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de altura en el Perú
Académico Roger Guerra-García*
A
nte todo quiero expresar mis agradecimientos mente fallecido ese mismo año en un accidente de
al Sr. Presidente y a la Junta Directiva por con- aviación) y yo, por saber que así resonaba descollante
ferirme el honor de hacer el comentario a la la medicina de nuestra región y cómo esos trabajos, ya
extraordinaria ponencia sobre la trascendencia de la desde los años 20s y 30s, venían teniendo resonancia
biomedicina de altura que nos ha hecho el colega y en todo el mundo. Fuera de Hurtado, el otro apellido
amigo Roger Guerra-García. Como lo ha señalado el peruano que nuestros colegas americanos repetían sin
Sr. Presidente en su nota introductoria Roger, egresado cesar era el de Guzmán Barrón, no sólo por sus contribu-
de la Universidad Mayor de San Marcos y con estudios ciones sino quizás porque el apellido Barrón (pronun-
de postgrado en Endocrinología y Bioquímica en el ciado Barron) existe también en el idioma inglés, como
Mount Sinai Hospital de Nueva York y en la Universidad nos lo narraba anoche Hernando Groot a propósito del
de Bastan ha sido por muchos años profesor universi- sitio de Vernon a Cartagena.
tario y en diversos períodos Presidente de la Sociedad Posteriormente conocí a Roger a mediados de
Peruana de Endocrinología, Presidente del Consejo los fragorosos años sesentas, cuando a la joven Uni-
Nacional de Ciencia y Tecnología CONCYTEC, Vice- versidad Cayetano Heredia, (fundada en 1961 por los
Ministro de Educación, Rector de la Universidad Perua- profesores Honorio Delgado y Alberto Hurtado, como
na Cayetano Heredia y hasta hace muy poco Senador reacción al desorden y la politización que se habían apo-
de la República por el grupo que encabeza Don Javier derado de la Universidad Mayorde San Marcos) venían
Pérez de Cuellar. Es titular de la Academia de Medicina incorporándose jóvenes fisiopatólogos, bioquímicos o
del Perú y Correspondiente de la Real Academia de endocrinólogos, la mayoría entrenados en los Estados
Medicina de España, autor de varios libros en las áreas Unidos; todos ellos convencidos del paradigma que
de reproducción, población y medicina de la altura. había lanzado su maestro Hurtado 30 añoq atrás, de
Mi primer contacto con este tema sobrevino que había que estudiar al hombre peruano pero sobre
cuando, en el otoño de 1959 realizamos, en el Labora- todo a aquella población de la sierra, aferrada y
torio de Radiación de la Universidad de California el aclimatada en las grandes alturas. Para dar continuidad
primer simposio sobre medicina aeroespacial, preocu- a trabajos anteriores el profesor Hurtado, decano hasta
pados como estaban los norteamericanos por las conquis- 1967 de la Facultad de Medicina y luego Rector de la
tas de los rusos en lo que se llamó la era "post~Sputnik". nueva Universidad, había vuelto a dar vida al Instituto
La única y casi obligatoria referencia eran los trabajos de Investigaciones de la Altura y regresado con su nuevo
que, a partir de 1956, venían emanando del grupo de la grupo a las altitudes inverosímiles de Morococha donde
Escuela de Medicina de Aviación de la Fuerza Aérea desde 1934 la Fundación Rockefeller lo había ya dotado
Norteamericana en Randolph Field, Texas, presidido por de algunos equipos, que ahora multiplicaban y usaban
el profesor Alberto Hurtado de Lima, hijo de colombiano, efectivamente sus jóvenes investigadores.
como nos lo acaba de relatar nuestro ponente. Fue un Era como repetir un fenómeno que los colom-
momento enorgullecedor para los dos sudamericanos bianos habíamos vivido desde los años cincuenta, con
que participábamos, Jorge Braun-Cantilo (hijo del genial la creación y puesta en marcha de la Universidad del
cardiofisiólogo argentino y descubridor del sistema reni- Valle, y entre las dos universidades había ya puntos
na-angiotensina, Eduardo Braun Menéndez, prematura- de contacto muy efectivos. Pero quizás lo que más