Está en la página 1de 2

Reseña Graffitti de Julio Cortázar

Julio Florencio Cortázar Scott nació el 26 de agosto de 1914 en Bruselas. A pesar


de su nacionalidad su corazón siempre fue argentino, al igual que sus padres, a
sus cuatro años de edad llega a Buenos Aires y más tarde se instala en Bánfield,
ciudad cercana a Buenos Aires, donde pasa el resto de su niñez y adolescencia.
Allí mismo hace una licenciatura en letras y pedagogía, luego se traslada a
Buenos Aires para continuar sus estudios en filosofía, los cuales abandona debido
a problemas económicos. Sin embargo, su espíritu y su naturalidad con la palabra
le permitieron iniciar su carrera como escritor y colarse entre los mejores
escritores y poetas argentinos y latinoamericanos de su época.

Cortázar tuvo que presenciar la dictadura militar de su país, vivió en carne propia
los asesinatos, las mentiras y las desapariciones, lo que lo hizo repudiar el
régimen y fue siempre, como todo poeta, simpatizante de la libertad. Por ello, su
literatura además de estar impregnada de esa sustancia fantástica tan
característica, también suele tratar cierta denuncia social como en el caso del
cuento corto titulado Graffitti. En él, el poeta acerca dos almas solitarias presas del
miedo y la dictadura militar, asimismo, muestra como las vidas de estos dos
personajes se cruzan por un profundo deseo de expresar, de expresarlo todo y
nada a la vez, de expresar aquellos sentimientos sublimes que nos hacen
humanos. Así, el autor nos muestra que un sentimiento como el amor puede
vencer el miedo y catalizar la creatividad y, sobre todo, desafiar el poder.

Este relato escrito en un tono romántico y envolvente, con un narrador en segunda


persona, comienza hablando de uno de nuestros protagonistas - el hombre- y su
placer banal de escribir en las paredes. De igual manera, toca el tema del miedo y
la prohibición, el desafío que resultaba para aquella persona dibujar esos
garabatos en las paredes de su barrio, pero que a pesar de no tener una causa
social, ni la intención de trasmitir inconformidad, el dibujarlos le causaba una
especie de esperanza y libertad. Luego, introduce a nuestro segundo personaje, el
cual se deduce que es mujer por sus trazos femeninos y sus dibujos, no obstante,
ninguno de nuestros protagonistas se han encontrado personalmente.

Entonces, el personaje masculino -el cual Cortázar nunca revela el nombre


durante el relato- siente una extraña inquietud y curiosidad por saber de quién es
aquella osada mujer que corre su mismo peligro todas las noches. Así, nuestros
protagonistas, comienzan un juego peligroso a través del cual se comunican el
uno con el otro, se comunican todo y nada a la vez, se comunican por medio de
colores y de trazos, hasta llega un punto –dice la voz del narrador- en el que él
llega a imaginarla y quererla. Una noche, el hombre va como de costumbre a
dibujar en las paredes, pero algo inusual pasa, ve las luces de una patrulla y como
unos policías cogen de su cabellera, lo que parece, una figura femenina, la cual
introducen a la fuerza en la parte trasera del vehículo. Después de lo sucedido, él
mira la pared y ve el trazo sin terminar de ella, hecho que lo sume en una
depresión culposa y angustiosa, la que intenta ahogar con alcohol.

Luego de recuperarse, nuestro protagonista vuelve al mismo muro para terminar lo


que ella había empezado, esto le causa una especie de catarsis que le alivia su
pena y lo ayuda a seguir adelante. Una madrugada que el personaje barón va a
pintar como de costumbre, encuentra un dibujo que solo él hubiera podido haber
distinguido, al parecer, es la cara de una mujer golpeada. Finalmente el narrador
cambia súbitamente a primera persona, la cual no se puede distinguir con certeza
si es el hombre o la mujer, francamente por las palabras se podría decir que es la
mujer despidiéndose de nuestro protagonista masculino, y de esta manera tan
inesperada finaliza el cuento.

Lo que, a mi parecer, trata de exponer Cortázar, por medio de este cuento, es, en
primera instancia, como el arte catapulta las emociones más sublimes que
constituyen al ser humano liberándolo de todas aquellas sensaciones negativas, a
pesar de lo difíciles que parezcan las circunstancias. Asimismo, ésta sensación
liberadora que fomenta el arte es la mejor arma contra cualquier tipo de violencia,
prohibición y opresión. Sin embargo, tan inesperado final, nos deja pensando que
inclusive en algunos casos la violencia es más fuerte que el arte y predomina
sobre la esencia de lo que nos hace profundamente humanos, pero bueno, son
solo especulaciones y divagaciones, la verdad se esconde tras un entramado
mucho más profundo que no se puede entrar a tratar en este texto.

También podría gustarte