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Egipcios

El Antiguo Egipto fue una civilización


que surgió al agruparse los asentamientos situados en las riberas del cauce medio y bajo del
río Nilo. Tuvo tres épocas de esplendor en los periodos denominados por los historiadores
Imperio Antiguo, Imperio Medio e Imperio Nuevo. Alcanzaba desde el delta del Nilo, en el norte,
hasta la isla Elefantina (la actual Asuán, junto a la primera catarata del Nilo, en el sur), llegando
a tener influencia desde el Éufrates hasta Gebel Barkal, en la cuarta catarata del Nilo, en
épocas de máxima expansión. Su territorio también abarcó, en distintos periodos, el desierto
oriental y la línea costera del mar Rojo, la península del Sinaí y un gran territorio occidental que
dominaba los dispersos oasis. Históricamente, fue dividido en Alto y Bajo Egipto, al sur y al
norte, respectivamente.

La civilización egipcia se desarrolló durante más de 3000 años. Comenzó con la unificación de
varias ciudades del valle del Nilo, alrededor del 3150 a. C., y se da convencionalmente por
terminado en el 31 a. C., cuando el Imperio romano conquistó y absorbió el Egipto ptolemaico,
que desaparece como Estado. Este acontecimiento no representó el primer período de
dominación extranjera, pero fue el que condujo a una transformación gradual en la vida política
y religiosa del valle del Nilo, marcando el final del desarrollo independiente de su cultura. Su
identidad cultural había comenzado a diluirse paulatinamente tras las conquistas de los reyes
de Babilonia (siglo VI a. C.) y Macedonia (siglo IV a. C.), desapareciendo su religión con la
llegada del cristianismo, en la época de Justiniano I, cuando en 535 fue prohibido el culto a la
diosa Isis, en el templo de File.

Egipto tiene una combinación única de características geográficas, situada en el África


nororiental y confinada por Libia, Sudán, el mar Rojo y el mar Mediterráneo. El Nilo fue la clave
para el éxito de la civilización egipcia, ya que éste permitía el aprovechamiento de los recursos
y ofrecía una significativa ventaja sobre otros oponentes: el légamo fértil depositado a lo largo
de los bancos del Nilo tras las inundaciones anuales significó para los egipcios el practicar una
forma de agricultura menos laboriosa que en otras zonas, liberando a la población para dedicar
más tiempo y recursos al desarrollo cultural, tecnológico y artístico.

La vida se ordenaba en torno al desarrollo de un sistema de escritura y de una literatura


independientes, así como en un cuidadoso control estatal sobre los recursos naturales y
humanos, caracterizado sobre todo por la irrigación de la fértil cuenca del Nilo y la explotación
minera del valle y de las regiones desérticas circundantes, la organización de proyectos
colectivos como las grandes obras públicas, el comercio con las regiones vecinas de África del
este y central y con las del Mediterráneo oriental y, finalmente, por un poderío militar capaz de
derrotar a cualquier enemigo, y que mantuvieron una hegemonía imperial y la dominación
territorial de civilizaciones vecinas en diversos períodos. La motivación y la organización de
estas actividades estaba encomendada a una burocracia de élite sociopolítica y económica, los
escribas, bajo el control del Faraón, un personaje semidivino, perteneciente a una sucesión de
dinastías, que garantizaba la cooperación y la unidad del pueblo egipcio en el contexto de un
elaborado sistema de creencias religiosas.

Los muchos logros de los egipcios incluyen la extracción minera, la topografía y las técnicas de
construcción que facilitaron el levantamiento de monumentales pirámides, templos y obeliscos,
unos procedimientos matemáticos, una práctica médica eficaz, métodos de riego y técnicas de
producción agrícola, las primeras naves conocidas, la tecnología del vidrio y de la fayenza, las
nuevas formas de la literatura y el tratado de paz más antiguo conocido, firmado con los hititas.
Egipto dejó un legado duradero, su arte y arquitectura fueron ampliamente copiados, y sus
antigüedades se llevaron a los rincones más lejanos del mundo. Sus ruinas monumentales han
inspirado la imaginación de los viajeros y escritores desde hace siglos. Un nuevo respeto por
las antigüedades y excavaciones en la época moderna han llevado a la investigación científica
de la civilización egipcia y a una mayor apreciación de su legado cultural.

Ubicación
El territorio del Antiguo Egipto estaba constituido por el delta y el valle del río Nilo; uno de los
mayores cursos fluviales del mundo que nace en los lagos Victoria Nyanza, Alberto nyanza y
Tana en el África centro oriental y desemboca en forma de delta en el mar Mediterráneo. Se
trata de una estrecha y larga franja en el noreste de África; un territorio fértil de no más de 60
kilómetros de ancho y 1200 kilómetros de largo rodeado en gran parte por el desierto del
Sáhara.

Cronología

La obtención de una cronología exacta del Antiguo


Egipto es una tarea compleja. Existen diversos
criterios de datación entre egiptólogos, con
divergencias de algunos años en los últimos
períodos, de décadas al principio del Imperio
Nuevo y de casi un siglo durante el Imperio
Antiguo
El primer problema surge por el hecho de que los egipcios no utilizaron un sistema de datación
homogéneo: no tenían un concepto de una era similar al Anno Domini, o la costumbre de
nombrar los años, como en Mesopotamia (véase Limmu). Databan con referencia a los
reinados de los diversos faraones, solapando posiblemente los interregnos y las épocas de
corregencia. Un problema añadido surge al comparar las distintas Listas Reales de faraones,
pues están incompletas o con datos contradictorios, incluso en el mismo texto. Las obras del
mejor historiador sobre Egipto, Manetón, se perdieron y solo las conocemos a través de
epítomes de escritores posteriores como Flavio Josefo, Eusebio de Cesarea, Sexto Julio
Africano o el monje Jorge Sincelo. Desafortunadamente las fechas de algunos reinados varían
de uno a otro autor.

Los inicios de la civilización egipcia


Las evidencias arqueológicas indican que la civilización egipcia comenzó alrededor del VI
milenio a. C., durante el Neolítico, cuando se asentaron los primeros pobladores (véase el
periodo predinástico). El río Nilo, en torno al cual se asienta la población, ha sido la línea de
referencia para la cultura egipcia desde que los nómadas cazadores-recolectores comenzaron
a vivir en sus riberas durante el pleistoceno. Los rastros de estos primeros pobladores
quedaron en los objetos y signos grabados en las rocas a lo largo del valle del Nilo y en los
oasis.

A lo largo del Nilo, en el XI milenio a. C., una cultura de recolectores de grano había sido
sustituida por otra de cazadores, pescadores y recolectores que usaban herramientas de
piedra. Los estudios también indican asentamientos humanos en el sudoeste de Egipto, cerca
de la frontera con Sudán, antes del 8000 a. C. La evidencia geológica y estudios climatológicos
sugieren que los cambios del clima, alrededor del 8000 a. C., comenzaron a desecar las tierras
de caza y pastoreo de Egipto, conformándose paulatinamente el desierto del Sáhara. Las tribus
de la región tendieron a agruparse cerca del río, en donde surgieron pequeños poblados que
desarrollaron una economía agrícola. Hay evidencias de pastoreo y del cultivo de cereales en
el este del Sáhara en el VII milenio a. C.

Alrededor del 6000 a. C., ya había aparecido en el valle del Nilo la agricultura organizada y la
construcción de grandes poblados. Al mismo tiempo, en el sudoeste se dedicaban a la
ganadería y también construían. El mortero de cal se usaba en el 4000 a. C. Es el denominado
periodo predinástico, que empieza con la cultura de Naqada.

Entre el 5500 y el 3100 a. C., durante el Predinástico, los asentamientos pequeños prosperaron
a lo largo del Nilo. En el 3300 a. C., momentos antes de la primera dinastía, Egipto estaba
dividido en dos reinos, conocidos como Alto Egipto Ta Shemau y Bajo Egipto Ta Mehuín. La
frontera entre ambos se situaba en la actual zona de El Cairo, al sur del delta del Nilo.

La historia de Egipto, como Estado unificado, comienza alrededor del 3050 a. C. Menes
(Narmer), que unificó el Alto y el Bajo Egipto, fue su primer rey. La cultura y costumbres
egipcias fueron notablemente estables y apenas variaron en casi 3000 años, incluyendo
religión, expresión artística, arquitectura y estructura social.
La cronología de los reyes egipcios da comienzo en esa época. La cronología convencional es
la aceptada durante el siglo XX, sin incluir cualquiera de las revisiones que se han hecho en
ese tiempo. Incluso en un mismo trabajo, los arqueólogos ofrecen a menudo, como posibles,
varias fechas e incluso varias cronologías, y por ello puede haber discrepancias entre las
fechas mostradas en las distintas fuentes. También se dan varias posibles transcripciones de
los nombres. Tradicionalmente la egiptología clasifica la historia de la civilización faraónica
dividida en dinastías, siguiendo la estructura narrativa de los epítomes de la Aigyptiaká (Historia
de Egipto), del sacerdote egipcio Manetón.

Cultura
La religión egipcia, plasmada en la mitología, es un conjunto de creencias que impregnaban
toda la vida egipcia, desde la época predinástica hasta la llegada del cristianismo y del
islamismo en las etapas grecorromanas y árabe. Eran dirigidos por sacerdotes, y el uso de la
magia y los hechizos son dudosos.

El templo era un lugar sagrado en donde solamente se admitía a los sacerdotes y sacerdotisas,
aunque en las celebraciones importantes el pueblo era admitido en el patio.

La existencia de momias y pirámides fuera de Egipto, indica que las creencias y los valores de
las culturas prehistóricas se transmitieron de una u otra forma por el camino de la seda. Los
contactos de Egipto con extranjeros incluyeron Nubia y Punt al sur, el Egeo y Grecia al norte, el
Líbano y otras regiones del Cercano Oriente y Libia al oeste.

La naturaleza religiosa de la civilización egipcia influenció su contribución a las artes. Muchas


de las grandes obras del Egipto antiguo representan dioses, diosas, y faraones, considerados
divinos. El arte está caracterizado por la idea del orden y la simetría.

Durante los 3000 años de cultura independiente, cada animal retratado o adorado en el arte, la
escritura o la religión es indígena de África. El dromedario, domesticado en Arabia, apareció en
Egipto al comienzo del II milenio a. C.

Aunque el análisis del cabello de momias del Imperio Medio ha revelado evidencias de una
dieta estable, las momias de circa 3200 a. C. muestran señales de anemia y desórdenes
hemolíticos, síntomas del envenenamiento por metales pesados. Los compuestos de cobre,
plomo, mercurio, y arsénico que fueron utilizados en pigmentos, tintes y maquillaje de la época
pudieron haber causado el envenenamiento, especialmente entre la clase acomodada.

Vida después de la muerte


Creían en una vida de ultratumba, y se preparaban para ella, tanto siguiendo unas normas
determinadas (Libro de los muertos) como preparando la tumba.

Creían que después de la muerte, el ka (doble en forma de espíritu) se dividía en ba (alma) y


akh (espíritu). El ba vivía en la tumba del difunto y era libre de ir y venir a voluntad. El akh se
dirigía directamente al inframundo. Luego seguía su juicio. El gran dios del inframundo Osiris se
encargaba de juzgar el espíritu del difunto. Anubis colocaba el corazón del difunto en un lado
de su balanza y Ma'at, la diosa de la verdad y la justicia, ponía su pluma de la verdad en el otro
lado. Si el corazón y la pluma pesaban lo mismo, el akh (espíritu) se iba al gran reino en donde
los buenos espíritus se mezclaban con los dioses en una vida de paz y armonía. Si no era así
el difunto sufriría una eternidad de castigo. Además los egipcios creían que todo difunto debía
tener una casa en su otra vida, era por esto que les construían pirámides a los cadáveres.
También como creían que la segunda vida era casi igual a la primera y uno seguía haciendo lo
mismo que en la primera, a las pirámides les llevaban grandes joyas y alajas, alimentos y
juegos. El otro temor de los egipcios (además de el juicio de sus almas) era que alguien
saqueara la casa de su espíritu. Si su tumba era saqueada o su cadáver destruido, el ba se
quedaba sin hogar y tanto éste como el akh experimentaban una segunda muerte mucho peor.
A veces se colocaban estatuas del difunto en las pirámides por si el ba se quedaba sin hogar,
permaneciera en la estatua y evitara la segunda muerte.

Antiguamente solamente los faraones tenían derecho a participar en la vida futura, pero al
llegar el nuevo imperio todos los egipcios esperaban vivir en el más allá, y se preparaban, de
acuerdo a sus posibilidades económicas, su tumba y su cuerpo; a los cadáveres se le extraían
los órganos, que eran depositados en los vasos canopos, y después cubrían el cuerpo con
resinas para preservarlo, envolviéndolo con lino. En la cámara funeraria se depositaban
alimentos y pertenencias del fallecido, para su uso en la otra vida.

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