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en el estado de
las autonomías
Del fracaso al éxito escolar
EL FRACASO ESCOLAR
EN EL ESTADO DE
LAS AUTONOMÍAS
DEL FRACASO AL ÉXITO ESCOLAR
© Manuel de Puelles Benítez
Colectivo Lorenzo Luzuriaga
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ISBN: 978-84-9987-071-7
Depósito Legal: M-31812-2012
I.
PONENCIAS
II.
MESAS REDONDAS
Mesa redonda sobre El plan PROA y otros programas de mejora del éxito
escolar. Purificación Llaquet Baldellou y Vicente Rivière Gómez ............. 185
5
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Mesa redonda sobre Proyecto Escuela Solidaria. IES Valle del Sol. Álora
(Málaga). Mª Dolores Reina Pérez ........................................................... 245
6
PRESENTACIÓN
Manuel de Puelles Benítez
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
8
Presentación
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Por último, el libro incluye dos anexos. El primero recoge una breve biografía
de todos los que intervinieron en las ponencias y en las mesas redondas. El se-
gundo es una sucinta información sobre el colectivo Lorenzo Luzuriaga, su cons-
titución, sus fines, sus publicaciones, así como una relación de los miembros del
colectivo que participaron en las sesiones, debatieron e hicieron numerosas pro-
puestas para mejorar la educación.
10
I. PONENCIAS
DEL DESAPEGO AL DESENGANCHE
Y DE ÉSTE AL FRACASO ESCOLAR1
Mariano Fernández Enguita
13
Las dicotomías del tipo éxito frente a fracaso, terminación frente a abandono
y otras similares a las que estamos ya tan habituados tienen la virtud de simpli-
ficar el panorama y establecer posibilidades de comparación en el espacio y en el
tiempo: el fracaso aumenta o disminuye, es superior en el norte o en el sur, afecta
más a este grupo que a aquél, etcétera. No se trata de dicotomías simplemente
imaginarias, sino bien reales, por cuanto se identifican con puertas de acceso a es-
tudios ulteriores, a tipos de empleo o a otras oportunidades de la vida adulta que
no garantizan traspasar, pero que sí pueden cerrar con plena eficacia.
Estas formas de denotación binaria, sin embargo, no reflejan el continuo distri-
butivo del rendimiento o la permanencia. Ni la dicotomía éxito-fracaso es capaz
de recoger la enorme variedad de los aprendizajes y los resultados, ni siquiera la
de la calificación aritmética, ni la dicotomía abandono-permanencia resulta ade-
cuada para expresar la casuística de la salida de las aulas, y mucho menos la amplia
gama de actitudes, el continuo de la adhesión al desapego por parte del alumno
hacia la escuela. Éste es precisamente el mayor problema con que se encuentra
nuestra visión del problema, valga la redundancia: que la fijación en las manifes-
taciones extremas de incumplimiento del programa de la institución –el fracaso
y el abandono– y la consiguiente reclasificación de todo lo demás, por exclusión,
como éxito o permanencia, puede llevar fácilmente a ignorar una realidad más
profunda y omnipresente: la del creciente alejamiento de la institución.
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Todo induce a pensar que no estamos ante dos tipos de alumnos: uno de ellos
a la medida de la institución y otro que tiene un problema algo que recuerda
demasiado la distinción entre el buen y el mal alumno, sino ante un fenómeno de
fondo que afecta a la generalidad del alumnado, aunque con diferentes grados de
intensidad, en diversas formas y con distintos resultados. Nos referimos al pro-
blema del desenganche o, si se prefiere un término menos coloquial, la desvinculación
generalizada de los adolescentes respecto de la institución escolar. Esta desvin-
culación no debe concebirse en términos binarios (está o no está, lo consigue o
fracasa, lo adora o lo odia), sino como un continuo, tal vez blanco o negro en los
extremos (según desde cuál de ellos se mire, probablemente) pero caracterizado,
sobre todo, por la profusión de grises entre ellos. Al igual que entre la calificación
máxima y la mínima, incluso entre el aprobado y el suspenso, están las dificul-
tades para pasar, las oscilaciones, los cálculos de mínimos o las trayectorias en
dientes de sierra, entre la permanencia y el abandono está el absentismo en todos
sus grados y formas; entre la conformidad con las exigencias de la institución y
el fracaso o el rechazo se sitúan todos los grados y formas de desvinculación o
desenganche. Se trata de un fenómeno multiforme sobre el que ni siquiera existe
un consenso terminológico, es por esto por lo que se habla de desmovilización
(Ballion, 1995), descuelgue (Glasman, 2000), desenganche (Rumberger, 2001),
absentismo virtual (García Gracia, 2001) o absentismo interior (Blaya, 2003), no
afiliación (Coulon, 1993), no pertenencia (Charlot et al., 1992), etcétera.
Hay que empezar por decir que la educación representa algo secundario en la
vida de los adolescentes y jóvenes, algo bien distinto de lo que parece exigir el ad-
venimiento de la sociedad de la información y la economía del conocimiento y de lo
que esperan las familias que apuestan por la educación de sus hijos como primer y
principal instrumento de conquista o de conservación de un estatus social deseable.
Las Encuestas Juventud en España revelan, por ejemplo, que los estudios son uno de
los asuntos de menor importancia en la vida de los jóvenes, muy importante sólo para
un 40%, sensiblemente por detrás de la familia (81%), la salud (75%), la amistad
(63%), el trabajo (58%), el dinero (49%) o el ocio (47%), a la par con la sexualidad
(40%) y por delante apenas de la religión (8%) y la política (7%) (INJUVE, 2008:
24). Tanta parece ser su falta de legitimidad que encabeza la lista de instituciones
cuyas normas pueden ser violadas, de modo que trampear en exámenes y oposicio-
nes está mucho mejor visto que emborracharse en público, no pagar el transporte,
impedir dormir a los vecinos, robar en grandes almacenes, explotar a los inmigran-
tes, enfrentarse a la policía o dañar la propiedad pública (ibídem: 29).
Este desapego parece volverse cada vez más profundo. De acuerdo con los da-
tos del Instituto de la Juventud, la proporción de jóvenes dispuestos a continuar
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Del desapego al desenganche y de éste al fracaso escolar
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
2. Me refiero a las entrevistas realizadas en el marco del informe sobre fracaso escolar realizado
con Luis Mena Martínez y Jaime Rivière Gómez (2010) para la Fundación “La Caixa”, aunque no
serán analizadas aquí.
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Del desapego al desenganche y de éste al fracaso escolar
una y otra vez que quienes han abandonado están convencidos de haber hecho
algo lógico y justificado, pero no creen haberse hecho ningún bien a sí mismos ni
sugieren que lo hagan otros, sino todo lo contrario, y por lo general tienen planes
de retorno, o de acceso a algún tipo de estudio o formación, aunque la mayoría de
ellos no se harán realidad. Respecto a los que se quedan, no se ven a sí mismos
ni son vistos mejor por ello, sino incluso, a menudo, aparecen como más pasivos,
infantiles, dependientes, conformistas, etcétera.
En el fondo, se puede contemplar la desescolarización como una forma de mi-
gración, de la escuela al trabajo, y como todas las migraciones tiene dos caras: push
and pull, lo que expulsa del lugar de origen y lo que atrae al lugar de destino (Lee,
1966). Cuando el atractivo del destino aumenta, como sucede en las zonas de gran
actividad turística, el movimiento se intensifica. Lo que hace de las Islas Baleares
o la Comunidad Valenciana escenarios privilegiados del fracaso y el abandono no
es, desde luego, la peor calidad de su escuela, sino las mejores o aparentemente
mejores oportunidades fuera de ella. En sentido opuesto intervienen, claro está,
las expectativas familiares, la presión del grupo social, etcétera. Ahora bien, si
el flujo depende del pull, de la atracción exterior, es porque el push, la repulsión
interior, puede darse por sentado, y eso a pesar de la fuerza centrípeta que, con
independencia de la institución, ejerce el grupo de iguales dentro de ella, pues
los alumnos en general y los que abandonan en particular no se cansan de hacer
constar que lo mejor o lo único que vale la pena de la escuela para ellos es precisa-
mente eso: los amigos. La institución debería sin duda reflexionar sobre sí misma
y dejar de consolarse con el supuesto de que todos sus males vienen de la sociedad,
es decir, de lo que se hace o se deja de hacer fuera de ella.
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
En la versión más restrictiva, fracaso escolar es la situación del alumno que in-
tenta alcanzar los objetivos mínimos planteados por la institución, es decir, los de
la educación obligatoria, falla en ello y se retira después de ser catalogado como
tal (o sea, después de ser suspendido con carácter general, certificado en vez de gra-
duado, etc., según la terminología peculiar de cada momento normativo o cada
contexto cultural). Entre nosotros, el alumno que no logra terminar la ESO y sale
de ella con un certificado de haberla cursado pero sin el título de graduado, que
acreditaría haberla superado. Nótese que aquí encajan mal quienes abandonan
la ESO sin intentar siquiera terminarla, ya que no cabe fracasar en lo que no se
intenta (y, sin embargo, suelen ser incluidos en la cifra), así como que no entran
o lo harían con dificultad quienes inician los Cursos Formativos de Grado Medio
o el Bachillerato pero no logran superarlos, a pesar de que, literalmente, fracasen
en el intento (pero no suelen ser incluidos como fracaso, sino considerados casos
de abandono).
Una versión algo menos restrictiva incluiría a los que fracasan, habiéndolo in-
tentado, en cualquiera de los niveles obligatorios, vale decir la secundaria obliga-
toria o la post-obligatoria, o sea, tanto en la ESO como en los Ciclos de Formación
de Grado Medio o el Bachillerato. En este caso la variable fundamental es quién
toma la decisión última: si es la institución quien determina que el alumno no
puede continuar o es éste (o su familia, para el caso tanto da) quien opta por no
hacerlo. En esta perspectiva también podríamos hablar de selección en el primer
caso y de elección en el segundo (Field et al., 2007: 147).
Nótese que, en cualquiera de los casos, intentarlo supone simplemente asistir al
aula (más o menos, siempre que sea por debajo de los límites del abandono), aun-
que sólo se haga para pensar en las musarañas, sin ningún trabajo añadido, etc.
Por el contrario, acumular repeticiones (en el límite, en el caso español, hasta tres
en primaria, dos en secundaria obligatoria e incontables en la post-obligatoria)
no sería incompatible con terminar los estudios con éxito (un éxito cierto desde
el punto de vista de la eficacia, pues el alumno habría terminado contra viento y
marea, pero un fracaso rotundo desde el punto de vista de la eficiencia, pues la pro-
porción entre medios y fines quedaría fuera de todo propósito).
Por otra parte, no cabe ignorar que bajo un concepto más amplio del fracaso
podrían ser incluidas trayectorias y situaciones de muchos tipos que, normal-
mente, no lo son. Por ejemplo, la consecución de un título con acumulación de
repeticiones y retraso más allá de cierto límite, o quedar por debajo de cierto nivel
en pruebas objetivas y específicas de capacidad o de conocimiento, con indepen-
dencia del éxito escolar formal (de la obtención del diploma).
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Del desapego al desenganche y de éste al fracaso escolar
Cualquier concepción más o menos restrictiva del fracaso sitúa a otro impor-
tante número de alumnos bajo el epígrafe alternativo del abandono. En el sentido
más amplio, abandono sería el caso de todos los jóvenes entre 18 y 24 años que
no están estudiando ni han completado algún tipo de educación secundaria post-
obligatoria, reglada y ordinaria, lo que en el caso español quiere decir o el Bachi-
llerato o los Ciclos Formativos de Grado Medio (y, por supuesto, sus equivalentes
anteriores: BUP, Bachillerato Superior, FPI). Con la redefinición que del nivel tres
de la CINE hizo Eurostat a partir de 2005, separando los CINE 3c, de menos de
dos años de duración y que no permiten el acceso a un nivel educativo superior,
quedan excluidos también los cursos de Garantía Social, las Escuelas Taller, las
Casas de Oficio, los Talleres de Empleo y los Programas de Cualificación Profe-
sional Inicial.
En general, se considera abandono el caso de cualquier alumno que, no habien-
do alcanzado los mencionados títulos post-obligatorios, deja de estar matriculado
en las enseñanzas ordinarias de nivel CINE 1, 2 o 3A y 3B, lo que en España que-
rría decir que deja de estarlo (o no llega a estarlo) en la ESO, el Bachillerato o los
CFGM. Quedan incluidos en él, por tanto, los que terminan la ESO, incluso con
éxito, pero no llegan a matricularse en Bachillerato ni en CFGM: no se puede de-
cir que hayan abandonado alguna de esas etapas, en las que nunca estuvieron, pero
se considera que han abandonado el sistema escolar. Quedan también incluidos,
como ya se indicó, los que continúan escolarizados por la vía de los programas
clasificados como CINE 3c, es decir, los programas de preparación para el empleo,
aun cuando persistan en ellos más allá de la obligatoriedad escolar y/o por tanto
tiempo como les habría llevado cursar la secundaria superior.
En un sentido algo más restrictivo son casos de abandono escolar los que, cum-
pliendo las anteriores condiciones, no sean clasificables como casos de fracaso, o
sea, aquellos de entre ellos que hayan obtenido el título correspondiente a la edu-
cación obligatoria (ahora, la graduación en la ESO); es decir, aquellos que podrían
haber terminado o estar cursando algún tipo de enseñanza secundaria post-obli-
gatoria (CINE 3a o 3b) y no lo han hecho ni lo hacen.
Incluso una delimitación administrativa tan aparentemente simple plantea
problemas. En un tratamiento estadístico, los casos de Abandono Escolar Prema-
turo (AEP) son simplemente aquellos que no han superado la secundaria superior,
y su incidencia puede calcularse respecto de una cohorte etaria (los nacidos en el
año X) o escolar (los que iniciaron la ESO en el año Y, por ejemplo), respecto de
los matriculados el año anterior o respecto de una franja de edad (por ejemplo, la
habitual franja de 18 a 24 años, o el total de la población adulta). En un trata-
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
miento censal surgen problemas con los alumnos que cambian de centro o rama
escolar, los absentistas crónicos que siguen empero matriculados, la cifra gris de
alumnos simplemente no localizados... La exclusión de las enseñanzas CINE 3c,
por otra parte, no deja de ser problemática, y algunas administraciones la asumen
a regañadientes; no por casualidad en España se recurre a menudo al concepto de
Abandono Educativo Temprano, AET, definido como abandono “de la educación-
formación”, como alternativa al AEP –educativo en vez de escolar–, lo cual permi-
tiría no incluir en él a los que acuden a algún otro tipo de formación, y temprano
en vez de prematuro, lo que podría obedecer simplemente a cierta obsesión por la
corrección política, es decir, por huir de cualquier designación hiriente en potencia.
En particular, vale la pena señalar que, sobre todo al final de la educación obli-
gatoria, abundan situaciones técnicamente clasificadas como absentismo, puesto
que el alumno continúa matriculado, pero en términos sustantivos deberían cali-
ficarse de abandono, si es que apenas aparece o ya no aparece por las aulas.
Y ¿con qué criterio pueden calificarse por igual, de abandono, la salida del
sistema educativo cuando el alumno aún se encuentra dentro de la edad de la
escolarización obligatoria (antes de cumplir los 16 años), cuando se ha superado
ésta pero sigue siendo menor de edad (con 16 y 17 años) y cuando ya es mayor de
edad (con 18 años o más)? (Glasman, 2003: 10). En sentido estricto, si el aban-
dono se define como elección, sólo podría conceptuarse propiamente como tal el
tercer supuesto. El segundo sería una opción de la familia, o de quien ostentara
la patria potestad o la tutela sobre el menor, pero no por parte del menor, aun en
el caso de que éste pudiera desearlo con todas sus fuerzas. El primero, en fin, sería
simplemente un caso de abandono del alumno por parte de la institución, y no al
contrario, cualesquiera que fuesen las actitudes de la familia y del menor.
Por lo demás es obvio que el abandono de hecho (el absentismo crónico) suele
conducir al fracaso y que el fracaso puede conducir al absentismo y al abando-
no. Que el absentismo reiterado es casi siempre (aunque no siempre) el preludio
(aunque no el único) del fracaso es un lugar común bien conocido por profesores
y orientadores. Quizá no se tenga tanto en cuenta que el abandono puede ser
simplemente la consecuencia del fracaso o de su anticipación (Rué, 2003). El
alumno que, pongamos por caso, sale de la ESO sin la graduación y no vuelve a
matricularse en nada, ni siquiera en una formación del tipo CINE 3c, es probable
que lo haga así porque no espera obtener éxito alguno en ellas, esto es, porque no
quiere cosechar más fracasos; el alumno que abandona la ESO o la postsecundaria
superior a mitad de curso, o tras finalizar éste, tal vez sin presentarse siquiera a
una parte de las asignaturas, es probable que lo haga porque ya anticipa su fracaso
y prefiere evitarse el dolor o el trabajo de cosecharlo; el alumno que sale de cual-
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Del desapego al desenganche y de éste al fracaso escolar
quier ciclo escolar con la condición de fracaso (certificado en la ESO o sin el título
en la post-obligatoria) pudiendo repetir curso para intentarlo de nuevo, elige esa
condición a través de la decisión de abandonar.
De hecho, cuando la OCDE u otras instancias califican de Abandono Escolar
Prematuro el caso de todos los jóvenes de más de 18 años que no han obtenido
ni están cursando enseñanzas conducentes a algún título de educación secundaria
post-obligatoria tipo CINE 3a o 3b (Bachillerato o CFGM entre nosotros), están
incluyendo ahí todos los casos de fracaso final en las etapas anteriores, aunque a
otros efectos sean considerados distintos del abandono por parte de quien ya re-
unía los requisitos para cursarlas.
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
fracaso, considerable como abandono (no abandono ilegal) sólo bajo una
definición omniabarcante de éste.
D) Salir del sistema tras obtener la graduación, sin seguir ningún otro tipo de
enseñanza. Sería un caso de éxito escolar sin abandono legal, aunque se trate
del mínimo éxito concebible y aunque se incluya bajo la denominación om-
niabarcante del abandono.
E) Salir del sistema tras cursar parcialmente Bachillerato o los CFGM, sin ob-
tener el título ni agotar las posibilidades de continuar (sean éstas limitadas
legalmente o potencialmente inacabables), que sería un caso de abandono.
F) Salir del sistema tras cursar sin éxito el Bachillerato o los CFGM, agotando
el plazo (tiempo) o los términos (convocatorias) límite, o simplemente no
salir de él aun habiendo sobrepasado cualquier horizonte razonable de éxito.
Sería un caso de fracaso, aunque se incluya bajo la definición omniabarcante
del abandono. Se podría tildar de abandono sólo suponiendo que, con más
tiempo, el alumno lo conseguiría, pero no si se admite la posibilidad de que
nunca fuera a conseguirlo.
En los términos más estrictos, la secuencia descrita de lo peor a lo menos malo
sería calificable, pues, sucesivamente como abandono (A) 'fracaso y abandono (B)'
fracaso (C) 'abandono (D, E)' fracaso (F). Es evidente que esta secuencia deriva
del supuesto de que el abandono es voluntario pero el fracaso no, mas revela la
inconsistencia de suponer una distinción tan nítida. En realidad, el énfasis sobre
un término u otro tiene mucho que ver con la manera en que cada sociedad con-
templa su sistema educativo. Resulta notable que el término fracaso sea de uso
común en Europa, sobre todo Europa del Sur, donde el problema del abandono,
y mucho más el abandono referido a un objetivo post-obligatorio, se ha converti-
do en tema de atención sólo en los últimos tiempos, mientras que en los Estados
Unidos apenas se habla de fracaso (failure) y sí, en cambio, de abandono (drop out).
Podemos sugerir la hipótesis de que corresponde preocuparse por el abandono a
una sociedad poco clasista en el sentido fuerte del término, una sociedad real o
pretendidamente abierta cuyo sistema educativo permite a todos continuar largo
tiempo a través de una pluralidad de vías y oportunidades, como sucede en la high
school norteamericana, en la que se espera que todos los alumnos permanezcan hasta
los dieciocho años aunque con programas y contenidos distintos; por el contrario,
se preocupan más por el fracaso las sociedades que, como es el caso de las europeas,
tienen todavía sistemas escolares segregados (en los que los alumnos se dividen en
ramas claramente distintas antes del término de la obligatoriedad) o han abordado
reformas comprehensivas pero en medio de grandes debates sobre su idoneidad,
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Del desapego al desenganche y de éste al fracaso escolar
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
y de la institución encargada de mediar entre ambos para ese fin (de la misma
manera en que el desempleo puede considerarse un fracaso individual y colectivo,
aunque el trabajo no sea una obligación).
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Del desapego al desenganche y de éste al fracaso escolar
de adquirir para unos que para otros, pero, al final, todos los que se lo proponen
aprenden y llegan a hacerlo con un nivel de desempeño aceptable. La habilidad
de interpretar música con un instrumento, en el extremo opuesto, es algo que la
mayoría de las personas ni siquiera intenta adquirir o que no llega a poseer con un
nivel siquiera aceptable, lo cual genera una división abismal entre los intérpretes
consumados y el resto, pero esta división no tiene consecuencias sobre el con-
junto de las vidas de todos ellos (aunque pueda tenerlas sobre las de unos pocos
profesionalizados). Las diferencias en torno al conocimiento escolar, en cambio,
se traducen en una clara divisoria, como en el caso de la música, pero no se dejan
superar por la mera insistencia, como la conducción. Dividen radicalmente a la
población y tienen consecuencias igualmente radicales sobre sus vidas futuras, y
sobre esto es precisamente sobre lo que tenemos que interrogarnos.
Empecemos, no obstante, por señalar que el juicio de la escuela es muy poco
seguro. Aunque divida a todos de forma binaria entre el fracaso y el éxito, como
si lo hiciera entre el blanco y el negro, y aunque lo haga por un procedimiento
aritmético (las calificaciones) que ofrece así una apariencia de precisión, los cri-
terios de evaluación de profesores y centros han sido más que cuestionados por
mostrar una extremadamente débil consistencia (Barlow, 2003). Se ha señalado,
por ejemplo, la vigencia del efecto halo (Thorndike, 1920), la tendencia a valorar
bien todos los aspectos de una persona en función de la buena valoración de uno
de ellos (por ejemplo, a valorar mejor el trabajo escolar del alumno con mejor
expresión verbal, conducta más conforme o aspecto más atractivo), o del efecto Pig-
malión (Rosenthal y Jakobson, 1968), la tendencia a confirmar y reforzar a través
de un proceso interactivo las expectativas suscitadas por la primera impresión del
profesor sobre el alumno. Se ha mostrado que un mismo ejercicio o, en general,
un mismo desempeño pueden ser evaluados de forma muy diferente por distin-
tos profesores, o incluso por el mismo profesor en distintos momentos (Leclerc
et al, 2004), y que la sustitución de la evaluación de los profesores por pruebas
nacionales tendría resultados muy otros en la distribución de los suspensos o las
repeticiones (Grisay, 1982, 1984, 1986). No se debe al capricho ni a la casualidad
que los alumnos demanden al profesor, ante todo, claridad de criterios, previsibi-
lidad y certidumbre, por encima de las diferencias de contenidos y de métodos de
enseñanza. En el aula, como en la sociedad en general, tan importante o más que
el contenido de la justicia es, como explicara Max Weber, la certeza de la ley, que
marca la superioridad del derecho moderno sobre la justicia del Cadí.
Y el juicio escolar tiende a ser, además, un juicio sesgado. Son ya un lugar co-
mún en el que no necesitamos detenernos las ventajas asociadas a la clase media
o la mayoría étnica a través del capital escolar (Perrenoud, 1990), los hábitos
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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Del desapego al desenganche y de éste al fracaso escolar
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
muy diferentes momentos y circunstancias, pero la escuela los evalúa a todos por
igual. Se proclama, por decirlo con Bourdieu (1966), l’indifference aux differences.
Es verdad que toda la retórica de la escuela gira hoy en torno al reconocimiento de
la diversidad, como ya lo hacía y lo hace en torno al objetivo de la igualdad, pero
esto apenas pasa del plano retórico: una cierta tolerancia hacia las peculiaridades
culturales y algunas medidas compensatorias, generalmente muy poco eficaces. La
escuela nació como una institución unitaria y uniformizadora y sigue siéndolo, y
su indiferencia ante las diferencias traduce la desigualdad social en desigualdad
escolar y convierte la diversidad en desigualdad.
La escuela es procústea3, lo contrario de ergonómica: supone que el alumno tiene
que adaptarse a su norma en los objetivos, los métodos y los ritmos, y no ella, en
modo alguno, a las características del alumno. Lo es, además, con saña, como se
manifiesta en la tendencia a la reducción del tiempo escolar (en primer lugar, del
tiempo laboral del profesor) al tiempo lectivo (acompañada, a veces, de generosas
sugerencias de que los centros se puedan utilizar siete días a la semana y veinti-
cuatro horas al día... siempre que se ocupen otros). Se puede afinar hasta el infinito
la evaluación, se puede fracasar por una décima, una centésima o una milésima,
pero no hay manera de obtener en todo el curso una hora de refuerzo escolar para
el alumno en déficit. No pasaría nada si esto no sucediera bajo presión, como cuan-
do un error inesperado, una preparación insuficiente o cierto grado de torpeza en
alguna maniobra obligan al aspirante a volver en otra ocasión a por su permiso de
conducir. Pero en la escuela sucede todo con la presión que asegura la ya menciona-
da tendencia a la distribución normal como criterio, que en definitiva no consiste
sino en garantizarse una proporción aceptable de fracaso (y de éxito, claro está).
A continuación, esa pequeña diferencia se transforma en una divisoria radical,
pasar o no pasar, el éxito o el fracaso, y cada una de éstas divisorias, en una entre
dos o tres bifurcaciones cruciales para las ulteriores oportunidades de vida del
alumno: continuar estudios o salir al mercado de trabajo, seguir la vía académica o
la profesional, llegar o no a la Universidad... La escuela es siempre poco proclive a
diversificar su trabajo, sea en calidad (tratar de forma distinta a alumnos distintos)
o en cantidad (más para los que tienen menos, o a cada cual según sus necesidades),
pero está muy dispuesta a diversificar, es decir, a segregar estructuralmente a su
público. Por este procedimiento, pequeñas diferencias debidas a cualquier factor
3. Procusto (el estirador) invitaba a sus huéspedes a descansar en un lecho y los cortaba si eran
demasiado altos o los estiraba (a martillazos) si eran demasiado bajos. También fue conocido como
Damastes (avasallador o controlador).
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
presencia en el nivel universitario de más del doble que la que les correspondería
por su peso demográfico. O sea, que la escuela es, como tantas veces se ha dicho,
una escuela de clase, pero no de la clase que se decía sino de otra; no es el jardín de
los ricos sino, si acaso, el jardín de los listos, es decir, no del capital económico sino
del capital cultural, escolar.
El género también cuenta, pero cambia rápidamente la forma en que lo hace.
Las mujeres superan a los hombres en competencias lingüísticas y sociales y son
superadas por éstos en las matemáticas y científicas, pero las diferencias del primer
tipo son mucho más amplias que las del segundo, de modo que la balanza general
se inclina claramente a favor de ellas. En el conjunto de la OCDE las ventajas del
primer tipo son aún mayores y las del segundo menores, de modo que cabe esperar
que aquí se agrande todavía la ventaja general de las mujeres. Todos los indicadores
generales sobre acceso, promoción, repetición, idoneidad, terminación, etc. favo-
recen igualmente a las mujeres. Dicho en breve, la brecha de género se ha invertido,
y aun le queda recorrido en el mismo sentido. Es verdad que no todos los tipos
de estudios están igualmente abiertos a mujeres y hombres, pero ni siquiera esto
puede verse ya como una ventaja masculina en general, pues, frente a algunos bas-
tiones masculinos minoritarios en la enseñanza superior, la abrumadora ventaja de
las mujeres en el acceso a la secundaria post-obligatoria académica y a los estudios
superiores posee más relevancia. Por mucho que quede una herencia patriarcal por
eliminar de la escuela, la cuestión es ahora, más bien, que hay en ésta que perjudica
o repele de manera especial a los adolescentes y jóvenes varones.
La tercera gran divisoria social es el compuesto etnia-nacionalidad. Los extranje-
ros –pero no todos– y las minorías étnicas –pero no todas– están en desventaja. Lo
están, antes que nada, los grandes grupos: gitanos, inmigrantes marroquíes, sub-
saharianos y andinos; no es el caso, en cambio, de los inmigrantes procedentes del
Este de Europa, de Asia Oriental ni, por supuesto, de la Unión Europea (con la ex-
cepción de Portugal). En el caso de los inmigrantes cabe señalar que las diferencias
de desempeño en España son mayores que en el conjunto de la OCDE, pero lo que
llama más la atención es el derrumbe de las expectativas de la primera a la segun-
da generación; o sea, que la primera generación confía en seguir estudiando tanto
como los nativos o más, mientras que la segunda no, y esto podría anticipar esa
alienación respecto de la sociedad que, en el último decenio, se ha manifestado en
los disturbios juveniles de Francia y el Reino Unido, protagonizados ante todo por
esos hijos y nietos de inmigrantes convertidos en minorías que ya no alimentan las
mismas ilusiones. En cuanto a los gitanos, hay que decir que la ampliación general
de la obligatoriedad escolar ha tenido el efecto perverso de mantenerlos fuera de la
norma, que corre casi tanto como el proceso de incorporación escolar del colectivo.
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Del desapego al desenganche y de éste al fracaso escolar
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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REFERENCIAS
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Del desapego al desenganche y de éste al fracaso escolar
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FRACASO ESCOLAR O RENDIMIENTO
EDUCATIVO
Enrique Roca
43
El concepto de “fracaso escolar” se opone al de “éxito en la educación”, particu-
larmente al de éxito al finalizar la educación obligatoria. El concepto de éxito en
la educación es preciso, tanto cuando se utiliza para un individuo, como cuando se
refiere al conjunto del alumnado, pero no existe una definición de precisión similar
cuando se utiliza el término fracaso escolar. En general, se dice que un alumno ha
tenido éxito cuando supera los objetivos planteados. Se utiliza el concepto “éxito
educativo” cuando al finalizar la educación obligatoria, una vez superadas todas las
asignaturas, el alumno obtiene el título de Graduado en la Educación Secundaria
Obligatoria, particularmente si eso ocurre a la edad legalmente prevista.
Cuando se trata de un conjunto de alumnos (de un centro, de una comunidad,
del país), se puede medir y expresar el éxito según el porcentaje de alumnos que
aprueban un determinado curso ó que alcanzan la titulación al finalizar la educa-
ción obligatoria. Se considera un éxito total que el 100 % de los alumnos apruebe
el curso o alcance dicha titulación a la edad idónea.
El grado de éxito en la educación obligatoria de un conjunto de alumnos se
expresa mediante el porcentaje de éstos que ha obtenido la titulación correspon-
diente en relación con el total de alumnos considerados. Cuando se trata del con-
junto de alumnos del país o de una comunidad autónoma, el éxito se expresa en
las estadísticas oficiales como el porcentaje de alumnos que titulan en un año
determinado, (independientemente de la edad en la que obtuvieron el título, 15,
16, o más años, asunto relevante en un país como el nuestro con cifras tan elevadas
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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Fracaso escolar o rendimiento educativo
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Que todos los jóvenes continuaran su formación hasta los 16 años, en lugar de
hasta los 14, fue un avance muy notable en la educación recibida por el conjunto
de los ciudadanos. No obstante, sólo el 70% de jóvenes alcanzaban los objetivos
planteados, y por tanto titulaban al finalizar la Educación Secundaria Obligatoria.
Es cierto que el éxito al finalizar la antigua EGB era incluso menor. Pero estas
cifras son las que han provocado ese trauma denominado “fracaso escolar” que se
ha instalado en esta primera década del siglo xxi. Como decía anteriormente,
en los 2 últimos años se ha experimentado una mejora relativa del número de
titulados en 5 puntos porcentuales y, por tanto, una disminución equivalente del
denominado fracaso escolar.
Titulados en ESO en España %
Ahora bien, además de este porcentaje de alumnos titulados que nos ofrecen
los registros de los centros educativos recogidos por las estadísticas oficiales de
las Administraciones educativas, disponemos de dos fuentes complementarias y
diferentes de información. Una, la Encuesta de Población Activa (EPA) en la que
se registra el número de ciudadanos que dicen haber alcanzado la titulación en
Educación Secundaria Obligatoria. La encuesta recoge las respuestas de los ciu-
dadanos de cualquiera de las edades que participan pero, para valorar el éxito o
el fracaso en la educación obligatoria, se selecciona a los ciudadanos de 18 a 24
años. Pues bien, las cifras de titulados en esas edades que proporciona la encuesta
han oscilado desde aproximadamente el 90% en el año 2000 a cerca del 85% en
la segunda mitad de la década.
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Fracaso escolar o rendimiento educativo
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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Fracaso escolar o rendimiento educativo
Ahora bien, ¿esto significa que el 100% de los alumnos de otros países finaliza
sus estudios obligatorios en condiciones satisfactorias? No, cuando se certifica el
nivel alcanzado se pone de manifiesto que un porcentaje de alumnos, como ocurre
en España, ha alcanzado un nivel formativo insatisfactorio, que no garantiza el
éxito posterior ni en la formación ni en la vida laboral y ciudadana.
La situación específica y particular de cada país ha venido a ser medida y com-
parada por los estudios internacionales de evaluación. Particularmente PISA,
desde su aparición a finales del siglo pasado y con las pruebas que realiza cada 3
años desde 2000, ha ofrecido un nuevo modo comparado de valorar el éxito y el
rendimiento de los jóvenes al finalizar la educación obligatoria y el nivel de do-
minio de la comprensión lectora alcanzado, de la competencia matemática o de
la competencia científica. En la última edición participaron 65 países, los 34 de
OCDE más 31 países asociados.
Se trata pues de una nueva medida del rendimiento educativo común a todos
los países participantes en el estudio, que ofrece otra perspectiva del éxito edu-
cativo distinta de la que presentan las calificaciones y certificaciones académicas.
Por esta razón, precisamente, se ha propuesto el título de este artículo “fracaso
escolar o rendimiento educativo”. Veamos cual es el rendimiento educativo espa-
ñol, en comparación con el de otros países, medido por PISA.
PISA ofrece información muy rica y variada para valorar el rendimiento de los
alumnos. La información más útil, a mi juicio, la que muestra un mayor interés y
una mayor capacidad explicativa cuando se trata de valorar estos resultados desde
la perspectiva comparada, es la de los niveles de rendimiento. Los resultados que
obtiene el conjunto de los alumnos participantes en PISA se organiza en distintos
niveles de rendimiento (5 o 6) en las distintas competencias. Además de compro-
bar qué porcentaje de alumnos se encuentran en cada uno de dichos niveles, PISA
ofrece una descripción muy valiosa de lo que son capaces de hacer los alumnos que
se encuentran en cada uno de los dichos niveles de competencia.
En la escala de rendimiento de PISA, el promedio obtenido por el conjunto de
los alumnos se hace equivaler a 500 puntos y la desviación típica a 100. En esa
escala, el nivel 1 y los inferiores de rendimiento se sitúan en puntuaciones que van
desde las más modestas obtenidas hasta poco más de los 400 puntos. Se considera
en general que estos niveles 1 o inferiores de rendimiento en PISA corresponden
a un dominio de las competencias insatisfactorio, que no garantiza a los alumnos
que se sitúan en dichos niveles que puedan incorporarse a una formación posterior
o a la vida laboral con unas mínimas garantías de éxito social, laboral y educativo.
El límite inferior del nivel 2 se considera el mínimo suficiente y se encuentra a
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
una distancia del promedio ligeramente inferior a una desviación típica. Debe
tenerse esto bien presente y no confundir ese límite inferior de suficiente con el
promedio de 500 puntos
Fuente: Instituto de Evaluación (2010), PISA 2009. Programas para la Evaluación Internacional de
los Alumnos OCDE. Informe español
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Fuente: Instituto de Evaluación (2010), PISA 2009. Programas para la Evaluación Internacional
de los Alumnos OCDE. Informe español
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Fracaso escolar o rendimiento educativo
Fuente: Instituto de Evaluación (2010), PISA 2009. Programas para la Evaluación Internacional
de los Alumnos OCDE. Informe español
Por tanto, PISA deja en evidencia que el resultado de los alumnos repetidores
es muy decepcionante, muy inferior al de los alumnos que han pasado con éxito
los cursos sucesivos. Cuando los profesores en España, al final de un curso aca-
démico, al final de una etapa, constatan que los alumnos no han progresado de
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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Fracaso escolar o rendimiento educativo
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Hay que resaltar que en el 2000 la cifra española se situaba ya muy próxima al
30% mientras que la de la Unión Europea estaba en el 17%. La cifra europea ha
experimentado un ligero descenso del 17% al 15% y la española ha permanecido
en torno al 30%. No obstante, la disminución de 3,5 puntos porcentuales desde
2008 es esperanzadora, si se convierte en tendencia en los próximos años.
Hay razones económicas, sociales e individuales que explican el abandono tem-
prano, algunas particularmente relevantes en España, como las amplias oportu-
nidades de trabajo para los jóvenes sin formación postobligatoria en los años del
elevado crecimiento económico español desde finales de los años 90 a 2007. Algu-
nas de las causas sociales e individuales que han afectado y afectan a los alumnos
españoles son compartidas con aquellas que a juicio de la UE explican el abando-
no en la mayoría de los países. Pero también se ha señalado reiteradamente que
una de las razones educativas de una cifra tan elevada del abandono en España ha
sido precisamente la necesidad del título de la ESO como requisito indispensable
para poder continuar estudios postobligatorios (Roca, 2010).
La Ley Orgánica de Educación (LOE) estableció los Programas de Cualificación
Profesional Inicial (PCPI) y, recientemente la Ley de Economía Sostenible (LES)
ha garantizado la apertura de esta vía formativa para los jóvenes que no titulan o
no están en condiciones de hacerlo a partir de los 15 años. Seguramente es pronto
para que estas medidas hayan podido dar sus frutos, pero indudablemente acercan
las condiciones y circunstancias de nuestro sistema educativo a las de los países
avanzados.
58
Fracaso escolar o rendimiento educativo
te por debajo de ese promedio están Murcia, con el 70% y Castilla-La Mancha con
el 69%; en cifras más modestas, entre el 63% y el 61%, se encuentran Melilla, la
Comunidad Valenciana, Baleares y Ceuta.
Titulados ESO CCAA
Por tanto, las diferencias en titulados en ESO alcanzan casi los 30 puntos por-
centuales entre las comunidades autónomas, diferencias muy notables y que di-
fícilmente son explicables por ninguna de las circunstancias que son comunes al
conjunto de dichas comunidades autónomas, como el currículo básico, la forma-
ción inicial y permanente del profesorado u otras razones generales del sistema
educativo. Esas diferencias habrá que explicarlas atendiendo a otras circunstancias
que concurren precisamente en los aprendizajes y en los rendimientos según de
qué centros o de qué comunidades autónomas se trate. Es una tarea imprescindi-
ble llegar a conocer las razones que explican estas diferencias para tratar de valorar
de una manera más precisa este éxito o fracaso educativo de nuestro sistema.
Como se ha señalado, disponemos de datos sobre el nivel de rendimiento en
PISA 2009 para 14 comunidades autónomas y también los que ha ofrecido nues-
tro doble ejercicio de evaluación de diagnóstico en España. Cuando medimos el
rendimiento de acuerdo con estas valoraciones externas, las diferencias entre co-
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Fuente: Instituto de Evaluación (2010), PISA 2009. Programas para la Evaluación Internacional
de los Alumnos OCDE. Informe español
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Fracaso escolar o rendimiento educativo
Es decir, allí donde las circunstancias son más adversas el resultado educativo
del sistema español es comparativamente mejor que el promedio de los otros
sistemas de la OCDE. La pendiente de las curvas españolas tiene una inclinación
similar a la de los países más equitativos, como Finlandia o Canadá, lo cual mues-
tra que las diferencias entre los alumnos de entornos más desfavorecidos y más
favorables son en España también moderadas y dan lugar a uno de los sistemas
más equitativos.
Otra característica muy destacada del sistema educativo español es que son
precisamente los alumnos de entornos económicos, sociales y culturales más fa-
vorables aquellos cuyo rendimiento relativo es comparativamente más mediocre.
Sólo en 2 o 3 comunidades españolas los alumnos que se encuentran en esos status
más favorecidos tienen resultados por encima de la OCDE, pero muy próximos;
el resto, incluido el promedio español, se encuentra en este caso por debajo del
promedio de la OCDE. Es decir, nuestro sistema tiene resultados mejores en las
situaciones más adversas y resultados comparativamente inferiores en los status
más favorecidos, en contra de una opinión que suele ser bastante generalizada en
España.
El comportamiento promedio español del abandono temprano es el resultado
de cifras de abandono muy diferentes entre las distintas comunidades autónomas.
En País Vasco (12,6%) y Navarra (16,8%) los porcentajes son próximos a la me-
dia europea. Hay comunidades como Asturias, Galicia, Castilla-León y Madrid
Aragón, Cantabria en las que el abandono se sitúa entre el 22 y el 24%. Sigue a
este grupo un conjunto de comunidades cuyo abandono temprano está en torno
a la media española, en valores situados entre el 28% y el 32%, como La Rioja,
Cataluña, Comunidad Valenciana, canarias y Extremadura. Finalmente, el resto
de las comunidades españolas superan el 33%, incluso el 40% en las ciudades
de Ceuta y Melilla. Pero en prácticamente todos los casos el descenso en los dos
últimos años ha sido muy notable.
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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Fracaso escolar o rendimiento educativo
Una primera circunstancia que debe ser tenida en cuenta es aquella que tiene
que ver con lo que podríamos denominar condicionantes del sistema educativo
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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Fracaso escolar o rendimiento educativo
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
66
Fracaso escolar o rendimiento educativo
Por tanto, al considerar esta variable de las expectativas educativas debe con-
cluirse que es fundamental estimular dichas expectativas, trasladar a la sociedad
la importancia que tiene para cada alumno en concreto y para el conjunto de ellos,
que se desee y se espere un mejor rendimiento, porque esa confianza y esa expecta-
tiva correlacionan de manera muy elevada con los resultados que se obtienen.
A corto plazo no es sencillo cambiar estas expectativas, sobre todo cuando cun-
de un pesimismo injustificado acerca del rendimiento del sistema educativo es-
pañol. Pero es fundamental que se trabaje desde el sistema educativo y desde el
conjunto de la sociedad, los medios de comunicación y los líderes de opinión a
favor de una ajustada y real valoración de la educación, para elevar precisamente
la confianza y las expectativas que se depositan en nuestros jóvenes y en el sistema
educativo. Es indudable que la educación española puede y debe mejorar pero
también es indudable, de acuerdo con las evidencias de la evaluación, que los
buenos rendimientos sólo son posibles cuando se espera y se desea que esos buenos
rendimientos se produzcan.
Veamos ahora aquellas circunstancias y condicionantes que sí son susceptibles
de actuaciones y mejoras en el corto plazo. Una primera es la que tiene que ver
con las dificultades de aprendizaje que se presentan en distintos casos y etapas de
la educación. Cómo se ha señalado, hay un porcentaje muy notable de alumnos
españoles que repite curso y la repetición es muestra de que no se alcanzan los ob-
jetivos. Pero la repetición que se constata al final de un curso académico o de una
etapa educativa es el resultado de lo que ha ocurrido durante ese curso, durante
los cursos anteriores o en el conjunto de la etapa.
Cuando un profesor al final de curso constata que un alumno no ha alcanzado el
nivel mínimo indispensable de rendimiento y, por tanto, no está en condiciones
de pasar curso, se ve obligado a certificar esta circunstancia y, en consecuencia, el
alumno tiene que repetir si se produce una valoración similar en distintas asigna-
turas, de acuerdo con lo establecido por nuestra normativa. Pero esa certificación
negativa ha debido ir precedida, necesariamente, de suficientes síntomas a lo lar-
go del curso y posiblemente de los años anteriores de que el aprendizaje no está
progresando de forma adecuada.
Para evitar la repetición, para disminuir su porcentaje y sus efectos, es im-
prescindible poner todo el esfuerzo del sistema educativo, del conjunto de la co-
munidad educativa, particularmente del profesorado y de las administraciones
educativas, en detectar las dificultades desde el primer momento que se presen-
ten, incluso desde la educación infantil y, desde luego, en la educación primaria.
Cuanto más temprana es la edad en la que se presentan estas dificultades más
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Fuente: Instituto de Evaluación (2010), PISA 2009. Programas para la Evaluación Internacional de
los Alumnos OCDE. Informe español
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Fracaso escolar o rendimiento educativo
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Fuente: Instituto de Evaluación (2010), PISA 2009. Programas para la Evaluación Internacional
de los Alumnos OCDE. Informe español
Pero incluso si esto es irremediable, es decir, incluso si se han puesto todos los
medios para detectar pronto y todos los recursos para subsanar las dificultades,
si a pesar de ello, algún alumno no es capaz de llegar con éxito al final de curso
y por tanto se produce la repetición, que inevitablemente ocurrirá, en esos casos
hay también que procurar los medios para que la repetición no consista en hacer
lo mismo sino en trabajar adecuadamente para que no se produzca de nuevo. Es
decir, los alumnos repetidores no pueden hacer al curso siguiente lo mismo que
el anterior, con compañeros más jóvenes, con la inseguridad añadida que ello
produce, porque las posibilidades de fracaso serán muy elevadas: los alumnos re-
petidores deben recibir una atención adecuada a las dificultades que se detectaron,
que dieron lugar a la repetición y, por tanto, deben tener un tratamiento muy
específico, muy individualizado para hacer frente a esa dificultad.
Para concluir estos razonamientos con respecto a la repetición y sus efectos,
habría que señalar que en todos los casos, pero en estos muy específicamente,
es indispensable la atención individualizada. La atención a la diversidad de los
alumnos se ha incorporado desde los años noventa, pero es verdad que todavía no
se ha podido hacer una realidad satisfactoria. La atención individualizada requiere
70
Fracaso escolar o rendimiento educativo
recursos bien dirigidos, bien situados allí dónde son necesarios y normalmente los
recursos son profesores que acompañen y ayuden al profesor habitual para detectar
dificultades y para superarlas. Aunque estas medidas son costosas, no lo son más
que la repetición como ahora está planteada, que afecta a un tercio de los alumnos
y, por tanto, de los recursos; y, desde luego, la atención real a la diversidad sería
más eficiente, como muestran los resultados de los países que destinan el profeso-
rado necesario para una atención adecuada a todos los alumnos.
Un segundo ámbito en el que se presentan dificultades y retos indispensables
pero también posibilidades de actuación en el corto plazo es aquel que nos han
revelado los estudios nacionales e internacionales y que tiene que ver con el rendi-
miento educativo dentro de los centros. Tanto los estudios PISA como las evalua-
ciones de diagnóstico españolas muestran que las diferencias fundamentales de los
resultados que obtienen los alumnos se producen no entre países o comunidades,
ni siquiera entre los centros educativos, sino “dentro” de ellos. Veamos el cuadro
que se ofrece a continuación y que ilustra esto que se dice.
La variabilidad en los resultados (la varianza)
“Entre” CCAA y centros “Dentro de” CCAA y centros
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
72
Fracaso escolar o rendimiento educativo
Esta fórmula que focaliza la atención en el centro sin descuidar otras medidas de
carácter más general, es la que parece ofrece mayor éxito en aquellos países en las
que se emplea, y seguramente esta es una de las mayores diferencias que separa el
rendimiento medio de nuestros alumnos del de los países que obtienen un rendi-
miento excelente.
Disminuir la repetición, porque los alumnos avanzan adecuadamente, es sin
duda una garantía de éxito y atender a los alumnos desde la educación infantil
con el suficiente cuidado del aprendizaje, sus necesidades y sus dificultades, por
el entorno familiar, por el entorno social o por sus propias características persona-
les, atender esto debidamente será sin duda una de las medidas más eficaces, más
efectivas para mejorar el rendimiento educativo.
Dicho lo anterior, me parece que es imprescindible recordar que cuando habla-
mos de rendimiento frente a fracaso, cuando tratamos de medir ese fracaso con los
mismos instrumentos que se mide en otros países y cuando tratamos de ofrecer
medidas y soluciones adecuadas no se debe olvidar que en los mejores sistemas
educativos, todos los alumnos sea cual sea su rendimiento educativo en la educa-
ción obligatoria tienen posibilidades formativas posteriores, tienen posibilidades
de continuar su educación y formación de distintos modos.
En nuestro país esto era poco menos que imposible hasta que se aprobó la
LOE e incluso, una vez aprobada, el tránsito abierto a través de los Programas
de Cualificación Profesional Inicial era bastante limitado y limitativo. La Ley de
Economía Sostenible ha introducido novedades que bien trabajadas pueden abrir
puertas reales para que los alumnos puedan seguir formándose una vez acabada la
educación obligatoria, si se garantiza una oferta suficiente.
La primera de esas puertas es la certificación de nivel de competencias alcanza-
do al finalizar la Educación Obligatoria. No basta con otorgar el título a aquellos
que han alcanzado con éxito los objetivos de la ESO. Hay que certificar el nivel de
competencias alcanzado por todos, particularmente por aquellos alumnos que no
han logrado obtener el título.
Pero hay una segunda cuestión que también es fundamental. Hay que conse-
guir que todos los alumnos tengan futuro formativo y, por tanto, hay que garan-
tizar que la senda que abren los programas de cualificación profesional inicial sea
una vía por la que puedan transitar todos los alumnos: hay que estimular la parti-
cipación en estos programas de todos aquellos que no obtienen el título o no están
en condiciones de obtenerlo mediante los cursos generales de la ESO. Además, es
imprescindible que los alumnos que finalicen con éxito los PCPI tengan las puer-
73
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
tas abiertas hacia la formación, bien sea en los ciclos formativos de grado medio y,
luego, de grado superior, bien hacia las vías académicas que corresponda.
Nuestro sistema tiene que abrir las puertas que permitan acceder desde cual-
quier nivel formativo a estudios posteriores, debe facilitar esos accesos garanti-
zando que todos los alumnos que transitan por los programas de cualificación o
por los ciclos formativos encuentren los caminos para continuar su formación en
estudios profesionales o académicos superiores. En los estudios postobligatorios
y en toda la formación a lo largo de la vida lo que debe haber son estímulos para
iniciarlos, y no límites casi infranqueables fuera de las vías académicas formales.
El alumno que ha seguido uno de estos ciclos, una de estas formaciones ha mos-
trado un interés por su formación y capacidad para mejorarla.
En conclusión, para mejorar el rendimiento educativo y el éxito escolar es nece-
sario prevenir las dificultades de aprendizaje, atender la diversidad de necesidades
educativas, certificar el nivel de competencias alcanzado y abrir todas las puertas
para continuar la formación y los estudios postobligatorios. Es preciso garantizar
que todos los alumnos tienen al finalizar la educación obligatoria oportunidades
formativas. Para todo ello es imprescindible contar con los recursos necesarios,
particularmente, con un profesorado bien preparado y comprometido.
Pregunta: Se plantea que los alumnos repetidores sacan malos resultados, ¿pero
eso es porque los alumnos son malos o porque el sistema de repetición es malo?
Respuesta: Al alumno que repite el sistema no consigue recuperarlo. Sus re-
sultados eran malos antes de repetir y después de repetir siguen muy por debajo
(uno o dos niveles de rendimiento) de los de sus compañeros no repetidores. Esto
ha sido constante en todos los ejercicios PISA desde 2000 y en las evaluaciones de
diagnóstico españolas, tanto en 4º de primaria como en 2º de ESO
P: Es posible que las expectativas de los padres no generen siempre buenos
resultados, porque los padres no tienen las mismas expectativas respecto de todos
sus hijos.
74
Fracaso escolar o rendimiento educativo
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
76
Fracaso escolar o rendimiento educativo
cias educativas, escolares y sociales de los alumnos que tienen efectos positivos en
el rendimiento.
P: En las pruebas de diagnóstico y en las de PISA ¿qué se hace con los cuestio-
narios de los alumnos con necesidades educativas especiales? Si se les quita de los
resultados, ¿cómo se contempla la existencia de estos alumnos?
R: Los alumnos de necesidades educativas especiales realizan las pruebas, pero
se excluyen sus resultados de los datos PISA para obtener los promedios, a fin de
garantizar que se prescinde de circunstancias extraordinarias que pueden perjudi-
car una adecuada comparación del rendimiento de los sistemas educativos.
P: ¿Es preciso analizar el papel de la política educativa en la consecución de
los resultados, ocuparse de la gestión del sistema educativo y no solamente de
cambiar las normas?
R: Las leyes educativas deben ser más flexibles, porque la escolarización es uni-
versal. Lo que no ha cambiado desde 2000 a 2008 es la repetición. En estos años
han cambiado muchas cosas: la consolidación de la educación universal para todos
hasta los 16 años, la llegada masiva de los inmigrantes, y el sistema educativo
ha reaccionado positivamente. Podemos estar orgullosos de que en nuestro país
los centros más desfavorecidos obtengan mejores resultados que los equivalentes
en la mayoría de países de la OCDE. Aunque todavía queda mucho por hacer,
debemos basar el trabajo educativo en evidencias, no en opiniones.
REFERENCIAS
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
78
FRACASO ESCOLAR Y COMUNIDADES
AUTÓNOMAS4
José Saturnino Martínez García
79
En el presente trabajo se muestran las diferencias de fracaso escolar entre las
comunidades autónomas, y se relacionan con características sociales y educativas
de cada una de ellas. En los datos se aprecia que las diferencias seculares entre
comunidades son considerables, pues los resultados educativos de las autonomías
en el pasado están claramente relacionados con los resultados presentes. Debe
tenerse en cuenta que las autonomías se instituyen en los años 80, por lo que
hablar de comunidades autónomas previamente a esa fecha es un anacronismo.
Por un lado, debido a que en los regímenes políticos anteriores, el centralismo en
política educativa fue la norma. Por otro, debido a que las divisiones provinciales
que conforman las actuales autonomías no coinciden con agrupaciones regionales
previas (como sucede con “las dos Castillas”). Esto hace pensar que la relación en-
tre pasado y presente no se debe tanto a la existencia de realidades administrativas
como a la realidad social de los territorios.
Los datos empleados se manejan a un nivel muy agregado, siendo la comunidad
autónoma la unidad de análisis. La escasa información disponible sobre el proceso
educativo por comunidades autónomas, empleada además de esta forma agregada,
no nos permite conocer con precisión qué procesos pueden mejorar los resultados
educativos. Pero sí nos permite observar ciertas tendencias sociales y educativas
relacionadas con el fracaso escolar, y descartar otras.
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
1. EL FRACASO ESCOLAR
82
Fracaso escolar y comunidades autónomas
Fuente: Elaboración propia con los microdatos de la Encuesta de Población Activa (INE),
segundos trimestres.
Por otro lado, las personas que no logran cierto nivel mínimo de conocimien-
tos tras cursar la enseñanza obligatoria pueden ser consideradas en situación de
fracaso de rendimiento escolar. El rendimiento lo conocemos mediante pruebas
diseñadas al efecto. En el presente trabajo, como se tomará el resultado de la Prue-
ba Internacional de Evaluación del Alumnado de la OCDE (más conocida por sus
siglas en inglés: PISA (OCDE 2010b)), hablaremos de fracaso escolar PISA. En-
tendemos que están en esta situación aquellos jóvenes que no superan los niveles
0 y 1 en el nivel de de competencias en lectura, matemáticas y ciencias.
En una situación ideal, el fracaso escolar administrativo y el fracaso de rendi-
miento escolar deberían estar muy unidos, pero no ocurre así (Carabaña 2009;
Martínez García 2009; Martínez García 2011). Como se aprecia en el Gráfico 2,
más bien lo que sucede es que existen “dos Españas”. Por un lado, la España no
peninsular (Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla) y Andalucía, con tasas de fracaso
escolar en PISA (en las tres pruebas simultáneamente) superiores al 18%. Por
otro, el resto de CC AA, con tasas de fracaso escolar en PISA en torno al 10%,
con un margen de error muestral de ±2%. En esta España, conviven situaciones
de bajo fracaso administrativo, como País Vasco o Asturias, con otras en que es
alto, como La Rioja o Murcia. Es decir, el nivel de exigencia para lograr el título
de GESO en la España de bajo fracaso en PISA es muy variable, con comunidades
en las que es extremadamente difícil lograrlo.
83
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
5. En cierta medida se comete una incoherencia temporal al comparar en un año dado los
resultados de los jóvenes de 15 años con el abandono a los 18-24 años de edad en ese mismo año,
pero según los resultados del informe PISA, entre 2000 y 2009 el rendimiento medio de los países
permanece estable (entre los países comparados, en términos estadísticamente significativos, han
mejorado Alemania, Portugal y Polonia, y han empeorado Suecia y República Checa (OCDE,
2010 a, Gráfico V.2.1))
84
Fracaso escolar y comunidades autónomas
85
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Las líneas punteadas marcan el intervalo de confianza al 95,5% en torno al porcentaje de España en
fracaso escolar de rendimiento en PISA. Los países dentro de estas líneas no son estadísticamente
distintos al conjunto de España.
Fuentes: Elaboración propia con datos de Eurostat y OCDE.
86
Fracaso escolar y comunidades autónomas
87
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
La inercia de la alfabetización
La inercia de la diferencia en niveles de alfabetización entre comunidades au-
tónomas en el pasado y el nivel presente probablemente opera mediante dos me-
canismos. Por un lado, el nivel educativo de la familia es la variable conocida no
cognitiva que guarda más relación con el nivel educativo de los hijos. No es este el
lugar para profundizar en la naturaleza de esta relación, que bien podría ser debido
a que los padres más educados educan mejor y crían más saludablemente a sus hi-
jos, contribuyendo así a incrementar sus capacidades intelectuales (Boudon 1983),
o a que simplemente están más familiarizados con las arbitrariedades de la cultura
escolar (Bernstein 1989; Bourdieu y Passeron 2009). Por otro lado, puede existir
un mecanismo más agregado y societal, pues una sociedad más educada es razona-
ble que demande más bienes y servicios culturales, de los que se pueden beneficiar
tanto las personas de alto como de bajo nivel cultural. Independientemente de la
naturaleza concreta de esta relación, la asociación entre la historia y el presente
educativos de las comunidades autónomas muestra diferencias entre la España del
Sur e insular en la relación entre alfabetización pasada y rendimiento en PISA en
2009 (Gráfico 5). Por un lado, regiones con retraso secular en su alfabetización,
88
Fracaso escolar y comunidades autónomas
con una tasa bruta que no supera el 85% en 1960. Por otro, autonomías con tasas
de alfabetización superiores al 95%, en dicho año. Baleares, Galicia y Comunidad
Valencia estarían en la frontera entre estos dos conjuntos de comunidades.
Nos podemos acercar más en el tiempo, y relacionar el rendimiento actual con
el de 1997. En ese año el Ministerio de Educación, con Esperanza Aguirre al fren-
te, elaboró un estudio con pruebas de rendimiento. Se aprecia cierta relación entre
aquellas puntuaciones y las de PISA en 2009, con la diferencia en que Baleares
está peor y Cataluña mejor de lo que cabría esperar (Gráfico 6).
La relación con entre alfabetización en 1960 y fracaso escolar administrativo en
2008/2009 muestra una situación ligeramente distinta (Gráfico 7), especialmente
debido a que el fracaso escolar administrativo parece mayor de lo que le debería
corresponder por su situación educativa en los 60. Especialmente cabe destacar la
situación de la Comunidad Valenciana y de las Islas Baleares, que se comportan
como “valores atípicos”, debido a su alta tasa de fracaso en relación con la alfabe-
tización de hace medio siglo.
Gráfico 5. Fracaso escolar de rendimiento en PISA
y tasa bruta de alfabetización (1960)
89
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Fuentes: Elaboración propia con datos del INCE (1998) y C. E. Núñez (2007).
Fuentes: Elaboración propia con datos del Ministerio de Educación y de C. E. Núñez (2007).
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Fracaso escolar y comunidades autónomas
6. La tasa bruta de fracaso escolar administrativo se refiere a los jóvenes que no han obtenido
el título a los 16 años. La serie comienza en 2000 por limitarse a los titulados bajo el sistema
LOGSE.
91
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
trativo (que al estar medido a los 16 años, el fracaso en 2008 se empieza a notar
en el abandono de 2010).
Gráfico 8. Relación entre varones ocupados en la construcción, sector
inmobiliario y hostelería, y fracaso escolar administrativo
Fuentes: PISA 2009 (OCDE) y Microdatos de la EPA (II t., INE), elaboración propia.
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Fracaso escolar y comunidades autónomas
Fuentes: Elaboración propia con datos de la Encuesta de Población Activa (INE), Eurostat y
Ministerio de Educación.
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Gráfico 19. Diferencias entre los cursos 2008-2009 menos 2000-2001 en fracaso
escolar administrativo y porcentaje de alumnado en centros públicos
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4. CONCLUSIONES
Los datos agregados, como los empleados aquí, no permiten conocer con el
suficiente detalle los procesos educativos, por lo que se debe ser cauto en su inter-
pretación y en las propuestas que de ellos deriven para la toma de decisiones de
política educativa. Con esta precaución en mente, es posible afirmar que parece
que las diferencias en resultados educativos entre comunidades autónomas guar-
dan más relación con sus diferencias socioeconómicas que con sus diferencias en
políticas educativas.
Son posibles dos explicaciones de esta evidencia, más allá de cuestionar la perti-
nencia de emplear datos agregados para reflexionar sobre política educativa. Una
podría ser que, a pesar de la descentralización de la política educativa, la vida en
el aula no ha cambiado tanto. El mayor peso del gasto educativo sigue siendo el
salario del profesorado, y su formación es más o menos homogénea en España, en
centros universitarios con programas y prácticas parecidas; para ejercer, el pro-
fesorado debe superar una oposición, y tras ella, la promoción es más o menos
automática. Si la carrera docente, la formación del profesorado, la gestión de los
centros y las prácticas educativas cotidianas en el aula son muy parecidas entre las
distintas comunidades autónomas, más allá de lo que digan las leyes y los regla-
mentos, ¿qué importa que quien tome las grandes decisiones sea un consejero au-
tonómico o un ministro? Visto así, la fragmentación de nuestro sistema educativo
sería más aparente que real, pues las normas en las que se diferencias las distintas
comunidades autónomas no están suponiendo diferencias en la vida cotidiana de
los centros, más allá de los rituales administrativos. Resumiendo, no se observan
grandes diferencias debido a que las prácticas educativas son muy homogéneas en
toda España. De ser así, la variabilidad de prácticas entre centros tendría que ver
más con la variabilidad aleatoria de características particulares del profesorado y
de las costumbres de cada centro que con la voluntad política de las autoridades
educativas. Esta hipótesis parece corroborada por la información presentada en las
pruebas de diagnóstico elaboradas por el Ministerio de Educación, en las que se
muestra que las diferencias dentro de los centros educativos son más importantes
que las diferencias entre centros educativos, o también que las diferencias dentro
de las comunidades autónomas son mayores que las diferencias entre comunida-
des autónomas (Instituto de Evaluación 2010; Instituto de Evaluación 2011).
Otra posibilidad es que los factores externos al sistema educativo son mucho
más relevantes que los específicamente educativos. Desde este punto de vista, las
políticas educativas son necesarias, pero su relevancia es escasa, frente al peso de
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no existen. Con esto quiero decir que bajo una única categoría estamos agrupando
a realidades sociales muy diferentes, y es mejor que las pensemos por separado,
pues no suponen los mismos retos educativos el alumnado de origen chino, ma-
rroquí o rumano. Creo que pensar todo eso como una unidad confunde en vez de
ayudar a pensar.
P: Las diferencias entre los rendimientos educativos de las diferentes comuni-
dades autónomas pueden explicar parcialmente por la interrelación de determina-
dos indicadores, como porcentaje del PIB destinado a educación, nivel económico
y cultural de la población, porcentaje de emigrantes, etc. Pero también hay una
intervención de la administración educativa que es diferente en unas comunida-
des y en otras. ¿Cómo podría estudiarse su influencia?
R: Es necesario insistir en la necesidad de evaluar las políticas educativas lleva-
das a cabo por las diferentes administraciones para ver qué es lo que se mejora y
cómo. Es muy complejo diseñar estudios de calidad que tengan en cuenta todas
estas características. Pero con las limitaciones de los datos disponibles, diría que
el peso de los factores socioeconómicos y culturales es mucho mayor que las varia-
ciones institucionales debidas a la gestión autonómica. Como prueba de ello basta
con observar la fuerte correlación entre los resultados actuales y los que existían
en la época franquista, que era un Estado centralista.
REFERENCIAS
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Fracaso escolar y comunidades autónomas
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
—. 2010b. PISA 2009: What Students Know and Can Do. Vol. I.
Page, M.y otros 1993. Evaluación experimental de la reforma de las enseñanzas medias.
Madrid: CIDE.
Profesionales por la ética. 2011. Las políticas educativas en España: Ránking de exce-
lencia educativa.
Roca, E. 2010. “El abandono temprano de la educación y la formación en Es-
paña”, Revista de Educación Extraordinario.
110
EL FRACASO ESCOLAR: UNA MIRADA
DESDE EL CENTRO EDUCATIVO
Mariano Martín Gordillo
111
1. LAS BISAGRAS ENTRE LAS ETAPAS EDUCATIVAS
En los análisis sobre las diferencias más sensibles entre la educación pública y
la educación privada en España quizá no se ha subrayado lo suficiente el papel de
las “bisagras” entre las etapas, del tránsito de unas a otras. Las continuidades o
brechas en esos momentos de paso son especialmente importantes para el éxito o
el fracaso educativo del alumnado y seguramente allí están algunas de las causas y
las motivaciones, explícitas o implícitas, por las que muchas familias prefieren la
educación privada frente a la pública.
En la educación pública las etapas de nuestro sistema educativo están separa-
das en instituciones diferenciadas para la educación primaria y para la educación
secundaria. En la educación privada no. La familia que matricula a su hijo con
tres años (o menos) en un centro privado lo hace con la expectativa de que se-
guramente seguirá en él hasta los dieciocho en que podrá comenzar sus estudios
superiores. La familia del niño que con tres años entra en un colegio público sabe
que con seguridad cambiará de centro a los doce. Las discontinuidades entre las
etapas educativas tienen, por tanto, muy distinto alcance en la educación pública
y en la privada. Las culturas institucionales están necesariamente más fracturadas
en la primera que en la segunda y esa circunstancia puede no ser baladí a la hora
de manejar el progreso del alumnado en edades tan críticas como las del comienzo
de la adolescencia.
113
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Viene a cuento este recordatorio porque nuestro sistema educativo fue definido
a comienzos de los años noventa con la intención de que esa bisagra estuviera bien
engrasada y hubiera cierto equilibrio en los esfuerzos de sus dos lados. A pesar de
las dificultad que suponía manejar las tensiones derivadas de las diferencias entre
las culturas profesionales procedentes de la EGB, del BUP y de la FP, que se fun-
dían en la nueva secundaria obligatoria con la LOGSE, se pretendía promover una
educación común que alcanzaría hasta los dieciséis años para todos, o quizá hasta
los diecisiete o dieciocho para quienes hubieran tenido dificultades importantes
en alguno de los diez cursos de su educación obligatoria.
Esa secundaria comprensiva suponía, por tanto, una apuesta decidida por inte-
grar la diversidad en una educación común más larga. Por tanto, debía manejarse
con habilidad tanto el diseño curricular como la generación de culturas profesio-
nales favorables en los centros. A pesar de las dificultades que ese desafío entraña-
ba conviene recordar que esa apuesta integradora, bien distante de la segregación
a los catorce años (existente hasta los años ochenta) o a los quince (como parece
que sucederá ahora), era asumida entonces como un bien educativo y sobre todo
como un bien social. En la historia de los países de nuestro entorno siempre ha
sido cierto que más educación, durante más tiempo y para más personas, conduce
al progreso individual y colectivo. Cuando ello se hace de una forma decidida-
mente orientada a la integración y la convivencia en las mismas aulas, los resulta-
dos tienden a ser beneficiosos para la integración y la convivencia social.
La apuesta por un sistema educativo con un largo tronco común suponía, no
obstante, importantes dificultades. Para afrontarlas, entre otras medidas, se in-
tentó evitar el perverso papel de las repeticiones tempranas (cuya eliminación en
primero de la ESO tantas críticas suscitó en su momento, a pesar de que ahora
ya va habiendo consenso sobre la inutilidad de las repeticiones sin medidas es-
pecíficas) y se definieron estrategias adaptadas para alcanzar la misma titulación
a través programas como los de diversificación curricular implementados en los
últimos cursos de la ESO.
Cuando un alumno llegaba a la secundaria (con doce años, si seguía con los
de su cohorte, o con trece, si excepcionalmente había repetido un curso) el pro-
fesorado del instituto que lo recibía sabía que, si las cosas iban bien, estaría en
la ESO cuatro años. Un currículo con una opcionalidad creciente a lo largo de
la etapa, pero no segregadora, y una apuesta decidida por la acción tutorial eran
dos de los factores básicos que permitían promover la necesaria atención a la di-
versidad en un sistema comprensivo. Si las cosas iban mal el centro sabía que ese
alumno podría estar en él hasta los dieciocho años (o excepcionalmente hasta los
114
El fracaso escolar: una mirada desde el centro educativo
Unas instituciones que saben que los alumnos que se incorporan a ellas tienen
ante si cuatro años para finalizar la educación obligatoria, pero que si las cosas van
mal hay prórroga y pueden ser cinco o seis años (tantos como los que ha habido
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El fracaso escolar: una mirada desde el centro educativo
8. Mucho mejor que fracasados, excluidos o perdedores. Objetores. La expresión les da pedigrí
de respetabilidad. Tiene su punto irónico, pero suena tranquilizadora. Ellos son distintos, no les
va la escuela. Son como de otra especie. Los objetores escolares merecen un respeto y un cierto
trato: el del puente de plata al enemigo que huye.
Ellos no son los díscolos que queremos reinsertar por las buenas o por las malas. Los insumisos
que ponen en cuestión nuestro sistema (escolar) establecido. Los objetores escolares son el con-
trapunto que refuerza a las personas de orden. Su deserción escolar nos beneficia. Ya lo decía un
presidente de la Royal Society hace dos siglos: “El proyecto de dar educación a las clases populares
es sumamente equívoco…” Mejor no hacerlo. Que se queden solo los que quieren y pueden. O sea
los nuestros. Que se vayan los otros. Los hijos de los otros. Los objetores escolares a los que ese día,
el día de su salida de la escuela, les llamamos cariñosamente “chavales” y decimos que no se adap-
tan a nuestro sistema educativo y que prefieren optar por otras vías tan válidas como cualquier
otra. Como si la suya fuera una opción. Como si realmente creyéramos que sin educación van a
tener alguna oportunidad para cambiar su destino. Como si su destino fuera libremente elegido.
Eufemismos y paradojas para no llamar a las cosas por su nombre. Para no hablar de segregación,
desigualdad y reproducción social. Al llamarles objetores escolares no ponemos ningún reparo a
que sean carne de cañón. Ellos ponen la carne y nosotros el cañón. Y al lanzarlos fuera de la escuela
los despedimos con respeto. Son nuestros objetores escolares.
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El fracaso escolar: una mirada desde el centro educativo
fue paralizada (cuando el PSOE volvió al poder en 2004) por lo crítico que resul-
taba aquel retroceso histórico para la educación española. Resulta bien lamentable
que, siete años después, el peor adversario de una LOE apenas estrenada haya sido
la absurda estrategia del fallido pacto educativo y el resultado de todo el proceso
haya sido justamente el retorno a las propuestas que el PP defendía en 2003 y
que, en su nueva etapa de gobierno, solo tendrá que actualizar llamando primero
de Bachillerato a lo que de facto ya lo iba a ser aunque se siguiera llamando cuarto
de ESO.
No es cierto que la estructura de cuarto de la ESO en la LOE necesitara una
revisión por ser poco flexible. Ni tampoco que lo sea más su reforma tras el Real
Decreto 1146/2011, de 29 de julio. Al contrario, aquel cuarto de la ESO era más
flexible y propicio para atender a la diversidad que el que se deriva de su reforma.
En la práctica, este es mucho más rígido. Su nueva organización no es solo políti-
camente muy discutible, sino que técnicamente está mal diseñada.
119
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
para que fueran los propios centros los que, en su caso, la adaptaran en función de
sus necesidades y posibilidades. De hecho, esa apertura se subrayaba en el mante-
nimiento, además de las materias opcionales prescritas, de una materia optativa
que las comunidades autónomas y los propios centros podían concretar y que
desde los años noventa ha resultado especialmente importante para aumentar las
posibilidades de que los alumnos cursen contenidos que les resulten más intere-
santes. Optativa que sin embargo desaparece en el nuevo diseño de cuarto de la
ESO.
Partiendo de que las materias comunes son las mismas en la nueva estructura
de cuarto de ESO que en la anterior, ninguna de las elecciones en el espacio de
opcionalidad del nuevo diseño que resultan propedéuticamente relevantes eran
imposibles con el diseño anterior. Sin embargo, muchas elecciones relevantes que
antes se podían hacer resultan imposibles ahora. Y, aún más, con las nuevas opcio-
nes de cuarto de la ESO se promueven elecciones que son simplemente absurdas.
El nuevo diseño de cuarto de ESO en el RD 1146/2011 establece que se cur-
sarán nueve materias: las seis comunes que se venían cursando hasta ahora y tres
más que se ofrecen agrupadas en tres opciones, que vienen a relacionarse preten-
didamente con los Bachilleratos de ciencias, de letras (¿y el artístico?) y con los
estudios de formación profesional (¿tan homogéneas son sus familias profesiona-
les?). Cada una de esas opciones se compone de tres materias de las que el alumno
habrá de elegir necesariamente dos, la tercera puede elegirla de entre las materias
de las otras opciones o de otras tres materias que se ofrecen para todas ellas.
120
El fracaso escolar: una mirada desde el centro educativo
El resultado es que una elección tan sensata para muchos estudios posteriores
como cursar Educación plástica y visual, Tecnología y una de las tres materias
que no están en las opciones (Informática, Orientación profesional e iniciativa
emprendedora o Segunda lengua extranjera) es imposible en este nuevo diseño,
cuando una elección de ese tipo era posible hasta ahora. Tampoco está permitido
cursar las tres últimas recién citadas (ni siquiera dos de ellas) cuando es evidente
su pertinencia para un buen número de familias de formación profesional.
Por el contrario sí es posible elegir una combinación tan poco justificada como
Latín, Música y Tecnología ya que cumple los requisitos de que dos de las mate-
rias estén en la misma opción (en este caso el Latín y la Música cuya vecindad solo
es evidente para este Real Decreto). O también Latín, Música y Ciencias aplicadas
a la actividad profesional, elección que muestra una coherencia que, desde la ex-
traña interpretación de ese Real Decreto, debe ser superior que la que se señala en
el párrafo anterior, ya que se prohíbe aquella pero permite esta.
Entre las elecciones extrañas permitidas está la combinación de Biología y Geo-
logía, Física y Química y Alimentación, nutrición y salud (dicho sea de paso,
parece que especialmente conveniente para los no bachilleres ya que es en la op-
ción pretendidamente orientada a la formación profesional en la que se ubica), sin
reparar en la difícil relación entre el todo y la parte que muchos de los contenidos
de esta última tendrán con los de las materias de ciencias naturales de los cursos
anteriores o con la propia Biología y Geología de ese mismo curso.
No es una oferta que mejore en coherencia, y mucho menos en flexibilidad,
las elecciones que ya eran posibles desde la LOE (y también desde la LOGSE) en
cuarto de ESO. Todo lo contrario, técnicamente es mucho peor. Pero parece claro
que la clave de esta reforma no es favorecer una elección orientada por parte de los
alumnos (algo que ya se hace en los centros desde hace muchos años), sino subra-
yar y promover en la propia organización de sus grupos la idea de unos itinerarios
que, más allá de lo sensatos que sean, sirvan para dividir y separar al alumnado de
ese curso en tres vías diferenciadas: ciencias y letras, para los Bachilleratos de toda
la vida (¿dónde quedó el artístico?), y el cajón de sastre (casi con esas dos últimas
palabras juntas) que conduce a la Formación Profesional.
Separación organizativa de tres opciones que seguramente no llegará siquiera a
realizarse. Y no solo porque el nuevo gobierno reconvierta las dos primeras en un
primero de Bachillerato, sino porque la tercera ya tiene su público copado por los
cantos de sirena que desde el otro lado del puente de plata esperan a los alumnos
que antes de llegar a cuarto de la ESO saldrán de la etapa (muchos de ellos con
quince años) para integrarse en los PCPI.
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
9. M. Martín Gordillo: “Tarimas 2.0”, Divulgación y Cultura Científica, OEI, 2009. [En
línea: http://www.oei.es/divulgacioncientifica/opinion0018.htm]
10. M. Martín Gordillo: “Educar es mucho más que enseñar: es humanizar” Divulgación y
Cultura Científica, OEI, 2010. [En línea: http://www.oei.es/divulgacioncientifica/entrevistas_
088.htm]
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El fracaso escolar: una mirada desde el centro educativo
11. M. Fernández Enguita, L. Mena Martínez y J. Rivière Gómez (2010): Fracaso y abandono
escolar en España. Fundación “la Caixa”, Colección Estudios Sociales, Num. 29, Barcelona.
12. Op. cit, p. 93.
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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El fracaso escolar: una mirada desde el centro educativo
parciales del primer curso con tanto tiempo muerto a lo largo de la semana, lejos
de servir para reducir el riesgo de abandono (como sucedía si era posible avanzar
en ese tiempo en algunas de las materias de segundo), aumentan la probabilidad
de que esos alumnos repetidores a tiempo parcial acaben dejando el Bachillera-
to. Así, esta perversa carambola normativa (solo beneficiosa para quienes ven la
educación como un negocio) ha hecho que un modelo de repetición pensado para
reducir el abandono escolar haya acabado casi por fomentarlo.
Quizá la percepción de que, tras esa sentencia, no había más opción para resol-
ver ese problema que la reforma de la LOE, pudo ser uno de los detonantes para
que en 2009 el gobierno considerara necesario promover el incierto camino de la
búsqueda de un pacto educativo para alcanzar acuerdos sobre reformas educativas
que se acabaron centrando principalmente en el final de la secundaria obligatoria
y en las etapas postobligatorias (entre los temas susceptibles de pacto apenas ha-
bía referencias significativas a la educación infantil y primaria).
Visto lo fallido de aquel pretendido pacto resulta más lamentable que el pro-
blema en el Bachillerato fuera percibido entonces como insoluble sin una reforma
de la Ley Orgánica. Sobre todo porque, como se verá, ello no es así. Y lo peor es
que el tiempo empleado en ese pacto, además de dar alas a la idea de que era po-
sible y deseable una contrarreforma de la LOE (justo en un momento en el que ya
casi había consenso en que nadie debería promover una nueva ley orgánica), hizo
que se demorara la ocasión de resolver este problema de manera más imaginativa
y normativamente mucho menos compleja. Curiosamente, el tiempo dedicado al
dichoso pacto sirvió a algunos para difundir la idea de que todo lo relativo al Ba-
chillerato era postergable, porque implícitamente consideraban que cuanto menos
flexible fuera esa etapa más fácil sería promover la vía de la formación profesional.
Aunque ello fuera a costa de devaluar las competencias desarrolladas por quienes
han de acceder a esta y de despreciar los deseos y motivaciones de quienes buscan
la promoción social y profesional a través del Bachillerato, al intuir que esa etapa
nunca es descartada para sus hijos por quienes han vivido siempre esos éxitos.
Porque, efectivamente, tras la sentencia del Tribunal Supremo todavía resulta
posible flexibilizar significativamente el Bachillerato sin modificar la LOE. Inclu-
so es posible hacerlo con efectos muy significativos en el progreso de los alumnos
revisando el concepto tradicional del repetición de curso y promoviendo valores
educativos tan importantes como la responsabilidad y el esfuerzo. Algo que, por lo
demás, no debería entrañar disensos políticos al tratarse de valores cuyas condicio-
nes de promoción se deben facilitar siempre en los centros educativos y no solo ser
utilizados como coartada para la culpabilización a los alumnos de los fracasos.
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126
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14. M. Martín Gordillo: “Aprender, no separar”. Cinco Días, 2 de mayo de 2011. [En línea:
http://www.cincodias.com/articulo/opinion/aprender-separar/20110502cdscdiopi_7/]
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El fracaso escolar: una mirada desde el centro educativo
15. M. Martín Gordillo: “El practicum como inmersión planificada en la vida del centro: La
experiencia en Asturias”. Organización y Gestión Educativa. Vol.19, Nº 6, 2011, pp. 23-24
129
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16. M. Martín Gordillo: “Fetichismo del concordato”, Escuela, 3 de noviembre de 2011, p. 37.
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todos (los propios alumnos, sus padres, los profesores, los equipos directivos y los
servicios de inspección) en relación con ella sería tan fácil como hacer más visible
lo cotidiano. Pero parece que las matemáticas son mucho más útiles para hacer
exámenes que se puedan suspender que para analizar los resultados de todos los
exámenes y para intentar que los alumnos los suspendan menos.
La orientación educativa
Ya se ha comentado que la continuidad y cercanía en el seguimiento del alum-
nado a lo largo de su escolaridad y el ajuste en las bisagras entre las etapas pueden
ser factores relevantes para promover el éxito escolar de los alumnos. También son
aspectos en los que nuestro sistema educativo es claramente mejorable. De hecho,
una de las ventajas que algunos padres intuyen en la educación privada es que
entre los tres y los dieciséis o dieciocho años sus hijos no tendrán que cambiar de
centro, siendo más fácil, por tanto, un seguimiento más continuo y personalizado
de su educación. Como se ha señalado, en la educación pública, ese seguimiento
se dificulta en el tránsito entre los centros de primaria y los institutos, ya que las
bisagras entre las etapas no siempre están lo bien engrasadas que deberían. Y pre-
cisamente esos desajustes los sufren seguramente con más intensidad los alumnos
más vulnerables, aquellos que tienen más dificultades y cuentan con menos apoyo
familiar.
Un ejemplo de esas brechas entre la educación primaria y la secundaria en
nuestra red pública es precisamente la forma en que son seguidos y atendidos los
alumnos que tienen más dificultades. Entre los cometidos centrales de la especia-
lidad de orientación educativa está precisamente la detección, el seguimiento y la
adecuada atención de los problemas que afectan a esos alumnos con más dificul-
tades. Sin embargo, la organización del trabajo de esta especialidad muestra con
claridad las asimetrías y disfunciones que se dan entre las distintas etapas en la
manera en que es seguido ese alumnado con más dificultades y más necesidades
de apoyo y atención.
Con independencia de los casos particulares, en España existe una diferencia
muy significativa entre la organización más habitual de la orientación educativa
en la educación infantil y primaria y la que existe en la educación secundaria. Los
institutos de educación secundaria disponen, por lo general, de un profesor de la
especialidad de orientación educativa que atiende al alumnado del centro desde
su incorporación a los doce años. Aunque en algunas comunidades autónomas las
escuelas de educación infantil y primaria de mayor tamaño disponen también de
un profesor de orientación educativa a tiempo completo, lo más frecuente en la
mayoría de los centros públicos de infantil y primaria de España es que esa aten-
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El fracaso escolar: una mirada desde el centro educativo
ción especializada sea proporcionada como un servicio externo que se presta desde
equipos de zona en los que trabajan conjuntamente un buen número de profesio-
nales de esa misma especialidad.
El trabajo de los profesores de orientación educativa en los institutos de educa-
ción secundaria es bien diferente al de los profesores de orientación educativa en
esos equipos externos que atienden a los centros de infantil y primaria. Los que
trabajan en los institutos lo hacen a tiempo completo en esos centros educativos
y suele haber sólo uno de estos profesores en cada departamento de orientación.
Los que trabajan en los equipos de zona visitan los centros educativos algunos
días de la semana, pero otros días se quedan en esos equipos dedicando una parte
significativa de su tiempo laboral a labores de coordinación, dado que no trabajan
de uno en uno, como sus colegas que trabajan en los institutos, sino en equipos
que pueden tener muchos profesores de esa misma especialidad. Una organización
del trabajo que hace que la labor que desempeña el profesor de la especialidad de
orientación educativa en un instituto poco tenga que ver con la que desempeña
un profesor de la misma especialidad en un equipo que atiende a los centros de
infantil y primaria de su zona.
Pero resulta más relevante analizar los efectos que tiene esta curiosa forma de
organización del trabajo en la atención que reciben sus destinatarios. Desde el
punto de vista de los alumnos atendidos por los profesores de orientación educa-
tiva es fácil constatar que durante los nueve años de su educación infantil y pri-
maria un mismo alumno puede ser atendido por un buen número de profesionales
distintos desde los equipos externos. Como éstos tendrán a su cargo varios cole-
gios (no necesariamente adscritos al mismo instituto), y se suelen producir rota-
ciones en la asignación de centros no será raro que en esos nueve años, el alumno,
su familia y sus profesores, tengan contacto con un buen número de profesionales
de orientación educativa. De modo que el seguimiento de ese alumno en lugar
de ser próxima, continua a lo largo de los años y limitada a un solo profesional
(como sucede en la atención primaria en la salud pública), será externa, intermi-
tente en función de los diferentes cursos y encargada sucesivamente a distintos
orientadores, que deberán dedicar buena parte de su tiempo de trabajo semanal
a coordinarse, dada la compleja distribución de su trabajo. La tecnificación del
trabajo de orientación educativa, la desresponsabilización en el mismo y la im-
posibilidad de garantizar un seguimiento continuo efectivo (no de los informes
sobre cada alumno, sino de las intervenciones reales con ese alumno para apoyar
la superación de sus dificultades) son efectos derivados de una forma de organizar
el trabajo que tiene explicaciones históricas claras en los orígenes de este servicio
educativo en las distintas etapas: la creación de los departamentos de orientación
135
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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El fracaso escolar: una mirada desde el centro educativo
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
tual. Tras ella podría haber otras que propiciarán la vertebración entre los centros
de infantil y primaria y el centro de secundaria al que están adscritos facilitando
la generación de un tejido de instituciones escolares públicas bien articulado y
sólidamente comprometido con las necesidades de su contexto. El trabajo por
zonas escolares de adscripción por parte de otros profesionales del departamen-
to de orientación (profesores técnicos de servicios a la comunidad, profesores de
pedagogía terapéutica, profesores de audición y lenguaje…) o de otras especia-
lidades (¿quizá las lenguas extranjeras? ¿por qué no aprovechar lo previsto para
ese profesorado en el mismo Real Decreto?), bien podría significar una nueva y
necesaria relación cotidiana y estructural entre los centros de primaria y secun-
daria. Relación ya posible ahora con sólo sacar las mejores consecuencias de las
normas vigentes.
Las posibles objeciones de la complejidad que supondría esa organización hí-
brida del trabajo de los profesionales de la orientación educativa en las distintas
etapas desde los departamentos de orientación de los centros de secundaria tiene
fácil respuesta con los datos de una región territorialmente tan compleja como
Asturias. En ella el 76,4 % de los centros de infantil y primaria (238 en total)
tenían en el curso 2009/10 menos de 18 unidades y casi un 38,6 % menos de
9 (aunque en estos últimos centros pequeños de la zonas rurales está tan sólo el
9,7 % del alumnado). Con un geografía complicada y una red de adscripciones
enormemente diversa resultaba posible garantizar que, con los 174 profesores que
había en 2010 de la especialidad de orientación educativa, todos los centros de
secundaria (80 en total) y todos los de primaria de 27 o más unidades pudieran
tener un orientador con dedicación plena cinco días a la semana, que todos los
centros de primaria de entre 18 y 26 unidades pudieran tener un orientador entre
tres y cinco días a la semana, que todos los centros de entre 9 y 17 unidades pu-
dieran tener un orientador entre uno y tres días a la semana y que todos los centros
de menos de 9 unidades pudieran tener un orientador un día cada semana o quin-
cena. Y que en todos los casos los orientadores trabajarían en equipos de dos, tres
o cuatro profesionales desde el departamento de orientación del centro de secun-
daria al que corresponda la adscripción establecida para los distintos colegios.
Si esta organización es viable con recursos limitados y en una región especial-
mente compleja por las características de su territorio, resulta evidente la via-
bilidad, eficacia y eficiencia (algo nada despreciable en estos tiempos) de este
modelo de organización de la orientación educativa centrado en el itinerario real
del alumnado por las zonas de adscripción. Este modelo supondría la superación
de la tradicional escisión entre un trabajo aislado en los centros de secundaria y
un trabajo excesivamente externo, complejo, tecnificado y hasta burocratizado en
138
El fracaso escolar: una mirada desde el centro educativo
los equipos de zona para los centros de infantil y primaria. Como se ha destacado,
este modelo alternativo mejoraría la eficiencia y la eficacia de un servicio educa-
tivo tan importante para evitar el fracaso de tantos alumnos. Para ello solo habría
que aprovechar las mejores implicaciones de la actual normativa, promoviendo
una mejor atención a las necesidades de sus destinatarios en la organización del
trabajo de unos profesionales tan importantes para el adecuado seguimiento de los
alumnos que tienen más dificultades.
La formación (inicial) del profesorado
La formación del profesorado es siempre uno de los temas invocados como ele-
mento crucial en el progreso educativo y en la lucha contra el fracaso escolar. Las
competencias de los docentes, especialmente las de aquellos que trabajan en unas
etapas tan críticas como las de la educación secundaria, no pueden limitarse a los
conocimientos especializados y las destrezas didácticas para la enseñanza de una
materia determinada. Ser un factor para el progreso educativo de todos los alum-
nos en unas instituciones tan complejas como los centros de educación secundaria
supone mucho más que eso. Las culturas profesionales que favorecen el progreso
educativo y el éxito escolar de todos y luchan para evitar el fracaso educativo de
algunos incorporan dimensiones deontológicas, y hasta éticas, que van mucho
más allá de los conocimientos especializados y las destrezas relacionadas con la
enseñanza y el aprendizaje de cada disciplina. Aprender que el proceso educativo
en un centro es mucho más que la suma de las enseñanzas disciplinares que en él
se promueven supone el desarrollo de un tipo de profesionalidad docente17 que
solo se aprende en la práctica. O, mejor dicho, en una socialización profesional
que haga de las teorías algo nada vacío y de las prácticas algo nada ciego.
Durante muchos años cuando se hablaba de formación del profesorado se pen-
saba principalmente en su formación continua, obviando las inercias que se daban
en los sistemas de selección y formación inicial (especialmente lamentables en
las décadas del CAP para el profesorado de secundaria). En los últimos tiempos
parece ponerse de manifiesto la relevancia de las primeras experiencias en la so-
cialización profesional de los docentes y la necesidad de hacer que resulten espe-
cialmente útiles para la mejor formación de los nuevos profesores. Sin embargo,
como tantas veces ocurre, los debates sobre el futuro hacen que se desaprovechen
17. M. Martín Gordillo: “¿Tarimas 2.0? Reflexiones y propuestas para una nueva profesiona-
lidad docente”. En José Peirats Chacón y Ángel San Martín Alonso (Coords.) Tecnologías educativas
2.0. Didáctica de los contenidos digitales. Madrid, Pearson, 2011, pp. 129-145.
139
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
las oportunidades del presente. Un ejemplo bien claro de ello es lo poco analizada
que está siendo la puesta en marcha del máster de profesorado de secundaria. A
solo tres años de iniciarse, su evaluación y mejora parece suscitar mucho menos
interés que la forma futura de transferir las estrategias de formación de los mé-
dicos al ámbito educativo. Como tantas veces sucede, los debates sobre el futuro
perfecto acaban haciendo que se descuide el presente continuo. Cuando es en este
donde se juega la realidad de la confrontación entre las inercias y las pretensiones
de cambios educativos.
El presente continuo del máster de formación de profesorado de secundaria en
España merece mucha más atención de la que habitualmente recibe. Y, dentro de
él, la forma en que se organiza el practicum es un ámbito que permitiría el conoci-
miento y la difusión de las experiencias que han resultado exitosas en estos años
y que, sin embargo, son obviadas en tiempos en los que parece asumirse que las
hipotéticas virtudes de un MIR venidero acabarán con los problemas de un CAP
que muchos parecen olvidar que ya no existe.
En Asturias, desde la primera edición del nuevo sistema de formación inicial
del profesorado en el curso 2009-2010, el compromiso de que ese cambio se
desarrollara en las mejores condiciones para terminar con las inercias del CAP y
promover una planificación adecuada de la primera socialización de los futuros
docentes en el practicum. Las competencias que las administraciones educativas
tienen en la definición, y eventualmente coordinación, de la red de centros para el
practicum es una oportunidad para asumir ese reto, entendiendo que la formación
inicial del profesorado le interesa a las universidades como un elemento de su
oferta formativa. Pero que les interesa mucho más a las administraciones educati-
vas y a los propios centros por lo que implica para la mejora de las competencias
de los docentes que se incorporarán a ellos.
El trabajo docente en educación secundaria es, se quiera o no, una labor en
equipo que se desarrolla en instituciones de gran complejidad organizativa. La
función tutorial, la atención a la diversidad, las labores directivas, la relación
con las familias o la participación en proyectos específicos, son parte central del
trabajo cotidiano de los profesores en los institutos de enseñanza secundaria. Su
trabajo no se reduce, por tanto, a la enseñanza de los contenidos de su especiali-
dad. Incluso, esa enseñanza disciplinar también ha variado sustancialmente en los
últimos tiempos. La pluralidad de competencias básicas que deben desarrollar los
alumnos o la incorporación de las tecnologías de la información y la comunica-
ción en la enseñanza plantean retos mucho mayores que los que caracterizaban las
formas de enseñar las materias escolares hace unos años. Ser profesor supone una
140
El fracaso escolar: una mirada desde el centro educativo
141
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
18. http://www.asturias.es/bopa/2011/08/05/2011-14945.pdf
142
El fracaso escolar: una mirada desde el centro educativo
Actividades Nº de horas
Clases ordinarias en la ESO 68
Clases ordinarias en Bachillerato 50
Clases de programas específicos de la ESO (diversificación, apoyos
16
ordinarios, apoyos de NEE…)
Clases de apoyo en Bachillerato (atención de materias pendientes…) 3
Tutorías de grupo en la ESO 7
Tutorías de grupo en Bachillerato 5
Programas específicos (TIC, Biblioteca escolar...) 10
Actividades extraescolares y complementarias 8
Actividades de coordinación didáctica (con la jefatura de
7
departamento)
Reuniones de la CCP 4
Actividades con el equipo directivo 8
Actividades con el dep. de orientación 6
Guardias o vigilancias 11
Reuniones de departamento 7
Reuniones de tutores y tutoras de la ESO 6
Reuniones de tutores y tutoras de Bachillerato 5
Atención tutorial a familias 5
Atención tutorial al alumnado de forma individual 4
Gestión de información con el programa Sauce (faltas de
8
asistencia, evaluación…)
Reuniones del claustro 2
Reuniones del consejo escolar 2
Reuniones de los equipos docentes 6
Reuniones de las juntas de evaluación 5
Otras actividades 7
Total: 260 horas
143
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
144
El fracaso escolar: una mirada desde el centro educativo
Valoraciones medias de los alumnos del Máster sobre el desarrollo del practicum
en los institutos de Asturias
Curso Curso
2009/10 2010/11
Organización de la acogida de los alumnos del practicum en
9,196 9,543
los primeros días en el Instituto.
Relación entre los alumnos y los tutores en el Instituto. 9,341 9,531
Relación entre los alumnos y el coordinador del practicum en
8,810 9,172
el Instituto.
Relación entre los tutores y el coordinador del practicum en
8,691 9,273
el instituto
Relación entre los tutores del Instituto y los coordinadores
7,564 8,457
del Máster de la Universidad.
Papel del coordinador del Instituto en el seguimiento del
8,443 8,881
practicum.
Integración de los alumnos del practicum en la vida del
9,349 9,675
Instituto.
Horarios semanales de presencia en el Instituto durante el
9,080 9,477
desarrollo del practicum.
Calendario de actividades en el Instituto durante el desarrollo
8,517 8,908
del practicum.
Control y cumplimiento de las actividades previstas y de los
8,651 9,093
horarios y jornadas establecidas para el practicum.
En el curso 2009/2010 respondieron a la encuesta 131 alumnos del máster (el 75 %), en el curso
2010/11 respondieron 133 (el 83 %). Las valoraciones se hicieron sobre una escala de 1-10.
145
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
19. Aunque esta ponencia fue seguida, como todas las demás, de un coloquio con los miem-
bros del colectivo Lorenzo Luzuriaga, lamentamos no poder incorporarlo aquí por causas ajenas al
autor y a los responsables del seminario.
146
El fracaso escolar: una mirada desde el centro educativo
147
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
solo con los que la querían, los que más tenían que ganar con ellas. Era evidente
que el BG experimental era interesante para los centros de FP y para los profeso-
res que trabajaban en ellos. Y también que no les aportaba nada a los institutos
de Bachillerato ni a los profesores del BUP y el COU. Al contrario, cuanta más
solera tuviera el instituto, más refractario sería a esas reformas y más orgullosos
se mostrarían sus profesores por ello. Las administraciones mantuvieron entonces
ese statu quo según el cual las reformas eran de la FP y los institutos de BUP iban
siendo, cada vez más, focos (numéricamente mayoritarios) del discurso antirrefor-
ma. Nada pudo ser más pernicioso para la percepción mayoritaria y dominante en-
tre los docentes de secundaria de los procesos de innovación y cambio educativos.
El discurso dominante y las culturas profesionales de prestigio se fueron decan-
tando hacia las cantinelas y letanías anti-LOGSE y conectaron con ese imaginario
cultural que lamentablemente ha venido uniendo a la más rancia tradición de
la educación española con las simplistas ideas (pero pregnantes y con pedigrí de
intelectualidad progre) que sostenían sobre la educación y la LOGSE escritores
como Antonio Muñoz Molina, Félix de Azúa y tantos otros.
Sin embargo, en Asturias en los primeros años noventa sucedió algo que yo no
me canso de enfatizar y que creo que suele ignorarse. Tras la publicación de la
LOGSE el Ministerio promovió su implantación anticipada en los centros a partir
del año 1991 (irónica denominación esa de “implantación anticipada”). Ello vino
a significar que los centros y los docentes que se incorporaban a ella a partir de ese
año no acabarían siendo del tipo de los que en ese tiempo seguían confiando en
que no “les llegara” porque antes accedería el PP al poder y la paralizaría.
En Asturias en ese tiempo pasaron cosas que los políticos asturianos del PSOE no
revindican (dado que su año cero educativo es el año 2000, momento en que Asturias
asumió las competencias en educación) pero que resultó crucial en los primeros años
noventa para diferenciar el ambiente educativo asturiano y sus culturas docentes del
de otras regiones. La dirección provincial de entonces se empeñó (por los beneficios
políticos o económicos que de ello se pudieran derivar o por que sus responsables
creían firmemente en ello, no lo sé) en promover que fueran muchos los institutos
que “anticiparan” la LOGSE (eran los tiempos de las “cajas rojas” de los pedagogos
progres del país que circulaban de CEP en CEP para difundir que otro mundo educa-
tivo era posible). Y algo mucho más importante, esa dirección provincial se empeñó
no solo en que fueran muchos, sino que, además, no fueran solo de FP, sino que a ese
proceso se incorporara también el BUP en el mayor grado posible.
Quienes colaboramos entonces desde equipos directivos de institutos de BUP
en ese proceso (la anticipación debían solicitarla los claustros y eso había que li-
148
El fracaso escolar: una mirada desde el centro educativo
derarlo desde dentro de los centros) no olvidamos lo que significó para el tejido
escolar de las ciudades en que esa anticipación se produjo (justo antes de que la
crisis económica hiciera que, luego, la implantación ordinaria de la LOGSE no se
viera acompañada en los centros con más recursos –otro problema más para los
años de implantación generalizada en otros territorios–). Por ejemplo, en Avilés
la implantación anticipada en los dos clásicos institutos de BUP (el “masculino” y
el “femenino”) que se adelantaron en esto a otros institutos de BUP de los barrios
de la periferia significó la ruptura de esa venenosa asociación entre centros de FP/
innovación educativa versus institutos de BUP/conservación de las tradiciones.
No solo eso. Todos los centros creados a partir de 1990 nacieron ya como cen-
tros LOGSE. Pero además se inició otro proceso muy importante fuera de las
grandes ciudades asturianas que también contribuyó muy significativamente a
articular una red educativa diferente a la dual BUP/FP y mucho más comprome-
tida con la innovación de lo que había sucedido en ningún otro tiempo anterior
(ni quizá posterior). Me refiero a la fusión de los centros de FP y BUP en muni-
cipios en que había uno de cada tipo. Llanes, Cangas de Narcea, Pravia son, entre
otros lugares, municipios en los que los profesores de secundaria fueron borrando
esas escisiones en su imaginario entre el BUP y la FP y accedieron a novedades
pedagógicas y organizativas antes de que el descrédito de la LOGSE (que vendría
de Madrid) se generalizara.
Hablo de tiempos en que se comenzaron a hacer reuniones regulares de equi-
pos docentes, en que nacieron los departamentos de orientación con voluntad de
ser elemento dinamizador de la atención a la diversidad, en que los seminarios
pasaron a ser departamentos, sus jefes comenzaron a reunirse en la CCP y a sentir
que no eran solo instrumentos de las inercias, sino que podían ser nodos de la
participación del profesorado en la adopción de muchas decisiones sobre el currí-
culo y sobre la organización y convivencia en los centros. El concurso de traslados
facilitaba la difusión de esas nuevas formas de trabajar bien legitimadas (por no
reducirse a las reformas experimentales de la FP, sino también por estar siendo
desarrolladas en centros de BUP “pata negra”).
Es verdad que el proceso no fue idéntico en todos los lugares y que quizá algu-
nas ciudades más vetustas y algunos de los centros que esperaron para implantar
la LOGSE al final siguieron manteniendo ese pedigrí numantino anti-LOGSE
que era predominante en otros lugares de España. Pero precisamente la diferen-
cia entre esos entornos (en los que siguió habiendo “seminarios” y no “departa-
mentos” en el vocabulario de los docentes, en los que las reuniones de equipos
docentes eran muchas menos y usualmente de “preevaluación”, en los que la CCP
149
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
nunca dejó de ser un sanedrín garante de las inercias…) y los otros centros astu-
rianos que funcionaban mejor, es la que me hace pensar que esos años fueron muy
diferentes en Asturias y que lo que en ese tiempo germinó cogiendo la ola de la
radical transformación estructural del sistema derivada de la LOGSE, generó un
contexto (unas culturas profesionales, unos discursos dominantes, unas prácticas
en la organización de muchos centros) que hizo posible que los enormes recursos
que llegaron a los centros (principalmente tiempo lectivo de los docentes para las
tutorías, para la atención a la diversidad, para programas innovadores…) en la
década siguiente pudieran ser mucho más eficaces dada la fertilidad del contexto
institucional y profesional que se había generado en los años noventa. La auto-
nomía no era en muchos centros algo que hubiera que aprender a partir del año
2000, era algo que se había asumido desde la década anterior. Quizá eso pueda
explicar por qué los mismos esfuerzos políticos en otros lugares (en el tipo de
medidas o en la cantidad de recursos asignados) no fructificaron del mismo modo:
los contextos institucionales estaban menos maduros y las culturas profesionales
estaban menos comprometidas con el éxito educativo como fin institucional. De
hecho, diez años después ya se había perdido en muchos lugares la oportunidad
de que el gran cambio estructural que supuso la LOGSE no fuera fagocitado y
anulado por las inercias de las culturas profesionales tradicionales.
Pondré un ejemplo concreto y en primera persona de lo que quiero decir en
relación con el cambio en las culturas profesionales y en la asunción temprana de
la autonomía institucional. A comienzos de los años noventa formaba parte del
equipo directivo de un centro de BUP (de los “pata negra”) en el que promovimos
la implantación anticipada de la LOGSE, asumiendo un liderazgo pedagógico
que años después hemos ido sabiendo que es el tipo de virtudes más necesarias
en la dirección escolar (para nosotros la práctica llegó antes que la teoría). Y jus-
tamente en esos años participé en una iniciativa de innovación educativa en ese
centro que seguiría considerando hoy como utópica si no fuera porque la viví y sé
que fue real durante aquellos años. Me refiero a la transformación más radical de
las prácticas evaluadoras que puedo imaginar y desear.
Hoy sabemos que la reducción de la evaluación a la calificación y de ésta a la se-
lección es uno de los obstáculos mayores para convertir los procesos de evaluación
del aprendizaje de los alumnos (y de las prácticas de enseñanza de los docentes)
en elementos facilitadores del progreso educativo. Entonces también lo sabíamos
o al menos intuíamos que ninguna transformación curricular en los métodos,
los contenidos y los objetivos podría ser fructífera si no llevaba aparejada una
transformación profunda de los procedimientos de evaluación. Y no de una forma
150
El fracaso escolar: una mirada desde el centro educativo
20. M. Martín Gordillo: “Evaluar el aprendizaje, evaluar la enseñanza”. Signos, Teoría y práctica
de la educación, Nº 13, 1994. [En línea: http://www.quadernsdigitals.net/datos_web/hemeroteca/
r_3/nr_39/a_616/616.html]
151
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
ese momento del curso en eso que hoy se llama el desarrollo de las competencias.
Una información que también permitía saber, por la frecuencia de uso que los
docentes hacían de cada uno de los indicadores, los aspectos más valorados, más
observados, aquello en lo que los docentes ponían más énfasis. Pero también qué
era lo menos valorado, lo menos señalado. De ese modo sabíamos qué aspectos de
nuestras prácticas de enseñanza valorábamos más y cuáles quedaban en el olvido,
y quizá debiéramos mejorar.
Un cambio tan radical (en el pleno sentido del término) como ese fue posible
a comienzos de los años noventa con la implantación de la ESO en un centro que
en sus cursos superiores todavía impartía BUP y COU. Y no fue un caso aislado.
Otros centros decidieron también entonces cambios curriculares y organizativos
que aún hoy merecerían ser rescatados para la historia de las prácticas de inno-
vación institucional de nuestro sistema educativo. Es verdad que luego llegaron
tiempos peores. Los desarrollos normativos fueron cada vez más rígidos y menos
propicios para la asunción efectiva de la autonomía que, sin embargo, hoy tanto
se destaca retóricamente pero tan poco se promueve normativamente (si no es
para dar más ventaja a la educación privada). Pero aquel tiempo en tantos cen-
tros asturianos generó, a veces de manera más implícita que explícita, un tipo de
culturas profesionales comprometidas y responsables que quizá puedan ser parte
de la explicación de los éxitos educativos que esta región viene teniendo en los
últimos años.
No cometeré la osadía de considerar que esos contextos de la implantación de
la LOGSE en los años noventa en los centros asturianos son la causa principal, de
modo cuasi-determinista, que explica la diferencia entre nuestros resultados y los
de otros lugares en que otras variables han sido más similares. Soy plenamente
consciente de que lo educativo es quizá más propicio para lo idiográfico que para
lo nomotético y que no hay una regularidad inexorable en la relación entre las
causas y los efectos. Pero tampoco soy de los que piensan que las políticas educa-
tivas son irrelevantes o que los procesos no pueden ser analizados e interpretados.
Creo, sin embargo, que no todo lo relevante en los efectos se deriva de lo más
visible de las políticas educativas. Lo idiográfico remite precisamente a los efectos
secundarios, a lo que tiene consecuencias imprevistas o al hecho de que deter-
minadas circunstancias históricas permiten de forma, a veces inesperada, que las
acciones puedan ser más fructíferas para producir efectos en función del momento
y el contexto en que se implementan.
No aspiro, por tanto, a que esta hipótesis intuitiva se convierta en explicación
última de los éxitos del sistema educativo asturiano en estos años. Tan solo a que
152
El fracaso escolar: una mirada desde el centro educativo
21. M. Martín Gordillo: “¿Igualar por abajo o definir nuevas metas educativas?”, El País,
6/3/2010. [En línea: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Igualar/abajo/definir/nuevas/me-
tas/educativas/elpepusoc/20100306elpepusoc_2/Tes]
153
DEBILIDADES DE PISA Y ERRORES
EN LA ATRIBUCIÓN DEL FRACASO
ESCOLAR ACADÉMICO.
Julio Carabaña
155
1. INTRODUCCIÓN
157
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Comencemos, pues, con la primera parte. Martínez García nos presentó la dis-
tinción entre el fracaso escolar que él llamó administrativo y el que llamaba aca-
démico, y yo quisiera volver sobre ella para subrayar que se trata de dos cosas
completamente distintas desde todos los puntos de vista, tanto que se les debería
dar nombres distintos, dedicarles seminarios distintos y, en general, hacer todo
lo necesario para no confundirlos nunca, pues su confusión es fuente de muchos
males y errores.
Llamamos ‘fracaso escolar’ al fracaso en la obtención del título de enseñanza
básica, EGB antes de la LOGSE y ESO después. Supongamos ahora que todas las
escuelas negaran el título a los alumnos que no han alcanzado un cierto nivel en
los objetivos escolares. No habría, entonces, sino fracaso escolar de tipo académi-
co, un nombre adecuado porque sus causas serían internas a la escuela, y también
lo serían sus remedios22. La cuestión que plantea este tipo de fracaso escolar es:
¿por qué hay alumnos que no llegan al nivel prescrito? Y ¿cómo se puede conse-
guir que lleguen?
Desgraciadamente, las académicas no son las únicas causas por las que cier-
tos alumnos no consiguen el título. Junto a las razones académicas operan otras
distintas del aprendizaje, o del rendimiento, que dan lugar a un fracaso escolar
distinto del académico, al que podemos llamar, por las razones que a continuación
diré, fracaso escolar político. La suma de los dos, el académico y el político, conforma el
fracaso escolar oficial, que Martínez García llama administrativo.
¿Cuáles son estas causas políticas que dan lugar a este segundo tipo de fracaso
escolar? Muy sencillo. Son todas aquellas fuerzas que desvían sistemáticamente
la titulación de la pauta estrictamente académica. El término ‘sistemático’ sirve
para dejar de lado los elementos aleatorios que nunca se puede eliminar completa-
mente de los juicios escolares, incluso aunque se utilicen pruebas estandarizadas.
Estas desviaciones sistemáticas de la pauta académica pueden producirse a todos
los niveles. Se producen al nivel personal de los profesores, que son unos más exi-
gentes que otros; se producen en las aulas y los centros, que interpretan de modos
distintos las prescripciones legislativas; se producen, en fin, entre entidades ad-
22. Martínez García utiliza el término ‘fracaso de rendimiento’. De buena gana adoptaría este
nombre si no fuera por ciertas connotaciones del término ‘rendimiento’.
158
Debilidades de PISA y errores en la atribución del fracaso escolar académico
159
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
160
Debilidades de PISA y errores en la atribución del fracaso escolar académico
Antes de ir a sus debilidades, creo que debo dejar claras las fortalezas de PISA.
Como los estudios anteriores de la IEA, conocidos como TIMMS y PIRLS, los
estudios PISA son esfuerzos gigantescos por medir y explicar los resultados aca-
démicos de los alumnos de todo el mundo, hechos con muestras muy grandes, en
muchos países distintos, y con procedimientos estrictos y comparables. En esto
último, las mejoras han sido constantes desde los primeros estudios de la IEA;
161
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
162
Debilidades de PISA y errores en la atribución del fracaso escolar académico
laciones entre los padres y los hijos, etc, que por causas psíquicas. Pero PISA llega
a esta conclusión porque de estas posibles causas psíquicas sólo tiene en cuenta la
motivación y los hábitos de estudio, omitiendo totalmente las capacidades cog-
nitivas. Además, PISA convierte lo que es un problema, en una solución. En
PISA, la relación entre origen socioeconómico y aprendizaje escolar, que es y era
el principal enigma de la Sociología de la Educación, ha pasado de explanandum a
explanans, de algo ininteligible y necesitado de explicación a algo aparentemente
obvio e intuitivamente evidente.
Henos aquí llegados al momento en que, como sociólogo, me veo obligado a
probar ante vosotros lo que ha sido y sigue siendo el sentido y la opinión común,
que guía la práctica de las escuelas y de los profesores, a saber, que el aprendizaje
depende de factores personales como la inteligencia y la laboriosidad, mucho más
que de cualesquiera factores sociales. No temáis, sin embargo, que se trate de algo
nuevo para mí, que me vaya a poner en graves dificultades. Son más de treinta los
años que llevo estudiando esta cuestión, así que voy a recurrir a estudios antiguos,
referidos a España y hechos con datos del MEC, que quizás resulten incluso más
creíbles que si parecieran hechos en el calor de la polémica.
El primer estudio que quiero aportar como prueba fue impulsado en el IN-
CIE hacia 1975 por Ubaldo Martínez-Lázaro, como estudio piloto para llevar a
cabo en España una réplica del Informe Coleman que luego no llegó a cuajar. La
muestra fueron los alumnos de quinto y octavo de EGB de 50 colegios de Madrid
y Guadalajara. Se pasaron cuestionarios a 500 padres, a los profesores de lengua
y matemáticas y a los directores de los centros; se extrajeron de los ERPAS las
notas de los alumnos, que además demostraron sus conocimientos en dos pruebas
objetivas, una de información humanística y otra de información técnica, puestas
a punto por Juan García Yagüe; también se pasó a los alumnos un cuestionario
sobre sus circunstancias domésticas: hermanos, orden de nacimiento, habitat, es-
tudios y profesión del padre, estudios de la madre, equipamiento del hogar, etc.
Y, desde luego, se pasaron a los alumnos pruebas de aptitudes escolares (verbal,
numérica, razonamiento, comprensión verbal), adaptadas por el Instituto Cala-
sancio de Ciencias de la Educación (ICCE).
163
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
164
Debilidades de PISA y errores en la atribución del fracaso escolar académico
165
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
– Por tanto, de los 11,5 puntos de varianza que explica el origen social, 8,5 es
a través de las aptitudes, uno a través de las actitudes y dos a través de otras
variables (por ejemplo, diferencias de recursos).
Puede que algunos prefieran ver estos mismos resultados en términos de corre-
laciones a verlos en términos de varianza, aunque la varianza no sea más que el
cuadrado de la correlación. En la tabla 1 se ve que la correlación entre aprendizaje
y aptitudes es más o menos el doble que la correlación entre aprendizaje y origen
social, o entre aprendizaje y actitudes. Se ve también que la correlación entre ori-
gen social y actitudes es baja, mucho menor que entre origen social y aptitudes,
de donde se colige fácilmente que son éstas, no aquéllas, las transmisoras de la
relación entre el hogar y los resultados académicos.
166
Debilidades de PISA y errores en la atribución del fracaso escolar académico
167
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
perplejidad. ¿Cómo explicarla? ¿Por qué tienen mejores resultados los alumnos
cuantos más estudios tienen los padres? ¿Por qué tienen peores resultados cuantos
más hermanos tienen? Por entonces, en los años sesenta, esto no parecía obvio en
absoluto y dio lugar a muchas teorías e investigaciones.
Algunas de estas teorías se fijaron en la motivación y en las actitudes. Los pa-
dres con más estudios y mejores profesiones, o dicho brevemente, los padres de
clase media, transmiten a sus hijos actitudes más favorables hacia la escuela y el
estudio que los padres de clase obrera, o de clases ‘desfavorecidas’, y esto explica
las diferencias de aprendizaje. Hay muchas y muy refinadas teorías sobre estas
diferencias de motivación y actitudes. Melvin Kon arguyó que los padres trans-
miten a sus hijos las actitudes que a ellos les piden sus profesiones. Los de clase
obrera, orden y obediencia, los de clase media iniciativa y creatividad. Bourdieu y
Passeron (seguidos en España por Lerena) recurrieron al habitus, a las costumbres
de las clases: los hijos de obreros anticipan que van a ser obreros y se comportan
en consecuencia. Más recientemente, Lahire (seguido en España por Martín Cria-
do y sus colegas) ha insistido en las configuraciones familiares y en los modos de
crianza autoritarios de la clase obrera (una idea que se remonta a Urie Bronfen-
brenner, en los años 60). En su versión popular, estas teorías suelen formularse
con la expresión ‘no es lo mismo’: no es lo mismo una familia en que los padres
están pendientes de la marcha escolar de sus hijos, o los llevan a museos, o los
acostumbran a oír música clásica, o dialogan con ellos (y así un largísimo etc.) que
una familia donde no ocurren estas cosas, sino quizás las contrarias.
¿Qué dicen los estudios empíricos sobre estas teorías?. Puede tomarse como
representativo el modelo 2 de la tabla anterior, que introduce en la ecuación las
variables actitudinales. En primer lugar se ve que estas variables son importantes:
añaden cinco puntos porcentuales de varianza explicada a los once explicados por
el origen social. En segundo lugar, se ve que no explican la relación entre origen
social y aprendizaje, como colegimos de su baja correlación con el origen social.
Se nota esto en que su presencia en la ecuación apenas disminuye los coeficientes
de las variables familiares. Cierto que algunos coeficientes disminuyen un poco, lo
justo quizás para poder afirmar que hay algo de cierto en las teorías anteriores. A
lo que, si intentamos traducir las cifras a palabras debemos añadir de inmediato:
algo, pero muy poco, casi nada
Si nos quedáramos aquí, podríamos decir que el entorno social es el principal
predictor del aprendizaje, más que la motivación, o, centrándonos en el tema de
este seminario, podríamos decir que el fracaso escolar se explica sobre todo por factores
sociales.
168
Debilidades de PISA y errores en la atribución del fracaso escolar académico
Pero ¿podemos quedarnos aquí? Es evidente que en la ecuación faltan las va-
riables que todo el mundo y desde siempre ha considerado fundamentales: las de
capacidad cognitiva, o aptitudes escolares. En los años ochenta, cuando se hizo
el estudio del CIDE, estas variables todavía se tenían en cuenta rutinariamente.
El modelo 3 introduce en la ecuación de aprendizaje del cálculo matemático la
puntuación en la batería AMPE. Se ve, como ya he adelantado, que su presencia
aumenta la varianza explicada hasta el 41,3%, añadiendo 25 puntos porcentuales
a los 16,5 explicados por el origen social y la motivación. Y se ve aquí, además,
cómo los coeficientes de las variables de origen social se quedan en la mitad o
menos, indicando la fuerte medida en que las aptitudes, a diferencia de las acti-
tudes, transmiten su influencia. Si comparamos los coeficientes beta (los B no
son comparables por depender de las unidades de medida)23 y los estadísticos T
de la variable ‘aptitudes’ vemos que son como diez veces más grandes que los de
las demás.
Visto todavía de otro modo: por cada nivel de estudios de los padres, dos alum-
nos de aptitudes medias difieren en 0,25 puntos en cálculo matemático. Por cada
punto en la batería AMPE, la diferencia en cálculo es de 0,28 puntos. Ahora bien,
hay seis niveles de estudio y un rango de unos sesenta puntos en la batería AMPE.
La mayor diferencia que puede deberse a los estudios de los padres son 1,5 puntos,
la mayor diferencia que puede deberse a las aptitudes son 15 puntos.
Aunque yo he reelaborado los datos del estudio del CIDE para presentarlos
aquí, quien los estudió y analizó en su día fue Cristóbal Jiménez, que concluyó su
trabajo con las siguientes palabras:
“La condición socioeconómica (incluyendo en ella el nivel de estudios de los
padres) da una explicación muy pequeña del rendimiento escolar de los alumnos
de Octavo de EGB” (Jiménez, 1988).
Una conclusión plenamente coincidente con la que yo mismo obtuve con los
datos de los alumnos de primero de medias, y que quise destacar en el mismísimo
título del artículo que escribí al respecto: “En primero de medias, el origen social
no explica el rendimiento académico” (Carabaña, 1988).
23. Los coeficientes B, o métricos, reflejan la variación en aprendizaje por cada unidad de las
variables independientes; así, por cada nivel de estudios del padre el aprendizaje aumenta 0,25
puntos en el modelo 3. Los coeficientes beta, o standardizados, reflejan variación en desviaciones
típicas del aprendizaje por cada desviación típica de las variables independientes; por cada desvia-
ción típica en el nivel de estudios, el aprendizaje aumenta 0,07 desviaciones típicas.
169
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Desde luego, Jiménez y yo no somos ni los únicos ni los primeros que llegamos
a estas conclusiones. Quien quizás sea el mejor estudioso de la movilidad social,
Robert M. Hauser, había concluido bastante antes su tesis doctoral sobre origen
social y rendimiento educativo con las palabras siguientes:
“Aunque es de gran interés sociológico documentar e interpretar el efecto del origen
social sobre el rendimiento académico, este efecto no es, en ningún sentido, una teoría
adecuada del rendimiento” (Hauser, 1971: 67-68).
Y mas adelante Hauser añade:
“La inteligencia contribuye sustancialmente a la explicación del rendimiento
académico, aparte los efectos del entorno familiar, y es casi posible decir que los
efectos del entorno familiar en el rendimiento se deben enteramente a su asocia-
ción con la inteligencia” (Hauser, 1971:149)
Volvamos ahora a los resultados de PISA, que hemos visto varias veces en el
trascurso de este seminario. Los presento en la misma forma de regresión múlti-
ple, con las puntuaciones en matemáticas como variable dependiente. Las varia-
bles principales, profesión del padre y estudios del padre y de la madre, muestran
una importancia algo menor que en los estudios que acabamos de ver. Si en vez de
estas variables se utilizan un índice compuesto de muchas variables familiares, el
ESCS (estatus socioeconómico y cultural), la varianza explicada sube al 14% (es lo
que aparece en la tabla); añadiendo diversas variables de motivación y estrategias
de estudio, la varianza explicada sube al 20%, sin que el coeficiente del ESCS se
reduzca apenas. Es decir, todo muy semejante a los viejos estudios que acabamos
de ver.
170
Debilidades de PISA y errores en la atribución del fracaso escolar académico
¿Qué pasa en los datos PISA cuando también tenemos en cuenta la capacidad
cognitiva? No podemos saberlo, porque no hay variables aptitudinales en PISA.
Para la OCDE la capacidad cognitiva no existe. Sus efectos se los quedan las
variables familiares y las actitudes. Así puede concluir PISA que el origen social es el
principal determinante del aprendizaje y del fracaso escolar.
Lo que he intentado dejar claro, aún a riesgo de abrumar con repeticiones, pue-
de resumirse en un único punto, a saber, que los estudios empíricos van más allá
si cabe del saber vulgar en lo que se refiere a la importancia de las aptitudes men-
tales. Éstas son mucho más importantes que las actitudes y que la motivación; y
son ellas, no las actitudes y la motivación, las que explican la mayor parte de la
correlación entre entorno social del alumno y aprendizaje.
171
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Insisto tanto en algo que puede parecer obvio porque es incompatible con la
proposición de que el aprendizaje y el fracaso escolar dependen ante todo de con-
diciones sociales. No se pueden creer las dos cosas al mismo tiempo. Si el principal
determinante del fracaso escolar son las aptitudes cognitivas, entonces no puede
decirse que lo sea el entorno social. A la sustitución sistemática de las aptitudes
psíquicas por rasgos sociales es a lo que llamo impostura sociologista.
PISA se limita a ignorar la capacidad cognitiva. Más francos y honrados son
los sociólogos que, reconociéndola, sostienen que depende enteramente de las
condiciones sociales. Uno de sus más ilustres representantes, Pierre Bourdieu,
ha negado incluso su naturaleza psíquica, proponiendo en su lugar la noción de
‘capital cultural’. En la versión más popular de estos puntos de vista, la capacidad
cognitiva sería un simple producto de las condiciones de vida, de la crianza y de
la educación familiar.
Permitidme remachar que los datos que acabamos de ver, y que, repito, no
son más que una muestra entre miles de estudios, son completamente incompa-
tibles con este sociologismo extremo. Tanto las actitudes hacia la escuela como
la capacidad cognitiva son rasgos psíquicos de los individuos en su mayor par-
te independientes de su ambiente educativo. Todos los estudios disponibles dan
como resultado que el origen social explica, según los países, en torno a un 15%
de la desigualdad de capacidad cognitiva entre los individuos, y, menos todavía
–lo que puede parecer sorprendente– de las actitudes y la motivación. En la tabla
1 pueden verse correlaciones de 0, 34 y de 0,15, respectivamente. La sustitución
de la capacidad cognitiva por la clase social, la condición socioeconómica, el ori-
gen social, el capital cultural o cualquier otra amalgama de rasgos sociales de los
hogares es simplemente un error. Por decirlo con Chistopher Jencks, una vieja
autoridad en la materia:
“Algunos escépticos arguyen que las puntuaciones en los tests de este tipo son
en realidad indicadores del origen familiar. El origen familiar afecta el rendi-
miento en los tests. Si comparamos pares de niños tomados al azar, su CI difiere
por término medio en 17 puntos. Entre pares de niños adoptados en la misma
familia, las diferencias promedio son de 15 puntos. Incluso si comparamos pares
de hermanos biológicos criados en la misma familia, sus puntuaciones en los test
de CI todavía difieren en 12 o 13 puntos. La pretensión de que las puntaciones
en los tests son solo un indicador del origen familiar es, por consiguiente, falsa.”
(Jencks y Phillips, 1998).
O recurriendo otra vez a los hallazgos de Hauser:
172
Debilidades de PISA y errores en la atribución del fracaso escolar académico
“La relación entre origen social e inteligencia no es lo bastante fuerte como para
sostener la teoría de que las pruebas de inteligencia discriminan a los pobres; la
mayor parte de los efectos de la inteligencia sobre el rendimiento no están rela-
cionados con el origen social” (Hauser, 1971:149)”
El sociologismo tiene un indudable atractivo entre profesores y padres. ¿De
donde puede provenir el encanto de reducir todas las desigualdades a la clase
social? Desde luego, hay una palpable presión de lo que se llama ‘corrección po-
lítica’. Aparte de esto, una razón puede estar en la facilidad para comprender el
modo en que los recursos de los hogares influyen en el aprendizaje; también es
fácil imaginar cómo las familias transmiten actitudes a los niños, pues dedican
a ello mucho tiempo y esfuerzo desde la más tierna infancia. Las explicaciones
sociologistas tienen esto a su favor. Más difícil es imaginar cómo los hogares influ-
yen en la capacidad cognitiva. El desdén hacia la inteligencia puede estar influido
por el hecho de que nadie acierta a detectar los factores que la promueven, más
allá de una crianza sana y una estimulación rica. Basil Bernstein achacó al uso de
un código lingüístico reducido –frente al elaborado de la clase media– la menor
competencia escolar de la clase obrera, pero sin llegar a implicar claramente la
capacidad intelectual. Y esto es realmente lo más concreto que hay al respecto,
pues el ‘capital cultural’ de Bourdieu no es más que una palabra en la que cada
cual puede meter el contenido que quiera.
Otro factor que puede influir en la popularidad del sociologismo es la experien-
cia de la importancia de la familia, o mejor dicho, del hogar. Esta importancia la
corroboran los estudios empíricos. Ahora bien, ¿no acabamos de decir lo contra-
rio? En modo alguno. Opera aquí una confusión entre familia y clase social. Una
familia es mucho más que la profesión y los estudios de los padres, que el numero
de hermanos, o que las posesiones culturales del hogar. Cuando decimos, por
ejemplo, que no es igual una familia armoniosa que una familia desestructurada,
o una familia que educa en el esfuerzo y la curiosidad que una familia que educa
en la pereza o en el capricho, y cosas por el estilo, estamos pensando en familias
singulares, no en categorías sociales. Todos estos rasgos que consideramos impor-
tantes para la educación pueden darse con más frecuencia en unas clases sociales
que en otras, pero son rasgos familiares, no de las clases. Desde luego, no estaban
considerados en los datos que hemos estado analizando.
La importancia de la familia para el aprendizaje escolar, como para cualquier
otra característica, se estima calculando la correlación entre hermanos. No es fácil
tener datos sobre hermanos, y no los hay en España. Los que vienen de Estados
Unidos ofrecen correlaciones entre mellizos de aproximadamente 0,50, lo que
173
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
6. COMPETENCIAS Y CONOCIMIENTOS
174
Debilidades de PISA y errores en la atribución del fracaso escolar académico
las pruebas de lectura, que proponen a los alumnos textos de diverso tipo y com-
prueban el grado en que los han comprendido. No se necesita para ello ningún
conocimiento específico, sino la capacidad de descifrar los signos escritos y la de
comprender el mensaje. Quizás por eso no hay en las escuelas una materia llamada
‘lectura’.
La diferencia entre competencias y conocimientos está menos clara en la eva-
luación de las matemáticas o las ciencias, donde las tareas de la vida real sí que
necesitan, en principio, los conocimientos que se enseñan en las asignaturas co-
rrespondientes. La novedad de su enfoque, según PISA, consiste aquí en plantear
problemas de la vida real, que los alumnos tienen que convertir en problemas
matemáticos, en lugar de problemas matemáticos inventados para los que las
matemáticas exigidas son evidentes (OECD, 2005: 38). La diferencia entre el en-
foque tradicional y el de PISA no reside, por tanto, en los conocimientos, sino en
el tipo de problemas a que se aplican. En realidad, sin embargo, las pruebas están
notoriamente desprovistas de conocimientos. Un análisis de los ítems de mate-
máticas liberados ha mostrado que los conocimientos matemáticos más elevados
aplicables a su resolución son del nivel del Teorema de Tales o la trasposición de
términos algebraicos (Lomelí, 2011). Digo ‘aplicables’ y no ‘exigidos’ porque aún
la falta de estos conocimientos puede suplirse mediante razonamientos.
Si bien no de buena gana, PISA reconoce en contadas ocasiones que estas com-
petencias no se adquieren solamente en la escuela. Otra vez esto es evidente para
la lectura, más allá de la decodificación de los signos; así, ya en 2001 señala PISA
que “la adquisición de alfabetización es un proceso de toda la vida, que tiene
lugar no sólo en la escuela o por aprendizaje formal, sino también en las interac-
ciones con iguales, colegas o comunidades más amplias “(OECD, 2001: 19). Es
menos evidente para las matemáticas o las ciencias, pero dado lo poco cargadas de
contenido que van estas pruebas y la altísima correlación entre sus puntuaciones
(cercana a 0,9), PISA acaba advirtiendo lo mismo de ellas. Cito literalmente:
“Una evaluación como PISA no muestra sólo lo que los jóvenes han aprendido
en la escuela durante el año anterior, o durante los años de escuela secundaria,
sino que es un indicador del aprendizaje acumulativo de los alumnos. Los resul-
tados de un país en PISA, o en cualquier otra evaluación, dependen de la calidad
del cuidado y la estimulación dados a los niños durante su infancia y los años de
preescolar, así como de las oportunidades que los niños tienen de aprender, tanto
en la escuela como en casa, durante sus años de escuela primaria y secundaria”
(OECD, 2010, II: 115).
175
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Más breve, si no más claro: PISA no evalúa lo que enseñan las escuelas, sino las
competencias que se desarrollan en la vida en general. Quien evalúa las escuelas
por los resultados PISA, les está atribuyendo los efectos en el desarrollo cognitivo
general de todas las agencias de socialización.
176
Debilidades de PISA y errores en la atribución del fracaso escolar académico
Conviene reconocer aquí que esta segunda debilidad de PISA debilita el argu-
mento de la primera parte sobre el fracaso político. En efecto, si las pruebas PISA
no miden lo que las escuelas deberían enseñar, sino competencias generales que se
adquieren en todas partes, entonces no distinguen bien entre el fracaso académico
y el político, y cabe que los títulos finales de la enseñanza básica reflejen mejor
lo que los alumnos aprenden que las competencias que PISA mide. Con otras
palabras, puede que el fracaso oficial se ajuste peor a las competencias medidas
por PISA que a los conocimientos adquiridos por los alumnos y su componente
político sea menor del que hemos estimado con PISA.
Las implicaciones prácticas de la primera debilidad de PISA también son ob-
vias y graves. Al suplantar la capacidad cognitiva con la condición socioeconómi-
ca, confunde toda la descripción y el diagnóstico de las desigualdades escolares y
del fracaso escolar académico.
Los propios estudios PISA ejemplifican muy bien las consecuencias de ha-
blar en términos sociales donde se debería hablar en término psíquicos. PISA
ha publicado un volumen (al que ha puesto como título Against the odds) para
estudiar el extraño caso de los alumnos de medios familiares desfavorecidos que
no fracasan en la escuela (PISA, 2011). El enfoque no es nuevo. Sigue la línea de
la literatura sobre alumnos ‘resilientes’24, un término importado de la psicología
para designar a las personas resistentes a las presiones del entorno o de sí mismos,
personas que tienen aguante o fuerza de voluntad. La ‘resiliencia’ en este caso es a
las condiciones sociales. Es decir, primero se magnifica una correlación más bien
débil, estableciendo como regla que los alumnos de clase social baja fracasan en la
escuela. Luego se proclama triunfalmente que aún así hay esperanza para los con-
denados, pues se han encontrado excepciones. Establecido que la clase social no es
el destino escolar, se estudian las características de los alumnos anómalos; y, exa-
minadas estas, se obtienen sugerencias sobre cómo ayudar a los alumnos normales
a luchar contra su destino. Entre ellas se cuentan ofrecerles más cursos de ciencias,
fomentar su confianza en sí mismos o incrementar su interés por la ciencia. Todo
menos lo obvio, lo que hace que el fenómeno no tenga nada de asombroso: en
realidad, los alumnos de todas las clases sociales tienen en la escuela el éxito o el
fracaso que sería de esperar de sus aptitudes, con tenues desviaciones debidas a
diferencias de actitudes o quizás de recursos.
24. Una búsqueda en Google académico da como resultado que el término ‘resiliente’ aparece
poco antes de 1990 en la literatura sobre alumnos negros con éxito en el college. La referencia más
antigua que he encontrado es Pollard (1989).
177
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
25. La expresión da título a uno de los capítulos de la tesis doctoral de Claudia Córdoba, La
elección de escuela en Chile. La propuesta neoliberal a examen, recién leída en la Universidad Complu-
tense de Madrid.
178
Debilidades de PISA y errores en la atribución del fracaso escolar académico
hace desarrollar la capacidad intelectual de los individuos. Por tanto, existe una
influencia de la clase social, de la familia, de la escuela, etc. en la evolución de la
capacidad intelectual de las personas. En todo caso, ¿no debería la escuela pro-
poner un mínimun para todos y a la vez desarrollar las posibilidades de los que
tienen diversas potencialidades?
Respuesta: Sin duda la inteligencia tiene una base biológica y se desarrolla
bajo la influencia del ambiente. La cuestión clave está en cómo interactúan la es-
cuela y la capacidad. En la mayor parte de los aprendizajes escolares la interacción
es multiplicativa, es decir, el efecto de la enseñanza es proporcional a la capacidad
ya desarrollada de los alumnos, de modo que cuanta más escuela, más desigualdad
de resultados. Como todos hemos experimentado, cuanto más se profundiza en un
área más se incrementan las diferencias. Caben pocas dudas sobre la legitimidad
moral de reducir las desigualdades debidas al ambiente, por ejemplo mediante
la enseñanza compensatoria o las becas; pero una vez igualado el ambiente, no
es tan obvio quién merece más recursos que otros. ¿Los que no alcanzan un mí-
nimo? Aunque literalmente es absurda –por bajo que se ponga el nivel siempre
habrá alguien que no lo alcance–, es verdad que ciertas competencias básicas son
tan importantes que debemos hacer esfuerzos extraordinarios para extenderlas a
todos. De este modo se justifica la educación especial. También la atención a los
alumnos con retraso escolar, si logramos probar que las competencias en cuestión
tienen esa importancia extraordinaria.
P: ¿Qué clase de pruebas serían objetivas, sin que fueran sobre competencias?
R: Se podría medir el aprendizaje por materias. Además, bien hecha esta eva-
luación, se podrían comparar los resultados de las escuelas, provincias, CCAA,
etc., con sus tasas de fracaso escolar. También se podría realizar una prueba ex-
terna central, por el MEC, que no tendría que ser obligatoria, sino solamente para
aquellos alumnos que estuvieran disconformes con los resultados obtenidos en las
evaluaciones realizadas por el centro escolar. Con eso se avanzaría mucho hacia la
homogeneización de los títulos y la supresión del ‘fracaso’ escolar político. Hay
que decir, aunque sea evidente, que los resultados de las pruebas objetivas no va-
len en ningún caso para evaluar las escuelas, sino solamente a los alumnos.
P: Puesto que en la inteligencia, y por tanto, en los rendimientos escolares,
influyen tantos factores, parece que la sociología y otras ciencias sociales tienen
dificultades para determinar el peso que cada uno de ellos puede tener.
R: Todo el mundo sabe que es una cuestión a la que se ha dedicado mucha
investigación y que sigue siendo muy debatida. De todas formas, algunas cosas
179
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
parecen más claras que otras. Por ejemplo, el peso de un año de escuela en los re-
sultados PISA parece nulo, pero el de un año de edad no. ¿Cómo se ve esto? Hay
países donde los alumnos ingresan a la escuela por año de nacimiento y otros por
años cumplidos. En unos, los alumnos nacidos en otoño empiezan la escuela con
los nacidos en el invierno anterior (como España), en otros con los nacidos en el
invierno posterior (como Alemania). Ahora bien, la diferencia entre los alumnos
nacidos en primavera y los nacidos en otoño es de unos veinte puntos PISA en
todos los países, aunque en unos tienen los mismos años de escuela y en otros hay
uno de diferencia. Se ve aquí claramente que PISA mide competencias cognitivas
que a los quince años ya no dependen de la escuela, pero todavía dependen del
desarrollo evolutivo.
REFERENCIAS
180
Debilidades de PISA y errores en la atribución del fracaso escolar académico
181
II. MESAS REDONDAS
MESA REDONDA SOBRE EL PLAN PROA
Y OTROS PROGRAMAS DE MEJORA DEL
ÉXITO ESCOLAR
Purificación Llaquet Baldellou
Vicente Rivière Gómez
185
El Plan PROA (Programa de Refuerzo, Orientación y Apoyo) y otros progra-
mas de mejora del éxito escolar, impulsados por el Ministerio de Educación y
realizado en colaboración con las Comunidades Autónomas articula una serie de
actuaciones y medidas para abordar las necesidades educativas añadidas asociadas
al entorno sociocultural del alumnado.
Uno de los principales objetivos del sistema educativo español es conseguir una
educación que garantice el desarrollo personal de todos los miembros de la socie-
dad alcanzando simultáneamente los mayores niveles posibles de calidad y de equi-
dad, contribuyendo de ese modo a una mayor cohesión social. Sin embargo, para
lograr una educación de calidad para todos se requiere del esfuerzo, tanto de los
miembros de la comunidad educativa directamente implicados como del entorno
social en el que se desarrolla la educación. Por otra parte, estos esfuerzos exigen no
solo una fuerte implicación de los escolares y estudiantes en su propio aprendizaje,
sino también de los centros docentes y de las administraciones educativas.
La educación es cada vez más una responsabilidad colectiva, desarrollada a lo
largo de toda la vida y con una fuerte influencia del contexto territorial y social
en el que se vive. La situación de desventaja educativa de algunos alumnos tiene
a menudo su origen en circunstancias de carácter personal o sociocultural, asocia-
das, con frecuencia, a situaciones de riesgo o marginación de su propio entorno.
Las Administraciones educativas tienen la responsabilidad de poner en marcha
187
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
1. EL PLAN PROA
26. Las alusiones que se hacen en este artículo al Ministerio de Educación deben entenderse
referidas a los diferentes nombres que ha tenido este Ministerio a lo largo de los últimos años.
188
El Plan PROA y otros programas de mejora del éxito escolar
189
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
190
El Plan PROA y otros programas de mejora del éxito escolar
191
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
financiación permite aumentar el cupo del profesorado, uno como mínimo, incre-
mentar los gastos de funcionamiento para poder desarrollar las líneas de actuación
que presenten en el proyecto (pago de monitores u otros profesionales, formación,
etc.) así como mejorar las instalaciones y las condiciones del centro educativo.
Autonomía de los centros para su desarrollo
Para una necesaria implicación del conjunto del centro es fundamental que
los centros participantes tengan suficiente autonomía para la utilización de esos
recursos, como bien se ha comprobado en numerosas ocasiones. Por ello, el pro-
grama incide en propiciar la autonomía de los centros en su aplicación.
De acuerdo con lo que se expresa en los principios de la LOE, el programa
permite adoptar un grado de autonomía por parte de las Administraciones educa-
tivas autonómicas y de los centros que de ellas dependen para establecer y adecuar
las respuestas educativas a las necesidades de los diversos contextos. Así, la flexi-
bilidad en la aplicación del programa permite optar por diferentes actuaciones y
adecuarlas a la realidad de los centros donde se desarrolla, siempre que aborde de
qué forma mejorarán los resultados educativos de los centros, tanto en la cantidad
y calidad de los aprendizajes como en la integración escolar de su alumnado.
Con este fin, se prescribe la elaboración de un proyecto de actuación que
incardine las propuestas del centro en los documentos programáticos de los que
se ha dotado.
La elaboración del proyecto llevará a la reflexión, al análisis, al establecimiento
de prioridades, a la toma de acuerdos y a la elaboración de propuestas de actua-
ción. En definitiva, a la integración coherente y global de la actividad del centro
orientada a un cambio significativo de la dinámica del mismo.
Integración de las actividades del centro
A los centros participantes se les exige unas propuestas de cambio en su organi-
zación y, siempre de acuerdo con la normativa autonómica, cambios que incluyan,
al menos, la modificación de las estrategias de atención a la diversidad, el esta-
blecimiento de nuevos procedimientos de coordinación horizontal y la utilización
de nuevos protocolos de relación con las familias. El programa pretende servir de
ayuda y plataforma para integrar las actividades curriculares, las complementarias
y las extraescolares del centro.
Junto a ello, y para facilitar que el centro pueda actuar en los tres ámbitos men-
cionados –la atención directa a los alumnos, la intervención con las familias y la
192
El Plan PROA y otros programas de mejora del éxito escolar
193
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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El Plan PROA y otros programas de mejora del éxito escolar
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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El Plan PROA y otros programas de mejora del éxito escolar
197
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
198
El Plan PROA y otros programas de mejora del éxito escolar
Ministerio Comunidades
Total
de Educación Autónomas
2005 4.251.000 4.251.000 8.502.000
2006 15.045.600 15.045.600 30.091.200
2007 28.901.114 28.901.114 57.802.228
2008 45.348.484 45.348.484 90.696.968
2009 49.316.298 49.316.298 98.632.596
2010 49.650.000 49.650.000 99.300.000
2011 59.700.000 (*)
Total 252.212.496
199
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
27. Actualmente esta información se puede consultar en la página web del Ministerio de
Educación: www.educacion.gob.es/educacion/comunidades-autonomas/programas-cooperacion/
plan-proa.html
200
El Plan PROA y otros programas de mejora del éxito escolar
201
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
202
El Plan PROA y otros programas de mejora del éxito escolar
203
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Medidas preventivas
Establecimiento de estrategias para la identificación del alumnado en
riesgo de abandono y aplicación de medidas orientadas expresamente a
lograr el éxito escolar de este alumnado.
Programas específicos para evitar el abandono del alumnado con altera-
ciones del comportamiento, graves problemas de conducta y otras difi-
cultades específicas de aprendizaje.
Programas específicos, dirigidos a toda la comunidad educativa, en aque-
llas zonas y colectivos en los que se dan las mayores bolsas de abandono.
Medidas para la orientación y seguimiento del alumnado que ha abandonado
Unidades de orientación, internas o externas al sistema, para seguimien-
to y apoyo a jóvenes trabajadores y en paro.
Convenios de colaboración con entidades y otras instituciones para la
realización de proyectos específicos en zonas de mayor riesgo de exclu-
sión social y abandono escolar, que favorezcan la captación de estos jóve-
nes y su reinserción en el sistema educativo
Planes de orientación para jóvenes desescolarizados, entre 16 y 24 años,
para favorecer su reincorporación al sistema.
Dotación de recursos extraordinarios en determinadas zonas de pobla-
ción para desarrollar actividades de seguimiento de los jóvenes.
Ofertas educativas para jóvenes que han abandonado el sistema educativo.
Programas de escolarización compartida que faciliten la formación y cualifi-
cación profesional de jóvenes trabajadores con baja cualificación o sin ella.
Programas de escolarización flexibles y con una organización dirigida a
favorecer la incorporación y la permanencia en los estudios de jóvenes
con empleos temporales.
Cursos preparatorios, tanto para las pruebas de acceso a los estudios de
F.P. como para la obtención de diferentes títulos académicos.
Programas específicos para zonas y colectivos que presentan alta tasa de
abandono escolar y que persigan la reincorporación al sistema educativo
y su promoción dentro del mismo de la población comprendida entre los
16 y 25 años.
204
El Plan PROA y otros programas de mejora del éxito escolar
Disminución
Aprendizaje Extensión o
Formación del abandono
de lenguas Mejora del modificación
Años del temprano
extranjeras éxito escolar del tiempo
profesorado de la
(PALE) escolar
escolarización
2006 - 14.834.000 - - -
2007 5.000.000 15.000.000 25.000.000 11.200.000
2008 8.000.000 20.000.000 35.000.000 20.000.000 9.200.000
2009 7.000.000 17.000.000 35.000.000 37.200.000 8.200.000
2010 4.000.000 15.000.000 30.000.000 48.600.000 7.000.000
TOTAL(*) 24.000.000 81.834.000 125.000.000 117.000.000 24.400.000
(*) En euros
28. Actualmente esta información se puede consultar en la página web del Ministerio de
Educación: www.educacion.gob.es/educacion/comunidades-autonomas/programas-cooperacion/
plan-implantacion-loe.html
205
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
CONCLUSIÓN
206
MESA REDONDA SOBRE EL FRACASO
ESCOLAR EN LA FORMACIÓN
PROFESIONAL
Alfredo Liébana, Jesús Manzano, Mónica Martín,
Jesús Mascaraque y José Antonio Quiles
207
PRESENTACIÓN (realizada por Alfredo Liébana)
Dentro del seminario del fracaso escolar vamos a tratar hoy una modalidad edu-
cativa –la Formación Profesional– que tiene perspectivas diferentes a las planteadas
en los niveles obligatorios, ya que responde a muy heterogéneas situaciones, desde
los programas de cualificación profesional inicial (PCPI), que suponen casi 80.000
alumnos (el 1% del sistema), hasta los ciclos de grado medio (GM) y superior (GS)
que comprenden casi 570.000 alumnos, esto es, el 7,34% del total y el 46% de las
enseñanzas postobligatorias del régimen general, porcentaje, sin embargo, signi-
ficativamente inferior al de la media de la Unión Europea en el ámbito del grado
medio, que está muy por encima de las enseñanzas del Bachillerato. La presencia
de los ciclos de grado medio supone el 51% del total de FP.
La presencia de mujeres (46,8%) es ligeramente inferior respecto de los hom-
bres, siendo muy diferente en las distintas familias profesionales, oscilando desde
el 2,6% (GM) y 5,8% (GS) en Electricidad y Electrónica, hasta el 96,2% (GM)
y 96,2% (GS) en Imagen Personal. La distribución por familias profesionales del
alumnado es también muy variada, desde Administrativo que supone el 19,7%
del total a Energía y Agua que tiene solo 22 alumnas en el grado superior (últi-
mos datos oficiales referidos al curso 2008-2009).
Si las comparaciones para hablar de fracaso escolar se realizan en función del
título obtenido, los últimos datos disponibles, los de 2007, suministrados por
209
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
210
El fracaso escolar en la Formación Profesional
una parte significativa de alumnos que abandonan la Universidad sin finalizar sus
estudios vuelvan al sistema a estudiar ciclos de grado superior, y en algunos casos
a ciclos de grado medio, por el interés de una determinada especialización? ¿Esto
sería un fracaso del sistema en la orientación académica? ¿Es aceptable, para un país
medio como España, que las Universidades tengan una cercanía y financiación de
la que no disponen los estudios de FP de Grado Superior?
Muchas de estas preguntas no podrán ser resueltas hoy, pero sí aspiramos a que
las intervenciones de un grupo de profesores de larga trayectoria de más de 25 años
nos orienten sobre la situación del éxito o fracaso escolar de la FP en España.
211
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
A ellos hay que añadir los ciudadanos que están en posesión de titulaciones de
FPI (2.078.725 personas) y FPII (1.451.835), correspondientes al plan de estu-
dios de la Ley General de Educación del año 1970.
En conjunto, la cifra de titulados en FP en nuestro país es de 4.664.859 ciu-
dadanos, a los que tendrían que sumarse aquellos que obtuvieron su título de
oficiales industriales o de maestros industriales al amparo de la legislación del año
1955, y que corresponde a personas mayores de 50 años, muchas de ellas fuera del
sistema productivo.
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El fracaso escolar en la Formación Profesional
30. http://politica.elpais.com/politica/2012/03/29/nimileurista/1333050855_722244.html
213
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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El fracaso escolar en la Formación Profesional
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
duración que los ciclos, para trabajadores desempleados, que den lugar a los Cer-
tificados de Profesionalidad. De ese modo, un título de FP es un agregado de 2-3
cualificaciones profesionales, que a su vez son agregados de varias unidades de
competencia correspondientes a módulos de formación. Un ejemplo puede ayu-
dar a entenderlo mejor:
El módulo de “Instalaciones de distribución”, de unas 180 horas, se correspon-
de con las unidades de competencia UC-0823-2 (montar y mantener redes aéreas
de BT) y UC-0824-2 (montar y mantener redes subterráneas de BT), que forman
parte de la cualificación profesional “Montaje y mantenimiento de instalaciones
eléctricas de baja tensión”, ELE257-2, la cual, junto con otras dos cualificaciones
(de instalaciones de telecomunicación y de instalaciones fotovoltaicas) y varios
módulos transversales (Electrotecnia, Electrónica y Formación y Orientación La-
boral) dan lugar al ciclo formativo de Instalaciones Eléctricas y Automáticas de
grado medio.
Puesto que aprobar el módulo del ejemplo anterior permite alcanzar una cer-
tificación de 2 unidades de competencias, de validez en el empleo, ¿podríamos
entender tal resultado como éxito? En nuestra opinión, no es un fracaso, pero
tampoco puede considerarse un éxito alcanzar una certificación que apenas llega
a la quinta parte de la formación impartida. Tal vez lo más razonable sería que el
posible sistema de evaluación de los ciclos formativos de FP considere al menos
dos posibilidades de “éxito”: la de menor alcance podría ser la certificación de las
unidades de competencia que forman una cualificación; la de mayor alcance, la
obtención del título.
En cualquier caso, esos datos no resolverían la pregunta sobre si hay o no ajus-
te entre los objetivos que se pretenden en los estudios de FP y lo que realmente
se consigue, cosa que solamente es posible comprobar con un seguimiento de la
inserción laboral de los titulados durante un tiempo suficiente, pasar de la foto
fija que nos proporcionan estos sistemas de evaluación al storyboard de la forma-
ción a lo largo de la vida de cada persona, de adquisición de competencias, de
empleabilidad e integración social dentro de un proyecto de vida. La cualificación
de un trabajador es un conjunto complejo de competencias específicas y genera-
les, adquiridas además por caminos que no siempre son los académicos, y cuya
desagregación en esos posibles sistemas de evaluación sería tal vez necesaria para
poder valorar el éxito o fracaso de las enseñanzas de FP. A título de ejemplo, un
dato que aportaría luz sobre la rentabilidad de la especialización y sobre el grado
necesario de la misma, sería comprobar la correlación entre carrera profesional y
formación específica.
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El fracaso escolar en la Formación Profesional
217
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
También nos consta, aunque no haya datos significativos y fiables sobre estu-
dios longitudinales de sus proyectos de vida, que personas, con nombre y apellidos,
que hemos podido conocer a lo largo de nuestra experiencia en FP:
• Han obtenido una cualificación profesional a través de la FP inicial y/o para
el empleo, o por otras vías de formación (no formal, experiencia laboral), y
siguen trabajando para mantener a flote nuestro actual sistema productivo.
• Han organizado proyectos emprendedores (autónomos, PYMES, etc.) y ge-
nerado riqueza económica, empleo y mayor bienestar para nuestra sociedad.
• Han contribuido, y contribuyen, en la tarea de formación de otros profesio-
nales.
• Siguen enriqueciendo sus conocimientos y sensibilidad a lo largo de su
vida.
• Cooperan solidariamente y contribuyen al desarrollo sostenible de nuestra
sociedad.
• Se han integrado en nuestro sistema sociocultural y aportado innovación,
conocimiento, arte, etc.
• Están moviéndose y participando activamente como ciudadanos europeos
de pleno derecho.
• Están impulsando día a día los cambios necesarios para mejorar nuestra “al-
dea global”.
¿Qué pasa con el Sistema de Formación Profesional?
Veinte años después de la aprobación de la LOGSE, ¿han sido efectivamente
aplicadas todas las medidas de ordenación encaminadas a la dignificación, actua-
lización y flexibilización de la formación profesional, tal como se concibieron? ¿Se
han desarrollado en toda su extensión?
Consideramos que el modelo de doble vía escolar que antes existía con la FPI y
la FPII ha sido realmente abandonado, aunque las posibilidades de una contrarre-
forma, por la vía de la conexión directa entre los tres niveles (PCPI-grado medio-
grado superior) sigue existiendo, porque los criterios políticos coyunturales se
imponen, a menudo, sobre la coherencia interna del sistema diseñado para la FP.
El sistema modular basado en unidades de competencia es un hecho, así como
el Sistema Nacional de Cualificaciones (SNC) que le da soporte. Sin embargo, la
ordenación de la oferta en ciclos formativos (FP inicial) y certificados de profesio-
nalidad (FP ocupacional), entendemos que sigue siendo demasiado “académica”,
218
El fracaso escolar en la Formación Profesional
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El fracaso escolar en la Formación Profesional
32. http://www.sepe.es/contenido/empleo_formacion/catalogo_ocupaciones_dc/af04.html
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El fracaso escolar en la Formación Profesional
223
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
sideración social de los estudios de FP, desde nuestro punto de vista como
profesores y ciudadanos, no ha mejorado todo lo que hubiera sido de desear,
especialmente respecto de los ciclos de grado medio.
• Respecto de la inserción laboral inmediata de los alumnos egresados, pode-
mos decir que la coyuntura económica y laboral tiene una enorme influen-
cia. En pocos años hemos pasado de una situación en la que prácticamente
el 100% de los titulados de FP de ambos grados conseguían trabajo de in-
mediato, o casi de inmediato, a otra en la que muchos de nuestros alumnos
regresan periódicamente al centro preguntando por la bolsa de trabajo.
• Somos conscientes de la mayor valoración que han alcanzado los ciclos for-
mativos de grado superior. La existencia de una sólida formación general y
profesional de base en el Bachillerato ha contribuido de manera esencial al
buen nivel de inserción profesional y continuidad académica de esos titula-
dos. Debemos advertir, sin embargo, que se han ido diluyendo las premisas
sobre las que se cimentaba este nivel formativo y, particularmente en casi
todo lo que afectaba a la “FP de Base”. El resultado ha sido una merma en la
calidad de la formación previa requerida y, posiblemente, una disminución
del nivel de cualificación de los titulados.
• Los ciclos formativos de grado medio, junto con los PCPI, acumulan aún
la enorme carga de prejuicios. A nuestro entender injustamente. Pero es un
hecho social que está ahí, y que sólo se logrará superar con un esfuerzo sos-
tenido de dignificación y valoración de estos niveles de enseñanza durante
muchos años, especialmente por parte de las administraciones educativa y
laboral. Nos consuela, sin embargo, comprobar que ya hay jóvenes con alto
nivel de preparación previa (incluso universitaria, como dijimos más atrás)
que, a la hora de optar por una formación u otra, se fijan en los perfiles pro-
fesionales y en los contenidos que les interesan, sin tener en cuenta que sean
de grado medio o superior.
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El fracaso escolar en la Formación Profesional
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
cluir el “saber ser y el “saber estar” ¿Trabajamos con esa perspectiva? ¿Nos
interesa tecnificar nuestras enseñanzas, cuanto más mejor, para evitar otros
aspectos más peliagudos ligados a valores y actitudes?
• ¿Cómo es la estructura organizativa de nuestros centros? ¿A qué criterios
organizativos responde?
En nuestra opinión, la respuesta al primer grupo de preguntas es que hemos
perdido por el camino gran parte de la cultura de trabajo en grupo, de la parti-
cipación en tareas colectivas. La realidad, hoy, salvo honrosas excepciones, es que
prima el trabajo individual (a veces hasta la competencia exagerada) y sin meca-
nismos de control. No se analizan los problemas desde un punto de vista colecti-
vo, más amplio, más eficaz. Los espacios didácticos en los que los análisis se hagan
desde un punto de vista integral son considerados espacios muertos, reuniones a
las que hay que asistir…
Pero es que, además, el futuro inmediato nos está exigiendo, tanto desde el
ámbito productivo/tecnológico, como desde la procedencia y heterogeneidad del
alumnado, una dimensión integral que los explique mejor y trate de dar respues-
tas más acertadas.
Insistimos, sin embargo, en la necesidad de trabajar mejor, más coordinados
para ser más eficientes...
Particularmente importante son las tareas de coordinación en aquellos niveles
en los que prima la heterogeneidad de los alumnos y/o su falta de conocimiento
del sistema de FP. Insistimos en el aumento de las horas de dedicación y tareas de
los tutores en los ciclos de grado medio y PCPI.
Las opiniones sobre el segundo grupo cuestionan el viaje, hacia el pasado, que
hemos hecho en los últimos 30 años de escuela pública.
En efecto, trabajamos en una organización escolar muy jerarquizada, menos
democrática, que no responde ni a las premisas fundamentales en las que debería
basarse el sistema público escolar ni a los retos funcionales que las demandas de la
formación profesional exigen en la actualidad.
No creemos que las reformulaciones que se han hecho en la normativa sobre la
organización de los centros (desde la “profesionalización de los directores” hasta la
jerarquización de los departamentos, las funciones de los órganos colegiados, etc.)
hayan contribuido a mejorar la gestión de la enseñanza pública ni hayan resuelto
los problemas de orden estructural que tenemos.
226
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
228
MESA REDONDA SOBRE UNA
EXPERIENCIA INNOVADORA A LA
BÚSQUEDA DEL ÉXITO ESCOLAR: LOS
GRUPOS ESTABLES DE COLABORACIÓN
PARA EL APRENDIZAJE DEL
INSTITUTO DE EDUCACIÓN
SECUNDARIA ANTONIO GAUDÍ,
COSLADA (MADRID)
Pablo Sanz Martínez
229
1. INTRODUCCIÓN
231
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
232
Una experiencia innovadora a la búsqueda del éxito escolar
formación de los grupos, que se efectúa de forma colegiada por todos los
profesores de la Junta de Evaluación. Posteriormente hacen un seguimiento
exhaustivo del funcionamiento de los grupos en las tutorías, ayudan a orga-
nizarse a los equipos, sobre todo al principio de curso, y median en los con-
flictos internos que los propios componentes de cada grupo no puedan solu-
cionar. Además, están en contacto con los padres/madres tutores y hacen un
seguimiento de las reuniones externas de los alumnos. Todas las incidencias
que semanalmente se van produciendo se ponen en común en las reuniones
con el orientador, donde se toman decisiones colegiadas de mejora ante las
dificultades del día a día.
El Grupo Coordinador del Proyecto, formado por cinco profesores más el
orientador, dos jefes de estudios y el director del centro, se reúne semanal-
mente para revisar, evaluar y proponer nuevas ideas que van surgiendo y se
van experimentando, así como para recoger las iniciativas y propuestas de
mejora de todos los miembros de la Comunidad Educativa.
2. CARACTERÍSTICAS DE LA FORMACIÓN Y
FUNCIONAMIENTO DE LOS GRUPOS DE TRABAJO
233
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
234
Una experiencia innovadora a la búsqueda del éxito escolar
voluntaria, los que se ofrecen como alumnos tutores de los grupos de 1º de ESO,
con los que trabajan de forma interactiva quincenalmente en las tutorías.
En este nivel se produce ya una implantación generalizada de todos los objeti-
vos del proyecto, y los grupos funcionan a tres niveles:
En el aula, para la mayoría de las asignaturas.
Quincenalmente en las tutorías (3º de ESO.) con la supervisión de los alum-
nos tutores de 1º de Bachillerato.
Fuera de clase (trabajo externo) en los domicilios de sus familias, supervisa-
dos por los padres o madres tutores.
235
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
236
Una experiencia innovadora a la búsqueda del éxito escolar
En este sentido debemos señalar que todos los departamentos del centro (didác-
ticos y no didácticos) están implicados en el proyecto; así como todos los alumnos
de ESO (427). Además, los alumnos de 4º de ESO participan doblemente, tam-
bién como alumnos tutores.
237
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
5. RESULTADOS ACADÉMICOS
Recogemos, en este apartado, sólo los datos relativos al 3º curso de ESO, ya que
es el nivel educativo más significativo de todos en relación al abandono escolar
temprano, pues muchos alumnos alcanzan entonces los 16 años y acaban con ello
la obligatoriedad de la educación secundaria. En todas las gráficas marcamos en
colores diferentes los años previos y de implantación del proyecto.
La mejoría de los resultados en 3º de ESO, donde el proyecto se desarrolla en su
totalidad, es evidente en el porcentaje de resultados positivos (0-1-2 suspensos)
de la evaluación final de junio.
238
Una experiencia innovadora a la búsqueda del éxito escolar
Finalmente mostramos los datos de abandono escolar temprano que estamos al-
canzando en el centro, con una clara tendencia a la reducción, ya rondando el 4%:
239
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
240
Una experiencia innovadora a la búsqueda del éxito escolar
diante, que se regula de forma autónoma. Para Brufee ambos enfoques se podrían
situar en un continuo lineal, donde “el aprendizaje colaborativo está diseñado para
entrar justo cuando el cooperativo sale o termina. Esta transición puede ser vista como un
continuo que se desplaza desde un sistema muy controlado y centrado en el profesor a un
sistema centrado en el estudiante donde el profesor y los estudiantes comparten el control del
aprendizaje”33:
En definitiva, independientemente de la denominación que le demos a este
tipo de aprendizaje, nosotros pusimos el énfasis en nuestro proyecto de innova-
ción en la influencia y ayuda entre compañeros y en la regulación autónoma de los
aprendizajes favoreciendo la cohesión social del alumnado y su inclusión educati-
va, respetando el principio de no discriminación.
Podemos vertebrar entonces alrededor de tres ejes las directrices que sustentan
desde este punto de vista la filosofía del proyecto:
A) La interacción entre iguales y el aprendizaje en grupos pequeños
El aprendizaje tiene un componente individual de apropiación y conceptuali-
zación, pero también es un proceso social en la medida en que se produce en un
contexto sociocultural específico y mediado por la interrelación con otros. Así,
una de las interacciones claves en el proceso de enseñanza es la que se realiza entre
el alumno y el profesor, aunque no es la única relación que se establece, y que tie-
ne influencia en este proceso. Como señala Marchesi es necesario tener en cuenta
también “la decisiva aportación que las relaciones entre los propios alumnos tienen para
la formación de cada uno de ellos”34. Relaciones que se efectúan en múltiples luga-
res y que pueden ser incorporadas al proceso de enseñanza, siendo estructuradas
adecuadamente.
B) La ayuda mutua
Uno de los objetivos básicos de la interacción de los alumnos en grupos cola-
borativos es la ayuda mutua entre compañeros. Los alumnos se ayudan cuando se
prestan colaboración entre ellos, cuando mediante un esfuerzo ponen los medios
para lograr un fin (preparar un examen, realizar ejercicios, aclarar dudas, discutir
y elaborar trabajos...).
33. Citado en Luz María Zañartu Correa, “Aprendizaje colaborativo. Una nueva forma de
diálogo interpersonal y en Red”, Contexto Educativo, núm. 28, Año V, 2003.
34. Álvaro Marchesi (2004). Qué será de nosotros, los malos alumnos. Madrid: Alianza, pág. 119.
241
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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Una experiencia innovadora a la búsqueda del éxito escolar
así como aquellos otros que favorecen la libertad personal. Por tanto se aprende
de la diversidad, y con el trabajo de los grupos a ser responsable, a compartir, a
autocontrolarse y a regular la propia conducta, a alcanzar acuerdos, a expresarse
mejor.
Por último, una breve referencia a la mejora del clima educativo, porque la calidad
del aprendizaje mejora, también, si mejora el ambiente global en el instituto y el
clima de relación en el aula. Éste se convierte en uno de los objetivos esenciales
del proyecto de innovación: si se aumenta la satisfacción y la motivación intrín-
seca de los estudiantes, si se logra incluir en el proceso de aprendizaje al mayor
número de estudiantes, si aumentamos la responsabilidad de los alumnos tutores
con el centro mediante el desarrollo de las diversas actividades de los grupos, las
relaciones se vuelven más cordiales, el ambiente mejora y con ello también el pro-
ceso de enseñanza, que es lo que se está consiguiendo en el centro.
243
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
244
MESA REDONDA SOBRE EL PROYECTO
ESCUELA SOLIDARIA.
IES VALLE DEL SOL. ÁLORA (MÁLAGA)
Mª Dolores Reina Pérez
245
1. CARACTERÍSTICAS DEL PROYECTO
El contexto
Álora es una localidad de unos 13.000 habitantes, con estructura de pueblo
blanco andaluz y muchos núcleos de población diseminados. Enclavado en un
valle, el del Guadalhorce, fértil y de una entidad administrativa históricamente
muy importante, pero en declive histórico, no sólo por la pérdida de valor de
la economía agraria, sino también por su situación geográfica, más montañosa
que otras localidades del mismo valle y porque la ciudad de Málaga ejerce, des-
de hace mucho tiempo, la verdadera capitalidad de la comarca. Tiene 4 Centros
educativos de infantil y primaria, uno de Primaria, uno de infantil (cuatro en el
núcleo urbano) y dos institutos, uno tradicionalmente de Bachillerato (BAC) y
otro de Formación Profesional (FP). Con la implantación de la Educación Secun-
daria Obligatoria (ESO), ambos institutos han pasado a tener toda la Secundaria,
si bien el de BAC no tiene ciclos formativos de FP.
El proyecto
El proyecto Escuela Solidaria se ha desarrollado en el Instituto de Educación Se-
cundaria (IES) Valle del Sol (antiguo centro de FP) que imparte un Programa de
Cualificación Profesional Inicial (PCPI) relacionado con técnicas administrativas
y comercio, la ESO, el BAC y ciclos formativos de grado medio (comercio y elec-
247
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
248
Proyecto Escuela Solidaria
249
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
250
Proyecto Escuela Solidaria
el proyecto de que ellos deben poner también su parte. Una parte, no sólo para su
propio beneficio, sino también para el del resto del centro.
El proyecto se integra en un centro educativo y, por tanto, se pretendían tam-
bién otros objetivos relativos al resto del centro, como son la comprensión y acti-
tudes positivas de la comunidad escolar hacia este grupo y la aceptación de unas
actividades de carácter distinto, menos convencional, por el centro. El respeto que
todo el centro sienta por el grupo se traduciría de una manera evidente en la me-
jora del autoconcepto de éste y mejoraría también la actitud entre el profesorado
y el resto del alumnado hacia la diversidad.
Importancia del espacio y el tiempo
Nos propusimos no parcelar los horarios, sino que éstos se organizaran todo lo
posible en función de las actividades y de los planes de trabajo.
Intentamos afrontar el aprendizaje como un proceso global, partiendo de los
intereses del grupo y de la determinación de problemas y retos, de manera que
el desarrollo de las destrezas básicas necesarias, la búsqueda de información, las
actividades, el estudio e incluso las actividades manuales, estuvieran enmarcadas
dentro de un todo complejo, dotadas de sentido inmediato.
La falta de espacios del instituto, en obras y masificado el primer año, la dis-
ponibilidad de la orientadora del centro y, en cierta medida, que el proyecto no
empezara con el curso, sino unos meses después, hizo que se habilitara una sala,
anteriormente despacho de orientación, en lo que podemos llamar la zona noble
del centro, entre la sala de profesores y el despacho de la Dirección y la Secretaría.
Un espacio digno, especial, con cuadros en las paredes, plantas, mesa redonda, un
rincón con ordenador e impresora…, aunque bastante pequeño, el primer año.
El segundo curso, el grupo se instaló en la Biblioteca del centro, un espacio muy
amplio, muy bien acondicionado y con excelentes vistas; también privilegiado.
Importancia de los recursos personales, además de los económicos
Se solicitaron, y se obtuvieron de la Junta de Andalucía, recursos económicos
y personales. En cuanto a los recursos personales, se creyó necesario contar con
un profesorado dotado de un perfil específico, alguien que pudiese trabajar glo-
balmente y que tuviese experiencia en educación formal y no formal con jóvenes.
Se prefirió una maestra, aunque el inspector hubiese querido contar con dos, cosa
que no fue posible, por la cultura de trabajo a tiempo completo en un aula, con el
mismo alumnado. En este caso, además de la experiencia en educación formal con
adolescentes, dicha maestra venía dinamizando un grupo juvenil que organizaba
251
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
actividades de tiempo libre, entre ellas un campamento infantil con una trayec-
toria de más de diez años.
Por supuesto, se contaba con la colaboración del profesorado de las aulas de
referencia de los integrantes del proyecto y de otro personal del centro.
Respecto a los recursos económicos, pudimos contar con unos seis mil euros
anuales para materiales y diversas actividades cada uno de los años en que se de-
sarrolló la experiencia.
La elección de contenidos
No es, y no lo fue, un lugar común decir que la educación debe partir de los
intereses del alumnado. En este sentido, el proceso de selección de contenidos del
aprendizaje se centró en la determinación o selección de problemas y la búsqueda
de soluciones.
Se optó por una educación para la vida, ayudando a afrontar situaciones de na-
turaleza compleja. Se intentó, también, consolidar y hacer consciente al alumnado
de las destrezas y competencias que ya dominaba.
Los contenidos de las diversas áreas se introdujeron en función de diversos pa-
rámetros: relación con el proyecto global, necesidades de destrezas instrumentales
personalizadas, adaptación en lo posible a las preferencias grupales e individuales,
creadas y favorecidas por una situación de partida… de manera que el alumnado
sintiera esos objetivos cercanos, funcionales, útiles.
En la selección de contenidos y en la selección de procedimientos didácticos se
hizo uso de las posibilidades que nos brindan las tecnologías –calculadora, pro-
cesador de textos, corrector ortográfico, etc.– para agilizar sus producciones, sus
aprendizajes, sin que, una vez más, éstos quedaran bloqueados por determinadas
dificultades que ellos y ellas pudieran sentir infranqueables.
Criterios para la selección de contenidos
Era importante afrontar la pregunta ¿qué necesitan aprender estas personas?
Para ello, reflexionamos en torno a algunos criterios sobre las capacidades que
debe desarrollar cada persona:
– Aprender por sí misma
– Buscar la información y la formación que necesita
252
Proyecto Escuela Solidaria
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
254
Proyecto Escuela Solidaria
Objetivos
En la elaboración del proyecto, los objetivos que se proponen atienden a ac-
titudes y procesos, así como a la necesidad de integración del grupo. Se presta
especial atención a los objetivos generales de la etapa. Entre los que se marcaron
específicamente podemos destacar los siguientes:
1. Procurar que la asistencia a clase sea interesante para este alumnado, para
reducir el absentismo y la posibilidad de abandono.
2. Conocer y atender individualizadamente a cada alumno/a.
3. Favorecer y trabajar la autoestima, el autoconocimiento y el autoconcepto
personal, disminuyendo la sensación repetida de fracaso escolar acumulado.
4. Revisar trimestralmente el grupo clase, con el fin de que los que puedan
se integren en su grupo de referencia del centro el mayor tiempo posible
y en el plazo más corto.
5. Orientar al alumnado hacia la autonomía en el aprendizaje. Tanto en la
búsqueda y localización de información, como en los procesos de elabora-
ción del conocimiento.
6. Trabajar la autonomía personal.
7. Favorecer y potenciar la constancia en el esfuerzo, no sólo en el trabajo de
clase, para conseguir un resultado deseado o previsto.
8. Progresar en el trabajo colectivo y la integración inicial en el grupo “Es-
cuela Solidaria”.
9. Trabajar en la búsqueda pacífica y dialogada de solución de conflictos, que
también contribuyera a la mejora de la convivencia en el centro.
10. Procurar en las actividades un componente manual (plástico) y manipula-
tivo, en la medida de lo posible.
11. Acercar al alumnado al mundo laboral, mediante la visita a distintas em-
presas y de distintas personas al centro, así como la organización de talle-
res relacionados con aquél.
12. Conocimiento del entorno. Proporcionar herramientas e instrumentos
para conocer el medio, también en función de las actividades sociales y
ciudadanas que un adulto aborda (gestiones municipales, actividades cul-
turales y de ocio…).
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
2. LA METODOLOGÍA
Profesorado
Se informó al Equipo Técnico de Coordinación Pedagógica sobre la puesta en mar-
cha del proyecto y se mantuvieron reuniones con cada uno de los equipos educativos
relacionados con el alumnado que iba a formar parte de Escuela Solidaria acordando
que, en las áreas que van a trabajar en el proyecto objetivos mínimos de ciclo, la tuto-
ra de aquél tendría la responsabilidad de la evaluación y la calificación final, siempre
contando con la opinión del profesorado de referencia. La jefatura de estudios tuvo,
como el resto del equipo directivo, una implicación fuerte en el proyecto e influyó
en que el alumnado supiera bien siempre qué es lo que tenía que hacer para aprobar
cada asignatura. Se pidió coordinación por parte de todos, dando mucha importancia
al trabajo y comportamiento del alumnado en las clases ordinarias. En consecuencia,
y puesto que todos iban a tener un plan de trabajo individualizado, habría horas en
las que ellos podrían realizar su plan personal en las clases (matemáticas, ciencias
naturales...), en lugar seguir el currículum ordinario de la clase.
La respuesta de la mayor parte del profesorado ante el proyecto fue muy po-
sitiva. Hubo, en general, una actitud de colaboración y de atención a las áreas,
siempre de la forma que más beneficiara al alumnado.
Organización y funcionamiento de los grupos
En las primeras sesiones se presentaba la organización del trabajo que pretendía
llevarse a cabo, para su aprobación por parte del grupo.
Se pedía a cada alumno/a escribir una carta, en donde, además de algunos as-
pectos personales (cumpleaños, gustos, etc.) expusieran por escrito a la tutora sus
problemas con la vida escolar, las asignaturas, sus necesidades curriculares más
importantes… y contaran sus expectativas. Se explicaba el formato de una carta
personal y se les aportaba un guión de referencia (Anexo I).
Se explicaba qué es una asamblea y se proponía usar este recurso para tratar
aspectos curriculares, de convivencia y organizativos. Se insistía en la importan-
cia que tiene ayudarnos y esforzarnos todos y todas para conseguir los objetivos
propuestos: estar mejor, aprender bastante, llevarnos bien. Estas asambleas nos
servirían para poner en marcha el trabajo y para revisarlo. (Anexo II)
Como los niveles resultan ser bastante diferenciados, desde alumnado con di-
ficultades en la organización del tiempo, con las técnicas de estudio, retrasos…
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Proyecto Escuela Solidaria
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
La organización del tiempo se articuló con una gran flexibilidad dentro del ho-
rario de los grupos. Las diversas actividades, tanto individuales como colectivas,
se iban desarrollando según las preferencias de cada persona, si bien casi todos
los días se empezaba con una reunión de grupo. Esta gestión del tiempo facilitó
la adaptación a las condiciones personales, estado de ánimo, disposición para el
trabajo y el ritmo de cada uno. La flexibilidad incluyó también la posibilidad de
asistir a clases ordinarias cuando el alumnado y el profesorado lo estimaban con-
veniente, o ampliar horario en el grupo en algunos casos.
El espacio, si bien estaba restringido a nuestra aula para las actividades coti-
dianas, se expandía notablemente. Entre otras circunstancias, porque la puerta
de salida del centro se encontraba cerca del aula y se podía salir a respirar cinco
minutos si se estaba muy nervioso –lo que trajo como consecuencia el acercamien-
to a otros profesores que, en algún momento libre, también salían con el mismo
objetivo, respirar un poco–.
Se participaba en el huerto ecológico del centro: con el monitor de jardinería y
huerto se hicieron también numerosas actividades fuera del recinto escolar.
Además de las nueve horas de trabajo en el contexto restringido del proyecto
Escuela Solidaria, el resto del tiempo el alumnado se integraba en sus aulas de
referencia: unas veces siguiendo el trabajo normal de sus clases y, cuando esto no
era posible por diversas circunstancias, se comprometían a trabajar en su plan de
trabajo individual.
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niendo en cuenta, tanto el nivel de cada alumno-a, como el currículo de los cursos
educativos de referencia –3º y 4º de ESO–.
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ANEXO I
Carta.
Utilizar el formato de una carta personal.
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ANEXO II
Asamblea.
¿Qué es? Es una reunión en la que se tratan los temas que
son necesarios para continuar en una organización. En este caso
podemos tratar temas como los de convivencia, pero también
todos los demás que nos afectan: organización y aprendizaje.
Condiciones
1. Nos reunimos todos en círculo, de manera que todos nos veamos las caras y
ninguno esté en una posición de atrás o preferencia.
2. Se elige una persona moderadora y otra persona secretaria.
266
Proyecto Escuela Solidaria
Asamblea de preparación
En el orden del día de una asamblea de preparación del plan
de trabajo debía incluirse
¿Cómo nos sentimos en el grupo?
Algún problema en este sentido que hayamos notado (per-
sonal o de otros compañeros)
Algo especialmente positivo que nos haya ocurrido.
Propuestas en torno a la convivencia del grupo.
Aprendizaje:
Qué nos proponemos aprender
Qué sabemos ya del tema
Plan de trabajo individual
Plan de trabajo colectivo, del grupo
Organización:
Necesidades que tenemos para llevar a cabo el plan de trabajo.
Cómo nos vamos a distribuir el tiempo
Quién o quiénes se van a responsabilizar de cada cosa
Materiales necesarios y cómo conseguirlos.
Asamblea de revisión
En el orden del día de una asamblea de revisión del plan
de trabajo debía incluirse en el orden del día:
Convivencia:
¿Cómo nos hemos sentido?
Qué tenemos que criticar y de qué nos tenemos que alegrar.
Propuestas en torno a la convivencia del grupo.
267
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Aprendizaje:
¿Qué hemos aprendido?
Valoración del proceso que se ha seguido. Cómo hemos colaborado para
aprender. Qué cosas nos han resultado difíciles, fáciles, interesantes...
Revisión del plan de trabajo individual de cada uno. Lo que se ha hecho y lo
que no y por qué. Valoración personal y del grupo. Propuestas para mejorar
sobre el plan de trabajo.
Revisión del trabajo colectivo. Qué se ha hecho, qué no y por qué. Valora-
ción y propuestas para mejorar.
Organización:
Revisión de la organización del tiempo, el trabajo...
Revisión de las responsabilidades.
Qué hacemos con los materiales elaborados.
Valoración de las técnicas empleadas
268
Proyecto Escuela Solidaria
ANEXO III
Diario de clase.
Cada día una persona escribe en el diario de clase. En él
pretendemos recoger nuestra vida en el instituto y, sobre
todo, aquí en esta clase.
Sería interesante que en el diario se reflejara:
Qué ha pasado en clase
Qué hemos hecho
Acuerdos de la asamblea
Qué hemos aprendido
Qué necesitamos o qué debemos mejorar como grupo o individualmente
Tareas previstas y nombre de las personas responsables
Mi valoración personal del día
Lo que se me ocurra –una canción, un dibujo, una noticia, un viñeta…–.
El diario puede ser escrito, o puede reflejarse con un dibujo o varios o también
como a cada uno se le ocurra. Podremos también grabar en audio algún día. Es
una forma de reflejar lo que ocurre y nuestros sentimientos.
269
III. DOCUMENTO DEL COLECTIVO
LORENZO LUZURIAGA SOBRE EL
FRACASO ESCOLAR EN EL ESTADO
DE LAS AUTONOMÍAS
CONCLUSIONES
PROPUESTAS
COMENTARIO AL DOCUMENTO
DOCUMENTO SOBRE EL FRACASO
ESCOLAR EN EL ESTADO DE LAS
AUTONOMÍAS
Colectivo Lorenzo Luzuriaga
273
1. INTRODUCCIÓN: SOBRE LA AMBIGÜEDAD DEL
CONCEPTO “FRACASO ESCOLAR”
275
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
276
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
35. José Saturnino Martínez García, “Fracaso escolar, PISA y la difícil ESO”, Revista de la
Asociación de Sociología de la Educación, Vol. 2, nº 1, enero 2009.
277
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Tal y como está organizado el sistema educativo (nos referimos sólo a su tramo
escolar, anterior por tanto al universitario), el éxito está reservado para aquellos
alumnos que son capaces no sólo de obtener el titulo de GESO o los de bachille-
rato y formación profesional, sino de hacerlo en el número de cursos previstos, es
decir, sin repeticiones. Todo lo que no sea eso manifiesta alguna forma de fracaso
escolar (son los llamados fracasos parciales).
Normalmente el término de fracaso escolar se reserva para el fracaso más grave,
es decir, para el de los alumnos y alumnas que habiendo cursado la enseñanza
obligatoria no obtienen el título de Graduado. El término de fracaso escolar no
es aplicable, se dice, al alumnado que opta por cursar los estudios posteriores a
la ESO, dado que lo hace voluntariamente, aunque no consiga completarlos (se
habla entonces de abandono escolar temprano).
Hay dos razones, sin embargo, para extender el concepto de fracaso a los niveles
postobligatorios.
La primera es que, como se verá, el sistema educativo está diseñado de forma
que la educación primaria conduce a la ESO y ésta tiene su continuación natural
en los niveles siguientes, bachillerato y formación profesional, y que, por otra
parte, los contenidos curriculares de los niveles inferiores están condicionados por
los siguientes hasta el punto de que, en la práctica, carecen de entidad propia o la
tienen muy diluida.
La segunda es que el concepto de abandono escolar temprano, sobre el que
también se volverá, supone una valoración negativa de los alumnos que, incluso
habiendo superado con éxito la ESO, no siguen estudios posteriores. En la so-
ciedad en la que vivimos «se espera» de los alumnos que prosigan sus estudios
tras la obtención del título de GESO. En primer lugar, porque dicho título no
capacita para el empleo. En segundo lugar, porque no hay empleos, ni bastantes
ni adecuados, para una población tan joven. De ahí que la invitación al alumna-
do a proseguir sus estudios hasta, por lo menos, los 18 años tenga de facto cierta
naturaleza coactiva.
Por ello se considerará fracaso escolar no sólo el que se produce en la ense-
ñanza obligatoria sino también el que se produce en las enseñanzas voluntarias
subsiguientes, aceptando, por supuesto, la distancia entre el brutal impacto que
produce aquél y la menor gravedad achacable a éste.
278
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
279
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
normalmente implican, que los alumnos que ya han cursado la educación obliga-
toria y quieran obtenerlos se incorporen secuencial o aisladamente a uno o varios
niveles educativos, estructurados normalmente en cursos anuales de mayor o me-
nor duración. La razón por la que el Estado se atribuye la elaboración de un listado
de títulos académicos, y sobre todo la razón por la que hay profesiones incluidas
en el listado y otras que no lo están, obedecen más a la tradición que a cualquier
otra cosa. Salvo en muy limitados casos en los que se requiere legalmente un tí-
tulo académico o profesional (docencia, profesiones sanitarias, proyectos técnicos,
administraciones públicas, etc.), el conjunto del sistema productivo se desenvuel-
ve ajeno a los títulos académicos o profesionales.
En cualquier caso, y sin entrar en más matices, la suma de ambas atribuciones
desemboca en la llamada ordenación del sistema educativo, una ordenación que
en España se instrumenta a través de una ley estatal y de sus reglamentos (ambos
de carácter básico y obligatorio para todos los poderes públicos que integran el
Estado), que se complementa o se puede complementar por leyes y reglamentos
aprobados por las comunidades autónomas en el marco de sus respectivas com-
petencias.
La principal característica del sistema educativo es que se estructura en niveles
educativos ordenados secuencialmente, que comprende desde su nivel inferior, la
educación infantil, hasta los más elevados, los estudios universitarios. Su estruc-
tura, como es sabido, no es continua. Suele tener en todos los países la forma de
un árbol en el que el tronco está integrado por la educación infantil y la educación
obligatoria (sea cual sea su duración), a partir del cual surgen diversas ramas. La
rama principal más conocida, frecuentada y prestigiada es la formada por el ba-
chillerato y los estudios universitarios. Otras ramas menos conocidas y de muy
diversa naturaleza son las correspondientes a la formación profesional y otros es-
tudios. Una serie de pasarelas, poco frecuentadas, permiten el paso de unas a otras
ramas, previo el cumplimiento de determinados requisitos.
Tras esta simplificación, extrema pero necesaria, corresponde volver al fracaso
escolar más grave, el que se produce precisamente porque, aunque teóricamente,
todos los alumnos y alumnas compelidos a cursar los 10 años previstos de edu-
cación obligatoria deberían encontrarse a su término en condiciones de obtener
el título de Graduado, de hecho no lo obtienen o para obtenerlo deberán hacer
uso de los dos años de repetición que les concede el sistema. Sobre los primeros
cae el baldón del fracaso escolar más temido. Los segundos sufren una forma más
atenuada de fracaso escolar.
280
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Se puede afirmar por consiguiente que el fracaso escolar más grave de los alum-
nos, el aparejado a la no obtención del título de graduado escolar, es, independien-
temente de cualquier otra consideración, un producto del sistema educativo.
Los datos del fracaso escolar
Los datos que reflejan las magnitudes del fracaso escolar en España figuran en
las siguientes tablas obtenidas de la estadística oficial del Ministerio de Educa-
ción, Cultura y Deporte36.
36. Las cifras de la educación en España. Estadísticas e indicadores. Edición 2012. Ministerio de
Educación, Cultura y Deporte. También Objetivos Educativos Europeos y Españoles. Estrategia, Educa-
ción y Formación. Informe España, 2010-2011. Madrid, 2011,
281
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
284
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
El “diferencial sexual”, que durante casi dos siglos favorecía de manera despro-
porcionada a los hombres, en grave detrimento de las mujeres, en todos los índices
referente a la escolarización, la alfabetización y el progreso escolar, se ha invertido
en las últimas décadas con clara ventaja para las mujeres. Este hecho, no suficiente-
mente explicado por la sociología de la educación, es más relevante si cabe si se ad-
vierte que, en el caso de las tasas de idoneidad por razón del género, este fenómeno
se produce en todas las comunidades autónomas, sin excepción alguna.
285
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
286
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
También en las tasas netas de escolarización las mujeres llevan ventaja a los
hombres en casi todas las comunidades autónomas. Salvo pequeñas variaciones en
dichas comunidades, que no han sido explicadas que se sepa, a los 16 y 17 años
son más los niños que no deberían estar en la enseñanza obligatoria que las niñas,
del mismo modo que a esas misma edades son más las adolescentes en la enseñan-
za secundaria, segunda etapa.
287
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
288
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
La tasa de éxito escolar en el primer decenio de este siglo fluctúa alrededor del
70%, y aunque tiene en 2006 y 2007 el índice más bajo (69%), se observa en
2008 y 2009 un ascenso hasta el 74%. Se trata de un ascenso que, sin poder hablar
de cambio de tendencia aún, puede ser significativo. En todo caso, si a estas tasas
se le suman los alumnos que obtienen el título por la vía de educación de adultos
se observa un aumento de diez puntos más, con una tasa de éxito del 84%.
Fuente: Objetivos Educativos Europeos y Españoles. Estrategia Educación y Formación 2020. Infor-
me Español 2010-2011, Ministerio de Educación. 2011.
289
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
290
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
El Principado de Asturias sorprende una vez más porque si bien tiene un por-
centaje menor que la media respecto de alumnos con 16 años que aún están en la
ESO, en cambio supera la media en los alumnos de 17 años que siguen estando en
el último curso de la secundaria obligatoria, aunque esta situación puede deberse
a la política practicada en Asturias hasta el momento de retener al alumnado,
apurando los dos años que concede el sistema para que los estudiantes consigan el
título de Graduado en la Educación Secundaria Obligatoria.
291
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
El fracaso escolar de acuerdo con esa tabla se sitúa en el 25%, el más bajo de
los registrados en la última década. Destaca aquí también la distribución de ese
fracasao entre hombres y mujeres, con once puntos porcentuales a favor del género
femenino.
La lectura e interpretación de las anteriores tablas, como se ha podido compro-
bar, no es ciertamente complicada si se parte de la base de que cualquier porcen-
taje que esté por debajo de 100 implica cierto grado de fracaso escolar, es decir, un
100% de los alumnos y las alumnas deberían de estar en el curso que corresponde
a la edad establecida, y al acabar el último curso de la ESO, a los 16 años, deberían
haber obtenido el título de graduado en un porcentaje del ciento por ciento.
En cualquier caso, y dado que serán objeto en su momento de especial atención,
habría que retener las dispares cifras de fracaso escolar en las distintas comunida-
des autónomas.
Dada la importancia que el fracaso escolar tiene para los mismos alumnos, para
las familias y para la sociedad, se ha tratado de indagar los contextos en los que se
produce (Álvaro Marchesi) o los factores que lo causan (Fernández Enguita).
Marchesi lo interpreta en atención a tres contextos: sociocultural, familiar y
educativo (en este último contexto el autor desglosa varios factores: gasto público,
tiempo de aprendizaje, flexibilidad organizativa y curricular, estilo de enseñanza,
formación de los profesores, y, finalmente, disposición de los alumnos)37.
En otro trabajo, Marchesi y Pérez elaboran un cuadro que puede servir para
complementar el planteamiento anterior. En dicho cuadro establecen como nive-
les e indicadores para comprender el fracaso escolar los siguientes38:
Sociedad: Contexto económico y social
Familia: Nivel sociocultural, dedicación, expectativas.
37. Álvaro Marchesi, El fracaso escolar en España, Madrid, Fundación Alternativas. Documento
de trabajo 11/2003, p. 14
38. Álvaro Marchesi y E. Pérez, “La comprensión del fracaso escolar”. En A. Marchesi y C.
Hernández Gil, El fracaso escolar, Madrid: Alianza, 2003. Cuadro adaptado.
292
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
39. Mariano Fernández Enguita et al., Fracaso y abandono escolar en España, Fundación La Caixa,
Colección Estudios Sociales, nº 29, Barcelona, 2010.
293
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
sistema educativo y sobre las que se hará menos hincapié puesto que han sido
ampliamente estudiadas en la literatura sobre el fracaso escolar.
En tercer lugar, se examinarán aquellas causas del fracaso escolar que de alguna
forma se pueden calificar de exógenas al sistema educativo, dado que éste poco
puede hacer para modificarlas toda vez que les son dadas. El género, el origen
social, el nivel educativo de las familias o el grado de desestructuración familiar,
la pertenencia a minorías, no son abordables por el sistema educativo, al menos a
corto o medio plazo. Lo más que puede hacer éste es contribuir a aliviar diferen-
cias y necesidades mediante acciones de apoyo y medidas compensatorias.
294
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
298
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
que gran parte de sus profesores provengan y tengan la mentalidad del anterior
bachillerato tradicional.
La cuarta decisión, también señalada por el profesor Julio Carabaña, tiene mu-
cho que ver con las dos anteriores. En un empeño loable pero, como se verá, de de-
sastrosas consecuencias, se prevé un título único a la terminación de la escolaridad
obligatoria, el de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria, cuya obtención
es necesaria para la prosecución de los estudios secuenciales alternativos de bachi-
llerato o de formación profesional de grado medio, y cuya no obtención es la causa
principal del fracaso escolar. Es decir, que al ampliar la educación obligatoria, de
los 14 a los 16 años, no sólo se ha obligado a los alumnos a estar dos años más
escolarizados sino a enfrentarse, todos y todas, con el reto de obtener un título
que, por definición, ha de ser muy exigente, toda vez que conduce al bachillerato
o la formación profesional de grado medio o, en caso de no obtenerlo, a sufrir el
estigma del fracaso escolar, un baldón que no sólo cae sobre cada alumno y su
familia, sino que al traducirse en porcentajes a escala nacional o de comunidad
autónoma, se convierte en baldón de nuestro sistema educativo, esgrimible por
propios y extraños.
La quinta decisión es la de que en aras de la autonomía de los profesores, de la
autonomía de los centros, sea cual sea su naturaleza -privados, concertados o pú-
blicos-, y de la autonomía de las comunidades autónomas (valga la redundancia),
la obtención final por los alumnos del título que les conducirá al éxito, o la no
obtención que les hundirá en el fracaso, como también se indicó en un apartado
anterior, no está sujeta a ninguna clase de control externo. Debe haber alguna
«mano invisible» de la educación que regula el mecanismo por el que un 74,1%
de alumnos obtienen el título de graduado y otro 25,9% no lo obtiene, pero desde
luego nadie sabe cómo funciona.
Revisado el conjunto de decisiones que, como se ha visto, están en la trayectoria
que conduce al fracaso escolar, y antes de entrar a considerar si éste es resoluble o
no, y en caso positivo por qué medios, es menester abordar una cuestión previa.
Han aparecido ya diversas causas del fracaso escolar: los años de duración de la
educación obligatoria; un currículo que quizá sea excesivamente uniforme o quizá
desenfocado o excesivamente exigente; una titulación final quizás innecesaria; y
un control laxo sobre los procedimientos evaluatorios que conducen, o no, a la
obtención de dicha titulación. No han aparecido sin embargo, hasta el momento,
los alumnos como responsables de su fracaso porque, por las razones que se aducen
a continuación y que han sido insinuadas anteriormente, los alumnos sólo llegan
299
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Fuente: Elaboración con base en Las cifras de la educación en España. Ministerio de Educación,
Cultura y Deporte, 2012.
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
sus pésimos datos comparativos de fracaso escolar y otra bien distinta es la conmo-
ción de los alumnos valencianos y baleares sobre los que cae este baldón.
¿Son los alumnos valencianos y baleares más torpes y/o perezosos que los alum-
nos asturianos o vascos? Si no es así ¿a qué se deben diferencias tan abismales? Si
las diferencias se deben a incuria de las autoridades educativas regionales nos en-
contraríamos con un caso de injusticia flagrante, puesto que afecta a un derecho a la
educación de los alumnos que se supone debe ejercitarse en condiciones iguales.
En realidad, nos gustaría saber por qué se producen las diferencias señaladas,
diferencias que, por otra parte, no se corresponden con los resultados PISA, como
tendremos ocasión de comprobar. Pero no lo sabemos. Y como no lo sabemos se
puede llegar incluso a tener la sospecha de que en las distintas comunidades autó-
nomas se emplean criterios calificatorios dispares, sospecha que podría confirmarse
comparando los datos de PISA y los datos de fracaso escolar según comunidades.
Hasta aquí la única conclusión a la que se puede llegar es que los alumnos y
alumnas españoles tienen probabilidades, significativamente diferentes, de ob-
tener el título de Graduado según la comunidad autónoma en la que siguen sus
estudios, y de que poco se podrá progresar en las políticas de reducción del fracaso
escolar si no se logra saber con algún grado de certeza cuál es la razón de la dispa-
ridad del porcentaje de fracaso escolar en las comunidades autónomas.
Piénsese en cuantos quebraderos de cabeza nos quitaríamos de encima si se
comprobase que las diferencias se deben al gasto destinado para la educación en
los presupuestos de las comunidades autónomas. La solución, aparte de despotri-
car contra el concierto económico del País Vasco y Navarra, sería bien sencilla:
aumentar el gasto.
Si las diferencias se debiesen a una buena gestión de la educación, como podría ser
el caso de Asturias, País Vasco o Cantabria, una solución muy sencilla sería que los
responsables educativos de las comunidades más desfavorecidas organizasen viajes
de estudios para sus ejecutivos con el fin de tomar ejemplo de las más avanzadas.
Si las diferencias se debiesen, sin embargo, a una climatología que favorece el
éxito en la España húmeda y el fracaso en la España cálida, poco se podría hacer,
pero bueno sería saberlo.
En segundo lugar, si se admite que la obtención del título de Graduado, es de-
cir, el éxito o fracaso escolares, puede depender de las comunidades autónomas en
las que el alumno ha cursado sus estudios, es admisible también que su obtención
pueda depender del centro donde los haya seguido.
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Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
303
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
42. Pueden verse algunos ejemplos de planes nacionales como el PROA, o de experiencias en
centros públicos, en esta misma publicación.
304
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
No es éste un tema que se pueda tratar en este documento con la extensión que
se merece, dado que sólo pretendemos alcanzar una visión de conjunto del fracaso
escolar desde el punto de vista de la política educativa, más que desde el de la
pedagogía o la didáctica. Solamente el tratamiento de este enfoque del fracaso
escolar en el interior de los centros merecería un seminario monográfico. Por ello
nos referiremos, sólo a título de ejemplo, a cinco acciones que a corto plazo pue-
den incidir en la disminución de fracaso escolar, tales como la articulación de las
adaptaciones curriculares necesarias para atender a las peculiaridades del alumno
de cada centro, una acción tutorial decidida y compartida por el profesorado del
centro, un nuevo planteamiento de los mecanismos de evaluación, una atención
excepcional a la orientación del alumnado, o, finalmente, un profesorado motiva-
do y comprometido en el esfuerzo conjunto del centro para reducir el fracaso.
305
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
sin duda a los alumnos varones respecto a las mujeres, sin que ello tuviera más
fundamento que su más fuerte complexión física.
Si el sistema educativo no puede intervenir, evidentemente, en la influencia del
género en los resultados escolares, salvo que temerariamente se tomasen medidas
de discriminación positiva a favor de los varones, tampoco puede intervenir, aun-
que quizás sí lo podría hacer el Estado a muy largo plazo, igualando, se supone
que por arriba, el origen socioeconómico de los alumnos a fin de paliar la influen-
cia de este factor en el fracaso escolar. Un factor de fracaso muy controvertido,
toda vez que, aunque goza de general aceptación como explicación del fracaso de
los alumnos en nuestro sistema educativo y es corroborado por PISA, que señala el
origen social como el principal determinante del aprendizaje y del fracaso escolar,
esta conclusión es cuestionada por muchos autores.
En cualquier caso, sea mayor o menor la incidencia del origen socioeconómico
en el éxito o fracaso escolar, la incidencia existe y opera junto a otros factores de
parecida naturaleza. Los mejores resultados escolares en el norte de España parece
que pueden ser atribuidos a una tradición secular fuertemente arraigada de res-
peto a la escuela. Los hijos de familias de profesionales, en especial de profesores,
se desenvuelven mejor en el sistema educativo que los hijos de familias poco o
nada comprometidas o interesadas en la educación de sus hijos, es decir, el nivel
cultural de las familias incide en los resultados escolares.
Si hay un fracaso que puede ser debido a la distinta actitud y receptividad ante
la educación vinculado a la clase social, hay otro evidente que se produce por la
pertenecía a etnias o grupos socialmente marginados. Piénsese en determinados
pueblos de Andalucía que han tenido que poner en marcha programas específicos
para combatir el absentismo escolar y castigar, incluso con penas de prisión, a
los responsables de no llevar a los niños a la escuela, al parecer por una mezcla de
falta de cultura e indolencia. Nos encontramos aquí con un factor de fracaso di-
fícilmente abordable desde el interior del sistema educativo. Aunque por medios
absolutamente coactivos se consiguiese escolarizar a este alumnado absentista, es
poco probable que se integrara plenamente en la escuela y más que probable que
terminara abandonando a la primera oportunidad.
Una de las más notables singularidades que manifiestan los datos sobre el fra-
caso escolar en nuestro país es, como se observó en el apartado correspondiente, la
extraordinaria disparidad entre los porcentajes de fracaso escolar entre comunida-
des autónomas. Se trata de una disparidad tan enorme que permite preguntarse si
la pertenencia a las comunidades autónomas más castigadas por el fracaso escolar
es un factor exógeno de dicho fracaso. Es decir, si la responsabilidad de tamañas
306
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
307
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
43. Los cambios introducidos por la Ley de Economía Sostenible de 2011, que impulsan los
PCPI hacia la consecución de la formación profesional de grado medio, deberían haber entrado en
vigor en septiembre de 2012, pero la reforma de la formación profesional y otras modificaciones
legales, anunciadas por el nuevo gobierno del Partido Popular, ponen en cuestión dichos cambios.
308
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
45. Una buena visión del recorrido de este nuevo concepto se halla en Enrique Roca, “El
abandono temprano de la educación y la formación en España”. Revista de Educación, número ex-
traordinario dedicado al abandono temprano, 2010, pp. 31-62
310
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
no hace mucho, pretende que toda la población juvenil, en este caso voluntariamen-
te, acceda a las titulaciones correspondientes a la educación secundaria postobliga-
toria, antes de cumplir los 24 años. Se parte del objetivo, al parecer universalmente
aceptado, de que cada vez mayor número de población tenga cada vez más años de
escolarización y obtenga mayores titulaciones, dado que éstas serán muy necesarias
en una sociedad cada vez más competitiva. Un objetivo loable sin duda, porque es
cierto que el mercado laboral crea, y necesita, cada vez puestos más cualificados pero
también lo es que el mismo mercado crea, y necesita también, puestos de trabajo
poco o muy poco cualificados. Con lo que salvo que se acepte que el objetivo final es
que los puestos cualificados sean ocupados por la población nativa y los no cualifica-
dos por los inmigrantes, se puede estar creando un ejército de sobrecualificados.
Problema, el anterior, muy relacionado con otro al que se aludió al repasar la
potestad del Estado en relación con la expedición de títulos académicos y profesio-
nales, y es que gran parte del mundo económico y empresarial es ajeno a los títulos
académicos. El llamado “credencialismo”, o enfermedad de los títulos, es creado
muchas veces artificialmente por el mismo sistema educativo que, como es lógico,
tiende a autoalimentarse de y con las titulaciones. Las titulaciones no sólo pueden
generar frustración entre los que las obtienen y se ven obligados a desempeñar pues-
tos para las que no son precisas, sino también introducir mecanismos perversos en
los procesos de selección valorándolas cuando tampoco son necesarias. Es el caso de
los concursos de acceso a puestos de trabajo en las Administraciones públicas, en los
que se valoran titulaciones que nada tienen que ver con el perfil de los puestos.
Una última reflexión la suscita la duda sobre la inserción del abandono escolar
temprano en una de las dos modalidades de fracaso escolar que se contemplan en
este documento. Por una parte, el abandono temprano es fracaso escolar de los
alumnos, puesto que son éstos, con nombres y apellidos, los que renuncian a com-
pletar estudios de educación secundaria, segunda etapa, cuando, al parecer, el sis-
tema educativo les ofrece toda clase de facilidades para proseguirlos. Por otra parte,
es fracaso de nuestro sistema educativo dado que éste no ha sido capaz de retenerlos
o retornarlos, con lo que pone de manifiesto su retraso en comparación con otros
países de la Unión Europea, y, por tanto, su incapacidad para cumplir los objetivos
que la Unión ha propuesto a los Estados miembros. Aquí se ha optado por incluir
el abandono temprano como modalidad del fracaso escolar del alumnado, recono-
ciendo no obstante el carácter sui generis del abandono escolar temprano.
Explicitadas las reflexiones anteriores sólo queda referirse a las cifras del aban-
dono escolar temprano que se plasman en el cuadro nº 10. Unas cifras que exigen
una comparación temporal (la de los años 2000, 2005 y 2010), así como una
311
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
312
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
, 2012.
Unión Europea
España
(27)
1992 40,4
1993 37,7
1994 36,4
1995 33,8
1996 31,4
1997 30,0
1998 29,6
1999 29,5
2000 29,1 17,6
2001 29,7 17,2
2002 30,7 17,0
2003 31,6 16,6
2004 32,0 16,1
2005 30,8 15,8
2006 30,5 15,5
2007 31,0 15,1
2008 31,9 14,9
2009 31,2 14,4
2010 28,4 14,1
2011 26,3 14,4
313
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Cuadro nº 11b
Fuente: Labour Force Survey (Encuesta Europea de Población Activa). Eurostat, 2012
Fuente: Objetivos Educativos Europeos y Españoles. Estrategia Educación y Formación 2020. Infor-
me Español 2010-2011. Ministerio de Educación, 2011.
314
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Las cifras del abandono escolar temprano en España del cuadro nº 11 presentan
un comportamiento irregular: desciende desde un aparatoso 40,4% en 1992 hasta
un 29,1% en 2000, aumenta luego hasta un 32% en 2004 y vuelve a descender en
2011 a un 26,3%, sin que el descenso continuo en los años 2009 a 2011 permita
hablar de un cambio de tendencia. Aunque haya un descenso continuo de 2008
a 2011 de casi 6 puntos, se ignora si ello es debido a la explosión de la burbuja
inmobiliaria, y consiguiente disminución de la oferta de trabajo poco cualificado
en la industria de la construcción, a políticas que fomentan la permanencia en el
sistema educativo, o a ambas causas.
El cuadro nº 12 muestra la desigual distribución de los porcentajes de abando-
no escolar temprano entre las comunidades autónomas, con importantes diferen-
cias que abarcan desde un porcentaje mínimo en el País Vasco (12,6%), inferior a
la media europea (14,4), hasta un porcentaje máximo (40,7) en Ceuta y Melilla,
o en Baleares (36,7), es decir, diferencias de casi 30 puntos entre comunidades
autónomas, ignorándose si esa diferencia debe atribuirse sólo a la mayor o menor
densidad industrial, a las políticas territoriales, o ambas causas.
Bajo este epígrafe se incluyen las formas de fracaso que se manifiestan al es-
tablecerse comparaciones entre distintos países, comparaciones que dan lugar a
clasificaciones de carácter ordinal de los países considerados. Entre ellas, y al igual
que el fracaso escolar más notable era el de los alumnos que no obtienen el título
de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria, la clasificación estrella, por
ser la más difundida y la más valorada, es la otorgada por los informes PISA. Ra-
zón ésta por la que se les presta ahora una especial atención.
El acrónimo PISA se corresponde con las palabras inglesas Program for Interna-
tional Student Assessment, que pueden ser traducidas en castellano como Programa
para la Evaluación Internacional de los Alumnos. La decisión de comenzar estos
informes fue tomada por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desa-
rrollo Económico) en 1997, buscando con ello dar importancia al rendimiento de
315
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
316
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
oral de los escolares, las humanidades, las artes, las lenguas vivas, la formación en
valores cívicos, etc. En segundo lugar, para evaluar correctamente el rendimiento
escolar sería preciso tener en cuenta al menos cuatro factores: los resultados obje-
tivos de todos los aprendizajes básicos, el peso de las circunstancias socioeconómi-
cas del estudiante, los procesos de enseñanza/aprendizaje y el impacto del apren-
dizaje en el bienestar económico y social. Sin embargo, como los propios expertos
de PISA han reconocido en diversas ocasiones, sus informes sólo pueden evaluar
hoy los dos primeros factores (pruebas objetivas de aspectos parciales del apren-
dizaje y factores socioeconómicos del entorno del alumno), quedando pendiente
en realidad lo más importante: la evaluación de los procesos educativos y la inci-
dencia de la educación en el desarrollo global de un país. No obstante, aun con
las citadas limitaciones, los informes PISA pueden servir de guía y orientación a
las políticas educativas de los respectivos países, siempre que sean interpretados
correctamente.
Por otra parte, PISA no pretende evaluar conocimientos –no es correcto decir
que, según PISA, los alumnos españoles saben menos que sus correspondientes
compañeros europeos–, sino las competencias básicas que han desarrollado al llegar
a los 15 años de edad. El dominio de las competencias básicas supone el desarrollo
de la capacidad del alumno para responder a situaciones y tareas dotadas de cier-
ta complejidad, combinando conocimientos, habilidades, valores y actitudes. Las
pruebas no tratan de saber qué conoce el alumno sino cómo integra y cómo relacio-
na sus conocimientos y demás elementos para hacer frente a las diferentes situacio-
nes con que se enfrenta en dichas pruebas. Suponen, en definitiva, cierta capacidad
de aplicar lo que han ido acumulando a lo largo de la escolaridad obligatoria.
Dicho esto, ¿qué interpretación cabe entonces atribuir al lugar que ocupa Espa-
ña en dichas pruebas? En el último informe PISA, el de 2009, han intervenido 65
países –34 como miembros de la OCDE y 31 como países asociados–, apareciendo
España en tres posiciones muy próximas entre sí: la número 33 en comprensión
lectora (481 puntos), la 34 en competencia matemática (483) y la 36 (488) en
competencia científica, posiciones que están muy cerca de la media de los países
de la OCDE que, si nos ceñimos a la comprensión lectora –foco principal de la
evaluación en 2009–, se cifra en 493 puntos. O sea, que España está a 12 puntos
de distancia de la media de los mejores sistemas educativos (a 13 en competencia
matemática y a 13 también en competencia científica). Si como señalan los exper-
tos, las diferencias de hasta 10 puntos son estadísticamente poco significativas,
puede decirse que España se encuentra prácticamente en la media de los países de
la OCDE que, repetimos, están a la cabeza de los sistemas educativos del mundo
(aunque según PISA 2009 el epicentro educativo puede haber comenzado a des-
317
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
47. Julio Carabaña, “Una nueva ley de educación”, Claves, 159, pp. 26-35 (la cursiva es del
autor).
318
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
48. Carmen Maestro Martín, “La evaluación del sistema educativo”, Revista de Educación, nú-
mero extraordinario dedicado a PISA, 2006, p. 321.
319
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
49. En el Informe español de dicha publicación de la OCDE se dice: “Estos cincuenta años han
supuesto para España uno de los mayores cambios educativos de los registrados en los países de
la OCDE. Partiendo de los niveles más bajos de formación de la población adulta entre los países
de la OCDE a mediados del siglo pasado hemos alcanzado en formación superior los promedios
de la OCDE y los niveles de los países más avanzados entonces, Estados Unidos y Alemania. En
Educación Secundaria superior hemos reducido drásticamente las diferencias de partida, de más de
60 puntos porcentuales que nos separaban de los países con mayores niveles educativos entonces,
a poco más de 20 con los que tienen ahora los porcentajes más elevados. Es en esta etapa educativa
donde se mantiene el reto español de alcanzar los promedios de la OCDE.” Panorama de la Educa-
ción. Indicadores de la OCDE 2011. Informe Español, Madrid, Ministerio de Educación, 2011, p. 10.
320
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
aumento del número de alumnos en las aulas, el incremento del horario lectivo
del profesorado y el despido de un elevado número de interinos.
En tercer lugar, se suele ignorar también que la mejora de la educación es ine-
vitablemente lenta, que exige por su propia naturaleza plazos de media o larga
duración. No es prudente, ni habla bien de nosotros mismos, esperar grandes
adelantos en los informes PISA que se suceden cada tres años. Una mirada hacia
atrás, a lo largo de cincuenta años, prueba que se ha realizado un extraordinario
progreso, especialmente en las tres últimas décadas de la democracia, fruto de
un esfuerzo mantenido a lo largo de esos años: el déficit del millón de puestos
escolares no sólo ha sido subsanado sino que se ha escolarizado a toda la población
infantil y adolescente desde los 3 hasta los 16 años; de los 119 institutos de edu-
cación secundaria de los que se partía, hoy hay cerca de 4000; las universidades
han crecido de manera exponencial; la inversión pública se ha quintuplicado. Ha-
blar, pues, de “mediocridad” del sistema educativo, de “estancamiento”, incluso
de “retroceso”, no parece justificado. Sin embargo, junto a las macromagnitudes
reseñadas, debemos contabilizar los serios problemas que gravitan hoy sobre la
educación española, que explican en parte la calidad del sistema, sobre todo si nos
comparamos con los mejores sistemas educativos europeos: problemas en la edu-
cación básica, especialmente en la educación secundaria obligatoria; problemas
importantes en la formación profesional, uno de los graves retos pendientes que
arrastramos desde hace varias décadas; ausencia de universidades españolas en los
puestos mundiales de excelencia; problemas en la selección y formación del pro-
fesorado; insuficiente inversión pública en relación con la que realizan los mejores
sistemas europeos, etc.
Posiblemente, una buena respuesta a la situación actual del sistema educativo
español sea la que dio Andreas Schleicher, responsable de los informes PISA, al
enjuiciar el caso español: “La cuestión es si ves el vaso medio lleno o medio va-
cío, y, si lo miras en perspectiva (los avances que ha hecho España en las últimas
décadas en calidad de la educación, en igualdad de oportunidades o en reducción
de las diferencias sociales), creo que el vaso está medio lleno. Comparado con
los países que tienen mejores resultados (China, Shanghái, Finlandia, Canadá…),
España aún tienen mucho por recorrer, pero comparado con Francia y otros países
europeos no está muy lejos; creo que está en el buen camino”50. Sin embargo, de
los informes PISA 2006 y 2009 se deduce también que España puede estar a las
puertas (si no lo está ya) de un nuevo problema, el de la desigual distribución
321
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Al igual que ya se observó al tratar del fracaso escolar de los alumnos en España
y en sus comunidades autónomas, PISA permite también cruzar los datos de di-
cho fracaso escolar con el del sistema educativo, expresado a través del rendimien-
to escolar. Permite asimismo hacer comparaciones entre comunidades autónomas
entre sí y en relación con el promedio de España.
Dado que en enero de 2010 se cumplieron diez años de los traspasos de ense-
ñanza a las comunidades autónomas que no habían recibido las correspondientes
transferencias, podemos y debemos preguntarnos ¿qué ha ocurrido durante estos
años desde la perspectiva del derecho fundamental de todos a la educación? Como
ya quedó señalado, desde 2003 las comunidades autónomas se han incorporado
progresivamente a las pruebas objetivas de PISA, aportando de esta forma nuevos
datos sobre la situación del sistema educativo en el Estado autonómico, aunque
no lo hayan hecho aún Castilla-La Mancha, la Comunidad Valenciana y Extre-
madura. En PISA 2009 intervinieron catorce comunidades: Andalucía, Aragón,
Asturias, Baleares, Canarias, Cantabria, Castilla y León, Cataluña, Galicia, La
Rioja, Madrid, Murcia, Navarra y País Vasco, a las que se deben añadir Ceuta y
Melilla que tienen carta de autonomía (aunque no en educación). Los resultados
obtenidos, tanto en 2006 como en 2009, ratifican una tendencia hacia una des-
igualdad territorial en educación, ya observada en el apartado correspondiente a la
relación del fracaso escolar con las comunidades autónomas, y a pesar de que exis-
ten algunas interpretaciones recientes que tienden a homogeneizar los resultados.
Algunos expertos, sin embargo, hablan de “preocupantes diferencias”, “agudas
desigualdades” o “perfiles preocupantes”.
51. Manuel de Puelles Benítez, Política, Legislación y Educación, Madrid: UNED, 2012, pag.
303. Algunos datos de los mostrados aquí sobre las comunidades autónomas proceden de esta
fuente.
322
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Los resultados hasta el momento son: PISA 2009 señala que hay siete comu-
nidades que obtienen resultados por encima de la media de la OCDE y otras tres
que, aunque están por debajo de esa media, siguen por encima del promedio de
España, debiendo situar por debajo de este último a las cuatro comunidades res-
tantes (más las dos ciudades que carecen de autonomía en educación). Tomando
como base las posiciones en comprensión lectora, la situación es la siguiente: com-
parten el primer lugar Castilla y León y Madrid (en las otras dos competencias la
primera supera en varios puntos a la segunda), colocándose detrás Cataluña, La
Rioja, Navarra, Aragón y País Vasco; por debajo de la media OCDE se sitúan As-
turias, Cantabria y Galicia, si bien están por encima de la de España; finalmente,
por debajo del promedio español se colocan, por este orden, Murcia, Andalucía,
Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla. Tenemos así algunos resultados significativos:
Castilla y León con 503 puntos en comprensión lectora se posiciona a diez puntos
por encima de la media OCDE, por delante de países como Suiza, Estados Uni-
dos, Suecia, Alemania, Francia o Reino Unido (consideraciones semejantes cabe
hacer respecto de las otras comunidades por encima de la media de OCDE)52. El
problema se suscita, pues, respecto de las cuatro comunidades que se sitúan por
debajo de la media de España (Murcia, Andalucía, Baleares y Canarias, por este
orden) más las dos ciudades de Ceuta y Melilla.
52. Si cruzamos estos datos con la evaluación de diagnóstico realizada en 2010 en toda España
bajo la dirección del Ministerio de Educación, con alumnos de 10 años que cursan cuarto de la
educación primaria, la tendencia se confirma: en esta evaluación obtienen los mejores resultados
La Rioja, Madrid, Aragón y Castilla y León, mientras que Asturias y Cantabria, aunque en esta
evaluación están entre las primeras, sólo están por encima de la media de España en PISA (en todo
caso, todas ellas tienen más alumnos en el mejor nivel, el nivel 5, y menos en el peor nivel, nivel
1). Estas seis comunidades están entre las diez que se sitúan por encima de la media de España.
323
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Es verdad que según los especialistas cinco o diez puntos no son significativos,
incluso quizá veinte, pero la escala porcentual que da el cuadro de las comu-
nidades supera ampliamente esas diferencias. Siguiendo con el mismo ejemplo,
Castilla y León, con 503 puntos en comprensión lectora lleva 23 puntos a Murcia
(480), 42 a Andalucía (461), 46 a Baleares (457), 55 a Canarias (448), 80 a Ceuta
(423) y 104 a Melilla (399). Las variaciones en las dos competencias restantes,
matemática y científica, son similares si no sensiblemente mayores en algunos
casos. ¿Se puede seguir manteniendo que los resultados PISA 2009 muestran un
sistema bastante homogéneo desde una perspectiva territorial? Una horquilla que
va de más de 40 puntos a más de 100 puntos, ¿es tolerable desde la consideración
de la educación como un derecho fundamental? ¿No se resiente notablemente
la igualdad básica ante el derecho a la educación? ¿Qué decir respecto de Ceuta
y Melilla donde la competencia, y por tanto la responsabilidad, es exclusiva del
Ministerio de Educación?
324
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Finalmente, si atendemos al hecho de que las siete comunidades que están por
encima de la media OCDE, al igual que las otras tres que están por encima del
promedio español, se sitúan en el norte de España, y las otras cuatro que están
bajo esos estándares están en el sur (a las que probablemente hay que sumar las
comunidades como Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana y Extremadura,
que no se han presentado a las pruebas), tendríamos una polarización norte/sur
que no es de hoy sino que reproduce, salvando las distancias, el problema cen-
tenario que sufrió España en el siglo xix con la alfabetización. Estaríamos re-
produciendo de nuevo una línea imaginaria que iría desde el extremo norte de
Cáceres hasta Castellón y las Islas Baleares, diferenciando la España alfabetizada
del norte de la España analfabeta del sur. Ciertamente la situación no es hoy la del
siglo xix. Tenemos una población totalmente escolarizada y alfabetizada pero, sin
duda, no podemos hablar de una sustancial igualdad en la distribución territorial
de la educación.
Ángel Gabilondo, que estaba entonces al frente del Ministerio de Educación,
al referirse a la situación descrita, habló de diferentes “tradiciones educativas”,
lo que equivale a remitirse al déficit histórico que tienen algunas comunidades
en materia de educación. Si estudiáramos la distribución de la educación en la
España del norte –porcentaje de padres y madres con titulación postobligatoria o
universitaria–, posiblemente se fundamentaría más el criterio, básicamente com-
partido por los especialistas, de que el nivel educativo y cultural de las familias es
uno de los factores más importantes a la hora de lograr el éxito escolar53. En todo
caso, parece que estamos de nuevo ante dos Españas, aunque no las de la duali-
dad tradicional, o, al menos, ante comunidades con dos velocidades distintas en
educación. Siendo el problema supracomunitario y correspondiendo al Estado la
responsabilidad constitucional de garantizar la igualdad básica ante la educación,
¿no deberíamos pensar en un plan de Estado para compensar las desigualdades
territoriales existentes?
53. También pesa obviamente la mayor o menor densidad industrial en las diversas comunida-
des autónomas, pero aquí estamos ante un factor exógeno de difícil modificación a corto o medio
plazo, mientras que la influencia del factor familiar puede corregirse mediante un plan nacional
de refuerzo y apoyo al alumnado cuyo origen familiar sea desfavorable.
325
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Cuadro nº 14
Por último, si cruzamos los datos PISA con los del fracaso escolar y los de aban-
dono temprano, obtenemos un cuadro como el siguiente:
326
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Cuadro nº 15
Cuadro nº 1654
327
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
328
Documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
colar que oscila entre un 22% y un 40%, a excepción de Navarra con un 16,8% y
del País Vasco con el menor índice de todas ellas, un 12,6%?, ¿qué razones expli-
can el buen comportamiento de los alumnos del País Vasco tanto en rendimiento
como en alta tasa en la obtención del título y la más baja en el abandono escolar
temprano?, ¿se debe a que el País Vasco registra el mayor porcentaje de gasto pú-
blico por alumno, a las políticas realizadas en los últimos veinte años, o a ambas
cosas?, ¿a qué se debe que Asturias tenga un buen rendimiento escolar, práctica-
mente idéntico a la media OCDE, muy bajo porcentaje de fracaso o, lo que es lo
mismo, un alto índice de éxito escolar en la obtención del título (un 89,4%) y, sin
embargo, tenga un relativamente elevado abandono temprano? Dado que el dere-
cho a la educación es un derecho constitucional de carácter fundamental aplicable
a toda la población escolar, la respuesta, por el momento, no puede ser más que
debe urgirse el estudio empírico de la distribución territorial de la educación en
las diversas comunidades autónomas. Un buen diagnóstico es el primer paso para
el planteamiento de las políticas adecuadas.
329
CONCLUSIONES Y PROPUESTAS DEL
COLECTIVO LORENZO LUZURIAGA
SOBRE EL FRACASO ESCOLAR EN EL
ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS
331
CONCLUSIONES
1. El concepto de fracaso escolar reviste una gran ambigüedad que afecta no sólo
a España, sino también al resto de los países de la OCDE. Con la misma denomi-
nación se alude, unas veces, a los estudiantes que no consiguen obtener el título
de graduado al final de la escolaridad obligatoria, mientras que otras se remite
a los que abandonan la formación postobligatoria sin lograr completarla y otras,
finalmente, a que España no obtiene una buena “posición” en los informes PISA.
En los dos primeros casos el fracaso se atribuye a los alumnos, y en el tercero, al
sistema educativo; como este término lleva consigo una carga negativa, en los dos
primeros supuestos el estigma recae sobre el alumnado (con razón o sin ella), y en
el último, sobre el propio sistema educativo (también con razón o sin ella).
2. Hay también otra modalidad de fracaso escolar que a pesar de su importancia
suscita en la opinión pública menos atención que las anteriores, aunque afecte
tanto a los tramos obligatorios como a los postobligatorios del sistema educati-
vo. Se trata de las repeticiones de curso o lo que es lo mismo del fracaso de los
alumnos que no consiguen superar los cursos que le corresponden de acuerdo con
su edad. Un mal que recorre endémicamente todo el sistema educativo desde la
educación básica hasta la formación profesional superior o los estudios universi-
tarios, que puede ser atribuido tanto al desacertado diseño de los enciclopédicos
currículos como a un cálculo errado del tiempo necesario para cursarlos o a las
circunstancias personales de los alumnos (dificultades de aprendizaje, condición
333
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
334
Conclusiones y propuestas
Un currículo no más fácil sino simplemente más ajustado a los objetivos de las
enseñanzas correspondientes contribuiría a reducir el fracaso escolar; esto sería
válido también para los niveles postobligatorios.
7. El tercer factor endógeno radica en la deficiente articulación entre los dife-
rentes niveles educativos y muy especialmente entre la educación primaria y la
educación secundaria obligatoria. Los primeros síntomas de un incipiente fracaso
comienzan en la enseñanza primaria donde se dan ya las primeras tasas de repe-
tición y de retraso, pequeñas pero preocupantes porque preanuncian problemas
que se agravan en la educación secundaria obligatoria. Al finalizar la primaria hay
ya un porcentaje de alumnos, más niños que niñas, que pasan a la etapa siguiente
–la ESO– con retraso respecto de la edad correspondiente, cuando deberían pasar
si las cosas hubieran funcionado bien; lo peor es que al término de la ESO ese
porcentaje se ha duplicado, presagiando ya un importante fracaso escolar a la hora
de obtener el preciado título.
8. El cuarto factor endógeno de fracaso escolar radica en la misma existencia
del título diseñado por la ley para culminar la escolaridad obligatoria, un título
cuyo otorgamiento o denegación separa tajantemente el éxito del fracaso escolar y
que es una característica propia de nuestro sistema educativo, no compartida por
la mayoría de los sistemas educativos europeos. Implantado para validar el rendi-
miento de 10 años de escolaridad, la decisión final sobre su concesión o denega-
ción no esta respaldada por ninguna prueba final de carácter objetivo, la misma
para todo el alumnado. Esto permite plantearse si los alumnos gozan de iguales
oportunidades para obtener el título en un sistema educativo como el español,
caracterizado por una profunda descentralización no sólo en las comunidades au-
tónomas sino también en los mismos centros educativos de las diferentes redes.
9. La descentralización de la educación operada en los últimos años ha tenido
efectos positivos. No se puede considerar, sin embargo, positivo que no se puedan
aportar datos concluyentes que expliquen la gran disparidad existente entre las
comunidades autónomas a la hora de conceder o denegar el título de Graduado
en Educación Secundaria Obligatoria, y que por tanto nos permita saber si el
alumnado es medido por igual o parecido rasero en todo el territorio nacional.
Como tampoco se puede considerar positivo que la descentralización de las deci-
siones sobre la evaluación, incluidas las conducentes a la obtención o denegación
del título, en una red de centros públicos, concertados y privados tan compleja
y tan laxamente controlada como la nuestra, oculte un mayor rigor o una mayor
benevolencia a la hora de encarecer o facilitar el título. Esto sin tener en cuenta la
335
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
336
Conclusiones y propuestas
todo caso, estamos ante una novísima modalidad del fracaso escolar, introducida
no hace mucho por el Consejo de Europa, que entre nosotros produce una tasa de
abandono que duplica la europea (también aquí la disparidad entre comunidades
autónomas es notable).
13. Hay finalmente una variación del fracaso, aparecida en el horizonte europeo
el año 2000, que es el que reflejan los informes PISA. Aquí también existe una
notable ambigüedad que conviene despejar. PISA sólo suministra información
sobre la enseñanza, no sobre la educación, y además lo hace sobre una muestra
estadística, comparando con ello sistemas educativos muy diversos. Los aspectos
educativos stricto sensu escapan de la evaluación de PISA, que sólo mide competen-
cias (tampoco conocimientos), es decir, valora el desarrollo de las capacidades para
responder a situaciones complejas. Pero, además, PISA no evalúa todas las com-
petencias sino sólo la comprensión lectora, la competencia científica y la mate-
mática, dejando fueras otras no menos importantes (social y ciudadana, cultural y
artística, tratamiento de la información y competencia digital, etc.). O sea: PISA
da una información valiosa pero parcial. Por otra parte, PISA señala también que
España se encuentra entre los países que proveen de educación a toda la población
con la mayor equidad social, al igual, por ejemplo, que Finlandia o Canadá, es de-
cir, los alumnos españoles en circunstancias socioeconómicas desfavorables obtie-
nen mejores resultados que sus homólogos de la OCDE. Sin embargo, no parece
que nuestra sociedad sea demasiado sensible a los requerimientos de la equidad
social. Desde luego no ocupa las primeras páginas de los medios de comunicación
que analizan el informe PISA correspondiente.
14. Cada tres años los informes PISA producen un enorme revuelo en los me-
dios de comunicación, dando lugar a tablas clasificatorias en función de las pun-
tuaciones recibidas en las pruebas realizadas por los alumnos. Sin embargo, y con
la misma insistencia, los expertos señalan que los rendimientos por competencias
reciben sólo una puntuación estadística meramente indicativa. Más aún, los mis-
mos expertos aclaran que la mayoría de los países miembros de la OCDE se agru-
pan, punto más punto menos, en una franja central, siendo sólo unos pocos países
los que sobresalen de esa franja y numerosos los que quedan lejos de dicha franja
–los países asociados–. España, como Estado miembro, se encuentra en esa franja
central, ni entre los mejores ni entre los peores, lo que no evita que cada tres años
los medios de comunicación hablen de la “mediocridad del sistema educativo”,
“España a la cola”, etc.
15. Como es sabido, la democracia española ha realizado un gran esfuerzo en
estos últimos treinta años por resolver los problemas del sistema educativo, lo
337
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
que no significa que no tengamos problemas importantes a los que atender, en-
tre los que hay algunos nuevos. Desde que las comunidades autónomas se han
incorporado a las pruebas PISA, aunque no todas, tenemos una información aña-
dida sobre el rendimiento de los subsistemas educativos gestionados por ellas.
PISA ha revelado, de manera continuada, que existe una distribución territorial
de la educación en España excesivamente dispar, o, en otros términos, contraria al
principio de la igualdad básica del derecho de todos a la educación, garantizado
por la Constitución, lo que viene a corroborar las diferencias observadas entre las
comunidades autónomas a la hora de otorgar o denegar el título de Graduado en
Educación Secundaria Obligatoria.
PROPUESTAS
Primera:
Sobre el fracaso escolar, en sus diversas modalidades, hay abundantísimos da-
tos. El problema es que esta abundancia no viene acompañada de suficiente infor-
mación sobre la incidencia en el fracaso de los distintos factores que lo producen,
lo que conlleva dos efectos negativos: de una parte, los datos se manejan, sin más,
como armas en el debate educativo; de otra, los datos con que se cuenta ni orien-
tan ni sirven para instrumentar políticas eficaces de reducción del fracaso escolar.
Esta situación demanda actuaciones de la Administración educativa central y de
las Administraciones autonómicas en una doble dirección: la primera consistiría
en lograr un consenso acerca del concepto de fracaso escolar, de sus posibles
causas, y de las medidas urgentes a tomar para su disminución; la segunda se
orientaría a promover y fomentar estudios e investigaciones conducentes a un
mejor conocimiento de las causas del fracaso escolar y a la formulación de pro-
puestas instrumentales para su erradicación o reducción.
Segunda:
No obstante la prolija información existente sobre el fracaso escolar, hay algu-
nas evidencias que pueden contribuir a reducirlo. El primer factor a considerar
es la escolarización temprana, dando prioridad a la calidad de la educación in-
fantil (0/6 años), auténtico cimiento hoy de los sistemas educativos modernos.
El segundo factor sería operar, también tempranamente, sobre las dificultades de
aprendizaje en la educación primaria mediante políticas de diagnóstico precoz
desde los primeros cursos, atención personalizada a los alumnos y una acción tu-
338
Conclusiones y propuestas
torial efectiva, así como políticas de apoyo al personal docente poniendo énfasis
en el desdoblamiento de aulas en materias instrumentales como la lengua y las
matemáticas y en el fortalecimiento de la orientación escolar.
Tercera:
Estrechamente relacionada con la propuesta anterior estaría la revisión de la
política actual que obliga al alumnado a repetir curso cuando no ha alcanzado
los objetivos previstos. Estudios nacionales e internacionales, entre los que se
encuentran los informes PISA, ponen de relieve de modo reiterado que las altas
tasas de repetición existentes en España no conducen al éxito escolar: el sistema
educativo no consigue recuperar a estos alumnos –sus resultados eran malos antes
de repetir curso y siguen siendo igualmente malos después de la repetición–. En
realidad, a los alumnos no se les recupera, sino que se les castiga. La repetición
del alumnado solamente estaría justificada para conseguir adecuar el curso esco-
lar a su maduración personal. La alternativa a esta situación sería, además de las
políticas ya descritas para la educación primaria, prestar especial atención a la
educación secundaria obligatoria en la que la educación personalizada debería ser
de mayor intensidad, instrumentada mediante múltiples medidas de atención a
la diversidad. Aunque estas políticas sean costosas no lo son más que la repetición
actual, que afecta a un tercio del alumnado y, por tanto, detrae una cantidad im-
portante de los recursos globales asignados a la educación escolar.
Cuarta:
Un factor del fracaso escolar de indudable incidencia en todos los niveles educa-
tivos, y muy especialmente en la educación secundaria obligatoria, es el currículo.
Dado que existe la opinión generalizada de que no se ha conseguido estructurar
un currículo que sirva en la ESO para posibilitar el máximo desarrollo de cada
alumno según su capacidad, satisfacer los requerimientos de los niveles educati-
vos siguientes (bachillerato y formación profesional) y ofrecer un conjunto actua-
lizado de contenidos y competencias, se hace necesario proceder a una profunda
revisión del mismo. En cualquier caso, se debería estructurar el primer ciclo de
la educación secundaría obligatoria de modo que se facilite adecuadamente la
transición desde la primaria (menos profesores y menos materias), así como po-
ner a prueba la pertinencia de cada uno de los contenidos curriculares de la ESO,
examinando caso a caso la razón de su inserción y la utilidad de su pervivencia.
Todo ello podría contribuir tanto a mejorar la calidad de la ESO como a reducir
el fracaso escolar.
339
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Quinta:
De los datos del fracaso escolar existentes, el más grave es el de los alumnos que
no obtienen el título de Graduado en ESO, siendo lo más sorprendente la enorme
diferencia entre los porcentajes de fracaso en las distintas comunidades autónomas,
una disparidad de tal magnitud que permite hablar de una España exitosa frente a
otra fracasada en el ámbito escolar, más aún cuando los informes PISA vienen seña-
lando que, situándose España en el promedio de los países miembros de la OCDE,
ese rendimiento no se corresponde con las grandes diferencias que registran las
comunidades autónomas con sus respectivas tasas de graduados. Sobre las razones
de esta disparidad sólo existen hipótesis, por lo que tratándose de un asunto tan sen-
sible e importante, las Administraciones educativas, en el marco de la Conferencia
Sectorial de Educación, deberían crear sendas comisiones que estudiasen la razón
de estas disparidades. Es evidente que los informes de estas comisiones serían de
enorme utilidad para acercar las comunidades más atrasadas a las más adelantadas.
Sexta:
Un centro escolar que se proponga una mejora de la calidad centrada en el éxito
escolar de todo el alumnado tiene necesariamente que ser flexible en su organi-
zación. Debe reforzarse, pues, la autonomía organizativa de los centros docentes
a fin de que puedan adaptar su estructura a las necesidades de su alumnado: una
disposición racional del profesorado, una adecuada distribución de los horarios,
una agrupación flexible del alumnado, una distribución de tareas del profesorado
que haga posible el trabajo en equipo, son elementos propios de la autonomía or-
ganizativa de los centros. Incrementar el éxito y la equidad escolares requiere in-
eludiblemente una atención a la diversidad del alumnado, por lo que flexibilizar
la organización de los centros de forma que se adapte mejor a la heterogeneidad de
los alumnos y de las alumnas sería un buen instrumento para lograrlo.
Séptima:
El peso del profesorado en el éxito o fracaso de sus alumnos es hoy incuestio-
nable. Por ello es inaplazable un modelo global y coherente que comprenda la
formación del profesorado –inicial y permanente–, la selección del mismo y la
articulación de una carrera docente basada en el mérito, la exigencia y la respon-
sabilidad:
Se debe proporcionar a los futuros docentes una formación común, gene-
ralista e interdisciplinar, con independencia de que se pueda adquirir en
función de los diferentes niveles y ciclos educativos una especialización de-
340
Conclusiones y propuestas
341
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
342
COMENTARIOS AL DOCUMENTO
SOBRE EL FRACASO ESCOLAR EN EL
ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS
Alejandro Tiana Ferrer
343
El documento elaborado por el Colectivo Lorenzo Luzuriaga para promover el
debate en torno al fenómeno del fracaso escolar resulta muy sugerente y consigue
sobradamente su objetivo de provocar la reflexión y estimular la discusión. Debe-
mos saludarlo como un valioso análisis acerca de uno de los principales problemas
que actualmente presenta el sistema educativo español.
Habiendo recibido la invitación de leerlo con atención y realizar algunos co-
mentarios personales al mismo, he decidido abordar varios aspectos concretos
de ese fenómeno tan amplio, precisamente aquellos que en mi opinión resultan
más relevantes. No negaré tampoco que se trata de asuntos que me han venido
interesando a lo largo de los últimos años y han ocupado un lugar central en los
análisis que he realizado acerca de los problemas educativos actuales y sus posibles
soluciones. Los he agrupado en cinco apartados, cada uno de los cuales creo que
tiene entidad propia.
La selección de dichos temas y el modo de abordarlos es el resultado de una de-
cisión estrictamente personal, si bien he intentado en estas páginas responder del
mejor posible a las inquietudes planteadas directamente por el colectivo. Cuando
lo he considerado necesario, he incluido alguna referencia bibliográfica o docu-
mental, aunque debo subrayar que mi propósito no ha sido predominantemente
académico, pues más bien ha prevalecido el interés por el análisis político.
345
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Lo primero que llama la atención cuando nos acercamos al fenómeno del fracaso
escolar es su indudable ambigüedad. El documento lo pone muy claramente de
manifiesto, realizando una cuidadosa disección de todo el conjunto de elementos
que quedan incluidos bajo tal denominación. No me extenderé aquí en algo que el
documento analiza con tanto cuidado como rigor. Solo vale la pena mencionar nue-
vamente el inestimable valor de la distinción realizada entre fracaso administrativo
(o de los estudiantes) y fracaso objetivo (o del sistema). En mi opinión, se trata de un
análisis ciertamente útil para adentrarnos en la complejidad de este fenómeno. Por
otra parte, el documento también distingue de forma muy precisa las tres posibles
acepciones del fracaso escolar: el fracaso entendido como ausencia de titulación al
finalizar la educación obligatoria, el denominado abandono escolar temprano y los
resultados obtenidos en las pruebas nacionales o internacionales de evaluación.
Dichas distinciones son cruciales, si bien hay que lamentar el frecuente desconoci-
miento que manifiestan muchas de las personas que hablan sobre este tema.
Centrándome en estos tres últimos elementos, vale la pena destacar que se trata
de aproximaciones de distinta naturaleza al fenómeno del fracaso escolar. En efec-
to, está lejos de existir un acuerdo general acerca de qué debe entenderse por fra-
caso escolar. El término es utilizado con un sesgo más mediático que académico, lo
que provoca frecuentes malentendidos y sobreentendidos cuando se discute acerca
de ese asunto. Cada una de las tres manifestaciones aludidas de dicho fenómeno
responde a una lógica diferente, que vale la pena destacar:
La ausencia de titulación en la educación básica es considerada como un
problema teniendo en cuenta que la obligación escolar concluye para un
porcentaje considerable de jóvenes en la salida del sistema educativo sin ha-
ber obtenido la titulación mínima que certificaría el logro de sus resultados
de aprendizaje. Como sabemos, se suele medir por medio de la tasa bruta de
titulación en ESO, que constituye la mejor aproximación estadística posible,
aunque sabemos que es imperfecta.
El abandono escolar temprano representa la salida del sistema educativo sin
haber obtenido una titulación postobligatoria, que cada vez más se consi-
dera en el ámbito internacional como el mínimo formativo que debieran
alcanzar todos los ciudadanos. Como es sabido, se mide a través de un indi-
cador con esa misma denominación, definido de forma precisa en el seno de
la Unión Europea y calculado con regularidad anual.
346
Comentarios al documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
347
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
de estudiantes con malas puntuaciones (las situadas en los niveles más bajos de la
escala) son inferiores a la media de la OCDE, lo que es un resultado positivo. Ob-
viamente, se puede llevar a cabo un interesante debate acerca de estos resultados,
que concuerdan con el conocido grado de equidad de las puntuaciones españolas
y que induce a pensar que se han realizado esfuerzos importantes para no dejar a
un grupo numeroso por debajo de lo considerado internacionalmente como acep-
table. El modelo educativo y social subyacente a tales supuestos entra en juego en
este debate, que no se debe simplificar artificialmente.
Cabría hacer un par de consideraciones adicionales. Una tiene que ver con las di-
ficultades existentes en España para medir adecuadamente las tasas de titulación en
ESO. Las tasas brutas de graduación, que es el indicador habitualmente utilizado,
no son sino una aproximación incompleta, pues no nos informan con rigor acerca
del porcentaje de cada cohorte de edad que logra el título, sino de cuántos titulados
de cualquier edad hay cada año en relación con la cohorte de edad teórica de fina-
lización de ESO. La única aproximación real a la tasa de titulados en cada cohorte,
procedente de la Encuesta de Población Activa (EPA), nos confirma que las cifras
son mucho más altas cuando se llega a la juventud, lo que sin duda está también
relacionado con la pujanza de la educación de personas adultas, que permite a mu-
chos jóvenes de más de 18 años de edad lograr el título que no obtuvieron al final de
ESO. Puedo dar fe de que la inexistencia de cifras más precisas de titulación al final
de los estudios no se debe al desinterés de las autoridades correspondientes, sino a
las dificultades que plantea el sistema estadístico en nuestro modelo político auto-
nómico para lograr la necesaria coherencia en la obtención armonizada de datos.
Una última observación adicional tiene que ver con la definición precisa del
nivel que debería considerarse aceptable para cada uno de estos indicadores. Si
bien todos querríamos que fuese del 100% la tasa de titulación y del 0% el aban-
dono escolar temprano y el porcentaje de jóvenes con puntuaciones inferiores a
lo aceptable en las pruebas de evaluación, sabemos que estamos formulando unos
objetivos ideales. La pregunta más pragmática sería la de qué niveles podrían
considerarse admisibles, aun aceptando que sean mejorables.
Este conjunto de observaciones, sumadas a los cuidadosos análisis realizados en
el documento, obligarían a exigir rigor cuando se manejan distintas cifras acerca
del fracaso escolar. Es demasiado frecuente mezclar unas con otras, comparar datos
no comparables, realizar inferencias a partir de realidades disímiles y, en última
instancia, tergiversar la realidad recubriendo esa operación con una apariencia
científica. Suficiente importancia tiene la realidad del fracaso escolar para que ha-
gamos diagnósticos equivocados o incluso tramposos. El análisis de una realidad
348
Comentarios al documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
que daña tan profundamente a tantos jóvenes y sus familias exige al menos un
rigor analítico que permita extraer alguna conclusión plausible, por modesta e
incómoda que pueda ser.
Desde esta perspectiva, hay que saludar la propuesta primera que aparece como
conclusión del documento, que plantea la necesidad de alcanzar un consenso entre
las distintas Administraciones con responsabilidad en materia de educación para
definir el fracaso escolar y la conveniencia de fomentar estudios e investigaciones
que permitan conocer el fenómeno con mayor profundidad. A ello me atrevería
a añadir la necesidad de realizar trabajos estrictamente estadísticos que permitan
depurar las cifras que suelen utilizarse en este ámbito.
55. Fernández Enguita, M., Mena Martínez, L. y Rivière Gómez, J. (2010). Fracaso y abandono
escolar en España. Barcelona: Fundación La Caixa.
56. Buena parte de estas reflexiones están tomadas de Tiana, A. (2011). ¿Cuál es el valor de la
repetición? Escuela, nº 3925 (1731), p. 3.
349
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
diente al año 2009, al igual que hacían las ediciones anteriores, nos proporcionó
información acerca de cuántos cursos de retraso habían acumulado los jóvenes de
15 años a lo largo de su escolaridad. En un pequeño grupo de países, entre los
que se cuentan Francia, Luxemburgo, Bélgica, Portugal, México, Suiza y España,
más del 20% de los estudiantes habían repetido al menos un curso, alcanzando
esa proporción en España el 36%. Por el contrario, las tasas de otros países, como
Finlandia, Japón, Noruega, Suecia, Reino Unido, Corea, República Checa, Dina-
marca o Polonia, países que están entre los que mejores resultados alcanzan, eran
inferiores al 5%. Dicho de otro modo, España es uno de los países donde más se
utiliza la repetición de curso como estrategia pedagógica (supuestamente como
instrumento de recuperación), aunque sin conseguir mejorar así los resultados
obtenidos por los estudiantes.
Es evidente que la diversidad existente de las prácticas de repetición de unos
y otros países tiene que ver con factores tales como su historia, sus tradiciones
educativas o su cultura escolar y docente, que condicionan notablemente los usos
pedagógicos y las políticas adoptadas. Pero aun aceptando la existencia de tal
diversidad, conviene analizar las razones que subyacen a la decisión de repetir, así
como sus principales efectos.
Desde el punto de vista psicológico, la idea de que la repetición permite la
recuperación reposa en una concepción lineal y simplificadora del desarrollo evo-
lutivo, al presuponer que tiene carácter acumulativo en vez de considerarlo un
proceso complejo de construcción personal. Por lo tanto, desde este punto de
vista, bastaría con completar las lagunas de desarrollo supuestamente existentes.
Y ese planteamiento también asume que los cursos son como eslabones de una
supuesta cadena de progreso educativo, lo que implicaría la necesidad de volver
a repetir de nuevo las tareas no completadas satisfactoriamente. Por eso hay do-
centes y familias que creen que repetir puede proporcionar una base más sólida
para continuar aprendiendo. No obstante, si bien hay algunos casos en que esa
experiencia produce frutos positivos, es más frecuente el caso contrario. Son mu-
chas las familias que manifiestan su preocupación por el sentimiento de fracaso
que la repetición genera y por la degradación de la autoestima infantil que le suele
acompañar. Y los docentes saben bien de la dificultad que entraña enseñar a los
alumnos repetidores, que no pocas veces se transforman en elementos de distor-
sión de la vida escolar.
Desde un punto de vista pedagógico, no se puede argumentar que la repetición
contribuya a asegurar el éxito educativo posterior, sino que más bien sucede al
contrario. En efecto, volviendo a los datos de PISA 2009, los alumnos repetido-
350
Comentarios al documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
res obtenían en España unos resultados hasta 145 puntos inferiores a los que no
habían repetido, lo que es una distancia muy grande, aproximadamente tanta
como la que existía entre Finlandia y Kazajstán. Y otro tanto se aprecia en las
evaluaciones de diagnóstico que se han realizado estos últimos años. Además,
como Fernández Enguita, Mena y Rivière han puesto de manifiesto, casi todos
los estudiantes que abandonan han repetido algún curso; solo uno de cada ocho
abandona sin repetir. En consecuencia, la repetición parece abrir camino al fracaso
más que conducir al éxito escolar. Puede decirse que lo que comienza siendo un
fracaso parcial acaba generalmente convirtiéndose en un fracaso total.
Desde un punto de vista económico, la repetición implica un derroche de me-
dios y es altamente ineficiente. Atender a los alumnos repetidores para escolari-
zarles un año adicional tiene un coste elevado. De acuerdo con datos aportados
por el Ministerio de Educación, la atención educativa a los alumnos repetidores
habría supuesto en el año 2011 un gasto que cabría estimar entre 1.430 y 2.230
millones de euros, dependiendo de los parámetros adoptados para realizar el cál-
culo. Es una suma elevada y parece legítimo preguntarse si no habría otra manera
diferente y más eficaz de invertir ese dinero en la recuperación de los alumnos con
problemas, impidiendo el retraso y buscando solución tan pronto como se presen-
te la dificultad, como hacen otros países.
Buena parte de los problemas que la repetición de curso lleva asociados tienen
su origen en el hecho de ser concebida como una simple repetición de tareas, apli-
cando el mismo tratamiento pedagógico del año anterior. Frente a la concepción
de la repetición como un proceso de recuperación, a partir de un plan de actua-
ción orientado a tratar de manera específica los problemas detectados, la práctica
más habitual consiste simplemente en incorporar al alumno repetidor a un grupo
de menor edad para hacer exactamente lo mismo que ellos (y también lo mismo
que hizo el curso anterior). Es improbable que dicho modo de proceder obtenga
ningún fruto relevante, como la experiencia española viene demostrando desde
hace décadas.
La propuesta tercera que aparece como conclusión del documento resulta ple-
namente acertada desde este punto de vista. Por las razones expuestas, valdría la
pena revisar la política actual de repetición de curso, como allí se propone.
Una práctica alternativa consistiría en esforzarse por detectar los problemas
de aprendizaje, de conducta o de otro tipo tan pronto como se manifiesten, para
actuar de manera específica sobre ellos en cuanto haya ocasión, sin esperar al final
del curso. La detección y la recuperación serán además tanto más eficaces cuanto
más tempranas sean, sin esperar a que los problemas se hayan enquistado.
351
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
352
Comentarios al documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
354
Comentarios al documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
a otorgar con más generosidad el título de ESO, con el fin de no cerrar esa vía
formativa a los jóvenes. Por el contrario, allí donde se adopta un criterio más se-
lectivo, teniendo en mente sobre todo el bachillerato como vía educativa natural,
las tasas de titulación caen llamativamente.
Ante esa situación, el documento plantea una doble reflexión, que merece una
consideración cuidadosa. Por una parte, plantea la posibilidad de hacer desapare-
cer el actual título de ESO o al menos de modificarlo sustancialmente. Por otra
parte, plantea la conveniencia de hacer recaer las decisiones relativas a la titula-
ción sobre algún criterio más objetivo u objetivable que el simple juicio de los
docentes, tales como las pruebas externas o los estudios de evaluación. Veamos
ambos casos con atención.
La existencia del título de Graduado en ESO ha sido puesta en entredicho en
diversas ocasiones57, aunque la idea de suprimirlo no haya encontrado hasta ahora
una gran aceptación. Sin embargo, la propuesta octava que aparece al final del
documento, que plantea la conveniencia de revisar el modelo actual de titula-
ción, me parece acertada. En mi opinión, la barrera que el título introduce para
la continuación de estudios se hace insalvable para muchos estudiantes, que ven
así hipotecado su futuro formativo. No se puede pensar, sin embargo, que se trate
de una idea fácilmente aceptada. Ante su simple formulación, no faltará quien la
califique de manifestación de “facilismo”, de ataque a la “cultura del esfuerzo”,
de “descenso de niveles”, de fomento de la mediocridad o de cosas aun peores. Se
trata de argumentos que deben ser tenidos en consideración, sobre todo por lo
arraigados que están, pero que no rebaten las virtudes de un modelo alternativo,
similar por otra parte al que aplican diversos países.
En esta línea de pensamiento, me atrevo a apoyar abiertamente la propuesta
octava en lo que supone de exploración de otro modelo basado en una certificación
de las competencias adquiridas en la educación básica. Sus ventajas son indu-
dables: coincide con la apuesta europea por incorporar las competencias básicas
como referente curricular para la educación básica, concuerda con lo dispuesto en
la LOE acerca de la titulación en la ESO, permite emitir certificados polivalentes,
que pueden abrir diversas salidas formativas, admite la recuperación mediante la
demostración de la adquisición de tales competencias y abre la puerta al apren-
57. Julio Carabaña fue una de las primeras personas en plantearlo, hace ya casi una década, en
De una escuela de mínimos a una de óptimos: la exigencia de esfuerzo igual en la Enseñanza Básica. Madrid:
Fundación Alternativas (Documento de trabajo 32/2003)
355
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
dizaje a lo largo de la vida. Se trataría de un modelo con una base similar al del
General Certificate of Secondary Education (GCSE) de Inglaterra, pero mejor adapta-
do a las directrices de la Unión Europea. Creo sinceramente que valdría la pena
explorar esta vía.
Hay también algunos expertos que proponen establecer algún tipo de conexión
entre la emisión del título y la aplicación de una prueba externa. En principio,
son dos las posibilidades existentes: realizar un examen externo a los estudiantes
o poner en conexión los niveles terminales de la ESO con las evaluaciones de diag-
nóstico. Debo decir que la primera opción no me parece acertada, pues correría
el riesgo indudable de convertirse en una prueba similar a las antiguas reválidas.
Si se optase por aplicar a todos los estudiantes algún examen o prueba objetiva y
externa, forzosamente se deberían acotar y limitar las áreas evaluadas y los objeti-
vos curriculares valorados, pues no existen en la actualidad recursos técnicos sufi-
cientes para evaluar de ese modo y con rigor los muy diversos ámbitos que debe
atender la educación básica. Si el título se hace depender de un examen externo
de ese tipo, es casi inevitable que se acentúen sus rasgos academicistas y empeore
la situación actual. Hay que tener en cuenta que cualquier examen externo tien-
de esencialmente a concebirse de modo selectivo, lo que contradice el carácter
universal que debiera tener la educación básica. Por lo tanto, no lo considero una
opción realista a contemplar.
Más interesante me parece la propuesta novena, que plantea poner en conexión
la emisión de un certificado como el arriba mencionado con las evaluaciones de
diagnóstico establecidas en la LOE. Estoy convencido de que la evaluación debe
jugar un papel relevante a la hora de informar acerca de la situación y el estado
de la educación y, en consecuencia, de valorarlo. Los abundantes datos existentes
acerca del nivel de logro de los estudiantes de las diversas comunidades autóno-
mas, e incluso de cada centro, pueden servir de base para analizar las eventuales
discrepancias de criterios a la hora de otorgar tales certificaciones. En vez de
construir clasificaciones de centros a partir de pruebas técnicamente deficientes,
como hace la Comunidad de Madrid, mejor sería utilizar la información de las
pruebas de diagnóstico, técnicamente solventes, para llevar a cabo análisis de
coincidencia o discrepancia entre los resultados “reales” de los estudiantes y los
“administrativos”. Es este un uso que puede reportar indudables beneficios al
sistema educativo y a los estudiantes. Desde ese punto de vista, encuentro acer-
tada la propuesta.
356
Comentarios al documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
En los últimos años asistimos a un debate creciente acerca de las ventajas e in-
convenientes que plantea el actual modelo de organización territorial del Estado
español. Como es lógico, la educación no escapa a esa discusión, que tiende inclu-
so a intensificarse. A lo largo del documento se ponen de relieve las desigualdades
existentes entre comunidades autónomas en lo que respecta a los diversos indica-
dores de fracaso escolar. Se induce así un debate que tiene indudable pertinencia
y que vale la pena abordar.
Como sabemos, las comunidades autónomas logran resultados muy distintos en
el estudio PISA, situándose en una horquilla que llegaba a superar los 100 puntos
en el año 2009. Por otra parte, las tasas de titulación en ESO y de abandono esco-
lar temprano también difieren notablemente entre sí, llegando las diferencias has-
ta los 50 puntos porcentuales. Además, las clasificaciones que pueden establecerse
en función de distintos indicadores no llegan a concordar exactamente, pudiendo
encontrar casos de comunidades bien situadas en relación con un determinado
indicador y no tanto respecto de otros.
En los apartados anteriores se han ido abordando algunas de esas discrepancias,
que pueden atribuirse por ejemplo a las diferencias existentes en los criterios
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Comentarios al documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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Comentarios al documento sobre el fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
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ANEXO I:
BIOGRAFÍA DE LOS AUTORES
363
1. PONENTES
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
2. MESAS REDONDAS
366
Anexo I: Relación de autores
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El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
368
Anexo I: Relación de autores
3. APORTACIONES AL DOCUMENTO
369
ANEXO II:
EL COLECTIVO LORENZO LUZURIAGA
371
1. CONSTITUCIÓN Y FINES DEL COLECTIVO
373
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
La actividad desarrollada en algo más de una década ha tenido una doble ver-
tiente: de una parte, la realización de seminarios a cargo de ponentes especializa-
dos que asumen la labor de analizar los grandes problemas de la política educativa
española, y, de otra, la elaboración de documentos del Colectivo sobre el objeto
del seminario o sobre un problema de actualidad, documentos que son sometidos
después a un debate interno y a un consenso lo más amplio posible, siendo pu-
blicados, bien en su pagina web (colectivolorenzoluzuriaga.com), bien en libros
que recogen las ponencias, bien directamente en las revistas especializadas y en
los medios de comunicación. Finalmente, en los últimos años se han formado
diversas mesas redondas sobre los problemas que se analizan en los seminarios,
a cargo fundamentalmente de maestros y profesores adscritos al colectivo o que
colaboran con él.
374
Anexo II: El colectivo Lorenzo Luzuriaga
Reflexiones y propuestas al documento del MEC sobre Una educación de calidad para todos
y entre todos, diciembre de 2004
Informe del Colectivo sobre la LOE, junio de 2006
Conclusiones del seminario sobre “Educación, Ciudadanía y Valores”, junio de 2006
Carta a la ministra de Educación sobre el tratamiento de la religión en los Reales Decretos
de enseñanzas mínimas, diciembre de 2006
Análisis de la educación en la Comunidad de Madrid, febrero de 2008
Por la Escuela Pública, mayo de 2008
Conclusiones del seminario sobre “El profesorado, presente y futuro”, noviembre de
2008
Presentación del documento “Un pacto de Estado para mejorar la educación en el Estado
Autonómico”, noviembre de 2009
Conclusiones del seminario sobre “El currículum escolar”, septiembre de 2010
Declaración del Colectivo en defensa de la educación pública, octubre de 2011
Carta abierta a los candidatos, noviembre de 2011
El bachillerato en su laberinto, noviembre de 2011
Autonomía y evaluación de centros, enero de 2012
José Torreblanca (coordinador). Los fines de la educación: Una reflexión desde la iz-
quierda. Madrid: Biblioteca Nueva, 2001.
Aurora Ruiz (coordinadora). La escuela pública: El papel del Estado en la educación.
Madrid: Biblioteca Nueva, 2002.
Manuel de Puelles (coordinador). Educación, igualdad y diversidad. Madrid: Biblio-
teca Nueva, 2004.
375
El fracaso escolar en el Estado de las Autonomías
Adela Albertos
Alfonso Berlanga
Alfredo Liébana
Ana Favieres
Ana Oñorbe
Antonio Colino
Aurora Ruiz
Carmen Ferrero
Carmen Payá
Consuelo Uceda
Fidel Revilla
Francisco Morillas
Francisco Galván
Gregorio López
Helena Juárez
Isabel Navarro
376
Anexo II: El colectivo Lorenzo Luzuriaga
Jesús Pardo
José Torreblanca
José Domínguez
Juan Antonio Chaparro
Juana Nieda
Julio Carabaña
Julio Rozas
Manuel de Puelles
Manuel Menor
Mariano Segura
Mariló Reina
Mateo Añover
Patricia González
Patricio de Blas
Ramón Lara
Reyes Briongos
377
El fracaso escolar ocupa un lugar muy des-
tacado en la controversia educativa. Sin
embargo, bajo esta denominación se es-
El fracaso escolar conde una gran ambigüedad que produce
en la opinión pública una notable desorien-
en el estado de tación, debida en parte a que se confunden
problemas distintos: no es lo mismo el fra-
las autonomías caso que suscita la no obtención de un títu-
lo al final de la escolaridad obligatoria que
Del fracaso al éxito escolar el abandono escolar de aquellos que dejan
los estudios o la evaluación de competen-
cias básicas que publican las agencias na-
cionales o internacionales. Ocurre, además,
que la discusión sobre el fracaso escolar
sustituye muchas veces a la adopción de
Manuel de Puelles Benítez medidas adecuadas para reducirlo.
(coordinador)
Convocados por el colectivo Lorenzo Luzu-
riaga, especialistas de prestigio y profesores
que viven la educación día a día han debati-
do estos problemas y han dando a luz este
libro sobre el fracaso escolar en el Estado
COLECTIVO de las Autonomías, en el que se analizan las
causas de los diferentes problemas que sub-
LORENZO yacen bajo el término de fracaso escolar, se
LUZURIAGA aporta un diagnóstico certero de los proble-
mas señalados y se ofrecen nuevas propues-
tas encaminadas a la formulación de políti-
cas que mejoren la educación en España.