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Para proceder a dar una crítica objetiva respecto del caso que se me ha encargado,

procederé a ahondar un poco más en la razón de ser del mismo.

El presente caso se da en el contexto de la llamada “Lucha antiterrorista”, exactamente un


21 de junio del 1991, en circunstancias que la Policía Nacional, inició un operativo cerco en
el Callao, Sendero Luminoso había atacado un vehículo de transporte militar en la
Urbanización Sima-La Perla, no muy lejos de ahí, la policía inicia las detenciones, Freddy
Rodríguez de 27 años y los hermanos Gómez Paquiyauri, Rafael Samuel de 17 años y Emilio
Moisés de 14, por presuntamente haber participado de actos terroristas. Fueron introducidos
en la maletera de un vehículo policial y llevados hasta un lugar llamado “Pampa de los
perros”, donde fueron golpeados a culatazos de escopeta y asesinado con disparos de arma
de fuego en diferentes partes del cuerpo, para una hora después de su detención aparecer
en la morgue como NN.

De acuerdo a lo leído, los autores materiales fueron juzgados y sentenciados, más el autor a
la fecha en que expedida la sentencia del caso, no ha sido juzgado y mucho menos
sentenciados.

El caso fue a parar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con la finalidad de que
esta decida si se habrían los artículos 4, 5, 7, 19 y otros más de La Convención Americana,
los cuales se encuentran relacionados con el derecho a la vida, a la integridad personal, a la
libertad personal, los derechos de los niños, etc.

A razón de la denuncia 11.016, la misma que fue interpuesta por el Centro de Estudios y
Acción para la Paz o “los peticionarios”, se tomó conocimiento por parte de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos de los hechos ocurridos, posteriormente tomó
conocimiento la Corte Interamericana de Derechos Humanos, un 05 de febrero del 2002 a
través de una demanda presentada por la comisión, toda esto a razón que existieron
reiteradas oportunidades para que el Estado llegará a una solución amistosa con los
peticionarios y no lo hizo y además hizo caso omiso a las recomendaciones dadas por la
Comisión.
Nos encontramos frente a un caso, en el cual se han cometido serias violaciones a los
derechos fundamentales tales como la libertad personal, el derecho a la vida, a la dignidad
humana, a la integridad personal e incluso al honor y la buena reputación, entre otros.

Rafael y Emilio fueron detenidos, siendo solo unos niños, de 17 y 14 años respectivamente,
a los cuales en ningún momento se les informó a ellos ni a sus familiares los motivos por los
cuales se llevaba esta ni muchos menos sus derechos como “imputados”, en ningún
momento fueron puestos a disposición de algún juez, no se les permitió comunicarse con un
abogado o algunos de sus familiares, vulnerando así no solo su derecho a la libertad
personal, sino también su derecho a la defensa. Se mancilló su honor y su reputación puesto
que no solo fueron detenidos arbitraria e ilegalmente puesto que la policía no contaba con
una orden judicial autoritativa ni mucho menos los menos se encontraban en una situación
de delito flagrante, además fueron dados a conocer como “terroristas” por parte de la Policía
Nacional del Perú y que su muerte se debió a un enfrentamiento con los agentes policiales,
estos en su afán de justificar su actuar, esto sometió al odio, al repudio, miedo y desprecio a
sus familiares, siendo víctimas de persecución y discriminación.

Se vulneró su derecho a la vida, no fueron solo detenido, fueron asesinados cruelmente,


fueron torturados, golpeados a culatazos, con disparos en cabeza; tórax y extremidades, para
posteriormente ser ingresados a la morgue como NN terroristas.

Existió una grave vulneración a derecho de integridad personal toda vez que estos fueron
detenidos no solo arbitraria e ilegalmente, sino que fueron introducidos en la maletera de una
patrulla policial, recibieron maltratos físicos y psicológicos, incluso un policía se paró sobre
sus espaldas, les cubrieron la cabeza, al parecer la única intención de estos malos oficiales
de la policial fue la de asesinarlos sin motivo alguno.

Se les privó de su derecho a la vida, se dañó su proyecto de vida, y hasta la fecha los únicos
que han sido juzgados y sancionados son los autores intelectuales, en este caso existe
imputado, puesto que el o los autores intelectuales hasta la emisión de la sentencia, no han
tenido una pena ejemplar, ni si quiera han sido juzgados, incluso solo uno fue identificado.
Existió una vulneración al derecho a las garantías judiciales y protección judicial, puesto que
si bien existió un proceso penal interno, el cual acabó con dos personas sentencias y una
identificada, el estado al tomar conocimiento de los hechos de tortura de los cuales fueron
víctimas los menores, debió de actuar de oficio ante la Corte, por cuanto aun si los familiares
de las víctimas no hubiesen actuado.

Al igual que la Corte, considero que efectivamente los familiares directos e indirectos de estos
menores, como la pareja de unos de ellos, también son víctimas, puesto fueron perseguidos,
amedrentados, hostigados, por el servicio de inteligencia, la policía, por la prensa, etc.

Se sabe que incluso la pareja del mayor de los hermanos, no podía inscribir a la hija de ambos
por temor.

Me apena mucho el actuar de nuestra policía nacional, quienes debieron cuidar de ellos, de
un niño de 14 años y un adolescente de 17 años, debieron ser ellos, sin embargo, no lo
hicieron, al contrario, actuaron con maldad, crueldad, e indolencia.

Respecto a cada uno de los puntos del fallo de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, puedo decir que no estoy de acuerdo respecto a cómo se llegó a establecer el
monto de la reparación a pagar a los familiares de las víctimas, respecto al daño material, el
considerar la pérdida de ingresos, preferentemente hubiese sido de acuerdo al proyecto de
vida dañado para ambos niños, toda vez que al tomar valorar el daño material desde el punto
de vista de pérdida de ingresos, no resulta tan satisfactorio, puesto que hablamos de niños,
que si bien realizaban algunas labores para ayudar en casa, no tenían un realización
profesional ni laboral, bien pudieron en un futuro tener un buen trabajo, que les permita
mejoras económicas. Respecto a la reparación tomando en cuenta los gastos realizados por
los familiares para el sepelio de sus hijos, para poder establecer el daño emergente, no lo
considero lo más adecuado, preferentemente se hubiese tomado en cuenta los gastos en los
que toda esta familia incurrirá para llevar un tratamiento psicológico para tal trauma vivido.

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