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CONGRESO INTERNACIONAL VIÑETAS SERIAS (2012)

Oesterheld:
El Eternauta y la narración ideológica

Autor: Leandro Paolini Somers (2012).

RESUMEN:

El propósito de esta ponencia es debatir si la ideología en la historieta, tomando como

ejemplo El Eternauta de Héctor Germán Oesterheld, se desliza a nivel consciente o

inconsciente – por parte de los autores –, si se puede separar a la ideología del producto

que desarrolla un autor y qué efectos de sedimentación puede llegar a tener en un público

que muchos consideran permeable y pasivo.

SUMMARY:

The purpose of this paper is to debate if ideology in comic books, based on El Eternauta

by Hector German Oesterheld, permeates on a conscious or unconscious level – by the

authors – if ideology and craft can be separated and what effects could this ideology seed

into what many consider to be a passive and permeable audience.

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Oesterheld:
El Eternauta y la narración ideológica

Autor: Leandro Paolini Somers (2012).

“El campo del intelectual es por definición la conciencia. Un intelectual que no comprende
lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante y el que comprendiendo
no actúa tendrá un lugar en la antología del llanto pero no en la historia viva de su tierra”.
Rodolfo WALSH

Mucho se ha escrito sobre este tema y una cuantiosa lectura se necesita para una

discusión de lo que significa ‘ideología’ y su aplicación a un medio masivo o a un arte

popular. El principal problema con la mayoría de los textos escritos sobre la ideología en

las historietas, es que generalmente parten del supuesto de que un

producto/artista/empresa utiliza una historieta para –subrepticiamente- implantarle ideas

al desprevenido lector y dominarlo. O que hay una noción política detrás de todo guión

para que el cerebro del lector automáticamente acepte y perpetúe el status quo, o se

convierta en un revolucionario. Existen conceptos de antemano prejuzgados por los

analistas que limitan la transmisión de ideología a un sentido estructuralista, vertical, de

arriba hacia abajo, del poderoso al incauto, del escritor al consumidor pasivo, como si se

aplicara la teoría hipodérmica. Como si la historieta sólo fuese una burda herramienta de

penetración ideológica.

Quizás, si en lugar de tomar a la historieta como un producto de un medio masivo

de comunicación, o como un entretenimiento infantil se lo acepta y respeta como un arte,

se pueda analizar la transmisión ideológica como ante un cuadro o a una novela.

Nos parece más probable que el momento histórico socio-político cultural del autor se

filtre a su obra y se puedan detectar esas marcas que aparecen a lo largo de la historieta a

2
veces de manera conciente y a veces como involuntarios mecanismos de expresión

ideológica.

El Licenciado Elimar Bello Tillero menciona: “La ideología se encuentra en todas las

acciones que ejecuta el ser humano debido a que, conciente o inconscientemente, es

portador y difusor de ideologías que ha adquirido a través de la escuela y de la familia,

fundamentalmente. La ideología transmitida de esta forma responde a usos y valores

concretos de la sociedad en la cual crece el individuo.”, lo cual nos asiste en reflexionar

que la ideología en la historieta no se trafica siempre deliberadamente, sino que

simplemente podría hipotetizarse que sean expresiones concientes o inconcientes de las

ideas del autor que se expresan en su arte; o, como indica Derrida, la lectura de un autor

no puede independizarse de sus filosofemas: “Una problemática de lo biográfico (…)

debe poner en juego otros recursos, y al menos un nuevo análisis del nombre propio y la

firma (…) la dynamis de esa linde entre la ‘obra’ y la ‘vida’, el sistema y el ‘sujeto’ del

sistema. Esa linde (…) no es una línea delgada, un trazo invisible o indivisible entre el

recinto de los filosofemas, por un lado, y por otro la ‘vida’ de un autor ya identificable

bajo un nombre. Esa linde divisible atraviesa los dos ‘cuerpos’, el corpus y el cuerpo, de

conformidad con leyes que apenas comenzamos a entrever” (Derrida, 2009: 31).

En base a lo previamente postulado, las preguntas que nos hacemos son: ¿Estas posturas

que parecen discutir entre sí son incompatibles? ¿Las actitudes de los autores sólo pueden

ser interpretadas en alguna de estas posiciones de manera excluyente?

En primer lugar, para indagar estas cuestiones, debemos considerar lo que podríamos

llamar la biografía literaria y política de Héctor Germán Oesterheld, para poder ver cómo

se conjugan en ella lo narrativo y lo referencial. Por otra parte, al analizar las historias de

3
El Eternauta de HGO, es necesario vincular las características y circunstancias de esta

última historia con aquellas de la primera versión. Finalmente, para comprender el

registro político buscaremos continuidades entre la obra con otras del mismo Oesterheld

que pudieran pensarse como sus precursoras.

HGO: Vida y obra, o viceversa.

MINI

Héctor Germán Oesterheld nació el 23 de julio de 1919 en la ciudad de Buenos Aires.

Fue periodista, editor, ávido lector y escritor. En 1952, con un trabajo estable en la

Editorial Abril, los editores lo nombran director de la revista de historietas Misterix. Al

mismo tiempo nacieron su primera hija, Estela, y sus primeros personajes importantes: el

sargento Kirk y Bull Rocket. Años más tarde en 1955, para cuando nació su tercera hija,

Beatriz, se asoció con su hermano Jorge para editar las aventuras de Bull Rocket y Kirk.

Así nació la Editorial Frontera y creció rápidamente con dos revistas: Hora Cero y

Frontera, con un 80% de guiones de HGO y el resto de su hermano que firmaba como

Jorge Mora. El éxito acompañó a Héctor y Frontera agregó el Suplemento Hora Cero

Semanal donde vería la luz El Eternauta, con el dibujante Francisco Solano López.

Casi veinte años después de la primera parte de El Eternauta, con la ilusión de

recuperar los originales de El Eternauta I, los creadores fueron presionados a realizar una

secuela, y sería entonces esa secuela la que HGO podría haber utilizado para insertar

pautas de su ideología política que luego se convertiría en militancia, clandestinidad y

finalmente desaparición.

La historieta no fue censurada, pero finalmente HGO, debido a su activa

militancia Montonera, ingresó en la lista de desaparecidos en 1977 (al igual que sus

4
cuatro hijas, según el informe de 1984 de la Conadep). De su final en cautiverio (en el 77

en El Vesubio, o en el 78 en algún lugar de Mercedes) queda un último abrazo a su nieto

de sólo 3 años en la penumbra de un campo de concentración.

Las 2 versiones de la invasión.

Cae sobre Buenos Aires una nevada mortal. Continuos y precisos, los copos

arrasan toda forma de vida con la que entran en contacto. Un grupo de sobrevivientes

compuesto por Juan Salvo (un pequeño industrial de barrio de Vicente López), su familia

(su mujer Helena y su hija Martita) y sus amigos (Favalli, profesor universitario, Polski,

jubilado, y Lucas, empleado municipal), logran sobrevivir al permanecer en la casa de

Salvo, herméticamente cerrada. Así, el grupo se organiza primero para sobrevivir y luego

para resistir, cuando lo que en principio parece una catástrofe natural se devela como una

invasión extraterrestre.

En el final de la historia de la primera parte, el grupo es derrotado y Salvo queda

solo dentro de una nave Ello donde, por azar, acciona una máquina de tiempo que lo

traslada a distintas instancias. En una de ellas, un viejo Mano le dice que deberá viajar

por el tiempo hasta hallar a los suyos. Es así como Juan Salvo se convierte en el

Eternauta, el viajero y navegante de la eternidad. En uno de sus viajes, finalmente logra

volver a su barrio antes de la invasión y se encuentra con Oesterheld, a quien narra su

historia y quien, a su vez, la presenta al lector. La última página de la historia muestra a

Oesterheld parado ante la casa de Salvo, donde se escuchan las voces de Juan y sus

amigos mientras se preparan para iniciar una de sus habituales partidas de truco.

La historia adquiere, en tanto que sucesión de peripecias, una estructura circular

cuyo punto final coincide con el punto inicial del relato y viceversa: el relato finaliza

5
cuando la historia comienza y la historia culmina en el momento en que comienza a ser

presentada al lector. Pero también puede apreciarse otra singularidad que, sin llegar a ser

un círculo, opera un efecto de reflejo que puede abrir paso a una lectura referencial y

contextualizada. Nos referimos a la presencia del propio Oesterheld en la historia.

Indagar sobre su doble función de narrador y de personaje nos permitirá conectar su vida

con su obra y a ésta con el mundo sobre el cual habla, a la vez de notar las diferencias

entre las dos partes de la historia.

En 1969 la revista Gente presentará, bajo la iniciativa de Roberto Fontanarrosa,

una reedición de la historia, esta vez con dibujos de Alberto Breccia 1 . Su comienzo

presenta una importante transformación argumental que permite señalar un

posicionamiento político y advertir la dirección que comenzaría a tomar la obra de

Oesterheld. En esta ocasión, ante la situación de la invasión, los protagonistas se

enfrentan con la noticia de que las grandes potencias del mundo desarrollado han

entregado a los invasores los países del tercer mundo para salvarse. Como veremos, esta

situación adquirirá sentido desde las circunstancias sociales y políticas de esta segunda

edición de la historia.

La innovación argumental.

El héroe dejará de presentarse como una unidad cerrada y determinada desde el

principio, para ir construyéndose en la acción y en la decisión ante las encrucijadas

personales. Esta nueva forma de concebir al héroe de la aventura adquirirá su expresión

1
El 29 de Mayo de 1969, en el # 201 de la revista Gente comienza a serializarse la segunda versión de El
Eternauta, re-escrita por HGO y dibujada por Alberto Breccia. De esta historia llegan a realizarse 17
episodios hasta que Gente, por cuestiones de auto-censura, forza el final de la historia y se disculpa con sus
lectores por el contenido de la tira. Esta versión de El Eternauta es la primera en llegar a Europa.

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definitiva al tomar una representación colectiva. Esta última instancia, sin embargo, es

resultado de un proceso que puede rastrearse desde un momento más temprano en la

producción oesterheldiana. Será en El Eternauta, donde el héroe colectivo adquiera su

expresión más pura en cuanto muestreo social, a lo que deben sumarse toda una serie de

elementos que la convierten en la pieza cumbre que sintetiza las innovaciones

introducidas por Oesterheld en el género.

La novedad de la obra de Oesterheld estriba en que a partir de una temática

como la de la invasión, que podría pensarse como previsible y agotada, la resuelve de

manera inversa a la forma típica y tradicional 2 . En efecto, si bien la invasión podría

sugerir una suerte de retorno a un lugar común de la aventura clásica, la innovación

argumental oesterheldiana se apoya, por un lado, en la contemporaneidad de la acción y

su ambientación argentina y, por otra parte, en el medio no engendra la acción, ni los

protagonistas van a su encuentro, sino que es ella la que los enfrenta y los determina. A

su vez la invasión permite a Oesterheld ubicar el mal, y con él el desencadenamiento de

la acción, en un exterior, un más allá.

Dicha invasión desencadenará una serie de situaciones por las que atravesarán

los personajes y que, a la vez que permitirán la aparición del héroe colectivo, también

darán pie a una lectura ideológica. Así, desde la circunstancia inicial de la catástrofe que,

a partir del aislamiento forzoso, instaura la necesidad de supervivencia, se pasa a una

2
No obstante esto, es posible rastrear los antecedentes de la producción de Oesterheld en una serie de obras
literarias. La materia prima utilizada por HGO para la creación de El Eternauta es la suma de varias
influencias como: The War of the Worlds (La Guerra de los Mundos, 1898) de H.G. Wells, y obras de
Robert Heinlein tales como The Puppet Masters (Amos de Títeres, 1951) y Starship Troopers (Tropas del
Espacio, 1959). En esta última novela de Heinlein, el relato muestra a un recluta militar en un futuro donde
se defiende a la tierra de una invasión de insectos gigantes que dominan el universo. Sin embargo, éstas
mencionadas influencias sumadas al cuento “Saturnino Fernández, héroe” publicado en la revista Más Allá
(donde HGO trabajó un tiempo), dieron un producto innovador para la época. Sobretodo considerando que
la historia transcurría en conocidos escenarios de Buenos Aires.

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situación de combate a partir de la constatación de la invasión. En esas nuevas

circunstancias, el grupo inicial (Salvo, su familia y sus amigos) se deshace y adquiere una

nueva forma y composición. Aparece así una nueva representación de solidaridad,

determinada por la existencia de un enemigo común, que sobrepasa y ya no es regida por

la amistad, sino por una concepción más amplia del “nosotros”. La invasión produce a la

vez la exclusión del enemigo de la acción, pero establece, a la vez, como alteridad

inmediata a los protagonistas, una serie de oponentes que no se encuentran menos

victimizados. Los adversarios ocasionales en la historia son siempre manipulados por

otros de manera tal que nunca se derrota al verdadero enemigo. Así, los Manos, la cara

visible de la invasión, y quienes además ostentan la mayor jerarquía en los mandos,

representan en realidad la sutileza más acabada de los mecanismos de control. Los Ellos

han implantado en su cuerpo la “glándula del terror” que segrega un veneno mortal en

cuanto se atemorizan, lo que los vuelve esclavos de su propio miedo al obligarlos a no

permitirse el miedo, la libertad de temer, esta imagen podría pensarse como una metáfora

de los mecanismos de censura y autocensura impuestos por el terror.

Conjuntamente, parece oportuno atender a las formas que adquiere en el relato

la voz narrativa. Tanto en la versión de 1957 como en la de 1969 parece darse entre los

narradores una suerte de encabalgamiento por el que el relato se construye mediante una

sedimentación de voces. Creemos que esto tiene un efecto que repercute tanto en la

dimensión narrativa al interior del relato, como enunciativa en lo que se refiere a la

recepción de la historia.

En el primer caso, podría decirse que, al comienzo del relato (en el momento en

que Salvo se presenta ante el Oesterheld personaje como el Eternauta, el viajero de la

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eternidad, y comienza a contar su historia), el guionista se convierte en el receptor de un

relato que tiene al propio Salvo por protagonista y que, narrado en primera persona,

admite la identificación entre narrador y personaje. Toda la historia de la invasión se

desplegará en el interior de ese relato. Ahora bien, esta circunstancia, sin embargo, se

encuentra enmarcada en el hecho de que es el propio Oesterheld el que presenta la

narración de la historia al lector como algo que le ha acontecido a él. De manera tal que

la misma relación que se da entre ambos personajes, se daría entre uno de ellos y el

lector. Pero ¿Se trata de la misma relación? Si bien ambas situaciones presentan un rasgo

en común, no creemos que pueda hablarse de una identificación entre ellas. En efecto, en

ambos casos se trata de una situación enunciativa en la que el enunciador (en primer

lugar Salvo, Oesterheld en el segundo caso) presenta a su interlocutor una historia. La

diferencia se encuentra en que, en el primer caso los participantes de la enunciación

forman parte del mismo universo del relato, mientras que en el segundo caso, Oesterheld,

en tanto que narrador e interlocutor parece dirigirse a un destinatario externo a su relato,

el lector de la tira. Creemos que es este elemento sumado a los componentes realistas del

relato de Salvo (la contemporaneidad y la ubicación física de la acción) los que permiten

una referencialidad y habilitan una lectura política de la trama.

Lecturas ideológicas y compromiso social.

Si seguimos a Juan Sasturain en su presentación de la evolución de las versiones

de El Eternauta, es posible establecer tanto para la primera versión de 1957, como para la

segunda de 1969, una serie de correlatos que señalan las características y las relaciones

entre los personajes como una suerte de microcosmos en el que se presenta un muestreo

de la sociedad contemporánea a la publicación de la historia. Así, una lectura atenta

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permitiría “leer mecanismos de la realidad política y social que son literariamente

traspuestos” 3

De esta manera, podemos comenzar por considerar el muestreo social

representado por el grupo que devendrá en el héroe colectivo. Sasturain señala que en un

primer momento cuando la situación se asimila a una catástrofe y no a una invasión, y el

grupo aparece conformado por Salvo, su familia y sus amigos, éste se presenta como un

muestrario de la clase media argentina 4 . Cuando el grupo entra en combate, el colectivo

se ampliará e ingresarán personajes pertenecientes a otros sectores sociales. En efecto, el

grupo que integrara las milicias civiles estará conformado por obreros y soldados no

calificados. Estos nuevos personajes (Franco, un joven tornero; Sosa, un obrero químico,

o el cabo Amaya) serán los que actuarán espontáneamente movidos por una solidaridad

genérica y social.

Es en este contexto en el que Sasturain señala ciertas diferencias entre las

posibles lecturas ideológicas de las ediciones de 1957 y 1969. En la primera edición, el

clima y la propuesta ideológica de la historia se encuentran signadas por el desarrollismo.

Aparecen así, las alianzas entre clases, el reconocimiento del papel fundamental del

sector obrero, la presencia necesaria de los militares y la incorporación de los

intelectuales. Tras el fracaso de esa experiencia, la versión de 1969 presenta otro clima en

el que Favalli se presenta como el vocero de la conciencia política alcanzada por los

sectores medios.

3
SASTURAIN, J, “El Eternauta no tiene quien lo escriba” en El domicilio de la aventura, Ed. Cit. P. 187.
El texto fue publicado originalmente en Medios y Comunicación, nro, 17, 1982
4
Ídem pp. 182

10
Así, en 1969, los Ellos se historizan 5 y actúan sobre un mundo que ya no es

homogéneo, sino que se encuentra dividido entre oprimidos y opresores, entre fuertes y

débiles. La invasión adquirirá entonces una nueva función: será un modelo de descripción

del acontecer histórico, señalará los mecanismos de opresión de los enemigos y el

comportamiento de los oprimidos.

El Eternauta II.

Oesterheld decide continuar la historia de Juan Salvo, y su grupo, exactamente

en el mismo momento en que ha finalizado la primera parte. Germán se encuentra ante el

chalet de los Salvo en Vicente López y entra en contacto con el grupo para contarles lo

sucedido, mejor, lo que está por suceder. Luego de un momento de confusión en el que

Germán trata de explicarles los hechos ante el escepticismo de sus oyentes, éstos lo

invitan a participar del encuentro y la habitual partida de truco. Podría decirse que con

este gesto se produce una suerte de rito de iniciación por la que el personaje de Germán

cambia de posición en relación con las diferentes versiones de la primera parte.

En efecto, su papel ya no se reduce al de la simple recepción de la historia, para

preservarla y transmitirla, sino que se verá involucrado y, si se constituye en un testigo

que la relata, eso sólo será posible porque participa en su construcción.

Si en un primer momento la historia parece presa de aquella circularidad que

enmarca la primera parte, la inclusión de Germán dentro del grupo implica de por sí una

discontinuidad que deberá tener consecuencias en el desarrollo de la acción. Esto sucede

momentos después del primer encuentro: cuando todo parece indicar (para Germán y para

5
Ídem pp. 186-188

11
el lector) que la nevada mortal se cierne nuevamente sobre la ciudad, ocurre algo

imprevisto. A través de una fisura en el espacio tiempo el chalet y sus ocupantes son

trasladados hacia el futuro doscientos años después del ataque atómico que diera fin a la

primera parte de la historia. Este nuevo escenario se encuentra dividido entre dos actores

en conflicto y tensión. Por un lado, el pueblo de las cuevas, compuesto por los

descendientes de los sobrevivientes de la catástrofe. Este grupo vive en las grutas que se

encuentran en las barrancas de río y lleva una existencia primitiva bajo la forma de

cazadores y recolectores. Frente a ellos se encuentra el Fuerte, donde se hallan los restos

de la invasión (un Ello, varios Manos y un grupo de Zarpos humanoides que funcionan

como fuerzas de choque). Entre ambos grupos existe una relación de sometimiento y

dominación que se expresa en el tributo periódico (una ración de sus suministros de

pescado) que el pueblo de las cuevas entrega al fuerte.

En este contexto, y ante esta situación, el Eternauta organizará la resistencia

del pueblo de las cuevas que culminará con la liberación final. Sin embargo, esta

liberación se produce a un costo muy grande (mueren la familia de Salvo y los seres

queridos por Germán): el pueblo se ha salvado, pero solo gracias al sacrificio de muchos.

En el final del relato se produce un nuevo quiebre en el continuo temporal

por el que Germán vuelve al pasado. Pero no ya al año 1959 en el que comienza esta

segunda parte, sino a 1976, es decir, al presente del lector. Como veremos, esta referencia

se torna profundamente significativa luego de todo el desarrollo y la mediación de la

trama del relato. En este 1976 Germán vuelve a encontrarse con Salvo con quien parecen

dirigirse hacia el reinicio de una nueva aventura.

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Ahora bien, durante la organización de la resistencia Salvo muestra una serie de

rasgos que lo diferencian del personaje de la primera parte y que darán pie a lecturas y

referencias explicitas al contexto político de producción y recepción de la tira. Al parecer

el escenario postatómico ha producido en él transformaciones y mutaciones que se

expresan no sólo en una mayor fuerza física y capacidad intelectual, sino en su capacidad

de prever lo que sucederá. Esta capacidad de saber antes, de ver antes6 es lo que legitima

su liderazgo al frente de la resistencia. Salvo se convierte entonces en el modelo de

hombre de acción revolucionario que orienta sus decisiones mediante una ética y una

serie de normas que se aparten de las del común del grupo. Decisiones basadas,

justamente, en una singular clarividencia. Todo esto se expresa en la impunidad con la

que se utilizan las vidas ajenas en función de una causa superior.

Entre la primera y la segunda parte de la obra ha habido una transformación en

la figura del héroe. En efecto, en el lugar del héroe colectivo de la primera parte se ha

colocado el héroe individual que se presenta como un hombre diferente, guiado por una

racionalidad que podríamos llamar “instrumental” en la medida en que la visión de una

meta y una causa, legitima su discriminación arbitraria entre las vidas y muertes que sean

necesarias para alcanzarla. Si el Juan Salvo de 1957 usaba su razón para interpretar y

descubrir la historia, el de 1976 parece utilizarla para manejarla. 7

La crítica ha leído tradicionalmente El Eternauta II como una suerte de discurso

militante que centra la eficacia de su mensaje en la figura del líder esclarecido

representado por Salvo Sin negar la precisión, y la pertinencia, de estas lecturas,

quisiéramos atender a lo que consideramos su condición de posibilidad.

6
SASTURAIN, Op. Cit, pp.191
7 Ídem.

13
Entre la primera y la segunda parte, Germán deja de ser un mero retransmisor de

los hechos para convertirse en un testigo directo a partir de verse involucrado en los

acontecimientos. Es esta nueva circunstancia la que nos llama la atención porque, si en el

caso de Salvo sus cambios implican abandonar sus características y actitudes precedentes,

en el caso de Germán su nueva situación protagónica, no sustituye, ni disminuye, su rol

de narrador. Antes bien, aparece como su condición de posibilidad: Germán narra la

historia y puede presentar a través de ella la imagen de un líder revolucionario, porque

participa de ella.

Si nos preguntamos ahora por las posibilidades que esta perspectiva ofrece para

pensar las referencias de la historia a su contexto político, podríamos decir que el

personaje de Germán nos ofrece una nueva mirada sobre la militancia. Y es en este punto

en el que personaje y autor parecen estrechar al extremo su contacto. Oesterheld sería a la

vez testigo y partícipe de las circunstancias políticas de finales de la década del ´70. Es

más, su participación (como jefe de prensa de la agrupación Montoneros) parece consistir

precisamente en dar testimonio y difusión a esas circunstancias y a los actores

involucrados en ellas. Por esto mismo cabe pensar que la visión que Germán tienen de

Salvo en la historia, acaso coincida con la que Oesterheld tiene de sus compañeros de

militancia.

Se podría considerar a la historieta como una creación artística que expresa –

conciente o inconscientemente - las ideas y los momentos históricos-personales de cada

autor. Podemos discutir si las ideas que aparecen en dichas historietas son producto de

una intencional ‘bajada de línea’, o un desliz involuntario, o una necesidad de contar

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algo personal al margen de la historia principal, o de esconder un pensamiento que no se

puede hacer obvio, o una simple transferencia de situaciones como recurso estilístico.

Un análisis de la primera parte de El Eternauta de HGO, pero sobre todo de la segunda

parte de la obra, quizás permite proponer una respuesta: Es posible encontrar que en la

obra de este autor, excepcionalmente, considerando estas historias, confluyen todas las

explicaciones posibles, es decir: una ideología sostenida por el autor toma forma en su

obra convirtiéndola a la vez en vehículo de sus ideas y en la narración de su

autobiografía. Y lo que resulta más extra-ordinario aún es la ocasión en que la vida

misma de un autor (y no de su personaje autobiográfico) es puesta al servicio de realizar

una manifestación vital de sus ideas.

El caso de Héctor Germán Oesterheld y su abordaje de la segunda parte de El Eternauta,

nos autoriza a pensar que estamos ante uno de esos raros acontecimientos.

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Bibliografía:

Fuentes primarias

 OESTERHELD, H.G, El Eternauta, Buenos Aires, Ediciones Record, 1994.

 OESTERHELD, H.G, El Eternauta II, Buenos Aires, NUEVA BIBLIOTECA

CLARIN DE LA HISTORIETA. Vol. 19. 2005.

 OESTERHELD, H.G - BRECCIA, A. El Eternauta, Buenos Aires, Ediciones de

la Urraca, 1982 (1969).

Bibliografía secundaria

 SASTURAIN, J, “El Eternauta no tiene quien lo escriba” en El domicilio de la

aventura, Ed. Cit. P. 187. El texto fue publicado originalmente en Medios y

Comunicación, nro, 17, 1982. Buenos Aires, Argentina.

 DERRIDA, J, “Otobiografías. La enseñanza de Nietzche y la política del nombre

propio”, 2009, Buenos Aires, Amorrortu.

 BELLO TILLERO, E, “Comic e ideología”, disponible en:

http://mesadetrabajo.blogia.com/2010/100606-comic-e-ideologia.php

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