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Un buen programa debe ser rápido: Puede tener o no un código

optimizado, pero el usuario final debe sentir que para lo que usa el
programa el tiempo que tarda en hacer las cosas es normal, un buen
ejemplo es el reproductor multimedia Songbird, que puede ser excelente
pero por lo que tarda en iniciar para los que solo quieren escuchar una
canción lo convierten en una contra que le cava la tumba. Otro buen
ejemplo son los visualizadores de imágenes, que deben ser instantáneos
al abrir (como Irfanview). Por el otro lado programas profesionales como
Autocad, 3Dstudio y demás pueden tardarse otro tiempo en abrir, para
ellos tenemos otras pretensiones.

Un buen programa debe ser estable: Una fija es la confiabilidad que


debe generar un programa, una buena aplicación no te debe dejar a
mitad del camino con todo el trabajo hecho en un procesador de textos,
con una cita a punto de concretarse mediante el programa de chat ni con
una presentación frustrada delante de decenas de colegas. Y si falla
(porque nade es perfecto en esta vida) un buen software debe tener
tantas opciones de recuperación como sean posibles (recuperar últimas
sesiones, mensajes offline, abrir el último archivo en el lugar donde
quedamos, entre otras).

Un buen programa debe ser usable e intuitivo: De nada sirve que


programes algo con miles opciones si no las colocas de una manera de
que el usuario pueda encontrarlas y utilizarlas. Eso no quiere decir que las
miles de opciones estén a la vista como las viejas versiones de Word que
mareaban al pobre usuario de oficina. Lo ideal es presentar de una
manera accesible los menúes frecuentes y luego juntar todos los demás
en un menú avanzado para que, además, los usuarios que se inician con el
software no sufran frustraciones tempranas y se vayan adecuando al
mismo de una manera paulatina. El botón office fue uno de los primeros
ejemplos de ello, que ahora sigue con todos los programas que usan
Ribbon, el menú configuración avanzada de NOD es otro. Picasa es un
ejemplo genial de usabilidad, tiene de todo, para todo, y se encuentra
muy fácil.

Un buen programa debe actualizarse silenciosamente: No hay nada


más placentero que ver que Mozilla nos avisa que actualizó a la última
versión y que se instalará en el próximo reinicio. Este mismo programa a
lo sumo requiere la acción del usuario para actualizar complementos de
vez en cuando y es casi el extremo de programas molestísimos
como Adobe Reader o Real Player que le preguntan al usuario hasta la
hora.

Un buen programa debe ser inteligente: Quizás este punto parezca un


poco pretencioso, pero hace unos días estaba hablando con un amigo de
algunas características que tiene JDownloader, entre ellas el hecho de
que si usas un password para descomprimir un archivo descargado,
luego, al bajar otros archivos y en lugar de pedir passwords primero
prueba descomprimirlo con los passwords anteriormente utilizados. Esto
que parece una tontería (y debe ser sencillo de implementar) es una
genial muestra de un programa que va aprendiendo a medida que uno lo
va utilizando. Cuanta razón tienen los libros de usabilidad cuando afirman
que los usuarios no quieren pensar, quieren todo servido, ya digerido.

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