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de Gerencia

Revista Venezolana

Revista Venezolana de Gerencia


Universidad de Zulia
rvgluz@yahoo.es
ISSN: 1317-9403
VENEZUELA

2004
Osvaldo R. Battistini
EL INFIERNO DE LA CLASE OBRERA ARGENTINA.
DESDE UN PASADO VENTUROSO A UN PRESENTE SIN PORVENIR
Revista Venezolana de Gerencia, abril-junio, año/vol. 9, número 026
Universidad del Zulia
Maracaibo, Venezuela
pp. 179-200
Revista Venezolana de Gerencia (RVG)
Año 9. Nº 26, 2004, 179-200
Universidad del Zulia (LUZ) · ISSN 1315-9984

El infierno de la clase obrera argentina.


Desde un pasado venturoso a un presente
sin porvenir
Battistini, Osvaldo R.*

“Si arrastré por este mundo


la vergüenza de haber sido
y el dolor de ya no ser,
bajo el ala del sombrero
cuantas veces embozada
una lágrima asomada
yo no pude contener.”
Primer fragmento del tango de Carlos
Gardel y Alfredo Le Pera: Cuesta Abajo

Resumen
La conjunción de una serie de factores económicos, sociales y políticos en la Argentina de los
noventa dio como resultado el momento de mayor fragmentación política de los trabajadores. Esto
fue logrado a partir de la desestructuración de la sociedad comenzada en la dictadura militar de me-
diados de los setenta y profundizada mediante la implantación del modelo neoliberal a comienzos de
la última década del siglo XX. Se terminó entonces dilapidando toda posibilidad de consolidación de
la una clase obrera mas o menos homogénea, cuyo germen había sido prefigurado bajo el primer go-
bierno peronista y se había puesto de manifiesto en las distintas etapas de la resistencia a gobiernos
que amenazaban los intereses de los sectores populares. Sin dudas se trataba de políticas destina-
das a asegurar una sociedad disciplinada con el fin de consolidar el poder de los sectores dominantes
más relacionados con la especulación financiera y los intereses de los grupos económicos transna-
cionales. Al mismo tiempo, no sólo se lograba una sociedad económica y socialmente fragmentada
sino que se reproducía una cultura individualista extrema que potenciaba dicha situación. En el pre-

Recibido: 03-11-17. Aceptado: 04-03-31

* Investigador adjunto del CONICET. Coordinador del área “Identidades y representaciones” del
CEIL-PIETTE. Profesor de la Universidad de Buenos Aires. Dirección postal: CEIL-PIETTE,
Saavedra 15, 4° piso, C1083ACA Ciudad de Buenos Aires. E-mail: battisti@mail.retina.ar,
obattistini@ceil-piette.gov.ar

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sente artículo estudiamos los elementos condicionantes en la cultura del trabajo que existían en la
historia previa a la implantación del modelo neoliberal y los factores contextuales que permitieron su
desarrollo. Al mismo tiempo analizamos los factores que, en un marco de fragmentación y transfor-
mación constante, estructuran actualmente las identidades del trabajo.
Palabras clave: Identidad, trabajo, clase obrera.

The Hell of the Argentinian Working Class: From


a Promising Past to a Present Without Future
Abstract
The convergence of a series of economic, social and political factors in Argentina in the
1990s resulted in the greatest fragmentation of labor policy in that country. This occurred due to the
de-structuring of the society that began in the military dictatorship beginning in the 1970s, a process
which worsened with the imposition of the neo-liberal economic model implanted at the beginning of
the last decade of the XXth Century. All of this resulted in the dilapidation of the possibility of consoli-
dating a more or less homogeneous labor class, the germ of which had been pre-configured in the
first Peronist government, and which had been manifested during different stages of the resistance
to governments that threatened the interests of the popular sectors. Without doubt these policies
were destined to insure a disciplined society for the purpose of consolidating power in the dominant
sectors more related with finance and the interests of transnational economic groups. At the same
time, not only was an economic and socially fragmented society achieved, but a culture of extreme
individualism was empowered by this situation. This article studies the conditioning elements in the
work culture that historically existed in the history of the country prior to the implantation of the neo-
liberal model, and the contextual factors that permitted its development. At the same time we ana-
lyze the factors that, within the framework of constant fragmentation and transformation, presently
structure the work identity.
Key words: Identity, work, working class.

1. Introducción mación del sistema, en la actualidad pue-


de decirse que de esa misma clase, como
Si en los años en los cuales la reali- elemento monolítico y propulsor de valo-
dad social, económica y política argenti- res, quedan solo rastros.
na se asemejaba a ciertas características A favor de la implementación de
de los Estados de Bienestar europeos y parámetros de corte neoliberal en la eco-
las relaciones laborales adquirían simili- nomía y de técnicas del management di-
tudes al fordismo preponderante en las rigidas a establecer un mejor control de
economías centrales, la clase obrera se la producción y de la subjetividad de los
constituía por un lado en el elemento di- trabajadores, se produjo una fuerte frag-
namizador del régimen de acumulación y mentación de estos últimos y la transfor-
de la forma de producción, y por el otro en mación de sus propias perspectivas so-
el sujeto capaz de encarnar la transfor- bre la realidad presente y sobre el futuro.

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Las nuevas culturas del éxito rápi- ciones políticas cercanas a los sectores
do, de los valores modernos, del triunfo populares.
de los jóvenes, se impusieron sobre la En el artículo que presentamos es-
idea de carreras y ascensos sociales tudiamos los elementos que caracteriza-
paulatinos dirigidos a la obtención de ban la cultura del trabajo en Argentina
credenciales de formación y un futuro a hasta los años setenta y cuales son los
través del trabajo estable. Las estructu- que lo caracterizan en la situación actual.
ras productivas fueron modificándose, A partir de esto, analizamos que factores
introduciendo nuevas formas organiza- estructuran actualmente, en un marco de
cionales y tecnologías que las hicieron fragmentación y transformación constan-
menos dependientes de la incorpora- te, las identidades en el trabajo.
ción de los trabajadores en masa. La de- En un primer apartado presenta-
socupación y la precarización se hicie- mos los aspectos que distinguieron la
ron, entonces, la norma y no la excep- construcción de la clase obrera argentina
ción. Casi como parte del mismo proce- en función de los parámetros generados
so, los movimientos políticos ligados a en el transcurso de la implantación y de-
los sectores populares y las organiza- sarrollo del modelo de estado interventor
ciones reivindicativas de los trabajado- y la cristalización de una sociedad donde
res perdieron la fuerza y el espacio que primaba la relación salarial clásica del for-
ocupaban en la representación del con- dismo. Luego analizamos las transforma-
junto de los mismos. Este triple movi- ciones de la identidad y las referencias al
miento generó las condiciones para que trabajo 1, contrastando entre aquellas que
ya no podamos hablar de homogeneida- derivaron de la relaciones establecidas
des en las construcciones identitarias por el trabajador con el peronismo y el
que se producen en el mundo del traba- sindicalismo. En el tercer apartado des-
jo. La multiplicidad de situaciones y la cribimos los actuales condicionantes a la
preponderancia de las incertidumbres construcción de relativas homogeneida-
da como resultado la proliferación de lu- des en las identidades de los trabajado-
gares y valores, que son ocupados mas res en Argentina.
o menos caóticamente por trabajadores
2. Particularismos de la clase
distintos en distintos momentos de su
obrera en Argentina
propia historia como tales. Esta polifor-
midad de los trabajos y su inconstancia La construcción de relaciones so-
en el tiempo dificulta las pertenencias y, ciales estables asentadas sobre un hori-
desde allí, la puesta en marcha de pro- zonte de vida seguro, certero y calculable
yecciones a futuro y el desarrollo de ac- era el basamento sobre el cual se apoya-

1 Para este artículo tomamos como parámetros principales de análisis a los trabajadores asala-
riados actuales (estables o precarizados), por considerar mas ajustada la posibilidad de efec-
tuar una relación con la clase obrera preponderante en nuestro país entre los años cuarenta y
mediados de los setenta.

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ba la estructura del Estado bienestarista en ese lugar del trabajo. Además el saber
vigente desde fines de la segunda guerra era transmitido por los viejos trabajado-
mundial hasta mediados de los setenta. res a los mas jóvenes, lo cual implicaba
Dentro de esa lógica de funcionamiento además una transmisión importante de
societal, el ser un trabajador con una rela- valores del trabajo y de la relación con los
ción salarial formal era garantía suficiente otros (compañeros, superiores, técnicos,
para alcanzar la propia existencia social. representantes sindicales).
En ese mismo sentido, es importante te- Particularmente en nuestro país,
ner en cuenta que, aún hoy, cuando esta las características de la tecnología, como
realidad no es la preponderante, el asala- producto de la inserción importada de di-
riado es juzgado/ubicado por su situación ferentes capitales y el traslado de maqui-
de empleo, y el conjunto de estos trabaja- narias ya amortizadas en el país de ori-
dores encuentran, a partir de esta forma gen, requería de la adaptación perma-
de inclusión, su común denominador y nente de las mismas a las necesidades
existen socialmente desde ese lugar de la producción. Eran los mismos traba-
(Castel, 1995). jadores los que realizaban estas adapta-
La empresa capitalista característi- ciones y quienes, por lo tanto, pasaban a
ca del modelo bienestarista reproducía tener un importante grado de control so-
una cultura laboral que reforzaba la iden- bre las mismas. La transmisión de sabe-
tificación de los trabajadores entre sí, que res productivos era acompañada por un
asentaba la construcción de un “noso- valor agregado cultural de mucho valor
tros” del grupo obrero, enfrentado a un substancial, tanto para el trabajador
“ellos” de los otros, de quienes no partici- como para el mismo empresario, ya que
paban de esa cultura, a quienes se recha- en muchos casos, las transformaciones
zaba violentamente o hasta a algunos de realizadas a la máquina por los mismos
ellos se los ridiculizaba (los obsecuentes, trabajadores no habían sido trasladadas
los jefes, los supervisores) (Beaud y Pia- a planos o manuales técnicos, eran solo
loux, 1999). conservadas en la memoria cultural obre-
El saber obrero, la capacidad del ra y solo transmitida por los códigos rela-
trabajo manual era valorada mas que cionales establecidos entre los mismos
cualquier otro conocimiento dentro de la compañeros de trabajo. Además, y qui-
fábrica. Sólo quien estaba en contacto di- zás como consecuencia de esta lógica de
recto con la producción era el que tenía el funcionamiento productivo, aunque las
conocimiento verdadero, que a su vez le estratificaciones obreras estaban institu-
permitía contar con un espacio estable en cionalizadas (vía convenios colectivos o
la producción (el puesto de trabajo). Para normas internas de la fábrica) eran los
ocupar un lugar en el grupo de obreros mismos trabajadores quienes, en cierta
había que “saber hacer” con las manos, medida, controlaban su desarrollo. En
tener facilidad para manejar las máqui- este caso, la representación sindical en la
nas. La tecnología era aprensible por los fábrica cumplía las veces de reaseguro o
trabajadores, pero el acceso a ellas se garantía a las movilidades ascendentes
realizaba en función de los aprendizajes de los obreros, otorgando poder para re-

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lativizar el avance del capital sobre ellos y tuían un acceso particular a la propiedad.
sus derechos. Se trata de lo que este autor denomina
Bajo el desarrollo de una sociedad como propiedad social 2 y que les permitía
de pleno empleo, el grupo obrero podía acceder a los trabajadores a una condi-
pensarse aun en términos de clase: con ción de individuos en sentido positivo
sus propios representantes en la fábrica (Castel y Haroche, 2001).
-quienes eran tenidos como personajes La propiedad social representa una
respetados dentro de ella-, él ofrecía un nueva condición, un recurso histórica-
marco de identificación y de socializa- mente inédito para asegurar el acceso a
ción para todos quienes ingresaban en el la independencia y a la propiedad de sí.
mismo. Por otra parte, la multiplicidad de Se supera así la aporía en la cual estaba
desafíos que eran enfrentados con éxito metida la propiedad privada, de ser a la
como colectivo hacía que se consolide vez necesaria e imposible de generalizar.
su propia identidad de grupo (Beaud y Según R. Castel y Haroche (2001) “la so-
Pialoux, 1999). ciedad salarial se constituía en una socie-
Las acciones llevadas a cabo por dad de parecidos (un continuum de posi-
las representaciones político-sindicales ciones), pero de parecidos-diferentes
reforzaban la identidad de clase. El víncu- (continuum diferenciado)”.
lo político con el sindicato era el reasegu- En este contexto, la fábrica apare-
ro de las conquistas dentro del territorio cía como el lugar del reconocimiento so-
del capital. Dicha organización constituía cial. El hecho de alcanzar un espacio en
el espacio privilegiado de correlación en- la producción representaba la seguridad
tre lo individual y lo colectivo. El sindicato de poder ocupar lugares privilegiados en
ocupaba el espacio desde donde, sus otros espacios. El trabajador sentía su
miembros, articulaban el conflicto y la ne- completitud a partir de ganarse el susten-
gociación. De esta forma los trabajadores to diario, el de su familia y tener, a partir
quedaban relevados del enfrentamiento de ese ingreso salarial, la libertar de ele-
individual con el capital, que los hubiera gir tiempos de disfrute y acceder a formas
colocado en una relación de absoluta de- de consumo que lo separaban por un
sigualdad. tiempo diario del sacrificio desgastante
Por su parte, el Estado era el encar- de la fábrica. Aunque esto último sucedía,
gado de minimizar los riesgos que podían el malestar en la jornada diaria de empleo
derivar en situaciones de indefención de se canjeaba por el bienestar, del consu-
los individuos. Los mecanismos dirigidos mo garantizado y progresivo, fuera de
a expandir los derechos sociales consti- ella. Además, ese lugar en la empresa

2 R. Castel (1995) denomina como propiedad social a una suerte de término medio que incluye la
protección social, la vivienda social, los servicios públicos, un conjunto de bienes colectivos
provistos por la sociedad y puestos a disposición de los no propietarios para asegurarles un mí-
nimo de recursos, permitirles escapar a la miseria, a la dependencia y a la decadencia social.

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era al cual se volvía día a día, sin pensar dad para dedicarlo al turismo. Esta alter-
que existía la posibilidad de que en algún nativa fue solo posible en el momento en
momento esto no se hiciera posible. Un que el ingreso comenzó a ser suficiente
elemento fundamental que permeaba las para ello, o cuando las otras necesidades
relaciones sociales era que la condición estaban cubiertas (vivienda, educación
de trabajador garantizaba la seguridad para los hijos, infraestructura del hogar,
futura para él y para su prole. entre otros). De cualquier modo, la exis-
El tiempo diario pasado en la fábri- tencia de servicios turísticos pertenecien-
ca estaba fijado de antemano y posibilita- tes a las propias organizaciones sindica-
ba el manejo del tiempo propio fuera de la les constituyó un elemento que facilitó
fábrica. El tiempo de trabajo pautaba el esa posibilidad. Al mismo tiempo, cuando
resto del tiempo libre, pero habilitaba, a los trabajadores salieron masivamente
través de un ingreso monetario suficien- de vacaciones a distintas zonas turísticas
te, el acceso a otros lugares (esparci- del país, le imprimieron a estos ámbitos
miento, vacaciones, entre otros). Las va- características particulares, lo cual impli-
caciones constituían la posibilidad de ob- có el desplazamiento de las clases altas y
tener un tiempo propio, disfrutado con medias altas a otros territorios. Esto signi-
una lógica distinta al del tiempo libre de ficaba que la clase obrera hacía uso de
cada jornada diaria de trabajo. En este este derecho pero llevando consigo sus
caso, se trataba de una época en el año particularismos, que contrastaban con
en la cual los trabajadores asalariados te- los de los sectores sociales que tradicio-
nían la posibilidad de gozar de un des- nalmente se desplazaban hacia los luga-
canso, que los acercaba, en cierta forma res de veraneo.
a la clase burguesa 3. De cualquier modo, Por otra parte, el desarrollo de las
las características de dicho disfrute no obras sociales sindicales fue un elemento
eran iguales para las distintas clases so- de importancia en la constitución del par-
ciales. En Argentina, la posibilidad de ticularismo obrero en Argentina. La ex-
contar con un tiempo de vacaciones no pansión de la clase obrera y el consi-
implicó, inmediatamente, que los trabaja- guiente aumento de los ingresos moneta-
dores hicieran del mismo una oportuni- rios 4 que recibían estas organizaciones

3 Según R. Castel (1995) la inclusión de las vacaciones en la legislación significó la inscripción


“en la ley la posibilidad de no hacer nada que se estuviera obligado a hacer durante unos días al
año, era reconocerle al trabajador el derecho a existir sencillamente, igual que los rentistas, los
burgueses, los aristócratas, todos aquellos que en el imaginario obrero disfrutaban de la vida
por la vida misma y para si mismos. Algunos días por año, la condición obrera coincidía con la
condición burguesa”.
4 Nos referimos al dinero que ingresa a los sindicatos por la cuota de cada uno de sus afiliados, y
por las cláusulas obligacionales dirigidas a los trabajadores no afiliados y a los mismos empre-
sarios.

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hizo que los servicios de salud y aún el de das. La extensión de la urbanización iba
turismo5 crecieran exponencialmente en de la mano del crecimiento industrial y el
poco tiempo. Así, las prestaciones que se aumento del empleo asalariado.
alcanzaron no tenían mucho que envi- La educación, por su parte, tam-
diarles a las del sector privado, lo cual, bién ocupaba un lugar esencial en la
por un lado, representaba una importante constitución de valores relacionados con
cantidad de ingresos que no derivaban a la inserción en el espacio laboral y, por
este último sector y, por otro lado daban este medio, el desarrollo de la posibilidad
lugar a formas de ampliar la ciudadanía de obtener los bienes necesarios para ac-
obrera hasta perforar los espacios tradi- ceder al progreso individual y colectivo.
cionales de las clases sociales económi- La educación era la vía de entrada a un
ca y estatutariamente mas acomodadas. trabajo y a su vez el trabajo era el rease-
En base a lo dicho en los párrafos guro para que, por su intermedio, se ex-
anteriores, podemos afirmar que, en Ar- pandan las posibilidades de obtención de
gentina la propiedad social, otorgada por credenciales de formación. Esto último se
el Estado, era complementada, en forma daba sobre todo en el plano familiar, ya
sustancial, por los sindicatos, mediante que un signo de progreso a nivel del tra-
los instrumentos sociales a su cargo. bajo eran los títulos universitarios que po-
Es importante destacar, por otro dían obtener los hijos de los trabajadores.
lado, que la fábrica no solo implicaba un En nuestro país, la cultura de “mi hijo el
lugar destinado a la obtención de un in- doctor” había calado hondo en el ideario
greso. Ese espacio era el alimento co- de los sectores obreros, que encontraban
rriente y fundamental de todas las socia- en el ascenso social familiar una forma de
bilidades. ascenso propio y, en el fondo, una forma
En este último sentido, el hecho de de hacer perdurar, mas allá de su vida ac-
estar en una relación salarial por tiempo tiva, el bienestar conseguido tras largos
indeterminado generaba la posibilidad de períodos de sufrimiento 6. No podían salir
acceder, entre otras cosas, a una vivien- ellos mismos de su situación de trabajo
da. A partir de esto se obtenía un lugar en asalariado y el sometimiento que esto
un barrio determinado, en el cual se re- significaba, pero si podían garantizar que
producían relaciones de proximidad con sus hijos, a través del estudio, no tengan
los vecinos. La expansión de los barrios que recorrer el mismo camino para llegar
obreros y su desarrollo fueron durante a posiciones mas elevadas en la estructu-
muchos años el símbolo del progreso, so- ra social. A pesar de la satisfacción que
bre todo en las sociedades más atrasa- implicaba contar con un empleo seguro,

5 La hotelería sindical, radicada en los distintos sectores turísticos pasó a ser una de las mas de-
sarrolladas y confortables del país.
6 En este caso estamos haciendo referencia a los pobres urbanos que resultaban de migraciones
internas en el país o quienes venían a Argentina huyendo de la guerra en Europa.

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en cierta forma podía hablarse de cierta paso por una serie de aprendizajes, que
resistencia a que ese mismo lugar sea no eran solamente el de las tareas que
ocupado por sus hijos. Este elemento constituían el puesto de trabajo, sino que
pudo haber constituido un factor que fue eran también el conjunto de valores y da-
minando las posibilidades de constitución tos de sociabilidad que se esforzaban
de una clase obrera con una visión relati- para reproducir los viejos trabajadores.
vamente homogénea de su posición en la La necesidad de que los nuevos trabaja-
relación con el capital, así como de sus dores incorporen hábitos y códigos de
posibles perspectivas de progreso a par- grupo era una forma de garantizar, tam-
tir de la organización y la lucha. bién, ciertos núcleos de resistencia al ca-
El ingreso monetario, producto del pital. Si el taylorismo-fordismo se asenta-
empleo asalariado, garantizaba la estabi- ba en estrictas normas de racionalización
lidad familiar y aseguraba el futuro. La y control, los trabajadores encontraban
propiedad que se obtenía no era solo ma- en sus códigos relacionales el resguardo
terial sino simbólica, dado que los diplo- para evitar que el cumplimiento estricto
mas implicaban una forma de valoriza- de dichas normas redunde en el sobre-
ción futura mucho mayor que la que el di- esfuerzo y el agotamiento diario.
nero corriente podía generar en forma in- La organización de la producción se
mediata. articulaba con la de las relaciones contrac-
A partir de estas afirmaciones, po- tuales. Los intereses del capital y el trabajo
demos aventurar que quizás la cultura se entrecruzaban en función de normas
obrera nunca estuvo firmemente enraiza- productivas y de distribución de benefi-
da en los trabajadores de nuestro país. cios. La contradicción que se expresaba
Por diversas razones siempre plantearon en el momento de la producción quedaba
formas de salida de esa relación, que se velada en el momento del consumo.
manifestaron de diversas maneras: bajo De cualquier modo, una organiza-
la idea de constituirse en un trabajador ción de la producción de tipo vertical, pro-
por cuenta propia, de irse algún día del fundamente jerarquizada y con controles
país a probar suerte en actividades mas cercanos muy fuertes, cuyo objetivo era
lucrativas, de “volver” a la tierra propia o alcanzar un alto grado de disciplina al in-
de sus padres. terior de la fábrica, tenía su contrapartida
Como ya dijimos, en definitiva, la en la multiplicación de parecidos entre los
fábrica otorgaba un “lugar”, un espacio de trabajadores. La estructuración de un tra-
pertenencia, que desde el trabajo se bajo por puestos, con diferenciaciones
transformaba en reconocimiento social, entre las tareas, pero asentándose en la
en espacio social de referencia frente a proximidad de las calificaciones igualaba
los otros. mas que diferenciaba.
La cultura obrera, reproducida en la Por otra parte, esa misma estructu-
fábrica, como ámbito privilegiado, im- ra cuasi-horizontal entre los obreros, que
pregnaba además distintos espacios de para la empresa funcionaba como correa
la relación social. El ingreso a un empleo de transmisión de saberes profesionales,
asalariado como obrero significaba el para los trabajadores era la vía fundamen-

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tal para transmitir culturas políticas y for- la clase obrera y que, a partir de estos ele-
mas de resistencia. La imbricación entre mentos, dio espacio para la configuración
las modalidades y formas de la actividad de nuevas formas identitarias 7. A partir de
sindical con las prácticas laborales y el ellas se posicionaban en sus relaciones
desarrollo de los grupos de “compañeros” con el capital. La inserción en colectivos
alrededor de los distintos puestos de tra- políticos fuertes, con capacidad institu-
bajo generaron las condiciones de trans- cional para enfrentar a los poderes del ca-
misión para determinada cultura en el en- pital en si mismo y a los constituidos en el
tramado de relaciones laborales -también Estado, dotaba de potencia a la identidad
conformadas como relaciones sociales de los trabajadores.
entre personas “constituidas” por una his- La identidad reforzada por las po-
toria común- (Beaud y Piauloux, 1999). tencialidades de las organizaciones po-
pulares se articulaba a partir de círculos
3. Entre el peronismo y la
concéntricos de inclusión, uno de ellos el
debacle
de la política partidaria y la apelación mas
Hasta principios de los setenta, en cercana al Estado (encarnado por el pe-
Argentina, las estructuras del peronismo ronismo) y el otro, mas próximo al espa-
y del sindicalismo actuaban como nú- cio laboral, y relacionado con las deman-
cleos desde donde los trabajadores cons- das generadas a partir de ese lugar (el
truían sus identificaciones. En sus oríge- sindicato). Los dos espacios estaban in-
nes, el peronismo actuó como una fuerza terrelacionados desde líneas ideológicas
disruptiva que definió nuevos clivajes po- comunes. En una primera época el primer
líticos, que puso en un plano de relativa círculo de inclusión (el peronismo) era el
igualdad a los trabajadores entre sí y res- mas general o amplio, y desde allí se ge-
pecto a gran parte de los sectores domi- neraba el acceso al círculo mas cercano
nantes (Svampa, 2000), que generó, bajo al trabajo (el sindicato) 8. Con el tiempo, y
la misma lógica la inserción ciudadana de ante los distintos procesos que dificulta-

7 “Durante décadas el peronismo fue el lenguaje político que estructuró la experiencia subjetiva
de los sectores populares”. Desde 1945 y aún en los momentos de proscripción “el peronismo
continuó siendo en los sectores populares una estructura activa que poseía la capacidad de or-
ganizar la experiencia cotidiana, a la vez política y privada”. Canalizando a su vez “una dimen-
sión obrerista y contracultural expresada entre otras cosas por la valoración del mundo del tra-
bajo (sobre todo, del trabajador industrial), por el desprecio de los no-trabajadores, la nostalgia
del esplendor populista y la proliferación de expresiones iconoclastas en el lenguaje popular”.
Referencia en el texto de Svampa (2000) a James D. Resistencia e integración, Sudamericana,
Buenos Aires, 1990.
8 “(...) la política aparece como el principio articulador de las diferentes dimensiones subjetivas
del trabajador metalúrgico, a partir de lo cual esta figura se dota de una identidad personal que
se incorpora, a su vez, en una identidad colectiva mayor: sindicalistas que son más peronistas
que trabajadores, pero también sujetos populares y peronistas en tanto obreros y sindicalistas”.
En este párrafo Svampa (2000) se está refiriendo al viejo militante sindical histórico.

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ron la acción directa del círculo político beneficios que otorgaba el Estado o en
partidario, el sindicato ocupó un lugar de prerrogativas en la misma unidad de pro-
preponderancia 9 y pasó a ser, para los ducción). El espíritu que amalgamaba a
trabajadores (sobre todo en el caso de los los nuevos y a los viejos militantes giraba
más jóvenes), el espacio privilegiado de en torno al momento de la “resistencia” a
integración. Por otra parte, la provisión y los poderes constituidos, para abonar el
expansión de los servicios dirigidos a los camino que permitiera una “vuelta” en el
trabajadores por parte de las estructuras futuro.
obreras, hizo que a partir de los años se- En este contexto y bajo los paráme-
senta, las mismas generaran una atrac- tros relacionales señalados se consolida-
ción per se, gracias a la posibilidad de ban identificaciones y pertenencias fuer-
ofrecer recursos de propiedad social. En tes, desde lo colectivo a lo individual y vi-
todo este proceso, lo político actuaba ceversa, que se ponían de manifiesto en la
como articulador de distintas dimensio- relación con los “otros” opuestos (la fábri-
nes del trabajador, de su propia historia y ca y el patrón).
del momento en que estaban insertos, lo El peronismo y el sindicalismo per-
cual da cuenta de que lo que se configura meaban fuertemente la identidad de los
es una situación donde las identidades in- trabajadores. Se establecían relaciones
dividuales se incorporan a una identidad más refractarias que reflejas respecto a
colectiva. Pero además, podemos decir estas dos instituciones, produciéndose
que dicha incorporación superó a la mis- una adaptación consensuada de los valo-
ma historia del primer peronismo en el po- res ideológicamente dominantes en cada
der, debido a que las mismas actuaban una de ellas. En el proceso de construc-
como nutrientes de una relación que se ción identitaria de los trabajadores, la
resignificaba en forma permanente. Los aparición del peronismo constituyó un
jóvenes que llegaban, tras la memoria de elemento de fundamental importancia.
sus padres, al partido o al sindicato, no Las transacciones identitarias realizadas
sólo traían el recuerdo de lo que “había por los individuos que ingresaban al parti-
sido” sino también la posibilidad de apor- do o al sindicato implicaban mayor acep-
tar a un espacio de lucha para que se re- tación e incorporación a la identidad que
conozca y conserve aquello que se había traían desde su historia de vida que re-
conquistado (ya sea en forma de ley, en chazo de los valores generados en ese

9 La existencia del sindicato y la articulación del poder generado en los espacios laborales y loca-
les a través de la CGT permitió al peronismo, en los momentos de proscripción del partido, con-
tinuar vigente y resignificar su legitimidad en los sectores populares. Una vez que el partido vol-
vía al poder el sindicato dejaba de ser el único ámbito de pertenencia y relevaba parte de sus ac-
tividades con el partido.

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espacio institucional10. Este afuera “hos- actualidad, en algunos casos los térmi-
pitalario” para el trabajador hacía que en nos se invierten, con un adentro laboral
la relación de trabajo, el obrero tuviera la que se vuelve mucho más refractario que
suficiente potencia para rechazar mas de el afuera político. Las organizaciones que
lo que incorporaba. En ese mismo senti- amparaban a los trabajadores ya no
do las relaciones con la empresa eran cuentan con estructuras que otorgan el
mas reflejas que refractarias. mismo poder de sus épocas de auje. Los
El peronismo actuaba como dador anclajes simbólicos y materiales que es-
de sentido, lugar de pertenencia indivi- tablecían los vínculos individuales con
dual y generador de poder, que se ponía ellas se han roto. Pero además, esta au-
de manifiesto en los espacios donde se sencia se suma a la inhospitalidad de un
articulaba la relación con el capital. “afuera” donde la amenaza comienza con
Por otra parte, tal como lo explica- la desocupación y termina con la exclu-
mos en el apartado anterior, en términos de sión social. En el espacio laboral quedan
Castel (1995), dicha existencia individual los trabajadores aislados, sin un “noso-
era positivamente conformada por la pre- tros” que los contenga y que les otorgue
sencia de un Estado que, bajo el signo del protección. Esta situación hace que se di-
populismo, garantizaba el acceso a la pro- luyan las semejanzas entre ellos y las di-
piedad social de todos los trabajadores. ferencias respectos al otro ajeno (el pa-
¿Qué pasa hoy cuando tanto el pe- trón). Este último aprovecha esta coyun-
ronismo como el sindicalismo no pueden tura y logra producir y reproducir situacio-
jugar el mismo papel que el que jugaron nes de identificación de los trabajadores
desde mediados de los cuarenta hasta con el núcleo productivo propio.
principios de los setenta? En un principio, para los trabajado-
Tratando de responder a esta pre- res con empleo asalariado y contratos re-
gunta, podemos considerar que en la lativamente estables 11, estas identifica-

10 Según C. Dubar (2000) la identidad se construye de manera problemática en la articulación en-


tre un proceso relacional y un proceso biográfico. En esta construcción operan, por un lado, ac-
tos de atribución, vale decir definiciones socialmente legitimadas sobre lo que uno es (identidad
para otro). Por el otro lado, actos de pertenencia que son definiciones subjetivas que expresan
lo que uno quiere ser (identidad para sí). Entre estas dos dimensiones de la identidad puede ha-
ber desacuerdos. Esto da lugar a estrategias identitarias tendientes a reducir la brecha entre
ellas, que pueden adoptar dos formas: a) Transacción externa u objetiva: entre el individuo y los
otros significativos. Se tiende a acomodar la identidad para sí a la identidad para otro; b) Tran-
sacciones internas o subjetivas: entre la necesidad de salvaguardar una parte de sus identifica-
ciones anteriores (heredadas) y el deseo de construirse nuevas identidades en el futuro (desea-
das). Se tiende a asimilar la identidad para otro a la identidad para sí.
11 Decimos que la estabilidad es relativa porque ante la elevada tasa de desocupación y la precari-
zación laboral que vivimos en Argentina no se puede decir que los trabajadores no vivan perma-
nentemente la presión de ese afuera. Pero también debemos destacar que el modelo contrac-
tual argentino no garantiza la estabilidad a pesar de la existencia del contrato por tiempo inde-
terminado, ya que prevé la posibilidad del despido incausado.

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ciones pueden ser de dos tipos: forzadas dicionado 12. El principal de esos recur-
o por consenso. En el primer caso nos es- sos es el empleo que, ante su ausencia
tamos refiriendo a las situaciones en las masiva en el mercado, es administrado
cuales, a pesar de que los trabajadores discrecionalmente, actuando de esa
cuenten con contratos por tiempo indeter- forma como elemento disciplinador por
minado, sobre ellos se generan perma- antonomasia. Ligado al empleo puede
nentes presiones que tienden a tensionar estar la posibilidad de contar con un sa-
las relaciones internas con sus compañe- lario relativamente elevado, que al com-
ros y con el mismo trabajo. Se trata de las binarse con expectativas de ascenso rá-
situaciones en las cuales el modelo de re- pido y cercanía a los nuevos sectores
laciones laborales tiende a generar com- seudopoderosos puede constituirse en
petencias por los lugares, entre los mis- la puerta de acceso a otros recursos
mos trabajadores y con el espacio exte- materiales o simbólicos. El primero de
rior. En ese sentido, la pertenencia al gru- estos últimos es la posibilidad de contar
po y al mismo espacio laboral tiende a ser con una gran capacidad de ahorro indi-
débil, y la identificación con el trabajo co- vidual, acceder a beneficios sociales
yuntural y forzada por las circunstancias. destinados a las capas altas y medias
En el segundo caso, lo que la empresa de la población y tener a disposición el
ofrece como transacción comienza por la dinero suficiente para responder a pau-
seguridad en el puesto y la posibilidad de tas de consumo suntuario. El neolibera-
ascender en él, sin que se trate necesa- lismo hizo que este patrón de conducta
riamente de una competencia encarniza- se conformara en un parámetro cultural
da con los compañeros. A partir de esto, de importancia, sobre todo para ciertas
se generan una serie de transacciones fracciones de la población. El comporta-
simbólicas ligadas al prestigio del lugar miento moderno de la sociedad era asi-
ganado y la proyección a lugares de ma- milado a la posibilidad de acceso a un
yor jerarquía en la misma empresa. consumo similar al del primer mundo,
En ambas formas identitarias pri- pero dado que no existían en el país los
ma la posibilidad de “dar” u “otorgar” mismos productos que en los países de-
que tiene la empresa, hoy desmedida- sarrollados, ese consumo estaba direc-
mente mucho mayor que la que tienen tamente dirigido, casi en forma suicida,
las organizaciones que antes nuclea- a productos de importación. El trabaja-
ban a los trabajadores. La empresa dor, que por su salario alcanzaba estos
pone a disposición de los trabajadores lugares se sentía cercano a los sectores
una multiplicidad de recursos, pero su sociales de mayores recursos. Sin em-
otorgamiento está absolutamente con- bargo, lo acotado en el tiempo que sue-

12 Podemos decir que lo mismo ocurría en el fordismo, pero en él no se resquebarajaban las unio-
nes entre los iguales que componían el espacio de trabajo.

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len ser los proyectos anclados en el mer- ción. Tal como afirma H. Arendt (1998), a
cado financiero hicieron que esa ilusión través de “la acción y el discurso, los
de ascenso social se desvaneciera pron- hombres muestran quienes son, revelan
tamente13. activamente su única y personal identi-
Esta última situación y la posibili- dad y hacen su aparición en el mundo hu-
dad de construcción de identidades fun- mano, mientras que su identidad física se
cionales a los intereses del capital fue presenta bajo la forma única del cuerpo y
parte de un proceso que empieza en el sonido de la voz, sin necesidad de nin-
nuestro país con la dictadura militar de los guna actividad propia”. Si consideramos,
setenta. A través de la represión, la ape- junto con Arendt, que esta acción es fun-
lación a la muerte como recursos discipli- damentalmente política, podemos obser-
narios, y el miedo consecuente, fueron var que lo que se estaba mutilando, en
desmembrándose la gran mayoría de los definitiva, es la aparición de ese hombre
lazos colectivos que unían a los distintos en el espacio político y desde allí la posi-
colectivos sociales (tanto en su interior bilidad de encontrar un lugar de pertenen-
como entre los diversos grupos). Se ge- cia común.
neró un sustrato social y cultural domina-
do por la individualización feroz de la po- 4. La individualización forzada.
blación. Se produjo una retracción de la Desde la dictadura militar
población al interior de sus hogares, a lo hacia el menemismo
privado, y se inculcó en ellos la idea de la
existencia de un “enemigo” omnipresen- La dictadura cumplió el papel de
te. De esta forma, sembrando miedo de constructor de un espacio sociocultural
unos hacia otros, se destruía la posibili- que luego fue aprovechado y reforzado
dad de encontrar un “nosotros” refracta- por la implantación del modelo neoliberal
rio, limitando o cercenando los canales a través del menemismo. Se instaló en el
de comunicación entre posibles “iguales” seno de la sociedad argentina una nueva
o “parecidos”. Si se generan interseccio- cultura, para lo cual era necesario des-
nes en las relaciones de comunicación se truir los cimientos sobre los cuales se ha-
pierde la posibilidad de que estos en- bía desarrollado la anterior 14. Entonces,
cuentren caminos comunes para la ac- el sindicalismo y el peronismo tradicional

13 Los movimientos financieros internacionales suelen determinar el emplazamiento de una de-


terminada empresa en un país, en función del traslado a él de un proyecto productivo específi-
co. Pero estos proyectos tienen la duración correspondiente a las necesidades generadas por
los mismos mercados financieros y están a expensas de sus fluctuaciones. Una vez terminado
el proyecto quienes lo conformaban, con contadas excepciones, pueden quedar sin empleo
(Boltanski y Chiapello, 1999).
14 En el artículo “La democracia construida sobre la violencia”, hago referencia a la transformación
social y cultural que se generó en la Argentina con la dictadura militar y se reforzó en el mene-
mismo a partir de la convertibilidad de la moneda y la consiguiente implantación del modelo
neoliberal (Battistini, 2002).

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fueron los primeros blancos de los ata- ras y posibles futuros laborales. En este
ques, tanto materiales (represión) como caso, tal como sucedió en los dos anterio-
discursivos (desprestigio permanente a res, el discurso y la materialización de las
través de los intelectuales orgánicos y los prácticas neoliberales parecieron conju-
medios de comunicación ligados a las gar una dupla nefasta. Mientras se mon-
clases dominantes). taba una campaña de desprestigio para
El espacio atacado en forma poste- todo lo que tuviera al Estado o estuviera
rior, con el objetivo de sembrar un terreno relacionado con “lo público”, se liquidaba
fértil a la necesidad de un nuevo trabaja- (presupuestariamente) a las estructuras
dor disciplinado, fue la educación pública, que de ello dependían, entonces, final-
en todos sus niveles. El desfinanciamien- mente, el discurso y la realidad parecían
to estatal y el empobrecimiento de los la misma cosa. Por otra parte, la educa-
sectores que dependían de ella para su ción “privatizada” o descentralizada fue el
formación fueron elementos que contri- coto de casa de los intelectuales de dere-
buyeron al fraccionamiento de la pobla- cha 15, que pasaron a utilizar ese medio
ción. Las clases medias fueron despla- como el más eficiente para la reproduc-
zando a sus hijos de los establecimientos ción de sus cuadros y la difusión ideológi-
educativos públicos para trasladarlos a ca de su cultura. Este otro lugar (el de la
los privados (tanto en el nivel primario educación pública) que se había ganado
como en el secundario). A su vez, se es- también se pierde, desde allí ya no se
tablecieron distintas gamas de colegios pueden pensar proyecciones o caminos
privados, que se distinguieron según el certeros que conduzcan a futuros de bie-
costo de los mismos, con lo cual también nestar. El futuro pasa a ser mucho mas in-
se producía una diferenciación al interior cierto para los que acceden a la posibili-
de la misma clase media, entre los menos dad de estudiar y aún, cuando se reciben,
pudientes y los mas acomodados. Otro no es segura la inserción en espacios que
tanto sucedió en el nivel universitario, les permitan ser uno de los ganadores.
donde los sectores de mayor poder ad- El menemismo reforzó esta cultura
quisitivo hicieron una opción por la edu- a través de la lógica del éxito rápido, el
cación de sus hijos en universidades pri- consumo importado y la flexibilización de
vadas, las cuales salieron a captar el mer- todas las conductas personales. La lógi-
cado con una feroz campaña de marke- ca de la intermitencia se transmitía desde
ting y la multiplicación de ofertas de carre- el empleo a todas las relaciones sociales.

15 No debemos descartar también que muchos intelectuales, bajo el paraguas del “progresismo”,
reciclaron sus ideas para encuadrar su actividad dentro de programas tecnocráticos de trabajo
y líneas de investigación ligadas a los sectores dominantes. En muchos casos, se trataba de los
mismos que en otras épocas trabajaban en directa relación con organizaciones de los sectores
populares. En este sentido, podemos afirmar que el poder de chantaje y cooptación del capital
fue otro de los elementos que contribuyó a la derrota ideológica que se puso de manifiesto du-
rante toda la década de los noventa y los comienzos del nuevo siglo en Argentina.

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Todo pasó a ser consumido y descartado Como expresamos mas arriba, el


como lo imponían las necesidades del modelo de consumo que se impuso fue
“mercado”. El problema fundamental de funcional a estos nuevos valores. Se
una sociedad estructurada de esa forma asentó en la posibilidad de acceder a pro-
es que en ese mismo movimiento de con- ductos importados, de alta calidad y en
sumo se estaba consumiendo a si misma. cantidades crecientes día a día. Este mis-
Se reforzó la aculturización de una mo modelo fue potenciado por las publici-
clase media absolutamente individuali- dades de los medios masivos de comuni-
zada desde la dictadura militar, impo- cación, en las cuales se hace apelación a
niendo valores asentados en la compe- un consumidor joven, exitoso, de gran po-
tencia despiadada por alcanzar el pro- der adquisitivo, que puede viajar y acce-
greso individual. Lo paradójico de esta der a bienes de alto valor económico 16.
situación es que en muchos casos se tra- Se dispusieron todos los instru-
taba de hijos o nietos de obreros que re- mentos para destruir la única barrera de
chazaban los valores pertenecientes a defensa del modelo anterior que queda-
esa cultura y que, muy por el contrario, ba. Entonces, fueron las estructuras de
alentaban desde sus posicionamientos protección estatales las que pasaron a
políticos, transformaciones instituciona- ser desmembradas.
les que terminaban por minar las bases La batería de medidas tomadas por
de sustento material de quienes ocupa- el gobierno, para desregular las normas
ban el lugar del trabajo asalariado. En relacionadas con el contrato de trabajo y
cierta forma podemos decir que, con in- la seguridad social, impactaron profunda-
gratitud, dejaban en el olvido el pasado mente en el mercado de trabajo dislocan-
que les había permitido llegar a la posi- do fundamentalmente todas las fuentes
ción social que detentaban. De cualquier de empleo para los trabajadores. Así fue
modo, relativizando esta última afirma- creciendo la desocupación y generando
ción creemos que la causa fundamental una situación de expansión continua de la
de esta actitud es la existencia del corte pobreza. Esto hizo que los colectivos de
generacional y cultural desarrollado por trabajadores se volvieran cada vez mas
la dictadura militar, limando las referen- fragmentados. El resultado lo vivimos ac-
cias a valores que se habían comenzado tualmente cuando observamos que en un
a encarnar en la población, sobre todo mismo espacio conviven hoy los trabaja-
en los más jóvenes. dores relativamente estables 17, los pre-

16 Los medios masivos tienen el potencial, cada vez más efectivo (por la masividad y su referencia
a la relación con la modernidad) de generar representaciones con gran valor simbólico, que en
el caso de los jóvenes suelen tener mucha efectividad. Esto se refuerza por la ausencia de co-
lectivos fuertes (sociales y políticos) que puedan generar valores contrapuestos.
17 No podemos hablar de total estabilidad en el empleo para estos trabajadores debido a que, aun-
que cuenten con contratos por tiempo indeterminado y ocupen puestos de gran importancia
para la producción, la existencia de una oferta de trabajadores muy elevada, generada por la

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carizados y los desocupados. Si antes el de la asistencia social. Pero todos com-


ámbito de la fábrica era el lugar prepon- parten una misma sensación de angustia,
derante para la unión y paso a la acción eso resignifica el espacio del trabajo
de la clase trabajadora, hoy ese ya no como común. Si bien, por un lado esta an-
puede ser el “campo” (en el sentido de gustia es utilizada por el capital para dis-
Bourdieu) para aglutinar las conciencias ciplinar distinguiendo quienes entran de
e iniciar acciones comunes. Si el mensaje quienes se quedan afuera, otra vez pue-
ideológico esencial de la sociedad sala- den encontrarse igualdades por el traba-
rial era: “no importa el trabajo con tal que jo: por lo menos se trata de una situación
el pago llegue a fin de mes”, hoy fue re- donde la ausencia real o virtual del em-
emplazado por “no importa el monto del pleo es lo que iguala. De cualquier modo,
pago, lo importante es tener un empleo” para todos el empleo asalariado dejó de
(Gorz, 1997). El empleo asalariado, dejó ser sinónimo de lugar de proyección y se-
de ser un atractor con potencia para in- guridad. Por el contrario, es visto perma-
cluir y distribuir ingresos para llegar a ser nentemente como lo que puede desapa-
solo una ilusión vacía. Se llega a él bajo recer. Su obtención, se convirtió en una
cualquier condición, incluso dejando de esperanza vana que carga las represen-
lado posibles resistencias y abandonan- taciones simbólicas del pasado y la inme-
do identidades propias. diatez del presente.
Esta situación fue eliminando, poco
5. Colaboradores, clientes,
a poco, la figura del obrero del imaginario
asociados y precarios: las
de la población. Si hasta los setenta, este
identidades del empleo
era el sujeto que podía llevar al país a la
“moderno”
transformación, en las dos últimas déca-
La amenaza permanente del de- das del siglo XX esa posición social pasó
sempleo hace que los de adentro no se a ser parte de la historia. Para muchos
sientan nunca dueños del lugar que ocu- trabajadores el “ser obrero” pasó a ser lo
pan, otros ven como sus días pasan en la que “eran”, cuando estaban en actividad,
intermitencia de empleos temporarios y es el caso de los mas viejos o de los deso-
largos períodos de búsqueda de inser- cupados, en su referencia al momento en
ción, los que están afuera definitivamente que tenían un empleo fijo. Para otros, los
se las arreglan para encontrar formas de más jóvenes, ni siquiera ese valor está en
trabajo absolutamente informales o vivir su imaginario18. Para algunos de estos

presión de una alta tasa de desempleo, hace que la seguridad no sea una de las características
del empleo para ninguno de ellos.
18 Ellos no son verdaderamente “obreros” porque están obrerizados en superficie y casi siempre
amenazados de caer en la asistencia. Solos y aislados frente a los “enemigos” dispersos (las
agencias de empleo, los hogares, entre otros.), se agotan en combates individuales perdidos de
entrada. Una de las características de su condición es el acortamiento de su horizonte, un ence-
rramiento en la vida del día a día producido por el estatus de “no-persona social” (de “no-adulto”

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últimos, sobre todo en los mas estables, tar su “forma”, lo tiene incorporado a su
sus referencias de “sí” están impregna- misma figura y lo incomoda en su posi-
das por valores propios de la empresa, ción primigenia, donde debe ser lo que
que incluso llegan a marcar su propia de- realmente es, una pieza contraria al capi-
nominación como trabajadores (colabo- tal en la relación característica del capita-
rador, asociado, cliente interno). Cuando lismo. “Cada asalariado se debe conside-
se es obrero, “se obra”, desde allí la pro- rar como proveedor de uno o varios clien-
ducción es un elemento que, por este ac- tes y cliente de uno o varios proveedores.
tuar, pasa a incorporar alguna forma de lo Esta relación cliente-proveedor está en el
propio y desde allí permite resignificar el centro de los dispositivos de calidad total.
lugar ocupado en la fábrica desde un es- Ella es también la justificación de las reor-
pacio distinto y distintivo. Cuando se es ganizaciones de la gestión de producción
colaborador, el papel ocupado es absolu- y, mas allá, de la empresa en su conjunto.
tamente secundario, ya que sólo se cola- Ya no se trata de producir sin tener en
bora con otro que tiene el saber y controla cuenta la demanda y de intentar vender
todos los espacios del trabajo. El asocia- luego lo que se ha producido. Por el con-
do es discursivamente puesto junto al ca- trario se trata de responde a as deman-
pital, colocándolo como en una “caverna” das del mercado, de poner al cliente final
platónica reproductora continua de ele- en el centro de las actividades, de reac-
mentos de dominación. Cuando, se le da cionar permanentemente ante las evolu-
el mote de “cliente” se lo identifica con ciones de sus deseos, de anticipar sus
“otro” totalmente extraño, que está fuera comportamientos de compra y de intentar
de la producción, que consume lo que el responderlos exitosamente” (Dubar,
trabajador fabrica y cuya relación es di- 2000).
recta con el capital. En este último sentido Por su parte, en el caso de los tra-
podemos decir que esta identificación no bajadores precarizados podemos hablar
deja de ser perversa (esto no significa de trabajos que dificultan las transaccio-
que las anteriores no lo sean), ya que con nes identitarias. La, incertidumbre inhe-
esta última denominación se trata de res- rente a la misma relación, la fuerte degra-
ponsabilizar a los trabajadores en una re- dación respecto a los antecedentes de
lación (en la mayor parte de los casos vir- formación o de trabajo anteriores, un in-
tual) ajena, que solo le compete al empre- greso que suele ser absolutamente indig-
sario. Es decir, el cliente es “un otro” total- no y las condiciones de degradación para
mente novedoso para gran cantidad de la realización habitual de tareas hacen
trabajadores, con quien hasta este mo- que se vuelvan irreales las posibilidades
mento no se había enfrentado, pero aho- de que los trabajadores incorporen parte
ra no solo lo enfrenta sino que debe adop- de los valores allí generados a su propia

también): sin empleo estable y entonces sin vivienda, sin la posibilidad de estar presto al consu-
mo, de donde se puede hablar de cierta forma de desocialización (Beaud y Pialoux, 1999).

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identidad. Podemos decir entonces, que construcción de identidades colectivas


en muchos casos podría tratarse de la en los sectores populares.
constitución de una identidad negativa, En una sociedad donde el desem-
en la cual lo que prima es la memoria de pleo y la precarización son la norma,
“lo que se era”, la angustia de no poder quienes cuentan con un empleo son mas
poner en práctica los saberes que de ella propensos a la aceptación sin demasia-
derivan y el rechazo a la situación actual. das resistencias de las restricciones im-
Ser trabajador representa algo en el puestas en el ámbito de acción del capi-
pasado (propio o familiar) pero muy poco tal. Quienes no tienen la posibilidad de te-
de la situación presente o futura. En la rea- ner un empleo, viven coaccionados por la
lidad actual, de estos trabajadores, enton- insatisfacción de las necesidades vitales
ces se presentan dos opciones: trocar las y a la espera de formas de salvación, que
identidades construidas en la socializa- coyunturalmente toman la forma de asis-
ción que antes otorgaba el trabajo por tencia estatal, o con la esperanza de ob-
fragmentos de identidad débil, coyuntural tener trabajos circunstanciales, en los
y con el estigma del fracaso; o vivir como cuales no pueden poner demasiadas ex-
una transición un trabajo vacío de repre- pectativas de futuro. Bajo estas condicio-
sentaciones simbólicas, que solo aporta la nes, el capital refuerza su posición de po-
estigmatización de la pobreza. der respecto del trabajo mediante meca-
Resulta entonces grave que, por su nismos contractuales y organizacionales
escasa transmisión generacional y las absolutamente disciplinadores.
fracturas que generaron la implementa- Hasta mediados de los setenta,
ción de prácticas políticas y económicas desde el espacio político, el trabajador
neoliberales, la referencia a la cultura hacía suyo el espacio del trabajo en la fá-
obrera quede diluida en el tiempo. Pero brica. En la actualidad al haberse desdi-
no resulta menos gravoso que, con ese bujado el espacio de lo político el lugar de
mismo movimiento, haya quedado trunca la fábrica pierde efectividad para asegu-
la “promesa” de ascenso social que esta- rar la identidad del trabajador. El capital
ba inscrita en esos valores. afirma su total poder sobre este espacio y
lo utiliza para asegurar la acumulación sin
6. El lugar incierto y la demasiadas resistencias, mediante el
identidad difusa disciplinamiento sistemático.
En el momento en el cual los traba-
De una situación donde el empleo jadores pierden la posibilidad de contar
asalariado, la relación política y/o sindical con un grupo de pertenencia exterior a la
y la proximidad en el espacio social y cul- empresa, en ella no se generan circuitos
tural generaban identidades fuertes, indi- que permitan dar significación a identida-
vidual y colectivamente, hoy nos encon- des comunes. En su interior las identida-
tramos con una realidad signada por la des pueden ser tan fragmentadas como
fragmentación e identidades vacías o en el exterior.
móviles referidas al trabajo y, como con- Hasta los setenta, a pesar de la
secuencia, por la enorme dificultad de convivencia de distintas formas ideológi-

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cas, la doctrina y el simbolismo peronista el poder de los trabajadores en la fábrica


lograban concentrar en su seno una cul- fue desvaneciéndose para dar paso al
tura del trabajo, la cultura del “ser obrero”, dominio casi absoluto del capital.
acuñada desde sus orígenes. Desde me- Cuando, enmascaradas bajo la fi-
diados de los ochenta, y mas aún a partir gura del peronismo se implantaron las
del menemismo, la propiedad de dichos mas crudas medidas neoliberales, cuan-
símbolos pasó a ser severamente cues- do se producía una identificación entre el
tionada. La emergencia del neoliberalis- discurso gubernamental y el de los princi-
mo constituyó el punto de inflexión en la pales sectores dominantes, y en el mismo
posibilidad de que bajo el mismo para- momento en que los trabajadores pasa-
guas puedan convivir visiones tan dife- ron a vivir uno de los momentos de mayor
rentes de la realidad. Sobre todo, en los empobrecimiento de la historia de nues-
sectores de trabajadores mas jóvenes, el tro país, comenzó a diluirse la idea de “la
desarrollo del gobierno de Menem y la vuelta”. El regreso al poder de la clase tra-
cercanía de algunos dirigentes sindicales bajadora como tal, encarnado por el pero-
al poder fue minando la posibilidad de su nismo, se hizo cada vez mas lejano y difu-
inserción bajo esa ideología. De cual- so. En todo caso, el partido podía estar en
quier modo, podemos argumentar tam- el poder, pero comenzaba a apreciarse
bién que la misma característica estructu- que ya no era en representación de los
ral e ideológica del peronismo, asentada trabajadores.
en la convivencia de sectores sociales di- Además, el lugar alcanzado por los
símiles y patrones filosóficos variables en obreros desde la sustitución de importa-
el tiempo fue el caldo de cultivo para la ciones, a través del consumo, les había
fragmentación que estalla con el mene- permitido ocupar un lugar dentro de los
mismo. sectores medios. Ese nivel en la escala
El peronismo significó apropiación: social constituía otra verdadera apropia-
de la plaza (de Mayo), de la política, de ción de un espacio social, desde donde
los símbolos (la marcha, las imágenes de se proyectaba un futuro de expansión y
Perón y Evita), desde el partido se otorga- progreso. El neoliberalismo puso en
ba valor a los espacios y se los hacía pro- cuestión todas las aristas de ese espacio
pios. Así como con la fuerza de la marcha y dejó endebles las esperanzas de as-
común se podía ocupar la plaza, los tra- censo social e inclusive de la misma per-
bajadores tenían la convicción que la fá- manencia entre las clases medias.
brica también podía ser ocupada. Cuan- Uno de los mayores ejemplos de
do la plaza empezó a estar vacía como esta pérdida de lugar de los sectores
producto de un liderazgo político que medios lo representó la imposibilidad
transformaba al partido en algo ajeno19, actual de validar la educación como una

19 “Lo que el vacío de la plaza atestigua en un nivel simbólico no es otra cosa que la transforma-
ción de la figura del conductor, la erosión de la eficacia simbólica de la noción de ‘pueblo’, verda-

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real fuente de progreso. La base social la posibilidad de constituir una cultura del
que ella permitía también fue puesta en trabajo como la que posiblemente había
cuestión por el neoliberalismo. Las es- comenzado a construir el peronismo a
tructuras educativas que servían de sus- través de la amalgama ideológica y políti-
tento a los sectores populares ya no ca de la clase obrera. Al primar la incerti-
cuentan con la misma potencia. El debili- dumbre en el lugar de trabajo, al estar
tamiento de la educación pública, que asentados permanentemente en un te-
describimos mas arriba, y prácticamente rreno del cual no pueden apropiarse, ni si-
la privatización de la misma, en sus nive- quiera mediante la afirmación del saber
les de mayor eficacia, hizo que estos ya hacer, la identidad que a partir de dicho
no estén al alcance de quienes solo viven lugar se puede construir pasa a ser total-
de un salario como obreros. Estos queda- mente difusa y ambigua. El “campo”, ca-
ron relegados a la educación pública mas racterizado por Bourdieu como espacio
deteriorada, con lo cual la valides de los de lucha entre actores sociales, se consti-
títulos obtenidos está cada vez mas tuye, a partir de la fragmentación de los
puesta en cuestión. Por otra parte, a me- trabajadores y la imposición de valores
dida que aumenta el número de desocu- por parte de los empresarios, en un ámbi-
pados y se desarrollan tecnologías mas to que asemeja un “escenario teatral”, en
complejas en la producción el grado de el cual los individuos (que trabajan) repre-
selectividad de las empresas hace que se sentan papeles diferentes (producto de la
desmerezcan los títulos obtenidos, debi- polivalencia, el paso continuo entre dis-
do a que los trabajadores con nivel se- tintos puestos precarios, entre otros.)
cundario de formación pasan a ocupar el muy mal retribuidos, y a partir de los cua-
lugar que antes tenían los obreros y, aún les solo pueden mantener viva la espe-
los que tienen títulos universitarios el que ranza de recuperar algún día un rol en el
tenían los técnicos. De esta forma para cual su propio papel adquiera mas rele-
quienes no cuentan con estos grados de vancia que el maquillaje y el vestuario
formación las alternativas se juegan entre puesto por otros.
dos opciones: la precarización o el de-
sempleo. 7. Conclusión
Cuando todos estos espacios ter-
minan siendo endebles quienes los ocu- Si bien no podemos ya discutir la
pan pierden referencias estables y pasan existencia o no del trabajo como fuente
a estar en una incertidumbre permanen- de realización material del hombre, si po-
te. En este caso, poco puede hablarse de demos afirmar que en su forma de em-

dero lugar de pregnancia significativa de la vida política nacional durante cincuenta años. De
ahora en más es necesario buscar el sentido de lo político en el testimonio de los ‘ausentes’”.
Frase final de La Plaza Vacía, trabajo en el cual Martuccelli y Svampa (1997) presentan la signi-
ficación del peronismo a lo largo de la historia, sus relaciones con los sectores populares y la cri-
sis de estas relaciones en los años noventa.

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pleo asalariado hoy ya no constituye el disciplinado individualmente a las necesi-


homogeneizador por antonomasia de las dades del capital. Sin embargo, si consi-
relaciones entre capital y trabajo. deramos que la relación capitalista no
La estructura social actual de nues- puede mensurarse solo a partir de aque-
tro país muestra en forma espectral la po- llo que sucede en las empresas mas
liformidad del trabajo y del empleo. Entre grandes y modernas 21, sino en todo el es-
los que quedan fuera de la fábrica están: pectro de la producción, vemos que este
los viejos obreros, los que momentánea- trabajador no es el único protagonista de
mente se acercaron o acercan a esa con- la relación con el capital. Entonces lo que
dición, sin serlo totalmente porque ya esa aparece en el mundo del trabajo asalaria-
cultura estaba en vías de extinción, y los do es la convivencia de diversas identida-
que buscan acercarse infructuosamente des, la fragmentación también abarca
a alguna forma de trabajo pero sin alcan- este espacio, entre los mas jóvenes, mas
zar éxito alguno. Aún entre ellos, las es- apegados a culturas individualistas y des-
trategias de trabajo los diferencian según ligados de toda posibilidad del estableci-
el mayor o menor grado de informalidad miento de lazos políticos, los mas viejos,
de sus actividades (vendedores ambu- que pueden arrastrar aún culturas cerca-
lantes, feriantes, cartoneros, entre otros). nas al sindicalismo, y los precarizados
Su identidad sólo alcanza un grado de ho- cuyas identidades se hacen mas etéreas
mogeneidad y certeza cuando desde lo y, precisamente por la intermitencia natu-
político resignifican la estigmatización ral de sus inserciones en la producción,
mediática del desocupado, pero vuelve a sus posibilidades de acercamientos a ex-
romperse en múltiples fracciones cuando presiones sindicales o políticas resultan
tratan de colocarse como grupo frente a mas dificultosas.
otros actores (el Estado, los partidos polí- Si alguna vez lo hubo o, mejor di-
ticos, los sindicatos, entre otros)20. cho, si alguna vez tuvo posibilidades de
En la fábrica, ya no está el obrero, constituirse en hegemónico entre los tra-
en el cual se encarnaron las promesas bajadores, el particularismo obrero fue di-
del progreso social y político de los se- luyéndose paulatinamente en Argentina,
senta y setenta. Otro trabajador lo ha re- hasta hoy casi desaparecer.
emplazado, mas joven, con mayores cre- Vivimos tiempos de identidades dé-
denciales de formación general y más biles y móviles en el trabajo, producto de

20 En este último caso nos estamos refiriendo a los grupos de desocupados, quienes logran dar
contenido propio a la caracterización negativa que se les otorgaba, sobre todo desde los me-
dios de comunicación, como “piqueteros”, para constituirla en una forma de darse una identidad
colectiva propia y enarbolarla como bandera de lucha frente al Estado. Cuando hablamos de su
fragmentación nos referimos a la variedad de agrupaciones que representan a los grupos de
desocupados en todo el país y a su expresión en diversas corrientes político-partidarias.
21 Sobre todo si consideramos que la tendencia de este tipo de empresas es la contratación de tra-
bajadores de estas características.

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El infierno de la clase obrera argentina
Battistini, Osvaldo R. ____________________________________________________

las incertidumbres permanentes. Cuando Referencias Bibliográficas


tenemos un espacio fijo donde pararnos,
desde él podemos mirar el horizonte y Arendt, Hanna (1998), La condición humana,
proyectarnos hacia otros lugares, pode- Ed. Paidós, Barcelona.
mos pensar caminos y distancias hacia Battistini, Osvaldo (2002), “La democracia
donde nos podemos dirigir en el futuro. constituida sobre la violencia”, en
Battistini, O.: La atmósfera incan-
Eso representaban las identidades fuer-
descente. Escritos políticos sobre
tes de los sesenta o setenta. Pero, en la
la Argentina movilizada, Ed. Trabajo
actualidad, los lugares ya no están fijos y Sociedad, Buenos Aires.
por lo cual ya no podemos proyectarnos Beaud, S. y Pialoux, M. (1999), Retour Sur La
hacia otros lugares diferentes o más be- Condition Ouvrière. Ed. Fayard, Pa-
neficiosos. Estamos permanentemente ris.
ocupando lugares distintos en diferentes Boltanski, L. y Chiapello, E. (1999), Le nouvel
momentos y entre períodos cada vez más esprit du capitalisme , Ed. Gallimard,
cortos, lo cual hace que no tengamos un París.
punto fijo desde donde colocarnos para Castel, Robert (1995), Las metamorfosis de
ver hacia delante. Si los lugares son di- la cuestión social. Una crónica del
salariado , Ed. Paidós, Buenos Aires.
versos, las direcciones cambian y los
sentidos se entrecruzan, siempre hacia Castel, R. y Haroche, C. (2001), “Propriété
privée, propriété sociale, propriété
lugares que se hacen cada vez más vir-
de soi. Entretiens sur la construc-
tuales. tion de l’individu moderne¸ Ed. Fa-
Si en los años setenta el futuro de la yard, Paris.
clase obrera era el paraíso, el pecado de Dubar, Claude (2000), La socialisation, Ed.
no haber concretado el sujeto que todos Armand Colin, Paris.
esperaban parece haberla conducido di- Gorz, André (1997), Miserees du présent. Ri-
rectamente al infierno. chesse du possible, Ed. Galilée, Pa-
Queda entonces por pensar si, ante ris.
la actual realidad, para los trabajadores ar- Martuccelli, D. y Svampa, M. (1997), La plaza
gentinos el dolor de ya no ser es mas fuer- vacía. Las transformaciones del pe-
te que la vergüenza de haber sido. ronismo, Ed. Losada. Buenos Aires.
Svampa, Maristella (2000), “Identidades asti-
lladas. De la patria metalúrgica al
heavy metal”, en Svampa, M.: Desde
abajo. La transformación de las
identidades sociales, Ed. Biblos,
Buenos Aires.

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