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¿Cuál es el valor de una misa?

"¿Cuánto cuesta la celebración de una misa? "Nada", respondió el Papa


Francisco - ¡Hay que saber entender esto sin distorsionarlo! En las últimas
semanas, durante las audiencias del miércoles, el Papa ha tratado el tema de
la celebración de la Eucaristía. En cada catequesis, las partes de la Misa se
destacan una a una. En la catequesis del miércoles 07 de marzo, el Papa
habló de la plegaria eucarística, y se refirió a los estipendios de la misa, es
decir, las tasas establecidas por cada provincia eclesiástica y que los fieles
pagan cuando quieren que el sacerdote ofrezca la misa por una determinada
intención. El Papa Francisco dijo en esta catequesis que: “nada ni nadie es
olvidado en la Oración eucarística, sino que cada cosa es reconducida a
Dios, como recuerda la doxología que la concluye. Nadie es olvidado. Y si
tengo alguna persona, parientes, amigos, que están en necesidad o han
pasado de este mundo al otro, puedo nombrarlos en ese momento,
interiormente y en silencio o hacer inscribir el nombre para que sea dicho.
«Padre, ¿cuánto debo pagar para que mi nombre se diga ahí?» —«Nada».
¿Entendido esto? ¡Nada! La misa no se paga. La misa es el sacrificio de
Cristo, que es gratuito. La redención es gratuita. Si tú quieres hacer una
ofrenda, hazla, pero no se paga. Esto es importante entenderlo”.

Al decir, "si quieres hacer una ofrenda, hazla", el Papa quiso expresar el
verdadero significado de la contribución dada por la intención, que no es el
de pagar por la misa sino el de entregar un estipendio, es decir una
contribución que se hace y con esa ofrenda, la Iglesia, en Cristo ofrece ese
sacrificio al Padre. Sabiendo así, que la Iglesia vive materialmente de las
ofrendas, ya que no tiene otros medios para el sustento de sus ministros y
para el sostenimiento de los edificios de culto. En el Código de Derecho
Canónico (código de leyes y normas eclesiásticas), en su libro IV, en su
primera parte, encontramos un capítulo llamado "Del estipendio ofrecido
para la celebración de la Misa". Allí se dice que 'cada sacerdote
celebrante o concelebrante de la misa puede recibir una ofrenda para
aplicarla por una intención específica". Se recomienda que la Misa sea
celebrada "aunque no se reciba ninguna ofrenda" y se pide evitar "hasta la
menor apariencia de negocio o comercio". En otras palabras, los
estipendios de la misa y las ofrendas por las intenciones, según la directriz
de cada diócesis son un derecho al que se puede renunciar, dada la
gratuidad de la gracia de Dios y la dispensación de los misterios sagrados.
Cada feligrés debe entender que los sacramentos no son un producto que se
pueda comprar y consumir como en una especie de comercio mundano, lo
que incluso muchos no entienden y abusan de los sacramentos al intentar
utilzar su ofrenda para exigir todo tipo de personalización privada en las
celebraciones, generando dificultades al no aceptar lo que dice la Iglesia
sobre su aplicación según lo que los ritos sagrados determinan.
La ofrenda económica es un modo de ayudar a la Iglesia en su propio
mantenimiento, pues cada parroquia es una Institución que no trabaja con
actividades de lucro o empresariales que le generan rentabilidad, pues la
Iglesia depende de los fieles en cuanto a su sustento digno, ya que debe
cumplir con las obligaciones civiles y eclesiásticas que su tarea
evangelizadora le exige. Pensemos que cada parroquia debe responder por
unas obligaciones económicas, servicios de energía, agua, mantenimiento
del edificio, pago de empleados, sustento digno de los ministros sagrados,
etc. Si no es por medio de los fieles, ¿de donde más, la Iglesia obtendría su
sustento? ¿Será que los sacerdotes tendrían que abandonar el oficio de la
predicación y el ejercicio de su ministerio diario en la celebración de los
sacramentos, para dedicarse a una profesión civil y tratar de ayudar a la
iglesia, que se vería disminuida en la atención pastoral y sacramental? En
ese caso la parroquia se vería sin misa, confesión, bautismo, matrimonio y
la atención pastoral, algo inherente a su vocación, pues si el sacerdote se
dedica a trabajar para su sustento, de esta manera no quedaría siquiera
tiempo para el servicio parroquial. Aunque trabajara para ayudar a la
parroquia, no podía sostenerla con todos los gastos que sus manutención
implica. Tal vez el sacerdote podría sostener sus gastos personales, pero no
los del templo parroquial. Piensen en un padre o madre de familia, ¿cuánto
pasan mensualmente a las cuentas de su casa? y luego multipliquen esa
cuenta por muchas familias, y tal vez esto sirva de referencia para entender
la multiplicidad de gastos que genera una parroquia. La responsabilidad
económica de una parroquia es de cuidado, lo que demanda tiempo,
esfuerzo e inteligencia en la administración. Es decir, además de ocuparse
de su ministerio, el sacerdote debe pasar buena parte de su tiempo con
asuntos de naturaleza económica y jurídica que la parroquia le implica. La
Iglesia es Santa, el Cuerpo Místico de Cristo, vive del misterio divino y de
la gracia, y para que sea lo que realmente significa, eso que le es esencial
como es la gracia sacramental, mientras que milita en la tierra, en vista de
la misión que tiene, su estructura institucional se mantiene materialmente
como cualquier organización humana que tiene sus obligaciones y
responsabilidades para con sus asistentes en ese caso a los fieles y los más
pobres y con los encargos propios del mantenimiento de la estructura
institucional sin la cual los fieles no podrían, al menos en parte, ser
asistidos o incluso la Iglesia perdería parcialmente la eficacia pastoral en la
atención a sus muchas tareas.
A veces impresiona -y es un escándalo- que muchas personas se quejen de
la ayuda que la Iglesia pide para la realización de una ceremonia y les
parece un escándalo. Pero estos mismas personas están dispuestos a gastar
mucho dinero con una celebración de una fiesta, fotos, flores, vestidos y
demás gastos de una celebración social, mientras olvidan que la ofrenda a
la Iglesia es una mínima parte, y ella misma, es aquella institución divina
que le dará el sacramento que es el motivo de toda la celebración festiva
posterior, como cuando ocurre una boda o misa en acción de gracias por
fechas conmemorativas. La mezquindad en el auxilio a las cosas de Dios,
cuando se puede ayudar, puede llegar a ser pecado, principalmente en la
circunstancia en que se gastará muchísimo con cosas que son secundarias,
no esenciales, negando una ayuda necesaria a la Casa de Dios, que nos
importa mucho más que una casa de fiesta con un buffet exquisito. La
ayuda de los laicos da dignidad a la Iglesia permitiéndole servir mejor a
Dios ya los hombres. Exactamente por eso, es que no se debe entender el
estipendio como pago de un producto en vista de la celebración de los
sacramentos, sino como una solicitud de ayuda para el sustento de la
comunidad parroquial y una retribución agradecida a Dios por su
providencia que da a los hombres el fruto de su trabajo, tal como prescribe
el mandamiento de la Iglesia sobre el diezmo. Por lo tanto, es
responsabilidad grave, insisto, grave, de los católicos mantener el servicio
de la Casa de Dios. Así es desde el Antiguo Testamento cuando los judíos
ofrecían todo lo que era necesario para el mantenimiento del Templo de
Jerusalén, así como al servicio diario de los sacerdotes. De igual modo,
también los cristianos sostenían a las comunidades primitivas muy pobres
como se ve en el Nuevo Testamento en Hechos de los Apóstoles y en los
escritos del NT. El Papa también deja un apunte implícito a los pastores en
sus palabras que no sólo eviten abusos al proponer "tasas" y valores de los
estipendios de culto, sino que ayuden a los fieles a darse cuenta de que esto
no se refiere a una comercialización de los sacramentos. En realidad, se
trata del auxilio necesario a la Iglesia en forma de generoso y piadoso
donativo. Desafortunadamente muchos toman frases sueltas del Papa fuera
de contexto para interpretar como bien les interesa. Y otros tienen pereza
de profundizar para salir de la ignorancia sobre lo que dice la Iglesia en
cosas tan importantes como la celebración de los sacramentos. Por último,
en esta materia tratada por el Papa, tanto pastores y fieles tienen mucho que
reflexionar y tal vez concientizar más a los fieles de estos asuntos tan
importantes en la vida de la Iglesia.

Pastoral sacerdotal
Diócesis de La Dorada - Guaduas

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