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ESTADO Y POLITIZACION EN LA SOCIEDAD COLOMBIANA. EL PROCESO DE PAZ DEL PERIODO BETANCUR (1982-1986) Ei inicio de la década de los ochenta en Colombia se caracterizé por un importante proceso politico en el cual se replantearon de manera importante las relaciones entre el Estado y la sociedad civil, a partir del mane- jo de la crisis generada por el agotamiento del Frente Nacional, por los cambios en la economia mundial y por la agudizacién del conflicto guerrillero en el pais, entre otros factores. EI periodo del gobierno de Belisario Be- tancur inicié de manera definitiva este cam- bio, determinante para el posterior desarrollo del sistema politico co- lombiano. En este traba- jo se presenta un andlisis de un aspecto, quizés el mas importante, de di- cho period, el asi llama- do “proceso de paz”, cu- yo estudio esperamos permitaa los analistas de la coyuntura actual aus- cultar las raices del pro- ceso histérico vivido en Ja escena politica colom- biana de los ultimos aiios. S mS a s El Tiempo, septiembre 9 de 1983, p. 1A. Alberto G. Florez Malagon' Se utilizaran algunos elementos tedricos propuestos por Antonio Gramsci, discutidos en la primera seccién del trabajo, para luego estudiar el proceso de la coyuntura politica en Colombia en los aftos ochenta, caracterizan- do los intentos de apertura democritica de esos afios, desde la perspectiva de una mayor politizacion de la sociedad colombiana, con- secuencia a su vez de la crisis orginica que se venia desarrollando en el pais. Se hard espe- cial énfasis en la viabilidad del proceso desde el punto de vista de la correlacién de fuerzas 1 Profesornvestigador. Departamento de Historia y Geografia, Facultad de Ciencias Sociales, Pontificia Universidad Javeriana, 35 Pontificia Universidad Javeriana en la sociedad colombiana de la época, para determinar si los intereses de los grupos tra- dicionalmente dominantes tuvieron posibi- lidad de imponerse o si, por el contrario el proceso evolucioné hacia una crisis por fuera del control del Estado institucional. LA EXPANSION DEL ESTADO COMO. MARCO DE REFERENCIA En el caso del analisis politico y el de los estudios sociales en general, no es posible, por lo menos por ahora, referirse a un para- digma unico y ni siquiera a uno que esté lo suficientemente elaborado como para reali- zar un estudio exhaustivo de la realidad. Un caso evidente es el de la teoria marxista, que si bien ha logrado desarrollar una serie arti- culada de pautas para el anilisis cientifico, sigue considerandose como una “teoria abierta”’, Marx no logré nunca ocuparse sistematicamente del problema del Estado, © bien el Estado del que se ocupé, en algu- nos apartes de su obra, era el del capitalismo competitivo y no el del capitalismo tardio, y sus seguidores, hasta la fecha, no han logra- do elaborar una teoria tnica acerca de las relaciones entré el Estado y la sociedad. A pesar de estas obvias limitaciones, existen importantes aportes al desarrollo de una teo- tia del Estado y de la Sociedad Civil dentro de la produccién “neo-marxista”, aportes que resultan muy utiles para el historiador. Uno de los mas conocidos dentro de estos tedricos neomarxistas fue Antonio Gramsci, quien introdujo profundas innovaciones, especialmente en relaci6n a la discusién so- bre el papel de la politica y, para el caso que trataremos aqui, acerca de la difusion de la “superestructura”, especialmente de la poli- tica, en los estratos elementales de la socie- dad civil’. 2 Bobbio, Norberto. “Teoria del Estado 0 Teoria del Partido’ frente a una tesis de Louis Althusser, México, Folio Ediciones, 1982, pig. Existiria, segan Gramsci, una funcién material institucional, de la ideologia que se desarrolla paralelamente a la expansién de la politica en la sociedad. En otras palabras, lo que se transformaria en el nucleo de and- lisis para el proceso de construccién del Es- tado es la dilatacién de los limites del mismo, cuando el Estado se introduce en Jas formas de organizacién y conciencia de las masas ocupando momentos y sectores de la vida civil que dentro de este cuadro trans- forman su propia relacién con la politica. La expansién de los limites del Estado implica tin desplazamiento en los niveles de su base social que ocurre de época en época, cuando se viola la separacién entre el Estado institucional y la economia. Segtin Gramsci, la dilatacién de los limites del Estado, esto es, la politizacién creciente de una sociedad, puede ser el resultado, de lo que se Hamaria una “crisis organica”*, Esta crisis se caracteriza principalmente por la pérdida de hegemonia de un grupo social determinado. Hegemonia que se discu- te en términos de liderazgo intelectual y mo- tal de las clases populares por parte de las dlases dominantes o del bloque de poder. En este contexto, un bloque de poder es una alianza bastante estable de las clases 0 fraccio- nes de clase dominante, cuya unidad depen- de de un médico sacrificio mutuo de intere- ses inmediatos. Cuando se presenta la crisis, estos sacrificios incluyen la penetracién de otros grupos en la esfera del control estatal, de manera que se genera una mayor difusion de la politica 0 lo que es lo mismo, una difu- sion del Estado institucional en la sociedad. La mayor politizacion implica regulacion de las relaciones politicas y consecuentemente mayor institucionalizacién. En la historia colombiana, no se puede hablar de un bloque de poder estable’, sin in Althusser, Louis, et. a. Diseutir el Estado. Posiciones 3 DeGiovanni, Biagio. “Crisis Orginica y Estado en Gramsci", en Badaloni, Nicola, et.al, Teoria Marxista de la Politica, México, Cusdernos de Pasado y Presente, No. 89, 1981, pig.142. 4 De Giovanni, Biagio, “Crisis.” pig, 150. 36 \ MEMORIA Y SOCIEDAD El Tiempo, septiembre 9 de 1983, p 2D. embargo los elementos que hasta aqui se han referido son muy utiles cuando se ana- liza un proceso como el vivido en Colombia en los afios ochenta a partir del intento de institucionalizacién de lo que entonces cla- ramente expresaba una forma de actividad politica: la guerrilla politica de los anos ochenta. El trabajo se dividira en dos partes. En _la primera, se hard una caracterizacién gene- ral del proceso de paz del periodo Betancur y la posicién de algunos de sus principales actores; en la segunda, se realizara una mi- tada rapida a la posicién de la llamada “iz quierda colombiana” frente a esa coyuntura, como una manera de analizar el papel de terceras fuerzas de la sociedad civil, interme- dias, en este caso, entre el Estado y los gru- pos guerrilleros, en la evolucién y adaptacién del proyecto politico de coopta- cién institucional. ASPECTOS DE LA CRISIS ORGANICA EN COLOMBIA EN LOS OCHENTA Aspectos politicos EI sistema bipartidista en Colombia ha im- perado desde que este pais se origind como Republica independiente en la primera mi- tad del Siglo XIX. A partir de entonces el papel mas importante de los partidos politi- cos fue el de canalizar la mayor parte de los conflictos sociales en el pais, creando a la vez una ideologia de pertenencia bipartidista en la casi totalidad de los sectores ciudada- nos. Este tiltimo aspecto, segin Francisco Leal®, se realizé especialmente a través de los procesos de las Guerras Civiles durante la segunda mitad del Siglo XIX, y poste- tiormente desde el esquema de los gobier- nos de partido y su mas dramatica consecuencia que fue la “Violencia” biparti- dista, hasta el inicio del Frente Nacional (1958.1974Y. 5 —Leal, Francisco, Estado y Politica en Colombia. Bogots, Siglo Veintiuno Editores, 1984, pp.119, 92,136, 193. 6 eft, Leal, Francisco, Estado y Politica...pig. 108. 7 Vase también, Fernando Guillén Martinez, El Poder Politico en Colombia. Editorial Punta de Lanza, Bogots, 1979. 37 | i } i Este Frente, se constituyé como una alianza bipartidista, exclusiva y excluyente, para la alternacién de la Presidencia entre los grupos politicos tradicionales, y cum- plid la misién de conciliar el enfrentamien- to violento de tipo coyuntural, pero no alteré las lamadas “causas objetivas de la violencia estructural”. Ademés, se genera- ron hondas transformaciones en el proce: so politico colombiano alterandose el papel de los partidos, modificandose las formas e instrumentos de movilizacién po- litica e imprimiéndose un nuevo sentido y contenido al discurso partidista. Una de las consecuencias mas impor- tantes del Frente Nacional que condujo en parte a la crisis politica de los aftos ochenta, fue la “despolitizacion bipartidista”’, esto es, la pérdida de la identidad partidista en gran- des sectores de la poblacién colombiana y el consecuente debilitamiento de la funcion de representacion de los partidos tradicionales. Coma consecuencia de este ultimo as- pecto, se evidencié durante el periodo que siguié al Frente Nacional, un aumento de la abstencién electoral, la aparicién de nue- vas formas de representacién al interior de los partidos tradicionales (Alzatismo, MRL, por ejemplo) y al margen de los mis- mos (Grupos de Presién, Movimientos Ci- vicos y Estudiantiles, etc.), pero sobre todo, el auge de la actividad guerrillera, reforzada esta ultima por el empeoramiento de las condiciones de vida que obedecié a la au- sencia de una reforma estructural exitosa durante el Frente Nacional. Este ambiente siguié presente en los gobiernos poste- tiores tanto institucional como ideoldgica- mente. Es importante anotar ademds, que a pesar de la crisis politica, la legitimidad del régimen se mantuvo sustentada en las practicas clientelistas yen la creciente inter- vencién del Estado en la economia’®, Pontificia Universidad Javeriana Las condiciones favorables para el sur. gimiento de terceros partidos continuaban vigentes en los afios ochenta, pero la izquier- da nacida del Frente Nacional no parece ha- ber Ilenado este vacio, ya sea por su rigidez ideolégica, por su cercania a los grupos de oposicién armada o a los grupos bipartidis- tas, o simplemente por su incapacidad de cooptar a muchos sectores populares. Se hu- biera esperado que disidencias del biparti- dismo se unieran en nuevas formas politicas incluida la izquierda democratica, como su- cedié en otras épocas, las cuales quebrarian el papel primordial del clientelismo como elemento articulador de las fuerzas politicas nacionales, pero esto tampoco fue tan evi- dente dada su efimera y poco autonoma existencia. Por otto lado, la violencia perma- nente y la tremenda disparidad en cuanto a la riqueza e ingreso que la seguia alimentan- do, empez6 a colocar a los militares como una potencial alternativa de poder que hasta el presente se ha resuelto solamente a través de situaciones transitorias (el caso Rojas o la ocasional beligerancia de algin oficial como Ruiz Novoa), del fendmeno paramilitary mas comunmente a través de la profundiza- cin de las acciones militares regulares fren- te a la proliferacion de grupos armados guerrilleros. Ante todas estas posibilidades y amena- zas, el proceso de Apertura Democratica del periodo Betancur aparecié como proyecto importante que pretendia la concrecién de una via de solucién a la crisis, pero que por el contrario ahondo las dificultades del pro- ceso politico colombiano. Aspectos econémicos En la década de los ochenta, el sistema eco- némico mundial entré en una crisis general originada en una combinacién de elemen- 8 El término fue utilizado, entre otros, por Eduardo Umafia Luna en el Seminario sobre la Violencia en Colombia, realizado, en la Universidad Nacional de Colombia en Bogota, en el mes de Junio de 1984. 9 Leal, Francisco, Estado y Politica... pig, 166, 10 Leal, Francisco, Estado y Politica. pig. 222. Ver ademés, Andrés Davila y Francisco Leal, Clientelismo, Tercer Mundo Editores, Bogota, 1991. 38 j } ‘MEMORIA Y SOCIEDAD tos estructurales que condujeron a una rece- sion en el plano internacional. Esto se ma- nifesté en Latinoamérica en la elevacion de las tasas de interés, la suspension de los flu- jos de créditos externos y la caida de los pre- cios de los productos basicos lo que generd altos niveles de endeudamiento y contrac- cién de las importaciones ademas de la cai- da del producto més acentuada de los tiltimos cincuenta afios"’. Para el caso colombiano, esta crisis se vio agravada porque las politicas de concen- tracién de la renta en favor de los grupos financieros-industriales durante el periodo 1969-1983 tuvieron efectos contraprodu- centes. Estos sectores se vieron afectados por la recesién internacional, sobre todo a partir de 1975, lo que produjo en esta época un estancamiento de las exportaciones de manera que el consumo final se fue apagan- do al igual que el saldo de exportaciones, y las empresas se encontraron hacia 1981-82 NOS IMPIDIERON IR A LOS ROBLES... REUNAMONOS EN BOGOTA 11 Kalmanovits, Salomén, “Las posi 12 ~ El Espectador, Octubre 21 de 1984, pig. 2B. 13 El Espectador,.., pig, 2B DESAGRAVIO A LA PAZ Y LA DEMOCRACIA Plaza de Bolivar Marzo 15_5P.M. lidades de la Politica Economica en la Coyuntura Recesi yy Social del Gobierno de Belisario Betancur. Cali, Corporacidn Editorial Universit con un exceso de capacidad sin utilizar. Esto generé un altisirno nivel de desempleo y la penetracién legal y de contrabando de pro- ductos importados, lo mismo que politicas testrictivas del crédito y el consiguiente dis- paro de las tasas de interés. La industria cla- ramente entré en recesion, agravandose el problema por la revaluacion del peso y por las devaluaciones de las monedas venezola- nas y ecuatorianas, que terminaron de sacar de sus mercados a los productos colombia- nos. La revaluacién produjo, ademas, pro- blemas a la agricultura en momentos en que los mercados internacionales practicaban el proteccionismo a todo nivel. Por tiltimo, y para completar el panorama de la crisis, se evidencié una fuga de capitales nacionales hacia el extranjero™”. Aunque la actividad econémica mun- dial mostré claros sintomas de recuperacién hacia la mitad de la década de los ochenta’’, el efecto de dicha recuperacién no fue evi- .",en La Politica Economica 1983, pig 47-67. 39 dente en el caso colombiano ni contribuyé a resolver los serios problemas estructurales que se habian generado por décadas. ‘Ante esta situacién es importante men- cionar el papel de los organismos interna- cionales que financiaron la deuda externa publica y privada del pais. En el caso del Fondo Monetario Internacional, Ilama la atencion el papel impositivo de las recomen- daciones que éste sugirié para el manejo de lacrisis y para la reactivacién de la economia colombiana. Sus recomendaciones se pre- sentaron casi como requisitos para adelan- tar los acuerdos sobre crédito externo. Bajar los salarios reales, reducir el crédito oficial al sector privado, disminuir el crédito externo y los subsidios sociales, desmontar las restric- ciones al contrabando y al derroche de divisas, recortar gasto piiblico, aumentar impuestos y tarifas de servicios publicos y acelerar la deva- luacién, fueron algunas de las mencionadas recomendaciones que contribuyeron a com plicar atin mas las opciones de manejo de la politica econémica™’. La adopcién dela mayor parte de estas recomendaciones generé una serie de protestas populares que fortalecieron el cima de crisis. La continuidad y profundizacién de la depresién econémica fue un factor definiti- vo en la incapacidad del Gobierno Betancur para construir una alternativa viable de pro- yecto politico capaz de enfrentar la crisis del régimen. Aunque su politica econdémica fue valerosa para tratar de restarle fuerza a la vo- racidad del sector financiero de la economia y estimular la produccién industrial, la in- solvencia tedrica de la época y el reformismo bloqueado, ademas de la dependencia de los organismos crediticios internacionales, mi- nimiz6 los planes y presenté las decisiones econémicas como una colcha de retazos. Es- ta situacién desvertebré atin mas las distin- tas fuerzas sociales e impidié que el poder 14 El Eapectador, octubre 27 de 1984, pig.1A 15 Leal, Francisco, Estado y Politica. pig. 169. 16 Ver la abundante “Titerattra guerrllera” de la época y la interesante sintesis de Arturo Alape, La Paz, La Violenci ‘Teatigos de Excepcién. Valencia Editores, Bogots, 1984. Pontificia Universidad Javeriana politico presidencial trascendiera mas all del prestigio personal de Betancur’’. Vemos entonces como se enfrentaba en la época una doble crisis de los sistemas po- litico y econémico, que sin la presencia de una clase hegeménica, en el sentido grams- ciano, reforzé el caracter de crisis orginica que afecté al pais y que, como ya hemos vis- to, se agravo especialmente a partir del Fren: te Nacional. Fue en este contexto cuando se consoli- do de manera critica el movimiento guerri- lero en Colombia, que-argumentaba adicionalmente todo tipo de reivindicacio- nes de clase y una gran variedad de justifica- ciones ee que cubrian un. pmelio espectro, desde el populismo hasta las mas radicales posiciones marxistas'®. Y es enton- ces cuando se produjo la actuacién del go: bierno en favor de un proceso de acercamiento y didlogo con dicho movi- miento, acercamiento que puede interpre: tarse como un mecanismo de control social, y como una respuesta ante la creciente nece- sidad de politizacién de la sociedad, espe- cialmente evidente a partir de la vivencia de la crisis a la que nos hemos referido. Se hard a continuacién una evaluacién de este proceso y las dificultades que tuvo para su consolidacién como una manera de proyectar el andlisis historico reciente en la discusién acerca del orden publico en Co- Jombia que hasta la actualidad sigue un ca- mino de deterioro evidente. LOS PROCESOS DE PAZ EN COLOMBIA. HASTA EL GOBIERNO DE BETANCUR De los origenes a la firma de la tregua Podriamos hablar de violencia politica desde el comienzo de la vida republicana colombia- na. Sin embargo, para efectos de este analisis MEMORIA Y SOCIEDAD se tomard como una referencia mas reciente el ascenso al poder del conservador Mariano Ospina Pérez en 1946. Este ascenso se carac- terizé por la divisién interna que sufria el partido liberal, siendo éste quien tenja el apoyo mayoritario del electorado. Esto signi- ficd que el gobierno de Ospina tuvo que ser- virse de estrategias coactivas como manera de acallar el descontento de la oposicién: Los liberales empezaron el proceso para acusar politicamente al presidente Ospina Pérez en el Congreso, El a su vex declaré subversiva la conducta del Congreso y promulgé una serie de decretos el 9 de noviembre de 1949 cerrando el Congreso e implantando la censura de pren- say el Estado de Sitio. El 27 de noviembre Laureano Gomez fue elegido presidente de la Repiiblica sin ninguna oposicién....”, La oleada de violencia bipartidista habia Ilegado a su punto maximo con el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitin, he cho que marcé claramente el inicio de la gue- ra frontal partidista. El partido de oposicion respondi a la represién gubernamental con la creacién de guerrillas rurales, orientadas ideol6gicamente por el Directorio Nacional del Partido Liberal. La violencia se generalizé entonces a todo el territorio nacional. El gobierno de Laureano Gomez, refor- z6 este ambiente de conflicto caracterizando- se por la represién violenta como principal medio de mantener el poder. Las incongruencias que presentaba el gobierno de Gémez sumada a la crisis eco- némica que se desarrollé a partir de 1950, crearon descontento atin en el seno del Par- tido Conservador, especialmente desde los grupos Alzatistas y Ospinistas. Los directo- tios politicos vieron la inminente neéesidad de colocar un arbitro en el conflicto. Es asi como, el 13 de junio de 1953, en el llamado “golpe de opinién”, subid al poder el Te- niente General Gustavo Rojas Pinilla. Este decidié inmediatamente la promulgacién de una ley de amnistia que comprometiera a la oposicién, en este caso el Partido Liberal, a deponer su brazo armado: las guerrillas. La violencia bipartidista habia Ilegado a extremos inimaginables, donde los dos par- tidos financiaban y promovian su ejecucisn, para imponerse el uno sobre el otro. Pronto se planted que las fuerzas estaban equilibra- das (aunque mas bien la violencia amenazé en algunas regiones con desbordar la pro- puesta bipartidista) y asi, los dos partidos, por intermedio del militar Gustavo Rojas, se declararon mutuamente la amnistia. En ella se comprometia al partido liberal a entregar las ya potentes guerrillas del Llano”. En esta amnistia se caracterizaba el deli- to politico en relacién a la adhesion o aver- sién hacia el gobierno de turno. Es decir, por delito politico no se entendia lo que se entiende hoy (ataque contra el sistema) sino a la manifestacién violenta de los intereses partidistas dentro del mismo sistema. El articulo quinto de dicha amnistia re- servaba a la justicia militar o civil, por medio del llamado “crimen atroz”, el derecho de clasificar a quienes se perseguia y quienes deberian ser rehabilitados. De esta manera se evidencio el primer problema de la amnistia, este es, la ambigite- dad en los conceptos para la implementa- cién de la misma. Después de este decreto, el numero 1823 de 1954, se creé uno com- plementario, el 2062, que consideraba a la justicia militar como la unica que podia de- cidir el favorecimiento de la amnistia. Esto coincidia con las intenciones de Rojas de crear una tercera fuerza de corte populista’” y mantenerse en una dictadura franca y abierta y no ya en una posicién de mediador del conflicto entre los partidos tradicionales. Esta medida, creé una segunda ola de violencia que se caracterizé por una guerti- 17 Oguist, Paul, Violencia, Conflicto y Politica en Colombia. Instituto de Estudios Colombians, Bogota, 1978, pig. 239, 18 _ Molano, Alfredo. Amnistia y Violencia. CINEP, Bogots, 1981, pag 15. 19 ~ Ver Palacios, Marco, El Poputismo en Colombia. Ediciones el Tigre de Papel, Medellin, 1971. Pontificia Universidad Javeriana lla, ya no publicamente patrocinada por el partido liberal que habia recibido su cuota politica, sino que se habia dejado abandona- daa su propia suerte. Esta guerrilla cumplia una mision importante: demostrar que Ro- jas Pinilla era incapaz de mejorar las estruc- turas de la sociedad que empezaban a ser cada vez mas el sie de critica y ataque de sectores rebeldes” EI primer presidente del Frente Nacio- nal, que se inicié en 1958, Alberto Lleras Camargo, decreté una segunda amnistia a los guerrilleros persistentes en la cual se in- sistia en la nueva problematica, la de la sub- versién: “si el pais tuviera que vivir en Estado de Sitio permanente, para que los conspiradores no prosperaran y los amoti- nados no se tomaran el gobierno, es dudoso que pudiéramos servir a las causas de la li- bertad”’', La amnistia decretada en 1958 (decre- tos 0323 y 0328) lo fue en Estado de Sitio parcial y sélo cobijaba delitos cometidos en los departamentos donde actuaba el Estado de Sitio iniciandose asi una nueva regiona- lizacién del conflicto. La amnistia se caracterizé ademés, por los innumerables condicionamientos para su ejecucién muy orientados hacia el tema de las clases sociales y menos hacia el tema bipartidista. La rehabilitacién contemplada favorecié mas a los gamonales liberales que patrocinaron formalmente la violencia que al pueblo que se vio més afectado por ella. Sirvié también como un mecanismo de legi- timacién del gobierno a la vez que se ex- cluian los grupos que ahora luchaban orientados por una ideologia de izquierda y contra los cuales se preparaba el terreno pa- ta combatirlos abiertamente. 20 Noolvidar los escindalos de la “pacificacion’, entre ls cuales Fue de especial importancia el ase sus lugartenientes ls cuales aceleraron la ruptura entre los grupos alados en armas y la 21 Fajardo, Dario, Violencia y Desarrollo. Fondo Editorial Surameri Paralelamente, en el seno de la organi- zacién guerrillera, se presentaron dos posi- ciones en torno a la aceptacién de la amnistia propuesta por el Gobierno. Esto condujo a una represién abierta hacia los sectores radicales que fueron identificando- se cada vez mas con una guerrilla social. En 1964, el presidente Guillermo Leén Valen- cia caracterizaba el viraje definitivo del dis- curso estatal al afirmar que: La violencia actual es de clara orientacién co munista.. En consecuencia el Gobierno se en- cuentra en una lucha a muerte contra quienes estdn tratando de arrebatarnos la libertad, pa 1a sumir al pais en el paredén yen el partido tinico, donde no es posible pensar, ni hablar, ni actuar™’, Estas apreciaciones del presidente toman mayor importancia si se considera el contexto internacional en el que el periodo posterior a la Revolucién Cubana generd un recrudeci- miento del conflicto Este-Oeste y la persis- tencia en el bloque hegemonizado por Esta- dos Unidos, de la cruzada anti-comunista que definid el esquema de la subversi6n interna el cual simplificé y relegé a un segundo plano la cuestion de las estructuras sociales como generadoras de la violencia social”. En esta tercera etapa, a partir de 1964, es evidente que las guerrillas que subsistie ron se aliaron directamente con el comunis- mo y adoptaron sus ténicas de lucha, algunas influidas por el triunfo de la guerti- lla en Cuba, que se constituyé en una via aceptable para lograr los cambios en la es- tructura social que era el interés mayor de estos grupos rebeldes. Basadas en las recomendaciones del Partido Comunista Colombiano (PCC) in- sinuadas desde los afios cuarenta, las guerti- sno, Bogots, 1978, pig. 208. 22 Este documento fue publicado por Arango, Carlos. Fare Veinte Aiios de Marquetalia a la Uribe. Ediciones Aurora, Bogots, 1984. * 23 Los famosos Plan LASO y de la Alianza para el Progreso expresaban la tipica complementatidad de dicha politica, una rmezcla de las politcas del “gran garrote” y del “buen vecino” de epocas anteriores. 42 | \ { | | \ i ‘ | | | | | | Pern MEMORIA Y SOCIEDAD Ilas tomaron regiones de “auto-defensa”, es decir, se establecieron en regiones donde impusieron un sistema propio de gobierno las cuales llegaron a catalogarse en el discur- so conservador de los afios sesenta como “teptiblicas independientes”. Algunas de es- tas regiones fueron Marquetalia, Guayabero y Rio Chiquito, La mas famosa de ellas, Marquetalia, fue tomada por el ejército en 1964 origindndose un sector de la guerrilla, el mas importante hasta la actualidad por lo ‘menos en términos cuantitativos, que ha mantenido desde entonces la tictica de la “guerra de guerrillas” o de lucha en movi- miento con varios frentes. Este sector es el denominado Fuerzas Armadas Revolucio- narias de Colombia (Farc), que proclamé su proyecto agrario en 1966. En este proyecto se esbozaron los principios de lucha: Refor- ma agraria “verdadera”, es decir, la entrega gratuita de tierra a los campesinos incluidas 24 Leal, Francisco, Estado..., pig. 157. las herramientas y demas elementos necesa- tios para la produccién; eliminacién de las telaciones de produccién atrasadas (aparce- tia, arrendamientos, etc.); conservacién de explotaciones agrarias convenientes; crédi- to, suministro de semillas, asistencia técni- ca, educacién, vivienda y comunicaciones para los campesinos; garantias de precios adecuados para las cosechas; creacién de un frente amplio tinico, obrero-campesino que incluyera a todas las, fuerzas democraticas y progresistas del pais”. Por otra parte, el Ejército de Liberacion Nacional (ELN), surgié en 1965 como con- secuencia directa de la atrofia politica que sufrié el movimiento estudiantil, al no en- contrar salidas politicas legales a la biisque- da de espacio piblico ante el ensanche policlasista de la universidad. Figura central de este movimiento fue Camilo Torres quien representaba, ademas, la imposibili- 43 Pontificia Universidad Javeriana dad de accion de terceras fuerzas legales des- pués de su experiencia como lider del Frente Unido. En alguna medida, el ejército Popu- lar de Liberacién (EPL), puede inscribirse dentro de esta misma légica. El cuarto caso guerrillero se ubica en el, Movimiento 19 de Abril, (M19) nacido de la frustracién del ahogado triunfo electoral de la ANAPO en 1970 cuando las votaciones sefialaban a Gustavo Rojas Pinilla como virtual presi- dente de la nacién. El ultimo caso se refiere al grupo Autodefensa Obrera (ADO) que surgié en la década de los 70, con un carac- ter més urbano. Asi, para la década de los 80, se habia consolidado de manera defini- tiva el problema guerrillero en Colombia. Se trataba de encauzar la oposicién por las armas frente a un sistema que les impedia manifestarse legal y legitimamente ante las necesidades populares”. La represién no fue suficiente para ani- quililarlos. En esta época, las instituciones militares del Estado iniciaron una abierta adoctrinacién en el sentido mas general de la Doctrina de la Seguridad Nacional”, lo que trajo como consecuencia un recrudeci- miento de las tacticas de guerra contra la de- nominada subversion interna. Este proceso es especialmente claro durante el mandato de Julio Cesar Turbay Ayala (1978-1982) quien implementé el famoso “Estatuto de Seguridad”, dando rienda suelta a la accién antisubversiva e institucionalizando un régi- men de fuerza en el que los militares tenian enormes ventajas para ejercer no sélo fun- ciones represivas sobre los sectores popula- tes sino, también, para consolidar un proceso de politizacién y relativa autono- mia’”, Esta politica de Turbay contradecia el efecto de la amnistia que se promulgé du- rante su gobierno, pues se pretendia que los guerrilleros se acogieran a ella cuando se les esperaba para ajusticiatlos. El fracaso de esta amnistia fue estruendoso debido sobre todo a su cardcter de pacificacién-represion. Es asi como al acceder Belisario Betan- cur a la presidencia en 1982 el problema guerrillero habia alcanzado proporciones enormes. Su programa de gobierno se orienté, entonces, a dar una solucién pacifi- ca al conflicto armado. El 19 de noviembre de 1982 se decteté la “amnistia para la paz” correspondiente a la Ley 35 de ese afio. Esta amnistia, se diferenciaba de las anteriores aqui mencionadas por varias razones: se promulgé en ausencia del Estado de sitio; el delito politico ya no se entendia como la “ex- trema adhesion al Gobierno” (de partido) sino como la oposicién rotunda al sistema, “.zebelién, sedicién o asonada, y los cone xos con ellos por haber sido cometidos para facilitarlos, procurarlos, consumarlos u ocultarlos””*; en el articulo quinto se vis- lumbraba otra diferencia fundamental, “los beneficiados por esta Ley a quienes no se hu- biere iniciado proceso 0 que se encuentren en libertad por cualquier motivo, no podran ser llamados, requeridos ni investigados por nin- guna autoridad””. En las anteriores amnis- tias, era requisito indispensable el haber sido procesado o estarlo siendo, para poder acogerse a la ley. Encontramos, sin embar- g0, dentro del contexto de la Ley, un articulo que perpetuaba la subjetividad de las ante- riores amnistias, al utilizar palabras que se prestaban para interpretaciones: en el articu- lo 3, donde se determina quienes son las personas que no seran beneficiadas por la Ley decia: “si (los crimenes fuera de comba- te) fueran cometidos con sevicia, 0 colocan- 25 Una detallada explicacion de los origenes, significado y alcances del movimiento guerrillero se encuentra en la abundante “literatura guerrillera’ que se public especialmente a partir de los afios ochenta. Véase una bibliografia sobre el tema en. Cardona, Guillermo, Para un Estudio sobre la Violencia. Documentos Ocasionales, No. 55, CINEP, Bogots, 1989, 26 Leal, Francisco, Estado..., pag. 249. 27 Campos, Diego, et. ‘La Paz, Amnistia Tradicional o Reforma Real”. Ponencia presentada al Seminario sobre las Perspectives de la Paz, Colegio San Carlos, Bogots, Octubre de 1984, pig. 18. 28 Campos, Diego, et al. “La Paz...", pig. 23. 29 Comité de Solidaridad con los Presos Politicos. La Realidad del Si se Puede: Demagogia y Violencia, Mimeo, Bogots, 1985, pig. 119. 44 i { | MEMORIA Y SOCIEDAD do a la victima en situacién de indefension o inferioridad, o aprovechandose de esa si- tuacién”. Esto, brindaba a la justicia encar- gada de amnistiar a los guerrilleros, la posibilidad de calificarlos como victimarios inmorales, lo que entre otros factores puede explicar el por qué de un estimado de 10,000 guerrilleros, sdlo se acogié a la am- nistia la décima parte de ellos. A los guerrilleros beneficiados con la amnistia se les promovia con un Plan Nacio- nal de Rehabilitacién, radicalmente diferen- tea los anteriores ya que, como se estipulaba en el articulo sexto, aquel se encaminaba a la solucién de los problemas de cardcter so- cial que los territorios donde se enfocaba y se detectaba la violencia, presentaban. El plan comenzé a funcionar paralelamente a Ja amnistia y hacia mencién, fuera de las obras publicas de caracter social, a la conce- sién de créditos para las personas que se acogieran a la ley de “perdén y olvido”. Este plan desafortunadamente tendia a alimentar las necesidades individuales y no las colectivas ademas de enfrentarse con la imposibilidad econémica del Estado para aliviar en el corto plazo, las necesidades y los problemas sociales sin recurrir a cambios es- tructurales en el sistema. Por estas y otras razones, la lucha guerrillera no se extinguié ni se vio afectada de manera importante y el gobierno de Betancur se vio obligado a dar un paso mas en la consecucién de la paz, esto es, la firma de una tregua con el sector guerrillero y el intento de institucionaliza- cién del mismo. Ademas generé la posibi- lidad de un “Dialogo Nacional” cuyo objetivo seria sugerir pautas de tipo refor- mista para ser discutidas y eventualmente aprobadas en el Congreso, como tinica so- lucién al conflicto generado en las estructu- ras mismas de la sociedad. La firma de la tregua y la evolucié: del proceso a partir de ella El acercamiento entre el gobierno y la gue- trilla se habia dado en diferentes etapas, cu- ya iniciativa se la atribuian diferentes actores. Jaime Bateman, lider del M19, ha- bia declarado en representacién de este gru- po que: La par no era bandera en la campatia de Be- tancur. La tenia mejor elaborada Lopes, pero Betancur cuando llegé al gobierno, sorpresiva- mente lanzé su propuesta de paz... Cuando Betancur estaba pronunciando su discurso de posesién a mi me estaban haciendo una entre vista aqut en el Caquetd. Y nosotros dijimos: “Estamos listos a conversar donde sea. Esta- mos pendientes*! El mismo grupo habia propuesto el 20 de julio de 1981, que para lograr la paz era necesario “el levantamiento del estado de si- tio y por consiguiente la derogacién del es- tatuto de seguridad; amnistia general e incondicional; didlogo nacional”™”. Estas eran las tres propuestas que hacia entonces el M-19. Decian los lideres de este grupo que Betancur respondié entonces, con Ia fa- mosa multipartidaria con el partido conser- vador, con el partido liberal, con el partido comunista y hasta con el M-19. Sin embar- go, las propuestas que hizo la multipartida- ria estaban por encima de las posibilidades del mismo Presidente”. Aunque en 1983, se establecieron con- versaciones directas entre el Presidente, en viaje por Espaiia, y representantes del M-19, la tiltima parte del acercamiento se adelanté a través de una Comision de Paz especial- mente designada por la Presidencia y la cual finalmente se comprometio en la firma de los acuerdos de cese al fuego. Segtin Bate- man: “Belisario lo que hizo fue echarle la 30 Bateman, Jaime. Oiga Hermano. Ediciones Macondo, Bogots, 1984, pig, 41 31 bid, pig 46. 32 Tbid., pig 47 33. fe. Bateman.. 45 Pontificia Universidad Javeriana palangana a la Comision de Paz sin compro- meterse él mismo”. Este tipo de acercamientos con los distin- tos grupos dio como resultado que el primero de los acuerdos fuera firmado el dia 28 de mayo de 1984 entre la Comisién de Paz y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colom- bia-Ejército del Pueblo. Este pacto fue seguido por otros que comprometian al Ejército Po- pular de Liberacién, al Movimiento 19 de Abril y a un sector de Autodefensa Obrera. Este paquete de acuerdos acabé de firmarse en el mes de agosto de 1984. El acuerdo firmado con las FarcEP, fue representativo de este proceso por lo que se referirén algunos de sus apartes: En el numeral 8 se estipulaba que: La Comision de Paz da fe que el Gobierno tiene una amplia voluntad de: a) Promover la modemizacién de las instituciones politicas... b) Impulsar vigorosamente la aplicacién de una politica de Reforma Agraria...c) Robuste- cer y facilitar la organizacién comunal...d) Hacer esfuerzos para el incremento de la edu- cacién...e) Mantener su propésito indeclinable de que se defenderdn los derechos humanos de los ciudadanos como lo consagra la Constitu- cién... f) Promover, una vez reestablecida la paz, y tal como ocustié en otras oportunidades, iniciativas para fortalecer las mejores condicio- nes de la fraternidad democrdtica, que tequie- ren perdon y olvido...°. También se destacaba en este acuerdo el hecho de que algunos apartes podian ser su- jetos a amplias interpretaciones de acuerdo a las exigencias de la coyuntura. El ejemplo mis claro lo constituia el articulo 3 que decia: “la orden del Seftor Presidente (cese al fuego) pos y personas que acaten y respeten las bases del acuerdo'y no infrinjan la ley penal”. En este articulo se contemplaria, por ejemplo, la prohibicién de porte de armas y uniformes militares si se tiene en cuenta el término “ley penal”, pero como se entiende, el manejo de estas minucias legales dependia mas bien de las condiciones politicas del proceso. Se evi- dencié, entonces, el cardcter no necesaria- mente legal de los textos de los acuerdos los cuales estaban obviamente sujetos a una “li- bre” interpretacion. Esta es una de las razo- nes que llevé a analistas, como Fernando Ce- peda, a afirmar que “un andlisis puramente formal, juridico, de los acuerdos esta conde- nado al fracaso ya que su cardcter es pura- mente politico”. La principal expectativa de los acuerdos fue el denominado Didlogo Nacional, foro generador de las propuestas de reforma so- cial que deberian ser implementadas por el Congreso, principalmente. Sin embargo, el famoso didlogo vivid el retiro de importan- tes sectores, desde la guerrilla hasta el grupo oficial, ademas de haberse minimizado en los medios de comunicacién masiva, sin que se hubiera logrado, por otra parte, una adecuada eficiencia operativa. El debate electoral para la sucesién de Betancur rapidamente gané importancia frente a la opinion publica, y el tema de la paz sufrié una repentina relegacién a pesar de la proporcién del fracaso del dialogo, sin que nadie pareciera reaccionar. El Didlogo ‘Nacional pasé a un segundo plano en la dis- cusién publica. Aunque el ministro de gobierno, Jaime Castro, seguia afirmando en noticieros de television que el Didlogo Nacional no habia muerto, la realidad era otra y el gran plan y la convocatoria de las comisiones del Dialo- go Nacional se complicaron cada vez mas empezando por los desacuerdos en los pla- nes y metodologias de trabajo, siguiendo con un creciente ausentismo y una cada vez mayor subestimacion de su importancia por 34 Documento del Acuerdo de Cese al Fuego firmado en la Uribe. 35 El Eapectador, 19 de marzo de 1985, pig . 1A. 36 — Conferencia dictada en la Universidad de los Andes, Bogots, Enero, 1995. 46 | { i | MEMORIA YSOCIEDAD. parte de los partidos politicos que, para “ese tipo de discusiones tienen al Congreso”, Al tiempo, existia un sector del movi- miento guerrilleto que no participé en los acuerdos de cese al fuego. El principal de estos grupos fue el Ejército de Liberacién Nacional, ELN, el cual continué su accién armada junto con los grupos disidentes de las Farc, como el Ricardo Franco, y con el nuevo grupo guerrillero que surgia a partir de las luchas indigenas del Cauca, el Quin- tin Lame. Estos grupos constituyeron ade- mas un creciente nucleo armado de oposicién al proceso, especialmente fortale- cido por un proceso de unidad que se evi- denciaba en las declaraciones del comando mayor del Ricardo Franco en el sentido de estar actuando en unién del ELN y buscan- do el mismo objetivo con el Quintin La- me”. No es del todo claro cual era el peso militar de estos grupos desde un punto de vista cuantitativo pues constituian, en todo caso, una minoria del movimiento guerrille- 10 colombiano, especialmente frente al gru- po mas numeroso, las Farc. Pero sus acciones fueron publicitariamente muy im- portantes, a pesar de que los grupos guerri- lleros mas tradicionales, especialmente las Farc, les declararon una especie de guerra interna para acabar con este grupo disidente © enemigo, como ellos mismos lo cataloga- ron, y cuyos efectos y secuelas todavia persis- ten en los afios noventa como luchas territoriales de exterminio entre sectores del movimiento guerrillero. Sin embargo, la accién de estos grupos tebeldes renuentes a los acuerdos fue un ele- mento de importancia pues permitié a los sectores no guerrilleros que se oponian al proceso, referirse continuamente a las “viola- 37 El Eapectador, 15 de mayo de 1985, pig 8D. 38 El Tiempo, Octubre 18 de 1984, pig. 1A. 39 El Espectador, Septiembre 20 de 1984. pig. 7A. 40 El Tiempo, Septiembre 24 de 1984. pig. 7A. ciones al tratado de cese al fuego”, especial- ‘mente y como era de esperarse desde la pro- paganda de los sectores militares”, y referirse al “fortalecimiento que se da dentro de la gue- rrilla escudandose en los pactos de paz” como fue denunciado por un foro de propietarios del Magdalena Medio™; y hasta hacer decla- raciones como las de monsefior Ramon Mantilla Duarte, quien promulgaba que, “la Guerrilla firma la paz con una mano y con la otra comete crimenes”” . Entre los sectores mas opuestos al pro- ceso de paz es necesario mencionar a los grupos paramilitares que se empezaron a crear para impartir “justicia privada” ante el presunto abandono por parte del Estado de la proteccion que este deberia dara la honra y bienes de los ciudadanos y que segun al- gunos sectores de la sociedad, seguian sien- do amenazados por los guerrilleros como si nada hubiera pasado. Grupos como el MAS, los Tiznados, los Grillos, etc., triste- mente célebres durante el periodo subsi- guiente de la “guerra sucia”, fueron fuerzas muy importantes como presién desestabili- zadora del proceso de paz. En relacién a las fuerzas de oposicién a ta Apertura Democratica aparecié como in- teresante y determinante la posicién del Go- bierno. El propio Presidente denuncié una conspiracién para realizar un Golpe de Es- tado™ la cual coincidia con la creciente acti- tud de rechazo de algunos sectores hacia las politicas de paz del Gobierno. Se destacaban las posiciones de la Asociacién de Militares Retirados, que publics en los principales pe- ridicos una carta de abierta oposicién al proceso”; la declaracién del Episcopado Colombiano en contra del proyecto de in- dulto"; y sobre todo, la actitud de creciente 41 Revista Semana, Primera Semana de Octubre de 1984, pig. 24, 42. El Espectador, 23 de Septiembre de 1984, pig. 8A. 43. El Espectador, Octubre 2 de 1984, pag. 1A. 44 El Espectador, 16 de Octubre, pig 9, Seccion Bogots; 22 de Septiembre de 1984, pig. 9A. 41 Pontificia Universidad Javeriana critica que asumieron los principales gre- mios econdmicos como la Andi, Fenalco, Fedegan, SAC, Camacol, Acodi, SAG, etc., los cuales se pronunciaron continuamente expresando su preocupacién por la situa- cién de orden publico”. La declaracién de Betancur, a pesar del gran riesgo politico que implicé produjo una reaccién de algunos de los grupos opo- sitores en el sentido de apoyar nuevamente al Gobierno, asi fuera levemente 0, por lo menos a disminuir las diatribas contra el proceso del Dialogo Nacional. Se destacd entonces una cascada de titu- lares de prensa del siguiente tenor: “No soy conspirador”: Echeverri Correa (Andi)**, “No soy anfitrién de conspiradores”: Villegas (senador conservador)’y asi sucesivamente; al mismo tiempo que el gobierno declaraba estar estudiando medidas ofensivas contra los ejércitos particulares*®. No significé esto que la oposicién al Gobierno en sus politicas de paz desapare- ciera, pero por lo menos se ejercié algin control momentineo sobre la misma. También es notable la posicién del Go- bierno frente a la actitud adoptada por algu- nos grupos en tregua. El EPL después del acuerdo de cese al fuego, hizo exigencias de desmilitarizacion en zonas de actividad gue- rrillera bajo la amenaza de retornar a la lu- cha armada™; sin embargo, el ministro de Gobierno, Jaime Castro, fijé una posicion firme y clara ante la amenaza, aludiendo a la voluntad del Gobierno de concertar la paz dentro de una conversacién estricta de las teglas del Estado de Derecho, lo que impli- caria el ejercicio de la fuerza militar cuando se considerara necesario para mantener el orden publico™. Esta declaracién, aunque 45 El Eopectador, Octubre 6 de 1984, pig. 1A. 46 El Tiempo, Octubre 4 de 1984, pig. 10. 47 EL Bspectador, Octubre 13 de 1984, pig. 1A. 48 EL Espectador, 18 de Septiembre de 1984, pig. 1. 49° Ibid, pig 1A. constituyé un nuevo riesgo, produjo un efecto de control sobre este grupo cuya posi cién afectaba la buena marcha del proceso. En este ambiente de “tira y afloje”, dos dias después de la firma de la tregua con los ultimos grupos concertantes de la misma, el Presidente declaré que, ni se nos han hecho ni aceprariamos propues: tas al margen de la ley, en los pactos de paz que el Gobierno ha firmado, no se entrega na- da que sea accidental o esencial en la natura- leza de nuestro Estado; dichos pactos son expresin de la fortaleza reflexiva, no de la de bilidad del Gobierno; mantenemos la mano tendida a la reconciliacién pero también la mano vigilante en la defensa de la seguridad de la gente, si persisten en la violencia o el secuestro 0 el delito en cualquier forma, grupos 0 individuos recalcitrantes... Vamos a dar un espacio a la actividad politica, a parti de las evidentes garantias que hoy tenemos” Esto, ademas de insistir en que la inicia- tiva del proceso provenia principalmente del Presidente y la Guerrilla, confirma lo ya expuesto en este trabajo en cuanto a las in- tenciones de incentivar un proceso real de pacificacién a través de una mayor politiza- cin de la sociedad, manteniendo una posi- cién clara y firme en relacién a la defensa del Estado de Derecho al cual se debian in- tegrar las fuerzas de oposicién armada. En el caso de los partidos politicos tra- dicionales, se evidencid un aislamiento im- portante del proceso por parte de los mismos. Excepto las reuniones efectuadas durante el mes de octubre de 1984 entre las. directivas del liberalismo y el conservatismo con el M19™, que no condujeron a declara- ciones importantes, y el nombramiento del 50 Estas declaraciones fueron las primeras despues de la tregua, dos dias después de concertada la misma. Se publicaron en. todos los diatios del pats. 51 El Eapectador, 27 de Septiembre de 1984, pig. 11B. 48 director del Instituto de Estudios Liberales, Hernando Gémez, como vocero oficial del partido para el Didlogo Nacional, las direc- ciones de los partidos se concentraron en el manejo aislado de la crisis politica, mas preocupados por las estrategias electorales para las elecciones de 1986. Su papel como 52 El Espectador, 27 de Septiembre de 1984, pig. 11B. participes del proceso solamente puede refe- tirse a su representacidn en el Congreso, cu- ya actuacién se referiré a continuacién. Ya el Gobierno habia establecido que el Dialogo Nacional no seria instancia deciso- tia ni que intentaria en ningun momento 49 | | Pontificia Universidad Javeriana reemplazar la funci6n legislativa del Congre- so”, Esto coincidié con las declaraciones de las directivas del rgano legislativo en el sen- tido de no participar en el Didlogo Nacio- nal”, Asi, se establecié de una vez por todas que si bien la actividad parlamentaria era el elemento indispensable para institucionali- zar las propuestas emanadas del Gran Did- logo, su actividad era independiente del mismo, lo que de otra manera significaba que el éxito o el fracaso del reformismo su- gerido estaba en manos del Congreso y en su manera de responder a las presiones de la sociedad civil, incluidas las del Didlogo Nacional. Desafortunadamente el anilisis de la ac- tividad parlamentaria deja mucho que de- sear. La iniciativa mas importante que se aprobo como ley, otorgaba al presidente la facultad de conceder el beneficio del indulto a los subversivos que se encontraban incur- sos en los delitos de sedicién, rebelién y aso- nada y en otros diferentes alos que se les habia dado el caracter de conexidad. Sin em- bargo, la mayoria de los supuestos de refor- ma social que esperaban ser estudiados y aprobados por el Congreso, quedaron por fuera de las sesiones ordinarias y extraordi- narias del parlamento. EI ejecutivo, contradictoriamente con sus propias propuestas y haciendo eco al Congreso empez6 a considerar que la apro- bacién del indulto era una medida suficien- te y en ese sentido se dieron declaraciones de Jaime Castro y del ministro de defensa, Miguel Vega Uribe, diciendo que el indulto era la ultima concesién del gobierno y del Congreso a la guerrilla. Se desvirtud, enton- ces todo el caracter y contenido de la apertu- ra democratica, que si bien exigia el paso inicial del indulto, esperaba profundizar en la consecucién de las reformas sociales ade- 53 El Tiempo, 1 de Octubre de 1984, pig, 1A. 54 El Espectador, 2 de Octubre de 1984, pig. 6A. 55 El Espectador, 7 de Abril de 1985, pig. 5A. cuadas para superar la crisis orgénica que afectaba al sistema. Los sectores militares, como era de espe- rar, asumieron una actitud de prevencién y desconfianza crecientes frente a la apertura. La formacién ideolégica que venian recibien- do dentro del esquema de la Doctrina de la Seguridad Nacional explica, en parte esta ac- titud. El proceso de autonomia y politizacion que venian experimentando los militares en ‘Colombia, les permitié ya en los ochenta ser un grupo importante frente al proceso politi- co. Ademas, el papel activo que jugaban en el conflicto violento, en los campos especial- mente, los Hlevé lo mismo que a la guerrilla a una continuada ruptura de la tregua pactada. El efecto anticomunista buscado por los mili- tares simplificaba su percepcién del conflicto social y los convirtié en uno de los factores negativos mds importantes en aquella coyun- tura. Generalizaciones acerca del grupo mili- tar tuvieron, por supuesto, sus excepciones. Tal es el caso del general(r) Matallana quien asistio a la reunion que funcionarios del go- bierno tuvieron con los altos mandos de las Farc en la zona montafiosa de La Uribe y apo: y6 de manera més 0 menos clara el proceso de paz. En todo caso, la actitud mas comin entre los militares fue la del ataque al proceso, recrudecida esta en proporcién a los ataques que se empezaron a renovar contra las fuerzas militares, de parte del sector guerrillero disi- dente: helicépteros derribados, buses milita- res atacados en las zonas urbanas, ataque a cuarteles, etc.”*, Por supuesto, aqui no se incluyen las posiciones de todos los grupos involucrados en el proceso politico, y ni siquiera los men- cionados son analizados en todas sus pro- yecciones, pero veremos a continuacién un poco mas acerca de las posiciones de la Ila- mada izquierda colombiana, con el fin de 56 El Espectador, 11 de Mayo de 1985, pig. 1A: Asalto a Cuarteles en Suba; El Espectador, 15 de mayo de 1985, pig. OA: Ataque del ELN a la Carcel Modelo; El Espectador, 16 de Mayo de 1985, pig, 1A: Derribando Helicopteros del Bjercito en Cauca; y muchas otras acciones del estilo. 50 j { I | | { i | | | i | ‘MEMORIA Y SOCIEDAD Luciano Jaramillo, “Paloma” (1970) obtener una mayor proyeccién en el trata- miento del problema. La Izquierda frente al proceso Hablar de “izquierda en Colombia” en aquella época nos remite a una dificultad se- mantica. Con este término se designé a una gran cantidad de ideologias, partidos, movi- mientos sociales, que tenian en comin una actitud de cambio, antigonica o revolucio- naria frente al sistema tradicional”, En el proceso politico de los ochenta, se identificaban por lo menos tres importantes sectores de la denominada izquierda: el gue- trillero, el de los partidos politicos y el de algunos grupos comunitarios de base inclui- das las organizaciones sindicales. En relacién al primero, este se encon- traba dividido en dos grandes grupos: los que aceptaron y los que no, los acuerdos de paz. En esta parte se hara mencion a un aspecto de la accién de estos actores que resulta ilus- tradora: la vinculacién de estos grupos con los partidos politicos en su camino hacia la legalidad. Asi, no se hard demasiado énfasis en sus posiciones independientemente de es- tos ambitos institucionales lo cual compren- deria un anilisis mas extenso que en todo caso ya se ha realizado por parte de notables investigadores®. En el caso de las Farc, es indudable su tradicional relacién con el Partido Comu- 57 Gaona, Manuel, Bases para un estudio sobre Ia oposicién en Colombia., Universidad Externado-de Colombia. = Bogoti,Diciembre de 1982. 58 Garcia, Mauricio, De la Uribe a Tlaxcala: Procesos de Paz... CINEP, Bogots,1992. 51 Pontificia Universidad Javeriana nista Colombiano. Esta agrupacién, fue la fundadora de la tristemente célebre Union Patridtica, UP, de los afios de la “guerra su- cia”, creada con el dnimo de integrar a los sectores de izquierda, muy en la linea de los frentes populares del PCC, que en este caso se expresaron casi exclusivamente como un frente electoral. El partido Comunista no sélo dio su apoyo a esta estrategia electoral, sino que sé constituyé desde la legalidad, en el mas im- portante impulsor de la UP, a través de su periédico VOZ, en las declaraciones de sus miembros”, y en general en cuanta declara- cién oficial se referia al problema de las elec- ciones de 1986. Las Fare, por supuesto, mantenian una minima autonomia pero su vinculacién al PCC en esta coyuntura fue mas que evidente. La iniciativa comunista de la UP habia sido bien recibida por secto- res liberales, autodenominados progresis- tas, especialmente el liderado por Alvaro Uribe Rueda, quien proclams su adhesion ala UP, de manera informal, aunque tam- bién hubo intentos de vinculacién a la pro- puesta de un frente amplio de parte de Ernesto Samper, quien participé en el acto de lanzamiento de la UP, y de Luis Carlos Galan, quien declaré que su movimiento deberia tender hacia la izquierda®, aunque mas en el sentido, de volver progresista su partido y no tanto para crear una coalicién con los sectores mas radicales incluidos los de la guerrilla. A su vez, el EPL, aunque asistié a las reuniones convocadas por todos los gesto- tes de la unién de la izquierda, especialmen- te el grupo Firmes y el PCC, mantuvo serios desacuerdos frente a las propuestas electora- les y adelanté una campafia independiente, a través de su brazo legal, el Partido Comu- nista-Marxista Leninista, para proponer la convocatoria de una Asamblea Constituyen- te, que reemplazaria en sus actividades al Congreso. Otros grupos mas radicales co mol Pany Libertad y A Luchar, expresaron desde la “legalidad” su apoyo a los grupos guerrilleros disidentes e incluso sabotearon importantes concentraciones populares convocadas por los sectores de union de la izquierda®. Se evidenciaron, entonces, dos aspec- tos: la desunién tradicional de los grupos de izquierda, clara atin en medio de una unién aparente expresada por el tema electoral y por la convocatoria a un paro civico nacio- nal; de otra parte se mantuvieron sectores totalmente disidentes y finalmente, fue rec rrente el acercamiento de los sectores libera- les tradicionales mas progresistas con una indefinida intencién de cooptar a las organi- zaciones de la izquierda. Al tiempo, surgian dudas sobre la arti culacién de todos estos movimientos que pretendian representar a las clases subalter- nas y la actitud de estas clases frente al lide- razgo politico que intentaron asumir estos grupos de izquierda. Lo que se evidencié en esa coyuntura, y lo que parece irse profundi- zando hasta la actualidad, es una creciente desarticulacién entre ambos sectores. Si bien es cierto que los grupos politicos orga- nizados, vincularon sus acciones con mu- chos movimientos populares de base, esto no dejé de tener un cierto aire de oportu- nismo. Si observamos, las protestas sociales que se produjeron en aquellos afios en Co- lombia, vemos una gran expresién de con- flicto, pero también vernos cémo muchos de esos movimientos fueron liderados por or- ganizaciones de base autonomas, casi nunca vinculadas o dirigidas por los llamados gru- pos de izquierda. Un alto grado de intereses locales sin mayor vinculacién con proyectos 59 Concretamente en el foro convocado por la Universidad Central en 1985 en el cual José Arizola del Partido Comunista se pronuncié en ese sentido. 60 Exe liberal, ademas, declaraba continuamente su cardcter revolucionario y progresista: El Tiempo, 22 de Abril de 1985, Ag. 18D; El Espectador, Febrero 5 de 1985, pig.5A. 61 El Espeetador, 23 de Febrero de 1985, pag. 5A. 62 Vor, Marzo 21 de 1985, ig. 22. 52 t | MeMORIA Y SOCIEDAD politicos macro y procesos de rebelién es- pontinea fueron los denominadores comu- nes de estos movimientos sociales. Es més, surgié una diferencia interesan- te entre los grupos de izquierda que se cen- traban en la discusién, desde posiciones ideolégicas radicales, alrededor del debate electoral, y los sectores populares que iban mientras tanto a la accion. Otra evidencia de esta desarticulacién fueron los porcentajes de votacién que resultaron bajos para los partidos de iquierda® lo mismo que el apo- yo popular directo a las manifestaciones y propuestas de dichos grupos”. CONFLICTOS SOCIALES DETECTADOS EN LOS MESES DE FEBRERO A MAYO DE 1985 1, Sector obrero-artesanal Huelga en Hipilandia; huelga en Panade- tia La Criollita; conflicto laboral en Ban- co de Santander; huelga en Muebles Hermes (La Ceja); protestas organizadas en Croydon; toma de instalaciones en Hulleras La Ramada; protestas obreras del 1° de mayo; paro de buses en Bogoti; toma de catedral de Neiva (obreros sindi- calistas); toma de palacio arzobispal de Tunja (Caja Popular Cooperativa). 2. Sector campesino-indigena Toma del Concejo de Barranca; toma del Incora en Cali; movimiento campe- sino en El Bagre; toma campesina de San José del Guaviare. 3. Sector estudiantes Paro en la Universidad de Tunja. 4. Sector gobierno Paro de empleados de la Universidad Pedagégica; paro de empleados estata- les; conflicto laboral en el acueducto de Bogota; marcha de protesta de emple- dos del Servicio Nacional de Erradica- cién de la Malaria; protestas en Alcalis de Colombia; protestas en Puertos de Colombia; protestas en Ecopetrol; paro en Ferrocartiles Nacionales. 5. Sector civico-regional Toma de tierras en: Soacha, Silvania, La Mesa (Cundinamarca); Baraya, Pita- lito, Campoalegre, San José de Isnos, Villavieja, (Huila); Zulia (Norte de San- tander; invasiones urbanas en Bosa, Cajica, Suba; anuncio de paro civico en Unrra y Mitu; protesta de pequefios pro- pietarios en Bogota; protestas en defen- sa del hospital de Pereira; toma de la Cruz Roja en Bogota; toma del Colegio Mayor de Yumbo; desfile de motos en Bogotd; protestas por el barrio Bochica Il en Bogoté; protesta contra tarifas de energia en Barrancabermeja; manifesta- cin contra recorte presupuestal en Bie- nestar Familiar; bloqueo en autopista del sur en Bogota. Sub-totales detectados 1. Sector obrero-artesanal 10 2. Sector campesino-indigena 4 3. Sector estudiantes 1 4. Sector gobierno 8 5. Sector civico-regional 23 Total 46 (Fuentes periodisticas: El Espectador, El Tiempo, Vor, Revolucién, Tribuna Roja, Frente Socialista) Vemos en este pequefia muestra, que la profundizacion de la crisis del sistema se ex preso entre otras cosas por una amplia gama de reacciones populares. El debate por la union de la izquierda, ampliada a sectores liberales, pudo haberse definido en ese mo- mento en torno al eventual dor de estos brotes de descontento, pero las Propuestas partidistas se concentraron en las opciones electorales incluyendo el tema de la desmovilizacién del movimiento gue- jerazgo alrede- 63. Santana, Pedro, Los Movimientos Sociales en Colombia. Bogots, Foro por Colombia, 1989. 64 __ Esta seleccon resulta incompleta pero da una idea de la calidad y cantidad de los conflictos sociales en Colombia en 1985. Lis } { \ | Pontificia Universidad Javeriana trillero reducido a su eventual participacion como masa electoral. Encontrar el verdadero punto de arti- culacién entre las diversas tendencias de oposicién y materializarlo en una vincula- cién con los grupos de base fue una tarea inconclusa de la izquierda en ese periodo. La riqueza de opciones planteadas en el acer- camiento entre el Estado y la oposicién mas radical, el movimiznto guerrillero, no fue- ron suficientemente exploradas por los gru- pos legales de izquierda y su desvinculacion de los movimientos sociales a cambio de la atencidn prestada al tema electoral hizo de esa época un verdadero fracaso en términos de la renovacién de las formas de hacer po- litica, que perduran hasta la actualidad. CONCLUSIONES Mas de una vez se ha insistido en que la violencia, las violencias, en Colombia estin ligadas a las estructuras culturales, politicas y socio-econémicas del sistema y su solucion se encuentra en los propios cambios a nivel de dichas estructuras. En los afios ochenta se evidencis el ca- racter organico de la crisis de la sociedad colombiana y una de sus principales conse- cuencias fue el intento creciente de politiza- cién, el cual se adelanté especialmente por iniciativa del gobierno del presidente Belisa- tio Betancur. Aunque el acercamiento entre la guerri- Ila y el gobierno constituyé un indiscutible avance ante la posibilidad de alcanzar cam- bios efectivos en el pais, este proceso, llama- do “de paz”, presenté una gran complejidad y un eventual fracaso, que se explica en par- te al considerar las diferentes posiciones asumidas por sectores representativos de la sociedad. Como expresién de la crisis, el llama- do Didlogo Nacional, un espacio paralelo a la institucion legislativa y de gran acepta- cién en el momento, evidencié la falta de legitimidad del Congreso como érgano re- 54 presentativo de los intereses nacionales. Sin embargo, y quizis por ello, este actor institucional, apoyado por los militares, las altas jerarquias de la Iglesia, y los gremios, principalmente, fue definitivo en el estan- camiento del proceso, dado que el organis- mo parlamentario era el encargado de institucionalizar las reformas necesarias su- geridas desde el didlogo nacional y demos- tré en cambio una falta evidente de voluntad politica para el cambio de las es- tructuras sociales. Dado el cardcter de la crisis, el reformismo se presentaba como una necesidad no solamente de los secto- res populares, en busca de mejores condi- ciones de vida, sino también de los grupos dominantes, en su interés por mantener un control legal de la sociedad. Una eventual unidad de los sectores po- pulares para ejercer presién en pro de las reformas, o por lo menos una unidad de los, grupos que pretendian representar a dichos sectores, se present6 cada vez mas improba- ble dada la dificultad, tradicional ademas, de superar las diferencias ideoldgicas que se presentan entre estos grupos. Si la necesidad de los grupos dominan- tes de mantener el control social hubiera po- dido materializarse, en las condiciones de crisis de esos aiios, dentro del marco del Es- tado de Derecho colombiano, se hubiera lo- grado una adecuada politizacién de la sociedad; pero lo que efectivamente se evi- dencié fue una limitada capacidad de los grupos dominantes para crear un consenso, y por lo tanto una limitacion de la capacidad coactiva, mientras la coyuntura continué ‘empeorando. Asi, la poca viabilidad del proceso de paz de Betancur fue determinante para el fu- turo del pais que a partir de los ochenta y hasta la actualidad siguié debatiéndose en- tre los intentos de una Apertura Democrati- ca y el espectro amargo de muchas guerras civiles coincidentes y generalizadas (guerri- Ila, paramilitarismo, narcotrafico, guerras sucias, etc.) pasando por las, hasta ahora po- ‘MEMORIA ¥ SOCIEDAD tenciales, imposturas de un gobierno autori- tario (civil o militar). De todas las opciones, la que mas cla- ramente ha interpretado la herencia de di- cho fracaso parece ser el mantenimiento solapado, por discursos tecnocraticos 0 po- pulistas, de las estructuras generadoras de injusticia, desigualdad y violencia. En con- secuencia, el mantenimiento de la misma crisis estructural y su correlato que es la despolitizacién real de la sociedad colom- biana. $OOO00O 000 oi { t 1

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