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i cl ; & BO) UAY OleeyAN Nueey ynerloniite a la wine nim lineduenetatl: gunna = levada ba dif igual ‘ = H DR aniere icon erent eguiida!Guerra Munc¢ Te) crore aaa) cuasie. LZL9/. 40 U4. v. avous, F// 22927 Fecua: 20- OCW b/e-Z0/2 proceo,_C25/ 3.62 ae lO 6 LIOTECA SRE Te> ” pasl caren Gendons S..455703 INSTITUTO OE INVESTIGACIONES: HISTORICAS f Esta publicactan no puede ser reproducida, ni total ni parciatmemte, ni registrada en, 0 ransmitida por; wn sistema de recuperactin de informactén, en ninguna forma ni por ningin medio. va sea fotomecdinico, otoguinico, electrinico, por fotocopia o por cualquier oro, sn el permiso previo de la edivoriat ‘© Editions du Seu, 2003, © De esta dicdn Pubicaions Unvenitar de Valo, 2011 {© Dela tiadoccioa: Imma Estany Moros, 2011 Publicacions Universit de Valencia ‘wwwreupublicacons publicacins Cues Ne. § 4. Diseo de a maqoct:inmaculada Mesa usacién de lcubiena: Breslau (hoy, Wrzlaw), ca 1900 ‘iseno de a cuban Calo Hersnde7 de a Figura a43 ISBN (tomo 1V) 978-84-370-8062.8 ISBN fobra complet) 978-84.370-7825.0 Depssito legal: V-1506-2011 Maguetacin: Addenda nnpresin! Gada Tpresores, SL. INDICE IPOS Y ESFACIOS DE LA CIUDAD .... condicionantes de ls ciudad amurallada Desmanseianiento de tas murals... {Nuevo cierreo apertura? ;polisemias de una palabra eanizacid radicfona de lo ciudad. ‘consecuencias del crecimiento extension territorial oon el gigatismo, pero favorecer la eficacia de la gest jcion estadistica del fendmeno urbano eulo glob. diversidad de los ritmos de crecimiento uras y rede Bl semillero de cindaes: Sistemas jerdnguicos. Recomposicines. jontrastes de a Europa urban Diversidad del paisaje urbano © Compacidad + dispersicn Circulos concémiricos y gradient de densided LOGICAS Y FUNCIONES URBANAS De las funciones radicionales a las nuevas funciones La tradicién del intercambio... Las consecuencias del desarrollo de los transporte Turismo y oi. mn 18 19 20 22 2 2B 25 6 2 28 30 31 31 33 37 38 B 43 a a7 sl 7 $8 58 ol 7 — moon mew ou 00, La dindmica de la producci6n industri so... ‘ 67 El impacto de ta industriatizacién en los sistemas urbanos ean) Las transformaciones de las actividades urbanas en la época de ta industria ate. . aS Las transformaciones del empleo urbane. 16 Segunda industrializacién y terciarizacién 8 Persistencia de las tradiciones al RENOVACION Y FRAGILIDAD DE LAS POBLACIONES URBANAS... 83 Los componentes del crecimiento urbano.. ere eons) El saldo natural sn 3 84 Crecimiento y saldo migratorio.... 85 La diversidad de las estructuras demogrificas 87 ‘La fragilidad de las poblaciones urban u. 88 El hacinamiento de las poblaciones urbanas..... 88 La limitacién de los nacimientos.. 90 Ciudades mortiferas. 93 Enfermedades wrbanas.. 5 99 La movilidad de las poblaciones urbanas 10s Sedentarios y girdvagos i aa 106 Un indicador de los funcionamientos urbanos.. os Migraciones temporates y permanentes. HL Abandonar ta ciudad, a nz Importancia y diversidad de la inmigracton ie Migrantes y espacio urbano I 116 Irlandeses en las ciudades inglesas Lie <@Satlir del gueto?.. 8 PENSAR Y COMPRENDER: LAS CIENCIAS DE LA CIUDAD... 123 De Coketown a Metrépolis a 124 Los estigmas de fa ciudad industrial. 124 Concepeiones divertentes semen oonnn 126 Las nuevas herramiemtas de comprensidn de Ia ciudad .. 128 De lo médico-espacial a la higiene. 129 La ciudad como taboratoria a 134 La higiene como estrategia concertada 139 La frogmentacién de los conocimientos.... 140 La invencién del urbanismo.. 146 Progresismo y culturalismo... 146 Les ciudad jardin 149 IRMAR EL ESPACIO URBANO, inlacidn urbana: el modelo haussmanniano... -y Viena. oo rbaaismo regulator. deo urbano y sus limites... ‘maneras de abordar los problemas ‘eweshin urbana, un problema europeo. inuievos contextos de intervencién en el siglo Xx Unflesion de la poltica urbana eludacl funcional, paso c la escata regional. TION DE LAS CIUDADES cal 2 prestigio de la autonoméa municipal. Wentral y aspiraciones democraticas, iitos de la intervencién Yulneribilidad det entorno urbane. rencias mas amplias y necesidades mayores. ilidad de los recursos financieros Imunicipalizactén de las servicios .. conquista del agua. batalla de la evacuacion 0s y le electricidad.. y lacireutacién. Ma organizacién de tas redes intraurbanas. IUDAD EN LA VIDA COTIDIANA. eluded ord nariay ta propiedad Las materiales de construccién verndcutos Bapeculacvin y construcciones asequibles. Normativas de dificit apicacion... | Derecho de propiedad y expropiacion iflcacion urbana entre los Estados totalitarios en el periodo (0s equipamientos, escaparate de la modernidad. iacidn de la superficte construida yde la red de circulacién 153 154 156 158 159 162 170 170 m 173 174 174 "7 179 181 181 182 188 190 190 194 198, 200 = 202) 203 205 208 210 210 212 217 217 218 220 222 24 Espacio y comodidad: ta evotucién de las normas as condiciones en materia de vivienda durante la segunda ited del sigho xix. Los remediosivon. Elperiodo de entreguerras. LA APROPIACION DEL ESPACIO URBANO....... Sociedasurbanas. espacio urban sociedad La organiza del expat aca Formas de vido socighldader Escemrioy objetivo de ls lucha sie» pl Mia poticay violencia urbana Las elas urbana CONCLUSION. BIBLIOGRAFIA . INDICE DE CIUDADES.. INDICE DE AGENTES Y OBSERVADORES .. INDICE TEMATICO. LOS AUTORES.. CREDITOS FOTOGRAFICOS INDICE DE ILUSTRACIONES .... INDICE GENERAL DE LA OBRA., ar 28 230 232 238. . 249 249 249 258 mn 271 73 mm 339 341 343 2u5, de la época moderna, la ciudad europea rebasa las fronteras de organizacién de las ciudades romanas del norte de Africa, por 5 diferente en sus instituciones ni en la morfologfa, de la que WW las ciudades del norte del Mediterrineo. El dominio politico es el origen del parentesco de las ciudades. Con la circunnave- influencia de Europa cambia de escala. Las factorias, y también a jor de las tierras, desde el océano fndico hasta el Paffico y iidimtico hasta el mar de China, viven al ritmo de los barcos pro- de Sevilla 0 de Lisboa, de Amberes, Londres o Hamburgo... El las cotonizaciones europeas multiplica los enclaves europeos. porta diferentes modelos metropolitanos: las formas de vida 0 las de pensar y de construir la ciudad no son las mismas en Batavia y , 0 en Quebec y en Annapolis. Viejo Continente, desde finales del siglo XVI, y mas atin acomien- siglo Xx, las ciudades bullen de diversidad: creer que 1a industriali- de siglo XIX habria supuesto una uniformizacién de la ciudad europea indo reductor. Mas que borrar las diferencias, la industrializacién cerba, y esta lejos de ser general. Leer el conjunto de la Buropa ur- 1 la luz de la ciudad industrial de Ia Inglaterra vietoriana serfa tan poco le como reer que Siena o Florencia representan el alfa y el omega, ‘eludad medieval Iransicién demogrifica de la Europa del siglo x1x favorece el creci- urbano, ¥ la urbanizacién pose un vigor hasta entonces deseonocido, explosion demografica, la expresién de nuevas necesidades y la brisque- de la modemidad orientan a los agentes decisores hacia nuevos modelos, jos fuera del referente de la antigua metr6polis, a veces forjados a par- ir de las experiencias locales. Este proceso esta en curso desde el siglo xix ‘on las ciudades de la primera fase colonial, esencialmente lade las Américas, ondle la larga mirada retrospectiva y las mutaciones posteriores de la ciudad Permiten observar, al mismo tiempo, la persistencia y la prolongacién del SOCIEDADES URBANAS BL ESPACIO URBANO ¥ LA SOCIEDAD Segtin los anilisis de Duncan Timms sobre el mosaico urbano, la dife- tenciacidn residencial y la segregaci6n a que da hugar parecen ser constantes yy caracterizar tanto a la ciudad preindustrial como a la ciudad del mundo industrial, tanto a la ciudad ordinaria nacida de los mecanismos del libera~ Jismo como a la ciudad planificada (Timms, 1971, p. 2). Estos fenémenos tal vez.no soa tan generales como se sucle decir, pero en todo caso convi ne precisar las fases de estos procesos Las formas de la segregacién Una direccién es mucho mas que una localizacién en a ciudad, es una referencia en el espacio social urbano, y el siglo XIX precisamente facilit6 esta localizacién por medio de la numeracién y la colocacién de placas con la indicacién del nombre de la calle.. La direccién identifica al individuo como miembro de un grupo social. Hasta el punto de que a falta de cualquier otra indieacién sobre un ciudadano, el conocimiento de su direceién podia permitir una buena prediccién de su posicién en la jerarqufa social. La di- reccién no indica solamente un lugar de residencia, sino que también supo- ne una forma de vida que puede evar lejos del vecindario inmediato. Por otra parte, e! valor simbélico de a direcciGn justifica que la diferenciacién residencial pueda ser la base de la segregacién, una solucién reductora si solo tuviese una dimensisn estrictamente fisica. Debido a la densificacién y lo colmado de las parcelas, como consecuencia del crecimiento, habitantes de estatus muy diferentes podian tener la misma direcci6n, como se ha se~ ftalado en el caso de las ithas de Oporto. ‘Ta SCC CF SILI XIX OA PHINCIPIOS Get SIZIO XX, POF 1O MeNOS UNA Be eras tuvieron conciencia de que la sociedad urbana re; ips divergencin, Pan agunoe chteevadore dels Ereeainncen nee mea Mena nea a como refleja el segundo Report of the Commissioners for Inquiring nti flare Tn Pops Da ote 185 he mente es cierto de Londres lo es también en gran parte de las eivdades ais aban Sete od arcs ciceeeitetel co eer a tensa ad ans aos shea peer aes de Londres y al foso moral que separa las dife aan ees niltiples barrios deberfan ser designados comm : ae oa = eee ‘como una sola ciudad» (Cannadine, en Mi ae Bd = a P. caw Espafia, el plan de ampliacién de Madrid els i 126 ao 8 Maria de Castro a veces se presenta como si ee onguleto asec sre cy, dh aera ee de la década de 1860 constata: «EI sciior Castro no ha alterado ical dsieedineeiye rate! ae las kare y ha seguido el movimiento cit 4 le ha visto el princi va a praca baeneaiiee scat Eee palacios y jardines de esta clase. Allf donde ha visto nacer un barrio. mnt er prciusirial ‘ha intentado dar una vida mas robusta y amplia a estos. pee Cay, 194, p. 42-43). Las mismas constataciones aparecen en I fs es es sos yen el 16M acs el eects aoc oe hpi ee los miembros de una misma clase ete. van aca dos ee dr al a ae eas a a Som erate! el conjunto de la a ay ae no por ce € menos una realidad, ee Saal = a vy, habia que alia fir Jos lugares mas o menos ptiblicos, ae sali e eee spas _jardines y parques, estaciones estivales, hoteles, ‘call anil = a de encontrarse con los hombres de su clase que con eee : lavia ‘hoy, hay regiones y ciudades claramente caracte= eee as do, barrios y calles de lujo, ciudad y barrios y suburbios. ie Eas ka seco I ie Vata acc ea es Ses ek Presentan una marcada tendencia a separarse entre ellas en el es, a {Cuindo aparecié la segregacién si aie ‘ ial? La convivencia en el eedificio de personas de estatus muy rs aa ; rentes,en particular cuando los stan is ease efd ep Cores pend a eG gic estar oS cién vertical. Mientras A ertical. Mientras que la segregacién horizontal normalmente se presen- ‘industrializaci6n y transportes de masas, la segregacion vertical carte mis bien a las ciudades del period preindustrial, En Inglaterra, un Hebate enfrents alos defensores de wna ausencia de segregacion antes del lesartollo de los transportes de masas con otros investigadores que conside= Faban que desde las primeras décadas del siglo XIX existi6 la segregacion tovial Contrariamente a David Ward, que sostiene la primera, David Canna thine airma que las éltes abandonaron el centro de la ciudad muy pronto y se protegieron con todo un arsenal de boreras. En esta estrategia el aisle Jo inervinjeron tanto la pura distancia fisica y, por lo tanto, la necesidad de fecurira transportes en conn eafos, como Ia aplicacién de peajes prohibit os, guardias de parques 0 reglamentaciones diversas tendentes apartar alos jinrasos. La organizaciGn de las afuerasresidenciales de Birmingham, ejemplo te lavoluntad de constituir un «gueto verde para la élite», a menos de 2.km tel cent, es efectiva desde las primeras décadas del siglo (Cannadine, en Moris y Rodger, 1993). En Pais, la haussmannizacin a menuico $e ha Pres sentado comoel momento lave en Ja instauracin de la segregacion, mientras ave a parti de los primeros decenios del siglo XIX, las fracturasentte celeste Y eloeste de Ia capital son claramente perceptibles. No obstante a eee tin calificada de horizontal no es la dniea que existe. La descripcin que August Strindberg, nacido en Estocolmo en el 1849, dade la casa de su infancia es un buen ejemplo dela segregaciGn vertical: «Et ctliicio tormado por un cuadrado en torno a umn patio. La fachada que da ala sale ecta habitada, en la planta baja, por el barn el piso de encima por él teneral, el segundo por el consejero de Estado, que es el propietaio, ¥ al Gusto por el jefe de cocina retirado del difunto rey Caslos Juan, En el ala inanierda frente al patio, vive el carpintero el gerente, un pobre diablo: en ta vomaala vive el comerciante de cueros y dos viudas: la tercera ala esté ocupa dda por el intermediario y su personal» (Strindbers, p. 10). Cietos estudios perfectamente convincentes, como el de James Bater sobre cl San Petersbut= id inicios del siglo XX, una ciudad cuya industralizacién es patente, tachan de alsa la idea segdin 1a cual solo existirfa la segregaci6n horizontal. Compa vaado las descripciones de los contemporneos y uilzando métodos estadis= Teas clsicos en materia de estudio de la segregacidn (indice de disimilaridad), tlautor concluye que, a pesar del fuerte aumento de la poblaci6n urbana ys score rode. de la répida industrializaciGn que tuvo lugar entre el 1869 y el TS1O, ls existencia de una segregacidn espacial real, w horizontal, est lejos 4g ser demostrada, y que la heterogencidad espacial de Tas diferentes caleB0> rias persiste (Baler, 1976, p. 376 sq). Este hecho es mds bien sorprendente, sabre todo porque, segtin los pracesos observados en otras cindades, el miedo social o el temor a as epidemias podrian perfectamente provocar una sep racién mds mai ada entre las élites y las masas urbanas. Algunos tienen fama de ser los barrios de las clases acomodadas, pero no por menos heterogéneos socialmente. El barrio del Aumirauté cuenta con obretos que viven en sétanos o desvanes de los edificios donde res Categorias acomodadas. Trabajaban en las fébricas y los talleres inst las grandes calles. A pesar de que se codean con el alto funcionario, eh Crata oe! banquero, saben bien que el obrero se conforma con un un sétano, no pertenece al mismo mundo que él. En las sociedades en que la movilidad social es escasa o inexistente, cada cual conoce su ‘aunque la vida cotidiana permite encontrarse. En esta sociedad, la so horizontal como proceso de organizacién de la sociedad urbana no misma razén de ser que en una sociedad en la que 10s is ‘mente son equivalentes, por lo menos potencialmente. _ Siesta interpretacién es correcta, ello explicarfa que en las ciudades Tas, alli donde persiste Ia cascada de menosprecios que estructura a dades relativamente inméviles, donde los recién legados son mantenidos a raya, donde las élites locales se conocen de memoria las losfas del lugar y saben distinguir entre la solidez de una familia Cropel de los arrbistas a segregacin social fuese un proceso que se Ta mas lentamente que en las grandes ciudades. Pero no toxas las Pequeias estén organizadas seguin este modelo, ya que algunas regis fran fluidez y la segregacién horizontal no esté ausente en ellas, La sociedad urbana a menudo ha sido estudiada procediendo a partir de ws serie de divisiones que corresponden a las fechas de las fuentes dispo- les, por lo general censos. stas divisiones transversales pueden poner ‘muanifiesto la estabilidad © la evolucién de las estructuras sociales, pero ieilmente podrin favorecer el estudio de la movilidad social, Describir lu movilidad supone el paso de un enfoque transversal, procediendo por 5, un enfoque longitudinal, basado en controles individuales. Hay que i de una historia social de los grupos sociales a una historia social de individuos. La movilidad esta asociada al espacio urbano. Quienes triunfan profesionalmente a menudo quieren mejorar sus condi« mes de vida, instalarse en un barrio ms agradable, o més prestigioso. En bio, quienes tienen una situaciGn que se degrada, se mudan a una vivien= mis pequefia, se desplazan a un barrio més asequible. La movilidad re~ cial refleja en parte la movilidad social, y también puede preverla en icin del proyecto social de los individuos: el espacio urbano es escenario Jarepresentacién social y, a la vez, uno de sus retos. La movilidad social ¢s intangible y generalizada, ademas, todas las generaciones la experi- nian del mismo modo. A fin de analizar las relaciones que se tejen entre ‘espacio urbano y generaciones idadanos —segdin las relaciones ire las zeneraciones de hombres y las de edificios, para retomar la f6rmu= ide James Dyos—, es preciso que se hayan realizado controles longitudina fen varias generaciones de la misma ciudad. En Lyon y Turin, al parecer, iw generacién vive en unas condiciones particularmente dificiles, la que Reeeeeaiee Coney ae #¢a finales del siglo XTX o justo a comienzos del siglo Xx. En Lyon estos ndividuos, Hombres tuvieron muchas menos posibilidades de mejorar su situacién que a 's padres, nacidos a comienzos de la década de 1870. Que las ciudades —y sin duda las mé Jn generacin de sus padres, nacdos « eomienzos apie Saas 2 a eae mes © ‘Asimmismo, en Turin los ciudadanos mas perjudicados nacen entre los aflos 1892y 1901. Esta generacion del cambio de siglo, que ha sufrido la Prime= fu Guerra Mundial y la crisis de la década de 1920, registra una movilidad Aocial reducida, y las dificultades de la vivienda como consecuencia del felcanmaieien eisicy : onilicto reducen sus posibilidades de migracién en el espacio urbano (Pinol, ae Gea pee individuos? a 19911; Gribaudi, 1987). Pensar la sociedad urbana en términos de genera ctiterios que darfan unas jerarquia cg earn Todos ‘piones implica una visién dindmica que no siempre ha estado en primer jerarquiascuyos limites se solapan mas que plano en los planteamientos desarrollados a propésito del espacio social. los contempordncos. Sin embargo, este fenémeno no se presta aun facil. (Bxiste un criterio tnico de clasificacidn de las sociedades utby ‘que basarlo en las fortunas?, en los ingresos?, cel poder?, gel nivel tia en la Rusia zaista, ¥ los pine LA ORGANIZACION DEL ESPACIO SOCIAL. ciles de interpretar para las categorias situadas en los extremos de la Social: son atin mds difieiles de dilucidar en el caso de las categorfas dias. Serdn mis numerosas, pues, las preguntas que las respuestas.. En las décadas de 1920 y 1930, los investigadores en ciencias sociales inician una reflexién sobre las formas de organizacién urbana. Los modelos ‘que estuvieron en boga nacieron al otro lado del Atlantico, pero tuvieron una Innuenci consideraple en uFOpA, € INCIUSO se podrian establecer aly paralelismos, si no filiaciones. Segtin Jiri Musil, un investigador pra ‘A. Bohac habria creado en el 1923 un concepto de la ciudad en cinco ct concéntricos, que més tarde habria sido desarrollado por los trabajos de logfa humana de 1a Escuela de Chicago, Mas tarde, los investigad Praga adoptan una division no en cinco, sino en tres zonas concéntti tomo al nicleo histérico de la ciudad, cuya poblacién disminuye en absolutas y, sobre todo, en peso relativo, Por otra pare, la ley Adickes de inspirada por el Oberbiirgermeister de Frincfor. dividia la ciudad en cf concéntricos, en los que las reglas de urbanismo (altura de las construeci diferian afin de organizar la reduccién de las densidades. Estas proposie son concomitantes «las investigaciones realizadas por los servicios e ‘cos de la ciudad ditigidos por Heinrich Bleicher, quien, en las publicac agrupadas bajo el titulo de Statistische Beschreibung der Stadt Frankfurt Main und ihrer Bevélkerung, establece una relacin entre gradiente de dad y gradiente de precios inmobiliarios, relacién cuya ecuaci6n es det por Colin Clark en el 1950. Esta relacién entre precios inmobiliarios y dad también aparece, expiicitamente, en los andlisis de Emest Burgess, ‘quien la zona ceniral es la mas accesible, y también aquella ea que la i tancia de la demanda se traduce en unos valores inmobiliarios elevados. ¥1 gradiente de los valores inmobiliarios del centro hacia la periferia se com te en el principal determinante de la diferenciacién residencial, Cuanto bajos son los precios inmobiliarios, mas extensiva puede ser la uilizacién suelo urbano y mas baja su densidad. En cambio, a unos precios inmobiliati elevados corresponde una utilizacién intensiva y una densidad fuerte. imagen de los cultivos intensivos y extensivos en agricultura se emplea propésito: estos conceptos de la ciudad recuerdan extraflamente a los andlis del economista alemén Von Thiinen en £1 Estado aislado (1926), en que, partir del estudio de un gran dominio, es conducido a desarrollar, para lae nnomfa rural, un concepto del espacio organizado segiin un modelo de citculos concéntricos, Este podria haber inspirado los andlisis de Bleicher, que no podfa desconocerlo, y asf abrir camino a las teorias de la Escuela de Chicago, EI modelo de Burgess para Chicago es conocido entre los europeos bas= tante pronto: el esquema de las cinco zonas concéntricas es reproducido por Maurice Halbwachs en su artfculo «Chicago, experimento étnico», publicado en 1932 en Jos Annales, la revista de Mare Bloch y Lucien Febvre. Las heme mientas tedricas de Ja ecologga humana estin disponibles desde Ta década de 1930. Ademés, es significativo que la obra de Paul-Henry Chombart de Lauwe Paris y la aglomeracién parisina (1952), dedicada a la memoria de Marcel Mauss y Maurice Halbwachs, comienza con una reflexién sobre la adaplacion del modelo de Burgess (también retoma el esquema de los circulos concéne cos) al estudio Ge Vans, aunque CONSIGETA YUE Err EHMUAE YE EUTIRT woe Auperponen las zonas concéntricas y los sectores ocupados por clases sociales iferentes» (Chombart de Lauwe, 1952, p. 48), A los citculos coneéntricos fiade los sectores, un reconocimiento directo de la influencia de Homer Hoyt, ‘euya obra aparecida en 1939, basada en un enfoque cartogrifieo de gran am- plitudl del precio inmobiliario en las ciudades norteamericanas, pretende, en mayor medida que el modelo de Burgess, tomar en consideracién la dindmi- 4 del crecimiento urbano. El autor realiza asimismo un gran esfuerzo para hacer comesponder la realidad al modelo de los eireulos coneéntricos: la jus- lificacion de la zona de transicién, desfavorecida desde el punto de vista material y moral que, en Chicago coresponde a los slums y' la acogida de ‘nuevos inmigrantes, en Paris, incluirfa el barrio de Saint Germ..." En el modelo de Burgess, y también en el de Homer Hoyt —en sus ma- pas, los valores de alguileres mis elevados a mediados de la década de 1930 casi siempre se sian en ka periferia, mas allé de los espacios construidos medio siglo antes—, el nivel social varia directamente con la distancia has- lel centro de la ciudad, Los ms afortunados supuestamente deben ad rir las viviendas mas recientes, y al mismo tiempo, un derecho al espacio instaléndose en el contorno de la ciudad: el rango social es proporcional a la distancia al centro. En cierto modo, y sobre todo en Burgess, encontramos, tun modelo <1 que Giedion Sjoberg dari la vuelta como un guante en su presentacién del 1960 de la ciudad preindustrial, en la que las éites se agru- pan en el centro urbano, ,Qué suede en las ciudades europeas’? En las ciudades briténicas, las élites descle muy pronto comienzan su abandono del centro hist6rico. En Londres, el desarrollo de las afueras re~ sidenciales empezé muy pronto, De hecho, a partir del siglo Xvi, algunos comerciantes de Londres dejaron de vivir encima de sus locales comercia~ les situados en la City para mudarse al West End, donde podfan convivir con gente de calidad, con los aristéeratas. La precocidad del desarrollo de Jas afueras tesidenciales da a Ja capital del Reino Unido su caricter tinico enel seno de las grandes ciudades cusopeas. El movimiento iniciado en el siglo xvtt hizo trasladar los barrios de moda de Ta City hacia Covent Garden y Bloomsbury, y mis tarde, siguiendo este mismo movimiento hacia el ‘este; en el siglo siguiemte fueron las zonas de Marylebone y Mayfair las © Hatblance dela zona de acultracién, Paul-Henry Chombarn de Lauwe comentaba: «Sin ‘Juda, no hay aue hacer uma excepcin en el case del burt atistocstica del bulevar de Saint (Germain [.-], Desde hace siglos, la aristocracia, por su sina familiar y por su siuaci6n part, ha constituido en el mundo una clase internacional, de 1a que conserva muchos rasgos, incluso en estes barrios “chapaudos ala antigua”. La excepeién noes tan clara como parece @ primera sista» (1952, 1.1, p. 46), que aCURICHON Lay MaMISIONES GE MOT, ¥ EL SIZIO XIX VIO Lit CONUI ‘OTErOS SON MAS Get OU7H, FON EMPHEAIT 1H 9UPELAE EH wr Hw J Her es Belgravia y una parte de Kensington, ss suman menos del 10%. En el Prenestino-Labicano, donde se encuentra Uno de los elementos que favorecieron la formacién de barrios te orgata Gordiani que acoge a muchos obreros ocupados en la construceién, ciales es la existencia de la gran propiedad aristocritica, ya que, como. i 80% de los jefes cle familia son obreros. {a un observador de finales del siglo xix, «hay una fuerte tenden En Espana, el proceso de ampliacidn de la ciudad (ensanche de poblacién), parte de aquellos que tienen fineas para construir a procurar edificar ivi |p pesar de que no fue su responsable, favorecié la dinémica de la segregacin para las clases medias, y no, prioritariamente, para las clases trabaj social. Todos los barrios creados en el tiltimo tercio del siglo xIx no tienen (Morris y Rodger, 1993, p. 122). Comentando esta constatacién, David Ja misma connotacién social, pero las clases medias y la burguesfa nueva a nadine subraya que al actuar de este modo, las aristocracias a menudo enuco cligen su residencia en estos espacios en Madrid, Barcelona, Bilbao rieron el prestigio al beneficio inmediato, ya que sin duda habria sido ‘Zaragoza... Mas tarde se Jes unié Ja burguesfa més tradicional, y en la 6po- lucrative favorecer la construccién de viviendas mis modestas, pero (0 franquista estas ampliaciones representan las zonas de residencia de las rentabilidad ms elevada. De este modo supieron satisfacer las aspirac familias bien» (Coudroy de Lille, 1994, p. 22). El caso de Barcelona es muy de las clases medias, que a menudo ansiaban, en sentido estricto, dist ilustrativo. Tras Ia ampliacién de la ciudad, las élites se desplazan hacia la se de los barrios superpoblados, considerados insalubres y pel parte baja, el ensanche central, en torno al paseo de Gracia. El movimiento, En una ciudad como Hamburgo, donde las influencias inglesas son. Al principio limitado, a finales del siglo XTX va creciendo, y en el 1900 hay ticularmente fuertes, el espacio social a finales del siglo xIx esté clar menos de un obrero por cada cinco miembros de las profesiones liberales 0 ‘te marcado por la segregacidn. EI centro historico, muy densamente de los negocios. La plaza de Catalunya, un punto de unién entre ta ciudad do, ocupado por edificios antiguos de entramado de madera, a menudo vieja “ontificada y el nuevo espacio privilegiado, atrae a las grandes sedes altos, y los barrios viejos adyacentes, entre ellos el de Sankt Pauli, q sociales, los transportes puiblicos y los comercios de lujo (Guardia etal, 1994, convierten en lugar de moda del ocio nocturno y la prostitucién, albergi p. 8081), La ciudad crece por sectores, como en cl modelo de Hoyt, En el ‘obreros, marineros y algunos empleados, Los ingresos de los habitantes 1930, las élites ocupan tn sector euya cima corresponde al norte de la ciudad bajos, o incluso muy bajos. Fuera de la ciudad antigua, en tomo al lagoy ‘antigua y a la plaza de Catalunya —su concentracién maxima siempre 9 Aussen-Alster, el paisaje urbano cambia radicalmente, sobre todo en los| halla en el paseo de Gracia—, pero algunos de sus miembros se han instal de Rotherbaum y Harvestehude, donde las densidades son bajas, los chi do en las afueras del noreste, como Sant Gervasi. Los obreros predominan predominan y 1os ingresos son muy elevados. Allfresiden las élites de la en los sectores suroeste y este. También son numerosos en los barrios dete= «dad mercantil. Por tltimo, una corona rodes el conjunto de estas dos rioracos de la antigua ciudad hist6rica, Esta nitidez. de las localizaciones desarrolléndose sobre todo haciael este de la ciudad. Esta periferia, en pl apareze también en los fuertes contrastes que caracterizan la calidad de la crecimiento a finales de siglo, alberga sobre todo a obreros con unos i vivienda 0 los componentes demogrificos de las familias (Oy6n, 2001). sos muy bajos (Evans, 1987). En Viena, el centro del espacio urbano, a diferencia de la logica del mo- La situacién observada a orillas del Elba parece confirmar el aba delo de Burgess, sigue siendo el centro social de Ia ciudad, como ponen de del centro de las ciudades por parte de las élites; sin embargo, seria fal relieve las investigaciones de Elisabeth Lichtenberger. La tendencia a la concluir que las interpretaciones de Homer Hoyt o de Burgess son vai imutaci6n de los barrios centrales en un centro de negocios existe, pero no para el conjunto de las ciuidades europeas, Roma, Barcelona o Viena, emt implica —al contrario— que queden vacfos como espacio residenciall pre= otras, presentan formas de organizacion muy diferentes. En el 1936, la ctl dilec‘o por las élites. La depauperaciGn, caracteristica de la «zona de tran- dad de Roma es dividida en wes espacios administrativos globalmente: sicién», no se produce, y a pesar de que en la etapa de entreguerras el Ring concéntricos (rioni, quartieri y suburb). A partir de la divisién de los jefes ha sido escenario de una cierta reclasificacién de sus habitantes, en particu- de familia en patrones, empleados y obreros, Anne-Marie Seronde-Babonaux lar debido a la fuerte disminucién del niimero de miembros de la nobleza y elabora un mapa del espacio social de la capital italiana, donde la escasez del mundo de los negocios, cuyos antiguos pisos ahora estan ocupados por de actividades industriales siempre da prioridad al empleo terciario. Los funcionarios 0 miembros de las clases medias, ello se debe més al declive rioni del centro cuentan con un 20 0 un 30% de patrones, cerca del 60% de ‘que experimenta Ja antigua residencia de los emperadores de Austria-Hungria empleados y del 20 al 30% de obreros. En cambio, en los barrios periféricos que una mutacién de las formas de apropiacisn de los espacios centrales elacicn a 1o que eran Tos antiguos barrios popu [ua necesidad genera, pues, unas fuertes redes de soci ae fie de los limites del centro histérico. " eee oi Se aaaneeresarra pa 3s grupos sociales no estin distil ‘ Jos reformadores sociales se preocupan por r anne Ps Sosa no etn dirk niformenen enone Beene mbign te comunidad de bari eth turbano, el valor social de las localizaci Se ee del sist {Baudoui y Cohen, 1995, p. 231). Este objetivo esta presente en los proyee= de los grupos situados en la base de la transforma. La proximik os de las ciudades jardin. Encuentra una consagraci6n al final de la déeada STON En Pee Ee the 1920 con el concepto de vecindario (neighbourhood), importado de Es- ate ances orien de eunaiaal ee eae Tees de vida comrespor lidos Unidos. Es cierto que, tradicionalmente, el barrio ha servide de ancla- aa heat as teaenaie th dmainls GCE eee je. lis maltipls redes informales de ayuda muta y solidaridad. Las fa ee ee ac ane eh Tias oxreras intercambian servicios en easo de enfermedad, dueloo pérdida Sear eee ne enes oo del tabajo, En las tiendas de bebidas se hacen colectas para organiza fles- explican que la localizacién dentro de la ciuda Re aon he —— tas, y los pequefios comerciantes acceden a vender a crédito a los habitantes se tome mis en consideracién que li calidad de la vivienda, a pesar de Sais multiples intentos por ha El espacio pulblico, en el sentido :$ intentos por hacer adoptar a los obrer E1 espacio publico, en el senti tamientos de las clases medias. +708 las normas y los cor conjunto de los lugares donde circu la infor Jo social, Elespacio de Ia vivienda, la casa, se opone al privado. La ciudad, por definicién, combina numeroses formas de espacios coneretos,y también tte instituciones culturales que pertenecen a una esfera o a otra. El siglo XIX fe contemplado por mumerosos observaclores como un momento de ween tuac’6n de las diferenciaciones entre estas esferas. En primer aga, sociales, jedrich Engels en Manchester, cuando laciudad ee eT oe LPR POU te ua ects ne a omc en len periferia, sustentado por la construccidn de viviendas sociales destin ates de los centros urbanos, ilidad que modelan onstruir no solamente la le socialmente que le da Sirgen Habermas, designa el macidn y donde se tee el vinew FORMAS DE VIDA Y SOCIABILIDADES (Gaeta pew cokiprenes corns as say Ia siting eat) Pesala Ccneama aera como quiso considerarlas Fe Seeee eer oe ney ener enna identi stelmeial hacia el 1840, generaba espacios urbanos muy diferenciados por convivencia, donde puede formar na verdaera comuntd, Lac ative, lacatidad de las viviendas y del entorno. La utlizacion del espacio pablien Se ee Oe ee Cmbia: para ls clases burguesas los lugares privilesiados del intercamblo ee oe ee nee cecal gon los salones, efculos y clubes; para la poblacién obrera, 10s I plo, en Ta costumbre de no pascar ves de venta de bebidas y Ia propia calle, espacio de convivencia que se + abandonado por los propietarios a las clases cn op de wala, Aditendo qe los barios mane sn expo de iden Rane pee ache ate ue las relaciones de trabajo con- Todavia a comienzos del siglo Xx, fare ee Sauode ote elena prozesos de este periodo, con aii tsbafacaaiti a ke bores ld eee ee ee trond de comodidad material y la estructuracién del espacio de la vivien- El gue les neapcasables dea wanes cag eutch ia’ os or al thy Pero la tendencia se marca en planos tan distintos como los principios Sr ee educativos y la valoraci6n del nifio. Hacia cl 1800, todavia son Ins calles las social a partir de esta nocién de «zona de empleo» ea y de identidad que constituyen el espacio de socializacién del nifio para todas las categorfas eae eae eee a nscncas at arciales, salvo enire las clases mis acomodadas, Hacia el 1900, el nfo de Berea eae cee ule ate Toscategorfs sociales peauerioburguesas vive formas mixtas: todavia en barrios marginales de las ciudades a mer Hcaciones sectoriales en calle, pero también se da un repliegue hacia la intimidad de la casa. Laso- menudo atinan a los habitantes que re- Jo protegido, Este modelo claman Ta mejora de las co cializacion se produce cada vez. mas en un espaci las comunicaciones por carretera, el st 4 ara a \ una escuela, A comienzos del siglo Xx, estos nuevos eget purgués de repliegue sedentario y de eomodidacl doméstica se va difundien= obreros de las do poco a poco al conjunto de las eategorias sociales. Pero, sin dud, serfa apropia, por no decir que populares. Bl repliegue en Ja esfera privada sin duda es uno de los grandes Jas consecuencias ya mencionadas en la de= Janu UCUUEHT Ht BeHETANZACIOn Ue Unt Pracuca Ge UN 1deal Proc Reece en eaten UMIENLOS GE Tay CHILED, Pare Fer WesAWe 4 senerremeem i Lp ae ae oe piscsares dima {da el tono, aunque no debemos desdefiar el papel que juegan Pari munriliag han ido acondicfonados paca permit ae ‘as wa 0 Berlin en la Europa oriental. En Budapest, por ejemplo, donde las Farad acento el can net etn Lapa. ta jeres de las élites durante mucho tiempo prefirieron frecuentar las tien: Tod Satara Te 7 asin de ostentacign y de de Viena, los primeros grandes almacenes que reivindicaron esta eti- ees keine poe pes ai de domin, 44 se Haman el «gran almacén parisino», Se inauguré en el L911. Sin Bice anecndee Gat eee argo, los mds grandes, Corvin abiertos en el 1926, mantienen ex legs aaa oo eae sco con el pu ‘mente los principios alemanes de organizacién, como subraya una Ls gece ee Ts a oe berraml ca de arte: «Los grandes almacenes a la francesa habrian utilizado la reals terse Coenen ie ye a fundamentales que} jalidad del volumen para una sola sala con béveda y no habrian estado las sociedades urbanas. Wvididos, como preconizan los alemanes, en varias secciones, més pric- fs y menos ostentatorias, y que también son menos peligrosas en caso incendios» (Crossick y Jaumain, 1999, p. 213). En Rustschuk, Bulgaria, 1s melémanas que son los padres de Elias Canetti a menudo remontan el a ey jnubio para ir a la pera de Viena, ee ee oie oe en a eat ee ea ios tabsios de Maurice Agulhon han puesto de relieve un modelo de pe Seen ee ae eer see se mezclan Aociabilidad burguesa desde finales del siglo XViLL, pero atin en pleno auge ei ee ne cros, hombres ‘partir de 1830, el del 1a chambrée, el club, la Gesellschaft u otro il ks tiniversdadies o' las graies eseielan: se pee Casino o simple Verein (Krabbe, 1989). Estas formas nuevas, precoces en matrimonio, en las familias més antiguas. EI movi Secon aval ‘el oeste europeo, que escapan por definicidn al corsé jeriirquico de Ia so- te sensiblea finales de siglo, cuando se desarrollan aoe Panic ciedad de orden al mezclar —hasta cierto punto— Ios estatus sociales Peincenin Meramec cee arneliesaa ee quimica, la electric recen més tardfamente al este y al norte de Europa. Se difunden por putes Sel pba is empiezan a ser imitacién de las grandes ciudades hacia las pequefias, y hasta los entornos ae coi Entonces a ‘més populares de los artesanos. El cfrculo se establece en una sala contigua eae prenearauneotrra ‘s I», es decir, de las élit ‘aun establecimiento piiblico de buen renombre. Alli sus miembros fuman, F, son una prueba indirecta de esta fluidex hacen consumicién, len los periédicos y practican juegos de sociedad. Las élites las jerarquias. Tamt x la jus abn som ma de dt ets ae ane ore de bombs; fermadas por notables, son laguescerrados proporcionan las direcciones, la de la reservados alos habituales. En los paises que ‘estin bajo dominio otomano, dencia urbau 3 soe a J ls cries a castillo 6 mansions, los estos citeulos y asociaciones contribuyen al desarrollo de la c erent eceani ee rere” ae ee euperne pee nacional. Una vez se ha adquitido la independencia, las nuevas élites juegan pr geet ene riaee ar eae Tapa un papel importante en la adopeién de las modas y los comportamientos de Retraeata Petia ee estaenteeT alae Se en que su Europa occidental Hamados alafranga (a ta franca). A pesar de que la ar ean eicrint perc) fensaees ea Reais Hs luda, fue un precurst guitectura y la organizacién interna de las casas conservan ciertos principios chas ciudades europeas. a finales de siglo en mus heredados ¢el Imperio otomano, la adopcidn de un mobiliario occidental ag TSG inves Tet Gilles oe ieciomencl a jas sills son un elemento fundamental— son el sello de las ciudades mais egI ics Tice paet cent tee eas eee aa eo de todo el importantes y,a la vez. de la occidentalizacién, En Soffa, «cualquiera que Fe ge ieee sane pi cpap as costumbres de pudiese ofrecer una silla a cada uno de sus huéspedes pasaba por aristGcra= Eh ee eee em eae eee ss intensa ta», confia un observador@ finales de la década de 1870 (Lory, 1985, p. 133). posteriormente al primer contlicto mundial Se ee Y Elias Canetti confirma, con ocasién de un viaje a su ciudad natal en el iiiese Sage estas ty oda ocupa también un 1915, que tabfa olvidado «la existencia de los divanes turcos», que eran 8M jportante en los habitos de consumo o en los com- universo familiar en Bulgaria. | | | | — maven US CO EH el que la anfitriona tiene un papel esencial, no por ello desaparece, Precisamente en Jos salones del barrio de Saint Germain y de la ’Antin es donde se urden las estrategias politicas. En un anuario se incluyen un centenar de ellos. La Restauracién marca su rene antes de que durante la monarqufa de Julio pierdan su papel form Pensamiento pablico, En cuanto a su nueva férmula, Ia de la soci circulo, se desarrolla durante todo el siglo, Ciertamente, las socied Pura sociabilidad dejan paso a asociaciones de finalidad recreativa, va o cultural. Viven una especie de apogeo en Ia Belle Epoque, iniciar un declive a partic det 1918, cuando sufren la inexorable comy de las nuevas formas de ocio de masas bajo el signo de la uniformiz la individualizacién, Pero la sociabilidad no se limita tinicamente a sus componentes f lizados por la pertenencia a asociaciones voluntarias. Todo el dmbito comunicacién entre individuos, con sus imbricaciones y sus redes, I 4a atenci6n. Esta sociabilidad informal, familiar, mundana o profes evidentemente es dificil de caplar y, sobre todo, de reflejar en unos rasgos. Sin embargo, es lo que refleja mejor la pertenencia a la élite Asi, en Basilea, en los hogares burgueses es costumbre que el invitadoa cena deje un franco de propina a los criados, guardado en un sobre mim Cul, fabricado aeste efecto y, sobre todo, colocado debajo de! iltimo pl El verdadero sentido de esta prictica no es la relacién econ6mica entre. Y cridados, sino la prueba a que es sometido el invitado, que debe con Perfectamente el orden que preside la composicién de los ments (vari Platos, varios dulces,..). ya que equivocarse de plato tiene un significado que supera, con mucho, el propdsito de una simple propina, como explica tn observadora de esta costumbre: «No hay nada mis molesto que darse cuene tarde pronto de que la comida continia, que simplemente han cambiado los Platos, mientras que el sobre en cuestiGn de pronto se encuentra allf solo, expuesto sin vergienza a las miradas». Con esta accidn aparentemente ano» dina se revela el e6digo comtin a los comensales, y aquellos que no lo co- nocen enseguida son desenmascarados (Sarasin, 1998, p, 124) Este espacio difuso de la relacién social parece estar cada vez mas dife= renciado sexualmente en el siglo XIX: Ja «forma de gestién de la Urbs y de 'a Ciudad [esti] cada vez mas sexuiado» (Corbin, 1997, p. 11), Pero esta se= ‘sfegacion que abandona los efreulos y cafés a los hombres también tiene efectos en la organizacién de la vivienda burguesa: el fumadero esti reservas dos.a los practicantes de la nueva moda del puro, mientras que el saldn es el espacio de las conversaciones femeninas. Lo mismo ocurre con la filantro- fa, espacio esencial del deber social para lus lites urbanas. Sean cuales sean OFMAS, 1d SERTEBACION NEAUAL EY HL HHUA, FyH HoT He 40 “ nr scones fins om ede xa ativa, eligiosa y mundana. Desde la década de 1820, estén de mo a ios benétcs: ventas, concirtos y bles Por su pre ls seas patrock Jos organizan redes de colecas y donaciones y de ditibucién a ntegidos cuando visitan a los pobres los detenidos o los nifios cae a e tipo de organizacién filantrépica existe en Pars desde et 1788, en Petersburgo partir del 1910 y aparecen més tarde en Kristiania (la capital de Noruega), en el 1838, en Helsinki, en el 1848. La extension de la red. ‘amenudo no se mide hasta el momento del funeral del benefac~ sfilan, citios en mano, los pensionistas de las instituciones rias. Los cortejos fiinebres de los ricos a veces movilizan a toda una ciudad en medio del silencio y los grandes fastos. En Trieste, por Sane jo son raros los cortejos de $00 coches a finales del siglo xix (Zovatto, 1991). Empleados, ienderos En esta esfera domina la indistineién. El plural de las clases medias, lugar porexeslnia dea rcomposicn sociale pefetament su exten da compli El aumento numérico glabal oes sue cl esata de evoluciones ona, Ls perder son fs ass enor ined os omerintes, yo ganadres son ls cmpleadosy is fancies de atric. Protas ests tendencia general hay Muhsin aan, Exo pos sissies son deisivsen a nganiacin sei ya ave msosindivos de ci dase de as steeds tans han surgi din oindrectamente de els Las lass mein un desi soil Weolipcoy polio, paradjcamente hast fohas ecentes no han apt laseninde os stores dete pepsi de historia tana, < seneralmente definidos bajo el término clases medias, low midi ano aftel and no ext ormados soo or abajndores no ar uals Enel esti los aesanos, cua independeneislos ding de losctersSinembarg las ierenciasn son siempre clas» eh algunos ote escapade por cunts poi ne ning de promocién social. En particular, durante tos sd ceines cen ausencia de una capacidad colectiva para crear ut cece arse shite il aude tan solo es un paliativo, ms que una promoci retreat de 1890 ete los que se den ass, penas tn decades conse verdaeament In dependena, eloura minora ain da empleo a otros trabajadores. Una gran mayoria trabajan solos, maestros sastres estan integrados en el swearing system de La wndtus confeccién, al igual que los maestros zapateros lo estin en Ia del (Blackbourn, 1977). El sweating system consiste en ejecutar una produccién fuera del taller principal. Se distinguen tres niveles en nizaci6n del trabajo. En la cima, un productor financia las materi Y pasa encargos a un subcontractor o sweater, que coordina lt pi Gistribuye el trabajo a trabajadores a domicilio. Este tipo de orgy esta particularmente extendido en la industria de la confeccién, Londres como en Paris. La independencia no es mas que una fi ala de subcontratacién que reduce a los artesanos orgullosos de ciones a una situacién muy préxima a la de los obreros, de los distinguirse. A menudo, la degradacién de su estatus va acompaih reduccién relativa de los ingresos Frente a las categorias independientes se desarrollan las categi lariadas, empleados del comercio o de oficina, contables 0 cajet pueden depender del Estado o de empresas privadas. EI nimero de dos aumenté mucho en el siglo XIX. Todas las cifras lo demuest Ja poblacién activa masculina de la Gran Bretafia, los empleados 14.000 personas en el 1851, es decir, un 2,5% del total; 534.000en es decir, un 5.5%, y 918,000 en el 1911. En esta fecha, mis del poblaci6n activa masculina pertenece a esta categoria. El an: distribucién por tipo de ciudad en ef 1891 es ilustrativo. Estén el subrepresentados en los condados poco urbanizados del Lincolnshire 6 del Buckinghamshire (2.5%), alcanzan la media en las ciudades ‘mente industriales, como Sheflield (4.9%) o incluso Birmingham (5, superan en ciuidades como Liverpool (8,1%) y Glasgow (7,8%) ye cconcentrados en Londres (10,1%), y adn ms en Edimburgo (10.9% Alemania de Guillermo I, as categorias equivalentes alcanzan el 13} 1907, y en el 1911, Francia llega a un 9.3% (Crossick, 1977). Este fuerte aumento del mimero de empleados sin duda se c con las transformaciones de la estructura social, pero los contemy han podido discemir un verdadero apego por estas profesiones no mi Alestudiar la aparici6n de esta categorfa en Alemania, Jrgen Kock el ejemplo de una firma para mostrar la necesicad que la industria estos empleos no manuales. En la empresa Siemens, fundada en Bet el 1847, el nimero de empleados y de obreros aumenta de forma mu rente. A comienzo de la década del 1870, la empresa cuenta con 530 obreros y 50 empleados, es decir, en una relacién de 10,6. En las das siguientes, la relacién no deja de disminuir. En el 1912 es de empresa tiene 44.378 obreros y 12.502 empleados. Su desarrollo va Ppafado por una explosisn de Privarbeamte, cuyo estatus es muy dist ys obreros, Globalmente, Ia tendencia es 1a misma para et conjunto de snania: un empleado por cada doce obreros « comienzos de la década 1880, uno por cada cinco justo antes del primer conflicto mundial, y uno ‘euda cuatro a principios de la década de 1930. La cesura obrerosemplea~ fen Alemania es mucho mas marcada que en otros lugares (Kocka, 1989). ‘capas medias asalariadas progresivamente superan en ntimero a os tra- pres independientes. La familia parece haber movilizado la energia de las clases medias: tan~ Ai se trata ce dar a los nifios el bagaje indispensable para triunfur social- ie 0 de ofrecer a la eélula familiar un hogar c6modo. Formulada asi, la uesta es algo brutal, y miiltiples ejemplos hablarfan en sentido contrario, todo pcrgue la nocién difusa de clases medias designa multiples Jones contradictorias, Este esquema global s¢ refiere esencialmente a los luriados agrupados en las nuevas clases medias, los empleados de banca de oficina, més avidos de respetabilidad y de educacién, y cuyo lugar de \jo y lugar de residencia estin claramente disociados, Para cl artesanado | pequefio comercio, donde esta disociacisn es mucho ms rara, las formas vida se distinguen menos claramente de las del mundo obrero. En Londres, problema de la vivienda se plantea atin con mayor agudeza a final de la sada de 1830 para los artesanos que para los obreros, a pesar de que los imeros ocupan viviendas un poco mAs grandes, a menudo a costa de un n sacrificio financiero (Jones, 1984). Para ellos, en funci6n incluso de su 0 de actividad, no es cuestidn de retirarse del mundo para replegarse en familia, Ademds, esta In posibilidad de la entrada de los artesanos en Ta testa obrera de la década de 1880, la cual despertaba un gran temor. Son diferentes las concepeiones de los empleados que se han retirado, stante pronto del centro de las ciudades para instalarse en viviendas més spaciosas. En Alemania han abandonado el centro para irse a la periferia ¥ya desde el dzcenio de 1860, aunque en Berlin la mezcla con las capas po- Dulares se prolonga durante mas tiempo debido a la existencia frecuente del doble sistema de vivienda, que puede dar a la calle 0 al patio. Pero, sobre Jodo en Inglaterra, ef atractivo de las afueras ha modificado las formas de Vivir. Alli se observan mutaciones que provocardn una ruptura con el mun- do exterior y hariin del aislamiento familiar un valor fundamental, Bl ideal ‘que alcanzares la casa individual, escondida entre el verdor de una natura- Jeza domesticada, La cortina de verdor actiia como un verdadero comparti- mento estanco entre el mundo pubblico y la esfera privada, Este repliegue en simismo, y e2 la casa provoca algunas criticas por parte de una revista como Builder a finales del siglo, La publicacién acusa a las afueras que han sido ideadas al estilo pintoresco, como Hampstead Garden Suburb, donde las casas de campo han adoptado el estilo arty and crafts, de haber Nevado el TNC Fae de lsconuniad, Donald O Sonal Olsen bray, para los miembros de la lower middle class, el obj sae a te fomentar unas relaciones comut " jembcos dal its: sus miembros de no solo de los demas grupos. ia al Dies ame Ipos sociales, sino también de las demés| uy tepliegue en uno mismo a menudo va a la par con la volur pe através de la organizaciGn de la vivienda, ] gusto por lates salén también reviste una gran importancia en el hogar al ae burguesia, ¢ incluso en una cierta aristocracia obrera. Log ean eel te eee para reflejar la estabilidad y la a a menudo es la mAs iluminada de la Bs oe Essa, gue Se, amend edi espacio ae WA cea a oe) se utilizaba para recibir a los invitados, Esta cost aa lo fue criticada por los observadores de la época, sobre tod los obreros imitaban las practicas de |; A: os 4 ies az la pequefia burguesia. «El t ee puede pagarse una vivienda de dos estancias, vive, pese las camas, y si esta habitacidn no es suficiente, se coloca otra . jac a ae cién no loca otra c 1e cerrada cor x creel mo un santuario asa. Los muebles acolehados con felpa estén cubiertos con ful cotonada, la posible alfombra esté enrollada hacia el fondo, detras de eee encima, el péndulo del reloj no est arriba; cuando dl hor casuliad en esta esta, y aunque tenga una disposicion nom eee uso, uno tiene una sensacin de irreabidad, um a eae ea Tal gute Stube cuesta al trabaj utilidad de ella» (Reulecke, sn re Esta sala para ensefar recuerda curiosam i i :) " umente la descripeién ironi Pe we ore S el : Ea 4 is viviendas de tacase medi nad E ne su gran que representa hasta dos Sey ue mniolil e ]tltes eee ee calidad de la residencia y del rango de quienes viven puesto, el hombre dela cas su mujer y sus hijs pa tempo en, ya que all se conser el moblario mis alos. ¢¥ que mats x madre de familia haya dado a luz su primerhijo en ‘boom wbitaciOn estrecha y miserable, tendida sobre una mode ica, sila luz brilla en la sala de mostrar y sus paredes de can las decoraciones de una 1a de 4.000 reales piso de la capital le una gran cama de 4,000 Cada piso de ss? Cada piso de la pose una de estas estancias para recibir, desde el piso del empleado a 12.000 YNZ Mos tagea wr waprem * ha, 1990, p. 111). Enel mundo de las apariencias, en tos limites de la viv ennoblecida por el respeto de las conveniencias y por el interés por 0 lis viviendas a menudo son modestas, oscuras ycon poco mobilla; ih excepcisn de una estancia ostentosa que permite quedar bien ‘Con la industrializaciGn y la ampliacién del territorio urbano, la Muidez Jos espacios sociales ha aumentado, Entonces se desarrollan os provesos lone a evitar la medianeria de las zonas de residencia de las categorias Temas de las sociedades urbanas. Unos espacios de vivienda insalubre rcontradecit localmente est tipo de organizacion, pero, por lo general, vronas de sobrerrepresentacidn de Tas clases medias se intercalan entre las Ins altesy las del mundo obrero. La zona de concentraciGn de las clases dns es una verdadera zona tampén del espacio urbano, una especie de edn social. Retomando os andlisis dela Escuela de Chicago, en a ciudad open Ta zona de transici6n no sera la de os marginale, sino mas bien ta Me Ine clases medias, encargada de impedir, en las ciudades con una fuerte sogregacidn horizontal, cualquier contacto directo entre las Zonas residen: ‘eiales de las élites y las de las categorfas obreras. Las categorias obreras Elmodo de formacién de las ciudades, las relaciones en el trabajos Ia formas de estructuracién del mundo obrero —peso de los inmigrantes y 48 In cepa local, residencia en el centro o en la periferia, puntos fuertes © Pune tos debiles de las organizaciones politicas o sindicales— dan unas connelis cones especifieas ala manera como fos obrerosy las obrerss viven la ciudad. Lia diversidad se manifiesta ante todo en el trabajo. La industralizacién no tx, con mucho, la generalizacion de Ta {abrica grande, y el trabajo a domi: Cilio sigue siendo una realidad muy importante en visperas de lt puerra CO Tas grandes ciudades. Este trabajo a domicilio cn las grandes ciudades cont: ttuye un universo muy diferente al de las ciudades fébrica. No tenen nada cn comtin el minero y el sidenirgico de las ciudades obreras, donde el Pa- termalismo mezcla exigencias y ventajas sociales, yl trabajadora domicili, responsable de la organizacién de su tiempo de trabajo. La sujecion deja paso ala organizacin dela relacién de trabajo, organizacién que caricl = evtvada una serie de desplazamientos, a menudo darios, ene el domiciio del rabajador y el establecimiento, ya sea para entregar la faena terminada, yy sea para ira buscar la materia prima indispensable. Los espacios del ves vide laconfeccién,tallees de peleterfa, dan a la calle un colorido particular, Lascalles bullen de sonidos con el vaivén de los coches, gritos y Tisas. MMe ONY OL POHL UE TELE MONON) Udo SITVeR Ge ugar ae wun & ciones obreras especificas, las sociedades nizaci6n de la sociedad, y han proliferado los discursos norm. e. En Lyon, ciudad con una fuerte ‘menudo exteriores al mundo obrero, o por lo menos elabo Jocorro mutuo ocupan un lugar apart ‘mérgenes, en las filas de una aistocracia obrera. Cada cual hat icin mutualista,existen 420 organizaciones de este tipo antes del 1914, solucién. La casa individual, la propiedad y la higiene, el des yen como sede precisamente cafés, yel regente del local a menudo hace intimidad famitiar, la voluntad estabilizadora, el jardin 0 el p Bens. ie sore (Petty Marec, 1996). Las asociaciones de jardines y el abandono de Jo colectivo y la venta de bebidas han tenido sus sos constituyen otro lugar privilegiado de esta sociabilidad popular. Se eee ears cee Bae aes vin sobre todo a partir de 1a Primera Guerra Mundial. En Viena, los pri- funcionamiento social se basan en una lectura de estos textos os hucrtcs obreros (Schrebergarten) son ereados en el 1905. En el 1914 Solamente ven el mundo obrero a través de Ia mirada del otto, Inimero es de 500 en 15 ha, jy en el 1921 son més de 30.000 en una su- demasiado fécilmente la eficacia de los preceptos de los poderes cic de 9 kn?! Los propietarios construyen cahafas en ellos, Los hombres moralizadores o pedag6gicos, Frente aeste discurso, las practicas jan en él fa tarde como en un efrculo, bebiendo tranguilamente sin la oom diferentes de lo que quieren ler en ela Ia interpretaciondi sencia de mujeres. Se organizan concursos para animar a los hortelanos {14 principal preocupacién del obrero es el coste de la vivienday icionados: coneurso de la col mas grande o de carreras de palomas. En el 1c Ta parte gue le correspond varia mucho. A mediados de sigh ir, est actividad se convierte en un deporte; se puede decir que Ta palo- ‘jas inglesas dedican al alquiler, globalmente, entre un 10 y un Ina era el caballo de carreras del pobre. recast. Cuanto ms tumerosa es ls familia, menor es 1a pal En el barrio Borgo San Paolo de Turin, las industrias se implantaron le dedica, pero ello genera un mayor hacinamiento. En Francia, en fentre el 1904 y cl 1920, fuera de Ia linea de arbitrios. Entre los 22.000 ha- las investigaciones reulizadas sobre la condicién obreta indican bitantes del 1921, la generacién activa del primer tercio de siglo comporta ier ee ee cee Octet de Le re (A pace altos porcentajes de emigrantes del campo. La vida social se organiza en alguiler no Hega al 10%, y en la regién de Lyon, la parte del pre toro a varias redes (Gribaudi, en Garden y Lequin, 1984), La familia esta asignada a la vivienda varia entre el 8 y el 13%. Cuarenta afios més fen el centro de las relaciones femeninas controladas por la madre: se ba- ¢l abanico oscila del 10 al 15% (Lequin, 197). En Londres, a finales san en el parentesco y el edificio. La red del padre sobre todo es profesional, Pa ieee eanimers,albatiles y opsrrios que clboraal™ Y su centro es el bar de la calle, No obstante, el padre también participa en puros dedican mas del 20% a la vivienda, y a menudo cerca del 30% ( tras redes generaday por su trabajo complementario (de tipo artesanal o 1984). Entre los obreros berlineses, el porcentaje, en el mismo dece! cen el huerto), La integracién implica un cierto wimero de reglas y. ante siglo, es del 17 al 18% (Teuteberg y Wischermann, 1985), todo, el respeto de los papeles sociales esperados en un espacio que répi- Fee a ae Ore cance rane ost amy ddamente se forja la reputaci6n de barrio cojo. En particular, esta pertenencia ha sido negligido por los historiadores. El pub, el café, los despachos implica un lenguaje y un comportamiento conformes a los estereotipos bebidas instalados fuera de las Iineas de delimitacidn de los arbitrl socialistas, tanto si se comparten como si no. Los jévenes de la segunda paseo, los picnics a orillas de los rfos o junto al glacis de las fortificaci generacién escapan en parte a ls prifcticas cle sus padees. En primer lugar, siempre han resultado atractivos pura los obreros, El gusto por el salen del bartio para seguir cursos profesionales o para realizar un apren- campestre recibe un nuevo impulso a finales de siglo: es frecuente que dizaje, Descubren otros hibitos de consumo que les atraen. EI deporte, en domingos, las lineas de tranvia sean tomadas por asalto por paseantes particularelfitbol. 1 ovio, las trayectorias individuals ce movilidad social pie eeaaier comportan la disgregaci6a de las redes iniciales. El barrio ya no responde 1c abide obrea revise, pes, unas formas espetieas, que 9 asus aspiraciones. Por otra parte, laestrategia del fascismo consiste en jugar reducen simplemente a la imitacidn de lus formas descritas entre las élit con las esperanzas de promocién social. Los discursos sobre el deporte, it bburguesas. Existen circulos obreros, pero a menudo no tienen un local cultura, el ocio, la seguridad social y la necesidad de perfeccionamiemto ticular, sino que se retinen en los cafés. Estos no solo se granjean las criti profesiona’ son tern eno abonado a una adhesin que no tiene nada de ideo de los reformadores sociales, que temen la propagacién del alcoholism, Toeico, pero que contribuye a disgregar y a recomponer las sociabilidades sino que suscitan desconfianza entre los poderes piblicos, porque los cafés del microcosmos local Ue KL VIG SOC obreros. Sobre todo en las regiones industriales, durante la segunk del siglo XIX se desarrollan asociaciones privadas que alquilan loci vender schnaps y cerveza a precios bajos. Estos Schnapskasinos in conta cont de ehocinas nel 190, econo por wf projoy porss denominacionesequvoeas. Un gran mero de camare Hosni emennn es etbeimientos pics es noe en Dortmund, Oberhausen o Recklinghausen. El alcohol fuerte $¢ vce 9 bomiins ons ence caer ee etre ge icc partir de las 5 0 las 6 de la mafiana, antes de bajar a la mina. General EOE ea een eure ete la taberna (Kneipe en alemn) es el lugar por excelenc parts dersones ts forms doi van camiande enn obrera, Por otra pare, las eategorias sociales populares se apropian partir del 1918, porinfluencia de modus procdentes de Pando CE vamente de algunas formas de fiestas tradicionales. Es el caso de lay i cabasts se copecalican 200 ee ee yy desnudez son patronales, kermesses, ferias y otras Kirmes. En verano o durante los. wsic-hall al estilo de Broadway: cee : epi de otoflo, estas fiestas asociadas al calendatio de las cosechas son s principales ingredientes en el periodo de entreg apreciadas por los obreros urbanos, que con frecuencia son ex habit de pueblo emigrados a la ciudad. Estas fiestas, frecuentadas por t 7 st Y POLITICAS eta enemies a sane 200 noche JSSCENARIOY OBJETIVO DELAS LUCHAS SOCIALES vinculos sociales y cada vez gozan de mayor popularidad. La comer Zacién se apodera de ellas con atracciones y pequefios comerciantes, ran kermesse de Dusseldorf de 1905 acoge a un mill6n de visitantes, En los sigs xbx y XX la ciudad consiuye el lugar por excelent de |a revolucién y la lucha social, Los grandes desafios politicos de la época el ciudad como marco, antes de que en se amontonan en un centenar de tiendas, con orquestas, juegos de de las revoluciones tuvieron la ee ee eal Tuedas de la fortuna y consumen cerveza y salchichas en abundancia ( timo cuarto del sig XIx empezase o Upon as comit- 1992, p. 37). Los obreros que todavia no tienen vacaciones faltan al tra sociales. Después de incubar la revolucién, Jo para acudir a estas fiestas. Los industriales hacen presién con el pret to de mantener el orden puilico, y las autoridades en ocasiones supri iertas manifestaciones, como en el caso de los mercados anuatles de E: y Hamborn a comienzos del siglo xx. El hecho de que los obretos adopten estas formas tradicionales de ocio se perfila como la expresién de tna contracultura obrera que se desmarea claramente de los actos festivos of vas de las huelgas. VIDA POLETICA ¥ VIOLENCIA URBANA En muchos pafses de Europa, los avontecimientos vinculados a Pa ign de la Revolucion francesa van a permit a ce yas er t a 1 derecho propio. Con los acontecimientos tes convertine en actores por derec! " oo Paris del 1739 y 1792, el desorden y la violencia urbana adoptan nus es con un cardcter patritico muy marcado, A finales de siglo, los centtos urbanos tienden a convertirse en los lugares dedicados a la diversién. La ciudad lleva a su maxima expresi6n la 3 con sus rituales sangrientos (el asalto de diversi6n y el placer. Progreso burgués va de la mano con gusto por el Injo dimensiones. La violencia popular, apaicetimessnt c iirecall y el espectéculo, El impulso de las funciones comerciales da su fisonomi la Bast assists lexi em proven cores) ‘contempordnea al centro de las ciudades, pero no debemos olvidar la proli- sorprende alas éfites pensantes cultivadas ‘ convierte cn un agente esencial feracién de establecimientos piblicos (cafés y restaurantes) cn las calles mas na, ala vez bérbara y heroica sies preciso, concurridas en la Bete Epoque. Los lugares de diversién se multiplican, en particular con 1a aparicién de los establecimiontos de vatiedades, del estilo caté-concierto mas o menos distinguido hasta el tipo Tingel-Tangel, segtin a moda berlinesa y con tascas en las que se ofrece miisica, cantos y atrac- iones surgidas de las ferias. Atraen a un piblico popular, pero no tnica- ‘mente; a los j6venes, en particular a estudiantes y empleados, les gusta este ambiente. Son tabernas, tascas, pequefios cafés 0 cabarés con connotaciones ‘erdticas, Estas cervecerfas con mujeres aparecen en Paris a finales del Se- fen social, pero al dela historia, potencialmente temile para cuslgyiee ae = ol : la reconstrucci6n de una mt , nismo tiempo indispensable para la recon: : ’ saeanaetcas populares siempre son dle: desrustivs Ys a ye radotas (Lucas, en Benoit, 1994) a ‘ aecerareeos de 1a Revolucién no se imitan al espacio ‘cael ne ‘numerosas ciudades de Europa (en particular, las cule ’ italiana, e! mundo urbano de Suiza, Belgica y los Pases Bao — tecimientos de finales del siglo xvi c inicios del XIX fueron OeAslON om eee rato PH CUTLUTICS, BNE “Himba aed yy Gace nque efimero, de la vida politica terion capartiqulst sv Algnwnia (1016) foersclotenn'ts entee. Préctcas electorales municipales fueron una etapa importante dela Psioe eeitrresie oben entre eis See tizacién de las poblaciones urbanas. Las formas de sociabilidad dife liebe del 1905 ene eo vari ocsines&esucintsy orem —1os clubes politicos— o el desarrollo de una prensa local, las fiestas Mm los cosacos y la policfa. Al parecer, la mee eee ave nae ¥ los espectaculos civicos constituyeron otras formas nuevas de accil mas entre 1a poblacién civil y los insurgentes. El ej Pear eet rar el espacio public. wear bars abreros Ls efectos demogricos de les acontein ead Los aftos 1820-1821, 1830-1831 y 1848-1849 figuran entre los iticos, suriados a las consecuencias de la ere ts a Ps aorats tos clave de la historia politica. Los tumultos en las calles, dist hil ero aticulanment xpetaeulares Ladespolacén de Petrograd construceién de barricadas jalonan los episodios revolucionarios, ‘ode Moset no fue un caso aislado: una ciudad como Kiew pas calles estrechas y tortuosas de los barrios Viejos se prestan a los corm 100.00 habitantes. eee eateries en las calles. La densidad de las manzanas y la trama de pasajes facl Pero los sucesos politicos imprimen su huel Ea a sees a una circulacién discreta de los combatientes. En el fondo, la sedicién s Inedios, ackernis del tumulto y la represién pace Fina ateracesetns tiene su sede en las mismas calles en las que los profetas de Ia higi rs a indepedencia del 1478 taba sigiea un amplio peso de los reformadores sociales acosan al eélera y mas tarde a la tubereul —_ eee cera hea ea predo- GLa amalgama entre les males sociales y el entorno patégeno noes un ie incluso ex organiza inti dels cases, el clement taco predo- ‘muy trillado? En Paris, las barricadas han Hevado al poder a la mon: ess poblas on Bil e=e cena oo See ee Be cee ere de Julio, para abatirla en el 1848, En Lyon, en el 1831, la insuy tureas y recuperar los materiales para usarlos Soren eta Rena entrega la ciudad a los canuts (los obreros y artesanos de la seda) an nismo acer de la dca de 880 pretcamerte bora a ci See que los grupos reales Ia recuperen sin miramientos. Este es un caso Pj ten, Dear martes y megs epresnia ma epee de cuente en el 1848, cuando algunas ciudades son controladas momenté depuracién de las siluetas urbanas que: Ses cfros Ingares de mente, en su totalidad, por las fuerzas hostiles a los poderes existe 1 sn intent os bases i os edicios souemrale 9 es Barre Viena es un buen ejemplo. ¥, en el 1871, la Comuna de Paris es el p renin fas falas tomas lose adinsravos (0,198) tipo de la toma de una ciudad por sus habitantes. Como su nombre in Entre los efectos de las revotuciones, a eg eae ial 1a. Comuna es el consejo municipal de Paris elegido que se transforma, cidn de las ciudades, inducida por las modit Sean va G nae Srgano insurreccional y se erige en una especie de repiiblica. El final de proceso de unidad en Italia relega a las eae see salicigeanve ca ue constituy6 la dltima gran revolucién urbana del siglo XIX fue pat Florensia. Numeross ciudadespieden sus Fc runs eo larmente dramético. la edecion del mimeo de provinls, En tila jraruanrban ha Puntualmente, recurrir al ejército, ocupar una ciudad y proclamar el efor y simpli. qué decir dela siuacién de Viena? De cite tado de sitio fueron sucesos reiterativos de la historia politica dl siglo en peti de lones Oe oe r ear gestionar un pequeiio Estado de 6,5 millones de hal innovaciones, el aprendizaje, aun ‘Las fuerzas del orden tuvieron que aprender levar a cabo la represién, es una de las razones por las que la Tercera Reptiblica de Francia se m« muy restrictive al prohibir las manifestaciones en el centro de Paris medida, que estuvo en vigor hasta la década de 1930, desplazé las comitiy sindicales o socialistas hacia las ciudades de los barrios obreros, Durante Frente Popular, las plazas de la Bastia y la Reptblica de Paris se convi en los espacio de reunién que atin hoy en dia constituyen. En Londres, 'manifestaciones populares siempre pudieron disponer de Hyde Park, extenso parque y espacio en cierto modo reservado a la expresiGn libre REIVINDICACIONES SOCIALES Y MANIFESTACIONES URBANAS EI siglo XIX descubre la ciudad como lugar de los ace coat radicales. Al tumulto yal intento de toma del poder sigue Ia manifes tacidn. Los movimientos espontineos de multitudes, sin eore ee mente, dejan ps a protests orgaizadas com objetivos explictos de care ter ivindzatvo, Ente ls primers, os disurbiosfamentrioscisios no son escasos en la primera mitad del siglo XIX, provocados por simp! ear YY PA ME AUTEN GET PICCIO GE 108 PTO principalmente el del pan. Pero las congregaciones politicas, con sus tivas, sus esléganes y sus banderas, definen unos itinerarios y una _geografia del espacio urbano. Durante la primera mitad del siglo, nifestaciones tuvieron como objeto conseguir reformas institucion, ¢1 1819, en el centro de Manchester, mas de 60.000 personas reivis sufragio universal antes de morir bajo los sables de los hisares. En eb mo period, los tumultos obreros asociados a la resistencia ante la zacion y la proletarizacién son incontables. En Alemania, los obi los suburbios y de los pueblos vecinas participan en movimientos, d los cuales destruyen maquinas, incendian talleres o en ocasiones at residencias del patronato, A partir de la segunda mitad de siglo, los confflictos sociales se Plican, mientras que las insurreceiones por la toma del poder pasan ‘ms escasas en Europa occidental. El activismo politico se incorpora cuestiones sociales (salarios, vivienda o desempleo). La huelga ge el instrumento de un aumento del poder de la clase obrera urbana, €8 posible movilizar a unas multitudes impresionantes, hecho que al observadores sociales celebran con lirismo. Las grandes congregi son manifestaciones vistosas, en que Ta multitud canta La Internacio aire grave, ya que los choques con las fuerzas del orden siempre son grientos, En Barcelona, las huelgas generales del 1890 y 1902 fueron sodios impactantes, al igual que la Semana Trégica de julio de 1909, rante Ia cual ochenta edificios religiosos fueron pasto de las llamas, el 1910 y el 1923, en Barcelona se registran unos 800 movimiento huelga (Zimmermann, 1996) Entre los otros motives de la movilizacion popular, la miseria, el dese y el elevado nivel de los precios. Las mujeres juegan un papel imy estas fases de movilizacién popular masiva y en el dia a dia de las I Entre otros, el caso de Viena ofrece una buena ilustraciGn, al mismo ti ue una tipologia de las inguictudes urbanas de finales del siglo xTx y pios del siglo Xx (Melinz, 1996). Los problemas asociados a la vivienda ‘han numerosas protestas. Un hecho banall y muy frecuente en los barrios pulares, como la expulsién de un inquilino a causa de.sus atrasos en el del alquiler, basta para provocar un tumulto, La expulsidn el inquilino vente se convierte, ademés, en un tema iconogrifico: diversos grabados il las mudanzas de familias obreras con todos sus bienes en una carreta y hijos bajo la lluvia, o también la escena de la expulsisn, con el propi regordete y bien alimentado, el agente de la fuerza piiblica y la mujer I Segtin las estadisticas oficiales, en Viena, por ejemplo, se registraron 327 nifestactones en los afios 1910-1911 con motivo de la protesta contra I |VadOS precios, el descontento de tos iNquIIIHOS y kay NuCTBAS Ge a 17 de setiembre de 1911, mas de 100.000 personas se congregan delante J Rathaus. Se producen actos esponténeos imprevistos: se lanzan piedras ira las fuerzas del orden y se saquean comercios. Se pide ayuda al ejército: nuertos y 126 heridos. Existe, pues, una cultura popular de la protesta, cuyo sto no es necesariamente politico o salarial, sino que se refiere los bienes lispensables y a la reproducciGn de la fuerza de trabajo. Las mujeres tienen 41 un papel preponderante, lo cual no es légico en un momento en que el aes estrictamente masculino. :merosisimas manifestaciones contra la carestia o por la WuestiGn de la vivienda, En mayo del 1912, por ejemplo, la policfa reprime Nn sangre una manifestaci6n de 100.000 personas, Sobre el tema de la su- la de los alquileres, decenas de miles de personas salen también a la calle Varsovia en el 1905, en Napotes en el 1911, en Glasgow en el 191 jwmbign en Viena en el 1921. Aquf, 30,000 obreros ocupan el centro y des- nuyen cientos de comercios, La vivienda es una cuestién reeurrente, y una preocupacisn obsesiva en las ciudades donde constituye un objeto de lucha especitico. En este aspecto se concteta el efecto desestabilizador del creci- iniento urbano. La hipétesis de una nueva lectura de los conflictos urbanos bajo la luz propiamente espacial que representa la vivienda puede sostener- se perfectamente. Las interpretaciones oficiales de tales sucesos difunden lun estereotipo sesgado, el de las élites paralizadas por el miedo al cambio social. Las interpretaciones habituales ponen de manifiesto la xenofobia, la ‘marginalidad y el desempleo. En todas partes, las riflas son frecuentes entre ‘mano de obra local y trabajadores extranjeros: italianos en Francia y polacos en Alemania, Sin duda, las luchas sociales a menudo se preparan en los barrios populares, justamente —hay que constatarlo—, allf donde las con- iciones de vivienda son particularmente calamitosas. De todos modos, la multitad siempre es percibida como hostil y se niega toda legitimidad a las anifestaciones populares, cuyas implicaciones son complejas. Decir que la muttitud se compone de personas con antecedentes penales y malhechores de rostros patibulares equivale a desacreditarla, Las clases burguesas siem- pre exagera‘on enormemente el potencial revolucionario de las ciudades. Este tipo de protesta espontanea caracteriza a toda Europa central y del sur en las primeras décadas del siglo xx. En Europa occidental, el tiempo de las multitudes en la calle dejé paso mas pronto a un sistem de Tuchas controladas y organizadas por los sindicatos ¥ los partidos de izquierda. Las huelgas de alquileres son un buen ejemplo de ello. En Inglaterra y Escocia se hacen boicots masivos en el 1915, sobre todo en Glasgow, Birmingham +y Leeds. Pero todas las grandes ciudades han vivido este tipo de movimien- to en el siglo xx: en Ziirich, por ejemplo, se da todavia en el 1932. Sewn a ne CaNwonteh YH POMUTE, CH EF ITEMIE GE Kt VEVICTIGL 10S Us procuran organizarse formando asociaciones de inquilinos. En Ale los primeros intentos con este objeto datan de la década de 1870, en ¥y en otras ciudades, El movimiento arraiga sélidamente a partir de la da de 1880, Hacia el 1908, el pais cuenta con cerca de 110 asociacion miembros proceden sobre todo de la clase media. Los obreros estén representados (solamente un 3,4% de obreros en Berlin en una asoci que cuenta con 1,736 miembros). También en Suiza, las miltiples des locales fundadas a partir de la década de 1890 se federan en un zerischer Mieterverband que a partir del 1923 edita una publicacién La situacién fue especialmente tensa en el momento de la Primera Mundial. Los inguilinos se manifiestan en Paris en el 1914. En Fi ndmero de afiliados a las asociaciones se multiplica por diez, y al 100,000 miembros en el 1919. En toda Europa, movimientos similares I la atencién de las autoridades sobre las duras condiciones de la vivie ‘menudo conseguiréin medidas de bloqueo de los alquiletes y de pr de los inquilinos, Estas medidas se generalizaron durante la Primera ‘Mundial y frenarn durante mucho tiempo la iniciativa privada en de construcci6n de viviendas, lo cual impulsard a los poderes pili intervenir més directamente en este ambito. Por su parte, los propietarios no permanecen inactivos. Despiertan un} ‘yor interés que las asociaciones de usuarios, constituyend ineluso un muy poderoso, ya que, en los consejos de las 108 ciudades de Prusi 80% de los delegados elegidos son propietarios. En Alemania, en el 1879 se creé el Centralverband der Stidtischen Haus un Grundbesitze eine para defender los intereses de los propietarios urbanos. La asoci contaba con 221 secciones en 1909, Trabajaba para quc los reglamentk Ja construeci6n no obstaculizasen la iniciativa de los propietarios privi lucha contra las cargas que pesan sobre ellos y contra las iniciativas quienes pretenden hacerles restituir los cobros ilicitos. Gracias a su ini tiva se imponen los contratos tipo de alquiler y Ia obligaci6n de pag alquiler por adelantado. En Suiza, donde existen agrupaciones locales desde finales de siglo las grandes ciudades, la asociacién central (Zentralverband Schweizeris Haus und Grundbseivzervereine) es fundada en el 1915. Este organis Fepresenta en 1938 35.000 propietarios, agrupados en 73 asociaci locales. En Italia, las asoctaciones de defensa de los propietarios prolife en la década de 1890. La primera aparece en el 1894 en Milén, més t Napoles (1896), Florencia, Turin, Livorno y en otras ciudades (Tomy 1980), Las campaiias contra los reglamentos de higiene apremiantes y impuestos sobre los inmuebles estimulan la movilizaci6n, Sin embargo, #1 1902, 1a Federazione de las asocactones Hananas solo Cuenta Con UNOS: 3,000 miembros. Es poco en comparacisn con los 100.000 adheridos al lobby ‘aleman y con los 40,000 miembros de las asociaciones francesas similares, LAS CULTURAS URBANAS Las mutaciones del paisaje urbano en el siglo XIX fascinaron a numerosos observadores, Durante su exilio en Paris a partir del 1933, el eseritor alemn Walter Benjamin acumulé un volumen impresionante de notas con las que, a pesar de que no dieron lugar a una extensa historia de las realidades ma- leriales de le capital, s{le permitieron escribir dos breves articulos titulados «Paris, capital du XX" siécle» (1935 y 1939), Benjamin no duda en hablar de santasmagoriay para referitse a las relaciones que los objetos nuevos de la civilizaci6n urbana mantienen con Las realidades sociales de su tiempo. Designa ast a aquellos simbolos de ensuefio que fueron los pasajes, los pa- hhoramas las estaciones y otros edificios con una bella estructura de hierro. Los pasajes, por ejemplo, ests construcciones metilicas con cubierta de Cristal, esas galerfas comerciales que comunican bulevares, fueron construi- dos en la década de 1820. Con este objetivo, el punto de partida del suefio de Benjamin fue la lectura de Paysan de Paris de Louis Aragon (1924), en que el autor imagina «los increfbles raudales de suefios y languidez» que transitan por esos «acuarios humanos», Bavdelaire también esté omnipre- sente como poeta de la «modernidad» en ese Paris onirico del paseante. No obstante, para Benjamin, el siglo XIX y sus virtuosismos técnicos no ha sa- bido crear un nuevo orden social. ; Acaso la modernidad tan solo es ilusién cuando los hombres son prisioneros de las fantasmagorfas del progreso? Paris noes la tinica capital que ejerce una especie de magnetismo cultu- ral y simbélico. Indudablemente, ha ejercido un rol dominante durante todo ‘este periodo, y el atractivo de un modelo para el conjunto de Europa, del mis- ‘mo modo ve, en un registro simbdlico y material Londres ocupa en la misma época el centro de la «economia-mundo» al concentrar las corrientes eco- ‘némicas y financieras a escala mundial. En cambio, a nivel nacional Paris es mas bien una excepeidn en Europa, porque es la tinica que agrupa en este punto todas las funciones de mando (politicas, culturales y econémicas), debido a su papel en la construccién del Estado francés, En otros paises, segtin unas modalidades diversas, todas las grandes ciucades explotan Ta plusvalfa cultural y simbética que proporciona en dosis diversas la concen- tracidn de poblacién, actividades, expectativas y medios financieros, En un primer momento, las ciudades siempre han procurado anteponer la inversi6r en equipamientos de prestigio. Los ayuntamientos y los dife- PSMIES, GOTT 9E warns ~ imiento estilo, altura, esplendor de la decoracion, Y carer aca la monumental Son elementos usc Bajo la Tercera Replica de Francia, por ejemplo, los ay neran una fuerte demanda de pintura decorativa para sus Estas obras por encargo, al difundir un cierto nimero de morales, contribuyen a la consolidacin y ata gloria de los Otro buen ejemplo serfa el de Madrid. Una vez consolidados berales del reinado de Isabel II, la capital madrilefia, tomandoy el indo de Pars, ptenie dtr de as nent dln adoptarsa imagen. Al ipo ritmo de algo ms de una d siglo X1X Ios edifcios oficiales estin diseminados por todo (plaid los miniseries, Banco de spans, Bole aula biblioteca). La soberbia va de la mano con la autoriad, sig Ltmblén coune lo contaro, Por lo menos ésa es la pe tienen los observadores ccidentalescusndo se aventuran en de Rusia incluso en Ia principal de elles, San Petersburgo, liams, que publica una obra sobre Rusia en el 1915, «hasta décadas no ha empezado a manifestarse en San Petersbury ie ray espittucivico, Sobre la perspectiva Nevski ae mente edificio de la Duma municipal. Sin embar dec sn asin, an neo lt de sles pace en Ninguna gran capital curopea esté tan Fao Bat 1976, p 367), La valor sin dude eves pl Pie ls ifcutades que ten fa capital del Imperio rus pari {as elie adminswaivos auf nunca alkanan a expres sal conan con na cvda india ue sone soy ve ramente dominada, El «divorio ene el San Peterbarre tag Besa See cae ethers ater San ‘Peteburg iy Por su arquitectura prestigiosa, los grandes muscos de arte y los museos euando 140.000 obreros de los suburbiosindustiles que ve di seca cade emi 9 palacio de Inviemo fueron recibidos eon bas por los solladen ta sca pt cn aR N,V falco Iver Feo eds con bs pro sla, De cuentran un nedio portador tanto en Londres, Roma, Napoles, Viena 0 eee ee anovelapubicadaen Paris como en Madrid, Amsterclam, San Petersburgo 0 Drexde. Sus edificios eee a ls mcs a oc evski quo Gl n contribuir al renombre de la ciudad que los alberga. al «cases publica en una «ciudad capital y no sae. Cabe ae ia remem boars pes de San Petersburgo clas otras ciudades rus aoe we nos dunstnasome nine a San Feet was ons sen el fondo tan solo son después de la Revoluci6n, se dio una tendencia a abriral pablico las galerias oe eee dindsticas con sus colecciones: el Louvre en Paris (en 1793), los Uffizzi en monly sic Leuen conse delete eee Sects erst ca ‘ocasién de las grandes exposici Viena, el Stallhof de Dresde, el Hermitage de San Petersburgo 0 Ta Galleria Ws atrevidos, a menudo efimeros. El palacio de Cristal de Joseph ‘en Londies en ef 1850-1851 mareé una generacion. Y la torre Eiffel A posicién de 1889, un temible desafio estético para los arquitectos, Ja cual se sublevaron Zola, Gounod 0 Maupassant entre otros, sta imagen idemtitaria de la capital, No solamente las estaciones lentales y los ayuntamientos suntuosos, sino también los grandes snientos culturales son objeto de rivalidad, movilizados a su vez xpresar una supremacfa reivindicada como componente de su iden- | Lar «memoria de las piedras» (Charle, 2002) cuenta el destino na- J. Roma, durante siglos capital universal a causa de! papado, nunca “Tras ser elevada a i a contrarrestar totalmente esta imagen tenaz del reino de Italia en el 1871, la ciudad se recompone alrededor Waticano aislado a fin de marcar la fuerte presencia del Estado italia~ PI Virioriano, un monumento erigido en el 1885 y dedicado al primer ie Italia, Victor Manuel If, ocupa una posicién central en la nueva ologia urbana, aunque no consigui6, ni siquiera bajo el fascismo, ‘onjunto de Los italianos en torno a grandes liturgias patrié- jende crear la ilizar al En todas partes, el «embellecimiento» urbano pret ccoraciGn visual artistica y diddetica del espacio piblico» (Crubellier, en iby, 1983, p. 429). El sistema de pascos, bulevares y plazas. los jardines blicos y las fuentes monumentales que, por la prodigalidad de sus aguas, ceficacia técnica de las captaciones, contribuyen a este objetivo, entras que monuments hist6rico-civicos, o simplemente las estatuas y istos de celebridades nacionales o locales marcan las articulaciones de Jared circulatoria. Todas las ciudades suefian con un espacio ostentatorio, ‘eomo los Campos Eliseos, el Kurfiirstendamm, Unter den Linden o inclu- lugares de una fuerte centralidad, como las plazas de Leicester Square monumentales debe n cons 1OGAS PANES, 1OF MECEMAY NATE UUMAEHVIIET we ween la galeria iientan los nuevos museos y enriquecen las bibliotecas. de Potsdam, el museo del Vaticano, el Museo Real de Néj Por supues.o, la 6pera es particularmente prestigiosa. Bajo el Antiguo Prado (abierto en 1819) y el nuevo British Museum de Londres, ef Wuimen ya posee una tradicidn consolidada. En el siglo XIX, las grandes Egos pap el Spree, pitales rivalizan en acondicionamiento de escenarios y salas impresio- Cees Beat stmsmie la sls de os Maseos, un veridero gal ies. En Mosc el primer Bolchoi data de! 1824. Con el Gran Teatre del Gh ae Olde a tl igo, lat dels making jecu, crigido entre los afoy 1844 y 1847, Barcelona pudo momentin: de arte de! tipo Kunsthalle (en Basilea en el 1839, en Stuttgart en elf te enorgullecerse de albergar el mayor teatro musical de Europa, Lugar al lado de los nuevos museos de arte contempordineo (Neue Pinak eminente de la ostentacidn burgues —para figurar en la sociedad local, sen avira en Munich ent 1846 01 Museo de Ane Contemy preciso «tener paleo» en el teatro—,el establecimiento también acoge en de Madrid en el 1894), los museos de historia son los que ms lla Jus galerias superiores, por una entrada aparte, espectadores mis «populares» atencién. Estin centrados en el ensalzamiento del pasudo de una re (Zimmermann, 1996, p. 166). Asimismo en Mild, los palcos de la Scala se un pais. EL Museo de Historia de Versalles que quiso Luis Felipe es un fonsiguen por herencia y participan del arsenal de la distinci6n que carac~ ejemplo, al igual que el Museo Nacional de la Trinidad de Madrid, Aeriza a las lites urbanas (Faron, 2000). La épera de Paris, suntuosamente en el 1840, EI musco pronto se convierte en una de las atracciones eobarroca, ealizada por el arquitecto Charles Garnier, es inaugurada en el concurridas de la incipiente industria turistica. Viaje, ocio e intereses et 1875 e inspira a muchas otras salas liricas de Europa. Pero es en el mundo rales estan estrechamente vinculados en la forma de vida burguesa. Ele germénico donde las ciudades de residencia principesca rivalizan en preten- io pitblico de la clase media cultivada suele combinar el espacio del ones estilisticas y en tamatio para edificar los monumentos mas bellos. El ¢1 Parque, la gran biblioteca, el teatro y la 6pera, es decir, los equipami ‘Teatro Real de Minich (181-1818) es considerado com «monumento de See eee eee a nacién bavara». EI Teatro Nacional de Berlin, concebido inspiraindose en pian mee 1 modelo antiguo del templo, data del 1818-1821, mientras que el teatro de Dresde (1838-1841) experimenta una estética historicista en consonancia @ partir del 1930. Arnold Schoenberg explica que a comienzos de Ia dé con las expectativas de una burguesta cultivada que encuentra en el teatro dle 1890 para los jovenes de su edad la nica ovasidn de escuchar tocar unaespecie de sustituto del espacio piblicoen un momento en que a opinién ica era acerearse a las barreras que delimitaban en el Pruter de Viena es ahogada por las insttuciones politicas y no tiene una expresién libre espacios donde la sociedad de mundo disfrutaha de los conciertos al (Steinhauser, en Charle, 2002, p. 204). Las demés ciudades no pueden riva libre. Con la excepeisn de las orquestas de corte ya antiguas, pocas son lizar con ella, salvo algunas excepciones (Hamburgo 0 Fréinefort). A partir Ciucdades que pueden mantener de forma estable una gran orquesta sinfOni de! 1848, el clima politico evolucionaré hacia un mayor liberalismo, lo cual Freeslopal feservarle una sala de concertos. Vena, por supuest, con a se traduce en una multiplicacién de las inversiones en los edificios represen- Telene! Phthamoniker desde el 1842, fomenta su identidad de capital eu tativos. Al lado de los teatros estatales, los municipios y agentes privados. ropea de la mtsica, como lo indica, por ejemplo, en el 1892, la organiacion se lanzan a gyandes realizaciones. Karl Schorske ha analizado este proceso de una gran exposicidin internacional sobre este tema. En Berlin, la Philhare en Viena (Schorske, 1983). La Ringstrasse y sus grandes edificios elegantes ‘monie fue creada en ¢] 1882. El Concertgebouworkest de Amsterdam se parecen encarar la nueva vision ostentosa de la eludad que espera la soci remonta al 1888. En Ginebra, un mecenas inglés ditige una sala de conciers dad burguesa. Significativamente, la Opera (1863-1869) fue el primer edi- ‘0s, el Vietoria Hall, dedicada a la reina de Inglaterra, Muchas ciudades se fieio paiblico. En Alemania, hacia el 1910, la mitad ce ls ciudades de ms dotan de salas con empresas de teatro administradas directamente por ellas de 80,000 habitantes contaban con un escenario lirieo (Krabbe, 1989, p. 127), {@ veces con su propio conjunto musical), Las ciudades industriales son Tus que suften el mayor déficit cultural. ‘La escena del espectéculo en todas sus formas, menos diseriminante, se encuentra en la mayoria de las ciudades. Durante la primera mitad del slo X1X, asia una obra constituye el atractivo por excelencia del domingo, en competercia abierta 0 no con los servicios religiosos. Durante la segunda conserva un carécter muy elitario du todo el periodo, antes de que las técnicas de reproduccién alteren este est pero el mecenazgo a menudo es indispensable para que las eapitales regionales puedan mantener un teatro, (como Essen o Diiren), una épera (en Ginebra desde el 1874) o estableci- Inientos superiores de ensefianza, como un conservatorio de misiea (en Ginebra en e] 1856), i: © incluso universidades (en varias ciudades alemanas), a entre los aiios 1874 y 1913, y en Berlin se cuadruplie que la oferta, probablemente sobredimensionada debido a la fi pital de la diversién que se le atribuye, se estanca en Paris (Chi p- 404-405). Desde el Segundo Imperio hasta la Primera Guerra Mundial, nes culturales parisinas se diversifican de modo especial. Primero cer y la ostentacién social $e que a las distracciones selectivas del dinero y la educacién (la concierto y el teatro) se afiaden a partir del 1880 las nuevas formas ciones: el circo, el hipédromo o Tos cabarés de humoristas. Sin e que sorprende en la Belle Epoque es hasta qué punto se profundis raci6n social de los pablicos. Por supuesto, algunos tipos de di implican que distintas categorfas sociales se codeen. Es el caso del ppaseos, el hipédromo o de un parque de atraceiones como el nna, con su eélebre gran noria (desde el 1897). Los grandes parques cuyo acondicionamiento se generaliza a finales de siglo, muy apropian las clases populares, con graves perjuicios para las a ‘municipales, que multiplican los reglamentos estrictos para sal el eésped y demés plantas, En realidad, las normas se infringen a ¥ los parques del este de Londres sirven para baftarse, mientras espacios verdes de las ciudaces alemanas de noche se Henan de «que salen de fiesta, beber o de prostitutas y j6venes. Ello no obstay en otras ciudades la selectividad creciente sea la norma. El teatro es ejemplo, con la especializacién de géneros y pablicos, Los gén cionales del teatro clisico de corte en la segunda mitad del siglo reemplazados por exigencias comerciales. La opereta, las obras dé yel vodevil triunfan en detrimento del teatro literario. Algunas s, tienen una fama de escenario popular, mientras que la mayorfa teatros privados tienen como objetivo complacer a la burguesta, & obras de éxito, Frente esta evolucién, algunos grupos de intelectuales se movili reaccionar contra el conformismo burgués. Una nueva urbanidad di libre y progresista anima ciertos espacios culturales no conformistasy que surgen las vanguardias literarias o pictéricas. A finales del siglo principios del siglo xx, Miinich vivis al ritmo de los autores literari sicos y pintores que deseaban sacar el arte de sus convenciones y s@ ‘turaban a la experimentacicn estética. Munich fue el foco del expresi del mismo modo que, el fauvismo y el cubismo florecen en Paris, el ‘matismo en Moscti o el futurismo en Miliin. Una de las funciones les ciudedes es controlar los canales de la consagracion aruistica, tn js ain se concentran los grandes editores de libros y los grandes periddi- {un importantes en el extenso proceso de formacidn del espacio ptblico, 1 veces tirdnicos en la imposiciGn de los fendmenos de moda, En los is paises europeos, el policentrismo suele ser la norma. En el mundo n6fono. por ejemplo, los lugares de produccidn del libro esta. muy 180s. Leipzig se puede considerar la capital literaria en el siglo XIX, 4 finales de siglo Berlin destaca claramente (un centenar de editores Je! 1910) domina laescena cultural durante el periodlo de entreguerras, todo, Zivich y Viena tampoco permanecen inactivas, Bl café-concierto, emblemitico de las formas de diversién més popular, extiende a toda Europa a finales del siglo Xix. Esta abierto a la calle, one de grandes terrazas —por lo menos en el Continente, ya que el pub tipo britinico es un espacio cerrado— y es el lugar por excelencia de la jabilidad y del especticulo social. La industria del espectaculo crece ante la Belle Epoque y el café-concierto a partir del modelo parisino .¢ asimismo en el Patalelo de Barcelona y en los cabarés de las calles, Moscii, También es en un gran café del bulevar des Capucines de Parts ¢ los hemanos Lumiére organizan su primera exhibicién piblica en el 15. En unos meses, lt moda de las proyecciones Lumiére se extiende a {grandes ciudades de Europa. Ha nacido el cine. Al principio se proyecta salas improvisadas, pero el film pronto encuentra unos «teatros» conce- 0s especialmente para este nuevo especticulo, No solo las capitales, sino bign las ciudades industriales y portuarias disponen de instalaciones fijas. huevo espectaculo responde a las expectativas de una clientela popular y fen, por ejemplo en las poblaciones de Is periferia. En Francia, antes de guerra ya existen un millar de salas. En Mose, en el 1903 hay dos salas cine. ;¥ cuatro aiios més tarde su mimero ya asciende a més de setenta! jinebra tiene una sala en el 1906 y Zairich, en ef 1907. Hacia el 1910 en ‘Alemania habria mis de mil cines permanentes. Una investigacién revela que un 60% de Ios ninos de Tas escuelas primarias de Dusseldot han ido por Jo menos una vez al cine en el 1913 (Kitt, 1992, p. 138). Sin embargo, el 1pogeo de este entretenimiento tan popular es posterior a la guerra. Tanto fn Alemania como en Francia, el nero de salas es superior a 4.000 después el 1925. Enel 1936, Suiza cuenta con 343 cines y 126,000 loculidades en 182 poblaciones (Walter, 1994) El cine tan solo es una de las transformaciones que el desarrollo de la cleciricidad y de las luces artficiales aporta « la ciudad. La ciudad del pe- ‘fodo 1900-1920 ests marcada por la magia de la electricidad. La bombilla incandescemte destaca por su luz blanca frente a la iluminaciéa amarillenta, y suave del gas, La nueva luz marca los bulevares y los lugares de fuerte iculos y cafés, Sefiala los lugares de la selecci Suntuosos, c t el C eT Te Penge pumientos cultural importantes, se postlan como eseaparates de ee an eiet eeeeee me ee rap : oe es eee éQué decir, pues, de la transfiguracién noctuma que introduce du pci, ce carcsronde cm oer te cos tara ree Periodo de entreguerras cl luorescente, que da vida a los carteles y ea ieee aes eee luminosos? La luz, al realzar los centros urbanos mientras que los asia im es tan tal ta barrios y Tas afueras a menudo todavia estan en la oscuridad, es un ele Bet econecreciee tages dates estereotipo {0 fundador del paisaje del centro de la ciudad. El color empieza a ves ‘orgullosas de su identidad cultural y ser Beles reais tae aredes en la Belle Epoque. Los placeres de la ciudad son los que dan Historico, monumental © simplemente Ha A earn euateeaay al cartel litogrifico de colores lisos y vivos. Ya antes del cartel publi i personalidad. Estos lugares See eT Ga enon eet De Ren ¥ de la publicidad hacia cl 1900, lo que llama la atencién son las ¢ des menos bilnies en cusno ns aejamos fo angivewee los cantantes y de las chicas del coro, El naciente siglo xx inventa existen een Sa Rai ee 4 _ Tipe gee mere reer XIky SX A mdi fe clespcis ibaa eas, ls pte dee copeio oe eta {e discriminadas y los usos, ee Seale ee Jn del espacio urbano por parte de sgortas sociales po en absoluto, pe eluded zor ls clases popula lina desig Xx (Ga a mar los ritmos de la exis BI aumento de ls mips expresioncs de ta cla wane auave 2 idades. El deporte es una de ellas. Se ins menudo son dificilmente comprensibles, constituys ‘a del fin de semana: primero, desde fit este fenémeno. tbado, y mas tarde, gracias a las vacaciones en Francia en el 1936 transformé notable desde muy pronto el fétbol-espectaculo tuvo. El campeonato de Inglaterra empez6 en el 1888: v miles de espectadores se agiutinan alrededor del estadio para apoyar a Equipo con el que se identifican y que representa a un batio o una cit También en el Continente aparecen grandes clubes de ftbol, y en lae ‘Jc entteguerras los partidos se convierten en una atracid de masas, que Ocasiones congregan a varias decenas de miles de espectaclores. Loe a tamientos deben invertir en la construccidn de grandes equipamientoss estadio de Wembley es construido en el 1923; Siro, en Mili, data del 192: ‘mar, ya no son los teatros, surar el prestigio de tna verdes, los estadios y las Cultura supervisa et de 1916 un «espectaculo de vanidades y miserias» La ciudad juega, pues, un papel importante en la for de masas. No es Unica y espectficamente ciudadana, nuevas practicas que poco a poco van a transfor cia se han eristalizado en las ci en Ta brecha abierta por la fiest del siglo XIX, la tarde del s gadas, cuya generalizacion la sociedad, En Inglaterra, vocacién federadora. 1926. En Alemania, bajo la reptiblica de We las bibliotecas y os museos lo que permite iudad, sino fos centros deportivos, los espaci piscinas. En la Unién Soviética, el Ministerio acondicionamiento de sirve de modelo,

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