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2004
Clarín.com » Edición Domingo 03.10.2004 » Zona » "No escribí con lápiz, sino con un pedazo del Muro de Berlín"
Claudio Martyniuk
cmartyniuk@clarin.com
—El Muro fue determinante en mi desarrollo como poeta porque sólo tenía
acceso a ciertos libros. A los clásicos modernos como Edgar Allan Poe,
Rimbaud, o T. S. Elliot apenas los conocí gracias a traducciones autorizadas
a ser publicadas en la RDA.
—Sin duda, Brecht era un referente obligado para todo artista de la RDA,
pero al mismo tiempo era una figura ambigua con la que había que lidiar:
pensemos por ejemplo en la actitud crítica que tuvo frente al levantamiento
obrero de 1953 contra el régimen de la RDA. Esa ambigüedad lo llevó a
escribir sus últimos poemas cargados de melancolía, las "Elegías de Bukow".
En ellos, después de aludir al 17 de junio de 1953, termina preguntándose si
"no sería mejor que el Gobierno disolviera el pueblo e hiciera elegir uno
nuevo". Ese Brecht crítico respecto de la RDA era mucho más interesante
para nosotros. Y cuando hablo de nosotros, me refiero a los autores jóvenes
de mi generación que en los 70 recién empezábamos a pensar, a escribir. Si
bien era una época de cierta estabilidad en la RDA y donde empezaba a
aparecer la crítica —pensemos en Christa Wolf o Heiner Müller, por nombrar
incluso a un heredero de Brecht—, al mismo tiempo eso que nosotros
escribíamos se volvió muy difícil de publicar porque nuestros escritos eran
tildados de vanguardistas o demasiado realistas; de hecho, la publicación de
mi primer libro fue una verdadera excepción. El dogma del realismo
socialista hacía que los textos fueran leídos con lupa y que se encontrara
crítica hasta donde no la había.
¿Por qué?
—Porque disidente es el que deja de creer, y para dejar de creer hay que
haber creído alguna vez. Más allá del término, lo que pasó conmigo fue lo
siguiente: en el 82 se publicó un poema mío en la RDA como parte de una
antología; era una suerte de pictograma, una sucesión de sustantivos sin
sentido. Pero si uno leía sólo las mayúsculas —y en alemán los sustantivos
se escriben con mayúscula— se podía leer otro texto, una especie de
metatexto que sí tenía sentido y que decía cosas como "a ustedes, ancianos
heroicos, los haga trizas la Revolución". Yo mismo me sorprendí de la
publicación, pero al parecer nadie había leído ese metatexto encubierto.
Claro que apenas esto saltó a la luz se ordenó excluir el poema de la
colección y las autoridades de la RDA me dieron "vacaciones" por tres años:
no pude volver a publicar, ni a participar de ninguna reunión oficial, ni a dar
charlas en la universidad. Entonces, con un grupo de amigos decidimos
editar una pequeña revista ilegal con una ti rada de no más de 100
ejemplares. Ediciones ilegales como esa no tardaron en plagar la ciudad, que
se convirtió en una suerte de rincón de juegos de la Stasi —la policía secreta
de Alemania Oriental—, con informadores en todas las esquinas.
—A eso me refería con ser escépticos. Hölderlin y Paul Celan son el meollo
de la cuestión. Hölderlin fue el más grande; era un visionario, tenía una
visión ideal de la Nación alemana como una nueva Grecia. En las antípodas,
Celan, el poeta judío venido de Bukowina que escribía en alemán, se volvió
cada vez más escéptico. Este poeta tanto escarbó en el lenguaje como
queriendo ir cada vez más adentro, que se le acabaron las palabras y
terminó por suicidarse. Hölderlin y Celan son los dos grandes polos de la
poesía escrita en alemán y nosotros escribimos en sus conciencias, como
también escribimos en la lengua de Weimar, la ciudad de Goethe, pero a la
sombra de un campo de concentración.