Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Características.
El dinero, para cumplir efectivamente su papel en la economía, debe tener las siguientes
características: 1) debe ser estandarizado; sus unidades tienen que ser de igual calidad, no
debiendo existir diferencias físicas entre ellas; 2) debe ser ampliamente aceptado y reconocible; 3)
debe ser divisible para permitir transacciones de poco valor monetario; 4) debe ser fácil de
transportar; y 5) no debe ser fácilmente deteriorable pues perdería su valor como moneda.
Además de la liquidez o aceptabilidad, el dinero debe tener otras características para poder
cumplir sus funciones de medio de cambio, unidad de cuenta y depósito de valor, estas son:
durabilidad, divisibilidad y bajo costo de almacenamiento. La durabilidad significa que físicamente
el dinero debe mantener valor, es decir, que el material del que está hecho debe ser durable a lo
largo del tiempo; esto explica por qué el hombre rápidamente se dio cuenta de que los metales, y
en particular los metales preciosos, eran los objetos más adecuados para usar como dinero. De
otro lado, la divisibilidad y el bajo costo de almacenamiento del dinero permiten que se pueda
usar como unidad de cuenta y que las personas puedan llevarlo para realizar sus transacciones en
cualquier momento y lugar
El dinero cumple cuatro principales funciones en la economía: es una unidad de cuenta y patrón
de precios, un medio de intercambio, un medio de pago y un depósito de valor.
Unidad de cuenta y patrón de precios: el dinero es una unidad de cuenta que simplifica la fijación
de los precios de los bienes y servicios. Usar el dinero como unidad de cuenta disminuye los costos
de transacción, pues reduce el número de precios existentes en la economía y facilita la realización
de las transacciones. Supongamos que en una economía hay cuatro bienes, que denotamos por las
letras A, B, C, y D. Si no existiera un estándar de valor y deseáramos conocer las tasas de cambio
de uno de estos bienes en términos de los demás, tendría que aprenderse a manejar en las
transacciones diarias seis tasas diferentes (A:B, A:C, A:D, B:C, B:D, C:D). Pero si usáramos uno de
estos cuatro bienes, A por ejemplo, como unidad de cuenta, solo necesitaríamos trabajar con tres
tasas (A:B, A:C, A:D). En general, si existen n bienes y servicios en la economía y no hay un
numerario, cada uno de los n bienes tendrá n - 1 precios, dando un total de n(n - 1) precios en la
economía. De lo contrario, si se utiliza uno de los bienes como numerario, existirían n - 1 tasas de
cambio o precios. Más aún, si el dinero entra como unidad de cuenta, existirían «n» tasas de
cambio; es decir, n precios en términos monetarios.
Medio de intercambio: esta función —conocida también como «medio de cambio»— es la que
distingue al dinero del resto de los activos financieros de la economía. El dinero en forma de
circulante y depósitos a la vista es usado en la compra-venta de bienes y servicios sin ningún
cuestionamiento a su aceptabilidad como forma de pago en dichas transacciones. Su utilización
como medio de cambio promueve la eficiencia económica, ya que elimina muchos de los costos
involucrados en el intercambio de bienes y servicios, o los llamados costes de transacción. En una
economía no monetaria, donde no existe dinero, los costos de transacción son altos ya que debe
satisfacerse la doble coincidencia de deseos que presupone la transacción de compra-venta.
Supongamos que en una economía no monetaria existen cien personas y que cada una produce un
bien distinto. Claramente, dichas personas no querrán solo consumir su propia producción, sino
también de la producción de otros. La doble coincidencia de deseos significa que para que se lleve
a cabo el intercambio entre dos individuos es necesario que cada uno de ellos desee el bien que el
otro individuo ofrece. El intercambio en esta economía sin dinero requiere que cada uno de los
productores realice una búsqueda con el objetivo de hallar a un productor que esté interesado en
su mercancía y a la vez produzca la que él desea adquirir. Si el tipo de preferencias en esta
economía hace imposible este resultado, serán necesarias numerosas rondas de intercambio hasta
que cada persona tenga el bien que desea, implicando grandes costos de búsqueda, tiempo y
esfuerzo para cada uno de ellos. El dinero, entonces, es el objeto intermedio de intercambio que
se desea no por sí mismo, sino porque en él reside la posibilidad de intercambiar. Se dice que
«aceita» la economía cuando no existe doble coincidencia de 194 Elementos de teoría y política
macroeconómica para una economía abierta deseos al permitir el intercambio bilateral, ya no de
bienes por bienes, sino de dinero por bienes. Cualquier transacción implica la coincidencia en la
disposición del que compra y del que vende. En una sociedad con poca división del trabajo es
posible que exista una economía de trueque; no obstante, cuando la producción para el
intercambio se generaliza, las transacciones se desdoblan y aparece un tercer objeto, el dinero,
que sirve como intermediario en las transacciones de compra y venta. El dinero cumple así su
función de medio de cambio, que se asocia al motivo transacción. En este sentido, es esencial en
una economía de mercado pues incentiva la especialización y la división del trabajo.
En este tipo de sociedad el trueque le permitía a cada comunidad complementar lo que producía,
intercambiando sus excedentes por aquello que le hacía falta; por ejemplo, si una tribu estaba
especializada en la caza y cultivaba unos pocos productos, podía cambiar parte de la carne y las
pieles que obtenía de la caza por productos agrícolas cultivados por otra tribu dedicada a la
práctica agrícola. Sin embargo, hay que aclarar que en esta etapa las sociedades eran
prácticamente autosuficientes, es decir, que podían subsistir casi exclusivamente con lo que
producían, por tanto, requerían muy poco intercambio.
A medida que las técnicas de producción evolucionaron, las comunidades percibieron que podían
producir más si se especializaban en algunas actividades productivas en lugar de tratar de producir
todo lo que necesitaban; así, la división del trabajo también se hizo más profunda y las
necesidades de estas sociedades tribales se hicieron más complejas, pues de cierta forma dejaron
de ser autosuficientes. Por ejemplo, los individuos que tenían mayores aptitudes para la
agricultura se dedicaron a sembrar, mientras que quienes tenían aptitudes para la pesca se
especializaron en esta actividad.
Cuando el intercambio se basa en el trueque es necesario que coincida el interés de las dos
personas en intercambiar lo que cada uno posee; además, es difícil llevar a cabo el trueque de
objetos de distinto valor en la medida en que no siempre los productos que se pretende
intercambiar se pueden dividir; de otro lado, no todos los productos son fáciles de transportar o
de almacenar, lo cual no permite que cualquier objeto sea adecuado para el trueque. Como una
respuesta a esas limitaciones, empezó a surgir en el comercio el uso de objetos que fueran
comúnmente aceptados por todos como un medio de cambio.
Entre las primeras formas de dinero que usó el hombre se pueden mencionar las conchas, las
cuentas de collares, el té, el tabaco, las pieles y el ganado. Estos productos tenían ciertas
características que les permitían ser transportados y almacenados, y a través de ellos se podía
expresar el valor de mercancías más grandes o más valiosas; sin embargo, esos objetos, en
muchos casos, no tenían suficiente resistencia y durabilidad, lo que condujo a las sociedades a
tratar de reemplazarlos por formas de dinero más parecidas a las que conocemos en la actualidad.
Es en la Edad Media, de acuerdo con Espinach y Ruzicka (1999), después de más de un milenio de
uso intenso de las monedas como medio de pago estándar, que las personas se vieron replegadas
a un entorno rural, en una economía donde el dinero casi dejó de existir. Sin embargo, con la
invasión de Europa Occidental hacia territorios musulmanes, es decir, con la llegada de la época de
las Cruzadas, el sistema de mercado volvió a surgir poco a poco, tomando nueva importancia el
financiamiento de rutas comerciales entre Oriente y Occidente y, por consiguiente, creando de
nuevo la necesidad de utilizar un medio de pago aún más práctico.
Y aunque dichos caballeros fueron perseguidos por el rey Felipe IV, hasta provocar su
desaparición a principios del siglo XIV, la institución bancaria ya había nacido en la economía
medieval y con ella el salto más grande en el desarrollo del dinero desde que los lidios inventaron
la moneda estandarizada.7
Posteriormente, las labores realizadas por los caballeros templarios fueron sustituidas por el
trabajo que desempeñaron familias italianas de comerciantes, quienes idearon un sistema
bancario de índole privada. Estas familias no tenían restricción alguna a la hora de ofrecer crédito
a los diferentes comerciantes, fueran estos de una cultura, etnia, nacionalidad o incluso religión
distinta a la que ellos profesaban, motivo por el cual dicho sistema bancario italiano,
ulteriormente, se expandió por todo Europa. Este proceso derivó en la creación de bancos
nacionales y el papel moneda que estos emiten, invención clave para superar el feudalismo.