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DEL “POLO MARGINAL” ALA “ECONOMIA ALTERNATIVA’ ?* on la cuestiGn de la “marginalidad” se de batia, sobre todo, lo que ocurria con el trabajo y los trabajadores dentro de las nuevas tendencias del capital. La cuestién central de aquella problemética era la relacién capital- fuerza de trabajo. Para un sector de los investi- gadores, el empleo asalariado era el problema principal y desde ese punto de vista, el lugar de los trabajadores sin empleo respecto del ca. pital. Ese era, sobre todo, el sentido de la pro- puesta de Nun sobre la “masa marginal". Pero ese era también su limite y su dificultad. La propuesta alternativa de “polo marginal” del capital, significaba ya un primer momento de rebasar los limites de dicha problemética, de no quedarse en los limites del problema del empleo, al introducir la idea de que las activi dades de los des y sub empleados, tendian a = Publicado en Quijano, Anibal 1998 La economia po- ular y sus camines en América Latina (Lima: Mosea ‘Azul Editores / CEIS-CECOSAM) pp. 10-192 constituir un complejo entero de actividades econ6micas, de formas de organizaci6n, de uso y nivel de recursos y de tecnologia y de pro- ductividad. Ese complejo, constituido dentro del po- der capitalista (ciertamente era su “polo mar ginal"), tenia sin embargo una caracteristica peculiar: el personaje central no era el capital, sino el trabajo. Esto es, organizado sin capita. listas, y sin empresas. Eso dejaba abiertas cier- tas cuestiones mayores: ante todo, el tipo de re- laciones sociales que se constitufan, 0 tendian ello, en el “polo marginal” y en general en el “mundo de la marginalidad”, y luego, las rela- ciones entre tal “polo marginal” y el conjunto del poder capitalista, Aunque, como lo hiciera notar Larissa Lom. nitz’, la reciprocidad fue ya entonces sugeri- 1. “Larissa Lomnitz 1978 “Mechanisms of articulation Derween shantytown settlers and the urban system” en Urban Anthropology, 7 (2) pp. 186-206. Se refera, ob- 216 Antal. QUIIANO - CuESTIONES ¥ HontZonTis da como parte integrante del “polo marginal” ¥ como indispensable en toda la explicacién de la capacidad de produccién, intercambio y reproduccién (esto es, de la capacidad de so. brevivencia y de reproduccién de los “margina- lizados") en una franja la economia donde los recursos eran de una precariedad tan extrema, La cuestion no fue entonces realmente estudia- day discutida. ‘Un par de décadas mas tarde, una documen- tacién extensa produce una imagen distinta: los esfuerzos de los trabajadores “marginalizados” por resolver sus problemas de sobrevivencia, ¥ en consecuencia por motivaciones de efica- ‘cia practica, se han ido orientando en muchos ‘easos, y su ntimero parece ir en aumento, a for talecer y a expandir las relaciones econdmicas de reciprocidad o intercambio de fuerza de tra- bajo y/o de trabajo sin pasar por el mercado; a organizarse colectivamente de modo “cormu- nal’, en lugar de empresarial, para gestionar viamente, a “La constitueién del ‘mundo’ de la marge nalidad urbana". El texto, escrito en abril de 1969, fue “originalmente difundido en EURE, revista de Universi ‘dad Catélica de Chile, en ese mismo aio, y en Espaces et Societés, N" 1, 1971, Est incluido en Quijano, Anibal 1977 Imperiatismo y Marginalidad en America Lati nna (Lima: Mosca Azul Ediciones) pp. 192227 adecuadamente sus recursos, sus productos, sus relaciones en el mercado y con los otros sectores de la economia y de la sociedad, Eso no niega la presencia del “polo margi nal", ni de la *pequefia produccién mercantil”, ni de la *microempresa” establecida por traba- Jadores que tratan de convertirse en capitalis- tas, ni de capitalistas que organizan empresas “informales” o usan para una parte de sus inte- reses “formales" el espacio “informal”. Estable- cer las dimensiones, las caracteristicas propias y las relaciones entre todos estos campos de actividad econémica, es una tarea que atin falta proseguir. LAS “ORGANIZACIONES ECON POPULARES” (OEP) MICAS Las “organizaciones econémicas populares” son un conjunto heterogéneo de organizacio- nes formadas entre “pobladores", especial- 2 Eltérmino de *pobladores" fue acufiado en Améri a Latina, después de la Segunda Guerra Mundial, para nominar los que levantaban viviendas precaris en os “rmérgenes” de las ciudades, en terras que “invadian” para “poblar”. La mayoria de dichos "pobladores eran _¥ son migrantes, pero la proporcién de los no-migrantes {Dt "POLO MARGINAL” A.A “seONOMEA ALTERNATIVA"? mente, pero que comparten un rasgo: son or ganizaciones de tipo comunitario. La denomi- nacién de “organizaciones econdmicas popula- res" (oep, en adelante) ha sido propuesta por grupo de investigadores chilenos agrupados en lun proyecto denominado Programa de Econo- fa del Trabajo (PET), El grupo formado por Luis Razeto y sus aso- ciados propone la siguiente tipologia de dichas organizaciones* 1. Los talleres laborales. 2, Las organizaciones de cesantes. 83, Las organizaciones para el consumo bisico. 4, Las organizaciones para problemas habita- cionales. 5, Las onganizaciones poblacionales de servicios. hhaido ereciendo, Como resultado existen ahora “pobla- cones” de ese tipo, con diferentes nombres: barriadas, fasentamientos humanos, urbanizaciones populares, fa velas, vias miseria, poblaciones clandestinas o escon- idas, ete. El término “poblador" se emplea como toda ‘una categoria social en los estudlos sobre los sectores pobres que habitan en esas reas de ciudades latinoa- rmericanas, Chile es, seguramente, el pals donde esa Palabra tiene mayor circulacién en esa literatura 3 Raweto, as et al. 1900 Las organizaciones econs: ‘micas populares, 1973-1990 (Santiago de Chile: a. Programa de Eeononnia del Trabajo) pp. 63-70. Los “talleres laborales” son “pequefias uni- dades econémicas cuya actividad central es la produccién y comercializacién de bienes y de servicios”, cuyos miembros varian entre 3 y 15 personas. Trabajan en “condiciones igualita- rias", con cuerpos directivos elegidos y contro- lados directamente, con asignacién individual de responsabilidades y de tareas. Usan recur sos limitados, tienen calificaciones simples, y la divisi6n de trabajo es simple. Producen a pe- dido y/o por cuenta propia, pero en todo caso para el mercado! Las “organizaciones de cesantes" se organi- zan en su condicién de “desocupados" para tra- tar de obtener empleo, Pueden funcionar even- ‘tualmente como coordinadoras de ese esfuerzo ¥ como agencias de empleo. Las indicaciones acerca de su organizacién son escasas, pero se trataria, de todos modos, de formas comunita rias de asociacién y de autoridad. Las “organizaciones para el consumo bisi- co” se dedican a la obtencién de alimentos y de recursos de uso y de consumo indispensa- bles, Funcionan, con diversos nombres, como 4A Véase de Hardy, Claisa 1986 Talleres artesanales de Conchall (Santiago de Chile: PET). Y de Bgafa, Ro- digo 1986 De Taller a Empresa de Trabajadores (San- lingo de Chile: PE), 21a Antal. QUIIANO - CuESTIONES ¥ HontZonTis ccolectivos de preparacién y servicio de alimen- tos, “llas comunes™, “comedores populares”; de provision de recursos, “comités de abaste- cimiento”; colectivos de compra, para abara tar el precio de las subsistencias, “comprando juntos", "bodegas populares"; “huertos familia: res”, “mini granjas”, “grupos de autoayuda’. Las “organizaciones para problemas habita- cionales", que son “comités de sin casa”, que Dbuscan tierra para poblar, “grupos pre coopers- tivos", que buscan comprar juntos y abaratar el precio de terrenos 0 “sitios” para habitar, y, co: rités para obtener agua, luz y otros servicios! Finalmente, las. “organizaciones poblacio- nales de servicios", se agrupan para atender colectivamente problemas de salud, de educa- ciGn, de recreacién,etc,, a veces por categorias 5. Véase de Hardy, Clarisa 1986 Hambre, dignidad, ollas comunes (Santiago de Chile: PET), Para una minuciosa presentacién de las caracteristicas y actividades de esas organizaciones en Chile, También, dde Gallardo, Hemarda 1187 “El redescubrimiento del ‘caricter social del hambre: las "ollas comunes” en macia y Poder. Los Pobladores (Santiago de Chile FLACSO) pp. 171-201 6 Ver Sénchez, Daniela 1987 “Insttuciones y Accion Poblacional. Surgimiento de su accién en el periodo 19731981" en Espacio y Poder. Los Pobladores (Santiago de Chile: FLACSO) pp. 123169, de género y/o de edad, como los jévenes, los pensionados, las mujeres’ Razeto y sus asociados insisten que estas ex- periencias son marcadas por una conciencia de solidaridad; que no se agotan en las necesida- 7 Una clasificacién paralela es propuesta por otra de las investigadoras del PET, Hardy, Claisa 1087 Orga niizarse para vivir. pobreza urbana y organizacion ‘pomutar (Santiago de Chile: PET), Pero, coma seve, no ‘modifica en lo sustancial la clasifcacién original de Ra eto y sus asociados, 1. Organizaciones laboral-productivas a talleres soidarios b, talleres de sindicatos teritoriales &talleres por rama 4. “amasanderias”(panadertas) 2. Onganizaciones para el consumo a hnertos familiares '. comedores populares ollas.comunes, 3. Organizaciones de servicios sociales de vsienda y deudas b. de salud 4. Onganizaciones laboral-reivindicativas 4 sindicatos territoriales de trabaje dores indepencientes . sindicatos por rama, de trabaiado- ‘res independientes. {Dt "POLO MARGINAL” A.A “seONOMEA ALTERNATIVA"? des econdmicas, sino que se dirigen a enfrentar las necesidades integrales de la existencia de sus miembros. ¥ proponen admitir esas organi- zaciones como sefial de la emergencia de toda una “economia alternativa” a la del capital, pre- ccisamente en base a esos rasgos de solidaridad consciente; de comunalidad de las formas de asociacién y la orientacién hacia la soluci6n de las necesidades integrales’ Otros estudiosos, de las mismas organizacio- nes, reconocen su importancia y su amplitud entre los “pobladores"; pero son mas cautos en sus propuesias’. Sobre todo, ellos convergen 8 Ademés del texto citado, véase también de Ra elo, Lis 1086 Economia Popular de Solidaridad (Santiago de Chile: Area Pastoral de la Conferencia Episcopal de Chile) 9 Enlze los principales, Campero, Guillermo 1087 Ew {eta sobrevivencia ita acid potition (Santiago de Chi- Je: ILED; Hardy, Claris 1980 La eiudad escindida (Sane ‘ago de Chile: PET); Tiron, Bavardo 1986 "La revueltalos pobladores" en Nucea Sociedad (Caracas) N’ 83; Bato, Rodrigo 1985 Lo social y lo potiticn (Santiago de Chile. FLACSO); Bspinoza, Viente 1988 Tendencias del movi ‘miento poblacional (Santiago de Chile: SUR); Espinoza, Vicente etal “Poder local, pobladores y democracia™ «en Proposiciones (Santiago de Chile: SUR) N° 12; Oxhor, Philip 1986 “Democracia y Partcipacién Popular: Organi zaciones populares en la fara democracia cilena” Com ‘ribuciones (Santiago de Chile: FLACSO) N? 44 cn percibir las tensiones entre pricticas comu- nitarias y un individualismo muy acentuado. De un lado, las organizaciones comunitarias se forman entre pobladores territorialmente vecinos. Esto es, son organizaciones vecinales. Se desarrollaron en Chile principalmente des- de 1983, en un momento de crisis muy grave, para tratar de solucionar necesidades vitales. Pero una vez constituidas, actian como una base o como un principio de identificacién, Esa idea de que la accién comunitaria ac ‘iia como un “principio de identificacién” es compartida por virtualmente todos los que estudian esas organizaciones. Segiin eso, el ‘grupo se ve o tiende a verse como algo mas ‘que un instrumento de solucién de problemas pricticos y materiales, inmediatos. La acciGn comunitaria pasaria a ser percibida como una conquista, como un motivo de realizacién, es timulo de acciones e iniciativas. Saball y Valen- zuela sefialan que en esas instituciones actiia una “l6gica comunitaria™® Sin embargo, no todas las organizaciones de ese tipo tienen igualmente intensa esa “I6gica comunitaria”. Solamente las que permanecen por la exigencia misma de las necesidades. 10 Saal, P.y Valenzuela, F. 1985 La accién comuni ‘aria (Santiago de Chile: SUR). 20 Antal. QUIIANO - CuESTIONES ¥ HontZonTis Como Tironi y Campero seftalan, no se trata de que una ética comunitaria sea la que mueve a los “pobladores” a ese tipo de asociaciones; son més bien las necesidades précticas urgen: tes, que no pueden ser resueltas o enfrentadas inmediatamente de otro modo. Pero en la me- dida en que esas necesidades materiales no se resuelven del todo, la asociacién misma se convierte en un modo simbélico, imaginario, de compensarlas, Eso hace decir a Campero que ese tipo de organizaciones son més bien “ins. tituciones compensatorias"™. Aunque, por otro lado, Tironi admite que la organizacién comu- nal es, quizés, una manera de protegerse contra la desintegracién social y podria ser también in- terpretada como un modo de rechazo a un tipo de modemizacién por el mercado que la dicta- dura militar impulsaba" Esa clase de organizaciones de tipo comu: nal no son estrictamente nuevas en Chile. Te- nian una presencia extendida desde la década de los sesenta, por accién de la Democracia Cristiana y de la Unidad Popular, sobre todo, en los problemas de ocupacién de terrenos ur 11. Campero (1987) p68, opt 12. Tiron), HE. B. 1986"La revnelta de os pobladores" en Nueva Sociedad (Caracas) N° 83 bbanos para poblar y en la presién para conse- uir servicios urbanos. La DC, en el gobierno desde 1964, habia establecido en esa época la politica de la “promocién popular” y de la “par ticipacién popular’, y las “juntas de vecinos", “lubes de madres” y “asociaciones de pobla- ores” se formaron como parte de esa politiea, en buena parte de las poblaciones urbanas la- ‘madas “marginales”, Aquellas organizaciones, a diferencia de los sindicatos, no reivindicaban salario y condi ciones de empleo sino, principalmente, tierra para poblar y servicios urbanos. Habia, pues, ‘ma vasta y prolongada experiencia de organi- zacion entre ese sector de la poblacién urbana. Desde 1973, fecha del golpe de Pinochet, pero sobre todo desde 1989, cuando se inicia la mo- vilizacién callejera contra la dictadura, en el ‘momento de una muy grave crisis econémica, esa experiencia organizativa se voles hacia los problemas del empleo, del ingreso, del hambre y de vivienda. Con todo, lo que sin duda es signiieativo es el hecho de que superada la fase mayor de la crisis en Chile, las organizaciones comunales no se hayan disuelto, sino que hayan continua- do extendiéndose. Segiin el PET, para fin de la pasada década, sumaban cerca de 2 mil organi zaciones solamente en el Gran Santiago, con 50 {Dt "POLO MARGINAL” A.A “seONOMEA ALTERNATIVA"? mil miembros activos y otras 200 mil personas vinculadas a ellas. Esto es, un 15% de una po- blacién calculada en 1.317.238 personas, Aho- 1a, para presionar por la solucién de problemas més permanentes: servicios sociales (salud, educacién, vivienda) que fueron severamente reducidos bajo la dictadura. Y se han mantenido las que ya existfan, especialmente, los “talleres laborales” las “juntas de vecinos", los “centros de madres’, los sindicatos de facto, y se han establecido organismos de coordinaci6n, por tipos de organizaciGn y por dreas territoriales" Ese tipo de organizaciones existe también en otros paises. El Perties, probablemente, uno de sus escenarios mas ilustrativos. Alli, donde Ia tradicién de la reeiprocidad y la comunidad es mis prolongada y, sin duda més viva, ese tipo de organizaciones forma una red extendida en todo el pais. Sus principales denominaciones locales son, principalmente, los “comedores populares”, los “comités del vaso de leche", las “ollas comunes”, las cuales son caracterizadas por Ia reciprocidad y la comunidad, lay, sin embargo, también las “asociaciones de vendedores ambulantes”, los “microtalleres 13 Razeto etal. (1990) op. cit. ¥ Hardy (1989) op. ct 14 Hardy (1989) opt productivos", las “asociaciones de microem- presarios’, y las “pequefias empresas autoges- tionarias”, las que no tienen cardcter comunal, ni se fundan en la reciprocidad, sino de modo ‘muy parcial. El calificativo de “autogestiona- rias” para ese tipo de organizaciones, deriva aparentemente del hecho que sus miembros son, generalmente, ex trabajadores asalaria- dos, despedidos 0 renunciantes de empresas, muchos de los cuales han invertido sus “inder- nizaciones” (dinero recibido como compensa- cién por tiempo de servicio, al término del em leo), para iniciarse como pequefios empresa- rios, individualmente o en grupo, Algunos au- tores han comenzado a usar la misma formula acufiada por el PET®, para denominar, también en el Peri, ambos tipos de organizaciones. La terminologia se ha hecho més equivoca. ‘Las “ollas comunes” son en todas partes una prictica de los trabajadores, de cocinar y de comer en grupo, Generalmente se formaban cuando una huelga se hacia prolongada y no parecia tener visos inmediatos de solucién, Jo que acarreaba dificultades alimenticias en- 15 Ortiz, Humberto 1990 “Las onganizaciones econ6 :nieas populares” en Creacién popular de la sociedad. Autogestién y autogobierno en el Per (Lima: Demo. ‘racia y Socalismo) pp. 4-51 22 Antal. QUIIANO - CuESTIONES ¥ HontZonTis Ire las familias de los huelguistas, obligando a cocinas y comedores colectivos, con frecuen- cia en lugares piblicos. ¥ eso era también una manera de hacer visible la situacién para el piiblico, como un recurso de presién sobre los patrones y/o el Estado. Al hacerse graves y estables el desempleo y la earencia de ingre- Sos, esas pricticas se han hecho mas comunes y més frecuentes entre los habitantes de los barrios pobres. No son, sin embargo, institu- ciones estables, no dan lugar a relaciones que se reproducen y a roles definidos. Tienen un cardcter mas bien coyuntural Los “comedores populares” y los “comités del vaso de leche" son més regulares, En el ‘easo peruano, su origen se remonta a la crisis de los afios treinta, época durante la cual el Estado, las parroquias u otras instituciones de beneficencia piblica, organizaron comedores colectivos Hamados “comedores populares", para los desocupados urbanos y proveyeron de desayuno en algunas escuclas de nios po- bres, eon el nombre de “gotas de leche". Esas précticas, sin embargo, estaban entonces bajo Ja administracién y el control de aquellas ins- tituciones piblicas, fuera de la iniciativa y del control de los usuarios y consumidores. Persis- tieron durante los aitos siguientes a la Segunda Guerra Mundial, en Lima, sirviendo a desem- pleados, trabajadores con muy bajos ingresos, e inclusive estudiantes Bajo la crisis de comienzos de los afios se- tenta, los “comedores populares" comenzaron a formarse en las “barriadas", bajo la adminis- tracién directa de sus usuarios, si no siempre por su iniciativa. Al profundizarse la crisis en la década siguiente, se han convertido en institu- ciones estables, con niicleos de personas orga- nizadas, con cierta divisi6n de roles, en donde Ja reciprocidad y la gesti6n comunal tienen un lugar central. Actualmente, se estima que fun cionan alrededor de mil “comedores popula- res" en el pais, cada uno de los cuales produce ¥y sitve un promedio de 150 a 200 raciones dia- rias, generalmente a la hora de la comida del mediodia (almuerzo, en el lenguaje peruano). ‘Una parte de esos niicleos se coordinan entre si, en cada barriada y a escala de toda la ciudad, Los “comités del vaso de leche” son mas re- cientes. Se formaron bajo el gobierno munici pal de la Izquierda Unida, en Lima, entre 1983 y 1987, Funcionaron masivamente durante ese periodo y se convirtieron en una red institucio- nal que agrupaba a unas 100 mil personas en ‘Lima Metropolitana, todas mujeres, con apoyo financiero internacional y con el aprovisiona- ‘miento ya asesoria del Municipio de Lima bajo gestién de la IU, que formé para ese propésito {Dt "POLO MARGINAL” A.A “seONOMEA ALTERNATIVA"? Ja institucién Hamada FOVIDA (Fomento de la vida) y con el apoyo de las organizaciones politicas de ese frente politico. Desde entonces operan més restrictamente, haciendo frente a la hostilidad de las nuevas autoridades munici- pales, pero todavia con apoyo financiero inter- nacional relativamente importante", Los “microtalleres” son agrupaciones de produccién mereantil en pequefia escala, cu- yos propietarios actian también como admi- nistradores y trabajadores, y que se dirigen explicitamente a producir para el mercado ¥; Si es posible, acumular capital. Muchos de 80s talleres son efectivamente pequefias em- presas, con asalariados, aunque los propieta- rios-administradores suelen también trabajar ellos mismos y con sus familiares, a los que no pagan salario. La combinaciGn entre esas varias formas de trabajo en una sola unidad taller, parece ser muy frecuente, pero no existe documentacién eficaz acerca de eso. Es mis frecuente en la informacién disponible, encon- trar unidades de “pequeiia produccién mer- 16 Una sistemética discusién de las experiencias de Jos “comedores populares" y de los "vasos de leche” se encuentra en: Galler, Nora y Naiiez, Pilar (comp.) 1989 Mujer y Comedores Populares (Lima: SEPADE). Tam- bign puede verse Ortiz (1900) op. ct cantil’, formadas por familias y/o con pocos asalariados. No existe documentacién acerca de ndcleos que se fundan exclusiva o princi- palmente en la reciprocidad y la comunidad més allé de las familias”, Pareceria asi, curio- samente, que la reciprocidad y la comunidad ‘son mas frecuentes entre los “pobladores” de Chile, Pero esa es una cuestion que requiere estudios més precisos, Las llamadas “empresas autogestionarias” y “empresas administradas por trabajadores” 17 En una reciente investigacién en Villa El Salvador (VES), la mas importante y famosa de las experiencia peruanas de autogobiemo y de antogestion comunal de ‘lertas actividades econ micas del periodo anterior, no ‘se ha encontrado informacineficaz acerca de la actual presencia de nicleos de reciprocidad y de comunalidad ‘en la produccién 0 en el comercio, mas allé de los imi- tes de las familias, pero side a extensién de los nicleos ‘que agrupan a miembros de Ia misma familia, Parque Industrial, que fue antes organizado para la Produccion industrial en VES, bajo la gestién comunal del Consejo Comunal de la Comunidad Urbana Autogestionaria de Villa Fl Salvador (CUAVES), ha sido deliberadamente reorganizado por el actual gobiemo nacional y local en luna asociacién de pequefios y medianas empresarios. Sobre estas organizaciones en Lima, también de Pait Volstein, Sara 1990 "Micro y pequeiios talleres produc- Livos" ent Creacién popular dela sociedad. Autogestion -y autogobiemo en el Per (Lima: Democracia y Socis- listo) pp. 97-43 24 Antal. QUIIANO - CuESTIONES ¥ HontZonTis aparecieron bajo el gobiemo militar del perio- do 1968-1980, sobre todo bajo el régimen del general Velasco Alvarado, Hay una literatura més 0 menos amplia sobre sus experiencias. Se construyeron por la iniciativa del Estado, ‘en algunos casos por las motivaciones ideols- -gicas de algunos de los organismos politicos del régimen, que pretendian replicar en el Pert la experiencia de la autogestién en Yugoeslavia. Sobrevivieron algunas, con variadas medidas de éxito, a la retirada del gobierno militar en 1980. Las que lograron organizarse como em presas reales, con recursos financieros y tecno- logia titi, han sido muy pocas y, en todos los ‘casos, no tienen nada que ver con el discurso de la autogesti6n. As lo reconoce, algo melan- edlicamente, uno de sus idedlogos y estudiosos: “Hlay algunas cuantas empresas que han tenido un relativo éxito econémico-fnanciero, aunque frecuentemente a costa de su calidad autoges- tionaria y sin llegar a ser éxitos rotundos”™. Las 18. Seurrah, Martin "Las posibilidades de autogobiemo fn la industria nacional” en Creaoién popular de la Sociedad. Autogestian y autogobierno en el Peri (Lima: Demoeracia y Soctalismo) pp. 21-29, Del mismo Autor, véase también: "The experience of worker self ‘management in Peru and Chile" en Annis, Sheldon y Hakim, Peter (comps. 1988 Direct to the Poor (Boulder: lynne Rienner) pp. 132-45. Bstudios detalados sobre otras, afliadas ala Central de Empresas Admi- nistradas por Trabajadores (CEAT), cuando han logrado sobrevivir, lo hacen en malas condicio- res, para defender el empleo real. Pero en esos ‘casos “la calidad de la democracia al interior de esas empresas ha sido variable y pocas de ellas: han logrado desarrollarse empresarialmente”, La experiencia de esas “empresas autoges- tionarias" o “administradas por sus trabajado- res” no ha sido, sin embargo, desprovista de in- terés para el futuro. En Chile se iniciaron bajo el gobierno de Eduardo Frei, con el apoyo cre diticio del Estado y el apoyo téenico del Servi- cio de Cooperacién Téenica, organismo estatal, ¥ se extendieron bajo el gobierno de Salvador Allende, cuando varias empresas fueron esta- tizadas y otras pasaron a poder de sus traba- Jadores. Bajo el golpe militar de 1973, algunas de las empresas estatizadas fueron adquiridas Jas experiencias equivalentes en Tos diversos paises latinoamericanos, especialmente en Bolivia, Chile y Peni, se encuentran en la compilacién de Ieurraspe, Francisco 1986 “Partiipacién, cogestin, autogestion fen América Latina” en Nueva Sociedad (Caracas) 2 Vols. También en Roca, Santiago (comp.) 1981 La ‘autagestin en América Latina y en el Caribe (Lima: CLAe IICA). También puede verse de Quijano, Anibal 1901 “Poder y crisis en América Latina” en Paginas, N° 109; 40-60, junio {Dt "POLO MARGINAL” A.A “seONOMEA ALTERNATIVA"? por los trabajadores con el apoyo crediticio de la Iglesia y de los restos del Servicio de Coo- peraci6n Técnica, que se habfa formado desde los aiios sesenta. Pero, poco después las difi- cultades financieras, de mercado y de adminis- tracién fueron excesivas para esas empresas. Su dependencia del apoyo externo, erediticio y téenico, que fue su marca de nacimiento, fue también el elemento central de su desintegra- cin, Lo mismo ocurrié en el Peri después del reemplazo del régimen velasquista. La documentacién acerca de otros paises pareceria indicar que las “empresas autoges- tionarias” no son una experiencia frecuente, lo mismo que las organizaciones fundadas en Ia reeiprocidad y 1a comunidad entre los trabajadores de las ciudades. En cambio, las organizaciones cooperativas y comunales en los medios rurales son una experiencia relati ‘vamente frecuente. En el caso de Colombia, por ejemplo, a ex- periencia de las “bodegas comunales" o “alma- 19. Una de esas experiencias es recontada en Seurrah, Martin y Podesté, Bruno 1088 “The experience of ‘worker self:management in Peri and Chile” en Annis y Takim (1988) pp. 192-164, op. cit. Para una evaluacion del significado poltico de esas experiencias, ver ti texto "Poder y Crisis en América ya citado, cenes comunales” es una de las més ilustrativas, Algunos de ellos se formaron de modo espon- tuineo y operan independientemente desde los setenta, Pero son casos excepcionales. La gene- ralidad se form6 por iniciativa de la Iglesia Caté- lica, junto con las organizaciones sindicales del campesinado. Especialmente en los valles del Cauca y del Magdalena, Se constituyeron redes de distribucién comercial patrocinadas por la Iglesia (Grupo Asociativo Versalles y CEMECAY, en el Cauca; FUNDER, en el Magdalena; FUN DACOMUN, Aecién Comunal y COINCA, en Risaralda), especialmente a través del Instituto Campesino Avanzado, dirigido por los jesuitas. Los estudios sefialan que los propésitos sociales y 10s econdmicos, empresariales, no resultaron compatibles. Pero, sobre todo, que sin el apoyo, la asesorfa y ain el control de las instituciones de la Iglesia, esos “almacenes comunales” no sobreviven o se convierten en empresas privadas de algunos de los miembros originales® De otro lado, las organizaciones de tipo cooperativo y de tipo ecomunitario organizadas 20 Butler Flora, Comelia et a. 1988 “Community Stores in Rural Colombia. Organizing the me consumption" en Annis y Hakim (1988) pp. 1 op. cit 26 Antal. QUIIANO - CuESTIONES ¥ HontZonTis para la produccién en el Campo colombiano, que durante un momento parecieron generali- zarse como una experiencia estable, han tenido cen general los mismos resultados. Un estudio especifico llevado a cabo sobre el conjunto de cllas, a escala nacional, da cuenta de eso* En su periodo de auge, hasta 1974, legaron a sumar unas 1.300 organizaciones con unas 16 mil familias y 320 hectéreas de tierra, Hacia 1985, s6lo quedaban 629 organizaciones, las fa- rilias habjan disminuido en casi 76% y la tierra cen cerca de 66%, Las asociaciones sobrevivien. tes, no parecen tener vitalidad para perdurar: “Ia renta generada por 30 hectéreas de tierra no supera como término medio un salario me: imo”, informa el estudio, Solamente las onganizaciones comunales 21 Gonzéles, Manuel Guillermo 1987 Origen y fevolucién de las formas asociativas campesinas de produceién y de trabajo en Colombia Santiago de Chile: CBPAL) mimeo. Contra los resultados de su propia investigacin, el autor sigue fe al discurso sobre Ja “incorporaeién de los marginados a la sociedad’, a través de tales “formas asociativas™. Véase tambien de Angulo, Alejandro 1991 “Un experimento en desarrollo participativo" en CINEP, febrero; donde se da cuenta de una empresa comunitaria agricola que tuvo éxito s6lo cuando dej de ser comunitaria y se convirti6 en ‘una empresa privada comin, de antigua historia, con prolongado ¢jercicio de la capacidad de decidir auténomamente, y con la disciplina social para el cumplimiento de las decisiones, han demostrado ser, en el campo latinoamericano, no solamente capaces de perdurar, sino inclusive de formar empresas comunales exitosas. Uno de los casos mayor documentados es la empresa comunal de Ta- quile, para gestionar y controlar la actividad del turismo en beneficio de la comunidad. Taquile es una pequefla comunidad islefia en el Lago Titicaca, en el lado peruano, de dificil acceso, distante de los centros urbanos de la zona. Sus habitantes forman una comunidad de larga historia, Han formado organismos exi- tosos para atraer, alojar y transportar turistas; ‘grupos de produccién artesanal para ese mer cado; ferias y almacenes de venta de artesanta, La comunidad comienza a ser préspera, sus servicios lentamente comienzan a modemnizar- se y sus productos comienzan a ser adecuados alas tendencias de su mercado. Pero, también, esa prosperidad impulsa las tendencias a la ac- tividad comercial privada entre los miembros de la comunidad, Un cambio fundamental esti ingresando en ella® 22 Healey, Kevin y Zor, Elaine 1988 “Lake Titieaca’s campesing controlled tourism” en Annis y Halen, op. {Dt "POLO MARGINAL” A.A “seONOMEA ALTERNATIVA"? EXISTE HOY UNA “ECONOMIA ALTERNATIVA"? La documentacién acerca de las “organizacio- nes econémicas populares" en América Lati- na, no arroja un resultado definido acerea de esa cuestion, Si lo que esa denominacién sefiala es un re- lativamente numeroso, diverso y heterogéneo conjunto de modalidades de producir, consu- mir y reproducir bienes materiales y servicios, més 0 menos diferenciable de la organizacién ‘empresarial predominante en el capitalismo contemporaneo, eso es, sin duda, cierto. En efecto, es demostrable que: 1. Existe un sector més 0 menos amplio, no su ficientemente medido en la investigacién, de unidades de actividad econémica que no son plenamente de tipo empresarial, es decir, no stn basadas exclusiva o predominantemen- teen el salario y en general en el mercado; ni se organizan siempre entre grupos sociales cit, pp. 4558. Bl primer estudio antropolégico de esa ‘comminidad fue hecho a comienzos de os cincuenta, or Matos, José y Avalos, Rosalia 1969 La comunidad dle Taguile Lima: sid). La distancia entre una etapa y ftra dela comunidad es realmente notable, desigualmente ubicados en ese intercambio, bajo el control y en beneficio de los que con- trolan los recursos de produccién, 2. La participacién de las relaciones familia res, en general de las relaciones primarias (compadrazgo, clientelismo, procedencia geografica y/o “étniea” comtin), en las unida- des organizativas de la actividad econémica; y el hogar o vivienda y la calle como sedes de dicha actividad, son los rasgos comunes de aquellas modalidades. 8, La fuerza de trabajo se intercambia s6lo par cialmente en el mercado, a través del sala- rio; y el salario se combina con trabajo no pagado, en proporciones variables segtin las modalidades. 4, La organizaciGn del control y de la adminis- traciGn del trabajo y de los recursos en esas unidades, admite predominantemente las rnormas de la organizacién familiar y, even- ‘tualmente, comunal Desde ese especifico angulo de evaluacién, en la economia urbana actual en Amériea Latina, podria ser diferenciado un sector donde no ac- tan plenamente las normas y las instituciones predominantes de la empresa capitalista. {Confirma eso la hipétesis de una “econo- mia alternativa”, en el sentido especifico de 28 Antal. QUIIANO - CuESTIONES ¥ HontZonTis ‘una economia allernativa al capital, y concre- tamente en América Latina? No del todo. Como toda la informacién muestra, la amplia mayoria de tales unidades y actores de aquel sector se organizan incluyendo, en mayor o menor me- dida, el trabajo asalariado; entre grupos des- igualmente ubicados acerca del control de los recursos produetivos y en consecuencia de la produccién y/o de los beneficios; se orientan a Ja obtencién de beneficios y a la acumulacién, siles es posible y operan, de ese modo, con la 6gica del capital, en todo o en parte. En mu: cchos casos se trata, seguramente, de un capi- talismo de los pobres. Pero donde, de todos ‘modos, es la I6gica del capital la que preside, no obstante todas las limitaciones especificas que encuentra en ese nivel, el comportamiento de tales unidades y actores. En esa franja econdmica, muchos de los que controlan las unidades y sus relaciones con el resto de la economia, son simultanea- ‘mente trabajadores y empresarios si emplean ajena fuerza de trabajo asalariado, Pero tam- ign hay asalariados que no tienen acceso alguno al control de recursos productivos; y otros que en la misma condicién ni siquiera re- ciben salario, Las distancias sociales inmedia- tas, concretas, entre esos estratos ~sobre todo vistas desde la cima del poder global- pueden no ser, y de hecho no Io son en muchos casos, ‘muy grandes; pero son reales y potencialmen- te ampliables. Se trata, sin embargo, de una franja econémi- co-social donde la reciprocidad es un elemento presente de modo generalizado, aunque no ne- cesariamente predominante. El rasgo central de esta franja es su ambigua ubicacién entre las relaciones de reciprocidad-comunidad, de tun lado, y, de otro lado, el capital. En su con- Junto, sin embargo, hace parte de la estructura slobal de poder del capital Podria admitirse, segiin todo aquello, que existe algo como una “economia popular”®, es decir, aquella que protagonizan los que no con- trolan los recursos principales de produecién, ni los resortes del poder estatal, o Ios del mer 23 Véase, por ejemplo, la propuesta de José Las Comggio concepto de “economia popular” -conjunto de recursos, pricticas y relaciones econdmicas propias de los agentes econSmicos populares de una sociedad”. La categoria “popular” aqui como: “unidades elementales de produccidn, reproduccién (familia, cooperativas, comunidades, etc.) que dependen fundamentalmente del ejercicio continuado de la capaeidad de trabajo de ‘8 miembros para resolver las condiciones materiales de su reproduccién’. Ver: “Politica econémica, comunieacién y economia popular” en Debate, marzo de 1989, pp. 57-94, {Dt "POLO MARGINAL” A.A “seONOMEA ALTERNATIVA"? cado, Que se caracteriza por la variable com- binacién entre los patrones del capital y los de la reciprocidad, aunque probablemente con el predominio tendencial de los primeros. Esa es tuna especificidad, sin duda, pero dificilmente seria suficiente para admitir que se trata ya de ‘una “economfa alternativa” a la del capital Empero, eso no agota el vasto universo de las relaciones econémicas entre los despoja- dos del control del poder y de los recursos de produccién, RECIPROCIDAD ¥ COMUNIDADE! NUEVAS RELACIONES La investigacién registra también, como ha quedado establecido, que en la economia urba- na actual de América Latina esti presente un sector de unidades de actividad econémica que no se organizan en tomo de la l6gica del ca- pital, sino exclusivamente sobre la base de la reciprocidad y de la comunidad. El coneepto de reciprocidad que aqui se utiliza, se refiere a relaciones de produccién / distribuci6n que se establecen con dos ras- os especificos: a) como intercambio directo, esto es que no pasa por el mercado, de fuerza de trabajo (capacidad de trabajar) y de trabajo realizado (bienes y servicios); b) entre sujetos socialmente iguales. El concepto de comunidad, se refiere a un modo de organizacién y gestién colectiva don. de todos los miembros individualmente se con- sideran socialmente iguales, intervienen direc- tamente en las decisiones, a través de los deba- tes y de un sistema de autoridades elegidas y controladas de modo inmediato y directo, esto es, donde la representacién de autoridad no es indirecta. Se trata claramente, de una especifi- ca estructura de autoridad. Cuando ambos elementos se asocian en la formacién de una unidad econémica, no lo hacen por separado del mercado sino en re- lacién contradictoria eon 61, Obtienen sus re- cursos iniciales en el mereado y usan los que producen para el mercado de todo aquello que requieren y que no producen. Tienen, sin em. Dargo un rasgo propio: esas unidades de acti- vidad econémica no se proponen la obtenciGn de beneficios desigualmente distibuibles entre los miembros. La informacién disponible no permite medir Ia proporcién de esas unidades de reciprocidad y de comunidad dentro de la economia urbana latinoamericana, Probablemente es un sector relativamente reducido, si se lo compara con el anterior, cuasi o semi o para-empresarial. 230 Antal. QUIIANO - CuESTIONES ¥ HontZonTis La informacién tampoco permite ir muy le- Jos en la discriminacién de la actividad de esas unidades dentro de la estructura productiva. ‘Sin embargo, principalmente la documentaci6n acerca de Chile y Perd, permite sugerir que se concentran abrumadoramente en el sector de Ia produccién y distribueién de alimentos: las “ollas comunes’, los “comedores populares’, los “comités del vaso de leche”, son sus ejem- plos demostratives, Secundariamente, parece ser también que la produccién de productos alimenticios cobijarfa una parte de esas unida des, si se piensa en los “huertos familiares” chi- Ienos. En los “talleres* y “microempresas”, de ambos paises, la reciprocidad existe en combi- naci6n con el salario. Pero la informacion no es suficientemente eficaz sobre eso. Se trata, demostrablemente, de un sector re- lativamente reducido de unidades de actividad econémica, y, sobre todo, no ubicado en nin- ‘guna de las reas principales de la estructura produetiva urbana. Con todo, la presencia de un sector de uni- dades de actividad econémica, exelusivamen- te fundadas en la reciprocidad y organizadas ‘como comunidad, importa una novedad socio- 6gica en el escenario latinoamericano. Y si se considera la presencia importante, generaliza. da si no predominante, de la reciprocidad en el resto de la “economia popular”, se abren algu- nas cuestiones necesarias: {se trata solamente de un fenémeno coyuntural, de una “estrategia de sobrevivencia’, imputable a Ia crisis del capitalismo subdesarrollado y dependiente, y destinado a desaparecer con ella? La reciprocidad como relacién social basica y la comunidad como forma de organizacion y de gestién del trabajo y de los recursos, asi ‘como de marco de una existencia social global, fueron los elementos centrales de la vida social en el territorio que ocupa hoy América Latina, antes del periodo colonial. Y no han dejado de serlo hasta hoy para una parte importante de la poblacisn campesina de origen indigena. Pero hhabfan venido retrocediendo frente a la expan- sin de las relaciones sociales impuestas por Jos colonizadores, la servidumbre y la esclavi tud, primero, y después, sobre todo, el capital, hasta el punto de que parecian instituciones supérstites, en algunas zonas campesinas del ‘mundo andino o de México-Mesoamérica. La novedad de la reciprocidad y de la comu- nidad en América Latina, no es, pues, cronol6- gica. Es sociolégica. En primer término, porque en sus actuales modalidades aquellas relacio- nes sociales no son simplemente una extensi6n del patron histérico original. En segundo tér- ‘ino, porque ahora son mas caracteristicas del {Dt "POLO MARGINAL” A.A “seONOMEA ALTERNATIVA"? mundo urbano del capitalismo. Son, por todo eso, un producto de las actuales condiciones en que opera el capital en estos paises. La reciprocidad y la comunidad eran antes los rasgos fundantes de colectividades cerra- das, donde la jerarquia social y la tradicién eran la fuente de las normas y de los valores cotidianos, y donde, por otra parte, el espacio de la identidad y de la libertad individuales, de Ia creatividad individualizable, no era, no po- dia ser, muy amplio. Pero en el mundo urbano actual de Santiago o de Lima, no es mas la je rarquia social originaria, sino la igualdad social centre sus miembros, lo que caracteriza a las ins- tituciones comunitarias. No es més la tradicion, sino el debate y la decisién colectivas el Ambito de donde surgen las normas, las instituciones, Jos valores. ¥ por lo mismo, son la identidad yla creatividad de los individuos lo que alimenta la comunidad, sin que eso implique simplemente que ello se ejerza sobre un vacuum histérico, ni que la tradici6n sea inexistente. Excepto que Ia tradici6n es, cada vez més, la del cambio, no sélo, ni tanto, de la continuidad™ 24 Unaconvincentedocumentacién hasidoestablecida disculida en nuestra reciente investigacion en Villa Wwador (VES). Véase: Villa EY Salvador. Poder y comunidad (Lima, CEIS-CECOSAM, 1996). Eso es atin més notable, sise tiene en cuenta que en Chile y en una ciudad como Santiago, los patrones comunales y de reciprocidad no tenfan, desde hace tiempo, la misma vigencia y lamisma fuerza que en el Peri o en Lima. No es, segiin eso, solamente la vinculacién inmediata con la historia andina, ni la mera expansién de presuntas o reales identidades “étnicas” de origen indigena en las ciudades ~como seria el caso de Peri, Ecuador o Bolivia lo que expli- caria la nueva presencia de esas relaciones de reciprocidad y de comunidad. ;Qué entonces? La explicacién no es, quizas, tan dificil. Pero ain es de todos modos indecisa. Bajo las con- diciones del capital en sociedades como las de esos paises, y otros en el “tercer mundo”, una proporcién creciente de la poblaci6n no puede vivir, ni siquiera sobrevivir, exclusivamente -0 inclusive principalmente- sobre las base de las rreglas del mercado capitalista. Tiene que apelar a otros modos, si existen, o inventarlos, si no. Y no hay una opcin tinica para eso. Las for- ‘mas de explotacién / dominacién consideradas “arcaicas” parecen estar de regreso en muchos lados: trabajo coercitivo esclavista y para-es- clavista; servidumbre personal, sin pago en sa- lario; combinacién del salario con esas formas; combinacién de todas ellas o de cada una, con la reciprocidad y la comunidad; diferenciacién 282 Antal. QUIIANO - CuESTIONES ¥ HontZonTis de éstas tiltimas separadamente, bajo determi- nadas condiciones®. Se trata, en consecuencia, de un producto de las tendencias de las relaciones entre el capital y todas las demas modalidades de relaciones Sociales, 0, en otros términos, con las otras for- mas de trabajo no-asalariado. Donde hay que ir a buscar los factores especificos que empujan a luna parte de la poblacién hacia la reciprocidad y la comunidad, no es tanto en la *tradicién an- ina” precolonial o colonial latinoamericana, sino en las tendencias de comportamiento ac. tual del capital Este no es, desde Iuego, el Iugar, ni la oca- sin, para esa indagacién. Con todo, es perti- nente sugerir una pista de trabajo. La merean- tilizacién de la fuerza de trabajo, la formaci6n 25 En 1901, la Asamblea General de las Naciones Uni- das decidis la formacin de una comisin de investiga. ‘ign sobre la esclavitnd en el mundo actual, Sus con- Clusiones recientes indican que unas 200 millones de personas estarian actualmente en situacién de esclavi- ‘ud, Antes, la OIT, en su Informe de 1983, reconocta la cexistencia de unas 6 millones de personas esclavas. Y Ta expansion de esa forma de explotacién-dominacién «staria ocuriendo en egiones de ia ex Unién Sovitica, en China, y quizés en Bstados Unidos. Véase la “Entre. vista a José de Soxiza Martins” en Estudos Avanpados (Gan Pablo: USP) N° 31, 1997 del salario, se inici6, como se sabe, en algiin ‘momento entre los siglos XI-XIII en algin lu- gar del Mediterréneo, en las peninsulas itélica 0 ibérica, quizés en ambas, verosimilmente en la Peninsula Ibérica antes de la “reconquista” castellano-aragonesa. Ese proceso de mercan- tilizacién de la fuerza de trabajo pareceria es- tar empezando a agotarse, si se toma en cuenta ‘que: a) en algunas unidades de produccién del universo capitalista, la accién valorizante de la fuerza de trabajo individual no esta presente 0 no de modo significativo y ha dejado, en conse- cuencia, de ser allf indispensable; b) que en los niveles mas altos de la estructura global de acu- ‘mulacién es reconocida la tendencia de predo- rminio del trabajo muerto 0 acumulado, sobre el trabajo vivo; e) que la compra y venta de fuerza de trabajo continia ain expandiéndose en los més bajos niveles del universo capitalista, pero en condiciones de sobre-explotacién. Al mismo tiempo, una contradiccién ha co- ‘menzado a protuberarse. De un lado, esta atin activo el proceso de descomposiciGn de las re- laciones no capitalistas de produccién / distri- bucién y se produce una cantidad creciente de fuerza de trabajo disponible para ingresar en el ‘mercado de fuerza de trabajo. Sin embargo, da- das las tendencias anteriores, una proporcién reciente de esa fuerza de trabajo no podra ser {Dt "POLO MARGINAL” A.A “seONOMEA ALTERNATIVA"? comprada, ni vendida; esto es, no podré ser convertida en mercancfa, De otro lado, en con- secuencia, formas de trabajo no-salariales tien- den a ser reproducidas, de otro modo que en el pasado, ahora bajo las condiciones del capital y en articulacién con éste. En las condiciones tendenciales del capital, ¥ dela distibucién geosocial de sus beneficios ¥ de sus desventajas, la mano de obra disponi- ble, sobre todo en el “tereer mundo”, est en ‘una peculiar situacién: no puede sobrevivir so. lamente segiin las normas del capital; ni puede todavia separarse y aislarse de cllas. Requicre aprender en una prictica no siempre ni necesa- riamente consciente, como servirse de ambas, en las proporeiones que las situaciones y posi- bilidades concretas permitan o exijan. Es dentro de esa tendencia que la parte mis inmediata y directamente ligada a la sobrevi. vencia inmediata, la alimentacién especifica- mente, en varios paises se organiza o tiende a ser organizada entre los desposeidos de re- cursos de produccién e impedidos de vender su fuerza de trabajo de manera casi exclusiva- ‘mente fundada en la reciprocidad y en la co- munidad, porque ellos no tendrian, si no, otro modo de sobrevivir. Para segmentos amplios de la poblacién latinoamericana de hoy, en al gunos momentos, la solidaridad y la reciproci- dad pueden ser el tnico posible recurso para la sobrevivencia, La reciprocidad y la comunidad, productos de la historia actual del capital global, no son en esas poblaciones el resultado de comporta- ientos y decisiones ideolégicas, ni de visio- nes intelectuales, ni de una previa y separada “6tica de solidaridad”. No son un intento politi- co-ideol6gico de “construir" sociedades wtopi- cas, ¥ sus protagonistas pueden no solamente no ser conscientes de estas cuestiones, sino, inclusive, como ocurre ahora en las elecciones nacionales de varios de esos paises, apoyar votar por las opciones politicas de “derecha”. No se trata, por lo tanto, de artefactos poltti- 26 El més importante movimiento de ese cardcter en ‘este siglo feel de los Iibutz en la fundacién de la nue ‘vasociedad de Israel, El kobutz ue un intento de levar ‘laprictica en Palestina la utopia de los socialistas del movimiento judio: construir una asociacién de gentes libres, conscientes e iguales que organizan su existen- ca social en tomo de la reciprocidad, de decisiones ‘colectivas debatidas y consentidas, y de la autoridad ‘comunal Durante una primera etapa record esa tr yyectoria. Pero después fue subordinado alos intereses Sociales que dominaron el Bstado de Israel, Véase de Schapiro, Melford E. 1956 Kibbuts: Venture in Utopia (Cambridge: Harvard University Press); de Schwartz, Richard D. 1957 "Democracy and Collectivism in the Kibbuta" en Social Problems, Vol V, pp137-147, 2a Antal. QUIIANO - CuESTIONES ¥ HontZonTis 0s, sino de soluciones necesarias, De alli parte ‘un conjunto de cuestiones cruciales para el de- bate contempordneo, las relaciones entre capi- tal y trabajo no-asalariado; las relaciones entre reciprocidad y mercado; las relaciones entre la racionalidad del capital y las de la comunidad, ara mencionar algunas de las mis inmediatas. Pero ellas no serdn discutidas aqui, Dicho todo eso, sin embargo, es igualmente necesario hacer notar que esas tendencias ha- cia la formaci6n de una franja diferenciada de ‘economia de reciprocidad y de comunidad, y la presencia de esos elementos en combinacién ‘con el capital, no tienen o no parecen tener atin Ja densidad y la definicién que podrian permi- tirles una vitalidad perdurable, capacidad de reproducci6n y expansidn, y de sostenerse en articulacién y en conflicto con el capital”. Ciertos hechos tienen que ser observados en esa cuestion, Uno, la concentracién prin- 27 Otros autores, por ejemplo Gustavo Esteva, ienen ‘otra opinién: “Quiénes viven en los mrgenes parecen haber encontrado en la crisis una oportunidad excep- clonal para llevar adelante sus proyectos y para rege- nerar sus modos de vida" y agrega poco desputs “Ellos son el mevo fantasma que recorre el mundo”. Véase si ‘ensayo: "El proyecto politic de los mairgenes”. Docu- ‘mento del XVI Congreso Interamericano de Planificn ign, San Juan, Puerto Rico, 1988, cipal de esos elementos en las actividades de uso y de consumo inmediato, la alimentacién, Jos servicios familiares, ante todo. Y sélo muy secundariamente, en actividades productivas de otra clase de bienes. Muy poco, demasiado ‘poco, para fundar un modo de existencia social estable y diferenciada, una “economia alterna- tiva” al capital. Segundo, la extrema dependencia de las uni- dades de reciprocidad-comunidad, del apoyo financiero e imstitucional exterior. Virtualmen- te sin excepciones, todos los estudios registran esa dependencia. Si bien no todas las unida- des se originan de ese modo, todas en cambio perduran solamente de ese modo, lo mismo cen Chile que en el Peri o en Brasil. , como en el caso colombiano y boliviano, inclusive Jas “cooperativas" y “comunidades” rurales. La Iglesia, 1a “solidaridad internacional’, las “organizaciones no gubernamentales (ONG)" locales, las organizaciones politicas y hasta organismos del Estado, conforman esa red de apoyo esas comunidades, ¥ mas atin, ese apo- yo exterior es una de las tipicas demandas de ‘movilizaciones callejeras o institucionales de ese tipo de comunidades. Tercero, la concentraci6n, en algunos ca- sos virtualmente exclusiva, de personas del género femenino en esas organizaciones; con {Dt "POLO MARGINAL” A.A “seONOMEA ALTERNATIVA"? una presencia escasa y a veces nula de varo- nes, Asi, en Chile, las mujeres son el 65% de los miembros del conjunto del sector de las “organizaciones econémicas populares’, lo que incluye las unidades que combinan sa- lario, mercado y reciprocidad®. ¥ en el caso peruano, los “comedores populares” agrupan 100 mil personas, todas ellas mujeres. Eso parecerfa apuntar a que, en un sentido, esas instituciones inician un proceso de socializa- cin de las actividades familiares privadas, y se mantiene atin, por eso, el conjunto de roles asignados a la mujer en las sociedades pa- triarcales, por ejemplo la preparacién y servi- cio de alimentacién. No cuesta imaginar, por eso, que si una sibi- ta inversi6n masiva de capital, de produccién de empleo y salarios significativos; de provi- sidn de bienes y de servicios, etc., ocurriera en esos paises, probablemente no quedaria sino alguna huella aislada y palida de esa experien- cia de comunidad y de reciprocidad. Lo que cuesta imaginar, por el contrario, es exactamente esa posibilidad de que en un fu- turo previsible legue a estos paises tal masi- 28 Hardy (1980) op. cit 29 Ortiz (1990) op. cit va inversién de capital, produccién masiva de empleo, de salarios y bienes y servicios. ¥ esta es, sin duda, la decisiva cuesti6n abierta para el futuro de esas tendencias, Es en las tendencias de desenvolvimiento del capital, de las rela- ciones entre capital y trabajo en el proceso de reestructuracién mundial del poder, donde se resolverd el destino posterior de las experien- cias que, para algunos, probablemente parecen ser muy locales. LA COMUNIDAD EN LAS INSTITUCIONES DE AUTOGOBIERNO LOCAL Las formas comunales 0 comunitarias de or- ganizacién y de gestin, en América Latina no se presentan solamente en la dimensi6n econémica de la existencia social, ni sola mente en vinculacién con la reciprocidad. Inclusive, podria decirse que actualmente parecen tener su més amplio escenario en las instituciones politieas, en las formas de autogobierno local, Esas inslituciones de autogobierno local han sido uno de los més frecuentes asuntos de la extensa literatura que, durante la pa- sada década de los ochenta, se produjo en América Latina bajo el rubro de los “nuevos 26 Antal. QUIIANO - CuESTIONES ¥ HontZonTis movimientos sociales”, No sera necesario re- contar aqui su historia, Lo que importa dejar sefialado es su gradual expansién en virtual- mente todas las ciudades latinoamericanas, en los barrios “populares” que se han formado después de la Segunda Guerra Mundial", Y, 30 Una diseusién extensa acerea de la euestién de los ‘nuevos movimientos sociales” en América Latina, yuna revisién de lo principal desu literatura, se encuentra en (uijano, Anibal 1091 “Poder y crisis en América Latina’ en Paginas (Lima) N° 108: 40-60, junio I Los casos més estudiados son, probablemente, los de Lima, Rio de Janeiro, México, Saniago. La leralura de investigacidn y de debate es extensa. Vease, sobre todo, de Pease, Henry y Ball6n, Eduardo (eds) 1982 Movimiento popular, participacién y democracia (Lima: /d); de Gomer, Rafael 1900 “Autogobier local laexperiencia de Huaycan" en Creacién popular de ta sociedad (Lima) pp.29.37; de Kovaric, Ltclo 1988 Lu: tas sociais e cidade (San Pablo: sd); de Singer, Paulo “Neighborhood in San Pablo” en Safa, Helen (ed) 1982 Toward a political economy of urbanization in the Third World Country,(Delbi: Oxford University Press): de Mainwaring, Scott 1980 “Grassroots, poptilar mo- ‘ements and the struggle for democracy” en Stephan, Alfred (ed) Demooratizing Brazi (Oxford University Press) pp. 168204; y, del mismo autor: “Urban Popu- lar Movements, Identity and Democratization in Brazil” ‘en Comparative Political Studies, N° 20: 181-143, ju tio de 1987, de Lominmitz Larisa 1074 Economie Organizations of a Mexican Shantytovwn” en paralelamente, su revitalizacién e innovaci6n en las zonas rurales, especialmente en el érea andino-amazénica. En la ciudad, los casos més definidos de toda América Latina y por eso también mas es- tudiados son los de Villa El Salvador, principal- mente, y Huaycén, formado tiempo después, en Lima (véase la nota anterior). El punto de partida en cada uno de esos casos, sin duda, fue la percepcién de un vecindario urbano no como una poblacién de gentes dispersas, sino como una comunidad y, en consecuencia, la de cisién de sus pobladores de organizarse desde lapartida en términos couunales, al margen de las regulaciones legales vigentes sobre las rmu- nicipalidades; esto es, como una organizacién de autogobierno, La organizacién comunal de autogobierno lo- cal, a diferencia de las municipalidades, implica ‘una estructura organizativa que vincula a toda Ja poblaci6n en una red de instituciones comu- Latin American Research Review (LARR) Vol. IN; de Stokes, Susan 1091 “Politics and Latin-American urban ‘poor. Reflections from a Lima Shantytown’ on Latin ‘American Research Review (LARR) Vol. XVI, N°2; de Powell, Sandra 1969 “Political Participation in Barra das: a Case Study" en Comparative Political Studies, VoL2, N° 2: 195-21, {Dt "POLO MARGINAL” A.A “seONOMEA ALTERNATIVA"? nales, en todos los mbitos de la vida colectiva: unidades de producci6n, mercado, escuela, ser- vicios de salud, de distribucién de ambitos de recreaci6n, ete. Eso, a su ver, lleva a una planea: cin urbana que contenga tales nexos de articu- lacién y de comunicacién’®, En una poblacién ‘como Villa El Salvador, se trata de una vasta red organizacional para aproximadamente 300 mil habitantes. Huayeén tiene cerca de la mitad. La poblacién involucrada es socialmente hetero- .génea, inclusive diferenciada en clases sociales y/o en etnicidades, Y su existencia social est, fen su mayor y fundamental parte, articulada al ‘conjunto de la sociedad “nacional”, a las estruc- turas formales, estatales, de autoridad, al raun- do del capital El autogobierno comunal es, en consecuen- cia, una estructura de autoridad vinculada, di- recta o indirectamente, en relaciones de com: plementariedad y de conilicto, con el Estado y sus instituciones de autoridad. Pero también ‘Vease sobre eso los resultados de nuestra investi gacién en Villa Bl Salvador: Coronado, Jaime en Villa El Salvador: poder y comunidad, op. eit. Tambien, de Ballon, Eduardo 1990 “La planificacién patticipativa y Ja organizacion comunitaria como via de desarrollo. El ‘caso de Villa El Salvador” en Potions y estrategias de ‘planifieacién (Rio Piedras: SIAP), Sobre Huayedn, véa- se Ortiz (1990) op. cit suficientemente diferenciada y diferenciable, capaz de cobijar dentro de su propio marco una poblacién social y culturalmente heterogé- nea; relaciones de produccién y formas de tra- bajo heterogéneas; y una compleja pluralidad de instituciones sociales. Y capaz también de producir formas de identidad y de lealtad. No se sigue de allf que todas las actividades sean comunales. La vida privada, individual, familiar, empresarial, politica, etc,, ete., no es incompatible con el autogobierno comunal lo. cal, hasta tanto cada émbito privado no vaya en contra del autogobierno local. Pero no se trata de relaciones armoniosas, sino de ten- sién y eventualmente de conflicto, Sobre todo, ‘4 partir del momento en que sobre esas orga- nizaciones se superpone el régimen municipal oficial. Villa El Salvador es un claro ejemplo actual de ese conficto, no obstante el hecho de que sus autoridades municipales provienen de la “izquierda’, En el dmbito rural / urbano (esto es, no exclu- sivamente rural, ni exclusivamente urbano) dos ‘son los casos seguramente mas importantes: 1) El reciente movimiento de reorganizacién de las poblaciones de la cuenca del Amazonas (grupos lingiiisticos 0 “etnias”), en entidades de autogobierno local de estructura comunal, 28 Antal. QUIIANO - CuESTIONES ¥ HontZonTis que se articulan entre si en cada pais forman- do una red organizacional de segundo nivel y luego a escala amaz6nica, en una red de tercer nivel, denominada Coordinadora de Organi zaciones Indigenas de la Cuenca Amazénica (COLCA). Se estima que la COICA representa algunos cientos de miles de personas. Las organizaciones integrantes de la COI- CA tienen, ademés, organizacién nacional en cada pais y estén comenzando un periodo de conflictos crecientes con los Estados cen- trales que, en América Latina, no obstante la colonialidad inherente a las relaciones entre los grupos “émicos” y culturas, se consideran Estadosnacién”. Los conflictos més fuertes se han producido en Beuador, particularmente con la organizacién de los schuar, y han pro- ducido numerosas vietimas entre éstos, No son menores en los casos de Brasil, Per y Bolivia, agravados por los problemas derivados de la produccién de coca y el trifico de cocaina en las regiones amazénicas de esos paises. En Ve- nezuela, el gobierno actual dio un paso notable: centreg6 al grupo de los yanomanis un territorio aulnomo, mas extenso que Bélgica. Ese es, ain, un caso singular 2) La reciente organizaci6n de las comunida- des aymaras, en el Altiplano peruano alrede- dor del Lago Titicaca, en una estructura de autogobiemo regional, formada por la aso- ciacién de las comunidades de cada circuns- cripcién administrativa, en una estructura Hamada ‘multicomunal”, y luego 1a articula- cién de tales *multicomunales” en la lamada Unién Nacional de las Comunidades Aymaras (UNCA). El propésito declarado es velar por los intereses de Ia poblacién aymara en un momento en que la crisis es muy grave, hay ‘muy poco 0 nada que esperar del Estado cen- tral yen consecuencia, se requiere una orga- nizacién global, que permita debatir, decidir, planificar, globalmente. En cada caso se trata de un proceso de revi- talizacién de la institucién comunal y de la reci- procidad; pero al mismo tiempo de una profun- da innovaci6n en la estructura de organizacion, de gestién y de autoridad. La organizacién im: plica asambleas y debates donde participan todas las personas mayores de 18 afios (en al- gunos lugares, mayores de 14), cualquiera sea su condicién y género. La eleccién de las au- toridades, por votacién en cada comunidad; la representacién directa, bajo control directo en cada comunidad; la organizacién de institucio- nes ad hoc para cada émbito de actividad (en la UNCA, por ejemplo, para la pesca, la agricul- ‘tra, la ganaderfa, la artesania, la educaci6n, la {Dt "POLO MARGINAL” A.A “seONOMEA ALTERNATIVA"? salud, los asuntos de la mujer, de los jévenes), por los mismos mecanismos®. La EXPERIENCIA DE VILLA EL SALvaDoR™ Una ilustracién eficiente de las relaciones nue- vas que van surgiendo en toro de la estruc- tura comunal de autoridad, como forma de representacién y de autogobiemo local en las nuevas poblaciones urbanas formadas princi palmente por trabajadores, as{ como, al mismo 33. La informacidn sobre COICA proviene de recientes {ndagaciones personales con sus drigentes nacionales y algunos regionals. Sobre la Unién Nacional de Communi ades Aymaras (UNCA), la informacién proviene de un reciente recorrido personal durante mas de 2 meses en Jas comunidades aymaras agrupadas en UNCA, de ex: {ensas conversaciones con sus dirigentes nacionales y locales, y de asistencia a algunas de sus asambleas. 34 La informacién especitica acerca de VES proviene {e una revision de los documentos de la CUAVES, de Ja bibliogrfia acerca de VES y de una encuesta hecha sobre una muestra del 10% de viviendas de VES, como parte del proyecto de Investigaciones que llevan a cabo el Centro Comunitario de Sad Mental (CECOSAM) yel Centro de Investigaciones Sociales (CEIS). La muestra fue disefiada en 1906 por el Instituto de Hstadistia © Informatica (INED a pedido de CEIS-CECOSAM, tiempo, de sus dificultades frente a las fuerzas del capital y de su estado, es seguramente la experiencia de la Comunidad Urbana Autoges- tionaria de Villa El Salvador (CUAVES). Villa El Salvador es ahora lo que en Lima suele ser llamado un “distrito popular", donde habitan 254.641 personas, segin el «timo cen- so nacional de poblacién (1993). Pero naci6 como la CUAVES, en 1973, con una poblacién censada entonces en 109.165 personas, agrupa- da desde una invasi6n de tierras en 1971". ‘La CUAVES fue producto de un compromiso entre el Estado y una poblacién que buscaba tierra para poblar ¢ invadié una zona arenosa en los linderos de una de las mas exclusivas 20- nas “residenciales™ del sur de la ciudad, Este 35. No s6lo y no tanto por el nivel de ingresos y los es- ‘ndares de vida, sino porque all no habitan la burgue- Siay las capas medias qu, fuse de mieur, pueden ser lamadas “europeizadas’ tanto porque su eullura lene ‘ese sello, como porque procuran diferenciarse de las zentes de procedencia “andina” (término que se hace ‘equivalente de “indio”o“cholo") “ablaneando”, ie. “eu- ropeizando” su autoimagen e identidad. 36. Véase: “Villa El Salvador: Resultados del I Censo CCUAVES 84 (Lima: VES, 1984) pp. 53s 87 En Lima son denomibiadas as las zonas de vivienda de Ia burguesia y de las capas medias asociadas a ella ‘en Lérminos de ingresos y de esilos de vida. No recon- 240 Antal. QUIIANO - CuESTIONES ¥ HontZonTis compromiso fue posible por las caracteristicas de lo que se autodenominaba el "Gobierno Re- volucionario de la Fuerza Armada” y fue mejor conocido como el régimen “velasquista". Pero fue por decisién de los pobladores y contrarian- do las presiones estatales, que se organiaé de esa manera, esto es, como una estructura ¢o- ‘munal representaci6n y de autogobierno local. CUAVES se constituyé como un proyecto de autonomia politica, pero no de separacién de un sector de la poblacién frente al Estado. En tal cardcter fue, sin duda, una experiencia cexcepcional en el nuevo mundo urbano latino- americano que se formé en la segunda mitad del siglo XX. No podia, en consecuencia, desa- rrollar sino relaciones contradictorias con el Estado. Y es, en verdad, sorprendente el que haya podido, en esas condiciones, establecer- se y perdurar por mas de una década, hasta su virtual eclipse desde la segunda mitad de los alos ochenta, primero sometido por el Esta- do, que lo convirtié en un Distrito y le creé un taré aqua historia de Villa El Salvador (V que hay una extensa literatura. Una revisén sistemsti- ‘cade ella fue tarea de nuestra investigaciOn, Véase el respective informe de: Pajuelo, Ramén “Villa Bl Salva- dor en su Bibliograia" on Villa EI Salvador. Poder y Comunidad, op. eit. Concejo Municipal Distrital, para incorporar esa poblaci6n, finalmente, a su propia y verti- cal estructura de autoridad, Y¥ luego, cubierto por las tendencias de fragmentacién social y de reclasificacién de la poblacién que las actuales tendencias del capital producen y que una ver siGn extrema del “neoliberalismo” logré impo- ner abruptamente en el pats, desde 1990, Respecto de las cuestiones aqui debatidas, son muchas las implicaciones de esa excepcio- nal experiencia que merecen ser consignadas. En primer término, debe ser seftalada la gravi tacién de la CUAVES en la generacién y crista- lizacién de una identidad colectiva. Tiene que haber sido tan intensa que, atin hoy, cuando la autoridad comunal es, como institucién real, Yy para los j6venes incluso como memoria ya apenas una virtualidad, sus huellas son clara- ‘mente perceptibles en la actitud de la pobla- cién sobre si misma dentro de la ciudad. No se trata de una identidad diferenciadora, de un nosotros frente a los demas. Se trata de una suerte de autoestima colectiva, que gravita s0- bre el promedio de Ios individuos, incluso en _gentes para las cuales CUAVES no es més una esperanza, o no logré ser una memoria. Y para ‘muchos atin es una apelaci6n, cuando y cada vez que se requiere enfrentar una frustraci6n 0 ‘un descontento, {Dt "POLO MARGINAL” A.A “seONOMEA ALTERNATIVA"? Esa poderosa huella de Ia experiencia de la CUAVES en la subjetividad social de la pobla- cién, proviene probablemente de la experien- cia colectiva de autorganizacién de la pobla. cién, de planeamiento colectivo del poblamien- to, de enfrentamiento colectivo a la autoridad estatal en demanda de recursos, de servicios urbanos y sociales, y frente a represiones poli- ciales. Pero se forms y se sostiene en algo que no se ha desintegrado del mismo modo que la instancia central de la autoridad comunal: una textura social cuya formacién, consistencia y reproducci6n remiten a la estructura de auto- gobierno comunal. Dicha estructura partia de la organizacion de los habitantes de cada bloque de viviendas © “manzana’, Ellos se organizaban en una Asam- blea y elegian a los miembros del Comité de Manzana y sus delegados o representantes. Los delegados de todas las “manzanas" formaban la Asamblea del Grupo Residencial y elegian ‘un Comité del Grupo Residencial. ¥ finalmen- te todos los representantes de esos sectores se organizaban en la Asamblea Comunal que ele- ‘fa a los miembros del Concejo Ejecutivo Co- munal, al Concejo de Vigilancia, a los Concejos de Linea (seis en total: produccién, servicios, comercializacién, educacién, salud y prevision social); a los Organismos de Apoyo (planifica- ci6n, unidad econémico-fnanciera, unidad de administracién, comité de asesoramiento) ¥ a los Comités Especiales. Cada teniente de un cargo, de cualquier nivel, provenia pues de la asamblea de una de las manzanas, su conducta ¥¥ sus acciones en el cargo eran evaluadas alli y en el conjunto de la comunidad, y podia ser re- movido por acuerdo de su asamblea de origen. Esta fue, claramente, una democracia directa, donde los representantes, las autoridades y sus actos y decisiones en el ejercicio de esas responsabilidades, quedaban sujetos al control directo de los miembros de la comunidad. Semejante estructura reclamaba y estimula- ba la participacién de todos los pobladores en los debates y en las acciones acordadas en las asamibleas, Pero también permitia a las gentes establecer entre si relaciones directas, desde las comunales, de grupos, hasta las plenamen- te individuales, En un sentido, de una parte se establecié una urdimbre entre la vida comunal y la familiar ¢ individual, Pero eran gentes de heterogéneas procedencias e identidades, que se relacionaban entre si como individualida- des, Pudieron confluir, por lo tanto, miltiples y heterogéneas identidades y subjetividades. Articularse y diferenciarse intereses diversos. Consentir y disentir ideas y orientaciones. No era la memoria de los mayores o la tradicién y 202 Antal. QUIIANO - CuESTIONES ¥ HontZonTis las jerarquias tradicionales lo que regia la vida de la comunidad, sino el debate, la decisi6n, la eleccién, La solidaridad no era, por lo mismo, una voluntariosa decision, o un discurso, sino el tejido mismo de la vida diaria entre las gen- tes de la comunidad. Y algo extremadamente importante de ser tenido en euenta para esta discusi6n: toda accién era no sélo producto de debates y decisiones colectivas, sino que era ella misma colectiva, tenia siempre y necesa- riamente el cardcter de una movilizacién colec. tiva de una parte o del conjunto de la pobla cién, en cada caso, Esas formas de organizacién, de debate, de decisiones y acciones colectivas y la seguridad personal y colectiva conquistada en esa forma de existencia social, no tienen hoy la misma presencia afirmada e institucionalizada en cada parte de la poblacién, pero en muchas de ellas no se han extinguido. La organizaci6n y la ac- tividad de Grupos y de Sectores se mantienen ‘en algunos casos y en otros atin, una latencia®. Bs solamente contra el trasfondo de esa ex- periencia que puede entenderse el modo segtin 38. Véanse los documentos y testimonios mencionados fen Coronado “La Estructura de Auloridad Representacién en una Comunidad Urbana” en Villa Salvador. Pader y Comunidad, op. ct el cual fueron manejados los problemas de los pobladores de VES, durante la vigencia de la CUAVES*. Para partir, debe quedar establecido que vir tualmente todo lo fundamental que VES tiene hoy en materia de planeamiento del poblado, de organizaci6n del espacio, de distribueién de las viviendas, de provisién de recursos, de redes viales y servicios urbanos, de servicios de salud, de educacién, fueron hechos por la CUAVES 0 fueron resultado de largas y con frecuencia conflictivas negociaciones con el Estado central, con la presién de miles de po- bladores movilizados en las calles adyacentes a la respectivas oficinas puiblicas. Es notable que todo eso pudiera ser logrado por una entidad ‘que nunca fue legalmente reconocida, aunque en el contexto politico de ese periodo pudie- ra ser un interlocutor de facto para el Estado. Desde que se creé la Municipalidad Distrital, 508 recursos y servicios se han ampliado". El planeamiento y habilitacién del espacio ¥ del terreno, donde la CUAVES fue estable- 30 Para una discusién completa y pormenorizada de las CUAVES, tales como resultan de la documentacion obtenida en nuestra investigaci6n, véase, op. ct 40. VES no tiene atin servicios completos de agua potable, de desaglie, ni de asfaltado de sus calles. {Dt "POLO MARGINAL” A.A “seONOMEA ALTERNATIVA"? ida, fueron hechos como resultado de una negociacién entre el Concejo Comunal y el Estado, conjuntamente por técnicos amigos de los pobladores y los miembros de la nueva comunidad. La CUAVES, ya estructura comu- nal de autoridad, lleg6 al acuerdo de ir hacia la organizacién comunal de la economfa y de la sociedad. Con esa perspectiva, presionaba por un planeamiento integral del espacio, sobre la ase de que el Estado admitiera que se trata- ba del espacio de una comunidad y que esta. ria bajo el control de ésta. El planeamiento fue proyectado asi, en efecto, aunque no se realizé sino en sus primeras etapas, La distribucién de ls aéreas y ediffcaciones puiblicas, asf como la distribueién de las reas de viviendas, sigui6 ese planeamiento, No es probable que haya muchos ejemplos de esta forma de poblamiento, después de la ‘Segunda Guerra Mundial, en el mundo urbano de América Latina. ¥ para todo observador de VES, no cabe duda de que esa forma comunal de planeamiento moders, de modo notable, la hostilidad del seco y desértico arenal, aso- ciado al de la pobreza, sobre sus pobladores, CUAVES decidié la forestacién de su territorio y disefié areas de bosques futuros, irrigados ‘con lagunas de oxidacién, plantios de arboles en las calles, jardines. Poco de eso pudo ser cumplido en sus diez afios de existencia. No se logr6 una instalacién de servicios de agua ¥y desagile, que permitiera irrigar areas vegeta- das. Pero el desierto pudo no s6lo ser habitado de gentes, sino también de dispersos Arboles irrigados con el agua ahorrada en el consumo doméstico, Io que ha Ilevado a algunos econo- mistas-ecologistas como Juan Martinez Aller, a sefialar VES como el ejemplo de un planea- miento urbano con sentido ecolégico. CUAVES no logré en cambio que el Estado admitiera que ella fuera la duefa del territorio de la comunidad y que la poblacién decidiera en asambleas dénde, a quiénes y por qué razo- nes se adjudicarian las viviendas. Especialmen- te, que el precio de los terrenos para viviendas no fuera pagado 0, en todo caso, no al Estado, sino a la propia CUAVES, Y en consecuencia, que la produccién de las viviendas fuera una tarea y una responsabilidad comunal con sus miembros. La direccién inicial del Concejo Co- ‘munal fue derrotada en esa pugna y reemplaza- da por otra mas pragmatica en sus relaciones con el Estado. En adelante, la construccién de las viviendas, si bien hecha como autocons- trucciGn por cada familia, en muchos casos apoyada en la ayuda mutua procedente de la experiencia comunal de los indigenas perua nos, fue un asunto privado, 24 Antal. QUIIANO - CuESTIONES ¥ HontZonTis Entre 1974 y 1975, CUAVES negocié también con el Estado la creaci6n de una estructura bi- sica de financiamiento de las actividades de producci6n, incluida la vivienda, de sus pobla. dores. El 18 de agosto de 1974 fue establecida Ja primera Caja Comunal, con fondos iniciales del Banco Popular del Pera (expropiado y pa- sado a Ia propiedad estatal). El propésito de Ja Caja Comunal era establecer un sistema de ahorros y de créditos de los pobladores, para las necesidades individuales y colectivas. Para los gastos familiares en salud, educacién, vi vienda, ante todo. Y en segundo lugar, para la organizacion de “empresas autogestionarias" pensadas para producir, en adelante, de mane- ra comunal sus bienes y servicios. La Caja Comunal tuvo vida activa durante una primera etapa. Recibié ahorros y otorg6 ceréditos. Con éstos se inicié la formacién de pequeiios talleres artesanales y la organizacién de un servicio comunal de expendio de kero- sene, que era entonces y atin es hoy, el recurso ‘energético doméstico de las cocinas de la ma- yor parte de los pobres de Lima. CUAVES formé una comisién de proyectos iiblicos, a la que encargé estudiar y proyectar Ja factibilidad de unas 20 empresas autogestio- narias en VES. Los proyectos no prosperaron, entre otras cosas debido a que los conflictos con el Estado entraron en una fase més agu- da. Pero los planes no se licuaron. Fueron de- batidos una y otra vez, entre 1974 y 1975. Los proyectos inclufan una Granja Agricola, Tale res de Panificacién, de Carpinteria, de Vidrio Soplado, la creacién de una Empresa Comunal de Trasporte, otra de Construceién Civil; Ia habilitacion de una Zona Industrial. Entonces se inici6 Ia formacién del Parque Industrial de YES, con pequefios talleres formados bajo el patrocinio de la comunidad. Las Comisiones de Educacién, de Salud, de ‘Trasporte, de Comunicaciones, desplegaron un incesante esfuerzo para conseguir que el Bsta- do estableciera en VES centros educativos, de salud, servicios de trasporte colectivo. A esas presiones se debe la presencia actual de varios centros educativos, de un hospital y de centros de salud, Y vale la pena registrar los enfoques que orientaban los esfuerzos. En la II Conven- cién de la CUAVES, en agosto de 1974, fueron debatidos todos los proyectos de desarrollo, en cada una de las éreas, Sobre la educacién se afrma que: “es un engranaje fundamental para Ia auténtica liberacién de nuestra sociedad, del sistema de explotacién y de dependencia” y sobre la salud, que “el concepto de salud es la expresién mas visible de la capacidad de reali zarse como ser humano y social” y que por eso {Dt "POLO MARGINAL” A.A “seONOMEA ALTERNATIVA"? la politica de salud de la comunidad debe ser “encarado en sus aspectos culturales, sanita- rio, econémico y social” El manejo del servicio de distribucién del kerosene, es quizis uno de los mas ilustrativos ejemplos de lo que significaba la organizaci6n y la autoridad comunal en la vida diaria de la poblacién de VES. CUAVES se habia hecho cargo de esa responsabilidad desde 1973, y en 1975 se organiza una red de centros de distri- bucién del producto. El propésito declarado era abaratar el costo de uno de los mas indis. pensables elementos de la vida diaria de la po- blacién, eliminando el tramo de la intermedia- cién privada, CUAVES logré que PETROPERU suscribiera un Contrato de Préstamo de Equi- po (un surtidor, un tanque de 4 mil galones), a cambio de ser el tinico vendedor del producto en esa poblacién. Y, durante unos afios, esa fue una de las mas Valiosas ayudas diarias de Ja autoridad comunal a su poblacién, aunque fue también una de sus mas complicadas y tra- bajosas tareas, Las relaciones con el Estado no podian ser sino contradictorias, y los conflictos en el Es- tado atravesaban a toda la poblacién de VES. ‘Tras el golpe de Estado de 1975 y el cambio del cardcter del régimen militar, una de las tenden- cias politicas dentro de la comunidad gana las elecciones al Concejo Comunal e intenta des- mantelar todas las entidades de produccién, de distribucién y de financiamiento de la CUA- VES. Duré un afo. La amplia mayoria de la po: blacién levanté de nuevo el proyecto comunal. Bligié esta vez a una direccion para la cual era explicito un proyecto comunal de autogobier- no y de autoproduccién de la economia, de la sociedad, de la cultura, Recomenzé entonces, con toda su fuerza, la ‘movilizacién organizada de la comunidad exi iendo al Estado la dotacién de servicios fal tantes, de luz, de asfalto de trasportes, de agua ¥ desagiie, de limpieza ptblica, de centros de educacién, de salud, Y se inicié la reorganiza- cin de las empresas comunales, que Ia admi- nistracin anterior habfa logrado desmantelar casi totalmente: la Caja Comunal, la Farmacia Comunal, la Ferreteria Comunal, los Grifos de Kerosene, el Parque Industrial. Muchos de esos pedidos fueron atendidos, no por el Esta- do, pero si por agencias internacionales, como UNICER, UNESCO, en las areas de educacién y de salud. Por un tiempo, también las empresas comunales se reaetivaron. La economia peruana, sin embargo, ya habia ingresado en la crisis mundial desde 1974. El Estado gobernado por un régimen menos am. bivalente frente a las demandas populares, te- 246 Antal. QUIIANO - CuESTIONES ¥ HontZonTis ‘nia menos disposicién a ceder a las demandas yalas movilizaciones de VES. La segunda mitad de la década fue ocupada por grandes confrontaciones sociales y politi: ‘cas entre el gobierno militar y los trabajadores, sobre todo, pero también entre el gobiemo y sectores de la burguesfa. Bl régimen mili- tar asume un cardcter dictatorial mas abierto frente a los trabajadores, logra contener y dis- persar las fuerzas organizadas més radicales, derrotando el Paro Nacional de 1977, y sobre esa base reabre desde 1978 una nueva institu: cionalidad liberal, que se ha mantenido hasta el “fujimorismo™ CUAVES se constituyé en esos alos, espe- cialmente entre 1975 y 1978, en uno de los bas- tiones organizados de la resistencia popular contra la dictadura, Aiin en esas circunstan- cias, manejando las contradicciones interias del régimen militar, CUAVES logra acuerdos con entidades estatales (Oficina Nacional de Apoyo Alimentario, Instituto Nacional Fores- tal), ¥ eon organismos de ayuda internacional 41 Sobre mi debate acerca del “fyjimorismo", ver mis textos reunidos en: BY Fujimorismo en el Peri (Lima: SEADE, 1995); y “Populismo y Fyjimorismo” fen AAW, Populismo en los Andes (Caracas: Nueva Sociedad, 1998). (CARE), para la conservacién de sus dreas fo- restadas, y para dar empleo y salarios a pobla- dores de VES en esas actividades. Entre 1980 y 1983 en la CUAVES crecen, como en Ia izquierda de todo el pais, las ten- dencias politicas adversas a las ideas de auto- gobierno y de autoproduecién de la sociedad. Casi todas ellas van también dejando atrés sus propias ideas favorables al *socialismo real- mente existente” y van adoptando el discurso social liberal, los més, y socialdemécrata los ‘menos. El *barrantismo” (por Alfonso Barran. tes) fue la ajustada expresién politica de esas tendencias, juntas conquistan una amplia he- ‘gemonia en el Concejo Comunal de CUAVES, presionan por la conversi6n de VES en un dis- tito y la eleceién de un Concejo Municipal. EL Estado decreta en 1983 la creacién del Distrito de Villa El Salvador y, en las elecciones mu: nicipales de ese mismo aio, las fuerzas hege- ménicas en CUAVES obtienen también una amplia vietoria. Durante un perfodo més bien corto, las re- laciones entre el Concejo Municipal y el Con- cejo Comunal fueron ambivalentes. Inclusive, formalmente el primero admitié la primacta de la autoridad comunal. Eso no duré mucho. Los conflictos no tardaron. Se hicieron 4spe- ros sobre todo en relacién con los impuestos {Dt "POLO MARGINAL” A.A “seONOMEA ALTERNATIVA"? municipales. La poblacidn tenia que pagar en adelante, tributos, a los que apropiadamente se conoce como impuestos, por los servicios que habia arrancado con sus movilizaciones al stado o habia logrado establecer con su pro- pio trabajo. Pero CUAVES estaba ya demasia- do debilitada, dispersos los grupos que impul- saban la organizacién y la existencia comunal, y estaba bajo la hegemonia de los partidarios del Estado central. El Municipio se impuso en toda la banda, (CUAVES no ha dejado de existir formalmen- te, Pero desde mediados de los ochenta fue de- Jando de ser la excepcional red organizativa, la fuerza movilizadora y la intersubjetividad y Ia forma de existencia diaria, que eran su especiti- cidad y su promesa. Hoy, inclusive su local est alquilado a una de las organizaciones religiosas lamadas protestantes. Las empresas comunales (la Caja Comunal, Ja Farmacia Comunal, la Ferreteria Comunal, la distribucién comunal del kerosene, los ta- eres comunales) han sido desmanteladas. El Parque Industrial de VES ha sido convertido, por deliberado esfuerzo del Estado y del Mu- nicipio, en una coleccién de pequefias empre- sas privadas. En las ceremonias por el 25° Aniversario de Villa El Salvador, en 1996, s6lo el Distrito fue celebrado, No obstante las huellas de la expe- riencia comunal en la intersubjetividad de una parte de los pobladores, la estructura social de la poblacién es muy distinta que durante la existencia de la CUAVES. No solamente no existe més la urdimbre organizativa comunal, como trama de las relaciones de la vida diaria de las gentes. La diferenciaciGn y la estratif- cacién social se han hecho notablemente pro- nunciadas. La concentracién del control de recursos, de ingresos, sigue las mismas pau- tas que en el resto de la sociedad peruana. Es decir, ha erecido bruscamente el mimero de pobres y la magnitud de su pobreza, Notable- ‘mente, en una muestra del 10% de hogares de VES, en 1996, no se encontré ningiin ingreso personal que llegara a mil soles mensuales (en el otro extremo, casi el 10% de la muestra no aleanzaba el Ingreso Minimo Legal, 230 soles en la fecha de la muestra). Pero esta vez, los pobres de VES no estin organizados, la mayoria de ellos no tienen re- laciones estables fuera de la familia inmedia- ta, porque la lucha por la Sobrevivencia es un asunto individual y familiar. De alli, probable- ‘mente, como luego veremos, la insistencia de los incluidos en esa muestra sobre el cardeter individual del trabajo. 208 Antal. QUIIANO - CuESTIONES ¥ HontZonTis LAS IMPLICACIONES DE LA. RECLASIFICACION SOCIAL Lo que ha ocurrido con la CUAVES no fue, sin ‘embargo, sino en primera instancia, el resulta- do de los cambios en las correlaciones de fuer- as politicas ¢ ideolégicas entre la poblaci6n. Mucho ms poderosa ha sido la actuacién de las tendencias del capital que se conocen hoy como “globalizacién’ (la reconcentracién mundial del control de recursos, de ingresos y del Estado), y cuya aplicacién comenz6 inse- guramente en el Pert bajo la “segunda fase” del régimen mulitar, entre 1975-1980, prosigui6 inregularmente bajo Belaunde, entre 1980 y 1085, y tras un corto y fallido intento de resis tencia entre 1985 y 1987, ha sido finalmente im- puesto en sus maximos extremos desde 1990, or el fujimorismo, Dos de esas tendencias requieren aqui una discusi6n especifica. Una, la fragmentacién es- tructural del mundo del trabajo y Ia reclasifi acién social de la respectiva poblacién. Otra es la crisis de identidades y de perspectivas sociales. Ambos procesos tienen lugar en toda la sociedad peruana, sin duda, pero no en toda clla actué una experiencia como la CUAVES. Por eso tiene especial interés explorar mas de cerca esos mismos fenémenos en VES. 1. LA FRAGMENTACION ESTRUCTURAL Los posmodernistas insisten en que la frag- mentacin estructural -0 social, como ellos Ia Tlaman—es un fenémeno espeeifico de la si- tuaci6n actual de la sociedad y que es uno de Jos signos de la posmodernizacién®. Es més probable, no obstante, que se trate de algo que ‘ocurre en todos los momentos de transicién entre un tipo de sociedad y otro, como ocurri6 entre la sociedad feudal y la capitalista en Eu- ropa Occidental (“all that is solid melts into air”, observaron ya los autores del Manifies- (0); 0 entre un modo y otro de un mismo, pero estructural e histéricamente heterogéneo pa- trén de poder, como es nuestra experiencia en América desde 1492. De todos modos de Jo que estamos tratando aqui no es tanto de la desintegracién de las instituciones y organi- zaciones formales y pilieas, sino de las mas profundas y permanentes mallas de relacio- nes sociales que legaron a existir de manera estructurada, es decir que se reprodujeron, se 42. En América Latina, sobre todo Lanz, Rigoberto 1996 La deriva posmoderna del swieto (Caracas: si), ‘También ex: “Lo que el fin de la politica quiere decis en RELEA. Revista Latinoamericana de Estudios

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