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PRINCIPIO DE MÍNIMA ACCIÓN

Los primeros estudios vienen de más lejos. Herón de Alejandría (s.I. d.C.),
geómetra y seguramente hábil experto mecánico, se interesó por estudiar
algunas curiosidades de las formas relacionadas con la óptica. Para ello
observaba las propiedades de los rayos de luz sirviéndose en ocasiones de
ingeniosos juegos con espejos. De este modo se dio cuenta de que para
comprender lo que se veía en ellos era necesario conocer cómo funciona la
luz al reflejarse. Así, llevó a su libro la Catoptrica una observación que se
puede expresar más o menos así: “un rayo de luz se refleja sobre un espejo
siguiendo el camino más corto, independientemente del punto en que la luz
incida sobre el espejo; este resultado se obtiene a partir de la observación
geométrica de la igualdad de los ángulos de incidencia y de reflexión”

El Principio de Fermat (1657) resulta de la búsqueda de un principio


teórico general que permitiera describir el fenómeno de la refracción. Fermat
se basó en las ideas de Herón de Alejandría (siglo I). Herón había explicado
que el camino que recorría la luz al reflejarse era más corto si los ángulos de
incidencia y reflexión eran iguales. No está claro si en su concepción se
refiere a un mínimo de tiempo, de espacio o de ambos. Fermat ensayó un
método análogo para el estudio de la refracción.

Maupertuis presenta el principio de mínima acción como consecuencia


directa de un principio general de índole teológica. “Todos los fenómenos de
la refracción concuerdan ahora con el gran principio de que la Naturaleza en
la producción de sus efectos, actúa siempre por las vías más simples”.
También llama la atención que Maupertuis se refiera en su principio tanto a
la mecánica como a la óptica y como dicen suponen uno de los primeros
intentos históricos efectivos para entrelazar dos ramas de la física que
descansan sobre bases fenomenológicas muy diferentes.

Contemporáneamente a Maupertuis, Leonhard Euler, aplico el principio de


mínima acción al movimiento planetario, mostrando que las condiciones que
hacen mínima la acción de un cuerpo sometido a fuerzas centrales llevaban
a las mismas ecuaciones que las obtenidas a través de la mecánica celeste.
En contraposición con Leibniz y con Descartes dirá: “la conservación del
movimiento (propuesta por descartes) no es cierta más que en algunos
casos. La conservación de la fuerza viva (que provenía de la dinámica
leibniziana), no tiene lugar sino para ciertos cuerpos. Ni una ni otra puede
pasar por un principio universal. Después de que tantos grandes hombres
han trabajado sobre esta materia, casi no me atrevo a decir que he
descubierto el principio universal sobre el cual están fundadas todas las
leyes. Es el principio de mínima cantidad de acción, principio tan sabio, tan
digno del ser supremo y al cual la naturaleza parece tan constantemente
vinculada, que lo observa no solamente en sus cambios sino que en su
permanencia aun tiende a observarlo”.

En 1828 Gauss desarrollo un método para estudiar la mecánica mediante su


principio de la ligadura mínima; una modificación posterior del mismo fue
realizada por Hertz e incorporada a su principio de la curvatura mínima.
Estos principios están estrechamente relacionados con el del Hamilton y
nada añaden a la formulación de este, que es más general. En sendos
trabajos publicados en 1834 y 1835, Hamilton expuso el principio dinámico
sobre el cual es posible fundamentar toda la mecánica y, a decir verdad, la
mayor parte de la física clásica. El principio de Hamilton puede formularse
como sigue: de toda las trayectorias posibles (compatibles con las ligaduras),
que se puede seguir un sistema dinámico para desplazarse de un punto a
otro en un intervalo de tiempo determinado , la trayectoria verdaderamente
seguida es aquella que hace mínima la integral temporal de la diferencia
entre las energías cinética y potencial.

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