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Febrero 2015

Lectura 1

La Semiología, su definición y la delimitación de su objeto de estudio

La palabra Semiótica o Semiología deriva del término griego semeion (signo). La idea de la
construcción de una ciencia llamada así fue propuesta y definida por F. de Saussure como "Una ciencia que
estudia la vida de los signos en el seno de la vida social", "Ella nos enseñará qué son los signos y cuáles son
las leyes que los gobiernan”.

A partir de esta premisa de base, la evolución de la semiótica ha ido en el sentido de la construcción


de una teoría de la comunicabilidad y de la formalización de los sistemas de signos (o códigos) como
sistemas autónomos de comunicación. Esta teoría de la comunicabilidad propone un conjunto de principios y
parámetros que permiten el análisis de los signos a nivel general, en tanto unidades de los códigos, sus
combinaciones, sus niveles de análisis y sus correspondencias internas. Se trata de un programa ligado
fundamentalmente a la idea de sistema relacional: una red de componentes y sus relaciones presente en
todo sistema de comunicación.

Este modelo único presupone una práctica comunicativa de base que orienta la manera con la cual
se reagrupan o se aíslan los signos, sus componentes y sus usuarios.

En este sentido la lengua, en tanto sistema de signos, es parte del objeto de estudio de la semiótica.
Pero si se estudia la lengua como un sistema complejo de signos propio de una comunidad determinada
de hablantes, en un tiempo determinado, con características específicas, la lengua también es objeto de
estudio de la lingüística.

Por lo tanto, hablar, por ejemplo, de procesos semióticos es hablar de procesos ligados a la
comunicación, que operan sobre los hechos comunes propios de los sistemas de signos en general.

Asimismo hablar de la autonomía semiótica de la lengua escrita alude al hecho que la lengua
escrita, considerada como sistema de comunicación propiamente dicho es autónoma por definición.

Lectura 2

¿Siempre hay que escuchar primero para escribir después?

El caso de la subordinación histórica de la lengua escrita

Una extensa tradición histórico-filosófica ha defendido el concepto de subordinación de la lengua


escrita a la lengua oral, sin argumentos lingüísticos de peso. Para Aristóteles “los sonidos emitidos por la voz
son los símbolos de los estados del alma, y las palabras escritas, los símbolos de las palabras emitidas por la
voz” (Aristóteles, Sobre la interpretación, Edición electrónica de www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía
Universidad ARCIS). Según Aristóteles, se trata, pues, de un símbolo de otro símbolo, en cuyo caso el
significado propiamente dicho o ”estado del alma”, se relaciona directamente con el significante fónico, pero
no con el significante gráfico.

A partir de estas premisas se estableció una relación de jerarquía y también de predominio entre la
lengua fónica y la lengua gráfica, que se hizo clásica; habría una lengua fónica, primaria, única, en
proximidad esencial e inmediata con el contenido mental, y otra lengua, gráfica, secundaria cronológica y
funcionalmente indirecta porque estaría ligada indirectamente a los contenidos mentales en cuestión, a los
que no accedería sino a través de su necesaria conexión con la lengua fónica.

No se puede negar la prioridad cronológica y lógica del signo fónico ni el papel excepcional de la
lengua materna –normalmente fónica—en el desarrollo psicoafectivo, pero esta prioridad no significa que el
signo fónico sea el único signo lingüístico. Por ejemplo, nada impide la creación de sistemas lingüísticos no
fónicos en los cuales el valor comunicativo es equivalente al del sistema fónico. Este es el caso de las

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lenguas de señas de las comunidades sordas que tienen como sustancia significante el gesto manual o
corporal.

Esto nos permite pensar que el carácter indirecto atribuido a la lengua gráfica es el resultado de una forma
única de conceptualizar el objeto y luego de enseñarlo: la lengua fónica primero, la lengua gráfica a partir de
la lengua fónica. En las clases 3 y 4 de este módulo veremos las dificultades didácticas que plantea esta
opción cuando es considerada la única posible.

Lectura 3

Ejemplos no lingüísticos de sistemas complementarios

Consideramos el sistema que se utiliza para el tránsito de los ferrocarriles, en el cual las señales
están constituidas por distintas posiciones del brazo de un semáforo: la posición vertical del brazo
indica que la vía está libre; la posición oblicua, que se puede seguir avanzando pero con precaución,
y la posición horizontal, que se debe detener la marcha. Existe además, otro sistema usado también
para los ferrocarriles que está constituido por luces de distintos colores: la luz verde indica que la vía
está libre; la amarilla, que se puede seguir avanzando pero con precaución; y la roja, que se debe
detener la marcha. Como se ve, en ambos sistemas los significados son los mismos y en el mismo
número pero varían las señales para establecerlas; varía el elemento perceptible: la sustancia. Cabe
preguntarse por qué el mismo grupo social mantienen en uso los dos sistemas si ambos sirven para
transmitir los mismos mensajes. Una observación más detenida permite ver que, debido a la
naturaleza de la sustancia significante, cada uno de estos sistemas presenta deficiencias y cada uno
de ellos está en condiciones de suplir las del otro: las posiciones del brazo del semáforo, aunque
visibles fácilmente de día, son irreconocibles de noche, en tanto que las luces, difícilmente
perceptibles de día, son identificables de noche. Es en esta complementariedad recíproca donde
debe buscarse la razón de ser de su coexistencia al servicio del mismo grupo social.

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