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Existe una clasificación básica en cuanto al TEMPERAMENTO. Éste guarda relación con el
carácter de la persona, carácter que viene dado desde la concepción. Cuántas veces hemos
escuchado a las mamás decir "Es que mi hijo ya nació con personalidad", y es que
comportamientos que ya mostramos desde pequeños determinan la forma de ser cuando somos
adultos.
Temperamento Sanguíneo:
Los sanguineos son gente vivaz, alegre, de esos que les encanta ser los reyes de la fiesta. Tienen un
sistema nervioso rápido que se caracteriza por la alta sensibilidad, y suelen ser personas muy
extrovertidas.
Temperamento Colérico:
Temperamento Melancólico:
El melancólico tiene un sistema nervioso débil y una muy alta sensibilidad. Es muy sensible
emocionalmente y es introvertido (aunque puede comportarse de manera extrovertida). Se dice
que es el temperamento más rico de todos, y generalmente suele tener un nivel de inteligencia
más alto que los demás temperamentos. Nadie más disfruta del arte que el melancólico y
además es muy perfeccionista.
Temperamento Flemático:
Es importante recordar que el temperamento de cada cual es simplemente una guía práctica
para reconocer nuestro carácter básico y saber qué estímulos o formas de resolver conflictos son
más apropiados en cada caso, pero podemos simultanear rasgos de dos, o incluso tres,
temperamentos, y también podemos, a lo largo de nuestra vida, poner más énfasis sobre unos
rasgos que sobre otros. Cuanto más trabajemos y desarrollemos nuestra vida emocional, menos
estáticos seremos y más conscientes de que nuestras necesidades, y las de nuestro entorno, están
en continua evolución.