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Leonardo Aguilar Rodríguez

¡Mi vida! El perro se está haciendo en la casa y creo que come su caca.

17 años, estudio música, aunque no me quiero dedicar a ello; soy un mantenido


de mis padres y blablabla blabla.

yurikogore@outlook.com

Facebook: Leonardo Aguilar Rodríguez.


SU DESTINO

El espejo registra movimientos similares entre sombras que colaboran por


consumir el rostro de una madre, un saco de carne y sangre sobre el colchón.

Ella es mi progenitora, mis manos enrojecidas no engañan, es la mujer que busca


otros hombres, que va y viene apestando la casa de alcohol, quien mata a mi
padre, quien golpea a mi hermana y a mí.

“¿Merece perdón?” Dios no perdona tanto pecado y yo no olvido, aunque a veces


quisiera olvidar nunca olvidé.

-¿Hiciste memoria?

Tus largas manos dibujaron líneas de tristeza en rostro.

-¿Recordaste?

Nuestra larga plática y tus planes de hoy.

Siempre fuiste un joven que calló y fue sumiso, preferiste leer libros de ciencia a
vivir lo único que supimos, el presente. Hablaste conmigo en silencio, planeamos
como lo hicimos, jugamos a ser Dios del castigo y otras cosas, fuimos la suprema
muerte que eligió sobre la voluntad de la madre, o eso creímos.

Destacé sus brazos, abrevie su torso, corté sus orejas, desollé su rostro, arranqué
su columna, me tragué sus ojos, torcí sus piernas a patadas, rompí falange por
falange…

-¿Por qué ir más allá?

Sólo corto su cuerpo mientras ella dice:

-Eres un buen hijo, siempre lo eres. Hijo mío, mi único hijo.

Conjuro a la muerte en maldiciones y celebraciones, la última esperanza del


héroe de nuestro tiempo, signo del mar rectilíneo. Es un dragón que se resbala
por su espalda y suelta el hedor de la sangre salpicando mi sonrisa, tinta roja de
una acacia de piedra luminosa. ¡Es el castillo de las hadas nocturnas!

Suelto lágrimas, me siento impotente, tantas probabilidades explotan y yo elijo


el camino, puedo porque estoy aquí, no vivo en el pasado ni espero el angustioso
futuro, pienso, existo, soy. La muerte rota, el fin de Dios y los ángeles.

-¿Quién tocará la puerta? ¿Será la gente que se dará cuenta del acto?
Alucinaré que me encontrarán aquí, a un lado del cuerpo sin vida: querrán
matarme o serán los verdugos cuando me juzgarán; ellos, todos ellos, verán mi
sentencia y festejarán el castigo, que crueldad tendrán.

Sin embargo, ellos pensarán que estarán sobre mi voluntad, yo elegiré el camino
pues mi voluntad no se verá afectada por una bola de necios asesinos, sabré que
haré lo que querré, siempre sabré que esto pasará.

Se escuchan los golpes en la puerta, son la gente que cree que me castiga y
creen que no lo sé, pero lo sé y lo quiero. Sólo queda despedirme de mamá, lo
que sobra de su alma en trozos. Beso su palma, tomo una silla y me siento a un
lado de la cabecera.

Las posibilidades son infinitas pero sólo hay una, la única que elijo. Ahora nada
importa, todo será como lo planeaste anoche.
CONSUELO

-¡Todo lo bello ha muerto! Mi casa arde y sus llamas consumen la vida de mis
hijos y mujer.

-¿Qué belleza se halla en la miseria?

La belleza del consuelo, ellos mueren de hambre y la muerte me promete darles


un festín, carne de res, piernas de conejo, lengua de burro, granada roja,
durazno, toronja, melón, papaya y plátano, huevos de codorniz, vinos de miles
de uvas…

Prendí la estufa y aventé los cerillos que sobraron. Salí rápidamente de la casa.

“No merezco irme con ellos, no puedo ir al jardín dónde las aves duermen para la
eternidad.”

Es mi condena de los recuerdos pasajeros, que se desnudan ante mí, y el dolor,


un dolor del corazón que canta sus lamentos y gritos.

Ahora que me valgo del olvido y viento pasando, quiero volar, recorrer las sucias
calles y subir al cielo estrellado dónde sus sonrisas veo y con alegría contemplo.

Pero no, todavía no es tiempo, la muerte no reclama mi nombre. Es tiempo de


comer de la basura o cazar ratas y servirlas en un estofado improvisado; las horas
pasan, mi estómago vacío gruñe, mis uñas largas y negras buscan algo cálido, mis
pies se llenan de ampollas y el sueño, la ilusión, de morir cae profundo en el
pecho.
UN DIARIO

Día 1

-Hay que aplaudir cuando lo manden.- Dicen los hombres en trajes grises,
vistiendo sus recuerdos en tardadas citas, media hora después, que cortan en una
casa rota e invadida por insectos ponzoñosos.

-¿Para qué escribir lo que pasó?

Recuerda las escenas, “rompe la lluvia con el viento frío y los bosques con
neblina envueltos en el sudario de una sombra tremendísima.” ¿Qué más desear?

Olvido, olvido cuando fuera de mí me siento, los ojos saltones y la cabeza


pesada, incómoda situación balbuceando pensamientos; por ello debo escribirlo
en mi mente divagante, describir los hechos y el sentir del trazo con sus líneas
continuas o descuartizadas.

No existe razón ¿acaso la muerte la pide?

-No- digo distante –la muerte no respeta ni valora, es impaciente, promiscua,


inconstante. No hay vida, sueños es ella, muerte en ella, matar, asesinar,
terminar, finalizar, ser muerte.

Nada importa, esto es la tristeza humana, su absurda razón, la búsqueda del


conocimiento cerrando su propia existencia, su muerte.

Día 2

Una discusión sin sentido

-¿Qué sientes?

-Nada- respondo –me sentía nervioso cuando estaba sentado.

-¿Qué pensabas?

-¿Por qué me deben de escuchar?

-Tu neurosis es: No valgo.

Pienso -¿Qué valor tengo? ¿Soy una persona valiosa? No soy más que otro ser
humano, mi muerte, olvido, no cambia al mundo.

-¡¿Quién suelta lágrimas por mí?! ¿Yo? Mi existencia banal, no hallo valor en ello
sólo muerte, vivir para morir.
-¿Dios me salvará? En esta pregunta observo angustia, mi pecado, y
probabilidades, el futuro es infinito y no pienso en lo que no es.

-¿Acaso has vivido en la miseria, no tener que comer, dormir con chinches, saber
que tu madre yace con otro hombre, ver que papá nunca está en casa, ser
golpeado por una progenitora frustrada, desear la muerte propia o prometer a tu
hermana huir de casa?

-¡Ahora quién, dime, te da el valor y apoyo! No hay vida, no la encuentro,


simplemente no es vida. De la nada a la nada, al fin, únicamente queda la
confusión del suicidio y en este momento no sabes cómo lo deseo.

Día 3

La cabeza, el oído derecho y la parte derecha de la mandíbula duelen; no sé qué


sea, la respuesta puede ser una infección en los dientes o alguna otra cosa, sólo
es una posibilidad. ¿Por qué debemos aferrarnos a lo probable? No somos más que
moscas molestas volando en un cuarto nocturno.

No voy a pensar en ello pues lo único seguro es la muerte.

Día 8

¿Qué más hacer? ¿Un remedio? No lo hay, tantas palabras gastadas dignas de un
mediocre banquete. Entregarse al entierro del consuelo para darle un racimo de
flores lilas, de aquel nostálgico aroma, o esperar que hacer, la verdad no sé.

Tan suelto y ligero con la pluma que marea y maldice al lector, un aire nuevo es,
toca la puerta - ¿lo escuchas? - Golpea, azota, grita, llama mi nombre, avienta la
tinta gastada.

¿A quién le interesa lo que pienso? A nadie, ni a mí; sólo es un pensamiento libre


de viajar en el papel, pero que es… ¡Es el pensamiento! La razón con conceptos
pensantes, existentes, realizados con una dulzura apacible de una mano
inútilmente mediocre.
TODO LO BELLO A MUERTO

- ¡Todo lo bello ha muerto! - En su salvaje carrera

Gritan las moscas tropiezan con picas

y yo, cansado, y cuerpos sin vida,

me echo sobre la banqueta sus rostros indiferentes

Mientras, en la calle, Envueltos en cuerdas

crucifican carne de cerdo de pena,

y los perros hambrientos su visión de palabras

corren por ella cual dogma incorruptible

Y las moscas siguen gritando,

no son estupideces,

- ¡Todo lo bello ha muerto! -


EL SEÑOR O PADRE PERDIDO

…navegando en una barca

sin rumbo entre el océano

quizá llegues a un verde prado

o a un desierto seco y ardiendo

te llenas de tierra el cuerpo

quedando en lo profundo de un templo

tirando la memoria por las calles

desapareciendo pisado por las gentes

sales de casa sin rumbo alguno…

EuniceAR

El señor lo sabe, aunque nunca está ahí (en lo profundo de la memoria), sabe que
desde niño ansío morir y lo intento, pero temo más a mi madre que a la muerte.

Hago memoria y su existencia se hace tan nula en los primeros doce o trece años.

Todos esos gritos y golpizas de mamá y él, un señor borroso y lejano, que
recuerdo espero su llegada; aunque inútil, su presencia de título (padre) me
tranquiliza.

II

Comida,

comida y comida

¿Cuántos días sin

comer van?
III

¿No es la diáfana botella su laberinto? Ese líquido parecido a orines por el que
sale y regresa al mismo punto.

Es por donde se pierde el señor que se olvida, que cree lo ignoramos, pero lo
sabemos.

- ¿Cuántos días sin vernos?

- Dos cubetas y media- responde

- ¿Dónde es ahora?

- Un salón grande, amplio e iluminado con candelabros, tremendos candelabros


dorados.

Se da cuenta de lo que hablamos e interrumpe con su molesta tos; maldigo a esa


tos repentina y estridente, me saca de la calma e irrita mi frente tomando su
pose tan frecuente de acidez.

- ¡Papá!

- Ahí vas. Estamos hablando de cosas “interesantes” y te enojas porque pasa el


aire.

“¿Interesantes? ¡Interesantes para él!, ¿a mí que me importan sus problemas?; tu


mamá esto, tu madre aquello, ¿por qué no se divorcian de una vez y dejan de
discutir o amenazarse a muerte?”

Agarro la botella de cerveza, la choco con la mesa, cojo un pedazo y le rebano el


estómago.

- ¡Hasta aquí llego! – mientras aviento el cristal al suelo.

Me tomo un respiro, pienso:

“¿Por qué no lo hago antes?”


LAS RAÍCES

Recuerdo a mis abuelos pintando, mi abuela preparaba los pigmentos para


restaurar una pintura de un ángel con peces en la mano y mi abuelo creando sus
ilustraciones con temas míticos.

A mis padres actuando en obras de teatro, mi papá en “Monte Calvo” siendo el


general loco, siempre le tuve miedo, o el hombre que habla de sus problemas
envés de los daños que causa el tabaco; y mi mamá siendo una loca anciana que
teme a un extraño jinete o dirigiendo misterios bufos.

Se lo que soy: la tercera generación que busca hacer arte, el bagaje cultural de
todos. Los experimentos pictóricos de la abuela, la expresión de los colores y
formas del abuelo, lo absurdo de la vida por mi padre y el poder de mi madre.

Últimamente he estado viendo el pasado, las pinturas y escritos de mamá con


temas claramente surrealistas, una sexualidad sin límite, sus figuras curvas y
alargadas en claro estado de trance o sus poemas de corte erótico; eso es lo que
siempre me diferencia de mamá, mi erotismo es algo retorcido donde el
displacer es placer, donde el dolor y la muerte son Eros.

Los poemas de papá, siendo estos más cercanos a los de mi hermana y los que
hago, llenos de expresión fatalista, la vacuidad de la vida/existencia, una nube
gris tronando sus dientes; o sus poemas de amor para mi madre que son
demasiado melosos.

Por alguna extraña razón recuerdo un cuadro inmenso de Tacita Dean, unas
nubes sobre fondo negro; los animales mecánicos de Jansen que me
impresionaron al verlos en movimiento; las pinturas hiperrealistas que surgieron
en contra del arte abstracto y fotográfico que estaba dominando. Son ellos por
los que hago música electrónica/concreta, las grabaciones (modificadas o no),
los sonidos programados (que busco suenen orgánicos) que corresponden al
sonido de la cuidad, al sonido cotidiano.

Las pinturas expresionistas de Munch, el Greco o Vassily Kandinsky han afectado


a mis pinturas, pues busco formas inmediatas/impulsivas de transmitir las cosas y
cuando dibujo personas deseo ver más allá del físico, deseo contemplar y
plasmar sus almas, también me han impactado las pinturas primitivas, pero para
ello he ilustrado ciertos objetos transfigurados por una visión regresiva y simple.
Por último, veo al realismo ruso como mi madre y padre al momento de escribir,
he querido escribir como Gógol, Dostoyevski, Chéjov o Pushkin, mas sé nunca lo
haré, pues ellos responden a su realidad como yo a la mía, aunque ellos han
trascendido.

¿Y cómo será trascender, si el arte genera identidad, como dicen, entonces nadie
fuera de su cultura lo entendería?

Tal vez sea fácil responder, pues el arte es humano y más allá de buscar
identidad busca ser universal, no debe ser para unos, reservado, debe poder ser
contemplado por todos.

También debo recalcar que el arte es algo cambiante, como el hombre, y por
ello, aunque mis raíces están claras, sé no siempre haré lo mismo, ni el arte,
empero, se presentará de la misma forma.
AVES CAEN DORMIR

Un día

Con sus pasos lentos caminan cual anciano cojo, arrastrando tras de sí la pesadez
del miedo de ver quijadas rotas; me enloquece escucharlos, mas me encierran
con ellos en este lugar blanco-hueso de mi obsesión que me toma por completo.

A veces escucho a las flores hablar, de hecho, es lo único colorido aquí.

Otro día

Y las flores me hablan, mis amigas son.

Me cuentan secretos que desconozco y anhelo, ellas saben los deseos de los
hombres, de las personas que olvidamos en la casa, dónde se deshidratan y
enferman a vicios.

“Un jardín de tierras vírgenes que hombre no llega por fin.”

Un día más

Mientras me paseo en las delicadas cobijas escucho sus voces, sus cantos, y le
hablo intentando que bajen.

Ellas ramas se burlan saben no poder alcanzar

Sol baja no sube resignándome tiro mi cuerpo miserable cama


Lágrimas corren y una baja tomar

Muerta cama está no despertar Pido ayuda pero muerte anda


por ahí apestando cadáver jardín
EL BANQUETE MECÁNICO

Tan podridos Es una diosa,

como un dios en agonía una ramera Divina

yacen sus labios desnudando sus piernas

entre ramas y cuadros negros largas y blancas

Bajo una insolación prometedora Juega “tiro al blanco”

se columpia en hilos con hombres grises

un cuerpo raquítico

Ellos apuntan a sus muslos,

con revólveres,

y ella se entrega

a un banquete de fantasmas,

de rostros olvidados

tan podridos

como un dios en agonía


SIEMPRE ME MATO

Un viajero me dice Mientras, el viajero me responde

-nada es la muerte -usted sabe, su respuesta es usual-

a nadie mata, uno se mata- -efectivamente- respondo

-respuestas comunes doy con


frecuencia,
No quiero ser grosero,
temo ofenderlo por matarme
obviamente lo ignoro,
en dichos que ignoro,
contesto algo distraído

-hay que morir para saberlo,


Mas le aseguro
es tonto lo que usted dice-
enseguida me doy la vuelta-

Dudo si mi comentario le molesta


Mi madre viene por mí,
-esta vez soy muy majadero-
-adiós- grito al viajero,

tarda en contestar

-adiós- dice el viajero


Tädesmoris

Jornada primera

“Deis Og yonshiba…”1

Andaba distraído, caminaba con insolencia por el bosque austral de Fungreich,


país poco imponente pero lleno de colorido, es famoso por las cuevas Kalypsos. 2
Dormí bajo la sombra de la montaña, aquel lugar donde yacen las almas suicidas;
hice una fogata con madera de pino Āto 3 y naranjo, un dulce aroma, una
fragancia única me cubrió durante la noche misteriosa.

Soñé con un perro blanco con manchas negras; yo, brincaba, saltaba y lo seguía
en mi trágica danza, caí en un valle colmado de amapolas negras, sus pétalos
quemaban como filo de cautín y cortaban cual gastada navaja de afeitar.

De la nada aquellas flores se convertían en monstruos, hongos con largos


cuernos, animales esqueléticos, cadáveres con lenguas enormes y viseras
desparramadas, hadas y gusanos mitad ave. ¡Eran los demonios que viven a las
faldas de la montaña! Gritaban maldiciones, hablaban en extraña lengua,
susurraban sus condenas, clamaban misericordia.

Un frío fantasmal invadía mi cuerpo, desperté de golpe y vi como las cenizas de


la extinta fogata dibujaban sus rostros torturados al compás del viento
sacudiendo sus pies; escuché una voz gutural que se acercaba por detrás, pero no
era más que un pedazo de madera con letras torpemente talladas:

“… deis Og teht pop-eh im Dunkle.”4

Proseguí mi camino a la Ciudad de los Muertos, magnifica capital de tinieblas y


sombras, de infinitos bosques y eterna noche fría. En medio del bosque se
hallaba una pequeña cabaña de aspecto pobre (por no decir miserable), las
ventanas rotas, el pórtico a punto de colapsarse, las escaleras podridas…

Sin embargo, mi curiosidad me atrajo, en la puerta había un nombre raro


“Altresakuma”5, conocía aquel nombre (aunque no lograba acordarme), abrí la
puerta:

1
“Si (yo) muriera…” En Akumenyama o la lengua de los suicidas (espíritus demoniacos de Nara)
2
Cuevas donde habitan las larvas de las moscas Chiang-ping; las larvas emiten una luz fosforescente para
atrapar su alimento, formando una hermosa constelación de luces blancas-azules.
3
Pino común con hojas rojas y en lugar de piña, como semilla, tiene una especie de embudo grueso y de
color grisáceo/marrón.
4
“… si (yo) me mato en lo oscuro.” En Akumenyama
“Un pasillo profundo, la luz no alcanzaba a llenar al susodicho, tomé un quinqué
que estaba a un costado de la puerta, lo prendí, la madera había sido rasgada,
unos pequeños pedazos de uñas y dientes por todo el suelo; gritos provenían del
hondo sótano, decidí bajar.”

Pedazos de carne colgadas en el techo con ganchos, ríos de sangre seca y negra.
Pensé: “¿Será este el hogar de un monstruo, aquel con el que mis padres me
asustaban cuando no quería dormir, ese que vive en las pesadillas?”

Y en una pared, al lado de un cuerpo destripado, escrito con la sangre de una


mano arrancada:

“Shire est Arebefrīdigere no’Hunger cum Shōholks als Füx venator.”6

Jornada Segunda

“Og oge nemesiade ab ig’Shīle.”7

Mis oídos sangraban cuando empezó a llover, cada gota que caía en mis orejas
ardía como cien azotes de un cinturón de cuero. La lluvia creo una niebla en todo
el profundo bosque, tan densa la niebla que no se sabía si era noche o día,
aunque lo odie admitir me había perdido en aquel lugar de apariencia
homogénea. Decidido, volví al sendero con dirección a “Tädesmoris”8.

Pero el bosque estaba cambiado, los arboles sostenían cuerdas para ahorcar,
sobre las raíces se asomaban huesos humanos, en trozos de madera epitafios en
extraña lengua habían sido escritos.

- ¿A dónde he parado? – Me preguntaba y sin respuesta quise leer uno de los


epitafios aparecidos, esperando que me diera alguna guía para saber qué camino
tomar:

“I ti Dunkeltà-autselh Og sum ainte Kindereng.”9

Seguía sin saber a dónde ir, mi pregunta nunca fue respondida por aquellos
escritos, así que caminé en el azar del destino, no miré atrás.

5
“El demonio viejo”, también puede ser “Altenbelial” en Akumenyama. Es un demonio/bestia que devora
niños. Alegoría de perversión.
6
“Es aquel que sacia su hambre con niños cual zorro cazador” en Akumenyama.
7
“(yo) vengo a mi alma.” En Akumenyama.
8
“El Monte de los Suicidas” en Akumenyama. Es el monte donde la gente y los animales van a suicidarse. Se
encuentra a dos kilómetros de la Montaña de los Demonios; todo esto en la región de Nara.
9
“En la oscuridad interior (yo) soy un niño.” En Akumenyama.
Me encontraba bajo el monte de los suicidas cuando escuché doce campanadas,
pero no habían sido campanas comunes, eran campanas lastimeras, lloraban la
muerte de alguien.

“¿Cuál será el nombre de ese ser?”

Se escuchaba un coro de gemidos plañideros, metales de voz profunda, un oboe


de tonos tristes y flautas de melodías funestas.

- ¿Por qué lloran? – Le preguntaba al viento, pero este no respondía.

Sin embargo, la música era tan exquisita que me sedujo a seguirla, para sorpresa
mía es una marcha solemne de ritmo lento, pero de magnifica melodía.

Se casaban dos zorros, uno naranja con blanco, otro violeta con rojo; me quede
un poco para ver exquisito espectáculo.

Exclamé - ¡Qué sublime medianoche!

Y al decirlo cometí un grave error, alerté a los presentes, todos salieron


corriendo, algunos tiraban antorchas, intentaban matarme, otros me lanzaban
piedras. Tuve que huir, no tenía a dónde ir; me escondí en el cementerio del
monte, ahí estuve a salvo, allí esperé dos noches y a la tercera retomé mi
camino; “Me falta un kilómetro”, pensé.

Exhausto me tiré al lado de una tumba sin nombre, mas decía:

“Ti Korhpenklage est hire.”10

Jornada Tercera

“Deis ig’Shīle tehtet pop-eh, Og tonninami nich wo.”11

- ¡Por fin he llegado! –

Tantas desgracias y malaventuras para llegar a la puerta dónde el dolor se olvida,


dónde existe un único epitafio: “Aquí yacen los muertos por cobardes”.

Aquellos, los que nos condenan, no conoce a la majestuosa muerte que susurraba
mi nombre con dulce voz, que me acariciaba con tal cuidado como si fuese un

10
“El lamento del muerto/difunto está aquí.” En Akumenyama.
11
“Si mi alma me asesina, (yo) no viviré solo.” En Akumenyama.
relicario de las astillas de la cruz, que con un beso en mi frente calmó mis
lágrimas, mi furia, mis placeres, ¡mi desgraciada miseria!

Miré fijamente a la puerta, ésta tenía una fachada de estilo barroco, con rostros
llenos de pena y angustia, entré y una fragancia de dioses cubría como niebla y…

¡Ahí estaba! Mi desfigurado rostro lleno de úlceras y con una mirada vacía, mi
cuello violeta y mi pálida piel; bajo él aves de rapiña violando mis entrañas.
Tomé un cuchillo que yacía clavado en mis huesudas piernas y me lancé en la
desesperada carrera por mi cuerpo.

Batí la tierra de sangre y viseras, de aquellas aves inmundas; y cuando hube


terminado agarré firme al arma…

“Wenn Ich tötete mich und meine Seele sterbete, die Angst füllete mir allem
meinen Herzen.”12

12
“Cuando (yo) me asesiné y mi alma murió, la angustia me llenó todo el corazón.” En alemán.

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