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Tipos de nutrientes
Los hidratos de carbono, las grasas, las proteínas, las vitaminas, los minerales y el agua proporcionan calor
y energía, regulan los procesos corporales y aportan sustratos para el crecimiento del organismo. Cada
nutriente tiene sus propias funciones, de forma que la alimentación debe ser completa.
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Lo ideal es combinar los alimentos para que una persona sana pueda comer de todo pero manteniendo un buen
equilibrio. Es decir, no se trata de prohibir alimentos sino de comer sin abusar y de forma variada.
Las grasas
Los ácidos grasos son esenciales para el organismo: es necesario consumir dos o tres cucharadas de aceite al día,
puesto que las grasas forman estructuras básicas de todas las células, proporcionan algo más del doble de calorías
por gramo que los hidratos de carbono y las proteínas, y además suministran la forma más concentrada de energía
de la dieta cuyo exceso se deposita en las células de grasa (o adipositos) del organismo.
Las grasas transportan las vitaminas liposolubles A, D, E y K y proporcionan aislamiento y protección a los órganos y
el esqueleto. Hay tres tipos de grasa: la saturada, la monoinsaturada y la poliinsaturada.
Las proteínas
Las proteínas son la segunda sustancia más abundante del organismo. Tienen un papel importante en el desarrollo y
la reparación de todos los tejidos.
Las proteínas están compuestas de unas unidades llamadas aminoácidos. El cuerpo humano necesita
aproximadamente 22 aminoácidos para formar proteínas. Nueve de ellos se llaman aminoácidos esenciales y deben
tomarse del exterior. Las proteínas animales contienen todos los aminoácidos en cantidades adecuadas, por lo que
se denominan proteínas completas.
Gran cantidad de verduras, cereales, legumbres, frutos secos, semillas y otros alimentos ricos en hidratos de carbono
complejos contienen proteínas, pero son incompletas y tienen que combinarse con otros alimentos para conseguir la
dosis suficiente de todos los aminoácidos.
Muchas combinaciones tradicionales de algunos alimentos proporcionan proteínas completas, como, por ejemplo,
cereales y legumbres, legumbres y frutos secos, cereales y frutos secos, verduras con productos animales, así como
patatas y productos lácteos.
Las vitaminas
Las vitaminas desarrollan funciones muy específicas en el organismo. Su función es catalizar las reacciones químicas.
Algunos procesos químicos requieren la presencia de varias vitaminas simultáneamente. Éstas, en sí mismas, no
proporcionan energía, ya que no aportan calorías, pero son imprescindibles para el metabolismo.
Las vitaminas son solubles en agua o grasa. Las liposolubles A, D, E y K precisan grasa para pasar del tracto intestinal
al torrente sanguíneo. Se almacenan fácilmente en el organismo y son tóxicas en dosis elevadas, sobre todo la A y la
D.
Las hidrosolubles C y complejo vitamínico B se eliminan fácilmente por la orina si se encuentran en exceso en el
organismo. Como no se almacenan fácilmente en el cuerpo, conviene tomarlas a diario. Generalmente no son tóxicas,
excepto en dosis muy elevadas.
A continuación se especifican las funciones más importantes de cada vitamina y qué alimentos contienen más cantidad
de cada una:
Los minerales
Son compuestos inorgánicos que se encuentran en la tierra, las rocas y el agua. Se precisan unos diecisiete minerales
para el buen funcionamiento del organismo. Actúan como catalizadores en la regulación de las contracciones
musculares y en la transmisión de impulsos nerviosos, y participan en la digestión y el metabolismo de los alimentos.
Algunos minerales intervienen en la regulación del equilibrio interno de los líquidos y controlan el equilibrio ácido-
básico de la sangre y los tejidos.
Los minerales esenciales, presentes en el cuerpo en cantidades relativamente elevadas, son sodio, potasio, calcio,
magnesio y fósforo. Los que aparecen en pequeñas cantidades son hierro, cobre, zinc, manganeso, cromo, selenio,
vanadio y molibdeno.
En la página anterior, se especifican las funciones más importantes de cada mineral y qué alimentos contienen más
cantidad de cada uno de ellos.
El agua
El agua no es un nutriente en sentido estricto, pero se trata del elemento más importante para la vida y se debe tener
muy en cuenta. El cuerpo humano está formado principalmente por agua (del 60 al 80 %, según la edad,
aproximadamente). Ésta resulta esencial para el buen funcionamiento de los riñones e intestinos y elimina las
sustancias de desecho. Es el sistema básico de transporte del organismo, regula todos los nutrientes, las hormonas,
las células sanguíneas, los productos de desecho y el oxígeno.
Con el paso de la edad, los mecanismos de control del equilibrio se vuelven menos eficaces. La mayoría de las
personas necesita de seis a ocho vasos de agua al día (de 1,5 a 2 litros al día, como mínimo). También se puede
obtener agua de los zumos, los refrescos y otras bebidas, las sopas y las verduras. El café y algunas bebidas tienen
una función diurética que ayuda a eliminar líquidos y minerales del cuerpo. Se deben incluir en la dieta salvo en ciertos
casos en los que se recomienda evitarlos.
La fibra
La fibra no es un nutriente, pero es muy importante incluirla en alguna de las ingestas diarias. Sirve principalmente
para mantener una dieta equilibrada, retiene líquidos y proporciona la masa necesaria para transportar los desechos
corporales. El intestino puede así funcionar con mayor regularidad. Esto es importante a medida que pasan los años,
ya que dicho órgano pierde elasticidad y movilidad, por lo que aumenta la tendencia al estreñimiento.
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Las vitaminas son indispensables para el buen funcionamiento del organismo y como el cuerpo no sabe fabricarlas,
debemos obtenerlas a través de los alimentos.
Pero, atención, las vitaminas son frágiles. Para aumentar su aporte vitamínico es importante elegir productos frescos
y favorecer los tipos de cocción rápida.