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Crisi Financiera Johanna
Crisi Financiera Johanna
EN EMPRESAS GLOBALES
A inicios del año 2009 los bancos universales también registraron daños
progresivos. Las estimaciones de las pérdidas fueron incompletas y
contradictorias El incumplimiento comenzó diseminarse hacia otras formas de
crédito al consumidor y, al mismo tiempo, alcanzó a deudores de créditos
hipotecarios considerados de menor riesgo que los Subprime. A medida que
reconocían nuevas pérdidas, los grandes bancos muchas veces se vieron
obligados a salir en busca de aportes de capital cada vez más costosos,
principalmente de fondos soberanos, para reforzar sus cajas y volver a
adaptarse a los acuerdos de Basilea. Además,
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Federal Reserve Act (1932), el Banco Central tiene poder para prestar a cualquier institución contra
cualquier colateral, siempre que declare que eso es necesario, pues «circunstancias específicas así lo
exigen
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Para mayor información sobre el sistema financiero inmobiliario americano, consultar Rafael F. Cagnin:
«O Mercado Imobiliário e a Recuperação Econômica dos eua após 2002
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Segun el Tesoro, los mayores acreedores de las deudas de las agencias estadounidenses eran China y
Japón.
La quiebra de Lehman Brothers dificultó la obtención de nuevo capital por parte
de los bancos. En este marco el Fed, tubo una necesidad de inyectar grandes
volúmenes de dinero público en los bancos y de otorgar garantías para
emisiones de nuevas deudas. En la zona del euro, por ejemplo, los recursos
públicos orientados a intentar restaurar la confianza del sistema financiero
sumaron 2 billones de euros, el equivalente a 22,5% del PIB regional
Los agentes que más sufrían los impactos de la valorización cambiaria –las
grandes empresas exportadoras– fueron inicialmente los más atraídos a asumir
el rol de contrapartes. Como esas empresas poseían flujos de ingreso en
moneda extranjera, debían vender esas divisas con liquidación diferida, como
forma de defenderse de una apreciación cambiaria adicional. Así, las grandes
empresas exportadoras fueron las primeras que aceptaron realizar operaciones
de derivados de cambio donde los bancos tendrían una abultada posición
comprada con divisa convertible (generalmente dólares americanos) y vendida
en monedas locales. A primera vista, las operaciones propuestas parecían
clásicas transacciones de cobertura de riesgos (HEDGE). Pero un detalle
significativo cambió radicalmente el carácter de esas operaciones
transformándolas de hedge en especulativas: el volumen negociado constituía
un múltiplo de los flujos de ingresos en moneda extranjera (valor de las
exportaciones).
Para las otras empresas, fue un intento de reducir los costos financieros en un
momento de fuerte expansión de la actividad económica interna. Pero
evidentemente todas lo hicieron sin considerar los riesgos (y perjuicios) a los
cuales estaban expuestas.
Los factores causantes de esta crisis son, por supuesto, más complejos de lo
que sugieren algunas explicaciones simplistas que apuntan a supuestos fallos
de los gobiernos. Ni un "exceso de liquidez" como resultado de una "política
monetaria expansionista en los Estados Unidos" ni una "saturación mundial de
ahorro" bastan para explicar la situación próxima al colapso del sistema
financiero. Lo mismo cabe decir de las conductas fraudulentas individuales. Es
cierto que, sin el concurso de demasiados operadores avariciosos que trataban
de obtener ganancias de dos dígitos en un sistema económico que sólo puede
sostener tasas de crecimiento de un dígito, la crisis no habría estallado con
tanta fuerza.
Ciertamente, las actividades exportadoras son las que están siendo más
golpeadas por la crisis. Los precios del cobre, plata, zinc y estaño, principales
metales que produce nuestro país, se han reducido abruptamente entre 30% y
50%. Desde el último trimestre del año 2008 las empresas mineras han visto
disminuidas sus ganancias, lo que viene generando una reducción en la
recaudación del impuesto a la renta que aporta dicho sector. Ante esta
situación, las empresas mineras han reaccionado retrasando la ejecución de
algunos de sus proyectos y realizando despidos de personal.
Las medidas adoptadas por el gobierno para afrontar la crisis carecen de una
perspectiva integral, descuidando aspectos claves de la problemática
socioeconómica del país en la actual coyuntura. Particularmente, no ha sido
considerada la implementación de políticas que alivien las consecuencias
negativas de la crisis en las poblaciones de mayor vulnerabilidad. En este
sentido, el alcance y la cobertura de los programas sociales vigentes deben ser
reformulados, con la finalidad de incrementar su eficacia en el sostenimiento de
los ingresos y el consumo de las personas más afectadas por la crisis.