar, las figuras
para civilizarlos”. que llevaban a cabo la represión eran prin-
En el caso de los borucas, tras la cipalmente los maestros, encargados por el
construcción de escuelas en su territorio, sistema educativo oficial de legitimar los
los maestros no indígenas prohibían el valores de la cultura hispánica dominante
uso de la lengua boruca tanto dentro como y de extender el empleo del español, por
fuera de las aulas e incluso castigaban ser esta la mejor forma de salir del “atraso
físicamente a los niños que no siguieran cultural” y tener acceso a los beneficios de
este lineamiento. A modo de ejemplo, J.D. que gozaban los hispanos, de acuerdo con
Quesada (2000) cuenta que dos adultos la ideología de la superioridad lingüística
borucas le mostraron cicatrices en sus y cultural típica de los grupos hegemó-
cabezas, marcas de golpes propinados por nicos (Wilson, 1996). Todavía hace dos
maestros con el lomo de unos libros, como décadas, esta represión continuaba siendo
castigo por hablar el idioma autóctono. una preocupación para los representantes
Por este motivo, según J.D. Quesada indígenas consultados con respecto al con-
(2001/2002), la escuela se convirtió en tenido que debía incluirse en una encuesta
el factor desencadenante del proceso de nacional sobre la percepción acerca de los
rechazo hacia la lengua boruca, pues, grupos indocostarricenses:
antes de que se impusiera el sistema edu-
cativo hispanocostarricense en las comu- Hay un elemento importante de citar: la preocupación
manifiesta en torno al poder hablar en sus propias
nidades indígenas, la represión no había
lenguas se deriva de situaciones vividas en su infan-
sido sistemática. Desde su perspectiva, cia, donde los maestros les pegaban si lo hacían bajo
el castigo por hablar la lengua autóctona el pretexto de que “se están burlando de mí”. (López,
provocó que las personas cambiaran en la 1994, p. 110)
medida de lo posible al español y que el
boruca se viera relegado cada día más al Es claro, entonces, por qué algunos
ámbito familiar, tras lo cual se empezó a lingüistas (Hagège, 2002; Skutnabb-Kangas,
Revista Educación 36(1), 25-43, ISSN: 0379-7082, Enero-Junio, 2012 31
Verkuyten, M. (2006). The Social Psychology Wilson, J. (1996). Mitos del lenguaje.
of Ethnic Identity [Psicología social Expertos y autoridades. San José:
de la identidad étnica]. Nueva York: Editorial de la Universidad de
Routledge. Costa Rica.