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ENSAYO “Ni una menos”: La situación de la violencia contra la mujer

1.Introducción
El día de ayer se realizó la marcha “Ni una menos”, la cual bajo el lema “Tocan a una, nos tocan
a todas”, tenía por objetivo visibilizar la situación de violencia en la que día a día se encuentran
las mujeres, analizada bajo una perspectiva de género. Por esta razón, el pasado viernes 12 de
agosto se organizó una conferencia de prensa, en la cual se presentaron los lineamientos a ser
seguidos durante la marcha y las propuestas concretas que son exigidas a las autoridades.
Asimismo, las víctimas de violencia, cuyos casos tuvieron cobertura de la prensa, se
presentaron para dar su testimonio e invitar a la ciudadanía para participar de la marcha ‘Ni
una menos’.
Los casos de Lady Guillén y Cindy Arlette fueron aquellos que causaron indignación y tuvieron
atención de la prensa, éstos son dos de los casos que motivaron la creación de la marcha. En el
primero, la Primera Sala para reos en cárcel de la Corte Superior de Lima dictó 4 años de
prisión suspendida para Ronny Garcia, por los delitos contra la vida, cuerpo y salud[1]. La
situación en la que se encontró Lady Guillén fue el haber sido agredida hasta el punto de
quedar desfigurada y con varias fracturas en su rostro.
Por otro lado, el segundo caso tuvo la característica de haber sido captado mediante video
grabación, el cual mostraba cómo Cindy Arlette era arrastrada y golpeada por Adriano Pozo en
un hotel en Ayacucho. A esta situación se le añade la influencia que este último tendría con la
presidenta del Poder Judicial de dicha provincia, lo cual causó deficiencias en la investigación
preliminar[2]. Adriano Pozo fue absuelto por dicho colegiado bajo los delitos de tentativa de
feminicidio y violación.
Cabe considerar que, si bien la conferencia de prensa tenía como objetivo presentar las pautas
a ser seguidas en la marcha, también fue un punto importante el que nosotros como sociedad
tomemos conciencia de que no debe ser necesario que un caso se haga público para brindarle
la atención y protección debida a las víctimas. Es así, como la sociedad debe despertar y estar
atenta a los numerosos casos de violencia que no han tenido la respuesta esperada de parte
del Estado, o los cuales han quedado en la impunidad.
En el siguiente editorial analizaremos los elementos jurídicos sobre las propuestas establecidas
por las voceras, y además analizaremos el propio elemento de violencia jurídicamente
relevante, considerando la realidad innegable de discriminación a nivel nacional y el actual
principio de hegemonía heteronormativa que se impone en la sociedad, lo cual impide avanzar
en la perspectiva de género y aumenta la vulnerabilidad de posibles víctimas.
2.El ‘género’ y el ‘sexo’
Es necesario comprender que el “género” y el “sexo” son categorías creadas y se sostiene en la
ficción del ‘género’ como una serie de fenómenos naturales causados por el ‘sexo’, y éste es
dictado bajo la ley de la heterosexualidad obligatoria. Entonces, podemos decir que la
sociedad está estructurada de tal manera, que la identidad binaria de hombre y mujer
corresponde ‘por naturaleza’, lo cual se aleja de la realidad.
Esta rigidez ante la diversidad sexual, trae como consecuencia manifestaciones de
discriminación o intolerancia hacia las personas que no ‘encajan’ en el molde que trata de
imponer la sociedad y el Estado. La importancia de comprender la triada “sexo, género y
orientación” radica en la expresión práctica y legal del referente donde se amparan las
relaciones afectivas humanas y el rechazo a las demás existentes[3].
Entonces, la violencia de género se da con las mujeres pero también con las personas que se
identifican con el género ‘femenino’ o no encajan en el molde binario que ha sido construido
durante tanto tiempo. La pregunta es ¿por qué se ataca a todo lo que se relaciona con lo
femenino? La posible respuesta es porque en este contexto de código binario, construido por
la sociedad, los roles relacionados con el ejercicio del poder corresponden a lo masculino[4].
3. ¿Violencia de género o violencia contra la mujer?
Generalmente, los temas complejos que se presentan en la sociedad, suelen ser tratados con
un lenguaje reduccionista, lo cual obstaculiza la comprensión del fenómeno en su cabalidad. La
violencia es uno de los temas más complejos en la sociedad, puesto que lo podemos encontrar
en todos los ámbitos y en todos los niveles estructurales (laboral, político, conyugal, familiar,
entre otros).
Es así que, ‘violencia’ suele entenderse como ‘agresión’, ‘violencia hacia la mujer en el
contexto doméstico’ se reduce a ‘violencia doméstica’ o ‘violencia familiar’, y ‘violencia de
género’ a ‘violencia contra la mujer’. Sin embargo, para que el lector se sumerja en este
laberinto de conceptos confusos, daremos un breve análisis de la situación acerca de las
premisas necesarias para comprender la ‘violencia de género’ y la ‘violencia contra la mujer’.
La ‘violencia’ es un término mucho más complejo que la ‘agresión’ y se refieren a situaciones
diferentes; sin embargo, se suelen confundir o tratar como equivalentes. “La violencia remite a
un componente estructural, más allá de la agresión interpersonal, y si bien podemos aceptar
que la agresividad forma parte de la condición humana, su exaltación en forma de violencia es
producto de una construcción cultural”[5]. Es así que la violencia, la cual es objeto general de
análisis en el presente editorial, no son solo las demostraciones físicas de agresión, sino el
trato desigual por la construcción social, lo cual configura violencia latente.
Asimismo, el tratar como ‘violencia doméstica’ la violencia contra la mujer en un contexto
doméstico, tiene una carga política y violenta, por el hecho de relacionar ‘naturalmente’ a la
mujer con lo doméstico, “invisibilizan el contenido cultural que genera que la mujer sea la
víctima más frecuente”[6]. La ‘violencia hacia la mujer en el contexto doméstico’ describe
mejor el fenómeno y está enfocado a “visibilizar la violencia en relación con el contexto
cultural que produce que el desequilibrio de poder sobre el que se sustenta el ‘abuso’”[7].
Por último la ‘violencia de género’ es mucho más amplia que la violencia contra la mujer; con
respecto a la violencia de género podemos hablar de las imposiciones sociales por el hecho de
ser varón o ser mujer. Sin embargo, hablaremos de manera específica de lo que gira en torno a
la marcha de ‘Ni una menos’ y el enfoque que ésta tiene.
Ya hemos mencionado que la violencia de género se da con las mujeres[8] pero también con
las personas que se identifican con el género ‘femenino’ o no encajan en el molde binario que
ha sido construido por la sociedad. Lo cual muchas veces no es tolerado, por ir en contra de lo
‘normal’ o ‘tradicional’, razón por la cual, la violencia de género también se da contra personas
que físicamente nacieron como varones pero su género es femenino. Por este punto en
específico, fue el necesario desarrollo sobre el ‘sexo y el género’, para desmitificar lo que la
sociedad impone como ‘normal’ desde su posición de poder contra colectivos minoritarios.
Actualmente, el Estado peruano no reconoce a la comunidad transgénero con el sexo y género
con el que se identifican, lo cual trae innumerables consecuencias a nivel psicológico y legal
(por el tratamiento al feminicidio o casos de violencia conyugal). A efectos de este editorial (y
debería ser a nivel de la sociedad) éste colectivo, parte de la comunidad LGTBI, claramente
está integrada cuando nos referimos a la ‘mujer’.
4. Feminicidio y ¿penas más duras como solución?
Es necesario poder analizar esto con cifras que nos permitan conocer la situación de los
feminicidios y, en general, la violencia contra la mujer en el Perú. Al 2014, Perú era el segundo
país con más casos de feminicidios, con 83 casos registrados -cifra que podría ser superior
considerando la no capacitación- y que solamente es superado por Colombia[9]. Al 2015, y
mediante estadísticas bastante detalladas de parte del Ministerio de la Mujer y Poblaciones
Vulnerables, se tienen registrados 95 casos de feminicidio y 198 de tentativa, de las cuales se
registra que la principal relación en la que se da es en el de “convivientes”.
Teniendo estos datos como introducción, una de las propuestas que llamaron más la atención
en la conferencia, y a su vez es uno de los pedidos más contantes de parte de la ciudadanía, es
el establecimiento de penas más severas para aquellos delitos que generan mayor ‘indignación
y reproche’, por el mismo contexto social. Pero ¿el establecimiento de penas más severas es
realmente una solución a la problemática de violencia contra la mujer? o ¿ésta acaso responde
a solo una concepción retributiva de la pena, en la que se pretende solo un “castigo” o
“compensación” del delito?
Se debe tener en cuenta que nuestra constitución establece en el artículo 139 numeral 22, que
el fin de la pena es la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad.
Es decir, se corresponde con una concepción “preventiva especial positiva” de la pena, lo que
significa que se tiene por principal objetivo el “corrección” del individuo, para luego
“reinsertarlo” en la sociedad luego de haber cumplido con la pena. Sin embargo, la crítica
principal a este sistema es, en palabras de Ferrajioli, que “el fin pedagógico o resocializador no
es realizable”[10], toda vez que es un utópico el pretender que la pena tendrá un efecto
“terapéutico” en el reo, donde “represión y educación” son incompatibles, de tal forma que se
pretende que la cárcel sea lo menos represiva posible[11].
Con cifras tan preocupantes, y además una respuesta deficiente de las autoridades, es
comprensible tal exigencia de parte de la ciudadanía. Sin embargo cabe recordar que las
propuestas a ser implementadas deben encontrarse en concordancia con nuestro
ordenamiento. El Derecho Penal como tal es un recurso que debe ser utilizado como ultima
ratio, existe toda una cultura de educación a ser implementada en nuestros operadores de
justicia, y también a la sociedad peruana en general.
El poder elegir por un ordenamiento eficaz o garantista dependerá de las medidas a ser
implementadas, y la postura del Estado ante la situación anteriormente descrita. Sin embargo
debemos tomar en cuenta, y tal como lo establece Ferrajioli, que el Derecho Penal no puede
ser usado como un instrumento de “venganza”, donde la pena debe responder no solo para
prevenir a injustos delitos, sino también a castigos injustos.
5. Comentarios finales
La marcha de ‘Ni una menos’ es un una iniciativa de la ciudadanía ante la preocupación y el
sentimiento de indignación por la ineficiente respuesta de las autoridades ante una situación
que, según estadística, no hace más que empeorar año tras año, con los casos de violencia que
llegan a nuestros operadores de justicia. Sin embargo, estas circunstancias deberán ser
analizadas desde una perspectiva de género, que nos permita observar de manera más
completa la complejidad en la que las situaciones de violencia se desenvuelven.
No existe justificación a la violencia, ni debe ser invisibilizada, a esto cabe añadir que agresión
es diferente a violencia, tal y como explicamos anteriormente. Debemos recordar que la
violencia no solo implica agresión física o psicológica y lo que debemos es erradicar el
problema de raíz, es decir, erradicar la violencia en todas sus formas pero especialmente, la
violencia contra la mujer.
Los dos casos que dieron origen a la marcha no son los únicos que han generado un rechazo en
la sociedad peruana, existen muchos casos que quedan en la impunidad. Debemos prestar
atención a esta realidad y no esperar que más casos de feminicidio o violencia contra la mujer
se hagan públicos para brindarle la atención que como seres humanos merecemos.
También debemos analizar las propuestas que se presentan y los mecanismos de solución, los
cuales deberán ser establecidos desde una perspectiva jurídica que no se base en la búsqueda
de ‘venganza’ o ‘retribución’. La situación es preocupante, sin embargo, no justifica que el
Derecho Penal sea la única herramienta a ser considerada en la búsqueda de mecanismos de
solución.
Consideramos que el cambio debe realizarse desde la raíz de esta estructura que invisibiliza la
violencia contra la mujer, porque especialmente merece atención ante la estructura de
jerarquías sociales, en la cual la mujer aún encuentra desventajas. Y, precisamente, el Derecho
Penal no debe tomarse como la solución, sino que el cambio debe realizarse en la sociedad y
en la educación de nuestro país para no tolerar la violencia.
Es cierto que no debemos tolerar ningún tipo de violencia de género ni de ninguna otra índole,
pero la violencia contra la mujer tiene presencia en todos los ámbitos y en todos los lugares
del mundo, sin importar el nivel de desarrollo. Es por ello, que el Perú, con la marcha ‘Ni una
menos’ debe tomar conciencia de que el cambio es necesario y ante la violencia contra la
mujer en un contexto doméstico, laboral, y social en general, debe tener un papel activo.

“Ni una menos”: el movimiento que promueve la protección y organización entre mujeres
Natalia Figueroa |Sábado 22 de octubre 2016 12:09 hrs.

El movimiento “Ni una menos” llama fortalecer las redes de protección y organización entre
mujeres ante el recrudecimiento de la violencia registrada en Chile y Argentina. En este último
país se registraron al menos tres femicidios esa misma tarde en que miles de mujeres
marcharon por defender sus derechos fundamentales.
Claves: argentina, chile, crímenes, femicidios, mujeres, ni una menos
“Disculpe, pero nos están matando”, fue el mensaje que miles de mujeres manifestaron el
pasado miércoles 19 de octubre en distintas ciudades de América Latina. #NiUnaMenos fue
una jornada de protesta que buscó visibilizar la violencia género y, sobre todo, concientizar
sobre los cambios culturales que se deben asumir para terminar con la sociedad sexista.
Ese mismo día se sumaron a los casos de Nábila Rifo, Florencia Aguirre y Lucía Pérez, el
femicidio de Deolinda Tropán, de 41 años, en Mendoza y de Claudia Emperatriz, de 42 años,
apuñalada por su pareja en Tucumán, además del secuestro y violación de una joven de 19
años en Mar del Plata.
“Una mujer muere cada 31 horas en Argentina por violencia machista”, comentó Valeria
Avenali, integrante del Instituto Municipal de la Mujer de Rosario, al detallar el contexto de
alta vulneración que enfrentan en ese país.
“En lo que va de octubre han habido 19 femicidios en el país, alcanzando 276 en todo el año.
Son números realmente escalofriantes porque significa que durante este mes una mujer ha
muerto cada 26 horas”, precisó.
Bajo este contexto, las organizaciones apelan a la autoformación de las mujeres para que
identifiquen aquella violencia no explícita, traducida, por ejemplo, en estereotipos o prejuicios
sociales.
La profesora aymara Lucinda Mamami profundizó en su experiencia en la elaboración de
material radial contra la violencia hacia la mujer en la comunidad de Pucarani, en La Paz,
Bolivia. En ´Mujer hablemos de nuestros derechos “se busca sensibilizar a toda la comunidad”.
Pobres e inmigrantes son las más afectadas
La desigualdad de género opera bajo estereotipos sociales y de clase. En medio de este
escenario, el panorama es mucho más complejo para una mujer inmigrante y pobre porque los
medios masivos de comunicación muchas veces la asocian al comercio sexual o al narcotráfico,
comentó Andrea Hernández, integrante de un colectivo de mujeres colombianas residentes en
Chile. “Pasa mucho con las extranjeras a las que matan porque las asocian al narcotráfico y sus
casos quedan en la impunidad”, destacó.
Manifestarse por los derechos de las mujeres es también rechazar una violencia ejercida por el
Estado que, en distintos planos, no ha garantizado las condiciones para su pleno ejercicio. Para
la presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (Anamuri) Mónica
Hormázabal, esto se refleja en el despojo de sus tierras y en los impedimentos para preservar
sus soberanía alimentaria.
“La violencia desde el Estado ha sido muy fuerte para las mujeres campesinas, por ejemplo
siguen teniendo el control de la tierra en pocas manos, se entregan a empresarios, y día a día
se nos dificulta la producción de alimentos y la vida en nuestros territorios”, manifestó.
Los distintos relatos de mujeres que han sufrido acoso callejero, laboral, por parte de
familiares y de sus parejas también fueron ampliamente difundidos por redes sociales, en el
marco de estas manifestaciones. A través de esta plataforma también se dio paso a un debate
donde muchos colectivos de mujeres señalaron que “muchas veces se trata mal el concepto de
feminismo y, en general, retrocedemos como sociedad cuando se entrega una visión torcida
de un concepto que busca la igualdad de género y defender el derecho de cada mujer”.

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