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En cierta forma, las relaciones son como las casas. Tienen muchas
habitaciones y desde cada habitación se ve el mundo de una forma única.
Algunas habitaciones tienen ventanas gigantescas para mirar un mundo de
inmensas posibilidades. Cuando vivimos la danza de las relaciones en estas
habitaciones, la vida parece llena de promesas y potenciales ilimitados. El
amor (romántico y de otras clases) puede prosperar en estas habitaciones.
En la Casa de las Relaciones lo que sucede con los inodoros es que a veces
rebalsan. Y quienes s ostienen relaciones pueden haber notado que estos
tipos de inodoro a menudo rebalsan en los momentos más inconvenientes y
menos apropiados socialmente.
¡Y qué es este resentimiento del que hablo? Es el que nace cuando nuestro
compañero no está a la altura de nuestra imagen de él, o de lo que
queremos que él sea. Para explicar esta bestiecita, vamos a tener que dar un
paseo por nuestro propio sótano – nuestra mente inconciente.
Eso es peligroso, porque cuanto más baja uno las escaleras, tiende a tener
sueño y olvidar para qué vino hasta allí abajo. Así que antes de descender a
nuestro propio pozo, creo que estaría bueno hablar un poco del tema.
El Andrógino Interno
Aunque les pueda parecer raro a algunos, cada uno de nosotros es dos – al
menos en términos psicológicos. Aquí no estoy hablando de lo que algunos
llaman sub-personalidades, que son aspectos de nuestra personalidad que a
veces pueden tener una vida propia. Virtualmente cualquiera que haya
hecho algún tipo de investigación interna probablemente descubrió la
extraña verdad de que hay más de uno dentro de sí. Tenemos una pluralidad
de yoes, algunos opuestos a otros.
Digamos que decidiste dejar de fumar. Tan pronto estableces una tensión
psicológica como ésta, es como si tuvieras dos yoes. Uno quiere que dejes y
el otro quiere que sigas. Si tienes una imaginación vívida, el que quiere que
dejes puede parecerte un ángel, mientras el otro te parece ya sabes qué.
Bob (nombre ficticio) vino a verme porque estaba teniendo problemas con
su esposa. Era su tercer matrimonio, y al explorar su territorio psicológico,
era claro que el mismo problema había surgido en sus matrimonios
anteriores también. Con sus tres esposas, al principio se había sentido
atraído por su belleza física, y todas eran rubias. Pero a medida que
transcurrían los matrimonios se sentía presionado, criticad o y subestimado.
Aparecieron golfos emocionales y él y sus esposas inevitablemente se
terminaban apartando. Esto era, por supuesto, la versión de Bob.
Karen, su mujer en ese momento (también nombre ficticio) sentía que cada
vez que ella mencionaba algo neg ativo en la conducta de Bob – como dejar
la ropa sucia tirada por todas partes – él se ponía como loco. A ella le
parecía que su pedido era razonable. Pero para Bob era inflamatorio, crítico
y cuestionaba su misma hombría.
Cuando Bob iniciaba una relación con una mujer, era con la esperanza
inconsciente de que ésta, esta hermosa diosa de la que se había enamorado,
lo redimiría. Ella no sería la madre tóxica con la que había crecido. Ella
sería la hembra amorosa que lo abrazaría como él había anhelado. Por
desgracia, su agenda psicológica rara vez hacía juego con la realidad. La
hembra amorosa eventualmente, en la mente de él, se volvía una harpía
criticona. En la realidad, Bob actuaba como un idiota y no se hacía
responsable de las conductas que ocasionaban las críticas de sus esposas.
La amarga ironía es que ellas no estaban cuestionando la hombría de Bob ni
criticando su ser. Simplemente querían que levantara su maldita ropa sucia!
Hasta en algunos casos he conocido individuos que pensaban que eran gays
y descubrieron que en realidad estaban proyectando su ánima o ánimus no
asumido sobre su compañero del mismo sexo. Por ejemplo: un hombre
puede interpretar mal su atracción por otros hombre s. Ésta puede no ser
sexual en absoluto, sino más bien psicológica. Podría estar proyectando su
ánimus no asumido, o podría estar intentando llenar el vacío emocional
creado por un padre que no estuvo presente para él. Lo mismo puede pasar
con las mujeres. Quiero aclarar que no estoy diciendo que todas las
relaciones homosexuales sean resultado de este tipo de proyección
psicológica, sino que algunas lo son.
Un hombre puede sentirse atraído por una mujer con alguna cualidad
particular porque está proyec tando esa cualidad desde su propia ánima
sobre alguien exterior a sí mismo. Esto a menudo pasa porque es incapaz de
ver su propio lado femenino, y por eso lo busca afuera para completarse a sí
mismo, según el dicho, estando en presencia de una mujer que te nga esas
cualidades.
A veces aparece una dinámica similar en mujeres atraídas por hombres. Una
mujer puede fácilmente proyectar su propio ánimus sobre una figura
masculina y desear relacionarse con él. Por desgracia, si la proyección es
suficientemente fuerte, ella puede enamorarse de su propia proyección y no
ver el carácter del hombre real. Algunas mujeres se involucran con parejas
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Lo que dispara todo este enredo es el shock de una mala junta entre los
efectos hipnóticos de nuestras proyecciones y la realidad del momento.
Volvamos la atención por un minuto hacia Bob y Karen.
Cuando Karen le pedía a Bob que recogiera su ropa sucia, ella est aba
haciendo un pedido que era muy simple y razonable a su entender. Pero
para la mente de Bob, el escenario era muy diferente. Cuando él le pidió a
Karen que se casara con él, no fue a Karen que se lo estaba pidiendo. Fue a
la diosa todo-amor que él proyectaba sobre ella. La verdadera Karen estaba
perdida en el neblinoso, romántico e ilusorio mundo de la proyección de
Bob. Para no quitarle todo mérito a Bob, creo que él sí veía aspectos de
Karen, la persona real, honesta y buena, y los valoraba. Pero eso l levaba
mucha proyección mezclada. Y así la escena estaba dispuesta para el tercer
acto de su tragedia.
¿Se dan cuenta? En el curso de un día de la vida real y cotidiana, Karen sólo
señalaba la necesidad de que Bob fuera un poco más prolijo. Pero él
internalizaba los comentarios de Karen como críticas y degradaciones. En
esos momentos, cuando se ponía “loco”, según palabras de Karen, ya no
estaba viendo a su esposa – estaba viendo a su madre. En otras palabras, el
veneno que la madre había inyectado en su s er cuando niño contaminaba su
relación con Karen.
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En algún lugar de la Casa de las Relaciones está la cocina. Aquí es, por
supuesto, donde preparamos lo que nos nutre. Conozco a un psiquiatra de
Nueva York que tenía una cocina en su consultorio. Después de una sesión
de terapia, llevaba a su paciente a la cocina y le convidaba un poco de sopa
que él mismo había preparado, de una receta secreta que había
perfeccionado a lo largo de años. Creía firm emente que su psicoterapia era
más eficaz porque sus pacientes recibían una nutrición física que había sido
preparada con amor y a conciencia.
Compartimos esta sopa cada día que pasamos con otra persona. Y las
emociones y formas de pensamiento que experimentamos uno con otro se
metabolizan como parte de nuestra fisicalidad tal como los nutrientes de la
comida que comemos. La tonalidad emocional de nuestras relaciones puede
elevarnos, mantenernos atascados en lo mismo de siempre, o tirarnos abajo.
Así nuestra manera de ver la vida y a nosotros m ismos se ve directamente
afectada por la esperanza o la desesperación que diariamente comemos
emocionalmente.
macho único con quien anidar. Y todo esto, al menos según los biólogos,
data de nuestras raíces evolutivas.
Yo creo que algo esencial para los hombres y mujeres que sostienen
relaciones es entender que de veras experimentan el mundo en forma
distinta. Y muchas de estas diferencias tienen origen en su biología peculiar
– en el aparato, por así decir.
Sin embargo creo que algunas de las diferencias entre hombres y mujeres
son el resultado de la socialización. Recuerdo una tarde de verano hace
años cuando mi hijo menor, que tenía entonces siete años, había venido
conmigo en canoa. Al volver al muelle y bajar, se cayó y se golpeó la pierna
contra la reja con un fuerte ruido. Se tomó la p ierna e hizo un gesto de
dolor. Se le cayeron unas pocas lágrimas de los ojos por la intensidad del
dolor, pero no dijo una palabra. Verlo me sacudió. Aunque yo nunca le
había dado un mensaje de que los chicos grandes no lloran, por lo visto de
algún lado lo había recibido.
Hay unas pocas leyes masculinas que están implícitas entre hombres. No
llorar y no mostrar vulnerabilidad son por cierto dos de las más
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Por otro lado, he conocido muchas mujeres que tenían el mismo problema,
que eran incapaces de sentir, y vivían sus vidas emocionales en lo mental.
Estas mujeres, aunque biológicamente femeninas, demostraban claramente
rasgos masculinos sesgados desde la cultura. Por eso pienso que esto de
pensamiento versus sentimiento tal vez no esté tan arraigado en el género
como suponen muchos.
Creo que esto señala uno de los muchos desafíos en el área de la conducta
basada en el género, especialment e que nuestros filtros culturales juegan su
papel. Esperamos que los hombres se comporten de cierto modo y las
mujeres de otro. En tanto esto a veces es así, a menudo no lo es. Confinar a
alguien a estereotipos sexuales estrictos es esencialmente un tipo d e prisión
mental y social. En la realidad, algunos hombres actúan como mujeres
(desde nuestra perspectiva socialmente sesgada) en tanto algunas mujeres
actúan como hombres .Esto podría resultar de muchos factores, entre ellos,
de su ánimus y ánima personal es, como ya lo dijimos antes. Cualesquiera
sean las razones, cuando una persona en un relación interpreta el mundo
solamente a través del pensamiento y la otra lo hace solamente a través del
sentimiento, se establece un terreno fértil para los problemas en la relación.
Los hombres en general tienen problema en sus relaciones con las mujeres
por varias causas. En principio, como ya dijimos, tienden a evitar la
vulnerabilidad emocional y por tanto no disfrutan de hablar de sus
sentimientos. Esto es problemáti co para la mujer, porque ella, en general,
usa los sentimientos como un barómetro para saber dónde está su relación.
Otro desafío en las relaciones hombre -mujer es que los hombres tienden a
buscar soluciones cuando aparecen los problemas emocionales. Lo h e visto
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una y otra vez en las parejas que vienen a terapia. Cuando la mujer trata de
compartir algún material emocional difícil, invariablemente el hombre
entra en pánico.
Negación y Orgullo
Casi nadie quiere admitir que hizo algo mal. Cuando a uno lo descubren
haciendo algo que uno sabe que no debería hacer, suele mentir.
Recuerdo un incidente hace varios años, con mi suegra anterior. Ella era
diabética y no debía comer golosinas, hábito que nunca pudo dejar. Una
tarde, esperando un taxi, noté que hábilmente deslizaba algo desde la
cartera hasta la boca. El marido la enfrentó diciendo “¿Otra vez estás
comiendo dulces?”
“¡No!” dijo ella, con la voz distorsionada por el tamaño del bombón que
tenía en la boca. Él tomó la cartera y la abrió, descubriendo una colección
que hubiera hecho feliz a un niño en noche de Halloween.
Esto era un ritual que teníamos que soportar varias veces por semana. Es lo
que me hizo pensar que tal vez la psicología de la negación tenga raíces
caninas. Verán: Merlín pensaba que si él no nos podía ver, entonces
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Creo que la negación en los humanos es así. Si simulamos no notar algo, tal
vez los que nos rodean tampoco lo noten. Aunque esto pueda ser cómico a
veces, en una relación es un verdadero problema, sobre todo en una
Relación Sagrada.
Ser claro y honesto con respecto a todo, cada uno con el otro, puede
requerir humildad. También puede ser bastante molesto, les confieso. Que
nuestro compañero o uno mismo sea confrontado con una actitud o
conducta que no sirve a la relación, es encontrarse cara a cara con el propio
carácter – o más precisamente con los propios defectos de carácter.
No estoy hablando del tipo de o rgullo que tiene que ver con la autoestima
positiva. Hablo del orgullo que esquiva los problemas. Cuando no hay más
remedio que afrontar la conciencia de las propias fallas, a menudo el
orgullo ayuda a zafar. Tal vez la palabra arrogancia sería mejor, aunq ue
ambos vocablos pueden intercambiarse según el diccionario de mi
computadora. La arrogancia aleja a la otra persona; crea una separación
inmediata, y ante esa actitud los demás suelen darse por vencidos e irse.
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Reflexiones Finales
Ahora bien: a veces puede ser su mejor opción irse de la Casa, poner pies en
polvorosa y no volver nunca más. Si tu pareja te amenaza físicamente o si te
abusa emocionalmente, harías bien en buscar la manera de salir huyendo.
Algunas relaciones no merecen que se luche por sacarlas adelante. Algunas
son tóxicas y deben abandonarse. Desgraciadamente, no tengo ninguna
regla mágica que pueda indicar si tu Casa merece ser salvada o no. Sólo tú
puedes decidir eso. Pero si tu pareja no quiere ni hablar s obre tus
sentimientos respecto a la relación, e insiste en que todo está bien como
está, cuando tú sabes en lo hondo de ti que no está bien, bueno, yo diría que
es señal de que hay que hacer las valijas o, si no es posible irse, al menos
encontrar formas de cuidarse, en sentido psicológico. En otras palabras, no
dejes que una relación negativa socave tu propio sentido de ti mismo o tu
autoestima.
A cada lado del sushumna hay dos canales. Uno se asocia con el sol interno
(o el aspecto masculino de la consciencia), en tanto el otro se asocia con la
luna interna (o aspecto femenino de la consciencia). El canal solar se llama
pingala y el camino lunar se llama ida. Cuando las energías de ida y pingala
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están en equilibrio, el yogui puede captar una visión del Ser trascendente
siempre presente.
En este Evangelio se cita a Jesús diciendo algo que tiene sorprend ente
parecido con el Sagrado Andrógino de la alquimia clásica y también con la
forma Ardhanarishwara del Señor Shiva.
“Cuando consigas que los dos se vuelvan uno, cuando hagas lo interior como
lo exterior y lo exterior como lo interior, y lo de arriba sea como lo de
abajo, y cuando hagas que la hembra sea una y lo mismo, de modo que ni el
macho sea macho ni la hembra sea hembra, … entonces entrarás (en el
reino)”
No creo que este pasaje tenga nada que ver con la androginia física sino
más bien que el reino es un estado mental de consciencia despierta que se
obtiene cuando uno logra equilibrar los aspectos internos masculino y
femenino de la consciencia.