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No Hay Medicina Sermon
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Lockward, A. (2003). Nuevo diccionario de la Biblia. (751). Miami: Editorial Unilit.
En la mitología mesopotámica, un Lammasu, Lamassu,
Lamasus, Lamasu o Shedu (en lengua acadia lamassu (femenino) o šêdu(masculino);
en lengua hebrea שד, šed; en cuneiforme AN.KAL; en sumerio dlamma; en acadio Kuribu;
en babilonio-asirio Karabu) es una divinidad protectora, un ser híbrido legendario,
principalmente de la mitología asiria, que posee cuerpo de toro o león, alas de águila y
cabeza de hombre.1
Estos, sobre todo, grandes hombres-toro alados surgen en Asiria como
elementos apotropaicos para guardar las puertas de las ciudades o palacios de sus
monarcas (generalmente en parejas).
Además de benéficos y protectores para los que los poseyesen, estos
toros androcéfalos alados infundían temor y respeto a los espíritus maléficos y a los
enemigos. Existía una leyenda por la que mataban a los que se aproximaban, excepto a
los hombres puramente buenos o totalmente malvados.
nahum:
Para los historiadores resulta asombroso que esta profecía de Nahúm se cumpliera
con tanto detalle. Fuerzas caldeas y escitas sitiaron la ciudad. Lluvias especialmente
fuertes en días anteriores hicieron crecer el Tigris, que desvió su curso y enfiló hacia las
murallas, que cedieron. La misma ciudad se inundó en gran parte. Por la brecha entró el
enemigo. El rey asirio Sardanápalo había creído un oráculo que decía que Nínive sería
destruida cuando el río peleara en su contra. Al ver esto, perdió toda esperanza. Encerró
a sus concubinas y a sus eunucos en una cámara. Hizo una gran pira sobre ella y se
suicidó con toda su familia. Nahúm es tan exacto que a muchos se les hace difícil
aceptar que se trata de una profecía, diciendo que lo escribió después de saber los
hechos.
En el tercer capítulo Dios declara a Nínive: “Heme aquí contra ti”. Le advierte que
ella no es mejor que •Tebas, la que fue destruida a pesar del apoyo de Etiopía, Egipto,
Fut y Libia. La ciudad debe prepararse para lo que vendría (“Provéete de agua para el
asedio, refuerza tus fortalezas”). Pero los príncipes asirios no se verán por ninguna
parte “serán como nubes de langostas que se sientan en vallados en día de frío; salido
el sol se van, y no se conoce el lugar donde están”. Por su descuido, los habitantes de
Asiria serán esparcidos (“... tu pueblo se derramó por los montes”). El destino de
Nínive es la destrucción (“... tu herida es incurable”), lo cual será el asombro de las
generaciones futuras (“... todos los que oigan tu fama batirán las manos sobre ti”)
(Nah. 3:1–19).
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Lockward, A. (2003). Nuevo diccionario de la Biblia. (737). Miami: Editorial Unilit.