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"La filosofía da a los chicos la

oportunidad de hacerse preguntas"


Para Kohan, les permite aprender de una manera más abierta y flexible.

La idea no es trasmitir la historia de la filosofía ni el pensamiento de Hegel o Marx. La


idea es que los chicos hagan lo que hacen los filósofos: filosofar. En esta línea se
inscribe el interés y el trabajo del argentino Walter Kohan, profesor de Filosofía de la
Educación y coordinador del Núcleo de Estudios Filosóficos de la Infancia en la
universidad de Río de Janeiro, Brasil. En 2006 estuvo en Buenos Aires para presidir el
comité académico de las II Jornadas Internacionales de Filosofía, organizadas por
ediciones Novedades Educativas. En esta ciudad lo entrevistó Clarín.—Hay quienes
sostienen que no se puede filosofar hasta alcanzada cierta madurez ¿Cómo argumenta lo
contrario?—Hay una tradición muy fuerte en la filosofía y en la psicología educacional
que liga la filosofía al desarrollo de ciertas habilidades de abstracción y razonamiento.
Creo que el pensamiento es algo que no está tan jerarquizado y que lo que hace falta
para filosofar es, sobre todo, una cierta apertura. No se trata tanto de hacer ciertas
operaciones mentales, de lo que se trata es de hacerse preguntas, problematizar la
realidad, tratar de crear conceptos y establecer ciertas distinciones. Y de no pensar que
una vez que se encuentra una respuesta se terminan las preguntas.—Sin embargo —
usted lo sabrá mejor que nadie—, así como resulta obvia la necesidad de aprender
matemáticas no pasa lo mismo con la filosofía.—Ahora, planteo lo siguiente: ¿por qué
nos parece que no se puede vivir sin aprender a sumar y restar y sí se puede vivir sin
estudiar cómo hacer analogías, cómo dar contra ejemplos, cómo problematizar, cómo
establecer relaciones de semejanzas y diferencias?—¿Por qué?—Quizá por esa idea que
decíamos, que no comparto, de que la filosofía supone ciertas herramientas del
pensamiento abstracto que sólo se dan a partir de determinada edad o porque cumple
una especie de función de síntesis de todos los saberes y por eso viene después. En
cambio, creo que la filosofía puede darles a los chicos la posibilidad de explorar una
dimensión de su pensamiento que otras disciplinas no hacen. Es como un complemento
interesante que les da la oportunidad de aprender de una manera más abierta y flexible.
Y esto no necesariamente supone una escuela sino que también es aplicable al campo de
la educación informal.—Aunque la respuesta parece estar a la vista ¿qué lugar ocupa la
filosofía en las escuelas argentinas?—Marginal. En general en el mundo su presencia es
muy marginal. Sabemos que la escuela es una institución con fines muy específicos y
con muchos condicionamientos. Y tampoco está claro que exista en ella la libertad que
exige la filosofía para pensar. Además, en el ámbito de la escuela media hay una manera
tradicional de relacionar la historia de la filosofía con la filosofía. Y no se trata de eso.
Lo que sí hay son muchas experiencias que por ahora no tienen un correlato en la
legislación ni están contempladas en la currícula. Por ejemplo, las jornadas que hicimos
en 2006 sirvieron para darnos cuenta de que varias escuelas públicas del país tienen
proyectos de formación docente donde trabajan la experiencia filosófica —como en las
provincias de Catamarca, Río Negro y Córdoba— y que la universidad de San Juan
realiza talleres con niños y jóvenes.—Y los filósofos ¿cómo se llevan con la educación?
—En general, la educación es un problema menor para los filósofos. Le doy un ejemplo:
a los alumnos de la carrera los titulares de cátedra les suelen decir que los buenos
estudiantes se vuelven investigadores y los malos profesores, porque no son capaces de
investigar.—Descrédito de la academia más condicionamientos de la escuela. La tarea
parece complicada.—Lo es. Pero, por suerte, en el medio de todo esto están los chicos
que hacen cosas muy interesantes.

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