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Hoy en día son ya muchos los profesionales que aluden a que la relación
de ayuda es básica en la intervención social y sanitaria, y que es un elemento
esencial, por encima de otros elementos que se manejan como pueden ser el
conocimiento de recursos, tramitación de prestaciones, proximidad de la
institución, técnicas médicas, etc. También apuntan la complejidad de la
relación de ayuda, la dificultad que lleva intrínsecamente el mantenimiento y el
manejo de relaciones, alude a que es una tarea básica a establecer pero difícil
de mantenerla en unos límites o de manejar ciertas variables relacionales.
Lo primero que salta a la vista es que estamos ante una persona que
está viviendo una situación de necesidad y de inseguridad, que desea ser
comprendida, antes que confrontada o iluminada, para encontrar alternativas a
su problema.
Física: La dimensión física tiene que ver con la naturaleza corpórea del ser
humano. Es quizá la dimensión del hombre más estructural, debido a que el
cuerpo es la herramienta básica para el funcionamiento del ser humano en
cualquier ámbito.
Cognitiva: El ser humano tiene una dimensión cognitiva; esto es, tiene
predisposición por buscar y alcanzar el conocimiento en distintas áreas. Parte
de la constante búsqueda de progreso innata del ser humano se refleja en su
interés por cultivar el intelecto.
La dimensión ética tiene que ver con el reconocimiento del otro, con la
regulación de la propia conducta con relación a la sociedad, y con la búsqueda
constante de las herramientas que permitan propiciar un comportamiento
respetuoso entre los seres humanos.
No parece exagerado decir que aquí reside la clave de por qué muchas
de nuestras relaciones humanas no acaban de resultar satisfactorias. Sin
comunicación no hay verdadera comprensión, porque comprender indica ser
capaz de pasearse por el mundo intelectual y afectivo del interlocutor como si
uno estuviese en su propia casa, y nuestro interlocutor es el único ca-paz de
decirnos si realmente le comprendemos o no.
-Favorece la autoconfrontación
Pese a que puede parecer que escuchar activamente es tarea fácil, este
tipo de escucha requiere un esfuerzo de nuestras capacidades cognitivas y
empáticas. Saber escuchar es muy importante en la comunicación, y aunque
no lo parezca, en muchas ocasiones pasamos mucho tiempo pendientes de lo
que nosotros pensamos y de lo que nosotros decimos en vez de escuchar
activamente al otro.
Asimismo, cuando una persona nos dedica su tiempo y nos escucha sin
rechazo, sin interrumpirnos cuando lo que necesitamos es hablar,
prestándonos su atención, entonces nuestra autoestima se siente reforzada y
nos sentimos más capaces de encarar situaciones sufrientes que nos
demandan una respuesta.
Si tienes un estilo agresivo sabrás que tienes que ser más amable al
hablar y escuchar más. Si es pasivo tendrás que reafirmarte y comunicar más
tus opiniones.
2. Usa frases con “yo”: Usa frases con “yo” reafirma tus opiniones, deseos y
derechos.
Además, harás saber a los demás lo que piensas sin sonar como si
estuvieras acusando: “yo no estoy de acuerdo” en lugar de “estas equivocado”.
Ejemplo: ¿Cómo puede ser que todavía estas soltera? Deberías buscar
novio ya. Respuesta: tienes razón, he tenido demasiados pretendientes y me
costó decidirme.