Está en la página 1de 2

Dominación y Vulnerabilidad

Lo anterior nos lleva necesariamente a hablar de un caso concreto —y con amplia


literatura— de vulnerabilidad en sentido relacional: el de la dominación. Para que haya
dominación se requiere al menos dos personas. Si la condición para que exista
vulnerabilidad relacional es que un agente tenga cierto poder sobre otro, ésta será una
relación de dominación cuando (i) el agente dominante aprovecha su poder sobre el otro
para (ii) interferir arbitrariamente de una forma que resulta irrespetuosa (ofensiva) hacia el
agente dominado. En otras palabras, el agente dominado es vulnerable a las acciones del
agente dominante, en el sentido de que está expuesta al poder arbitrario del agente
dominante.

Algunos comentarios sobre la definición anterior. La interferencia en cuestión es


arbitraria porque no es una interferencia consentida en igualdad de condiciones, como
puede ser, por ejemplo, el tipo de interferencia justificada de ciertas instituciones públicas
al ser resultado de un consenso público (Page. p. X). Por ejemplo, caso Dueño de Empresa
de Agua. Luego, que el agente dominante tome ventaja del poder sobre el dominado para
interferir a su favor no significa que el dominante ejerza efectivamente ese poder, o que sea
siempre necesario hacer ese poder efectivo para mantener esa dominación (Vrousalis. p.
X). Ejemplo.

Cualquier condición suficiente para la dominación requiere decir algo adicional al


punto (i). Porque, como cualquier padre o amante sabe, el mero poder sobre otro no es
suficiente para la dominación. Es el punto (ii) el que completa el conjunto pertinente de
condiciones suficientes. Así, la dominación hay que entenderla como subordinación
irrespetuosa a la igualdad de estatus, como el resultado de pensar que se puede jerarquizar
a los seres humanos ordenándolos de acuerdo a un cierto valor intrínseco (Anderson, 1999.
p. X). Relaciones entre personas o grupos donde unos creen que tienen derecho a infligir
violencia en aquellos considerados inferiores, a excluirlos o segregarlos, a trabajar sin
retribución o a abandonar sus propias culturas son, en definitiva, relaciones que no
expresan respeto, en el sentido de que los humillan, denigran o avergüenzan. Aquí,
entonces, la vulnerabilidad de la dominación no solo se refiere a una situación de
interferencia irrespetuosa o dependencia. Además, se puede decir que ésta profundiza la
vulnerabilidad cuando la dominación termina alterando el sentido de auto-respeto del
dominado y, eventualmente, su propia agencia. (…) La dominación puede manifestar (…)
sentimientos de impotencia y ansiedad, y eventualmente en una falta de respeto propio por
parte del agente dominado.

Ahora, cabría preguntarse ¿Qué propiedad hay en una persona o grupo que la haga
más propensa a relaciones de dominación? ¿Qué hace que un agente adquiera poder sobre
otro? Tampoco hemos respondido explícitamente cuál es el real reproche que podemos
hacerle a la vulnerabilidad ni cuáles son las distintas soluciones usadas para evitar aquellas
vulnerabilidades que nos resultan problemáticas. A continuación, nos adentraremos a los
juicios normativos en torno al concepto y la experiencia de la vulnerabilidad en sus distintas
facetas. Veremos cómo podemos justificar la obligación de atender a los vulnerables;
también habrá que discutir cuáles vulnerabilidades son políticamente relevantes y cuáles
quizás no. Luego, se dará cuenta de las condiciones de posibilidad de una vida libre de
vulnerabilidad problemática. Se verá que, si tanto la ausencia de ciertos mínimos sociales
como la existencia de ciertas desigualdades pueden explicar gran parte de estos
problemas, habrá que hablar también de distribución y reconocimiento como posibles
soluciones de políticas públicas.

También podría gustarte