Está en la página 1de 2

Nínive:

La capital del imperio asirio quedaba localizada a unos 2 km de la actual


ciudad de Mosul, al E del Tigris, en Irak. La Biblia da como fundador de N.
a •Nimrod, junto con otras ciudades de Mesopotamia (Gn. 10:10–12). El
libro de Jonás la describe como una “ciudad grande en extremo, de tres
días de camino” (Jon. 3:3). Añadiendo que en ella vivían “más de ciento
veinte mil” niños (Jon. 4:11), lo que da una idea aproximada de lo
numerosa que debía de ser su población adulta.
N. tuvo su período de mayor gloria a partir del reinado de •Senaquerib
(705–681 a.C.). Este rey plantó un jardín botánico cerca de la ciudad,
trayendo árboles de todas partes del imperio, así como magníficos palacios.
Al que construyó para su uso personal le llamó “el palacio sin igual”. En lo
que queda de los muros de éste todavía pueden apreciarse hermosos
murales en forma de relieve, que describen escenas sobre la misma
construcción del edificio, así como otras de guerra, entre ellas una que trata
de la conquista de •Laquis. Después de la muerte de Senaquerib (2 R.
19:36–37), su sucesores, •Esar-hadón y •Asurbanipal construyeron también
palacios en los cuales se han encontrado magníficos relieves. Asurbanipal
logró formar una extensa biblioteca con interesantes documentos
cuneiformes sobre la literatura asiria, la ciencia, la mitología, la historia y
otras disciplinas.
Como cabeza del imperio de los asirios, que invadieron a Israel,
conquistaron a Samaria y exiliaron buena parte de su población, N. era
vista por los israelitas como símbolo de opresión y oprobio. El profeta
Sofonías profetizó su destrucción (“Y extenderá su mano sobre el norte, y
destruirá a Asiria, y convertirá a N. en asolamiento y en sequedal como un
desierto” [Sof. 2:13]). Todo el libro de •Nahúm es una profecía en contra
de N., a la cual se llama “ciudad sanguinaria, toda llena de mentira y de
rapiña” (Nah. 3:1), y se anuncia su destrucción, la cual tuvo lugar en el
verano del año 612 a.C. por una combinación de fuerzas de los medos y los
caldeos, y quedó totalmente abandonada.
1

Nabopolasar de Babilonia y de Ciaxares el medo sitiaron y capturaron Nínive. Parece


ser que la ciudad fue incendiada, puesto que muchos relieves asirios están estropeados
o manchados por el fuego y el humo. Una crónica de Babilonia informa con referencia
a Nínive: “Se llevaron el gran despojo de la ciudad y el templo y [convirtieron] la ciudad
en un montículo de ruinas”. (Assyrian and Babylonian Chronicles, de A. Grayson, 1975,
pág. 94; GRABADO, vol. 1, pág. 958.) Hasta este día Nínive es una extensión desolada, y
en la primavera los rebaños pastan cerca o encima del montículo de Quyunjiq.

E Este
1
Lockward, A. (2003). Nuevo diccionario de la Biblia. (751). Miami: Editorial Unilit.
En la mitología mesopotámica, un Lammasu, Lamassu,
Lamasus, Lamasu o Shedu (en lengua acadia lamassu (femenino) o šêdu(masculino);
en lengua hebrea ‫שד‬, šed; en cuneiforme AN.KAL; en sumerio dlamma; en acadio Kuribu;
en babilonio-asirio Karabu) es una divinidad protectora, un ser híbrido legendario,
principalmente de la mitología asiria, que posee cuerpo de toro o león, alas de águila y
cabeza de hombre.1
Estos, sobre todo, grandes hombres-toro alados surgen en Asiria como
elementos apotropaicos para guardar las puertas de las ciudades o palacios de sus
monarcas (generalmente en parejas).
Además de benéficos y protectores para los que los poseyesen, estos
toros androcéfalos alados infundían temor y respeto a los espíritus maléficos y a los
enemigos. Existía una leyenda por la que mataban a los que se aproximaban, excepto a
los hombres puramente buenos o totalmente malvados.

nahum:
Para los historiadores resulta asombroso que esta profecía de Nahúm se cumpliera
con tanto detalle. Fuerzas caldeas y escitas sitiaron la ciudad. Lluvias especialmente
fuertes en días anteriores hicieron crecer el Tigris, que desvió su curso y enfiló hacia las
murallas, que cedieron. La misma ciudad se inundó en gran parte. Por la brecha entró el
enemigo. El rey asirio Sardanápalo había creído un oráculo que decía que Nínive sería
destruida cuando el río peleara en su contra. Al ver esto, perdió toda esperanza. Encerró
a sus concubinas y a sus eunucos en una cámara. Hizo una gran pira sobre ella y se
suicidó con toda su familia. Nahúm es tan exacto que a muchos se les hace difícil
aceptar que se trata de una profecía, diciendo que lo escribió después de saber los
hechos.
En el tercer capítulo Dios declara a Nínive: “Heme aquí contra ti”. Le advierte que
ella no es mejor que •Tebas, la que fue destruida a pesar del apoyo de Etiopía, Egipto,
Fut y Libia. La ciudad debe prepararse para lo que vendría (“Provéete de agua para el
asedio, refuerza tus fortalezas”). Pero los príncipes asirios no se verán por ninguna
parte “serán como nubes de langostas que se sientan en vallados en día de frío; salido
el sol se van, y no se conoce el lugar donde están”. Por su descuido, los habitantes de
Asiria serán esparcidos (“... tu pueblo se derramó por los montes”). El destino de
Nínive es la destrucción (“... tu herida es incurable”), lo cual será el asombro de las
generaciones futuras (“... todos los que oigan tu fama batirán las manos sobre ti”)
(Nah. 3:1–19).
2

2
Lockward, A. (2003). Nuevo diccionario de la Biblia. (737). Miami: Editorial Unilit.

También podría gustarte