pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón». 1 Samuel 16:7
Con frecuencia, le pedimos al Señor que solucione los
problemas que hay a nuestro alrededor, cuando en realidad lo que Él quiere es resolver los problemas dentro de nosotros. Yo hice eso por años en cuanto a mi peso. Oré y oré a Dios para que me ayudara a adelgazar. Sin embargo, fracasé muchas veces. Perdí, literalmente, centenares de libras, sólo para aumentarlas de nuevo.
Al fin un día tomé una decisión firme. Dije: "Señor, no
daré un paso más hasta que no averigüe qué hacer al respecto". Entonces hice ayuno, me aparté de todas las cosas y me propuse estar atento a lo que Dios tuviera que decirme.
Durante ese ayuno, el Señor me reveló la verdadera causa de
mi problema. Me mostró que yo quería perder peso, pero no quería cambiar mis hábitos alimenticios. Yo era como el alcohólico que quiere beber constantemente sin ser afectado por el licor. Quería comer nueve veces al día y seguir pesando 80 kilos.
Entonces, me di cuenta de que Dios no sólo quería
librarme de las libras extras que tenía, sino también del pecado de la glotonería. Ahí mismo y en ese instante me arrepentí de ese pecado. Ese día comprendí lo difícil que es para un hombre que bebe encarar el hecho de que es alcohólico. Duele admitir tal cosa. Entonces, en lugar de pedirle a Dios que me liberara del problema del peso, le pedí que me libertara de la glotonería. Y, efectivamente, Él lo hizo. Si sus oraciones no parecen estar cambiando los problemas que hay a su alrededor, quizás sea hora de mirar en su vida. Tal vez sea hora de pedirle al Señor que actúe en la raíz del problema.
Escritura de Estudio: Salmos 139:1-10, 23-24
Los Salmos
Capítulo 139
139:1 Oh Jehová, tú me has examinado y conocido.
139:2 Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. 139:3 Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos. 139:4 Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda. 139:5 Detrás y delante me rodeaste, Y sobre mí pusiste tu mano. 139:6 Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; Alto es, no lo puedo comprender. 139:7 ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? 139:8 Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. 139:9 Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, 139:10 Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra.
139:23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
Pruébame y conoce mis pensamientos; 139:24 Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.