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La inmunidad innata o natural es una línea de defensa que nos permite controlar, en
la gran mayoría de los casos, a los agentes patógenos. En este tipo de inmunidad la
respuesta es rápida y local.
Los fagocitos: que en la sangre son los neutrófilos y en los tejidos los
macrófagos. Se encargan de fagocitar a los agentes infecciosos que han logrado
atravesar las superficies epiteliales. Los fagocitos son células capaces de rodear,
engullir y digerir microorganismos y detritus celulares.
Las natural killer o asesinas naturales: son un tipo específico de leucocitos que
son activados por interferones en respuesta a virus o por otras citocinas, como la
IL-2. Su función es reconocer y lisar las células infectadas por virus o que son
cancerosas. Detectan, mediante sus receptores de membrana, la ausencia o
presencia del complejo principal de histocompatibilidad (MHC). Si las células
no presentan este tipo de complejo serán destruidas por las natural killer. La
forma de destruir las células es uniéndose a ellas, creando unos poros en su
membrana (gracias a la perforina) y por estos poros pasan las granzimas
(enzimas que inducen la apoptosis en la célula).
Existen otros tipos de factores que intervienen en la inmunidad innata, que son las
proteínas de fase aguda y el sistema del complemento. Éste es un complejo
multiproteico sérico (formado por más de 20 proteínas) que intervienen en el control de
la inflamación, en la activación de la fagocitosis y en el ataque lítico sobre las
membranas celulares. Puede activarse por vía clásica (componentes C1, C4, C2 y C3;
mediado por inmunocomplejos que contienen IgG o IgM o por bacterias, virus,
lipopolisacáridos, etc.) o por vía alternativa (ver vía alterna del complemento). Ambas
funcionan como sistemas de amplificación en cascada, siendo la enzima C3-convertasa
la que activa el C3 (componente principal del sistema del complemento, generando
péptidos con efectos múltiples: opsonización, quimiotaxis, vasodilatación y aumento de
la permeabilidad, lisis celular, etc). Las consecuencias más directas de la activación del
sistema de complemento son:
Sus componentes principales son los linfocitos y los productos linfocitarios. Entre los
que destacan los neutrófilos, eosinófilos, basófilos, mastocitos, monocitos, macrófagos,
lintocitos (linfocitos T, B, NK) y las células dendríticas.