1. Claro y preciso. El lenguaje científico no debe contener ambigüedades ni
vaguedades. 2. Provisorio. El éxito de una teoría no está asegurada a futuro. 3. Objetivo. El conocimiento científico se obtiene a partir de acuerdos intersubjetivos. Los enunciados de la ciencia deben formularse de manera que diferentes investigadores puedan reproducir el experimento, o poner a prueba sus fundamentos teóricos. 4. Controlable. Las teorías científicas deben poder someterse a contrastaciones empíricas 5. Descriptivo. Describir significa enunciar los rasgos esenciales de un estado de cosas absteniéndose de formular juicios de valor. 6. Explicativo y predictivo. Explicar es deducir consecuencias a partir de un sistema de leyes. 7. Metódico y sistemático. Los métodos de investigación responden a lógicas preestablecidas que integran un orden sistemático. 8. Viable. La viabilidad es la posibilidad de concretar un proyecto financiero. Muchas veces depende del apoyo financiero y simbólico con que cuente la investigación. 9. Crítico y analítico. Analizar es separar en partes los elementos de un todo para someterlos a estudios rigurosos. Las conclusiones que se obtienen de este estudio son críticas. Se manifiestan mediante interpretaciones, objeciones y/o reconocimientos de los temas valorados. 10. Lógicamente consistente. Debe haber coherencia y falta de contradicción entre los enunciados de las teorías. 11. Unificado. Se aspira a que las diferentes disciplinas científicas logren acuerdos de base en cuanto a sus objetos de estudio, y sus métodos y su simbología para que el conocimiento resulte fértil. Se supone que, en este caso, cada nuevo conocimiento puede convertirse en un sendero para buscar otros conocimientos. 12. Fecundo. La fecundidad reside en la capacidad de poder seguir investigando y construyendo a partir de conclusiones anteriores.
El maestro debe desempeñar el rol de educador científico, es decir, independientemente
de la disciplina que enseñe, debe adquirir criterios que le permitan diferenciar el conocimiento científico de otra clase de saberes, como ser el conocimiento natural, el doxástico, el dogmático, el subjetivo, el pseudocientífico, etc.
La pseudo-ciencia se refiere a aquellas afirmaciones que intentan mostrarse
como científicas pero que no lo son. No utilizan métodos científicos, realiza afirmaciones imposibles de verificar o de refutar, carece de consistencia, es decir admite la contradicción, hace afirmaciones oscuras, etc. Conocimiento doxástico. La doxa es el pensamiento basado en opiniones, conocimiento impropio o infundado. Para los griegos es más o menos equivalente al saber vulgar. La episteme en cambio es propia del saber científico 2
y filosófico. En cambio “opinión” hace referencia a aquellas creencias que son
consideradas como verdaderas, o por lo menos probables, pero sin razones suficientes para apoyar su verdad. La opinión sólo es conocimiento inseguro y puede ser fuente de errores. El conocimiento natural es el conocimiento ordinario, basado en prejuicios y preconceptos. Se basa en generalizaciones construidas a partir de la experiencia sensible ya sea individual o colectiva. Conocimiento dogmático. Es la actitud de quien tiene un conocimiento cerrado que no admite modificaciones y está basado en la autoridad. Por ejemplo, hubo un momento en el que todo conocimiento que contradiga las verdades de la física aristotélica, de la astronomía de Ptolomeo o de las Sagradas Escrituras era visto cómo erróneo y no podía siquiera ser puesto en consideración.