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LA TOPOLOGIA CENSURADA EN LA ENSEÑANZA DE LACAN.

THE CENSORED TOPOLOGY IN LACAN’S TEACHING.

María Inés Sarraillet

RESUMEN:
Este trabajo se interroga por las razones que llevan a J. Lacan a recurrir al espacio topológico
para dar cuenta de la operatoria de la cura analítica. Aborda la oposición entre las posiciones
que en psicoanálisis sostienen un punto de vista “cuantitativo” referido al interjuego de fuerzas
en la individualidad cerrada y tridimensional y la concepción lacaniana del sujeto textual
bidimensional.

PALABRAS CLAVES: psicoanálisis – topología – matemáticas – sujeto –individuo – estructura


– cura.

ABSTRACT:
The following article inquires into the reasons why Lacan appeals to a topological space to
explain about the direction of cure. He approaches the opposition between those who agree
with a “quantitative” point of view referring to the individual as a closed and tridimensional
interplay of forces and the Lacanian conception of “subject” as textual and bidemensional.

KEY-WORDS: Psychoanalysis – topology – mathematics – subject – the individual - structure –


cure.

Introducción:
Con el propósito de fundamentar las razones que llevaron a Lacan a recurrir
al espacio topológico para dar cuenta de la operatoria de la cura analítica,
iniciamos este trabajo realizando una síntesis de lo que caracteriza a la
topología en su diferencia con otras geometrías.
La topología es la geometría que estudia las propiedades de una figura sin
tener en cuenta ni su magnitud, ni su forma, ni la noción de distancia. Se
distingue de la geometría métrica -o euclidiana- y de la geometría proyectiva:
 En la geometría euclidiana se tienen en cuenta tanto el tamaño de las
figuras como las longitudes y las medidas de los ángulos
 En la geometría proyectiva se estudian las figuras en función de sus
transformaciones proyectivas, es decir: se considera una figura como
perspectiva de la otra, con un fuerte basamento en las líneas rectas.
 En topología no se considera la condición de recta o curva de una línea.
Una figura puede ser deformada sin que se afecten sus propiedades
relativas al lugar y posición de sus líneas y puntos. Así, dos superficies

1
son equivalentes, o más precisamente “homeomorfas”, si es posible
pasar de una a otra por deformación continua, como en el caso de una
circunferencia y una elipse. Las figuras que se estudian son
bidimensionales, aunque algunas de ellas puedan situarse o
“sumergirse” en un espacio de tres dimensiones.
Hasta J. Lacan y desde S. Freud, el andamiaje conceptual del psicoanálisis
se ha apoyado en una tópica. A partir de Lacan, en una maniobra inédita, la
tópica se reemplaza por topología; sin embargo la incorporación de la topología
en una disciplina científica ajena a las llamadas “ciencias exactas” no es una
propuesta exclusiva de J. Lacan. En el campo de la psicología guestáltica, K.
Lewin publica en 1936 sus Principios de psicología topológica, postulando el
concepto de “espacio vital” como espacio matemático, más precisamente
topológico. Este espacio abarca al individuo y a los factores determinantes
(objetos, necesidades, fantasías, etc.) que se plantean organizados según
regiones e interacción de fuerzas y vectores. La geometría topológica, en este
caso, permitiría explicar la conducta del individuo en una determinada situación,
entendiendo al “individuo” en el sentido en que lo concibe regularmente la
psicología: el hombre en tanto ser que posee unicidad, como un todo indivisible.
En la filosofía contemporánea también encontramos lecturas que incluyen un
“vocabulario topológico”. V. Vitiello identifica figuras históricas “topológicamente
idénticas” en su estructura a pesar de su diversidad de “imagen”, por ejemplo,
el cristianismo y el paganismo.1 También A. Badiou, en su curso dictado en los
años setenta, recurre a predicados topológicos para pensar al sujeto político.2
En la teoría psicoanalítica de J. Lacan el recurso a la topología aparece
tempranamente y proponemos establecer los principales conceptos de la teoría
lacaniana a partir de dicho análisis: “sujeto”, “demanda”, “deseo”, “deseo del
Otro”, “interpretación”, “Otro”, “fantasma”, “realidad”, “objeto a”, “identificación”,
“nombre propio”, “pulsión”, etc. Estas nociones fundamentales del psicoanálisis
son abordadas principalmente desde la topología de superficies y también
desde la topología nodal. Por alguna razón en los desarrollos actuales del

1 Esposito, R, Galli, G, Vitiello, V. Comp. (2008). La espada, el amor y la existencia desnuda. En Nihilismo
y Política. Buenos Aires: Manantial. pp. 252-253.
2Cf. Badiou, A. (2009). Teoría del sujeto. Buenos Aires: Prometeo.

2
campo lacaniano predomina el trabajo con la segunda, al tiempo que se ha
operado una suerte de censura sobre la primera.
En su escrito “Función y Campo de la Palabra y del Lenguaje en
Psicoanálisis” -considerado como un texto fundacional para el psicoanálisis
lacaniano- postula el toro como referencia para la estructura del deseo, en
relación a la palabra y el lenguaje.3
El toro es una superficie topológica generada por la rotación de una
circunferencia, llamada generatriz, alrededor de una línea cerrada situada en
su plano, llamada directriz. Este espacio cerrado rodea un agujero central -
denominado “alma”- que se sitúa en su “interior” siendo a la vez “externo”,
como se observa si se sumerge al toro en tres dimensiones y se lo compara
con la forma de una cámara de bicicleta o de un anillo. Para J. Lacan, la figura
topológica del toro, es la que permite pensar la estructura de la cadena
significante, como se lee en su escrito “La instancia de la letra en el
inconsciente o la razón después de Freud”: “anillos cuyo collar se sella en el
anillo de otro collar hecho de anillos”.
Más tarde, en el curso de su seminario …O peor, al apoyar su discurso en la
topología nodal introduciendo el nudo borromeo, advierte que éste implica la
misma estructura: el anudamiento borromeico también está representado por la
concatenación de anillos tóricos.4
Otro de los objetos topológicos a lo que Lacan recurre en su desarrollo
teórico es la banda de Moebius. Es la superficie propuesta para presentar su
concepto de sujeto del inconsciente. Su condición de cinta unilátera y abierta -a
diferencia de una cinta rectangular con dos caras- contrasta con la figuración
freudiana del Ello como “una caldera llena de excitaciones borboteantes”, “que
de las pulsiones se llena con energía”, 5 imagen que connota la idea de un
contenido interior a punto de emerger al exterior.
Lacan también recurre a otros espacios como el cross-cap o la botella de
Klein, que son transformaciones de la banda de Moebius a partir de cortes y
pegaduras.

3Cf. Lacan, J. (2008). Función y Campo de la Palabra y del Lenguaje en Psicoanálisis. En Escritos 1.
Buenos Aires: Siglo Veintiuno.
4 Cf. Lacan, J. Seminario XIX. Clase 5 del 9/2/72. Inédito.
5 Cf. Freud, S. (1996). Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis. Conferencia 31º. La

descomposición de la personalidad psíquica. En Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu.

3
1] La topología y el programa del pensamiento estructural

¿Por qué J. Lacan recurre al espacio topológico para dar cuenta de la


operatoria del discurso psicoanalítico?
Al plantear al inconsciente estructurado como un lenguaje, Lacan advierte
que la función del significante, en tanto se distingue por sus leyes y su
prevalencia sobre el significado, se reconoce en el análisis antropológico-
estructural de C. Lévi-Strauss.6 Desde esta perspectiva tanto las relaciones de
parentesco como el desarrollo de los mitos obedecen a razones puramente
matemáticas, dominando las “relaciones sensibles”. 7 Las ecuaciones
formuladas no dependen de métodos cuantitativos (mediciones y métodos
estadísticos), como en el abordaje tradicional de las ciencias humanas, sino de
procedimientos matemáticos “cualitativos”: teorías de conjuntos y de grupos, y
topología. En un artículo publicado en 1954: “Las matemáticas del hombre”,
Lévi-Strauss refiere que inicialmente los matemáticos se resistieron a asimilar
los hallazgos antropológicos a formulaciones matemáticas hasta que pudo
establecerse una articulación sin tener en cuenta los procesos cuantitativos:

Esto duró hasta que uno de los jóvenes maestros de la nueva escuela
matemática al que se le planteó este problema repuso que, para construir la
teoría de las reglas del matrimonio, un matemático no estaba obligado en
modo alguno a reducirlo a un proceso cuantitativo y, de hecho, ni siquiera
necesitaba en última instancia saber qué era el matrimonio. Lo único que
necesitaba era lo siguiente: en primer lugar, que los matrimonios
observados en una sociedad determinada pudieran reducirse a un número
finito de clases; y en segundo lugar, que esas clases estuvieran unidas
entre sí por relaciones determinadas, por ejemplo que existiese siempre la
misma relación entre la “clase” de matrimonio del hermano y la “clase” de
matrimonio de la hermana, o entre la “clase” de matrimonio de los padres y
la “clase” de matrimonio de los hijos. A partir del momento en que se
disponía de esos elementos, todas las reglas del matrimonio en una

6 Cf. Lacan, J. (2009). Intervención tras una exposición de C. Lévi-Strauss en la Sociedad francesa de
filosofía. En El mito individual del neurótico. Buenos. Aires: Paidós.
7 Íbíd. p. 104.

4
sociedad determinada se podían formular en ecuaciones susceptibles de
ser tratadas con métodos de razonamiento rigurosos y verificados, aun
cuando la naturaleza íntima del fenómeno estudiado – el matrimonio– se
dejara de lado y pudiese incluso ignorarse por completo.8

Es sabido que otra de las ciencias en las que J. Lacan se apoya es la


lingüística estructural, desplegada desde comienzos del siglo XX. Esta
disciplina, con su punto de partida en los desarrollos de F. de Saussure y la
fonología (R.Jakobson, N.Trubetzkoy) proporciona una definición de estructura
lingüística cercana a la estructura matemática con la teoría de L.Hjelmslev.
Este autor propone un álgebra del lenguaje representando a la lengua como
una combinatoria, una formalización de relaciones independiente de su
contenido. Si bien J. Lacan trabaja con los aportes de Jakobson y no con los de
Hjelmslev, cabe señalar que el enfoque teórico de este último lleva hasta las
últimas consecuencias el intento de delinear su campo de estudio apelando a
los procedimientos matemáticos “cualitativos”,al igual que Lacan, Levi-Strauss
y otros pensadores del campo de abordaje estructural.9
Teniendo en cuenta este contexto epistemológico en el que J. Lacan se
inscribe, no resulta del todo innovadora la inclusión de la topología en su
enseñanza: la matematización es una pieza fundamental en el abordaje del
estructuralismo.
Valga este recorrido para proponer que la topología no es sólo una
herramienta de apoyo para los desarrollos teóricos en el psicoanálisis, como
sostienen algunas lecturas; tampoco su valor es simplemente el de ilustración
“metafórica”. Según enuncia Lacan en “El atolondradicho o “Las vueltasdichas”
(L’etourdit) de 1972:

La topología no está “mandada a hacer” para orientarnos en la estructura.


Ella es la estructura como retroacción del orden de la cadena en que
consiste el lenguaje.10

8 Lévi-Strauss, C. (2008). “Las matemáticas del Hombre” en Correo de la UNESCO Nº 5. Disponible en


portaldelaunesco.org.es
9 J.-C. Milner, en su libro El periplo estructural, considera que la formalización matemática en el programa

estructuralista trasciende el apoyo particular en el álgebra, la geometría, la teoría de conjuntos o la teoría


de los grupos, para culminar en un “manejo ciego” de las letras. Cf. Milner, J.-C. (2002). El periplo
estructural. Buenos Aires: Amorrortu. p. 205.
10 Lacan, J. (1984). El atolondraducho. En Escansión-ornicar 1. Buenos Aires: Paidós.

5
La topología no consiste, entonces, en un modelo didáctico: la estructura de
lenguaje es topológica.

2] La “naturaleza topológica”

H. Poincaré, es el matemático que a principios del siglo XX construye una


teoría para los desarrollos topológicos que se inician y desarrollan con Leibniz
en el siglo XVII, A. Euler en el siglo XVIII y Listing en el siglo XIX,
proporcionando una de las bases del análisis matemático y la geometría. Este
pensador considera que

en la geometría euclidiana es imposible estudiar las propiedades métricas


de las figuras haciendo abstracción de sus propiedades cualitativas. 11

Advierte que si un artista inexperto realiza un dibujo mal hecho de una figura
geométrica -por ejemplo un cuadrado- deformando las proporciones o
reemplazando las líneas rectas por líneas en zig-zag, pero respetando el cierre
de los trazos, los cruces de las líneas -y sin suplantar una superficie cerrada
por una abierta- la intuición geométrica no queda impedida por la desprolijidad
del dibujo. 12 Esto implica que la intuición geométrica opera verdaderamente
cuando se dejan de lado las propiedades métricas o proyectivas de las
superficies, es decir, cuando se las considera topológicamente.
Cabe señalar que en 1948, J. Piaget y B. Inhelder establecen que las
primeras estructuras geométricas que el niño descubre “espontáneamente” son
de naturaleza esencialmente topológica, y luego se construyen a partir de ellas
el espacio proyectivo y el euclidiano. La topología estudia entonces las
relaciones más generales de los espacios geométricos, presentes también en
la geometría euclidiana y proyectiva, pero no a la inversa. Por esta razón, M.
Frechet y Ky Fan plantean que

11 Cf. Poincaré, H. (1946). Últimos Pensamientos. Buenos Aires: Espasa Calpe. pp. 51 y sigs.
12 Íbid p. 51.

6
Se puede comparar la geometría elemental con un hombre vestido con
trajes multicolores, la geometría proyectiva con un cuerpo desnudo, y la
topología con la osamenta humana.13

Para el análisis topológico las superficies se definen por sus dos dimensiones,
incluyendo a la esfera. Esta, para nuestro sentido común, es asimilable a un
objeto sólido del tipo de una pelota de futbol tridimensional, sin embargo, la
esfera es la superficie bidimensional que separa este sólido del aire. Como tal
se puede transformar en un cubo si sufre una deformación continua, sin cortes
ni desgarraduras, lo que equivale a decir que la esfera es una superficie
“homeomorfa” a un cubo. De este modo se evita definirla en función de sus
propiedades métricas, como conjunto de puntos que se encuentran a una
distancia fija con respecto a un punto denominado centro.
Cabe señalar que Lacan al trabajar con topología de superficies, se basa
generalmente en el punto de vista de la topología combinatoria, que hace
abstracción del hecho de que las figuras o espacios geométricos consisten en
conjuntos de puntos, considerándolos como polígonos curvilíneos. Las figuras
pueden estudiarse a partir de esquemas combinatorios que dependen del
álgebra lineal o de la teoría de los grupos. Según Frechet y Ky Fan se presenta
entonces, “la ventaja de poner la topología en relación con el resto de las
matemáticas”.14

3] El psicoanálisis y el factor cuantitativo

Lacan destaca que la idea de medida implica una proporción, como se


muestra en el caso de la anécdota apócrifa que se le atribuye a Tales, uno de
los primeros filósofos presocráticos.15 Se dice que logró medir el ángulo de una
pirámide midiendo la sombra de su propio cuerpo -a la hora que su sombra
medía lo mismo- en relación a la medición de la sombra de la pirámide a la
misma hora.
En el diccionario de la Real Academia Española, el término “proporción” es
una de las acepciones del vocablo “medida”.

13 M. Frechet y Ky Fan. (1959). Introducción a la topología combinatoria. Buenos Aires: Eudeba. p.19.
14 Ibíd. p. 22.
15 Cf. Lacan, J. El Seminario, libro XIII. Inédito. Clase del 15/1/66.

7
Proporción o correspondencia de algo con otra cosa, por ejemplo en la
expresión “Se paga el jornal a medida del trabajo”. 16

La teoría psicoanalítica, desde su punto de partida, abunda en referencias


que operan con la noción de medida, aunque ésta sea “no cuantificable”. Los
conceptos freudianos de libido y pulsión son de carácter cuantitativo, como se
observa en las definiciones de Freud:

Libido es una expresión tomada de la doctrina de la afectividad. Llamamos


así a la energía, considerada como magnitud cuantitativa -aunque por
ahora no medible-, de aquellas pulsiones que tienen que ver con todo lo
que puede sintetizarse como «amor».17

La energética mecanicista de los fisiólogos G. Fechner y H. Helmholtz que se


abocaron a la medición de la relación estímulo-sensación es la que sirve de
modelo a Freud para delimitar este “punto de vista económico” en su teoría. En
su libro Introducción a la epistemología freudiana, P.L. Assoun advierte que por
más que se enfatice la dimensión no medible de la libido, la energética de
Freud es “un disturbio mensurable actualmente no medido”.18 Sostiene que “su
aspecto mitológico no es sino la distancia entre la exigencia de medición y su
realización.”19 Esta perspectiva económica del psicoanálisis freudiano favoreció
ulteriores desarrollos teóricos, como los kleinianos, que postulan el quantum
constitucional de pulsión de muerte.
La concepción de “sujeto” que se deriva de algunas de estas lecturas está
también impregnada de categorías que implican una semántica de lo
mensurable. Se verifica que en ocasiones la doctrina psicoanalítica supone un
relativismo subjetivista “a la medida” de Protágoras: “El hombre es la medida
de todas las cosas”, en donde la verdad es relativa al juicio de valor individual.
Nociones como “realidad psíquica”, “fantasía inconsciente” y “fantasma” son
referidas con frecuencia a la experiencia vivencial, psicológica, de cada
individuo.

16 DRAE. Diccionario de la Lengua Española. Vigésimo segunda edición.


17 Freud, S. (1997). Psicología de las masas y análisis del yo. Obras Completas. Tomo XVIII. Buenos Ares:
Amorrortu. p. 86.
18 Assoun, P.-L. (1991). Introducción a la epistemología freudiana. Buenos Aires: Siglo Veintiuno. p. 183.
19 Ibid. p. 183.

8
En cambio, la propuesta de J. Lacan -enmarcada en el abordaje estructural-
excluye en su armazón conceptual cualquier término que connote un patrón de
medida, ya sea respecto de la realidad o de la condición de lo humano, y por
eso incluye la invitación a pensar las curas analíticas “topológicamente”. En
esta dirección, J.-M Vappereau sostiene -siguiendo a Lacan- que la estructura
del discurso psicoanalítico es topológica

puesto que el discurso analítico se inscribe en la época de una ciencia


lógico matemática a cuyo fundamento apunta la topología.20

Lacan afirma que la ciencia moderna no se establece con la medida de lo


sensible, sino con la entrada del significante como pura formalización
matemática.21 Esto se verifica cuando a partir de la potencia del significante se
despliegan conceptos en otro momento “imposibles” como el del infinito actual,
por ejemplo. Con Galileo, la concepción de una naturaleza “escrita en
caracteres geométrico-matemáticos” permite que se sienten las bases de la
ciencia con exclusión del recurso al acceso empírico de los objetos. La
“observación” queda mediatizada por los instrumentos siendo el experimento
una “pregunta hecha a la naturaleza” en lenguaje geométrico y matemático.22
Con estas coordenadas de inscripción en el campo científico, el discurso
matemático es el punto de referencia de Lacan para establecer su teoría de la
estructura en función del eslabonamiento de tres registros: real, simbólico e
imaginario.
Ya en la Grecia clásica Pitágoras demuestra que el número correspondiente
para la diagonal del cuadrado cuyo lado es igual a la unidad (raíz cuadrada de
dos), es un número irracional, imposible de ser inscripto en el conjunto de los
números racionales -como cociente de dos enteros o como una fracción- a
pesar de que puede construirse con regla y compás. Lo irracional en
matemáticas implica justamente lo inconmensurable, lo que no se puede medir.
Así comienza a delimitarse la idea de una imposibilidad que no se determina
según el grado de dificultad. Lo imposible en matemáticas es una consecuencia

20 Vappereau, J.-M. (1998). Estofa. Buenos Aires: Kliné. p.II.


21 Lacan, J. El Seminario, libro XIII. Inédito. Clase 5/1/1966.
22 Koyré, A. (1991). Estudios de historia del pensamiento científico. Buenos Aires: Siglo Veintiuno. pp. 49-

50.

9
demostrable a partir de un sistema de reglas, como en el caso de la cuadratura
del círculo. Es con este concepto de imposibilidad que Lacan deslinda el
registro de lo real como imposible, como se desprende de las citas siguientes:

El significante, he tratado de articularlo para ustedes durante estas últimas


lecciones, no en la medida. Es, precisamente, ese algo que al entrar en lo
real introduce ahí el fuera de medida, lo que algunos han llamado y llaman
el infinito actual.23
La esfera de siete dimensiones tiene dificultades increíbles. Estas no son
cosas en las cuales tenemos espacio para detenernos aquí. Pero, es para
señalarles en retorno, de regreso, el sentido de lo que digo cuando digo: lo
real es lo imposible. Eso quiere, preciosamente, decir: lo que queda firmado
en el firmamentum; lo que hace que, especulando de la manera más válida,
más real, -porque vuestra esfera de siete dimensiones es real-, los resiste,
no hace lo que ustedes quieren, matemáticos. Igual que en los primeros
pasos de Pitágoras, el número que él no había tenido la ingenuidad de
creer un producto del espíritu humano, le creó dificultad, simplemente, al
hacer la cosa mínima al comenzar por servirse de él para medir algo, hacer
un cuadrado. Inmediatamente, el número surge de nuestro primer efecto
irracional, en lo que es esto lo que denuncia lo real. Es lo imposible. Es que
no se hace con esto lo que se quiere.24

Lo real lacaniano no involucra, por lo tanto, ni a la percepción sensorial ni a


una experiencia indecible más allá de todo orden simbólico; es el imposible
lógico (o lógico matemático) que se desprende en lo simbólico a partir del
interjuego significante y su combinatoria. Esta instancia introduce también
posibilidades más allá del espacio métrico en el campo matemático, con la
apertura de mundos de más de tres dimensiones, inconcebibles por la
imaginación común. Con objetos bidimensionales como el cross-cap o la
botella de Klein que, a diferencia del toro y la banda de Moebius son imposibles
de “sumergir” en un espacio de tres dimensiones, nuestra imaginación también
fracasa.

23 Lacan, J. El seminario. Libro XIII. Clase del 5/1/1966. Inédito.


24 Íbíd.

10
La estructura del discurso en el dispositivo psicoanalítico tiene la posibilidad
ser concebido topológicamente ya que opera con una lectura interpretativa que
maniobra en el espacio bidimensional del texto discursivo, en tanto la cadena
significante se desdobla en la duplicidad del enunciado (los dichos) y la
enunciación (qué se quiere en el decir). Esto supone la posibilidad de decir la
verdad mintiendo o más precisamente para que el otro se engañe interpretando
que no es verdad, a la manera de un juego de barajas como el truco. En esta
espacialidad textual bidimensional con dos ejes -el metafórico y el metonímico-
se inscribe el encadenamiento de las dos escenas articuladas en la teoría
freudiana, al modo de la escritura en pentagrama. Este ordenamiento también
se presenta en la interpretación de la estructura de los mitos según Levi-
Strauss. 25 En el análisis antropológico los mitemas se consideran haces de
relaciones ordenados en dos líneas: transversal y vertical, según la lógica de
las repeticiones. Este procedimiento de lectura es homólogo al que propone J.
Lacan para la maniobra interpretativa en psicoanálisis en tanto la articulación
significante -como articulación entre eslabones de una cadena anillada-
presupone la polifonía: las distintas voces que involucran la dimensión
enunciativa se pueden ordenar verticalmente eslabonadas al discurrir de los
dichos en un tiempo aparentemente lineal.

4] La esfera y la “psicocosmología”

La consideración de la estructura discursiva en términos topológicos deja


lógicamente por fuera el trabajo con el cuerpo en su tridimensionalidad.
Para Lacan la identificación del cuerpo y del espacio con la extensión se
produce en el pensamiento de Descartes, quien, al asimilarlos, sucumbe al
engaño del dios maligno.26
Descartes define al espacio y a los cuerpos como parte de la sustancia
extensa cuyas propiedades se definen por la longitud, anchura y profundidad.
El giro cartesiano, que asienta la certeza del ser en el cogito y funda la ciencia

25 Cf. Lévi-Strauss. (1995). La estructura de los mitos. En Antropología estructural. Buenos Aires: Paidós.
pp. 231-232.
26 Cf. Lacan, J. Op.Cit. Clase del 5/1/1966.

11
moderna en el pensamiento matemático, produce: por una parte, la ruptura del
“pacto” o de la “adecuación” entre el significante y la cosa con el estallido del
“cosmos” que habilita además la aparición del análisis topológico; 27 y por otra
parte, culmina en una suerte de cierre o sutura que asimila el ser de
pensamiento a un “sujeto psicológico” pasible de concebirse como
epifenómeno del cuerpo. Lacan denominó al pensamiento representado por el
engaño que asimila al individuo con una esfera cerrada (microcosmos-sujeto)
dentro de otra esfera (macrocosmos-objeto): “psicocosmológico”. 28 Ambas
esferas mantendrían entre sí una relación en espejo.
La semejanza entre el microcosmos y el macrocosmos ha dominado la
concepción del mundo en el siglo XVI y fue reemplazada en la época clásica
por el vínculo transparente entre la representación y lo representado. En este
sentido, se mantiene la concepción del conocimiento previa a la modernidad:
relación de “adecuación” entre el sujeto clausurado en su interioridad
cognoscente y el objeto externo.
Los supuestos arriba citados subsisten en el desarrollo del psicoanálisis, por
ejemplo con la noción de autoerotismo, que conlleva la idea de una unidad
primitiva del sujeto cerrado, sometido a estímulos pulsionales interiores y
diferenciado de un mundo exterior que resulta en principio indiferente. 29
También, desde esta lectura, se puede pensar la ubicación del yo en la
segunda tópica freudiana: se emplaza desde el sistema percepción-conciencia
como punto de contacto desde el interior cerrado, con el campo de la realidad
externa, y en el área inferior el yo confluye con el ello, que a su vez está
abierto a lo somático, como lo sugiere el esquema que presenta Freud en la

27 “Veremos que este esquema es esencial, seguramente, para un cierto modo de pensamiento. Se los he
dicho, pero para representar -se los mostraré en detalle y de hecho- una cierta limitación, una implicación
no develada en el uso del lenguaje. El momento del despertar, en la medida en que yo lo puntué, lo
ubiqué históricamente en el "Cogito" de Descartes, es algo que no es inmediatamente aparente,
justamente en la medida en que de ese "Cogito" se ha hecho algo de valor psicológico.
Si se ubica aquello de lo cual se trata, si se lo pone en evidencia lo que la función del significante es, y no
otra cosa que el hecho, que el significante representa al sujeto para otro significante. Es a partir de este
descubrimiento que la ruptura del pacto, supuestamente preestablecido del significante a algo, que,
estando roto, se prueba en la historia y porque es de allí que ha partido la ciencia, se prueba, que es a
partir de esta ruptura -no se la enseña más que incompletamente- que puede inscribirse una ciencia. A
partir del momento en que se rompe ese paralelismo del sujeto al cosmos que lo envuelve, y que hace del
sujeto psicológico, microcosmos” Cf. Lacan, J. El seminario. Libro XII. Clase del 16/12/1964. Inédito.
28 Cf. Lacan, J. Op.Cit. Clase del 12/1/1966. Inédito.
29 Cf. Freud, S. (1996). Pulsiones y destinos de pulsión. En Obras Completas. Tomo XIV. Buenos Aires:

Amorrortu. pp. 129-130.

12
31° conferencia.30 La esfera es la superficie que figura este cierre del sujeto
asimilado al yo in-dividual en discontinuidad con el exterior e identificado
engañosamente con el cuerpo tridimensional, en el mismo sentido en que se
podría confundir imaginariamente la superficie de la esfera con la esfera como
cuerpo sólido.
El sujeto “lacaniano”, por el contrario habita sólo dos dimensiones:

Se trata de una manera de hacerles experimentar lo siguiente: que no


tenemos el sentido del volumen, sea como fuere lo que hayamos logrado
imaginar como tres dimensiones del espacio. El sentido de la profundidad,
del espesor, es algo que nos falta, mucho más de lo que creemos. Lo que
quiero decirles, de entrada, es que ustedes y yo somos seres de dos
dimensiones, a pesar de la apariencia habitamos el flat land, como se
expresan autores que hicieron un pequeño volumen sobre el tema, que
parecen tener mucha dificultad, en fin, para imaginarse como seres de dos
dimensiones. No hay necesidad de buscarlos muy lejos. Todos nosotros lo
somos.31

Para tematizar otra de las formas propias del engaño en el registro imaginario
del cuerpo, Lacan propone pensar la esfera como homeomorfa a un guante, en
tanto se puede transformar una figura en la otra, por deformación continua, sin
cortes ni desgarraduras. Podemos intuir esta relación si nos imaginamos un
guante de goma inflado hasta perder su forma y convertirse en una pelota. Un
guante izquierdo puede ser dado vuelta y se vuelve un guante derecho, es
decir: su imagen especular, lo que puede realizarse del mismo modo con una
esfera agujereada. Esta inversión cae bajo el desconocimiento que se pone en
juego cuando nos tomamos por nuestra imagen especular invertida, i (a),
verificándose que “yo es otro”, como dice Lacan apoyándose en Rimbaud.32
Esto invalida cualquier posibilidad de autoerotismo originario o de cierre de la
individualidad, aunque se considere la escisión del aparato psíquico in-
dividual.33

30 Freud, S. (1996). Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis. Conferencia 31º. La


descomposición de la personalidad psíquica. Obras Completas. Tomo XXII. Buenos Aires: Amorrortu.
31 Lacan, J. El Seminario. Libro XXI. Clase del 11/12/1973. Inédito.
32 Lacan, J. (1984). El Seminario. Libro 2. Buenos Aires: Paidós. p. 17.
33 El prefijo “in” en el término in-dividual puede connotar tanto la negación o privación: “No-división” como

la interioridad: la división “en el interior”.

13
5] La banda de Moebius y la novedad

La banda de Moebius -que intuitivamente puede representarse por una cinta


rectangular pegada por sus extremos luego de afectarle una semitorsión-
además de ser unilátera y abierta (lo que la distingue de la esfera), tiene la
propiedad de no poder invertirse especularmente (a diferencia de un guante).
Por deformación continua no puede transformarse una banda con semitorsión
hacia la izquierda en otra con semitorsión derecha.
Para Jacques Lacan, en el espacio analítico –en tanto espacio discursivo- la
banda de Moebius da la estructura del sujeto del inconsciente como efecto del
significante.34 Dicho sujeto es concebido por Lacan como producto del corte
interpretativo, que supone la disolución de las individualidades cerradas del
paciente-analizante y del analista. El analista sólo opera en sacrificio de su
persona ya que su función se reduce a ser parte del texto, que ya no se
confunde con el texto del neurótico como texto individual. El lugar del analista
se emplaza en esta operación que equivale a la transformación que puede
captarse intuitivamente al seccionar por su línea media una cinta de Moebius
realizada en papel. Este corte sigue el recorrido de lo que se denomina un ocho
interior y su resultado “sorprendente” es una banda, esta vez bilátera. A partir
de este corte se verifica la estructura moebiana de la banda que a la vez
“desaparece” con el corte, localizándose en el mismo movimiento el
“desvanecimiento” del sujeto, con la emergencia de una superficie nueva.35
El concepto de inconsciente “moebiano” de Lacan se distancia notablemente
de la citada noción del Ello como “caldera llena de excitaciones borboteantes”,
figura asimilable a una esfera con contenidos reprimidos preexistentes en su
interior. Por el contrario, el advenimiento de la nueva superficie a partir del
corte de la interpretación revela la aparición de un sujeto textual nuevo a partir
de una transformación cualitativa.

34 Cf. Eidelsztein, A. (2006). La topología en la clínica psicoanalítica. Buenos Aires: Letra Viva. pp.105 y
sigs.
35 Las bandas con número impar de semitorsiones (una, tres, cinco, etc.) tienen estructura moebiana: son

uniláteras; en cambio las bandas con número par de semitorsiones son biláteras. La manera de deducir la
estructura de una banda sin contar sus semitorsiones es justamente realizarle este corte en ocho interior
por su línea media. Si se obtiene una banda bilátera se revela que la banda de donde proviene y que
desapareció con el corte “habrá sido” (futuro perfecto) moebiana.

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Esta concepción del psicoanálisis promueve una dirección en las curas que,
partiendo del padecimiento sintomático, se oriente por la posibilidad de
transformación e inclusive de creación. Esta propuesta se distingue de las
siguientes posiciones (no excluyentes entre sí) que orientan al psicoanálisis en
la perspectiva de confrontación con algo que preexiste a la realidad discursiva,
y por lo tanto “ya es en sí mismo”, que incluso puede pensarse como
“incurable”:
-Las que consideran al análisis como una experiencia de lo indecible entendido
como lo real más allá de lo simbólico (y no como lo imposible lógico). Estas
lecturas involucran el retorno de los presupuestos del empirismo y el problema
del estatuto del conocimiento como acceso a un real “fenoménico” previo al
lenguaje.
-Las que favorecen el despejamiento de los velos fantasmáticos, (sosteniendo
un relativismo subjetivo como punto de partida) en función de promover el
develamiento de este real “último”.
-Las que consideran el registro de lo real en los términos del “factor
cuantitativo” freudiano: la satisfacción pulsional entendida como “goce del
cuerpo” que trasciende al significante.
Estos posicionamientos del psicoanálisis post-lacaniano se acompañan más de
una vez por el olvido del estudio de las superficies topológicas que J. Lacan
recomienda con tanta insistencia. Este olvido deja en la sombra los aspectos
más innovadores de la teoría lacaniana, y tiene por consecuencia la censura de
las rotundas diferencias entre dicha teoría y las diversas vertientes que el
psicoanálisis ha desarrollado durante más de un siglo a partir de Freud.

BIBLIOGRAFÍA:
Eidelsztein, A. (2006). La topología en la clínica psicoanalítica. Buenos Aires:
Letra Viva.
Frechet y Ky Fan. (1959). Introducción a la topología combinatoria. Buenos
Aires: Eudeba.
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psicoanálisis. Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu.

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Completas. Tomo XVIII. Buenos Aires: Amorrortu.
Koyré, A. (1991). Estudios de historia del pensamiento científico. Buenos Aires:
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Buenos Aires: Paidós.
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UNESCO Nº 5. Disponible en portaldelaunesco.org.es
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Paidós.
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Lacan, J. (2008). “Función y campo de la palabra y del lenguaje”. En Escritos
I.Buenos Aires: Siglo XXI.
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Sociedad francesa de filosofía” en El mito individual del
neurótico. Buenos. Aires: Paidós.
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Poincaré, H. (1946). Últimos Pensamiento. Buenos Aires: Espasa Calpe.
Tomei, M. (1993). Topología Elemental. Gráficas y Servicios S.R.L.

María Inés Sarraillet:


Psicoanalista. Miembro de Apertura Sociedad Psicoanalítica de La Plata. Ex
Residente y ex Instructora de Residentes. Docente a cargo de cursos dictados
en el Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires, Distrito XI.
e-mail: misarrra@netverk.com.ar
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