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desorden. Hombre y mujer, palabra y obra, ciudad y acción, lo digno de elogio se debe
honrar con el elogio, lo indigno débese cubrir de vituperio. Pues el mismo error y
nesciencia es vituperar lo loable, que loar lo vituperable. Empeño es del mismo hombre
desgracias.
Mi intención es que, dotando de una cierta lógica este discurso, acabe con la
acusación de ella, que tan mala fama tiene; y poniendo de manifiesto la mentira de
Que por naturaleza y linaje la mujer sobre la cual versa este discurso fue la
efecto, es manifiesto que su madre fue Leda y su padre auténtico un dios, el putativo
un mortal, Tíndaro y Zeus: éste, puesto que lo era, lo parecía; aquél, puesto que lo
señor de todo.
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Editado por María Elena Sánchez a las 11:54 AM | Categoría. Tomado de
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Nacida de tales progenitores, poseyó una belleza parecida a una diosa; la
amor, y con su solo cuerpo excitó a muchos cuerpos de hombres de altos designios
para altas empresas, unos con grandes riquezas, otros con la gloria de la antigua
nobleza, otros con el vigor de la fuerza personal, otros con la fuerza de una sabiduría
adquirida; todos habían acudido por un amor codicioso de victoria y por un afán
invencible de honores. Quién fue, y por qué y cómo, aquél que sació su amor
casándose con Helena, no voy a decirlo. En efecto, decir a quien sabe lo que ya sabe
aquella época y abordaré el comienzo del discurso que voy a pronunciar, a fin de
presentar las razones por las cuales era natural que ocurriese la partida de Helena
hacia Troya. En efecto, o por disposición de la Suerte, o por disposición de los dioses,
persuadida por razones, (o cautivada por amor). Si, pues, se debió a la primera causa,
impedir por un propósito humano. De hecho, es natural que el más fuerte no sea
obstaculizado por el más feble, sino que el más feble sea dominado y guiado por el
más fuerte; el más fuerte guía, el más feble sigue. La divinidad es más fuerte que el
Si fue arrebatada por la violencia, si fue forzada contra ley, si fue violentada
injustamente, es patente que el raptor es el culpable por haber hecho violencia, y que
ella, la raptada, fue infortunada por haber sido violentada. Aquel bárbaro, por tanto, que
emprendió una empresa bárbara, es imputable por la palabra, por la ley y por la acción:
por la palabra, que sufra la acusación, por la ley, la infamia, por la acción, el castigo.
Ella, violentada, privada de su patria, huérfana de sus amigos, ¿cómo no será con
razón antes compadecida que difamada? Aquél hizo cosas terribles, ella las sufrió. Es
justo, entonces, que se la compadezca, él que sea odiado. Si fue la palabra lo que la
de la siguiente manera:
invisible realiza acciones divinas. Puede, en efecto, hacer cesar el miedo, eliminar el
preciso que lo explique para la opinión de los oyentes. Considero, así como lo digo, que
escalofrío lleno de terror, una compasión que arranca las lágrimas, una codicia
discurso que llevamos. Los hechizos inspirados por medio de las palabras se
opinión, la fuerza del encantamiento del alma la hechiza, persuade y transporta por su
seducción.
Dos artes de seducción y de hechicería se inventaron: son los errores del alma y
los engaños de la opinión. Cuántos han persuadido a cuántos sobre cuánto, y siguen
todas las cosas el recuerdo de las pasadas, (la conciencia) de las presentes, la
previsión de las futuras, el mismo discurso no sería como es: para nadie hay ahora la
manera que, sobre muchas cuestiones, la mayor parte de la gente entrega su alma a la
opinión como consejera. La opinión, por ser vacilante e insegura, proyecta en quien se
¿Qué motivo impide, pues, creer que Helena fue impelida por las palabras, pero
no por la propia voluntad, como si fuese arrebatada por la violencia? Así se puede ver
Aquel, pues, que persuadió es el culpable, puesto que actuó forzando; quien
obedeció es inútilmente difamada puesto que se vio forzada por la palabra. Y puesto
que la persuasión, cuando se añade a la palabra, sella el alma como quiere, hay que
aprender, en primer lugar, los discursos de los meteorólogos, los cuales eliminando una
opinión, construyendo otra, hicieron aparecer a los ojos de la opinión cosas increíbles y
obscuras; en segundo lugar, los debates oratorios forzosos en los que un solo discurso,
aunque no pronunciado según verdad, pero redactado con arte, deleita y convence a
una gran multitud; en tercer lugar, las contiendas de los discursos filosóficos: en ellas
se pone de manifiesto con qué rapidez el pensamiento hace cambiar las creencias de
la opinión. Hay una analogía entre la potencia del discurso y la regulación del alma, y
entre la regulación de las medicinas eliminan de los cuerpos ciertos humores y otras
otros, y unas pueden hacer cesar el dolor, pero otras la vida, así mismo, unos discursos
pueden provocar pena, otros deleite, otros terror, otros disponen a los oyentes a la
valentía, otros, con una cierta persuasión nefasta, drogar y seducir el alma.
efectivamente, amor quien produjo todas estas cosas, no será difícil que sea absuelta
nosotros queremos, sino tal como cupo a cada cosa. Por la vista el alma recibe una
impresión de acuerdo con lo que son las circunstancias. Por ejemplo, si la vista repara
ataque, se perturba y perturba el alma, hasta tal punto que a menudo, aterrorizados,
percutida por el miedo producido por la vista, la cual, cuando se presenta, hace
descuidar la belleza que proviene de la ley y el bien que nace de la victoria. Algunos, al
ver cosas pavorosas, en aquel instante pierden las entendederas que todavía
conservan: hasta tal punto el terror sofoca y elimina el intelecto. Muchos fueron a caer
vista imprimió en la conciencia las imágenes de las cosas vistas. Prescindo de muchas
cosas espantables; aquellas de las que prescindo son como aquellas de las que he
hablado.
dar perfecta forma a un solo cuerpo y a una sola figura, deleitan la vista; la creación de
espectáculo a los ojos. Así también, ciertas cosas producen naturalmente dolor a los
ojos, otras los atraen. Muchas cosas en muchos consiguen forjar amor y deseo de
muchos objetos y personas. Así, pues, si la visión de Helena al gozar del cuerpo de
el amor es un dios que tiene la fuerza divinal de los dioses, ¿cómo será capaz, quién
ignorancia del alma, no hemos de recriminarlo como una falta, sino considerarlo como
una desgracia. Pues llega como llega, por saqueos de fortuna y no por decisión de la
¿Cómo, pues, se puede tener por justo el vituperio de Helena, la cual, tanto si hizo lo
violencia, o bien forzada por una fuerza divina, ha de ser absuelta totalmente de la
culpa? ineluctable.
que había establecido al iniciar el discurso. Intenté abolir la injusticia del vituperio y la
nescencia de la opinión. Quise escribir este discurso como un elogio de Helena, como