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Entre los años 1959 y 1985 la Compañía Minera Rosario de Rengo se dedicó a la explotación de un
yacimiento cuprífero de proporciones medianas en las cercanías de la comunidad de Rengo,
específicamente en el sector precordillerano, el cual además producía como subproducto
Molibdeno, un metal especial usado hoy en día para la construcción de aparatos tecnológicos y
aleaciones metálicas. Durante su operación, los desechos industriales producto de la separación
mena – ganga desde el yacimiento fueron arrojados al Río Chanqueahue de manera indiscriminada,
debido a la nula fiscalización que realizaban las entidades gubernamentales de esa época respecto
a la actividad minera. Posterior a la extracción del mineral, el proyecto fue abandonado y los
desechos arrojados al relave no fueron supervisados de manera correcta para evitar filtraciones en
las aguas del rio, lo cual produjo una proliferación de componentes como arsénico, manganeso,
cobre, molibdeno, plomo, mercurio, e incluso sales de cianuro, los cuales son nocivos tanto para la
salud como para los cultivos que hoy en día se producen en dicha zona. En el caso de la ingesta de
agua contaminada con dichos componentes puede causar deterioro a nivel sanguíneo, pulmonar,
cerebral, e incluso cáncer en los peores casos mientras que, por el ámbito agrícola, un nivel excesivo
de estos desechos causa deterioros notables en la calidad del suelo donde están plantados los
cultivos, empeorando los rendimientos de producción agrícola y, de esta manera, perjudicar una
actividad económica importante para la Sexta Región. Hoy en día las autoridades investigan
mediante organismos científicos el nivel de contaminación causado durante esos años, para evaluar
si el daño es reparable, o si la situación de contaminantes pesados en el agua para fines de consumo
humano y regadíos es insostenible.