Está en la página 1de 5

LA FAMA, UNA PRETENCION DE SER

PARA EL MUNDO CONTEMPORANEO

Por: Luis Alfredo Garavito Benítez

En este trabajo se pretende hacer una interpretación de un capítulo del libro


titulado: “Factor Fama” de los autores Odina Mercedes y Halevi Gabriel, publicado
por Anagrama en 1998.
El capitulo a trabajar se titula “Un Nuevo Ser”.
Los autores parten de la tesis que el SER en el mundo contemporáneo, lo
constituye la fama, y ya no el consumismo, como se creyó hace algunos años. Y
que el medio más eficaz para llegar a la fama son los medios masivos de la
comunicación, especialmente la televisión y el consumo se convierte como el
ultimo fin del ser, es decir de la fama.
Los autores comienzan a argumentar su tesis diciendo que una artista
norteamericana, Bárbara Krugger, cambió con gran acierto el cogito
cartesiano“pienso luego existo”, por un lema que se constituyó como el principal
mandato de la sociedad capitalista: “compro luego existo”. Pero que luego este
principio filosófico, hoy ha quedado superado desde que el diseñador Calvin Klein
concibió que “en el mundo contemporáneo, ser conocido y reconocido se
confunde con el ser transcendente, en razón de unos parámetros populares por
los que se concibe que la fama es un fenómeno tan trascendental como
democrático” (Odina y Haleví, 1998).
La fama entonces se constituye en el SER del mundo contemporáneo, pero como
lo dicen los autores, es un fenómeno trascendental, pero a su vez es un fenómeno
democrático, y esto último preocupa a algunos famosos, puesto que la misma
versatilidad con que se constituye la fama, permite que “cualquier ser puede llegar
al SER”. Es decir cualquiera tiene la posibilidad de conquistar la fama y por eso se
entra en un conflicto existencial, que por una parte la fama puede ser fugaz o
puede permanecer a un después de la muerte como ha sucedido con muchos
famosos. Todo depende del interés que tengan quienes dominan y orientan a los
Max media.
Lo anterior genera entonces una sociedad cundida de unas escalas de valores tan
livianas, tan móviles, que da la sensación de un vacío existencial, donde todo se
convierte en Baladí, puesto que no hay diferencia entre un embolador famoso, y
un sacerdote famoso, o un filósofo famoso o un escritor famoso etc. Porque lo
que importa es que este famoso sirva de gancho para ofrecer algo, para vender
algo. Aquí en este mundo de la fama lo que interesa es aparecer y no lo que
realmente se es.
En el capitulo, los autores dejan claramente por sentado que la fama tiene que ver
poco con el valor de la obra realizada, sino que más bien obedece a las
intenciones de la publicidad y del marketing. El propósito que prioriza es el
reconocimiento de un objeto por parte del público. Este objeto puede ser un
producto de belleza como también puede ser un político, un escritor, un religioso,
un pintor, un futbolista, una supermodelo, un presentador de noticiero o un actor
famoso. “el reconocimiento social no se consigue ya a través del verbo hacer, si
no a través del verbo aparecer”. Por eso si se quiere llegar a ser un personaje
famoso, célebre, es necesario ser insistente, sobre todo frente a los que manejan
los medios publicitarios de cualquier producto, en la línea en que el pretendiente
se identifique, frente a los encargados de diseñar y ejecutar el marketing de tal o
cual producto. Además quien quiera acariciar las terciopeladas texturas de la
fama, debe abrirse caminos por los senderos de la televisión, puesto que este
medio, se ha convertido en el más fiel aliado de la fama contemporánea.
Pero el ser famoso no se agota con el mero hecho de ser famoso, per se, sino que
tiene un propósito último, como se había anunciado antes. Este propósito es, que
la fama lleva a obtener mucho dinero. La persona que posee la fama la convierte
en dinero contante y sonante. Hoy se habla, y de hecho la fama se ha convertido
en una gran industria, que resulta ser una de las más rentables en este mundo del
capitalismo voraz.
Por eso los autores muestran que ser famoso no tiene nada que ver con las
virtudes, que las sociedades anteriores preciaban, tales como la bondad, el valor o
el merito. Lo que cuenta en el mundo de la fama, no es hacer las cosas bien, o
esforzarse por conseguir un bien con alguna cuota de sacrificio, propio de la
dignidad humana, sino que interesa es simplemente gozar de buena imagen y
utilizan esta buena imagen, es decir la fama, como medio para aumentar los
dígitos en las cuentas bancarias. Muchos acuden a actos altruistas y a los
sentimientos humanitarios como mecanismos para conservar su buena imagen.
Por eso hoy abundan los famosos que contribuyen a sacar adelante obras de
beneficencia que van desde comedores y escuelas para niños pobres, hasta la
protección de enfermos terminales. Es el caso de Shakira y de Juanes en
Colombia. La primera aporta parte de sus ganancias a una fundación, “Los pies
descalzos,” que atiende colegios para niños pobres que no han podido acceder a
la educación formal, por la extrema pobreza en que viven y el segundo se ha
dedicado a contribuir con procesos que buscan conseguir gestos de paz en este
país que se desangra día a día en un conflicto interno que parece nunca acabar.
Estos gestos de estos famosos, que son bien vistos por mucha gente, en boca de
Odina y Halevi, no son otra cosa que una estrategia para conservar su fama, y de
esta manera estos gestos humanitarios, en vez de restar dígitos en sus cuentas,
lo que hacen es sumar dígitos en ellas.
Los autores del texto, pretenden interpretar, la alocada carrera por la fama, que
invade a la sociedad contemporánea, desde dos perspectivas. La primera desde el
punto de vista de quien pretende obtener la fama, que con mucha intensidad
busca lo que anhela, pero a su vez lucha por conseguir su propia identidad, para
no perderse en el anonimato en la sociedad de masas. La segunda desde la
perspectiva de lo que a las masas les atrae de los famosos, que se presenta como
producto de la ausencia de un norte guiado por los grandes ideales que en otrora
ocupaban la vida de los pueblos y que hoy el hombre objeto, consumista, como
borrego sigue ciegamente hacia un sinsentido de su existencia y que escora
de una manera irracional en la gran muralla de la fama que orgullosamente
ostentan los que disfrutan las ricas mieles de la celebridad.
Es de anotar que el texto está redactado de una manera un tanto compleja, que el
lector debe estar muy atento para no perderse en una jungla de palabras que se
entrecruzan entre sí, de tal manera que en ciertos momentos esconden las
diversas ideas e intencionalidades, que los autores quieren exponer a cerca de las
grandes ideas que sirven de hilo conductor a través de todo el artículo. Estas
ideas considero que son: La fama como trampolín para ser reconocido, la
publicidad y el marketing como las estrategias que posibilitan la fama, los
maxmedia y especialmente la televisión como el camino seguro para llegar a la
fama y por última la fama como medio para conducir hacia el consumo. Pero
entrecruzadas con estas ideas conductoras, existen en el texto, otras que
subyacen a lo largo del mismo, que son igualmente importantes como los que ya
dije que constituyen el hilo conductor en el artículo. Una de estas ideas que
atraviesa todo el texto es una que tiene que ver con la moral, con la ética.
Los autores presentan la forma laxa como se concibe la ética, la moral, en este
mundo de la fama. Un ejemplo queda recogido en el siguiente fragmento. “sobre el
mullido colchón democrático de tan libre expresión, todo puede exhibirse, es igual
que sea un credo o un pedo, una idea o una teta, un exabrupto o un poema, una
payasada o un crimen, lo único que está prohibido en la actual cultura del
exhibicionismo es el ocultamiento. Hoy, según parece, lo importante no reside en
lo que un individuo es capaz de lograr, sino en la capacidad de demostrar que no
tiene vergüenza de exhibirlo sin pudor”.
Como se puede observar, la moral que sale a relucir, en este desesperado mundo
de la fama, es la moral del exhibicionismo, que con reveladora pretensión se
fundamenta en el principio de la “libre expresión”. Esta es una moral donde la
vergüenza y el pudor pierden su total valía, porque para este mundo de la fama,
lo que vale es mostrarse sin pudor y sin vergüenza.
Esta moral de la fama, acaba con la privacidad de las personas, porque los
medios de comunicación establecen un pacto de guerra entre ellos, con el
propósito de ver cuál es el que mejor logra penetrar más, en la vida privada de los
famosos.
Además esta moral de la fama, por ser hija legítima del capitalismo de mercado,
por naturaleza engendra la moral individualista y egoísta. Cada famoso vive su
propio mundo y tiene en cuenta al otro famoso, es para establecer con él, una
relación de rivalidad, de competencia desleal, donde el principio que prima es: “el
que más saliva tiene, mas harina traga”.
Muchas otras cosas se podrían decir de la moral de la fama que abordan de
manera entremezclada los autores en su escrito, pero creo que hemos planteado
las más sobresalientes. Lo mismo se podría decir de otras ideas que se
entrecruzan en este artículo, pero creo que se ha tratado de trabajar, aquí, los
aspectos más importantes.
Después de realizar este ejercicio interpretativo, me queda la sensación, de que
en este mundo contemporáneo, todo se ha convertido en una mercancía: la
ciencia, la tecnología, el arte, la religión, la cultura, el saber humano en general y
hasta la persona humana. Ahora bien, todos estos productos hay que envolverlos
en el papel de la fama, para proponérselo a través de los medios de comunicación
y subastarlos en el loco y desesperado mercado global.
Si bien es cierto que la fama pretende constituirse en el ser ontológico de las
personas particulares, del individuo, parece ser también cierto, que el
consumismo, el libre mercado pretende instituirse en el ser metafísico del mundo
de hoy. Es decir, el consumo es el fin último de todo. Es el dios supremo.
Frente a estos planteamientos caben muchos interrogantes, entre ellos me hago
las siguientes:
 ¿Quién es en este mundo contemporáneo, el autor y actor de la historia?
 ¿Queda aún alguna palabra acerca de la razón y de la libertad humana?
 ¿Es la cultura la que determina al ser humano, o es lo contrario?
Estos son algunas de las preguntas, entre tantas, que se pueden plantear para
continuar el debate acerca de estos problemas que plantea este mundo
contemporáneo. ¡La discusión está en curso!.

También podría gustarte