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Bestias en el diván.

El fracaso
político kirchnerista como fuente de
barbarie – Ricardo Maldonado
POR · 17/09/2017

Esta sociedad está enferma, pero la


enfermedad no hay que buscarla en las nosografías psicoanalíticas, ni
psiquiátricas. La enfermedad se llama capitalismo, y la única terapéutica viable
es la clase trabajadora enarbolando la bandera socialista.
Ricardo Maldonado
Psicólogo-Razón y Revolución

“Un psicoanalista se convirtió en el nuevo gurú de Cristina Kirchner. Jorge


Alemán se define como lacaniano, está radicado en España e integra Carta
Abierta. Fue discípulo de Laclau. Sus críticas a Cambiemos”[1]

Esta aparición fulgurante de un psicoanalista K en Clarín, fue contemporánea de


la de otro, en este caso, en Radio Mitre. Esta última, en relación a la nota
aparecida en Página/12 firmada por Alejandro Del Carril. El (también
psicoanalista) Federico Andahazi se la explicaba así a Alfredo Leuco:
“Alfredo, vos sabés que nuestro país es uno de los más psicoanalizados […] la
famosa grieta, también atravesó el campo de los psicólogos. Hace tiempo que se
viene dando una batalla sorda que la mayoría de la gente ignora. […] Esta
‘batalla cultural’ se está dando dentro de los consultorios. Muchos pacientes
llegan a consulta después de haber tenido experiencias verdaderamente graves:
psicólogos que los han querido cooptar con las viejas técnicas de lavado de
cerebro o los han echado de sus consultorios por votar a Cambiemos. […] Ayer,
en Los Leuco, presentamos, te diría la confesión en primera persona de un
psicoanalista militante que trata a los votantes de Cambiemos de
‘sadomasoquistas anales’ […]
En una nota aparecida, cuando no, en Página/12, titulada ‘Por qué los votan’, el
psicólogo Alejandro del Carril publicó la siguiente aberración. Repasemos
fragmentos de la nota: ‘Muchas personas se mostraron sorprendidas por el triunfo
de Macri en las elecciones de 2015 y por la defensa de su gobierno que realizan
muchos ciudadanos a los que dichas políticas afectan negativamente […]
Se suele decir que dichas personas votan contra sus intereses.’ O sea, si votaste a
Cambiemos, o sos un estúpido o sufrís de alguna psicopatología. Como dice
Cristina: es alguien que se dejó ‘psicopatear’ por el gobierno. No puede entender
que alguien que no vote al kirchnerismo e intenta explicarlo mediante la
psicología. Después, violando la regla básica del secreto profesional, cuenta
intimidades de sus pacientes: ‘Tuve la oportunidad de analizar a dos ‘militantes’
del PRO. Uno había vivido muchos años en un país acosado por el narcotráfico
[…] en una ocasión la policía lo había detenido sin razón y lo había mantenido
preso de forma ilegal en una comisaría durante tres días, donde unos presos se
dedicaban a violar a un homosexual todas las noches.’

A raíz de lo cual, se infiere, sufrió ‘varios problemas en su ano y recto que lo


habían llevado a tener que realizar varias operaciones en dicha zona (la zona,
aclaro, no es el país, sino el ano o el recto). Vuelto a la Argentina se afilió al
partido de Mauricio Macri.’ O sea, se afilió al partido de Macri porque había
vivido en un país narco y porque fue violado. Entonces, los afiliados a alguno de
los partidos que integran Cambiemos, lo son porque tienen problemas anales y
fueron violados. No es una interpretación. Ahora lo va a decir con todas letras.
‘El segundo, por simpatía y conveniencia laboral, había terminado trabajando con
algunos jerarcas del PRO que le prometían ascensos y premios que nunca
llegaban’.

Acá podés ver como este psicólogo quiere construir el perfil del monstruo: el
paciente es un trepador y los jefes, los jerarcas del PRO, unos mentirosos que lo
engañan. Pero sigue hablando de su paciente: ‘tenía VIH y sabía que si ganaba
Macri era posible que el acceso a la medicación se complicara. Aun así se ponía
la camiseta […] ambos resultaron ser militantes del masoquismo anal’. Pero no
se queda ahí; lo hace extensivo a toda la dirigencia de cambiemos de una manera
canallesca, porque se mete con tema muy sensible que es el abuso de menores:
‘Recientemente, Rufino Varela, ex alumno del Newman, colegio en el que se
formó el presidente de la Nación y muchos integrantes de su gabinete, hizo
pública la existencia de abusos sexuales a niños en aquel colegio durante la
década del 70. Luego se sumaron declaraciones del mismo tenor de parte de otros
ex alumnos. […]

Los abusadores sexuales suelen decir, cuando los atrapan, que los niños abusados
deseaban esas prácticas. Lo cual puede ser cierto en algunos casos’. No,
Alejandro del Carril, no. En ningún caso un chico desea ser abusado. En ningún
caso. Puede ser amenazado. Puede ser presionado. Puede ser engañado, Pero
jamás un chico desea ser violado. […] Celebramos que la Secretaría de DDHH
haya tomado esta denuncia, gravísima, y le de curso.”[2]

Psicoanalizando la realidad

La larga transcripción obedece a que Andahazi menciona textualmente largos


párrafos de la nota de la que hablamos. Incluso son muy razonables las críticas
que le hace. La nota de Del Carril es una bestialidad sin atenuantes. Bestialidad
publicada en un diario de circulación nacional, que tiene una sección semanal
dedicada a la psicología en la que escriben los popes kirchneristas del tema,
incluido el “gurú de CFK”, Jorge Alemán, al que le suelen conceder
frecuentemente la contratapa. Es decir, que hay una línea editorial psi k, y esa
línea editorial coincidió con la nota abominable. En los 20 días siguientes no
hubo ninguna nota explícitamente rectificadora de los dichos del psicoanalista
progresista, sólo una pequeña declaración del interventor del INADI (un
funcionario radical del gobierno de Macri): “desde el Inadi queremos invitar al
autor del mencionado artículo a reflexionar, recordarle que las palabras muchas
veces generan violencia simbólica…”[3]
El silencio y la aberración generaron que el cuestionamiento llegara, pero desde
otro colectivo, al que esta nota denostaba expresamente. El suplemento SOY del
mismo diario publicó una semana después:

“Pasarse de la raya: la fábula del neo-anal-liberalismo

La explicación político/berreta/psicoanalítica publicada la semana pasada en este


mismo diario, donde se le atribuyen gustos masoquistas y sodomitas al votante
argentino que, para decirlo en criollo, ‘vota para el culo’, recibe aquí sus
encendidas respuestas y rectificaciones.” (Alejandro Modarelli) “Alejandro del
Carril se sitúa en un lugar de supuesto progresismo y denuncia y critica el votante
macrista en las urnas, cuestión que no se puede más que compartir, pero para ello
apela a la metáfora más retrógrada, la de la entrega del culo como rito sacrificial
doloroso y humillante. (Adrian Melo)”

Pero la bestialidad de género no debe ocultar la otra bestialidad. El psicoanálisis


fecha su nacimiento en la aparición de La interpretación de los sueños, de
Sigmund Freud, en el año 1900. En esa obra la relación entre un contenido
manifiesto y otro latente, entre una versión del sueño accesible a la conciencia y
una que requiere de la interpretación, ocupa un lugar central. Tanto como la
afirmación de esa construcción interpretativa como absolutamente única y
singular en esa relación, en transferencia. De hecho Freud contrapone la
interpretación quinielera típica de los sueños, a la psicoanalítica. Así como no se
trata de “interpretar” que la aparición de un persona que ha fallecido es el 47 o un
cocinero el 23, tampoco se trata de “interpretar” que tal o cual postura política
expresa directamente tal o cual estructura, fantasma o deseo inconsciente.
Contrariamente, la nota de Del Carril se titula “Abusos políticos, económicos y
sexuales – Por qué los votan”, intentando sacar reglas generales de posiciones
subjetivas inconscientes (contra toda la lógica de Freud y de cualquiera de sus
verdaderos intérpretes) y establecer una ley visible y general de la subjetividad.
Pero intentar explicar por qué Cambiemos obtiene 8.400.000 votos mediante la
militancia del masoquismo anal, no sólo es renegar del psicoanálisis sino que
tiene otras aristas que es necesario destacar. En principio, digamos que Del Carril
sólo continuó, con excesivo machismo, lo que ya se publicaba con anterioridad:

“lo que está en juego es el masoquismo primordial que distingue al ser hablante y
por el cual una persona soporta amigos que se burlan, jefes maltratadores o
pésimos gobernantes sin necesidad de estar secuestrado ni ser sometido a la
tortura. Freud brinda una pista: ‘el precio del progreso cultural debe pagarse con
el déficit de dicha provocado por la elevación del sentimiento de culpa’. La tarea
de empoderar a los ciudadanos debe tener en cuenta este oscuro aspecto de la
condición humana: el masocrismo (perdón: masoquismo…) primordial.”[4]

Él mismo, trece meses después, titulaba otra nota: “Lo que sostiene a Cambiemos
– Que a los otros les vaya peor”

¡Es la conciencia, estúpidos!

El psicoanálisis no es una cosmovisión, aseveró categóricamente Freud en 1932,


una época nada fácil. Lo singular del sujeto no explica la estructura social. Y
agregaba: “Aquel de nuestros prójimos insatisfecho con este estado de cosas,
aquel que pida más para su inmediato apaciguamiento, que se lo procure donde lo
halle. No se lo echaremos en cara, no podemos ayudarlo, pero tampoco pensar de
otro modo por causa de él.”[5]
Lo que Jorge Alemán construye afirmativamente,[6] Zabalza y Del Carril lo
complementan. El mundo no puede cambiar. Las simpatías y militancias políticas
están ancladas en lugares inaccesibles a la conciencia. Y sólo pueden ser
herederas de legados populares (peronistas), masoquistas anales que eligen lo
peor o privilegiados gozadores de la falta en el otro. El recurso bestial al
psicoanálisis sirve para elidir la cuestión de la conciencia y el cambio. El
conocimiento de la sociedad y la economía, la elaboración de un programa para
transformar esa sociedad, la construcción de una herramienta para hacerlo, queda
de lado cuando se trata de millones de autómatas descerebrados.
Lo que llevó a estas cumbres de la ignorancia, es el triunfo de Cambiemos, que
cuestionó la utilidad y la seriedad de una maquinaria intelectual construida para
negar la posibilidad de transformación social. En lugar de buscar las razones
subyacentes en lo social, se apela a insultantes construcciones seudo freudianas.

Los 32 tomos de la obra de Freud son una apuesta a la conciencia, escribe para
explicar, para justificar, para convencer. El fundador del psicoanálisis entendía
que un sujeto puede ser objeto de la práctica analítica, pero en la sociedad se
interviene con argumentos, se apunta a la conciencia. Esta sociedad está enferma,
pero la enfermedad no hay que buscarla en las nosografías psicoanalíticas, ni
psiquiátricas. La enfermedad se llama capitalismo, y la única terapéutica viable
es la clase trabajadora enarbolando la bandera socialista.

Notas
[1]https://www.clarin.com/politica/psicoanalista-convirtio-nuevo-guru-cristina-
kirchner_0_B1vLR3d_W.html
[2]https://radiomitre.cienradios.com/segun-un-psicologo-militante-los-votantes-
de-cambiemos-son-masoquistas-anales/
[3]https://www.pagina12.com.ar/58470-el-peso-de-las-palabras
[4]Zabalza, Sergio: “¿Síndrome de Estocolmo o masocrismo primordial?”, en
https://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-299654-2016-05-19.html
[5]http://psicopsi.com/Obras-Freud-35-conferencia-En-torno-de-una-
cosmovision
[6]“Las dinámicas de experiencia social, memoria, militancia, lecturas,
indagaciones históricas, reconocimientos simbólicos que tuvieron lugar en la
situación K, constituyen una reserva ética y política que en primer lugar debe ser
custodiada.” http://www.lateclaene.com/jorge-alemn-kirchnerismo

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