de María se llama praesidium 2. . El praesidium tiene autoridad sobre todos sus miembros y facultad para regular las actividades legionarias de los mismos. Ellos, por su parte, obedecerán lealmente todas sus órdenes legítimas. 3. Se ha de hacer un trabajo determinado cada semana. Pero uno de los fines esenciales de la junta legionaria es orar en común todas las semanas. 4. 10. En lo que toca a cuestiones religiosas o morales tratadas en las juntas del praesidium, tendrá siempre el director espiritual la última palabra y, además, el derecho de suspender todas las gestiones del praesidium hasta obtener el fallo definitivo del cura párroco o del Ordinario. 5. "Este derecho es un arma necesaria, pero -como toda arma- hay que usarla con gran discernimiento y precaución, para que no venga a ser instrumento de destrucción, en vez de defensa. En toda asociación bien constituida y acertadamente dirigida nunca será menester echar mano de ella" (Civardi, Manual de Acción Católica). 6. No es la junta el lugar más indicado para aquilatar y discutir los méritos de los candidatos a futuros dirigentes. 7. Por lo tanto, el único medio que parece seguro es el de cambiar a los oficiales sin atender a sus méritos ni a cualquier otra circunstancia. La práctica de las órdenes religiosas sugiere el modelo que ha adoptado la Legión: un límite del período de cargo a seis años, con la condición de que, cumplidos los tres primeros años, es necesario hacer una renovación" (Decisión de la Legión limitando la duración de los cargos). 8. "La cuestión de la duración de los cargos ha de resolverse a base del principio general. Tratándose de cualquier organización -particularmente en el caso de organizaciones religiosas voluntarias-, no se debe perder de vista que algunos de sus centros -y aun todos ellos- corren grandísimo peligro de estacionarse; porque es propio del hombre enfriarse en sus entusiasmos, dejarse llevar paulatinamente por la rutina, y aferrarse a métodos tradicionales, mientras que los males a los que hay que hacer frente están cambiando continuamente. Este proceso de empeoramiento acaba en obras estériles, y en la indiferencia; y la organización ya no atrae a nuevos miembros, ni es capaz de retener a los socios mejores, y no tarda en sobrevenir un estado de letargo. En la Legión hay que guardarse de esto a toda costa. En todos y cada uno de sus consejos y praesidia es preciso asegurarse de que el entusiasmo brote siempre fresco, empezando por los oficiales -que son como las fuentes naturales del celo-, para que esas fuentes conserven todo el ímpetu de su fervor originario; y eso se consigue renovándolos, cambiándolos. Si fallan los dirigentes, todo se marchita; si se apaga en ellos el fuego del entusiasmo, se enfriará todo el cuerpo, del que deben ser el alma. Y, lo que es peor, fácilmente se acomodarán los miembros a ese estado de inercia, y entonces el remedio no podrá venir sino de fuera 9. De una serie de nombramientos acertados cabe esperar, con razón, el progresivo y constante mejoramiento del espíritu del praesidium; pues cada uno de los oficiales, además de cuidar celosamente de que no se menoscabe el espíritu ya adquirido, contribuirá personalmente al fortalecimiento de la vida del praesidium. 21. Es deber esencial del praesidium crear y mantener en derredor suyo un buen número de auxiliares. Piénsese en un regimiento de soldados bien dirigidos, valientes, perfectamente disciplinados y equipados: ¿acaso no son fuerzas irresistibles? Y, sin embargo, ellos solos no son más que una fuerza efímera. Día tras día dependen de una ingente multitud de operarios que les proveen de municiones, víveres, ropas y asistencia médica. Retiradles esas provisiones, y veréis lo que queda de ese magnífico ejército al cabo de algunas horas de combate