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Independence - Shelly Crane PDF
Independence - Shelly Crane PDF
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Sofía Belikov
Móninik
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Epílogo
Sobre el Autor
4
En esta cuarta y última entrega, Maggie y Caleb deberán atar todos
los cabos sueltos de sus vidas y buscar una forma de estar completamente
juntos y por sus cuentas.
Con todo lo que ha pasado con Bish y el padre de Maggie, ella está
casi reluctante a seguir adelante y mudarse. Y ahora debe solucionar toda
esta cosa… con Haddock. Pero por supuesto, nada puede ser normal para
los Jacobson. Enemigos que se pensaba que habían desaparecido han
decidido no desistir tan fácilmente. Y viejas llamas vienen clamando por
más que sólo Maggie.
Caleb está dividido entre hacer lo que su familia e íntimos quieren.
Maggie está dividida entre Caleb y ser el líder de su gente.
Pero ninguno dejará que lo que más necesitan sea puesto a un lado.
Están determinados a hacer que funcione, a diseñar un plan hacia el
destino, y arreglar todo de nuevo tanto para sí mismos como para sus
familias.
Y luego está la boda…
Significance, #4
5
Traducido por Mary Haynes
Corregido por Miry GPE
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Traducido por Miry GPE
Corregido por Vanessa Farrow
Nos encontrábamos casi al final del pasillo cuando Jonathon giró por
la esquina, corriendo hacia Maggie. La tomó de sus brazos para
mantenerla erguida y a pesar de que sólo era un caballero, vi rojo por la
visión de sus manos sobre la piel de ella.
Maggie rápidamente retrocedió, y me pregunté si fue porque sintió
mi molestia o sintió el zumbido furioso que hacía su piel cuando la tocaba
alguien que no era yo. Fruncí el ceño. Ni siquiera quería que yo la tocara
en este momento.
Se giró para mirarme. —Eso no es cierto.
Mierda. Me olvidé de bloquearla. —Sí, lo es —discutí con suavidad—.
Esto es estúpido, Maggie. No tienes que castigarte.
—No lo… hago.
—¿No lo haces? —pregunté, e hizo una pausa antes de sacudir la
cabeza, negándose a mirarme. Dejé caer las maletas de mis dedos al
suelo y me paré frente a ella—. No fue tu culpa. Nada de esto lo fue.
Jonathon se quedó ahí, moviendo los ojos de un lado al otro como si
mirara voleibol. Lo ignoré.
—Maggie.
—No puedes decir que lo de Beck y Ralph no fue mi culpa —dijo y,
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por fin, me miró.
—Sí, puedo. Porque es mía. —Si mi preciosa pequeña Maggie quería
jugar a ser mártir, dos podían jugar ese juego.
—No —dijo, confundida—. ¿Cómo puede ser tu culpa?
—Porque te toqué y te hice mía. —Sentí que mi mandíbula se
apretaba por la verdad de esas palabras. La vida de Maggie no era
precisamente color de rosa desde que la arrastré a mi mundo.
—No digas eso —declaró—. No empieces con eso de nuevo.
—¿No empiece, qué? ¿No empiezo a decir que si no fuera por mí, tu
familia y tú estarían a salvo y serían normales como antes?
—Caleb… —Sus labios se estremecieron de nuevo y supe que había
ganado. Detuve todo y tomé sus codos para que viniera a mis brazos. Su
piel era suave, su olor dulce e inducía a tragar saliva. Tomé su barbilla en
mis dedos e hice que me mirara. Envolví el otro brazo alrededor de su
cintura para mantenerla ahí.
—Maggie Camille —dije y sentí que contenía su aliento—. Detén esto
ahora mismo. No es más culpa tuya como lo es mía. Son cosas que pasan.
Es horrible, es bastante horrible y, nena… muero por ti. Desearía poder
detener esto, pero no puedo. —Dejé que mi pulgar se frotara por su labio
inferior.
Sollozó una vez antes de envolver los brazos alrededor de mi cuello.
Exhalé mientras su piel tocaba la mía y la abracé contra mi pecho con
fuerza. Me sentí bien por bajarla de la cornisa. Era mi trabajo protegerla,
incluso cuando era de ella misma.
Podía sentir su respiración en mi cuello y tuve que contenerme como
siempre lo hacía. Abrí los ojos para encontrar a Jonathon permaneciendo
ahí. Señalé con mi cabeza hacia el pasillo para decirle que se perdiera. Se
aclaró la garganta e hizo justo eso.
Me incliné hacia atrás para apoyarme contra la pared, pero en su
lugar fue la puerta de la escalera. Escuché mi—: ¡Mierda! —Pero ya era
demasiado tarde. La sostuve más fuerte mientras caímos de espaldas al
piso y aterricé sobre mi trasero con ella en mi regazo. Se reía antes de que
yo pudiera comprender lo que sucedió. También reí, y cepillé su cabello
hacia atrás. Jugué con un mechón entre mis dedos. Era tan
tremendamente suave—. Ups.
Se rió y puso la mano en mi mejilla, colocándose a horcajadas sobre
mí en el suelo. —Muchacho tonto —dijo en voz baja.
Agarré sus caderas y traté de recordar que me necesitaba porque 17
estaba molesta. Pero con Maggie en mi regazo… Mi cuerpo imprimado fue
hecho para ser el chico bueno en este departamento. La deseaba. Por
completo.
Entonces, se puso un poco seria y se lamió los labios. —Lo siento.
—No tienes que disculparte, nena. Ese es el punto. —Tomé su rostro
entre las manos—. Fue una tragedia, no una visión que pudieras parar.
Vi un destello de preocupación, la visión de Bish y Jen se reprodujo
en su mente antes de que dijera—: Lo sé.
—Te encuentras abrumada por todo. Lo entiendo. Pero no me alejes
cuando todo lo que quiero hacer es estar aquí.
Se inclinó hacia adelante y dio un beso a mi barbilla. Me miró por
debajo de sus pestañas y apenas reprimí un gemido. Se inclinó para
besarme donde yo quería. Dejé que mis manos viajaran a sus caderas,
acercándola un poco más, y luego les dije que se detuvieran.
Deténganse, manos, quédense justo ahí.
El beso terminó demasiado rápido para mí, pero sabía que Maggie
seguía dolida. Froté sus brazos suaves, dejando que se calmara y regresara
a la realidad, hasta que estuviera lista para irse.
La ayudé a levantarse y dimos la vuelta en la esquina sólo para
encontrarnos con Jonathon de nuevo. —¿Amigo? —dije con irritación.
—Espera —dijo Maggie y vi todo reproducirse en su mente. Tomó el
brazo de Jonathon y echó un vistazo a la esquina, completamente seria.
Era la Vidente y era condenadamente buena en eso.
Entonces vi a quien esperaba Maggie. La pareja de Rodney, la chica
con la que ella habló y aprendió lo que era, dio la vuelta a la esquina con
un libro en sus manos. Se encontraba completamente absorta en su
lectura y no levantó la mirada. Maggie se detuvo y empujó a Jonathon en
frente de ella. La chica levantó la vista justo a tiempo para verlo, saltó
hacia atrás para evitar la colisión y se rió avergonzada. Pero el chico
siempre empalagoso, la tomó en sus brazos para evitar que cayera.
Y la imprimación inició con explosiones y temblores, mientras vi en la
mente de Maggie, y nos aferramos uno al otro, recordando nuestra propia
imprimación. El día que condené a la chica que tanto quería y conseguí al
amor de mi vida todo al mismo tiempo.
El día que se convirtió en mi chica.
Le susurré en su oído lo increíble que era. Tenía que haberse cansado
de que se lo dijera, pero no podía parar. Maggie se debatía entre la
satisfacción de observar a sus súbditos seguir su destino, y la tristeza que 18
sucedía en su propia vida. Me abrazó con más fuerza y sentí su gratitud.
—Siempre estaré aquí para sostenerte —le dije con convicción.
Se dio la vuelta y me atrajo hacia ella. Y mientras la dejé controlarme
y a mis labios, mis manos encontraron su lugar favorito. Sus caderas. Y les
dije que condenadamente se detuvieran.
Deténganse, manos, quédense justo ahí.
19
Traducido por ElyCasdel
Corregido por Itxi
29
Traducido por Jasiel Odair
Corregido por Sofía Belikov
39
Traducido por Val_17
Corregido por Juli
47
Traducido por Mary
Corregido por Juli
55
Traducido por Sandry
Corregido por Miry GPE
66
Traducido por Jessy.
Corregido por CrisCras
76
Traducido por Julieyrr
Corregido por Aimetz Volkov
—En el hospital dijeron que está bien —me aseguró papá—. Nos
llamaron y dijeron que sólo era un rasguño en el brazo. Consiguió tres
puntos de sutura. No es una gran cosa.
Suspiré. Puede que no me guste mucho la mujer, pero seguía siendo
mi madre. —Bueno. —Cambié el teléfono a mi otra oreja—. ¿Estás bien?
—Estoy bien —respondió. Escuché a Fiona en el fondo preguntarle si
quería algo de beber. Le contestó—: No, gracias. —Y luego me dijo—: Muy
bien, escuché que tienes una gran noche por delante. —Se aclaró la
garganta—. Así que supongo que voy a dejarte… llegar a eso.
—¿Podemos ir a cenar? —solté—. ¿Caleb y yo?
—Por supuesto —respondió brillantemente—. Invitaré también a Bish
y Jen.
—Genial. Es una cita.
Se echó a reír. —Diviértete esta noche. Me alegro que tengas una
mujer que te ayude con todas las cosas de la boda.
—¿Ayude? —me burlé—. ¿De verdad crees que Gran va a dejarme
tener las riendas en cualquier cosa, papá?
Se rió de nuevo. —Bueno, probablemente tengas razón. Aun así.
—Sí. Aun así.
—Te amo, niña. Te veo después.
—También te amo, papá. —Colgué y me volví, chocando mi nariz
directamente en el pecho de Caleb. Me alegré de que estuviera cerca. 77
Deslicé mi teléfono en el bolsillo y dejé que me levantara en sus brazos—.
Ella está bien.
—Lo sé. Lo escuché —dijo—. ¿Pero tú estás bien?
—Como un roble.
Se rió entre dientes. —¿Estás bien como un roble?
—Sí. —Suspiré y me aferré a él con más fuerza.
—Nena —dijo con voz ronca—, tengo que irme, pero ahora no
quiero dejarte.
—Estoy bien —le dije con certeza—. Lo prometo.
Hizo una pausa y pensó. Pensaba en una de escabullirse de su salida.
Negué con la cabeza hacia él. —Esta es tu primera reunión como el líder
de los Jacobson. —Sentí a mis labios sonreír con orgullo—. Tienes que ir.
Muéstrales quién es el jefe.
Se rió con desgana. —Esa serías tú, preciosa. ¿Pensé que habíamos
hablado esto?
—¿Puedo ir también? —Recordé que necesitábamos encontrar a
nuestro amigo y lidiar con eos—. Tenemos que averiguar qué hacer con
Marcus.
—La próxima vez, seguro. Yo me encargo, lo prometo. ¿Esta vez?
Cosas de la boda. —Señaló el suelo—. Y vas a quedarte aquí.
—Está bien —dije con facilidad—. Bueno, diviértete.
—Lo dudo —refunfuñó—. Va a ser todo formalidades y tradición y…
cosas así. No iré demasiado tiempo. Lo haremos en la casa de Kyle esta
noche ya que todas las chicas están preparando las cosas.
—Preparándolo para este fin de semana, ¿no? —dije, mordiéndome
el labio para calmar mi emoción.
—Síp. Sólo unos días. —Cubrió mi mejilla—. Entonces serás la señora
Jacobson y yo seré el señor Vidente.
Me eché a reír. Él se rió también y besó mi boca sonriente. —Te amo.
Te amo —insistió con un estruendo.
Cuando se inclinó para besarme de nuevo, le di la bienvenida, pero
Gran tenía otros planes. —¡Detén eso justo ahora y saca tu culo de esta
casa!
Ambos la miramos, la mano de Caleb seguía en mi mejilla. —¡Lo digo
en serio! ¡Vete!
Él suspiró y me dio una mirada hosca. —Te recogeré dentro de poco.
—Estaré aquí —le dije y me las arreglé para atraerlo y besarlo justo
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antes de que fuera arrastrado.
Gran golpeó con fuerza su trasero y lo ahuyentó por la puerta. —
Ahora, podemos ponerse manos a la obra. —Frotó las manos como un
villano. Sentí a mis cejas elevarse.
—¿No deberíamos esperar a Rachel?
—Oh, ella viene con Jen. Estarán aquí dentro de poco. —Sonrió
mostrando sus dientes—. Ahora, deja que te enseñe algo.
Tomó mi mano. Era imposible no darse cuenta de la sensación fresca
y arrugada de ellas. Subimos a la habitación donde dormía ella. Me miró y
luego al tronco al final de la cama. Comenzó a arrodillarse y me apresuré
a ayudarla. Mientras la agarraba del codo, bajé con ella a mis rodillas. Me
dio una sonrisa que decía que lo que iba a mostrarme significaba mucho
para ella. Esperé con paciencia silenciosa.
—Esto —empezó y apartó una caja de su pecho—, fue mío.
La tapa blanca salió de la caja y rebuscó en el papel de seda de
plata para revelar una franja de material de color rojo. Supe
inmediatamente lo que era.
Su vestido de novia.
Lo saqué de la caja con cuidado y lo mostré. Era un vestido largo
con una pequeña cola, supuse, porque la tela seguía saliendo y saliendo.
—Gran, es hermoso.
—Lo sé —dijo y se rió. Tocó el lado del vestido, rozándolo con sus
dedos y vi en su mente, mientras recordaba vestirlo, sentirse tan bonita
como ninguna mujer se había sentido alguna vez. El abuelo Ray la vio y su
boca se abrió mientras se acercaba a él. Era casi suficiente para reír, pero
Gran estaba tan envuelta en su recuerdo. Sonrió, aunque sus ojos se
humedecieron.
Le toqué el brazo. —Te veías increíble en este vestido, Gran.
Asintió. —Mi abuela lo hizo para mí. Y ahora quiero que lo uses.
Sentí que mi barbilla caía en estado de shock, pero antes de que
pudiera decir algo, oí un grito de asombro. Me volví para ver a Jen y
Rachel en la puerta. Rachel sonreía y me veía divertida. Me habría
preocupado que no hubiera sido capaz de leer su mente, pero pensaba
en lo hermoso que iba a lucir en él. La mirada divertida fue porque trataba
de no llorar. Miré de vuelta a Gran y vi una lágrima correr por su barbilla.
Cuando miré de vuelta a Rachel, limpió bajo sus ojos. Eché un vistazo a Jen
y la vi esnifar.
Oh, chico. Esto tenía que ser detenido.
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—¡No se permiten los llantos! —dije y reí—. Vamos, chicas. Van a
hacerme llorar. —Rachel se rió entre dientes, pero Gran me dio una mirada
hilarante—. Además… —Me preparé—. No puedo usar el vestido, Gran.
Su rostro se ensombreció. Terminé rápidamente así ella no se echaba
a llorar. —Porque Jen va a usarlo.
Jen sonrió de esa manera que dice que alguien está siendo tonto. —
Ambas podemos llevarlo. Puedes usarlo para tu dedicación y luego voy a
llevarlo en la mía. No es un gran problema. Podemos arreglarlo si lo
necesitamos.
—No, quiero decir que quiero que lleves esto a mi dedicación. —
Frunció el ceño en confusión—. Porque quiero que Bish y tú, papá y Fiona y
Kyle y Lynne se casen con nosotros. —Todos se quedaron allí muy quietos—.
Sé que no es la tradición.
—Nunca se ha hecho —dijo Gran—. Sobre todo porque Fiona es
parte de otro clan.
—Lo sé —dije y respiré hondo mientras hablaba en voz baja—: Pero
todas estas reglas, regulaciones y tradiciones… Quiero decir, sin ofender,
pero eso es en lo que tu clase tiene un gran problema, ¿no?
Suspiró. —Es difícil cambiar las cosas cuando se ha hecho de una
determinada manera durante tanto tiempo. Y soy humana como tú y es
difícil para mí, así que sólo puedo imaginar lo difícil que será para Peter y el
consejo.
—Sin embargo, el consejo no está presente en una boda, ¿o sí?
—No, pero tiene que ser registrado por ellos. —Se pellizcó la barbilla y
sonrió—. Oh, bueno. Los vejestorios pueden lidiar con eso, supongo. Sobre
todo porque viene de ti.
Me mordí el labio. —No trato de causar problemas —le aseguré—.
Creo que ahora debemos hacer nuestras propias tradiciones. —Miré el
símbolo de infinito en mi muñeca—. Esto tiene que significar algo. Ir a
Londres y romper el control del Consejo tiene que significar algo. Que
Caleb me haya encontrado, que yo sea humana y todo lo que ha pasado
desde eso que no tiene ningún sentido… todo tiene que significar algo.
—Significa, cariño —insistió Rachel y me dio un medio abrazo—.
Significa que tienes razón en lo que se supone que seas. Creo que es una
idea maravillosa. Una gran manera de mostrarle al consejo y a toda la raza
que cuando dices que vas a cambiar las cosas, hablas en serio.
—Espero que sí —dije en voz baja—. Así que, Jen, lleva el vestido. Es
justo. 80
Lo sostuve hacia ella y sonrió mientras lo tocaba. —Oh, Dios. Me
mostraste este vestido cuando era una niña, Gran. Soñé con este vestido.
—Su labio tembló.
Nunca pensé que tendría la oportunidad de usarlo.
Rachel puso su otro brazo alrededor de Jen. —No más soñar ahora,
nena.
Jen puso su brazo alrededor de la cintura de su madre como lo haría
un niño y trató de mantener las lágrimas a raya. La habitación contenía
una vibra que tenía una felicidad agridulce. Empapaba el aire,
haciéndonos a todos querer llorar con este. Jen por fin obtenía lo que
siempre se le prometió cuando era una niña. Lo que sabía que sería suyo
estaba tomado y retenido. Y entonces sucedió Maria y ella tomó esa
pequeña bendición con calma, sabiendo que nunca tendría la
oportunidad de tener un niño por lo demás. Y ahora estaba allí, en la
cúspide de todo lo que quería, y todo la golpeaba a la vez… con este
vestido.
Sonrió y no trató de limpiar la lágrima mientras caía. Sus dedos
reverentemente dibujaron un patrón inexistente en la tela y se preguntaba
qué cara pondría Bish al verla llegar a él con este vestido. Esperaba que la
hiciera lucir bonita para compensar todo el drama y la molestia que traía
en su vida con esta familia y su especie.
—Bish está más feliz de lo que jamás lo he visto —le dije—. Jen, está
locamente enamorado de ti y todo lo que viene contigo. Lo ha estado
siempre desde la primera vez que te vio. No te preocupes por él. No tiene
el hábito de dejar que lo molesten las cosas insignificantes.
—Supongo —dijo sin comprometerse y esnifó—, pero sé lo difícil que
ha sido para ti adaptarte a esta vida.
—Bueno, estoy aquí para ayudarlo. Y mi situación fue un poco
diferente —le dije con ironía y recordé el alboroto que todo el mundo hizo
porque yo fui el primer ser humano en mucho tiempo, junto con la primera
imprimación.
Se rió de mi ceño fruncido. —Sí… supongo que fue un poco
diferente.
—Sólo un poco —le seguí la corriente. Puse todo el vestido en sus
brazos porque ella no lo había tomado de mí—. Es tu derecho usarlo. Y
quiero compartir mi día contigo, si lo deseas.
—Por supuesto que sí —dijo, como si estuviera loca por pensar lo
contrario—. Sé que todavía no entiendes exactamente qué significa una
dedicación en una boda. Pero yo sí y que me pidas que comparta esto
contigo y con mi hermano es… me siento honrada. 81
—Estoy honrada. —Dejé que me abrazara—. No te preocupes por
nada —le dije y cuando la sentí contener un poco el aliento, me di cuenta
de que había traído inadvertidamente el futuro inevitable. La visión que
tuve de Bish y Jen apareció en nuestras mentes y me volví hacia atrás.
Articulé—: Lo siento.
Sacudió la cabeza y murmuró—: Confío en ti.
—No voy a dejar que nada te pase. Ni a Bish. No lo he olvidado, lo
prometo.
—Lo sé.
Vi a Gran mirándonos con curiosidad. Jen envolvió su brazo a mi
alrededor y dijo—: Cosas de hermanas.
Sentí que mi corazón se saltaba un latido o dos con eso. Me apretó.
—Así que Fiona, Lynne, tú y yo. Qué bonito montón de damas vamos
a ser —bromeó y alborotó su cabello—. Deberían cambiar el nombre
sábado a Día de Diva porque es lo que va a ser totalmente.
Me reí junto a Rachel y Gran, a pesar de que sabía que trataba de
no pensar en la visión. Tomé aire. Me negaba a dejar que la visión se
convirtiera en realidad. Me negaba a dejar que algo tan hermoso y
necesario para nuestra familia y nuestra raza terminara sin sentido por un
idiota con complejo de Dios. Ese bastardo había arruinado ya suficiente y
me negaba a dejarle quitarnos algo más a mí o a esta familia.
—¿Alguien dijo un chiste de toc-toc?
Me volví para encontrar a Maria.
Y Bish.
Y Dios mío, era el hombre que brillaba intensamente de adentro
hacia afuera.
Le sonreí y me devolvió la sonrisa. Me acerqué a él, esperando que
fuera diferente ahora. Como la forma en que Beck me había llamado un
fenómeno y corrió, él sería diferente ya que me había visto en toda mi
gloria de Vidente en Londres y finalmente había encontrado su camino en
la vida de Jen como quería… y ahora las cosas no serían lo mismo. Pero
me probó que me equivocaba cuando me levantó en un abrazo de oso.
Me hundí en él y no sentí sólo alivio, sino un sentimiento de rectitud
inundándome.
Retrocedí para ver su cara, para ver si sentía lo mismo que yo. Su
cara dijo que lo hacía y luego lo escuché.
Se ve tan… feliz y… libre. Me siento un poco mal por todo lo que
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hice.
—Eres mi hermano —justifiqué—. Hubiera sido raro si no te hubieras
preocupado por mí.
—Sí, pero… todas las cosas que le dije a Caleb. Si me hubieras dado
un par de minutos a solas con el chico, lo hubiera noqueado.
Me reí entre dientes. —No tengo ninguna duda. Pero ya pasó.
Me tocó la mejilla. —No tienes idea de lo hermosa que te ves
cuando estás así de feliz. Sé que es gracias a él.
Me sonrojé y apreté los labios en una línea. —Lo es.
Suspiró y se movió de nuevo. —¿Cómo fue la visión?
—Oh, ah… bien.
—Lo siento.
—Está bien —dije apresuradamente y volví a mirar a Gran—. ¿Irás de
compras conmigo? Voy a necesitar un vestido nuevo.
—¡Claro que no! —Me midió—. Voy a hacerte uno, niña bonita. Y a
Fiona y a Lynne, también.
—No hay manera de que puedas hacernos uno a todas en…
—¿Dudas de mí? —Ladeó una pequeña ceja y esperó.
—N-no, señora —tartamudeé.
—Bueno. —Miró más allá de mí a Bish—. Fuera, fornido. Las mujeres
tienen trabajo que hacer.
Bish rió y se señaló a sí mismo. —Yo soy fornido, supongo.
—Bueno, nadie más en esta sala tiene sus brazos metidos en sus
mangas como tripas para embutido, ¿o sí?
Él se rió. —No, señora. —Se volvió hacia Jen y pensé que haría una
despedida simple y le diría adiós ya que definitivamente no parecía del
tipo de demostración pública de afecto, pero nos sorprendió a todos
cuando se acercó y le sostuvo la barbilla mientras colocaba sus labios
sobre los suyos. Ella sonrió suavemente y él dijo—: Te veo en un rato.
Asintió. Él tomó la mano de Maria y se volvió hacia mí. —Iremos a
pasar el rato con papá. Vienes a cenar esta noche, ¿verdad?
—Sí —respondí—. Tan pronto como termine la reunión de Caleb. Nos
encontraremos allí.
Asintió y nos sonrió. —Hasta luego, damas.
83
—Adiós —dijo Jen suavemente y lo vio alejarse.
Todos nos quedamos ahí durante unos segundos más antes de
movernos. Cuando finalmente miré a Jen, luchaba contra las lágrimas.
Rachel la tomó y la abrazó con fuerza. —Mamá —susurró Jen—, ya no
tengo que preguntarme qué se siente ser como tú y papá. Ya lo sé.
—Jenna, siempre tuve la esperanza de que lo harías, nena. —Esnifó,
muy propio de una dama—. Siempre traté de creerlo por ti. Bish es…
—Lo sé —dijo Jen y se echó a reír—. Es increíble.
Sentí a mi nariz arrugarse. —De acuerdo, vamos todos a tratar de
recordar que es mi hermano.
Se rieron y luego “Radioactive” de Imagine Dragons resonó por toda
la habitación. Rachel tomó su teléfono del bolsillo y contestó. La miré
boquiabierta. —Hola, cariño… No, estoy bien. Jenna y yo hablábamos
sobre… algo significante. —Sonrió a Jen—. Sí, lo prometo. Siento haberte
asustado. —Escuché a Peter en la mente de Rachel mientras decía algo
sobre “consiguiendo su bonito trasero más tarde”. No pude contener mi
grito de asombro. Rachel se rió y luego dijo—: Peter, Maggie está en la
habitación conmigo. —Él se rió de una forma un poco avergonzada y dijo
que le dijera a Caleb y a mí que fuéramos mañana y que la vería más
tarde—. Está bien. Te amo, cariño. —Le dijo que también la amaba, “algo
feroz”. Le sonreí y miró hacia otro lado. Se aclaró la garganta—. Supongo
que escuchaste eso, ¿eh?
—¿Sobre ir mañana? Sí.
—Sólo llamaba para comprobarme, dijo que el latido de mi corazón
se estaba volviendo loco.
—Me imagino —dije secamente.
Gran interrumpió. —Muy bien, suficiente ustedes dos. Sé que mi hijo
es como McDreamy donde los haya. —Gran me golpeó en el trasero. La
miré fijamente con la boca abierta—. Tenemos trabajo que hacer.
Desnúdate.
—¿Desnudarme para qué?
—Voy a tomar medidas para tu vestido. ¡Desnúdate!
Rachel me salvó… más o menos. —Puedes tomar sus medidas con la
ropa puesta, mamá —reprendió.
—Oh, sé que puedo. —Me señaló—. ¡Pero mira su cara! ¡Ja! Sólo
quería ver su rostro fruncido de esa forma. —Siguió carcajeándose a mi
costa y la dejé porque Gran era… Gran.
Pasamos las siguientes dos horas midiendo y viendo vestidos en línea
que nos gustaban, así Gran podría conseguir algo parecido a nuestros 84
gustos. Dijo que haría el de Fiona después. Tan pronto como volvió Caleb,
nos fuimos a lo de papá.
—¡Vamos! —intervino Fiona y abrió la puerta de par en par con
gusto. Yo iba al frente con la mano de Caleb en la parte baja de mi
espalda. Quedé agradablemente sorprendida por el lugar.
Aparentemente Fiona puso su propio toque en las cosas—. Oh, Dios mío,
Maggie. Juro que te ves más bonita cada vez que te veo.
—Gracias —dije y traté de no ser torpe, así que fui directo a su
abrazo. Así es como papá nos encontró.
—Niña —suspiró. Mis pies me propulsaron hasta que prácticamente
estrangulaba al hombre. Se rió un poco en mi pelo—. Estoy tan contento
de que estés tan feliz de verme como yo a ti. —Se echó hacia atrás y me
besó en la frente—. Bish y Jen están en el estudio. Oye eso rima1.
Me reí. —Me alegro de que sigas siendo tú, papá.
—Me tengo que quedar así ahora. —Sonrió y estiró un brazo a Fiona,
que fue de buena gana a su costado. Maria corrió desde la cocina y tomó
el otro brazo. Parecía tan natural y cómoda con los dos. Sentí que mi
pecho dolía con felicidad por él—. Gracias a Dios.
—De acuerdo —le dije—. Voy a ir a ver a Bish y luego vengo a
ayudar en la cocina.
—Oh, ¿lo harás? —dijo dulcemente—. Soy una cocinera horrible. Tu
padre me dijo que eres muy buena con macarrones con queso.
Reí. —Entonces te mintió.
Se volvió a él riendo mientras salíamos del estudio. Abrí la puerta
escondida y Caleb se estrelló contra mi espalda cuando me detuve. Mis
ojos se desorbitaron. Bish tenía a Jen arriba del piano, mientras él
permanecía de pie entre sus rodillas. Y el hombre debe de haber estado
muerto de hambre porque devoraba su boca allí mismo, en el Baby
Grand2.
85
1 Juego de palabra en ingles original donde Jen rima con Den (estudio).
2 Marca de Piano.
Traducido por Mary Haynes
Corregido por Aimetz Volkov
96
Traducido por Juli & becky_abc2
Corregido por Itxi
109
Traducido por CrisCras & Nats
Corregido por Juli
120
Traducido por Anty Maggie & MaJo Villa
Corregido por Karool Shaw
Mierda.
Maggie estaba furiosa. Por una buena razón, en su mayoría. Beck
estaba siendo infantil. Sí, los seres humanos no nos entendían, pero esto era
un poco ridículo. O tal vez sólo era prejuicioso, porque le hacía daño a mi
Maggie.
—Nena, no te preocupes. Ella es sólo…
—No entiendo cómo puede ser así. ¿Y mi madre? ¿Y Chad? ¿Está
todo el mundo queriendo hacerme sentir como una mierda hoy? No
debería tener dudas el día antes de nuestra boda.
—¿Qué clase de dudas?
—No dudas sobre la boda, sólo… dudas. ¿Por qué todo este
acontecimiento? —Sorbió por la nariz y la primera —de lo que
imaginaba— de muchas lágrimas se deslizó por su mejilla, rompiendo
efectivamente mi corazón—. ¿No tienes alguna duda?
Tomé su cara… su hermoso rostro, surcado de lágrimas en mis manos
y la miré directamente a los ojos. —¿Dudas? No, no nunca. No sobre ti, no
acerca de nosotros y no sobre lo que estamos destinados a hacer en este
momento.
—Pero todas estas cosas siguen surgiendo —argumentó, pero su
ánimo desaparecía. Sollozó, sus puños envueltos en el frente de mi camisa,
ya fuera si lo sabía o no—. Tampoco dudo de nosotros, por supuesto que
no. No entiendo por qué las cosas tienen que ser tan difíciles.
—Vale la pena porque es difícil, nena. Tu padre, madre, Bish, 132
Haddock, yo… Chad —gruñó su nombre con disgusto—, cada uno de
nosotros ha sido atraído a ti por una razón. Necesitamos ver cómo
podemos hacer que todo funcione… donde con suerte, no se maten unos
a otros. —Sonreí adicionalmente.
El efecto deseado era una sonrisa, pero se conformó con un suspiro.
—Sí, lo sé. Tienes razón. —Se acercó, pasando las manos alrededor de mi
cintura—. Eres realmente impresionante, ¿lo sabías?
—Estoy deseando una eternidad de ti robando mis líneas, cariño. —
La atraje más cerca, amando la manera en que se mordió el lado de su
labio, su corazón latiendo ligeramente, en anticipación a mi beso—. Una
eternidad.
Y entonces intenté duramente mantener un gemido cuando tiró de
mi labio inferior con los suyos. Bish eligió el peor momento cuando irrumpió
por el camino de entrada en ese instante. Ella se lamió los labios mientras
retrocedía. Sonriendo ante mi expresión.
¡Sonriendo!
—Gracias.
—No me agradezcas todavía —le dije en forma de presagio.
Inclinó la cabeza hacia un lado. —¿Estoy a punto de averiguar sobre
que han sido todos los repentinos problemas de matemáticas?
—Sí. —Tomé su mano y coincidimos con Bish a mitad de camino.
—¿Qué pasa? —dijo simplemente.
—Algo —dije—. Algo que está rompiendo todas las reglas. Algo que
espero podrás aceptar y entender. —Me giré hacia Maggie—. Y algo que
espero que me perdones.
Sus labios cayeron abiertos. —Qué…
Asentí para que Bish me siguiera y tiré de Maggie conmigo a la más
pequeña, pero agradable con tres dormitorios, casa victoriana junto a la
case del padre de Maggie. Ella se emocionó un poco, pensando en la
obvia conclusión, así que me apresuré con la esperanza de detener su
decepción. —Esta no es la casa que compré para ti, nena.
—¿No lo es? —preguntó suavemente.
—No. —Me volví hacia Bish—. Es la casa que compré para ti.
—¿Qué significa eso? —dijo en total confusión.
Empecé con un suspiro. —El novio tiene que comprarle una casa a la
novia y regalársela el día de su boda. Y por favor, no te avergüences ni
nada. Entiendo lo difícil que ha sido para ti. Y sé sin lugar a dudas que con 133
el tiempo, podrías haberle comprado a mi hermana esta casa por ti
mismo, pero no queda tiempo. Quiero que la tengas.
Escupió. —¿Qué pasa acerca de la casa para Maggie?
Tragué un poco y le eché un vistazo a ella. —Tengo otros planes para
nosotros. No te preocupes. Me ocuparé de eso.
—Pero… —intentó y se detuvo—. No. No, no puedo aceptar esto.
Esto es demasi…
—No es demasiado. Le diste a mi hermana la única cosa que
siempre ha querido. Y saber que ella y Maria van a estar sanas y a salvo
contigo allí para protegerlas y asegurarte de que sean felices, no tengo
ninguna duda que vale mucho más que cualquier estúpida casa. —Lo
miré directamente a los ojos—. Hemos tenido nuestras diferencias, pero
esta casa es mi regalo para ti como agradecimiento por cuidar de Maggie
todos esos años y ahora pasas a cuidar de mi hermana. Ella ha pasado
por… tantas cosas. —Sentí que mi garganta me traicionaba con un
estrangulamiento. Me la aclaré—. Tómalo. Coge las llaves y empieza tu
vida con ella sabiendo que todo lo malo, cada sacrificio que ambos han
hecho no fue en vano. No fue para nada. —Metí la mano en mi bolsillo y le
tendí las llaves para que las tomara—. Agárralas.
Escuché sus orgullosos pensamientos a través de Maggie, pero
rápidamente se alejaron cuando su necesidad de hacer feliz a mi
hermana los reemplazó. Aunque todavía tuvo que protestar. —Caleb,
vamos…
—No tienes que darme las gracias, ni nada —le dije—. Cuidar de mi
hermana es suficiente. Promete cuidar de mi hermana y me comprometo
a cuidar de los tuyos.
Parecía como si quisiera abrazarme. Por suerte me estrechó la mano
y asintió. —Sí. Lo prometo. Gracias, Caleb. Ah, sólo… gracias. Lo único que
quería era… darle un hogar a Jen y Maria. —Se burló de la casa con una
sonrisa—. ¿Y justo la casa junto a la de papá?
Sonrió y me encogí de hombros. —Sin comentarios.
—Gracias. Si alguna vez hay algo…
Asentí y miró hacia mi Maggie. —Entonces…
—¿Así que esto es lo que has estado ocultando? —Asentí—.
¿Realmente pensaste que me enojaría contigo?
—Sólo quería que supieras que no te compré una casa. Se suponía
que debía, pero tengo otros planes para nosotros que te diré más
adelante. Una casa no es uno de ellos. 134
Ella tomó mi cara entre sus manos mientras Bish entraba a la casa. —
Eres el hombre más dulce que ha pisado esta tierra. ¿Lo sabías? —Estaba
llorando de nuevo, pero esa vez de felicidad.
Sacudí la cabeza. —El tipo casi me golpeaba todos los días tratando
de protegerte. ¿Cómo podría no apreciar eso?
—Te amo un millón de veces más de lo que hacía hace dos minutos.
No pensé que eso fuera posible. —Sorbió por la nariz y le limpié las lágrimas
de los ojos con los pulgares.
—Yo tampoco —dije y moví una de sus manos hacia mi corazón—.
¿Sientes eso? Un millón de veces por minuto por ti. —Sonreí y disfruté la
forma en que su corazón se aceleró por la felicidad—. Tu familia es mi
familia. Y si hay algo que pueda hacer por ellos por cuidar de ti hasta que
te encontré, lo haré.
Ella dejó que su nariz frotara la mía una vez. Luego retrocedió y dio
un suspiro tembloroso. —¿Me das un recorrido?
—Seguro —Nos encontramos a Bish dentro mientras veía las
habitaciones vacías a la espera de ser llenadas con sus cosas. Maggie
corrió los dedos a lo largo de los marcos de la ventana y lo siguió. Ella
escuchaba como él imaginaba trayendo a Jen mañana aquí después de
la boda y qué pensaría de él.
Se giró hacia nosotros una vez que llegamos a la cocina. —Vaya, es
una casa preciosa.
—Sí —concordó Maggie—. Y tiene suficiente espacio para Maria… y
tal vez alguien más algún día.
Él le dio una mirada llena de afecto. —Sólo tú harías a bebés
atravesar la puerta antes de que ni siquiera haya tenido la oportunidad de
traer a la novia.
—Sólo digo.
Se rió. —Sé exactamente lo que estás diciendo. —Me estrechó la
mano—. Creo que regresaré antes de que Jen empiece a preguntarse
dónde estoy. Será divertido tratar de mantener esto en secreto toda la
noche.
—Las matemáticas hacen maravillas por mí —le dije.
Abrazó a Maggie contra su costado. —Voy a probar eso. Gracias.
Supongo… Te veré mañana.
Ella asintió y sonrió tiernamente. —¡Estaré allí! —cantó.
—No puedo esperar —dijo, al parecer para sí mismo—. Adiós, 135
muchachos.
—Adiós —dijo Maggie suavemente. Se volvió hacia mí. Sus ojos
tenían la promesa de algo que me haría un hombre muy feliz esa noche—.
Llévame a casa, señor Jacobson —dijo y mordió su labio.
—Sí, señora —susurré y tomé su mano para llevarla a la moto.
137
15 Traducido por Vanessa Farrow & Juli
Corregido por Elle
Maggie
Podía oír sus pensamientos en la ducha. El hombre estaba tan feliz
por el día que venía, que incluso deseaba que los minutos pasaran, así
llegaría más rápido. Me mareé cuando tiré de la camisa sobre mi cabeza
para combinar con mis pantalones de chándal grises. Era una vieja camisa
de porristas del campamento. Decía—: ¡Sí, eso es, eso es correcto!
Rodé los ojos ante la chica que solía ser. No había nada malo con las
porristas y, de hecho, de cierto modo lo extrañaba. Fue un buen
entrenamiento y esas chicas eran divertidas y muy competitivas. Pero
simplemente no era yo, no era lo que yo era.
Esta era yo. Miré alrededor de la habitación y froté la colcha. Esta
justo aquí.
Eché un vistazo al pequeño joyero de obsidiana en la mesita de
noche y noté que se encontraba vuelto en sentido contrario. Miré la puerta
del baño y me di cuenta que había olvidado por completo escribir mis
votos y él había estado revisando para ver si ya había leído los suyos. Me
sentía terrible. Le había puesto muchos pensamientos a esto y yo
simplemente me olvidé por completo de ello.
Me arrodillé en el suelo y puse la caja en la cama como la cosa
preciosa que era. La tapa se levantó sin hacer ruido y abrí el papel
crujiente. Su letra era totalmente de chico. Sonreí ante ella y comencé a
leer.
No ha pasado ningún día en que no haya estado esperando por ti.
En el que no te haya soñado sin rostro. En el que no haya imaginado como
te sentirías bajo mis palmas. Esperar nunca fue el problema, es sólo que
138
dudaba. Empecé a dudar de que fueras real, de que en realidad fueras a
llegar a mí.
Pero nunca debí haber dudado de ti.
Me sorprendo cuando miro tu rostro y veo el amor que siento por ti
devolviéndome la sonrisa. Haría cualquier cosa que me pidieras para
mantener allí esa sonrisa. Eres todo lo que hay, mi mundo…
Me siento honrado con sólo estar en tu presencia, y ni que hablar de
tener tu corazón. Adoro la forma en que miras mi mundo. El amor que
sientes por mi familia. Cómo puedes ser tan inocente y tan dolorosamente
sexy, todo al mismo tiempo. Cómo eres siempre desinteresada, y estás ahí,
llena de amor, incluso después de todo lo que has pasado. Nena, lo he
dicho un millón de veces y seguiré diciéndolo hasta mi último aliento…
Eres increíble.
Mañana serás mía en todas las formas, sentidos, segundos, pero sé
que no importa cuán apretado te abrace, nunca estarás lo
suficientemente cerca. No importa cuánto tiempo, cuán fuerte o
apasionado bese tus labios, nunca me saciaré.
Eres mi alma gemela, mi razón para seguir respirando, mi preciosa
pareja que cabe en mis brazos y mi vida perfectamente, toda mi vida, mi
amor, mi cómplice, mi corazón, mi chica increíble.
Cásate conmigo. Toma el corazón que late en mi pecho y haz con él
lo que quieras. Ha sido tuyo desde el día en que me salvaste la vida. Has
estado salvándome desde entonces. Te amo, nena, más que nunca será
comprensible, pero te reto a que lo intentes.
Cada mañana es todo lo que importa, mi amor.
Las lágrimas que me nublaban la visión sacaron a flote un buen dolor
en mi pecho.
Oh…
¿Cómo se supone que siga eso? ¿Ahora tenía que escribir mis votos
para él y tratar de ser tan perfecta y certera como él lo había sido? Era mi
corazón. Era mi amor, era mi todo… Me sentía tan inadecuada en
comparación. Me sequé los ojos con las palmas e inhalé. Tenía que
hacerlo. Respiré profundo y me centré en Caleb. Llevaba puesto un bóxer
negro y estaba de pie ante el lavabo preparándose para afeitarse. El
espejo empañado, y él todavía no lo limpiaba.
Decidí no esperar y escribirlos todos. Sólo le diría lo que sentía en
estos momentos. No preocupándome por el lápiz y el papel e intentando
redactar las cosas justo así como era yo, real, viva y enamorada de él. 139
Estaba a punto de entregármele cruda en una bandeja.
Mantuve los ojos cerrados y puse mi dedo meñique en el aire,
imaginando las palabras, mientras las escribía en la niebla en el espejo
frente a él, pequeña sección por pequeña sección, y luego dejando que
el vapor lo cubriera otra vez antes de empezar de nuevo.
Sé que piensas que en alguna medida lamento el día en que me
tocaste. No lo hago. En ningún nivel, ni siquiera un poco. Tú me cambiaste
en las formas más profundas. Cuando era una niña, siempre imaginaba
que crecería para ser como las mujeres que veía en la ciudad. Mujeres
como mi madre, que se encargaban de todo sin esfuerzo y se deleitaban
en su estatus y pequeños logros. Pero todo era falso.
Tu familia me hizo ver que uno debe cuidar de ella porque los ama,
no porque alguien importante está mirando. Y quiero cuidarte. En mi
cuerpo, bajo mis venas, está este anhelo, esta necesidad de hacerte
absolutamente feliz. No intentas mantenerme abajo, me mantienes a salvo
mientras también me permites ser yo. ¿Dijiste que nosotros intentamos
encontrar el equilibrio entre ser la tirana y dejarme ser yo misma? Estás ahí,
bebé. Cuidas muy bien de mí. Y el hecho de que te preocupes por eso es
la mejor parte. Esto demuestra lo mucho que me amas. Y no hay duda en
mi mente de cuán feliz seré contigo. Sólo espero poder hacerte muy feliz
también.
Me encanta sentir tu corazón en mi pecho, saber que el mío está
latiendo allí, justo al lado del tuyo. Estoy exactamente donde pertenezco.
Entonces, ¿me arrepiento del día en que me tocaste? ¿El día en que me
hiciste tuya? Nunca, Jacobson.
No importa a dónde vamos, lo que hacemos, lo que vemos o
tenemos que enfrentar como los líderes de nuestra especie… Eres increíble,
sexy y divertido, protector, ambicioso, y dulce.
Estoy lista para vivir esta vida contigo.
Salió del baño, su bóxer siendo lo único que usaba. Su rostro
reverente y rudamente hermoso. Y cuando saltó hacia mí, sus pies
descalzos caminando sobre el suelo de baldosas, le di la bienvenida al
choque de nuestros cuerpos. Sus manos envolvieron mis muslos para
levantarme, me abrazó y me apretó muy fuerte cuando dijo—: ¿Ya es
mañana?
Sonreí contra su boca. —Casi. Gracias por lo que escribiste. Decir
que fue hermoso es un terrible eufemismo.
—Lo dije en serio. ¿Y los votos en el espejo del baño? Apuesto a que
soy el único Ace que puede decir que los obtuvo así. 140
Me encogí de hombros y sonreí, avergonzada. —Improvisé.
—Me encantó. Gracias —dijo en mi voz gruñona favorita. Me
mordisqueó la barbilla—. ¿Quieres montar a horcajadas la línea conmigo,
señora Jacobson?
—Eso es todo lo que quiero hacer en este momento —dije sin aliento
mientras me llevaba y colocaba suavemente en la cama antes de
seguirme. Su boca reclamó pequeños trozos de piel que parecían tan
minúsculos en el gran esquema de las cosas, pero también me encendió
en fuego con cada centímetro al que se movía.
Permanecimos decentes, vestidos y técnicamente inocentes, pero
satisfechos. El chico era un genio en conocerme, conocer mi cuerpo, y
saber qué tan lejos ir, y qué significaba cada suspiro y jadeo.
Las cintas azules de energía que llegaron cuando unimos nuestras
mentes no dejaron de ser espeluznantes. Ahora era una parte de mí y le di
la bienvenida. Se sentía como si perteneciera. Y ver su rostro a través del
resplandor mientras besaba mi hombro y cuello era una de las cosas más
hermosas que había visto nunca.
Y ahora que nos acostamos juntos en su cama caliente,
deleitándonos en la sensación del otro e intentando decirle a nuestros
cuerpos que se calmaran, era el mejor tipo de infierno. El peor tipo de
cielo. Sólo teníamos unas pocas horas hasta que el cielo y el infierno
chocaran, y no me sentía asustada o preocupada o incluso ansiosa. Me
encontraba lista.
Tiren de la puerta y dejen que este caballo de carreras salga. Estaba
lista para el maratón.
160
Traducido por Elle
Corregido por Sofía Belikov
166
Una vez que nos sentamos y almorzamos, decidimos ir a la playa a
nadar. Alquilamos unas tablas de surf, y Caleb, Kyle, Lynne y yo surfeamos
mientras Bish y papá se sentaban con Jen y Fiona en las tumbonas al sol.
Olvidé casi todo lo que él me había enseñado, o al menos mi cuerpo lo
había hecho, porque era prácticamente imposible estarme en pie sobre la
tabla. Me caí cada vez que intentaba deslizarme, y puede que haya
puesto mala cara de vez en cuando.
Caleb y yo nos fuimos a acostar sobre las toallas de playa mientras
Kyle y Lynne surfeaban. Tracé con el dedo la forma de la estrella del
tatuaje sobre el hombro de Caleb mientras él se adormecía a mi lado,
cuando escuchamos el grito de Lynne. Se levantó como un resorte y
ambos corrimos hacia donde Kyle la estaba cargando, poniéndola sobre
la arena. Él le sostenía un pie sobre su regazo mientras intentaba sanar el
corte que se había hecho con una concha. Le había cortado el pie desde
el dedo gordo hasta el talón. Me estremeció cuando la sangre manchó la
arena debajo de ellos.
Los demás también se apresuraron, y observaron a Kyle
concentrándose. Él la miró y bufó. —¿Por qué no está funcionando?
Observé la herida y vi que no se estaba sanando. Y entonces lo
estuvo. Él suspiró en voz alta y le frotó la pierna para tranquilizarla. —Debo
haber estado muy estresado —dijo en voz alta, pero su mente decía:
“¡Qué demonios! Pensé que iba a pasar lo mismo que con lo de su mejilla.”
Lynne se sentó y lo regañó con la mirada. —Detente. Estoy bien.
Kyle pasó su pulgar por la cicatriz en su mejilla y suspiró. —Eres
hermosa, incluso con esto.
—Kyle, deja de culparte.
Él se encogió de hombros como si la estuviera apaciguando, pero no
tenía planes de hacerlo. Intervine.
—¿Por qué no vamos todos a tomar una siesta? De hecho, estoy
bastante cansada.
—Sí, claro —dijo Kyle y sonrió traviesamente—. Todos sabemos por
qué quieres arrastrar a mi primo de vuelta a esa habitación, Maggie
Jacobson.
Lo miré fijamente y Caleb le golpeó el hombro. —Cállate —siseó y
miró a mi papá.
—El Sr. Masters también sabe por qué quieres —bromeó Kyle y
esquivó el movimiento de Caleb.
—Kyle —se quejó papá y rodó los ojos—. Esa es una buena idea. De 167
hecho, estoy bastante cansado. ¿Quieren que nos encontremos para la
cena?
Caleb alzó la mano. —La verdad es que el tipo con el que reservé las
habitaciones me dijo que hay un sitio con comida marina estupenda justo
al doblar la esquina. Podemos ir ahí si quieren.
—¡Sí! —dijo Jen y sonrió, rogándole a Bish—. ¡Ay, he estado muriendo
por algo de pastel de cangrejo!
Él levantó los labios en una media sonrisa. Conocía esa sonrisa. Solía
usarla conmigo cuando era pequeña y pensaba que estaba siendo
adorable. Y lo había visto usarla con Maria cuando ella le había pedido
bailar en la Reunificación. Y ahora la estaba usando con Jen porque hasta
yo tenía que admitir que ella estaba siendo adorable. Lucía tan feliz y casi
tonta. Simplemente no era Jen, y era bueno verla relajarse y ser capaz de
ser joven otra vez.
—Sí, probémoslo —accedió él. Ella chilló un poco. Chilló… y saltó
para abrazarlo por el cuello. La sostuvo contra sí con facilidad y me miró
por encima del hombro. Tenía la sonrisa más grande, y era increíble.
Así que eso hicimos, y esa noche en el restaurante, papá nos dio
grandes noticias. Debo haber estado demasiado concentrada en Caleb
para prestarle atención a los pensamientos de alguien más, porque estaba
un poco conmocionada. —Así que… —comenzó, e hizo este sonido como
si supiera que no nos gustaría—, he decidido ir a vivir con el clan de la
familia de Fiona… por un tiempo.
Bish fue el primero en responder. —¿Pero por qué? Estaremos…
Detuvo sus pensamientos antes decir que estaría viviendo justo al
lado, e inmediatamente usó el truco de Caleb para evitar que Jen viera la
casa. Sus pensamientos relacionados con un proyecto de arte en el que
estaba trabajando destellaron a través de su mente, la de Jen y la mía.
Estaba pensando en la terminación de los árboles en su caballete con un
rayo de luz desde el sol. En qué pincelada usaría.
Jen lo miró, enarcando una ceja curiosamente. Él solo sonrió y se
volteó a papá, frunciéndole el ceño. —¿Por qué te vas?
—Bueno… para empezar, no creo que sea adecuado para ella
tener que dejar a su familia así.
Fiona se metió. —Te lo dije, es tradición. Es solo… el modo en que
siempre hemos hecho las cosas. Los seguiré viendo, solo que no todo el
tiempo. 168
Él tomo su mano en la suya. —Entiendo, pero Bish y Maggie están
continuando con sus vidas. Estoy listo para seguir con la mía. Podemos
viajar, ver a tu familia y quedarnos un tiempo, entonces regresaremos en
un par de meses. Solo que me gustaría llegar a conocer a tu familia, saber
de dónde vienes.
Ella se sonrojó con placer. —Y de veras te amo por eso.
Él sonrió. —Entonces, nos iremos —anunció—. Imagino que Marcus o
quienquiera que esté intentando llegar hasta nosotros no podrá hacerlo si
estamos con su familia. Ni siquiera sabrá que estamos allí. Y tú —me dijo—,
bueno, eres perfectamente capaz de patearle el trasero a cualquiera, así
que no creo que tenga que preocuparme.
Me reí. Por mucho que odiara que se marchara, tenía razón en
cuanto a lo de no estar ahí, y era realmente dulce el que quisiera conocer
a su familia. En su mente estaba el que no quería que ella perdiera
contacto con su madre como yo lo había hecho con la mía.
169
18 Traducido por Valentine Rose
Corregido por Sofía Belikov
Caleb
—Bueno… llámame y hazme saber que llegaste, ¿de acuerdo? —
sollozó un poco Maggie y como que me hizo querer regañar a Jim por
hacerla llorar. Pero el chico sólo intentaba hacer feliz a su pareja, así que
no lo culpaba mucho.
La abrazó con fuerza. Ella lo abrazó de vuelta con la misma fuerza.
Retrocedió y posó una mano por su mejilla. —Te amo, pequeña.
—También te amo, papá —susurró. Él sonrió tensamente, intentando
contener sus propias emociones. Se dirigió donde Bish, y Fiona donde
Maggie.
Sonrió con tristeza. —Bueno, Maggie. Lamento que tenga que
robártelo.
—No hay problema. Entiendo por qué lo estás haciendo esto. En
serio es muy tierno. Y estoy contenta que en realidad quiera algo así.
Simplemente fue muy repentino, eso es todo. —Maggie la abrazó, lo cual
sorprendió a Fiona, que soltó un “Oh”.
—Cuídalo, ¿sí?
Fiona asintió rápidamente. —Por supuesto. Lo prometo, Maggie.
Gracias. —Tocó el hombro de Maggie—. No te preocupes por él, ¿vale?
Se subió en la cabina, y Jim se acercó a mí. Por supuesto que era el
último. —Bueno, hijo, no creo que tenga que expresar lo mucho que te
lastimaré si algo le pasa a Maggie, ¿cierto?
—No, señor —dije y metí las manos en los bolsillos—. Cuidaré de ella 170
con mi vida.
—Bien. —Entonces me abrazó. Tragué saliva, esperando por el juego
de palabras, que pasara algo inesperado. No pasó nada. Se alejó y me dio
una sonrisa tensa—. Cuídate, hijo. No podría soportar que Maggie
terminara con alguien más.
¿En serio acaba de decir eso? —Gracias, señor.
—Jim —corrigió.
—Jim.
—Adiós, Caleb. ¡Los veremos pronto! —gritó Jim antes de meterse en
la cabina.
Luego se fueron al aeropuerto y Bish se volteó hacia Maggie. —
Bueno, hermanita, estamos solos, sin padres que nos vigilen. ¿Qué maldad
podemos hacer?
Sonrió ante su broma. —Podemos hornear otra vez cada paquete de
galletas de azúcar que están en los gabinetes. Cuando se fueron la última
vez, salió muy bien.
Pasó un brazo sobre su hombro y rió. —Dios, nunca he visto a una
mujer tan molesta por unas galletas.
Comenzaron a dirigirse hacia las habitaciones. Jen vino a mi lado y
los observamos.
—Sí —dijo Maggie, riendo—. Bueno, fueron cerca de cien galletas.
—Exageraron por completo.
Jen rió. —Están felices —reflexionó como si fuera increíble.
—Y tú también. —Imité la pose de Bish y envolví el brazo sobre su
hombro—. Ya es tiempo.
—Estaba feliz —desmintió—. Maria me hace feliz.
—Sí, pero no así. —Asentí hacia su tatuaje, el que tenía el nombre de
Bish en las afueras. Definitivamente había un símbolo infinito en medio. Se
sonrojó como nunca antes—. ¿Cuándo lo supieron?
—Anoche. —Suspiró como si estuviera siendo dramático—. No es la
gran cosa. No dijimos nada porque…
—No querías ser el centro de atención. Lo entiendo. —Esperé
mientras caminábamos. Cruzó los brazos por encima de su pecho mientras
caminábamos. La miré fijamente. Finalmente, vi una sonrisa formándose en
su boca. 171
—Deja de mirar, fenómeno. —Seguí mirándola fijamente hasta que
finalmente cedió—. ¿Qué pasa?
—¿Cuál es tu habilidad? Y ya sabes de lo que hablo. No te retengas
sólo por ser mala.
Me sonrió como si fuera un niño. —Como sea. Es, eh… como que
puedo mezclarme en mis alrededores.
Sentí una ceja arqueándose. —¿Mezclarte?
—Ajá.
Sonreí. —Dilo.
—No lo diré —rió.
—Vamos, dilo.
Se debatió por unos segundos antes que sonriera. —Bueno —gruñó—
. Soy la mujer invisible.
—Genial.
Reímos cuando golpeó ligeramente mis intestinos y se sumergió en
ellos.
Esa noche comimos bistec e hicimos pan casero y mantequilla en el
porche. Tuve que controlarme cuando Maggie gimió y lamió el resto de sus
dedos; la comida era una asesina.
Luego entramos y volvimos a nuestra propia cabaña y… Dios, no
podía creer cuánta euforia sentí cuando fue hora de volver a nuestra
habitación en la noche. Mastiqué y mordí mi labio inferior mientras
caminábamos por la arena. Observé sobre mi hombro para ver dónde
estaban Kyle y Bish. Ya casi también estaban en su habitación. Cuando me
volteé, pasé el brazo junto en un cactus. Siseé y maldije.
Sentí su corazón latir cuando volvió con una velocidad inhumana y
vino a chequear qué pasaba. —¿Qué pasó?
—Maldito cactus. ¿Quién planta cactus en la playa?
Sonrió y besó mi dedo. Eso consiguió que mi sangre ardiera. Nos guio
hacía el porche y luego abrió las puertas. Las empujó con mis manos en su
cintura hacia la gran cama blanca y la seguí. El viento era cálido y el aire
salado pasaba por las cortinas blancas. Besé su boca y cuello.
Cambiábamos lugares mientras rodábamos y luego volvía a estar arriba.
Luego vi en mi mente, la visión. Esta era una de las visiones de
Maggie cuando nos imprimamos. Caminábamos por la arena, pasando
por las puertas y besándola hasta que no podía respirar en una gran cama
blanca. Maggie rompió el beso y jadeó cuando se dio cuenta también. —
Son dos. Sólo falta una —reflexionó.
172
Lo pensé por un segundo. Me pregunté si era muy pronto para
mostrarle la que tenía. Levanté la mirada hacia sus grandes y expectantes
ojos, y decidí que estaba lista para lo que sea que podía darle. —¿Quieres
ver? —susurré.
No dudó. —Siempre.
Respiré profundamente y me preparé para la visión, aquella que me
hacía querer llorar cada vez que la recordaba. Maggie se acercó y
presionó su frente contra la mía. La dejé ir a través de mi hacia ella y
escuché su inhalación cuando nos adentramos. Maggie dormía. Escuchó
un sonido y rodó, su mano pasando por la cama hasta que alcanzó la
alarma. Se estiró y luego se levantó, yendo a la habitación amarilla en el
pasillo. Yo estaba allí, balanceando al pequeño bebé en mis brazos, y
sonreí cuando la vi. Se acercó y me besó de lleno en la boca por sobre el
bebé y luego reímos cuando el niño se quejó y levantó las manos en su
dirección. Lo tomó en sus brazos. Aún era muy pequeño y ella besó su
frente, haciendo que mi corazón se derritiera como un cubo de hielo. —
Tiene hambre, mamá.
—Siempre tiene hambre, ¿no es así, Rodney? —arrulló y le sonrió.
—¡Papi! —escuchamos por el pasillo. Nuestra niña, que lucía como
una versión en miniatura de Maggie, entró corriendo y la visión se
desvaneció. Maggie se sacudió a mi lado, y la jalé más cerca,
abrazándola fuertemente, comprensivo.
Presioné los labios contra su cabello y le susurré—: ¿Ves, nena?
Vamos a tenerlo todo.
Se inclinó hacia atrás, su rostro húmedo. —Lo quiero todo. Caleb…
Rodney…
Sacudí la cabeza. —Lo sé. En realidad nunca entendí por qué lo
llamamos así hasta que murió. Es perfecto.
—No puedo esperar —dijo con asombro—. Sé que somos jóvenes y
apenas hemos empezado, pero no puedo esperar para sostener a esa
pequeña niña en mis manos.
—Lo harás —prometí—. Y todo será perfecto algún día.
Me jaló hacia ella para besarla en sus labios. —Te amo. Gracias.
—Te am… —Me interrumpió con un beso, y reí con alegría contra sus
labios. Me rendí. La chica era buena con la persuasión. Nos fundimos en las
cómodas sábanas blancas. Había sido el que controlaba en la habitación
por mucho la mayoría del tiempo. Pero esta noche, Maggie ardía en
llamas. Me llevó a nuevas cimas en un tiempo récord y simplemente la
sostuve e intenté no estallar en llamas. Dios, era ardiente y tan 173
malditamente sexy.
Sin embargo, tuvimos que añadirle mutualización a la mezcla. No era
ningún problema. Maggie era una potencia hermosa en todo su esplendor
y estaba muy ocupado. Tiré de su camiseta por encima de su cabeza y
solté un sonido de sorpresa cuando me tiró a la cama. Reí ante su
entusiasmo. Sonrió coquetamente con su cabello sobre el rostro.
Pronto me encontraba perdido en mi hermosa chica. Y no estaba
listo para ser encontrado.
Maggie estuvo seria mientras llamaba a otros miembros del clan más
tarde esa tarde. Estaba en el teléfono con papá detrás de ella. Nos
hallábamos en la cama, contra las cabeceras, y con ella sentada entre mis
piernas con su teléfono. Podía escuchar el entusiasmo del resto cuando se
dieron cuenta que era Maggie llamándolos, pero pronto sonaban
bastante sobrios cuando comenzó a contarles de ver o escuchar de
Marcus o de los otros Watson. Nadie sabía nada, pero un par de etnias más
tenían miembros que se habían imprimido. Nos esperaban a nosotros para
volver de nuestra luna de miel antes de contárnoslo.
Las emociones de Maggie estaban por todo el lugar. Estaba tan feliz
y alegre por ellos. Se sentía como que teníamos que estar haciendo algo
bien y estábamos en el camino correcto, o las cosas no estarían yendo tan
bien para nuestra gente. Pero a pesar que Maggie había visto las visiones
de ella y de mí cuando éramos más mayores, era difícil poner toda la fe en
una visión cuando habíamos visto con nuestros propios ojos cómo podían
cambiar.
De hecho, esperábamos que la visión con Marcus cambiara. Por lo
que esperábamos por una y maldecíamos la otra. No tenía ningún sentido,
pero era todo lo que teníamos.
Y nos aferrábamos a ello.
179
19 Traducido por Issel
Corregido por Elle
Maggie
Fuimos a cenar esa noche a la habitación de Bish y Jen. No tuvimos
suerte con los otros clanes sobre cualquier plan del que hayan oído.
Alertamos al personal y al conserje de las villas de la presencia de un
acosador. Se disculpó, después de que le mostraran una foto, diciendo
que había visto al hombre, pero que había fingido ser nuestro amigo.
Programaron más guardias de noche, pero nosotros sabíamos que eso no
importaba. Si Marcus estaba aquí, no iba a detenerse por un chico con
una pistola de electrochoque.
Así comimos nuestra divina sopa de almejas, y ni siquiera la saboreé.
Bish lucía tan… enfermo con el conocimiento de que un loco se
encontraba fuera con el propósito de lastimarlos. Nos debatimos una vez
más sobre si ir a casa, pero una vez que llamamos a Peter, Caleb supo que
las alarmas habían estado sonando en las afueras de la propiedad.
Eso no tenía sentido. Estábamos aquí. ¿Qué esperaba? Y todos
estábamos comenzando a sentir la abstinencia de nuestras parejas. Caleb
y yo nos sentamos con las manos tomadas y finalmente habíamos
comenzado a sentirnos un poco llenos, pero esto no podría reemplazar lo
que habíamos perdido antes, nos estaba consumiendo de nuevo. Aun así,
me aferré a esa mano porque él era todo lo que tenía.
Y luego Caleb comenzó a merodear y supe que las cosas iban
bastante mal.
Caminaba de aquí para allá, con la cara enojada y seria mientras
trataba de pensar en una trampa para Marcus. Una forma de atraerlo
hacia nosotros para así poder terminar esto en nuestros propios términos en 180
vez de esperar a que él nos atrapara con la guardia baja.
—¡Espera! —grité cuando tuve una idea—. ¿Y Gran? ¿Por qué ella no
puedes sanarnos?
Kyle hizo una mueca y respondió—: Ella sólo puede sanar cosas
supernaturales, lesiones causadas por las habilidades de alguien. Esto…
Esto es alquimia.
—Oh… —Repetí su gesto.
—Tan sólo vayamos a la cama. Todos —sugirió Bish—. Me sentiría
mejor si estuviéramos todos juntos.
—Ah, te preocupas por mí, tú, gran tonto —dijo Kyle con voz
afeminada.
—No por ti, idiota. Por Maggie.
Vi a Caleb tensarse con su espalda hacia mí. —No es que piensen
que Caleb no puede cuidar de mí o nada, es sólo más seguro para todo
nosotros estar juntos.
—Correcto —concordó conmigo distraídamente mientras miraba
alrededor—. En algún lugar por aquí hay sábanas, estoy seguro.
—No voy a quedarme aquí —dijo Lynne, con su labio temblando—.
¡Estoy en mi luna de miel! No merezco tener unos días para sólo…
—Lynne —dijo Kyle y se mofó—. Nuestras habilidades ya no
funcionan de cualquier manera. Nada de mutualizar esta noche, cariño.
—¡No era a eso a lo que me refería! —chilló ella.
Él frunció el ceño con disgusto. —Lo siento. Eso no fue divertido. —Se
pasó los dedos por el cabello—. Me pongo extraño cuando me estoy
volviendo loco.
Usé eso como mi oportunidad de a lo mejor conseguir que todos se
calmaran. —¿Como la vez que causaste un mini motín en la escuela y
todos los carros de los profesores fueron bombardeados con huevos en el
espectáculo de porristas?
Se rió con sorpresa. —¿Recuerdas eso?
—¿Bromeas? —Tomé el brazo de Caleb para hacer que se sentara
en el sofá en la guarida de Bish conmigo. Nunca pararía de caminar y
preocuparse si no lo hubiese hecho—. Eres un infame buscapleitos, Kyle.
Todos recuerdan eso.
Sonrió, divertido. —Esa fue una broma increíble. Esos profesores
necesitaban aprender a relajarse. 181
—¿Cuál fue la broma?—preguntó Lynne. Incliné la cabeza en el
hombro de Caleb y lo sentí suspirar. No era porque mi calma lo estuviera
alcanzando, era sólo porque sí. Mi espalda comenzó a doler, pero traté de
no prestarle atención mientras Caleb colocaba una mano entre mis muslos
y escuchaba.
—Bueno —dijo Kyle y se frotó la barbilla—, iban a sacar las máquinas
de dulces de la escuela.
—¿Tenían máquinas de dulces? —preguntó ella.
—Concéntrate, cariño —dijo, sonriendo—. Así que, tuvieron esta
asamblea diciendo que las iban a sacar todas, por lo que tomamos
represalias diciendo que si ellos iban a hacer eso, entonces tenían que
sacarlas del salón de profesores también. ¡Estaban tan enojados!
—¿Entonces qué hicieron?
—Cancelaron nuestra presentación de porristas alegando que era
un período de prueba académica por mal comportamiento. Así que
dijimos que de cualquier manera tendríamos una, y cuando los profesores
aparecieron para cerrarla, porque sabíamos que lo harían, le lanzamos
huevos a sus autos.
—Guau. Así que eras como un tipo de… ¿Estrella del rock o algo así
en la escuela?
Kyle rió fuerte.
—¡No alimentes ese ego, Lynne! ¡Vamos! —bromeé.
Sentí a Caleb sacudirse con una pequeña risa a mi lado. Bish y Jen
estaban meneando sus cabezas mientras reposaban en la cama.
Y luego me golpeó.
—¡Ah! ¡Papá! —Tomé mi celular, justo cuando Bish trataba de
entender de qué hablaba.
Respondió adormilado. —¿Sí?
—Lo siento. Sé qué estabas durmiendo, pero… ¿Cómo estás?
—Estoy bien Maggie. ¿Sucede algo?
—¿No estás en abstinencia?
Una larga pausa. —No. —Unos pocos susurros—. ¿De qué se trata?
—Pero… —eso no tenía sentido—, ¿no comiste el desayuno que el
servicio de habitación te llevó el otro día?
—No, ya habíamos ordenado algo más temprano. Lo devolvimos.
¿De qué se trata, Maggie?
Suspiré. —Nada. Estamos bien. Sólo quería asegurarme que habían
182
llegado bien.
—Lo hicimos, sólo estamos cansados. Fue un vuelo largo. ¿Estas
segura de que estás bien?
—Sí. Estoy bien —mentí. Miré a Bish—. Todos están bien.
—Muy bien… Bueno, me iré de vuelta a la cama entonces. —Se rió
un poco—. Buenas noches. Te amo.
—Te amo papá.
Colgó y me sentí aliviada. Al menos papá estaba seguro.
188
Traducido por Elle
Corregido por Vanessa Farrow
—Así que, sin ofender, hombre, pero, ¿qué estás haciendo aquí? —
pregunté. Estuvimos ahí por horas. Nos interrogaron por lo que pareció una
eternidad. Nos separaron, esperando atraparnos en una mentira. Les
expliqué todo. Que Marcus nos guardaba rencor, nos siguió mientras yo
me hallaba en mi luna de miel, y que asesinó al guardia y al conserje en un
esfuerzo por emboscarnos. Eventualmente nos dijeron que esperáramos en
una celda, y que vendrían después y nos dejarían saber algo. Eso fue hace
cinco horas.
—Jim me llamó —respondió. Se frotó la cabeza y suspiró—. Me llamó
y dijo que sabía que yo me encontraba en la ciudad y que los Jacobson se
hallaban en un encierro. Dijo que Maggie sonaba rara por teléfono, y que
si había algún modo en que pudiera ir hasta allí y asegurarme de que todo
el mundo estuviera bien. Así que me subí en la camioneta y aquí estoy. Al
parecer, justo a tiempo también.
—Síp —Asentí con una risa sin gracia—, no podrías haber llegado en
mejor momento. Gracias, hombre, yo… —No sabía qué decir. El tipo mató
a alguien por mí.
—Fue por Maggie —me corrigió como si pudiera escuchar mis
pensamientos—. No estaba dispuesto a verla vivir sin ti. Ese tipo de
agonía… simplemente no podía.
—Gracias, sin importar por qué lo hiciste.
—Lo siento tanto con respecto a Marcus. Me distancié de la familia.
—Se recostó hacia atrás con crudeza—. Si no hubiera hecho eso, puede
que hubiera sabido qué se traía entre manos.
—No te disculpes por intentar mejorar las cosas. El bastardo tomó sus
propias decisiones. 192
Asintió. —Sí, lo hizo. Así que, mañana es el cumpleaños de Maggie. —
No dije nada. Él sabía que ya lo sabía—. Cumplirá dieciocho. Dieciocho
años que me perdí.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Suéltalo.
Hablé despacio. —¿Qué viste en la mamá de Maggie? Tú y Jim… La
conocí, y no le veo el atractivo. Quiero decir, Jim estuvo casi catatónico
después de que ella se marchara. No entiendo por qué fue tan difícil
alejarse.
Él pareció sorprendido. —Bueno, ella solía venir a la tienda y ordenar
flores una vez por semana. Cada semana hablaba más y más que la
anterior. Era tan dulce, y entonces comenzó a contarme lo malo y horrible
que era su esposo… honestamente, era como si estuviera intentando
colgárselo al tipo. Le creí cada palabra, pero era una gran actriz. Creí que
estaba enamorado de ella, y con la desaparición de la imprimación,
pensé que tal vez podía ser feliz sin eso. Así que planeé alejar a Sara de él,
escaparme con ella sin mirar atrás. Pero cuando saqué el tema a colación,
me dijo que no tenía intenciones de abandonarlo. Que solo buscaba
alguna diversión. Para entonces ya me encontraba demasiado metido en
esto, y honestamente pensé que eventualmente cambiaría de parecer y
me amaría del modo en que yo la amaba a ella. Pero no lo hizo. Entonces
solo me botó un día, así de la nada, y me dijo que no quería volver a
verme otra vez. Ahora sé que era porque se encontraba embarazada.
Cavilé ante eso. —Supongo que lo entiendo. Montó un buen
espectáculo.
—Odiaba a Jim. Pero ahora veo que todo lo que ella me dijo era
mentira. Él era… un gran padre para Maggie. Esta chica es… simplemente
increíble.
Antes de que pudiera responder, la gran y pesada puerta blanca se
abrió con un crujido y el oficial de policía la destrancó. —Pueden
marcharse.
—¿Qué tomó tanto tiempo? —pregunté—. No hicimos nada malo.
—Bueno, algunas cosas no encajaban con su historia, como el por
qué nunca llamaron a emergencias, o el hecho de que tu novia se hallaba
cubierta de sangre.
—Esposa —corregí y lo miré fijamente.
Se encogió de hombros. —Como sea. Todo está bien ahora. Arriba.
Varias puertas que se hallaban cerradas en secciones se abrieron
antes de finalmente alcanzar la última. Bish y Jen se encontraban dormidos 193
en la silla, y mi Maggie se preocupaba como una profesional. Se detuvo
tan pronto me vio, y echó a correr hacia mí. La atrapé cuando se estrelló
contra mí.
—Ha estado aquí toda la noche —dijo el hombre y alzó una ceja en
señal desaprobatoria—, incluso cuando se le dijo que se marchara a casa.
—Él es mi hogar —dijo ella.
El oficial rodó los ojos y se marchó.
La sostuve con fuerza, amando la sensación de su calma y calidez
hundiéndose en mi piel. Entonces, todo se encontraba de vuelta a la
normalidad.
—Sí —susurró ella en mi oreja y me besó el cuello—. Sí.
Me retiré hacia atrás y tomé sus labios. Esos labios que pensé que
nunca más besaría. Ella gruñó —gruñó— haciendo que me riera contra sus
labios. Me sonrió avergonzada. —Lo siento.
—Nunca lo sientas por eso. —Me lamí los labios. Sabían a ella—.
¿Qué hace ese par de idiotas aquí? —Señalé a Bish y Jen con la cabeza.
—Me trajeron, pero no se querían marcharse sin mí. Bish dijo que lo
matarías si me dejaba aquí sola.
—Tenía razón. —Me olvidé por completo de Haddock. Miré hacia
atrás, hacia él. Me sonrió a secas.
Maggie caminó rápido hacia él y lo envolvió en sus brazos. —¿Qué
estás haciendo aquí? —preguntó, y luego se rió—. No es que me queje.
—Jim me llamó —dijo, y le explicó todo el asunto justo como me lo
explicó a mí—. Así que aquí estoy.
—Tenía que haber sabido que algo andaba mal —contempló ella.
—Solo estoy agradecido de haber llegado a tiempo —dijo Haddock,
la emoción evidente en su voz y rostro.
Ella lo miró de un modo diferente. En su mente finalmente
comenzaba a entender por qué había querido conocerla. Por qué se
hallaba tan interesado y comprometido con ella. Le importaba, eso era
fácil de ver, pero era más que eso.
—Yo también —dijo despacio. Se alzó sobre sus talones y le besó la
mejilla—. Gracias.
Él pareció sorprendido de la mejor manera. —Por supuesto.
Entonces firmamos nuestros papeles de salida y Bish no llevó de
vuelta a nuestra cabaña para empacar las cosas. Haddock se quedó,
194
todavía incómodo con nosotros estando lejos de todos después de lo que
acababa de suceder. Lo que estaba bien, lo entendía.
Kyle y Lynne durmieron durante toda la debacle de Marcus.
Acababan de correr por la playa cuando despertaron con los últimos
disparos. Me sentía agradecido. Habían sido dos personas menos por las
que preocuparse cuando todo sucedió.
Llegamos a la casa de papá y todo el mundo protestaba sobre por
qué no llamamos antes de camino a casa, por qué no habíamos venido a
casa aun cuando eso los hubiera puesto a todos en peligro. ¿Por qué, por
qué, por qué? Les expliqué que era el Campeón. Que manejaba las cosas
del modo en que mejor entendía para proteger a mi familia de la
situación. Mamá lloró, Gram sonrió, papá me palmeó la espalda y me dijo
que se sentía orgulloso de mí.
No podía creerlo.
Así que llamamos a todo el mundo. Maggie llamó a Beck y le dijo
que ya no había moros en la costa. Ella todavía no le hablaba, y le colgó
justo después. Así que Maggie llamó a su padre y le dijo que todo había
pasado. Él se encontraba bastante enojado, y dijo que iba a tomar al
primer vuelo a casa.
Esa noche, todos miramos las noticias cuando Beck y sus padres
fueron reunidos en televisión nacional. Beck dijo que se habían perdido y
que justo ahora eran capaces de regresar a casa. Hubo alguna
especulación sobre por qué habían huido y acobardado, pero aún así,
estaba en todos los titulares, puesto que existían muchas partidas de
búsqueda para ellos.
El consejo convocó a una reunión, diciendo que Maggie y yo
estábamos exponiendo a los humanos a menudo y con facilidad, y que
necesitábamos entender las ramificaciones de nuestras acciones. También
amenazaron con revocar mi estatus como Campeón. Supieron de Beck a
través de las enredaderas de chisme de los Ace, y no se encontraban muy
contentos de que ahora no sólo mostrásemos nuestras habilidades a un
humano, sino que encima escondiéramos a ese humano de Marcus.
Pusieron una fecha para dos meses en adelante y dijeron que, Vidente o
no Vidente, todos seríamos responsables por nuestras acciones. Y
pensaban incluso en restaurar de nuevo la regla sobre los miembros del
consejo viviendo en el palacio. Dijeron que les daba a todos un
sentimiento de orden que no podría ser conseguido cuando no existía un
gobierno uniforme.
Así que… las cosas no habían cambiado tanto como pensé con
anterioridad. La visión que Maggie tuvo de nosotros luchando siendo
mayores, la misma donde nos alzábamos juntos contra las masas; eso
195
parecía que todavía era algo que tendríamos que esperar. Pero estaba
bien. Mientras estuviéramos juntos, lucharíamos por los cambios que
necesitaba nuestra raza.
A la mañana siguiente Jen y Maggie dijeron que necesitaban salir a
comprar cosas personales, así que me mordí la lengua cuando se
marchaban, junto con mamá, y me quedé y empaqué el resto de mi
habitación. Estaba casado, y esta habitación ya no era mía, aunque
mamá tenía algo que decir al respecto. No se sentía entusiasmada con
que me llevara mis cosas, pero dijo que arreglaría la habitación como un
cuarto de huéspedes, que éramos bienvenidos a quedarnos cuando
quisiéramos.
Más tarde, esa misma tarde, Bish finalmente pudo llevar a Jen a su
nuevo hogar. No fuimos con ellos. Quería que lo experimentaran por sí
solos, aun cuando él nos invitó para que fuéramos. Era el cumpleaños de
Maggie y todo lo que quería era llevarla a casa. No parecía interesada en
una fiesta, así que mis padres y mi familia le dieron cosas pequeñas antes
de marcharnos, y entonces nos fuimos con las cosas empaquetadas, y
Bella en el asiento del pasajero junto a Maggie, hacia mi apartamento.
Ese pequeño lugar ahora tenía un significado diferente para mí. Iba
a llevar a mi esposa allí.
Así que salí y corrí hacia su lado. Bella saltó, y Maggie soltó una risita
cuando la tomé en mis brazos, la cargué todo el camino escaleras arriba, y
jugueteé con la llave para abrir la puerta. Maggie eventualmente solo
movió la cerradura desde dentro con su mente y entramos. No debía
haber estado prestando tanta atención, porque cuando la cargué y crucé
el umbral, nos recibió un coro de “¡Sorpresa!”
Salté y luego me reí cuando vi a Vic a la vanguardia.
—¡Sorpresa, hombre! —dijo, riéndose—. ¿Y desde cuándo te casas y
no me lo dices?
—Desde que nos escapamos —le dije y puse a Maggie en el piso—.
¿Quién te lo dijo?
Me sonrió. —¿En serio creíste que Ashley se iba a guardar eso para sí
sola?
—Oh… cierto. Bueno, ¿cómo sabían que veníamos?
—Kyle —dijo y se rió en mi cara—. Dijo que me enviaría un mensaje
una vez que ustedes estuvieran en camino.
Sacudí la cabeza y miré alrededor. Se veían cinco sandías alineadas
en la meseta. Rodé los ojos, pero le seguí la corriente. Nos obsequiaron un 196
montón de cosas, y pedimos cerca de veinte pizzas para alimentar a todo
el mundo. Colgaron serpentinas y globos desde el ventilador de techo a las
lámparas. Era bastante gracioso. Maggie pudo conocer a toda la gente
con la que terminé pasando el año durante el curso escolar. El equipo de
natación completo se hallaba aquí, y el resto eran personas al azar que
conocía.
Antes de saberlo, ya miraban en YouTube los encuentros de
natación. Gruñí y gemí mientras vitoreaban y se reían ante mi miseria.
Luego pasaron un par de horas y los envié a todos a casa. Vic fue el último
en marcharse, y me sacó por la puerta, diciéndome que pensaba que
estaba completamente loco por casarme, preguntándome si ella se
encontraba embarazada. Le dije que no y me tomó un poco de trabajo
convencerlo, pero pensó que Maggie era adorable y dulce. Dijo que se
sentía feliz por mí y que eso era todo lo que me importaba al final del día.
Cuando regresé adentro, Maggie limpiaba. Bella se comía la pizza
que alguien dejó en un banco. Alzó la cabeza con culpabilidad antes de
bajarla lentamente para terminar el pedazo. Me reí de ella. Entonces tomé
el brazo de Maggie y la aparté de la bolsa de basura. —¿Qué estás…?
—Eso puede esperar —le dije, mi voz baja y peligrosa. Intenté
respirar, pero me iba volver loco si no conseguía tener a Maggie a solas. Y
ahora mismo nos encontrábamos definitivamente solos.
Me sonrió cuando la llevé al baño y me quité la camisa antes de
ayudarla con su blusa. Abrí el agua caliente para relajarla y calmarla.
Había pasado por mucho, casi tocando a las puertas de la muerte justo el
día anterior. Cuando recorrí sus costados con mis manos, sentí la cicatriz
donde la bala intentó llevársela de mi lado. Caí sobre mis rodillas y la besé.
Puso una mano sobre mi cabeza y esperó. Cuando estuve seguro de que
me encontraba despierto y que no era un sueño, me levanté y la besé en
la boca como si no hubiera nada más que quisiera hacer en el mundo.
Pasó su pulgar sobre la cicatriz en mi estómago y cerró los ojos con
fuerza a los recuerdos que venían con eso. Amasé la piel de su espalda y
hombros, esperando que viera que ni las armas ni la muerte podían
apartarla de mí. Hizo un ligero sonido al relajarse y recostarse en mí, pero
entonces gruñó contra mi boca y cambió el juego completamente.
Su espalda golpeó el azulejo de la ducha. La sentí abrirse paso en mi
mente. Se lo permití, de hecho, vitoreé a recibirla. Cuando la puerta de la
ducha comenzó a repiquetear, abrí los ojos para encontrarnos rodeados
por cintas, y mi baño estaba a punto de explotar como lo había hecho el
de California. Ella se mordió el labio con culpabilidad, pero simplemente
me reí.
197
—Vamos. —La saqué de la ducha y la envolví en una toalla mientras
le susurraba—: Trabajaremos en eso.
Sonrió cuando la cargué y la llevé a la cama. Por primera vez no
presioné sus brazos sobre su cabeza en la cama mientras penetraba en su
mente. La dejé tocarme y le rogué que lo hiciera. Se hundió en mi mente
con felicidad mientras estábamos unidos en todos los modos posibles. Los
rumores eran cierto; hacer el amor y mutualizarse juntos era mágico de por
sí. No era como nada, indescriptible, pero lo mejor era lo libres y en paz
que nos sentíamos. El lugar podría haberse incendiado y nunca nos
hubiéramos enterado. Consumidos, contentos, casados, y juntos. Esto era
todo lo que significaba ser el uno para el otro.
Finalmente.
Por siempre.
Mía.
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Traducido por Elle
Corregido por Alessa Masllentyle
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Dos años y medio más tarde…
Traducido por Sofía Belikov
Corregido por Val_17
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Shelly es de un pequeño pueblo en Georgia y le
encanta todo lo relacionado con el sur. Es la esposa
de un marido fantástico y madre de dos niños
ruidosos y traviesos que la mantienen en alerta.
Actualmente viven en todas las partes de EE.UU,
mientras viajan felizmente debido al trabajo de su
marido. Le encanta pasar tiempo con su familia, salir
a comer a restaurantes nuevos, comprar libros de
bolsillo en librerías pequeñas, escuchar música de
todas partes y también le encanta leer.
Sus propios libros suceden por accidente y se deleita
con la escritura y el proceso de la imaginación. No
va a ninguna parte sin su bloc de notas, por temor a
que le llegue una idea desprevenida y no sea capaz
de escribir de inmediato, incluso en medio de la noche, donde nacen sus
mejores ideas.
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