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Máster Universitario en Formación del Profesorado de Educación Secundaria

Obligatoria y Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanzas de Idiomas


Facultad de Filología. Universidad Nacional de Educación a Distancia
Curso 2015-2016
ACTUALIZACIÓN DE RECURSOS EN LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA
Actividad 1: ANÁLISIS DE MODELOS PARA LA EVALUACIÓN DE MATERIALES
Nombre y apellidos: TERESA RODRÍGUEZ MONTES

Este trabajo tiene como objetivo realizar una comparación entre cuatro modelos de
evaluación de materiales propuestos en la asignatura de Actualización de recursos en
Lengua y Literatura castellana. Hacer una buena selección de los materiales que se
utilizarán en el proceso de enseñanza y aprendizaje es clave para desempeñar la labor
docente con éxito y por esta razón aprender a valorar los diferentes modelos que pueden
servir para evaluar materiales didácticos se convierte en una actividad de suma
importancia en esta profesión. Además es importante tener en cuenta que el desarrollo
de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) ha generado infinitos
recursos, lo que proporciona un abanico de posibilidades mucho más completo pero
también dificulta el proceso de selección. Con la intención de facilitar esta tarea
diversos autores han elaborado herramientas que permitan evaluar los recursos
didácticos y con este fin se han desarrollado los cuatro modelos que se presentarán a
continuación. Así es posible afirmar que todos ellos comparten un mismo objetivo:
convertirse en una herramienta que evalúe de forma completa y desde una perspectiva
didáctica los materiales de los que el profesor puede disponer para desarrollar su
actividad docente. A pesar de que cada propuesta valora materiales de diferente
naturaleza, todos focalizan su atención en los materiales didácticos, es decir, los que han
sido creados para formar parte del proceso de enseñanza y aprendizaje. Por otra parte
cabe destacar que la utilidad del trabajo es múltiple: ayuda al futuro docente a ser más
eficiente en tareas de este tipo y le ayuda a desarrollar su espíritu crítico pero, además,
le da la oportunidad de familiarizarse con cuatro modelos de los que puede seleccionar
aquellos elementos que más útiles le puedan resultar para desempeñar su labor docente
en un futuro. A continuación se realiza un pequeño análisis de cuatro propuestas, en las
que se prestará atención especialmente a los puntos débiles y fortalezas de cada uno.

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El modelo de Prendes y Solano (2003) se centra en la evaluación de materiales
impresos y aunque surge en el contexto de la enseñanza universitaria semipresencial, es
adaptable a cualquier otro. A modo de introducción las autoras dan algunas pinceladas
sobre la evolución de estos materiales y ponen de manifiesto que siguen teniendo
vigencia; a pesar de las oportunidades que brindan las Nuevas Tecnologías de la
Información, abogan por la convivencia de ambos tipos de materiales. Después explican
con detalle cómo debe realizarse la evaluación, lo que facilita mucho al docente la
actividad –por esta razón creo que le será muy útil a aquellos que sean principiantes en
este tipo de tareas– y otorga a la propuesta un valor especial. El análisis se realiza en
relación con cuatro dimensiones explicadas a lo largo del artículo y recogidas en la ficha
que servirá como modelo de análisis y que figura al final. El primer paso es recoger los
datos de identificación del material (asignatura, etapa educativa y curso) para, a
continuación, evaluar su manejabilidad. Después se da paso a un análisis de los aspectos
formales (diseño gráfico: compaginación, texto, imágenes) y para finalizar, se
examinarían los contenidos atendiendo, en primer lugar, a lo recogido en el cuaderno
descriptivo y después, a los contenidos del material. Este último apartado es, desde mi
punto de vista, bastante claro y completo, porque presta atención al desarrollo de
objetivos, contenidos, metodología y evaluación; cuatro de los elementos más
relevantes que conforman el currículo. Con respecto a las debilidades cabe mencionar la
inclusión del cuaderno descriptivo –elemento cuya aparición está marcada por el
contexto de desarrollo de la propuesta–, pues no aparecerá en todos los materiales y por
ello puede suponer un obstáculo con respecto a la aplicabilidad del modelo. El tipo de
evaluación es uno de los aspectos más relevantes e interesantes pues combina la de tipo
cuantitativo y cualitativo e incluye algo que es, a mi entender, esencial: espacio para
incluir las observaciones que el docente considere necesarias. No obstante resulta un
poco escaso el criterio seguido para valorar su manejabilidad.
El modelo de Ayuso y Martínez (2006) focaliza su atención en el análisis de fuentes
de información digitales y para ello se parte de serie de pautas o criterios de evaluación
que guían las “buenas prácticas”. Este modelo incluye diversos parámetros valorados a
través de indicadores; se tratan aspectos referidos a la micronavegación (cuestiones
como la autoría, el contenido, la navegación y la utilización), la macronavegación
(aspectos técnicos del recurso, como la luminosidad o visibilidad) y la usabilidad
(procesos, errores y posibilidades de personalización). La escala de valoración posee
una valoración numérica diferente según el aspecto valorado: en ocasiones va de 0 a 1 y

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en otras, de 0 a 3. En líneas generales, podemos afirmar que la evaluación es un tanto
insuficiente, pues solo estamos otorgando un valor numérico pero no realizando un
análisis en profundidad. Por otro lado, la especificidad de los materiales que evalúa y el
empleo de conceptos y ejemplos especializados hace que las cuestiones tratadas no
sirvan a un público general y contribuye a que sean únicamente de utilidad para un
colectivo más especializado. Por estos motivos esta herramienta de evaluación está más
orientada hacia un profesional con una formación más o menos sólida en este tipo de
cuestiones, pero no al docente medio, al que puede ocasionar más problemas que
facilidades. Además, no propone una plantilla de análisis –cosa que, por ejemplo, sí
incluía el modelo anterior–, así que es el propio docente quien la tiene que elaborar a
partir de lo explicado. Como conclusión se puede decir que se trata de una herramienta
con un alcance limitado, pues considero que será útil únicamente para una parte
reducida del profesorado.
El modelo de evaluación elaborado por el equipo de la universidad de Murcia
(Amorós et Al, 2002) presta especial atención a los materiales multimedia (concepto
definido y explicado a lo largo del artículo) que han sido creados con un fin educativo
y para valorarlos se establecen cinco dimensiones. Como es habitual en la mayoría de
herramientas de evaluación de materiales, la primera dimensión se refiere a los datos de
identificación pero aquí también se incluye un análisis descriptivo que busca analizar la
utilidad del material a partir de sus objetivos, contenidos y diseño. Las dos siguientes
son: análisis didáctico (qué y cómo enseñar, qué y cómo evaluar) y análisis
psicopedagógico (motivación y atención, creatividad, concepción metodológica y
operaciones cognitivas), los bloques a los que más importancia concede esta
herramienta y los que, desde mi punto de vista, están mejor desarrollados. Finalmente se
incluye una evaluación sobre aspectos económicos y concluye con un espacio
reservado para la valoración global. Una de las cosas que me han resultado más
llamativas es el análisis realizado desde una perspectiva económica pues creo que es un
aspecto que en muchas ocasiones tiende a olvidase, pero es innegable que es otros
aspecto que puede ser útil en la selección y que puede ser muy determinante en función
del contexto. La suma de estas cinco dimensiones tiene como resultado la creación de
una herramienta de análisis bastante completa que trata tanto aspectos de especial
relevancia en la evaluación de este tipo de materiales (como pueden ser las imágenes o
los colores utilizados) como cuestiones que suelen dejarse de lado en la evaluación más
tradicional. Sin embargo creo que su principal valor reside en la propuesta relativa a la

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evaluación didáctica y psicopedagógica, asimismo considero que quizá su principal
debilidad sea el tipo de evaluación, pues exceptuando algunos apartados en los que se
permite la inclusión de observaciones, generalmente encontramos categorías cerradas
(Sí/No, Nada/Poco/Bastante/Mucho, 1/2/3/4/5), lo que limita las posibilidades de
explicación al reducir la evaluación a una mera cuantificación, lo que en muchas
ocasiones no permite valorar de forma adecuada y en profundidad el material.
Finalmente, el modelo de Marquès (2002) continúa también con la evaluación de
materiales multimedia (software educativo), pero de una forma más sencilla y con un la
intención de tener un mayor alcance –al contrario de lo que sucedía con el segundo
modelo analizado. Partiendo de los criterios de calidad y adecuación para la selección
de materiales, la evaluación se estructura en dos ejes principales: los aspectos
pedagógicos y funcionales (facilidad de instalación y uso, versatilidad didáctica,
capacidad de motivación, adecuación a los destinatarios…) y las características técnicas
(estructura y contenidos, hipertextos, interacción, ejecución). Finalmente el autor
incluye un tercer apartado que me ha parecido muy interesante pues insiste en la
necesidad de contextualizar el recurso en un contexto educativo determinado. Así, el
autor afirma que “la clave de la eficacia didáctica de un recurso educativo está sobre
todo en su adecuación a las circunstancias del contexto formativo en el que se utiliza y
en la forma en la que el profesor orienta su uso”, y considero que es esencial no perder
esto de vista pues muchas veces la valoración de un material puede depender en gran
parte de las circunstancias de utilización. Los aspectos formales y técnicos se tratan con
menor profundidad que los parámetros didácticos, lo que otorga a este modelo sencillez,
claridad y concisión.
En líneas generales cabe decir que los cuatro modelos difieren entre sí no solo por el
tipo de material para el que han sido creados sino también por los aspectos tenidos en
cuenta y la explicación de los mismos, el público al que se dirigen o la forma de
evaluación. No obstante considero que todos pueden ser útiles y efectivos si se tienen en
cuenta sus debilidades y fortalezas, ya que cada uno de estos modelos responde a unas
necesidades concretas. Además, esto pone de manifiesto que es difícil que una
herramienta de evaluación de material se ajuste completamente al tipo de análisis que se
quiere realizar y que quizá, para llevar a cabo una evaluación completa y más
personalizada, sea necesario realizar determinadas adaptaciones o combinar varios
modelos para lograr la herramienta deseada y que mejor se adecúe a las expectativas y
necesidades del docente.

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