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Dark Ghost

Fantasma
Oscuro
Christine Feehan
Saga Cárpatos 28

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Para los miembros de mi comunidad en línea que siempre están listos


para discutir un libro y comparten el amor por la lectura conmigo.
¡Esto es para ti, un homenaje a su sentido del humor sobre todas las
cosas de los Cárpatos!

Saga Cárpatos
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PARA MIS LECTORES

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usted. Cada año, el último fin de semana de Febrero, me encantaría
que me acompañen en mi evento anual de FAN, un fin de semana en
exclusiva con un número íntimo de los lectores para un montón de
diversión, fabulosos regalos y un tiempo maravilloso. Busque más
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AGRADECIMIENTOS

Con cualquier libro hay muchas personas a quienes agradecer. En este


caso, los colaboradores habituales: Domini, por su investigación y
ayuda; mi grupo para la hora de la energía, que siempre se aseguran
de que este desde el amanecer trabajando; y por supuesto a Brian
Feehan, a quien puedo llamar en cualquier momento, con una lluvia de
ideas, y así no pierdo ni una hora sola. Esta vez quiero dar las gracias a
los miembros de la comunidad que tienen tan divertidos y
apasionados debates sobre las vidas de los Cárpatos. En particular Joan
Colbert, que me ha hecho reír tan a menudo sobre los años con sus
declaraciones y comentarios divertidos, y graciosos en los temas de
discusión y de los FAN

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Mil y una gracias a julieta9768 quien invierte de su tiempo y


esfuerzo en cada proyecto sin pedir nada a cambio. Sin ella no
habría sido posible tener en nuestro idioma los libros de la saga
que amamos.

A nuestro equipo de corrección que se puso a la tarea con


esfuerzo y dedicación, mención especial a Karla por el trabajo
con la genealogía y la revisión final.

Marite Vivi

Karla Zamanta

¡¡¡Son las mejores!!!

A las DarkLadys y DarkKnights que con sus comentarios y cariño


mantienen viva nuestra página… Gracias a Natalia y Yuriko.

xoxoxox

Saga Cárpatos

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Capítulo 1

L a montaña era alta. Lo suficientemente alta para que André pudiera alcanzar
los solitarios y escarpados lugares que otros evitaban. Entre más alto iba, más
bruma se arremolinaba, encerrándolo en un suave, húmedo y gris velo. Él era el
'Fantasma' y podía desaparecer fácilmente en el mundo frío y gris que conocía tan
bien. Nunca utilizaba un apellido si podía evitarlo, porque el único nombre que le
importaba no era el suyo, a menos que encontrara una compañera, así nunca
tendría posibilidad alguna de deshonrarlo.

Situado a un par de millas más arriba, casi en la cima de la montaña, estaba el


monasterio, que había estado durante siglos. Construido sobre los precipicios, el
monasterio estaba envuelto en el misterio y las nubes siempre se arremolinan sobre
él. Era un lugar protegido, sagrado y pocos sabían de su existencia, a pesar de que
se había trasmitido a lo largo de los años, que existía un lugar así. Sólo los más
valientes intentaron ir allí. Si se hubiera sentido inclinado, él podría haber buscado
refugio ahí para recuperarse de su última batalla.

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El monasterio, conocido como el Retiro en el Velo de las brumas, contenía un


ejército virtual de los antiguos cazadores Cárpatos, hombres que aún no habían
buscado el alba, pero que como André, ya no podían confiar estar cerca de otros.
Permanecían estrictamente solos, evitando todos los seres humanos, todas las
batallas, y vivían sus vidas simplemente hasta que eran capaces de dejarse ir y
buscar el amanecer.

Para los hombres que tenían siglos viviendo con honor, no era fácil dejar ir la vida.
Incluso sin la emoción y color, algunos creían que era algo cobarde morir sin sufrir
una herida mortal en combate, sólo salir al aire libre y permitir que el sol los
tomara. Se sentía incorrecto, demasiados guerreros. André se habría sentido bien
recibido entre ellos, sin embargo, había estado demasiado tiempo lejos de los
demás. Había pensado ir allí, pero al final se dio cuenta de que ni siquiera podía
aceptar el santuario y la camaradería que podía encontrar allí.

André no se molestó en detener el flujo de la sangre procedente de diversas


heridas. Sabía que debería. Era un sendero que conducía directamente a él. Sin
embargo, también era una invitación, pura y simple. Cualquiera que se acercara a
él iba a morir. Él se despertaría, si se despertaba, muerto de hambre de sangre, su
cuerpo retorciéndose con el deseo, la necesidad, y eso era más de lo que sentiría ni
nunca podía sentir.

Uno no tomaba sangre de los antiguos, no a menos que la necesidad fuera grave y
ciertamente no sin permiso. André no era del tipo de Cárpatos que pidiera asilo o
permiso, ni siquiera a su propia especie. Él encontraría lo que necesitaba como
siempre lo había hecho, por su cuenta. A su manera.

Algunas cosas eran una cuestión de honor. André había vivido más siglos de los
que quería contar. Había luchado contra la oscuridad con honor y sirvió a su
pueblo, cazando al vampiro lo largo de varios continentes. Había luchado con los
no-muerto tantas veces que honestamente no podía llevar la cuenta por más
tiempo, ni le importaba ya. Parecía que había muchos más de ellos y tan pocos
cazadores. Estaban perdiendo la guerra.

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Había buscado por siglos a su compañera, la única mujer que podría restaurar su
capacidad de sentir emoción real. La única mujer que le podía regresar el color y la
vida. No la había encontrado. Hacía tiempo que había renunciado a la idea de que
posiblemente pudiera estar en esta época. Si hubiera estado en algún lugar de la
Tierra, la habría encontrado en algún momento.

Los susurros implacables de la tentación de matar y sentir algo, aunque sólo fuera
por un momento, ya no lo tentaban. Durante siglos había llevado esa carga, pero
ahora, también se había ido, y eso era malo, porque al menos sentía algo. Ahora
sólo había un gris oscuro vacío e infinito cansancio.

No quería entrar al monasterio para descansar porque entre otras razones, ya no


confiaba en sí mismo para estar cerca de cualquiera, humanos o Cárpatos. Una vez
que se dio cuenta de lo perdido que estaba, lo supo, que con el fin de preservar su
honor, él tendría que permitir que el sol se lo llevara. Esa había sido su intención
hasta que Costin Popescu le había atacado. Popescu, el nombre que Costin había
asumido era una broma. Hijo de un sacerdote. Costin era cualquier cosa menos
eso.

André se volvió para estudiar la noche menguante. La luz surcando por el gris y ya
podía sentir las primeras pinchazos de advertencia en su piel. Eso tampoco le
importaba. Sólo sirvió para alertarlo del sol naciente. No necesitaba la advertencia,
habían vivido demasiados siglos para no saber el momento exacto de la salida y la
puesta del sol en cualquier lugar en el que estuviera.

Si el maestro vampiro, Popescu le hubiera atacado de hombre a hombre, de


vampiro a Cárpatos, como lo habría hecho en los viejos tiempos, André habría
estado más que feliz de ir a su muerte con honor, siempre y cuando se llevara al
vampiro con él. Luchar contra un maestro vampiro era muy peligroso. Tenían un
inmenso poder. Junto con la experiencia en la batalla, hacía que fuera una pelea
muy justa.

Saga Cárpatos
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El mundo había cambiado demasiado para el gusto de André. Ya no pertenecía a él


y era muy consciente de ese hecho. Nunca había sido un hombre para estar con
otros. Él prefería los lugares altos o los lugares salvajes, cualquier lugar en el que
no se encontrara con muchas personas. O incluso de unas pocas. No era civilizado.
No era dócil. Tenía su propio código y vivía por él.

Incluso los vampiros habían cambiado. Ya no había honor en la batalla. En los


viejos tiempos, los vampiros cazaban y asesinaban solos. Ahora, los vampiros
maestros habían comenzado a reclutar vampiros menores y ellos corrían en
manadas. Costin Popescu tenía a cuatro siguiéndolo, y haciendo su voluntad. Dos
estaban probablemente lo suficientemente ansiosos para seguir su rastro de sangre.
La sangre rica y antigua de los Cárpatos los llevaría directamente a él. Los otros
dos habían estado vivos por algún tiempo y Popescu les había enseñado una cosa o
dos acerca de luchar con un antiguo cazador.

Afortunadamente había logrado matar a uno de los seguidores más


experimentados, dejando a Popescu con sólo tres peones en su pequeño ejército.
Ahora, André no podía ir tranquilamente al amanecer y descansar como debería
haber sido capaz de hacerlo, porque estaba moralmente obligado a librar al mundo
de Costin Popescu y su banda de secuaces sedientos de sangre.

André encontró la estrecha entrada a la cueva, que tenía la intención de usar para
descansar y sanar. Había utilizado esta cueva en particular antes. No era de fácil
acceso. Uno tenía que tropezar con la entrada para verla y muy pocos eran los que
subían a los acantilados a esta altura. Había utilizado esta cueva como lugar de
descanso desde que era un niño.

Aún recordaba las gemas brillantes, cristales de todos los colores chispeando a
través de las paredes en las distintas cámaras. A veces, un rayo de luz entraba por
la estrecha chimenea y encendía las paredes interiores con vetas de minerales
preciosos. Solía regresar a la cueva con la esperanza de ver esa hermosa vista,
aquella que pensó se había grabado a fuego en su memoria, aquella que había
estado tan seguro de que nunca se desvanecería. Perdió sus emociones mucho

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antes de los doscientos años normales y la pérdida de su capacidad de ver en
colores la siguió rápidamente. La cueva, al igual que todo lo demás, era gris.

Había hecho de las cámaras subterráneas un hogar en su juventud, mucho después


de que hubiera perdido todos los miembros de su familia. Todo lo que significaba
algo para él desde sus primeros días estaba guardado en una 'bóveda' subterránea
que había formado en la roca, muy por debajo de la cámara donde a menudo
descansaba. Unos siglos antes, cuando se dio cuenta de que él sería el último de su
línea familiar, había sellado la bóveda y sólo regresaba a las cuevas cuando era
necesario.

Suspiró mientras caminaba dentro de la fresca y estrecha abertura. Él tuvo que


establecer salvaguardas. Los secuaces de Popescu no serían capaces de estar en el
sol, pero sería un suicidio no asegurarse de que nadie lo encontraba mientras
dormía. No podía darse ese lujo hasta que librara al mundo de los vampiros que se
aprovechaban de los civiles. Levantó las manos y comenzó el ritual complicado,
pero muy necesario, de poner salvaguardas en torno a su lugar de descanso. Había
perdido una enorme cantidad de sangre y una debilidad inesperada lo golpeó
mientras empezaba a abrir la tierra. Tal vez había esperado demasiado. Sus
lesiones eran graves y tal vez, sólo tal vez, el destino tomarían una mano y él no se
levantaría de nuevo.

********************

Teagan Joanes se sentó en su saco de dormir en su pequeña tienda de viaje con su


corazón palpitando. Había cometido un gran error. Uno enorme. Era una viajera
experimentada y cuando iba de excursión en otros países siempre escogía su guía
con cuidado. Sabía que no debía acampar sola, sin un compañero, en cualquier
país extranjero. Pero nunca, ni una sola vez, había considerado que sería inseguro
viajar a las montañas con un hombre al que conocía desde hacía más de tres años.

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Eran amigos. Buenos amigos. Desde los Estados Unidos, en la universidad, ella le
había dado clases, estudiado con él, comido el almuerzo y la cena con él mientras
estudiaban. Él era de otro país y muy bien parecido, con un acento profundo, por
lo tanto, muy popular entre las mujeres en el campus. Salió con una gran cantidad
de ellas. Todo el tiempo. Rara vez con la misma chica más de dos veces. Su relación
había sido estrictamente de amistad. Él nunca hizo un movimiento hacia ella, ni
una sola vez. Ella siempre se había sentido a gusto con él. ¿Qué pasó?

Teagan trató desesperadamente de pensar, lo que podría haber hecho o dicho para
hacer que Armend Jashari, pensara aunque fuera por un minuto que ella de
repente quería más que su amistad. Habían continuado su relación en línea,
intercambiando mensajes cada pocos días, sólo para mantenerse en contacto, pero
no había ni un indicio de nada sexual. Cuando necesito visitar las montañas de los
Cárpatos, ella pensó que era natural decirle a Armend que iba a venir.

Él se ofreció de inmediato a ser su guía en el país alto y por supuesto, ella había
aceptado. Ella estaba a gusto con él. Corrección. Ella había estado cómoda con él.
Ahora, las malas vibraciones se habían vuelto realmente aterradoras.

Dormía vestida con vaqueros y una camiseta, sólo para estar segura. Ahora, se
puso sus botas rápidamente, oyéndole merodear alrededor de su tienda. Él se
estaba preparando, pudo ver eso por su ritmo. Apresuradamente enredo su saco
de dormir, y lo acomodo en su mochila, todo el tiempo deseando poder salir de su
tienda sin ser vista.

Confiaba en sus instintos y en este momento le gritaban que corriera por su vida.
Sin preámbulos, la puerta de su tienda fue arrancada hacia atrás y Armend se
lanzó en su espacio. Teagan entrecerró los ojos al hombre que se metió en su
tienda. Su guía. Su amigo, según ella. Él no estaba actuando en lo más mínimo
como un guía o un amigo, más como un niño rico malcriado que tenía derecho a
tomar lo que quisiera, incluyéndola a ella.

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― ¿Qué crees que est{s haciendo? ― Ella exigió en su voz m{s altiva, como si
estuviera diciendo, si te atrevas a dar un paso más cerca de mí, morirás. La
mayoría de las veces, la voz no funcionaba. Ella no era alta, ni amenazante en lo
más mínimo, pero podía respaldar la voz siempre que fuera necesario y en este
momento, temía que iba a ser muy necesario.

― Tú quieres esto. Tú me has querido desde el primer día que me viste hace tres
años, ― Armend le gruñó. ― No pretendas lo contrario. Has estado jadeando
detrás de mí todo el tiempo y luego decidiste a venir aquí y pedirme que te guiara
a las montañas.

― Tú te ofreciste, Armend, ― se sintió obligada a señalar. ― Fue tu idea.

― Tú querías que te guiara.

― Tú eras mi amigo y pensé… ― Se interrumpió. Ella nunca había considerado


que esto pasaría, pero debió hacerlo.

― Sé lo que quieres. Deja de hacerte la difícil.

― Fuimos juntos a la universidad, Armend, ― dijo ella, manteniendo su voz baja.


Ella no quería agitarlo ni hacerlo explotar. A veces la lógica funcionaba. La tienda
era pequeña y no había mucho espacio para maniobrar. ― Tuvimos clases juntos.
Tomábamos el almuerzo y nos sentábamos a hablar. Creí que eras mi amigo.

El blanqueo los ojos. ― Las mujeres y los hombres no son amigos. ¿Creías que no
me di cuenta de las miradas que me dirigías? ― Su acento era fuerte y se espesaba
más con pasión.

Armend Jashari había sido enviado a la escuela en los Estados Unidos. Sus padres
eran muy ricos en un país donde pocas personas tenían mucho. Sin duda Armend
había crecido creyendo que podía hacer lo que quisiera, incluyendo seguir
acosando a una mujer cuando ella decía claramente que no.

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― Me disculpo por cualquier malentendido que pasara entre nosotros.


Honestamente pensé que éramos amigos. Tengo una muy buena razón para venir
aquí, ya te lo expliqué, y pensé que habías entendido. Parecía una cosa natural de
hacer, ponerse en contacto con un amigo que estaba familiarizado con las
montañas que necesitaba explorar. No quise darte falsas esperanzas, o darte la idea
de que yo estaba interesada en ser algo más que tu amiga, ― dijo Teagan.

Ella nunca había coqueteado con él. Ni una sola vez. Armend no le había dado
ninguna indicación de que él quería algo más que amistad, durante todo el tiempo
que estuvo en la escuela con ella. Era joven para estar en el programa de maestría
en geología. Armend era unos cinco años mayor que ella y encima de eso, ella se
veía muy joven. Como un chico. Armend la había tratado más como una hermana
menor. Pasó mucho tiempo con ella, pero él salió con una gran cantidad de
mujeres - mujeres que se parecían a sus hermanas - no que se parecían a ella.

Tenía tres hermanas. Todas eran altas, con curvas femeninas y caras de modelos.
Ella tenía diez años menos que todas ellas. Las tres eran deportistas, hermosas,
inteligentes y ahora estaban casadas y con hijos. Ella era…Teagan. Podía ver a
Armend sintiéndose atraído por sus hermanas, pero ella no tenía ni cinco pies de
altura y ella no tenía pechos grandes y caderas curvas. Ella no atraía a los hombres
como sus hermanas lo hacían. Y ella definitivamente no provocaba a los hombres.

― Tu no est{s aquí para buscar un cierto tipo de cristal o piedra, ― objetó


Armend. Avanzó hacia adelante.

Teagan cogió su olla para cocinar. La usaba para cocinar todo, cuando hacia
senderismo, lo que era a menudo. La olla era negra por pasar tanto tiempo en las
llamas. ― No te atrevas a acercarte más.

― Eres una tentadora. Una perra, ― gruñó Armend. Su cara se puso fea y apretó
los dedos en puños apretados. ― He venido hasta aquí por una cogida de l{stima.
Eso es lo que eres para mí. Mis chicos se rieron cuando les mostré la carta. Están
acampando a un par de millas de aquí y esperando su turno.

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Ella mantuvo su expresión en blanco. ¿Tenía amigos acampando cerca? Ella estaba
en las montañas de los Cárpatos a solas con él. Ella había confiado el que la guiara
hasta la montaña con el fin de encontrar el cristal o piedra exactos que necesitaba.
Era imperativo que la hallara. Estaba en una búsqueda - una misión y necesitaba el
cristal. Ella sabría cuando lo encontrara. Su cuerpo era un detector para esas cosas.
En el momento en que ella tropezara con el rastro, podría seguirlo a su ubicación,
pero tenía que sentir un atisbo de él, primero. Ella había venido preparada para
pasar un mes en las montañas, sabiendo a veces que era muy difícil cruzarse con
la débil señal que le permitiera encontrar lo que necesitaba.

― Supongo que debo agradecerte por pensar en mí, pero en realidad, Armend,
una cogida de lástima está fuera. No quiero que me toques, y mucho menos
volvernos tan íntimos. Así que lastima o no, eso no pasara de ninguna manera.
¡Fuera de mi tienda!

― Tú eres solo una pequeña virgen estúpida, ¿no es así? Una calientapollas.

Ella levantó una ceja, apretando los dientes. Tenía un mal genio y él estaba
empujándola muy cerca. Sin duda iba a atacarla y ella podría provocarlo para estar
preparada para él. ― No hay nada estúpido en mí, Armend, soy mucho más
inteligente de lo que nunca lo serás. Tuve que ser tu tutora, ¿recuerdas? Nunca
habrías conseguido pasar cualquiera de tus clases sin mí.

Se arrojó sobre ella, tumbando la olla de su mano. Era pequeña. 1.52 m a 1.75 m de
sus hermanas y eso cuando llevaba zapatos. Era extremadamente ligera. No tenía
pechos exuberantes o cualquier otra cosa que los hombres encontraran atractivo.
¿Qué demonios estaba pensando Armend?

Su cuerpo se estrelló contra el de ella, llevándola hacia atrás. Su cabeza golpeó el


marco de su mochila y su espalda golpeó el suelo…duramente. Aterrizó encima de
ella, forzando el aire de sus pulmones. Ella le dio un puñetazo tan fuerte como
pudo desde el ángulo incómodo que tenía, golpeando su puño en su ojo izquierdo.

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El maldijo y la golpeó. Tres veces. En la cara. Ella realmente vio estrellas y los
bordes alrededor de su visión se ennegrecieron. Se negó a desmayarse. El arrancó
su ropa, rasgando su camisa favorita para acampar. Sólo había traído algunos
cambios de ropa porque cuando ella hacia senderismo, el peso de la mochila era
muy importante. El acababa de reducir esa escasa cantidad por uno.

No había forma de sacudirlo, ni de salir debajo de él rodando, así que ella usó sus
fuertes músculos del estómago y se sentó, hacia él, golpeando su cabeza bajo su
barbilla y golpeando con la parte superior de la cabeza. Le dolió como el infierno,
pero no le importaba. Se lo quitó de encima. El se dio la vuelta a un lado de la
tienda, casi tumbándola.

Se arrastró a cuatro patas para salir de la tienda. Él le dio una fuerte patada en la
parte posterior de su muslo. Su pierna se entumeció pero la fuerza la envió
volando fuera de la entrada. Aterrizó sobre su estómago y se apartó de la tienda
tan rápido como pudo, tratando de no llorar por el dolor. Él no estaba jugando.
Definitivamente iba en serio y no le importaba si le dolía o no.

Había tomado lecciones de defensa personal, una gran cantidad de ellas. Ella
escalaba, peñascos y escalada deportiva. Escalaba todo el tiempo, en todo el
mundo. Estaba en buena forma y era fuerte para ser tan pequeña. No iba a dejar
que alguien como Armend Jashari la golpeara y la violara, no sin hacerle daño.

Su mano encontró la roca que estaba buscando. Era de un buen tamaño y sólida.
Mientras se empujaba hacia arriba, tratando de luchar contra las olas de náuseas
que los golpes en su rostro habían causado, Armend la golpeó por detrás,
golpeando su espalda en el suelo. Sus manos encontraron su pelo y le tiró la cabeza
hacia atrás salvajemente, volviéndola mientras lo hacía, todavía sentado sobre ella.
Le dio un puñetazo en las costillas y luego se inclinó y le mordió el labio. Duro. El
dolor era insoportable. Saboreó sangre.

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Cuando levantó la cabeza, tenía sangre alrededor de la boca. Su sangre. Él se rió.


― Voy a divertirme contigo, Teagan. Y entonces mis muchachos van a divertirse
contigo. Vas a hacer lo que le digamos que hagas y nos vas a rogar que te follemos,
si quieres salir de esta montaña viva. No eres la primera perra estúpida que hemos
traído aquí. Algunas todavía están vagando por ahí tratando de encontrar el
camino fuera de la montaña. Oh. Espera. Cayeron por un precipicio. No nos
molestamos en traer sus cuerpos de perras de regreso, sólo les dejamos para los
carroñeros.

Ahora podía poner el ser un ‘mal juez de personalidad’ junto a todas las otras
'contras' en su lista de sí misma. Cuando su cabeza descendió hacia ella otra vez,
ella estrello la roca contra su sien, usando su fuerza y su impulso hacia abajo. Él
gruñó. Sus ojos se pusieron en blanco. Cayó encima de ella, un peso muerto.
Aplastándola.

Teagan no estaba segura de poder encontrar la fuerza para mover su cuerpo, pero
la idea de que sus amigos estuvieran cerca, y estaba segura de que estaba diciendo
la verdad sobre ellos – la hizo empujarlo duramente con toda la fuerza que poseía.
Se las arregló para moverlo lo suficiente para arrastrarse por debajo de él.

El shock se apodero de ella, la adrenalina la dejo temblando y cerca de las


lágrimas. Nada de eso era bueno cuando necesitaba salir de allí rápidamente. No
pudo evitarlo, tenía que acercarse a él y sentir su pulso, sólo para asegurarse de
que no lo había matado. Tocarlo era repugnante, pero lo hizo. Desafortunadamente
él todavía estaba vivo. Ella frunció el ceño, se tambaleó sobre sus pies y
rápidamente alcanzó su mochila. Salió de su tienda y empezó a subir la montaña
en lugar de ir hacia abajo como él esperaría.

No tenía ni idea de lo bueno que era en localizar a alguien, pero ella no iba a
hacerlo más fácil para él. Necesitaba un plan y decidiría qué hacer mientras subía.
Su cara le dolía y sabía que se estaba hinchando. Sus costillas dolían. Quería volver
y aplastarlo de nuevo con la roca. Por lo menos había sentido cierta satisfacción en
golpearlo con fuerza.

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En primer lugar, tenía que calmar su respiración para que sus costillas dolieran
tanto. Quería subir a las tierras altas para poder hacer un círculo lo suficientemente
amplio para poder regresar montaña abajo y no encontrarse con Armend y sus
amigos, si realmente decidían venir tras ella. Recordando la expresión del rostro de
Armend y la forma en que sus ojos se volvieron calientes y ansiosos, ante la idea de
él y sus amigos teniendo tanto poder sobre ella, estaba segura de que vendrían tras
ella.

Teagan se empujó con fuerza, utilizando los árboles y arbustos para ocultarse
mientras se movía de manera constante por la montaña. Se mantenía en buena
forma y por lo general, podía caminar durante horas cuesta arriba cuando era
necesario, pero estaba en una elevación más alta y la parte posterior de su muslo
palpitaba y protestaba con cada paso que daba. Su rostro dolía tanto que quería
llorar y un ojo se hinchaba junto a con su mejilla. Su labio parecía lo peor, lo que
era una tontería. Ella echó agua en un pañuelo y lo sostuvo contra el labio inferior
mientras caminaba.

Con el tiempo llegó a un camino estrecho y sinuoso, cuesta arriba a través de un


bosque con árboles mucho más delgados. Briznas finas de niebla flotaban a través
de los árboles, unos dedos solamente, pero el aire se había enfriado
considerablemente. Ella agradeció el respiro. En lo alto, el sol y el aire más delgado
causaba estragos, tenía la piel muy blanca y sus costillas dolían como el infierno
con cada paso discordante.

Maldijo a Armend Jashari con cada paso que daba. Había caminado unas cuantas
millas y se preguntaba si se atrevería a tomar un descanso. Necesitaba uno. Había
bebido agua y se detuvo varias veces para encontrar un lugar donde pudiera hacer
sus cosas de niña, y escondió cualquier señal de ello, temiendo que ayudara a
Armend a encontrar su rastro mucho más fácil.

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Vio una brecha en la maleza baja y pensó que podría ser un buen lugar para
descansar, aunque fuera sólo por unos minutos. Su pierna lo necesitaba. Dio varios
pasos hacia ella y se detuvo en seco, con el corazón de repente acelerado. Allí
estaba. Sólo así. Cuando estuvo a punto de dejar que todo el mundo le convenciera
de que estaba loca, ella sintió un aleteo extraño a lo largo de sus venas, como una
vibración.

Inmediatamente se detuvo, permitiéndose tomar agua mientras absorbía la


sensación. Tenía que ser capaz de sintonizar todo su cuerpo a la vibración, hasta
que fuera una canción en sus venas, corriendo con su sangre a través de su sistema.
Su don. El que nunca podría explicar a los demás y no hacer que sonara como loca.

Euforia barrió a través de ella. No había pensado que encontraría el rastro tan
rápidamente, pero en algún lugar por delante de ella, la maravillosa piedra, cristal
o gema que necesitaba tan desesperadamente esperaba por ella. Tenía que tomar
una decisión ahora mismo. Si ella seguía el rastro de la piedra que buscaba, se
arriesgaría a que Armend y sus amigos la encontraran. Si no lo hacía, podría
perder esta piedra para siempre y eso significaba perder a su querida abuela.

Trixie Joanes, había recibido a ella y a sus tres hermanas en su casa cuando nació
Teagan. Su madre murió en el parto y ni una vez su abuela la culpó por la muerte
de su hija. En todo caso, ella la había amado mucho más. Ella debía todo a su
abuela y la amaba más allá de cualquier otra persona en el mundo. Últimamente, la
mente de su abuela había comenzado a decaer.

Sus hermanas estaban aterrorizadas porque estaba a la deriva en un mundo de


ilusión y seguían llevándola a los psiquiatras. Nadie parecía capaz de ayudarla.
Teagan había decidido que tenía que hacer algo por sí misma y eso significaba,
usar sus dones especiales que pocos querían conocer. Hablar de ellos la pondría a
ella en la misma categoría de 'loca' que Trixie. Aun así, ella sabía lo que podía
hacer con cualquier cosa de la tierra, los minerales, gemas, cristales, cualquier tipo
de roca.

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Ella conocía el poder que cada piedra contenía y era capaz de sintonizarse a ella,
desbloquear ese poder y utilizarlo. Encontrar la piedra adecuada para ayudar a
aclarar la mente de Trixie era esencial. Teagan estaba dispuesta a arriesgarlo todo
por su abuela. Cambió de dirección inmediatamente y duplicó sus pasos, decidida
a poner la mayor distancia entre Armend y ella, mientras seguía el rastro de la roca
o cristal con el que su cuerpo se había sintonizado a sí mismo. Armend nunca
había creído que su cuerpo en realidad pudiera encontrar el rastro de tipos de roca
y cristal.

Ella le había dicho, por supuesto, una vez durante una noche en la Universidad. El
había desperdiciado unos días de estudio en fiestas como de costumbre y ella
había accedido a ayudarle a estudiar para un examen. Había estado un poco
cansada y a veces eso la hacía hablar demasiado. Se había reído de ella, al igual que
todo el mundo lo hacía, por lo que ella no lo menciono de nuevo. Hasta ahora.

Se sentía como una idiota confiando en él, transmitiéndole sus temores acerca de
su querida abuela, explicando por qué su búsqueda era tan importante. Podía
entender que él pensara que estaba loca, pero en serio, él era el loco. Lo más
probable es que fuera un asesino en serie. Un violador en serie. ¿Cómo iba a
explicar eso a su abuela y sus hermanas?

Ella hizo una mueca al recordar su fría declaración. Cogida de lástima. Eso fue
duro. En su mayoría los hombres la ignoraban. Bueno, está bien. Ellos la pasaban
por alto. Tenía amigos en su mayoría hombres. Pero siempre la veían como una
amiga. Una hermana pequeña. Lo que estaba bien para ella porque no se sentía
atraída por nadie. Ni hombre, ni mujer. No tenía ni idea de por qué, pero no lo
estaba.

Sus hermanas continuamente trataban de emparejarla, llamándola e invitándola a


cenar. Inevitablemente cuando iba, había un hombre - o una mujer - que una de
sus hermanas también había acabado de invitar y, por supuesto, tenía que sentarse
durante la cena junto a ellos y soportar que se le lanzaran toda la noche.

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Pero ahora, en las montañas, completamente sola, sin nadie alrededor, tenía que
llamar la atención de un hombre y él resultó ser un asesino en serie. ¿Por qué era
eso? Suspiró. Se dio cuenta de que sus piernas estaban a punto de colapsar. El
dolor en el costado ahora irradiaba arriba en su pecho por lo que sus pulmones
ardían en busca de aire. Tenía que descansar, pero el miedo la llevó a seguir
adelante. Necesitaba encontrar un lugar fuera del camino, algún lugar en el que
pudiera recostarse por un tiempo.

Miro a su alrededor, con la esperanza de encontrar una zona más oculta para
descansar, por si acaso ella se dormía. Estaba agotada y el dolor parecía estar
empeorando, aunque intelectualmente, sabía que no lo hacía, simplemente no tenía
su mente ocupada y no lo mantenía a raya tan bien así como lo había estado
haciendo, mientras seguía el rastro. Tenía que prestar atención a su cuerpo, a la
fuerza de la canción que escuchaba en sus venas. Si se iba demasiado lejos en la
dirección equivocada, las vibraciones se embotarían. Necesitaba concentración
total, lo que era bueno para bloquear el dolor, pero había estado viajando durante
buena parte del día y tenía que parar.

Un movimiento le llamó la atención. Los árboles habían desaparecido en su


mayoría a esta altura. Sólo unos pocos dispersos se aferraban tristemente a la vida.
Mientras ella había estado caminando, la niebla se había vuelto más gruesa y no lo
había notado. A su alrededor, el mundo parecía gris, extraño incluso. El viento
soplaba, de modo que la niebla se arremolinaba en molinillos de viento, pero no
parecía ir a ninguna parte. Sin embargo, incluso con los sonidos amortiguados,
definitivamente había notado un movimiento unas cuantas yardas a su izquierda.

Se mordió el labio y casi maldijo en voz alta. En su lugar, se agachó para evitar ser
descubierta, y colmó de maldiciones en silencio sobre la cabeza de Armend,
deseando ser una bruja y poder relegarlo a un infierno en vida. Tal vez tener
hormigas de fuego que se arrastraran por las piernas y lo mordieran por todas
partes, especialmente sus partes viriles. Eso podría ser agradable.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Le tomó unos minutos darse cuenta de que no era ningún ser humano, lo que se
movía alrededor, sino un animal. No. Más de un animal. ¿Lobos? Sabía que había
todo tipo de fauna haciendo su hogar sobre la cordillera. Esto era casi el último
refugio de los depredadores más grandes.

Se descolgó con cuidado su mochila, con ganas de gemir cuando el peso se


desprendió de su espalda. En cambio, mantuvo sus ojos en el amplio campo de
densos arbustos. Vio un movimiento en al menos cinco puntos diferentes. Su
alarma creció. Ella no se había lavado y el olor de la sangre, probablemente, se
había aferrado a ella. Se pasó la mano por la cara y regresó manchada de sangre.

Su labio realidad dolía más que la cabeza, lo que era una tontería ya que su rostro
estaba hinchado como un globo, pero el dolor en su labio la ponía enferma.
Tampoco ayudaba que ella tuviera la costumbre de morderse el labio inferior. El
roce de sus dientes cuando se le olvidó, fue una agonía sobre la herida. No se había
mirado ni una sola vez, temiendo que tal vez necesitara puntos de sutura. O peor
aún, que el idiota estúpido tuviera rabia o algo así. Joder. Debería haber golpeado a
Armend más duro.

Otra cosa extraña era que sentía una tristeza inexplicable. No sólo eso, sino
desesperación. Desesperanza. Una agonía de soledad. Ella sabía que no era suya,
sino algo que llevaba la niebla. Una canción. Una canción de gran dolor, no sólo de
un individuo, sino de muchos. Las notas se mezclaban en la sinfonía de la
montaña.

Uno de los animales se movió fuera de la niebla al aire libre. Lo miró, con el
corazón palpitante. Con la boca seca. Seguía tratando de convertirlo en un lobo.
Por el tamaño podría serlo. Podía siquiera pensar que la forma concordaba. Pero
de ninguna manera esa criatura era un lobo. Parecía más como una oveja. O una
cabra. ¿Habría cabras salvajes u ovejas salvaje en las montañas de los Cárpatos?

Saga Cárpatos
Dark Ghost

La niebla era muy gruesa y ni siquiera se había dado cuenta de que se había vuelto
tan espesa. El aire era húmedo, pero estaba agradecida por la cubierta. No había
tanto follaje a esta altura y no quería que Armend, o cualquiera de sus amigos la
viera moviéndose por el tenue sendero que seguía. El animal se movió otra vez,
unos pasos lentos y firmes y su cuerpo se desplomó con alivio. Claramente los
Cárpatos eran el hogar de ovejas salvajes.

Se sentó en una pequeña, y roca plana y se dejó mirar alrededor. Su tenedor de


afinación, como ella lo llamaba, iba llevándola más arriba en las montañas de lo
que pretendía ir. Teagan bebió más agua. Era importante mantenerse hidratada.

Echó un vistazo a su reloj. Había estado de excursión por el sendero durante varias
horas. Estaba hambrienta, cansada y de mal humor. Peor aún, ahora estaba
totalmente envuelta en la niebla y en una manta de emociones intensas, ninguna
de ellas buena. Las notas que corrían a través de la canción de la montaña eran
dolorosas para escuchar. Ella era una curandera y, naturalmente, quería hacer algo
para aliviar ese dolor. Si estaba presionando sobre sus hombros y aplastando su
pecho, no podía imaginar lo que estaba haciendo a los que sentían tal
desesperación.

Sólo había tomado un par de pequeños descansos porque estaba realmente


asustada ahora que había decidido ir a la caza de la gema o cristal que podría
ayudar a aclarar la mente de su abuela. Por supuesto, si Trixie supiera que estaba
de excursión sola, en la tierra poco conocida de las montañas de los Cárpatos, con
un grupo de hombres rabiosos en sus talones, ella sacaría la mítica cuchara de
madera con la que siempre había amenazado a Teagan.

Necesitaba un lugar para descansar. Su pierna, donde Armend la había pateado, se


acalambraba y palpitaba alternativamente y comenzó a cojear. Bebió más agua y
buscó por encima de ella un lugar que pudiera estar oculto. No parecía haber
ninguna cubierta real aparte de la niebla, pero era tan espesa, que no podía ver
nada por encima de la elevación donde estaba.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Con un suspiro, tapó la botella y se levantó. No podía quedarse allí. Ella necesitaba
refugio de algún tipo y eso significaba, buscarlo. Mientras lo hacía, bien podría
seguir el rastro al que las vibraciones extrañas que su cuerpo le estaban guiando.
Ambos caminos parecían conectados. Ambos llevaban a la montaña, en lugar de
hacia abajo, hacia la civilización.

Se colgó su mochila y empezó a subir el sendero, poniendo un paso por delante del
otro, tratando de sentir su camino. La sangre cantaba en sus venas. Estaba
definitivamente cerca de su meta. Ella giró a su derecha. La canción se hizo más
fuerte. La escuchaba en sus oídos, un tambor golpeando de satisfacción
llamándola. Otras pocas yardas y la canción estallo a través de su cuerpo. Estaba
tan cerca, tan cerca que podría hacer a un lado esas tristes, notas lloronas que
contrapunteaban la canción en su cuerpo.

Teagan se detuvo y examinó la pared de roca directamente en frente de ella. Su


piedra estaba en algún lugar dentro de la creciente torre de roca. Ella deslizó su
mano sobre la pequeña roca. La niebla era más espesa aquí y ella literalmente
sintió su camino alrededor de la montaña. Su mano se deslizó bruscamente y se
dio cuenta al instante que había encontrado una abertura.

Miro en la oscuridad por un largo momento. Era lo suficientemente pequeña como


para caber dentro de ella, si se sacaba su mochila y la cargaba. El corazón le latía
con fuerza. Animales salvajes podrían vivir en la cueva. Aun así, si no había otra
cosa viviendo en ella, podía descansar. Las posibilidades de que Armend
encontrara la cueva eran escasas y necesitaba desesperadamente ir a dormir. Más,
necesitaba tratar de calmar la hinchazón en su cara y echar un vistazo a su labio
lastimado.

― Coraje, Teagan, ― susurró para sí misma. ― Has venido hasta aquí por la
abuela Trixie, ¿vas a fracasar porque tienes miedo?

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Dark Ghost

A menudo se hacia esa pregunta. ¿Iba a fallar porque ella tenía miedo? Ella podría
tener miedo de muchas cosas, pero ni una sola vez había permitido que el miedo la
detuviera de hacer cualquier cosa que quería hacer. De hecho, muchas veces, el
miedo le espoleó, porque ella estaba tan decidida a no permitir que la dominara.

Comenzó a deslizarse por la abertura estrecha y algo la detuvo. Algo


completamente invisible. Ella extendió la mano y sintió la barrera. Un escudo.
Parecía estar construida de notas, como la música dentro de su cuerpo. Nunca
había encontrado una cosa así antes, pero su mente sabía todo acerca de
rompecabezas y patrones. Ella amaba Boulder 1 porque era un mundo de
rompecabezas y patrones. Podía ver un problema frente a ella y su mente se
festejaba en él, necesitando resolverlo.

No sabía si la naturaleza había tejido esa apretada red, o si alguien más lo había
hecho, pero sabía que tenía que resolverlo. La compulsión estaba en ella y no había
marcha atrás. Se sentó frente a la apertura y levantó las manos en el aire, cerrando
los ojos y sintonizándose con los hilos invisibles de lo que veía como un arpa en su
mente. Las cuerdas del arpa estaban todas anudadas, formando una red apretada.
Ella simplemente tenía que desentrañarlas y ponerlas rectas de nuevo.

Era un patrón complicado, y se encontró completamente absorbida, olvidando a


Armend y las notas tristes en la niebla, y todo lo demás, incluso el dolor en su
cuerpo mientras ella trabajaba para resolver las cuerdas del arpa. Todo tenía que
ser revertido y ella tenía que hacerlo solo por el sonido. No había escudo visible,
sólo una canción que ella sintió en su cuerpo.

1 una modalidad de escalada que consiste en el planteo y la resolución de problemas en alturas que no exceden los

cuatro metros de altura y se realizan sin elementos de seguridad como arneses o cuerdas

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Tardó dos horas, lo sabía porque había mirado su reloj. Estaba temblando de frío,
la ropa húmeda por la espesa niebla para el momento en que había enderezado
todas las cuerdas y sabía que podía caminar a través de la entrada. Sintiéndose
triunfante, se puso de pie y, empujando la mochila delante de ella, entró. En el
momento en que lo hizo, las notas desesperadas se desvanecieron, quedándose
atrás en la niebla espesa.

La oscuridad se la tragó al instante y, con ella, llegó el golpe de su corazón. Fuerte.


Terriblemente alto. Saco su linterna y examinó cuidadosamente el camino delante
de ella. El túnel era estrecho, pero aun así, ella podía caminar erguida a través de
él. Escudriñó el suelo cuidadosamente por rastros de animales. No podía ver que la
tierra hubiera sido perturbada. Estaba bastante segura de que si lobos ocuparan la
cueva, habría pruebas, como una manada rodeándola y comiéndosela.

Siguió hacia adelante. Su corazón continuó martilleando, sin importar lo mucho


que intentara respirar fuera el miedo. Se movió por el pasillo estrecho, dándose
cuenta de que no solamente iba más profundo en la cueva, sino hacia abajo
también. El ángulo no era muy empinado, pero aun así, se dio cuenta de la pesada
roca sobre su cabeza. La cueva tenía techos altos y cuanto más se adentraba ella,
cuanto más alto el techo se volvía.

Se detuvo cada pocos pies para alumbrar con su linterna en todas las direcciones.
Quería ver las paredes que la rodeaban y el techo encima de ella. No había
ninguna señal de lobos o cualquier otro animal y ella se estaba emocionando
mucho de que podría haber encontrado el lugar ideal para cazar sus piedras sin
que Armend o sus amigos la encontraran.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

El estrecho pasillo bruscamente se amplió y tuvo una opción para ir a la izquierda


o a la derecha. Escuchó la canción en sus venas y eligió la derecha. El túnel era
corto y se abrió casi de inmediato en una cámara amplia. Era hermoso. Las paredes
brillaban cuando dirigía la luz sobre ellas. Algo le atrajo hacia la parte de atrás y
siguió esa necesidad. Teagan colocó su mochila contra la pared más lejana al lado
de la otra apertura, cuando dirigió la luz allí, parecía ser una entrada a otra
cámara, sólo un poco más pequeña. Entró a mirar a su alrededor.

La tierra se había sido movida recientemente. Podía verlo y cuando alumbro con la
linterna sobre la tierra recién perturbada, vio gotas de sangre de color rojo oscuro.
Mucha. Y sin duda era reciente. Su corazón dejó de golpear. Dejó de latir. Estaba
tan segura de que su corazón dejó de latir, que puso la mano sobre su pecho y
abrió la boca para inhalar el aire. Sangre. Allí mismo, en la cueva con ella. ¿Ahora
qué?...

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Dark Ghost

Capitulo 2

T eagan se encontró siguiendo el rastro de la sangre a través de la pequeña


cámara, abajo más lejos en la tierra. La cueva era mucho más caliente a medida
que iba más profundo. Debería haber sido más fresca, y eso la hizo preguntarse si
habría actividad volcánica debajo de ella. El pensamiento la hizo detenerse, pero la
compulsión de seguir el rastro de sangre era demasiado fuerte como para
ignorarlo.

Se arrodilló al lado de una salpicadura de sangre especialmente grande, una


salpicadura de color rojo oscuro y tocó la sustancia con dedos temblorosos. Se
sentía pegajosa, como si se hubiera congelado allí unas horas antes. En el momento
en que la tocó, algo dentro de ella respondió. Sincero. Necesitado. Ella debería
haber limpiado la sangre de sus manos en la tierra, pero no podía obligarse a
hacerlo. En cambio, cerró los dedos apretados en su palma, como si estuviera
sosteniéndolo allí. Instintivamente sabía que la víctima era un hombre, y tenía que
llegar a él. Ella tenía que salvarlo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Teagan lo encontró en la cuarta cámara. Era una habitación pequeña,
completamente a oscuras, y se veía como una tumba abierta. Su linterna captó el
borde de su cuerpo, tendido en el suelo cerca de dos pies de profundidad. La tierra
se había llenado en torno a su cuerpo, pero su cara y el pecho no estaban cubiertos.
Su boca se secó y su garganta se cerró. Le fue imposible respirar por un breve
momento.

Ella no podía correr y no podía seguir adelante. Sólo podía estarse quieta, orando,
con la linterna sacudiéndose en la mano. Lo miró fijamente, su corazón
funcionando de nuevo cuando la canción en sus venas estalló en un crescendo,
como si en algún lugar sobre o por debajo de este hombre estuviera la misma
piedra que necesitaba para curar su abuela. Ella se acercó más, aunque se resistía,
tenía miedo de que él realmente estuviera muerto, y no podía soportarlo. Pero si él
todavía estaba vivo, tenía que ayudarlo.

Teagan obligó a sus pies a trabajar, para pasar a su lado, dejándose caer de rodillas
para sentir el pulso en su cuello. En el momento en que le tocó, el terrible temor
aumentó. Ella lo necesitaba vivo más de lo que necesitaba otra cosa. Tenía que
vivir. Esperó oír su ritmo cardíaco. Oro por él. No había nada en absoluto. Ni
siquiera el hilo tenue de un pulso.

Un pequeño gemido de miedo escapó. No de él. Por él. Por ella. Ella sabía, en el
fondo, que había venido a este lugar para salvar a este hombre, pero sus heridas le
habían retrasado. Lentamente puso su cabeza sobre su corazón. Extrañamente, su
cuerpo estaba caliente, aunque si estuviera muerto, lo había estado por un par de
horas, por lo que debería haber estado frío. Apretó la oreja a su pecho y contuvo la
respiración para no hacer el más mínimo ruido. No había latido discernible,
aunque sentía los músculos pesados definidos en su pecho.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Su camisa estaba ensangrentada y desgarrada. Había terribles heridas en el pecho.
Heridas abiertas. Heridas que ella sabía que deberían haberlo matado y
probablemente lo habían hecho, pero aún así, ella lo necesitaba vivo y no sabía por
qué, pero la necesidad era tan fuerte que la sacudió con fuerza. Más, había
evidencia de viejas heridas. Cuatro de ellas. Una en cada hombro y una en cada
lado. Cicatrices circulares que eran de unas buenas dos pulgadas de diámetro. Este
hombre había visto la batalla.

Cerró los ojos, dolor aplastando su pecho. La necesidad de llorar por el dolor se
levantó en ella como una marea, saliendo de la nada, pero tan fuerte que otro
sonido escapó, un grito de agonía que parecía terriblemente ruidoso en el silencio
de la cueva. Ella no conocía este hombre, pero el golpe fue tremendo. Colocó su
mano delante de la boca para tratar de sentir el aire.

― Vamos, cariño, ― dijo en voz baja. ― No puedes estar muerto. Inconsciente está
bien. Puedo tratar con inconscientes, pero tienes que volver a la tierra de los vivos.
― Ella se atrevió a presionar sus labios contra la oreja, con la necesidad de que la
escuchara. Estaba tan caliente, parecía imposible que lo hubiera perdido antes de
que hubiera tenido la oportunidad de salvarlo.

― Quédate aquí conmigo. No te vayas. Vuelve a mí. ― Ella no sabía por qué
estructuró su súplica de esa manera, pero la compulsión dentro de ella, la que le
decía que no podía dejarlo ir, obligó a salir las palabras desgarradoras, no de su
corazón, sino de su alma dolorida.

Su piel estaba pálida, y la de ella era más oscura, un café leche mocha suave, su
abuela siempre la había descrito así. Su madre era afroamericana pero su padre era
de raza blanca. Él había sido un hombre de negocios que había perseguido a su
madre y luego la dejó al momento en que se enteró de que estaba embarazada.
Técnicamente, sus tres hermanas eran medio hermanas, pero ni una sola vez
alguna de ellas actuó como si ella no fuera parte de ellas. Ellas la llamaron su
corazón, porque la abuela Trixie siempre le llamaba así.

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Dark Ghost
Ella podía sanar. Siempre había tenido un don extraordinario para hacerlo, pero no
podía curar a los muertos. No podía resucitar a los muertos. Su garganta se cerró
en señal de protesta. Este hombre no podía haberse ido, fuera de su alcance. Se
inclinó de nuevo, arrastrando sus dedos suavemente sobre su pecho como si la
pequeña sensación pudiera penetrar profundamente en su corazón.

― En serio, abre los ojos en este momento.― Ella trató de dar una orden. En su
lugar, se trató de una declaración de culpabilidad.

Las lágrimas quemaron sus ojos mientras miraba hacia abajo a su hermoso rostro.
Era hermoso. Incluso en la muerte, era hermoso. Si hubiera sido un artista, sería el
hombre que ella querría para esculpir. Dibujar. Para poner en cualquier medio
para preservar.

Sus pestañas revolotearon, y su corazón se agitó junto con ellas. La respiración


apresurada en sus pulmones. Ella lo miró fijamente. Sus párpados permanecían
cerrados. ¿Había sido una ilusión? Ella había plantado la linterna en el suelo, la luz
radiante hacia el techo, proyectando un resplandor sobre él, pero la mayoría de él
estaba en las sombras. Tenía que haber sido una ilusión. Pero aún así...Su corazón
empezó a latir de nuevo. Si él estaba vivo o muerto, ella no lo iba a dejar en este
estado.

― Oye, guapo, voy a correr hacia atrás y conseguir mi paquete. Puedo limpiarte
las heridas. Eso es lo menos que puedo hacer por ti.― Mientras hablaba le susurró
al oído, su mano fue a su pecho, directamente sobre su corazón. Con la esperanza.

Ella estaba todavía orando. Necesitaba que estuviera con vida, pero no había
indicios de ningún tipo. Empujando un sollozo, se puso de pie, haciendo una
mueca cuando su pierna protestó, cuando su rostro le dijo a ella que la hinchazón
no había bajado en absoluto. Echó un vistazo a su reloj mientras se apresuraba a
través de las varias cámaras, hacia la que había dejado su mochila. La puesta del

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sol se acercaba y con suerte, ya que Armend y sus amigos no la habían encontrado,
no lo harían al caer la noche. Ella sería capaz de descansar.

*********************

André sólo tuvo un sueño en toda su existencia, uno que era recurrente, y era una
pesadilla - o más precisamente, una memoria que deseaba olvidar. Él dormía el
sueño de los Cárpatos. Su corazón se detuvo. Su aliento ido. En esencia, según los
estándares humanos, estaba muerto. Una parálisis se apoderó de él y no podía
moverse, incluso si su mente seguía activas. Pero tenía que estar soñando.

Una voz suave, la voz de una mujer. Su compañera. El susurro de un toque contra
su piel. La pequeña suplica tocó su corazón a pesar de que no estaba latiendo.
Soñaba en colores. Brillantes, colores vivos. Ella era tan hermosa, tan real, cada
color distinto, no el sangrado gris en él, pero detrás de sus ojos, en su cerebro.
Azules, verdes y rojos vibrantes.

Luchó para levantar las pestañas, para abrir los ojos para ver. No se había
enterrado por completo en el suelo como él debió hacerlo. Había perdido
demasiada sangre y sabía que sus salvaguardas eran fuertes. Los vampiros habrían
ido a tierra también. Todos ellos resultaron heridos, incluyendo a Costin Popescu,
el maestro vampiro. Sabía que estaba lo suficientemente seguro y estaba
demasiado cansado para hacer otra cosa que tumbarse en el suelo fresco y limpio.

Se quedó allí, ahora su corazón comenzó su renacimiento lento. Tomó su primer


aliento, absorbió su perfume en sus pulmones. Ella era real. No sabía cómo sentirse
acerca de ello después de siglos de cazar para ella. Siglos de renunciar a ella. Siglos
de estar tan solo, no sabía cómo estar con nadie más, o incluso la forma de ser de
carácter educado.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
En el breve momento en que había logrado vencer a la parálisis abrió los ojos lo
suficiente para vislumbrar que ella era real, no un producto de su imaginación,
porque la vio en todo su glorioso color. Aún así, ¿cómo había entrado en su
habitación de dormir? ¿En su cueva? Él había puesto salvaguardas. Un complejo
entramado de garantías, no en base a las salvaguardas de los magos, pero unas que
él había inventado para sí mismo durante siglos. Salvaguardas que no deberían
haber sido penetradas.

Tenía que estar soñando. ¿Pero en color? Nada tenía sentido. En el momento en
que su corazón comenzó a latir, la sangre comenzó a fluir desde las diversas
heridas en su cuerpo. El hambre golpeó. Arañando. El dolor tenía que ser apagado.
Automáticamente reparó el daño interno de su cuerpo, incluso mientras su mente
recordaba cada detalle del breve vistazo.

Su compañera había sido muy ligera, muy pequeña, pero podía ver el acero en ella.
La determinación. Ella era hermosa, más hermosa que cualquier mujer que hubiera
visto en su vida, lo que en sí mismo le había dicho, que él estaba soñando. Su piel
era increíble, una extensión suavemente oscura, a la que cualquier hombre tendría
un momento difícil resistiéndose al contacto. Pero ella había estado cubierta de
hematomas. Podía ver el azul y el negro en la mezcla que coloreaba por la mejilla,
por su ojo y a lo largo de su mandíbula. Tenía la cara hinchada, el labio roto.

Tenía una hermosa boca, inclinada en las esquinas, un acogedor arco, dientes
pequeños y blancos. Sus ojos eran de un chocolate negro, oscuro. Las pestañas que
les rodeaban estaban rellenas y muy negras.

Su cabello era largo, de un negro brillante, no gris opaco, recogido en trenzas


intrincadas y después, peinada hacia atrás en una cola de caballo de pequeñas
trenzas. La cola de caballo era fácilmente tan gruesa como su brazo y llegaba a su
cintura. Cuando ella se alejó de él, ella cojeaba. Tuvo que haber estado soñando,
porque ¿cómo podía ser real después de todos esos largos siglos? Y ¿cómo podía
haber llegado más allá de sus salvaguardas?

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Se quedó muy quieto, absorbiendo el ambiente de la cueva. Sus sentidos le dijeron
que no estaba solo. Él lo olió. Había una mezcla de aire fresco, de niebla, montañas,
sudor y algo más, algo que le llamaba, como un olor particular en un viento de
verano. Casi como la tierra olía después de una lluvia fresca. Necesitaba más.
Quería más.

Él la escuchó entonces, ella se movía suave mientras volvía a él, tal como había
prometido. Pensó que estaba muerto. Había oído el dolor en su voz. Ella le había
pedido que se quedara. Que volviera a ella. Que viniera a encontrarla ¿Había
estado a punto de morir? Él lo dudaba. Tenía trabajo que hacer. Varios vampiros
que matar. Él no los habría dejado con vida para dañar a otros.

Dejó caer una mochila que era casi tan alta como ella en el suelo al lado de la
entrada a la pequeña cámara. Ella tenía una linterna en la mano, el baile de luz a lo
largo de las paredes mientras se apresuraba hacia él. Podía ver los colores de la
pared. Las ricas vetas de diversos minerales y las pocas gemas que brillaban a la
luz. El borde de la luz atrapada en una roca cristalina que sobresalía de la pared. Él
recordaba la formación desde su juventud, y se sorprendió de que no se hubiera
dado cuenta, hasta que la luz danzante corrió por ella.

Su olor lo envolvía. Esta vez reconoció la interesante mezcla de flores silvestres y la


lluvia. Él la inhaló. En el momento en que lo hizo, ella gritó y cayó al suelo junto a
él.

― Estás vivo. Oh. Mi Dios. Estás totalmente vivo.

Sus manos recorrieron su pecho. Su toque era un peso pluma, pero en todas partes
que las yemas de sus dedos tocaron, sintió calor y algo más, algo que penetró
profundamente, a través de su piel. Él reconoció el toque de un sanador natural.
Ella tenía un inmenso poder. Se quedó muy quieto, escuchando la cadencia
musical de su voz. El sonido de ella pulsó un acorde de respuesta en él.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Se dio cuenta de que hablaba inglés. No cualquier inglés, Inglés Americano. Ella no
era de los Cárpatos. Ella no se sentía Cárpato. Pero ella le pertenecía.
Absolutamente le pertenecía a él. Volvió la cabeza y entrecerró los ojos fijos en su
presa. Ver la hinchazón en su cara le dolió. Un dolor real. No podía dejarla así. El
se negó. Ella era una sanadora increíble y debería haberse curado a sí misma antes
de correr temerariamente en una cueva. ¿Qué le pasaba a ella que no veía el
peligro para sí misma, incluso ahora? Porque ella estaba en peligro. ¿No lo sentía?

Él estaba muriendo de hambre. Había perdido mucha sangre, y allí estaba ella,
doblada sobre él, su garganta expuesta, su pulso acelerado, su corazón llamando al
suyo. Podía oír el flujo y reflujo de su sangre. Olerlo incluso, a través de la herida
en la boca. El desgarro. Alguien le había hecho daño a su compañera hace muy
poco. Un hombre. Podía oler la testosterona en ella. Su camisa desgarrada, la
exposición de la curva de su pecho. Ella era pequeña, pero podía ver la pequeña y
hermosa curva y le dolía.

El dolor no era suficiente para mantener a la bestia en la bahía. Alguien había


intentado hacerle daño. Levantó la mano a la cara, su pulgar deslizándose
suavemente sobre la hinchazón amoratada.

― ¿Quién te hizo esto? ― Su Inglés era bueno, pero tenía un acento Inglés. Él
estaba más familiarizado con el acento Americano. Sus primeras palabras a su
compañera. Hablaba en voz baja, con la voz en un tono bajo, pero había un claro
gruñido, una nota que hizo que todo su cuerpo se contuviera. Ella apretó los labios
y luego hizo una mueca. ― Vamos a concentrarnos en ti. Tus heridas son horribles.
Soy Teagan. Teagan Joanes.

― No quiero invadir tu privacidad, tomando esa información de ti, pero me niego


a discutir. Dame su nombre.

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Sus largas pestañas barrieron hacia abajo y luego hacia arriba. Se dejó caer sobre
los talones, haciendo una mueca mientras lo hacía, como si ese movimiento doliera
también. Vio temor en sus ojos oscuros, los inicios del miedo.

Él sabía lo que veía. Él había alarmado a los seres humanos durante siglos y ella
era definitivamente humana. Si hasta había alarmado su propia especie. Él no era
un hombre para jugar. Pero su primera obligación era la seguridad y la salud de su
compañera, no al revés. Miedo o no, él conseguiría su respuesta.

― Armend Jashari, ― respondió ella, con la voz en un susurro. ― Él está en algún


lugar detrás de mí. Me dijo que tenía amigos de camping cerca y que iban ...― Se
interrumpió.

Él frunció el ceño y decidió tomar la información de ella. Él no era del tipo de


persuadir. Esto era demasiado importante. Necesitaba saber lo que este hombre le
había hecho y lo que pensaba hacer. El necesitaba curar a su mujer y decidir un
curso de acción. Su aturdimiento no estaba ayudando a la situación en absoluto.

― Mírame, ― ordenó, manteniendo la voz baja.

Deliberadamente no se movió de su lugar de descanso, lo que le permitió


mantener una falsa sensación de seguridad. Su mirada saltó a la suya. Él no le
permitió mirar hacia otro lado. En el momento en que sus ojos oscuros se
encontraron, él susurro su orden a ella, para que aceptara su abrazo oscuro. Se
sentó, tirando de ella en sus brazos, su mente llegando a la de ella, empujando las
barreras del pasado, en busca de información.

Se encontró gruñendo. Letal. Furioso. Su compañera había estado en peligro, casi


violada. Ella había sido golpeada. Por un hombre en quien confiaba, un hombre al
que pudo ver en sus recuerdos, el que ella creía que había sido su amigo, la había
asaltado y luego la amenazó.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Armend Jashari estaría recibiendo la visita de él, y luego Armend Jashari sabría lo
que era el verdadero terror. Él puso sus manos en su cara suavemente, la yema de
un dedo sobre el desgarro irregular en su labio. Ante todo, antes de que él se dejara
probarla, tenia que detener la necesidad arañando terrible en su cuerpo por
sustento, se vio obligado a sanarla. No podía mirar un segundo más su rostro
magullado, o sentir su malestar y dolor golpeando en él.

André se envió a sí mismo fuera de su cuerpo. Dejándose ir para convertirse en luz


curativa pura, siempre había sido un poco difícil para él, pero esta vez, por
primera vez, lo hizo con tanta facilidad. Para ella. Para su compañera. Saboreó la
palabra cuando él entró en su cuerpo y empezó a curarla desde el interior.

No se olvidó de examinar su pierna, de la que había estado cojeando, cuando ella


se alejó para llegar a su mochila. Él encontró moretones oscuros casi hasta el hueso.
Ella había sido golpeada duro, lo suficientemente fuerte para hacer daños
importantes.

Jashari iba a pagar por eso también. André se aseguró de que cada lugar dañado en
su cuerpo fuera sanado antes de regresar a su propio cuerpo. El dolor de sus
heridas sacudió a través de él. Se había detenido la hemorragia, pero había sufrido
una pérdida severa. El necesitó. La necesidad se hacía desesperada. Más. Mucho
más. El olor de su compañera le llamó. Ya podía saborearla. Una adicción perfecta
que él anhelo para todos los tiempos, nunca sería capaz de conseguir suficiente.

Él la tomó en sus brazos, envolviéndola cerca de él para calentarla. Su cuerpo se


estremeció contra el suyo, y ella parpadeó, mirándolo a la cara. Parecía un poco
asustada y él sabía que ella estaba saliendo de debajo de su control. Una parte de él
quería eso, pero él sabía que no estaba todavía lista para entender que ella vendría
a su mundo y lo que eso significaría para ella.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― Estás a salvo conmigo, Teagan, ― dijo. ― Más segura de lo que alguna vez has
estado en tu vida. Cuando tú tengas miedo, ven a mí.

Empujó su mente otra vez para enviarla más profundo hacia abajo, cuando sus
labios encontraron el pulso latiendo con fuerza en la garganta. Su lengua acarició el
latido rítmico que le dijo que estaba viva y sana.

La besó en los latidos del corazón. Escuchándola. Absorto en ella. Saboreó. Su


compañera. Un regalo más allá de cualquier precio. Un tesoro. Suyo. Sus dientes se
hundieron profundamente y el sabor de ella, irrumpió a través de su boca. Había
pensado que los colores que ella había vuelto a él eran cegadores y vibrantes, pero
no tenía idea de lo que era el verdadero regalo, no hasta ese momento.

El hambre tomó su cuerpo, fuerte y terrible. No era la adicción a la sangre, sino


físico. Su polla se hinchó. Sus terminaciones nerviosas cobraron vida. La vida llegó
a su cuerpo. La belleza de esto era dolorosa y sin embargo, un milagro que nunca
había considerado o esperado. Su cuerpo ansiaba el suyo. Así como la necesidad
del sabor de ella, picante y adictivo, se instaló profundamente en sus venas, la
necesidad de su cuerpo se instaló profundamente en sus huesos. No dudó. Había
esperado siglos por su mujer. Más allá de siglos. Ella era su recompensa. Ella era su
milagro. Ella era…suya.

Te avio päläfertiilam - Eres mi compañera eterna. Las palabras de la unión ritual,


resonaron profundo. Su lengua antigua se levantó como las mareas de su propia
alma.

Teagan Joanes era la otra mitad de su alma. Él no cuestionó por qué o cómo.
Simplemente lo era. Y él fue conducido, por el destino, para sellar sus almas juntas.

Éntölam kuulua, avio päläfertiilam. Te reclamo como mi compañera eterna.

Saga Cárpatos
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Ted kuuluak, kacad, kojed. Te pertenezco.

Eso en sí mismo era un milagro. Pertenecer a alguien. Pertenecer a alguna parte.


No había tenido una casa en siglos. Incluso los recuerdos de la infancia se habían
desvanecido. Ahora era estaba pequeña mujer - este pequeño recipiente, llevaba su
vida en ella. Se obligó a cerrar los pequeños pinchazos en su garganta.

Élidamet andam. Te ofrezco mi vida por la tuya.

Pesämet andam. Te doy mi protección.

Uskolfertiilamet andam. Te doy mi lealtad.

Su cuerpo era muy cálido y encajaba perfectamente con el de él. Ella se movió
inquieta en sus brazos. Agitó la mano para eliminar todas las manchas de sangre y
los jirones de su camisa de su pecho para que estuviera apretada contra él.

Instintivamente volvió la cara contra su corazón, sus labios frotando suavemente


sobre los latidos de su pulso, tan fuertemente allí. El simple movimiento inflamó
su cuerpo y se deleitó en su capacidad de sentir. De volver a la vida. De saber que
la mujer en sus brazos era verdaderamente suya. Le susurró la orden de que se
alimentara, que tomara su sangre. Necesitaba que el primer intercambio de sangre
con ella fuera completo, para completar la unión ritual.

Ella estaría siempre unida a él, incapaz de estar lejos de él por mucho tiempo, al
igual que él sería lo mismo con ella. Serían capaces de hablar de mente a mente. Él
siempre sabría lo que necesitaba o quería y podría ver cada necesidad o deseo.

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Dark Ghost

Más que cualquier otra cosa, en este momento, tenía que sentir su boca sobre él,
tomando su sangre en ella para conectar de la manera más profunda posible, de
manera que la unión de sus almas duraría para todos los tiempos, en este mundo y
cualquiera que viniera después.

Trazó una línea delgada sobre su pulso con una uña afilada. Su sangre filtrándose
y él apretó su boca sobre ella, su corazón latía con fuerza mientras sus labios se
movían. Era erótico, tanto era así, que no podía moverse ni respirar por un
momento. También fue hermoso para él. Podía sentir la conexión creciendo
rápidamente entre ellos.

― Sivamet andam. Te doy mi corazón ― Habló en voz alta en los dos idiomas
porque más adelante, más tarde, cuando él le permitiera recordar, quería que ella
supiera lo que ella significaba para él. Lo que acababa de darle a ella y lo que exigía
de ella. Era una entrega total por ambas partes. Desde que había sido un chico,
nunca había tenido un corazón para dar a cualquier persona hasta que ella llegó a
su mundo.

― Sielamet andam. Te doy mi alma. ― Su alma siempre había sido suya. Había
caminado por siglos, media vida, siempre la oscuridad en él, cada vez mayor
debido a que su otra mitad tenía la luz que necesitaba para existir. Vivir. Ella hizo
un sonido y la palma se deslizó por su pecho, por encima del hombro para
enroscarse en la longitud de su pelo.

Él era un antiguo y llevaba el pelo, como su pueblo en la antigüedad. Era grueso y


largo y mantenido hacia atrás con un cordón de cuero. Su pelo siempre había
tenido demasiadas olas en él y, a veces, como ahora, había largas, espirales poco
viriles, pero nunca se había molestado en cambiarlo aún en su mente. Ahora a él le
gustaba que sus dedos buscaran un solo espiral y se deslizara a través de él.

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― Ainamet andam. Te doy mi cuerpo. Sivamet kuuluak kaik että un ted. Tomo bajo mi
cuidado lo mismo que es tuyo.

Nunca le había dado mucha consideración a las relaciones sexuales. Él había


aprendido todo lo que pudo al respecto, porque a lo largo de los siglos, los
Cárpatos adquirían el mayor conocimiento posible sobre todos los temas que
podían. Era un truco que utilizaba, una forma de mantener sus mentes ocupadas, y
les servía bien. Ahora él estaba agradecido por esos largos siglos de estudio.

Había estado tan alejado de esos estudios, que absorbió todas las posiciones
eróticas, todos los sentidos en que un hombre podría tomar a una mujer para
complacerla y dar placer a ella. Todo camino en que una mujer podía complacer y
dar placer a un hombre. Con la boca de Teagan moviéndose contra él y su polla
completamente dura y palpitante, todas esas imágenes fueron lo que más le
preocupaba.

Sívambin olenszal Ainaak. Tu vida será venerada por mí para toda la eternidad ―
Más que apreciada. Ella sería adorada. Ella sería su todo.

Ella se movió inquieta, la sangre en las venas espesa con deseo. Tuvo que detener
su alimentación. Ella había tomado lo suficiente para un intercambio, y no se
atrevía a perder mucha más sangre. Ya que sólo había tomado lo suficiente de ella
para salir del paso hasta que fuera a cazar al hombre que había intentado violarla.

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― Te élidet ainaak Pide del minan. Tu vida estara por encima de la mía en todo
moemento. ― Y eso significaba que cualquier enemigo de ella tuviera era su
enemigo. Cualquier enemigo nunca podría tocarla. Sus enemigos no durarían
mucho tiempo. Insertó suavemente sus dedos entre su boca y la herida en su
pecho. Su lengua instintivamente siguió el pequeño goteo de perlas rubí lejos del
corte. El movimiento fue naturalmente sensual, y su aliento siseó de sus pulmones
mientras cerraba la herida y le alzó la cara hacia arriba a la suya, con dos dedos,
forzando los ojos para encontrarse con los suyos.

― Te avio päläfertiilam. Eres mi compañera eterna.

― Ainaak sivamet Oleny jutta. Para toda la eternidad.

― Ainaak terád vigyázak. Siempre a mi cuidado.

Él tomó su boca. Amable. Reverente incluso. Degustando de la mezcla de la sangre


que fluía ahora, junta para formar un camino mutuo. Cerró los ojos, saboreándola.
Saboreando el momento. Ella lo recordaría todo como si fuera un sueño. Quería
eso para ella. Quería que ella se acostumbrara a su mundo poco a poco, tomando
un poco a la vez por lo que no estaría demasiado asustada y ella sería capaz de
aceptar su suerte con el tiempo.

Utilizó su lengua en lugar de su mente para eliminar toda evidencia de su sangre


de sus labios y boca. Le encantaba tocarla. Le encantó tenerla al lado de su piel. Le
gustaba especialmente la seda de su pelo en su contra. Las sensaciones eran
sensuales. Las ansiaba ahora que podía sentir. Cada sensación que le podía dar.

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¿Cómo iba a dejarla ir, aunque fuera por un momento, después de esperar tanto
tiempo por ella? Sin embargo, él la dejó a un lado, a regañadientes dejó el calor de
su cuerpo. Respiró y dio la orden para que se despertara completamente. Sus
pestañas revolotearon. Levantándose. Se encontró mirando directamente en sus
oscuros ojos derretidos de chocolate. Así que un hombre oscuro podría perderse
allí.

Ella levantó una mano temblorosa y tocó sus labios, su mirada moviéndose sobre
su pecho, un pecho que no tenía camisa, pero revelaba músculos pesados, cuatro
cicatrices y heridas que fueron sanadas mayormente circulares. Completamente.
Absolutamente sanado. Curado. Tragó saliva y miró su reloj.

― Siento que me he perdido algo importante.― En el momento en que ella


hablaba, se tocó el labio donde había sido lastimado, sobre todo cuando hablaba.
Su mano se movió de su labio a la cara donde se había hinchado.

Él sonrió para tranquilizarla. ― Yo también soy un sanador. La visión de verte


magullada y maltratada era aborrecible para mí. Ningún hombre debe poner sus
manos en una mujer así. Especialmente en ti. Me sentí obligado a curarte, ―
agregó con sinceridad. ― ¿Tienes algún dolor en absoluto? ― Porque él empezaría
todo de nuevo si así era.

Ella negó con la cabeza. ― Se suponía que yo te curaría.

Sonaba un poco decepcionada y escondió una sonrisa. Se había olvidado de


sonreír. Dudaba que hubiera sonreído mucho. La sensación era maravillosa y un
poco chocante. ― La próxima vez. Yo en serio no podía permitir que estuvieras en
dolor.

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― ¿Eres un empático? ― Sus ojos estaban puestos en el pecho.

Ella tuvo un momento difícil para retirar su mirada, y él estaba repentinamente


agradecido de no haberse puesto una camisa limpia. Eso significaba que tendría
que fabricar un alijo de ropa, por el momento, lo suficiente, para que creyera que se
estaba en su mundo, tan suavemente como fuera posible.

Le gustaba su pecho y los músculos allí. Tenía un montón, por tantos siglos de
lucha con los no-muerto. Él también tenía un par de cicatrices, incluyendo las
cuatro circulares que nunca abandonarían su cuerpo. Los Cárpatos raramente
tenían cicatrices. La herida tenía que ser mortal, Y él había tomado algunos golpes
muy desagradables en su corazón, cuando un maestro vampiro casi había
conseguido extraer el órgano de su cuerpo.

Él había sido afortunado en ese momento. La habilidad había tenido poco que ver
con salvar su vida, a pesar de que su vasta experiencia sin duda le había ayudado.
Lo peor de la cicatriz estaba allí, y vio caer su mirada a ella varias veces, sin duda,
preguntándose por qué la cicatriz era del tamaño de un puño y parecía como si un
animal hubiera tratado de rasgarlo para abrirlo.

― Soy André...André Boroi ― Su corazón saltó cuando él pronunció ese precioso


apellido, el apellido que realmente significaba algo para él. El que había prometido
nunca usarlo a menos que lo utilizara con su compañera de honor. Por respeto.

― Es un placer conocerte, Teagan Joanes.

Ella no le dijo nada. Sus ojos le dijeron que tenía miedo y él no la culpaba. Era uno
de los Cárpatos y eso significaba que era un depredador. No había duda de que lo
mostraba en sus características, en sus ojos, probablemente incluso en su cuerpo.
No quería que su compañera se asustara, pero allí no había un apaciguamiento de
qué o quién era.

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― ¿Que te pasó? ― Su voz era muy suave, temblando aún. Sus manos cayeron a
sus rodillas, los dedos torciendose juntos.

Ella había sido atacada por un amigo. Él era un total desconocido y estaban solos
en una cueva. Su miedo lo venció, haciendo que un nudo se creara en su vientre. Se
encontró con una reacción física violenta e inesperada a su miedo, interesante y
todavía preocupante.

― Quédate tranquila, Teagan.― Dejó bajar su voz un poco, con un tono hipnótico.
Uno calmante. ― Estás segura conmigo. Yo nunca te haría daño.

Sus pestañas revolotearon. No podía dejar de mirarlas. Tenía largas pestañas


gruesas que se enroscaban sólo un poco en los extremos. Eran como la
medianoche, negras, al igual que su pelo. Negras, no gris. A él le gustaba eso.

Se humedeció los labios con la punta de la lengua y de inmediato su atención


estaba en sus labios, en esa pequeña reverencia perfecta y suave de su boca. Se
encontró fascinado con su boca. Su piel era hermosa, impecable, y tan suave como
parecía. Lo sabía porque la sensación de ella ya estaba impresa en su mente.

― Estás mirándome, ― dijo en voz baja.

― Eres muy hermosa. Nunca he visto a una mujer tan notable como lo eres tú.

Ella frunció el ceño. ― Yo no lo soy, tú lo sabes. Bonita. Yo soy solo yo. Me gusta
ser yo, y yo no necesito elogios ni mentiras para hacerme sentir bien.

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Tocó su mente ante el pronto feroz destello de orgullo en sus ojos. Vio a sus
hermanas, las mujeres que veía como hermosas. Todas eran altas con un montón
de curvas. Sus hermanastras. Las amaba y pensaba que eran las mujeres más bellas
de la faz de la tierra. Sacó su reciente encuentro con Armend Jashari de su cerebro,
escuchando las cosas feas que le había dicho a ella.

Frunció el ceño. ― Ainaak enyem, para mí, no hay nadie más hermoso por una
variedad de razones. Yo amo tu aspecto. Tus ojos y tu piel, tu forma, pero más, la
forma en que me haces sentir. Nosotros estamos sentados en una cueva, ambos
heridos, ambos curanderos, y puedo sentir tu miedo, pero no me has abandonado.
No me abandonaste cuando me encontraste y eso tomó coraje. Y me parece que eso
eso te hace hermosa.

El toque de orgullo desafiante desapareció para ser reemplazado por una pequeña
sonrisa. ― Yo no soy tan valiente, André. Tengo miedo de todo, sólo que me niego
a ceder a él.

― No tengas miedo de mí, csitri. Te puedo decir esto. Hay pocos hombres
caminando en esta tierra más peligrosos que el que está en esta cueva contigo. No
voy a permitir que cualquier daño venga a ti. Ahora no. Ni nunca. Eso
simplemente es la verdad.

Su voz sonó con sinceridad. Él la miró a los ojos, esperando que ella le creyera. Él
no era un hombre que hablara mucho. De hecho, probablemente, este era el
momento en que más había hablado a cualquier humano. Pero él no quería que le
temiera. No le gustaba la forma en que sus dedos se retorcían en su regazo, ni el
ligero temblor que podía ver en sus manos, a pesar de que trató de esconderlo de
él.

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Ella le envió una leve sonrisa. No iluminó sus ojos, pero era real. Sus labios se
curvaron en más que un arco y un hoyuelo apareció poco profundo a cada lado de
la boca. ― ¿Se supone que eso debe tranquilizarme? ¿Que eres es más peligroso
que la mayoría de los hombres que caminan en la tierra? ¿Tienes alguna idea de
cómo suena? Por no hablar, que sólo podría ser un poco arrogante.

Él no iba a discutir. Él realmente no sabía qué decir. Él no estaba siendo arrogante.


No estaba jactándose. Él estaba declarando un hecho.

― No estoy acostumbrado a hablar tanto con otras personas, ― admitió. ― Tal vez
mi gramatica no es la correcta. Tampoco normalmente converso en esta lengua.

Parecía un poco aliviada. ― Claro. Eso tiene sentido. Gracias por la curación de mi
cara. Mi labio realmente estaba haciendo daño, me parecía un poco tonto ya que la
lesión era mucho más pequeña que las otras. ¿Cómo sabías que me dolía la pierna?

― Cuando te alejaste de mí, estabas cojeando. Te oí.

Sus ojos se movieron sobre su cara. Lo observaba. Ella estaba muy quieta, con
excepción de sus dedos retorciéndose en su regazo. No pudo evitarlo. Él puso su
mano muy suavemente sobre las suyas, su toque calmante. Al mismo tiempo, su
mente buscaba la suya. Él era muy cuidadoso con eso también. Sus ojos se
abrieron. Ella respiró hondo. ― ¿Me sientes? ¿En tu mente? ― Preguntó con
suavidad. ― Establecí una conexión cuando te sané. Eso a veces sucede. ― Estaba
siendo honesto, a pesar de que sabía que estaba engañándola sólo un poco.

― ¿Eres psíquico? ¿Puedes leer la mente? ― Preguntó Teagan.

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Él asintió con la cabeza lentamente. No podía negar que lo hacía y quería que se
sintiera cómoda compartiendo sus pensamientos y hablando telepáticamente entre
sí.

― Guau. Eso no es bueno. Eres muy hermoso, y no estoy segura de que quiera que
puedas leer algo de lo que estoy pensando sobre ti, ― espetó.

Eso fue lo último que se esperaba, y en algún lugar muy dentro, sintió el comienzo
de una sonrisa de nuevo. Esa no alcanzó su rostro, pero su boca se torció. Nunca le
había gustado la compañía de los demás. Él siempre se sintió demasiado
enjaulado. Demasiado expuesto. Y no le gustaba la charla inocua que siempre
parecía necesaria en compañía de otros.

Él no era bueno en eso y nunca lo sería. Francamente, escogió su propio camino y


lo siguió. Los sentimientos y las opiniones de los demás no entraban en la
ecuación. Había confiado en su propio juicio durante siglos y había aprendido de
dicha experiencia. Los agrupamientos menos civilizados era a los que podía hacer
frente mejor, por lo que a él concernía. La única compañía que alguna vez mantuvo
fue con sus hermanos semi-adoptivos, los trillizos que habían compartido su
juventud con él, pero nunca lo llamarían civilizado.

― No me importa si crees que soy hermoso. Eso es una buena cosa, ¿verdad?

Su sonrisa de respuesta tardó en llegar, pero algo de la tensión se dreno fuera de


ella. Estaba totalmente conectado a ella ahora y gradualmente empujó una suave
calma en su mente. ― Es algo bueno.

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Estaba exhausta. Había subido cuesta arriba todo el día y cubierto millas.
Necesitaba descansar, agua y alimentos. Su sangre había ayudado a reanimarla,
pero incluso esa inyección de energía no iba a durar mucho.

― Puedes organizar su campamento en una de las cámaras, ― dijo. ― Hay una


con chimenea, a la que se llega por allí. ― Él le indicó una estrecha abertura de la
que ella no se había dado cuenta. ― Puedes cocinar allí y descansar. Aunque me
gustaría saber cómo has llegado a través de las salvaguardas que coloqué en la
entrada de la cueva. ― Él podría haber tomado la información de ella, pero estaba
practicando siendo cortés. Si ella no le respondía satisfactoriamente, lo haría
entonces.

Su rostro se iluminó. ― ¿Fuiste tú? Eso fue tan increíblemente genial. Me tomó
mucho tiempo, pero realmente lo disfruté. Estableciste algunos patrones intensos.
Por supuesto, ya que eres psíquico, tendrías que serlo para hacer eso. Yo nunca
pensé en intentar algo así para guardar un lugar en el que estaba durmiendo.
Contigo herido tan severamente, pude ver el bloqueo de la entrada.

Ella todavía no le había dicho cómo lo había hecho. Le gustaba que ella no se
molestara, en vez de ello estaba emocionada por lo que podía hacer y con ganas de
intentarlo por su cuenta.

― Teagan.― Su nombre salió de su lengua, sonando extraño. Bonito. Su loca, y


atrevida mujer, no tenía nada que hacer por su cuenta. El sonido también fue su
única advertencia a ella. Él quería una explicación.

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― Veo los patrones y oigo las notas musicales. Tus salvaguardas eran una
combinación de ambos. Pude ver un arpa en mi cabeza, las cuerdas todas
enredadas y desordenadas. Tuve que acabar de ordenar todo cuidadosamente para
abrir el bloqueo.

Ella no sólo era hermosa, intrépida y atrevida, era brillante. Y era suya. Por el
momento, André apenas podía respirar con el conocimiento de que esta mujer era
la mujer que había buscado por siglos, y había renunciado a encontrarla, y luego
simplemente deshizo sus salvaguardas y caminó en su vida.

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Capitulo 3

A ndré salió de la cueva a la creciente oscuridad. Se estiró, sintiendo sus


músculos responder con gran expectativa. Estaba muriendo de hambre. La
necesidad arañando había comenzado la noche anterior y estaba mucho peor
ahora. Normalmente, eso era algo peligroso en un antiguo tan viejo como él, pero
tenía una compañera que le anclaba ahora. Podía vengarse y poner el miedo de los
demonios en Armend Jashari sin preocuparse de perder su alma en el proceso.

La niebla era espesa, pero él la alimentaba, añadiendo susurros aterradores a las


sombras oscuras, el fantasma era legendario por sus espectros. Nadie podría
enfrentar el terror del grupo de demonios que vivían dentro de la niebla, no
cuando era él quien los creaba. Los efectos de sonido eran particularmente buenos,
decidió. Nunca había tenido la capacidad de sentir los efectos antes o la
satisfacción de saber que si alguien se acercaba a su mujer, los fantasmas sin rostro
la protegerían.

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Había dejado a Teagan después de que ella montara su fuego y hubiera puesto una
olla para hervir agua para el té. Ella planeaba hacer una pequeña comida para ella
y se ofreció a compartir. Él amablemente se había negado, afirmando que tenía
negocios de los que cuidar. Ella lo había mirado fijamente, claramente recelosa del
negocio que posiblemente pudiera tener en las montañas, pero no hizo ninguna
pregunta.

Pensó que necesitaba estar lejos de su compañía. No compartía espacio con nadie
aparte de los trillizos, Matais, Lojos y Tomas, y aún así, viajó libremente con ellos.
Él luchaba, asesinaba y quemaba los cuerpos de sus enemigos. No conversaba con
ellos o se preocupaba por sus sentimientos. Él era un cazador de los Cárpatos,
cerca del final de su tiempo, no, más allá del final de su tiempo.

Ahora su mundo era diferente a causa de un pequeño milagro. Podía mirarla a los
ojos para siempre. Pero se había dominado. Ella había tenido un hombre
asaltándola, y él no necesitaba asustarla más de lo que ya estaba. Él estaba
empezando a traerla suavemente a su mundo y quería hacerlo de un pequeño paso
a la vez.

Se volvió hacia la entrada de la cueva y utilizo un patrón mucho más difícil para
sus salvaguardas. No tenía intención de mantenerla prisionera. Estaba seguro de
que ella podía salir si ella quería, pero tomaría tiempo. Tiempo que no tendría.
Tenía la intención de volver tan pronto como él hubiera tomado cuidado de
Jashari. Aún así, nadie más, como los amigos del no-muertos o de Jashari, serían
capaces de desentrañar las salvaguardas y cualquier vampiro pensaría que estaba
dentro de la cueva y no fuera de ella. Eso le daría una ventaja.

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Se movió con facilidad, el cambio barriendo a través de él cuando él tomó la forma
del ave nocturna. Estaba cómodo en la forma, era una segunda naturaleza para él,
al igual que el lobo y una variedad de otras formas. Él había estado cambiando
durante siglos y nunca había considerado lo extraordinario que era hasta el
momento en que él tomó el cielo.

El mundo era impresionante desde arriba. Incluso dentro de la densa niebla y la


pesadilla que lo envolvía y las voces que había creado, la noche era diferente.
Estimulante. No podía esperar para mostrárselo a Teagan.

Él sentía el viento en sus plumas, y en su cara a través del ave. Olió la montaña
salvaje y las criaturas que vivían en ella. La niebla húmeda se sentía como toques
suaves en el pájaro y a través de ella, en su piel. Ella había hecho eso por él.
Teagan. Ella había traído esto a él. Su propio milagro personal.

¿Cuántas veces se había deslizaba por el cielo en alas silenciosas, con los agudos
ojos del búho escaneando el suelo en busca de la presa? Millones. Tenían que ser
millones. Sin embargo, nunca había sentido. Por lo menos no recordaba sentir algo.
Rodeó alto porque podía, ahora fuera del banco de niebla, sólo para ver la forma
en que la astilla de la luna jugaba a través de las copas de los árboles, convirtiendo
todas las hojas en agujas de plata.

El búho cubrió la tierra rápidamente, familiarizada con el campo y los mejores


lugares en que los humanos elegirían montar el campamento. También buscó
signos de vampiros. Habían sido gravemente heridos, todos y cada uno de ellos, y
estaba bastante seguro de que habían ido a tierra para sanar, tal vez incluso por un
par de días, pero el maestro vampiro no sería feliz sin sangre fresca.

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Popescu no iría en busca de la sangre por sí mismo. No con su corazón casi
arrancado de su cuerpo y André había estado a punto de deshacerse del muerto
viviente. Los cuatro vampiros menores habían regresado en el momento justo,
salvando su amo, infligiendo daño, pero habían recibido igualmente terribles
heridas para sí mismos. El precio de la batalla había sido alto para ambas partes.

Popescu definitivamente enviaría a su subordinado de menor valor. El nuevo


recluta. Se esperaría que el vampiro volviera con algún humano para que el
maestro se alimentara de primero. Si dejaba algo de sangre, los demás podrían
utilizar la víctima también. A veces mantenían a su presa viva durante varias
noches con el fin de permanecer debajo de la tierra y ocultos de un cazador.
Muchas, muchas veces, André había encontrado los restos de la fuente de
alimentación humana del vampiro. En cada caso, el ser humano había muerto duro
y brutalmente.

El búho de pronto viró bruscamente, sus ojos agudos encontrando su objetivo.


Había una pequeña tienda de campaña lejos del viento, en una ligera depresión en
la que estaba protegida por los tres lados por una roca. Un pequeño fuego ardía. La
lechuza voló al árbol más cercano por encima de la tienda de campaña y se instaló
en las ramas, lenta y cuidadosamente plegando sus alas, sin apartar la mirada de
su presa.

Un solo hombre salió de la tienda llevando una bolsa, que rasgó abierta y agrego al
agua hirviendo. Al instante André lo reconoció por los recuerdos de Teagan. Este
era Armend Jashari.

Estaba solo, y él claramente estaba cómodo estando solo. Jashari se dejó caer sobre
una roca junto al fuego y sacó un pequeño objeto de su cinturón. La radio portátil.
André sabía que los teléfonos celulares no funcionan en este tramo en particular de
la montaña salvaje. Así que había otros, amigos de Jashari, probablemente fuera
buscando el rastro de Teagan.

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― Armend aquí, todos ustedes informen, cambio.

― Giles.― La radio crepitaba con estática cuando Giles dio la mala noticia. ― ¿No
he encontrado una mierda. Ella ha desaparecido. Se evaporó. Si consigue bajar de
la montaña y le dice a alguien, Armend, podrías estar en problemas.

Armend frunció el ceño. ― ¿Quién va a creer a la perra? Ella es una turista


estúpida, aunque yo no necesito la molestia. Mi padre ha sido un bastardo
últimamente. Insiste en que consiga un trabajo, en que haga algo de mí mismo.
Está enojado porque tuvo que enviar a nuestro abogado a conciliar con un par de
mujeres que afirman que fui demasiado agresivo con ellas.

Él se rió. ― ¿Alguien más por ahí encontró su rastro? ¿Gerard?

― Encontré un rastro débil que conduce a la montaña, pero desapareció. La niebla


es tan espesa que no podía ver nada de nada, pero es lo único que encontré así que
tal vez debería continuar tratando de explorar alrededor y ver si puedo recogerlo
de nuevo en la mañana. Si es ella, es buena en las montañas. Ella sabe lo que está
haciendo. ― La voz de Gerard llegó por la radio.

Así que eso hizo que tres hombres fueran enemigos de Teagan. André se quedó
muy, muy quieto, la lechuza parcialmente oculta por ramas en movimiento.

― No tengo nada tampoco, ― dijo otra voz. ― Estoy un poco al sur de ustedes,
Armend. Ella no ha llegado por este lado.

Armend maldijo entre dientes. ― Sigue buscando, Keith. Ella tiene que estar en
alguna parte. Quisiera recoger su rastro si es que se ha ido por la montaña. Kirt, ¿y
tú?

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― No hay nada aquí tampoco, Armend, ― informó Kirt.

Así que Armend tenía cuatro amigos que habían ido en diferentes direcciones para
tratar de coger el rastro de Teagan, mientras que Armend se quedó cerca de la
primera zona del campamento para ver si iba a volver a él. Eso le dijo a André
mucho sobre el hombre.

Usaba a sus amigos mientras él hacía la menor cantidad de trabajo.


Definitivamente se creía con derecho a todo lo que quisiera. Así que André tenía
que darle esa oportunidad.

― Nos reuniremos mañana por la mañana, ― Armend espetó, y apagó la radio


abruptamente, sin la más mínima cortesía. La empujó de nuevo en su cinturón y se
volvió para agitar la comida en su olla de cocinar. Era evidente que él estaba fuera
de sí.

La lechuza extendió sus alas y navegó hacia el suelo. En el momento en que las
garras tocaron tierra, André cambió de nuevo a su forma humana. Eligió un lugar
en la línea de árboles más profundo, justo debajo de donde Armend había hecho
su campamento.

Levantando las manos, hizo el movimiento de un círculo. De inmediato


comenzaron los dedos de niebla a la deriva de los árboles hacia el campamento. Al
principio, las gotas no eran más que la más fina niebla, encrespándose por el suelo,
deslizándose fuera entre las ramas, formando sus propias capas, tanto altas como
bajas. Se aseguró de que el vapor quedara delgado para que se pudiera ver a través
de él. A continuación, llamó a los lobos. La manada hizo un largo camino, pero
ellos le respondieron, primero un aullido y luego otro. Ellos le obedecían. Siempre
le obedecieron.

Saga Cárpatos
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André observaba a Armend cuidadosamente todo el tiempo que la manada estaba
tomando el grito de caza. Armend no había dejado de notar que el primer lobo
había sonado muy cerca. Se puso de pie y se paseó nerviosamente, su mano
dejándose caer dos veces hacia la radio como para asegurarse a sí mismo de que
tenía amigos lo suficientemente cerca como para llamarlos si tenía problemas.

El grito de caza del último lobo se apagó y el silencio reinó una vez más. Al
principio, la tranquilidad abrupta aumentó la tensión en Armend. El hombre
comprobó sus armas. Él no tenía un arma, pero él tenía tres cuchillos, y los
posicionó cerca de donde estaba sentado, incluso yendo tan lejos como para
practicar el llegar a ellos. Después, el aumentó su fuego y se fue hacia los árboles
para obtener más madera, apilándola cerca de él.

André se movía con la niebla. Envió a sus fantasmas por delante de él, dirigiendo
la niebla para que corriera a través de los árboles y se deslizara hacia arriba desde
el suelo hacia las rocas y cantos rodados, a varios pies por encima de la línea de
árboles, donde Armend había hecho su campamento. Los dedos de niebla ya
habían alcanzado el follaje por encima de los árboles, donde tendían a crecer en
grupos a lo largo de la ladera de la montaña. La niebla flotaba sobre el campo de
cantos rodados, regándose casi suavemente, sin tono amenazador, a menos que
uno se diera cuenta de que había poco viento y no había forma de que la niebla
pudiera deslizarse de ninguna manera.

Armend se dejó caer en su asiento de roca y agito la mezcla en su olla. Miró a su


alrededor, todavía un poco preocupado después de la llamada de caza de los
lobos, pero André podía ver que él ya había empezado a despedir a los animales
de su mente.

El hambre venció a André, de modo que cada célula gritó en busca de sustento.
Necesitaba sangre. Podía oler la sangre de Armend. Podía oír el bombeo de la
sangre por sus venas y el fuerte latido de su corazón.

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Los labios de André se retrajeron en un gruñido cuando sintió los fuertes puntos
de los dientes. Aún así, Armend necesitaba una lección. Una lección seria antes de
conocer a André. Necesitaba experimentar miedo. Terror incluso. Eso era algo en
lo que André era muy bueno mostrando a su presa.

La niebla más espesa avanzó por el suelo, levantándose como un muro, cortando la
visión de Armend. En un momento en que bajó la mirada hacia la comida que se
estaba calentando y al siguiente levantó la vista y no podía ver nada en absoluto,
sino el remolino, nubes de vapor muy densas. Alarmado, se puso de pie de nuevo,
con una mano nerviosa cayendo a su radio.

Armend no tiró la radio de su cinturón. Él era el líder en su grupo de amigos.


Siempre lo había sido. Era un poquito más rico y mucho más dominante. Era el que
se había dado cuenta rápidamente, de que las mujeres, especialmente las jóvenes
en edad universitaria que iban de mochileras por Europa, eran especialmente
vulnerables. Él había sido el que consiguió poco a poco introducir a los demás a
aceptar más y más violencia.

Él había sido el que pensó en su servicio de guía. Armend se aseguró de que las
pocas parejas o más personas a las que guiaba en las montañas tuvieran el mejor de
los tiempos. Se los ganó con un servicio espectacular, llevándolos a los lugares más
hermosos para que pudieran hablar maravillas de sus guías.

Sus víctimas se escogían con mucho cuidado. Se aseguró de que no hubiera papel o
sendero de internet a seguir. Las chicas llegaban solas o en parejas. Esos eran los
que él elegía para su deporte.

Saga Cárpatos
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Él golpeó y violó a la primera chica solo, pero delante de sus amigos. Conocía a sus
cómplices desde que eran niños pequeños, y había elegido a los cuatro con tanto
cuidado como él elegía a sus víctimas. Todos ellos tenían tendencias hacia la
violencia, pero sabía que sin él, probablemente les habrían tomado mucho más
tiempo actuar para realizar sus fantasías.

Se aseguró de comprar un montón de videos porno, todos con temas centrados en


torno a la violación y el daño a la mujer. Los llevó por ese camino primero con
historias de intercambio de mujeres, tratándolas como los juguetes que eran, a
continuación, los videos y la pornografía, para finalmente llegar a lo real. Todos
ellos cayeron en él.

Mantuvo la niña con él, calmándola a ella, prometiéndole dinero, diciendo que
sentía que las cosas se le hubieran salido de las manos, a la vez que hacia un guiño
a sus amigos, para hacerles saber que estaba trabajando hasta un segundo round.
La segunda ronda tuvo a Kirt y a Giles participando. Para la tercera vez, Keith y
Gerard habían saltado ante la oportunidad. A partir de ahí, había sido bastante
fácil convencerlos de que no podía vivir porque sería peligroso para ellos, y todos
ellos la golpearon, turnándose, riendo e insultándola cuando ella rogó y les
prometió lo que quisieran.

Armend estaba bastante seguro de su padre sospechaba lo que estaba pasando, y


tal vez incluso quería unirse a él, el hipócrita. Aun así, su viejo pagó para callar las
pocas chicas con las que había salido a lo largo de sus años de escuela, con las que
él habían compartido un poco de la esclavitud y sus tendencias sádicas. Él se había
asegurado de que estuvieron de acuerdo en ser atadas antes de que él lo hiciera, y
de mantener a la policía lejos de él.

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Era encantador y persuasivo. Las chicas pensaban que él las amaba. Él siempre les
grabó acordando la diversión de estar atadas o esposadas. A veces, incluso
golpeadas. Por supuesto, una vez que las tenía a ellas a su merced, la compulsión
de dañar y humillar se hacía cargo y no podía parar las cosas que había hecho.
Infiernos, no quería parar. Se deleitaba en ello.

Entonces él había conocido a Teagan Joanes. Ella no se parecía en nada a las


mujeres que generalmente escogía para ser sus víctimas. En todo caso, era
exactamente lo contrario. Ella debía haberle parecido un chico, no lo hizo
realmente, tenía mucho en la forma de los senos, apenas un poco. No debería
haberle llamado la atención en absoluto. Para esa cosa, de ser medio blanca y
medio negra. No era lo suyo en absoluto. No podía dejar de pensar en ella. Se
obsesionó con ella. Su piel era la más suave, que había visto nunca y el color de un
latte mocha, absolutamente hermosa. Su risa era simplemente sexy y podría cortar
a través de un hombre.

Su cintura era tan pequeña que estaba seguro de que podía abarcarla con sus
manos si lo intentaba. Ella tenía buenas caderas y un muy buen trasero. El anhelo
sólo creció tanto en él que ya no podía pensar más que en su deseo por ella. Ella
nunca le dio una sola oportunidad. Durante un tiempo, esos tres años de la
universidad juntos, él pensó que tal vez era lesbiana, pero no había ninguna mujer
que conociera. Si hubiera habido mujeres, sabía que las habría matado. Lo mismo
si un hombre se hubiera interpuesto entre ellos, pero no había nadie hasta la fecha.

Ella tenía un montón de amigos varones. Hacia escalada. Senderismo con amigos.
Ciclismo. Ella parecía estar ocupada todo el tiempo en sus horas libres. Teagan era
brillante, y se le ocurrió la idea de contratarla a ella como su tutor. Se había
encontrado el oro con eso. Tenía un montón de dinero, y le importaba un comino
la geología, pero si quería su herencia era necesario que lograra un título de una
universidad de los Estados Unidos.

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Pasó mucho tiempo con él. Vertiéndole en el encanto. Gastando dinero en ella,
aunque a ella no parecía gustarle mucho. Él había llevado almuerzos de picnic con
el pretexto de que pudieran pasar más tiempo estudiando. Se despertó algunas
noches con el sonido de su risa en la cabeza. Comenzó a soñar con ella
constantemente. Ninguna otra mujer parecía satisfacerlo y, finalmente, todas las
fantasías que tenía eran de ella. Quería que ella estuviera debajo de él. Quería oír
sus gritos, aunque sinceramente no sabía si quería lastimarla o darle placer a ella.

Él se mantuvo en contacto con ella porque tenía que hacerlo. No podía dejar que la
relación se acabara, aunque sabía que estaba obsesionado con ella. Cuando le había
enviado un correo electrónico, diciéndole que iba a venir al lugar donde vivía, en
la Montañas de los Cárpatos, en busca de una piedra o gema en particular, él
estaba seguro de que ella había estado igual de obsesionada con él. Había estado
eufórico. Loco de alegría. Los sueños se habían vuelto tan eróticos que apenas
pudo comer, y no podía dejar de pensar en ella.

Ella ni siquiera podía decirle qué tipo de roca que estaba buscando, solo que sabía
vagamente donde estaba y sería capaz de encontrarla. ¿Qué clase de mierda era
eso? Por supuesto que iba a venir a verlo a él. Eso tenía que ser. Ella había pensado
en él de la forma en que él había pensaba en ella. Pero entonces, todo el camino
hasta la montaña, había jugado su pequeño juego estúpido, burlándose de él,
actuando como si fueran sólo amigos y nada más.

Ella no era más que una maldita provocadora e iba a darle una lección. El tenía un
poco de pena con los demás que lo habían seguido. Todavía no estaba seguro de
que quisiera compartir a Teagan con nadie, y mucho menos matarla.

Pero si lo hacía, tal vez los pensamientos obsesivos se detendrían y podía


conseguir seguir con su vida. Un gemido salió de la noche. Muy bajo, el suave grito
de una mujer como si estuviera en el dolor. Él se estremeció. Siempre le había
gustado esa nota en particular y trabajaba duro para conseguirla cuando tenía una
mujer en su misericordia.

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Se paseó alrededor del fuego, con los ojos entrecerrados, mirando a la espesa
niebla. ¿Estaba Teagan por ahí? ¿Lastimada? El gemido se elevó de nuevo, esta vez
más cerca. La nota corrió a través de su cuerpo como un violín podría, suave y
acariciante. Se detuvo y miró directamente hacia el sonido.

Su corazón acelerado. ― ¿Teagan? ¿Estás ahí?

El silencio contesto a su llamada. Él esperó. Él no iba a alejarse del fuego, no con


tan pesada niebla. Apenas podía ver su mano delante de su cara. La envoltura gris
de vapor parecía mucho más gruesa de lo normal, densa, una pared de niebla que
lo rodeaba. Armend negó con la cabeza mientras dedos de miedo se deslizaban por
su espalda.

Había subido a las montañas su vida entera. Eran su patio de recreo personal. Él no
había tenido nunca miedo. Aun así, su mano cayó al radio. Una vez más, no tiro de
él en su cinturón, pero necesitaba la tranquilidad del mismo. El gemido vino de
nuevo, ahogado, pero definitivamente más cerca. Tenía que ser Teagan. Ella tenía
miedo de él.

― Teagan, acaba de llegar hacia el fuego. Hablaremos todo. ¿Estás herida? ― Casi
podía saborearla. Finalmente. Él la tenía. Euforia barrió a través de él. Su cuerpo se
endureció con la anticipación. Tendría una larga noche a solas con ella y decidiría
en la mañana si quería compartirla con sus amigos y luego matarla o simplemente
mantenerla para sí mismo. Había un montón de lugares en los que podría
esconderla y hacerla dependiente de él.

Eso podría ser divertido. Mantenerla como su prisionera, darle comida y agua
cuando le diera la gana, obligarla a necesitarlo. Su fantasía despegó en su mente, y
a él realmente le gustaba esa idea. Algo se movió en la niebla, y su mirada
inmediatamente se clavó allí. La niebla se arremolinaba, parecía cobrar vida. Vio la
cara de una mujer caminando hacia él a través del vapor gris. No, la niebla en
realidad formando la cara.

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La reconoció de su primer asesinato. Se tambaleó y gimió, mirándolo como
acusándolo con los ojos. Él abrió la boca y se tambaleó hacia atrás, casi cayendo en
el fuego. A su alrededor, en el apretado anillo de niebla. Unos rostros comenzaron
a aparecer. Mujeres. Llorando. Llamándolo a él en voz baja, con los brazos
extendidos hacia él, primero en súplica y luego llamándolo al banco de niebla con
ellos.

En todas partes que Armend miró, las mujeres estaban allí, lo rodeaban. Los ojos
en él. Brazos levantados. Caras acusando. El sonido de sus gemidos siguió
aumentando hasta que no pudo oír nada más. Hasta que el sonido penetró sus
huesos, atravesó sus órganos y deshilacho todos los nervios que tenía. Se había
olvidado de un par de ellas, pero cada una había sido su víctima en los últimos
años, de él y de sus amigos.

― Ustedes no son reales, ― murmuró. Luego alzó la voz y les gritó. ― Esto no es
real.

Encontró su roca junto al fuego y se sentó porque sus piernas le temblaban tanto
que no podía soportar por más tiempo. No era real. Su mente le estaba jugando
una mala pasada.

Sacando la radio de su cinturón, presionó una mano a sus oídos en un esfuerzo por
ahogar el horrible gemido. Nunca sería capaz de escuchar esa nota en particular de
nuevo todo durante todo el tiempo que viviera.

― Giles, ven acá. ― Estática le respondió, y luego débilmente, muy débilmente,


oyó la voz de una mujer que le llamaba por la radio.

― Únete a nosotros, Armend. Ven a nosotros. Por siempre es poco tiempo para
estar con nosotros. ― Dejó caer la radio en la tierra y la pateó lejos de él.

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― ¡Cállate!― Gritó. ― Todas ustedes, ¡Cállense! Están muertas.

En el momento en que pronunció las palabras de que estaban muertas, esos rostros
en la niebla cambiaron a esqueletos, los horribles huesos con dientes y agujeros
para los ojos hundidos. Todas ellas, le rodearon, tratando de alcanzarlo con los
dedos huesudos.

El viento arreció y las mujeres gimieron más fuerte, el sonido haciéndolo sentir
enfermo. Él no podía escapar de la penetración terrible de la nota gimiendo de
dolor, y ahora se estaba consumiendo en su cuerpo, poco a poco, como si estuviera
comiéndoselo vivo. Podía sentir la repercusión mordiendo su carne, apaleándolo a
él, queriendo que se uniera a las mujeres en la niebla.

Apretó ambas manos a los oídos, tratando de ahogar el sonido. El gemido era
físico, arrancando y desgarrando su cuerpo como dientes. El sonido de sus huesos
sólo añadido a su creciente terror.

Él revolvió el fuego, tratando de encontrar una manera de escapar, pero los


fantasmas le habían rodeado completamente. Fantasmas. Él respiró hondo. Las
mujeres estaban muertas. Él estaba vivo. Ellas no eran reales. Ellas no podían salir
de la niebla y arrastrarlo a él. Con mucho cuidado se alejó de los pocos mechones
que se desviaban de la pared principal de la densa materia gris.

Encontró su roca de nuevo y lentamente se hundió abajo. Él no apartó los ojos del
banco de niebla espesa cuando su mano se extendió hacia el suelo para sentir lo
largo de ella por su radio. El terreno estaba húmedo. Mojado incluso. Se atrevió a
apartar la mirada de la vista macabra de los cráneos con sus cuencas vacías,
abriendo sus bocas y llamándolo a él. Miró hacia abajo y se congeló. Allí, en el
suelo, podía ver los zarcillos de niebla, al igual que sobre el grupo de raíces de los
árboles, arrastrándose a lo largo de la tierra. Viva. Buscando. Tenía la terrible
sensación de que las enredaderas estaban buscándolo a él.

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¿Qué hacían las raíces? Alimentar el árbol. Ellas estaban buscándolo a él. Por su
cuerpo. Su sangre. Él estaba casi histérico, y él trató de obligarse a pensar más allá
del miedo. Esto no podía estar realmente pasando, no importa qué tan real le
pareciera.

Los gemidos continuaron, pero una mujer, su primera muerte, cambió su nota,
alzando la voz en el viento para un aullido. Una llamada a la caza. Conocía ese
sonido. Lo había oído antes. Un alfa llamando su manada a la caza. Otro escalofrío
recorrió su espina dorsal y su corazón tronó. Él alimentó el fuego rápidamente,
aumentándolo.

Todo a su alrededor, por el suelo, tenía venas de niebla, hilos grises que se
extendían como los brazos huesudos de las mujeres en el banco de niebla. Su
cuerpo se quedó inmóvil. Él los sentía. Los lobos.

Cuando se atrevió a mirar hacia la pared densa de niebla, vio los ojos rojos que lo
miraban. No había nada peor en su imaginación que ser asesinado y comido por
los lobos. Contó al menos siete de la manada. Ellos lo rodearon al igual que las
mujeres en la niebla hicieron. Extrañamente, las huesudas manos parecían como si
estuvieran acariciando los lobos, aunque no podía ver a las criaturas a través de la
neblina densa.

Él los escuchó. Los gruñidos y bufidos. Él los sentía. El vello de su cuerpo se erizó.
Su corazón latía tan fuerte que temía que tendría un ataque al corazón. De vez en
cuando vislumbró una gran bestia que iba y venía, esperando algún tipo de señal.
La niebla se arremolino, tomando otra forma.

Al principio parecía un lobo. Un enorme lobo. El animal volvió sus ojos brillantes
en él y, a continuación, para horror de Armend, dio un paso a la derecha de la
niebla como si estuviera realmente vivo y no fuera una parte de la masa de
criaturas muertas. El lobo dio varios pasos hacia él, y entonces él no era un lobo,
sino un hombre.

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El hombre era alto, de hombros anchos, sólido. Real. Llevaba una larga capa, con
capucha que caía a sus tobillos. Era difícil ver su cara en la sombra de la capucha.
No se podía negar que él era real. No era un lobo. Un hombre. La visión de él tenía
los hombros de Armend laxos. Casi sollozó con alivio. Su imaginación se había
vuelto loca. Él había estado experimentando una alucinación, pero ahora, con este
hombre, las cosas podrían volver a la normalidad. Forzó una sonrisa.

El hombre no le devolvió la sonrisa. Miró a Armend con unos ojos azules que
parecían mirar directamente a través de su alma. Ojos que podían ver sus
perversiones oscuras y su necesidad de ver a las mujeres en el dolor. A las mujeres
sufriendo para su diversión.

En el sufrimiento porque le gustaba el dolor de los demás, especialmente en las


mujeres. Este hombre sabía que había matado y que él ansiaba matar y que
seguiría matando porque él lo necesitaba tanto como él necesitaba el aire para
respirar.

La boca de Armend se le secó. Se atrevió a retirar la mirada del hombre y del juicio
que sentía de su parte, para mirar a los esqueletos gimiendo con los brazos en
señas. Las mujeres todavía estaban allí, observando. Los lobos seguían allí,
esperando. Armend retrocedió de nuevo, tratando de alcanzar el cuchillo que
había colocado a la derecha en su pila de madera.

Su mano se cerró alrededor de la empuñadura. Fuego quemó a través de su


cuerpo. La empuñadura brillaba al rojo vivo, al igual que los ojos de los lobos. Su
palma y los dedos se fundieron en el cuchillo, quemando tan mal que se fue a una
de sus rodillas. Trató de lanzar la hoja lejos de él, pero se pegó a su mano,
quemando y quemando. Él gritó y hundió la mano en las cintas de niebla que se
arrastraban por el suelo.

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Oyó el chisporroteo cuando el fuego farfulló en contra de la niebla húmeda y fría.
El cuchillo cayó libre, y él retrajo la mano libre. Su palma estaba cubierta de
ampollas, pero podía ver debajo de las heridas, algo más grabado a fuego en su
piel. Su mano parecía como si la carne estuviera cayendo de ella para dejar los
huesos detrás. Huesos blancos. Escrito en profundo carbón ennegrecido estaba una
sola palabra. Asesino. Gritó de nuevo. No sabía durante cuánto tiempo él gritó,
pero su garganta estaba dolorida para el momento que tomo control de sí mismo.
Sacudió la cabeza.

― Esto no es real. Nada de esto es real. Estoy teniendo una pesadilla. Eso es todo.
Sólo una pesadilla.

Él se negó rotundamente a mirar a las mujeres gimiendo o a los brillantes ojos rojos
de los lobos paseando a pocos pies de distancia de él. No quiso mirar al hombre
que tenía que ser el ángel de la muerte, viniendo por él.

― Voy a ir a mi tienda y entrare en mi saco de dormir. Cuando me despierte, todo


esto se habrá ido.

― Desafortunadamente, Armend, ― la parca dijo, y su tono era escalofriante, ―


tu tienda de campaña no puede ayudarte esta noche.

Armend se humedeció los labios secos y se obligó a cumplir con la mirada del
segador. El impacto de los ojos era aterrador.

― ¿Qué quieres?

― Atacaste a mi mujer. ¿Qué crees que quiero? ― La voz era baja. Suave. Incluso
amable. No había ninguna amenaza en el tono, pero la forma en que el segador fijo
su mirada, sin pestañear, como los ojos de un lobo rapaz, la cara siempre a la
sombra, mantuvo a Armend aterrorizado.

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― Yo no conozco a tu mujer.

― Por supuesto que sí. Pensaba que eras un amigo. Ella confiaba en ti, y la
golpeaste salvajemente. Rasgaste su boca con los dientes. Has intentado violarla.
Habrías permitido que tus amigos utilizaran su cuerpo y entonces la habrías
torturado y matado tal como lo hiciste con las otras. ― La voz nunca cambió de
tono. Eso fue más escalofriante que si el segador hubiera mostrado algún tipo de
enfado.

Armend levantó la mano. ― No. No. Eso no es cierto. Yo no iba a dejar que los
demás la tuvieran. Estás hablando de Teagan.

― No digas su nombre. No vuelvas a llamarla por su nombre. No eres digno de


decir su nombre. Yo sé dónde está cada cuerpo enterrado, de las mujeres que
torturaron, violaron y mataron. Todos ellos serán devueltos a sus padres.

Sacudió la cabeza. ― No. Usted no puede hacer eso. Mi madre. Mi padre. Sería
matarlos. El nombre de mi familia sería arrastrado por el barro, ¿y para qué?
¿Quiénes eran? Mujeres estúpidas. Ellas me querían. Les gustó lo que
consiguieron. Ellas rogaron por ello. ― Él señaló con el dedo, el que se quemó y
que le dolía, pero él se negó a reconocer, porque nada de esto era real.

― Me desperté con hambre. Muerto de hambre. Tengo que alimentarme.


Hablaremos después, ― dijo el segador.

Armend parpadeó. Él miró la olla. Había olvidado que estaba haciendo la comida
cuando el banco de niebla había rodado. De repente, sin aviso alguno, el segador
estaba directamente en frente de él. En un momento había estado a varios pies de
distancia y al siguiente estaba cerca, en el espacio personal de Armend. Era grande
de cerca. Sólido. Todo musculo. Intimidante.

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Se quitó la capucha y miró al rostro de Armend. Y luego sonrió. Armend gritó
como una mujer, un grito aterrador y agudo que hizo eco alrededor de las rocas.
Armend estaba mirando directamente la boca de un vampiro. El gemido de las
mujeres se elevó a un punto álgido. Los lobos gruñían y rezongaban, con
impaciencia, reclamando por su presa pero a unos pocos pies de distancia.

Armend intentó moverse, pero sus pies se congelaron en el suelo. Atascado.


Plomizo. Sólo podía mirar al hombre que parecía casi hermoso, con el rostro
totalmente masculino, sus ojos fríos cuando él bajó la cabeza hacia Armend.

― Aléjate, ― gritó Armend, tratando de golpear la cara del vampiro, ya que se


acercó a él.

La sonrisa se ensanchó impía. ― ¿Sientes lo que sienten las mujeres, Armend? ¿El
miedo? ¿El terror de estar indefenso? ¿Tienes miedo de lo que voy a hacer contigo?
¿De qué muerda a través de tu piel con mis dientes? ¿De qué te muerda
salvajemente de la forma en que mordiste a mi mujer? Voy a beber tu sangre.
Puedo hacerte mi títere. Puedo tomar tu mente. ¿Qué haré? ¿No es el juego que
juega con esas mujeres indefensas?

― Por favor. Mi familia tiene dinero. Haré lo que sea.― Los dientes seguían
llegando más y más cerca. El pulso latía en el cuello de Armend. No podía
detenerlo. Incluso conteniendo la respiración no podía detenerlo. Su corazón
martillaba, invocando al vampiro.

― ¿Estas rogando, suplicando y negociando como cualquiera de esas mujeres que


asesinaste? ¿Lo haces incluso como una de ellas?

― Oh Dios. Esto no puede estar pasando, ― Armend se lamentó.

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La mano en el hombro, sosteniéndolo, era suave, pero no había manera de romper
el implacable agarre. La otra mano subió a su cabeza, empujándola a un lado para
exponer la vena palpitante. Sentía el caliente aliento. Dientes golpearon en él
salvajemente. Sin piedad. El dolor era insoportable.

Gritó otra vez hasta que su garganta se sentía destrozada. Todavía la boca se
alimentaba de la sangre en su cuerpo. Él comenzó a gemir. En el dolor. Una sola
nota. El sonido que siempre había anhelado oír de las mujeres que había torturado
y asesinado. Las mujeres en la niebla recogieron la nota y se armonizaron con él.
Estaba rodeado por sus gemidos. Sentía los gemidos en su cuerpo. En el ardiente
dolor sin fin en la garganta.

Tenía frío. Temblaba de frío. Con miedo. ¿Dónde estaban sus amigos? No podía
morir de esta manera. Él no podía morir por la mano de un vampiro, rodeado de
las perras estúpidas que habían babeado sobre él y luego gritado y llorado cuando
él les dio lo que querían, lo que se merecían.

― ¿Por qué me haces esto a mí? ― Quería gritar las palabras en voz alta, pero no
podía hablar, no con el vampiro arrancándole la garganta. ― Esas mujeres no eran
nada. Nada de nada. Fueron puestas aquí para ser utilizadas.

― ¿Así es como has visto a mi mujer? Como nada? ― Armend sabía que había
cometido un terrible error. Estaba allí, en la suave voz en movimiento a través de
su mente. No pudo recuperar nada. No había manera de deshacer todo. El
vampiro podía leer sus pensamientos, y eso significaba que podía ver en la mente
de Armend. Podía ver la verdad allí. Veía, la siempre presente necesidad de
alimentan el dolor que infligía a las mujeres. Le gustaba el poder. Él lo anhelaba. Él
siempre lo necesitaría. Este vampiro lo sabía.

― Hazme como tú, ― Armend susurró en su mente. ― Voy a servirte. Podemos


divertirnos juntos. Hazme como tú.

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El vampiro retiro los dientes de la garganta de Armend y dio un paso atrás, los
ojos en fuego ardiente.

― Nunca podrías ser como yo. No tienes honor. ― Armend se tambaleó hacia
atrás y se encontró en el suelo. Estaba débil. Muy débil. El vampiro lo miró como si
no fuera más que un insecto que se arrastra por el suelo. Y tuvo que gatear. Él
apenas podía encontrar la fuerza para arrastrarse hacia su tienda.

El vampiro simplemente lo observaba. Las mujeres se quedaron en silencio. Los


lobos siguieron su ejemplo. El repentino silencio le heló incluso más que los
gruñidos de los lobos o los gemidos de las mujeres. Él volvió a mirar. Las caras
esqueleto todavía estaban allí, mirando desde las cuencas hundidas de donde los
ojos, habían estado. El aliento de Armend se quedó atrapado en la garganta y se
detuvo, sus dedos clavándose en el suelo húmedo. La sangre goteaba
constantemente de la herida en la garganta. Miró hacia atrás y vio manchas de
color rojo en la tierra y girando en los dedos de niebla que se extendían a lo largo
del suelo rosa.

Los lobos salieron del banco de niebla, con los ojos fijos en él con avidez brillante.
Ellos no se apresuraron, se movían con pasos precisos, infinitamente lentos, casi
avanzando poco a poco en su camino. Primero sus cabezas pasaron a través, a
continuación, los cuellos y los cuerpos. Miró a su alrededor. Los lobos habían
formado un anillo alrededor de él, al igual que el banco de niebla había hecho.

Vio a su error. Había dejado la seguridad del fuego.

Él cambió de dirección, arañando el suelo con las uñas. La visión de las marcas en
la tierra le hizo hacer una pausa. El, había visto muchas veces, esas marcas en la
tierra donde había arrastrado a una mujer, su cuerpo ensangrentado y desnudo
sintiendo cada roca y ramita, cada suciedad cuando él la arrastro hacia el
acantilado.

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Él apretó su mano sobre la herida en la garganta, sabiendo que el olor de la sangre
llamaba a los lobos. Podía sentir sus ojos en él. El alfa se acercó más, la cabeza
hacia abajo, la nariz olfateando la sangre. El lobo se echó hacia atrás, sus labios en
una mueca.

Armend miró a su alrededor, tratando de orientarse. Había cuchillos escondidos


alrededor del camping, pero no recordaba dónde. Cuando volvió a mirar, el alfa
estaba de pie sobre él.

Se miraron el uno otro por lo que parecía toda una vida. Sintió el aliento caliente en
la parte posterior de su cuello y a continuación, un dolor insoportable, cuando otro
lobo mordió sobre su hombro y comenzó a arrastrarlo lejos, lejos del fuego.

Armend gritó, miró hacia el vampiro, pidiendo clemencia, pero el vampiro se


había ido, no era nada más que vapor, la niebla volando lejos de su campamento.
Gritó durante mucho tiempo. Su último pensamiento fue que él había durado tanto
tiempo como la más fuerte de las mujeres que había torturado. Él deseó no haberlo
hecho.

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Capítulo 4

A ndré exploró alrededor de la montaña en busca de signos de Costin Popescu


y sus seguidores. Tuvieron que haberse quedado en el suelo para recuperarse
de sus heridas, y eso le dio un poco de tiempo con su compañera, para cimentar su
relación. Se deshizo de sus salvaguardas, entró en la cueva y recolocó las
salvaguardas. Agregó una advertencia para los seres humanos también, por si
acaso alguno de los amigos de Armend tropezaba con el rastro de Teagan.

Se movió a través de la red de cuevas rápidamente, encontrándose con ganas de


volver a su mujer. Ella no estaba donde la dejó, ni el fuego estaba encendido.
Siguió su olor a través de una serie de estrechos pasillos que llevaban
subterráneamente a lo más profundo. Podía ver el rastro de huellas de sus zapatos;
parecía como si ella estuviera buscando algo.

Teagan estaba sentada en el suelo de una pequeña cámara, justo sobre el lugar
donde había enterrado el tesoro de su familia. Ella tenía los ojos cerrados. Cada pie
estaba cruzado y descansando en el muslo opuesto y ella formó una O con el
pulgar y el dedo índice. Ella tarareaba en voz baja y suave en un canto rítmico.

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André la observó durante unos minutos. Ella no parecía estar al tanto de su
presencia en absoluto, y eso le molestó. En su profundo estado de meditación, un
enemigo podría colarse fácilmente hacia ella. Eso era inaceptable para él.

― Teagan, ― dijo en voz baja. ― Teagan, abre los ojos. ― Ella no obedeció. Ella
continuó su zumbido ridículo.

― Teagan, obedece.― Esta vez "empujó" hacia ella, con insistencia la obediencia.

Sus largas pestañas se levantaron y ella frunció el ceño. ― Tienes que utilizar la
palabra obedecer, ¿verdad? ¿Como si me estuvieras dando algún tipo de orden?

André estudió su rostro. Era tan hermosa que dolía mirarla. En este momento, sus
ojos brillaban con lo que sólo podría ser un indicio de mal genio. Se había olvidado
de que el mundo moderno se había movido sin él. Las mujeres no obedecían a sus
hombres, incluso cuando era por razones de seguridad. Eso no augura nada bueno
para él, ni para cualquiera de ellos. Él no estaba dispuesto a permitir que ella se
pusiera en peligro por alguna tontería moderna de la igualdad.

Por supuesto que ella era su igual. Bueno, tal vez por encima de él. Esa era la
razón por la que necesitaba vigilarla y protegerla. Era un tesoro más allá de
cualquier precio. Era evidente que ella no conseguía entender eso.

Él pensó que era mejor, y mucho más seguro, ignorar su pregunta. ― ¿Qué estás
haciendo aquí? Yo estaba preocupado por ti.

Ella estudió su rostro durante unos momentos antes de que lentamente se pusiera
de pie y estirara un poco sus muslos. ― Te fuiste por un tiempo. Estoy buscando
algo muy importante para mí y yo creo que esta en algún lugar de esta cámara. No
puedo ubicarlo realmente, sin embargo.

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Alargó una mano hacia ella. Teagan vaciló, sólo medio segundo, antes de colocar la
mano en la suya, pero él la atrapó. Había tenido una experiencia desagradable con
un hombre al que consideraba su amigo. Ella no iba ser tan confiada con un
hombre al que no conocía, no importaba que tan atraída por él se sintiera.

Y él se había asegurado de que ella se sintiera atraída por él. El ritual de


compañeros, les había sellado juntos cuando tuvieron su primer intercambio de
sangre. Tal vez no lo recordaba, pero ella no sería capaz de estar lejos de él durante
mucho tiempo.

André la atrajo suavemente hacia él y la soltó, asegurándose de que estaba a poca


distancia, por lo que ella se sentiría segura. Ella no lo estaba, pero no tenía por qué
saberlo.

― Tal vez pueda ayudarte en tu búsqueda.

Ella lo miró por debajo de sus largas pestañas, una pequeña mueca en su cara. Ella
se encogió de hombros acompañado de un suspiro. ― En realidad, si te lo digo,
pensarás que estoy totalmente loca. Todos lo hacen.

Esperó en silencio a que continuara, pero no lo hizo, lo que le obligó a tener que
extraer la información fuera de ella. ― Dime. ― Él hizo todo lo posible para hacer
que no sonara como una orden, pero incluso su voz más suave parecía serlo.

Su ceño se profundizó. ― He venido aquí en busca de un determinado objeto. Una


piedra. O una joya. Lo sabré cuando la sienta. Sé que suena loco, pero es lo que me
trajo hasta aquí. Mi cuerpo se sintoniza a sí mismo con precisión a la piedra, gema
o cristal que necesito para mi trabajo en la curación. Yo sabía que estaba aquí en las
montañas de los Cárpatos y yo tenía que venir. Sabía la ubicación en general y en
qué parte de la montaña buscar, porque yo había dibujado el lugar en un mapa. ―
Ella esperó que se riera. Que se burlara de ella.

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Estudió su rostro. Ella no lo sabía, por supuesto, pero él ya estaba en su mente.
Sabía que ella podía hacer exactamente lo que dijo. ― ¿Por qué no voy a creerte?
Eres una sanadora dotada.

― Yo no tuve la oportunidad de curarte. ¿Cómo lo sabes? ― le respondió.

No podía señalar las edades. Sino lo que sentía. ― Siento tu poder. ¿Por qué
necesitas esta piedra en particular?

Su rostro se arrugó. Parecía casi como si fuera a llorar. Su mirada hizo cosas
extrañas a sus entrañas. Su vientre se anudó duro, protestando y su pecho le dolía
en la región de su corazón.

― Mi abuela. La abuela Trixie. Ella me crió, y es la más amable, la más distraída, y


maravillosa persona que puedes imaginar. Crio a mis tres hermanas mayores
también. No fue fácil. Ella tenía que trabajar todo el tiempo, pero nunca se quejó.
Incluso nos ayudó con la escuela cuando no tenía que trabajar. Ella es increíble.

― ¿Esta enferma?

Teagan miró hacia abajo, estudiando la punta de su bota mientras rayaba en la


suciedad. ― Se ha vuelto un poco loca. Su mente no está bien. Hace un tiempo
empezó a murmurar en voz baja acerca de este mítico hombre llamado Gary. Ella
lo despreciaba. Le pregunté acerca de él en numerosas ocasiones, pero ella dijo que
era un hombre que había traicionado a todos. Que él era un espía y que tenía que
morir. Eso no suena totalmente como mi abuela.

El tendió la mano hacia ella. ― Sigue hablando. Debemos volver a tu campamento


e iniciar un fuego. Estás empezando a temblar un poco. Esa es la única cámara con
una chimenea decente.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Ella tomó su mano sin dudarlo, más porque no estaba prestando atención que
porque ya no estuviera recelosa de él. ― Hace unos dos meses, empezó a hablar de
Gary a mis hermanas. Se ha vuelto totalmente obsesionada con él. Ella dijo que él
corría con los vampiros y que tenía que ser detenido. Mis hermanas la llevaron a
un psiquiatra. Él dijo que estaba perdiendo poco a poco su mente. Y que no iba a
dar marcha atrás. Ella juró que los vampiros existen y que Gary era un traidor a la
raza humana y que tenía que morir.

André conocía a un hombre llamado Gary Jansen. Él era muy respetado entre la
gente de los Cárpatos. Él había luchado junto a ellos en la batalla, liderado el
camino en la investigación para encontrar la causa de por qué sus mujeres no
podían engendrar bebés y trabajó para encontrar una manera de salvar a los niños
que nacían. También fue fundamental en la búsqueda de la flor necesaria para su
fertilidad. Gary era totalmente Cárpatos ahora y hermano de Gregori
Daratrazanoff.

Estaba un poco alarmado de que la abuela de su compañera pudiera realmente


saber algo acerca de Gary. Él permaneció en silencio. Teagan le envió una mirada
vacilante. Él asintió con la cabeza, asegurándose de verse interesado.

― Encontré un kit para cazar vampiros, que compró en internet escondido en su


armario. Yo no estaba curioseando. Me pidió que le llevara sus hilos y sus agujas
de tejer. Yo ni siquiera sabía que tejía. Creo que ella planea usar sus agujas para
apuñalar a alguien a través del corazón si no puede usar su kit de cazar vampiros.

― ¿Qué hay en un kit para cazar vampiros? ― Preguntó, realmente intrigado.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― Ella tiene un arma que dispara estacas de madera. Un rosario. Una Biblia. Una
cruz de plata y agua bendita. Hay todo tipo de botellas llenas de cosas, pero no sé
lo que hay en ellas. ― Ella suspiró. ― Mi abuela no le haría daño a una mosca. En
serio, tuvimos que poner las arañas fuera en lugar de matarlas, y ahora ella va a
cazar vampiros, específicamente a un hombre que puede encontrar en cualquier
lugar, y disparar con una estaca de madera. Da miedo que su mente se fuera tan
rápido.

― ¿Qué más dice? ¿Por qué ella está obsesionada con esta persona Gary?
Seguramente deben haberle preguntado.

― Todos lo hicimos. Ella sólo nos dijo que él había cazado vampiros una vez, pero
que ahora él estaba conviviendo con ellos. Cuando le pregunté si ella realmente lo
mataría, ella dijo que no quería matar a nadie, pero que merecía morir por lo que
había hecho. Había oído hablar de un monasterio en estas partes y esperaba que él
ya estuviera allí pidiendo perdón y que así entonces ella no tendría que llevar la
justicia a él, él pasaría el resto de su vida haciendo penitencia por sus pecados.
Seriamente. Así es como ella habla. La penitencia por sus pecados.

La alarma de André se levantó. Había oído de unos pocos individuos que tenían
un don psíquico específico. Si la abuela era uno de aquellos dotados, podría seguir
el camino de un Cárpato o un vampiro, lo que respondería a la pregunta de cómo
su nieta había desentrañado sus salvaguardas. Ella tenía el mismo don.

La diferencia era, que Teagan nunca había sido informada acerca de los vampiros.
Su abuela si lo había sido obviamente.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Si tuviera que adivinar, diría que Trixie Joanes pertenecía a la sociedad humana
que cazaba vampiros. La misma sociedad que mató a Cárpatos y vampiros por
igual, sin distinguir entre los dos. También de vez en cuando apuntado a los
humanos que no les gustaban, o contra los que tenían rencor, como Gary Jansen.

André se había encontrado con ellos un par de veces, pero nunca había sabido de
nadie que realmente pudiera seguir la pista de un Cárpatos o vampiro. Era difícil
de hacer. Y él era más difícil que la mayoría. Él nunca había entendido cómo lo
hacían, pero después de ver cómo Teagan había desentrañado sus salvaguardas, se
dio cuenta de que tenía algo que ver con la forma en que sus cuerpos se "sentían" o
"cantaban", cuando estaban cerca de su presa.

― ¿Dónde está tu abuela ahora, Teagan?

― Ella está en casa. En los Estados Unidos. Vivimos en California. Mis hermanas
están mirando por ella por el momento, mientras trato de encontrar la piedra o
cristal específico que me ayudará a sanar su mente.

― ¿Serán capaces de detenerla si trata de subir a un avión y seguirte hasta aquí?

Ellos estaban de vuelta en la cámara donde extendieron su saco de dormir y


mochila. Él esperó hasta que ella estuvo de espaldas, y se fue a hurgar en su
mochila, antes de que él hiciera un gesto hacia el fuego.

Al instante las llamas saltaron. Cuando se volvió, sorprendida, estaba descargando


una carga de madera al lado del anillo de rocas.

― ¿De dónde sacaste la madera? ― Preguntó ella, con los ojos muy abiertos. Hizo
un gesto hacia las sombras más oscuras en la cueva curvada profundamente y una
pequeña cantidad de agua goteaba al suelo y se filtraba bajo la tierra. Había una
gran pila de madera cuidadosamente apilada.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― He utilizado esta cueva muchas veces, ― dijo. Una vez más, era estrictamente la
verdad. Su declaración era engañosa, pero no era una mentira. Él acababa de
adquirir la leña para su fuego, pero había, en el pasado, utilizado a menudo la
cueva para su retiro cuando fue herido.

― Yo ni siquiera la vi. Supongo que estaba tan obsesionada con la búsqueda de la


piedra que necesito, que yo realmente no me fije alrededor.

― Teagan. ― Él usó su más dulce voz, para contrarrestar el endurecimiento de los


nudos en el estómago. ― Esta montaña no es segura. Debes estar alerta en todo
momento. Hay animales salvajes, así como insectos venenosos y serpientes que
podrían dañarte. Y eso, sin siquiera mencionar a los hombres que te están cazando.

Ella se estremeció y echó una manta hacia abajo sobre la tierra al lado del fuego. ―
Cuando saliste, ¿te encontraste con el rastro de Armend? ¿Lo viste? Me
preocupaba que pudiera atacarte si pensaba que habías hablado conmigo, o que
me ayudaste. Me dijo cosas que no le gustaría que el mundo supiera. ― Ella
frunció el ceño. ― Él es un hombre peligroso. No sé cómo pude no haber visto eso.

― ¿Tenías miedo por mí? ― André no estaba seguro de cómo tomar eso. Nunca
había tenido a nadie, y mucho menos a una mujer hermosa, preocupada por su
seguridad. Pero por otro lado, ¿creía que el insignificante Armend podría
posiblemente ser mejor que él? Eso podría ser tomado como un insulto.

― Por supuesto que tuve miedo por ti. Él admitió haber matado a varias mujeres.
Si era cierto, no lo pensaría dos veces antes de matarte a ti también.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Se quedó en silencio. ¿Se le había ocurrido a ella, aunque fuera una sola vez, que él
podría ser uno de los desconocidos amigos de Armend? Ella era demasiado
amistosa sin duda. Demasiado confiada y abierta con los extraños. No podía
decírselo porque no quería que ella le temiera. Estaba nerviosa lo suficiente como
estaba.

― Eres realmente un hombre agradable, André. Muy atento y amable. Los


hombres como Armend son muy peligrosos. No me gustaría pensar que te
encontraste con él, ― Teagan continuó, en un tono de preocupación.

El corazón de André revoloteó. Fue una reacción física a su preocupación por él.
Claramente, Teagan lo percibía como amenazante en su mayor parte, al menos
cuando se acordaba de que estaba sola con un extraño, lo que no parecía suceder
tan a menudo para ser suficiente para él, pero ella pensaba que Jashari era más
peligroso.

Ella le causaba ganas de reír a carcajadas. También convenientemente olvidó que


André le había advertido que él era un hombre peligroso.

― No creo que tengas que tener miedo de que Armend Jashari jamás pueda dañar
a otro ser viviente.

Ella se quedó inmóvil, con las manos congeladas alrededor del jersey que estaba
poniendo sobre sus brazos. Inclinó la cabeza para mirar hacia él. Sintió el miedo, el
salto repentino de su corazón.

― ¿Qué quieres decir?

― Me encontré con su rastro a unas pocas millas abajo de la montaña. Había


alzado su tienda de campaña en medio de un territorio perteneciente a una
manada de lobos. No quedaba mucho.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Su respiración se enganchó. Sus largas pestañas revolotearon. Se dejó caer
lentamente sobre sus talones, todo el tiempo mirándolo, directamente a los ojos. ―
¿Estás seguro de que era él?

No podía dejar de admirarla. Ella tenía definitivamente miedo, pero aún así, ella
fue valiente en sus preguntas y en su intento de esconderlo de él. Él asintió con la
cabeza.

― No hay duda en absoluto. No lo hice yo, sin embargo, no vi ninguna evidencia


de cualquier otra persona alrededor de su tienda de campaña, o incluso a pocas
millas de la misma.

― Yo no quería que muriera.― Ella se mordió el labio inferior. ― Bueno, a menos


que contara el hecho de que yo quería golpearlo en la cabeza con mi olla con cada
paso que daba. Duro. Realmente duro. ¿Crees que al poner eso en el universo, yo
soy la responsable de su muerte? Porque creo en el karma. Yo no quiero que los
lobos vengan a cazarme.

Ella parpadeó rápidamente, y él pensó que captó el brillo de unas lágrimas, pero si
lo había hecho, se habían ido cuando ella lo miró de nuevo. ― ¿Estás realmente
seguro de que era él? Yo le pegué bastante duro. Tal vez yo lo maté y los lobos
llegaron más tarde.

― He cazado en estas montañas durante muchos años, Teagan,― le aseguró.


Enviando un pequeño empuje de calma. ― Había trasladado su campamento
desde donde la atacó a este lugar.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― ¿Cómo lo sabes?

― Retrocedí en busca de sus amigos y encontré el camping original. Estaba muy


vivo cuando lo dejaste.

― Gracias a Dios yo no lo maté. Quería golpearlo de nuevo, pero, ya sabes, sin las
consecuencias de que él muriera.

Escondió una sonrisa. Ella era diferente de los demás seres humanos que había
conocido. Intrigante. Pero entonces ella era su compañera, y todo en ella, hasta el
más mínimo detalle, era cautivador y fascinante para él.

― ¿A menudo golpeas a los hombres en la cabeza con la olla? ― Preguntó, con


diversión en su voz.

Apenas reconoció la emoción. No sabía lo que el humor era hasta ese momento. Lo
hacía querer sonreír. Lo hacía feliz sólo por estar en el mismo espacio con él. Ella le
sonrió con un poco de picardía.

― Sólo si se lo merecen. Bueno, una vez golpee a Jimmy Baker, en la cabeza con mi
mochila y casi lo noquee. Yo estaba en el jardín de infantes y él estaba en primer
grado, y él estaba molestándome. Yo siempre fui muy pequeña, así que era un
blanco fácil. Aprendí a elegir las cartas para el empate. ― Se mordió el labio. ―
Um. Puse un par de libros muy pesados en mi bolsa. Los cogí del escritorio del
maestro. Era importante estar totalmente preparado, pero la escuela no lo vió de
esa manera y me metí en problemas.

No le gustaba que ella hubiera sido agredida, pero a él le gustaba que ella se
defendiera. ¿Dónde diablos estaba su familia cuando algún chico estaba siendo
malo con ella? Él empujó hacia abajo la necesidad de ir a buscar a Jimmy Baker y
tener una pequeña charla con él.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Eso fue muy inteligente de tu parte. ¿Qué te gustaría para la cena?

Ella se llevó una mano a su estómago. ― En realidad, no estoy realmente tan


hambrienta. Tengo sed, pero creo que estoy demasiado cansada para comer. Es
medianoche ya, y pase demasiado tiempo haciendo un sondeo

Levantó una ceja y se acercó al rincón oscuro de la habitación, manteniendo su


cuerpo sólidamente en el camino, incluso yendo tan lejos como para difuminar la
cámara lo suficiente para que ella no pudiera ver, cuando él creaba un pequeño
armario con comidas humanas tales como té de hierbas y una tetera. Necesitaba
comer y beber algo. Ella estaba sintiendo los efectos del primer intercambio de
sangre entre ellos.

Para traer a su compañera humana de lleno en su mundo, necesitaba tres


intercambios de sangre con ella y ella tenía que tener habilidades psíquicas, lo que
claramente hacía. Parecía un poco irónico que lo que su abuela, un cazador de
vampiros que claramente no tenía el buen sentido de discriminar entre sus
víctimas, pudiera haber criado la compañera que un hombre de los Cárpatos
necesitaba. Probablemente lo era. Tuvo el impulso de encontrar a la mujer y
sacudirla.

― Voy a hacer un poco de té de hierbas,― anunció, volviendo con la tetera y el té.

Ella negó con la cabeza. ― Gracias, André, pero en realidad, mi estómago está un
poco molesto. Tal vez fueron las noticias sobre Armend. Él merecía ser arrestado y
debería haber ido a la cárcel, pero ser comido por los lobos... ― Se interrumpió.

― Esta es probablemente la justicia, si realmente mató a otras mujeres mientras se


jactó de ello, ― André señaló lo más suavemente posible.

Saga Cárpatos
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Ella asintió con la cabeza antes de que pudiera detenerse y luego se vio culpable.
― Bueno, espero que no sufriera.

― ¿Igual a como él te habría hecho sufrir? ― Preguntó mientras llenaba la tetera


con agua del pequeño hilo de agua que salía del lado de la montaña. ― ¿Igual que
sufrieron esas otras mujeres?

Una vez más, mantuvo su cuerpo bloqueando su visión de lo que estaba haciendo,
por lo que sólo podía agitar su mano y llenarlo. Disimular el hecho de que era una
especie diferente de ella iba a ser difícil. Otros Cárpatos vivían entre los seres
humanos y habían perfeccionado el arte de la mezcla. André había perfeccionado
el arte de evitar el contacto con ellos. Esta mujer era su compañera, y ella tendría
que saber, antes o después, que ella era suya y que pertenecía a su mundo, pero
ella ya había sufrido un trauma y no quería traer esto sobre ella ahora, sobre todo
después de que ella había confiado en él acerca de su abuela.

― Bueno, yo no sufrí tanto, pero si me dio de miedo ― Teagan admitió a


regañadientes. Ella miró fijamente la tetera en las llamas. Hizo una mueca.

― André, vas a quemarte haciéndolo así. Es difícil creer que ha acampado antes. ―
No se había sentido el calor de las llamas. Él podría hacer descender un rayo y no
quemarse, el fuego no le iba a hacer nada a él, no a menos que estuviera en el
estado del sueño paralizado de su pueblo.

― Seré más cuidadoso.

Estudió su rostro. ― ¿No te gusta estar rodeado de gente, ¿verdad?

Saga Cárpatos
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André volvió su mirada a su rostro. Era sin duda una empática natural. Había
estado intrigado con su carácter amable y las fuerzas inesperadas que de pronto se
apresuraron a la vanguardia. Su propia naturaleza tenía que estar siempre en
guerra. Ella era un pequeño guerrero feroz que definitivamente tenía una línea
clara de la justicia que ella no quería cruzar y lucharía si era necesario. También era
una sanadora y protector, lo que hacía que se enfrentara a sus miedos más grandes
con el fin de ayudar a los demás.

― Me parece que me gusta estar cerca de ti, ― admitió. No estaba seguro de si eso
era algo que debería decir, pero ella era su compañera y él no quería mentirle. ―
Por lo general, no me encuentro tratando con las personas, pero eres muy
calmante. También haces que quiera sonreír. Me había olvidado de lo que es eso.
― Eso también era la verdad. Se había olvidado de la emoción.

Como todos los Cárpatos, se había aferrado a sus recuerdos de la emoción después
de que sentimientos se hubieran desvanecido, dejándolo a él en un mundo sombrío
y gris. Por desgracia, cuando los siglos pasaron, incluso había olvidado los
recuerdos, por lo menos los buenos, si es que había habido alguno. Él descubrió
que no podía revivir a través de la mente de otros. Las emociones habían
retrocedido demasiado para él para recapturarlas. Ahora, los sentimientos eran tan
crudos y vivos, fluyendo a través de él, estaba casi abrumado, y la mayoría en
torno a esta mujer.

Ella le envió una mirada de debajo de sus pestañas. Sus rasgos eran tan hermosos
para él, que tenía que evitar que su mirada fuera constantemente a ella, así que él
se ocupó asegurándose de que el agua en la tetera hirviera rápido.

Saga Cárpatos
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Él no pudo resistirse a tocar su mente para ver lo que significaba su mirada.
Encontró cautela. No estaba acostumbrada a los elogios y la hizo ponerse un poco
nerviosa, por ello. Pero ella estaba contenta. Secretamente ella abrazó sus palabras
con ella. Eso le daba ganas de sonreír también. No se veía a sí misma en absoluto
de la forma en que él la veía. En su mente, ella tenía una imagen de lo que la
belleza en una mujer era. Sus hermanas. Altas. Cuerpos con curvas. Piernas largas.
Mucho pelo rizado y maquillaje.

Supuso que eran hermosas a su manera, probablemente para los estándares


humanos. Teagan era mucho más para él. Nunca sería capaz de explicárselo a ella.
Le gustaba que fuera pequeña y ligera. Le gustaba que tuviera el espíritu de un
guerrero. No quería decir que no tuviera miedo, pero ella los enfrentaba
frontalmente. Le gustaba especialmente que amara a su abuela con la misma feroz
protección que tendría para sus hijos.

Teagan se movió hacia atrás y pudo ver de inmediato que estaba incómoda.

― ¿Tu pierna está doliendo otra vez?

Ella negó con la cabeza. ― No sube. ― A su ceja levantada, ella le dio una leve
sonrisa. ― Sabes. Escalo rocas. Acantilados. Pendientes. Me encanta escalar,
especialmente en las rocas, pero me llevé una muy mala caída justo antes de venir
aquí. Yo estaba trabajando en este problema y estaba literalmente haciendo el
último movimiento antes de lograr llegar a la cima, y yo sabía que debería
haberme empujado fuera de la roca, pero al no hacerlo, mi pie resbaló, yo estaba
tan cerca de la victoria que podía probarla, así que quede colgando como una
idiota.

Saga Cárpatos
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Había explorado su cuerpo en busca de lesiones, pero se había concentrado en las
lesiones que había sufrido por el ataque hecho por Jashari, no en las más antiguas.
Maldijo en silencio. Tendría que ser mucho más exhaustivo en el futuro con ella.

Ella le lanzó una pequeña sonrisa. ― La Abuela Trixie dice que tengo una pertinaz
racha con un toque de locura.

― ¿Qué pasó?

― Me caí, por supuesto. En primer lugar me arranqué la piel de los dedos y


cuando me caí, no tuve una caída graciosa por la que soy tan conocida. Me lastimé
el hombro. ― Ella se frotó la mano por el hombro derecho. ― Fue mi culpa, pero
todavía me duele. Es curioso que pueda curar las heridas de todo el mundo pero
no las mías.

― Déjame ver. ― No era una pregunta. O una súplica. Tenía que sanar la lesión.
No tenía otra opción. La necesidad era más que una compulsión, era tan necesaria
como respirar.

Teagan le dio una leve sonrisa y sacudió la cabeza.

André ignoró el movimiento de la cabeza, como si no se hubiera dado cuenta. Él


no esperó su consentimiento. Ella era su mujer. Ella estaba herida. No había nada
de qué hablar. Se movió con su velocidad borrosa, en un momento estaba en el
lado opuesto del fuego por lo que se sentía segura, y al siguiente estaba a su lado,
con sus manos suaves en su hombro.

Sus huesos eran pequeños. Ella era muy delgada, pero sus músculos eran
sorprendentemente firmes. Ella estaba en muy buen estado físico. Podía sentir su
fuerza bajo su piel suave, la ondulación suave de los músculos. Aun así, sus dedos
podían cerrarse alrededor de su brazo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Um... ― Teagan calló, mordiéndose el labio. No confiaba en él lo suficiente
como para tocarla tan íntimamente, y de cerca, él era simplemente aterrador. Pero
sus manos se sentían cálidas y suaves en ella y ya podía sentir el calor entrar en su
músculo.

― Sería imposible para un hombre como yo, permitir que continuaras en el dolor,
― dijo en voz baja, distraídamente.

Se mordió el labio inferior un poco más duro, recordándose a sí misma que él


había alejado el dolor, que tenía en su memoria de cuando Armend la atacó, él
había disminuido un poco. Su cuerpo estaba cerca de ella, casi rodeándola. La
forma en que estaba sentado, con las rodillas separadas, de espaldas a ella, su
cuerpo encajado entre sus muslos, su calor calentándola más que el fuego, era
aterrador. No porque ella le temiera o se sintiera amenazada, sino porque su
cuerpo reaccionó al suyo.

La reacción fue impactante, emocionante, sorprendente y demostró que no había


absolutamente nada mal con ella cuando se trataba de los hombres y el sexo.
Nunca había sentido esa prisa antes, el calor en movimiento a través de sus venas o
la forma en que sus pechos podrían doler con necesidad repentina. Le encantaba la
sensación, sobre todo porque ella nunca había logrado sentirla con nadie más. Sin
embargo, era un poco inquietante tenerlo tan cerca y tenía miedo de que él se diera
cuenta del cambio en su respiración, el ligero temblor de su cuerpo ante su toque.
Sus manos eran grandes y muy relajantes en su hombro adolorido, pero los efectos
de su toque no se detuvieron allí.

― Um... ― ella comenzó de nuevo. ― André, tal vez esto no es una buena idea.

― Csitri. Ainaak vigyázak terád.

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Ella frunció el ceño. Cuando hablaba en su lengua, no podía entender una palabra
de eso y era bastante buena con los idiomas, pero sonaba más sexy que nunca. Su
tono era bajo y parecía moverse sobre su piel en una caricia. Ella realmente no
entendía cómo una voz o tono podían hacerle eso, pero lo hacía.

― No entiendo lo que eso significa.

― Csitri es… ― frunció el ceño ― pequeña. Pero de una forma cariñosa.

Teagan no quería volver a pensar en sí misma como "pequeña", pero le gustaba la


parte afectiva y ella no podía negar que a su lado, ella era más que pequeña.
Bueno, tal vez, junto a la mayoría de la gente, pero aun así.

― ¿Y la otra parte? Ainaak terád vigyázak.

Reflexionó más de un minuto. ― Tengo dificultades para traducir eso


correctamente, pero significa que estás a mi cuidado. Siempre a mi cuidado. No
tengo las palabras adecuadas en inglés para transmitir el significado completo.

Sonaba distraído. Ella estaba totalmente bien con que él se distrajera. La calidez de
la curación penetrando más profundamente, directo a los músculos y tendones que
estaban tensos. Podía sentir la diferencia ya. Ella también prefería que no le
prestara mucha atención a su reacción ante su toque. Cuanto más tiempo estaba
cerca de ella, más el aliento quedaba capturado en sus pulmones. Incluso sus
muslos parecían bailar con los dedos de deseo moviéndose arriba y abajo desde su
sola voz. El calor entre sus piernas aumentó y sintió su pulso en su útero y su canal
femenino ya estaba húmedo de deseo.

Saga Cárpatos
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Era hermoso. Perfecto. Terriblemente fuerte. Muy intenso. Había pensado no ser
capaz de reaccionar físicamente a un hombre, a tener ganas de volver la cabeza
para ver si su boca sabía tan bueno como parecía. Ella también quería bailar un
poco o algo para celebrar que ella no era totalmente frígida.

Su respiración se enganchó. Ella sintió el calor en la nuca mientras barría su pelo


fuera de su camino. El pulso en la garganta saltó. Palpitaba. Ella extendió la mano
y lo cubrió, ya que, por un momento, sintió su boca allí, contra su piel, su lengua
deslizándose por su pulso. Ella sabía que no era real, porque su boca estaba cerca
de la nuca, ya que podía sentir su aliento. Sin embargo, ella capturó la sensación
sensual de su lengua sobre su pulso cuando la palma de la mano acabo de
aposentarse allí, presionando en su piel.

Esperaba grabar eso en su memoria fuertemente, para que así cuando ella fuera a
la cama, pudiera tomar eso con ella y mantener los sueños de miedo de Armend a
raya con la presencia de André.

― Necesito tu mano, sivamet. ― A pesar de que él se lo dijo, ya había tomado


posesión de ella, pero con mucha suavidad. Su toque era una caricia, y le envió un
escalofrío de conciencia por la espalda. Examinó los dedos principalmente,
alisando la palma en su mano. Su mano se veía muy pequeña dentro de la suya.
Las yemas de sus dedos acariciaron las heridas. Sus dedos se cerraron en realidad,
y ella sintió una contracción muy primitiva y derramó calor húmedo entre sus
piernas.

Teagan casi tiró de su mano para liberarla, pero sus dedos se cerraron alrededor de
los suyos y él los llevó a su boca antes de que pudiera hacer algo. Estaba tan
hipnotizada, que ella lo miró por encima del hombro cuando sus dedos
desaparecieron en el cálido refugio de su boca. La reacción de su cuerpo fue
impactante.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Ella podría haber jurado que tuvo un mini-orgasmo sólo por la sensación de su
lengua acariciando sobre sus dedos. Ella no podía moverse. Ella debía hacerlo,
pero no pudo. Todo su cuerpo estaba en llamas y eso era sólo... impresionante. No
quería que la sensación desapareciera, pero al mismo tiempo, no quería que este
extraño oso de hombre, tan gentil y amable, pudiera saber lo que estaba sintiendo.

Un hormigueo en la mano, y luego entró el calor. Ella sintió que su lengua se


deslizaba sobre cada dedo en particular, una segunda y luego por tercera vez.
Cada movimiento lento y sensual envió punzadas de deseo por todo su cuerpo.
Tomó un momento para que razonamiento trabajara de nuevo.

Su cerebro se sentía lento y perezoso, aturdido y fascinado por las líneas talladas
tan profundo en su hermoso rostro. Sus ojos encapuchados llenos de
concentración, el azul tan profundo y verdadero, ya que nunca había visto un color
puro como ese en nadie. Tenía que ser el hombre más sensual del mundo, y ella
estaba sola en una cueva con él. Puede que hubiera algo de aventura de
vacaciones, después de todo.

Ella nunca había entendido el concepto. A ella le había parecido tan malo,
compartir su cuerpo con un extraño y alejarse. Ella quería intimidad y emoción.
Una conexión más allá de lo físico. Quería todo o nada con un hombre. Había
aceptado, hace mucho tiempo, cuando su cuerpo no respondió a cualquiera, que
ella no iba a hacer nada. Respiró hondo y soltó el aire para calmar a su
violentamente corazón palpitante y tal vez conseguir que el aire entrara a su
cerebro de manera que realmente pudiera pensar.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Quitó los dedos de su boca, aunque lo hizo a regañadientes, poco a poco, como si
él no quisiera. Él levantó la mano para su inspección, girando sus dedos primero
uno y luego el otro. Teagan miró su mano. No había signos de lesión; la piel se
había sanado por completo donde las heridas habían desgarrado. Contuvo la otra
parte para la comparación. Ambas manos habían corrido la misma suerte cuando
ella quitó la piedra con el pie y trató de aferrarse. Le encantaba escalar, pero ella
parecía tener la piel fina. Ella no desarrolló los callos necesarios de la forma en que
otros lo hacían.

― ¿Cómo hiciste eso? ― Al mirar por encima del hombro para ver lo que estaba
haciendo, lo vio de perfil, y sus pestañas eran exageradamente largas. Su boca era
la perfección. Su recta nariz y la mandíbula fuerte. Le gustaba la forma de su
mandíbula y el azul de sus ojos. Podía mirarlo a él por toda la eternidad y no creía
que eso fuera tiempo suficiente.

― Tengo un agente curativo en mi saliva, ― dijo.

― Guau. Eso es genial. Impresionante. Yo no puedo hacer eso, pero sería muy útil
cuando subo. Podría sanar mis manos por mí misma después de que las lastime de
nuevo. Las palabras cayeron una sobre la otra. Ella no pudo evitarlo. Él tenía la
posesión de la otra mano y una vez más estaba inspeccionando los daños.

Su estómago realizo un lento salto mortal. Un millón de mariposas alzaron vuelo.


Su canal femenino palpitaba y pulsaba. Lo miró a la cara. Dios, era simplemente
hermoso. La concentración se reunía en sus ojos mientras se centró por completo
en su lesión, era simplemente sexy.

Una vez más llevó la mano a la boca. Contuvo el aliento. Esperando. Necesitando
el toque de su boca. La escofina de terciopelo de su lengua. Sin previo aviso, sus
pestañas se levantaron y la miro directamente a los ojos. Al instante, tuvo la
sensación de ahogo. Ella perdió el aliento y se permitió a sí misma a caer.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Teagan. ― Sólo su nombre. Eso fue todo, susurró. El tono de su voz era una
caricia. Los dedos se movieron sobre su piel desnuda, por la espalda, trazando su
médula espinal.

Ella juró que sintió un ligero toque, pero no se había movido. Él no había
renunciado a la posesión de su mano. No podía apartar la mirada de sus ojos. El
mundo estaba allí. El mundo entero. Tenía la boca repentinamente seca, y quería
desesperadamente que la tocara. Su palma picaba con la necesidad de pasar la
mano sobre los pesados músculos del pecho.

Incluso mientras le miraba fijamente a los ojos, se llevó los dedos a la boca y los
chupó. Su lengua enroscada alrededor de cada dedo por separado. Eso hizo algo a
su interior. Ella se derritió hasta que estuvo suave y sin hueso, hasta que no quedó
nada más que André y sus ojos, su boca y el olor de él rodeándola.

Teagan no podría haber hablado aunque quisiera. Era totalmente incapaz de


extraer sus dedos del calor de su boca. Era tan completamente diferente a ella. lo
miró a los ojos y se dejó solo estar con él. Conectarse a él. Era sexual, pero mucho
más. Ella podía vivir allí con él. En esa cueva. Un mundo primitivo. Con tal de que
él estuviera con ella. Era una locura, pero era verdad. Ella sabía que estaba en
peligro. Ella sabía que el peligro no era sólo para su corazón.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Capítulo 5

T eagan temía mucho estar totalmente cautivada por él. André tenía una muy
fuerte compulsión de tomarla en sus brazos y abrazarla. Su corazón latía
demasiado rápido y su respiración era casi inexistente. Cuando estuvo seguro de
que había sanado sus dedos, le soltó la mano y empujó la pesada caída de su
cabello trenzado de su cuello.

― Respira, sivamet, ― aconsejó en voz baja. ― Solo toma un respiro. ―

Él se movió en su mente con el más ligero de los toques. Ella se sentía atraída
físicamente a él y estaba preguntándose el por qué. Se sorprendió por eso y ello le
dio ganas de sonreír de nuevo. Nunca había estado con otro hombre, no había
besado a uno, e incluso nunca se había sentido atraída por uno. Ella era toda suya.
Toda de él.

André no había tenido nada en su vida. A ninguna persona. Su infancia había sido
infeliz con muy pocos buenos recuerdos, y esos recuerdos se habían desvanecido
más allá de su capacidad para capturarlos. Él recordaba a un hombre oso de gran
altura que no tenía ojos más que para su madre y nada más – sin duda no para él.
Su madre siempre miró directamente a través del "fantasma" en la casa y nunca lo
vio ni reconoció. A decir verdad, no podía recordar qué aspecto tenía. Teagan tenía
ojos solo para él. Sólo por él. A él le gustaba eso. Más, lo necesitaba.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Ella respiró hondo y le sonrió.

― Creo que jamás he visto u oído hablar de alguien que pudiera sanar esas heridas
con saliva. Mi piel está completamente sanada. No parece posible que en realidad
pudieras regenerar la piel tan rápido.

― Cuando sanas heridas, estás sellando la lesión, ― señaló. Él llegó a su alrededor


por el hervidor de agua.

Ella cogió ambas muñecas con firmeza y sacudió sus manos lejos del fuego. ―
André, ¿no puedes sentir el calor? Vas a quemarse. ―

La preocupación en su voz lo capturó. Ella era tan increíble. ¿Cómo había sido
posible vivir durante siglos sin ella? Nunca había visto cabello como el suyo antes.
Tanto de eso. Largo, grueso y brillante como el ala de un cuervo. Brillante cabello.
Trenzas en todas partes. Le encantaba su cabello.

― Quiero hacerte una taza de té, ― dijo, su cara cerca de su cuello, inhalando su
aroma. Él nunca había sentido una piel tan suave o visto ese tono particular de
moca, tan hermoso que le hizo doler sus ojos solo mirarla. Quería frotarse contra
ella como un gato, pero tenía miedo de que la sombra en su mandíbula raspara su
piel suave.

― Eso es muy dulce de tu parte, André, pero permíteme conseguir mis


almohadillas para instrumentos calientes de mi mochila.― Miró alrededor de la
cueva. ― Debo conseguir un par de linternas, si vamos a establecer un
campamento para pasar la noche. ―

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Lo último que quería hacer era ir a dormir. La necesitaba agotada, para que ella
durmiera más en el día. Ella podía conseguir atravesar sus salvaguardias. Los
vampiros no serían una amenaza para ella porque ellos tenían que ir a la tierra
cuando salía el sol, pero los cuatro amigos de Armend sin duda serían una
amenaza, aunque era posible que dejaran la montaña una vez que encontraran el
cuerpo de Armend.

― A veces vengo aquí, ― dijo él, de nuevo, estrictamente cierto. No le hacía falta
revelar hasta ahora de que él había estado utilizando la cueva desde hace siglos,
cuando estaba en la zona y que era lo más parecido que había tenido a un hogar
una vez.

Ella giró la cabeza para mirarlo por encima del hombro. Sus rostros estaban cerca.
Podía ver la fusión de chocolate negro en sus ojos. Chocolate líquido. Hermoso.
Por un momento se limitó a mirarla, preguntándose cómo había llegado a ser tan
afortunado. ¿Cómo se las había arreglado para encontrarla justo cuando había
tomado la decisión de dejar ir la vida y morir con honor luchando contra un
vampiro?

Y allí estaba ella. Salvándolo. Este pequeño trozo de mujer. Tenía que asegurarse
de traerla a su mundo tan suavemente como fuera posible. Parecía frágil, pero
sabía, tocando su mente con tanta frecuencia que tenía una voluntad de hierro. Si
le contradecía y trataba de luchar contra él, no sería bueno para ninguno de ellos.

― Tengo otra cámara creada más confortablemente. Es difícil de encontrar, pero


un poco más segura que esta cueva. ― Deliberadamente, André no había ido
totalmente a tierra, atrayendo al vampiro con su rastro de sangre. Los Cárpatos se
enterraban profundamente en la tierra cuando iban a descansar, no permanecían
poco profundos donde un aprendiz recién adquirido por un maestro vampiro
pudiera desentrañar sus salvaguardias destinadas a retrasarlos, y mantenerlos
fuera. Su plan no había funcionado; en cambio, su compañera había vagado de
alguna manera en su cueva y lo encontró.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― ¿Tú lo haces? ¿Qué la hace más cómoda?

De mala gana, se alejó de ella. No tenía más excusas para envolver su cuerpo
alrededor de ella, por lo que para no parecer un pervertido aprovechado, tuvo que
moverse al otro lado del fuego.

― Hay unas pocas sillas, antorchas por encima de la luz de la habitación. Una
cama. Nada del otro mundo.

Teagan sonrió a André mientras se acomodaba frente a ella, agradecida por el


respiro de no tenerlo cerca. No entendía cómo podía parecer tan limpio y fresco y
encima oler tan bien, cuando estaban en una cueva y había sido herido
horriblemente. Su ropa ya no estaba con sangre o hecha jirones.

Ella era la que parecía despeinada, y estaba bastante segura de que necesitaba un
baño después de hacer senderismo por tanto tiempo. Había estado de excursión
por la montaña con Armend durante varios días antes de que él se hubiera vuelto
el psico-violador asesino en serie sobre ella. Ahora, tuvo que sentarse con el más
sexy, más hermoso y probablemente más ardiente hombre que jamás encontraría
en su vida, y ella parecía algo que un gato había arrastrado.

Peor aún, ella estaba humillada totalmente delante él. Su pelo negro era largo.
Ondulado. Retirado hacia atrás por una tira de cuero. Se veía como si acabara de
salir de la ducha, y olía delicioso, también. Él era dulce, también, haciendo su té, o
intentando hacerlo sin quemarse. Si quisiera usar algo de imaginación, fingiría que
había estado a punto de meter la mano en el fuego porque estaba absolutamente
enamorado de ella. Por desgracia, eso sería mucho pretender de ella.

― Fue amable de tu parte querer hacer té para mí. Te lo agradezco, gracias. ― Ella
le pasó una taza de su mochila, vertiendo el agua de la tetera en la taza y
añadiendo la bolsita de té de hierbas que le había dado de su alijo de suministros.
Eso le dio algo que hacer además de mirarlo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Extrañamente, su estómago se rebeló un poco al pensar en los alimentos. Incluso el


té de hierbas parecía que podría no ir bien. Esperaba que ella no estuviera enferma,
no cuando estaba decidiendo que una aventura de vacaciones podría ser el camino
correcto a seguir.

Se permitió una rápida mirada a él desde debajo de sus pestañas, y a escondidas


otra mirada. Él estaba observándola. Cuando André la miraba, se centraba por
completo en ella. Eso le daba la sensación de ser la única mujer en su mundo.

Ella se aclaró la garganta. ― ¿Quieres un poco de té? Tengo otra taza en mi


mochila, pero debe estar en alguna parte. ―

Él sacudió la cabeza y extendió las manos al fuego, calentándolas. ― Háblame de


tu vida, Teagan. Donde vives. Tu familia. ―

Ella dejó escapar el aliento. Era buena parloteando. Había aprendido que si podía
hacer una pequeña charla, podría sentir una parte de las actividades a su
alrededor. La mayor parte del tiempo, perseguía cosas en solitario, como su amado
escalamiento, pero ella podía aparentar ser socialmente como el mejor de ellos.
Mirando fijamente a los ojos de André le demostró lo peligroso que era para ella,
así que decidió que no estaba haciendo eso de nuevo muy pronto.

A ella le gustaba mirarlo. Le encantaba mirarlo. Peor aún, se estaba convirtiendo


en una compulsión. De cerca era aún mejor, y con la sombra de la luz del fuego
fundiéndose en todo su rostro, era espectacular.

― Teagan. ― Allí estaba. La forma en que decía su nombre. Sólo su nombre. Esa,
sexy voz baja, con su súper sexy acento. Totalmente imposible de ignorar. Se
obligó a llevar la taza de té a sus labios con el fin de evitar mirarlo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― Teagan. ― Él dijo que su nombre otra vez. Bajo. Amable. Fascinante. No tenía
otra opción. Ella levantó la mirada hacia él. Y se encontró ahogándose de nuevo.
¿Quién tenía los ojos azules como los suyos? Ojos azules y un brillante y glorioso
cabello negro. Ella parpadeó varias veces y se encontró con que el té en la taza se
había acabado, el estómago caliente, pero un poco molesto.

Estaba tan hipnotizada por él, que ni siquiera se acordaba de tomar el té. Tenía que
ponerse en contacto con ella misma.

Tragó saliva. Lamió el labio inferior con la punta de la lengua. Sus ojos siguieron el
movimiento. Él era simplemente sexy, y no sabía cómo manejar lo sexy.

― Sivamet, no estas respirando de nuevo. ― Él puso su mano sobre su corazón. ―


Tu corazón late demasiado rápido. Escucha. Escucha el ritmo del mío. Permite que
tu corazón siga el mío. ―

André estaba en lo cierto. Ella no estaba respirando. Había olvidado cómo. Incluso
sus palabras, susurradas a ella en un tono de terciopelo, pecador como la noche en
una cueva con un extraño, se enredaron en su cerebro hasta que ella pensó que le
estaba pidiendo algo más a ella. No sabía qué, pero fuera lo que fuera, sabía que si
hacía lo que él decía, ella se comprometería a algo más que ralentizar su ritmo
cardíaco.

Sin embargo, ella respiró, observando su mano sobre su corazón. Era una mano
grande, fuerte, con largos dedos. No podía imaginar lo que sentiría al tener esas
manos acariciando su piel. Luchó contra esa particular visión, la necesidad, esa
necesidad, lo que sea y puso su mano sobre su corazón.

― Escucha.―

Se dio cuenta de que casi todo lo que tenía que decir, dijo lo más brevemente
posible – con la menor cantidad de palabras que podía utilizar. Él habló Inglés,
pero entonces tal vez no estaba seguro de la lengua, al igual que cuando él estaba
tratando de interpretar su propio idioma.

Saga Cárpatos
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Ella hizo lo que le dijo. Habló mucho, pero la meditación y el silencio eran
importantes para ella. Silenció su mente y fue por el sonido. Para su sorpresa, su
audición era lo suficientemente aguda para recoger el latido constante de su
corazón cuando realmente lo escucho. Fuerte y rítmico, su corazón bombeaba la
sangre a través de sus venas y arterias. Ella escuchó como él instruyó, con la mano
sobre el corazón, y para sorpresa de ella, su propio ritmo cardíaco se hizo más
lento para coincidir con la fuerza y el latido del suyo.

Su cuerpo era un diapasón, por lo que no debería haber estado tan conmocionada,
pero aun así, usualmente escuchaba la música, todo, como si fuera un instrumento
musical. Como canciones. Las gemas y cristales tendían a ser canciones reales,
donde la roca estaba más notas. Cada variedad, o composición, emitía una nota
diferente a ella. Ahora, incluso escuchaba el goteo constante del agua, el splash al
chocar contra el suelo. Oía el correteo de los insectos a través de la madera seca,
apilados contra la pared de la cueva.

Lo que encontró realmente maravilloso y aterrador era el hecho inesperado de que


cuando sintonizó su cuerpo con el de André, pudo oír no sólo el latido del corazón,
y el flujo de sangre a través de sus venas, sino también un eco de sus
pensamientos.

Ella es muy hermosa. Debo protegerla, incluso de sí misma. De los hombres que la buscan
en la montaña.

Ella casi se dio la vuelta hacia el fuego, sintiendo como si hubiera invadido sus
pensamientos privados. Pero. ¿Seriamente? Hermosa. Era linda en sus vestidos y
botas. En su querida chaqueta con su cabello volando y cayendo por la espalda.
¿Pero hermosa? ¿En ropa de camping y con el pelo recogido en trenzas para evitar
que se volviera salvaje?

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Examinó el tono de sus pensamientos. Parecían sinceros.

― ¿Pasa algo malo, Teagan? ―

Tenía que dejar de decir su nombre. Él arrastraba las palabras hacia fuera y
curvaba su acento a su alrededor hasta que el sonido de su nombre se convertía en
una caricia. Literalmente, el sonido penetró su piel y envió dardos de fuego directo
a su más femenino canal, donde mucha actividad comenzó a tomar el lugar que no
debería. No ahí. No con él tan cerca de ella y la luz del fuego, jugando en la cara
para que pudiera leer cada expresión suya. Ni siquiera podía jugar al póker, ¿cómo
iba a ocultar su atracción por él?

― No. No, yo sólo pensé que debería estar haciendo algo más que estar sentada
aquí. Las autoridades tienen que saber sobre Armend. ― Soltó la primera excusa
que se le ocurrió.

― Estás agotada. ―

― Lo sé. Yo... Eso es verdad. ― ¡Qué idiota! Ella estaba tartamudeando. Su rostro
estaba volviéndose más rojo por momentos. No debería ser capaz de ruborizarse,
con su piel, pero ella lo hizo. Quería golpear a su padre biológico por ese rasgo.

― Háblame de tu familia, por favor. Tu vida.―

Se dio cuenta de que todavía tenía su mano sobre su corazón. Su ritmo igualó al
suyo con exactitud. Se atrevió a mirarlo a los ojos de nuevo. Él la miraba con el
mismo enfoque, todo su ser centrado en ella. La forma en que la miró envió
pequeñas corrientes eléctricas zumbando a través de sus células para unirse a los
dardos sembrando estragos en ciertos lugares de su anatomía.

― Tengo una familia ruidosa. Demasiado. Son geniales, y nos metemos en los
asuntos de los otros todo el tiempo. Tengo tres hermanas. Las adoro. Todo el
mundo lo hace, pero sobre todo yo, aunque el marido de Tarita discutió conmigo
que no era cierto, pero lo es. Yo sé que él la ama, pero Tarita es mi hermana y es
muy especial. La conozco de toda mi vida y él sólo la ha conocido por unos años.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― Ella debe ser muy especial.

― Fui muy afortunada de crecer allí. Tuve a la abuela Trixie, que es realmente lo
mejor de lo mejor. Ríe todo el tiempo, y no importa cómo las cosas de difíciles
lleguen a ser, acaba por encogerse de hombros y nos dice que hagamos un poco de
limonada. Luego se ríe. Siempre teníamos limonada en la casa y así es como
resolvemos los problemas. Nos sentamos juntas como una familia, todas con un
vaso de limonada, y hablamos de todo. Aportamos ideas para recaudar dinero si
uno de nosotros lo necesita para algo. Me encantan nuestras reuniones familiares.

― Puedo escuchar eso que dices.― André se levantó, extendiendo una mano hacia
ella. ― Ven conmigo. Creo que tu vida es intrigante y me gustaría mucho escuchar
más, pero tienes que estar cómoda. Sigues adolorida. Sé dónde hay una fuente
termal. ―

Teagan parpadeó. Eso sonaba a gloria. Incluso había traído un traje de baño. Uno
modesto, de una sola pieza, y ella tenía un abrigo para ir con eso. Tal vez ella
realmente se sintiera como un ser humano de nuevo.

― Muéstrame el camino. ―

En el momento en que ella puso su mano en la suya, su corazón dio un vuelco.


Derretido alrededor de los bordes. Su estómago hizo una serie de saltos mortales y
hubo un espasmo definitivo, caliente y un poco fuera de control. Era la manera en
que la miraba. Su mirada totalmente centrada, lo que la hizo consciente de todo lo
relacionado con ella. La forma en que se movía. La forma en que respiraba, como si
él estuviera interesado en el mismo aliento que entraba y salía de sus pulmones.
Ella era aún muy consciente de la forma en que su cabello se movía y caía por la
espalda en una cascada de trenzas.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Su mano envolvió a la de ella, y sin embargo era tan suave que cuando él envolvió
sus dedos alrededor de los suyos ella sólo sintió calor y una punzada de conciencia
que siempre terminaba al sur de donde debía estar.

Él enganchó su mochila con una mano, levantándola como si no pesara nada en


absoluto. La llevo cerca de él, por lo que estaba prácticamente caminando bajo la
protección de su hombro. Con cada paso que daba, sintió su calor. Podía sentir la
forma en que sus músculos ondulaban y se deslizaban con tanta fluidez bajo su
piel. Y eso fue a través de su ropa. No podía imaginar lo que se sentiría piel con
piel.

Se mordió con fuerza el labio para tratar de calmar su mente. ― Um. André. No
podemos dejar el fuego encendido. ―

― Trataré con él.― Él siguió caminando a través de la siguiente cámara.

Ella echó un vistazo detrás de ellos, y vio que la luz del fuego se había ido y que la
cámara estaba totalmente a oscuras.

― No tengo mi linterna. ―

― No necesitas una. Tus ojos se ajustarán en un momento. ―

― ¿Cómo lo hiciste...― Se interrumpió. Ella no lo había visto verter agua sobre el


fuego. Había estado tan absolutamente enamorada por él que podría no haber
notado que vertía el agua de la olla en el fuego. No había sido tan grande, pero aun
así, ¿era posible que una tetera llena de agua realmente apagara las llamas?

― Cuéntame más sobre tu familia. Tus otras hermanas, ― le solicitó.

Era extraño, pero en realidad podía ver por dónde estaban caminando. Sus ojos
realmente se habían ajustado a la oscuridad. Más, le gustaba caminar tan cerca de
él. No necesitaba sentirse segura. No quería vivir a salvo su vida. Quería aventura.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Ella había crecido con cuatro mujeres fuertes. Nunca se había sentido fuerte. Era la
inteligente. Todas se lo decían. No era la bella. No tenía la confianza para
levantarse y cantar en la iglesia, aunque tenía la voz para hacerlo. Ni tampoco
podía modelar. Peor aún, ella estaba totalmente asustada de todo. No era sólo un
ataque pequeño de pánico, a veces estaba realmente paralizada por el miedo.

Teagan se reusaba a vivir su vida con el miedo gobernándola. Tomo clases de artes
marciales. Trabajó en ello. Ella escalaba, enfrentando su mayor temor, a las alturas.
Amaba el desierto, y estaba decidida a ver tantos lugares como fuera posible,
incluso si ella tenía que ir sola, lo que a menudo hacia – y era aterrador. Aun. Lo
hacía.

Durante el último par de años, había ganado algo de confianza. No importaba lo


que realmente sintiera en el interior, podía proyectar confianza, pero caminar con
André tan cerca de ella, la hacía sentir a salvo en una manera que nunca había
sentido.

Ella sintió el roce de su mirada como un contacto físico. Ella sabía que si ella
levantaba la vista, estaría mirándola. El conocimiento le envió un escalofrío de
placer por su espina dorsal. Ella no era coqueta, pero de repente deseó serlo. No
era atrevida, pero pensó en poner una mano sobre sus costillas, como para no
perder el equilibrio. Por supuesto, no iba a hacerlo realmente, pero la fantasía
estaba allí. Ella sospechaba que no iba a tener el valor de tener una aventura de
vacaciones con él, tampoco, pero había llegado lejos de esto, con una sola pesadilla
y un millón de fantasías.

Ella suspiró. Al instante, André le soltó la mano y extendió su brazo alrededor de


ella. Dándole un gran brazo. Un montón de músculo. En el momento en que su
cuerpo estuvo contra el suyo, ella considero desmayarse. Era la única opción viable
que no fuera deslizar sus manos bajo su camisa para ponerlas sobre su perfecto
pecho. Sobre todo ese músculo y esas cicatrices intrigantes. Sí. Perfección.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― ¿Esa no fue una pregunta apropiada, la que te hice? ―

Ella parpadeó. ¿De qué estaba hablando? No tenía más remedio que mirarlo. En el
momento en que sus ojos se encontraron, su estómago se fue en un viaje a la
montaña rusa por sí mismo. Sus rodillas se debilitaron, lo que era estúpido, pero
cierto. Los dedos de los pies, incluso pensaron en curvarse, pero ella les envió una
orden feroz de no reaccionar. Aun así, no pudo detener el temblor que le recorrió
el cuerpo en el impacto. ¿Quién sabía que el hielo azul marino oscuro podría
existir?

― ¿Que pregunta? ―

― Sobre tu familia. ¿Eso no es lo que los extranjeros hacen cuando tratan de llegar
a conocerse unos a otros? ¿Preguntar sobre la familia?

Él no parpadeó. Lo sabía porque ella lo miró y parpadeó para él. Al igual que un
millón de veces. Mirarlo a los ojos era simplemente peligroso, pero no podía
apartar la mirada. Su cuerpo estaba apretado contra el suyo. En un abrazo de
amantes. Excepto que no era en realidad un abrazo de amantes, era más como si –
Teagan estuviera haciendo el ridículo y fuera a caer a sus pies si él no la mantenía
abrazada.

Su cuerpo estaba frío al principio. Su piel fría. Se calentó rápidamente en todos los
lugares que ella le tocó hasta que quemó a través de su ropa. Sus ropas sucias. Casi
gimió. ¿Por qué estas cosas le pasaban a ella? ¿Por qué no podía ser totalmente
glamorosa y segura como sus hermanas? Por ahora, sin lugar a dudas, su
desodorante no había fracasado. Olía, delicioso. Él la había estado engañando
cuando estaba acostado en la tierra, cubierto de sangre cuando lo encontró, pero de
alguna manera, se veía y olía como el cielo.

― Teagan.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Allí estaba otra vez. Su nombre. Esa voz acariciante. Su acento. Los dedos de sus
pies ignoraron totalmente la anterior orden y los tuvo encrespándose derecho junto
con las volteretas de su estómago.

― Uhm.― Eso estaba, ciertamente, mostrándole su naturaleza inteligente. Su


conversación ingeniosa. Su mente estaba en blanco. Bien. Bueno. No exactamente
en blanco, estaba llena de todo tipo de cosas que no deberían estar allí. Como
André sin camisa. Era todo lo que ella se atrevió a imaginar. Seriamente. Cualquier
otra cosa habría hecho explotar su cabeza.

Una sonrisa divertida y lenta iluminó sus ojos por un momento pequeño y se
desvaneció, pero la oscuridad marina retrocedió un poco y todo ese hermoso azul
glaciar comenzó a regresar.

Ella entrecerró los ojos. ― Será mejor que no estés leyendo mi mente. ―

― Estoy haciendo mi mejor esfuerzo para ser cortés. ―

El color barrió por su cara. Se atrevió a poner la mano en su caja torácica para
alejarlo de ella. Su cuerpo no se movió, como si fuera una roca, ni una pulgada, y,
tocarlo a él fue un gran error. Uno enorme. Su mano parecía moldearse a su
cuerpo. Estaba bastante segura de que se había derretido en su piel y no había
manera de quitarla de nuevo.

― Eres letal, André. Realmente. Ni siquiera sé qué hacer contigo. Vas a tener que
dar un paso atrás y darme un respiro para que pueda actuar como un ser humano
normal de nuevo. ― Ella hizo la confesión con un poco de prisa.

― ¿No estas actuando normal? ―

Ella le dio su mueca más oscura. ― ¿Crees que babeo toda, por cada hombre
extraño con quien me reúno? ―

― ¿Soy un extraño?

Saga Cárpatos
Dark Ghost

No había rastro de diversión en su rostro. Ella la quería de vuelta. La constante,


mirada enfocada estaba llegando a ella. Ahora lo había insultado. Maldita barrera
del idioma.

― Quiero decir como extraño. Un desconocido. No babeo por los hombres. ―

― Espero que no. ―

Ella no vio la diversión en su rostro, pero oyó un indicio de eso en su voz y por
alguna razón, su cuerpo quería derretirse a sus pies en ese mismo momento.

― Bueno, eres más que...um... precioso.― La confesión se supone que era buena
para el alma, ¿no? ¿Y qué otra cosa podía hacer? Ella le había insultado llamándolo
extraño. No había querido hacerlo, pero lo había hecho. Y de todos modos, decir la
verdad parecía lo único que podía hacer, porque lo había dejado escapar sin
pensar. Ya estaba eso por ahí, y no podía desdecirse.

― ¿Precioso?

Excelente. No sabía lo que significaba la palabra. Ella suspiró de nuevo y deseó


poder pasar la mano por su piel. Había una fina pieza de material entre la palma y
su piel, pero estaba bastante segura de que se había derretido de poder hacerlo.
Incluso si todavía estaba allí, ella ya no podía sentirlo.

― Ardiente. En serio, muy ardiente. ―

Él parpadeó. ¿Por qué habría querido parpadear? Tenía largas pestañas. Negras
como su cabello. No oscuro marrón. Su cabello y pestañas eran una cosa real.
Negras. Negro brillante. Hermosamente negras. Ella estaba tan seducida por él.
Eso estaba mal, pero imposible conseguir que su mente funcionara lo
suficientemente bien como para parar.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― Bien parecido y dulce. Esa es una combinación letal, ― añadió, su boca


cerrándose de nuevo. Necesitaba que la tierra se abriera y se la tragara. Necesitaba
agregar una retirada. ― Pero estás a salvo. Realmente. Yo sólo voy a mirarte
mucho, pero no voy a ponerme toda delicada y susceptible. Bien. A excepción de
mi mano. Ella está un poco derretida dentro de ti y no hay nada que cualquiera de
nosotros pueda hacer al respecto. ―

¿Cómo iba a recuperarse? Ahora ella era simplemente una loca ante sus ojos. Al
igual que su abuela. Ello obviamente, corría en la familia. Al menos no pensaba
que era un vampiro; pero en realidad, ¿no se suponía que los vampiros eran sexys?
Drácula había sido muy sexy a veces. Y él hizo su té. Los hombres no hacían eso,
¿verdad? Nunca había visto a uno de sus cuñados hacer té a sus hermanas. Sus
hermanas siempre eran las que hacían la cena y la ponían sobre la mesa delante de
sus maridos ya sentados. ¿Acaso los vampiros hacían té?

André en realidad sonrió. Un destello de dientes blancos solamente, pero por un


momento había sonreído. Incluso en la oscuridad ella pudo ver que sus dientes
eran muy blancos y no afilados ni puntiagudos como los dientes de un vampiro
debían ser. Sin manchas de sangre. Su cuello estaba a salvo. Su pulso dio un
pequeño latido decepcionado. La idea de él mordisqueando su cuello era sexy,
también.

― ¿Crees que soy magnífico...? ―

― Uhm. Sí. Eres guapísimo. Del tipo que mujeres como yo solo ven desde lejos. ―

Su sonrisa había desaparecido por completo ahora. Pero sus ojos se habían vuelto
blandos. Casi líquidos. Tan hermosos que ella quería llorar.

― ¿Las mujeres como tú? ― Repitió.

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Dark Ghost

Ella se encogió de hombros, todavía apoyada en su cuerpo. Aún con las rodillas
débiles y su estómago haciendo volteretas. Peor, Reacciones químicas graves,
pequeñas mini-explosiones que tenían lugar en lugares secretos en los que ella no
quería pensar, no con él tan cerca. No podía apartar la mirada de él, más de lo que
podía retirar la mano que estaba ahora pegada permanentemente a su lado.

― Ordinarias. Normales. Sabes. No diosas. No nos asociamos con hombres como


tú. Nosotras simplemente los adoramos desde lejos. ― Sí. Ella estaba haciendo el
ridículo totalmente. Ahora sabía por qué era una bendición total, que nunca se
hubiera sentido atraída por un hombre antes. Era una idiota. Tenía que dejar de
hablar. Pero simplemente no podía. Estaba demasiado nerviosa y cuando estaba
nerviosa, charlaba.

― Teagan. ―

Un millón de alas de pájaros revolotearon en su estómago, uniéndose a la montaña


rusa. No podía seguir diciendo su nombre así o iba a tener un mini-orgasmo sólo
por el sonido de su voz. Esa era una verdad. Absoluto.

― Uhm. André. Tienes que dejar de decir mi nombre. ―

Su rostro cambió. Sutilmente. Todas esas líneas talladas, como una escultura del
dios de la belleza masculina, se ablandaron. Más belleza masculina. Ella parpadeó
y su rostro estaba más cerca. Su mano se deslizó en torno a su nuca, su pulgar
deslizándose por su mejilla. Su estómago tocó fondo, hizo una serie de
lanzamientos y comenzó a batir. El aire en realidad escapó de sus pulmones para
que se quemaran. Su garganta se cerró.

Ella no cerró los ojos. No podía. No cerraría los ojos. Vio su reacción, y no podía
detenerlo. El desastre de su boca encontrando la suya. Ella no sabía cómo besar. Él
era precioso. Tenía que haber besado cientos de veces. Sin embargo, incluso ahora,
cuando ella iba a hacer el ridículo más que nunca, se quedó muy quieta.
Esperando. Conteniendo el aliento. La necesidad. El ansia. Un desastre perfecto.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Su boca tocó la de ella. Ligera como una pluma. Un exquisito pincel que dejó atrás
un hormigueo. Los hormigueos irradiaban directo hacia su cuerpo a sus pechos
por lo que a ella le dolían más de lo que ya le habían estado doliendo. La sensación
seguía viajando, utilizando sus venas como una carretera recta hacia su sexo. Sintió
calor. Fuego. Un espasmo de necesidad.

Ella parpadeó. Su otro brazo se trasladó a su espalda, tirando de ella con más
fuerza a él. La mano en su nuca se deslizó hacia su cabello, sus dedos agrupándose
en sus trenzas, apretándolas, tirando su cabeza hacia atrás. Su boca retornó y ella
no pudo evitarlo. Cerró sus ojos y dejó que él la guiara.

Ella nunca había besado a un hombre antes. En realidad, a nadie, aparte de su


abuela y sus hermanas y era más un beso cariñoso en la mejilla. Esto era algo
completamente diferente. Sus labios se movían sobre los de ella, enviando
pequeños dardos de fuego en todas direcciones, por todo su cuerpo. Su lengua se
deslizó a lo largo de la costura de sus labios y una lanza disparo fuego a su canal
femenino. Quemándose allí.

Tenía unas ganas locas de apretarse contra su muslo, pero perdió incluso ese
pensamiento cuando él profundizó el beso. Suavemente. Casi con ternura. Aun así,
su boca era puro fuego y ella se estaba ahogando en él. Con él. No había sabido
que una mujer se pudiera sentir de esta manera. Sólo se entregó a él. Dejando que
la llevara más lejos, necesitando su boca y el sabor de él y la quemadura que seguía
amenazando con girar fuera de control.

Él levantó la cabeza y la miró a los ojos. Sabía que parecía aturdida y confundida
porque estaba aturdida y confusa. Ni siquiera estaba segura de que supiera su
propio nombre. Ella parpadeó rápidamente para tratar de traerse a sí misma de
debajo de su hechizo. Sacudió la cabeza y tocó sus labios.

― ¿Estás bien? ― Su voz era suave. Dulce. Sexy.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

No, ella no se encontraba bien. Diablos, no, ella no se encontraba bien. ¿Estaba loca?
dejó escapar un suspiro. ― Claramente no estoy en mi sano juicio. Yo no beso
extraños. ―

― Fue un buen beso. ―

Ella puso sus ojos en blanco. ― Fue más que un buen beso. Es oficial. Eres el mejor
besador en el mundo y por lo tanto nunca puedes – y, André, me refiero a que
nunca – hagas eso de nuevo. ―

Su ceja se alzó. ― Si fue un buen beso, ¿por qué no quieres repetir la experiencia?

― Mi mano ya se funde a tu lado. ¿Quieres que todo mi cuerpo se funda en el


tuyo? Porque, permíteme explicar esto para que entiendas. Podría suceder. ― Miró
a sus increíbles y sexy ojos azules, deseando que comprendiera la gravedad de la
situación. ― Seriamente. Podrías caminar hasta el final de tus días conmigo justo
pegada a ti. ―

Una lenta diversión se deslizó de nuevo en sus ojos. No le gustaba lo mucho que
amaba verla allí.

― Normalmente, soy muy inteligente. Lo soy. Pero has hecho cortocircuito mi


cerebro y frito unas cuantas células muy necesarias. No puedo pensar con claridad
a tu alrededor. Así que no más besos. ― Ella trató de sonar decisiva. Realmente
firme. No parecía así en absoluto, ni siquiera a sus propios oídos. ― Además de ser
hermoso, ¿has tenido que ser un besador de clase mundial?

Sí. Dejó escapar ese comentario directo allí, también. Claro. Porque no importaba
lo mucho que lo intentara, no podía evitar que su boca hablara. Ella incluso apretó
los labios seriamente – en realidad – tuvo que quitar la mano de su lado.
Desafortunadamente, tenía miedo de que si lo hacía, pudiera estar colocando sus
labios allí.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Ella gimió. Fuera. Ruidoso. Él sonrió y le alisó el pelo, su pulgar deslizándose bajo,
sobre su pulso. Su mirada cayó a su boca de ella. ― Creo que habrá muchos besos
en nuestro futuro. ―

― ¿En serio? ― Ella sonó más esperanzadora que sorprendida de lo quería sonar.

― Sí. Realmente. Creo que besarte es una necesidad. Me gusta tu sabor. Sería
imposible para mí besarte una sola vez. Un gusto y ya es una adicción. ―

Ella negó con la cabeza. ― Temo que podría ser una adicción para mí, pero no sé
cómo besar. Nunca lo he hecho antes. Eres el primero. Y el único. Así que, no tengo
suficiente experiencia para el tipo de clase mundial de besos que haces. Estás tan
lejos de mi alcance, que no es divertido. ―

Oh Señor. Su imprudente boca golpeó de nuevo. Ella había conseguido llevar la


"clase mundial" dos veces, por lo que él no podía perdérselo. Y admitió que nunca
había besado a nadie. Eso fue simplemente genial. Ahora ella parecía patética y
desesperada. ¿Cómo la había llamado Armend? Una pena…

― Para. ― André gruñó la orden en voz baja, casi gruñendo.

Sus ojos brillaban y comenzaron a llenar todo ese hielo con un color azul noche
oscuro. Turbulentas tormentas se arremolinaban a través del azul. Era fascinante y
aterrador al mismo tiempo.

Su puño apretado en su pelo. ― Ni siquiera pienses en ese hombre y las cosas


repugnantes, que te dijo. Te deseaba. Te negaste, y dijo cosas para hacerte daño.
Para hacerte pensar menos de ti misma. No tendré a mi avio päläfertiilam, pensando
cualquier cosa a menos que sea que eres hermosa.

Teagan no tenía idea de lo que significaba avio päläfertiilam, pero sin duda se refería
a ella y podría decir que quería decir cada palabra. No tenía ni idea de por qué
sabía que él era sincero, pero por alguna razón, este hombre magnífico realmente
pensaba que era hermosa. No tenía sentido. Tal vez sus ojos brillaban en la
oscuridad porque era ciego.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― ¿He sido claro?

Tragó saliva. Él podría dar miedo, incluso cuando parecía estar defendiéndola. ―
Muy claro. Gracias. Pero tú. ¿Puedes dejar de leer mi mente? ― Oh. Señor. Estaba
leyendo su mente de nuevo. Realmente tenía que controlar todos sus
pensamientos. Eso no iba a ser fácil. ― Por favor, hazme un favor y saca mi mano
desde donde todo se fundió en tu lado. Tengo que conseguir controlar esto y
tocarte no está ayudando. ―

― Yo puedo hacer eso por ti, pero primero, realmente tengo que besarte otra vez.
― hizo una declaración.

― ¿En serio? ― ¿Quién era ella para detenerlo si él realmente tenía que besarla?
Había una diferencia entre querer y tener que hacer algo, ¿no?

Observó cómo su cabeza se inclinó lentamente hacia ella. Su estómago giro en una
montaña rusa y millones de pájaros revolotearon todos a la vez. El corazón se
olvidó por completo de seguir el ritmo constante del suyo y comenzó a correr a
través del tiempo. Sus labios rozaron caricias sobre los de ella, y estaba bastante
segura de que lo único que la estaba sosteniendo era su mano en el pelo y el brazo
cerrado alrededor de su espalda.

Si quería sobrevivir tenía que detenerlo. ¿Pero en serio? ¿La supervivencia era tan
importante? Su lengua tocó sus labios y la parte inferior se retiró de su estómago.
No. La supervivencia era algo de lo que la gente hablaba pero realmente no era
todo como lo pintaban. No cuando un besador de clase mundial estaba tomando
su tiempo contigo.

Su boca se inclinaba sobre la de ella. Abre para mí, sivamet. Entrégate a mí.

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Dark Ghost

Su sexy voz jugando a lo largo de cada una de sus terminaciones nerviosas,


dejándola en llamas, necesitada. Ella debería haber prestado atención a su voz
interior sobre la supervivencia, pero no había nada escuchando a su cerebro. Abrió
su boca a la de él. Una invitación. Entregándose a él. Rindiéndose.

Los dedos en su pelo se movieron a su mano, la cual se derritió en sus costillas, y la


trajo con mucha suavidad hacia arriba alrededor de su cuello. Hizo lo mismo con
la otra. Tenía que ponerse de puntillas y se limitó a levantarla como si no pesara
más que una pluma, su boca no se movió de la de ella.

Ella hizo lo impensable y envolvió sus piernas alrededor de él. Aun besándolo.
Aun así quemando por él. Besando. Quemando. Flotando. Todo era absolutamente
maravilloso. Perfecto. Increíble y tan diferente a Teagan Joanes.

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Dark Ghost

Capítulo 6

A ndré la deslumbró. Lanzándole un hechizo. Tenía que ser un brujo. No había


otra explicación. Primero Teagan estaba con él en una cámara con pasillos
estrechos que conducían a un par de direcciones y al siguiente, cuando la tomó con
su boca – y que tenía que ser dicho, ella maullaba su decepción como un gatito en
apuros – ella estaba en una cámara completamente diferente.

Esta todavía tenía un piso de tierra, pero hacía calor y había un charco de agua
muy acogedor. El vapor aumentó, lo que indico que el agua estaba caliente. Había
una cama que en realidad parecía limpia, no llena de insectos, y la cámara estaba
iluminada con fantásticas estrellas en el techo alto. Antorchas en la pared
despedían una bailante luz que cruzaba la habitación al igual que las llamas de una
chimenea.

André coloco sus pies en el suelo, con un brazo sosteniéndola constante, de modo
que ella no acabara de derrumbarse en una fusión de un montón de carne
deshuesada – que era exactamente como se sentía. Su boca quería la de él. Así lo
podría saborear. Saber si él sabía tan bueno como se veía y algo más.

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Dark Ghost
― Um... ― Se interrumpió, mirando a su alrededor. Um parecía ser su palabra
favorita. Ella suspiró. ― Honestamente, tengo una educación universitaria. Una
materia, de hecho, tengo mi maestría y soy muy joven para eso. Has frito mi
cerebro. ― No podía dejar de sonar ligeramente acusadora porque realmente tenía
frito el cerebro. Nada de esto era su culpa.

Su ceja se disparó y la mirada divertida a la que se estaba haciendo tan aficionada


se arrastró de nuevo a sus ojos. Encontró que André era doblemente peligroso
cuando le daba esa mirada en particular. Ya la había derretido. Entonces ella
perdió su mente y lo besó todo el camino a la otra cámara y ni siquiera se dio
cuenta de que se movían. Bueno... ella se sentía como si estuviera flotando.

― Tu cerebro está muy bien, ― él aseguró. ― Lo comprobé. ―

Ella frunció el ceño. Era buena con el ceño fruncido. Había practicado a lo largo de
la escuela cuando estaba tratando de estudiar y algunos de sus amigos revoltosos,
todos hombres, la invitaban a luchar, a hacer artes marciales, escalar o
simplemente desviar su atención cuando necesitaba mantener la concentración.
Incluso había utilizado su ceño más efectivamente en sus cuñados, cuando la
llamaban "camarón" y "mini-pastelito ardiente." En serio. Ellos realmente la
llamaban eso.

― ¿Mini-pastelito ardiente? ¿Realmente te llaman así? ― André demostró que era


inmune a su ceño fruncido por leer sus pensamientos.

― ¿Vas a parar André? Estaba diciéndote, no quieres saber lo que está flotando en
mi cabeza. Especialmente en lo que se refiere a ti. Y ahora mismo, no quiero
discutir contigo, quiero sentarme en las aguas termales. ―

― En realidad, quieres besarme de nuevo. No tengo objeciones. ―

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― En realidad, estoy pensando en patearte en las espinillas. Eres un total
desconocido. No sé ni una cosa acerca de ti, y no voy a besarte de nuevo. No sé qué
pasó, pero te digo que yo no hago ese tipo de cosas con todo el mundo. ―

― Te escuché la primera vez, sivamet. Creo que señalé que era algo muy bueno.
Desaprobaría que mi avio päläfertiilam estuviera besando a otros hombres.

Tenía que dejar de hablar en su lengua materna, porque ella no sabía lo que él
estaba diciendo, y no lo hacía, pero sonaba ultra sexy. Tonteando estaba más
probablemente. Ella agitó la mano alegremente y salió a su alrededor. Bueno, ella
comenzó a caminar a su alrededor. Él era un hombre grande y girar a su alrededor
tomó un poco de tiempo. No funcionó, porque él envolvió su mano alrededor de la
nuca de su cuello y tiró. Era fuerte y ella se encontró golpeándolo de lleno, su
frente a la suya. De cerca. Muy, muy cerca.

Ella inclinó la cabeza para mirarlo, siempre era un error, pero no podía contenerse.
Presionó su palma al lado de su cara. Suavemente. Una caricia en realidad. Era la
forma en que la miraba. La miraba a sus ojos. Como si ella fuera todo para él. El
aire que tomaba en sus pulmones. Su aliento. Su mundo. No, todo su universo. No
entendía cómo podía ser así, pero sintió como se sentía de solo y luego no. Luego
completo, por ella.

― Susu. ― André susurró la palabra en voz alta.

Ella supo al instante que lo que había dicho era importante, y memorizó la palabra
para preguntarle el significado más tarde. Él todavía tenía esa mirada en sus ojos y
no podía apartar la mirada de la suya.

André cubrió la mano con la suya, presionando su palma aún más cerca para que
pudiera sentir el cosquilleo de la sombra en la mandíbula. Sus ojos se abrieron más
azules que el azul hielo. Más allá del azul. El color era increíble. Ella miró esos ojos
durante un largo rato y luego cometió otro error. Una vez más, no podía
contenerse a sí misma. Se acercó de puntillas, echó la cabeza hacia la suya y lo besó
en los labios.

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No entendía lo que estaba pasando entre ellos, pero nadie la había mirado así.
Nunca. Ni siquiera la abuela Trixie, y su abuela la amaba como loca. No podría
mirarla como si fuera lo único en su mundo. Nadie más que André, quien tenía
que estar aún más loco que la abuela Trixie.

Aun así, ella no pudo evitarlo. Tocó su boca con la suya. Necesitaba devolverle
algo. Para reconocer su mirada. Sus labios eran cálidos, firmes y suaves, una
invitación descarada a más.

La mano de André tomó la parte posterior de su cabeza y su boca se movió contra


la de ella. Por primera vez ella reconoció el hambre en la persuasión suave de la
lengua. Ella debería haberse retirado. No lo conocía. Estaba sola con él. Ya le había
dado a un hombre la impresión equivocada, con desastrosos resultados...

André la llevó más cerca, su dominante boca, incluso ordenando, un cortocircuito


en su cerebro de manera que cada pensamiento desapareció y ella se apoyó en
todo ese calor y simplemente se incendió. La prisa en sus venas era como una bola
de fuego difundiéndose a través de cada parte de su cuerpo. Era lo más hermoso,
un momento sorprendente en su vida. Ella quería que nunca terminara.

Su boca estaba caliente y perfecta, y ella sabía que se estaba entregando a él así
como él la estaba tomando. Él se estaba haciendo cargo de ella de una manera que
nunca habría permitido que lo hiciera, si pensaba en ello. El fuego se extendió
rápido, fuera de control, y ella lo quería, quería que la quemadura la consumiera.
Sobre todo, ella lo quería a él. Quería ser suya. Se sentía como si fuera pura y
simplemente suya.

Eres mía

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Ella absorbió la suave declaración, única en su cabeza más que susurrada al oído.
Su boca siguió moviéndose sobre la suya, su lengua acariciando y rozando hasta
que ella no podía respirar. No podía coger el aliento. Por un momento, pensó que
podría morir besando, si eso era posible, pero sus pulmones se negaban a trabajar,
quemando sus pulmones. Y entonces, de alguna manera, extrañamente, él los llenó
de aire, intercambiando aliento con ella, el aire con ella, así ella lo sentía en su
interior. Cerca. Tomándolo a través de cada órgano y célula que tenía, colocándolo
allí. Marcándose a sí mismo en sus propios huesos de modo que si ella moría y
ellos le hacían una autopsia, su nombre estaría allí, en todos los huesos que ella
tenía.

Él levantó su cabeza de mala gana. Ella se agarró a su pelo, su cuello, odiando el


soltarlo. Parecía aturdida y un poco inestable. Él la sostuvo constante, de modo que
si sus piernas cedían, él no permitiría que se cayera.

Ella lo miró a los ojos azules. ― ¿Qué está pasando aquí, André? Porque me está
asustando, sólo un poco. No soy así. De ningún modo. Estoy actuando totalmente
fuera de carácter, eres un total desconocido y tengo miedo. ―

― Sé que estas asustada, csitri, ― murmuró suavemente, con la mano en la nuca,


su pulgar deslizándose a lo largo de su mejilla y luego encontró su pulso en la
forma sexy que tenía. ― No tienes que tener miedo de mí. Daría mi vida antes de
que te causara daño.―

Era imposible no oír la sinceridad absoluta en su voz o verlo en sus ojos. Eso ya era
tan espeluznante. Ella siempre tenía miedo, pero lo había hecho una prioridad, el
hacer frente a todos los miedos. Esto era diferente. Esto ponía en peligro su
corazón. Podía enamorarse de él, con fuerza. Se dio cuenta de ello, mirando su
hermoso rostro. Si fuera sólo su aspecto, sería una cosa, pero ella sabía que era
mucho más. Ellos estaban conectados de alguna manera que no entendía.

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― ¿Ves? ― Tenía que decirlo. ― Incluso esto es extraño. No me conoces en
absoluto y sin embargo estás tan envuelto en esta locura que estarías dispuesto a
dar tu vida por mí. ¿Esto tiene sentido para ti? ―

Se obligó a dar un paso atrás. Lejos de él. Lejos de su potencial amenaza. Él era tan
fascinante. Lanzo su hechizo sobre ella y la mantenía prisionera. Pero no todo era
él. Ella era lo suficientemente honesta para evaluar su propio comportamiento.
Había luchado para salvarlo. Podría incluso ir tan lejos como para dar su vida
antes que permitir que algo o alguien le hiciera daño, y eso era realmente
aterrador.

Teagan camino más lejos de su calor. Del fuego. De la suave promesa en sus ojos.
Ella apenas podía respirar de nuevo. La única cosa sensata que podía hacer era
poner distancia entre ella y este hombre. Mucha distancia. Un país o dos. Cogió su
mochila con su mano temblorosa. La abuela Trixie podía tener que quedarse loca
sólo un poco más de tiempo, viviendo en su mundo de vampiros y monasterios.

Ella en realidad se giró para irse, pero de alguna manera, él llegó allí primero. No
lo había visto moverse. No lo oyó moverse. Ni un solo roce de la ropa. Ni una sola
pisada. Ni siquiera un respiro. Sólo parpadeó y él estaba ahí. Sólido. Una roca
inamovible. Su mano, así con mucha suavidad, quitó la mochila de ella.

― Teagan. ―

Su nombre. Ese acento. Su baja reprimenda. Se estremeció y se mordió el labio


inferior. Ella no iba a cometer el error de mirarlo a los ojos. De esa manera iba a
caer un total y absoluto desastre y ella no iba a irse de allí otra vez.

― Ahora te estás asustándote a ti misma. Estás cansada y tu cuerpo adolorido.


Puedo sentir la manera en la que tus músculos están gritando. Por favor, entra en
el agua. Sé que te hará sentir mucho mejor.

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Su voz era suave terciopelo, acariciando su piel como una caricia ligera. Tenía la
sensación de que si trataba de salir, iba a encontrar una manera de detenerla, y eso
realmente la asustaría. Tal vez él era un psicópata, simplemente haciendo que se
sintiera a salvo con él, sólo que no lo haría nunca más. ¿Por qué? Porque su cuerpo
se fundía totalmente con su toque. No, era aún peor que eso. Todo su cuerpo se
derretía cuando la miraba.

― Sivamet. No me gusta sentir tu miedo. No soy este psicópata, del que tienes
miedo. Te avio päläfertiilam. Ainaak terád vigyázak. ―

Firmemente negándose a mirarlo, ella respiró. ― André, no sé lo que eso significa.


― Si te metes en las calientes aguas termales, te lo diré.―

Ella lo miró. Sus ojos azules eran del color de los glaciares más puros que había
visto nunca. Las aguas termales eran tentadoras. Estaba cansada. Exhausta.
Necesitaba descansar si ella iba a caminar de regreso por la montaña, para decirle a
las autoridades lo que había sucedido con Armend.

― Correcto. Pero me estoy poniendo mi traje de baño, por lo que necesitas ir a la


otra cámara. ― Eso era definitivo y puso una orden en su voz. Podía ser muy firme
cuando necesitaba serlo. Sus sobrinas y sobrinos siempre le obedecían cuando
utilizaba ese tono.

Él sólo la miró, y una lenta diversión se deslizó en sus ojos. Su estómago despegó
de nuevo y los dedos de sus pies amenazaron nuevamente con encresparse. Él
extendió la mano y pasó sus nudillos suavemente por un lado de su cara. ― No
tenía idea de lo que la palabra lindo, en inglés significaba hasta que te conocí.
Cuando conseguiste atravesar todo, esto es quien eres.

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Linda no era lo que era. Él podría ser un pie más alto que ella, y superarle por más
de un centenar de libras, pero tenía que tomarla en serio. Frunció el ceño y señaló
la estrecha abertura, la única que vio, aunque había dos manchas oscuras que
podrían ser entradas.

― Vete.― Susurró la orden. Había practicado eso y luego lo utilizó en su sobrino


más travieso. Él siempre obedeció el silbido al instante.

André siguió mirándola y la diversión en sus ojos se movió lentamente a su boca.


Por un momento, ella contuvo el aliento, esperando. Su sonrisa fue breve, pero
estaba ahí, mostrando sus fuertes dientes blancos – no eran dientes de vampiro – y
con la misma rapidez se habían ido, pero aun así, se sentía triunfante. Ella se dio
cuenta de que él no sonreía a menudo y fue agradable saber que podía hacerlo.
Incluso si él no reaccionaba a su ceño fruncido o a su siseo o a su mejor tono de
miedo.

― André. Quiero cambiarme.

Él se inclinó y besó la parte superior de su cabeza antes de que se volviera y saliera


de la cámara. Ella lo miró, su corazón latía demasiado para tranquilizarla. Se
movía tan bellamente. Como un gato de una gran selva, con músculos fluidos y
ondulantes sutilmente bajo la superficie. Él era realmente precioso. Tal vez era sólo
su cuerpo y ella estaba a salvo después de todo.

― Muévete, Teagan, o voy a tener que ir a ayudarte.

Ella estaba mirando directo a la entrada de la otra cámara y él no estaba allí. Estaba
fuera de la vista, así que ¿cómo sabía que estaba perdida totalmente en un sueño
sobre él y su fantástico cuerpo? Ella envió un feroz ceño fruncido en su camino y
espero que se sintiera por toda la tierra y roca.

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Ella encontró un rincón fuera de la vista de la entrada y se puso su traje de baño,
agradecida de que fuera de una sola pieza. Viajaba mucho a países extranjeros, no
a las ciudades o zonas turísticas, pero, si por el desierto, las montañas y los ríos.
Muchos de los lugares a los que iba, tenían la cultura de ver mal a las mujeres que
mostraban demasiado o mucha piel. A menudo, se iba sola ya que era lo más
seguro.

― Ya estoy vestida, ― dijo en voz alta, en el momento en que estaba cerca de la


piscina de agua hirviendo. Mojó su mano con cautela. Hacía calor, pero no muy
caliente. Lo suficientemente caliente para calmar el dolor de sus músculos y
huesos.

Ella lo sintió antes de escucharlo o verlo. Estaba justo detrás de ella, cerca, pero sin
tocar. Lo sabía porque se sentía segura y cálida. Tenía una manera de hacerla sentir
como si estuviera en un capullo de seguridad. Lo cual era una tontería cuando en
realidad tenía miedo de él.

― No tienes miedo de mí.

Los brazos de André fueron alrededor de su cintura por detrás y la atrajo hacia él.
De regreso a su frente. Estaba con el torso desnudo. Su corazón tartamudeó. ¿Sería
posible tener un ataque al corazón sólo porque un hombre mostraba su pecho? Ella
ni siquiera estaba mirando su pecho desnudo, y ya tenía el corazón corriendo.
Vacilante. Deteniéndose y arrancando. Mal comportamiento.

― En realidad lo estoy, André.

― No, csitri, tienes miedo del cambio. Por lo que esto significa para tu vida. No te
culpo por eso. Amas a tu familia, y viven en los Estados Unidos y nosotros vivimos
aquí.

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― Um. No. Eso no es lo que me da miedo.

Ella trató de quitar sus manos de la cintura para poder girar alrededor y quedar
frente a él, pero sus manos no se movieron. Extrañamente, su agarre ni siquiera se
sentía apretado. Era más como si estuviera encerrada en un capullo de seguridad.

André la levantó del suelo y, entro en la piscina de agua hirviendo, la bajo


lentamente. El agua caliente fue un shock, pero se sentía bien. Era profunda y el
agua le llegó con facilidad a los hombros, así que ella se sumergió toda cuando
estuvo de pie.

André le tomó la mano. ― Hay una roca lisa, puedes sentarte aquí. No vayas
demasiado lejos o al medio porque la piscina se hace más profunda.

Él la acomodó en la roca y luego se sentó cerca de ella. Lo suficientemente cerca


para que pudiera respirar, y lo suficientemente lejos para que no pudiera llegar tan
fácilmente a su mano y tocar todos los músculos de su pecho desnudo.

― Si no tienes miedo del cambio, estoy de acuerdo contigo, ¿qué es, sivamet, lo que
te asusta de mí?

Ella cerró sus ojos contra el tono fascinante de terciopelo que simplemente se
hundió en su cuerpo y la hizo quedar sin huesos. Sin espinas. Y cautivada. El agua
caliente lamió sus pechos. Tenía pechos muy pequeños, pero eran sensibles, y el
agua, junto con su voz, causó estragos en sus sentidos. Sus pezones estaban duros
y sus pechos dolían por su toque. El agua realmente se sentía como lenguas
lamiendo sobre las curvas ligeras.

¿Por qué André tenia qué ser tan suave y dulce? Armend se lo habría comido vivo.
Los amigos de Armend probablemente lo matarían cuando tratara de defenderla.
Ella tendría que ser rápida. Sabía artes marciales y podía defenderse de él. André.
El suave oso de un hombre.

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Teagan sabía que él la estaba observando de cerca porque sintió sus ojos sobre ella.
Tenía ese tipo de intensidad. Él permaneció en silencio, esperando una respuesta a
sus preguntas. Ya había hecho un gran ridículo ella misma, ¿qué importaba si
seguía?

― Estoy muy por encima de mi camino contigo, ― le espetó. ― Eres este precioso,
sexy y dulce extraño, y no tengo ni idea de por qué estoy tan atraída por ti, pero lo
estoy. Si estuviéramos hablando de una aventura, yo podría considerarlo, aunque
sinceramente, no sé si lo haría. Soy reservada. Realmente reservada. No quiero
alguna noche sin sentido con un hombre, no importa lo bueno que sea. Y eso me
dice que tengo un gran problema contigo.

― ¿Por qué?

¿Podría realmente ser tan despistado? Se arriesgó a mirarlo. Sí. Él la miraba, con
los ojos azules más oscuros, el color de la medianoche, lo que le dijo que no estaba
contento con lo que le estaba diciendo. Estaba concentrado totalmente en ella,
haciéndola sentir como si fuera la única mujer en su mundo. No solo allí en la
cueva, sino en el mundo entero.

Dejó escapar el aliento lentamente. ― André, llegas a mí. En el interior, quiero


decir. Esto significa que cuando nos separemos el uno del otro, va a doler como el
infierno. Para mí, al menos. Yo no creo que sea una buena idea arriesgarme a ello.

― ¿Por qué nos separaríamos, si los dos queremos lo mismo?

Ella agitó su mano en la cueva. ― ¿Tienes alguna idea de lo extraño que realmente
es esto? Estamos en una cueva en las montañas. Estoy con un visado. Tú vives
aquí. Nos hemos conocido hace un par de horas.

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Él asintió con la cabeza lentamente. Cuidadosamente. Ella dejó escapar el aliento


de nuevo, acordándose de respirar de vez en cuando. Por lo menos él estaba
escuchando.

― He estado en tu mente. Eso no es un par de horas para mí, Teagan. Cuando te


sané, nos conecté juntos. Puedes tocar mi mente, ver dentro de mí cada vez que lo
desees. Una que hagas eso, no serán un par de horas para ti tampoco. Me veras, la
persona que soy, así como yo te veo.

Ella no había esperado su respuesta. Él había estado en su cabeza un par de veces,


leyendo sus pensamientos, por lo que tal vez él sabía más sobre ella de lo que se
sentía cómoda que alguien supiera – especialmente un magnífico hombre que
parecía un poco divino.

― No puedo leer tus pensamientos, André. Soy una sanadora, pero no soy
psíquica. No tengo ese tipo de regalo – o maldición, depende de cómo lo veas.

― Puedes, Teagan. Sientes la conexión entre nosotros. Es demasiado fuerte para


que no lo hagas.

Ella se encogió de hombros y se movió un poco. El agua se arremolinaba alrededor


de su espalda, lamiéndola. Se deslizo un poco en la roca hasta que el agua le cubría
el cuello. El calor se sentía bien, aliviando la tensión fuera de los hombros y el
cuello. La mochila era pesada después de caminar millas de senderos y tenía un
poco de tensión en su pequeño cuerpo. Empacó lo más ligero posible, pero al
empacar para un mes en las montañas, y tal vez un día o dos en una ciudad para
relajarse, el peso comenzó a sumar.

Saga Cárpatos
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― Nunca he leído la mente de nadie en mi vida. Si pudiera, André, ¿crees que me


hubiera puesto en las manos de Armend? Está claro que era un psicópata. Un
asesino. Un violador en serie y un asesino. Si estaba diciendo la verdad sobre sus
amigos, él no estaba solo en ese tipo de comportamiento. Si pudiera leer la mente,
lo habría sabido cuando estábamos en la universidad. Yo le enseñé. Estuve con él
cinco días a la semana, a veces unas pocas horas al día. Ni una sola vez actuó de
otra manera que no fuera amable conmigo. Nunca cruzó una sola línea. De hecho,
ninguna de las mujeres con las que salía se parecía ni en una sola cosa a mí. ―

André estudió de cerca la cara de Teagan. Ella estaba molesta ahora. No podía
culparla. Sabía que Jashari había matado a varias mujeres, y no la quería
asumiendo esa responsabilidad, pero ella lo hacía. Él podía verlo en su rostro.

― Puedes leer mis pensamientos, porque estamos conectados, Teagan. En este


momento, no serás capaz de leer a los demás.

Su mirada saltó a su cara. Él podía acostumbrarse a la forma en que ella lo miraba.


Esperaba que siempre lo mirara de esa manera – hasta el final de sus días y hasta
bien entrada su próxima vida, juntos.

― ¿Cómo? ¿Cómo puedo hacer eso?

― Quédate quieta. Deja que tu mente esté quieta. No has querido mirar en mi
mente. Temes a lo que podamos convertirnos juntos, no a mí. Tienes miedo de lo
que vas a sentir por mí, no a mí. Sabes que nunca te haría daño, ni lastimaría tu
corazón. Eso es imposible.

― ¿Qué significa csitri? ― Teagan preguntó de nuevo, con ganas de oír su


explicación por segunda vez. A ella le encantaba la forma en que la palabra sonaba
en su idioma.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― Pequeña. ― Él pasó los dedos por su pelo. ― Pero más como refiriéndose a una
niña, o a una pequeña cosa. Pequeña. Es un término de afecto. Simplemente eso.
Una traducción exacta es difícil.

Ella hizo una pequeña O redonda con sus labios sólo por un breve momento. La
había visto hacer un par de veces y una vez que miraba la boca, era difícil retirar su
mirada. Finalmente se estaba relajando, el agua caliente aliviando la tensión de
ella. No podía permitir que se durmiera, no hasta el amanecer, no hasta que ella
estuviera tan cansada que cuando la empujara a dormir, no se diera cuenta de la
diferencia.

― Un poco más temprano utilizaste la palabra susu; ¿Qué significa eso?

Se quedó en silencio por un momento, dando vueltas en su mente a lo que le diría.


No podía mentirle. Ella era su compañera, y los compañeros no se mentían los
unos a los otros. Se encogió de hombros, trató de sonar casual cuando el
significado era todo lo contrario. ― Quiere decir, estoy en casa.

Teagan frunció el ceño, tratando de comprender lo que por ahora era imposible de
entender y que estaría sólo asustándola si trataba de explicárselo.

Se mordió el labio, algo que claramente hacia cuando estaba nerviosa. ― ¿Qué más
dices en tu idioma? ¿Sivamet? ¿Es así? Algo así. Sonaba hermoso.

― Eso es un poco más complicado, ― admitió. ― No hay una traducción precisa


que puedo darle. Es más como, de mi corazón. A mi corazón. En tu idioma un
hombre puede decir: "mi amor." Pero de nuevo, es más. Un poco diferente. ― Sus
ojos se oscurecieron. Un chocolate profundo que parecía fundirse en un líquido.
Así oscuro el color era casi negro, pero no del todo. ― ¿Qué otra cosa?

Saga Cárpatos
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Él sacudió la cabeza. ― Sólo estoy haciendo mal las cosas entre nosotros, y esa no
es mi intención, Teagan. Quiero que te sientas cómoda. No he estado en compañía
de seres humanos…personas...por un largo tiempo y he olvidado más habilidades
de lo que recuerdo.

― ¿No has estado en compañía de mucha gente?

Ella era perspicaz. Él estaba dándole demasiada información. Ella necesitaba


tiempo para procesar. Más tiempo para estar con él y aprender a confiar más. No
quería traerla a su mundo demasiado rápido. De hecho, él quería que escogiera su
mundo. Que lo eligiera a él. Si no lo hacía, iba a encontrar otras maneras de
persuadirla, pero mientras tanto, él quería cortejarla. Darle las cosas que su mujer
se merecía.

Él sacudió la cabeza. ― He hablado más contigo de lo que he hablado con alguien


más en un año.― Siglos. Pero él no podía decirlo a menos que hiciera las
preguntas.

Teagan hizo pequeños patrones en la superficie del agua. Encontró que las
imágenes se arremolinaban fascinantes. ― ¿André? Sé que hay un monasterio por
aquí. Por lo menos he hecho un montón de investigación de esta área, y hay
bastantes referencias de él, por lo que creo que está ahí. Más alto, envuelto en toda
esa niebla. ¿Fuiste allí? ¿Es por eso que no has hablado con nadie en un año y
ahora estás viviendo aquí en esta cueva?

Ella levantó la mirada una vez más a la suya y el impacto lo golpeó bajo. Como un
puñetazo. Duro. Deseo quemando a través de él. Sus ojos oscuros se habían vuelto
aún más suaves. Ella pensó que entendía de dónde venía y por qué estaba allí.

― Nadie va allí, Teagan. Los que están dentro no son como uno esperaría que
fueran los monjes. Son guerreros. Creen en los antiguos caminos. No sería seguro
ir a su casa.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Él sabía que no era una respuesta. También sabía cómo iba a tomarlo ella. Tenía un
corazón blando. Su compasión iba a ser su mayor caída si alguien no la cuidaba. Él
estaba incluso un poco decepcionado de que su querida abuela no la detuviera de
viajar sola.

Teagan comenzó a dibujar una imagen en el agua, a través de los patrones de


remolinos. Su aliento se quedó en la garganta. Ella dibujó rizos de niebla y dentro
de eso, había rostros. Reconoció los rostros. La mujer que Armend había matado.
Él había llamado a sus espíritus y los unió a la niebla girando, por lo que pudo ver
la justicia que traía al hombre que había traicionado su confianza, violado,
torturado y asesinándolas.

Teagan estaba en su cabeza, lo supiera o no. No había nada bueno que ella
encontrara en sus recuerdos. Su vida había estado llena de interminables batallas
contra los no-muerto. Si ella excavaba muy profundo, encontraría cosas que
podrían asustarla a muerte. Ella iba a tratar de correr y no podía permitir eso – eso
sería demasiado riesgoso para ambos – y luego ella estaría con más miedo que
nunca. ¿Cómo se las había arreglado para entrar en su cabeza sin que él lo supiera?
¿Era eso una parte del regalo que su abuela le había pasado? Si era así, era
extremadamente peligroso.

André estaba bastante seguro de que a la abuela de Teagan había sido abordada y
reclutada por la sociedad de humanos que cazaban vampiros. Eran una orden
secreta que dejó su legado de asesinato en sus niños. Eran despiadados y
utilizaban peones para matar a quienes ellos querían acusar de ser el no-muerto.
Había oído rumores de que los vampiros realmente habían penetrado en la
sociedad y que los usaban para encontrar mujeres psíquicas. Mujeres como Teagan
y su abuela.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Si las dos mujeres eran diapasones proverbiales para aquellos que necesitaban
sangre para sobrevivir, y eran capaces de deslizarse desapercibidamente en los
blindajes sobre las cabezas de los Cárpatos y vampiros por igual, eran
extraordinariamente peligrosas para su pueblo.

Él se quedó inmóvil, mirando hacia adentro, tratando de alcanzar la pequeña


intrusa. La quería a ella en su mente, pero sólo mirando los recuerdos que le diera,
pero no encontrando todo a la vez. Eventualmente, ella sabría todo, tendría que
hacerlo. Como su compañera, no habría secretos entre ellos, pero no ahora. No tan
temprano. Ella todavía estaba encontrando su camino con él.

Le tomó un momento encontrar su presencia. Su espíritu estaba apenas allí – y no


tenía nada en absoluto que ver con ser un tenedor o incluso su compañera. Esto
tenía que ver con ser una curandera genuina y poderosa. Ella era una fuerte
empática, de tal manera, que se había acercado a él sin que fuera consciente de ello.
¿O no era ella?

― ¿Teagan? ― Dijo su nombre suavemente. Lo susurró. Poniendo la emoción en


eso que no podía decir en voz alta sin que ella pusiera barreras.

Ella levantó la cabeza. Sus ojos se encontraron. Estaba teniendo un momento difícil
al mirarlo. No podía confiar o entender la atracción física que tenía con él. Era algo
nuevo para ella y demasiado extremo e intenso para que estuviera cómoda. Sin
embargo, allí mismo, en el tímido chocolate, oscuro de sus ojos, vio la verdad.
Sabía que lo había tocado. No estaba buscando recuerdos. No estaba tratando de
ver quién era. No estaba allí por ella ni por lo que era, negar que estuviera en su
mente era la verdad. Estaba allí para curarlo.

― Ya me has sanado, ― dijo en voz baja. ― Teagan. Sólo tú. Solo tu existencia me
ha curado. No hay necesidad de asumir la carga de lo que yo era antes de que
llegaras a mi vida.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― No fuiste a ese monasterio a causa de tu fe en Dios, ― dijo. ― Yo sé que no.


Cazas...hombres. Como un cazador de recompensas. O un sheriff. No puedo decir
qué y no importa. Has tenido que matar y eso tuvo su efecto en ti.

André estaba sorprendido por su perspicacia. Ella lo hizo bien, y sin embargo se
equivocó. Él no había perdido sus emociones o el color en su vida porque él
hubiera matado. Podía matar, incluso a los hombres que habían crecido con él y a
los que consideró sus amigos, porque perdió sus emociones. Era de los Cárpatos y
esa era la vida del macho. Su mundo se volvió triste, crudo y gris, después de un
par de cientos de años. El necesitaba a Teagan. Sólo ella podía devolverle la luz. Y
ella lo había hecho.

Su corazón dolía. Él puso la mano sobre su pecho, sintiendo el ritmo constante.


Ella podía hacer eso. Tenía tanto poder. El hecho de que le importara que sintiera
pena por sus amigos perdidos, por los que nunca conocerían la belleza de haberse
sentado a su lado en una piscina de agua caliente. Y querido rizar sus dedos
alrededor de la nuca de su cuello y tirar de ella hacia él. Él sabía que ella vendría,
pero tampoco tenía mucha ropa y no estaba seguro de su propia disciplina, no
después de esperar durante tantos siglos por ella. No después de renunciar a la
esperanza. No después de finalmente encontrarla y saborearla.

― No recuerdo haber tenido nada en mi vida que fuera mío. Cualquier cosa o
persona que haya querido para mí. Busqué, sí. Cumplí mi deber para con mi
pueblo y el costo fue grande, pero yo sabía el costo antes de que yo aceptara el
trabajo. ― Eso era cierto. Cada antiguo tenía una opción. Cada macho de los
Cárpatos. Ellos no tenían que cazar a los muertos vivientes. No tenían que
mantener a la humanidad a salvo. Para André, había sido una vocación, y era
bueno en eso.

― André, no tienes que decirme esto, ― susurró en voz baja.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

El sonido de su voz, tan sedoso estaba cubierto de preocupación, y se trasladó por


su sangre como una corriente de oro fundido. Casi podía ver las notas musicales en
el aire entre ellos cuando habló en ese tono.

― Quiero decírtelo. Necesito que entiendas lo que eres. Quien eres. Todos esos
años cacé, sabía que sólo había una mujer y cuide por ella – por ti. Y te he
encontrado. Lo supe en el momento en que oí tu voz y sentí tu tacto. En el
momento en que te mire. No se puede dar a un hombre como yo, el sabor del
paraíso y luego quitárselo. No trabajo así.

Ella frunció el ceño. ― No entiendo lo que eso significa.

― Significa que quiero que consideres, al menos, la posibilidad de llegar a


conocerme. De dejarnos explorar esta situación con la idea de que podemos tener
un futuro juntos.

Se mordió el labio inferior, inmediatamente llamando su atención sobre el arco


completo y de su tentadora boca. Ella no creía que fuera atractiva o sexy y él la
encontraba ambas. Intensamente así. Debajo del agua, su cuerpo se agitó. Creció
duro. Pesado. Completo y doloroso. Estas no eran cosas a las que él estuviera
acostumbrado, pero no intento bloquear las sensaciones. Estaba agradecido por
ellas. Agradecido de poder sentirlas. Agradeciendo a su mujer por habérselas
devuelto.

― No sabría qué hacer, ― Ella admitió.

No fue un no firme. En todo caso, lo que quería hacer simplemente lo pedía. Le


gustaba su personalidad. A él le gustaba la forma en que ella era compasiva e
intrépida y dispuesta a enfrentarse a sus miedos. Y ella tenía miedo. Podía sentirlo.
Tuvo que resistir la tentación de bajar el tono para ella. Eso no sería justo para ella,
pero él sabía que si su miedo crecía mucho más, él no tendría otra opción. Encontró
que había algunas cosas que un hombre como él no podía aceptar. Su mujer
sintiéndose incómoda, era una de ellas.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― Yo sé qué hacer, Teagan. Dame una oportunidad, eso es todo lo que pido.― Por
ahora. No podía decir esas palabras, pero colgaban en el aire entre ellos.

Sus dientes mordieron con más fuerza el labio inferior, y suprimió un gemido. Se
inclinó hacia ella. ― Yo estoy haciendo un esfuerzo para ir lento aquí, sivamet, pero
si sigues haciendo eso, sin duda, te besare y luego las cosas se calentaran. Vas a
tener aún más miedo. Eso no va a ser bueno.

― ¿Qué? ¿Qué estoy haciendo?

― Mordiendo tu labio inferior. Dándome ideas, y tengo suficientes con las mías.

Ella parpadeó. Dejando de morder. Le envió una sonrisa tímida. ― Me gusta la


idea de llegar a conocerte mejor, André. Estoy aquí por un mes. Realmente necesito
encontrar una piedra en particular con el fin de facilitar la curación de la locura de
mi abuela. También tengo que decir a las autoridades sobre Armend y donde está
su cuerpo, para que su familia pueda tener una despedida. Esperemos que las
autoridades puedan encontrar algunos de los cuerpos de las mujeres que mató y
dar a sus familias su despedida también. Si vas a estar aquí...

― Yo estaré donde sea que estés, ― dijo con firmeza.

― ¿Conoces estas montañas?

Él asintió con la cabeza.

― Bueno, está claro que necesito un guía. Podemos pasar tiempo, juntos, mientras
yo estoy en la búsqueda de la piedra que necesito.

Se echó hacia atrás, ajustando automáticamente la roca detrás de él a los contornos


de su cuerpo. Por primera vez desde que había encontrado a su compañera, él
estaba totalmente relajado. Ella había accedido a quedarse con él. Para llegar a
conocerlo. Planeaba hacer un muy buen uso de ese tiempo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― No me has dicho nada de tu familia, André, ― dijo Teagan.

― Mi familia inmediata es cosa del pasado, ― dijo. ― Pero tengo familia


extendida. Bastante, en realidad. Los tres más cercanos, a los que consideraría
hermanos, se han ido a los Estados Unidos. Crecí con ellos. Son trillizos. Matais,
Lojos y Tomas. Iba a unirme con ellos, pero tuve que realizar una última cacería.

― Pensé que dejarías de cazar.

― Iba. Pero no funciona de esa manera. Me encontré con la pista de un asesino


muy peligroso. Él todavía está vivo, aquí arriba en alguna parte.

Se quedó sin aliento en la garganta. Oyó el suave jadeo. ― Es por eso que te
hirieron. Te encontraste con él. André. ¿Estabas pensando en...? ― Ella vaciló.

Él abrió los ojos. La sintió entonces, en su mente. No podía echarla después de


invitarla a entrar, pero podía disminuir el impacto de lo que vería.

― Estabas esperando morir, cuando te ataco, ― dijo, con una voz suave que dejó
su corazón tartamudeando. Se encogió de hombros. ― Cazar y matar a los
hombres no es una tarea fácil, avio päläfertiilam. He crecido cansado. Y de la nada,
te encuentro. Mi mayor recompensa. La única cosa que nunca esperé encontrar. Mi
salvación.

Sus ojos buscaron los suyos. La dejó ver que era cierto, tanto en su mente como en
sus ojos. Bajó las largas pestañas, pero sabía que estaba agradecida de que
estuviera vivo.

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Dark Ghost

― Es una cosa extraña renunciar a la vida. Pensar en que uno da la bienvenida a la


muerte, sólo para encontrar que si hubiera permitido que su vida escapara, su
mayor felicidad nunca hubiera sido experimentada. Quiero tener la oportunidad
de ir a los Estados, encontrar a mis hermanos, y decirles esto. Es importante que lo
sepan. Es importante que se den cuenta que no podemos renunciar. Nunca.
Nuestras vidas pueden cambiar en un instante, en el momento menos esperado. ―

― ¿Soy realmente eso para ti? ― Preguntó Teagan.

― Eres realmente eso para mí. Mi milagro. Mi Salvadora. Y yo quiero que te


quedes conmigo. Por favor quédate conmigo y llega a conocerme antes de tomar
una decisión.

Ella asintió con la cabeza. ― Quiero que esto funcione, André, tan extraño como
parezca todo, de verdad.

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Dark Ghost

Capitulo 7

T eagan gimió y trató de darse la vuelta. Ella no podía moverse porque algo
pesado cubria la cintura de ella y algo aún más pesado cubria su muslo
impidiendo el movimiento. Ella renunció a la lucha y se acurrucó más en el calor.
Ella estaba cómoda. Definitivamente no en su saco de dormir, pero estaba muy
caliente, y ella sabía a ciencia cierta que no vestia sus pantalones vaqueros. Sin
embargo, no lo hizo, o no pudo, abrir los ojos. Se sentía con resaca, pero ella no
había estado bebiendo en absoluto. Durante mucho tiempo, ella estuvo allí, a la
deriva en algún lugar del crepúsculo entre la vigilia y el sueño.

Andre. Hermoso Andre. Estaba tan perdido y solo. Su vida no parecía ser feliz.
Ella no entendía eso. Había crecido en el más feliz de los hogares. Puede ser que no
hubieran tenido todo el dinero en el mundo, pero eran sin duda una de las más
ricas familia a la hora de amar.

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Podía llamar a cualquiera de sus tres hermanas, y decirles que las necesitaba, y
estarían en un avión tratando de llegar a ella. Ella tenía eso. Ella siempre había
tenido eso. Y la abuela Trixie había mostrado qué tan incondicional era el amor.
Teagan siempre había sido un poco diferente de sus hermanas. Ella se sentia
impulsada a aprender. Ella buscaba el conocimiento todo el tiempo. Incluso se
escapaba de la casa cuando era una niña y la encontraban en la biblioteca leyendo
todo lo que podía tener en sus manos. Ella nunca fue castigada. En realidad no. No
por nada de lo que hizo. Pero la verdad, amaba a su abuela tanto que no queria
decepcionarla o hacerle daño, por lo que había evitado cruzar la línea lo mejor que
pudo.

Pero Andre. Su corazón se rompió por Andre. Él la miraba como si fuera su


mundo. Él sólo la había conocido a ella, pero ella era su línea de vida. La sanadora
en ella había estado dentro de su mente, tratando de averiguar cuál era la mejor
para ayudarle. Había encontrado una tristeza abrumadora. Sus emociones eran
fuertes, casi como si fueran tan nuevas para él que tenía problemas para
controlarlas.

Él no salia durante el día. Una alergia al sol, ¿quizás? Él no le había dicho, y ella no
sabía si podía curar eso. Ella tenía que levantarse. Extrañamente, lo sabía, sin mirar
el reloj, ya que no quedaba mucho del dia. Si quería explorar alrededor y tratar de
encontrar el rastro de lo que estaba buscando, tendría que empezar a moverse.
Andre le había explicado que dormía durante el día y que no se despertaría hasta
la noche.

Tenía un sueño pesado, dijo. Si se despertaba primero, que no se preocupara, que


él lo haría poco después. Andre también la hizo apretar los dientes cuando él había
dicho, en su imponente voz sexy, que ella no debia salir de la cueva, en ningún
caso, que lo esperara. No le gustaba mandon. O las ordenes. Aún así, era sexy
sobre él, pero entonces todo él lo era.

Saga Cárpatos
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Teagan respiró hondo y se obligó a abrir los ojos. El pecho de Andre estaba
presionado contra su cara. Uno de sus brazos alrededor de su cintura. Podía decir
por la forma en que se sentía que no estaba sólo dormido, sino profundamente
dormido. Su pierna estaba sobre sus muslos, sujetándola a él. Ella no se movió
porque se sentía bien contra él.

La había llevado al colchón levantada. No era demasiado suave ni demasiado


firme, exactamente como a ella le gustaban sus colchones. Más, era mucho mejor
que su saco de dormir y el suelo. No podía creer que las sábanas estuvieran
limpias. Así era la manta. Eso no tenía sentido en absoluto. Aún más extraño, era el
olor débil de la lavanda, algo que en particular amaba. Cómo las sábanas y mantas
en la naturaleza de las montañas de los Cárpatos, lograban oler a su perfume
favorito, no tenía ni idea. Aún así, era maravilloso, y ella no iba a quejarse.

No recordaba a Andre metiendose en la cama con ella. Seguramente ella se


acordaría de un evento tan grande. Uff. Ella en realidad estaba en la cama con el Sr.
Magnífico y su acento muy caliente. Sólo que yacía junto a él enviando todo tipo de
pensamientos muy eróticos e inapropiados a través de su cabeza. Y visiones. Todas
sexy. Un poco de las cosas la hizo sonrojar. Bueno. Todas las imágenes la hicieron
sonrojar, pero algunas eran imposibles de hacer, ¿no? Y ¿por qué estaba acostada
junto a Mr. magnífico pensando en cosas que podía hacer con ella y de las que ella
nunca había oído hablar?

Nunca se había despertado en una cama con un hombre, y aunque él estaba


dormido, no estaba segura de que hacer. No quería despertarse. Lo extraño era que
no podía oír o sentir su latido del corazón, era igual a como antes cuando había
sido herido.

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Él había sido un monje. Tal vez se les enseñaba eso en el monasterio. Él tenía el
pelo muy largo. Le encantaba su cabello, aunque ella nunca había pensado que
sería una fan del pelo largo, pero eso debía ser una especie de cosa de monjes y
todo este tiempo pensaba que los monjes eran calvos, tal vez ella podía estar un
poco agradecida de que él hubiera querido ser un monje.

― No te ves monacal, ― murmuró. ― Eres demasiado hermoso.― ¿Y si todos los


monjes en el monasterio eran tan calientes?

Podia oir al monje en la puerta. 'Lo siento, amigo, no eres lo suficientemente


caliente para ser uno de nosotros. Somos los monjes calientes. Sólo permitimos
hombres magníficos como Andre dentro de estas puertas. Esa es la razón por la
que estamos aquí en las nubes, para ocultarnos lejos de todas las mujeres del
mundo, para no causar estragos entre ellas‛.

Apretó la cara contra su pecho. ― ¿Te escapaste, Andre? ¿Están buscandote,


porque eres es el que utilizan para medir la sexibilidad de los solicitantes?

― Sivamet, vuelve a dormir. Me haces sonreír cuando debería estar descansando.

Ella se quedó muy quieta. Ella lo escuchó en su mente. Él no sólo estaba leyendo
sus pensamientos, estaba comunicandose con ella, y su corazón aún no estaba
golpeando donde pudiera oírlo o sentirlo. La oyó mientras que él estaba
durmiendo. Él la escuchó.

― Ahora estoy totalmente avergonzada. No se suponía que escucharas eso. ¿Y por


qué tu corazón no esta funcionando correctamente?

Saga Cárpatos
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Pasó la mano sobre su corazón. Ella levantó la palma de la mano y la reemplazó
con sus labios. Una compulsión. Ella no pudo contenerse. Extrañamente, se sentía
como si hubiera hecho eso antes. Ella se atrevió a usar la punta de su lengua, para
deslizarla sobre el mismo lugar en el que su pulso debia estar.

― No juegues con fuego, csitri. Yo soy un hombre, después de todo, no un santo. ― Hubo
una perezosa diversión en su voz. Él no se movió. Ni una ondulación de un
músculo. Sin embargo, él sabía que ella estaba jugando con fuego.

― Tengo que levantarme.

― No.

Una palabra. Autoritaria. Muy a lo Andre, cuando él no estaba siendo el hombre


más dulce en la tierra, era un mandón. No, muy mandón. Ella no era del tipo de
mujer que hiciera caso muy bien. Pregúntenle a su abuela. Preguntenle a sus tres
hermanas mayores. Preguntenle a cualquier persona.

Ella levantó su pesado brazo y salió de debajo de el. Su pierna era de una
proporsión totalmente diferente.

― Teagan.― Allí estaba, la voz que la hizo poner débil. Ella no se movió por un
momento, porque la forma en que derramó emoción en su voz curvó los dedos de
los pies y se robó el aire de sus pulmones. Casi quería obedecer su orden de "no".
Casi. Pero ella no quería quedarse en la cama. Tenía trabajo que hacer y ella
dudaba que pudiera subir alrededor de una montaña en la oscuridad.

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Movió su pierna, la retiró con una sorprendente explosión de fuerza y
determinación. Era libre, pero algo la mantuvo allí, pegada a su lado. Ella se
resistía a dejarlo sin protección mientras dormía el sueño de los muertos. Su
cuerpo se sentía extraño y lento, como si estuviera tratando de moverse a través de
las arenas movedizas. Incluso su mente se sentía empañada y un poco confusa. Si
no hubieran estado hablando por una hora, ella podría haber pensado que le había
dado algo en el té, pero sabía mejor. Decidida, obligó a su cuerpo en una nueva
posición.

― Quédate aquí, Teagan.

Ella en realidad sentía una compulsión a obedecer. Era fuerte, y eso la asustó más
que la orden en su voz. Ella nunca había querido obedecer a nadie, ni desde el
momento en que era un bebé. La abuela Trixie a menudo le contaba a quien
quisiera escuchar los cuentos de cómo incluso antes de que pudiera caminar, ya no
le gustaba que nadie le dijera qué hacer.

Una sensación de como si quisiera acatarla, cuando usó ese tono con ella la
sorprendió. Más, le dijo que eso estaba en su cabeza, y que era demasiado pronto
para eso. Si se sentía así ahora, ¿Cómo sería si ella se enamoraba de él? Ella nunca
podía desobedecer a la Abuela Trixie porque ella la amaba mucho. Amar a Andre
estaba fuera.

Giró la cabeza para mirarlo, pero no podía ver su rostro. O sus ojos. Tenía el pelo
cubriendo ambos. Ella respiró. No era su culpa que todo en ella quisiera rendirse a
él. Ella se dio cuenta de que no quería que lo dejara. No sólo porque estaba sin
protección, sino porque necesitaba estar con él. Eso era aún más aterrador.

Saga Cárpatos
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¿Sentiria lo mismo? ¿Por eso la dulzura de Andre se había convertido en orden?
Tal vez estaba tan asustado de lo que estaba pasando entre ellos como ella. Ella no
quería que él sintiera miedo, se sientiera triste o tan solo, como ella lo había sentido
cuando estuvo en su mente. Su garganta quemó. Sus ojos ardían. Por él. Por su
vida. Por el hecho de que su vida había sido tan maravillosa a pesar de perder a su
madre antes de que ella hubiera tenido la oportunidad de conocerla.

Claramente la vida de Andre había sido tan diferente. Una vez que ella sintió la
aparición de las lágrimas, era imperativo alejarse de él. No lloraba delante de
nadie. Nunca. Ella era la chica dura en las artes marciales, la que podía aguantar
todo el rato, sin importa los golpes o lo que pasara. Ella era la misma cuando se
levantaba. Ella se negó a ceder a los ataques de pánico cuando subió a más de
treinta pies sobre una roca que era en su mayoría lisa.

Bueno, está bien, ella lloraba a moco tendido, pero entonces conseguía recuperarse
y escalar incluso cuando su corazón latía tan fuerte que pensaba que tendría un
ataque al corazón. Por primera vez, ella trató de responderle, mente a mente.

― Quédate dormido. Sólo necesito estar sola un poco de tiempo.― Ella abrió la boca y se
echó hacia atrás, tocando con los dedos sus labios. El dolor estaba en su mente.
Terribles imágenes de batallas. De sangre. De muerte. De amigos. Él no sólo había
estado aplicando la ley de alguna manera, había sido un soldado de algún tipo
también. Había visto cosas terribles. No era de extrañar que hubiera buscado la paz
de un monasterio.

Sintió un dolor tan fuerte en él. Que simplemente tocando su mente le había
sacudido. Ella se acercó a él, barrió su pelo y audazmente le dio un beso en la boca.
Por un momento, en su mente, ella lo sintió tratar de librarse de su sueño, pero él
se calmó. Él no sentía dolor, era más como una oscura determinación que no
auguraba nada bueno para ella. Él definitivamente no quería que ella lo
abandonara.

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― Ya vuelvo, ― prometió, y obligó a su cuerpo a moverse de la cama. En el
momento en que sus pies descalzos tocaron el suelo de la cueva, los subió de
nuevo. No le importaba la tierra o las piedras. Ella estaba bien con los insectos. De
hecho, a ella le gustaban y respeta la mayoría de los insectos por su colaboracion
extraordinaria en los ecosistemas del mundo. Pero ella detestaba el lodo. Ella bajó
la mirada hacia el suelo. En el parecía haber la suciedad normal sin una pizca de
agua sobre ella, pero no se había sentido de esa manera. El agua y la suciedad se
habían convertido en barro, pero no se había sentido como el barro, se sentía como
lodo.

Teagan levantó su pie hacia ella e inspeccionó la parte inferior. La planta de su pie
estaba perfectamente limpia. No había ni siquiera suciedad que se aferrara a ella.
Ella frunció el ceño y miró a su alrededor. Eso era otra cosa.

¿Cómo iba a ver? Ella no estaba usando su linterna y las antorchas se habían
apagado hace mucho tiempo, sin embargo, podía ver. Ella había estado en cuevas
muy a menudo y siempre había usado una antorcha o su linterna. En su mayoría
antorchas.

Empujó sus manos por su cabello, alisando las trenzas en un lado de la cabeza y
después corrio el puño por la larga y gruesa cola de caballo, las trenzas le caían por
la espalda. ¿Era todo esto real? Tal vez la enfermedad de su abuela si era genética y
ella estaba teniendo alucinaciones.

― Excelente. Voy a estar viendo vampiros despues. Ella tenía razón en el


monasterio. Sólo tengo que encontrar a un hombre llamado Gary y entonces voy a
saber que estoy tan loca como ellas esta ― Teagan murmuró para sí misma.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Ella tenía que estar sola y averiguar lo que estaba pasando. No podía permanecer
en compañía de Andre como estaba. Él era todo lo que atraia a una mujer como
ella. Un hombre de fantasía. Probablemente no era más real que el lodo sobre el
que pensó que había puesto sus pies.

Ella bajo sus pies rápidamente y se obligó a ponerse de pie. Su estómago dio un
vuelco. Definitivamente lodo. No miró hacia abajo a sus pies, pero se dirigió
rápidamente a su mochila y encontró su ropa. Con cada paso que daba, sintió
como si la sustancia viscosa cubriera más y más sus pies, y se deslizara hasta sus
tobillos e incluso en sus piernas.

Tuvo que respirar hondo, para evitar las náuseas debido a que la sensación era tan
real. Sin embargo, cuando fue a tirar de sus pantalones vaqueros, no había ni un
solo bit de suciedad en los pies o en las piernas en el momento en que se puso su
jeans, los calcetines y las botas de senderismo. Afortunadamente, con las botas
puestas, la sensación de lodo desapareció. Ella se colocó una camisa y se colgó los
zapatos de escalar alrededor de su cuello por si acaso, y luego con una última
mirada hacia atrás hacia la forma de Andre, caminó a través del laberinto de
cámaras para hacer el camino de regreso a la entrada que había utilizado para
ingresar en las cuevas, sólo que no era tan fácil.

En primer lugar, el suelo parecía inestable cuando trató de moverse rápidamente.


El suelo de la cueva estaba levantado y con grietas como si hubiese habido un
terremoto. Ella vivía en California y había experimentado algunos temblores de
menor importancia, y aunque esto parecia como un terremoto, no era lo mismo. Se
quedó muy quieta y esperó a ver si estaba mareada, pero no era problema del oído
interno tampoco. Cuando miró al suelo, parecía lo suficientemente estable. Incluso
usó su linterna para asegurarse, pero nada estaba fuera de lo ordinario.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Se obligó a respirar a través de sus pulmones en un esfuerzo por despejar la
cabeza. Cada paso que daba lejos de Andre parecía más difícil que el anterior. Su
cuerpo se sentía pesado, con los pies pesados. Ella tenía que lidiar con eso así como
con el piso en movimiento.

Eso sirvió para desorientarla y tomó un giro equivocado en algún punto en la


línea. En el momento en que se dio cuenta de que no reconocia la cámara en la que
estaba, se regresó. El movimiento del suelo la hacía sentirse enferma. Ella no había
comido, y los alimentos no le sonaban bien. Incluso pensar en su ritual del té
amado la hacía sentirse un poco mareada.

La abuela Trixie bebpia té, y tenían su propio ritual. Ella siempre usaba el agua fría
en la caldera y le ponía a hervir. El té de hoja suelta era el único y auténtico té, de
acuerdo con su abuela. Sus tres hermanas creían que su abuela estaba totalmente
en lo cierto. Las pocas veces que Teagan había colado una bolsita de té por
conveniencia cuando iba de mochilera, el té no era tan bueno, pero luego estaba
segura de que le habían lavado el cerebro desde el momento en que era un bebé.

Los recuerdos de su abuela y sus hermanas sentadas alrededor de la mesa riendo


juntas, bebiendo té con ella, se levantaron. Amaba esos tiempos. Ella era unos diez
años más joven que su hermana más cercana, y sabía que sus hermanas mayores la
trataban más como su hija que como su hermana, pero era debido al amor.

Ella había sido adorada y amada desde el momento en que nació. Sus hermanas
tenían un padre diferente, un hombre que había, por desgracia, muerto de cáncer.
De todo lo Teagan había oído hablar de él, había sido un hombre maravilloso y él
amó y cuidó de su familia. Su madre había estado devastada cuando él murió y
ella se había ido a vivir con la abuela Trixie.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Durante diez años su madre había estado sola con sus niñas y Trixie, y luego
conoció a Charles Drake. Había sido un hombre encantador, dulce y charlador que,
a todas luces, persiguió a su madre por meses. En el momento en que escuchó que
estaba embarazada, él se fue y las cosas se pusieron feas. Su madre había muerto
en el parto, y la abuela Trixie y sus hermanas le dieron la bienvenida al bebé con
los brazos abiertos, a pesar de su padre. Teagan nunca quiso verlo o conocerlo. Se
le dio el apellido de soltera de su madre y a ella le encantó.

Teagan permitió a su mente absorver los recuerdos para que su cuerpo entrara en
automático e instintivamente encontrara el camino a través de las cámaras hacia la
entrada. Habia un escudo de nuevo. Las cuerdas del arpa eran un terrible
embrollo, pero a través de ellas, se podrían ver la luz del día.

Ella se sentó en el suelo de la cueva, justo al lado de las cuerdas enredadas y


empezó a sintonizar cada nota, justo como lo había hecho la primera vez que la
encontró. Fue más rápido que antes porque ahora sabía qué hacer. Ella las colocó
todas en su lugar y comenzó a subir cuando una cuerda se rompió, golpeó las
otras, anudadas y soltó las otras cuerdas liberandolas, enredandolas a todos otra
vez.

Teagan frunció el ceño ante el desastre. En un par de horas iba a perder la luz con
certeza. Si había lobos merodeando por la zona, no quería estar fuera por la noche,
pero tenía que ir a respirar el aire, subio un poco, tomando un poco de tiempo para
pensar en lo que estaba sucediendo.

Sobre todo, odiaba el hecho de que, incluso mientras hacía planes para salir por su
cuenta, cada célula en su cuerpo exigía que diera la vuelta y corriera de nuevo
hacia Andre. Eso era ilógico. Totalmente inaceptable. Ella tenía un miedo repentino
de que cuando lo dejara, él la necesitaria. El hecho de que no respirara. De que su
corazón se había detenido.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Se sentó frente a la estrecha abertura, mirando hacia la luz. Su piel se erizó como si
el sol pudiera quemarla. Nunca había tenído ese problema, una herencia de su
madre, pero aún así, el sentimiento estaba allí. Quería llorar y correr de nuevo
hacia Andre, para sostenerlo cerca y asegurarse por sí misma que estaba
respirando. Ella no lo hizo. Como todo lo demás, el lodo, los terremotos, el
laberinto, incluso este escudo, tenía que ser una ilusión.

Andre estaba bien. Ella era la que tenía que controlar sus pensamientos. Tomó otra
profunda y calmante respiración y levantó las manos. Cantó las notas suavemente
esta vez, poniendo más poder detrás de ellas, más determinación. Cuando cada
cuerda se deslizó en su lugar, las ató a un nudo añadiendo una nota sobre él. Aun
así, estaba lista, de pie esta vez en el final de la canción. Así que cuando ella cantó
la última nota y el arpa se desenredo, empujó a través de la barrera hacia la luz del
día.

El sol golpeó con fuerza, casi cegador. Sus ojos ardían. Ella tuvo que cerrarlos y
buscar ciegamente por sus gafas de sol. Tenía que ser la altitud. Sus ojos nunca
fueron particularmente sensibles al sol, pero no sólo su piel se sentia como si
estuviera en llamas, sus ojos dolían, tan mal que lágrimas se filtraron por su cara.

Se puso la cazadora para protegerse los brazos desnudos de los rayos del sol
mientras tomaba una cuidadosa mirada alrededor. Las montañas eran
verdaderamente hermosas y salvajes. Esta gama era una de las últimas conservas
para la vida silvestre en Europa. Si sus ojos no hubieran estado nadando en
lágrimas, ella habría disfrutado de la vista.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Cerró los ojos y se quitó las gafas para poder limpiar las lágrimas de esa manera.
Desafortunadamente, su mente seguía volviendo a Andre. Dormido o muerto. Sin
protección o muerto. Solo y muerto. Ella definitivamente no estaba disfrutando de
la vista. Andre Boroi había vivido muy bien sin ella. Existido. No vivido. Ella
parpadeó. Se quedó sin aliento en la garganta. Estaba a una buena distancia de él.
Estaba sin duda durmiendo. ¿Ahora ella estaba oyendo cosas tan bien como
alucinaba?

― Vuelve a mí, Teagan.

Sí. Allí estaba. El tono sexy, pero mandón que rallaba en sus nervios. Ella no iba a
obedecer sus extrañas compulsiones o a obedecer a un extraño sólo porque él era el
hombre vivo más sexy que hubiera visto, ni por su acento y su dulzura. ¿Quién
sabía que alguien dulce podría ser mandón? Y lo más probable, junto con todas sus
otras alucinaciones, su voz en su mente era sólo eso.

― Realmente me estoy volviendo loca. Por lo menos mi ilusión es un hombre muy


caliente con un acento sexy, y no un vampiro que quiera chupar mi sangre y
convertirme en un loco, monstruo chupasangre, y tenerme durmiendo en la tierra
o en un ataúd lleno de suciedad, ― susurró en voz alta.

Necesitaba volver a la pista y encontrar la piedra que no sólo curaría a su abuela,


sino a ella también. Ella había pasado por el camino una vez, pensó que estaba en
la cueva, pero sabía que había tomado un giro equivocado. Era muy posible que
hubiese algo en la cueva que le causó esas alucinaciones. Esa parecía una
explicación probable, a pesar de que estaba fuera de la cueva, pero con cada paso
que daba lejos, sentia un terrible peso presionando sobre ella.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Dolor construyendose. Andre estaba muerto. Ella lo sabía. Tenía que volver. No
podía continuar. No sin él. Teagan encontró su cara húmeda, y esta vez no tenía
nada que ver con el sol. Se tocó la cara y miró a la mancha de lágrimas en su dedo.

Definitivamente era tiempo para otra ilusión, al igual que su voz. Pero por
supuesto que no llegó. Las ilusiones no funcionaban de esa manera. Ella se empujó
a si misma a seguir caminando hacia atrás hasta el punto donde primero había
sentido la puesta a punto de su cuerpo con la piedra o joya que necesitaba. Ella se
mostró cautelosa. Hizo todo lo posible para mantenerse baja para fundirse un poco
su alrededor. Recorrió continuamente la montaña debajo de ella en busca de
cualquier movimiento. No quería tener una visita sorpresa de los amigos de
Armend o de los lobos que lo habían matado.

Eso la detuvo en seco. Si Andre era una ilusión nacida de algo en la cueva,
¿significaba que Armend todavía estaba vivo y a la caza de ella? El pensamiento la
hizo temblar y casi se volvió, pero si regresaba, estaría dentro de la cueva, donde
comenzaron los orígenes de los engaños. ¿Era posible que el escudo hubiera sido
diseñado para mantener a la gente fuera de la cueva, para que no quedaran
atrapados en delirios? Peor aún, ¿y si Andre no era una ilusión, sino real, y había
sido atrapado en la cueva y no podía salir? Se mordió con fuerza el labio.

Ella no podía dejar de pensar en él, no importaba lo mucho que lo intentara.


Cuanto más duro ella lo rechazara, más fuerte era la compulsión de volver a verlo.

― Tengo que pensar en otra cosa o realmente voy a perder mi mente, ―


murmuró. Ella estaba casi en el punto donde había encontrado el rastro de la
piedra. Ahora, no estaba segura de querer tratar de encontrarla. El sol comenzaba a
sumergirse en el cielo, y tenia que ocupar su mente para mantenerla lejos de sus
pensamientos de Andre. Claramente, pensar en Andre era la locura.

Saga Cárpatos
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Miró hacia arriba en lugar de por el camino estrecho. La sierra no era
particularmente adecuada para escalar y estaba lejos de cualquier risco de escalada
muy conocido. No habia ninguna mención de esta área en los círculos de escalada,
pero los lados del acantilado sobresalían en lugares y algunas piedras más grandes
a tope cerca al monte, o eran parte de ella. Una vez que se centraba en un problema
de escalada, el resto del mundo se alejaba y eso era la única cosa en su mente.
Escalar era una forma de escapar de ella, un lugar al que podía ir y nadie más
podía seguirla. Por supuesto, subia con amigos y compartian información, con
unos y otros, y alentaba a algunos, pero para ella, una vez que ella se centraba en
un nuevo problema, empujaba todo lo demás fuera de su cerebro y su mente se
concentraba.

Necesitaba que su mente estuviera tranquila. En este momento, incluso detectando


la posibilidad de una subida, su mente seguía volviendo a Andre, tratando de
sintonizarse con él, pero sólo encontraba vacío. Un vacío. Silencio. Intentó llamarlo
de mente a mente.

― Andre. Me estoy volviendo un poco loca aquí. Te agradecería una respuesta. Algo.
Cualquier cosa de ti.― Era una locura que la escuchara, esperar una respuesta, pero
ella lo necesitaba. Necesitaba saber que era real. La conexión era tan fuerte. Eso no
tenia ningún sentido, más que su dolor, especialmente cuando ella ya no estaba
segura de si Andre era real o no. Si no lo era, y había estado alucinando, entonces
eso significaba que Armend todavía estaba vivo y estaba en busca de ella. Si
Armend estaba buscandola, era peligroso estar a la intemperie, escalar. Si él estaba
muerto, tenía que decirles a las autoridades.

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Andre se sentía real para ella, más real que Armend. Ella estaba sin duda
preocupada por él. No podía entender la necesidad de volver corriendo a la cueva
y ver si estaba allí o no. Comprobar su latido del corazón. Debería haberlo
comprobado para asegurarse de que estaba respirando. La pena la llenó de nuevo,
golpeando su pecho hasta que apenas podía respirar por sí misma.

Una vez que el dolor consiguió entrar, no pudo hacer que se fuera. Ella tenía que
parar. Sólo había una manera de evitar volver corriendo de vuelta a la cueva, o
peor, arrojárse sobre un acantilado. Su mirada subió, buscando. Ella sabía
exactamente lo que estaba buscando y vio una roca cerca a los diecisiete pies de
alto. Embistió contra la ladera de la montaña sólo a la izquierda de su posición y
parecía interesante.

Esta parte de la montaña de los Cárpatos no era conocida por la piedra caliza, que
era demasiado alta, aunque las gargantas fueron cortadas profundas en toda la
zona, y estaba un poco sorprendida de ver una parte de roca detrás de la caliza,
que mostraba a través de la suciedad, unas pequeñas hierbas creciendo fuera de las
grietas, viendose desde la distancia como piedra caliza.

Ella respiró hondo y obligó a su mente a ir a ese lugar que era sólo de ella, donde
nada más podría tocarla. La escalada. Necesitaba plena concentración con el fin de
trabajar a través de los problemas. No había espacio para el error. No habia lugar
para ningún otro pensamiento. Dejó que la cara del acantilado consumiera su
mente. Teagan echó otro vistazo cuidadoso alrededor, por seguridad y luego se
dirigió lentamente hacia la roca. Era más alta de lo que primero pensó, hermosa,
con una cara casi vertical.

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A medio camino en la cara vertical, la roca sobresalía bastante lejos en un techo
llamativo. La piedra caliza...una mezcla de grises, azules y blanco nacarado. Se
tomó un momento para disfrutar de la vista. Tan perfecta, allí sentada esperando a
ser escalada. El deseo de subir era fuerte. Sus ojos devoraron la roca en busca de la
manera más fácil para subir.A continuación, inspeccionó el terreno. No tenia
ninguna cuerda con ella y si se caia, lo que era posible, incluso probable, al escalar,
no quería romperse algo. Por supuesto, para evitarlo, tendría ir sobre el techo y
luego caer, no habia otra opción.

El suelo se sentia suave y tenía un montón de lo mismo. Había algunas pequeñas


rocas debajo de la roca, pero las lanzó fuera del camino, todo el rato mirando a la
brillante superficie de la roca. Dio un paso atrás, frunciendo el ceño, tratando de
distinguir una secuencia de la cara y evaluando el riesgo. El inicio parecía algo
difícil, con sólo un par de pequeñas ondulaciones y pequeños puntos de apoyo. El
próximo tramo era bastante alto, pero con un poco de potencia dinámica estaba
segura de que podía pegarse con una ganzua grande y luego tal vez lanzar un
gancho de talón para ganar el próximo tramo.

Definitivamente el quid sería pasar al próximo punto, ya que el talón debía ser
sólido. Un poco de movimiento sin almohadilla, pero al menos todo el trabajo duro
parecían estar en la base. Parecía mucho más fácil después de eso. De hecho, el
techo parecía tener un montón de piedras grande y puntos de apoyo. Sólo
esperaba que fuera sólido y no hueco allí.

La caliza tenía una sensación áspera, casi la misma de la arena. A menudo, al subir,
ella raspo la piel de encima de los dedos, pero había algo en la textura que la
llamaba. A ella le gustaba la piedra caliza. La piedra en sí podría usarse para
mejorar otras piedras curativas. Las propiedades de la piedra caliza eran centradas
y positivas. Escalar en piedra caliza siempre la hacía sentirse mejor.

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Teagan decidió dejar la investigación para despues de la subida. No podía haber
pedido un mejor ascenso. La roca anidada junto a la ladera de la montaña, era casi
como si fuera parte del acantilado, en el borde parecia un fuera un paseo fácil y
seguro. Al mirar hacia abajo desde encima de la roca, vio que había hecho una
serie de juggy, al sostenerse subiendo hacia el techo. Sin duda la parte más difícil
había terminado en ese punto. Alivio y emoción la inundaron. Era lo mejor que
podía haber esperado. La caída había sido bastante improbable pero era un riesgo
aceptable. Ella se aseguró de despejar los pequeños y pocos escombros que
encontró y los sacudió algunos de la parte superior, sosteniendose hacia afuera
para poder llegar desde arriba con su pincel escalada.

Después de hacer su camino de regreso a tierra firme, Teagan se sentó a ponerse


los zapatos de montañismo. No habia mucho que ver, el otrora vibrante cuero
amarillo estaba ahora muy desvanecido, pero las suelas de goma pegajosa eran
nuevas, de un resol reciente y la cinta de las tiras de velcro también habían sido
reemplazadas con alguna cinta de color naranja brillante que se destacaba en
agudo contraste.

La forma del talon del cuadro de los pies era gruesa, el talón reforzado hablaba de
su amor por la escalada en voladizo, y si bien no eran los mejores zapatos para una
escalada vertical u losa, eran sus zapatos de la comodidad y los que ella utilizaba la
mayoría de las veces con importar el terreno de escalada. Estaban sucios,
malolientes, y para una persona promedio parecían dos tallas demasiado pequeños
para sus pies, pero ella los quería como a un mejor amigo y una vez metida en ellos
le encajaban perfectamente.

Teagan negó con la cabeza. Su mente comenzaba a vagar hacia Andre, a pesar de
sus mejores esfuerzos para mantenerse enfocada. En el momento en que lo dejó
entrar en su cabeza, la consumía tanto, si no más, que la escalada que hizo. Dolor
pulso hasta que fue aplastada bajo el peso del mismo. La pena era demasiado real.
Ella se ahogaba en ella, y antes de que pudiera detenerse, ella en realidad tenía un

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pie en el camino, como si pudiera volver corriendo a la cueva, ya fuera para ver si
el era real, o para salvarlo.

Obligó a su cuerpo a entrar bajo control y entonces a su mente. Ella era fuerte.
Cualquiera que fuera la alucinación que se había apoderado de ella en esa cueva
tenía que terminar antes de que ella perdiera su mente por completo. Ella iba a
volverse loca por dejárse pensar en Andre. Tenía que dejarlo fuera. Ella sólo
necesitaba unos pocos momentos de tranquilidad para relajarse con algo que la
consumiera totalmente, totalmente ocupado su cerebro.

Ella lo necesitaba para aclarar su mente, enfocarse, y dejar de lado todo lo demás.
Decididamente, volvió su atención de nuevo a la roca y de inmediato sintió que la
tensión se disipaba cuando la resolución del problema se apoderó de su mente. Un
rompecabezas para resolver. Un desafío. Sus zapatos se sentían rígidosy fuertes
cuando ella se los puso. Ella calento su cuerpo haciendo algunas flexiones de
hombro, algunos movimientos de la pierna y estiramientos.

Intentó mover sus dedos de los pies en sus zapatos y poco a poco sintió el
comienzo del cuero a calentar y moldear sus pies. Después de un rato ella aflojo
sus zapatos a mitad de camino, y dejo los dedos del pie en el interior para
mantener el calor.

Se concentró en la piedra una vez más, mentalmente escalaba primero de principio


a fin, visualizandose a sí misma, haciendo los movimientos con éxito. Después de
que ella ya hubiea coronado con éxito la subida en su mente se ponía los zapatos
de nuevo por completo, y por supuesto que se sentía perfecta. El primer contacto
con los riscos se sintío un poco frío, pero la roca sólida se sentía increíble para sus
manos.

Teagan sintio la roca ligeramente al principio y luego una vez que encontró el
lugar perfecto para engarzarse sacó la roca, con los pies descansando en diminutos
puntos de apoyo.

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Ella se mudó a una pequeña abertura con la mano derecha y a continuación, se


establecio a sí misma para usar el impulso dinámico, con una rodilla extendida y la
otra recogida. Se concentró en el brinco, calculando rápidamente la cantidad de
energía que tendría que dar cuando ella se visualizo a sí misma dandolo.

Se lanzó, dejando escapar el aliento y endureciendo su núcleo, la ola de extensión


partiendo desde la punta del pie izquierdo y fluyendo a través de su cuerpo en un
movimiento limpio. El momento de contacto con el impulso la potencio. A ella le
encantó la sensación, que los grandes movimientos le dieron. Se sentía fuerte y en
control de su cuerpo. Tener el control era importante para ella.

El contacto fue amplio en la mano y la textura fue áspera. Su pie derecho se solto
cuando ella lo golpeó al impacto, habría sido imposible evitarlo con su pequeño
tamaño, pero su pie izquierdo aguanto, cuando ella se extiro en toda su extensión y
mantuvo su cuerpo evitando que colapsara cayendo. El agarre a la derecha no era
el mejor para una mano, pero hizo un gancho de talón agradable y ella
rápidamente tomó ventaja, dándole su pie derecho un lugar.

Teagan bloqueo fuera del peñazco, atrayendo su cuerpo hacia arriba, cerca de la
superficie de la roca mientras sacaba de abajo el talón para obtener la gran cima.
Ella tomó la parte superior de la misma, primero con la mano derecha y después
emparejo con su izquierda. Mantuvo su cuerpo debajo del risco mientras se ponía
directamente hacia arriba, tratando de mantener la mejor fricción con el risco
suave. Mientras se movía hizo la transición de su talón a un dedo del pie, hasta
obtener la siguiente saliente suave por encima de ella. Era peor de lo que había
esperado, pero lo suficiente para continuar.

El sol caía más y los tonos de gris cortaron la luz. Con el gris llegaron los jirones de
niebla deslizante como dedos hacia ella. Miró por la montaña hacia el pico más alto
en el que la montaña siempre estaba encerrada en la niebla. Ahora, la niebla se
había deslizado hacia abajo de manera que hasta arriba, donde está la cueva estaba

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localizada, la niebla era tan densa que parecía impenetrable. Ella no quería estar en
la roca cuando la niebla se tornara más gruesa.

Los próximos movimientos los ejecuto rápidamente, y ella estuvo feliz de


encontrar que su evaluación del camino que había que hacer para llegar rápido al
techo era la correcta.

Fue un poco dificil llegar por debajo del techo, pensando en ir sobre el y apoyarse
sobre la losa de encima de el, pero el ver los grandes asimimamientos, le dio la
confianza que necesitaba. Cuando hizo su camino hasta que ellos, los tocó para
asegurarse de que eran seguros.

Lo último que quería hacer era ir volando a la tierra porque ella se apoyo en un
asimiento que era demasiado frágil. Las medidas podrían ser más cómodas ahora,
pero el riesgo era mucho mayor. La precaución ahora era su principal prioridad y
cada movimiento se ejecutaba con más cuidado y más precisión que el último. A
ella le tomó tiempo, tanteando los más sólidos asideros, usando la menor fuerza
necesaria, y la planificación de su estrategia sobre el techo. Su cautela dio sus
frutos y pronto se puso de pie sobre el techo, sintiéndose satisfecha. Sólo algunos
movimientos más y estaría en la cumbre.

Levantó la vista y no vio nada más que niebla gris. Su corazón tartamudeó. La
niebla no podía haber llegado tan rapido, ni ser tan densa. No había ni siquiera un
viento. Ella se dio cuenta de la quietud absoluta. No había zumbido de insectos. Ni
habia gritos de pájaros. Ni un ligero movimiento en cualquier lugar alrededor de
ella. Esto no era bueno. Ella se aferraba a un lado de una roca, a unos buenos
dieciséis pies en el aire. Ella consideró con cautela su próximo movimiento.
Prácticamente había memorizado el ascenso en su mente antes de que ella
comenzara y sabía donde estaba, su cuerpo tenía la información dentro de la
cabeza.

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Los primeros dedos de niebla la alcanzaron, tocando su mano cuando cogió el
pequeño alero que sabía que estaba allí. Echó la mano hacia atrás y casi perdió el
equilibrio. Jadeando, se aferro a la roca de nuevo y se aplastó contra ella. En el
momento en que la niebla había tocado su piel, sabía que no era una niebla normal.
El vapor era pegajoso, aferrándose a ella, enviando espinas de miedo a través de
ella y un escalofrío por su columna vertebral. Peor aún, algo se movió en la niebla.
Ella lo sabía. Cualquiera que fuera la entidad, estaba usando y difundiendo la
niebla como ocultarse.

Se mordió el labio y trató de calmar su respiración. Tenía que pensar. ¿Era mejor
tomar una oportunidad y liberarse? ¿o subir el último tramo en la niebla? Su piel se
erizó, y el temor creció en miedo en toda regla. Algo se acercaba hacia ella y se
sentía del todo mal. Tenía que tomar una decisión y tenia que hacerlo rápido.

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Capítulo 8

T eagan tomó la rápida decisión de subir mientras que tuviera la oportunidad.


Volver sobre el techo iba a ser difícil, pero una vez que estuviera allí, él le
ayudaría a protegerse de la niebla. Su piel dolía como si se hubiera quemado ante
la pequeña exposición a las gotitas antinaturales de niebla. Ella sabía que no tenía
ningún sentido, y tal vez era otra alucinación, pero si era así, era una que era
demasiado real.

Juró en voz alta, las palabras por las que su abuela le habría lavado la boca,
mientras miraba la piel de su mano. Había ampollas. Ampollas reales. Contuvo el
aliento. Real o no, tenía que conseguir salir como el infierno de allí antes de que la
niebla envolviera todo su cuerpo.

Cambiando sus movimientos hacia atrás sobre el techo, todo su cuerpo temblaba y
su corazón se agitaba como loco, era impensable, pero a veces la vida requería lo
impensable. Subir en la niebla de ampollas, sería un destino mucho peor. Ella
volvió la atención a su respiración y trató de calmar su mente, para la tarea en
cuestión. Se movió con cautela, pero con rapidez hasta el techo. Cuando hizo su
camino en el borde de la azotea, trató de no mirar a la niebla o hacia abajo hacia el
suelo.

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Relajarse. Tenía que relajarse. Los movimientos sencillos que subían sobre el borde
resultaron ser mucho más difíciles a la inversa. No sería capaz de ver los puntos de
apoyo bajo el techo, lo que era un desafío. Además los soportes que se sentían tan
bien en el ascenso eran mucho peor al bajar su cuerpo sobre el borde. Su pierna
izquierda colgó bajo la impresión del techo, todo por buscar el punto de apoyo que
utilizó por llegar. Sabía que estaba allí en alguna parte, pero era como si hubiera
desaparecido por completo. Mientras luchaba por encontrar algo para anclarse
sobre él, cometió el error de alzar la vista. La niebla venía hacia ella rápidamente.
Tenía que conseguir bajar del techo de inmediato.

Teagan se agachó aún más, colgando los dos pies bajo el techo y sintiendo
alrededor. Ya está. Un resalte grande era su salvación. Sintió alivio inmediato
cuando cambió su peso sobre él. Se movió rápidamente, bajando al techo con las
dos manos. Capaz de ver bajo el techo ahora, hizo unos cuantos movimientos más,
hasta que estaba a salvo. Dulce alivio la inundó mientras se acurrucaba bajo la
cobertura del techo justo a tiempo para escapar de la niebla.

Todavía estaba en peligro sin embargo. La niebla todavía podía llegar a ella, y
ahora estaba atrapada a media altura de la cara de la roca. El techo proporcionaba
cierta cobertura pero la niebla seguía moviéndose. Tan loco como sonara, casi
parecía como si la niebla estuviera cazándola a ella. Necesitaba un plan y que tenía
que actuar con rapidez.

La evaluación de riesgos era una parte común de la escalada y dejó que esa parte
de su cerebro tomara el mando. Ya que permanecer allí parecía un suicidio.
Probablemente podría bajar y subir los próximos dos movimientos, pero después
de eso sería extremadamente difícil y probablemente sería demasiado lenta si la
niebla seguía llegando. Dos movimientos y entonces ella tendría que dejarse caer si
la niebla seguía llegando. Una caída a tierra, pero era un riesgo que tendría que
tomar.

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********

Teagan se había ido. Los párpados de André se abrieron de golpe y se puso en pie,
agitando la mano automáticamente como lo había hecho durante siglos para
ocultar su identidad. Ropa fresca, cuerpo fresco, completamente limpio como si
hubiera simplemente salido de la ducha y se hubiese vestido. Él ya estaba en
marcha y al tercer paso cambió, convirtiéndose en nada más que pequeñas
moléculas que viajaban a través de las cuevas hacia la entrada. Llegó a ella, la
conexión fuerte, y descubrió que ya era demasiado tarde. Ella inadvertidamente
casi había caído directamente en las manos de uno de los vampiros menores de
Costin Popescu.

― Teagan. Escúchame. ― Irrumpió en la mente.

El sol acababa de ponerse y la oscuridad no se había hecho cargo, pero podía ver la
gruesa y densa niebla. Era aceitosa y pegajosa al tacto. Llevaba la mancha del mal.
Su corazón dio un vuelco en su pecho y él probo el terror en la boca.

― Teagan, respóndeme ahora.― Empujó imprimiendo orden en su voz.

Él la sintió entonces, una pequeña agitación, tentativa, siguiendo el hilo de la ruta


que creó entre ellos. Ella estaba asustada. Sintía el peligro que la rodeaba.

― ¿André? ― Habia un temblor en su voz.

― Ya voy a ti.

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Encerró su miedo por ella, el miedo de que fuera demasiado tarde. Del mismo
modo que lo había sido hace muchos años. Tenía muchos recuerdos, pero con el
paso de los siglos se habían desvanecido hasta que casi se había olvidado de ellos.
Pero él no quería olvidar, el que lo perseguía en cada levantamiento.

― No sé si eres real. ― Su pequeña voz entrecortada tiró de sus fibras sensibles.


Estaba asustada, y él detestaba que ella lo estuviera. Aún más, él detestaba que ella
tuviera razón para estarlo.

― Mira a tu alrededor, sivamet.

― La niebla está cerca. ― La voz de Teagan vaciló como si ella fuera a llorar, pero
luego continuó. ― Algo está en ella. Tocó mi piel y se sintió mal. Se sentía mal. Cuando
me tocó dejo quemaduras en mi mano. Yo baje y luego subí y estoy bajo el techo, lo que me
da un poco de refugio pero puedo sentir la niebla buscando me a mí.

Maldijo en silencio en su lengua antigua. Ella estaba definitivamente en el camino


de la trampa de un vampiro. Si la niebla había tocado su piel, el vampiro sentado
en el medio de esa red, acababa de sentir el tirón en uno de sus señuelos y estaría
buscando para averiguar qué tipo de presa había enganchado.

― Lo siento, sé que suena un poco histérico, pero no quiero que lo que está en la niebla me
encuentre.

Ella pensaba que él no le creía. Quería envolver sus brazos alrededor de ella y
abrazarla. Protegerla. Pero justo en este momento, tenía que empujar esos
pensamientos y asegurarse de que podría protegerla.

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― Tengo que ver a tu alrededor. Mantén tus ojos abiertos. Estoy en tu mente y puedo ver a
través de tus ojos. Tienes que hacer esto, Teagan. Tienes que ser valiente y permitirme
guiarte a través de esto.

La sintió tomar una respiración y la sintió liberarla.

― De acuerdo, pero si yo estoy loca como mi abuela y tú eres sólo un producto de mi


imaginación, voy a estar muy enojada contigo.

Eso casi lo rompió. No iba a perderla. Él no podía. No por un vampiro. Ni por


nada. Ella estaba llena de vida. Era fuerte. Y tenía un sentido del humor que
llegaba a él cada vez. André sabía que estaba cerca de ella, pero cerca no era lo
suficientemente bueno, no ahora que sabía que el vampiro también se dirigía a su
posición. Se deslizó hacia Teagan, utilizando su fuerte conexión, tomando su
visión.

Él sintió su primera reacción, la repulsión de sentir su presencia tan fuerte en su


mente. Su terror centrado. Lo que iba a venir por ella estaba cerca y no sabía qué
hacer, si se empujaba fuera de la roca, al azar arriesgándose a caer mal, si se
quedaba donde estaba y dejaba que la niebla llegara a ella, o trataba de bajar para
obtener un poco más cercanía del suelo antes de soltarse.

Después de haber subido a la azotea, al menos tenía una oportunidad para no


hacerse daño cuando ella saltara.

― No. No hagas nada todavía. No te muevas.

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Estaba al lado de una roca sintiéndose vulnerable y expuesta. Su cuerpo temblaba.


Ella no estaba segura de sí era real o parte de una alucinación, pero se mantuvo lo
más tranquila posible, a pesar de que compartir su mente con él la tenía totalmente
asustada. No estaba del todo seguro de lo que el término asustada, significaba,
pero supuso que no era bueno.

― La niebla esta casi sobre mí.

Ahora no se arrastraba en pánico. Lo sentía en ella y se dio cuenta de que la


emoción venía de él así como de ella. Se obligó a despojarse de toda emoción. No
podía permitirse el lujo de pensar en ella sola y vulnerable.

― Mira a tu alrededor. Necesito usar tu visión. Déjame ver exactamente dónde te


encuentras en relación con la niebla. ― Empujó en su mente, conectándose a las vías
de su visión. Para poder ver su difícil situación. La densa niebla artificial se
arrastraba hacia ella. Ella tenía que permitir que la envolviera o tenía que dejarse
caer desde la roca.

― Mira la niebla. ― Su tono no dejaba lugar a discusión. Su tono, su poder, cada


pedacito de antiguo guerrero y depredador primitivo estaba en su voz. Observo la
niebla, a través de los ojos de Teagan. Incluso mientras corría a través del cielo
oscuro hacia ella, él se concentró en el vampiro mientras llegaba hacia Teagan.

Un fuerte viento golpeó la niebla, corriendo a través de la densa trampa adhesiva


para dispersarla. Al mismo tiempo, las nubes se abrieron para volcar la lluvia en la
trampa del vampiro, con el fin de neutralizar el ácido escondido dentro de la
niebla. Un rayo de luz golpeo en la masa de niebla, iluminando el cielo,
iluminando el interior de la niebla.

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Como una araña mortal, el vampiro se expuso, arrastrándose cautelosamente hacia


la roca y su presa. El rayo casi lo atravesó, lo que le obligó a saltar hacia el lado,
gritando por la luz intensa golpeándolo. Por un momento, él fue completamente
visible.

Teagan gritó y cerró los ojos para bloquear la vista del monstruo. Su boca era
ancha y abierta en un grito horrible, revelando sus afilados y manchados dientes.
Sus ojos brillaban de color rojo y se quemaban en una feroz necesidad de desgarrar
y matar. Tenía pelo, pero estaba sucio y colgaba en mechones.

― Esto no es real. Esto no es real, ― ella cantó.

― Abre los ojos, ― André ordenó. Implacable. Despiadado. Exigiendo su voluntad


sobre ella cuando era la última cosa que nunca quiso hacer.

El vampiro chilló de nuevo, y esta vez André oyó el grito desgarrador de triunfo.
El relámpago no lo había golpeado, ni siquiera le había ralentizado. Quería su
premio, la adrenalina rica, basada en el miedo, corriendo en la sangre del ser
humano. Eso le daría velocidad, más poder para la batalla que sabía que estaba por
venir.

― Abre los ojos, ― André siseó por segunda vez.

Ella obedeció. Tengo que saltar. La roca es resbaladiza ahora, por lo que es más difícil el
aferrarme. La niebla ya está llegando. Tengo que saltar.

― Todavía no, ― advirtió. Él vió la caída en su mente. Sabía que se había caído
muchas veces escalando y que ella sabía lo que estaba haciendo. Él podría
ayudarla, a flotar hasta la tierra.

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― Espera hasta que yo te diga. Estoy muy cerca. Él está cayendo desde el cielo hacia ti.
Espera. ― Sintió su necesidad de cerrar los ojos, pero se negó a permitirlo.
Necesitaba ver lo que estaba sucediendo.

Olió el vampiro ahora y sintió la mancha del mal en el aire. Detestaba ese olor y él
lo sabía, nunca le importaría el tiempo que viviera, nunca lo olvidaría. Al igual que
el recuerdo de su juventud, ese olor estaba grabado en su mente para siempre.

No quitaría la vista de encima. Más que cualquier otra cosa quería apartar la
mirada, para saltar y tratar de correr, pero André la obligó a quedarse allí,
negándose a permitir que ella cediera a sus miedos. Se negó a dejarse sentir su
terror, pero no pudo ahogar el martilleo de su corazón, y sabía que el sonido
llamaba al vampiro como un faro.

― Respira, ralentiza tu corazón, sivamet. No le des la satisfacción de oír o sentir tu miedo.

Él no quería que se cerniera sobre ella. Debería haber sabido que no lo haría. Ella se
quedó mirando el descenso rápido del monstruo.

― Ahora.― André no necesitaba decirlo dos veces. Mirando hacia abajo, Teagan
hizo una mirada a su zona de aterrizaje y luego bajó su cuerpo todo lo que pudo
sobre la sobresaliente en la que estaba. Ella se soltó con un pequeño empujón en la
losa y levantó los brazos por encima de la cabeza para evitar golpear la roca al caer
hacia abajo. Había llegado por las rocas salientes antes y sabía que debía mantener
sus pies estirados, para así tener menos posibilidades de torsión o de romperse un
tobillo. Se centró en la relajación, en mantener su cuerpo recto, y en preparar sus
rodillas para el impacto.

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Dark Ghost

Cayó como un gato, con experiencia, como si caer desde esta altura hacia la tierra
dura, para hacer una paradita fuera la cosa más natural del mundo. Ella esperó que
el impacto fuera bastante duro. Ya que la caída fue a una buena distancia y sabía
que sin la almohadilla para los accidentes, lo más probable sería que se golpearía
como un hijo de puta y ella caería sobre su trasero. A dos pies del suelo, en
realidad sintió lo que se parecía a una desaceleración, como si el tiempo se hubiera
ralentizado y con él, ella. Cuando sus pies tocaron el suelo, fue verdaderamente el
aterrizaje más suave que había tenido alguna vez.

― ¿Qué demonios? ― Susurró Teagan, ganándose otro lavado de la boca de la


abuela Trixie.― ¿Qué demonios está pasando? ― Si ella estaba recibiendo una
lavada de la boca con jabón, también podría tener una buena razón. Y ya que
estaba en el suelo, se quitó los zapatos de escalada y movió los dedos de los pies
para estar segura de poder correr de nuevo. Agarrando sus botas y los calcetines,
se los colocó tan rápido como podía.

El monstruo en la niebla se zambullo hacia ella desde arriba, con los ojos en llamas
fijos en ella, como rayas de un cometa del espacio exterior. Se quedó allí, congelada
por un momento mientras la cosa acaba de hacerse más grande y más aterrador.
Largos brazos huesudos llegaron por ella. Cada mano tenía uñas largas, parecidas
a garras. Ellos se veían más como cuchillas que como uñas y estaba segura de que
cada una era muy afilada.

― Esto no es real. Esta es una ilusión. Esto no es real. Esta es una ilusión. ― Ella cantó el
mantra una y otra vez.

― Usted se va a dar, con mucho placer a mí, ― la cosa gruñó, dejando al


descubierto sus colmillos mientras empujaba su orden hacia ella.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Su cuerpo se sacudió, las notas en su cabeza discordantes, estrellándose, fuera de


tono con el sonido que hería sus oídos. Ella no apartó los ojos de su cara. Él estaba
murmurando algo y se veía triunfante. Se dio cuenta de que él creía que ella no se
movía porque había forzado una compulsión en ella. Escuchó un zumbido junto
con las notas discordantes, pero su mente se negó a sí misma a sintonizar con el
tono discordante. El sonido le causo un tirón de estómago y la bilis se levantó en su
garganta.

― Uh. No. Ni en tus sueños más salvajes, alucinas, ― le espetó. ― Ilusión o no, me
voy de aquí.

Su corazón latió más fuerte, golpeando en el pecho, y ella forzó aire a través de los
pulmones, recordando lo que en el último momento André le había dicho de no
dar a la criatura la satisfacción de escuchar su miedo. André no era real, o eso creía,
maldita sea. Ella estaba perdiendo la cabeza. El té tenía setas en ella. O algo.
¿Verdad? No podía aquietar su corazón ya que latía con fuerza. ― Al diablo con eso,
André. No estás aquí. Tengo miedo y no hay manera de controlarlo. ― Aun así, no se
movió.

― Estoy contigo.― ¿Cómo podía sonar tan arrogante? ¿Tan seguro? ¿Cómo podría
su voz resonar en su cuerpo para que cada célula alcanzara por él? ¿Y dónde
estaba exactamente él? ¿Invisible? Porque segura como el infierno no lo veía. Real
o no, si esto no era un vampiro, no sabía lo que era. Estaba con una necesidad
desesperada de un kit para cazar vampiros como el que tenía la abuela.

Los ojos rojos del no-muerto, se agrandaron y su boca se estiro de alegría cuando
llegó a ella con sus huesudas manos. Ella rodó rápido, lejos de la roca, hacia el
estrecho sendero. Una uña logro arañar su hombro, rasgando a través de la tela de
su camisa. Le quemó como nada que jamás hubiera experimentado antes. Ella tuvo
la precaución y el ánimo de enganchar sus zapatos de escalada mientras rodaba y
luego se levantó sobre sus pies y corrió.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― Esto no está sucediendo. No hay tal cosa como los vampiros. En realidad no hay
tal cosa. Estoy volviéndome loca, ¡tengo delirios! ― gritó mientras siguió
corriendo. ― Ellos no son reales. Mi abuela esta chiflada y yo, estoy loca, también.
Nada de esto es real.

Algo surcó por encima de su cabeza. Ella sintió un terrible viento que estuvo a
punto de levantarla sobre sus pies, ya que pasó, y entonces oyó el chillido del
vampiro. Se detuvo bruscamente, dando la vuelta, con el corazón en la garganta.
André estaba enfrente del vampiro, su cuerpo sólido entre ella y la terrible
criatura. Su puño parecía estar dentro del no-muerto. Negro sangre corría en
arroyos por el pecho del monstruo. Escupió ácido venenoso a André. Teagan sabía
que era ácido porque quemó la piel de André.

― Oh Dios mío. Oh, Dios mío.― Ella quería cubrir sus ojos y oídos y ahogar los
horribles gritos de la criatura. El vampiro arañó con saña la cara de André, cortes
largos, profundos surcos en la piel, abriendo heridas por lo que su sangre fluía
libremente.

Se quedó sin aliento cuando la criatura llevó sus dientes hacia la garganta de
André, o más bien trató de hacerlo. André, con el puño y ahora parte de su brazo
enterrado en el pecho del vampiro, movió su cuerpo un poco por lo que los dientes
se hundieron en su hombro. El vampiro arrancó un trozo y, para horror de Teagan,
comenzó tragar la sangre. Ella no podía correr. Real o no, no podía dejar que
André hiciera frente a una cosa tan terrible.

No tenía ajo, ni tenía una estaca o agua bendita, ninguna de las cosas del juego de
su abuela. Miró a su alrededor y encontró una roca, una que se ajustaba a su mano,
su única arma. Tal vez si ella golpeaba al vampiro en la cabeza, le daría a André
tiempo para afilar un palo para que pudiera conducirlo a través del corazón de la
bestia. Si la abuela en realidad quería cazar y matar a una de estas cosas, realmente
estaba loca.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Teagan alcanzó la roca y dio dos pasos hacia los dos hombres. André estaba
cubierto en su propia sangre roja brillante, así como de la sangre negra del
vampiro. En todas las partes en que lo tocó la sangre del vampiro a él, le quemó la
piel. Peor aún, quemó a través de su piel. Teagan no veía cómo podía soportar el
dolor. André no se movió. No se defendió de las uñas o de los dientes rastrillando
salvajes. Empezó a tirar de su brazo hacia atrás. Hubo un sonido de succión
repugnante. Y el vampiro gritó horriblemente, el sonido casi reventando sus
tímpanos. Ella vio a su mano tirar hacia atras, sus terribles y huesudos dedos
enroscandose en un puño, y él lo condujo directamente a André, justo debajo de su
corazón. Ella gritó y corrió hacia ellos.

― Quédate atrás.― La voz de André estaba absolutamente desprovista de todo


sentimiento. No había dolor, ni miedo, sólo una orden fría.

Teagan patinó hasta detenerse. No había duda de abandonar. El cuerpo de André


estaba destrozado por los dientes y garras. Ya cerca, podía ver que el vampiro
había enterrado su mano en el pecho de André y André estaba retirando su brazo
desde el interior del pecho del monstruo. Esta era una escena sacada de una
película de terror y ella odiaba las películas de terror. En serio, bajo cualquier otra
circunstancia hubiera vomitado. No había tiempo para ese tipo de cosas, incluso si
la bilis estaba allí en su garganta. Tenía la roca, y André estaba siendo rasgado en
pedazos.

― Él te está matando. Sólo le voy a golpear con esta roca. No tengo buena puntería y si la
tiro, podría pegarte. ― Eso era estrictamente la verdad y ella trató de transmitírsela a
él con su voz, pero aún sin importar, en especial de mente a mente, su voz era
temblorosa y ella sonaba como una nena lista para llorar. No estaba a punto de
llorar. Estaba lista para moverse. Si esa cosa desgarraba su cara y su cuello y se
tragaba rápidamente su sangre como estaba haciendo con André, acabaría de
desplomarse hasta desmayarse o algo así.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Teagan tomó un agarre más firme sobre la roca y se acercó más. En el momento en
que lo hizo, André tiró de su brazo. El sonido de succión fue horrible. Asqueroso.
La bilis se levantó en su boca, y el vampiro gritó en voz alta, lo suficiente como
para despertar a los muertos. Rocas comenzaron a rodar por el acantilado por
encima de ellos. No podía moverse, su mirada en la mano de André cuando él la
retiró del pecho del vampiro. Su puño estaba cerrado apretado, el brazo y la mano
cubierta de sangre negra.

En todas partes en que la sangre le tocó, lo que fue prácticamente en todas partes,
su piel fue quemada. En algunos lugares, sobre todo en la mano y la parte superior
del brazo, la quemadura hizo todo el camino hasta el hueso. Ella se cohibió y se
llevó la mano a la boca, incapaz de apartar la mirada horrorizada del puño cerrado
de André. El vampiro retiró su mano del pecho de André, y rica sangre roja caía de
la ropa de André. La criatura parecía cautivada por el flujo de sangre, incapaz de
apartar la mirada de él cuando él trato de alcanzar, con un grito desgarrador, el
puño cerrado de André.

André abrió la mano y tiró el premio lejos de él. Teagan vio que era un corazón
ennegrecido y arrugado. Rodó lejos del vampiro y de André.

― Quédate atrás. Muy atrás.― Fue su única advertencia y el tono de la voz que
André utilizó la tuvo corriendo de regreso varios pies. Los movimientos de
inmediato captaron la atención del monstruo, que saltó pasando a André y
directamente hacia ella.

― Voy a matarla a ella, si no me lo devuelves, ― el vampiro gruñó.

Teagan se centró en él cuando llegó por ella, barriendo con un pie para tomar sus
piernas. Cuando el monstruo bajó, golpeó la roca contra la sien y saltó hacia atrás,
corriendo hacia André, con un pensamiento vago de protegerlo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― Teagan. ― André se limitó a decir su nombre en voz baja. En esa voz. La voz
que podía mover montañas o simplemente enviar montones de escalofríos por su
cuerpo. Su tono sonaba un poco exasperada en este momento, pero no pudo
imaginar el por qué cuando había apenas tocado el monstruo loco. Oyó un sonido
y miró detrás de ella. Su corazón entró en doble carrera, un ruido sordo ahora. El
vampiro ya estaba en pie. A pesar de la roca y las artes marciales. André tendió la
mano hacia ella. La buena. La que no estaba cubierta de ácido y sangre negra. Ella
corrió a su lado.

― Necesitamos una estaca. ¿Tienes un cuchillo? ― Ella se arrancó la camisa y


rasgó el ruedo mientras él no le hizo caso, haciendo otra cosa con las manos. El
vampiro rugió y corrió hacia el corazón en el suelo. El corazón en realidad rodó
hacia la criatura. La cosa entera era simplemente errónea. Ella permaneció
desgarrando su camisa, diciéndose a sí misma que nada de eso era real. Un rayo
golpeó abajo, golpeando el corazón ennegrecido, incinerándolo por completo. La
lanza de energía blanca y caliente saltó desde el corazón hacia el vampiro.
Desapareció en el resplandor brillante, completamente desintegrado para
convertirse en una ceniza fina.

André había empujado su cuerpo detrás del de él para protegerla, pero él no se


había movido ni un músculo. El relámpago no pareció afectar ni a André o a ella.
André hizo la cosa más loca y en realidad levantó los brazos y parte superior del
cuerpo hacia la luz brillante y blanca. En el momento en que él se enderezó, ella
empujó la rasgada camisa en el agujero de su pecho.

― Tenemos que llegar a un hospital. Puedo curar cosas, pero esto es realmente
malo y estás perdiendo demasiada sangre. ― Su mano se deslizó por su espalda
hasta la nuca de su cuello y luego en el pelo. Su puño se cerró alrededor de la
gruesa cola de caballo en trenzas.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― ¿Quieres decirme lo que estabas haciendo? ― Su tono la hizo detenerse.


Hablaba despacio. Claramente. Enunciando cada palabra como si estuviera
mordiendo entre los dientes. Levantó la mirada hacia su rostro manchado de
sangre porque no tenía otra opción. Él inclinó la cabeza hacia atrás, forzando la
mirada hacia arriba. Ella tuvo el ánimo para mantener la presión sobre la herida en
el pecho. Él parecía terrible. Tenía cuatro heridas largas y muy profundas en su
rostro, y su hombro era un horrible lío.

Parte de su pecho estaba surcado de arrugas profundas y luego estaba el agujero


del tamaño del puño del vampiro. Tendría que haber estado en el suelo. Ella
esperaba que se cayera en cualquier momento. Tenía las piernas temblando y
estaba a punto de caer al suelo desmayada como una niña débil, pero tenía que
hacerse cargo de él. Él no parecía entender que estaba herido. Estaba en estado de
shock tal vez. Eso tenía que ser.

Teagan se aseguró de que su voz fuera suave, pero muy firme. ― André. Estás
herido. Tienes que sentarte y dejar que me encargarge de esto lo mejor que pueda.
Estás perdiendo demasiada sangre. Es ya de noche y los lobos van a oler esto y
vendrán corriendo. ― Él la ignoró como si ella no hubiera hablado, su mirada
moviéndose pensativamente sobre su cara. Sus glaciares ojos azules estaban
encapuchados y, a pesar de todo, todo el horror y la sangre derramada, del shock y
de lo que había visto, sus ojos asombrosos eran simplemente sensuales.

― Dime lo que estabas haciendo, Teagan, ― repitió André. ― No me hagas


preguntarlo de nuevo.

Él le tomó la mano, los dedos encadenando su muñeca y tiró de ella hacia él, a
pesar de que trato de resistir. Ella necesitaba las dos manos para ejercer la presión.
Ignoró el hecho de que ella estaba salvando su vida cuando usó ese tono aterrador,
el que le dijo que era mejor que le diera una respuesta.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Ella abrió la boca para responder, pero él estaba mirando las ampollas en el dorso
de su la mano y en el brazo a raíz del ácido en la niebla.

Él bajó la cabeza, y ella sintió el golpe de su lengua. Su aliento directo a parar sus
pulmones. Su garganta se cerró. Sus ojos ardían y parpadeó rápidamente para
detener las lágrimas. Teagan sabía exactamente lo que estaba haciendo. Se quedó
allí, desgarrado y herido más allá de lo que ella había jamás visto, y él estaba
sanando su pequeña quemadura.

― André.― Ella susurró su nombre. Su lengua era una caricia. Una escofina de
terciopelo que envió escalofríos por todo su cuerpo. En todas partes que la tocaba,
el dolor desaparecía. Deseó tener un agente curativo en su saliva con el fin de
curarlo, pero su don no funcionaba de esa manera. Su mirada saltó a la cara, y ella
respiró. Estaba enfadado con ella. No sólo enojado, sino realmente enojado. Había
pensado que el vampiro le causaba miedo, pero la ira de André convertía el aire
alrededor de ellos en una ola de calor eléctrica. Peor que el rayo. Esperó en silencio,
con una mano en el pelo, la otra sosteniendo su muñeca sanada. Ella sabía que no
iba a permitir que ella le ayudara hasta que ella le respondiera.

― André, todo esto es una locura para mí. Quiero decir, yo vine aquí para
encontrar algo para sanar la enfermedad mental de mi abuela, y de repente todo a
mí alrededor me está haciendo pensar que soy una enferma mental también. Yo
pensaba que eras un producto de mi imaginación. Uno muy, muy hermoso.
Debería haber sabido que no podía evocar a alguien como tú. Yo no tengo una
gran imaginación... ― Se interrumpió.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Su boca estaba abandonándola a ella. Cuando ella se ponía nerviosa, ella hablaba y
nada en su cabeza podía controlar su boca. Ella apretó los labios cerrados,
deseando que la entendiera. Sus ojos se suavizaron ante sus divagaciones, pero
podía decir que él no había terminado con el tema.

― Estamos demasiado expuestos aquí. Tenemos que volver a la cueva. Ya que este
tenía amigos.

― Tenemos que conseguir un médico, André. Necesitas una transfusión.


Seriamente. Esta herida puede matarte.― Envolvió su brazo alrededor de su
cintura y la sujetó a su lado.

― Cierra los ojos, Teagan.

― ¿Qué? ― Ella se llevó las manos al pecho más apretado ahora que estaban
juntos. ― André, estas en estado de shock.

― Cierra tus ojos.

Ella dejó escapar el aliento con exasperación total. Estaba realmente molesta
cuando se comportaba al todo He-Man machista con ella. No estaba segura de que
todo lo hermoso valiera la pena la actitud. Sin embargo, cerró los ojos para
complacerlo. Tenía la sensación de que la curación la iba a tener que hacer ella de
todos modos. ¿Cómo iban a bajar de la montaña en la noche? Sobre todo cuando
había animales salvajes por todas el partes y el sangraba tanto. Su camisa estaba
empapada de sangre. Había sido inútil romperla. Ahora ella estaba en su sujetador,
y podía ver que no tenía curva alguna.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Tuvo esa sensación de flotar de nuevo, el que ella obtuvo cuando él la besó.
Levantó sus pestañas simplemente un poco y vio que el suelo se había ido.
Desaparecido. Completamente ido. Como si ella realmente estuviera flotando.
Bien, volando. Técnicamente no volaba. André estaba volando y llevándola
consigo de paseo. Cerró los ojos de nuevo, porque si no lo hacía, iba a gritar muy,
muy fuerte.

― Esto no está sucediendo. Esto no está sucediendo. Esto no es real. Esto no es


real. ― Ella cantó la negación, con la esperanza de que estuviera atrapada en
medio de una terrible pesadilla. Sólo en caso de que fuera real, ella continuó
presionando ambas manos apretadas contra el agujero en el pecho. El viento en su
cuerpo le dijo que era cierto, que ella estaba volando por el aire, con el brazo
bloqueado alrededor de su cintura. Si él estaba volando, ¿qué hacía eso de él?

― Um. André. ¿Qué es eres exactamente? ― Teagan se asomó para ver la tierra
por debajo de ella. Sí. Aún volaban. Tal vez no era el mejor momento para
preguntarle. ¿Qué pasa si se daba cuenta de que ella se asomó y él la dejaba caer y
golpear su cuerpo contra las rocas de abajo? Ella sabía cómo caer, pero no de este
tipo de altura. La hacía sentir un poco de vértigo mirar hacia abajo por lo que cerró
los ojos y apretó su camisa ensangrentada más apretada en la herida en el pecho.

― Cazo al vampiro. ― Un monje y cazador de vampiros. Un monje, que aplica la


ley del tipo cazador de recompensas y un cazador de vampiros. Ella no había
esperado eso de él. Se mordió el labio. En realidad no era muy bueno en la caza de
vampiros. Tal vez él no había estado en ello mucho tiempo, con su cambio de
carrera y todo. Ni siquiera llevaba agua bendita con él. O estacas. O una biblia. Ella
había visto el kit de caza vampiros de su abuela, directamente del internet, y a
pesar del hecho de que, en ese momento, pensó que su abuela estaba
absolutamente loca, la abuela tenía todas las herramientas de caza en el interior, lo
que era muy guay. Seguramente si él realmente cazaba vampiros tendría todo tipo
de armas.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― ¿Puedo hacer una pequeña observación? ― Ella no quería molestarlo, pero


necesitaba un poco de ayuda.

― No puedo esperar. ― Eso sonaba un poco sarcástico, pero ella continúo. ― Si


tuvieras el equipo adecuado, como por ejemplo el que la Abuela Trixie tiene, no
tendrías que estar tan cerca de esa horrible criatura y no estarías todo herido.

― La única manera de destruir a un vampiro es quitarle su corazón e incinerarlo. Incluso


si usted corta su cabeza, se pueden reparar a sí mismos. Él es el no-muerto.― Mantuvo los
ojos cerrados con fuerza. Ella habría puesto sus manos sobre sus oídos y cantado la
la la la, desde la parte superior de sus pulmones para no oírle. Pero para desgracia,
estaba hablando en su cabeza, por lo que el lujo era imposible y tuvo que mantener
sus manos apretadas contra su pecho para evitar que más sangre se derramara a
tan gran altura.

― ¿Es eso realmente cierto?

― Sí.

Bien. Esa era una mala noticia para su abuela. Ella había sido estafada en Internet.
Muchas personas se aprovechaban de los ancianos. Tendría que comprobar eso y
tal vez encontrar una manera de enviar a esa gente directo a la quiebra.

André aterrizó suavemente y se metió dentro de la cueva, todavía permaneciendo


a su lado. No abrió sus ojos para ver cómo ellos dos lograban pasar por la estrecha
entrada, porque si él tenía algunas más sorpresas iba simplemente a gritar.
Histéricamente. Un grito en la parte superior de sus pulmones. Necesitaba
centrarse en la curación de él para que no muriera.

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― André.― Ella mantuvo los ojos cerrados mientras la llevaba a través de las
distintas cámaras. Ella estaba bastante segura de que se dirigían de vuelta a la
habitación donde tenía una cama. ― Vas a necesitar una transfusión. ¿Conoces tu
tipo de sangre? Yo podría ser capaz de donar mi sangre si somos compatibles.

Hizo una pausa en cada entrada, sólo por unos momentos, y corrió el riesgo de
mirar a escondidas. Él parecía estar ajustando los escudos, porque justo antes de
que él se diera la vuelta, vio las notas y cadenas brillantes aparecer un momento
antes de que desaparecieran.

― Somos compatibles.― Todavía estaba enojado. Ella abrió los ojos y lo miró.

― ¿Sigues enfadado conmigo? Estoy salvando tu vida. Yo sacrifique mi camisa y


sólo tengo un par, necesito ir a la ciudad a comprar más. Y tengo que encontrar la
piedra para sanar a mi abuela.

― Tu abuela no está en necesidad de curación, aunque estoy empezando a


sospechar de que tú lo estas.

Ella entrecerró los ojos hacia él, dándole su más feroz ceño fruncido. ― Eso no fue
agradable. Puedes bajarme en cualquier momento, André.

Hizo una pausa para tejer otro escudo en la última entrada antes de llegar a su
cámara oculta. Ignorando, sus ojos entrecerrados y su ceño, el que siempre hacía
que sus sobrinos se comportaran, la llevó justo en medio de su vivienda. Sólo
entonces él la dejó en el suelo.

Ella mantuvo sus manos apretados contra su pecho. Decidiendo que la mejor cosa
a hacer era ignorar su mal estado de ánimo, ya que estaba bastante segura de que
estaría de mal humor si tuviera un agujero del tamaño de Texas en el pecho y no
pudiera hacerse cargo.

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― Ven a la cama, André, y acuéstate. Puedo echar un vistazo a esto y ver lo que
tengo que hacer para arreglarlo.― Él la miró por un largo tiempo. Él suspiró.

― Voy a sanar mis heridas lo mejor que pueda y si estás dispuesta, con mucho
gusto acepto tu oferta de la sangre.

― Por supuesto que estoy dispuesta. Tenemos que hacer esto ahora, André.

― He sufrido heridas mucho peores que éstas. Su puño no penetró tan lejos.―
Sonaba como si se le estuviera acabando la paciencia. Y ella estaba siendo tan
agradable como era posible en estas condiciones y circunstancias tan horrendas y
terroríficas. Ella pensó que era mejor que apuntara hacia él.

― Para que lo sepas, no soy mi abuela. No cazo vampiros. De hecho, yo prefiero


creer que son productos de la imaginación. O al menos de muy malas pesadillas.
Así que si no estoy manejando esta situación a su entera satisfacción, me
disculpo.― Ella le dio otra mirada sólo para asegurarse de que se diera cuenta de
que estaba perdiendo la paciencia con él.

― Te dije que no salieras, ― dijo, y su voz fue tranquilamente aterradora. Suave.


Aterradoramente suave. ― Si ella no tuviera que presionar con tanta fuerza en su
pecho sangrante con las dos manos se habría dado una aireada onda para despedir
a sus órdenes. Así las cosas, se decidió a ser una persona más magnánima. Después
de todo, él estaba desangrándose justo en frente de ella.

― El hecho de que haya tenido peores heridas, no significa que ésta no te matará.
Acuéstate en la cama, André. Y lo digo en serio. ― Ella utilizó su más firme voz.
Su voz de orden más firme.

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Capítulo 9

A ndré siseó hacia Teagan, un sonido largo y lento de pura ira deslizándose
hacia afuera. Sus ojos se volvieron brillantes, y la temperatura en la cueva
subió varios grados. Atrapó ambas muñecas y la tiró hacia el pecho. Su camisa
dañada cayó al suelo, ensangrentada y en ruinas. El corazón de Teagan tartamudeó
y trató de dar un paso hacia atrás de él. La distancia sería una buena cosa. Era un
hombre grande y poderoso. No importaba que él estuviera sangrando por todas
partes, parecía como un antiguo guerrero, uno utilizado para ganar todas las
batallas.

― Me estás asustando, André.

― El tiempo de tener miedo fue cuando te fuiste de la seguridad de esta cueva en


contra de mis deseos y te colgaste a ti mismo como cebo delante de un vampiro.

Se humedeció los labios repentinamente secos con la punta de la lengua. ¿Cómo


podía siquiera ponerse de pie? Ella no podía evitarlo. Por mucho que quisiera
saber todo sobre vampiros, cazadores y las cosas extrañas que podía hacer, ella
quería curarlo. La compulsión crecía en ella entre más tiempo mirara las marcas de
los arañazos en la cara y la sangre fluyendo de su pecho.

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― Tenía miedo, ― ella admitió. ― Tenía miedo de que estuviera perdiendo mi
mente. Por favor, André, déjame ayudarte. No soy tan buena sanadora como tú,
pero si no dejas que te ayude, no vas a lograrlo. No se puede sostener este tipo de
pérdida de sangre.

Se dio la vuelta y se fue a la cama, llevándola con él. Se sentó en el borde, son sus
muslos separados, y él la empujó hacia delante de él, sentándola con la espalda
frente a él. ― Quédate quieta.

Él hizo un pedido, y ella hizo una mueca, pero al menos él estaba sentado en la
cama en vez de pie como un hombre machista y loco, sangrando justo en frente de
ella.

― Voy a curar mis heridas y luego voy a necesitar la sangre. Voy a estar débil y
necesito que te sientes y no pelees conmigo.

Ella volvió la cabeza para fruncir el ceño hacia él por encima del hombro. ― Yo me
ofrecí a darte sangre, André. Y como digo, golpeé ese vampiro sobre su cabeza con
el fin de salvarte. Puede que haya querido correr lejos, pero yo no lo hice. ― Ella
sabía que sonaba insolente, pero era así. Ella fue la que señaló que necesitaba una
transfusión, y le dijo que iba a donársela si eran compatibles.

André le envolvió ambos brazos por la cintura y la atrajo hacia sí. Fue
inmediatamente consciente de su piel desnuda. Casi había olvidado que estaba en
su sujetador y nada más. Ella sólo tendría que fingir que llevaba un traje de baño.
No era como si pudiera saltar cuando él estaba tan gravemente herido. Dejó
escapar el aliento y se dio la vuelta. Era demasiado desalentador mirarlo a los ojos.
No podía ver el dolor allí, pero lo sentía latir en ella. Tanto el sanador y el empático
en ella, necesitaban ayudarlo, les era necesario curarlo. No podía soportar que él
estuviera herido un momento más. Sin embargo, tenía la sensación de que él
quería experimentar esto con él.

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Todavía estaba enojado. Ella sintió eso a su vez, una especie de furia reprimida
humeante justo debajo de la superficie, y ella no había determinado del todo el por
qué, pero no iba a preguntar. Sólo quería seguir adelante con esto, sin embargo iba
a curarse a sí mismo.

Teagan lo sintió empujar en su mente. No era sutil, el movimiento de una fuerza


poderosa, un empuje, llevándolo más allá de toda barrera natural y fusionándolos
juntos de una forma rápida. Él se sintió depredador. Invasivo en un primer
momento. Espeluznante. Vertiéndose en ella, llenándola. Encontrándola.
Mirandola. La invasión fue rápida, incómoda y sensual al mismo tiempo. Él sabría
todos los secretos de ella. Cada pensamiento. Todo. No podía esconderse de él. Sin
embargo, había estado sola toda su vida. Había sido diferente y no encajo en
ninguna parte. Llenó los espacios vacíos con él. Con su fuerza y coraje. Se entregó a
ella, abriendo su mente a ella. Se encontró entrando en él.

No era tan decidida como él; ella era delicada al respecto, no queriendo darle la
sensación de una toma de posesión. Descubrió, cuanto se había sentido solo en
medio de su familia y amigos, André había estado solo. Había una gran diferencia.
No tenía a nadie. Ni una sola persona propia. Ella realmente era esa persona para
él. Se vertió a sí misma en esos lugares solitarios, tal como él había hecho por ella.
Ella lo sentía todavía. Sus manos se apretaron, casi cortándole la respiración, pero
no se movió. Necesitaba esto, la necesitaba, y ella se dio a sí misma a él.

― Sanate a ti mismo ahora, André. Quiero estar contigo cuando lo hagas. ― Ella
nunca podría ser capaz de hacer lo que él podía, pero podía compartirlo con él, al
igual que esto. Mente a mente. Fue el momento más íntimo que jamás pudo
imaginar. No podía mentirle. O esconderse de él. Lo vio justo cuando la vio. Había
matado para proteger a otros. Vio eso.

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Ella aceptó la integridad de André que brillaba a través de todas las otras cosas
sobre él. En realidad lo sintió cuando él se derramó en su cuerpo. Era casi una cosa
gloriosa sentir que perdía su ego, sus sentidos humanos y más depredadores, todo
sentido de sí mismo, para convertirse en nada más que una luz sanadora blanca y
pura.

Ella sintió su calor como un láser, moviéndose a través de su cuerpo para encontrar
el agujero en el pecho. Reparó venas y arterias, quitando el veneno de los lugares
donde el vampiro había desgarrado a través de su carne. No había sabido que los
vampiros incluso tenían veneno en las garras desagradables y afiladas que
llamaban uñas. Era meticuloso, tomándose su tiempo, y se dio cuenta de que tomó
una gran cantidad de energía, mantenerse al margen del cuerpo y hacer el tipo de
trabajo que él estaba haciendo.

Estaba tan profundamente conectada a su mente, que se movió con él a través de


su cuerpo, por lo que ella realmente podía sentir las reparaciones y "verlas",
aunque era mucho más que una visualización interna. Podía sentir arañando el
hambre y rastrillando en él, un asalto brutal que rasgó a través de él peor que el
dolor de sus heridas. Debilidad. El cansancio de demasiadas batallas. Demasiada
muerte. Vio el gris y sombrío mundo que él había ocupado antes de que ella
hubiera llegado a él y el de color y pasión después que había llegado.

Se quedó sin aliento en la garganta cuando se dio cuenta de que su piel se estaba
volviendo suave. Perfecta. La negra sangre del vampiro que parecía contener ácido
se había ido a distancia allí mismo, en el campo de batalla, cuando había
incinerado el vampiro y de alguna manera controlado el rayo. Había controlado un
rayo directo. ¿Cómo de impresionante era eso? Había tratado de no pensar en ello,
de hecho, acababa de enterrarlo en lo más profundo de ella, por lo que no tendría
que averiguar cómo lo hizo, pero incluso eso no fue tan impresionante para ella
como el milagro que tenía lugar en su cuerpo justo antes delante de sus ojos.

Saga Cárpatos
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Los restos destrozados de su camisa se habían ido, dejando su pecho desnudo. Ella
estaba cerca, y ella podía ver cada músculo desgarrado. Las marcas rastrilladas.
Las mordeduras en el cuello y el hombro, grandes cantidades de carne y músculo
arrancados. Lo peor, era el agujero del tamaño del puño que había ido a una
pulgada de profundidad en su pecho y parecía estar colocada sobre su corazón.
Por supuesto, tenía esas viejas cicatrices circulares que siempre había querido tocar
o besar. Aquellas que sentía tan parte de él, no podía imaginar su cuerpo sin ellas.

Había cuatro surcos largos y muy profundos en la cara, marcas de rastrillos largos,
hechos con las garras horrendas que el vampiro tenía en sus manos. Una de las
laceraciones estaba muy cerca al ojo izquierdo de André. Incluso mientras miraba
las heridas, se estaban curando. Cerrando. Justo en frente de ella desde el interior.
Sus habilidades curativas eran locas, fuera de serie, su don, un verdadero milagro.

Como sanador, había visto cosas que la conmocionaron y asombraron. Como un


ser empático fusionada tan cerca con él, sintiendo su dolor y hambre, viendo su
vida tan vacía, las lágrimas quemaron detrás de sus ojos por él. Todo lo que ella
era, la esencia misma que la acercó a él. Se sirvió en su mente en un esfuerzo para
calmarlo, para hacer su vida mejor, de alguna manera. Parcialmente miró a su piel,
ahora casi perfecta. No había cicatrices que no fueran las más viejas, las circulares.
No en su rostro.

Podía ver las líneas tenues allí, donde las heridas habían estado, pero ella sabían
que se desvanecerían con el tiempo. No podía evitar dejar de mirar por completo
alrededor de su cara para poder correr la mano sobre los músculos lisos, sintiendo
con las yemas de sus dedos como si tocándole le ayudara en el proceso de cómo
había logrado tal fenómeno. Era la cosa más poderosa y hermosa que jamás
hubiera presenciado. No tenía idea de cuánto tiempo pasó, pero ella sabía que él se
tambaleaba de cansancio. La pérdida de sangre era demasiado grande y él
desesperadamente necesitaba una transfusión.

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Teagan quería traerse de nuevo a ella, pero que no sabía si eso posiblemente que le
pudiera dañar aún más, por lo que permaneció en silencio, pero se mantuvo cerca
en su mente. Casi de repente volvió a su cuerpo, y por primera vez lo sintió
estremecerse con tanto dolor y agotamiento. Alisó sus dedos suavemente sobre su
rostro. Se tocó la de ella y sus dedos se desprendieron húmedos con lágrimas.

― André.― Su nombre salió entrecortado. Ella no había querido hacerlo,


simplemente lo hizo. ― Nunca he sido capaz de curar a nadie así, en mi vida.
Tienes un don, un regalo precioso para el mundo.

Los ojos de André pasaron de hielo glacial puro al azul eléctrico. Intenso. Bonito.
Podía ver las largas pestañas que deberían haberle dado un aspecto femenino, pero
no había ni una cosa femenina sobre él.

― No llores por mí, sivamet. Te tengo ahora y por ello, valió la pena la espera. ―
Él murmuró las palabras en voz baja mientras traía su dedo a la boca y saboreaba
sus lágrimas.

― Necesitas sangre, André. Puedo sentir lo débil que estas. Tenemos que darte una
transfusión. ― Uno de ellos tenía que ser práctico. Estaba sentado allí, viéndose
precioso y caliente con la piel casi perfecta, pero no podía negar el hecho de que
todavía podía sentir su debilidad y agotamiento. La pérdida de sangre haría eso.

― He soñado con tu gusto, ― susurró en voz baja.

Se encontró temblando en anticipación. Por qué, no estaba segura. Barrió el pelo


hacia atrás, tirándolo todo de un lado de su cuello al otro, por lo que la larga cola
de caballo de trenzas se cernía sobre su hombro derecho. Su toque, mientras que su
pulgar se deslizaba sobre su piel, era sensual.

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Así que era su manera de mover su pelo. Su corazón se sacudió en anticipación.
Por qué, no tenía ni idea, solo que su cuerpo cobró vida en su toque. Él bajó la
cabeza. Ella sintió su aliento cálido contra su piel. Su lengua acarició una vez, dos
veces, sobre el pulso que latía con tanta fuerza en su cuello. Tuvo tiempo para una
inhalación rápida, cuando la comprensión la golpeo.

Ella estaba en su mente. La terrible hambre. El ansia por su sabor único. Por la
sustancia rica que ella podía ofrecerle para ayudarle a sanar. Ella hizo un solo
sonido, empezó a dar oscilaciones hacia adelante, sabiendo que ella no podía
escapar. Sus brazos eran dos bandas de acero envueltas alrededor de su cintura.
Sus dientes se hundieron profundamente y ella gritó ante la picadura de dolor. Al
instante dio paso al puro y erótico placer. Ella compartió su mente y sintió el calor
de su cuerpo. Ardiendo de necesidad. Por ella, sólo por ella. Allí no había nadie
más. No podía haber otra. Sintió que su sangre entraba en su cuerpo, se extendía a
través de sus células muertas de hambre para responder a la terrible necesidad.

Sabia exquisito. Perfecto. Sus dedos abiertos amplios sobre la piel desnuda de su
abdomen, frotándose suavemente mientras se alimentaba. Se relajó contra él, le dio
más de sí misma, de buena gana le permitió alimentarse de ella. Sabía que no había
puesto una compulsión en ella, y ella vio el recuerdo de la primera noche con él,
esa primera toma de su sangre. Ella no lo recordaba y sin embargo lo hizo, en ese
momento, esa emoción, la misma sensación erótica que tenía ahora.

Teagan no pudo evitarlo, ella extendió la mano para acariciar la perfección de su


rostro justo donde el vampiro había desgarrado las largas laceraciones, tan
profundo que deberían haber cicatrizado. Había querido suavizar esas líneas
tenues alejándolas. Había querido curarlo. Para ser la que podía quitarle su dolor.

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― Lo has hecho ya, avio päläfertiilam. Todo lo que he hecho en estos largos siglos
ha sido arrasado por el regalo que eres. ― Barrió la lengua por los dos pequeños
agujeros, cerrándolos, y murmuró una protesta, no queriendo que la sensación
terminara. Su boca siguió moviéndose en el cuello, con pequeños besos y
mordiscos picantes seguidos por su calmante lengua. Él le dio la facilidad, usando
su fuerza para establecerla en su regazo. Ella estaba sumida en un estupor erótico,
arrollada por la pura sensualidad de André.

Apenas podía pensar, sintiéndose tan conectada con él. Teniéndolo en su mente.
Estando en la suya. Incluso la forma en que él tomó su sangre, podía aceptar que
no se sentía mal en absoluto, por no hablar de que era lo más sensual que jamás
hubiera experimentado. Era muy posible que el deslumbramiento erótico llegara
de André al igual que la química que parecía ser fuera de serie. No tenía nada con
que compararlo, porque él era el único por el que había sentido algo.

― Es tu turno, Teagan, ― susurró. ― Vas a tomar mi sangre. ― Eso logró penetrar


la niebla sensual. Ella frunció el ceño, sus ojos buscando el significado para el de
eso. Porque no. Estaba caliente. Hermoso. Su cuerpo estaba cantando caliente y
necesitado, pero...lo de tomar su sangre. Bueno. No. No era posible. De ninguna
manera. Eso no sucedería, no importaba qué tan caliente estuviera. Sin importa lo
sensual. Incluso si se estaba muriendo. Ella dio un salto a la derecha de su regazo y
no se movió a ninguna parte. No se movió una pulgada. Plantó las dos manos
sobre el pecho, justo encima de donde la terrible herida del vampiro había estado y
trato de empujarlo de vuelta en la cama, así al menos perdería el equilibrio y podía
escapar.

― Vas a tomar mi sangre para nuestro segundo intercambio.―

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No sólo estaba allí la orden en su voz, sino que ella sintió el sutil "empuje." Su
corazón se volvió loco. Su boca seca y ella estalló en acción, sin importarle que
estuviera herido o que estuviera caliente y precioso. ¿Segunda vez? ¿Ella había
tomado su sangre ya una vez? ¿Y no lo recordaba? Como diablos había olvidado
esa parte. Trató de mover sus ojos, y luego su garganta, pero se encontró con que
no podía moverse. Ni un solo músculo.

Sus ojos se dirigieron a su cara. Allí estaba otra vez. Su ira. Era tangible. Ella sintió
su ira como una nube negra que la rodeaba con calor y si ella no hubiera estado
completamente bloqueada, donde ni siquiera podía levantar un brazo, se habría
ido de todos modos.

― Tienes capacidades que pocos tienen, sivamet, y ha quedado claro para mí que
eres muy testaruda. Yo no puedo protegerte durante las horas del día e insistes en
dejar mi lado. No hay otro camino.― ¿Qué camino? Eso no sonaba bien. Siempre
había más de un camino. Su boca se secó cuando lo vio doblar la cabeza hacia la de
ella. Se volvió ligeramente, mostrando el lado de su cuello que el vampiro había
destrozado. Su piel no podía evitar maravillarla más, porque no había nada más
que perfección existente. A pesar de todo, tenía la extraña compulsión de enterrar
la cara en su cuello, lanzar sus brazos alrededor de él y buscar consuelo.

― Me estás asustando. ― No podía hablar, pero ella todavía estaba en su mente y se


sentía íntimo y correcto. ― Dijiste que nunca me harías daño.

― Eres la persona más segura en este planeta. Yo nunca te haría daño. Soy incapaz
de hacerte daño. Sin embargo, csitri, has tomado todas las decisiones de mí.― Allí
estaba otra vez. Todas las opciones. Ella no había tomado todas con ella. Tenía que
haber otras maneras de hacer esto, ¿verdad? Tragó saliva, pero ella todavía quería
enterrar la cara en su cuello, justo sobre la vena donde podía sentir su corazón. Su
mirada fue cautivada por el pulso que latía con tanta fuerza en su cuello.

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Él tenía un gran cuello. Excelentes hombros. Músculos impresionantes. Se apoyó
en él. No le costaría nada tocar su piel desnuda, con los labios, justo ahí. Para
saborearlo. Quería sus besos, pero él no se los estaba dando, por lo que
simplemente podría sentir un poco murmullo de sabor. De pronto se recompuso.
¿Qué demonios le pasaba a su mente? Tenía que centrarse si ella iba a salir de esta.

― No vas a lograr cualquier cosa, Teagan. Correr no es la respuesta.

― Tal vez correr, no es la respuesta para tí. ― Trató de deslumbrarlo para hacerle
saber que estaba siendo un total imbécil. ― Puedes volar. ― Ella hizo una
acusación, ¿porque realmente, que podía volar? Superman tal vez, pero André no
llevaba un gran S grabada en su pecho por lo que él no tenía ninguna explicación
real. ― Correr suena muy bien para mí ahora. Pero yo no estoy bebiendo sangre.
No te juzgo. No estoy haciendo la menor crítica, ― ella cubrió porque estaba en su
mente y vería que era una mentira de todos modos. ― Pero soy totalmente opuesta
a los vampiros. Yo podría haberle juzgado con un poco de dureza cuando me lance
directo sobre la cabeza de uno, pero yo no te estoy juzgando. Sólo digo que, la
sangre no es exactamente mi taza de té.― Vio una especie de horror fascinado
mientras levantaba la mano, los dedos, y deslizaba uno a través de ese punto del
pulso que le hacía señas en su cuello. Pequeñas gotas de color rojo rubí llenaron y
salpicaron su piel.

La anticipación la venció. Su boca se hizo agua. Ella lo podía saborear en su boca.


Era a la vez horrible y maravilloso. Maravillosamente horrible. Su palma se apoyó
en la parte posterior de la cabeza y apretó la cara hacia él. Cerró los ojos e
inmediatamente se envolvió con su calidez. Se sentía segura. Amada por él.
Consolada. Su corazón corriendo se desaceleró para coincidir con el ritmo
constante del suyo.

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Los oyó, los dos corazones, en exacta sincronización. Con su única mano en la
parte posterior de la cabeza y la otra envuelta alrededor de ella, abrazándola cerca
del increíble calor de su cuerpo, estaba completamente rodeada por él. Mantuvo
los ojos cerrados y se dejó hundir en su calor. Él estaba allí en su mente,
consolándola, empujando suavemente su boca para saborear su piel. Para
simplemente besar el omóplato y mover su clavícula hasta la garganta. Tenía que
respirar. Él había estado en una batalla y sin embargo, olía a fresco y limpio. Todo
masculino. Como un maravilloso bosque después de una lluvia. Ella inhaló,
tomándolo en sus pulmones. Él estaba allí en su mente, llenando cada lugar
solitario, acariciándola, susurrándole aliento.

Teagan sintió su rápida ingesta de aliento cuando ella se atrevió a presionar los
labios contra su piel. Sintió el impacto en su cuerpo, el momento increíble cuando
se dio cuenta de que la química entre ellos era tan grande para él, como lo era para
ella. Lo saboreó en la garganta, una degustación en su lengua, y su cuerpo estaba al
instante duro.

Su erección pesada se presionó descaradamente contra su trasero, tan caliente que


ella pensó que podría quemar a través de su ropa para tocar su piel. Besó su
camino al lugar fascinante donde su hombro y el cuello se encontraron. Su brazo se
apretó, y él gimió. Ella lo escuchó. Él gimió. Había hecho que el magnífico André
en realidad gimiera cuando acabo por enterrar su cara en ese cálido lugar, perfecto
en su cuerpo. Con sólo rozar su pulso con los labios. La punta de la lengua bromeó
y acarició su piel, necesitando su gusto, preguntándose si él sabía igual o diferente
en varios partes del cuerpo.

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― Me estás matando, sivamet. ― Su voz era ronca, sensual, rozando a lo largo de las
paredes de su mente. Sintió el golpe susurrar sobre su piel. Sus pezones alcanzaron
su punto máximo, empujaron contra el encaje de su sostén, buscando el contacto
con su calor. Necesitando su toque. ― Avio päläfertiilam, te he dado mi corazón.
Necesito que me des tu corazón. Necesito su cuerpo. Entrégate a mí. Toda tú. ― Lo
sintió moverse de nuevo, en su mente, y ella estaba piel a piel con él. Era
vagamente consciente de que de repente ninguno de ellos tenía una camiseta.
Debería haber estado avergonzada, pero estaba eufórica. Quería tocarlo. Pasar sus
manos sobre el pecho y hasta su regazo. Necesitaba sentir cada pedacito de él
contra ella, así que simplemente giró su cuerpo y apretó la frente a su frente
cuando ella lamía la especia caliente derramándose de él.

Ella ya se había entregado a él. No se sentaría en el regazo de un hombre sin su


ropa sin querer más. Quería todo de él. Y ella lo hizo. Como si escuchara su
respuesta tácita, las manos de André se deslizaron sobre su piel desnuda, una
deliciosa sensación que envió pequeñas llamas bailando a través de ella. Delicioso.
Su lengua le probó de nuevo. Una especia rica. El sabor de él estalló en su lengua,
adictivo y salvaje. Exótico. No había nada como él, nada que jamás hubiera
probado antes, pero ella lo anhelaba. Lo necesitaba. ¿O había probado esa riqueza
exacta antes, creando su adicción? Su obsesión. Una vez quizás. ¿Ella tenía un
vago recuerdo, y no se le había dicho algo en ese sentido? Se encontró a sí misma
lamiendo las diminutas gotas, ya no cuidando, sólo necesitándolas.

André gimió de nuevo, su cuerpo acariciando sin descanso contra el de ella. Sus
palmas rozando caricias junto a su caja torácica. Sus dedos trazaron cada nervio,
cada muesca, el suave montículo de su vientre y luego hacia arriba por los lados de
sus pechos. Perfecto. Ella se derritió contra él, contra todos sus músculos duros,
sintiendo la increíble suavidad de su propio cuerpo. Su mente estaba tan
firmemente arraigada en la suya que podía sentir todo lo que estaba sintiendo, no
sólo las sensaciones que sus manos sensuales le dieron a ella, sino sus respuestas
reales.

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Ella sintió en el corazón, el amor que ya tenía por ella creciendo más y más fuerte.
Se sentía parte de su alma, pequeños hilos de unión, de modo que en lugar de dos
almas perdidas, eran un alma muy fuerte. Sintió su hambre y la necesidad de su
cuerpo. Ella lo volvia loco con su piel suave y la sensación de su boca y la lengua
contra su piel.

Una deliciosa quemadura entre sus piernas extendió llamas a través de ella. El
incendio comenzó allí mismo, cuando propagó besos sobre las gotas de especia
caliente. Necesitaba más. Ella tenía que tener más. Él estaba en su mente. Lo
necesitaba en su interior, fluyendo por sus venas. Ella lo quería dentro de ella, en
su cuerpo, por lo que eran uno, no dos.

Trató de no ser codiciosa, pero el sabor era exquisito y parecía que había un
suministro interminable. Mejor aún, cuando ella probo el líquido picante, el cuerpo
de André consiguió ponerse más caliente y más fuerte, y ella sintió su hambre en
crecimiento. Estaba allí en su mente, una necesidad que parecía crecer, igualando
su propio deseo, casi desesperado por él.

Sus manos ahuecaron sus pechos, y su aliento dejó su cuerpo. Sus pulgares se
deslizaron sobre sus pezones duros y ella jadeó, arqueándose contra él. Sus dedos
y pulgares tiraron y rodaron hasta la propagación del fuego directo a su sexo y
llamas calientes enviadas a lamer sobre su piel.

Ella trató de ganar un poco de control, pero una vez que cerró los ojos, no pudo
abrirlos de nuevo, lo que era extraño, porque su cuerpo era suyo una vez más. Sus
manos se movieron hasta la fuerte columna de su ancha espalda, extendiéndose a
través de su piel para tomar tanto de él como le fue posible. Ella tenía que tocarlo.
No había nada que la detuviera. Quería todo de él. Estaba desesperada por tener
todo de él.

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Su espalda era tan musculosa como su pecho. Hermosa, deliciosamente definida,
con músculos muy masculinos. Ella tenía una cosa con los músculos y él los tenía
en todas partes. Su piel estaba caliente, dura y lisa. Ella no podía tener suficiente de
tocarlo, de besarlo. De degustarlo. Un sabor adictivo que ella anhelaría por
siempre.

― Suficiente, sivamet. Este es nuestro segundo intercambio. Estas cerca ahora. En


el siguiente intercambio se hará. Ven aquí ahora. Te necesito. ― Tiró suavemente
de su cabeza hacia atrás, de su larga y gruesa cola de caballo de trenzas,
privándola del sabor adictivo y exquisito que era únicamente de él. Se lamió los
labios. Él la miró, con los ojos oscureciéndose, más intensos que nunca.

― André.― Ella murmuró su protesta y trató de apoyarse en él.

― Teagan.― Allí estaba otra vez. Su nombre. Su acento curvándose alrededor.


Suave. Bajo. Ronco por la necesidad. Reconoció la nota en su voz por lo que era.
Así sensual. Tan hambriento. Deslizó sus brazos alrededor de su cuello.

― No tengo idea de lo que estoy haciendo, André, ― susurró la admisión. ― Pero


quiero hacerlo todo contigo. Todo.

Cayó de espaldas contra el colchón, llevándola con él para que su cuerpo se


tendiera sobre el suyo. Su piel estaba tan caliente que se evaporo en él. La arrastró
a lo largo de su grueso pecho, hasta que ella estuvo a horcajadas sobre él, sus
piernas a cada lado de su cuerpo por lo que su erección muy pesada se presionó
profundamente en su vientre.

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Le encantaba la sensación de él. Y la mirada de él. Sus ojos estaban encapuchados,
más sensuales que nunca. La mirada de amor y lujuria mezclados era caliente, y
ella quería ese fuego. Se encontraba tan atraído por el que no podía pensar en otra
cosa, que no fuera André, sus manos y su boca. Su cuerpo. Ella quería poner sus
propias manos y la boca por todo su cuerpo. La compulsión era un hambre, una
necesidad que se convirtió en una bola bobinada de tensión y se instaló impía,
pecaminosa y baja en su cuerpo.

Teagan pasó las manos por su pecho, y siguió el camino con su lengua. No podía
dejar de tocarlo, sobre todo en los lugares que habían sido heridos. Habría dado
cualquier cosa por tener un agente de curación en su saliva y ser capaz de
convertirse a sí misma en un espíritu puro, para sanar las heridas de él cuando
estuviera herido.

― Sanas mi corazón, sivamet. Sanas mi alma. Tú eres la única mujer que me puede
dar todo. Bueno. Allí estabas. Cuando eras la única mujer en el mundo que podía
hacer a un hombre completo, que podía sanar su corazón y sanar su alma, lo
hiciste. ¿Correcto? ― Sus palabras fueron un brillo incandescente en su mente.
Cálido. Cierto. Ella sintió su honestidad, y ella también sintió la forma en que su
cuerpo respondió a su contacto. ¿Qué mujer tenía el tipo de poder para hacer a un
hombre como André cobrar vida? Era hermoso, poderoso y tan sensual que no
podía resistirse. No podía apartar la mirada de sus ojos azules. El tenia tantos
colores de azul allí, dependiendo de su estado de ánimo. Este era un nuevo color,
un hermoso mar profundo, azul.

Su mano se movió suavemente sobre su pelo, barriendo sobre la parte superior de


su cabeza en una suave caricia, como si estuviera memorizando el trabajo de su
trenza intrincada.

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Siguió la firmeza hasta el final de su cola de caballo. Había algo en la forma en que
la tocó, con un toque de posesión que envió hormigueos por la espalda y que tuvo
mariposas tomando vuelo en su estómago. Inclinó la cabeza y la besó de nuevo. Un
largo y lento, beso, de infarto que se fue para siempre, y sin embargo, no fue
suficiente.

Sus manos se deslizaron por su espalda, un barrido lento para que coincidiera con
el beso que envío miles rayos de fuego a bailar a través de su cuerpo. Sus manos
eran grandes y sus dedos estaban extendidos a lo ancho. Ella era muy ligera y sus
palmas la llevaron en su totalidad hacia atrás mientras se deslizaban hacia abajo.
Entonces sus manos ahuecaron su trasero y se sintió increíble.

Su boca se movió de la de ella hasta la barbilla. Sus dientes pellizcaron y su lengua


se deslizo sobre la pequeña picadura. Colocó una serie de besos a lo largo de su
mandíbula y luego se arrastró por el cuello y por encima de su garganta.

Su cuerpo se incendió. Cerró los ojos y se dejó ahogar por las llamas. Le tomó la
mano con mucha suavidad, la deslizó por su cuerpo. Su corazón casi se detuvo y
empezó a golpear en su palma cuando se encontró con la longitud pesada de él.
Estaba caliente y dura, su erección se sacudió contra su mano cuando él envolvió
sus dedos apretados a su alrededor. Era aterrador y maravilloso al mismo tiempo.

― Um. André. Realmente nunca he hecho esto antes.― Ella no sabía si eso haría
que quisiera detenerse. No quería que se detuviera, pero ella sabía que era inusual
para una mujer de su edad, ser virgen. Y francamente, estaba más que un poco
intimidada por su tamaño. Era un hombre grande, y ella no estaba segura de que
fuera a encajar. Eso podría ser un problema real, porque ella realmente lo quería a
él.

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― Fuiste hecha para mí, sivamet, mi otra mitad. Voy a ser amable contigo. ― Su
voz se envolvió en su corazón otra vez, sonando tierno y lleno de amor. Aún
conectada a su mente, ella sintió su amor por ella. No tenía sentido que él pudiera
estar tan intensamente unido a ella, pero allí estaba y era real. Sintió que su amor la
sobrepasaba, rodeándola y envolviéndola.

Cada lugar solitario en su mente ya estaba lleno de él. Sabía que se había ido
ahogándose en él, en el hechizo que había tejido a su alrededor. Su boca estaba
volviéndola loca, moviéndose sobre su piel casi sin prisa, como si él tuviera que
tomarse su tiempo para conocer cada pulgada cuadrada de su cuerpo. Como si
estuviera adorándola, imprimiéndose en todo lo que tocaba o degustaba en su
mente para siempre.

No podía quedarse quieta, y su mano se movió sobre su erección. Su mano guió la


de ella, por lo que memorizo la forma y la sensación de él, deslizándola sobre el eje
palpitante de espesor, con un casco de terciopelo, pulido con cuentas de perlas. Su
aliento atrapado en su garganta y tenía unas ganas locas de inclinarse y lamer las
gotas fuera de él sólo para ver si su sabor era tan adictivo como pensaba que sería.

― Déjate a mi cuidado, Teagan. Tu cuerpo. Tu corazón y tu alma. Está a salvo


conmigo.

― Yo te he confiado mi corazón y mi alma. Te doy mi cuerpo y confío en que estoy


a salvo contigo.

Su corazón se contrajo. Su sexo se contrajo. Tenía una manera anticuada de hablar,


pero era bonita. Se inclinó para lamer su cuello, justo sobre el pulso golpeando.
Sonrió y besó su camino por la mandíbula obstinada y hasta la oreja donde ella
lamió y besó hasta que el aliento le dejó en un largo silbido. Su pene saltó en su
mano y ella realmente la sentía crecer abrasadoramente allí en su puño. Le
encantaba eso.

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Le encantaba que ella pudiera hacer que un hombre como André luchara por su
control. Sus manos ahuecaron sus pechos. Eran muy pequeños, tan pequeños como
para ser inexistentes y siempre había sido consciente de ese hecho. Sus manos eran
grandes y sintió que los cubrían por completo, sus pulgares deslizándose sobre sus
pezones con experiencia absoluta. Sintió cada caricia corriendo a través de ella
como un maremoto, enviando vetas de relámpagos directamente a su sexo.

Perdió su capacidad de respirar cuando él rodó bruscamente, deslizándola por


debajo de él. Con él en la parte superior, ella no podía moverse. Se sentía un poco
como capturada, pero aún más emocionante debido a ello. Él debería haberse
sentido pesado. En cambio, todo lo femenino en ella se levantó por él. Lo quería.
Lo necesitaba. Amaba lo duro que su cuerpo era. Cuando su boca cubrió su pecho
y se amamantó, ella gritó. Cuando los dientes y la lengua lamieron y
mordisquearon ella ni siquiera pudo encontrar su voz.

― Despacio, csitri, ― susurró. ― Tenemos todo el tiempo del mundo.

Se dio cuenta de que sus caderas se retorcían bajo su peso. Su cuerpo se retorcía y
estaba suplicando en pequeños jadeos para que él hiciera algo. Ni siquiera se había
dado cuenta, pero no podía parar. Una mano se deslizó más bajo, arrastrándose
por su vientre hasta que él estaba allí. En territorio virgen. Presionó un dedo en ella
y sus caderas se sacudieron duro. Su vaina se contrajo. Su boca tiró más fuerte en
su pecho y sintió la bienvenida del líquido caliente ante su invasión.

Se sentía...increíble. Ella no estaba segura de poder aguantar mucho más. La


tensión en su cuerpo en espiral apretada. Él acarició su pecho con su mandíbula
sombreada y luego la besó, un beso largo y persistente. Su dedo se deslizó más
profundamente y ella jadeó contra su boca. No pudo evitarlo, enganchó su pierna
alrededor de su cadera, abriéndose más a él, necesitando más. Necesitándole
dentro de ella.

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― Esperé vidas por ti, ― susurró contra su boca. Deslizó otro dedo dentro de ella y
las llamas se extendieron como un incendio forestal. ― Tan hermosa. Vales todos
esos años de interminable nada. Siglos, sivamet. Tanta fealdad. Tanta brutalidad.
Todo lavado con el sonido de tu risa. Tu sentido del humor. Con tu sonrisa y tus
besos. Sabes tan dulce, Teagan. Te estoy sosteniendo en mis brazos, mirándote a
los ojos y todavía no puedo creer que seas real.

― ¿El era real? Más como no podía ser real, y ser tan dulce. Así de amoroso.
Teagan quería llorar por las cosas que él le decía. Él realmente las quería decir. Ella
era tan especial para él. ¿Cómo podía haber vivido una existencia solitaria durante
tantos años, años llenos de caza y destrucción de amigos e ¿incluso la familia? No
tenía a nadie que quedara vivo. No había hermanos. No había hermanas. No había
padres o abuelos.

Ella había perdido a su madre, pero ella nunca realmente la conoció. Su padre la
había abandonado antes de que hubiera nacido. Sin embargo, fue criada en un
ambiente de amor y su familia siempre, siempre le había cubierto la espalda. Ella
no podía imaginar lo que su vida seria, tan sombría, gris y estéril. Sus recuerdos
eran principalmente los de las batallas, la sangre, las heridas, el dolor y la muerte.

No quería ver esas cosas en su mente. Era difícil no echarse a llorar. Al mismo
tiempo, quería que darle todo lo que quisiera o fuera necesario. Se estiró hacia
arriba, llevando la cabeza hacia la suya una vez más, necesitando su boca,
necesitando mostrarle lo mucho que le importaba. No era sólo acerca de lo que sus
hábiles dedos le hacían a su cuerpo, o el fuego que causaba estragos en ella, ella
quería saber que sentía mucho más. Ella lo besó, deslizando sus labios sobre los
suyos en una caricia.

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Una tomadura de pelo con la punta de su lengua a lo largo de la costura de su
boca. Besarlo era una sensación milagrosa, especialmente combinada con las
deliciosas sensaciones que sus dedos agitaron a medida que presiono dentro de
ella. Hubo un pequeño bocado de dolor en la recta final, pero eso fue un poco malo
y delicioso.

― Mírame, sivamet. ― A regañadientes levantó la cabeza para que sus ojos se


encontraran. Había algo allí, en el fondo, importante. Algo que la dejó sin aliento.
― Te estas entregando a mí. ― Era más una afirmación que una pregunta, pero
ella lo sabía mejor. Sabía que tenía que oírla decírselo. Ella levantó la cabeza,
encontró el lóbulo de su oreja y tiró suavemente con los dientes.

― Yo me estoy dando a ti, ― afirmó. Sus ojos se oscurecieron. El glaciar se derritió.


Fue líquido puro. Él tomó su boca y no fue un beso pausado, no fue un suave beso.
Fue duro, caliente y espectacular. No sabía que alguien pudiera besar así y se
perdió por completo, allí en su boca.

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Capítulo 10

A ndre tomó aire para obtener un poco de control. Teagan sólo tenía un asomo
de una idea de qué y de quién era. Él lo sabía. Sabía que la atracción entre
compañeros era tan fuerte que no podían estar separados por mucho tiempo.
También sabía que no iba a estar muy feliz cuando se diera cuenta del alcance del
compromiso que estaba haciendo. Debería haberle importado. Le había importado
antes de que ella se alejara de su protección y la seguridad de la cueva. Ahora no lo
hacía. No después de ver a un vampiro cayendo directo de la niebla hacia ella.

El vampiro estaba recién hecho, por ello tenía la ventaja de ser capaz de cazar en
cuanto el sol se pusiera, pero por suerte no tenía las habilidades para superar la
terrible necesidad de sangre fresca, basada en el miedo. Andre quería a Teagan con
cada respiración de su cuerpo. Sabía por besarla, que nadie la había besado antes.
Nadie. Ni un solo hombre. No hubo ningún juego infantil en sus años escolares.
Ella se había mantenido a sí misma lejos de otros hombres.

Nadie había estado nunca dentro de ella, ni colocado las manos o la boca sobre ella
tampoco. Ella le pertenecía sólo a él. Solo a él. Solo el pensar en su lealtad a él antes
de que se hubieran conocido y darse a sí misma a él ahora, lo dejaba salvaje para
ella. Quería darle todo. Ser todo para ella. Quería ver su primer orgasmo tomarla,
mirándola a los ojos, su nombre en sus labios, sabiendo que él le dio ese placer.

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Quería sentir lo que ella sentía. Había unido sus almas. Uniría ahora sus cuerpos, y
luego trabajaría por el resto de su eternidad juntos, para unir su corazón al suyo.

Intentó suavizar el beso, pero la posesión se había hecho cargo. Teagan le


pertenecía. Ella valía la pena todos los sacrificios que había hecho. Besó un camino
por la barbilla hacia sus pechos. Ella era tan pequeña y perfecta. Nunca había visto
a una mujer más perfectamente formado y tan sensible. La expresión de su cara, la
dificultad en su respiración y sus ojos vidriosos cuando él tiró y rodo sus pezones,
cuando ellos eran absorbidos por el calor de su boca, aniquilando todo lugar
horrible en el que había estado, aunque fuera sólo por el momento.

Su piel era más suave que cualquier cosa que había sentido. Él la deseaba, y se
permitió sentir ese vehemente deseo. Aceptándolo. La besó en la garganta, lamió el
pulso en el cuello, pero se resistió a tomar más de su esencia. Besó un camino a lo
largo de su clavícula, sosteniéndola con facilidad debajo de él. Sus manos se
suavizaron en su espalda, yendo a sus hombros y luego se enredaron en su pelo,
tirando del cordón, de modo que su pelo largo cayo libre y ella pudo coger la
gruesa longitud del mismo con su puño.

Le encantaba eso. Amaba su cuerpo retorciéndose y respirando irregularmente, la


forma en que sus caderas empujaban contra él. Ella no se guardaba nada, nada de
lo que causaba su contacto. Cuando ella se entregó a él, lo decía en serio y ella le
dio su entrega completa. Su confianza. Nunca se le había ocurrido la confianza
sería un regalo. Se puso a sí misma en sus manos cuando nunca había hecho el
amor. Ella confiaba en él para que fuera bueno con ella. Confiaba en que todo lo
que optara por hacerle a su cuerpo, en última instancia, fuera para su placer. No.
No iba a abusar de su confianza nunca.

Él prodigó atención a sus pechos, y luego cuando ella gemía suavemente, besó un
camino hasta su ombligo. Ella envolvió ambas piernas alrededor de sus caderas,
apretándose cerca de él. Ella era naturalmente sensual y con él, desinhibida. Su piel
suave se había calentado. Su respiración era sexy en pequeños jadeos. Pasó algún
tiempo en su vientre. Tenía músculos pero había una mujer bajo esa piel suave,

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elegante y hermosa, y su vientre tenía una suave curva leve con la que él se
deleitaba. Se arrodilló entre sus piernas, poniéndolas sobre sus hombros. Ella
jadeo, y por primera vez, sintió un atisbo de miedo arrastrándose, pero no fue lo
suficientemente fuerte para que ella se retirara. Le besó el interior de su muslo.

Te va a gustar esto, csitri, lo prometo. Su mirada se aferró a la suya. Observando su


rostro, él besó un camino por su muslo hasta que estuvo en la unión de sus
piernas. Su suave vientre se contrajo en anticipación. Contuvo la respiración,
mientras se inclinaba cerca y la sombra a lo largo de su mandíbula se frotó a lo
largo de sus muslos. Ella jadeo. El lamio lentamente.

Su cuerpo se sacudió y ella dejó escapar un pequeño grito. No esperó. Tenía que
estar preparada para recibirlo y con una pequeña prueba ya estaba hambriento de
ella, no pudo contenerse. Hundió su lengua en ella, profundamente, todo el tiempo
viendo su cara, su hermoso rostro. Ella se vino por él. Así de rápido. Así de
caliente. En llamas. Él sabía que necesitaría ver millones de veces esa expresión en
particular y todavía la anhelaría tanto como él anhelaba el sabor de su sexo y el
sabor de su sangre.

Teagan gritó, casi superada por la sensación. Las lágrimas ardían detrás de sus
ojos. No sabía que era capaz de sentir de esa manera, o que un orgasmo podía ser
tan fuerte. Como una ola de marea, lavando sobre y a través de ella. Él se movió
rápido, empujando en su calor resbaladizo, estirándola más allá de lo que ella
había imaginado. Quemaba, y sin embargo, al mismo tiempo, ella quería más. Él
era grueso y largo y se movía lentamente una pulgada a la vez, con cuidado para
permitir que su cuerpo se acostumbrara a su invasión con cada pulgada que
ganaba.

Estas tan apretada, sivamet. Relajate para mí. Tanto como puedas. Él no le estaba
haciendo daño, no realmente. Ella sabía que él era consciente de que no estaba
haciéndole daño, ya que estaban tan profundamente arraigado el uno en la mente
del otro. Sólo se añadía a la intimidad entre ellos. Ella hizo todo lo posible para
hacer lo que le dijo, sobre todo cuando cada célula de su cuerpo estaba en llamas.

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Estaba desesperada de tenerlo dentro de ella. El iba a un ritmo muy lento. Ella
empujó hacia arriba, tratando de empalarse a sí misma en él, con la necesidad de
ser llenada.

Déjame, csitri. No quiero que tu primera experiencia sea dolorosa. Ella tampoco quería
que fuera dolorosa y había oído que podía serlo, pero aun así, no podía pensar
claramente con todo lo que lo dessaba. Cada vez que se movía en ella, la dejaba sin
aliento. Se sentía estirada y llena y por lo tanto una parte de él. Se deslizó en el
interior más profundo y no pudo soportarlo más. Intentó sacudirse, para empujar
hacia él, pero sus dos manos sujetaron sus caderas debajo de él y la detuvo.

Respira, sivamet. Ya casi llegamos. Ella sintió su aliento. Ella escuchó a su corazón y
automáticamente sintonizo su cuerpo al de él. Él empujo en ella. El dolor fue más
que un bocado, pero estaba muy profundo. Tan profundo que podía sentirlo en su
cuello uterino. Andre se detuvo de nuevo para permitirle adaptarse a su tamaño, a
ser llenada por él.

Había sido una pelea, incluso tan húmeda como estaba, moverse a través de su
canal estrecho. Su pene estaba siendo estrangulado por la seda caliente y se sentía
como un paraíso. Ella estaba tan estrecha que apenas podía respirar con la forma
en que sus músculos lo contraían. El placer rayaba en el dolor, pero luego su
cuerpo se acomodó lentamente su tamaño.

¿Estás bien? Él estaba en su mente, sabía que lo estaba, pero necesitaba que ella se
lo dijera. Necesitaba sus pequeños y suaves gemidos que le decían que ella quería
más, que quería todo de él. No le había dado un montón de opciones y si ella no
estaba preparada para este último compromiso, no tenía ningún problema en
empezar de nuevo asegurarse de que lo estuviera.

Por favor haz algo. Cualquier cosa. Necesito esto. Te necesito.

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Su voz entrecortada tomó lo último de su control. Se retiró lentamente, sintiendo el
roce de fuego, los músculos tensos tratando de retenerlo. Quemándolo con placer.
Llevándolo a un lugar que no sabía que existía. Nunca quería salir de su cuerpo.
Nunca. Si había un cielo, estaba bastante seguro de que estaba en él.

Ella jadeo y sus uñas rasparon su espalda. Sus caderas se movieron para seguirlo y
sus manos se apretaron en las dulces curvas para mantenerla quieta. Esperó un
instante, saboreando el momento. Grabando una memoria nueva. Su cara. Suave.
Hermosa. Sus ojos. Un poco aturdidos. Llenos de algo que no se atrevió a nombrar,
por él. Todo suyo. Todo para él. Por primera vez en su vida, él tenía algo, a alguien
que se preocupaba por él. Tal vez no lo sabía todavía, pero estaba allí en sus ojos,
los inicios de amor.

Él se lanzó hacia delante y ella gritó, sus manos moviéndose por su espalda para
anclarse en su pelo. Amaba eso también. Le encantaba el fuego. La intensidad. La
forma en que su cuerpo se movía y el aliento abandonaba sus pulmones. En su
vida sólo había habido violencia y sangre. Ella era la razón. Su propósito. No su
deber y honor. Eso era más quién era. Ella era la razón de que los machos de su
especie quisieran mantener el mundo como un lugar más seguro.

Empezó a moverse en ella, un paraíso apretado, lentamente al principio para


permitir que ella se acostumbrara al movimiento. Su pene la estiraba, llenándola tn
apretadamente que cada pequeño movimiento era exquisito. Su pie se deslizó a lo
largo de su muslo, y le levantó la pierna y la envolvió alrededor de él. Ella
inmediatamente hizo lo mismo con su otra pierna, apretándolo. Sus brazos
vinieron después y pareció fundirse en él. Se movió más rápido, con profundas
embestidas, sacudidas duras, hasta que ella cantaba su nombre, y el fuego los
consumió a los dos.

Compartían las sensaciones, la creciente tensión enroscada apretada dentro de ella,


creciendo, siempre construyéndose. La misma tensión se enroscaba en él, ese
poderoso encuentro aun cuando el placer se apoderó de los dos.

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Mírame, Teagan. Él tenía que verla. Para verlo en sus ojos. En su cara. Lo que él le
dio. Lo que sólo él podría darle. Quería que dijera su nombre en voz baja cuando
cayera al precipicio con él. Sus pestañas revolotearon y las levanto. Su corazón
tartamudeó en su pecho. Era tan hermosa y la forma en que lo veía...sus ojos...

Déjate ir, sivamet. Entrégate a mí. Quiero esto. Mantén tus ojos en los míos y di mi
nombre. Necesito que sepas con quién estás. A donde perteneces. A donde pertenezco. Sus
ojos se ablandaron. Tiernos. Amorosos, incluso.

El corazón le latía cerca del de él, golpeando al mismo ritmo salvaje. La sangre
corrió caliente a través de sus venas. Sus piernas y brazos se apretaron a su
alrededor. Los delicados músculos de su vaina lo sujetaron con fuerza,
sosteniéndolo a ella. Sintió la maravilla de ello hundirse en sus huesos. Su marca.

Me perteneces, ella susurró en su mente. Definitivamente. Entrégate a mí, dijo de


nuevo. Él entro en ella, sujetándola a él, empujando profundo y duro, sintiendo su
vaina caliente apretarse, abrazándolo para agarrarlo y exprimirlo. Ella se
estremeció, y luego el tsunami golpeó, tomándola, y el respiro a través de él,
aferrándose a su control de un hilo porque tenía que verla. Observó la pura belleza
de ella. El milagro.

Andre. Había asombro en su voz. Shock. Placer. Él le había dado eso, pero ella le
había dado mucho más. El sonido entrecortado de su nombre era un milagro en sí
mismo. Esperó a que las réplicas pasaran y comenzó a moverse, construyendo el
placer para ella otra vez. Ella era más de lo que nunca había imaginado que una
mujer podía ser. Nadie podía sentir por ella lo que el sentía. Él lo sabía. Quería que
ella lo supiera también.

Andre se inclinó y acarició su garganta. Todo en ella era perfección. Su aroma. Su


risa. Sus ojos. La forma en que lo miraba. Su espíritu indomable. Le gustaba su
descaro y sus majaderías y la forma en que charlaba cuando estaba nerviosa. Le
gustaba su sentido del humor y la forma en que lo utilizaba en situaciones difíciles.

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Tet Vigyázam. Era demasiado pronto para ella, y no lo entendería en su idioma.


Solo el sentimiento en su mente cuando le dijo que la amaba. Movió su cuerpo más
completamente sobre el de ella, la atrajo hacia él, una vez más, deslizando sus
piernas alrededor de sus caderas porque le gustaba la forma en que se sentía con
ella en torno a su cuerpo mientras su vaina femenina rodeaba su pene. Se permitió
la libertad de perderse por completo en su cuerpo.

Se encendieron juntos, un fuego fuera de control, quemando fuerte y largo, sus


embestidas rápidas y profundas, cada una de ellas sacudiendo su cuerpo. Sus
suaves gemidos por más con cada golpe duro mientras lo llevaba más y más alto.
La sintió moverse sobre el borde de nuevo y se obligó a esperar, sólo una vez más,
mirándola, dejando que la belleza de su rostro le llevara con ella.

Cayeron juntos, trabados juntos. Él escucho sus corazones latir al mismo ritmo y
nunca se había sentido tan contento y en paz como lo hizo en ese momento. Con
los cuerpos todavía conectados, rodó con ella par que estuviera encima de él y sus
brazos estaban asegurados alrededor de ella. La abrazó, escuchando su respiración.
Acariciando su espalda, deleitándose en la sensación de su suave piel. Él quería
soltarle el pelo, quería los largos hilos de seda atravesando su cuerpo.

Él le cogió la cara entre las manos, los pulgares deslizándose por sus mejillas, los
dedos ahondando en la masa de trenzas. La miró a los ojos durante un largo rato.
Ella no apartó la mirada. En cambio, sus manos le acariciaron el pecho, una a la
derecha sobre su corazón, donde el vampiro había tratado de arrancarlo de su
cuerpo.

― Tú eres la razón por la que cace todos esos siglos, Teagan. Por lo que me aferré a
mi honor. Tú eres la razón por la que el monasterio en la parte superior de la
montaña existe. Otros, como yo, al final de su capacidad para esperar, los que han
renunciado a encontrar su otra mitad, y aun así no pueden caminar hacia el sol.
Gracias a ti.

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Ella no comprendía la enormidad de lo que era para él, podía ver y sentirlo en su
mente. No tenía manera de saber lo que iba a ser, para otros que necesitan su
propia compañera, un faro de esperanza. Él era mayor que la mayoría, pero más
joven que otros. Se había dado por vencido, y sin embargo aquí estaba ella ahora.
Empujo las caderas más profundamente en ella, manteniéndose dentro de ella,
sintiendo cada réplica a través de sus músculos tensos.

― ¿Estás bien?

Ella asintió con la cabeza lentamente.

― ¿Estas herida de alguna manera?

Ella negó con la cabeza. Mordiéndose el labio inferior. Se inclinó hacia ella y lamio
el labio inferior con su lengua.

― Tienes que saber que voy a atesorarte para siempre, Teagan. En este momento,
te las arreglaste para limpiar toda batalla horrible, todos esos siglos de soledad.
Hiciste que todo valiera la pena.

Teagan sintió su corazón detenerse en su pecho. Las cosas que decía no tenían
sentido y sin embargo lo eran todo. Sabía que tendría que hacerle preguntas, pero
no en este momento. En ese momento ella quería ser la mujer que acabó con siglos
de soledad para él. Acabó con las batallas. Ella sabía que era verdad porque sólo
estaba ella para él en este momento. Andre la besó y la ternura trajo ardientes
lágrimas a sus ojos. Dejó caer la cabeza al colchón, pero mantuvo sus ojos trabados
con los de ella.

― Tú me perteneces, csitri, por ahora y toda la eternidad. Gracias por entregarte a


mí.

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Eso desató un millón de mariposas en su estómago. La eternidad sonaba como un


largo tiempo. Y ella tenía un mes, y luego tendría que ir a casa. Tenía que encontrar
una manera de decir a sus hermanas que la abuela Trixie no estaba loca, sin que
ellas quisieran encerrarla también. Una sombra cruzó su rostro. La cueva llena de
una especie de calor intenso. Ella contuvo el aliento. Sus ojos pasaron de una
hermosa y ardiente llama azul a un bello color azul glaciar en segundos.

― Tenemos que meterte en el agua caliente para que no estés adolorida, ― le dijo.
Sí. Ella estaba en problemas. Ella tenía una predilección por meterse en problemas.
Sus hermanas eran siempre tan buenas, siguiendo las reglas. Yendo a la iglesia.
Cantando música religiosa. Ella cantaba viejas canciones de amor, y sí tenía que
decirlo, las cantaba muy bien. Con un tono perfecto. Su abuela hubiera sido más
feliz si se hubiera unido al coro de la iglesia, como sus hermanas.

Desafortunadamente, ella se saltaba la iglesia con más frecuencia de la que iba, y


nunca seguía las reglas si podía evitarlo. Afortunadamente, era muy inteligente, lo
que le permitía superar a la mayoría de la gente. No necesariamente su abuela, y
probablemente no a un hombre que podía leer su mente. Pero aun así, tenía
habilidades cuando era necesario.

― Andre. ― Necesitaban hablar. La temida charla de la relación. Los hombres


odiaban hacerlo. ― Tenemos que hablar. ― Eso debería bastar. Él debería poner
excusas y correr para el monasterio. Le había quitado la virginidad de una manera
encantadora y alucinante. Ella nunca sería lo misma y ningún hombre la haría
sentir como él lo hizo, pero aun así, un mes no era toda la vida. Desde luego, no iba
a querer que ella pensara que sus vacaciones de fantasía eran reales. No cuando él
estaba lanzando palabras como siglos alrededor. ¿Verdad? Se mordió el labio de
nuevo. Tenía que estar en lo cierto.

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Se deslizó fuera de ella y casi gritó con la pérdida. Involuntariamente ella lo cogió,
con miedo de que él fuera a desconectarse inmediatamente. Al instante estaba
avergonzada y apenada. Ella no era una especie de chica necesitada. O incluso de
alto mantenimiento. Ella no necesitaba que la abrazara después de que habían
tenido relaciones sexuales. Ni siquiera había sabido que querría hacerlo, pero
realmente no lo necesitaba. Había una diferencia. Andre se levantó con facilidad
casual, un casi felino movimiento fluido, y simplemente la levantó en sus brazos,
acunándola cerca de su pecho.

― Hablas contigo misma, mujer. La mayor parte es pura tontería. Me gusta tocarte.
Me gustan mis manos en ti y mi cuerpo lo más cerca posible al tuyo. Vas a estar
adolorida si no te meto en las aguas termales.

― No usamos ninguna protección, ― ella exclamó, horrorizada consigo misma. ―


Soy una chica moderna. Puede que no hubiera necesitado protección antes de ti,
Andre, pero sin duda se todo al respecto. Pero no le había dado ni un solo
pensamiento. En serio, soy igual que mi madre. Oh Dios mío. Acabo de tener
relaciones sexuales sin protección la única vez que he tenido sexo y probablemente
estoy embarazada. En serio, no estoy tratando de atraparte. Estoy bastante segura
de que no vas a querer tener nada que ver conmigo después de que he sido tan
imprudente. ¿Cómo podrías? ¿Por qué querrías a alguien tan completamente
irresponsable? Probablemente voy a morir en el parto y la abuela Trixie tendrá que
criar a su bisnieta. El ciclo podría seguir generación tras generación y será mi
legado.

El color de los ojos de Andre se volvió oscuro e intenso, con sólo una sombra de
diversión. Ella le miro con sus ojos entrecerrados. ― No hay nada gracioso acerca
de esta situación, Andre. Yo no estaba siendo graciosa. Él negó con la cabeza, pero
estaba bastante segura de que todavía podía sentir la risa en su mente, por lo que
continúo mirándolo ferozmente.

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― No vas a quedar embarazada, porque no estas ovulando. Si hubieras quedado


embarazada, nunca te dejaría ni a ti ni a al niño. Eres mi compañera. En tu idioma
dirías, esposa.

― Um. Andre. Para ser una esposa, tienes que casarte. Tomar los votos frente a un
juez de paz, ministro o sacerdote. Hay papeles que llenar. Una compañera no es lo
mismo que una esposa. ¿Novia? Tal vez. O si es más, ¿una prometida?

Andre la bajó en un asiento de piedra lisa que incluso tenía una espalda. El agua
caliente le llegaba al cuello y se sentía maravilloso. Calmante. Ella realmente no
sabía que estaba adolorida, ella todavía se sentía demasiado bien. Tenía que ser el
mejor amante del mundo.

― ¿Cómo sabes si estaba ovulando o no? ― Preguntó con curiosidad, permitiendo


que la cabeza cayera hacia atrás, notando sin pensarlo que la roca parecía suave,
parecía tener un pequeño nicho en el que ella podría descansar la parte posterior
de su cráneo. Era cómodo y en su estado de aturdimiento y el sexo saciado, estaba
segura de que no se movería de nuevo por un largo tiempo. ― Estoy agotada pero
perfectamente feliz ahora. Sobre todo si tienes razón y no hay posibilidad de
embarazo. Realmente no quiero ser responsable de poner en movimiento una
catástrofe generacional para mi familia.

― Yo creo que no, ― respondió. Ella intentó fruncir el ceño, pero el agua caliente
combinada con el buen sexo la dejo amodorrada para darle una mirada real. Se
calmó, sin hacer nada más que empujar el agua con los dedos.

― No me has contestado, Andre. ¿Realmente sabes si estoy ovulando o no?

― Sí. Y no lo estás. Voy a asegurarme de que tu cuerpo no vaya a dolerte. Tomará


un momento y sentirás calor.

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Ella abrió los ojos, tenía que hacerlo. Iba a hacer lo suyo de la sanación allí abajo.
En el lugar pertinente. ― Um. ― Tenía que decirle. ― Eso podría ser ir un poco
demasiado lejos. No estoy pensando en que estoy absolutamente desnuda o que
simplemente me he vuelto un poco loca en tus brazos. O que yo fui una completa
idiota y que se me olvidó el control de la natalidad. Sólo estoy andando por las
nubes. Si tú estás dando vueltas dentro de mi cuerpo con tu luz sanadora blanca y
moviéndote por mi lugar muy feliz yo podría...um...bueno…um. ― Ella agitó la
mano, esperando que él entendiera el mensaje.

Su boca se torció. ― ¿Lugar feliz? ― Repitió. Ella levantó la ceja. ― Lugar muy
feliz. Aunque técnicamente, estoy feliz por todas partes, así que supongo que no es
sólo un punto. Aun así, yo no iría a jugar allí, aunque fuera un poco, ahora mismo.
Podrías desencadenar una explosión o dos.

La expresión de su rostro no tenía precio. Ella pensó que estaba recibiendo el


mensaje, pero en realidad, ella había tenido que explicárselo y fue muy
embarazoso. Tenía que ser una cosa del idioma. Ella era bastante elocuente pero no
estaba acostumbrada hombres que curaban entrando en los cuerpos de otras
personas. Lo cual era genial, pero aún así.

El sacudió la cabeza. Se veía bien moviendo la cabeza. Su brillante pelo largo y


grueso era simplemente hermoso cayendo a su alrededor. Ella amaba su cara.
Podría perderse sólo mirando su rostro. Él debería ser declarado fuera de la ley por
solo su cuerpo, pero luego pones juntos su rostro, su cabello y sus ojos. Oh y su
boca. Nadie podría ser un mejor besador. Su beso era algo de otro mundo.

― Teagan. ― Se había olvidado de su voz. Su vientre sintió un escalofrío familiar y


sus pechos, bajo el agua caliente, se apretaron. Ella se lamió el labio inferior y forzó
la mirada hacia él, tratando de parecer inocente.

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― Lo estás haciendo de nuevo, hablando en algún lugar en tu mente en lugar de


hacerlo en voz alta. Pero puedo escuchar tus pensamientos. Aprecio que creas que
soy hermoso, pero todavía voy a ver cómo estás. No puedo imaginar no repetir la
experiencia con más entusiasmo, y yo no quiero que sientas dolor. ― ¿Más
entusiasmo? Eso sonaba prometedor.

Teagan asintió, sin palabras. Intentó frenar sus pensamientos, porque en serio, iba
a pensar que estaba loca si seguía. Ella solo hablaba con ella misma, cada vez que
estaba nerviosa. Bueno, ella hablaba. En general. Con todos. Lo que había en su
cabeza muchas veces salía de su boca. La abuela Trixie se había esforzado mucho
para frenar ese defecto en particular. Sus hermanas realmente habían intentado
frenarla, sobre todo cuando invitaban a algunos hombres, y a una mujer, con la
esperanza de que encontrara a alguien. Estaban bastante desesperadas...

― Teagan.

Se mordió el labio. ― Lo siento. Estoy haciéndolo de nuevo, ¿verdad?

Él sonrió. Una sonrisa real. Una sonrisa llena de dientes blancos y perfectos. Se
veía más guapo, más masculino que nunca. Algo así como un lobo a punto de
saltar. Ella se detuvo a sí misma en seco y después no podía dejar de reír. No se rió,
pero su sonrisa se quedó más de un breve momento y sus ojos se hicieron suaves e
increíblemente hermosos.

― Me encanta el sonido de tu risa, ― le dijo.

Ella cerró los ojos y apoyó la cabeza hacia atrás. Iba a cegarla con su belleza o peor
aún, lanzar su hechizo aún más profundo, y no podía permitirse eso. No estaba
pensando con cordura. Movió la mano.

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― Esta bien. Haz lo que tengas que hacer, sanador. La parte con más entusiasmo
suena mag.

― ¿Mag?

Ella no abrió los ojos. ― Sip. Totalmente mag. Magnífico.

Él permaneció en silencio y ella sintió la tentación de abrir los ojos, pero quería
estar en su mente cuando se deshiciera de su cuerpo y se convirtiera en espíritu.
No entendía cómo podía hacerlo y el curador en ella tenía envidia y estaba
totalmente impresionada por su increíble talento. La verdad era que ella podría
enamorarse de él sólo por eso. ¿Quién tenía esa clase de habilidad, ese increíble
don? ― Ella esperó. Contuvo la respiración. Él entró en ella y fue diferente a la
sensación de su mente vertiéndose en ella. Esto era todo sobre la curación
desinteresada. Esto no era su personalidad o su poder. Simplemente su necesidad
de sanar.

Era hermoso como todo lo demás acerca de él. La luz era brillante y caliente,
caliente de una manera completamente diferente al calor generado cuando tenían
sexo. Su espíritu calentaba al suyo. La tranquilizaba. Alivio cada dolor mientras se
movía a través de ella hacia su meta. Ella pensó que estaría avergonzada. Había
sentido la sangre y la semilla goteando juntos por el interior de sus muslos, cuando
la había llevado a las aguas termales.

Era tan cariñoso y amable que había sido capaz de ponerlo fuera de su mente.
Ahora, porque era puro espíritu, y no había manera de estar mortificada. Si estaba
siendo estrictamente honesta consigo misma, era muy sensible. Pensó que tal vez él
había dejado su marca dentro de ella. El agua ayudó, pero el calor que aplico
dentro de ella era maravilloso y en cuestión de minutos el dolor había
desaparecido.

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Abrió los ojos para ver que volvía a su cuerpo. Estaba allí en sus ojos. En un
momento su cuerpo muerto, una cáscara vacía. No podía oír su corazón o verlo
respirar. Sus ojos estaban planos, sin ver. Entonces él estaba allí, vital. Vivo. Más
grande que la vida y con un aura de peligro. Él la llevaba con él, con una confianza
suprema que rozaba a veces en la arrogancia, así como la sensación de que él
podría ser absolutamente peligroso.

― Cuando sanas personas o a ti mismo, es riesgoso para ti, ¿verdad? ― Ella


deslizó su mano sobre su brazo. ― Tienes que dejar tu cuerpo sin protección.

Ella sintió su sorpresa instantánea. Andre asintió lentamente. ― Sí.

― Pero todavía lo haces.

― Claro. Especialmente si eres tú.

Ella suspiró. No tenía otra opción. Tenían que tener la charla. ― Andre, sabes que
vivo en los Estados Unidos. Estoy aquí por un par de semanas, eso es todo. Tengo
que volver a casa. La verdad es que mi abuela no esta tan loca como todos
pensábamos que estaba. Realmente hay vampiros en el mundo. No puedo dejar
que los médicos le pongan medicación, o que mis hermanas piensen que está
perdiendo la cabeza. Eso no sería justo para ella. Así que no puedo quedarme.

Su confesión fue recibida con un silencio absoluto. Se había ido de repente de su


mente. Ella no estaba ya en la suya. No podía leer su expresión, pero tenía la
sensación de que lo que él estaba pensando no era bueno. ― No es que yo quiera
dejarte, ― añadió con un poco de prisa. ― No quiero. Realmente no. No te estoy
dando esperanzas. Realmente no soy así. No esperaba encontrar a alguien como tú
o enamorarme tanto. Pero no puedo quedarme.

― Teagan.

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Su nombre otra vez. La envolvía en terciopelo negro cuando hablaba en ese tono.
Un hechizo de un brujo, y ella seguía cayendo más profundamente en él. De buena
gana. Esa era la peor parte. Ella negó con la cabeza. ― No tengo opción.

― No, tú no tienes opción, ― acordó. Bueno, eso dolió. Ella necesitaba oírlo estar
de acuerdo con ella, pero aun así, había una parte de ella, una gran parte de ella,
que quería que protestara y le dijera que no podía dejarlo o moriría de un corazón
roto.

― Está bien, entonces. Lo entiendes. Eso es bueno. Eso es una cosa buena. ― Su
garganta se sintió obstruida. Odiaba eso. Odiaba la quemadura detrás de sus ojos
por lo que los cerró fuertemente y mantuvo la cabeza hacia atrás, apoyada en la
roca.

― Entiendo lo que paso entre nosotros, Teagan, pero tu no.

Su estómago se apretó duro. Su corazón tartamudeó. Fue la forma en que lo dijo.


Abrió los ojos de nuevo y lo miró. Sí, había problemas allí. Ella no sabía lo que era
ni por qué. Se mordió el labio. Algo era diferente en él. Algo más. Depredador. El
daba un poco de miedo, y ella ni siquiera sabía por qué.

― ¿Andre? Das un poco de miedo en este momento. No estás enojado conmigo,


¿verdad? Quiero decir, ya sabes sobre visas, ¿verdad? Yo sólo puedo quedarme un
tiempo legalmente.

― Te he dicho que estás a salvo conmigo.― Él hizo una declaración plana y tenía
la sensación de que no le gustaba repetirse a sí mismo. Bueno eso estaba bien. Pero
no debería de asustarla si no quería repetirse. Le hizo una pequeña mueca para
mostrarle que no se dejaba intimidar por él, aunque lo estaba, un poco. Pero él no
estaba en su cabeza así que pensó que podría salirse con la suya.

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― ¿Qué quisiste decir, al decirme que tú lo entiendes pero yo no? Yo soy la que te
lo está explicando. Tengo que irme. Estoy tratando de ser honesta contigo.

Él asintió con la cabeza lentamente. ― Sé que piensas que estás siendo honesta. ―
Él le tendió la mano. ― Necesitas tener algo caliente en el estómago. Voy a hacer el
té y podemos hablar de esto.

― Bueno, si estoy siendo estrictamente honesta, ― dijo Teagan, tomando su mano


y poniéndose de pie con cuidado, ― No creo que el té me vaya a sentar bien en
este momento. Sólo la idea de él, me hace sentir un poco mareada y ya que estás
seguro de que no estoy embarazada, entonces simplemente mejor no me arriesgo.
En cualquier caso, si estoy atrapada en algún extraño estado de sueño alucinatorio,
definitivamente no quiero tomar otra taza de té. El té es la única cosa en la que se
me ocurre que podría haber sido drogada. Pero entonces eso te haría una enorme
ilusión también y tú eres el que me hizo el té en primer lugar. Sus manos se
extendieron por la cintura y la levantó con facilidad fuera del agua humeante.
Inmediatamente la envolvió en una toalla.

― ¿Yo soy una ilusión?

― En realidad, no lo creo, pero tienes que admitir, que podría ser una posibilidad,
ya que no hay nadie como tú en el mundo, pero no creo que yo pudiera haberte
imaginado. En especial el sexo. No podría haberlo imaginado nunca.

Frotó la toalla sobre su cuerpo, con suaves movimientos de masaje que la empapó
con las gotas de agua y la dejó casi sin aliento y sin duda, excitada. Ella no podía
dejar de amar la forma en que la tocaba, tan suavemente. Levantó la mirada hacia
su rostro. Llevaba una extraña mirada que no auguraba nada bueno para ella y
quería evitar averiguar lo que significaba, porque realmente se veía peligroso.
Realmente podía lucir aterrador, como un depredador, y ella estaba sola en la

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cueva con él. Estaba evitando la palabra guarida a toda costa, pero flotaba en su
mente por sí misma.

― No me queda mucha ropa, ― dijo en el silencio. ― Voy a tener que hacer un


viaje a la ciudad y elegir un par de camisas.

― Eso no será necesario, Teagan. Puedo proporcionar la ropa para ti.

El corazón le dio un vuelco. Se mordió el labio. ― Mi abuela espera que este en


contacto con ella una vez a la semana. Debo bajar de todos modos. Voy a recoger
las camisetas y la llamaré al mismo tiempo.

Él le cogió la barbilla. ― No me gusta que te asustes de esta manera. Tienes una


imaginación muy intensa para ser una mujer que viaja tanto como tú lo haces.

― Lo sé. Yo siempre he tenido miedo de todo. Cuando era una niña estaba segura
de que había monstruos debajo de mi cama y en mi armario. La mayoría de las
noches iba a dormir en la cama con mi abuela, pero a veces no podía hacerme salir
de mi cama y poner mis pies en el suelo, así que me ponía a gritar por ella a todo
pulmón. Despertaba a toda la familia. Mis hermanas estaban en la escuela, por lo
que no estaban contentas al respecto, pero siempre me consolaban.

Andre le quitó la toalla y le tendió una camisa de botones de hombre. Era de su


tamaño, pero nada de lo que ella pensó que el usaría. Aun así, cuando ella inhaló
profundamente, el material tenía su olor. Parecía del tipo a usar camisas ajustadas
que se aferraran a sus músculos y los pantalones vaqueros azules que ahuecaran su
muy buen culo con amor y sólo le daban un aspecto más sexy que nunca. O un
traje muy elegante y con clase. Blanco y negro. Él se vería espectacular, con sus
anchos hombros y ojos azules.

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Andre sacudió la cabeza y extendió sus brazos alrededor de ella para que quedara
enjaulada contra su cuerpo. Le abotonó los botones, tirando un poco de la camisa
para que ella se echara hacia atrás, presionando la espalda a su frente. En algún
momento, mientras él estaba secando su cuerpo, se había vestido. Sí. Una camisa
ceñida, de un material suave, azul para que coincidiera con sus ojos, todos los
músculos ondulando increíblemente. Se lamió los labios e intentó no mirarlo
fijamente. La había hecho gritar con dos orgasmos y había sido su primera vez en
la historia. Ella sabía que no era siempre tan bueno para las vírgenes, pero él lo
había hecho bien. No, él lo había hecho grandiosos. Espectacular.

― Teagan. Lo estás haciendo de nuevo. Te fuiste a alguna parte. Tenemos que


arreglar las cosas entre nosotros. Has tratado de ser honesto. Estoy tratando de
serlo también. Necesito que te concentres. Manten tu imaginación bajo control sólo
por un momento.

Estaba un poco herida. Había compartido un evento traumático, recurrente de su


infancia, que, de acuerdo, no era lo mismo que el vampiro furioso que había
perforado agujeros en su cuerpo y arrancado largas tiras de piel de él, pero en
realidad, ella lo había compartido.

― Me estoy enfocando, ― dijo en voz baja. Bien podrían acabar de una vez. No
podían estar juntos, y si necesitaban terminar las cosas en ese momento, ella podría
ser una adulta y entenderlo. Lo miró a los ojos. Sus hermosos ojos que hacían
revolotear su estómago. ― Realmente, Andre. Estoy totalmente concentrada en lo
que tengas que decir. ― Y lo decía en serio. Ella había terminado absolutamente
con la evitación. Iba a doler como el infierno cuando el dijera su opinión, pero se
merecía toda su atención cuando lo hiciera. Había sido maravilloso y había salvado
su vida, además de darle sus dos orgasmos, después de todo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Capítulo 11

A ndre hizo un gesto hacia las sillas. ― Ven siéntate. ―Teagan camino en
silencio hacia las sillas. Estaban colocadas lado a lado, eran profundas y
cómodas. Ella se dejó caer en la más cercana y subió sus piernas hasta descansar la
barbilla en las rodillas. La camisa era más como un vestido, por lo que sabía que
estaba decente. Andre se hundió en la silla al lado de ella y le cogió la mano.
Envolvió sus dedos y llevó la palma a su muslo, cubriendo su mano.

Su corazón tartamudeo un poco y mariposas alzaron el vuelo en el estómago de


nuevo. Era las pequeñas cosas que hacia las que llegaban a ella, decidió. Los dulces
gestos íntimos, tan suaves y sin embargo, quemándola con una intensidad que sólo
él parecía ser capaz de generar en ella.

― Tú sabes que no soy del todo humano, Teagan, ― dijo en voz baja. Esta vez su
corazón se detuvo y luego comenzó a latir. Cerró los ojos por un momento, no
queriendo afrontar lo sobrehumano. Volar. Ropa apareciendo. Los recuerdos que
vio en su cabeza. Lo mejor era permanecer en la ignorancia. Se humedeció los
labios.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― No estoy segura de que esté lista para esta charla. Pensé que íbamos a hablar
acerca de que tengo que irme y por qué crees que no ‘entiendo’ esto.

― Vamos a hablar de ello.― Su mano se apretó alrededor de sus dedos. ― Yo soy


de los Cárpatos. Nosotros somos una antigua raza. Hay muy pocos de nosotros
vivos. Para nosotros, sólo hay una oportunidad de encontrar a la mujer que es
nuestra otra mitad.

Esta vez su corazón y su estómago se agitaron. No pudo evitarlo, le gustaba la idea


de ser su otra mitad. Realmente lo hacía, ya sea o no que tuviera que irse. Nunca
encontraría otro hombre. Ya lo sabía. Sólo la idea de estar lejos de Andre era
aterradora. No sabía cómo iba a dejarlo ir. Y no sabía cómo se había enamorado tan
duro y tan rápido, por lo que a ella cerró su mente, negándose a hacer frente a las
consecuencias hasta que tuviera que irse.

― Esa mujer, para mí, Teagan, eres tú. Los hombres de los Cárpatos nacen con las
palabras del ritual de la unión grabadas. Supongo que es necesario para asegurar
que nuestros hombres estén a salvo de la creciente oscuridad en nosotros. En
cualquier caso, cuando nos encontramos con nuestra otra mitad, atamos a la mujer
a nosotros. ― Andre habló con suavidad pero con total naturalidad. Él no estaba
bromeando con ella. Podía oírlo en su voz. Podía verlo en su rostro. Sus ojos se
habían vuelto casi líquidos con intensidad.

Se aclaró la garganta. ― ¿Estás diciendo que puedes atar a una mujer a ti sin su
consentimiento?

― Sí.― Él la miró de cerca. Teagan trató de sacar la mano de su muslo, pero su


mano permaneció exactamente donde estaba, apretada contra la columna de puro
músculo, sus dedos fuertemente envueltos alrededor de ella.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Tú no hiciste eso conmigo.― Ella hizo una declaración porque, bueno, sería
mejor que no lo hubiera hecho.

― Sí.

Ella entrecerró los ojos en él. Lo fulminó. Dio otro tirón de su mano. Era duro dar
una conferencia sobre los derechos de las mujeres cuando su mano estaba clavada
en su muslo duro, y muy musculoso.

― ¿Estás diciendo que dijiste estas palabras rituales y vinculantes a mí y que de


alguna manera, ahora, yo estoy atada a ti.

― Eso es exactamente lo que hice. Esperé mucho tiempo por ti. Yo nunca le daría
una oportunidad al perderte. Por supuesto que te uní a mí. ― No había
remordimiento alguno en su tono. Ni siquiera un poquito.

Su aliento silbó de su garganta. ― Bueno, puedes deshacerlo. No tenías derecho a


hacer eso sin mi consentimiento.

― No se puede deshacer. Es imposible.

Ella no pudo evitarlo. Se levantó de la silla y tiró de su mano. Cuando él no la dejó


ir, ella le dio su más feroz, mirada aterradora. No pareció tener ningún efecto en
absoluto.

― Déjame ir. Necesito caminar. Pienso mejor cuando camino.

Sacudió la cabeza. ― Teagan. Tienes que tomarme en serio. Sé que esto es mucho
para que lo aceptes, pero tienes que saber la verdad.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Te estoy tomando en serio, ― le espetó.

Sin soltar la mano en su muslo, su otro brazo fue alrededor de su cintura y la guió
suavemente de vuelta a la silla. ― Vuelve a sentarte. Necesitas escucharlo todo.

Su corazón volvió hacer ruido sordo y su cuerpo se quedó inmóvil. ¿Había más?
Sabía que él había hecho algo que les unía entre sí, tan loco como sonaba, porque
definitivamente no quería estar lejos de él. Había trabajado duro para ser una
mujer independiente. Ella realmente había tenido miedo de todo y había estado
determinada a superar sus miedos a no permitirles dictar su vida. Y ahora ella
estaba ligada a un hombre al que apenas conocía y realmente no quería saber nada
más sobre eso. Ella se sentó de nuevo en la silla, tirando de sus rodillas para
protegerse.

― Andre, ¿qué es lo que implica esta unión? Tal vez podamos encontrar una
manera de deshacerlo. Puedes dejar tu cuerpo. Puedo sintonizarme exactamente...

La cara de Andre se oscureció. Si los truenos pudieran adquirir una personalidad


sin duda sería Andre. Teagan se mordió el labio. Era difícil de descifrar. Ni
siquiera estaba segura de con que estaba tratando y ella acababa de hacer el amor
con él. Había dejado que le hiciera todo tipo de cosas a su cuerpo y su mente.
Antes de que pudiera abrir la boca y protestar que no él no debería enojarse, que
ella era lo que debería hacerlo, sus dedos llegaron a sus brazos. La arrastró fuera
de la silla hasta su regazo. Cerca. Aún más cerca, hasta que su cuerpo estaba
apretado contra el suyo, ella no podía decir donde el comenzaba y donde ella
terminaba. Peor aún, se fundió en él.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
El momento en que su cuerpo sintió el calor del de él, se derritió. Teagan ladeó la
cabeza y lo miró a los ojos. Calientes. Un incendio virtual. Ya no se veía enojado,
pero la intensidad ardiendo en sus ojos la asustaba tanto como la emocionaba. La
arrastró más cerca y su boca descendió con fuerza sobre la de ella.

Su beso fue más caliente que cualquiera que jamás le había dado, con la boca
exigente. Ya no dulce y amable. Tomando en lugar de pedir. No importaba en lo
más mínimo. Su cuerpo fue débil, él tenía que respirar por ella porque perdió toda
capacidad de respirar, y sus brazos, por su propia voluntad, se deslizaron
alrededor de su cuello. Honestamente, ella no lo hizo, simplemente sucedió. No
podía estar más cerca de él, él la había aplastado contra él, pero aun así, ella quería
estar justo donde estaba. Quería meterse dentro de él y permanecer allí para
siempre.

Quería sus besos, besos largos que drogaban, de los que nunca podría tener
suficiente. Ella no entendía porque al momento en que la tocaba, su cuerpo ya no
era suyo, sino que le pertenecía a él. Ella realmente no entendía por qué sentía que
su cuerpo era de ella. Ella sabía, que mientras viviera, nadie más la haría sentir
como él lo hacía. Hermosa. Sexy. La única mujer en el mundo.

Tú eres la única mujer en mi mundo. ¿Qué el hombre decía cosas así? Teagan nunca
había oído a nadie decir esas cosas a una mujer. Él comenzó a levantar la cabeza y
ella lo persiguió, apretando su agarre en su cuello y llevando su boca de vuelta a la
suya como una mujer hambrienta. Ella amaba su sabor. Le encantaba la forma en
que tomaba el control y su toque era una llama en su piel. Lo besó una y otra y otra
vez y luego se ahogó de nuevo en sus besos.

Andre se retiró de nuevo, pero esta vez sólo lo suficiente para presionar su frente a
la de ella. ― No hay regreso para nosotros, Teagan. Incluso si hubiera una manera
de deshacer lo que he hecho, no lo haría. Eres mía. Eres el guardián de mi corazón.
De mi alma. Mi cuerpo te pertenece. Todo de mí. No puedo sobrevivir sin ti.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Todo su cuerpo reaccionó a sus palabras. A su tono. Su voz de terciopelo negro se
deslizó sobre y dentro de ella. ¿Cómo podía no querer ser esa mujer para él? Ella
era una sanadora, una empática. Sentía cada palabra que él decía. Todas y cada
una de ellas. Él quería decirlas. Para él, era la verdad absoluta.

Se humedeció los labios. ― Andre, soy una mujer moderna. No me gusta que me
digan lo que tengo que hacer. No me gustan las órdenes de ningún tipo. ¿Cómo
funcionaríamos? Visas a un lado. ¿Cómo podríamos funcionar? Tienes que saber
que eres del tipo mandón.

Sacudió la cabeza. ― Eso no es cierto, Teagan. No te diré qué hacer a menos que
tenga que ver con tu seguridad.

― Tú no puedes decirme qué hacer en absoluto, Andre. Tengo que tomar mis
propias decisiones. Ya estoy toda crecida.

― Dejaste la seguridad de la cueva, y casi fuiste tomada por un vampiro.

Todo en ella se quedó inmóvil ante el sonido de su voz. Su mirada saltó a la suya.
Su corazón se aceleró de nuevo. Su expresión era más oscura que nunca. Él se veía
seriamente enojado y no quería agitar una bandera roja delante de él, pero tenía
que conseguir que entendiera lo que estaba diciendo.

Se lamió los labios con cuidado, tratando de humedecer la boca repentinamente


seca. ― Eso todavía tiene que ser mi elección, Andre, ― dijo en voz baja.
Firmemente. A pesar de que por dentro hubiera empezado a temblar. ― Se llama
libre albedrio.

Sacudió la cabeza. ― No en mi mundo, Teagan. En mi mundo hay reglas que todos


respetamos. Yo cazo vampiros, y corren en manadas ahora. Es demasiado
peligroso tener una mujer sin protección alrededor atrayendo su atención.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― No lo estás entendiendo. No se trata de vampiros, se trata de tomar decisiones
por mí. Eso no es aceptable.

Se encogió de hombros. Casualmente. Su cabeza casi explotó. Apretó los dientes


para no gritarle a él como una arpía, a pesar de que totalmente se lo merecía. ―
¿Qué significa eso?

― Eso significa que me niego a discutir sobre esto. No voy a permitir que te
pongas en peligro. Te avio päläfertiilam. Eres mi compañera. Mi mujer casada. La
guardiana de mi corazón y mi alma. Sin mi alma, seré el no muerto, una maldición
en el mundo. No hay manera de que vaya a correr ese riesgo.

Ella abrió la boca para explotar, pero ante su explicación, la cerró. Estaba muy
confundida. Andre parecía creer cada palabra que decía, y si era la verdad, eso
significaba que podía convertirse en un vampiro. Quería pasarse los dedos por el
pelo, pero le había tomado horas tejer todas esas trenzas por su viaje. Respiró
hondo. ― Soy muy inteligente, Andre, pero no estoy entendiendo esto. ¿Tú me
conociste, y así como así, supiste que era con quien querías unirte?

Él asintió con la cabeza lentamente. ― Los hombres de mi pueblo pierden sus


emociones y la capacidad de ver en color después de los primeros doscientos años.

Cerró los ojos un instante. Ella no podía hacer frente a la cosa del tiempo en ese
momento. Había demasiados otros asuntos. Tendrían que volver a eso. ― Vivimos
una vida larga pero la vida es estéril y fría. Cruel. Cuando un hombre no tiene más
que violencia, cruel y fea en su vida y encuentra belleza, dulzura, diversión y
colores vibrantes, créeme, csitri, él hará todo lo posible para aferrarse a ella. Él
luchará, matara si es necesario y le protegerá, incluso si esa mujer piensa que es
capaz de proteger a sí misma.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Él la estaba matando con sus palabras. Ella entendía. Bueno, tal vez en realidad no,
porque ¿cómo podría alguien comprender lo que le estaba diciendo? Si no lo
hubiera visto matar al vampiro, ni hubiera experimentado el volar o cualquiera de
las otras cosas que había hecho, estaría segura de que estaba completamente loca.
Él la hacía sentirse especial y hermosa y la forma en que la miraba con su mirada
tan concentrada y atenta en ella, podría fácilmente creer que ella era la única mujer
en su mundo. Tomó aire y abrió la boca para hablar.

Él llegó primero. ― Sivamet, en serio, me asustaste. Me aterrorice.

Teagan estudió su rostro. Dios. Era hermoso. Masculino. Fuerte. Solo. Ella negó
con la cabeza. Él puso sus manos a ambos lados de su cabeza. ― Abre tu mente
para mí. Mírame. Yo estaba aterrorizado por ti. Por mí. Por el mundo. Mírame,
Teagan. Tienes que saber.

Estaba bastante segura de que no quería saber nada más, pero ya era demasiado
tarde para protestar. Ya se estaba vertiendo en su mente, y esta vez se abrió ante
ella plenamente. Creía conocer el miedo, pero incluso el terror del ataque del
vampiro no se podía comparar con el horror desnudo y puro de ese momento para
Andre. El terror no era por Andre, sino por ella y lo que el vampiro le haría a ella.
El horror que experimentaría antes de morir. Y ella moriría duramente. Y luego el
miedo de que si no llegaba a ella, perdería su honor. Se convertiría en la misma
cosa que había cazado y destruido para mantener el mundo seguro.

Se sintió enferma, su estómago revuelto. Su cuerpo se cerró, congelado con el


conocimiento de que este hombre había pasado por un trauma en su nombre. Ella
nunca lo comprendería plenamente.

― Andre, ― susurró, y dejó un rastro de besos desde su mandíbula y subiendo


hasta la comisura de su boca, como si de alguna manera pudiera borrar lo que
había pasado entre ellos.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Tienes que entender, Teagan. Sé que es difícil para ti, la transición a mi mundo.
Yo he querido traerte suavemente. Cortejarte de la forma en que lo mereces. Pero
no escuchas. Tú eres del mundo moderno y no puedes comprender los peligros de
mi mundo. Te avio päläfertiilam. Eres mi compañera y debes vivir en mi mundo
conmigo. Ya no podemos estar separados. ― Sus nudillos acariciaron su rostro en
una suave caricia. ― Sé que estás asustada, Teagan, pero no hay necesidad.

― ¿Es una broma, Andre? Tienes vampiros en tu mundo.

― Ellos estaban en tu mundo también. La diferencia es que tú sabes sobre ellos


ahora. Sabes que son difíciles de matar y que alguien tiene que hacerlo. Sólo tengo
que asegurarme de que estás a salvo mientras lo hago.

Ella respiró hondo. Estaba sosteniéndola tan cerca. Tan amorosamente. Estaba
rodeada por completo por su calidez. Todavía podía sentir la evidencia de él
dentro de ella, una hermosa invasión gruesa que la hacía sentir completa y
perfecta. La forma en que la tocaba, todo en él.

― Dime lo que vivir en las reglas de tu mundo significa.― Ella no aceptaba las
ordenes muy bien. Lo sabía, pero a lo mejor por él, podría encontrar un equilibrio.
No pudo evitar el pequeño temblor que la recorrió ante la enormidad de lo que
estaba considerando. ― Tomaste mi sangre de la forma en que un vampiro lo
haría. ¿Por qué? ¿Cómo? ― Su mirada saltó a su boca. Tenía los dientes perfectos,
no eran colmillos.

― Yo soy de los Cárpatos. Existimos por la sangre. No matamos. Tenemos el


cuidado de ser respetuosos y nos aseguramos de que quienes nos la suministran
no recuerden nada.

― Pero no yo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Tú estás entrando en mi mundo. Será necesario que aceptes el hecho de que no
tenemos otra opción. Debemos tener sangre para sobrevivir.

Ella negó con la cabeza. El sabor de él de repente en su boca. Sus ojos se abrieron.
― Espera un minuto. No digas nada más. Ni una palabra más. ― Ella trató de
liberarse de él, de la banda de hierro de sus brazos y su mente. De pronto otras
cosas volvían a ella. Un mundo de ensueño con su boca en el cuello de Andre.

― Oh Dios. No. No. No, no, no. ― Ella sacudió la cabeza, el pánico llenándola. ―
Yo no lo hice. Dímelo ahora, no tomé tu sangre.

― Calmate, Teagan, ― le aconsejó Andre. ― Tienes que estar tranquila y aceptar


lo que te estoy diciendo. Esto simplemente es. No hay bueno o malo. Simplemente
es. Esta es mi vida. Ahora nuestra vida.

Ella negó con la cabeza. ― No es la mía. Yo no bebo sangre. ¿Estás bromeando? ―


Su voz estaba balanceándose fuera de control. ― ¿Bebí tu sangre una vez? ― Le
revolvió el estómago y presiono una mano firmemente contra él.

― Dos veces, ― le dijo con calma. ― Se necesitan tres intercambios de sangre para
que vengas plenamente a mi mundo. ― Esto no podía estar pasando. Ella
realmente estaba chiflada. Completamente alrededor de la curva. La abuela Trixie
la había infectado con alguna enfermedad cerebral. Estaban todos locos. Ella
pertenecía a un hospital. Intentó alejarse de Andre de nuevo, pero él la sostuvo con
firmeza.

― Respira. Necesitas respirar, sivamet. Es simplemente un hecho de nuestras


vidas.

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Dark Ghost
― No de mi vida, ― le corrigió. ― Suéltame. Voy a salir de aquí. Y no trates de
seguirme. No tenías derecho.

― Tenía todo el derecho, ― contestó. ― Cálmate.

― Tu calmate. Voy a gritar con todas mis fuerzas si intentas mantenerme aquí.
¿Sangre? ¿Yo ingerí sangre dos veces? ― Ella tocó sus labios con dedos
temblorosos. Lo peor de todo era que lo recordaba ahora. Recordó su exquisito
sabor. Adictivo. Lo ansiaba nuevo. Sólo la mera idea de tomar su sangre envió un
hormigueo por todo su cuerpo, envió calor corriendo por sus venas, y su sexo en
realidad dio espasmos. Era una locura. Demente. Y él la había hecho de esa
manera.

Andre suspiró. ― Csitri, yo no te haré daño por nada del mundo. Ni físicamente ni
emocionalmente. No puedo hacer nada acerca de esta situación en la que te
encuentras. Eres mi compañera. Veo en colores. Mis emociones han vuelto y con
ellas, cuando te pusiste en peligro, llegó el terror. Total terror. He pasado siglos
manteniendo seguro este mundo de los muertos vivientes, pero a lo largo de eso, el
susurro de la tentación estuvo siempre conmigo. Agachado tan cerca que podía oír
la oscuridad respirando en mi oído.

Teagan se quedó inmóvil otra vez. Había algo en su voz que le dijo que lo que le
estaba diciendo era extremadamente importante. Algo enorme. Un regalo que él le
estaba dando. Este no era un hombre que disfrutara tener una charla de corazón a
corazón. Lo sabía por instinto. Ella sabía que le estaba haciendo daño porque ella
lo sentía. Él estaba herido por ella. Su resolución se mantuvo implacable, pero eso
no le impidió tener compasión por ella.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Ella quería ser una mujer que fuera comprensiva cuando su hombre estaba molesto
y no comportarse irracionalmente, pero en serio, ¿beber sangre? Ella era humana.
Probablemente eso iba a hacer que se enfermara. Y si su abuela se enteraba, podría
utilizar su kit de cazar vampiros de internet en ella.

Andre suspiró. ― No lo entiendes, Teagan. Yo sólo he probado ese tipo de miedo


otra vez en toda mi existencia. Me he enfrentado a varios vampiros y a los ejércitos
mortales de seres humanos. Nunca he sentido miedo. O terror. La otra vez terminó
muy diferente a como lo hizo esta vez. ― No quería escuchar esto. O verlo, pero ya
estaban las imágenes en su cabeza. Extrañamente, sus recuerdos eran vagos y
siempre en color gris. Encontró pocos recuerdos de su infancia, y ella realmente
había mirado, porque quería ver cómo había sido cuando era un niño. Pero no
había nada. Ni siquiera un recuerdo de su madre y su padre. Ni siquiera sabía si
tenía hermanos. Era un hombre confuso. Un monje. Un cazador de recompensas.
Un cazador de vampiros. Ahora un Cárpatos. ¿Quién sabe? Pero... este recuerdo
era vivo, no en color, más como si fuera daltónico, y tal vez lo era. Sacudió la
cabeza y trató de sacarlo de su mente.

― Yo no quiero ver esto, Andre. Estoy demasiado... ― ¿Qué podía decir?


¿Sensible? El de hecho había pasado por la experiencia, la única vez que había
estado tan aterrorizado como en esta ocasión. Sonaba egocéntrica diciendo que era
demasiado sensible, pero la verdad, ella era una empática y ya sabía que no sería
capaz de ver lo que estaba a punto de mostrarle y de decirle.

― Tienes que saber, csitri. No soy un dictador. No quiero las cosas a mi manera. Lo
dije en serio cuando nos uní y dije que tu felicidad estaba por delante de la mía.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Uh oh. ¿Unidos? Le gustó la parte sobre poner su felicidad antes de la suya. Estaba
dispuesta a hacer lo mismo, pero él, atándonos juntos, solamente la hacía ver rojo
de nuevo. ¿Dónde estaba el libre albedrío en su mundo? El miedo cruzó por su
espalda, porque el camino era demasiado familiar ahora. Unión. Toma de sangre.
Volar. Las cosas se estaban yendo de las manos, y todo lo que Andre parecía tener
que hacer, era darle un beso y ella simplemente sucumbía. Quedaba bajo su
hechizo de buena gana. Ahogada en él.

Teagan se mordió el labio. ― Um. En serio, Andre, tenemos que hablar más sobre
este enlace y otras cosas. ― Ella no quería hablar de ellos. Eso era lo último que
quería hacer. Sus cejas se elevaron juntas y él parecía estar molesto de nuevo. Puso
su mano sobre su boca. ― Espera. He cambiado de opinión, Andre. Si me dices
que duermes en el suelo, entonces no voy a tener más remedio que estacarte. No se
puede estacar a un hombre tan guapo como tú. Eso sería un pecado. Un pecado
mortal. Estaría eternamente condenada o algo así. Ya tuviste un agujero en tu
pecho y, sinceramente, no te veías muy bien, incluso para alguien tan caliente
como tú.

Ella se mordió el labio otro momento y luego, no pudo evitarlo, pasó sus dedos
suavemente por su cara, justo donde debería haber tenido las cicatrices por el
vampiro. ― No podría hacerlo, sabes. Si eres realmente un vampiro, si la palabra
Cárpatos es sólo una palabra realmente agradable para los vampiros, es necesario
que me lo cuentes y sólo acabamos de una vez. Tendría que dejar que me mates.
Yo no podría siquiera tratar de destruirte. No te sientes malvado. Te sientes como
un hombre que tiene más integridad y honor que cualquier otro hombre en el
mundo. ― Ella estaba divagando, diciendo impulsivamente cualquier cosa que le
venía a la cabeza con el fin de no pensar en las cosas que había dicho o iba a decir.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Ella no podía procesar todo. ¿Beber sangre? Oh. Mi. Dios. Andre hizo un solo
sonido en lo profundo de su garganta. Le cogió los dedos y se los llevó a su boca,
rozando besos sobre ellos. Sus ojos se habían ido de truenos al calor. De glaciar al
tropical. Era tan hermoso que dolía.

― Tet Vigyázam.

Le susurró las palabras en su propio idioma. Suave. Dulce. Ronco. Como las quería
decir. Su corazón se revolvió. Lo que él dijo, significaba algo grande. Algo que
necesitaba saber. Algo enorme.

― No tendrás que estacarme, ― le aseguró con esa voz suave y sedosa. ― Aun así,
es necesario que sepas por qué tengo que continuar con esta línea de acción. Yo no,
por regla general, me explico a mí mismo. Nunca lo he hecho, no que pueda
recordar. Digo esto para que sepas lo mucho que me importas. ¿Cuánto me
importa tu paz mental?

Tragó saliva. Iba a contarle acerca del recuerdo que nunca se había desvanecido.
El otro momento en el que había estado aterrorizado. Había intentado distraerlo,
aunque ella había querido decir exactamente lo que había dicho.

― Andre ― Ella trató de disuadirlo, pero ya, podía ver los recuerdos en su mente.
Ella podía sentir lo que sintió ese día, hace tanto tiempo. Era joven. Diecisiete. Un
simple niño ante los ojos de su pueblo. La noche era hermosa, con mil estrellas
propagándose como diamantes suspendidos. Podía verlo en movimiento a través
de un espeso bosque, utilizando zancadas, de forma completamente segura,
aunque sabía que cuando Andre caminó a lo largo del estrecho sendero de ciervos,
había animales salvajes cerca. Depredadores. Osos. Una manada de lobos.

Saga Cárpatos
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Mucho más de lo que pensó posible en un bosque. Incluso las montañas parecían
diferentes. No estaba segura en qué lugar de los Montes Cárpatos estaba. El bosque
era denso, los árboles exuberantes de vegetación. Una abundancia de vida silvestre
estaba en todas partes.

La memoria de Andre era tan vívida que en realidad podía oler los diferentes
animales cada vez que el viento cambiaba, incluso minuciosamente. Por alguna
razón, buscó en su memoria, cuando debería haber estado despreocupado y feliz,
sentía una sensación de temor. De algo malo arrastrándose por el bosque y
moviéndose hacia el joven Andre. Quería gritar una advertencia. En cambio,
apretó su agarre sobre el hombre cuyos brazos la habían encerrado tan cerca.

― Esto no es necesario, Andre. No hay necesidad de volver a vivir esto.

― Es necesario, Teagan, para que entiendas. He vivido esta pesadilla durante


siglos. Eres la única con quien la he compartido.

Siglos. Oh no. Allí estaba otra vez. Esos pequeños errores. Tenía miedo de que no
fueran errores realmente. Ella sabía que Andre se deslizaba deliberadamente en la
conversación, para que consiguiera acostumbrarse a la idea de que él realmente
había vivido durante siglos. Él era un hombre que no cometía errores. Quería
poner infantilmente las manos sobre las orejas y cantar la la la, hasta que dejara de
hablar. Ella quería ser un cobarde, pero estaba mirándolo a los hermosos ojos
azules y una vez más estuvo perdida. Si esto era la única memoria de André de su
infancia, y era la única vez que podía recordar haber experimentar el miedo, sabía
que iba a ser malo.

Saga Cárpatos
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Por otra parte, le gustaba la idea de que ella fuera la única con la que compartió
esta experiencia que cambio su vida. Ella quería ser esa mujer para él. Simplemente
no quería beber sangre. O cualquier otra cosa extraña. Andre tiró de su cuerpo
tieso en su regazo y le acarició el cuello.

― Necesito compartir esto contigo, Teagan. Haz esto por mí, pero no voy a
forzarte. Es un recuerdo, nada más. ― Giró la cabeza para mirarlo por encima del
hombro, con los ojos muy abiertos.

― Esta es la primera vez que me has mentido. Puedo sentir que es una mentira. No
es sólo un recuerdo, es mucho más que eso.

― Tal vez, pero sin embargo, es un recuerdo. Es el pasado.

Tenía que tomar una decisión. Él había vivido con este terrible recuerdo
posiblemente durante siglos. Ella todavía no estaba lista para ir todo el camino con
él, pero esto, esto era diferente. Era una sanadora y esto era una terrible herida
abierta, que nunca se había cerrado. Sabía que iba a hacer casi cualquier cosa por
él, incluso si le hacía daño. Instintivamente sabía que lo que iba a decirle, iba a
afectarla por el resto de su vida. Al igual que a Andre, ella nunca lo olvidaría.

Teagan se relajó en él. No importaba. No importaba lo que él fuera o cuanto la


enfadara, Andre era suyo. Le pertenecía a ella, y la verdad de ello, no se podía
negar. Tenía que compartir esta memoria con él. Ella se volvió un poco para poder
levantar la mano a su cara y acariciarle en la mandíbula.

― Déjame ver, entonces.― Teagan dio la invitación suavemente. No trató de


ocultar que quería estar allí para él. Que sentía que le pertenecía a ella y ella a él.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Ya estaban en la mente del otro. Él sabría que se estaba sintiendo toda suave y
amorosa hacia él a pesar de todo. No podía evitarlo. No era sólo que los hubiera
unido, porque todavía no estaba segura de acerca de cómo funcionaba, o lo real
que era. No, esto era todo Teagan. Su compasión y empatía por otros, pero sobre
todo por él. Este era un regalo y ella lo estaba tomando. Utilizó las yemas de los
dedos para acariciar su mandíbula. Le encantaba la línea de ella, masculina y dura,
con una sombra permanente de cinco de la tarde que le hacía parecer aún más
guapo que nunca. Su corazón estaba con él. A veces parecía tan absolutamente
solo. Ella sabía lo que era eso, claramente no en la misma escala que él lo hacía,
pero aun así, ella sufría por él.

― Quiero ser tu mujer, Andre, ― murmuró, y se inclinó para posar un beso en sus
labios. ― Yo sólo pienso que tal vez, por desgracia, te equivocaste. No sé si yo soy
la mujer que necesitas y deseas. Soy muy moderna y de verdad, realmente tengo
problemas con que alguien me diga qué hacer y que tome decisiones por mí.

Su mano se movió hasta su cabello. Supo al instante que hubiera preferido que lo
tuviera suelto. Le gustaba la idea de sentirlo en sus manos. Fantaseaba cómo se
sentiría deslizándose sobre su cuerpo, pero no dijo nada. No trató de desbaratar la
trenza intrincada.

― Te conozco, Teagan, ― respondió en voz baja. ― Veo lo que eres. Eres la mujer
para mí. Tú me sacaste de la oscuridad hacia la luz. No hay otra. ― Ella se inclinó
y acarició su garganta, inhalando el olor de él en sus pulmones. La pena se aferraba
a él. Profunda. Como si lo que sucedió hace tantos años, lo sintiera como si hubiera
pasado ese mismo día.

― Mis emociones han regresado. Son...abrumadoras a veces. Estoy tratando de


mantenerlas bajo control.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
La admisión junto con sus dedos masajeando su nuca envió pequeños aleteos de
conciencia por su espalda. Hizo lo que siempre hacía cuando ella necesitaba
tiempo para procesar. Ignoró todas las cosas en las que ella no quería pensar y
siguió a su corazón.

― Dime, Andre. Quiero saber.

Se inclinó hacia ella y suavemente le tomó la cara entre las manos, su mirada
capturando la de ella por un largo minuto. Se sintió caer en sus ojos. Él rozó su
boca sobre la de ella con infinita suavidad.

― Gracias, sivamet. Ya has aligerado mi corazón.

Él la acomodó en su regazo, envolviendo sus brazos a su alrededor. No sabía si la


estaba consolando o el necesitaba su consuelo.

― En aquellos días, la vida era muy diferente. Había muchas menos personas en la
zona en la que crecí. Yo no tuve otros hermanos. Mi madre no había podido tener
hijos y cuando me tuvo, algo salió mal con su mente. Tal vez algo siempre había
estado mal con ella, no lo sé. Según los que la conocieron, ella realmente se retiró
del mundo después del nacimiento difícil. Para ella solo existía mi padre. Nadie
más podía llegar a ella.

Su mano encontró la de ella y la puso cerca de él, sus dedos apretados alrededor de
ella. ― Me sentí como el fantasma que siempre me llaman. Yo estaba allí, pero no
estaba. Ella no me veía ni me reconocía de ninguna manera. Mi padre estaba muy
ocupado con ella, así que la mayoría de las veces, era un fantasma para él también.

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Teagan detestaba eso. Su infancia había sido una de amor y risas. No sabía que lo
llamaban Fantasma. Eso le molestaba, también. Pero sobre todo, era la forma en la
que Andre hablaba, como si nada de esto le importara. Esa no era la causa de su
dolor. Él no reflejaba su infancia como mala o buena. Simplemente era. ― Había
un montón de guerras en aquel entonces. Los Cárpatos se metían lo menos posible.
No teníamos ningún interés en la política, pero a veces la lucha se extendía a
nuestros hogares a pesar de que estábamos tan apartados.

Escuchó atentamente. Al menos no había dicho "hace siglos", lo que la ayudó a


concentrarse en la historia y mantener todo lo demás apartado. ― Yo estaba solo
mucho tiempo. Estaba por mi cuenta la mayor parte del tiempo, pero con el tiempo
conocí a una familia humana, la familia Boroi.

Ella calmó su conmoción. Andre se había presentado con ese apellido. Ella se
quedó callada, con ganas de escuchar más ahora, necesitando compartir su pasado.

― Vivían en una pequeña cabaña escondida en lo profundo del bosque. Tenían


pocos animales y no mucho más, pero eran una familia. ― Su mano se deslizó de
la de ella para abrazar su caja torácica, justo debajo de sus pechos. Su barbilla
acarició la parte superior de su cabeza.

― Al igual que la familia con la que creciste, ― añadió, ― se amaban con fiereza.
Ellos eran lo más cercano que jamás había llegado a conocer lo que debería ser una
familia. Conocí a su hijo, Euard, primero. Tenía mi edad. Su hermana pequeña,
Elena, era un poco más joven, y todos nos hicimos buenos amigos. Venían por la
noche y vagaban por el bosque conmigo. Tuve cuidado de no ser otra cosa que
humano. Protegí a nuestra especie, pero Euard y Elena se convirtieron en mi
familia.

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― ¿Cómo eran? ― Teagan preguntó suavemente, deseando que recordara algo
que no fuera el horror de su único recuerdo de la infancia, algo cálido y amoroso.
Su voz era muy seca, como si buscara para encontrar la buena parte de su infancia.
Se quedó en silencio un momento. Ella estaba en su mente y sintió que él buscaba.
Alcanzando. Tratando de encontrar esos recuerdos. Sus dedos comenzaron un
lento masaje sobre sus costillas. Los sintió que se arrastrándose con aire ausente a
su ombligo y espalda hasta la parte inferior de sus pechos. Sabía que estaba
completamente absorto tratando de recordar a sus amigos de la infancia y no
prestaba atención a sus manos. Le gustaba que él la utilizara como su ancla.

― Elena era hermosa y dulce. Reía todo el tiempo. Le gustaba dar vueltas en
círculos con los brazos estirados. Recuerdo que me llamaba y me decía que diera
vueltas con ella. Euard sacudía la cabeza como si pensara que estaba loca, pero él
giraba con ella del mismo modo que yo lo hacía. Traía alegría a sus padres y a
Euard. Lo sabía porque sus rostros se iluminaban al momento en que entraba en
una habitación.

Su voz era suave y ella realmente podía ver a Elena con él. Tenía el pelo largo,
oscuro y brillantes ojos marrones. Era joven, no más de diez u once años. Con ella
estaba un niño de unos dieciséis o diecisiete años. Los dos recuerdos cobraron vida
en la mente de Andre y al instante sintió, no alegría, sino intensa pena. Tristeza
abrumadora. Ira. Culpa. Las emociones se vertieron en él y sintió su cuerpo tenso.

Deliberadamente se relajó y respiró profundo, dentro y fuera, con su respiración


meditativa con la esperanza de que su respiración siguiera la de ella. Ella le rodeó
el cuello con los brazos y apoyó la cara en su hombro, tratando de consolarlo.

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Ya, su compasión y empatía por él la tenían a punto de llorar. Tenía que calmarse.
Sabía que en el momento en que se viniera abajo, Andre dejaría de compartir. Él
era así. Si ella estaba haciendo una lista de las razones por las qué estaba tan
completamente enamorada de él, esa sería una de las muchas razones. Le alisó el
pelo y le dio un beso en la garganta antes de acomodarse de nuevo.

― Suena hermosa.

― Era como su madre. Dorina. ― Había asombro en su voz. ― No creo que nunca
pueda olvidarla. Nunca he visto el sol, pero sabía que, si lo hiciera, sería como
Dorina Boroi. Trabajaba duro, la diminuta cabaña estaba limpia y siempre olía a
cosas buenas. Más que nada, lo que puedo recordar son los olores. Debía haber
sabido que Euard y Elena salían a escondidas por la noche porque los siguió. Me
invitó a su casa de inmediato. Su marido, Ion, fue tan maravilloso conmigo, como
lo eran todos, aunque rudo y brusco, como si no importara, pero lo hacía. Podría
decirlo. Todos me veían.

Se frotó el puente de la nariz. ― Creo que ella sabía que yo no era un ser humano,
pero me dio la bienvenida en su casa y me hizo uno de ellos. Amaba a sus hijos.
Amaba a su marido. Y llegó a amarme. Podía sentirlo cada vez que estaba en su
casa. Me hizo uno de sus hijos.

Su voz se había vuelto suave y Teagan sabía que amaba a Ion, a Dorina, a Euard y
a Elena como si fueran su propia familia. Esa era la razón por la que la memoria
era lo único que le quedaba. La familia humana que lo "vio", era mucho más real
que la pareja de los Cárpatos para la que sólo era un fantasma. Su corazón dio un
vuelco por él. Había conocido el amor, solo no se había acordado hasta este
momento. Con ella. Él había compartido algo personal y hermoso con ella y
siempre atesoraría ese regalo.

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Capítulo 12

E sa noche, yo no podía esperar para ir a verlos, ― continuó Andre. ― Mi


madre se había alejado más, por un camino que estaba lejos aun de mi padre.
Me dijo que era hora de que él la llevara a otro ámbito, donde podrían estar juntos
de nuevo. Dijo que estaría bien, que otras parejas se encargarían de mí. Que él
había hecho arreglos.

Teagan apretó los labios para no decir nada. No podía imaginar a su abuela
tratándola o a sus hermanas de esa manera. Sintió la quemadura de las lágrimas y
parpadeó rápidamente, agradeciendo que su cara estuviera presionada contra su
hombro y no pudiera ver su rostro.

― Csitri. ― Hay estaba esa voz. Toda seda y terciopelo, rozando sobre ella como
su boca podría hacer. Tembló y se apoyó más cerca, su estómago girando en un
salto mortal y una sensación de fusión alrededor de su corazón. Sus brazos le
apretaron. ― Estás en mi mente, y yo en la tuya. No trates de ocultar tus lágrimas
de mí. Todo fue hace mucho tiempo.

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Pero no fue así. No para Andre. Eso fue ayer. Hace una hora. Fue en ese momento.
Ella sabía que la herida estaba en carne viva y nunca había sanado. Un pequeño
sonido escapó de su garganta, pero asintió con la cabeza, tratando de parpadear
mucho para contener las lágrimas.

― La familia Boroi eran gente maravillosa.

― Sí. Me llevaron en sus corazones, y les traje dolor y muerte. Un dolor


insoportable.

Su dolor pulsaba sobre ella en oleadas. Ella respiró a través de él, decidida a
compartir su peor pesadilla.

― ¿Qué quieres decir con que tu padre estaba llevando a tu madre a otro reino?
¿Qué es lo que significa eso?

― Cada sanador había intentó ayudarla. Ella estaba atada a mi padre por lo que él
era el único capaz de llegar a ella, hablar con ella. Nadie más. No puedo recordar
ni una sola palabra que alguna vez me hablara. Ella caminaba directo más allá de
mí, aunque me parara frente a ella, hablara con ella, tratando de conseguir que me
viera, pero ella nunca lo hizo. Mi padre la acompañó hacia el sol.

Ella cerró los ojos. Era evidente que su padre había matado a su madre y luego se
suicidó. Cuan terrible. No podía imaginar a su abuela con calma diciéndole que
tenía la intención de matar a un ser querido y luego a sí misma. Ella se quedó
tranquila, tratando de rodearlo con tanta consuelo como ella podía darle.

― Yo sabía que iba a llegar ese día, ― André admitió. ― Simplemente no lo


esperaba tan pronto. Salí de la casa porque yo sabía que no podía hablar a mi
padre sobre ella y que era difícil de enfrentar el hecho de que yo ya era un
fantasma para él también. En los últimos años, él se había distanciado

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gradualmente de mí. Por eso, me había aferrado a Dorina, Ion y a sus hijos. Los
necesitaba esa noche.

Ella entendió. No había autoridades que pudieran detener a su padre. Nadie


podía, eso vió en su mente. Él no tenía la capacidad tampoco. Ni físicamente, ni
verbalmente. Se veía a sí mismo como un fantasma en su casa. Él podía discutir y
tratar de convencer a su padre, pero sabía que no podía oírle. Nadie le escucharía.
Teagan se empujó el dedo en la boca y se mordió para evitar llorar. Ella quería
escuchar esto. Había ido detras de él y él necesitaba saber que ella era lo suficiente
fuerte para escuchar lo que había dado forma a su vida y lo convirtió en quién era
ahora.

Teagan empujó profundamente en su mente y se sorprendió de que pudiera. Tenía


una vaga noción de que ella podía protegerlo del horror de lo que fuera que
sucedió. Ella sabía mucho más que su padre diciéndole que iba a matar a su
madre y luego se iba a suicidar. Mucho más.

Ella era una curandera, y sabía algo de escudos. Deseó tener algunas piedras
curativas con ella, pero no las había traído. Sólo aquella que llevaba alrededor de
su cuello. Envolvió una mano alrededor de la piedra y dejó que la llevara con él a
las profundidades del bosque. Olía a flores silvestres. A zorro. Ella sabía que había
bebes, acurrucados con su madre en una estrecha cueva en el sendero de ciervos
por el que André viajaba. Ella escuchó la música en las hojas plateadas de los
árboles. Aun así, a pesar de la belleza de la noche, el manto de estrellas en lo alto,
la tristeza presionaba profundamente.

André necesitaba el sonido de la risa de Elena. Quería ver la luz de alegría en su


cara cuando él llegara. Necesitaba que Dorina aliviara el terrible dolor dentro de él;
cuando le daba la bienvenida como ella siempre lo hacía, con un rápido abrazo. Ion
le revolvía el pelo y siempre le daba una palmada en el hombro y le daba una
sacudida acogedora. Euard trataría de entregarle alimentos. Siempre lo hacía,
aunque André nunca los tomaba. Ni una sola vez André había utilizado un solo

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miembro de la familia para su sustento. Ellos eran demasiado preciosos para él y él
nunca quiso ponerlos en riesgo.

Aceleró el paso, luchando contra el dolor invadiendo profundo en él. Su pecho era
pesado, la presión quemando. Trató de pensar en cómo Elena sonaba cuando la
hacía girar en círculos, con los brazos extendidos al cielo, sus gráciles manos y sus
dedos revoloteando. A veces la luz de la luna se derramaba sobre ella y ella parecía
etérea. Otras veces se reía tanto que parecía la niña que ella era, brillante, hermosa
y feliz. André intentó recordar, mientras corría hacia su cabaña, los momentos en
que Eduard giraba con ella e incluso Dorina y André se unía a ellos.

El olor lo golpeó primero, porque el viento cambió de nuevo, y el olor de la carne


quemada flotó a través de los árboles. Se detuvo, su aliento capturado en su
garganta. Entonces los gritos débiles, llenos de terror seguidos en la siguiente
ráfaga. Reconoció la voz de Dorina. Algo terrible había sucedido. Se olvidó de todo
lo demás y corrió hacia ellos, ya no fingiendo ser humano o cuidándose de que
podría quedar atrapado. Él utilizó la velocidad sobrenatural de su especie, volando
hacia la pequeña cabaña tan rápidamente como fue posible. Vio a Ion primero.
Allí, en la parte delantera de la casa. Estaba tendido en el suelo, su cara vuelta
hacia André mientras bajaba a la tierra y salió de los árboles.

André nunca había visto tanto dolor en el rostro de un hombre. Ion yacía bajo una
montaña de piedras y estaban aplastándolo con claridad. André corrió hacia él,
pero Ion negó con la cabeza, por lo menos intentó, sus ojos frenéticos. Abrió la boca
como si fuera a tratar de advertirle, pero no había sonido, sólo el profundo color
rojo sangre burbujeante fuera.

El estómago de Teagan se sacudió. Podía ver claramente que Ion sufría


terriblemente. La pila masiva de piedras amontonadas sobre el padre de Eduard y
de Elena era enorme y las piedras eran enormes. La sangre que llegaba a la boca
significaba claramente que era demasiado tarde para salvarlo. El muchacho
sorprendido; corrió fuera de la línea de árboles y se dejó caer de rodillas al lado de
su amigo, claramente no había comprendido eso todavía.

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André agitó las manos, tratando de mover las piedras. ¿Cómo habían conseguido
golpear a Ion allí en el bosque? era un misterio, pero tenía que quitarlas antes de
que aplastaran a Ion hasta la muerte. Estaba recién aprendiendo a controlar la
levitación. Él había estado moviendo objetos pequeños desde que era un niño
pequeño, pero nada de esta magnitud.

Ion volvió la cabeza una vez más, llamando la atención de André de nuevo a él. El
muchacho se quedó inmóvil. Ion tenía el cuello roto y ensangrentado. La
comprensión entró, y con ella, el miedo. El no-muerto había hecho esto. Él sabía
entonces, que Ion ya estaba muerto. No había esperanza para él, pero los
demás...Dorina. Euard. Elena. La pequeña y dulce Elena.

Ion hizo un ruido, un ruido en su garganta. Un jadeo. Sus ojos estaban frenéticos.
André reconoció la advertencia. Ion estaba tratando de salvarlo. Quería que André
corriera. No entendía André temía nada, a nadie, para correr. Todo lo que tenía en
el mundo estaba allí.

André dio un beso sobre la frente de Ion, entonces comenzó la marcha y corrió
hacia la parte trasera de la cabaña. Mientras corría, él alcanzó a su padre en el
camino telepático y privado que los conectaba. Él sólo encontró vacío oscuro. Su
estómago dio un vuelco. Su padre no había esperado el amanecer. Él ya se había
ido y había tomado la madre de André con él.

El terrible peso en su pecho creció a medida que dio la vuelta a la esquina, su


mente alcanzando el vínculo común y telepático que todos los Cárpatos tenían. Él
pidió ayuda mientras corría, sabiendo que era demasiado tarde, pero si un cazador
venia, esta familia sería vengada. No tenía experiencia. Se le consideraba un niño
en años de los Cárpatos y él no tenía ningún entrenamiento formal y carecía de las
habilidades y el poder necesario para hacer frente a un maestro vampiro, pero no
le importaba. Esta era su familia y él la protegería si podía.

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Teagan quería gritar al chico André que parara. El terror la llenaba. Lo llenaba. Él
patinó hasta detenerse cuando dobló la esquina de la choza. Euard se retorcía,
clavado en la parte posterior de la casa con cuatro estacas. Dos a través de sus
hombros y dos inferiores, cerca de las costillas. La sangre fluía libremente de los
agujeros de las heridas realizadas. Tenía los pies fuera de la tierra y su peso
corporal tiraba contra las estacas, haciendo cada movimiento pura agonía.

La bilis subió por la garganta de Teagan. Ella era demasiado sensible para ver y
sentir esto, pero ella se negó a retirarse de su cabeza. André había enfrentado a
esto y ella lo haría también. Reconoció el patrón de las estacas. Dos en los hombros.
Dos en las costillas. Esas cicatrices circulares y redondas tan prominentes en el
cuerpo de André. Un monstruo estaba sobre Elena, sus huesudos dedos envueltos
alrededor de su garganta. Él era grande y de aspecto poderoso. Su pelo estaba en
esteras y colgaba húmedo y sucio a su alrededor, cayendo por la espalda como la
cola de una rata.

Volvió la cabeza lentamente hacia André. La sangre untada por la cara y goteando
por la barbilla. Sus labios y los dientes se tiñeron de color rojo. Sus dedos se
apretaron alrededor de la garganta de Elena, una garra clavándose en su cuello
para que las gotas rojas y pequeñas de rubí corrieran por su piel.

― Ciprian.― André respiró su nombre.

Su tío. El único hermano de su madre. Había desaparecido cuando André tenía


siete u ocho años y, sin embargo, ahora había regresado. ¿Por qué? Él era vampiro.
El no-muerto. Había optado por renunciar a su alma para sentir la adrenalina a
través del torrente de sangre de una muerte.

― El pequeño Fantasma. Ven y únete a mi fiesta, muchacho.

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El vampiro era alto. La sangre basada en miedo corría a través de su sistema. Sus
ojos ardían rojos y horribles. Su boca se estiró en una parodia de una sonrisa.
Continuó empujando la cabeza de Elena hacia adelante. Para horror de André, se
dio cuenta de que Ciprian insistía que Elena bebiera la sangre de su hermano.

Sus grandes ojos sorprendidos saltaron a André. Él vio el terror allí. La vergüenza.
La humillación. Sus ojos se dirigieron hacia un lado y André siguió su mirada. Su
corazón dejó de latir en su pecho. Su aliento acallado en sus pulmones. Dorina, la
hermosa y vibrante Dorina, tan llena de amor y risa, tan generosa, yacía como una
muñeca rota en el suelo, arrojada lejos del no-muerto, después de que él la hubiera
torturado y tomado su sangre. Ella no estaba muerta.

Ciprian ni siquiera le había dado esa misericordia final. Ella estaba muriendo; el
último espectáculo que vería, era el vampiro obligando a su amada hija menor a
beber la sangre de su hijo, que sufría, estacado a la pared.

― Tú me trajiste aquí, muchacho. Seguí tu olor directo a ellos. ― Ciprian echó


atrás la cabeza y rio, el sonido más un grito. Ciprian, que como su hermana, había
mirado a través de André cuando él era un niño, ahora quería que se sintiera
culpable.

Teagan jadeó. El golpe a André fue tan horrible, tan brutal, que Teagan supo que
iba a vomitar. Se arrancó a sí misma de los brazos de André, saltó de su regazo y
corrió hacia la siguiente cámara. Ella no iba a vomitar delante de él. ¿Cómo había
sobrevivido a una cosa así? ¿Cómo? Las lágrimas la cegaron y ella casi se topó con
las paredes de la cueva. Ella cayó sobre sus rodillas, con náuseas y asquerosa bilis.
¿Cómo? No era posible sobrevivir a algo así. No todo. No intacto. Quería gritar y
tirar cosas. Ella quería envolver sus brazos alrededor de André y mantenerlo a
salvo. Ella quería esta terrible, y espantosa memoria borrada de él durante todo el
tiempo, pero sabía, que aunque ella quisiera, no iba a suceder.

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― Teagan.

Su corazón se agitó. Derretido. Se arrodilló en el suelo, el dorso de la mano


apretado contra su boca, desesperada por detener lo que ella no podía parar. No
había terminado. Ella tenía que saberlo todo. Él querría dejarlo. Ella ya lo sentía en
su mente, pero estaban esas cuatro cicatrices en él, cuando incluso un vampiro
había perforado un agujero en el pecho y no le había quedado cicatriz. Esas
cicatrices habían venido de algún lugar, al igual que las que estaban en su mente lo
hicieron.

― Estoy bien, André. Sólo dame un minuto. Necesito mi cepillo de dientes. Y agua.
Necesito agua para enjuagar mi boca. ― Ella no lo miró. No quería ver la
compasión en su rostro. No por ella. No después de lo que le había sucedido. No
cuando la herida era todavía tan sangrienta y cruda.

― Nunca debería haberte expuesto a tanta brutalidad. Eres demasiado sensible,


Csitri. Puedo quitar esa memoria de tu mente.

La dulzura, la dulzura de su voz, creó un nudo de asfixia en su garganta. ¿Cómo se


había convertido en un hombre tan hermoso cuando había pasado por tanto? Él
debería haber estado dañado más allá de la fijación, y sin embargo era tan
cuidadoso con ella.

― No lo hagas. No quiero que te permitas borrar cualquier cosa de mi mente,


André, ― protestó. ― Mientras recuerdes esto, me acordaré de ello, también. Y
quiero todo. No sólo esta parte. Tan pronto como cepille mis dientes, me muestras
el resto.

Sus manos se extendieron por la cintura y la levantó sobre sus pies. ― No.

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Se dio la vuelta en sus brazos, cogió la parte delantera de su camisa en su puño y le
dio al material una pequeña sacudida.

― No puedes decirme que no a mí. No con algo tan importante. Si es verdad lo


que has dicho, y soy tu compañera o lo que dijiste en tu idioma, entonces no
puedes decirme que no. Esto es importante para los dos, no sólo para ti.

Le tocó la cara suavemente, sus dedos siguiendo el rastro de sus lágrimas. Levantó
la mano y miro las almohadillas húmedas de los dedos.

― No es por ellos, ― susurró Teagan. ― Me siento muy mal por ellos, pero fue
hace mucho tiempo y están en algún lugar, donde no les pueden hacer daño nunca
más.

Sus ojos azules buscaron sus oscuros. ― ¿Por mí? ¿Estas son por mí?

Ella asintió. ― Me gustaría ser un mejor sanador, André. Me gustaría quitar, alejar
el dolor y la tristeza. Siento no serlo.

Sacudió la cabeza, mirándola pensativamente por lo que pareció una eternidad,


sus hermosos y profundos ojos azules viajan a la deriva por su cara con un toque
de la posesión en ellos. ― Ve a lavarte los dientes, Teagan. Asegúrate de que esto
es lo que quieres.

Él era lo que ella quería, y este terrible evento había sido un momento decisivo de
su vida. Ella necesitaba saber, compartirlo con él, sin importar el costo para ella.
Ella levantó y sostuvo la mirada hacia él. ― Estoy absolutamente segura.

Él le pasó una mano por el pelo y luego agarró la parte posterior de su cuello como
si le doliera. ― Teagan.

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Su nombre otra vez. Lo decía mucho, sobre todo cuando él estaba exasperado con
ella. O porque había hecho algo que él no podía entender.

Ella levantó la mano. ― Si lo que me dijiste es la verdad, André, y me perteneces,


entonces éste es mi derecho. Necesito entender. Somos muy diferentes. Si vamos a
funcionar, necesito esta información o yo voy a estar dando un paso sobre ti sin
saberlo. ¿Eres mío?

Él asintió con la cabeza lentamente, sus ojos repentinamente suaves. Sólo esa
mirada estremeció su corazón y las mariposas revoloteando dentro de si.

― Bueno, entonces, está arreglado, ― dijo con firmeza. Miró a su alrededor por su
mochila. Necesitaba un pequeño momento para que pudiera calmarse a sí misma.
Sus piernas temblaban y sus ojos ardían como el infierno, pero podía hacer esto.
Ella haría esto, sin importar el costo para sí misma, porque alguien tenía que estar
en su vida. Alguien tenía que amarlo y cuidarlo. Por encima de todo, alguien tenía
que "verlo" a él.

Ella miró por encima del hombro de él mientras cogía su cepillo de dientes y pasta
de dientes de su mochila.

― Tú no eres un Fantasma, André. No para mí. Nunca para mí. Yo te veo y


siempre te veré.

Porque ella era su mujer y ella iba a hacer este trabajo. De alguna manera. Aparte
de la tomada de sangre, ella podía hacer que esto funcionara. André la necesitaba,
y en el fondo, donde guardaba todos sus secretos, sabía que lo necesitaba también.
Ella se apartó de él. ― Necesito agua para enjuagar la boca. Esto es simplemente
necesario.

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André quedó allí viendo a Teagan, su cuerpo completamente inmóvil. Había
llorado por él. Llorado. Verdaderas lágrimas. Por él. Podía amarla por solo eso.
¿Eres mío? Tal pregunta simple, pero que significaba todo para él. Ella misma se
estaba dando a él. Yo si te veo. Yo siempre te veré. No tenía ni idea de que una mujer
pudiera envolverse tan fuerte dentro de un hombre, tanto que no podía encontrar
el aliento sin ella.

No eres un Fantasma. Cerró los ojos un momento sólo para saborear el suave sonido
de su voz darle vida a él. Él envolvió su brazo alrededor de ella por detrás, con una
taza de agua en el puño. Ella la tomó y le dio una pequeña sonrisa por encima del
hombro. Sólo un destello de sus ricos, ojos chocolate negro. Un profundo, marrón
de fusión. Líquidos. Ella trataba de parecer severa, a veces, o dura, nunca estaba
seguro de porqué aspecto iba, pero para él todo lo que hacía, cada expresión, era
adorable. Linda. Bonita.

― Gracias, André. Voy a estar lista en un minuto.

Oyó la advertencia en su voz cuando se volvió para enjuagar la boca y lavarse los
dientes. Ella estaba decidida a pasar a través de esto. No quería que lo hiciera.
Realmente era demasiado sensible. Él necesitaba que ella supiera por qué tenía que
tomar las decisiones que hacía, pero él no quería traumatizarla de por vida. Aun
así, ella estaba decidida y era impresionante su determinación.

Su mujer. Teagan. Respiró su nombre en su mente. Hermosa, dulce Teagan. Su luz


brilló brillante incluso en los tiempos más oscuros. Nunca había pensado en volver
a vivir su peor día y sin embargo, él lo había hecho cuando se abrió camino por la
parálisis de los Cárpatos sabiendo que Teagan estaba tan cerca de la guarida de un
vampiro. Él no había sido capaz de respirar. Apenas podía pensar, su mente
inundada con imágenes de la pérdida de su familia humana.

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Dulce, hermosa Teagan que mandó la luz y podía encontrar el humor en todo. Él
había prometido que si la salvaba, si él la alcanzaba en ese momento, nunca
permitiría que ella estuviera en tan precaria posición de nuevo.

Se había enfrentado a innumerables batallas y había sufrido heridas horrendas.


Después de la muerte de su familia humana, nada había amenazado con quebrarlo
o hacerle añicos. Ni una sola vez en todos los siglos de su existencia, hasta que
pensó que podría perder a Teagan.

Encontró la forma en que ella se cepilló los dientes con tal entusiasmo, fascinante.
Encontró todo sobre ella fascinante. Le gustaba la forma en que caminaba, el
balanceo suave de sus caderas. Le gustaba que fuera pequeña y pudiera
prácticamente rodear su cintura con sus manos. Sus músculos eran pequeños
también, pero firmes y apretados, músculos de un escalador.

Había llorado por él. Su propia madre nunca lo había mirado con ojos suaves o
mojados. Sólo Dorina, su madre humana que había muerto demasiado pronto y de
manera brutal. Nadie más lo había hecho. Hasta Teagan. Cada momento que
pasaba con ella, él era consciente de que estaba cayendo profundamente bajo su
hechizo.

Sabía que el vínculo de compañeros era fuerte, irrompible, incluso, pero no sabía
que lo que sentía por ella sería igualmente tan fuerte e irrompible. Él estaba
teniendo un momento mucho más difícil con sus emociones, siendo tan nuevas
eran crudas y abrumadoras. Sentía todo y cuando los recuerdos se acercaban, el
dolor era demasiado real e imposible de ignorar.

Él la sintió a continuación, vertiéndose en su mente. Suave. Increíblemente fuerte.


Su habilidad le sorprendió cuando pocas cosas en el mundo lo hacían. Ella era una
poderosa psíquica y con la añadidura de su sangre, ella estaba creciendo aún más
en fuerza. No sabía si era su don en particular o no, pero estaba definitivamente ya
a medio camino en el mundo de los Cárpatos.

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Le tomó la mano cerrando sus dedos, mientras él la apartó de las sillas que le había
fabricado. Ella tenía un largo camino por recorrer antes de que se enterara de que
todo lo que estaba en la cueva, era para ella y su nueva vida, pero todo lo que vio,
incluso sus recuerdos, ayudaría a prepararla.

Ella se acomodó en la más pequeña de las dos sillas, agarrando sus rodillas casi de
manera protectora, aunque él sabía que no sabía que era lo que estaba haciendo.
André no podía permitir eso. Él se acercó y la levantó nada más sacándola de la
silla y colocándola en su regazo.

― ¿Qué estás haciendo? Esta situación de sentarme en tus piernas, se está


convirtiendo en un hábito, y no soy el tipo de chica de sentarme en las piernas de
hombres, ― Teagan indicó, mientras envolvió sus brazos alrededor de su cuello.

― Es posible que desees reconsiderar tu posición sobre eso, ― dijo André. ― Me


gusta tenerte en mis brazos.

Él hizo una pausa, acariciándole la parte superior de la cabeza, deseando una vez
más que su largo cabello estuviera fuera de las trenzas para poder enterrar sus
manos en toda su riqueza. ― Te necesito cerca de mí.

Teagan se apoyó en André, dejándose respirarlo. Ella ya estaba cambiando su


posición en el regazo. Estaba tan caliente, y se sentía tan bien como parecía. Más,
sus brazos eran fuertes y la hacían sentirse a salvo. Bueno...también le encantaba la
forma en que olía. Realmente le encantaba. Sobre todo, si él iba a revivir el resto de
su pesadilla, ella quería estar cerca. Ella quería estar sosteniéndolo para que
supiera que no estaba solo.

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― Voy a pensarlo, ― dijo, y dio un beso a lo largo de su mandíbula. ― Comparte


el resto conmigo, André. Deja que vea todo lo demás.

Esperaba que ella fuera lo suficientemente fuerte como para ser la mujer que
necesitaba. En el momento en que llegó a la memoria, el dolor presionó; no una
manta del mismo, más como una piedra pesada. La pena era tan aguda que sentía
que se estaba ahogando en ella. Tomó aire y se dejó ir, se entregó a André. La
necesitaba más de lo que nadie jamás podría.

Ella inhaló y olió la sangre. Ella no sabía que el miedo tenía un olor, pero así era...
El miedo impregnaba toda el área entre la casa y el bosque. No podía ver a Ion,
pero sabía que era imposible salvarlo. Eduard estaba atrapado por las cuatro
estacas a través de sus hombros y las costillas. El horrible vampiro agarró a Elena,
a la dulce joven Elena, forzando su rostro hacia la sangre que fluía del cuerpo de su
hermano. A pocos pasos de distancia estaba Dorina, viéndose como una muñeca
rota, el cuello roto, las piernas y los brazos torcidos en formas macabras.

André corrió hacia el vampiro. Sólo un niño. Sin experiencia. Su tío era un hombre
grande, al igual que André completamente crecido. Era evidente que él tenía
mucha experiencia. Teagan quería cerrar los ojos, al igual que lo hacía cuando ella
entraba inadvertidamente en la habitación cuando sus hermanas estaban viendo
películas de terror, pero no pudo. La escena se reproducía en su mente, en la mente
de André, y ella no iba a apartarse y dejarlo a él solo. Aun así, lo sabía. Ciprian rió
mientras dejaba caer la niña al suelo y cogía André cuando el muchacho trató de
cerrar de golpe el puño en el pecho del vampiro.

― Esa no es la forma, Fantasma, ― dijo Ciprian. ― Únete a mí. Me trajiste hasta


aquí, ahora acompáñame en la fiesta.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― Nunca, ― declaró André, luchando contra el poder y la fuerza del hombre


mayor. Ciprian atrapó a André en sus manos huesudas, sus terribles garras
excavando profundamente en la carne de André. Él inclinó la cabeza y hundió sus
dientes en el cuello de André, tragando la rica sangre. No desgarrando y
rompiendo como había hecho con los humanos. Él fue más cuidadoso. Era
evidente que disfrutaba viendo a André retorcerse. Cuando se había alimentado de
la sangre de André, arrojó al niño al suelo, apuntando deliberadamente al cuerpo
de Dorina.

― Incluso la sangre aún no es fuerte, ― dijo Ciprian con burla. ― Eres un niño
jugando a ser un guerrero. Únete a mí o morirá con ellos. ― El desprecio torció la
cara, y se despidió del muchacho, volviendo a Elena, arrastrándola por el pelo,
hacia la tierra donde estaban los pies de su hermano.

André aterrizó casi encima de Dorina, en la espalda, el viento salió de él cuando


cayó allí, quemando sus pulmones, con el rostro vuelto hacia la única mujer que
alguna vez realmente le mostró amabilidad. Se estaba muriendo. Él podía verlo,
pero aun así, sus ojos, cuando ella lo miró, eran suaves con el amor y miedo por él.
Le tocó la mano. Puede que no fuera capaz de salvarla, pero estaba decidido a
salvar a su hija por lo menos. El muchacho se recompuso, y esta vez usó sus
capacidades limitadas para tejer un arma.

Su tío, completamente concentrado en aterrorizar a los dos niños humanos, no se


molestó en mirarlo una segunda vez, ya que André no era ninguna amenaza para
él. André se movió rápido, con asombrosa velocidad, y lanzó la lanza al cuerpo de
Ciprian, utilizando su velocidad y el peso combinado le dio la fuerza necesaria
para conducir la madera a través de la espalda hacia el corazón del vampiro.
Ciprian gritó y arrojó a Elena lejos de él, girando alrededor cuando la sangre negra
salpico en un círculo. Atrapó a André por el cuello con una mano.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Voy a arrancarte el corazón y comérmelo, ― declaró. Una mirada astuta
apareció en sus ojos. ― Pero primero, puedes esperar a que mate a los otros. ―
Hizo un gesto con la mano libre y levantó a André por la garganta y lo llevó hacia
atrás, a un lado de la casa justo al lado de Eduard.

Cuatro estacas permanecían ancladas en la casa, a un buen par de pulgadas


alrededor, se veían los puntos con gran nitidez. Ciprian proyectó el cuerpo de
André directo en contra de la casa, de modo que las estacas fueron a través de sus
hombros y costillas, aplastándolo como a Eduard. Las puntas salieron al frente por
lo que todo su peso fue suspendido allí. El dolor era insoportable, pero no era nada
como la agonía que André sufrió mientras observaba sin poder hacer nada
mientras su tío torturaba y asesinaba tanto a Elena como a Eduard. Él quería morir.
Dio la bienvenida a la muerte. No por el dolor físico, que no importaba. En una
noche había perdido a sus padres biológicos.

Había perdido a su tío hace mucho tiempo, y ahora a esta familia humana, a la que
él amaba, por eso estaba muerto. Ion. Dorina. Eduard. Elena. Todo por culpa de él.
Debido a que los había buscado y dejado un rastro hacia ellos. Él no había sido lo
suficientemente fuerte como para salvarlos. Después de lo que parecieron horas,
pero podría no haber sido, Ciprian se volvió hacia André, manchado de la sangre
roja y brillante de sus víctimas y cubierto en su propia sangre negra. La lanza aún
sobresalía de su cuerpo como si no se molestara con un inconveniente tan
insignificante como la eliminación del arma, mientras se daba un festín.

Viento golpeó el edificio duramente. Nubes oscuras se asomaban por encima.


Ciprian dio la vuelta, y fuera del bosque llegó otro hombre. Era alto. Poderoso. Sus
ojos destellando tomaron la escena inmediatamente y él estaba en Ciprian antes de
que el vampiro pudiera moverse. Con la lanza ya través de su cuerpo, justo por
debajo de su corazón, el no-muerto tenía poco margen de maniobra.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Romano, ― André susurró, apenas levantando la cabeza. La sangre corría
alrededor de las estacas. Él había luchado mientras que Ciprian torturó y mató a
sus amigos, pero ahora él no se movió. Él no quería sobrevivir.

Romano Daratrazanoff dio un puñetazo profundamente en el no-muerto, con una


mano mientras con la otra comenzó una lenta retirada de la lanza. Teagan vio por
qué el vampiro no se había quitado el arma. Sangre negra se derramaba de su
cuerpo. Gritó y gritó horriblemente, sus terribles garras tratando de agredir la cara
y el cuerpo de Romano. No podía llegar al cazador Cárpato porque Romano
controlaba sus movimientos utilizando la lanza. Durante todo ese tiempo mantuvo
la excavación en el pecho de Ciprian hasta que encontró el corazón.

André abruptamente cerró su mente a ella. ― Sus muertes fueron mi culpa.


Aprendí una lección valiosa esa noche. Me alejé de los seres humanos tanto como
era posible. A menos que tuviera que rescatarlos o utilizarlos para alimentarme, no
iba cerca de ellos.

Teagan aún estaba conmocionado por esa memoria de pesadilla que se negó a
dejarlo. Ella frotó la palma hacia arriba y abajo de su pecho con dulzura. ― No fue
culpa tuya y lo sabes. Tal vez cuando eras adolescente tomaste esa culpa, pero
Ciprian quería que la sintieras. Eso era parte de todo su acto, ver tu culpa y tu
tristeza. Necesitaba sentir algo.

Sintió que André se sobresaltó y supo que había juzgado los motivos del vampiro
correctamente. La mano de André se acercó a su pelo y una vez más tuvo la
impresión de que deseaba desbaratar las trenzas. Quería darle todo en ese
momento. Necesitaba a alguien que le diera todo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Ella volvió la cara hacia la garganta y lo acarició. ― Bebé, si quieres soltar mi pelo,
puedes hacerlo, pero estamos en las montañas lejos de una ducha y tengo un
montón de pelo. En cierto modo, lo heredé tanto de mi madre como de mi padre,
así que es grueso, salvaje y muy largo. Lo mantengo trenzado cuando hago
senderismo.

― Déjame. ― La voz de André sonaba ronca, como si su oferta significara mucho


para él. Al igual que una gran cantidad. El estómago se le alborotó un poco y su
corazón se sentía como si se derritiera allí mismo, en el pecho.

― ¿Qué te pasó después de eso?

― Yo viví con otra familia de los Cárpatos. Tuvieron tres hijos, trillizos. Mataias,
Lojos y Tomas. A través de los siglos, al igual que muchos hermanos, nunca
vivieron muy lejos el uno del otro. Vienen de una larga línea de guerreros famosos,
una familia que siempre produce varios niños respetados, sin embargo, rara vez
daban a luz.

André suspiró. ― Dos hijas nacieron en la familia después de los trillizos, pero
tampoco vivieron más allá de su segundo año. Un maestro vampiro mató a su
madre cuando estaba embarazada de otro conjunto de trillizos. Por supuesto que
su padre siguió a su compañera. Yo ayudé a cazar al vampiro a través de dos
continentes. No paramos hasta que destruimos al no-muerto, exigiendo justicia.

Los trillizos son más jóvenes que yo por un par de años. Me quedé con su familia,
pero empecé a perder la capacidad de ver en color casi de inmediato y luego mis
emociones comenzaron a desaparecer antes de que yo tuviera los cincuenta. Pasé la
mayor parte de mi tiempo, aprendiendo las habilidades necesarias para matar
vampiros. Porque yo lo hice, los trillizos lo hicieron así. Yo no hablo mucho, pero a
ellos nunca pareció molestarles.

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― ¿Siguen vivos?

― Sí. Se fueron a los Estados Unidos. Se suponía que debía ir con ellos, pero me
quedé porque me movía tras la pista de un maestro vampiro y sus seguidores. ―
Él dio un beso en la parte superior de su cabeza. ― Si yo no lo hubiera hecho, no
habría descubierto mi compañera.

― ¿Quién era el hombre que vino a salvarte?

André suspiró. ― Romano Daratrazanoff. Él era el segundo al mando del príncipe


de nuestra gente. Él llegó demasiado tarde.

― Lo siento mucho, André.― Teagan sintió el peso de su cabello, ya que deshizo


las trenzas como por arte de magia. Sus dedos ya estaban entrando profundo,
como si hubiera encontrado un tesoro. ― Ahí es de donde tienes las cicatrices.

― Yo las guardé. Romano era un gran sanador. Se aseguró de que viviera, pero me
quedé con las cicatrices como un recuerdo.

Ella inclinó la cabeza para mirarlo. Había gotas de sangre corriendo por su cara.
Ella las limpió con su pulgar, sin poder determinar de dónde venían. ― tienes un
recuerdo que te negaste a dejar, André. Y tienes las cicatrices. No tienes que
mantenerlas.

― Cuatro de ellas.

― No entiendo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Una por cada uno de ellos.― Él tocó su hombro izquierdo. ― Ion.― Su hombro
derecho. ― Dorina.― La izquierda a un lado de la caja torácica. ― Euard.― El
lado derecho. ― Elena.

Su garganta se cerró, obstruida por las lágrimas. ― Por supuesto, ― susurró. ― Lo


siento mucho, André.― Ella reconoció que las cuatro cicatrices eran su homenaje a
la familia que había amado.

― Entonces entenderás por qué tengo que hacer esto. ― El corazón le dio un
vuelco, se mordió el labio. Sus puños se apretaron en su pelo. ― ¿Hacer qué?

― Hacerte totalmente mía.

― Ya has hecho eso, André. Te dije que no iba a ir a ninguna parte. Sólo quiero
dejar claro que no estoy de acuerdo con la situación de la sangre. Puedes tomar mi
sangre. Es una especie de atractivo, pero de ninguna manera estoy tomando la
tuya.

Ella lo miró a él. Lo miró a los ojos para que él entendiera que estaba estableciendo
las reglas de su relación. Ella podía aceptar lo que era, pero definitivamente dibujó
la línea en la ingestión de su sangre. Eso era simplemente eww y no iba a ir allí.

― Todavía no lo entiendes. Dormí contigi sobre la tierra, Teagan, pero no puedo


seguir haciéndolo sobre una base regular. La tierra me cura y me rejuvenece.
Tengo que ir a la tierra, sobre todo después de que soy herido. Si no lo hago, me
debilito. No puedo protegerme cuando estoy en el sueño de los Cárpatos. Tu
deambulas y te pones en peligro.

Saga Cárpatos
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Tragó saliva. Ella ya lo había sospechado. No era como si esto fuera un shock. Ella
ya había imaginado que dormía en el suelo. No quería pensar en él como un
vampiro. Estaba claro que no era, pero él definitivamente no era humano tampoco.

― Aprendí mi lección. Yo no voy a salir por mi cuenta. Me quedaré a tu lado,


donde quiera que estés durmiendo. Sobre el suelo, pero aun así, muy cerca de ti.

André hundió la cara en su cabello. ― sabes que no va a funcionar. No podemos


estar separados. Ya tu mente se vuelve hacia la mía. Una vez que no me puedas
alcanzar, creerás que estoy muerto y eso será peligroso también.

Ahora ella no entendía. Ella era una persona perfectamente lógica. Si ella lo veía
durmiendo en la tierra, ella sabría exactamente lo que estaba haciendo, ¿no?

― André, estoy totalmente comprometida con esta relación y tienes que saber que
eso es muy importante para mí. Nunca he oído hablar de los Cárpatos y siempre
creí que los vampiros eran un mito. Estoy tomando un montón de información en
este momento.

― Yo lo sé, Teagan. Soy muy consciente del hecho de que he tenido que empujar
más rápido y mucho más allá de lo que siempre quise.

― Háblame de tu pueblo. Eso ayudará a que me sienta como si no estuviera


completamente loca. De hecho, consideré que mi abuela podría tener que ir a un
hospital o por lo menos, ir a medicación, y todo este tiempo ella tenía razón. Tal
vez si yo supiera lo que está pasando, puedo convencer a mis hermanas...

― No. Nuestra gente no puede jamás ser conocida por los seres humanos. ¿Sabes
por qué, Teagan? Estamos casi extintos. Hay un grupo, probablemente, con el que
tu abuela está involucrada, que cazan y matan a todos los que ellos consideran
vampiros. Ellos no pueden decir la diferencia entre los Cárpatos y los no-muerto.
A veces incluso matan a los seres humanos que simplemente no les gustan.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Teagan podía entender por qué no quería que nadie supiera sobre su especie.
Todavía. Pero su abuela no estaba loca, y André era la prueba viviente de eso. ―
Está bien, voy a encontrar otra manera de convencer a mi familia. Pero por favor,
háblame de los Cárpatos para entenderlo mejor.

― Hemos existido por siglos. Tenemos la longevidad, siempre parece que somos
inmortales, pero podemos ser asesinados. Debemos tener sangre para sobrevivir,
pero tenemos mucho cuidado con nuestros proveedores. Ellos son tratados con
respeto y nunca les causamos miedo. No, por supuesto, les permitimos recordar
nada.

― Tomaste mi sangre por primera vez y yo no recordaba.― Pero ella luego lo hizo.
Ella sólo pensaba que era un sueño erótico. Puso su mano sobre el latido del pulso
en el cuello. Sosteniéndolo con ella. Así era como se sentía, como si lo estuviera
sosteniendo a ella.

― Sí, Sivamet, tomé tu sangre. Tengo que tomar tu sangre. Es erótico para mí
también.

Teagan contuvo el aliento. Por primera vez en su vida, ella experimentó los celos.
No era bonita y no era interesante. ― No estoy segura de que me guste en
absoluto, que obtengas el placer de la sangre de otra persona.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Capítulo 13

T
eagan. ― Allí estaba otra vez, su voz acariciando su piel y enviando
pequeñas llamas hambrientas bailando a través de su cuerpo así que estaba
húmeda y necesitada.

― No con los demás. No siento nada en absoluto cuando tomo la sangre de los
demás. ― Había una pequeña sonrisa en su voz. ― No siento nada por otras
mujeres, y mucho menos cuando me estoy alimentando, Teagan. Yo nunca lo he
hecho. Sólo contigo. ―

Teagan dejó escapar el aliento lentamente. ― Es bueno saberlo. Yo soy el tipo de


mujer que podría ser muy inventiva si alguna vez me entero de que mi hombre me
está engañando. ―

― ¿Inventiva? ―

― Yo podía tener un accidente con un par de tijeras. ―

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Ya veo. ―

Él levantó su cabello de su cuello y acarició la suave piel de allí. Un escalofrío le


recorrió la espalda. Sus dientes pellizcaron y arañaron y su lengua se burló. Ella
cerró los ojos. Estaba caliente. Sólo simplemente caliente. Y ella era débil. No
tendría ningún argumento si seguía haciendo eso.

― Me gusta el sonido de tu voz, Teagan. Me gusta la forma en que te ríes. Eres un


soplo de aire fresco. Hubo momentos en que sentí que no podía respirar. No había
aire que quedara en este planeta y entonces viniste y devolviste el color a mi
mundo. Respiras por mí. ¿Sabías eso? ―

Su boca estaba en su cabello, lamiendo detrás de él, los dientes tirando del lóbulo
de la oreja. Su estómago dio un vuelco. Le dolían los pechos. El área entre las
piernas creció más caliente. ¿Quién decía ese tipo de cosas? ¿Había algún hombre
en la tierra que pudiera hacer que su mujer se sintiera más bella o especial? Si lo
había, ella no lo conocía.

― Mírame, sivamet. Necesito tu boca en este momento.

Ella se olvidó de aprender todo acerca de su pueblo. Nadie daba un beso como él
tampoco, y quería saborearlo. Estaba casi desesperada por sus besos y apenas la
había tocado. Le gustaba la forma en que le decía – que necesitaba su boca –
porque estaba bastante segura de que ella lo necesitaba también.

Teagan volvió su rostro hacia él. Sus ojos se movieron por su cara posesivamente.
No había duda de eso, había total posesión en todo ese oscurecimiento azul. Su
estómago dio un salto mortal. Sabía lo que significa el cambio en el color. La forma
en que sus ojos iban del hielo al caliente, la fusión, directamente al líquido, y su
manera más allá fuera de moda.

Podría ser una mujer moderna, muy versada en cómo los hombres no poseían a
una mujer, pero a ella le gustaba ese aspecto de la posesión. Su lado primitivo, no
le importaba. Le gustaba que él dijera que le pertenecía a él y él a ella. Era sexy.
Emocionante. De alguna manera seguro.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― No hay palabras para describir lo que siento por ti, ― él murmuró en voz baja.

Le acaricio con su palma sobre su pecho hasta el hombro, sintiendo la cicatriz


surcando debajo de su camisa. ― Me siento de la misma manera, ― ella admitió.
― Deja de hablar y bésame.

El bit más leve del humor se deslizó en sus ojos y luego bajo su boca sobre la de
ella. Destruyéndola por alguien más. Nadie podía besar como André. Nadie podía
hacer que su cuerpo se derritiera como él lo hacía. La besó una y otra vez, casi sin
dejar que tomara aire, pero luego ella no quería aire. Lo quería a él. Su mano se
deslizó por la columna de su garganta y rodeó allí, por lo que su pulso latió en su
palma.

Su suave beso se volvió agresivo, más áspero, más caliente, sin duda él al mando.
Ella no sabía lo que estaba haciendo, pero no importaba, siguió su ejemplo. Estaba
decidida a ser buena en esto. Quería ser todo para él, incluyendo ser muy buena
besando.

Él besó su camino hasta la barbilla y la mordió allí. El pequeño escozor fuerte le


envió una flecha disparada directamente a su sexo. Oyó el pequeño escape de un
suave gemido a pesar de lo mucho que intentó suprimirlo. Al instante ella enterró
la cara en su cuello, sabiendo que el color se extendió por su cuerpo.

― Teagan, me gusta escucharte. Quiero escucharte. Nunca te puedes avergonzar


conmigo. Soy tu compañero.

― Pero yo no sé ni cómo besar adecuadamente. Y tú eres tan bueno en eso. Quiero


decir, como si fueras del planeta ‚todo bueno‛. No sé cómo tocarte, o…o cualquier
cosa.

― Me gusta enseñar cosas. Tuve siglos de preparación para mi mujer. Los hombres
de los Cárpatos creen en estar preparados. Nos corresponde a nosotros hacer que
el sexo sea bueno para nuestra compañera por lo que lo estudiamos. Adquirimos
conocimientos. Aprendemos. Necesitamos cosas para ocupar nuestras mentes, por
lo que aunque no sentimos, estudiamos.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Ella hizo una mueca. ― ¿Me estás diciendo que has sido un perro sabueso durante
siglos? Porque realmente no quiero oír eso.

― No, csitri, estoy diciendo que estudié un arte y adquirí la mayor cantidad de
información, tanto como fue posible para que yo pudiera complacerte. Te lo dije,
más de una vez, no puedo sentir nada por otra mujer.

Se encontró muy contenta con eso. Y le gustó la idea de que él hubiera adquirido
una gran cantidad de conocimiento sólo por ella.

Se inclinó y la besó en la garganta. Su mano se movió y su camisa y bragas habían


desaparecido, simplemente como eso. Ella pensó que ese don particular no era
simplemente mágico, era práctico. Su mano se acercó a su pecho, ahuecando el
suave, y ligero peso, el índice y el pulgar rasgueando suavemente sobre su pezón,
enviando otro escalofrío a recorrer su cuerpo. Entonces él estaba agarrando,
tirando y rodándolo, y sus venas se volvieron calientes y se fundieron. El aliento
abandonó sus pulmones en una loca carrera y otro sonido escapó – otro suave
gemido.

― ¿Estás mojada para mí? ― Murmuró contra su clavícula.

Tragó saliva. Ella no estaba sólo mojada, estaba muy mojada. Y si seguía usando
sus dedos, la lengua y los dientes de esa manera, estaría empapada.

― Sí.― Ella apenas podía usar la voz. ― Por ti.

La besó de nuevo. Largo. Duro. Impresionante. Perfecto. Cuando levantó la cabeza,


sus ojos brillaban, oscuros con pasión.

― Pon tus brazos alrededor de mi cuello.

Fue su única advertencia y luego la acunó en sus brazos y flotaron a través de la


cueva hacia la cama. Le encantaba la sensación del movimiento a través del aire,
aferrándose a él, sosteniéndola cerca de él. Tampoco llevaba ropa, y esta vez, ella
quería verlo, tocarlo. Había sido tímida antes y todavía estaba un poco intimidada,

Saga Cárpatos
Dark Ghost
pero él le pertenecía. Él dejo eso muy claro y sintió que era cierto con cada respiro
que daba.

Ella sintió el colchón bajo su espalda, las piernas y los brazos tendidos hacia fuera,
y antes de que pudiera moverse, estaba en ella, cubriéndola. Era grande y su peso
debía haberla asfixiado, pero sólo sintió su cuerpo duro y fuerte, sobre suyo. Su
calor. Sus músculos. Su erección muy pesada. Eso envió otra oleada de humedad a
la unión de sus piernas.

― Me encanta que estés lista para mí. Me encanta que mi mujer me dé la


bienvenida.

― Me besaste, ― señaló.

Sus manos enmarcaron cada lado de su cabeza. Sus ojos azules flotaban sobre su
cara, su mirada caliente. Intensa. Posesiva. Llena de lujuria. Oh. Mi. Dios. Ese azul
le recordó el mar ártico más profundo. Otro torrente de líquido. Su corazón
tartamudeó.

― ¿Eso es todo lo que se necesita?

― De ti, sí.― Era honesta. ― Obtienes los mismos resultados cuando me miras. O
me tocas. Sosteniendo mi mano puedes hacerlo. Justo allí de pie viéndote precioso
podrías…

La besó, interrumpiéndola. Estaba muy feliz de que lo hiciera. Sus dedos


encontraron los de ella, enroscándose a través de ellos y extendió los brazos a
ambos lados de la cabeza y la besó hasta que ella se olvidó de cómo respirar sin él.
Hasta que su cuerpo estaba en llamas y no había nadie más en el mundo, solo ellos
dos.

Él besó su camino hasta la barbilla y luego fue a su oído, dientes tirando del lóbulo
de la oreja antes de que siguiera un camino a lo largo de su clavícula. Ella tuvo
que jadear, para encontrar una manera de que sus pulmones funcionaran, sus
manos luchando contra él, queriendo sentirlo. Tocarlo.

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― Esto no es justo, ― susurró. Él transfirió ambas manos a una de las suyas,


manteniendo los brazos estirados por encima de la cabeza, esta vez fijando ambas
muñecas al colchón.

― ¿Se suponía que debía ser justo por algo? ― Preguntó. ― Soy del mundo
antiguo, no del mundo moderno.

Le estaba tomando el pelo. Atormentándola y burlándose. Ella se retorció debajo


de él, pero su cuerpo le acababa de sujetar tan firmemente como lo hizo su mano.

― André. ― Jadeó su nombre en uno de esos raros momentos que pudo encontrar
aire.

Él presionó besos por la ligera pendiente de su pecho y le acarició el pezón. Su


lengua la acarició. Sintió el borde de los dientes. Su cuerpo casi se convulsionó de
placer.

― Te necesito en mí.

― Vas a obtenerme. ― Su voz era perezosa. Sexy. Él no levantó la mirada, estaba


ocupado en sus pechos, usando su lengua, sus dientes y sus inteligentes y traviesos
dedos. Su boca se cerró sobre su pecho izquierdo y succionó con fuerza.

― André.― Ella gritó su nombre, arqueándose hacia él. Su cabeza se volvió,


golpeando en la almohada.

― Me encanta escuchar mi nombre cuando te acercas. Estás cerca. Lo siento.


Todavía no he entrado en su cuerpo y ya estás cerca.― Había satisfacción en su
voz. ― Quiero que me des esto, sivamet. Necesito esto.

Sus palabras susurradas fueron tan sexy. El roce de su pelo largo contra su piel
alimentó el fuego que crecía en ella. Estaba ardiendo, y él estaba tan perfectamente
en control. No era justo. Necesitaba encontrar una manera de hacer que se
quemara, pero con las manos levantadas, era imposible. Sólo podía yacer bajo él,
sus caderas moviéndose, con el cuerpo apretado en tensión, más y más fuerte.

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Sus dientes de repente se hundieron en ella, justo encima de su pecho, justo en la


curva hinchada. Ella gritó, su cuerpo explotó, una implosión, el orgasmo
estrellándose sobre ella. Soltó sus manos y ella envolvió ambos brazos alrededor
de su cabeza, acunándolo mientras se alimentaba. Fue la cosa más erótica, y
sensual que jamás hubiera experimentado. La ola la tomó con fuerza, corriendo a
través de su cuerpo como un tsunami. Le encantó la sensación de su boca sobre la
de ella, sus manos deslizándose sobre su piel, moviéndose hacia abajo, abajo más
allá de su vientre y ahuecando su sexo. El poco aliento que le quedaba se había ido
cuando él empujó un dedo dentro de ella. Profundo. Posesivamente.

Mía.

Eso envió otra ola de calor corriendo a través de ella como una tormenta de fuego.
Sus músculos tensos sujetos con fuerza alrededor de su dedo, tratando de llevarlo
más profundo. Le encantaba estar con él. Amaba lo fuerte que él se sentía. Le
encantaba que pudiera sujetarla al colchón con su poderoso cuerpo y no aplastarla.
Le encantaba la forma en que él empujó un segundo dedo en ella para unirse al
primero y su cuerpo comenzó toda esa increíble construcción de nuevo.

Me encanta la forma en que sabes. Tan adictiva. Nunca conseguiré satisfacerme. Pasaran
siglos. Y nunca voy a conseguir llenarme.

Ella quería ser adictiva. Lo deseaba tanto que cerró los oídos a la palabra ‚siglos‛.
La que él arrojó alrededor de ella de modo casual. Su lengua lamió la curva de su
pecho y luego fue besando hacia el fondo de su estómago. Sus puños encontraron
su pelo. Él estaba en una misión, dejando un rastro de fuego detrás de él. Sus
grandes manos envueltas alrededor de sus muslos y abriéndolos. Ella abrió la boca
y trató de salir del colchón. Él plantó una mano en su vientre, la cabeza bajando.

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Su corazón casi se detuvo en la expresión de sus ojos. Nunca había visto esa
mirada en particular y, la verdad, tenía un poco de miedo. Caliente. Predatoria.
Intensa. Posesiva. Definitivamente lujuria. Y algo más que la hizo desplomarse.
Una demanda. Él podía hacer eso. La hacia débil. Moderna o no. Especialmente
cuando dejó caer su cabeza y su boca estaba sobre ella – ahí, entre sus piernas – y
ella se deshizo por segunda vez.

Todo sucedió muy rápido. Así que de forma inesperada. Sigilosamente, tomo
posesión de ella antes de que pudiera recuperar el aliento. No se detuvo. Su
lengua, sus dientes y sus dedos continuaron moviéndose. Pulsando en ella.
Moviéndose en ese dulce y maravilloso lugar, que hacía temblar su cuerpo, las
paredes llamas enviando a bailar a través de ella y los golpes la sacudieron una y
otra vez.

― André.― Susurró su nombre. Gimió. ― Es demasiado.

De nuevo. Más. Necesito más. Dámelo de nuevo, sabes como el néctar. Perfecto. Dame más,
sivamet.

Él estaba conduciéndola otra vez. Duro. Rápido. Implacable. Despiadado incluso.


Su boca era puro pecado. Su lengua malvada. Sus dedos inteligentes y exigentes.
Esta vez, el tsunami se la llevó con tanta fuerza, difundiéndose hasta sus pechos y
hasta sus muslos, tan fuerte que su cuerpo se estremeció y sintió las lágrimas
quemar sus ojos ante el gran milagro de esa sensación.

Él levantó la cabeza y estaba en ella de nuevo, entrando profundo en su mente y


ella estaba en la cima. La levantó por la cintura, hacia arriba en el aire.

― Tómame csitri. Las piernas a cada lado de mis caderas. Tómame en tu mano.

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Dark Ghost

Ella hizo lo que dijo, envolviendo su puño alrededor del grueso y caliente eje. Él se
estrelló hacia abajo derecho sobre ella, empalándola, obligándola a retirar su mano,
para luchar por aire mientras el fuego surcaba por su cuerpo y corría por sus
venas. Sus dedos mordieron profundamente en ella cuando él la instó a moverse, a
montarlo. Él la llenó por completo, por lo que al ser tan grueso y duro, se sentía
estirada y llena. Era exquisito. Hermoso. Perfecto.

Sus manos se deslizaron alrededor de su trasero. Se deslizaron por su espalda y


comenzó a aplicar presión hasta que estuvo metida contra su pecho, su cuerpo
moviéndose en el suyo. Controlando el ritmo. Sus manos fueron a su pelo, los
dedos deslizándose a través de la longitud del mismo.

― Avio päläfertiilam, ven a mi mundo conmigo, ― murmuró en voz baja. Tiró su


cabeza y se inclinó hasta besarla.

Sus besos eran extraordinarios. Se sentía mareada. Aturdida. Enamorada. El


movimiento de sus caderas, su cuerpo moviéndose en el suyo, era delicioso.

― Encuentra el ritmo, päläfertiilam, encuentra mi corazón. ¿Escucha mi pulso? La


sangre en mis venas te llama. Bésame. ―

Teagan lo besó. Descubrió que podía besar mucho mejor de lo que pensaba que
podía. Ella se quemó. En el profundo interior. En su mente. Ella necesitaba.
Ansiaba su sabor. Allí, en su lengua, ya era adicta a su gusto. Tenía que tener más.
Lo besó a su manera, a lo largo de su fuerte mandíbula, por su garganta. Ella lamió
su pezón plano y mordió en su piel con los dientes.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Su mano apareció entre su boca y la piel. Entre ese, pulso oscuro fuerte haciéndole
señas. Su mano se fue y luego volvió a dar forma a su cráneo, instando a su boca
contra él una vez más. Ella lamió la piel y allí estaba. Ese delicioso sabor adictivo.
Cada célula de su cuerpo se volvió salvaje. Fuera de control. Sus músculos se
sujetaron con fuerza alrededor de él, abrazándolo a ella cuando él sacudió su
cuerpo con más fuerza, enviando rayos de fuego a través de ella.

Ella lamió su piel y luego apretó la boca contra él, alimentándose, tomando en su
boca y en garganta ese sabor caliente, picante y masculino que era André. Las
llamas se extendieron desde la garganta a cada uno de sus órganos. Cada célula.
Podía sentir el incendio y la construcción de fuego pero eso no era suficiente.

Oyó a André gemir. Sexy. Lo sintió hincharse en ella, estirándola aún más. Sus
caderas se movieron salvajes, golpeando en ella una y otra vez. Más rápido. Más
fuerte. Ella se apretó sobre él, necesitando el fuego ahora. Necesitando su sabor.
Necesitando estar completa. Necesidad. Sólo una simple necesidad.

Dime que eres mío.

Sabes que lo soy. Y ella lo sabía. Su hermoso hombre extraordinario que podía darle
tres orgasmos antes de que él estuviera aún dentro de ella. Quien podría mostrarle
tal belleza y hacerla sentir tan extraordinariamente como bien.

Su mano fue hacia atrás, empujando entre la boca y el pecho. Era amable, pero
firme, incluso cuando ella protestó. Puedes tomar todo lo que quieras después, Teagan.
En este momento, quiero algo más.

La forma en que su voz rozó en el interior de su mente era simplemente


emocionante. Sus manos una vez más en su cintura y la levantó de encima. Ella
gritó y trató de atrapar la mirada, pero él rodó con ella sobre su estómago, cogió
sus caderas y les dio un tirón hacia arriba, con una mano en la nuca de su cuello,
presionando su cara hacia abajo para que su trasero estuviera alto.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Él entró en ella en un impulso rápido. Ella gritó. Ruidosa. La fricción era increíble.
Él era abrasador. Más profundo de lo que nunca había estado. Perfecto.
Impresionante. Quería más.

― Duro, André, ― susurró.

Ella volvió la cabeza hacia un lado, cerrando los ojos para sentir cada golpe.
Agarró la manta con ambos puños, sosteniéndose con fuerza mientras él se estrelló
contra ella una y otra vez, sacudiendo su cuerpo con cada empuje. Un rayo. Ella
podría haber jurado que había surcado a través de ella, grandes pernos candentes
que se bifurcaron y se extendieron por todo su cuerpo.

André fue más duro. Más áspero. Conduciéndose en ella con tal poder que sacudió
la cama debajo de ella. Ella sintió la construcción de un profundo maremoto en
ella. Comenzó en sus pechos. Se deslizó hasta sus muslos. En espiral con más
fuerza. Centrado allí en su sexo. Su cuerpo se estremeció. Ella se agarró a la dura
cubierta.

Déjalo ir. Lo siento. Dame lo que es mío. Tan hermosa, Teagan. Tan hermosa.

Su voz fue su perdición. El terciopelo, el tono sensual que acariciaba su piel y la


llevó directo del borde. Su cuerpo se apoderó. Clavada allí. Golpeó con fuerza,
enviando rayos a quemar a través de ella. Su canal femenino lo comprimió.
Convulsionando. Lo sostuvo en un apretón de estrangulamiento. Luego ella cayó,
arañando la cama para quedarse anclada, su cuerpo golpeando de nuevo en ella,
cuando el orgasmo se encendió, aparentemente interminable.

Ella sintió la hinchazón, estirándola más. Él gimió su nombre. Teagan. Suave.


Terciopelo. Sedoso. Perfecto. Sentía cada pedacito de semilla caliente derramarse
en ella. Eso provocó otro largo orgasmo. Se quedó en ella. No quería moverse,
respirando con dificultad en el colchón.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Sus manos se deslizaron por su espalda, una caricia tranquilizadora. Ambas manos
fueron a sus nalgas, masajeando, suavizando. Luego se apretó contra ella, su parte
frontal a la espalda, besando su camino por la espalda hasta llegar a la nuca de su
cuello. Él apartó su pelo a un lado y la besó allí, también. Ella se habría
derrumbado si no hubiera tenido firmemente su brazo alrededor de su cintura. No
quería perderlo, pero ella quería caer hacia adelante. Justo en su cara.

― ¿Estás bien?

― Mmm.― No podía formar una sola palabra. Con todos sus movimientos había
más réplicas. Grandes y deliciosas.

― Csitri.― Sus manos eran suaves cuando él salió de ella y la volvió en sus brazos.
Ella se encontró a su lado, su cuerpo apretado contra el suyo, el brazo bloqueado
por la cintura, un muslo entre los de ella. Su mano se alisó sobre su pelo. ― Mmm,
no es una palabra.

Ella pasó la mano sobre su brazo. ― Lo es ahora. Eres delicioso, André, por lo que
mmm es definitivamente una palabra.

Él sonrió en voz baja. Su mano se movió hasta la caja torácica a la taza del peso
ligero de su pecho. Ella se estremeció cuando su pulgar le acarició el pezón. Su
vientre dio un pequeño espasmo y tuvo otra deliciosa réplica.

― Tus pechos son tan sensibles.

― Pequeños. Siempre he querido tener senos más grandes. Contemplé la cirugía


por un tiempo. Nada encaja bien. La ropa, quiero decir.

― ¿Una cirugía?

Ella volvió la cara para mirarlo por encima del hombro, con ganas de ver su
reacción. Se sentía perplejo. ― Sí. Cirugía. Implantes. Para hacerlos más grandes.

― ¿Por qué? ― Ahora se veía horrorizado.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― Así me vería mas como una mujer en lugar de un niño.

Sus ojos se ablandaron.― Teagan. Eres la mujer más hermosa que he visto en mi
vida. Amo tus pechos.― Su palma ahuecada sobre ella, tragándola.― Me encanta
la forma en que se sienten en mis manos. En especial amo lo sensible que eres.
Nunca pienses una cosa así de nuevo.

Lo dijo en serio. Teagan podía decirlo. Él se sorprendió y aún más, se horrorizo. Su


palma ahuecó su mama. Sosteniéndola a él como algo precioso, como si estuviera a
punto de desfigurarse a sí misma y que él tenía que detenerla. Se encontró
relajándose en él. No tenía idea de lo mucho que su reacción significaba para ella.
Siempre, durante todo el tiempo que podía recordar, equiparo su belleza con la de
sus hermanas. Todas ellas eran simplemente impresionantes. Todas ellas tenían
curvas reales. Un montón de curvas. Más de una vez habían entrado en una sala
llena de gente, la sala se había quedado en silencio. Teagan estaba tan orgullosa de
ellas. No sólo eran hermosas, sino que también eran agradables.

Ella tenía un padre Europeo, que había dejado a su madre, tan pronto como se dio
cuenta de que su pareja estaba embarazada. Su madre había muerto dando a luz a
ella. Teagan era diez años más joven que su hermana más cercana y se veía muy
diferente de todas ellas, pequeña, ligera, con muy pocas curvas y el pelo salvaje,
que era más seda que pelo y era imposible de domesticar. Ella era un cerebro, no
tenía habilidades sociales reales, pero sus hermanas la amaban con todo de ellas.

― Teagan. No me gustaría una cosa así.

Ella trató de no sonreír. No importaba cuán dulce fuera André, a menudo sonaba
como si estuviera emitiendo una orden. Amablemente. Pero aun así, una orden.

― ¿Recuerdas cuando te dije que tenía problemas reales con las figuras de
autoridad? Los mandones. Especialmente los hombres. ― Pensó que un
recordatorio podría ser justo la cosa. Estaban empezando su relación, y ella podía
ser quien también lo pusiera sobre la línea por él. ― No soy exactamente una presa
fácil, André. Tengo un temperamento.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― Sivamet.

Solo eso. El sonido de la palabra junto con su acento sedoso envió un pequeño
temblor directo a través de todo su cuerpo. Él sólo la había vuelto una locura, le
había hecho el amor de manera salvaje y le dio como un millón de orgasmos, pero
su cuerpo se olvidó y reaccionó de nuevo. Joder. No tenía idea de que iba a
convertirse en una máquina de sexo.

― ¿Qué significa eso exactamente? ― El lenguaje era tan hermoso y tenía tantos
significados, que ella quería escuchar sus traducciones.

Se quedó en silencio un momento, claramente tratando de traducir la palabra en


inglés para ella. Podía sentir su barbilla acariciando la parte superior de la cabeza.
Incluso le encantaba eso. Su cuerpo estaba curvado alrededor de ella, protector y le
encantaba que él se acurrucara cerca. Ella podría acostumbrarme a eso.

― De mi corazón. Mi amor. Un cariño en mi idioma que significa algo más. No


puedo explicarlo mejor que eso.

A ella le gustaba eso. Le gustaba estar en su corazón. ― Eso es bueno. Me hace


sentir especial. ― Mordió su labio inferior por un momento. ― ¿Um, André?

― No dudes en preguntar cualquier cosa, Teagan. Eres mi otra mitad.

― Esto me gusta. Sosteniéndome así. Sería demasiado problema, que antes de que
tengas que ir a dormir en el suelo, sin embargo me hagas el favor de decirme que
los ataúdes no están involucrados...

― No hay ataúdes.

Había un rastro de diversión en su voz. Le gustaba que pusiera eso allí. Él no era
un hombre que se riera o encontrara diversión en muchas cosas. Ella había estado
en su mente. Sabía que, sin embargo, parecía estar al borde de la risa a su
alrededor. Estaba agradecida de que pudiera hacer eso con él.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― Ya que no podemos dormir juntos en la noche, ¿serías capaz de sostenerme así


hasta que me duerma? ― Se sentía un poco tonta preguntando, pero era la
sensación más increíble. Ella nunca se había sentido tan segura en su vida.

André la hizo sentir como si hubiera caminar sobre el agua por ella.

― Duermo durante el día, Teagan. También lo harás.

― Parte del tiempo, ― estuvo de acuerdo. ― Porque, por supuesto, quiero pasar
la mayor parte de mi tiempo contigo, pero hay cosas que no se pueden hacer en la
noche.

Suspiró y rozó su boca sobre su pelo. ― ¿Csitri, no me oíste cuando te dije que no
puedes ir a ningún lado sin mí?

Ella se puso rígida. ― No. He oído que dijiste que no puedo salir de esta cueva y tu
protección, pero no estamos viviendo aquí. ― Respiró. ― ¿Estamos?
¿Permanentemente? Quiero decir, vamos a tener un hogar. Una casa. Algún lugar
al que mi familia pueda venir a visitarnos. ― Ella estaba empezando a entrar en
pánico. ― No sé de dónde saqué la impresión de que no te importaría vivir en los
Estados Unidos, si fuera importante para mí.

― Si algo es importante para ti, Teagan, entonces vamos a hacerlo. Mataias, Lojos y
Tomás están en los Estados Unidos y me gusta mantener mis ojos en ellos. Saber
que te encontré les permitirá aguantar un poco más de tiempo. He sido un nómada
desde hace siglos, pero podemos tener una base de operaciones si eso es
importante para ti.

Ella hizo una mueca. Dijo una vez más la palabra, siglos. Estaba empezando a
aceptar que él realmente era de otra raza y que había vivido siglos, pero aun así,
era difícil de procesar. Casi inmortal le había dicho.

― Cuando sea mayor y me muera, ¿qué harás entonces? Dijiste que no habría otra
mujer. En términos de tu tiempo, aunque viva mucho, por ejemplo, hasta los
noventa, no es mucho tiempo en tus años.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― No vas a llegar a vieja.

Se dio la vuelta en sus brazos para mirarlo a la cara. ― Por supuesto, que lo haré.
No puede evitarlo, André.

Apretó la mano al estómago. No había comido nada en toda la noche, y tampoco


en lo que debería haber sido su día. La idea de la comida la ponía enferma, pero su
estómago estaba definitivamente haciéndole daño y estaba cada vez peor por
momentos.

― Cariño, creo que me voy a enfermar. No me siento muy bien.

Ella trató de rodar lejos de él, con miedo de conseguir que se enfermara, pero su
brazo se volvió hierro. Llegando a ella rápido. Su estómago se sentía como si
tuviera un millar de hojas de afeitar cortando a través de sus entrañas. Su pelo
estaba en todas partes, un lío terrible y pesado en la cabeza, tirando de su cuero
cabelludo. Sus ojos quemando. Su piel caliente. No sólo caliente, tan caliente que
comenzó a sudar.

― En serio, André, esto no es bueno. Estoy muy enferma y no quiero que veas
esto.

― No estás enferma, Teagan, ― dijo.

La dulzura de su voz le advirtió que algo estaba mal. Él sabía algo que ella no
sabía. Estaba muy tranquilo acerca de su sentimiento tan horrible. Había llegado a
pensar en él como su protector de todo, incluso de algo tan mundano como
enfermarse. Ella lamió sus labios repentinamente muy secos. Ellos ya estaban rotos
como si hubiera estado teniendo una fiebre alta durante varios días. Su estómago
estaba apretado y se inclinó casi doblarse.

― No me puedes tocar. Todo se siente tan pesado y tan caliente. Mi cabello me está
volviendo loca.― Estaba empezando a entrar en pánico. Estaban lejos de ayuda
médica. Tenía que haber contraído algún bicho extranjero. Uno desagradable.

Saga Cárpatos
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Inmediatamente su pelo estaba de vuelta en las trenzas, no tan complicado, pero
aun así, lejos de la cara, los hombros y la espalda. Una brisa fresca se arremolinaba
a través de la cámara. Se sentó, un paño frío y húmedo en sus manos.

― Estoy enferma. Necesito un médico. ― Ella trató de empujar su mano. Tenía


que alejarse de él, antes de que lo infectara.

― Estas pasando a través de la transición.

La explicación apenas penetro. Su cerebro aún dolía. Todo su cuerpo apretado,


cada musculo. Ella gritó, incapaz de soportar el dolor sin una salida. Nunca se
había herido tan mal en su total vida.

― No entiendo.

― Teagan, mírame. Sigue mi respiración. Ponte encima del dolor.

― No voy a tener un bebé, ― dijo entre dientes.

Pero el dolor se produjo en una ola enorme, dominándola. Su cuerpo convulsionó,


sus huesos mortales casi rompiéndose bajo la presión. Las convulsiones fueron tan
graves que casi se cayó de la cama. Sólo los brazos fuertes de André le impedían
caer al suelo.

― Lo sé. Estas pasando a través de la transición. El cambio. De tu vida a la mía. Tu


cuerpo esta deshaciéndose de las toxinas y los órganos están cambiando. Puedo
tomar el borde del dolor, pero no puedo soportarlo por ti, por mucho que me
gustaría hacerlo.

Su aliento silbó de sus pulmones. ― ¿Estoy qué? ― Trató de no gritar. Tal vez lo
había oído mal. Especialmente desde que le dio la noticia con voz de hecho, como
si ella no estuviera convulsionando y sus huesos casi rompiéndose en pedazos.
Dolía. Le dolía tanto.

No quería que él la mirara. Que fuera testigo de esto. No quería mirarlo, no cuando
él parecía tan remoto. Así de alejado. Quería llorar, pero no podía prescindir de la
energía. Otra ola venía. Sintió que se hinchaba a través de sus entrañas, cortándola

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como vidrio irregular. Intentó relajarse y respirar, al igual que André le había
dicho, pero era imposible. Sus pulmones se sentían cortados, crudos, quemando
con cada aliento que trataba de tomar.

Su cuerpo se contorsionó y la bilis se levantó. Sabía que iba a vomitar e intentó de


nuevo rodar fuera de la cama, para alejarse de André, para arrastrarse fuera de su
propia piel y desaparecer. André la atrapó en sus fuertes brazos y ambos bajaron al
piso de la cueva, lejos de su cama. Cuando él la envolvió en sus brazos, para evitar
que su cuerpo golpeara con fuerza en el suelo, la ola retrocedió.

Teagan levanto la vista hacia su rostro. Piedra pura. Una máscara. Sus ojos azules
glaciar. Nada más que hielo. Un músculo palpitó en su mandíbula. Sus manos eran
suaves. Él murmuró con dulzura hacia ella en su propio idioma, pero su cuerpo
estaba rígido, al igual que su rostro.

― ¿Qué me está pasando? ― Preguntó una vez más, necesitando una aclaración.
― De prisa. Va a venir de nuevo.

― Se necesitan tres intercambios de sangre completos para traer a otro a nuestro


mundo. Deben tener un don psíquico a fin de que la conversión tenga éxito.

Sus ojos se abrieron. ― ¿Estás diciendo que cuando termine esto, voy a ser como
tú? ¿Necesitaré sangre para sobrevivir? ¿La sangre de los demás? ¿Voy a tener que
dormir en el suelo?

La próxima ola ya estaba en ella. Esta era mucho peor que los demás, y ella se
apartó de él, vomitando, una y otra vez, su cuerpo rechazó todo lo que en ella era
humano. Su garganta se sentía cruda y sangrienta. Su piel no se sentía bien, y hasta
el cuero cabelludo dolía. Lo peor era su sección media. Un soplete se había añadido
a las cuchillas de afeitar de vidrio y dentados que la rozaban.

André se arrodilló con ella, sosteniéndola, limpiándole la boca con un paño


húmedo y fresco. De alguna manera, logro ubicar sus trenzas gruesas en la parte
superior de su cabeza, y deshacerse del desorden que acababa de hacer. Aun así,
ella lo detestaba.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Planeaste esto, ella acusó. Me hiciste esto.

No me diste otra opción. Nunca te veré ponerte en una posición tan peligrosa de nuevo.

No tenías derecho.

Tengo todo el derecho. No sólo es mi derecho, es mi deber, velar por tu protección.

Ni siquiera podía gritar de frustración, no con la garganta tan cruda. Sólo podía
empujar la pared de su pecho, rechazarlo físicamente al tratar de sacarlo de su
mente. Él quería entrar. De hecho, sus brazos se tensaron y él parecía rodearla, no
tanto con su cuerpo, a pesar de que pudo sentirlo cerca, pero con su fuerza y
poder.

Estaba demasiado débil para luchar contra él. La próxima ola llegó, adelantándose
antes de que estuviera lista, las convulsiones casi arrancando su cuerpo fuera de
sus brazos, pero él la mantuvo a salvo de golpear el suelo. No quería estar a salvo.
Quería estar sola.

Déjame, André. Dios. ¿Por qué no se iba?

Cuando el dolor se alivió lo suficiente para que ella recuperara el aliento, lo miró a
la cara. Había gotas de sangre cayendo por ella. Gotas de sangre goteando de sus
ojos. Golpeando en un solo chapoteo en su esternón y corriendo por la pendiente
de su pecho.

Por primera vez, ella lo sorprendió viéndose molesto. No sólo molesto. Devastado.
En el momento en que se dio cuenta de su mirada, controló su rostro, sus facciones
se asentaron en una tallada, máscara de piedra.

No lo sabías.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Se inclinó sobre ella, sólo por un momento y ella captó el dolor, no en sus ojos,
pero en su mente.

Yo debería haber investigado antes de someterte a esto. No saber no es excusa.

No saber no era una excusa, pero era algo. Podía ver que estaba sosteniéndose a sí
mismo junto, para tratar de ayudarle a conseguir pasar a través de eso. Incluso se
dio cuenta que estaba llevando en hombros la mayor cantidad de dolor posible.

La próxima ola fue peor que la anterior, sacudiendo su cuerpo hasta que estaba
rígido, retorciéndose y a continuación, golpeando hacia el suelo de la cueva. André
estaba allí, amortiguándola, rodeándola con su presencia. Podía oírlo, a lo lejos,
hablando en su idioma, su voz como el terciopelo y la seda.

Duerme ahora, Teagan. Voy a sostenerte cerca.

Ella había pedido, a André que la mantuviera cerca. Al principio, había querido
simplemente alejarse de él; ahora nada importaba, solo escapar. El soplete en su
estómago todavía estaba allí, pero la intensidad no era la misma.

Déjate ir por mí. Duerme ahora.

La orden fue más fuerte. Ella en realidad sintió el "empuje" detrás de su voz
sensual. Teagan lo obedeció y se dejó caer bajo cualquier hechizo que hubiera
concebido con el fin de detener su sufrimiento.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Capitulo 14

T eagan fue consciente de una brisa primero. Frio. En su cuerpo. Su cuerpo


desnudo. Enseguida fue consciente fue de Andre envuelto alrededor de ella.
Sosteniéndola con fuerza contra él. Su brazo estaba envuelto alrededor de la
cintura y su pierna entre las suyas. Ella se quedó inmóvil, tratando de averiguar si
ella había tenido una terrible pesadilla, lo cual era comprensible después de los
terribles recuerdos de su infancia que Andre le había mostrado. También había
tenido un encuentro con un verdadero vampiro. Eso le daría pesadillas a
cualquiera.

Ella se fijó en lo que la rodeaba. Sí. Todavía estaba en la cueva. Pero, podía ver, ver
tan bien como si estuviera en pleno día, y ella estaba en una cueva. Había sido
capaz de ver un poco antes, lo suficiente para que se preocupara, pero esto era
increíble. Alguien podría haber encendido las luces. Debería de haber sido algo
bueno, ya que era muy guay, pero no era así. Realmente, no lo era.

Tocó el colchón debajo de ella y dejó escapar el aliento lentamente. Estaba en una
cama, no enterrada en la tierra. Se sentía absolutamente bien. Sin dolor. No había
calambres. No tenía convulsiones. Incluso su garganta no le dolía. Aun así, se
sentía un poquito demasiado bien.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Volvió la cabeza para mirar por encima del hombro, al hombre que yacía
acurrucado a su alrededor. Protegiéndola. Tenía los ojos abiertos y estaba
mirándola. Sus ojos, sin defensas en ese momento, eran del suave azul del mar
profundo. Su corazón se contrajo. Su sexo se contrajo. Incluso sus pechos
reaccionaron, sintiéndose repentinamente hinchados y adoloridos. Con sólo
mirarlo a los ojos. Ella estaba en problemas.

― Estás despierta.

Se movió. Se inclinó para rozarle la boca con la suya. Gentil. Sin demandas. Eso no
era bueno, tampoco. Debido a que Andre era el tipo de hombre que querría sexo
por la mañana. Él querría sexo por la tarde. Y todavía querría sexo de noche. Él no
estaba siendo en lo más mínimo sexual, a menos que contara la pesada erección
presionando apretada contra su trasero.

― No es por la mañana, ¿verdad? ― Eso era todo lo que podía decir. Tenía la boca
seca de repente. Sabía que el sol se había puesto. Sabía que ya era tarde. Estaba en
una cueva en la que podía ver perfectamente, pero sabía que era temprano por la
noche afuera.

― No, el sol se puso hace una media hora.

― ¿Dormí aquí?

― Teagan.

Ella cerró los ojos y volvió la cara lejos de él. Aun así, con la sensación de
hundimiento en la boca del estómago, su cuerpo respondió a su voz. A toda esa
seda y terciopelo. Tan rico. Tan perfecto.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Creo que es necesario informarte, Andre, que no eres tan perfecto.― Se sentó,
deseando tener una camisa para cubrir su cuerpo. ― Ya te dije lo hermoso y dulce
que eres, lo que fue claramente un error. Se te fue a su cabeza o algo y te
convenciste de que podías hacer cualquier cosa.

Ella niveló su mirada hacia él. ― Lo que no puedes.― Al menos necesitaba una de
sus camisas. ― Creo que necesitas saber que no eres perfecto y que acabas de caer
hacia abajo en la escala de novio. Caíste hasta el fondo.

Se puso de pie. Era difícil caminar con gran dignidad cuando estaba absolutamente
desnuda. Realmente necesitaba mucho esa camisa. Al instante ella estaba envuelta
en calor. En su camisa. Una camisa de botones de franela, que era cálida, suave y
más que cómoda. Le caía hasta las rodillas, cubriéndola por completo.

El aliento abandonó sus pulmones apresuradamente. ― Gracias.― Porque eso era


mega-guay y la camisa la hizo sentir como si tuviera un poco de su propio poder
de regreso.

― Yo no te di la camisa. Tú lo hiciste.― Se dio la vuelta para mirarlo.

― No lo hice. No puedo hacer ese tipo de cosas.

― ¿Es la prenda que viste en tu cabeza?

Asintió lentamente, sus manos agarrando las solapas de la camisa.

― ¿Cómo?

― Estas totalmente en mi mundo, ― dijo Andre. ― La conversión se completó


hace dos levantamientos.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Allí estaba. Confirmación. Cerró los ojos un instante, su mente cerrándose por un
momento. Cuando levantó sus pestañas, Andre estaba en frente de ella, usando
nada más que un par de pantalones vaqueros suaves. Se aferraban a su excelente
cuerpo, cayendo bajo en sus caderas y ajustándose a su muy buen trasero. Podía
ver las dos cicatrices circulares en sus anchos hombros, su grueso y musculoso
pecho, desnudo y dos cicatrices circulares más en ambos lados de las costillas.
Tenía que decirse, pero no en voz alta, que era realmente hermoso.

Su mano subió y se posó en su cabello, su pulgar deslizándose suavemente sobre


su cara. ― Me alegro de que lo creas, sivamet.

Lo fulminó. ― ¿Qué parte de no en voz alta es lo que no entiendes? Eres un


bastardo. Una rata bastarda, como mi buena amiga Cheryl diría. ― Señaló con el
dedo a su pecho para dar énfasis. ― Una enorme rata bastarda. Que, en caso de
que no entiendas la traducción correcta, no es algo bueno.

Él se acercó más a ella, entrando en su espacio, y él era un hombre grande. Más de


un pie más alto que ella, superándola por más de cien libras, pero no le importaba.
Ella golpeó el pecho con la palma de su mano, porque si él se estaba poniendo en
su espacio tendría que pagar las consecuencias. Golpeo su pecho con la palma de
su mano porque si seguía metiéndose en su espacio pagaría las consecuencias. Lo
golpeo otra vez por si acaso y su temperamento se fue a un nivel superior porque
no pareció darse cuenta. El siguió mirándola con esos ojos suyos.

― Entiendo que tal vez no te diste cuenta que iba a sufrir las agonías del infierno,
pero no quiero esto. Yo iba a vivir mi vida contigo, a renunciar a la mayoría de los
días para estar contigo y luego morir una tranquila, una dramática muerte sin
vampiros involucrados. No tierra. No sangre, solo ordinaria muerte humana.

― Teagan.

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El corazón le dio un vuelco. Le golpeó de nuevo. ― No me llames Teagan. Lo que
vas a hacer, y lo estás haciendo en este momento, es quitar el vudú de mí y
volverme de nuevo a la normalidad. La camisa y ver en la oscuridad a un lado,
porque definitivamente tiene ventajas, la sangre y la tierra, no son cool y no quiero
eso.

― Teagan.

― Si dices mi nombre otra vez en ese tono particular, te lo juro, Andre, mi cabeza
va a explotar. Viendo que tuviste a bien tomar una decisión que alteró mi vida por
completo que no quiero, tienes que deshacerlo. Ahora mismo.

Cruzó los brazos sobre su pecho y lo miró directamente a los ojos para hacerle
saber que no estaba bromeando. Tenía que cambiarla de nuevo de inmediato. En
ese minuto. Sus miradas se encontraron. Retenidas. En el fondo de su estómago
ella sintió miedo primero y luego se deslizó al terror. Podía ver la respuesta en sus
ojos. Su lengua tocó el labio inferior. ― ¿No puedes deshacerlo, verdad?

Trato de alcanzarla. Pero dio un paso atrás, eludiéndolo, levantando la mano para
mantenerlo lejos. ― ¿Puedes, Andre?

Él negó con la cabeza lentamente y dio otro paso hacia ella. Teagan retrocedió dos
pasos, tratando de recuperar el aliento. ¿Por qué no podía desmayarse y salir de
esa situación? El terror la estaba arañando. Completo terror.

― Lo que hiciste estuvo mal, Andre. Lo entiendes, ¿verdad? Tengo el derecho de


tomar mis propias decisiones acerca de algo tan enorme. No puedes hacer ese tipo
de cosas.

Saga Cárpatos
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― No está mal en mi mundo, Teagan. Hay razones para que las palabras de unión
están grabadas en los machos de mi especie antes del nacimiento. Debemos unir a
nuestra compañera a nosotros. Sin ella, podemos convertirnos en el no-muerto. Un
monstruo horrible sin alma, que sólo busca infligir dolor y muerte en todo el
mundo como sea posible.

Se puso las manos sobre loa oídos y sacudió la cabeza. ― Para. Lo digo en serio.
Ni siquiera sientes haber hecho esto.

― Lamento que sufrieras a causa de mis acciones, ― dijo Andre. Su voz, seda y
terciopelo, penetro a través de sus manos a sus oídos y lograron entrar en su
cuerpo de esa manera. No podía respirar. Ni siquiera podía pensar. Todo el
tiempo, había creído que él podía hacer cualquier cosa, incluso revertir lo que
había hecho. Quería gritar.

― ¿Sabes lo que has hecho conmigo? ¿Sin pedírmelo? Sin mi permiso. Yo no nací
en el siglo que tú naciste. ― Quería correr. Iba a correr, para evitar en lo que se
había convertido. ― Yo no soy lo que, obviamente, necesitas o quieres. Mi hombre
no toma decisiones por mí. Ciertamente no una como esta.

Él seguía acercándose sin importar lo lejos que retrocediera, por lo que ella hizo lo
único que quedaba por hacer, se agachó bajo su brazo y corrió por el suelo de la
cueva. Nunca se había movido tan rápido en su vida. En realidad corrió con
asombrosa velocidad. Velocidad fenomenal. Siempre había sido pésima corriendo,
a pesar de que lo hacía para mantenerse en forma, pero aun así, esto era la
velocidad del rayo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Incluso su velocidad no la salvó. Andre enganchó su brazo alrededor de su cintura,
deteniéndola abruptamente. Ella le dio una patada tan fuerte como pudo en la
espinilla. Dolor corrió a través de su pie derecho hasta su propia espinilla. Andre
respondió meciendo sus pies y acunándola contra su pecho. Absolutamente se
negó a ser tan indigna como para arañarlo en la cara, a pesar de que quería hacerlo.

― Cálmate. No voy a permitir que te hagas daño.

― No digas permitir. ¿No has escuchado ni una sola cosa de las que he dicho? ―
Quería llorar. Los nudos en la garganta le atragantaron, pero no iba a llorar delante
de él. ― Estoy fuera de esta relación. En serio, Andre. Estoy rompiendo contigo.
No eres en absoluto el hombre que yo creía que eras.

Hizo una mueca ante eso. No físicamente, pero sabía que lo había golpeado
cuando se estremeció en su mente.― Me doy cuenta de que esto es muy difícil
para que lo proceses...

― ¿Tú crees? Bájame. Estoy hablando totalmente en serio, Andre. Hemos


terminado. Vas por tu camino, y yo voy por el mío. Sólo espero que la abuela
Trixie no me estaque antes de que pueda explicarle por qué tengo que beber su
sangre y dormir en el sótano. ― Ella lo miró. ― ¿Y quién es el responsable?

― Nadie va a estacarte, csitri.― Ahí estaba su voz de nuevo. Suave. Amable.


Tierna incluso. Mezclada con sólo un poco de diversión, lo que disparó su
temperamento de nuevo.

― No te atrevas a reírte de mí. Dios, Andre, ¿no ves lo que has hecho? Ya no soy
yo misma. No quiero esto. Me habría quedado contigo, te habría dado todo, y ese
era un regalo para ti. Me entregue a ti. Tomaste algo que no debías tomar y que ya
no es un regalo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Él la dejó en el suelo contra la pared del fondo, enjaulándola con su cuerpo más
grande y las manos sobre cada lado de ella por lo que no había escapatoria.

― Te entregaste a mí. Te pusiste a mi cuidado. Te dije que te protegería, Teagan. Es


imposible protegerte cuando estoy en la tierra y estás estas en otro lado. Cualquier
cosa puede pasarte. Yo no sobreviviría a tu pérdida.

― No tenías derecho, ― susurró. ― No puedo aceptar esto. No puedo. No puedes


quitarme mi libertad.

― No entiendes el concepto de compañeros. Estamos unidos. Tu alma es la otra


mitad de la mía y somos uno ahora. Completos. ― Él le tomó la barbilla en la
mano, inclinándose hacia ella por lo que no fue posible, alejarse de él. Su pulgar
acarició la suave piel de su rostro. ― Intenté explicarlo lo mejor que pude, Teagan.
Te mostré lo que nunca he compartido con nadie más. Tú necesitabas saber quién
soy y por qué hago las cosas que hago.

― Eso está bien para ti, Andre, pero sigue siendo egoísta. Me quitaste la decisión
de las manos y no te importó cómo me sentiría.

― ¿Es eso lo que realmente piensas, sivamet? ― Sus ojos brillaban hacia abajo, en
los ella. ― Tú eres siempre mi primer pensamiento. Siempre. Te lo estoy diciendo
y te quiero en mi mente. Quiero que escuches que lo que digo y siento es la verdad.
Es imposible para mí permitir que te pongas en peligro. Física, mental y
emocionalmente imposible. No soy un hombre moderno. No sé las reglas de tu
mundo. ― Tampoco quiero. ―Yo vivo en mi mundo, y es muy peligroso.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Tampoco quiero. Captó ese pensamiento fugaz y sacudió su cabeza lejos del calor de
su mano acariciante. Empujó su pecho. ― Escuche eso. Tú no quieres saber las
reglas de mi mundo. En el que yo vivía. En el que crecí. Tengo familia que significa
el mundo para mí. He viajado por todo el mundo por mí misma o con algunas
amigas, he hecho senderismo y escalada y tomo mis propias decisiones.

― Decisiones que te llevaron a un asesino en serie y a un vampiro. No creo que


este sea tu mejor argumento, csitri.

Allí estaba el humor débil otra vez, que hizo que quisiera que su cabeza girara
alrededor del cuello tres veces y sonidos de demonios salieran de su boca. Cuando
eso no sucedió se conformó con golpearle el pecho con su puño. Ella luchó para
mantenerse bajo control. Cuando estuvo bastante segura de que podía manejar su
temperamento y el miedo, respiró hondo y lo miró a la cara.

― Andre, necesito que retrocedas. Voy a vestirme, empacar mis cosas e irme a
casa. Necesito aceptar esto y quiero hacerlo en casa, rodeada de gente que me
quiere. Personas que van a escucharme cuando hable con ellos.

Sus dedos se cerraron alrededor de la nuca. ― Te vas a quedar aquí conmigo y


hablaras conmigo. Voy a escucharte y vamos a resolver esto entre nosotros. Tú eres
mi corazón y mi alma. Nadie más te ama o te necesita en la forma en que lo hago.
Nadie. Ni tu abuela. Ni tus hermanas.

― Para. Justo ahí. Eso no es escuchar, ― se vio obligada a señalar.

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― Escuché, Teagan. Escuché cada palabra que dijiste. No me estás escuchando. Sé
que tienes miedo. Todo sobre mi mundo es aterrador y nuevo para ti. Tu abuela y
tus hermanas no pueden responder a sus preguntas o ayudarte a ajustarte. ― No
iba a dejar que se fuera. Podía ver la determinación en su rostro. Este hombre, este
hermoso hombre, la había atrapado en un cuerpo que no era suyo. Lo peor de todo
era que en realidad entendía su razonamiento. No estaba de acuerdo con él, pero
había visto la terrible tragedia de su infancia. Estaba aterrorizado por ella cuando
se subió a la roca y de alguna manera despertó al vampiro en su guarida.

Había tendido sus señuelos, al igual que una araña, y estuvo a punto de ser
atrapada en su red. Al parecer, en el mundo de Andre, los hombres podían dictar.
Eso no iba a suceder. Simplemente no. Ella tomó un respiro y lo dejó salir.

― André, dices que los compañeros están predestinados. Que sólo hay una y ella
es tu otra mitad. Somos muy diferentes. Soy moderna y fui educada para decir lo
que pienso, tener mis propias opiniones y tomar mis propias decisiones. Es
evidente que en tu mundo, las mujeres hacen lo que los hombres les dicen que
hagan...

Él se rió. En voz alta. En realidad echó la cabeza hacia atrás y rió. El sonido era
increíble. Hermoso. Era hermoso cuando se reía. Nunca lo había oído reír de todo
corazón y el sonido era pura música. Sus ojos se iluminaron y su rostro se había
vuelto más suave.

― ¿Qué? ― Ella trató de inyectar mal humor en la demanda, pero verlo reír era
fascinante y fracasó por completo.

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― Las mujeres en mi mundo no hacen lo que sus hombres les dicen. No las que yo
he podido ver, a menos que tenga algo que ver con la seguridad. Yo diría que
obedecen porque eligen obedecer y saben que sus hombres y toman en serio su
seguridad. No son estúpidas. Quieren estar a salvo de los peligros de nuestro
mundo.

Ella entrecerró sus ojos a él. ― ¿Estás insinuando que soy estúpida?

Sus dedos se apretaron en su nuca. ― Teagan. En serio. Tienes toda la razón de


estar molesta y herida por lo que hice, pero no busques otras razones. Tenemos
que hacer frente a este problema.

Su cabeza realmente iba a explotar. No le importaba si los dedos que estaban


masajeando la tensión de su cuello se sentían muy bien, o que él fuera el hombre
más caliente del planeta. O que su voz se deslizara dentro de ella cada vez y se
volviera en su interior un charco derretido de necesidad y de calor abrasador.

― ¿Te das cuenta? ― le dijo entre dientes, advirtiéndole. Porque en serio,


necesitaba estar advertido. ― Que parándote tan cerca de mí, cuando detone y me
convierta en una bomba de llamas, vas a quedar atrapado en la explosión. Por tu
propia seguridad, André, retrocede y deja que esto suceda.

Se inclinó hacia ella, una mano todavía en su nuca y la otra en su vientre, los dedos
separados ampliamente, empujándola ligeramente para que ella estuviera contra la
pared. Su cabeza descendió y rápidamente volvió la cara lejos de él, sabiendo que
si la besaba, sólo podría ceder, y no iba a hacerlo. No sobre esto. Era demasiado
importante.

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Bésame, Teagan. Su boca siguió la de ella. Apretó los labios y negó con la cabeza. Su
mano pasó de su vientre a su mandíbula, controlando de su cabeza. Su boca se
froto suavemente sobre la de ella, su lengua trazando su labio inferior y luego la
costura de su boca.

Teagan negó con la cabeza, mirándolo. Cuando sus labios se cerraron, todavía lo
regañó. Tu capacidad de escuchar necesita mejorar seriamente.

Bésame sivamet. Su lengua lamió sus labios. Su boca rozó la de ella, enviando
pequeños dardos de fuego directo a su corriente sanguíneo, donde se lanzaron
como una bola de fuego hacia su sexo. Pensó resistirse. Realmente, lo hizo. Pero tal
vez lo que necesitaba era ser besada. Necesitaba algo. Estaba tan asustada de lo
que era, que quería consuelo.

Abrió la boca y al instante se perdió en él. Sus besos la dejaron sin aliento. En
llamas. Es más, le arrastraron a otro reino por completo en el que no podía pensar.
Sólo sentir. En el momento en que empezó a devolver su beso, André tiró de ella
hacia él, sus brazos fuertes, incluso poderosos. Profundizo el beso, devorándola.
Ella encontró su hambre con la suya.

Brazos alrededor de mi cuello, sivamet. Ahí estaba esa hermosa voz. Terciopelo. Seda.
Un tono áspero que envió un hormigueo que le recorrió la espalda y fuego líquido
derramándose de su sexo. Su boca no dejo la de ella, y sentía como se derramaba
en ella, por su garganta. Toda él. Quién era. Lo que era. Cómo se sentía. Cuánto
sentía. Fue intenso. Tan intenso que sus ojos ardían con lágrimas por los dos.
Deslizó sus manos por su pecho hasta los hombros y luego le rodeó el cuello con
los brazos. En el momento en que lo hizo, él la levantó.

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Fácilmente. Tan fácilmente. Que en lugar de hacer que se sintiera vulnerable, se
sentía segura. Atesorada. Cuidada. Él siguió besándola, incluso cuando tenía que
respirar, y luego simplemente respiro por ella. Su pecho desnudo apretado contra
su frente desnuda. Su camisa se había ido tan fácilmente como había llegado.
Como magia. Ella no sabía si lo había hecho ella o si lo había hecho él, pero no
importaba. Lo único que le importaba era su ardiente boca y sus manos ahuecando
su trasero desnudo.

Date prisa, André. No puedo esperar. Su admisión entrecortada era la verdad. Su


cuerpo ya estaba listo y muy apretado. La tensión acumulada rápido, sólo por sus
besos. Sus pezones se deslizaron sobre su pecho. Por la forma en que sus dedos se
hundieron en los firmes músculos de sus nalgas. Su sangre estaba demasiado
caliente en las venas. Podía escuchar los latidos de su corazón, acelerándose como
el suyo. Lo necesitaba en su interior.

Mi mujer impaciente. ¿Estás lista para mí?

Sí. Date prisa.

Envuelve las piernas alrededor de mí. Ábrete para mí.

Ella no había hecho eso. Ella había empujado en la fuerte columna de su muslo con
sus pies, sin pensar. Sin saber y ella debió hacerlo. Ella hizo lo que le dijo al
instante, envolviendo sus piernas alrededor de él. Al instante sintió su perfecta, y
hermosa cresta presionando firmemente a la entrada de su sexo. Tan caliente. Tan
perfecto. Cada vez. Sin importar cómo la tomara, sentía el fuego que rabiaba a
través de ella y se dejó quemar. Le dio la bienvenida. No había miedo esta vez
porque ya estaba cansada del miedo, no podía procesarlo. Se estiro hacia él,
necesitando empalarse en él. Conectarlos.

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André. Frustrada, agarró su cabello en un puño, sus dedos deslizándose a través de
la seda en una pequeña caricia. Se movió contra él. No estás escuchando de nuevo.

Estoy escuchando. ― Aun así, él la sostuvo allí, esa punta caliente presionando
contra ella, sin darle lo que ella necesitaba.

Su boca abandonó la de ella y besó su camino hacia su cuello. Su garganta. Eso fue
hermoso, también, pero sólo la puso más caliente.

¿Que estas esperando? preguntó.

A ti, päläfertiilam, estoy esperando por ti. Teagan se congeló. Allí estaba. Ella estaba en
su mente. Sabía lo que necesitaba, su aceptación de él, de su mundo. Estaba
desnuda. En sus brazos. Quemándose por sus besos. Su cuerpo fuera de control,
sus caderas retorciéndose y el presionando en su entrada, lo suficiente para que
ella sintiera su calor abrasador, ese tramo quemante que se sentía tan bien que la
hizo desesperar por más.

Mordió su hombro, cerrando los ojos. Estaba hecho. No podía regresar. ¿Sería
capaz de vivir sin él? Incluso ¿Quería? ¿Pero era ella del tipo de mujer que podría
ser dictada? De ninguna manera. Y él estaba usando el sexo para salirse con la
suya, lo que era su prerrogativa, ¿no? André la presionó hacia abajo lentamente,
otra pulgada de él llenándola, estirando los músculos tensos hasta que ella gimió
su nombre en su hombro.

Tet vigyázam avio päläfertiilam.

Le susurró las palabras en esa voz. La que no podía resistir. Con ese acento. Cerró
los ojos y le acarició el pecho.

No sé lo que eso significa.

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Mírame. Quiero ver tus ojos.

Tomó un respiro, sabiendo que necesitaría uno, y levantó los ojos hacia él. Oh Dios.
Estaba en muchos problemas. Había amor allí. Amor verdadero. Amor intenso. El
tipo de amor que no había manera de resistir. Ella se derritió por dentro.

― Quiere decir Te amo, mi compañera. Significa que te voy a atesorar para


siempre, por la eternidad. Eso significa que estarás a salvo en mi cuidado, ―
susurró, manteniéndola cautiva con la mirada. ― Significa que voy a hacer un lío
de las cosas y tú harás que las arregle y tendrás que perdonarme. Significa todo
eso, Teagan. Perdóname. Se mía. Entrégate a mí y permíteme el privilegio de
quererte para siempre.

Teagan sabía que no era el sexo. Era la sinceridad en su voz. El amor en sus ojos.
Sobre todo era la intensidad de su emoción en su mente. Ella era todo para él. Todo
su mundo. Toda su atención. Él estaba diciendo la verdad absoluta, no habría otra
mujer para él. Ella podría no entenderlo, pero no había otra mujer en el mundo
entero, y no la había habido durante tantos siglos largos. ¿Cómo podía darle la
espalda a él? Y la verdad era que, ella no quería.

― Te amo, también, André, ― ella admitió, mirándolo fijamente a los ojos. Sus
ojos eran tan azul oscuro y líquido que querían fundirse directo en él. Él la besó.
Duro. Áspero. Hambriento. Sus manos fueron a sus caderas y la golpearon con
fuerza hacia abajo sobre su polla, subiendo al mismo tiempo. Él la inclinó hacia
atrás contra la pared y la penetró con fuerza. Era salvaje y fuera de control. Era
perfecto. Hermosos. Se mordió el labio. Más fuerte. Más. Dame Más.

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Los llevó al suelo, solamente, por supuesto, porque era André, había una manta
debajo de su cuerpo. Aun así, el duro suelo no daba de sí y con las piernas
envueltas alrededor de sus caderas, pudo empujar en ella con golpes duros y
satisfactorios que sacudieron su cuerpo y enviaron llamas rompiendo a través de
los dos. Se acercó a él, sintiendo el fuego que se apoderaba de él. Amenazando con
consumirlo, consumirlos a los dos.

Se movió a su encuentro. Tratando de aumentar la fricción maravillosa, su cuerpo


apretando y tirando para mantenerlo en ella. Él estirándola, llenándola,
invadiéndola, tratando de ir tan profundo como pudiera. Sintió que las llamas se
levantaban en él. La ola amenazando con devorarlo. Realmente sintió que se
iniciaba en sus dedos del pie y subía hasta las fuertes columnas de sus piernas.

Déjate ir, le exigió. Teagan lo miró, a la cara. Él la miraba, su mirada la devoraba.


Hambriento de algo. Contigo, le dijo. Sacudió la cabeza. Necesito verte. Me encanta la
forma en que te ves, cuando te doy esto. Por mí, sivamet. Dame esto ahora.

Empujó con fuerza. Una vez. Dos veces. Por tercera vez. Estaba tan cerca. Sintió el
fuego en su saco, hirviendo, rugiente. Aun así espero. Su propio cuerpo estaba tan
cerca. Sólo tenía que dejarse ir y dejar que el la tomara. Darle eso. Mirándolo
fijamente a los ojos, lo hizo. Le dio lo que quería. Su orgasmo rugió a través de ella,
tomándola rápidamente, corriendo por sus muslos y hasta sus pechos, en el
estómago y enviando fuertes temblores a través de su canal femenino. Sus
músculos tensos, constreñidos alrededor del pene de Andre, apretando, agarrando
con fuerza. Mientras tanto el miraba su rostro.

Hermosa, ― respiro en su mente. La cosa más hermosa que he visto en mi vida.

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Él entro en ella, fuerte. Duro. Profundo. Una y otra vez, moviéndose a través de
sus músculos tensos, prolongando su orgasmo, hasta que lo llevó con ella. Él gimió
suavemente al oído, con un último empuje, enterrándose hasta el final, lo más
profundamente posible. Se tumbó sobre ella, su corazón golpeando, ambos
tratando de recuperar el aliento.

André estaba encima de ella, su cuerpo casi aplastando el suyo, por lo que era
difícil para ella respirar. Él la sostenía con fuerza, sus brazos a su alrededor, su cara
enterrada en su cuello, todavía muy dentro de ella. Era la primera vez que había
hecho eso, no aligerar su peso, y ella deslizó sus brazos alrededor de él,
sosteniéndolo, sintiéndose completamente rodeada y tomada por él.

Sus manos se deslizaron por su cuerpo a su cabello, los dedos hundiéndose en las
trenzas. Levantó la cabeza y sólo cambio de peso corporal. Ella contuvo el aliento,
pero algo en sus ojos le impedía protestar. Él la miró como si hubiera casi perdido
a su mundo y se lo hubieran dado de nuevo a él. Estaba aterrorizada de afrontar el
cambio en ella, y todavía estaba enojada con él, de que él hubiera hecho tan
trascendental decisión sin consultar siquiera con ella, pero honestamente no sabía
si realmente podía haberle dejado. El vínculo de compañera por un lado, aunque
no acababa de entender lo que era, pero sabía que amaba a André.

Eran todas las pequeñas cosas que hacía, lo que la hacían sentirse especial y
hermosa. No podía generar la energía para decirle que todavía estaba enojada con
él, así que en vez de eso, tomo la oportunidad de pasar sus manos lentamente por
la espalda para sentir los deliciosos músculos de allí. Dejó que la paz rodara sobre
ella, el calor de su cuerpo y la sensación sólida de él rodeándola le daba eso.
Teagan nunca se había sentido cómoda en cualquier lugar que no fuera en casa en
otro lugar que con su abuela y sus hermanas. Ella solo no encajaba.

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Le gustaba la gente, pero nunca se sintió lo suficientemente cómoda con ellos para
compartir su cuerpo o su alma. Siempre estaba en el borde. Tenía amigos, pero ni
siquiera ellos la conocían muy bien, ni siquiera con los que había crecido. André
estaba en su mente. Con ella casi todo el tiempo. La conocía. La forma en que
pensaba. Lo que pensaba. Cómo pensaba. Sólo lo sabía. Él la entendía.

― Voy a trabajar muy duro para solucionar este problema entre nosotros, ― dijo
André suavemente. Rozó besos a lo largo de su garganta y hasta la barbilla y de
allí, hasta la comisura de su boca.

― Y vamos a hablar antes de tomar decisiones. Cuando las tomemos, lo haremos


juntos ― Teagan le solicito.

Él la besó. Su estómago parecía una montaña rusa y sintió que sus músculos
internos se apretaban alrededor de él. Su corazón se derritió. Encontró que sus
brazos rodearon su cuello por su propia cuenta por lo que podría enterrar los
dedos en su cabello. Cuando levantó la cabeza y la miró, ella parpadeó varias
veces, sintiéndose un poco aturdida e incluso más suave. Ella entrecerró los ojos.

― Lo estás haciendo de nuevo, ― acusó. Ambas manos fueron a sus hombros y lo


empujó. ― ¿Qué estoy haciendo?

― No te hagas el inocente. Sabes muy bien lo que estás haciendo. No me has


contestado. Te dije que tomaríamos juntos las decisiones.

Frotó la barbilla a lo largo de su mandíbula. ― Sivamet.

― ¡Oh, no, no me vas a decir sivamet con esa voz o a besarme hasta que este sin
sentido. Levántate, André. Vamos a resolver esto ahora mismo, necesito ropa y que
estés fuera de mí para hacer esto.

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― ¿Cuándo te beso te dejo sin sentido? ― Le sonrió.

― Sabes muy bien que lo haces, por lo que tomas cada oportunidad para besarme
cuando quieres hacer algo a tu manera.

― No estaba haciendo eso, pero me parece una buena idea. ― Había diversión de
nuevo en su voz. Le gustaba eso demasiado. Le empujó de nuevo y esta vez, se
deslizó fuera de ella y al instante se arrepintió de haber insistido. Se levantó en un
movimiento fluido, se agacho para alcanzarla. Hizo un gesto con la mano y ella
estaba limpia, fresca y completamente vestida con los pantalones vaqueros más
suaves que había tenido, desvanecido y azul antiguo. Le encantaban. Su parte
superior era un suéter suave, ajustado en color crema. Bueno, eso era simplemente
genial. Ella no era una persona mañanera. Sin su té negro favorito, simplemente no
se movía. Ser capaz de hacer esto le ahorraría tiempo y esfuerzo. Pasó sus manos
por las piernas, sintiendo el material. André llevaba vaqueros similares y una
camisa que se ajustaba a través de todos esos músculos increíbles que tenía.

― Me encantan los pantalones vaqueros, André, pero por lo general uso


pantalones con los que puedo escalar con facilidad.― Tenía que decir algo porque
se veía hermosos, y eso fue lo que la metió en problemas en primer lugar. ¿Quién
sabía que era susceptible a los hombres de las cavernas?

Su sonrisa era débil, pero no había diversión en sus ojos. ― Teagan. Seriamente.
Puedes volar. Puedes cambiar tu ropa con un gesto de la mano y poniendo la
imagen en tu mente.

Se mordió el labio. Eso era en serio genial. ― Andre, no tengo hambre en absoluto.
Tal vez no voy a tener que tomar la sangre de alguien. ― Le dijo
esperanzadamente porque, en realidad, ella podría acostumbrarse a los aspectos
geniales de estar en su mundo.

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― Antes de que te despertaras, me alimente y después te di alimente, ― dijo
André. Todo rastro de diversión se había ido y estaba observándola de cerca. Muy
de cerca. Sus ojos cubiertos y un poco posesivos. ― Me dijiste que te gustaba que
te abrazaran, así que te saqué de la tierra donde estabas sanando y me aseguré de
que estuvieras completamente curada antes de despertarte.

Su estómago dio un vuelco y se llevó una mano allí. ― ¿Estaba en la tierra?

― Tenías mucho dolor, Teagan. En el momento en que supe que era seguro
enviarte a dormir, lo hice. Te puse en la tierra para que sanaras. Has estado allí por
dos levantamientos.

Sabía que quería decir el levantamiento de la luna. Dos noches. Cuarenta y ocho
horas. Él la había alimentado. Eso significaba que le dio su sangre. La había sacado
de la tierra. La había limpiado. Y abrazado. Se mordió el labio de nuevo. Por
mucho que todo fuera su culpa, él todavía había sido considerado. No se podía
haber enfrentado a todo eso. No la sangre y la tierra.

― ¿Los insectos se arrastran sobre nosotros cuando estamos en la tierra?

Su ceja se alzó. ― ¿Insectos?

― André, no me importan los insectos, pero que no se arrastren por todo mi


cuerpo.

― Haré todo lo posible para evitar que eso suceda.

― Y a partir de ahora tomamos las decisiones juntos, ― presionó.

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Se quedó en silencio durante un largo rato. Demasiado largo. Volvió a entrecerrar
los ojos. Se merecía sus ojos entrecerrados y su ceño fruncido. Su más profundo
ceño. Él suspiró. ― Los compañeros no se pueden decir mentiras el uno al otro. No
siempre eres racional, Teagan, y yo no discuto bien.

Ella se indignó. ― Soy muy racional.

Sacudió la cabeza. ― No lo eres. Y ya admitiste tener problemas con que alguien te


diga lo que tienes que hacer. ¿Qué sucede cuando te doy una orden y no obedeces?

― Tú no das órdenes, André. Yo no obedezco. ― Ahora, por fin, ella sabía por qué
la gente en los libros era a veces descrita como "arrancándose el cabello". Porque
ella quería arrancarse el suyo. Era imposible. Parado allí, viéndose hermoso con su
altura superior y diciéndole que no era racional. Lo que sea.

― No fue racional venir aquí sola y entrar en las montañas con un asesino en serie
quien, añadiré también era un violador en serie.

Ella agarro su larga trenza y dio un tirón. ― No puede usar eso como un ejemplo.
No sabía que él era un asesino en serie.

Se quedó en silencio. Sus ojos azules tenían un leve rastro de diversión en ellos.
Nunca podría resistir eso. Aun así. Era completamente racional en todo momento.
No quería pensar en nada de esto ahora mismo. Ella necesitaba ser normal, aunque
sólo fuera por un corto tiempo. Discutiría las decisiones que cambiarían su vida
con él, cuando no estuviera tan emocional, porque ella era racional. Sintiéndose
mejor, respiró hondo y soltó el aire.

― Gracias por esta tarde. El despertar, quiero decir. Eso fue muy amable de tu
parte, haberme retirado de la tierra y...um... alimentarme. Todavía no estoy lista
para la realidad.

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― Soy consciente de ello, sivamet. Estoy encantado encargarme de esas cosas por
ti. Estarás lista con el tiempo, pero por ahora, me gusta cuidar de ti. La idea de que
te alimentes de la sangre de otro hombre, no me sienta bien. Los dos tenemos cosas
que aprender. ― Eso libero aproximadamente un millón de mariposas en su
estómago. Levantó la mirada hacia él, tratando de sonar racional y práctica.

― Voy a ir a ese pequeño pueblo para informar que Armend Jashari está muerto y
que alguien tiene que venir y recoger su cuerpo. Después tengo que hablar con la
policía del pueblo o lo que sea y a hablarles de las mujeres que mató. Después de
eso tengo que llamar a la abuela Trixie y decirle que conocí a alguien.

Pudo ver, por la forma en que su rostro se ensombreció y sus ojos se helaron, que
una vez más creía que no estaba siendo en lo más mínimo racional o práctica.

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Capitulo 15

A ndré se quedó fuera de la entrada a la cueva, mirando hacia el cielo nocturno.


Gris y brumoso, ni siquiera las nubes se veían.

― Viene una tormenta, ― anunció. ― Una de verdad.

― A diferencia de una falsa, ― Preguntó Teagan, sonriéndole.

Teagan estaba llena de sonrisas, lo sabía, porque consiguió lo que quería. No era
racional o práctico. Le había explicado que no era una buena idea para los
Cárpatos llamar la atención sobre sí mismos. Él estúpidamente había mencionado
que podría fácilmente conseguir que alguien llegara a la montaña, y encontrara el
cuerpo y finalmente descubrieran los cuerpos de las mujeres que Armend Jashari
había matado.

Ella había saltado por todo eso y argumentado que si podía hacer eso, él podría
protegerla en un pueblo con tan pocas personas. Así que lo estaba haciendo igual
de irracional que ella, porque no podía decirle que no. No cuando sentía su
necesidad de hacer algo normal, algo humano. No cuando podía decir que había
enterrado su miedo, pero estaba ahí. Estaba aterrorizada y aún se mantenía

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tranquila. Sobre todo no le podía decir que no, porque la amaba y quería darle
todo lo que quería y no podía darle lo que más quería.

No, sólo no podía. Si era honesto, él nunca le daría eso, nunca desharía el haberla
traído de lleno en su mundo, incluso si eso fuera posible, que no lo era. No sabía
que sufriría de la forma en que lo había hecho, pero aun así, estaba hecho. Ella era
suya. Superaría el estar enojada, y podía admitir que su enojo era justificado, pero
no era el tipo de mujer que se aferrara a la ira.

Él había dicho que no era práctica, pero lo era. Sabía que no podía revertir la
conversión. Debido a que no podía enfrentarse a ello, lo enterró junto a todos sus
miedos y volvió a la normalidad humana. Lo dejaría encargarse de la muerte de
Jashari y los cuerpos en la montaña, pero ella sólo quería caminar por las calles y
mirar escaparates. Normal.

Andre sacudió la cabeza y extendió la mano para tomar la suya. Estaba temblando,
pero no lo dudó. Tenía que darle algo más. Teagan admitió que tenía miedo de
todo, pero que no quería dejar que el miedo la gobernara. Aceptaría el reto de su
nueva vida. Tenía que darle tiempo. Cerró la mano alrededor de la de ella y la
atrajo hacia sí.

― ¿Quieres volar? Por ti misma, quiero decir. Tú lo harías, no yo.

Su aliento salió en un torrente de vapor blanco. Se estremeció. Se llevó la mano a la


nuca para aliviar la tensión.

― En primer lugar, quiero que aprendas a controlar la temperatura de tu cuerpo.


Cuando tengas frío o calor, puedes regularlo para estar cómoda.

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Sus ojos se abrieron como platos. Sorpresa. Shock. Como si estuviera dándole un
regalo. Sus dedos se apretaron en su cuello y la trajeron más cerca del refugio de su
cuerpo. Tenía una forma de verlo que lo hacía sentir como si él fuera el único
hombre al que veía. O vería. Le gustaba mucho eso. Él nunca había considerado lo
que sería en realidad tener una compañera, pero estaba aprendiendo. Las
emociones intervenían con el pensamiento racional.

― Puedo volar. ¿Por mí misma?

Él asintió. ― Hay un montón de maneras de hacerlo, pero la más fácil es tomar la


forma de un pájaro. Usamos búhos en la noche, ya que son más comunes. Los
búhos se encuentran en cualquier lugar. Mientras sepas cual es la especie nativa de
la zona, nadie sabrá que estás en su vecindario.

Sus ojos brillaban hacia él. No podía detenerse. La envolvió en un brazo y la atrajo
con fuerza hacia él, ajustándola a su costado. Con la otra mano le levantó la cara y
le dio un beso en la boca. No podía dejarlo allí, no una vez que la saboreaba. Ella
era tan adictiva. No quería ir a un pueblo lleno de seres humanos con ella. Quería
pasar unos pocos levantamientos en la cama con ella. Vertió eso en sus besos,
diciéndole sin palabras lo que sentía.

Teagan parpadeó cuando levantó la cabeza, por lo que le dieron ganas de gemir de
frustración. Otra cosa que pasaba con las emociones, era la pérdida de su gran
control sobre su anatomía. Ella parecía más en control de su cuerpo que él. En el
momento en que él la atraía hacia sí, o ella tenía esa aturdida, y confundida mirada
sexy en su rostro, su cuerpo se ponía tan duro como una roca.

― Me encanta cuando me miras de esa manera, ― admitió.

Saga Cárpatos
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Ella le sonrió y tocó la yema del dedo en su boca.

― Creo que tus labios deben ser preservados en bronce o algo así. En serio, André.
Estás sonriendo, pero no tienes ni idea.

Tenía una idea porque sentía lo mismo por su boca, por todo su cuerpo, pero sobre
todo por su mente. Le encantaba la manera loca en que su mente funcionaba.
Nunca sabía lo que iba a decir, o pensar, al momento siguiente. Ella lo hacía reír.
Había vivido siglos y no sabía que podía reír. Ella le había dado eso. Ese regalo.
Tantos regalos y todavía no tenía ni idea de lo que era para él. Lo que significaba
para él.

Él la cuidaría, la protegería y la única manera en que podía hacerlo era


asegurándose que estaba con él en todo momento. No podía arriesgarse a que
anduviera alrededor de la montaña en el día, cuando cualquier cosa podía
sucederle y no podía salvarla. Ella entendería la necesidad una vez que hubiera
pasado algún tiempo en su mundo y lo aceptara. En este momento, lo sabía, no
podía dejar de sentir que la había traicionado.

Besarlo como lo hacía, aun sabiendo que estaba molesta, que tenía miedo y que
sentía que la había engañado, era un milagro en sí mismo. Él era un hombre que
había renunciado a los milagros. Había renunciado a su vida. Había pensado en
morir con honor, y en ese momento de desesperación absoluta de que él tendría
que continuar, había llegado a él con su risa, sus besos y una luz brillante, tan
brillante que brillaba desde su alma.

― ¿Así que cómo? ¿Cómo me cambio de esto... ― Teagan señalo su cuerpo. ― ¿A


eso? ― Ella señaló al cielo.

― Te mostraré primero. Y luego te voy a hablar a través de los pasos.

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Ella asintió, su labio inferior atrapado entre sus dientes. Podía ver el destello de
miedo en sus ojos, sentirlo en su mente, pero ella quería saber cómo volar. No iba a
permitir que el miedo le impidiera aprender. André sintió el aleteo de su corazón y
los nudos en el estómago, que había tenido desde que se habían levantado
aflojaron un poquito. Teagan enfrentaba frontalmente la vida. Su Teagan.

Se llevó su mano a la boca y le dio un beso en los nudillos, porque si la besaba en la


boca no iban a ir a ninguna parte que no fuera el interior de la cueva. Dejando caer
su mano, dio un paso atrás, dándose a sí mismo y a ella espacio. No quería que ella
se asustara cuando cambiara de forma.

― El cambio siempre comienza en tu mente, Teagan. Permanece en la mía y ve la


imagen que proyecto. Puede ser cualquier cosa desde ponerse la ropa a quitársela.
El cambio es más difícil al principio porque tienes que tener tu imagen en perfecto
detalle. Aprenderá cómo hacerlo y se convertirá en una segunda naturaleza. Ya no
tendrá que pensar en ello, tu cuerpo simplemente lo hará.

Ella asintió, pero dio otro paso atrás. No le gusto, pero le dio su espacio.

― Sivamet, si esto es demasiado pronto, no hay necesidad de iniciar todavía.


Puedo llevarte a la aldea. Vas a disfrutar de eso también.

Ella respiró. ― Quiero aprender. Esto es algo que iría en el lado pro de ser como
tú. Tengo que tener una gran cantidad de ventajas en este momento, André.

Él le sonrió. No pudo evitarlo. Era tan adorable. Tan determinada. No creía que un
hombre pudiera amar a una mujer más de lo que él amaba a Teagan en ese
momento. El no espero, porque ella sólo tenía mucho valor y ya había enfrentado
bastante.

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Andre imaginó deliberadamente el búho en su mente. Eligió el mediano-grande


búho Ural porque estaba seguro de que Teagan lo habría visto en numerosas
ocasiones. Plumas grises, ojos oscuros, sin mechones en las orejas, pecho
fuertemente rayado en gris y blanco. Una buena envergadura de cuatro pies.
Feroz. Libre. Hermoso en vuelo o sentado muy quieto, esperando a su presa. Ellos
golpean con sus garras y protegen sus territorios, nidos y polluelos con una mente única,
feroz y muy agresiva.

Él le dio la información, así como le mostro la estructura de las plumas y el detalle.


Mientras lo hacía, él alcanzo el cambio, el cambio a la forma de esa criatura
asombrosa. Él lo hacía a la velocidad del rayo como una regla. Podía cambiar en el
aire en un abrir y cerrar de ojos. Había estado cambiando durante siglos y era una
segunda naturaleza para él, pero lo hizo lento para que ella pudiera ver lo que
pasaba.

El jadeo de Teagan casi le hizo detenerse a medio cambio, pero ella dio un paso
más cerca del ave formándose, sus ojos muy abiertos por la sorpresa y el asombro.
Todo su rostro se iluminó. Se quedó firmemente en su mente.

Mientras estás cambiando, se sentirá extraño, pero debes mantener la imagen que deseas en
tu cabeza todo el tiempo.

― ¿Qué pasará si me equivoco?

Incluso en el cuerpo de la lechuza, escuchó el temor en su voz. ― Yo estaré contigo y


puedo guiarte. Mantén tu mente en la mía. Céntrate en la imagen de la lechuza. Estudia mi
forma antes de que lo intentes. No tengas miedo, Teagan, no voy a permitir que nada malo
te suceda.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Teagan respiró hondo y caminó alrededor de la lechuza. Era una criatura
poderosa. Inteligente y, ella podía ver, feroz, al igual que André había descrito. Su
disco facial era prominente y sobre todo de un color grisáceo. Había un aro
alrededor del disco que tenía bellos puntos, como perlas, ligeros y oscuros. La
cabeza era redonda y la cola, con su punta en forma de cuña, era larga.

Quería hacer el cambio. Había visto como lo hacía André, pasando de su altura,
anchos hombros, torso ancho al de una lechuza, eso había sido increíble. Lo había
visto con sus propios ojos y todavía no lo podía creer. Y pensar que ella podría ser
capaz de hacer eso era…bueno...extraordinario.

Ella se lamió los labios repentinamente secos. Tenía que hacer esto. Podría ser más
emocionante que subir una V13, que era una locura difícil pero absolutamente
preocupante y absolutamente satisfactorio.

― El cambio comienza en la mente, ― murmuró en voz baja. Determinada. Podía


hacer esto. André la trajo a su mundo, porque había tenido demasiado miedo para
permitirle permanecer en el de ella. No quería tener que preocuparse de que él
fuera a querer que no hiciera cualquier cosa que él considerara peligroso para ella.
Eso le dio confianza. Él le dio su confianza, porque a pesar de todo, sabía, sin
sombra de duda, que André nunca dejaría que nada le pasara.

Volvió a respirar hondo, mantuvo la imagen de la lechuza en su mente y ordeno a


su cuerpo cambiar. En el momento en que sintió el tirón en su piel se sobresaltó,
pero se sentía a André allí con ella. Él era cálido y fuerte en su mente. Estable. En
calma. Así de tranquilo, como si esto fuera un evento cotidiano, no el monumental
fenómeno que realmente era.

Su calma se propago a ella. El corazón siguió el ritmo constante del suyo. Sus
pulmones siguieron los suyos. Sostuvo la imagen con firmeza, ayudándose con la
orden, deseando que su cuerpo cooperara.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Cuando sucedió estaba tan sorprendida que el búho hembra casi se cayó.
Realmente no había creído que fuera posible para ella. André, sí. Él podía hacer
cualquier cosa. A ella no le sorprendería si movía una montaña. Pero para ella,
cambiar. Poder sentir el cambio de cuerpo. Reformarse. Era pura euforia, era
alarmante porque significaba que ella ya estaba aceptando que había buenas, no,
grandes cosas acerca de estar en el mundo de André.

¡Lo hice, André! Mira, realmente lo hice. Esta es la cosa más increíble en el mundo entero.
Lo mejor. Bueno, ―ella corrigió. Eso no es estrictamente la verdad porque besarte es lo
mejor. Umm. Bueno, eso es casi lo mejor. Hacer el amor contigo es lo último, pero esto
realmente, realmente se ubica a la altura. Pero no tan bien. Simplemente genial. Tal vez
más genial.

Ella sintió su risa. Allí mismo, en su mente a pesar de que era una lechuza. ¡Ella era
una lechuza! Deseaba que sus hermanas estuvieran alrededor. La abuela Trixie no,
porque la estacaría con ese kit de cazar vampiros, que compro por internet, pero
estaba bastante segura de que sus hermanas pensarían que era genial que fuera
una lechuza.

Um. André. ¿Podemos ir a la iglesia? Debido a que la abuela Trixie es fanática de la iglesia.
Si me derrito o me incendio dentro de una iglesia, ella no va a estar feliz conmigo. Ya estoy
en peligro de ser estacada por ella.

La lechuza masculina sacudió la cabeza como si ella estuviera siendo loca, pero era
toda la verdad. La cuestión de la iglesia es absolutamente legítima. ¿Has estado dentro de
una iglesia, alguna vez, desde que has sido así?

Nací de esta manera. Extiende tus alas, csitri. Hay que acostumbrarse a moverse en el
cuerpo de la lechuza. Y no, no voy a la iglesia, pero Ivory y Razvan, Mikhail y Raven lo
hacen. Conozco ambas parejas muy bien. Ninguno se ha incendiado en una iglesia, aunque
ellos cuatro podrían fácilmente convertirse en humo si lo desearan.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Ella agitó sus alas como un pájaro salvaje, con mucho entusiasmo. Era totalmente
increíble. ― ¿Puedo convertirme en humo? Ella podría asustar a sus sobrinos con el
cambio. ¿Cómo de genial sería?

Creo que deberías tratar de volar primero. El humo es más complicado. Toma unos saltos.
Tendrás que aterrizar. Y, Teagan, sé que esto se siente increíble, pero tienes que mantener el
control. Quédate cerca de mí todo el tiempo. Hay vampiros cerca. No queremos que sepan
que estamos cerca de ellos. Creo que todavía están curándose de sus heridas, y recolectando
fuerzas, pero tienen que alimentarse, y eso significa que saldrán en cada levantamiento para
hacerlo.

¿Saben que mataste a su amigo? Ella continuó batiendo sus alas y saltando alrededor
en sus pies con garras. Genial. Lo mejor a excepción de los besos y el sexo con
André, por supuesto.

Los vampiros no tienen amigos. En los viejos tiempos, si se encontraban algún otro,
luchaban hasta la muerte para mantener el territorio. Ahora, un maestro vampiro
encontrará novatos, los que se acaban de convertir, y los utilizara como sus peones.

No podía dejar de notar el desprecio en su voz. Tenía tal sentido de lo que era
honorable en la batalla que encontraba terrible esa práctica. Ella abrió su pico en
una similitud de una sonrisa.

El vampiro se ha conectado con todos sus peones. Todos ellos son conscientes de que derrote
al no-muerto en batalla. No regresó a su amo con una víctima con que alimentarle.

Se quedó inmóvil. Dejo de saltar alrededor y dobló sus alas. ¿Me estás diciendo que
iba a llevarme con su amo para que el pudiera alimentarse de mí?

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Dark Ghost
Cada uno de los peones será enviado para traer una víctima para su amo. Fue herido más
grave que los otros en nuestra batalla. Si no hubieran llegado a su rescate, lo habría matado.

Peleaste contra él, y por eso estabas herido cuando te encontré.

Yo estaba en mal estado, admitió. No pude abrir la tierra lo suficiente para arrastrarme
dentro. Estaba tan débil. Afortunadamente, pude abrirla lo suficiente para que los
nutrientes en el suelo me ayudaran a rejuvenecer lo suficiente para que pudiera curarme
eventualmente.

Yo te hubiera curado, le dijo en voz baja. No como tú lo haces, pero realmente puedo curar
a las personas manipulando los cristales y centrándome en el problema.

Ella había querido curarlo. Eso había sido importante para ella, pero cuando vio su
don, se dio cuenta de que era mucho más que el de ella.

No mucho más, sivamet. Diferente. Muévete a la parte superior de ese pequeño montículo
de tierra justo por encima del barranco.

¿Crees que han encontrado otra víctima para llevar a su amo en mi lugar? No pudo evitar
el temblor en su voz. No podía imaginar cómo se hubiera sentido ser llevada a
alguien peor que el vampiro que había encontrado.

No lo sé. Lo cazaré, pero si tiene a alguien con él, csitri, ya es demasiado tarde.

La dulzura de su voz provoco un vuelco en su corazón. Incluso sintió una caricia


en su mente. Cómo era eso posible, y sin embargo él la calmó con su toque no
físico.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
¿Él la mataría de inmediato? El vaciló, y su estómago se revolvió. No estaba segura
de que quisiera la respuesta, no sabía si estaba indeciso acerca de revelar lo que un
vampiro maestro le haría a su víctima.

No hay manera de saberlo. Lo dudo. Querría alimentarse el mayor tiempo posible de su


víctima, mientras se cura. Sabe que estoy cazando. No querrá moverse hasta que piense que
es seguro.

Eso decía mucho. Teagan se dio cuenta de que el vampiro maestro tenía que tener
miedo de André. Él había combatido al vampiro maestro y a varios de sus peones.
No pudo evitar la pequeña oleada de orgullo que sentía por él, así como el miedo
por él. Ella quería que el evitara que los vampiros tomaran más víctimas, pero al
mismo tiempo, no quería que le hicieran daño. Ni un rasguño.

Deja de pensar en los vampiros, Teagan. Esto requiere completa concentración. Tienes que
permitir que tu lechuza tome el vuelo. Tendrás que retroceder al fondo, lo suficiente para
que cualquier forma que tomes pueda comportarse de forma natural, contigo presente lo
suficiente para guiarla. No trates de hacer cualquier otra cosa. Una habilidad a la vez.

Él no tenía que recordarle eso. Ella era una escaladora y le aterrorizaban las alturas.
Ella sabía cómo enfocar todo su cerebro en un solo problema, especialmente
cuando tenía miedo. Estaba a punto de tratar de volar. No se arriesgaría mirando
al cielo, porque consideraba el cielo tan alto, lo más alto a lo que ella llegaría.

Um, André. Su corazón empezó a martillar. Ella lo oyó. Los pájaros lo oyeron, y
también lo hizo él. Hay algo que debes saber acerca de mí.

Dime.

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A menudo, es decir cada momento, me pierdo completamente cuando estoy cerca de los
cincuenta pies. Me congelo. Siempre lloro. Es una cosa de pánico total. No puedo evitarlo.
Me hablo a mí misma hasta que salgo de él, o mi compañero de escalada lo hace, no importa
la frecuencia con que escalo, lo que es mucho, en la roca, y con cuerdas en las subidas
mayores, siempre entro en pánico.

Teagan.

El corazón le dio un vuelco. No desprecio. No discusión. No le decía que no lo


hiciera. Sólo su nombre. Tierna. Dulce. Seda y terciopelo. Su voz ayudó a
tranquilizarla.

Estaré contigo. Si llegas demasiado alto y te da pánico, te puedo hablar para sacarte de eso.
Yo estaré a tu lado. Mírame. Te tengo, siempre.

Ella le creyó. Ese hombre tranquilo, absolutamente seguro, no permitiría que nada
le pasara a ella. No parecía importarle que ella necesitara consuelo, o que confesara
que entraba en pánico. Estaba ahí, justo a su lado, y sintió que estaba orgulloso de
ella, tanto si se lanzaba al aire como si no.

Estás permitiendo que te muestre mi mundo, csitri, y me siento honrado y privilegiado por
hacerlo. Era tan formal. Tan galante. Quería que su abuela Trixie lo conociera. Sabía
que su abuela lo amaría. También sus hermanas. A menos, por supuesto, que la
abuela Trixie no se diera tiempo para conocerlo y le estacara al instante.

Teagan. Mantén tu mente en el vuelo. Estás distrayéndote a ti misma. Por supuesto que
lo estaba haciendo. Estaba a punto de dar un salto de fe y arrojarse de un
acantilado muy alto. Había mirado hacia abajo, y no era bonito. Rocas. Debajo de
eso, árboles. Necesitaba un minuto, pero si ella no cerraba los ojos y lo hacía, tal
vez nunca experimentaría volar por su cuenta.

Saga Cárpatos
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Deliberadamente se retiró en su mente, deslizándose hacia atrás para permitir que
la lechuza fuera a la parte delantera. Al instante el pájaro extendió sus alas y tomó
vuelo. Sin dudarlo. Estaba en el aire. Casi inmediatamente fue consciente de la
noche. La niebla sobre ella. La forma en que sus plumas atraparon el aire y
proporcionaron aislamiento. Las franjas en las plumas primarias del ala, en
realidad rompían la turbulencia del aire que acometía sobre la superficie del ala. Se
dio cuenta de que era la razón por la que la lechuza se quedaba en silencio
mientras volaba por el cielo.

Ella estaba volando. Teagan Joanes, volando. Locura genial. Si ella no quería mirar
hacia abajo, dejaría que la lechuza lo hiciera, así ella estaría bien. Perfecta. La
sensación del aire moviéndose a través de ella y sobre ella era asombrosa.

Tienes que guiar a la lechuza. Tú eres la lechuza, y sin embargo no lo eres. Estoy a tu lado.
Nada sucederá si miras hacia abajo. Mirar a través de los ojos de un búho es maravilloso y
no te lo puedes perder.

Eso es un soborno total. Si ella estaba siendo honesta, el soborno estaba funcionando.
Quería ver a través de los ojos de la lechuza. El miedo brillaba a través de ella. No
quiero que me veas en modo pánico. Tú ya crees que soy irracional. No necesito que pienses
que soy irracional también.

No creo que seas irracional, Teagan.

Eso es porque no me has visto en pleno pánico. Yo soy irrazonable. Me llevo siglos
mantenerme a mí misma bajo control.

Abre los ojos y déjate ver. Guiare ambos búhos y estarás perfectamente segura. No dejare
que te caigas.

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Teagan había pasado años aprendiendo a meditar y tomar respiraciones profundas
para mantener la calma cuando sus temores la superaban. No estaba en absoluto
preparada para esta situación. El no entendía, y ella estaba un poco avergonzada
de confesarlo.

Yo escalo, André. Puedo saltar o el ascender con una cuerda, pero prefiero escalar.

¿Y eso significa? ― él impulsó. No se había dado cuenta de que su opinión


significara tanto. Ella nunca se había preocupado mucho por lo que otros pensaran
de ella. Iba por su propio camino y hacia sus propias cosas. Pero le importaba lo
que André pensara de ella.

Escalando, soy solo yo enfrentándome a un problema. El control de la subida. Si subo con


una cuerda, estoy dependiendo de alguien más para salvarme si estoy en problemas. Le
avergonzaba, no tener suficiente confianza en ella para permitir que un compañero
de escalada la asegurara correctamente. Ella nunca había sido capaz de superar ese
miedo, poner su vida en las manos de otro sin desmoronarse.

Teagan.

Su voz rozó sobre ella. A través de ella. Seda y terciopelo. Dentro del búho, ella se
estremeció, incapaz de detener su reacción a su voz hipnotizadora. A ella nunca le
había gustado su nombre tanto como cuando él lo decía en ese tono.

Has puesto tu vida en mis manos en varias ocasiones. Eres muy valiente enfrentándote a mi
mundo, lo creas o no. La idea del cambio tiene que ser aterrador, sin embargo seguiste mis
instrucciones y tuviste éxito.

No había considerado que confiaba en él para sacarla de una mala situación si era
necesario. La idea del cambio había sido increíblemente fascinante. Ella estaba
determinada a aprender. Sí, había tenido miedo, pero ella podía sentir a André en

Saga Cárpatos
Dark Ghost
su mente. Su presencia, incluso sin su cuerpo físico era tan increíblemente grande y
poderosa, tan firme. Como una roca.

¿Cómo podía confiar en él con su vida, casi un desconocido que la había forzado a
un mundo con el que ella no quería tener nada que ver, y sin embargo, no confiaba
en la gente que conocía desde hace años? Asombrosamente, se dio cuenta de que
era la verdad absoluta.

Estoy en tu mente, csitri. Tú estás en la mía. Sabes que yo te protegeré con mi último
aliento. Tú lo sabes. No importa lo que he hecho para enfadarte, sabes que siempre y por
siempre seré una constante en la que sabes que puedes confiar.

No me recuerdes que me has enfadado. Y enfado es una palabra muy suave para describir lo
que siento cuando pienso en lo que hiciste.

Entonces me arrepiento de sacar el tema.

Pero no había ningún remordimiento. Siguió esperando que André sintiera


remordimiento o culpa. No encontró ninguno en su mente, sólo la tristeza y el
pesar por lo que ella sufrió. Él no sabía lo dura que era la conversión para un
psíquico humano y él deseó haber investigado más cuidadosamente y a fondo,
pero ella sabía, sin lugar a dudas, que todavía la habría convertido. Su cultura y la
de él, eran muy opuestas cuando se trataba de lo que a los hombres se les permitía
hacer con sus mujeres.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Ella lo entendió aún más después de ver lo que le había sucedido cuando era un
niño y el trauma que había sufrido. Podía ver la razón en su mente, que había
luchado con honor por siglos y que si él no los ataba juntos, él estaba en riesgo
porque ya estaba tan cerca de la oscuridad de su especie. A decir verdad, no
acababa de entender eso, pero ella sabía que era suficientemente real. Esas razones
eran las únicas cosas que le impedían luchar por una libertad que no estaba segura
de que ella realmente deseara.

Teagan, déjate mirar. Guío a la lechuza. Permanece bajo mi ala. Voy a tenerte en mi mente.
Nada malo va a pasarte.

Ella le creyó. Estaba tranquilo. Una roca. Firme. Había algo tan poderoso e
invencible acerca de André que simplemente no había dudas. Ella estaba a salvo.
Respiró hondo, sintiendo por dentro el cuerpo de la lechuza, y abrió su visión
detrás de los ojos del búho. Por un momento estuvo desorientada. Los búhos
podían ver grandes distancias, debido a la forma de sus ojos y de su capacidad de
voltear a la cabeza. Le tomó sólo un momento adaptarse a eso. El suelo no estaba
tan lejos como pensó que estaría, y el búho podía ver todo, detectar el movimiento
más pequeño de la vegetación mientras se movía arriba.

Desde arriba, los árboles se veían hermosos. Impresionantes. Nunca había pensado
en ver la parte superior de los arboles como podía desde la perspectiva de un
pájaro. André era el guía, manteniendo las coordenadas en su mente a lo que su
búho hembra respondió y fue volando desde la montaña hacia el pueblo en la
distancia. Aun así, fue emocionante ver la belleza de la tierra desde su posición en
el cielo y sentirse como si estuviera navegando, aunque fuera por la instrucción de
André.

Saga Cárpatos
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Tan hermoso, André. Verdaderamente hermoso. Había asombro en su voz y ella no
trató de ocultarlo. Sabía que él estaba mostrándole los dones de su mundo con el
fin de luchar contra las cosas que ella consideraba negativas. Sentía que él estaba
contento. Más, sentía que le estaba dando el mismo regalo que él le había dado.
Por primera vez en siglos, estaba experimentando algo que daba por sentado con
nuevos ojos, sus ojos.

Es hermoso, estuvo de acuerdo. Había algo en su voz que la dejó sin aliento. Que
envió pequeños dardos de fuego lamiendo por su espalda y en su cuerpo, a pesar
del hecho de que ella no estaba en su forma natural. Entendió entonces que ella
todavía estaba presente, y su atracción por él, sus respuestas, se iniciaban en su
mente y se movian a través de su cuerpo. En su mente, ella todavía tenía su cuerpo
y siempre lo tendría. Ella estaba allí, había simplemente mezclado las moléculas e
hizo de su forma algo más. Todavía se sentía, pensaba y razonaba como Teagan.

Adictivo, André. Volar es adictivo. Al igual que escalar. Como tú. No le importaba
admitirlo. Él ya sabía que ella pensaba que era absolutamente lo mejor. Todavía
podía estar enojada con él y decirle la verdad.

Está bien cariño, tal vez la ira se está desvaneciendo. Tal vez es todo sobre el miedo a las
cosas que esperas de mí.

Sivamet.

La ternura de su voz ocasionó un vuelco en su corazón.

Saga Cárpatos
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Teagan, no espero que vayas al suelo consiente. No hay razón alguna, para que tengas que
ser consciente de ello. Puedo envolver mi cuerpo alrededor del tuyo y esperar a que te
duermas, asegurarme de que estás dormida por la noche y ponerte en la tierra donde te
rejuvenecerás. Puedo despertar antes, alimentarte y asegurarme de que estés limpia y en la
cama de nuevo conmigo antes de despertar. Te lo he dicho, lo que te hace feliz y cómoda en
nuestro mundo es lo que quiero hacer por ti.

Ella sabía que decía la verdad. Era imposible pasar por alto la sinceridad en su voz
o su mente. Pero aun así, el cerebro de Teagan jugaba con el "qué pasaría si", un
juego que siempre jugaba cuando estaba subiendo con otros. Siempre se
consideraba el eslabón débil. Si alguien se caía o era herido y estuvieran a
cuatrocientos o quinientos pies, incluso en un arnés, ella tendría que bajarlos. Por
supuesto que había entrenado para ello. Incluso había practicado varias veces, pero
siempre se preguntaba si entraría en pánico.

Allí estaba. El pánico y el miedo, sus viejos némesis. Si André luchaba contra un
maestro vampiro o una manada de vampiros, el sería herido. La necesitaría. Del
mismo modo que sus compañeros de escalada la necesitarían en una emergencia.
Ella no sabía, incluso si la entrenaba, si podía abrir la tierra y ponerlos a ambos en
ella.

No hay necesidad de preocuparse por esas cosas, Teagan.

Por supuesto que la hay. Podría ocurrir. Es incluso probable que suceda.

Teagan, tú eres mi compañera. Compartimos la misma alma. Estás en mi mente y puedes


sacar la información sobre cualquier cosa que he hecho. Me protegerías con la misma
determinación feroz que yo utilizaría para protegerte. No importaría lo que tengas que
hacer, tú simplemente lo haría.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
¿Cómo lo sabes?

Tienes un gran valor. Siempre lo has tenido. Ya estás atada a mí, no sólo nuestras almas,
sino en tu corazón también. Está en tu naturaleza cuidar de tus seres queridos.

No puedes saber eso.

Teagan.

Su estómago se desplomó y rodó en la seda y terciopelo acariciando su mente tan


íntimamente.

Estoy ahí. En tus pensamientos. En tus memorias. Has viajado todo el camino a estas
montañas por ti sola, decidida a sanar la enfermedad mental de tu abuela. Si no pudieras
ayudarla, habías planeado vivir de nuevo con ella y cuidarla. Eres una mujer de gran coraje
que hará lo que sea necesario para cuidar a sus seres queridos.

Eso era absolutamente cierto, ella habría ido a vivir con la abuela Trixie y cuidado
de ella, en lugar de verla en un hospital. Habría consultado con los mejores
médicos para aprender cómo cuidar de ella. Pero ella nunca, bajo ninguna
circunstancia, la abandonaría. La abuela Trixie le había enseñado eso. Amor
incondicional. Había sabido que siempre, toda su vida. Ella siempre las tendría
junto a ella, sus hermanas y su abuela. No les importaba cuando ella entraba en
pánico, pero era una debilidad, un defecto de su carácter, y ella nunca había sido
capaz de superarlo.

Volvió a respirar y se quedó mirando el suelo debajo de ella. Estaba muy, muy por
debajo de ella. Sintió la primera ola de inquietud, el endurecimiento que anunciaba
el pánico en toda regla. Odiaba estar fuera de control. Lo odiaba. Se obligó a
escanear el suelo debajo de ellos, en busca de la belleza, de ver el paisaje desde una
diferente perspectiva. Demasiado lejos hacia abajo. Estaba demasiado alto. Odiaba

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las alturas. Volar era genial. Tal vez lo más genial, pero no era lo suyo. No podía
estar así de este alto sin que su estómago se revelara y su mente se congelara.

¿Sabes lo que me gustaría hacer contigo, en este momento? Trajiste la belleza del cambio de
volar de nuevo a mí. Tú eres la magia, Teagan, mi magia. Aun así, con toda esta belleza, en
todo lo que puedo pensar es en besarte. En estar dentro de ti. Ese es el más hermoso de todos
los lugares. Eres tan perfecta. Su mente y el cuerpo fueron de congelada a la fusión,
más que rápido. Su voz, suave, sensual, hipnotizadora.

En especial me encantan tus pechos. Tus pezones son perfectos. Me encanta lo sensibles que
son. Me encanta cómo te mojas por mí, así preparada, y nunca ocultas nada. Te entregas a
mí por completo. Pones todo lo que hay para mí. Tan dulce, sivamet. Tan hermosa.

El terrible pánico se había ido. Ella estaba caliente y lo deseaba, pero por suerte no
estaba gritando histéricamente.

Wow. Ella envió la palabra en su mente cuando ella pudo encontrar un respiro. Ni
uno solo de mis amigos de escalada, pensó nunca en decirme eso cuando me estaba
volviendo loca. Fue bastante exitoso.

Y la verdad.

Había un rastro de humor en su voz. Mayormente era de terciopelo y seda. Ella


sintió su orgullo por ella y no entendía muy bien por qué.

Sabes que no tiene ningún sentido en absoluto que te sientas de esa manera acerca de mí.
Teagan se sintió realmente obligada a decirle la verdad exacta.

Te veo, Teagan. Quien eres realmente. Ella es de la que me he enamorado tanto.

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Su corazón tartamudeó. Ella sabía que su reacción ante él no era estrictamente


física. Sabía que era imposible enamorarse de alguien tan rápido. No podía amarlo.
¿Podría? Ella lo conocía mejor que cualquier otra persona sobre la faz de la tierra,
incluidos los miembros de su familia. Ella estaba en su mente, y tenía razón, era
imposible detener el flujo de información de ida y vuelta. Podía ver su honor e
integridad. Para él, ella realmente era la única mujer en el mundo y haría lo que
fuera para hacerla feliz.

Por supuesto, él era arrogante y mandón, pero supuso que con su pasado, sus
habilidades y la longevidad de su vida, se había ganado el derecho a un poco de
arrogancia. Era gentil, amable y compasivo. No se quejaba sobre su vida. Aceptó
los siglos de caza al vampiro. Aceptó las terribles heridas y la soledad que venían
con ello. La aceptó por ser exactamente quién era, con todos sus defectos, con cada
falta, ella seguía siendo la única. Suya. Eso la hizo feliz a pesar de tener tanto
miedo del futuro. Muy feliz.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Capitulo 16

E l pequeño pueblo se encontraba al lado de las montañas, sentado cerca como


en busca de refugio. Era noche cerrada cuando los dos búhos se dirigieron a
las afueras. La lluvia caía suavemente, más que una niebla, gotas de lluvia, pero no
del todo.

Ellos cambiaron en los mismos bordes, fuera de vista, vistiéndose. André había
proporcionado la ropa para ella, pero Teagan insistió en crear sus propias botas de
diseñador. Ella nunca había sido capaz de pagarlas, pero ciertamente las había
estudiado con frecuencia suficiente y podía replicarlas, así que lo hizo. Teagan
volvió la cara a la humedad, dejando que se arrastrase sobre su rostro, la sensación
en su piel era maravillosa. Estimulante incluso.

― Teagan, ― dijo André suavemente. ― Esto es peligroso. Ya no eres humana.


Hay personas que te matarían simplemente por ser diferente.

Como su propia abuela. Al igual que su propia abuela. La idea la tenía con un
nudo en la garganta, ahogándola. André colocó su brazo alrededor de su cintura y
la atrajo bajo la protección de su hombro.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― Tu audición es más aguda. Baja el volumen si se sube demasiado, pero escucha


las conversaciones. Necesitamos información, si se encontró o no el cuerpo de
Jashari y quiénes son sus amigos. Es esencial que mantengamos un perfil bajo. Eso
va a ser difícil porque eres una mujer hermosa y una extraña aquí.

Eres una mujer hermosa. Eso la hizo brillar.

― André, odio tener que darte esta noticia, aunque yo quiero que creas eso, pero
tú eres el único hombre en el mundo que piensa que soy hermosa.

Puso su brazo alrededor de su cintura, porque le gustaba estar tan cerca de él. Él la
rodeo con su brazo. Su brazo hizo la mitad del camino y el ángulo era incomodo.
Él era mucho más alto que ella. Se conformó con resbalar los dedos en el bolsillo de
atrás. En el momento en que lo hizo, la intimidad de la acción se movió a través de
ella como un fuego brillante y suave. Nunca había querido, o se había atrevido a
hacer tal cosa y sin embargo, ahora, parecía la cosa más natural del mundo.

Se inclinó hacia abajo. Cerca. Sus labios rozando su oreja. Ella juró que su lengua
tocó ese punto sensible justo detrás de la oreja. ― Tengo algo de noticias para ti,
csitri. Los hombres te encuentran atractiva. Muy atractiva.

― No puedes saber eso. Nunca hemos estado juntos alrededor de otros hombres, a
menos que llame a ese horrible vampiro un hombre.

Ella dio un pequeño y delicado estremecimiento y se acercó más a André. Él la


hacía sentirse segura.

― Leo mentes. Tienes recuerdos, y los hombres están en tus recuerdos.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Pero son mis recuerdos y nunca pensé que un hombre estuviera realmente
atraído por mí. Quizás sólo viste eso. ¿Correcto?

Sacudió la cabeza. Ella se puso rígida. Una mano fue a su vientre duro. ―
Realmente no puedes hacer eso. ¿Puedes? André, realmente puedes hacer eso?

― Sí.

― Pero eso es increíble. ¿Cómo? Eso no tiene ningún sentido. ¿Sólo por ver a otros
hombres en mis recuerdos puedes leerlos?

― Te lo dije, soy un fantasma. Puedo entrar en las cabezas y ver todo. Siempre he
sido capaz de hacerlo. Aun así, no creo que la mayoría de los Cárpatos tengan esa
capacidad.

― No me dijiste eso. ― Se sentía casi sin aliento por la maravilla de André. Le


había dado un regalo enseñándole cómo cambiar y después a volar. Más, le dio el
don de no entrar en pánico cuando ella siempre lo hacía. Pero sobre todo, le había
dado el don de la aceptación. En realidad no le importaba si ella entraba en pánico.
Sentía su amor por ella. La envolvió. La rodeaba. La envolvió hasta que sintió que
pertenecía.

― André.― Ella lo miró. ― No eres un fantasma. No pienses eso acerca de ti.

― Todo el mundo piensa que lo soy.

― No soy como todos los demás. Te veo. Yo siempre te veré.

― ¿Incluso cuando estés realmente enojada conmigo?

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Levantó la mirada hacia su rostro. Era un rostro hermoso. Un gran escultor debía
tallar el rostro en mármol. Así tan cerca de él, podía ver sus oscuras y gruesas
pestañas y el maravilloso color de sus ojos. Tan inusual y siempre cambiante.

― Teagan.

El estómago hizo el salto familiar en la forma en que dijo su nombre. Le sonrió


mientras caminaban a lo largo de la calle principal del pueblo. Sabía que él estaba
escaneando toda la zona, observando todo a su alrededor, buscando algún peligro
que pudiera estar llegando a ellos. Sin embargo, aun sabiendo eso, debido a que
estaba en su mente, todavía sentía como si toda su atención se centrara en ella.

No se perdió ni una sola cosa de ella. Era consciente de su forma de moverse, su


cuerpo acariciando contra el suyo a cada paso. Era consciente de su pelo, cayendo,
en la forma en que le gustaba, en cascada por su espalda y alrededor de su cara.

A André le gustaba el balanceo de sus caderas y la forma en que sus pechos


empujaban contra la tela de su blusa, la que había creado para ella. Se ajustaba, lo
que acentuaba su caja torácica estrecha y cintura. Ella realmente no necesitaba el
sujetador de encaje que llevaba, era realmente pequeña, pero él insistió y ella
sospechaba que sabía el por qué. Con cada movimiento de su cuerpo, el encaje
jugaba con sus pezones sensibles. Se sentía deliciosa y un poco traviesa. La
sensación también la mantenía muy al tanto de André y deseando estar de vuelta
en su cueva y solos.

― Contestame sivamet. Tu respuesta es importante para mí.

Oyó la sinceridad en su voz. Iba a tener que dejar de lado su ira contra él, lo que no
era tan difícil como ella quería que fuera. Le lanzó una mirada de reproche por
debajo de sus pestañas.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― No me estoy convirtiendo en una de esas mujeres que dan todo a su hombre
sólo porque es increíble en la cama.

Sus cejas se alzaron. ―¿ Eso tiene algo que ver con tu respuesta?

― Sí.― Ella casi lo mordió con la afirmación. ― Por supuesto que sí. No puedes
hacerme enojar y luego coquetear y ser todo hermoso y sexy. Eso está, sin duda, en
los libros de reglas. Cuando estoy enojada tienes que acobardarte.

Si era posible, sus cejas se elevaron aún más. Sus labios temblaron, atrayendo su
atención a su hermosa boca perfecta, lo que de inmediato le hizo desear sus besos.

― ¿Acobardado?

Repitió la palabra como si no la entendiera muy bien, y tal vez no lo hacía porque
no sólo era de una nacionalidad diferente, sino que era de una especie diferente.
Logró en su asombro absoluto verse aún más sexy de lo habitual. Ella suspiró.

― Es evidente ― Inyecto el sarcasmo en su voz. ― Que no entiendes el concepto.


No hables más. Es mejor de esa manera.

― Csitri.

Cerró los ojos. Dijo esa palabra en voz tan baja, su acento torciendo el sonido de
cada consonante y vocal por separado, por lo que la palabra era musical. Las notas
se deslizaron dentro de ella. Suavemente. Gentilmente. Sólo al oírlo se derretía. Sus
dedos se apretaron en su bolsillo. Él era suyo. Este asombroso y hermoso hombre
le pertenecía a ella.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Necesito una respuesta. ¿Todavía me ves, incluso cuando estás enojada
conmigo?

Él hizo la pregunta con cuidado. Suavemente. Melódicamente como cuando la


había llamado bebé o pequeña en su propio idioma. Lo sabía, no porque él se lo
dijera, sino porque la traducción estaba allí en su mente.

Teagan lo miró, sus ojos encontraron los suyos. Lo que vio allí la dejó sin aliento.
La miraba como si no hubiera nadie más en su mundo. Como si quisiera cogerla en
sus brazos y llevarla de vuelta a la cueva y tener sexo salvaje, loco con ella y luego
hacer el amor lentamente.

Se sonrojó. Estaba leyendo su mente una vez más, no sólo la mirada elocuente en
sus ojos. ― Te veo todo el tiempo, André. Especialmente cuando estoy enojada
contigo. Eres demasiado sexy para tu propio bien. Bueno. Para mi bien.

Frunciendo el ceño, coloco la mano sobre su boca, como si estuviera tratando de


empujar las palabras hacia atrás.

― En serio, tengo que aprender a mantener la boca cerrada. Ya eres tan arrogante
como un hombre puede llegar a ser, lo que... ― Miró hacia él, sin importarle que su
voz saliera ahogada detrás de la palma. ― No es un cumplido.

Coloco sus dedos sobre los de ella, tiró suavemente la mano de su boca, besó su
palma, enviando un millón de mariposas aleteando a través de su estómago, y
coloco la palma en su vientre plano de nuevo, su mano cubriendo la de ella. Las
mariposas seguían revoloteando.

― Sonaba como un cumplido, ― dijo en voz baja.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Le encantaba su voz. Simple y llanamente. Allí estaba. Todo su problema. Su voz
era sexy sin importar lo que estaba diciendo. Bueno. Si ella estaba siendo
estrictamente honesta, su voz no era todo su problema. También estaba su muy
masculina cara, magnífica y varonil y su cuerpo, lleno de músculos duros como
rocas en todas partes. Eso era una buena parte de su problema allí mismo, y el
hecho de que él sabía cómo utilizar su cuerpo. Su boca. Sus dedos.
Su...bueno...todo. Y luego, por supuesto, era un cazador de vampiros. Eso era
genial. Y sobre todo, que la miraba con esa mirada, la que decía que era su mundo.

Teagan suspiró. Tenía todas las razones para ser todo lo arrogante y confiado. Ella
estaba cayendo como una tonelada de ladrillos. Por primera vez se dio cuenta de
que la lluvia había comenzado a caer mucho más rápido. Ya no niebla, lo que
debería haberles empapado, pero no lo hizo. Caminaron a través de las gotas sin
realmente mojarse más que si todavía estuviera la niebla.

― ¿Es realmente tan malo?

― ¿Qué? ― Estaba demasiado absorta en el pequeño milagro de que no estuviera


completamente empapada.

― La forma en que sientes por mí. ¿Es realmente tan malo? Sabes que yo siento lo
mismo por ti.

Se detuvo allí con la lluvia cayendo y la oscuridad rodeándolos. Teagan sacudió su


cabeza. ― No es de la misma manera, André. La forma en que me siento por ti es
feroz e intensa, muchísimo, que en contra de mi mejor juicio aún estoy contigo.
Sientes por mí sí, pero puedes decirme que no muy facilmente. Te niegas a aceptar
el concepto de que yo no nací en tu siglo. Voy a tener que vivir con eso, y será
difícil para mí.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― ¿Es eso lo que piensas? ― El brazo de André se apretó alrededor de ella. ―
Teagan, en contra de mi mejor juicio, estamos aquí, en este pueblo.

Se mordió el labio. Había olvidado que se había opuesto enérgicamente a venir


aquí. No quería mezclarse con los seres humanos, no si podía evitarlo.
Comprendía parte de sus motivos, ¿pero cuál era el daño de caminar por la calle y
sentirse normal por un par de minutos? Bueno, su normalidad.

― Necesito esto.

Su mano se movió por su espalda hasta la nuca. ― Sé que lo haces, Teagan. Por eso
estamos aquí. Sólo recuerda, que es imperativo mantener un perfil bajo. Quédate
cerca de mí y siempre mantén los ojos abiertos. Este es el coto de caza más cercano
para los vampiros.

Su garganta se cerró por un momento. No había pensado en eso. Por supuesto, el


no muerto cazaría en la aldea. Los próximos humanos más cercanos estaban a
muchas millas de distancia.

― Vas a ir tras ellos, ¿verdad?

― Es lo que hago. En primer lugar, quiero que estés segura y feliz. Necesito saber
que estás segura antes de que salga. Es necesario que te sientas cómoda con tu
nueva vida.

Ella apretó los labios y luego decidió que la mejor cosa que hacer era decir la
verdad. Ella era quién era. ― Tengo miedo, André.

― Teagan.― Ese tono cariñoso y suave. ― Sé que lo tienes.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― No. Me refiero a todo el tiempo. Cada minuto de cada día. Estoy tan
acostumbrada a tener miedo, que es una parte de mí, de lo que soy. El miedo está
dentro de mí. En mi piel. En mi sangre.

Se acercaron a un edificio que parecía que podría ser un moderno cibercafé,


cuando todo lo demás a su alrededor parecía un poco del viejo mundo para ella. Se
detuvo justo en frente de las amplias ventanas y la volvió hacia él, con los brazos
asentándose alrededor de su espalda, atrayéndola cerca de él, su frente
presionando el suyo. Todo lo demás disminuyo, menos la conciencia de su duro
cuerpo apretado contra el suyo suave.

― Soy muy consciente de tus temores, Teagan, pero no debes sentir miedo cuando
estás conmigo. Ni siquiera cuando cambies y tomes vuelo. Confiaste en mí para
cuidarte. Te entregaste a mí y lo tomo muy en serio. Estás a salvo conmigo.
Siempre lo estarás.

Sus labios rozaron la parte superior de su pelo y ella sintió la sensación ir todo el
camino hasta los pies. Ella no tenía ya tanto miedo, lo que era un poco impactante
porque ella no lo conocía tanto. Pero ella sabía absolutamente que él daría su vida
por ella, este hombre que había pasado siglos solo.

― Nunca te dejes engañar, André, me puedo paralizar en un latido y disolverme


en histéricas lágrimas.

― He visto eso en tus recuerdos.

No parecía en lo más mínimo perturbado. En cambio, usó esa sexy voz baja, que
tendía a deslizarse dentro de su piel y envolverse alrededor de su corazón.

― Pero, Teagan, siempre, siempre te recuperas rápidamente y terminas lo que


estás haciendo. Superas tus miedos.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Ella negó con la cabeza. ― El miedo está ahí, supero el pánico. ― Se sintió
obligada a decir la estricta verdad a pesar de que su declaración envió una oleada
de calor a través de sus venas.

André levanto su barbilla para que sus ojos se encontraran. ― Y ese es sólo otro
hermoso, y valiente rasgo que amo en ti.

Él bajó la cabeza, rozó sus labios sobre los de ella con suavidad. Con ternura. Sintió
ese toque casi tan profundamente como si la hubiera besado con fuerza, con mucha
lengua. Todo su cuerpo reaccionó. Su mente. Incluso su corazón se agitó. Lo miró
un poco aturdida mientras levantaba la cabeza.

― Me perteneces, csitri, y eso significa que cada voto que te haga, lo cumplo. Eso
significa que yo te cuido. Nadie te hará daño. Nunca. Ni físicamente ni
emocionalmente. Ahora, llama a tu abuela, Teagan. Tienes que decirle que has
conocido a alguien. Dile que vas a llevarlo a casa.

No le gustaba que nadie le dijera qué hacer. Nunca. Pero tenerlo declarando con
absoluta honestidad, con tanta convicción, que estaría ahí para ella, para
protegerla, y sabía que lo haría, se sintió bien. No. Se sentía estupendo.

― ¿Cuándo debo decir que vamos a casa? ― No podía creer que en realidad fuera
a ir a los Estados Unidos con ella. Se mordió el labio. Tal vez no lo estaba
entendiendo bien. Tal vez era una visita. Ella no quería una visita. Quería estar
cerca de su abuela y sus hermanas. Quería ver sus sobrinos y sobrinas crecer. Si era
ahora como André, ¿significaba que su familia entera, generación tras generación
iba a envejecer y morir y ella no lo haría

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Teagan levantó los ojos hacia él, una vez más, cerca de las lágrimas. ― No te he
hecho un montón de preguntas acerca de lo que mi futuro espera, sobre todo
porque estaba tan molesta y necesitaba tiempo para procesarlo, pero tengo la
misma longevidad que tu tienes, André?

Su brazo se apretó alrededor de su cintura, sosteniéndola aún más cerca, como si él


pudiera darle fuerza. ― Sí, sivamet.

― ¿Toda mi familia va a morir?

― Ese es el ciclo natural de la vida, Teagan. Lo más probable es que fueras a


perder a tu abuela y hermanas antes de morir. Son mayores que tú.

Se mordió el labio con más fuerza, sacudiendo la cabeza. ― Pero no los niños. Voy
a tener que verlos morir, ¿no? ¿Y a sus hijos? ― De repente era difícil respirar. Su
garganta se sentía en carne viva y su corazón acelerado. Él no respondió de
inmediato. Se apoyó en su fuerza. Su calidez. Sus brazos, alrededor de ella, se
sintieron bien.

― Viviendo en mi mundo, hay cosas realmente maravillosas, así como


inconvenientes. Así como los hay en cualquier mundo. Voy a hacerte feliz, Teagan.
Siempre. Tendrás el privilegio de ver las futuras generaciones, si así lo deseas. Los
descendientes de tus hermanas. Viajaremos y tendremos identidades nuevas cada
tantos años, pero puedes regresar cuando lo necesites con el fin de ver a tus
familiares.

Trató de alejar la idea de los miembros de su familia muriendo una y otra y otra
vez y tener que verlo.

― ¿Cómo lo haces?

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― No soy humano y nunca amado humanos después de que perdí a los


consideraba familia. La idea de guiar a un vampiro a cualquiera que me importara
destruye el alma, así que era más fácil, simplemente evitarlos.

Cerró los ojos y apoyó la cabeza contra su pecho. No había querido sacar a relucir
algo tan traumático. Su mano acarició la parte posterior de su cabeza, sus dedos
deslizándose en su pelo.

― Csitri, eso paso hace mucho tiempo, mucho antes de que hubieras nacido.

― Pero te traje el dolor de nuevo. Una culpa que realmente no mereces sentir.
Todo es nuevo y en carne viva como si hubiera sucedido ayer. ― Levantó la cara
para mirarlo. ― Estoy en tu mente, también.

― Puedo protegerte, ― ofreció. ― No hay necesidad de que sientas las emociones


de hace tanto tiempo.

― No te atrevas, André. Sé que me proteges, pero quiero darte lo mismo. Si eres


mi hombre, entonces tengo ese derecho.

Su ceja se levantó y un ceño lento ensombreció su rostro. Un escalofrío se deslizó


por su espalda. No se veía feliz. ― ¿Si, si soy tu hombre? ¿Aún no estás segura?

Se mordió el labio. ¡Oops! Eso no estuvo bien pensado, no cuando él era del tipo
posesivo. ― Es todo nuevo, ― se defendió.

― Nuevo o no, deberías estar segura.

― Tengo que llamar a mi abuela.― Evitarlo era el único salvador real y se agarró a
él de inmediato.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Entonces llama.

Sí. Todavía no estaba contento con ella. Sacó su teléfono celular, feliz por las
llamadas internacionales. No podía esperar para llamar a su abuela. Necesitaba oír
su voz. Ya, sentía la ansiosa anticipación que siempre tenía cuando había estado
lejos de su abuela durante demasiado tiempo.

André no la dejó ir. En todo caso, sus brazos se apretaron más, sujetándola a él
mientras el teléfono sonaba.

― ¿Teagan?

Allí estaba. La voz de su abuela. Su garganta se cerró por un momento. La amaba


tanto.

― ¿Abuela Trixie? ¿Cómo estás? Te echo de menos.

― Te echo de menos, también, chica. Me gustaría que estuvieras en casa. Tus


hermanas vienen todos los días, metiéndose en mis asuntos. A veces todas ellas.
Susurrando. Mirándome. Piensan que estoy totalmente chiflada.

― No lo estás, abuela Trixie. Sé que no lo estás. Estaré en casa en tres semanas más
o menos. Quiero ayudarte en la medida de lo que puedo. Y... ― Tomo un respiro.
― He conocido a alguien.

Hubo un largo silencio. ― ¿Alguien? ¿Cómo, un hombre?

Las manos de André se apretaron alrededor de su vientre, acercándola más a él.


No había espacio disponible, ningún lugar para ir a excepción de su piel. Sólo
podía derretirse allí y formar parte de él.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Sí. Un hombre. Su nombre es André Boroi. Es maravilloso. Va a ir a casa
conmigo para que puedan conocerlo.

De nuevo se hizo el silencio.

― ¿Abuela?

― Esto no es como tú, Teagan. ¿Cómo lo conociste?

― ¿Recuerdas a Armend? Él resultó no ser tan agradable. De hecho, parece que es


un poco...um...un asesino en serie, ― dijo ella rápidamente. Muy rápido. Con la
esperanza de que su abuela en realidad no se diera cuenta. ― André me rescató.

― ¿Un asesino en serie?

Su abuela gritó las palabras a todo pulmón. Teagan sostuvo el teléfono lejos de su
oído. Su audiencia era lo suficientemente aguda como estaba. No había bajado el
volumen lo suficientemente rápido.

― ¿Fuiste a las montañas con un asesino en serie? ― La abuela Trixie exigió.

― Bien. Sí. Pero esta vez no fue mi culpa, ― aseguró.

¿Esta vez? Preguntó André. Ella ladeo la cabeza para fruncir el ceño hacia él, con la
esperanza de que sirviera para hacerlo callar. La Abuela Trixie suspiró. ― Teagan,
nunca es tu culpa, pero siempre te metes en problemas y aun así, insistes en viajar
por todo el mundo donde no puedo llegar a ti cuando estás en problemas.

― No estoy en problemas, ― ella lo negó. ― No me meto en problemas y si lo


hago, siempre los soluciono yo misma.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Es evidente que te metes en problemas, observó André. Deberías haberme dicho sobre esto
o buscado más cerca en tus recuerdos.

Ella lo miró. Su mirada más feroz. André no parecía impresionado.

No te metas en mis recuerdos y deja de escuchar mi conversación con mi abuela. Lo digo en


serio, André.

Siseó la orden en su mente, con su famoso "tono", el que enviaba a sus cuñados,
corriendo a la otra habitación para evitar cualquier confrontación con ella. Tenía
una muy cuidada reputación de ser la mejor en una batalla verbal. No parecía
intimidado o impresionado. Podría haber jurado que sus labios temblaban, y por
un momento la diversión se atrevió a brillar en sus ojos.

― Teagan, háblame de este asesino en serie en este mismo instante, ― La Abuela


Trixie insistió, usando su sin tonterías voz.

¿Te estás riendo de mí? preguntó. Porque tengo suficiente pelea tratando de convencer a
mi abuela de que estoy perfectamente bien.

El problema era que no estaba perfectamente bien. No tenía ni idea en que se había
metido, y no creía que su abuela pudiera sacarla de ello. ¿Por qué este tipo de cosas
siempre le pasaban a ella? Sabía que André estaba monitoreando sus pensamientos
porque rego un rastro de besos por el lado de su cara desde el rabillo del ojo a la
esquina de la boca y luego de vuelta a su oído.

Tuvo que tomar el aliento bruscamente y trabajar para mantener su cuerpo díscolo
bajo control cuando quería fundirse en un charco a sus pies. Aun así se sentía sin
huesos y sus manos en su vientre la mantenían erguida.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Te dije que había hablado con Armend, te acuerdas de él de la universidad...

― Nunca lo conocí, pero hablabas de él.

― Yo le di clases, abuela. Fui a la escuela con él durante tres años. Se crió en un


pueblo cerca de las más altas cumbres de la cordillera de la montaña de los
Cárpatos. Quería explorar esa región. Sabes que me encanta ir de excursión, así
que cuando me decidí a venir por aquí, le contacte a través del internet.
Ocasionalmente habíamos intercambiado correos electrónicos para saber qué
hacíamos. Parecía bastante agradable.

― Un asesino en serie, ― repitió la abuela Trixie.

Teagan suspiró. ― Cuando accedí a ser su tutora no sabía que era un asesino en
serie. Salió con chicas todo el tiempo, pero conmigo, no. ― Se mordió el labio por
un momento. ― No creo que matara a nadie en esa época. Hubiera oído hablar de
ello.

― Bueno gracias a Dios por los pequeños favores. ¿Qué, tu no eras su tipo?

― Gracias, abuela.― Ella trató de mantener el sarcasmo de su voz, pero


francamente, lo que su abuela insinuaba era que no era lo suficientemente atractiva
para interesar ni siquiera a un asesino en serie.

Ella no quería decir eso.

Intentó otra mueca, lo que era muy difícil de hacer cuando sus dedos se estaban
deslizado por su cabello y después los dejaba en su nuca en un masaje lento antes
de regresar a su pelo y eso se sentía muy bien. Demasiado bien. Ella era tan
susceptible a él y a la forma en que la tocaba. Exasperada, empujó su mano.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Teagan, suenas como si quisieras que un asesino en serie te encontrara atractiva.

Ella suspiró. La plática con su abuela no iba en absoluto en la dirección que ella
quería que fuera. Peor aún, la mano de André había dejado de moverse, pero la
mantuvo envuelta alrededor de su nuca. Su vida estaba totalmente fuera de
control.

― Abuela Trixie, respira. No quiero que un asesino en serie me encuentre


atractiva. No creo que les importe mucho, aunque como era un violador en serie
también, tal vez prefería algún tipo.

Su abuela gritó, un grito ensordecedor que Teagan estaba bastante segura de que
lo escuchó directo desde los Estados y no de su teléfono celular. Bueno, otro error.
Ella culpó a André, porque justo en ese momento, en que comenzó a tratar de
explicar, sus dedos se deslizaron en su pelo de nuevo y totalmente hicieron corto
circuito en su cerebro.

― ¿Un violador? Teagan Jonelle Joanes, vuelve a casa en este mismo momento.
Ahora. Súbete a un avión o te juro, que voy a ir allá a salvarte de ti misma.

Cuando su abuela decía sus tres nombres en ese tono, hablaba en serio. Ella abrió
la boca para defenderse, pero su abuela no había terminado.

― Quien es este hombre, es un total extranjero. Tiene una cultura diferente, y los
extranjeros tratan las mujeres de forma diferente. Podría encerrarte en su harén o
algo así. Déjalo ahora y vuelve a casa.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Teagan cerró los ojos. André escuchó. Probablemente la gente en el pub o por la
calle escuchó. ― Él no es de un lugar donde tengan harenes, ― defendió sin
convicción. ― Abuela Trixie, tienes que tomar un respiro y simplemente
escucharme. Él está muerto. Armend está muerto. No hay ninguna amenaza para
mí. ― Su voz se volvió aguda en eso, porque si contaba los vampiros y los amigos
de Armend, ella podría haber estado mintiendo sólo un poco a su abuela.

¿Un poquito?

La risa de André se deslizó en su mente. Vertiéndose a través de su piel en sus


venas. No era justo que él fuera tan condenadamente sexy. Ella trataba de no
sonreír. La situación estaba simplemente fuera de control. Todo lo que ella decía
sólo lo hacía peor.

― ¿No me mientas, chica. Fuiste justo a esas montañas, y te advertí que había
vampiros causando estragos en la población.

― Voy a estar pendiente de ellos, abuela Trixie, ― aseguró, porque lo haría. ― La


idea de encontrarme con un vampiro en mis viajes está muy, muy bajo en mi lista
de cosas por hacer.

― Tómame en serio.

― Siempre te tomo en serio. Tengo que irme ahora, pero estoy bien. Llamare de
nuevo en un par de días, y por favor deja de preocuparte por mí. André es
perfectamente capaz de protegerme de cualquier cosa o cualquier persona que
quiera hacerme daño.

― No conoces este hombre, Teagan. Ven a casa.

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― Voy a casarse con él, abuela Trixie, ― ella dejó escapar. ― Estoy hablando muy
en serio sobre él, así que no metas en tu cabeza que él está malo para mí. He
esperado mucho tiempo para encontrar al hombre adecuado y es él. Él viene a casa
conmigo, y quiero que hagas un esfuerzo con él.

Hubo un largo silencio. Teagan se mordió el labio con fuerza. El corazón le latía
con fuerza. André se inclinó, sus labios contra su oído.

Respira, sivamet. Ella aprenderá a aceptarme. Quiere protegerte, eso es todo. Ella te ama.
Evidentemente, te metes en un montón de problemas cuando te encuentras fuera de su
vista.

No lo hago. Se quedó en silencio por un momento. Suspiró. Está bien, no es


exactamente la verdad, pero en realidad no es mi culpa. Esta la vez en Chile cuando
la policía, la policía corrupta, intentó tomar mi pasaporte y me negué a volver al autobús
sin él y casi me dispararon. Se mordió el labio inferior. Podría haber habido algunos
incidentes como ese, pero siempre salí de ellos.

― Vuelve a casa, Teagan. Tráelo si quieres, pero no hagas nada hasta que lo
conozcamos. Solo aléjate de esas montañas. Tengo algunos amigos que saben todo
acerca de ese lado de la montaña en particular, especialmente alrededor de
Rumania.

― No estoy en Rumania por el momento, abuela Trixie, ― señaló. ― Realmente


tengo que irme. Te amo. Como loca, te amo. Hasta el infinito y de regreso.

― Te amo, también, Teagan, ― susurró su abuela. ― Cariño, ven a casa.

Saga Cárpatos
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Teagan no respondió. Terminó la llamada y se giró en los brazos de André. ― Eso
fue bien.

― ¿La policía de Chile quería dispararte?

― La policía corrupta, ― dijo. ― Tienen un gran mercado negro de pasaportes


estadounidenses. Logré obtener mi pasaporte y volver al autobús en una sola
pieza.

― ¿Y en Argentina?

Ella se quedó sin aliento. ― Viste en mis recuerdos.

― ¿Qué estabas pensando en España, enfrentándose a esos dos hombres que


trataron de poner algo en tu bebida?

― Bueno, fue algo muy indignante y muy desagradable lo que hicieron. Le pasa a
las mujeres todo el tiempo, pero ves, yo me di cuenta porque estaba prestando
atención.

― ¿Por qué estabas allí en primer lugar, con nadie que cuidara de ti?

Parecía genuinamente perplejo y enojado. Arriesgándose a mirarlo, sí, sin duda no


era un campista feliz. Sus ojos estaban fríos como un glaciar, totalmente como hielo
azul, y al mismo tiempo, su rostro se oscureció. Se veía aterrador. Realmente daba
miedo. Respiró hondo y trató de alejarse de él, poniendo un poco de espacio entre
ellos. Sus brazos se convirtieron en acero absoluto. No podía moverse, ni siquiera
una fracción de pulgada.

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― André.― Ella empujó sus brazos. ― Hoy en día, la mujer moderna, viaja todo el
tiempo por su cuenta. Ellas van a tabernas y toman una copa, no para conquistar a
nadie, simplemente para relajarse. No me veo exactamente igual que el tipo de
mujer con que los hombres se emocionan. Tal vez porque soy pequeña, pensaron
que me veía como una víctima. Tengo un par de movimientos de autodefensa. Yo
puedo cuidar de mí misma.

Su aliento salió de él. ― Hablaremos de esto más tarde. Necesitamos escuchar


tanto como nos sea posible acerca Jashari y sus amigos. Necesitamos información.
El mejor lugar para escuchar el chisme y la noticia es allí.

Indicó un edificio rústico, a sólo una cuadra de distancia de donde estaban. La


gente entraba y salía de la puerta constantemente. De hecho, parecía ser el único
lugar donde había alguna actividad.

― Si un vampiro está a la caza, va a cazar allí, o en las afueras. Él puede


enmascarar su apariencia y forzar con una compulsión para que alguien lo
acompañe afuera.

― ¿Tienes tu identificación contigo? ― Le preguntó. ― Yo llevo mi pasaporte y el


ID en mi chaqueta.

Levantó una ceja. ― He enviado un mensaje a Josef, uno de nuestros jóvenes bien
versados en la tecnología moderna, y ha construido una identidad completa para
cuando viaje contigo a los Estados Unidos, pero no necesito nada aquí.

Saga Cárpatos
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No le dijo que estaba equivocado. Deslizó su mano por su brazo y enlazo sus
dedos con los de ella, llevándola con él por la calle hacia un edificio donde la
música, risas y voces se derramaban hacia la noche. La lluvia había cesado de
nuevo por lo que una fina niebla le tocó la cara. Se dio cuenta de que André estaba
alcanzando algo con los sentidos, buscando algo o la falta de ello. Permaneció en
su mente, tratando de estudiar lo que hacía.

Los vampiros son tan asquerosos, que la naturaleza se encoge en su presencia. Tratan de
disfrazarse creando un espacio de la nada. Sin olor. No hay pistas. Nada de nada. Que les
pueda delatar. Le gustaba que compartiera. Le gustaba mucho eso. Le gustaba
especialmente caminar bajo su hombro, cerca de su cuerpo.

¿Has encontrado algo?

― No. Eso no significa necesariamente que podamos relajar nuestra vigilancia,


pero es menos probable que uno esté cerca.

Llegó a su alrededor para abrir la puerta. De inmediato el ruido asaltó sus oídos,
obligándola a encontrar la manera de bajar el volumen. Inmediatamente Teagan se
dio cuenta de por qué André no necesitaba un ID. Ella sintió el momento exacto en
que él extendió la mano y tomó el control de la mente del hombre en la puerta. Se
movieron a través. Se mantuvo cerca mientras se abrían camino a una mesa hacia
la parte de atrás de la habitación.

El olor a alcohol casi la hizo vomitar. Nunca había tenido esa reacción antes, y
supo inmediatamente que no podía tomar una copa. Sin embargo, en el momento
en que la camarera llegó, André pidió dos bebidas. Él se acercó a ella, creando un
espacio íntimo. Escucha, sivamet. Después de unos cuantos minutos serás capaz de
procesar varias conversaciones al mismo tiempo. Escucha por el nombre de Jashari.

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Ella asintió. Quería aprender todo lo que podía de él y sentarse en la mesa pequeña
a escuchar su callada instrucción, eso la hizo sentir como si él la hubiera aceptado
como su compañera, en lugar de alguien que tenía que ser protegida en todo
momento.

El agua llegó primero mientras esperaban a sus bebidas. Ella tomó un sorbo de
agua, con los ojos en movimiento alrededor de la barra. Estaba lleno. Estaba segura
de que no había mucho más que hacer en las noches. La música sonaba y las
parejas bailaban. La risa estalló en una mesa a un par de pies de la de ellos. Era
normal. Humanos. Tomó consuelo en eso. Ella esta aparte de todos ellos, igual a
que siempre había sido, pero ahora, tenía a André. Estaba con él. Encajaba con él.
Pertenecía a él. Y eso era simplemente impresionante.

Saga Cárpatos
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Capitulo 17

L a mano de André, que todavía sostenía la de Teagan, la llevó por debajo de la


mesa para descansar en su muslo. Frotó el dorso de la mano allí. En ese
momento. Ella fue inmediatamente consciente de él. Sutil. Cada célula en su
cuerpo era consciente de él, sobre todo su sexo. Húmedo. Caliente. Acogedor.
¿Cómo podía hacer eso?

Él la miraba, pero ella estaba en su mente y estaba sondeando el espacio por


información. Aun así, él era muy consciente de ella, justo como ella lo era de él. No
se perdía nada de ella, no desde la mano nerviosa que llegó a empujar el pelo
detrás de la oreja hasta los movimientos nerviosos en la silla, porque, bueno, si no
se movía, ella podía tener una combustión espontánea. O tener un orgasmo.
¿Podría una mujer realmente conseguir un orgasmo sólo de un hombre frotando el
dorso de la mano a lo largo de su muslo mientras sus dedos estaban apretados
alrededor de los suyos? Si era así, definitivamente iba a suceder. Entonces, ¿quién
podía concentrarse en tratar de escuchar información en una sala llena?

― Teagan.

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Ella sintió un temblor en todo el cuerpo. Allí estaba. Seda y terciopelo. Pero bajo y
áspero al mismo tiempo. En algún lugar entre un ronroneo y un gruñido. Le
encantaba la forma en que dijo su nombre. Le encantó. Se arriesgó a mirar hacia él,
y era un riesgo porque él era precioso y tenía esos ojos que ella no podía resistir.
Ella no trató de contestarle porque nada coherente iba a salir de la boca de ella.

― Um... ― Eso fue todo. Eso fue lo mejor que pudo. Um.

― ¿Qué fue eso? ― Ella se aclaró la garganta y lo intentó de nuevo.

― Solo vámonos. Quiero decir, ¿qué es lo que realmente necesitamos descubrir


que no sepamos ya? Si salimos ahora, podríamos volver a la cueva y... ― Se
interrumpió, sonrojándose. El color barrió hasta su cuerpo, probablemente
iniciando cerca de los dedos de los pies y terminando en su cara. Todo su cuerpo
ruborizado.

― Sivamet, regresaremos a nuestra base pronto, te lo prometo.

Tragó saliva y miró a la camarera cuando ella dejó caer las bebidas en la mesa.
Automáticamente Teagan cogió el clip de dinero que guardaba en el bolsillo
interior de la chaqueta. Al instante, la mano de Andre cubrió la de ella.
Suavemente. Firmemente. Cuando lo miró, sus ojos se habían vuelto totalmente
glaciares. Deslizó dinero encima de la mesa.

― Guarda el resto.

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Dark Ghost

La camarera se le quedó mirando con la boca abierta como si ella pudiera


comerselo en cualquier momento. Sí, André era caliente. Él dijo que no llamaran la
atención, pero todos los ojos femeninos en el lugar lo habían notado en el momento
en que entró. Estaba segura de que los hombres reconocían el peligro cuando lo
vieron. La multitud se había separado para ellos, cuando la había conducido a la
mesa que quería.

Ella también había notado que la mesa no había estado vacía hasta que Andre los
miró y se dirigió hacia allí. Los ocupantes se levantaron y la abandonaron
abruptamente cuando estaban a mitad de camino hacia ella. La camarera sonrió y
se metió de nuevo en la multitud, manteniendo expertamente su bandeja redonda
sin golpear a nadie en la cabeza cuando hizo su camino de regreso a la barra.

― Yo pago, Teagan. No tú.

Claro. Hombre Macho de otro siglo. Puso los ojos en blanco, pero no iba a discutir
con él sobre las bebidas que no iban a tomar.

― Yo ni siquiera sabía si tenías dinero, André. Hay un montón de cosas que no sé


sobre ti.

― Cuando vives siglos, Teagan, es bastante fácil adquirir riquezas. No vamos a


estar haciendo sufriendo por dinero.

― Tengo dinero guardado también. No mucho, pero ayudará.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― Los trillizos y yo, somos dueños de unas reservas de petróleo. Y un par de


minas de oro. Tenemos el derecho a otra de minerales también. Nuestras empresas
ganan millones. ― Hizo una pausa. ― En realidad miles de millones. No presto
mucha atención. Un par de los demás manejan ese tipo de cosas para nosotros
ahora. Si decidimos seguir adelante, dejamos nuestras acciones a otros Cárpatos.

Sus pestañas revolotearon. ¿Estaba sentado allí con tanta indiferencia diciéndole
que era un multimillonario? ¿Quién hacia eso? Ella podía ver que no le importaba
en lo más mínimo el dinero.

― No lo necesito. O no lo he necesitado hasta ahora. Nunca he tocado ni un


centavo más allá del dinero que utilizo cuando voy a un pueblo humano, lo que es
extremadamente raro.

Estaba hablando con ella, dándole detalles de su vida, sin embargo, al mismo
tiempo, estaba escuchando las conversaciones que giraban alrededor de ellos.

― Ahí está, csitri. La mesa en la esquina. Están hablando de Jashari y su padre. El cuerpo
fue encontrado por sus amigos y llevado por la montaña. Su padre quiere organizar una
partida de caza y acabar con la manada de lobos.

Ella se quedó sin aliento por la forma en que de hecho anunció la masacre
potencial de los salvajes, y hermosos animales. ― No es que yo quiera ser comida por
los lobos... No pudo evitar el pequeño estremecimiento que recorría a través de su
cuerpo. ― Eso sería una muy mala manera de morir. No quiero que nadie más sea comido
por ellos tampoco, pero en realidad, Armend era un asesino en serie. Tal vez si localizamos
los cuerpos de las mujeres que mataron, dejen a los lobos solos.

Andre le sonrió. ― ¿Tienes alguna idea de lo increíble que eres?

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― ¿Porque yo no quiero que el padre de un asesino destruya a los lobos? Cualquiera se
sentiría de la misma manera.

― Eso no es así. La gente caza por deporte. Esto los hace sentir poderosos, el poder de tomar
vidas.

Se mordió el labio. Ella sabía que había pasado siglos tomando vidas. ― Debió ser
difícil para ti, André, ― susurró en voz alta. Sacudió la cabeza. ― Nosotros no
sentimos, Teagan. Nada de nada. No hay compasión, ni misericordia o
remordimiento. Cazo el mal. Eso es todo. Es simple y hay que hacerlo.

― A veces, me has dicho que eran personas que conociste. Al igual que tu tío. Yo
sé que no lo cazaste, que otro Cárpato lo mató, pero podrías haber tenido que
hacerlo. ― No pudo evitarlo, tomó un lado de la cara en su palma y audazmente le
acarició la mandíbula con el pulgar.

Él asintió con la cabeza lentamente. ― Sí, pero sin nuestras compañeras, no


sentimos nada en absoluto. Podría reconocer que debo sentir tristeza, pero la
emoción real se escapa.

― Hasta que llegué.

Él asintió con la cabeza otra vez y le envió una de sus sonrisas de infarto.

― Compuertas Abrumadoras se abrieron. Mayormente, sin embargo, yo siento por


ti, todo lo que es posible sentir sólo por ti.

Tragó saliva. Él la miró con una mirada posesiva con hambre, una mirada de
absoluto amor que le dolía verlo. A Él no le importaba parecerle vulnerable a ella
ni a nadie más. Estaba allí, marcado en su rostro para que el mundo viera el amor.
La adoración incluso. Y ella, no se lo merecía.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― André.― Ella murmuró su nombre. Salió ronco. Todo mal. No iba a llorar por
él, ella estaba tratando de decirle que estaba con él. Que iba a encontrar una
manera de abrazar su nueva vida con él y vivir en su mundo. Sólo necesitaba
tiempo. Trató de verter todo esto en su nombre y fallo miserablemente. Ella era la
que siempre charlaba sobre cualquier cosa y de todo, pero este momento, cuando
necesitaba las palabras adecuadas, cuando quería darle algo a cambio, no podía
pensar cómo hacerlo.

Avergonzada, ella miró hacia abajo en la mesa. Cubrió la mano con la suya,
manteniendo su mano apretada contra la sombra áspera en su mandíbula, sus ojos
azules ardiendo intensamente en los de ella.

― Baila conmigo, sivamet. Tengo el repentino deseo de tenerte en mis brazos.

Quería hacerlo más que nada... pero...Se mordió el labio.

― Quiero bailar contigo, pero eso podría poner en riesgo todo lo que tenemos.

Su ceja se alzó. ― No puedo esperar a escuchar esto.

― Seriamente. Tienes que tomar esto muy en serio, André. ― Él no era del mundo
moderno y él no entendía todo. ― Ha habido grandes cantidades de artículos
escritos sobre este tema y nada de esto es un buen augurio para nosotros. Si
bailamos juntos, vas a ver realmente el problema.

Sacó la mano de su mandíbula, le dio la vuelta y le dio un beso en el centro de la


palma.

― Yo no tengo ni idea de lo que estás hablando, Teagan.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Había tenido miedo de eso. ― La diferencia en nuestras alturas. Soy muy pequeña,
y tú eres casi un pie más alto.

― Soy un pie más alto.

Ella lo miró y tiró de su mano. ― No hay necesidad de ser arrogante. Casi es


suficiente descripción.

― Pero no es correcta.

Ella dejó escapar el aliento en señal de exasperación pura.

― A veces, André, la estricta honestidad no es siempre la mejor política, sobre todo


cuando nuestro futuro juntos está colgando de un hilo.

Su rostro oscurecido, sus ojos yendo a intensos. Más azul que lo que los había visto
nunca. Fríos como el hielo. Espeluznantes. ― Háblame de esos artículos.

― Bueno, al parecer las personas con diferencias de altura real, no tienen la


oportunidad de permanecer juntos por largo plazo. Al hombre le tiene que doler la
espalda con el fin de besarla o abrazarla, y la disparidad de verdad surge cuando
bailan juntos.

Se inclinó hacia ella, mordisqueando las yemas de sus dedos. Sus dientes rasparon
suavemente hacia atrás y hacia adelante sobre su piel y su mirada nunca dejó su
cara.

― Estoy tratando de seguir el extraño, ilógico e irracional camino de tu mente.


¿Crees que si bailamos juntos voy a tener que romper con mi compañera, la única
mujer que me puede completar, la única mujer que busqué a lo largo de los siglos
de absoluta soledad?

Saga Cárpatos
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Ella frunció el ceño. ― Dicho así no suena demasiado lógico, pero en realidad,
Andre, hay varios artículos escritos sobre el tema y todos ellos dicen que a los
hombres no les gusta la diferencia de altura, sobre todo, mientras bailan, y pensé,
viendo como era antes, porque cuando desarrollé, no obtuve los pechos que yo
quería o unas pocas pulgadas más en el departamento de altura, lo que podría ser
un problema. ― Hubo un poquito de acusación en su tono.

Sus labios temblaron. Él parpadeó. Eso no le divirtió en lo más mínimo.

― No voy a ocultar el hecho de que si me hubiera despertado con los senos más
grandes y tal vez, con al menos cinco pies cuatro o cinco habría mejorado mucho.
En serio, Andre, no te atrevas a reírte de mí. Si me hubiera transformado en reina
de belleza o una modelo, podría haber recorrido un largo camino para
mantenerme feliz en mi actual estado raro. En lugar de ello, sigo siendo yo y ahora
me estás pidiendo bailar y te vas a lastimar tu espalda y eso será un desastre. ¿No?
― Ella le advirtió.

Andre sonrió. Lento. Ardiente caliente. Hermoso. Vaca Sagrada. Ella iba a tener un
orgasmo solo sentada en la silla de al lado. Realmente debía estar molesta de que él
no tomara la advertencia en serio, pero ¿cómo iba a hacerlo cuando solo mirarlo la
convirtió en un charco de fusión de viscosa absoluta? Él iba siempre a conseguir
envolverla alrededor de ella solo por darle su sonrisa lenta y sexy.

― Tengo que tenerte en mis brazos, Teagan. Ahora mismo. Aquí. Quiero sentir tu
cuerpo moviéndose contra el mío. El baile es la única manera segura de hacer esto,
por lo que podemos probar su teoría. Si de repente consigo un dolor de espalda,
voy a asegurarme de decírtelo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Ella abrió la boca para protestar, porque en realidad, estaba totalmente burlándose,
cuando esto era un asunto grave, pero se detuvo con éxito ya que todo lo que ella
tenía que decir se le olvidó al él inclinarse hacia abajo y tomar posesión de su boca.
Hubo un pensamiento fugaz, sólo uno, y realmente la hizo volar lejos, pero aun así,
dijo… ¿No dijo que no llamara la atención sobre ellos? ¿Y el besarse en público
obligadamente no llamaría la atención? Luego se había ido y no había nada más
que Andre en su mundo.

Andre. Y su gloriosa boca perfecta que se derramó como el fuego de oro en su


garganta y en su cuerpo por lo que se extendió a través de ella como una tormenta
de fuego. Un solo sonido escapó de su garganta que sonó misteriosamente como
un ronroneo, pero a ella no le importo. Deslizó sus brazos alrededor de su cuello y
se entregó a sus besos. Impresionantes. Trascendentales.

― Sivamet. Baila conmigo. ― No dejó de besarla, pero era una orden clara. Esa voz
dentro de su mente, tan íntima. Acariciándola a ella. Adulándola. Cada pedacito
tan sensual como su boca. Se encontró levantándose de su silla, aún besándolo, sus
brazos deslizándose desde su cuello hasta el pecho para rodear la cintura.

Levantó la cabeza, sus ojos moviéndose posesivamente sobre su cara. ― Me


encanta la forma en que me miras, con esa expresión que tienes en este momento.

Logró una risa. ― ¿Quieres decir aturdida y confusa?

Su brazo se deslizó alrededor de ella. ― Bonito. Me mirabas con esa mirada que
vale todo el oro del mundo. Eres un regalo, Teagan.

Saga Cárpatos
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Ella no sabía nada de eso, pero pensaba que él lo era. Dejó que la guiara a través de
la multitud hacia la parte de la barra, donde estaba la pista de baile. Él era una
fuerza a tener en cuenta. Alto. Muscular. Su cara peligrosamente masculina como
una cara podría conseguir serlo. La multitud se apartó sin dudarlo. Mantuvo la
mano en su bolsillo trasero, permaneciendo cerca de su cuerpo con cada paso.

Se volvió y la tomó en sus brazos. Sus brazos se deslizaron alrededor de su cintura


y ella apoyó la cabeza en el nicho entre la caja torácica. Perfecto. Ella encajaba. Su
cuerpo apretado contra el suyo. Después de dos pasos, ella sintió el calor de su
polla presionando firmemente contra ella. Creciendo. El endurecimiento. Delicioso.
Le encantaba que ella fuera lo suficientemente pequeña como para tener su cuerpo
frotándose contra el suyo, mientras flotaban con la música, o se sentía como si
flotara. Como estar en las nubes.

Sus pestañas flotaban mientras saboreaba el calor de su cuerpo. La dureza. El


hambre creciente entre ellos. Nunca había tenido esto en su vida. Un hombre
asegurándole que ella era su mundo. Realmente no importaba que fuera pequeña y
el fuera alto. No se doblaba hacia ella. Él la abrazó con fuerza contra su frente,
disfrutando de su cuerpo rozando el suyo. A ella de repente no le importó en lo
más mínimo que ella fuera pequeña ya que sus pechos eran pequeños. Él encajo.
Perfectamente. La sensación de él acurrucado apretado contra ella, era tan
exquisita como estar cerca de su boca.

― ¿Es lo suficiente humano para ti, sivamet? Nunca he bailado con una mujer en mi vida.

La caricia de su voz curvó los dedos de sus pies. Le encantaba que él nunca
hubiera bailado con otra mujer. O entre sus brazos.

― Nunca he besado a otra mujer. Tienes que superar la sensación de no pertenecer. Hay un
lugar al que siempre pertenecerás, csitri, y está en mis brazos.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Oh Dios. ¿Acababa de decir eso? La hacía débil, tanto era así que tenía miedo de
que sus piernas fueran a ceder. Tenían que irse. Ahora mismo. En estos minutos.

― Andre. Vámonos. ― Sabía que incluso en su mente, su voz estaba sin aliento por
la necesidad. Sus brazos se apretaron.

― Te llevaré de vuelta a la mesa. Tengo que hablar con un par de hombres. Entonces
nosotros nos iremos.

Ella estaba un poco decepcionada. Estaba tan excitada que podría haberse
despojado de su ropa allí misma, si pudiera ocultarse de las miradas indiscretas.

― Es posible. Yo podría tenerte en la esquina y encargarme de que nadie nos viera, pero
prefiero tenerte extendida debajo de mí durante mucho tiempo, mostrándote cómo me
siento.

¿Era posible? ― Uff. Um. ― Creo que fue un momento de "ten cuidado de lo que
deseas". ― Me gusta la idea de estar estirada debajo de ti por un montón de tiempo. ―
Sólo el pensamiento envió un pulso muy agradable a través de su sexo.

La música se detuvo y luego comenzó de nuevo en un estilo más rápido. Andre


inmediatamente le trasladó a través de la multitud hacia la mesa. Esta vez, él la
mantuvo frente a él, con un brazo envuelto con fuerza alrededor de su cintura,
bloqueándola a él. Una vez más, algo en sus ojos y en el conjunto de su mandíbula
tuvo separándose a la multitud. Lo hizo sin problemas, sin embargo, no hizo uso
de su habilidad para "empujar" a nadie a pesar de que lo acababan de hacer.

Ocupó la silla de ella, pero su mirada recorrió la habitación mientras él lo hizo.


Teagan se hundió en el asiento y cogió su vaso de agua. Los vasos que contenían el
alcohol estaban vacíos, como si ellos ya se los hubieran bebido. Sabía que Andre
había hecho eso, una lenta disminución del líquido, pero no estaba segura de
cómo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Voy a estar de vuelta en breve, ― murmuró.

Ella parpadeó y él ya se había ido. Al instante ella estaba inquieta. Se movía con
gracia fluida a través de la aglomeración de personas y mesas. Se echó hacia atrás y
lo observó. Era hermoso, y ella no era la única mujer en la sala de lo creía. Caminó
hasta un hombre mayor que lucía una completa barba y vestía ropas ásperas.
Parecía que vivía en la montaña y que lo hacia la mayor parte de su vida. Andre le
dio una palmada en la espalda como si fueran viejos amigos. El hombre barbudo se
volvió hacia él y se sonrieron, y comenzaron una conversación animada.

Después de unos minutos, Andre dejó el hombre de la montaña con una nueva
copa y se acercó a un hombre bien vestido, sentado en una mesa con una mujer de
pelo oscuro, una mujer cuyos ojos devoraron a Andre. Teagan estudió a la mujer.
Curvas. Claro. Al igual que en muchas curvas. Se mordió el labio. La mujer se
mostraba confiada y ella estaba sin duda tratando de llamar la atención de Andre
mientras hablaba con su hombre.

Ella se acercó, jugueteó con su cabello y mostró su escote. No había muchas


mujeres en la sala del bar. No era esa clase de lugar. Había estado viéndose
seriamente aburrida pero se animó en el momento en que Andre se acercó a su
mesa.

Sabía que Andre era consciente de la forma en que la mujer coqueteaba, pero él no
le prestó atención. El habló sólo con el hombre, en busca de amistad, actuando
como si fueran buenos amigos. Una vez que compró bebidas para la mesa y se
alejó. La mujer de cabello oscuro parecía irritada y Teagan tomó un sorbo de agua
para ocultar su sonrisa. La cabeza de Andre se volvió y la miró directamente a los
ojos y sonrió con esa sonrisa lenta, sexy que envió fuego corriendo por sus venas.
Amaba a su hombre. Él la hacía sentir como la única mujer en la sala.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― ¿Estás bien?

― Absolutamente. Haz lo tuyo.

Le encantaba que ella pudiera hablar con él telepáticamente. Ella podría


acostumbrarse a algunas de las ventajas y beneficios de los Cárpatos. Era muy,
muy agradable que se tomara el tiempo para ver cómo estaba. Le envió una sonrisa
y ondeó un poco sus dedos indicando que debía seguir con lo que estaba
haciendo. Plantando la información en sus cabezas, las mujeres desaparecidas, la
forma en que fueron vistas por última vez con Jashari y sus muchachos. Posibles
ubicaciones de los cuerpos. No iban a ser capaces de dejar de pensar en ello y eso
los llevaría a encontrar esos cuerpos.

Su corazón tartamudeó y ella salió de su mente abruptamente. Contuvo el aliento y


miró a la mesa, fingiendo interés por el patrón de la madera. Andre sabía dónde
estaban los cuerpos, ella estaba absolutamente segura de ello. Captó esa
información en su mente. Él estaba dándosela a los hombres. ¿Cómo iba a saber
dónde estaban los cuerpos? ¿Cómo? Ella no lo sabía. Sólo Armend y sus amigos lo
sabían.

Oh Dios. ¿Qué había estado pensando? ¿Cómo podía saber eso? No había manera,
no si encontró a Armend muerto. Tendría que conocerlo. Conocer a sus amigos.
Eso la lleno de miedo. Ella quería saltar y correr fuera de la barra, pero ella no
sabía dónde iría o en quien podía confiar. Podía hacer su camino al baño de las
chicas y tener la esperanza de que hubiera servicio de telefonía celular. Ella podía
llamar a su abuela de nuevo y alertarla sobre el hecho de que estaba en peligro.
Ella no le había dicho a la abuela Trixie que Armend tenía amigos enfermos.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Teagan. ¿Qué es?

La voz de Andre se deslizó en su interior, justo debajo de su piel. Por lo general, la


voz de seda y terciopelo, áspera y sensual y tan hermosa que podía calmar su
estómago revuelto y mantener el miedo a raya, creo nudos apretados y una
sensación de temor la invadió.

― ¿Cómo puedes saber dónde están los cuerpos? Idiota ― Había voceado lo que ella
sabía. Sus dedos cerrados en el borde de la mesa hasta que sus nudillos se pusieron
blancos. ― Lo conocías. ¿Cómo si no pudiste saberlo?

― Yo no lo conocía. Estaba vivo cuando llegué a él. Podemos discutir esto cuando estamos
solos. Tengo una persona más con quien hablar.

― Me mentiste. Dijiste que los lobos lo mataron.

― Lo mataron.

― Ve a hablar con el hombre para que podamos salir de aquí.

― ¿Estas bien?

― Sí. ― Y eso era una mentira. Ella quería ir a casa. Hacia el consuelo de su abuela
y sus hermanas. La familia. No quería ser un Cárpato, volando por el cielo en
forma de un búho, sin importa lo bueno que fuera. Sólo quería sentirse segura de
nuevo, y ella no se sentía de esa manera. No sabía qué pensar. Se mordió el labio,
tratando de averiguar por qué se sentía tan asustada en el interior. Había tocado
deliberadamente la mente de Andre de nuevo, mientras hablaba con ella y creía lo
que le estaba diciendo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Sonaba sincero. Se sentía honesto. Él siempre era suave y dulce con ella, pero le
había quitado sus opciones. Aun así, él podría haberla matado cuando quisiera.
Ella realmente no creía que fuera un asesino. Tal vez había tenido que defenderse
de Armend. Tal vez había realmente tropezado con las secuelas del ataque de los
lobos y trató de ayudarlo. Acababa de entrar en pánico como usualmente hacía.
Todavía. Esa sensación horrible en el estómago persistió.

Sintió un movimiento y miró hacia arriba, armándose de valor, esperando que


fuera Andre. Su hermoso Andre quien le había mentido. En su lugar había dos
hombres que nunca había visto antes. Uno llevaba dos bebidas, y el otro sostenía la
suya. Debían de haber llegado al bar mientras ella estaba bailando con Andre,
porque realmente había mirado alrededor cuando entraron por primera vez y se
habría dado cuenta de los dos hombres. Eran realmente apuestos.

Ella no había visto a ninguno de ellos antes. Podía decir por su ropa y el reloj
llamativo que uno de ellos llevaba, que o bien no eran de por allí, o que eran una
de las pocas familias con dinero. Supo al instante por qué había saltado a tales
conclusiones estúpidas sobre Andre. Había estado sintiéndolas de estos dos
hombres.

El terror oscuro se acento en el estómago y el movimiento a través de su cuerpo era


todo a cerca de ellos.

― Una mujer hermosa no debe estar sentada sola, ― el que tenía las dos bebidas,
anuncio con una sonrisa. Soy Giles, Giles Barabash. Este es mi hermano Gerard. ―
Puso las bebidas en la mesa, una frente ella, y los dos hombres sacaron las sillas y
se sentaron.

Saga Cárpatos
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― Estoy aquí con alguien, ― Teagan espetó, utilizando el Inglés como ellos lo
habían hecho. Ella podía decir por su fuerte acento que el inglés no era su lengua
materna, pero estaba claro que podían hablarlo fácilmente. Giles intercambió una
mirada con su hermano. La mirada que pasó entre ellos la inquietó. Giles se
encogió de hombros.

― Él no está aquí en este momento. Es su perdida.

― En serio, no va a estar feliz con ustedes sentados aquí.

Giles empujó la copa hacia ella con dos dedos, sin dejar de sonreír. Sus ojos eran
duros. ― Bébela.

Olio la droga con sus sentidos intensificados. ― No gracias.

Giles se acercó a ella. ― Yo no te lo estaba pidiendo, Teagan.

Otros dos hombres se deslizaron a ambos lados de ella, atrapándola entre ellos. El
estómago se le hizo una empinada en el terreno de juego. Ella no dudó ni por un
momento que estos hombres eran los amigos de Armend. Ellos sabían quién era.
Ella se negó a dejarse intimidar. Se encontraban en un bar lleno, y después de todo,
Andre estaba allí. Ella solo necesitaba llegar a él. Ella no lo hizo. En cambio, se giró
hacia el recién llegado. ― Y ustedes ¿son? Se ven como hermanos también.

Giles gruñó, levantando el labio y en realidad haciendo un ruido gruñendo,


atrayendo su atención de nuevo a él.

― Primos, ― Giles contestó. ― Keith y Kirt.

Saga Cárpatos
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― Así que están todos relacionados. Guau. Ustedes creían en mantenerlo en la
familia.

― Tome la maldita bebida, ― Giles mandó. Sin previo aviso, el bar se quedó en
silencio. El aire en realidad vibró con una fuerte sensación de peligro imposible de
no sentir. Ella contuvo el aliento y levantó la barbilla para poder mirar por encima
de la cabeza de Giles. Su mirada chocó con la de Andre. Fríos dedos se deslizaron
por su espalda. Estaba enfadado. Seriamente enojado. Las paredes del bar no
podían contener la fuerza de la ira que brotaba de él. Sus ojos eran glaciar azul y
ardían como una llama azul.

Ella tocó su lengua sobre sus labios, incapaz de mirar lejos de él. Andre parecía un
antiguo guerrero de una película. Su rostro era hermoso, tallado de piedra,
totalmente masculino. Su pelo largo corría por la espalda. Su corazón hizo una
especie de parada y su estómago dio un salto mortal. Suyo. Ese hombre era suyo.
Desde luego, no era amigo de Giles, de su hermano o de sus primos. Y realmente,
realmente no le gustaba que se sentaran en su mesa.

― Teagan.― Andre tendió la mano hacia ella. Sus ojos, el total de ellos en llamas
azules, totalmente calientes, se posaron en Giles. Teagan se levantó al instante,
empujando hacia atrás su silla y moviéndose a través de Keith para tomar la mano
de Andre. Él la atrajo a su lado. Cerca. Bajo la protección de su hombro, y era un
ancho hombro.

Ella deslizó su brazo alrededor de su cintura. Andre no dijo una palabra a los
cuatro hombres, él simplemente se volvió y se dirigió a través del silencio hacia la
puerta. Una mujer se empujó cerca, tocó la mano de Teagan.

Saga Cárpatos
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― Ten cuidado de ellos, ― susurró. ― No van a dejar pasar esto.― Sus dedos se
apartaron y ella se perdió entre la multitud, claramente con miedo de Giles y los
demás. Ella entregó la advertencia en su lengua materna, pero Teagan captó la
esencia de la misma. Entendió por la manera en que Andre asintió. El gesto era
apenas perceptible, pero ella vio la forma en que la cara de la mujer brillaba, sólo
por un momento.

― Eres agradable, ― ella susurró en su mente. Ella captó eso, ― Y que eres tan
hermoso que pueden totalmente mantenerte durante meses.

― No eres adorable en este momento. O divertida. Estoy seriamente enfadado contigo.

Gulp. Ella había estado tratando de fingir que no había notado la ira hacia ella,
pero allí estaba. Sin manera de evitarlo.

Ella levantó la barbilla y coló una mirada en su mandíbula apretada, ya que


salieron en la noche. La niebla era una vez más gruesa, pero en esta ocasión, más
que un denso vapor, gris que puso su corazón acelerado, no tanto por lo oscuro de
Andre, y sus características enojadas, sino porque sabía que era lo que alimentaba
la niebla.

― No es como si yo invitara a esos hombres a sentarse conmigo, ― ella le dijo con una
vocecita insolente.

― Joder. Eso no fue totalmente mi culpa. En absoluto. Y, sólo porque, por un sólo segundo
pensé, o me tuve la idea de que podría ser un... Uff.― Decirle parte del grupo asesino,
no iba a sacarla de problemas. ― En mi defensa, no sabía que conocías el lugar dónde
están los cadáveres y no tenía idea de que Armend estaba vivo cuando lo encontraste.

Saga Cárpatos
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― Armend puso contusiones en ti. Intentó violarte. Te dio un puñetazo. ¿Creías que
compartiría el mismo aire contigo después de eso?

Oh. Mi. Dios. Su corazón se detuvo y luego empezó a latir. Duro. Golpeando duro.

― Andre, ¿Que estás diciendo? Me dijiste que los lobos lo mataron.

Su brazo la envolvió, encerrándola con fuerza contra él. Detrás de ellos la puerta
del bar se abrió y luego se cerró. Sabía, sin mirar, que Giles y su equipo estaba
siguiéndolos. Se habían convencido de que eran cuatro contra uno, claramente sin
contarla a ella como una amenaza.

― Te dije la verdad. No he dicho que no hubiera hablado con él. Su mente estaba podrida y
disfrutó lo que le había hecho a las mujeres, pensaba en ello a menudo. Mantenia recuerdos
en su casa, guardados en el tercer cajón de su escritorio privado. Los sacaba por la noche y
se masturbaba con la ropa interior de las mujeres que mataba.

Tropezó. Armend la había tocado. Se había sentado con ella durante tres años
mientras que ella le enseñó. Habían reído juntos. Le había contado entre sus
amigos. La bilis se levantó y empujó el dorso de la mano contra su boca. Su visión
realmente se redujo, amenazó con convertirse en negra. Se sentía mareada y débil.
Tropezó de nuevo. Andre la tomó en sus brazos.

― Te pido disculpas, sivamet. No debería haber compartido eso contigo. Respira. Toma una
respiración profunda.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Él no aumentó su velocidad. De hecho, él siguió caminando en silencio, haciendo
ruido, permitiendo que las suelas de sus botas golpearan la superficie mucho más
duro de lo normal. Teagan tomó grandes bocanadas de aire, sus manos
aferrándose a sus hombros. Les estaba atrayendo hacia él, a Giles y a los demás.
Andre deliberadamente se estaba poniendo de cebo para ellos. Tentándolos a venir
detrás de él.

No lo hagas, Andre. Hay cuatro de ellos. Puedes matar a los vampiros, pero no te puedes
enfrentar a cuatro asesinos. Sabes que ellos asesinan. No con los cuatro a la vez.

Ellos violan y matan las mujeres indefensas. Golpean a los borrachos. Yo soy de los
Cárpatos. Tú eres de los Cárpatos. Tienes más fuerza en tu dedo meñique que todos ellos
juntos. ― Ella parpadeó rápidamente, tratando de procesar eso.

¿Lo hago? Guau. ― Ahora eso estaba sin duda en el lado pro de la lista para
convertirse en los Cárpatos. Podía ser un verdadero culo rudo y patear si tenía que
hacerlo. Le gustaba esa idea mucho.

Claro. ¿Pero qué pasa? ¿Por qué animarlos a seguirte? ¿Por qué no solo nos vamos?

Porque no voy a permitir que esos hombres violen a las mujeres y las asesinen. Ellos nos
seguirán hacia las colinas más bajas. Puedo despacharlos allí.

¿Despacharlos? Se lamió los labios. Sólo estoy adivinando aquí, pero no creo que estés
usando esa palabra para enviar un mensaje o correo o algo de esa naturaleza.

Como en hacer justicia a ellos.

Um. Andre. No puedes hacer eso. Va contra la ley.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Yo no soy humano. Las leyes humanas no se aplican a mí. Yo soy de los Cárpatos y yo soy
el portador de la justicia en mi mundo.

¡Ahí de nuevo! Él no estaba bromeando. Él estaba planeando matar a los cuatro


hombres. Tal vez.

No puedes...

No hagas sonidos. Quédate tranquila. Que sigan mis pasos.

Ellos son humanos. ¿No puedes dejarlos a la ley humana?

Los seres humanos no se han ocupado de ellos. No voy a permitir que torturen y maten a
otra mujer. Ellos tienen un gusto por ello, y Giles se ha declarado el líder ahora. Él se
propone herir a los demás. Deberías haber sabido que se estaban acercando y deberias haber
leído su intención.

Bueno. Ahora estaban llegando a la parte de la ira. No estaba enojado porque ella
hubiera sido lo suficientemente idiota para pensar que podría ser amigo de
Armend. No, él estaba enojado con ella porque no había usado sus nuevos sentidos
muy agudos como un sistema de alerta.

Y no me llamaste, Teagan. Inmediatamente, cuando sabías que estabas en problemas, no lo


hiciste, no me llamaste.

Ella no lo había hecho. No sabía por qué. Pero no lo había hecho, y tenía todo el
derecho de estar enojado por eso.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
No lo hice, ¿no? ― Eso la confundió. Se sentía segura con Andre. No había entrado
en pánico. Ella estaba asustada, pero el miedo vivía y respiraba en ella todo el
tiempo. Sintió el apretón en el estómago relajarse.

No, csitri, no me alertaste. Si no hubiera estado supervisándote en todo momento yo no


hubiera sabido que estabas en problemas.

¿Él la estaba vigilando en todo momento? Le gustaba eso. Aunque ella no debería.
Era una moderna mujer independiente, que podía manejarse en situaciones
difíciles y lo había hecho, muchas veces. No dependía de otros para solucionar sus
problemas, especialmente cuando ella estaba de viaje. Ella se apoyaba en ella, lo
que era probablemente la razón de que no hubiera pensado en llegar a él.

A partir de ahora, confiarás en mí como yo estaré confiando en ti. Siempre, siempre estar
alerta y escaneando tu área circundante, aconsejó. Lee la mente de los que te rodean.

Que invada totalmente la privacidad de las personas.

El mundo en que vives ahora, sivamet, es peligroso. Los seres humanos quieren matarnos.
Incluso tu propia abuela te pondría una estaca en el corazón si supiera lo que somos. Sabes
que es verdad. Tienes que aprender a estar atenta y tienes que aprender a confiar en mí. En
el momento en que detectes problemas, reales o no, llegua a mí.

Se mordió el labio. Él tenía razón sobre su abuela, con su kit de cazar vampiros de
internet. Y tenía un dispositivo especial que disparaba estacas de madera, que era
muy cool por cierto. Había visto a la abuela Trixie practicar sobre los objetivos en
su patio trasero. Teagan no les había dicho a sus hermanas, por temor a que
encerraran a su abuela antes de que pudiera curar su enfermedad mental.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Ella suspiró. Ahora tenía otro problema. Su abuela no estaba tan loca como todos
pensaban, pero ella podría tener que convencerla de que ella lo estaba.

Dime que entiendes.

Teagan vaciló. Estaba empezando a darse cuenta de que la idea que tenía de Andre
siendo un hombre dulce y suave, no era tal vez del todo correcta. Prefería eliminar
las amenazas enviándolos. Es decir, matarlos a ellos.

Teagan.

Esa era la voz ronca de seda y terciopelo, pero era una advertencia. Él no estaba
bromeando a su alrededor y siendo todo sensual y dulce.

Um. Dime que cuando sea amenazada, no despacharas personas. Prométemelo.


Necesitaba al menos traerlo al siglo actual. No eres un hombre salvaje, viviendo en la
era de las cavernas.

No puedo dar esa promesa. Soy un hombre de los Cárpatos. Un cazador. Y tú eres mi
compañera. Como tu compañero, es mi deber y privilegio, evitar que seas dañada en todo
momento.

Ella dejó escapar el aliento. Entendiendo que esto no iba a ser tan fácil como
imaginaba.

Eres terco y tal vez un poco demasiado viejo. Conoces el viejo adagio sobre la enseñanza de
los perros viejos trucos nuevos.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Hubo un momento de silencio. Ella lo miró. Sus ojos azules brillaban hacia ella.
Ella no estaba segura de su estado de ánimo. Un momento que había estado
furioso. Espeluznante. Al siguiente estaba atrayendo a unas no tan inocentes
presas hacia él, y eran presas.

Había atraído a Giles y a su equipo con la intención de enviarlos. Ahora él la


miraba como si se debatiera entre la risa o arrojarla al suelo y tener sexo salvaje con
ella. Si ella tenía una opción, querría tomar el sexo salvaje y su risa. De vez en
cuando él sonreía. No reía, excepto una vez.

Teagan.

Su sexo se apretó ante el sonido de su voz deslizándose en su piel. Estaban fuera


de la aldea. Ella podía ver los árboles de vez en cuando, donde la niebla se
arremolinaba, abriendo un poco y luego cerrándose. Él la llevó directo al bosque y
se puso a hacer su camino a las tierras más altas, avanzando a zancadas, por la
tierra. Aun haciendo ruido. Rompiendo las ramitas a propósito. No tomando al
aire. Todavía tirando de todo para atraerlos. Y por los sonidos detrás de ellos, los
cuatro hombres estaban tomando el cebo.

¿Me estás llamando perro viejo?

Me gustaría responder a eso, pero cualquier cosa que diga podría meterme en problemas.

No tienes ni idea.

Su voz era ese sonido que la dejaba sin aliento y sin huesos. Era una promesa, y
ella no sabía si debía tratar de correr o de aferrarse a él. De cualquier manera, su
cuerpo estaba muy emocionado.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Capitulo 18

A ndre subió a la montaña rápido, tomando un sendero de ciervos, que estaba


bien utilizado y fácil de usar incluso en la niebla. En sus brazos, Teagan se
estremeció, pero él sabía que no era por el frío. Ella no lo entendía a él o sus
caminos. Entendió eso. Consiguió vivir bajo un conjunto diferente de reglas, y su
mundo era muy aterrador para ella. No le gustaba su miedo, pero no había mucho
que pudiera hacer al respecto por el momento.

Estaban en muchos peores problemas de los que cualquier humano pudiera darles,
incluso los seres humanos entrenados en el arte de matar a su especie o vampiros.
Saboreó la amenaza de la humedad. La sintió en la brisa que soplaba suave hacia
ellos. Olía el hedor en leve aumento a través de los árboles. Vampiro. El no-muerto
estaba cazando y había venido hacia abajo de la montaña, en dirección a la aldea.

Andre permitió que sus sentidos flotaran en la noche, en busca de más


información, pero mucho más cuidadosamente. Ahogó el sonido de sus botas en el
suelo. Evito el chasquido de las ramas y el susurro de las hojas desde el aire que les
rodeaba. Eso dejaría sólo el ruido de los humanos mientras se apresuraban a lo
largo del sendero, a veces maldiciendo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Uno quería volver y realizar un seguimiento de ellos por la mañana. Él protestaba


una y otra vez con voz quejumbrosa. A pesar de que sólo había escuchado las
voces una vez y de una radio, reconoció el llamado Keith.

¿Que está mal? Aparte del hecho de que deseas cometer un delito grave. Tal vez cuatro de
ellos, y voy a tener que visitarte en alguna olvidada y horrible prisión llena de ratas y de
aguas residuales, donde torturan a los ocupantes sólo por diversión.

Ella dio un escalofrío delicado. ¿Qué más están preparando?

Teagan era muy sensible a él. Ella ya estaba empezando a leer no sólo sus estados
de ánimo, sino cuando sentía el peligro. Él quería que ella fuera capaz de hacerlo
por ella misma.

Estate quieta. Completamente inmóvil. Cierra los ojos, si es necesario, pero siente. No creas.
Siente sus alrededores. Cuando sientas todo lo cercano a ti, deja que tus sentidos se
expandan fuera de ti misma. Fuera del paisaje cerca. Que vayan por encima de tí. Debajo, y
a todo a su alrededor.

Andre quería que ella entendiera. A pesar de su tontería, las cosas que ella sabía
que a él le encantaban, ella era muy inteligente. Y sensible. Para él, antes de que él
la llevara de lleno en su mundo, sintió como si ella ya estuviera a la mitad en el
mismo. Nunca había oído hablar de un solo hombre que tuviera a una compañera
que se sintiera así. Había algo un poco diferente sobre Teagan. Era un ser humano
en su totalidad. No era Jaguar, Mago o Lycan. Era completamente humana. Sin
embargo, su don de curación era increíblemente fuerte y así era que ella se
sintonizaba como un instrumento, sólo tenía que afinar un poco.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Ella no discutía con él. Esa era otra cosa que agradeció. No habría importado si lo
hiciera. Cuando estaban en peligro, la habría cubierto, deteniéndose
inmediatamente y asumiendo el control. Esa era su manera, pero él estaba contento
de que no preguntara el por qué. Se alegró de que lo escuchara cuando él le había
explicado las normas establecidas en su mundo. No quería que ella tuviera alguna
vez miedo de él, pero, sobre todo, su protección era lo primero.

Sus manos se apretaron en su hombro, y cuando miró hacia abajo, los ojos de
Teagan estaban cerrados. Él estaba en su mente, una sombra, no más, siguiéndola a
ella, asegurándose de que estuviera bien. El la sintió llegar, alcanzándolo. Una
tentativa al principio, pero había estado en su mente y ya estaba aprendiendo. Ella
podría no tener identificado lo que estaba haciendo inmediatamente, pero sabía
cómo hacerlo. Aprendió rápido. Ella envió sus sentidos llegando a la noche.

Erróneamente, se concentró en la amenaza que venía detrás de ellos. Los cuatro


hombres tras ellos se habían separado, dos trabajando su camino alrededor para
tratar de cortarles el paso y los otros dos estaban tratando de llegar a ellos, pero ya
que, Andre sintió antes la amenaza de los vampiros, quiso ponerse al día.

Teagan encontró la ubicación de los cuatro hombres. No se detuvo allí. Él se


encontró sonriendo interiormente. Tenía miedo, tal como ella dijo que estaría, el
miedo dentro de ella, pero eso no la detuvo. Ella se permitió un breve momento
cuando los identificó a ellos y sabía que estaban más cerca, pero ella continuó
siguiendo las instrucciones de Andre, llegando a la noche.

Dime lo que sabes.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Ella dio un pequeño estremecimiento. Bajo el suelo hay insectos y gusanos. Unas
ardillas terrestres. No hay mucho en forma de los animales. Giles y Gerard están detrás de
nosotros, tal vez a la distancia de un campo de fútbol. Sus primos están llegando a nuestra
derecha, casi paralelos con nosotros.

Esperó, con la barbilla descendiendo a acariciar la parte superior de la cabeza. Una


parte de él estaba todavía ardiendo en el interior porque no lo hubiera llamado
cuando reconoció que estaba en peligro. No lo hizo así y tenía la intención de
abordar la cuestión cuando se encontraban en un lugar seguro. Empujó eso a un
lado y se dejó sentir orgulloso de ella. Aprendes rápido.

Él supo el momento exacto en que ella permitió que sus sentidos se elevaran por
encima de ellos. En la niebla. En esa densa niebla que presiona hacia abajo en el
bosque y la montaña. Se quedó sin aliento en la garganta, y ella se aferró más
apretada cuando ella enterró la cara en su pecho.

Un vampiro.

Te perdiste uno. Hay dos. Dudo que sean el maestro. No están cubriendo sus huellas.
Ambos están en el camino a la aldea. Están buscando víctimas.

La sintió asustarse. El pánico creciendo. Su sentimiento de terror casi lo abrumó


por lo fuerte que era, pero junto a él, sintió algo más. Pura, y absoluta
determinación. Una voluntad de acero absoluto.

No podemos permitir que se acerquen a la aldea, Andre. Ellos van a matar a alguien. Tal
vez a más de una persona inocente.

No tenía la menor intención de permitir que los vampiros llegaran a la aldea. Él era
un cazador. Buscaba y destruía el no-muerto. Eso era quien era. Lo que él era.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Voy a llamarlos a nosotros. Tendrás que confiar en mí, Teagan, y hacer todo lo que te digo.
Voy a traer a Giles y sus amigos a nosotros también.

Teagan se quedó inmóvil. Ella sabía, incluso antes de decir algo, que Andre no
permitiría que los vampiros llegaran a la aldea donde podrían matar a cualquier
número de inocentes. Se mordió el labio. Este era sin duda, uno de esos momentos
para probar el viejo adagio, tenga cuidado con lo que deseas. Sin embargo...

He dejado el kit de cazar vampiros de internet de la abuela, en los Estados Unidos, por lo
que es posible que desees acabarlos a todos por ti mismo. Giles y sus amigos babosos, puedo
ayudar con ellos. De hecho, estoy sobre ayudarte con ellos.

Será todo acerca de sentarse en silencio y esperar a que tu hombre limpie el vecindario.

Teagan se mordió el labio. Ella no pensaba realmente hacer eso. Ella creía en que
uno debía librar sus propias batallas, y seis contra uno, no eran las mejores
probabilidades. Ella no contestó. Y Andre dio por sentado que ella le obedecería a
él. Lo hacía mucho. Pero pensó que tarde o temprano iba a entender que ella no era
buena con las figuras de autoridad. Él podría entregar sus órdenes en su voz sexy
y baja, pero eso no significaba que fuera a obedecerlas.

Andre se detuvo debajo de unos árboles donde sólo había un pequeño claro que se
formaba porque un gran árbol se había venido abajo y golpeo a otro, cayendo
ambos al suelo del bosque.

Cambia a una lechuza. Quiero que te quedes en ese árbol muy quieta.

Teagan parpadeó cuando Andre le dejó en el suelo. Ella levantó la vista hacia el
árbol alto, hacia las ramas gruesas.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Quieres que me esconda lejos mientras te enfrentas a todo esto solo, porque yo no creo que
pueda hacer eso.

Su mano se deslizó en su pelo, agrupándose allí, ejerciendo presión hasta que la


cabeza se inclinó hacia atrás. Él la besó. Duro. Largo. Delicioso. Como si tuvieran
todo el tiempo del mundo. Incluso mientras la besaba, ella sabía que aún estaba
escaneando el área alrededor de ellos y sabía la posición exacta de las seis
amenazas. Ella no se molestó en explorar, ella disfrutó del beso. Mucho.

Haz lo que te digo. No quiero tener que preocuparme por ti.

Bien. Se sentía mucho más en el estado de ánimo de no hacer nada, dijo después de
ese beso. Tenía que admitirse a sí misma que era quizás un poco más, una presa
fácil cuando se trataba de Andre y su lado más sexy.

Se apartó de él y mantuvo la imagen de la lechuza en su mente. Ya había hecho


esto una vez, así que no era tan difícil la segunda vez. En un momento ella era
Teagan y al siguiente era el búho, extendiendo sus alas para conseguir la sensación
de ellas.

La próxima vez, en lugar de un pájaro, me voy a volver una gatita sexual. Un montón de
curvas.

Ya eres una gatita sexual. Ahora sube a ese árbol. Keith y Kirt están muy cerca, Andre
anuncio. Pósate en la parte más gruesa del árbol y quédate allí.

Le gustaba que él pensara que ya era una gatita sexual. Guau. Ella sabía que él
estaba diciéndole la verdad porque estaba en su mente y habló del asunto con total
naturalidad, como si su mente estuviera en otra parte y pudiera sólo ser honesto.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Teagan.

Sintió un temblor en todo el cuerpo, allí mismo dentro de la lechuza. Bueno,


definitivamente tenía un asiento de primera fila. Ella se elevó a los árboles, usando
rápidamente sus alas en silencio. Encontró una rama que estaba ligeramente por
debajo de varias de las más grandes y se sentó allí, sus garras sujetándose de la
corteza para que pudiera mirar hacia abajo y ver el pequeño claro y gran parte de
los árboles circundantes.

Teagan podía sentir los vampiros, mucho más cerca ahora. El aire se había vuelto
peligroso. Opresivo. Apenas podía respira. Se sorprendió de que los hombres
humanos no pudieran sentir la diferencia en el aire. Cada vez que respiró, sus
pulmones dolieron. Quemándose. Casi crudos, como si ellos empujaran el aire tan
rápido como fuera posible para evitar la contaminación.

Desde su punto de vista vio a dos hombres que se arrastraban a través de los
árboles, tratando de acercarse sigilosamente a Andre. Él estaba de espaldas a Kirt,
y Keith se acercó desde el frente. Kirt estaba mucho más cerca, moviéndose en
posición para el ataque, mientras que su hermano mantenía la atención de Andre.

Andre, detrás de ti.

No distracciones. No me ayudes.

No se dio vuelta. Sólo ladró las órdenes. Joder. Trató de hacer un favor a alguien y
ellos acaban de conseguir volverla loca. Kirt estaba casi sobre él, y ella pudo ver el
cuchillo en el puño. Keith se abrió paso por el lado derecho frente a Andre,
también armado con un cuchillo. Andre dio una vuelta rápida, cortando atreves de
la garganta de otro, cortando la garganta de Kirt con la mano abierta, las uñas
largas y afiladas. La sangre brotó.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Andre giró de nuevo y se reunió con Keith mientras corría, con el cuchillo abajo, y
la hoja hacia arriba, apuntando hacia las partes más blandas del cuerpo. Andre
golpeó el cuchillo con asombrosa velocidad, tan rápido que Teagan no pudo ver
realmente su palma, cuando golpeó la muñeca de Keith, pero ella escucho el golpe
y vio el cuchillo irse volando.

La mano de Andre continuó en movimiento, pasando de donde había desviado la


hoja lejos de él, hasta la garganta de Keith. El corazón de Teagan tartamudeó a un
alto. Había sangre por todas partes. Las gotas golpeaban la niebla y sabía que
Andre estaba llamando a los vampiros, el uso a sus agresores como cebo para
atraer a los no muertos, para atraerlos lejos de la aldea.

Con el hambre arañando en ellos, los vampiros nunca serían capaces de resistir la
atracción del olor de la sangre fresca. Andre fluía alrededor del dos hombres,
rápido e impresionante, ningún movimiento sin desperdicio. Teagan se sentía
como si ella hubiera visto una danza de la muerte brutal, primitiva y salvaje.

Ella no debería haber sido atrapada en la belleza de Andre en cada movimiento.


Debería haberse horrorizado y aterrorizado. Pero ella no lo estaba. No había ira en
absoluto. El no veía a Keith y Kirt como una venganza personal. Ellos vinieron
detrás de él y detrás de su mujer. Era una conclusión lógica. Al mismo tiempo,
podría utilizarlos para mantener a los vampiros alejados de invadir la aldea y
asesinar a un inocente. Ella sabía todo eso, porque ella todavía estaba en la mente
de Andre y ella vio su estrategia.

Había nobleza en cómo Andre vivía su vida. Tenía honor e integridad. Vio al
guerrero, el verdadero guerrero, dispuesto a poner su vida en la peligro por otros,
siempre. Era un luchador feroz todavía, absolutamente fresco y tranquilo. Ella se
movió a través de su mente y no pudo encontrar ni una sola cosa que pudiera
aumentar su presión arterial. Sin miedo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Sin miedo. Él le había dicho que no había sentido miedo en siglos. No desde que
era un muchacho de diecisiete años de edad. Él no había exagerado. Él estaba
diciendo una verdad estricta porque realmente no sentía miedo. No en batalla. No
cuando él sabía que dos vampiros venían, y que él los estaba atrayendo a él con el
fin de mantenerlos alejados de un pueblo lleno de hombres inocentes, mujeres y
niños.

Nunca habría podido explicar cómo se sentía a nadie, ni siquiera a su querida


abuela, pero en el momento en que vio Andre en acción, moviéndose tan rápido,
su cuerpo en movimiento, tan elegante como cualquier bailarina de ballet y tan
letal como cualquier tigre en estado salvaje, sabía que siempre lo amaría.

En el momento en que se dio cuenta de que había sido ella, la que trajo el miedo a
él después de tanto tiempo en la tierra, no había manera de resistirse a él. Ella cayó
duro. Ella siempre le añoraría. Siempre seria de él. Siempre, siempre lo amaría. Tal
vez era un error estar tan locamente enamorada de él, cuando él estaba matando a
alguien, pero era pura poesía. No podía apartar los ojos. Casi no vio a los dos
hombres tambaleándose alrededor, o a la sangre corriendo por su cuello mientras
Andre estaba a un lado, sin mirarlos, pero manteniendo su atención en su entorno.

En el interior del cuerpo de la lechuza, de repente sintió un tirón. Una


sintonización. Una nota discordante fuera de lugar. No había armonía en la
naturaleza y en ese momento se dio cuenta de que ella siempre fue consciente de
ello, consciente de lo que era, la música, una sinfonía, dondequiera que iba.
Necesitaba esa sinfonía y ella buscó a cabo, escalo e hizo senderismo en todo el
mundo por lo que su cuerpo se convirtió en parte de la orquesta de la naturaleza.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Ahora, esa nota discordante, causaba dolor. La enfermaba. Casi se movió a su
propia forma con el fin de presionar la mano al estómago en un esfuerzo por
combatir la bilis. Se obligó a permanecer bajo control, pero utilizó el alcance
superior de la visión del búho para mirar a su alrededor. No vio nada fuera de
lugar. Ni una cosa, pero la nota se hizo tintinear. Insistente.

La lechuza se quedó completamente inmóvil. Un chasquido extraño, uno con un


patrón poco convencional, comenzó en los árboles que les rodeaban como si las
ramas se frotaran juntas en el viento. Ella sabía mejor. Ese era el golpe de tambor
golpeando a las notas duras, inarmónicas que Jarred en la belleza de la naturaleza
sinfónica, creaba. Empujó más en la mente de Andre, un flujo suave, transmitiendo
la información a él. No giro en su camino, pero ella lo sintió derramar una caricia
en su mente.

Mi mujer. Mirando hacia fuera para mí.

Ella se habría mordido el labio si tuviera uno. Las palabras. El tono. Esa caricia. Le
estremeció. Él todavía se tomó el tiempo para hacer saber que ella era suya y que
velaba por ella. No tuvo en cuenta que ella era tímida, pero no podía encontrar las
palabras para contestarle de regreso. Cuando se trataba de relaciones, no tenía ni
una pista, solo que estaba decidida a cuidar su espalda. Quería que él lo supiera.
Para que se sintiera, como él le hizo saber que él estaría allí para ella bajo cualquier
circunstancia.

La rama en la que la lechuza se apoyaba en estremeció. El estómago de Teagan


hizo un salto mortal, y no en el buen sentido. El tronco grande, y muy grueso se
estremeció. La enfermedad se extendió a través del árbol. Lo sintió, como una
enfermedad, como si algún parásito mutante hubiera entrado a través de las raíces
y se trasladara a través de las venas y las arterias del árbol, extendiendo un ácido
oscuro a través de la savia.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Las ramas temblaban. Se estremecían. Unas cuantas hojas rizadas en las ramas
inferiores. Ahora la nota se convirtió en varias. El ruido chasqueando continuó,
proporcionando un ritmo discordante detrás de las notas malévolas. La sinfonía
musical de la noche, de la propia montaña, transformadas en algo totalmente
diferente.

Teagan se sintonizo a sí misma a las notas, separando los sonidos hasta que se dio
cuenta de que había dos de los no-muertos acechando en la noche. Ahora ella
simplemente tenía que trazar el camino de nuevo a ellos.

No.

Ella hizo una mueca. Eso fue nada menos que una orden.

En serio, Andre, te puedo ayudar. Kirt y Keith, pueden haber sangrado profusamente, pero
todavía están vivos y podría ser peligroso para ti. Yo puedo encontrar los vampiros y te diré
exactamente dónde están.

Hizo caso omiso de su advertencia, porque era lo único que podía hacer para
ayudarlo. Podría haber sonaba como que estaba bromeando cuando le dijo que
podía manejar los no-muertos, pero no había manera de que ella fuera a acercarse
a una de esas criaturas. Bueno, no a menos que fuera una emergencia grave.

Teagan estiró los sentidos, y permitió que fluyeran de ella, escuchando la música
en su cuerpo. Por el tono. Al… Todo en ella se calmó. Dentro de la lechuza se puso
rígida. Paralizado. Ella no podía moverse. Ella no podía llegar a Andre, por no
hablar de nadie más. El pánico la golpeó con fuerza. Algo se había apoderado de
su mente. La cerró. Ella no podía cambiar. No podía gritar. No podía advertir a
Andre. Los vampiros la habían encontrado.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Estás perfectamente bien. Siéntate en silencio. Los vampiros no tienen ni idea de tu
existencia y eso va a seguir siendo así.

Oh. Mi. Dios. Andre, me había cerrado totalmente.

Fue Andre quien controlo la situación. Ella no podía ayudar porque Andre lo había
decretado. Cuando la dejara suelta, si él todavía estaba vivo, ella iba a matarlo.
Haría su propio kit de cazar vampiros y lo usaría con él mientras dormía. No. Ella
quería que él viera lo que le venía. Ella sería la viuda negra y lo besaría por tonto y
luego lo estacaría.

No me hagas reír. Me estás distrayendo.

Ella no podía responder, lo que le hizo estar todavía más enojada. Pero él estaba
leyendo sus pensamientos, lo que significaba que podía pensar, que era el hijo de
puta rata que era. Su mejor amiga mientras crecía, Cheryl, estaba en lo cierto.
Cheryl decretó que un montón de hombres eran ratas hijos de puta, y ahora
Teagan estaba conectada con uno.

La misma rama en la que estaba se sacudió y luego se expandió como si no pudiera


contener la venenosa difusión a través de su cuerpo principal. Al instante vio la
cabeza de Andre llegar alerta, así como él se desvaneció en los árboles, detrás de
Keith, que estaba en el suelo, sobre sus manos y rodillas, agarrando el cuchillo
apretado en su puño mientras la sangre seguía corriendo por su garganta para
absorberse en la parte delantera de su camisa. Kirt desplomado a unos pocos pies
de su hermano, las garras en su cuello mucho más profundo. Se quedaba sin
aliento una y otra vez como si no pudiera lograr que el aire entrara.

Saga Cárpatos
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Todo el tronco del árbol se estremeció y luego comenzó a crujir ominosamente. Si
hubiera podido, Teagan sabía que ella no habría sido capaz de detener la lechuza
de volar de la rama gimiendo. Porque ella no podía moverse, ni podría el búho.
Sabía que Andre le salvó la vida. Ella nunca podría haber permanecido tranquila y
quieta cuando los insectos subieron al árbol, una alfombra en movimiento negro,
pululando sobre cada hoja y ramita, directamente hacia ella.

Justo antes de que los insectos llegaran a la lechuza, el tronco del árbol comenzó a
dividirse. Savia Negra hizo erupción y ratas y más insectos salieron del centro
como si el árbol estuviera dando a luz a algo maligno. Un montón de ratas cayó al
suelo, dejando al descubierto el vampiro. Los roedores se apresuraron hacia Kirt
cuando el vampiro rio horriblemente.

― ¿Qué tenemos aquí? ― El aliento de la criatura siseo de él. ― ¿Ustedes dos


metidos en una lucha de cuchillos? Muy triste. Hermanos. Voy a poner fin a su
sufrimiento. No de inmediato, pero les prometo...al final.

Hizo un gesto con la mano cuando las ratas alcanzaron a Kirt y comenzaron a
desgarrar su cuerpo con dientes afilados. ― Mis amigos tienen hambre. Claro que
este está demasiado ido para divertirse mucho con él, pero... ― Él sonrió a Keith,
revelando sus afilados, dientes ennegrecidos, manchados con la sangre de sus
víctimas. ― Tú y yo podemos tener una gran cantidad de diversión antes de morir.

Todo sobre el vampiro era horrible. Su voz hería los oídos de Teagan. Su piel se
había apretado sobre sus huesos, por lo que parecía un esqueleto andante. La carne
parecía desprenderse de él. Sus ojos parecían ser dos agujeros ardientes en cuencas
vacías. Ella no quería ver como se acercaba a Keith, era como si estuviera en una
película de terror en desarrollo, no podía apartar la mirada, aunque Andre la había
liberado a ella de la parálisis.

Saga Cárpatos
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Andre se materializó de la nada, su cuerpo entre el vampiro y su presa. Los dos
llegaron juntos duro, cazador y cazado. Ella vio el puño de Andre golpeando al no-
muerto sobre el corazón, perforando a través del muro de carne y hueso para
llegar a su objetivo. Él sacudió el vampiro con su enorme fuerza, con ese golpe que
penetró profundamente, tan profundamente que una buena porción del brazo de
Andre desapareció también.

El vampiro echó hacia atrás la cabeza y aulló. La saliva le corría por la boca. Sus
ojos brillaban con fuego. Sangre negra hizo erupción alrededor del agujero en su
pecho y corrió por el estómago y las piernas. Teagan también señaló la baba espesa
que cubría lo que podía ver del antebrazo de Andre.

El vampiro se volvió loco, golpeando, arañando, y mordiendo a Andre, y llamando


a sus ratas por ayuda. Él levanto la voz a gritos al viento, llamando a su amo y a
sus hermanos en busca de ayuda. Para horror de Teagan, las ratas abandonaron a
Kirt y corrieron hacia Andre.

Andre ni se inmutó. Ni siquiera miro a los roedores. Mantuvo su mirada ardiente


sobre la cara del vampiro, mirándole directamente a los ojos. Hubo un sonido de
succión terrible y Andre se retiró, su mano, girando lejos del vampiro para tirar el
ennegrecido, órgano marchito una distancia de él.

Levantó su mano hacia el cielo y un látigo de un relámpago chisporroteo y agrieto,


golpeando el corazón, ya que rebotó y rodó por el suelo tratando de encontrar su
camino de regreso a su cuerpo. El látigo de un rayo cayó sobre el corazón,
incinerándolo a él. Al instante, el vampiro bajó, cayendo en mitad de las ratas que
habían parado con la misma brusquedad cuando el corazón podrido había sido
destruido. El látigo al rojo golpeó el cuerpo del vampiro, las llamas saltando a los
roedores.

Saga Cárpatos
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Teagan sintió que su cuerpo se sintonizaba con la segunda nota discordante. Era
mucho más moderada, como si el vampiro fuera consciente de que estaba siendo
rastreado o como si ya estuviera acechando a Andre. Su corazón tartamudeó.

Andre, otro. No podía llegar a su camino telepático compartido, pero ella sabía que
él estaba en su mente. Se concentró en la sacudida, el sonido discordante
resonando dentro de ella. Al menos podría darle a André una dirección.

Giles y Gerard salieron de los árboles cuando el olor de la carne quemada se


mezcló con el olor de la sangre. Giles tenía una pistola; Gerard, un cuchillo.
Tomaron el hecho de que Kirt estaba tendido en el suelo, con sangre en su ropa y
garganta. Keith todavía agarraba su cuchillo pero estaba inmóvil, con los ojos muy
abiertos con sorpresa, con la boca estirada abierta, y una mirada de absoluto terror
en su rostro.

Giles ya tenía la pistola apuntando sobre Andre, quien estaba manejando el látigo
de la energía caliente, limpiando el ácido negro de sus brazos. Giles disparó
directamente a Andre. Teagan oyó su propio grito, en el fondo dentro del cuerpo
de la lechuza. Luchó contra la parálisis que la agarraba a ella, el miedo marcando
en guerra con las órdenes de Andre. Obligándose a no entrar en pánico, siguió el
hilo en la mente de Andre de nuevo a la fuente de la orden.

La primera bala golpeo a Andre en el brazo, justo debajo de su antebrazo. La


segunda impacto su bíceps izquierdo porque él se movió rápido, girando hacia un
lado para evitar el plomo procedente de él. Al mismo tiempo, llamo el relámpago y
el látigo se enrollo alrededor del cuello de Giles, convirtiendo su cuerpo en cenizas.
Gerard patinó hasta detenerse, con la boca abierta cuando su hermano disolvió en
pequeños rizos de ennegrecido hollín ante sus ojos.

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Juró y retrocedió, directo a las manos del segundo vampiro. Los no- muertos se
apoderó de él con sus huesudas manos e inclinó la cabeza para hundir sus dientes
en el cuello de Gerard, manteniendo al mismo tiempo su mirada en Andre. Él
atrajo el ser humano frente a él como un escudo.

― Ten cuidado, no seas demasiado codicioso, Bacsa, ― Andre advirtió. ― Tu


maestro necesita su sangre y él estará muy descontento contigo si trae de vuelta un
muerto a la fiesta. Le gusta su sangre caliente y fresca.

Bacsa tuvo la precaución de cerrar la herida en el cuello de Gerard. ― Veo que


tienes tu propia y desordenada fiesta.

Deliberadamente indicó a Kirt y a Keith. Andre se encogió de hombros. El látigo


relámpago chisporroteaba. Bacsa sonrió, creyendo que era seguro, siempre y
cuando él tuviera el escudo humano. Levantó la cabeza y olio el aire. Su mirada se
amplió y una expresión astuta se deslizó en su rostro.

― Tienes una mujer. Tu compañera. Puedo olerla en ti.

― ¿Donde esta él? Tu maestro, ― Andre preguntó en voz baja.

― ¿Sabes por qué los envió a ustedes dos detrás de sus alimentos? Él sabe que no
me puede derrotar y él le envió como sus peones, forraje para ser asesinado
mientras se desliza a su manera. Has existido el tiempo suficiente para saber cómo
funciona. ¿Dónde está el?

Bacsa dio dos pasos hacia atrás, arrastrando a Gerard con él. ― Estás herido.
Tienes una mujer. Así que no me sigas y te permitirá vivir.

― No voy a permitir que vivas, Bacsa. Soy un cazador. Le traigo la justicia de


nuestro pueblo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Teagan se quedó inmóvil. Se dio cuenta en ese momento que Andre no discutía, no
con cualquiera. No con un vampiro. No con un ser humano. No con ella. Explicaba
las cosas a ella, pero no discutía con ella. Le decía a ella lo que iba a hacer y las
consecuencias si no le escuchaba a él, y seguía a través de ello, sin importar que.
Era una muy buena idea si ella iba a pasar toda la vida con él.

Sabía lo que iba a hacer y ella no estuvo en absoluto sorprendida cuando el látigo
agrieto, se desplazó y se envolvió alrededor de Bacsa y Gerard. El vampiro gritó.
Gerard se desintegró, la ennegrecida ceniza cayo fuera del no-muerto. La carne y la
ropa podrida de Bacsa, se fundieron, dejándole un horrible caparazón de huesos
quemados, sangrientos.

Andre dejó caer el látigo y estaba sobre él en un instante, al mando de su puño


enterrado profundamente en la cavidad torácica, buscando el corazón del vampiro.
Bacsa gritó y luchó, golpeando la cara de Andre con sus huesudas manos y luego
rasga la garganta y los hombros con las garras afiladas. Trató de cambiar, pero el
puño de Andre ya estaba demasiado profundo en el interior, sus dedos agarrando
el corazón encogido.

Bacsa golpeó con su mano huesuda en la herida de bala en el brazo de Andre.


Teagan rugió ante su incapacidad para moverse, para ayudarlo. Podía ver a Keith
arrastrándose por el suelo hacia Andre, con el cuchillo todavía en el puño. Su
mirada estaba en Andre, no en el vampiro, todo su ser se centraba en matar a su
hombre.

Teagan encontró la orden de mantenerse quieta, allí mismo, en la mente de Andre.


Toda su concentración, estaba en tomar el corazón de Bacsa. Él bloqueó todo dolor
y todo lo demás a su alrededor, decidido a matar al no-muerto.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Fijó su atención en la orden, revirtiendo lo que había hecho. Al instante sintió su
libertad. Ella extendió sus alas y se dejó caer rápido, directo a la cara de Keith, con
las garras extendidas. Las garras arañaron sus mejillas, sus alas batiendo con
fuerza, golpeándolo en repetidas ocasiones.

Keith volvió a caer, atacando al pájaro con su cuchillo, serrando el aire hacia atrás
y adelante en un intento de obtener la lechuza fuera de él. Golpeó el cuerpo del ave
en un lance frenético y con mucha suerte. Gotitas rojas y brillantes de sangre
salpicaron en el aire. Al mismo tiempo, Andre retiró el corazón y se alejó del
vampiro.

Bacsa volvió la cabeza hacia el pájaro, su mirada desesperada. Se abalanzó y atrapó


al pájaro titubeante por un ala, arrastrándolo a él. Incluso mientras lo hacía, Teagan
tuvo la presencia de ánimo para rastrillar sus garras por la cara de Keith, que
rasgaron a través de carne y hueso, la destrucción de su rostro cuando el vampiro
tiró de ella para él. Sus dientes se hundieron profundamente al igual que un rayo
golpeó el corazón que Andre había arrojado al suelo.

En el momento en que el corazón fue incinerado, el cuerpo de Bacsa se estremeció.


Sus dedos huesudos cerrados reflexivamente alrededor del pájaro, su boca
abriéndose amplia en un grito silencioso. Cayó con fuerza, tomando la lechuza con
él, de modo que ella aterrizó bajo su cuerpo cayendo. Teagan sintió el peso muerto
del vampiro presionándola contra el suelo.

El cuello de la lechuza se torció en un Angulo extraño y ella no podía moverse.


Sangre negra, goteaba sobre las plumas de la espalda, quemando directo a través
de la carne del ave hasta el hueso.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
El pánico atacó inmediatamente. No había aire para cambiar de nuevo a su forma
normal. No podía siquiera formar una imagen en su mente, tenía tanto miedo del
cuerpo pesado que estaba asfixiándola a ella. Bruscamente el vampiro se levantó
de ella. Ella vio el destello brillante cuando el látigo de un relámpago incinero
primero al vampiro y luego a Keith mientras se arrastraba a ciegas por el suelo, con
el cuchillo todavía aferrado con fuerza.

Cambia. La orden llegó en una voz tensa y dura. El sonido era chocante para ella, lo
suficiente para que la sacara de su pánico. El aire se apresuró a regresar en sus
pulmones.

Te acabo de salvar y estás enojado conmigo otra vez. No lo puedo creer. Esto fue aterrador,
y en caso de que no lo hayas notado, hay gente muerta en todas partes. Los muertos y las
cosas muertas. Estoy teniendo una muy mala noche.

Cambia. Ahora. Estoy sosteniendo la imagen en tu mente para ti.

Su voz era implacable, y Teagan estremeció. Ella se mostraba reacia a enfrentarse a


él en forma humana. Su cuerpo estaba herido y ella sabía que estaba sangrando.
Tenía marcas de dientes de vampiro en su espalda, en lo alto donde Bacsa había
conducido sus dientes profundamente. Ella no quería ver lo que su vientre parecía
y más que nada, ella no quería hacer frente a la ira de acero de Andre. Ni ahora, ni
con las cenizas de las personas fallecidas flotando en el aire a su alrededor.

Teagan, si no me obedeces, te obligaré al cambio.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Oh, sí, él estaba enojado con ella. Y era implacable. Ella suspiró y obedeció. No le
gustaba la idea de él tomando el control de ella de esa manera y sabía lo
suficientemente bien como para saber que no existiría una segunda advertencia. Se
encontró agachada a su lado, sin ropa, porque ella la había olvidado. Temblando,
trató de pensar cómo hacer la ropa, pero él hizo un gesto con la mano y ella estaba
vestida con la misma vestimenta que ella había llevado toda la tarde, menos su
camisa.

Andre la tomó de las muñecas y tiró de ella hacia él. Él ya se había quitado la
sangre del vampiro de sus brazos y el pecho. Su corazón comenzó un ruido sordo
cuando oyó el chisporroteo del látigo. Su cuerpo comenzó a temblar. El sonido de
ese rayo de energía al rojo vivo era peor que el ácido negro quemando a través de
la piel de la espalda y los hombros. Instintivamente trató de luchar, salir del
asimiento de Andre.

Tranquila, sivamet. Esto no te hará daño. Voy a mantenerlo a la temperatura necesaria en


tu mente para ti. Confíe en mí. No quieres esa sangre en o sobre su cuerpo.

Yo no quiero nada de esto, respondió ella, tratando de no llorar. Ella no iba a ser una
llorona delante de él, no cuando estaba enojado con ella. Sin embargo, su voz se
había amansado y ella no quería que lo hiciera, porque entonces ella realmente
podría llorar, así que no importaba qué, estaba en problemas.

Sólo quiero ir a casa.

Yo soy tu casa, tú eres la mía. Quédate quieta. Cierra tus ojos.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Tragó saliva e hizo lo que le instruyó. Oyó el chasquido del rayo y detrás de los
ojos vio un terrible destello cegador. Su espalda se sentía caliente. Muy, muy
caliente. No quemaba. La sensación era extraña. No le gustaba en absoluto. Luego
desapareció y con ella el dolor hirviendo a través de su carne hacia abajo a sus
huesos. Eso todavía le dolía, pero no en la misma forma. En el momento en que
termino, ella se puso una camisa para cubrir el daño a su cuerpo.

Andre la puso de pie. Una vez más su toque era suave. Abrió los ojos. Su pecho era
un desastre. Él tenía un agujero en él y su rostro tenía algunos rasguños profundos,
pero había muchas peores laceraciones en sus hombros y brazos, por no hablar de
las dos heridas de bala que parecían la menor de sus preocupaciones. Él estaba
sangrando profusamente por la herida en el pecho y algunas de las laceraciones
profundas.

Teagan bajó la mirada hacia su estómago. Andre agrupo su camisa en la mano y la


levantó para que pudiera ver la laceración que iba todo el camino a través de su
frente, de costilla a costilla. La sangre goteaba constantemente y corría por su
vientre.

Csitri.

Allí estaba. Seda y terciopelo. Ronca. Suave. Volviendo su estómago al revés.


Incluso su corazón hizo un pequeño temblor extraño.

Me estás matando, Teagan. No puedo tener a mi mujer en la batalla. Él suspiró


suavemente, cogió sus caderas con ambas manos e inclinó la cabeza hacia la
cuchillada.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Teagan cerró los ojos mientras su lengua se deslizaba tan suavemente a lo largo de
la herida.

No puedo. Yo no soy el tipo de hombre que puede tener a su compañera en peligro.

Su corazón tartamudeó nuevo. Se sentía...delicioso. Impresionante. Más, su


confesión suave, una mezcla de ternura, el arrepentimiento y determinación de
acero, tomó su aliento. Fue todo el camino a través de ella a su alma. Lo escuchó.
Ella sabía que su ira era todo acerca de la laceración en su cuerpo, la sangre del
vampiro goteando sobre ella, el no-muerto tocándola. En su mente era el fantasma
de su familia humana, sus cuerpos yacían rotos a su alrededor, las manos del
vampiro en su adoptaba y pequeña hermana y madre. Ella lo escucho. Lo entendió.
Ella sabía lo que ese momento le había costado cuando la vio en peligro.

Teagan empujó su pelo salvaje con dedos suaves. Una caricia.

Lo siento, Andre. No puedo soportar verte en peligro. Tenía tanto miedo por ti. No pensé
que hubieras visto a Keith arrastrándose detrás de ti.

Continuó de vuelta en la larga cuchillada en su estómago. Sus dedos se cerraron


sobre sus caderas.

Veo todo en la batalla, Teagan. He estado luchando con vampiros durante siglos. Estos
fueron fáciles. El humano podría haberle matado aún más fácil. Pero no se puedes poner en
peligro. Promételo.

Cerró los ojos, sus dedos moviéndose en el pelo. No podía prometérselo. Ella no
podía. Quería darle esa tranquilidad, pero sabía que si lo veía en peligro de nuevo,
se apresuraría a su ayuda. Eso era parte de lo que era y no iba a cambiar.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Quiero darte todo, Andre. No me gusta traer ese recuerdo tan cerca de la
superficie de nuevo, pero no puedo ser nada más que lo que soy.

Con un último golpe de su lengua se enderezó y la miró con sus ojos azules. Sus
palmas fueron a la herida. Ambas. Al pulsar en su piel, abarco todo su vientre,
extendiéndolas todas a unas pulgadas. Ella sintió el calor. La curación. Él era
bueno. No, era mejor que bueno, y en el fondo, la sanadora en ella lo observó y
recordó todos sus movimientos.

Él le dio la vuelta, levantando su camisa para poder examinar su espalda. Sintió


cuando levanto su cabello. Toda esa seda contra su piel. La escofina de terciopelo
de su lengua siguió. Cerró los ojos. La acción era sensual. Primitiva, pero todavía
muy sensual. Su cuerpo se puso caliente y húmedo. Cuando levantó la cabeza y le
dio la vuelta para enfrentarse a él, su expresión era suave, y no todo enojado.

No sé lo que voy a hacer contigo cuando tenga que ir a la batalla. Encadenarte en el interior
de una cueva quizás. O a la cama. Así estarás esperando por mí cuando vuelva.

Um. No. Sólo que no sería así. No estaría esperando con los brazos abiertos. Intenta eso y
averiguarás cuánto daño una mujer moderna puede hacer cuando está realmente molesta
con su hombre.

Su mirada fija en su pecho. En el agujero en su carne. Las laceraciones. No podía


apartar los ojos de los daños. Todo en ella, cada célula de su cuerpo la empujó a
sanar esas terribles heridas. Cómo él estaba de pie, ella no lo sabía. Más, se había
tomado el tiempo para sanarla. Su mano se alisó sobre la peor herida. Su cuerpo se
tambaleó hacia él. ― Soy totalmente de los Cárpatos, ¿verdad?

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Su mirada ardío sobre ella. Ella lo sintió, a pesar de que no levantó los ojos hacia él.
Caliente. Estaba tan caliente. Sus dedos acariciaron los bordes del agujero allí. Al
instante sintió la reacción de su propio cuerpo, sus células corriendo a la superficie
para construir carne y quitar el dolor. Como si pudiera compartir su propia piel.

Ella se inclinó hacia él y utilizo la lengua como lo había hecho, cerrando los ojos
para que no viera lo que ella estaba haciendo, por lo tanto como se sentía. Él sabía
que ella le recordaba en sus sueños. Caliente. Masculino. Adictivo. Más, ella sabía
que tenía ese mismo agente curativo en su saliva y que podía hacer lo que había
hecho. Podría curar sus terribles heridas. Le encantaba ser un sanador. Era su
propósito. Siempre había sido una cosa que la hacía sentir que valía algo. Ella
había elegido estudiar la geología porque quería estudiar las rocas, gemas y
cristales, conocer sus orígenes y sentir cómo se podría utilizar cada uno. Este
método era tan instintivo, como una puesta a punto de su cuerpo con el suyo, tal
como lo había hecho durante toda su vida, pero más cerca. Más íntimo. Le
encantaba esto.

Las manos de Andre se acercaron a su pelo. Ella sintió la mordedura mientras


cogía grandes racimos de seda en sus grandes manos, pero nada podía detenerla.
Ella lamió la herida, tomando todas las precauciones para asegurarse de que el
agente de curación se extendía y hacia su trabajo. Sus dedos se suavizaron en los
bordes, como si pudiera empujar sus propias células en su piel para construir un
puente de tejido. Se tomó su tiempo, incluso cuando le oyó gemir.

Tienes que parar. Yo estoy tan duro como una roca.

No puedo parar. No hasta que tenga cada rasguño que tienes, sanado.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
La levantó en sus brazos. No se detuvo, ni siquiera cuando sintió el viento en el
pelo, que fluía a través de su cuerpo, y lo oyó silbar en sus oídos. Ella sabía que él
estaba llevándola de vuelta a su cueva.

Teagan deslizó sus brazos alrededor de su cuello, usando la lengua por el pecho
ahora desnudo, siguiendo la peor de las laceraciones. Entonces estaban en la
oscuridad de la cueva y su cuerpo estaba tan desnudo como el suyo.

Tenía los dedos entre sus piernas haciendo todo tipo de cosas deliciosas a su
cuerpo, que la distraían. Decidió que podría gustarle ser Cárpatos después de todo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

Capitulo 19

T eagan sabía que estaba atrapada en medio de una pesadilla. El terrible sueño
no podía ser cualquier otra cosa, porque la familia humana de Andre la
rodeaba. Yaciendo rota y muriendo a su alrededor. El suelo bajo sus pies estaba
saturado de sangre. Un vampiro se apoderó de ella con garras óseas, clavando sus
garras a un lado de su cuello, todo el tiempo volviendo la cabeza a un lado,
mirando a otro lado de ella, riendo horriblemente.

Siguió su mirada y vio a Andre. La expresión de su rostro le rompió el corazón. Él


estaba en la pared, su cuerpo ensangrentado con las cuatro estacas sosteniéndolo
inmóvil allí. No importo lo mucho que se esforzó, no había manera de que él
lograra su libertad. Se veía tan joven, tan roto. No podía soportar mirar en su
rostro, la mezcla de dolor, agonía, culpa y el odio al no-muerto. Tenía que hacer
algo.

Teagan alzó ambas manos y le arrancó la cara al vampiro. Gritó y gritó. Ella oyó el
eco de ella resonando en su mente. Se dio cuenta de que el grito era de Andre, no
del vampiro, porque Cipriano, el tío de André, le había torcido la cabeza y hundió
sus dientes profundamente en su cuello.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Ella abrió la boca y por un horrible momento se dio cuenta que no tenía aire.
Estaba enterrada viva. El pánico se precipitó sobre ella y le clavó en el suelo
pesado, tratando de no asfixiarse, su corazón latía tan fuerte que temía que iba a
explotar. Mantuvo los ojos cerrados, aterrorizada de ver la tierra que la rodeaba,
sabiendo que tenía pocos minutos para averiguar qué hacer para salvarse a sí
misma.

Ella era consciente de cada latido frenético. Del cuerpo de Andre permaneciendo
inmóvil y sin vida, envuelto en torno suyo. De la sensación del suelo en su piel y
de los pelos pequeños de las raíces acariciando sobre ella. Pensó en el aire libre.
¿Cómo se sentía? ¿Cómo podía respirar? Ella quería el suelo fuera y a ellos dos
fuera de la tierra y sobre la cama, totalmente limpios. Ella construyó la imagen en
su mente, poniendo cada onza de miedo, determinación, voluntad y fuerza que
tenía en ella.

Apenas hizo eso, el peso se había ido de las manos y sintió el aire bendito y fresco
en su cara y cuerpo. Jadeando con alivio, arrastró el aire en sus pulmones,
manteniendo los ojos cerrados con fuerza. En realidad sintió el lavado refrescante
en la piel, al igual que la sensación de una ducha, pero sin el agua. Incluso su boca
estaba limpia.

Ella se dio cuenta del colchón en su espalda y el cuerpo de Andre encrespado


firmemente alrededor de ella. Sus pestañas se levantaron y se quedó mirando el
techo de la cueva, el triunfo corriendo a través de ella. Lo había hecho. Se las había
arreglado para abrir la tierra y sacarse no sólo a sí misma, sino a Andre también.

Al instante se dio cuenta del ansia de hambre en ella. Arañando el hambre oscura
en su interior hasta que cada célula de su cuerpo estaba desesperada. Al mismo
tiempo, el ardor entre sus piernas comenzó. No amable. Ni un poco. Desesperada.
Necesitada. Esa misma hambre oscura, pero de una forma completamente
diferente.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Teagan volvió la cabeza y miró al hombre que yacía acurrucado a su alrededor. En
su sueño, no se veía como cualquier joven. En todo caso, mostró las muchas
batallas en las líneas de su rostro. Eso no le hacía de alguna forma, menos
atractivo. De hecho, ella pensó que era aún más guapo. Su mirada se desvió
posesivamente sobre sus largas y gruesas pestañas, el pelo se derramaba a su
alrededor, desde su nariz recta y fuerte mandíbula a sus amplios hombros.

Andre era un hombre grande físicamente. Todo en él era grande. Parecía


empequeñecer a una entera habitación cuando entraba en ella. Su pecho era grueso
y musculoso. Paso su mano sobre los lugares donde había sido herido. No vio ni
una línea allí. Aun así, ella envió el calor de la curación a lo largo de los puntos
donde cada herida había estado.

Se acercó de rodillas por lo que ella realmente podía mirarlo, este hombre que era
su otra mitad. Este hombre que era hermoso para ella. Un puñado para una mujer
moderna, pero aun así, su hombre. Su compañero.

Mirando hacia abajo en él, no había duda en su mente que lo amaba. No iba a tener
ningún remordimiento. Lo único que le había preocupado más era que iba a perder
a su familia una y otra vez sobre el paso de los siglos. Por supuesto que ella podía
verlo de esa manera, pero ella elegiría verlo como un gran privilegio. Vería las
futuras generaciones de hijos de los hijos de sus hermanas. Ella aprendería a
aceptar el círculo de la vida tal y como había hecho Andre.

Aprender que la aceptación tomaría un tiempo, pero ella lo tendría para verla con
él. Andre. Su magnífico, y hermoso hombre. Ella dio un beso en su pecho y
continuó estudiando su cuerpo, comprometiéndose a su memoria. Él tenía una
cintura estrecha, caderas estrechas, y estaba dotado en el departamento del sexo
masculino, que, en verdad, ella encontraba un poco intimidante. Sin embargo, él
era hermoso y él era de ella. Se inclinó sobre él, lamiendo a lo largo de su vientre
plano, siguiendo las líneas de sus músculos allí.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Despierta Andre. Ven a mí. Te necesito. Quiero que despiertes y dejes que te
pruebe. Deja que te sienta dentro de mí. Tengo esta necesidad ardiente y sólo
puedo hacer algo al respecto.

Ella no había estado soñando, había sido Andre y ella de alguna manera había
compartido su terrible pesadilla. Si podía hacer eso, ella podría finalmente
encontrar un camino hacia el sueño por lo menos para consolarlo. Deseó ser sexy y
saber todo lo que había que saber sobre el sexo. Quería despertarlo a él y empujar
la pesadilla lejos de su conciencia, para reemplazar esa memoria con algo increíble.
Ella hizo un voto silencioso de encontrar una manera de aliviar su pesadilla,
aunque nunca podría plenamente deshacerse de ella para él.

Pasó las manos por encima de su cuerpo, sintiéndolo caliente. Ella apretó los labios
directamente sobre su corazón y escucho la primera respiración, su primer golpe.
Fuerte. Tan fuerte. Sus manos subieron, los dedos estableciéndose en su pelo.
Observó sus pestañas levantarse y ella captó el increíble azul glaciar ante sus ojos,
calientes y altero su propio latido del corazón.

― Tengo necesidades, cariño, ― ella murmuró, y se inclinó para lamer en el punto


justo sobre su corazón. La sangre iba y venía allí. El sabor de él ya estaba en su
boca. Perfecto. Andre. Todo un hombre y todo de ella. Sus manos la apretaron
hasta que sintió esa picadura familiar, despertando en su cuero cabelludo.

― La mejor manera de despertarme, es con las manos de mi mujer y su boca sobre


mí.

― Me alegro de que te guste, porque puede esperarlo mucho, ― dijo ella, con su
atención en su cuerpo duro y caliente. Teagan lo beso en el lugar varias veces y
sintió que se removía la polla contra sus muslos. Ella le mordisqueó con sus
dientes y su polla se sacudió. Duro. Ella sonrió.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Te gusta esto.

Una mano se alisó en su espalda, sobre sus nalgas hacia la unión entre sus piernas.
Encontró una cálida bienvenida. El líquido caliente se encontró con sus dedos. Ella
se retorció sobre aquellos, inteligente, presionando los dedos, queriéndolos en lo
profundo. Movió su pulgar en círculos perezosos, nunca penetrando. Insuficiente.

― Esto me gusta mucho. Al parecer, también te gusta a ti.

― Tócame.

― Te estoy tocando.

― Dentro de mí. ― Fue una orden.

― Toma mi sangre.― Esa fue una suave orden.

El corazón le dio un vuelco. Sabía que iba a hacerlo, todo por su cuenta, al igual
que ella lo había sanado. Ella ansiaba el sabor de él, pero la curación era diferente a
la alimentación. Ella había estado totalmente concentrada en medidas curativas.
Esto era…

― Sensual, ― le suministro.

― Erótico, ― respiro, y sintió que sus dientes se deslizaban, en su lugar estaban


incisivos afilados, no los caninos como el vampiro tenía, pero aun así, agudos. Ella
lo mordió de nuevo y sintió que su cuerpo se estremeció. Su pulgar se deslizó en el
interior, sólo la punta. Teagan lo mordió, hundiendo sus dientes profundamente y
el exótico sabor, masculino de él estalló a través de sus sentidos como burbujas de
champán. Hundió el dedo en ella y su cuerpo se estrechó con avidez hacia él. Ella
lo sentía...maravilloso.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Monta mi mano, sivamet. Quiero que me lo des, tu orgasmo. Vente por mí
mientras te alimentas.

Eso era caliente, también. Su sabor. Su mano. Esos dedos mágicos. Su endurecido
cuerpo y su dura, muy dura polla como una espiga de acero presionando
firmemente contra la cara interna del muslo. No podía hacer otra cosa que montar
su mano. No podía hacer nada por la necesidad. Con urgencia. Se alimentó del
pecho, tomando ese sabor increíble en cada célula de su cuerpo mientras montaba
sus dedos, que golpeaban más y más fuerte.

― Tan hermoso, ― respiro. ― Absolutamente exquisito. Más duro, csitri. Dámelo.


Déjame tener este hermoso regalo en este momento.

A su orden, sintió su cuerpo tenso. Apretando. Dando rienda suelta a una


tormenta de terremotos, duros, fríos e inesperados. Ella tiró de su boca de la de él,
siguió las pequeñas gotas de rubí por sus músculos con su lengua y luego lamio los
pinchazos gemelos hasta que cerraron. Esperó un momento, respirando profundo
mientras su cuerpo se calmó. Sus dedos se movían, lo que era delicioso, pero
estaba obsesionada con las perlas nacaradas que sentía en su muslo.

― Yo no he terminado, ― ella susurró, y besó su camino por su vientre.

― ¿Estás segura? ― Preguntó el en voz baja.

No había estado segura. Se había sentido intimidada, pero entonces oyó la nota
ronca en su voz. Cerca de un gemido. Eso la hizo estar más segura. Eso la hizo
sentir más determinada.

― Puede que tenga que darme un poco de instrucción, pero estoy muy segura.
Quiero saborear cada pulgada de ti, Andre.― Su lengua lamió su vientre y luego
besó a su manera a través de pelo áspero.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Su grito fue muy satisfactorio. Él no dijo nada. Él no le dijo qué hacer, así que se
deslizó en su mente y encontró...anticipación. Placer. No parecía importarle lo
buena que fuera en esto, sólo quería que le diera placer, y sólo quería que fuera ella
quien se lo diera era todo lo que necesitaba para estar duro y listo para ella.

― Yo desearía saber más, ― murmuró mientras envolvía su mano alrededor de la


base de su pesada erección. Y era pesado. Ella levantó la punta acerada de su
estómago. Terciopelo suave pero definitivamente acero.

― Estoy agradecido de que yo sea tu profesor, Teagan, ― admitió. ― Solo me has


pertenecido a mí y eso un regalo. Un regalo raro y precioso. En lo que a mí
respecta, no puede hacer nada incorrecto, siempre y cuando estés disfrutando de lo
que haces por mí. Haz lo que quieras y si quieres más orientación, mira en mi
mente. Sentirás lo que estoy sintiendo.

A ella le gustaba eso. Le gustaba que le diera el tiempo y la oportunidad de


explorar por su cuenta. Inclinó de nuevo la cabeza y lamió la corona de su polla,
girando su lengua sobre la cabeza sensible, lamiendo esas gotas perladas. Él sabía
igual que cuando se alimentaba del pecho, pero más exótico. Más erótico. No podía
resistirlo.

― Me gusta todo de ti, ― murmuró ella, respirando el aire caliente por encima de
él.

Ella lo tomó con el puño. ― Realmente eres magnífico, Andre. Hermoso, caliente y
dulce...― Sus ojos se encontraron por un momento, llenos de diversión. ― La
mayor parte del tiempo.

― Estoy muy agradecido de que te sientas así.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Ella bajó la cabeza y le lamió como un cono de helado y luego arremolino su
lengua bajo la corona. Eso consiguió otro estremecimiento, sus caderas
sacudiéndose y una respiración contenida rápido. Sintió que eso le gustaba. Ella lo
hizo que un par de veces más y luego utilizo la lengua en el eje grueso,
envolviéndola alrededor y sobre ella, lamiendo la gruesa y larga carne. Sus dedos
se cerraron alrededor de ella, apretando de manera que su mano se curvó en un
puño. Utilizó un movimiento hacia arriba, manteniendo su puño envuelto
alrededor de él. La mano en el pelo instó a la cabeza hacia abajo sobre él. Ella captó
la indirecta al instante, abriendo la boca, le tomo en ella, incluso mientras tocaba su
mente para sentir lo que estaba sintiendo.

Se estremeció y la sangre corrió a través de ella, caliente y salvaje. Su sexo se


contrajo. Las sensaciones que estaba creando en Andre eran gloriosas. Perfectas. A
ella le encantaban. Su confianza creció. Mientras que pudiera sentir lo que sentía,
sabía que le estaba dando placer. Tanto placer, que ella estaba emocionada de
poder hacerlo.

Quería esto para él. Su boca se apretó y ella succionó con fuerza, su lengua
bailando, mientras su puño se movió bajo la instrucción de su mano. A ella le
gustaba eso, también. Le gustaba que él estuviera tan dispuesto a enseñarle, que
tuviera la paciencia e incluso disfrutara el hecho de que ella no hubiera estado con
nadie más.

― No es disfrutar, sivamet. Amor. Yo no tuve padres, ni siquiera cuando yo nací.


A ninguno de ellos. Tuve los Borois por un breve tiempo y me fueron tomados. Yo
les conté como míos, pero en realidad no lo eran, a pesar del hecho de que los
amaba. Tuve la familia que me crió, pero me apegue superficialmente a ellos. Corrí
salvaje, y los mellizos me siguieron, pero no siempre era bienvenido. Eres sólo mía.
Realmente mía. Me perteneces.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Se alegró de que estuviera ocupada amándolo a él, usando su energía en una muy
buena manera, enviando tanto placer rayando a través de su cuerpo que apenas
podía pronunciar las palabras, apenas pensar con claridad.

Me encanta pertenecerte, pero Andre, tú los tenías. Los Borois, eran tuyos.

Ella utilizó su lengua de nuevo bajo la corona y él gimió y tiró de su cabello.

― Necesitas venir aquí ahora, Teagan. Te quiero en tus manos y rodillas.

Eso sonaba intrigante. Ella dio su polla una última lamida e hizo lo que dijo,
colocando las manos y las rodillas allí en el colchón. Al instante se arrodilló detrás
de ella, con una mano en la nuca de su cuello para empujar la cabeza hacia abajo.
Un rayo de fuego corrió por su cuerpo. No sabía por qué tomó esa posición, ni por
que tenía la mano en la nuca y el brazo deslizándose alrededor de su cintura para
arrastrarla de vuelta, solo que se sentía tan erótico para ella, pero lo hizo.

― Quédate así, ― le instruyó en voz baja, y su mano se movió hacia abajo sobre su
espalda a sus nalgas y entonces él agarró ambas caderas.

Ella cerró los ojos al sentir la quemadura de su larga cresta en su entrada. Luego se
estrelló en el interior. Duro. Sacudiendo su cuerpo con cada golpe. Creía conocer el
fuego hasta ese momento. Comenzó una feroz, ritmo brutal, golpeando en ella una
y otra vez. Era el cielo. No sabía que alguna vez pudiera sentirse así de bien. En la
mordedura de los dedos en las caderas, se trasladó de nuevo en él, igual de duro.

― Más, ― respiro. ― Me encanta esto, Andre. Quiero más. ― Su tono era


entrecortado. Suplicando incluso. Ansioso. No le importaba. Ella sabía que él
compartía su mente, podía sentir lo que estaba haciendo con ella, y lo que estaba
haciendo era más que bueno.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Mi mujer, ― dijo suavemente entre los dientes.

Le encantaba la forma en que lo dijo. Posesivo, al igual que las manos en las
caderas. Él la agarró más fuerte y la levantó del colchón por lo que sólo la cabeza y
los antebrazos estaban abajo con las piernas curvadas, apretando debajo de ella.
Sus golpes aumentaron en fuerza. No tenía más remedio que extender la mano y
agarrarse del cabecero para evitar ser arrojada fuera de la cama. Cada empuje
enviando tormentas de fuego que estallaban a través de su cuerpo para irradiar
hacia el exterior a cada célula. Ella estaba doblada apretada. Demasiado apretada.
No quería dejarse ir, no sin él.

― Dámelo, ― instruyó, con voz áspera.

― Contigo. ― Su aliento silbó de sus pulmones. Estaba desesperada por seguir


adelante. Estaba tan cerca, su cuerpo queriendo salirse de control.

Él era implacable, llevándola más arriba. ― Dámelo, ― espetó entre dientes. ―


Ahora.

No había manera de evitar que su cuerpo obedeciera. Ella se vino aparte, un brutal
orgasmo, duro, que rasgó a través de todo su cuerpo por lo que ella gritó su
liberación. El continúo a través de él. Nunca parando. Una máquina que se movía
en ella, prolongando el orgasmo, extendiéndolo hacia fuera en un rejilla de pura
placer, sus músculos agarrándose a ese clavo invasor de acero.

Bruscamente se retiró y le hizo rodar bajo él, tirando de sus piernas y


empujándolas sobre sus hombros. Su lengua dio un largo golpe que envió réplicas
de dura ondulación a través de ella. Luego terminó encima de ella, su cuerpo
cubriéndola, y él la penetró brutalmente de nuevo, casi activando otro orgasmo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Andre desaceleró el ritmo, aunque cada embestida era dura y profunda, enviando
ondas de placer a través. Se inclinó sobre ella, su cabello oscuro acariciando la piel
sensualmente. Se sentía tan increíble, especialmente cuando los hilos se arrastraron
sobre sus pechos sensibles. Su boca encontró la de ella y la besó. Su boca sobre la
de ella se agregó al fuego en su sexo y las rayas a través de su cuerpo.

Su boca dejo un rastro de besos por su barbilla, la garganta y el oleaje de su pecho.


Su corazón casi parando. Sus caderas se mantenían en movimiento, sacudiendo su
cuerpo cuando él entraba profundo, pero ella apenas podía respirar cuando sintió
su lengua en su pecho. Por un momento lamió su pezón y tiró de el con los dientes
y ella casi perdió todo el control, pero su boca se movió de nuevo a la curva de su
pecho, arremolinando la lengua y los dientes mordiendo. Esta vez, ella sintió el filo
de sus incisivos.

Su vaina femenina se sujetó con fuerza a su alrededor. Sus dientes se hundieron


profundamente y ella gritó, sacudiendo la cabeza, dos manos anclándola en su
cabello mientras bebía de ella. Él estaba en su mente, llenándola con él. Cada parte
de su mente, cada lugar solitario que pensó, nadie podría ver o conocer. Él estaba
en lo más profundo de su cuerpo, estirándola, quemándola, con el fuego que envió
en su sangre mezclada con la de él.

Empapado en sus células. Compartiendo la misma piel. Fue hermoso. Perfecto.


Erótico. No había nada que detuviera a su cuerpo de ordeñarlo. No lo intentó. Ella
levantó las caderas para encontrarse con las suyas, deseándolo profundo, tan
profundo que nadie pudiera separarlos. Ella empujó contra su boca, animándolo,
mientras sus dedos le acariciaban en el pelo. Él era de ella. Todo de ella. Cada
pulgada de él. Cada magnífica pulgada de los Cárpatos de él.

Nena, no puedo contenerme, le susurró en su mente. Es demasiado preciosa. Demasiado


perfecta. Entrégate a mí y llévame contigo. Llenó su mente con su consentimiento, con
su orden, su voz la escofina de terciopelo de seda que siempre la deshacía.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Teagan dejó que el fuego la consumiera. Su cuerpo se apretó con fuerza alrededor
de él, agarrando, haciendo demandas propias, negándose a quemarse solo. Ella
sintió su polla ancharse, una hazaña que parecía imposible, pero lo hizo, sabía que
lo hizo. Luego estaban las salpicaduras calientes que se agregaban a la belleza del
momento.

Barrió la lengua por la curva de su pecho y echó atrás la cabeza, gimiendo su


nombre antes de dejar caer la cabeza contra su cuello. Su cuerpo no quería parar.
No tenía idea de que un orgasmo pudiera durar tanto como éste lo hizo. Todo el
tiempo se quedó duro, sintiendo su cuerpo estrangularlo, su sentimiento de placer
barriendo a través de los dos.

― Te amo, Andre, ― susurró en voz baja. ― Quiero darte todo lo que quieras,
pero no sé cómo hacerlo. No sé cómo ser nadie más que lo que soy.

Él sabía de lo que estaba hablando al instante. Ella lo sintió moverse a través de su


mente. Sintio sus suaves caricias. Eso fue hermoso, también. Ella no podía esperar
y ver a su hombre luchando contra un vampiro y no ayudarlo si veía que estaba en
problemas. Ella simplemente no podía. Quería darle lo que necesitaba, y ella sabía
que la tranquilidad era una necesidad de él. Él no estaba siendo arrogante o
mandón, solo que necesitaba saber que estaba a salvo de los vampiros.

Rodó, llevándola con él, por lo que ella quedo tumbada sobre la parte superior.
Todavía estaban bloqueados juntos. Se sentía llena. Estirada. Una parte de él. Ella
lo dejó empujar la cabeza hacia abajo a su pecho, sus dedos masajeando la nuca de
su cuello.

― He estado pensando en esto y creo que he elaborado una solución a nuestro


problema. Una que permitirá que seas tú y todavía me de tranquilidad.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― ¿De verdad? ― Le encantaba que él hubiera pensado acerca de su problema. Le


encantó que él no estuviera tratando de ordenarle a ella, pero realmente quería
encontrar algo que funcionara para los dos, y no sólo para él.

Desde su cabeza en su pecho, ella presionó pequeños besos en los músculos


fuertes. ― Gracias, Andre.

Su mano se deslizó de nuevo en su pelo. ― Csitri, no me des las gracias hasta que
hayas escuchado lo que tengo que decir. Puede que no estés de acuerdo.

― Te estoy dando las gracias porque te preocupaste lo suficiente para pensar en la


solución al problema en lugar de estar ordenándome. ― Ella levantó la cabeza
para mirarlo, con la mirada a la deriva en su rostro. Ella amaba a su cara. Cada
expresión. Cada línea. La fuerte línea de la mandíbula y la sombra más oscura que
ella encontraba tan atractiva.

― Quiero un socio, no un esclavo, Teagan. Nunca espere un "sí" de mi mujer.

Ella se rio en voz baja. ― Eso es una buena cosa, cariño, porque no hay forma de
que yo conteste ni remotamente "sí "sobre mí.

Ella se inclinó y rozó besos sobre sus labios. De ida y vuelta. Ligeros. Suavemente.
Saboreándolo. Su estómago revoloteó. ― Háblame de tu solución.

― Pensé mucho en lo que dijiste, ¿cómo tendrías que venir a mí, si pensabas que
estaba en problemas?

Ella asintió con la cabeza y mordisqueó la barbilla simplemente porque parecía tan
delicioso. ― Quiero contribuir en alguna manera significativa. Lo que haces es
importante y has estado haciéndolo durante mucho tiempo, dudo que solo pares.

Saga Cárpatos
Dark Ghost

― No sé cómo parar. Tengo demasiada experiencia, Teagan. Te prometí que nos


íbamos a mover a los Estados y que íbamos a vivir cerca de tu abuela y lo haremos.
Tomas, Matais y Lojos ya están allí. Yo les dije que iba a seguirlos cuando pudiera
y ahora tengo una razón más para unirme a ellos en los Estados Unidos.

― ¿Hay muchos Cárpatos como tú en los Estados Unidos?

― Tenemos muchas razones para cambiar las ubicaciones, pero los vampiros se
han extendido y eso significa que los cazadores tienen que seguirlos. Ellos tratan
de encontrar lugares donde no haya cazadores y sean libres para matar. Para que
tu abuela se haya unido a la sociedad humana de cazadores de vampiros, tuvo que
haber vivido algún acontecimiento importante que precipitó su creencia en los
vampiros.

Teagan se congeló. Su mirada buscó la de él. ― ¿Quieres decir que pudo haberse
encontrado con un vampiro real?

― ¿Por qué de repente decide que los vampiros son reales? ¿Podría alguien
haberla convencido?

Ella negó con la cabeza. ― Mi abuela es muy inteligente. Ella está muy centrada en
la realidad, ese es el motivo por lo que nada de esto tenía sentido para nosotros.
Tratamos de hablar con ella sobre eso, pero ella no nos dijo ni una cosa.

― Ella quiere protegerte.

― ¿Aun a sabiendas de que todos pensamos que estaba volviéndose loca? ¿Ida?
¿Completamente loca?

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Dime, Teagan. ¿Te protegerá de los conocimientos que el mundo tenía
verdaderos monstruos viviendo lado a lado con los humanos?

Ella respiró. Sería algo que la abuela Trixie haría, sobre todo con ella porque tenía
miedo de tantas cosas.

― Mi abuela es la mejor, Andre.― Su voz se suavizó. ― Ella siempre nos ha


amado y se tomó la responsabilidad de cuidar de mis hermanas y de mí.

Él le frotó el trasero. Se sentía bien. Más que bien. Podía sentir la quemadura
empezar todo de nuevo. No estaba tan desesperada o con hambre, pero la
construcción lenta y fácil. Sin embargo, ella sintió algo en su mente.

― Dímelo, ― susurró. ― Incluso si piensas que no puedo soportarlo.

― Si ella trata de hacerte daño, sivamet, yo te protegeré. No dudaría en hacerlo. Mi


protección es, por regla general, muy permanente.

Ella sabía lo que estaba diciendo. ― Aprecio que puedas pensar que tendría que
protegerme de ella, después de todas las cosas que he dicho, pero ella nunca lo
haría, bajo ninguna circunstancia me lastimaría. Me protegería incluso si ella
pensara que yo soy el no-muerto. La familia lo es todo para ella. Absolutamente
todo. Si ella te acepta como familia, verás lo que eso significa realmente. Es feroz,
abierta, divertida y encantadora más que nada...excepto tal vez contigo y yo no sé
cómo eso es posible.

Él asintió con la cabeza, pero se dio cuenta de que él no respondió. No lo haría. No


iba a discutir con ella, o a extenderse sobre su punto. Él le había advertido
directamente sobre lo que pasaría si su abuela trataba de hacerle daño a ella, pero
sabía, sin una sombra de duda, que la abuela Trixie moriría antes de que ella le
hiciera daño, así que ella no estaba preocupada.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Dime tu solución, ― dijo de nuevo. ― Seguimos cambiando el tema y creo que
esto es importante.

― Eres única en muchos sentidos, por lo menos creo que tus regalos lo son. No he
oído hablar de otras compañeras, que cuando eran humanas, pudieran desentrañar
las salvaguardas en la forma en que tú podías. También puedes ajustar tu cuerpo a
un vampiro. Eso nos da una ventaja en la caza. Puede encontrarlos y velar por y tú
seguridad.

Ella contuvo el aliento. Andre estaba hablando sobre su utilidad como un socio. Le
encantaba que él pensara que sería de gran ayuda.

― No me gustaría que participaras en absoluto en la batalla, no importa lo mal que


se vean las cosas, ― advirtió. ― Eso estaría prohibido. Tendrías que darme tu
palabra de que seguirás las instrucciones.

Se mordió el labio con fuerza. Quería desesperadamente ser su compañera, pero


sabía que, si estuviera en problemas, ella iría en contra de su palabra.

― Puedo abrir mi mente a ti durante toda la batalla. Pero no puedo distraerme de


ninguna manera, así puedes ver claramente de lo que soy consciente y lo que
planeo hacer. De esa manera, sabrás si voy realmente a ser sorprendido o no. Si no
puedes ver la conciencia en mi mente, serás capaz de avisarme.

A ella le gustaba eso. A ella le gustaba mucho eso. ― Eso suena razonable.― Ella
no estaría paralizada en el cuerpo de un búho, sintiéndose impotente.

― Y luego, está el hecho de que eres una curandera muy buena.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― ¿Lo soy? ― A ella le gustaba eso mucho, también. Más que nada, quería ser un
buen sanador. Quería ser capaz de ayudar a otros.

― Para la mayoría de las heridas como las que recibí, las que no fueron del arma
de fuego, de las que no tenía más que un par de heridas de la carne, habría tenido
que permanecer en el suelo más de una noche. Pude en realidad sentir la
regeneración del tejido cuando me estabas curando. Definitivamente es buena. Ese
será un gran bono para mí también, saber que estás muy cerca y que puede velar
de cualquier herida.

No le gustaba el hecho de que aceptara tan fácilmente que iba a ser herido en sus
batallas con el no-muertos, pero había estado cazando y destruyéndolos desde
hace siglos, por lo que él sabía lo que estaba haciendo.

― Me gusta tu idea mucho, Andre, ― susurró. Ella rozó sus labios hacia atrás y
adelante en su contra y comenzó una lenta ondulación de sus caderas, moviéndose
perezosamente.

Sus manos se deslizaron hasta la cintura y le instaron en una posición sentada. En


el momento en que ella se sentó, ella pudo sentirlo presionando profundamente
dentro de ella. Tan profundo. Así grueso. Llenándola y estirándola. Le encantaba
eso más que demasiado. Sus manos se movieron por su cuerpo, deteniéndose un
momento en donde el vampiro le había cortado el estómago y luego aún más
arriba, hasta que fue ahuecando sus pechos.

― ¿Ves por qué tus pechos son tan perfectos para mí? ― Susurró. ― Tan
hermosos. ― Sus palmas cubrieron completamente sus pechos. Ella encajaba
perfectamente en la mano. Tenía una mano grande y el calor la envolvió. Le
masajeó y amaso las pequeñas curvas suavemente. ― Tan suave. Tan sensible.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Sus pezones se levantaron con fuerza, empujando hacia el centro de sus palmas.
Dos picos duros pidiendo atención. Echó la cabeza hacia atrás, su pelo en cascada
sobre los hombros y por la espalda, deslizándose sobre su vientre y las caderas.
Comenzó a moverse más rápido, montándolo de la manera que ella había hecho
con sus dedos.

― Mírate, sivamet. Mira lo hermosa que eres. ― Observó sus palmas la deriva
hacia abajo sobre sus ligeras curvas, una vez más a la acedándolos en sus manos.

Teagan se miró a sí misma. Con cada movimiento de su cuerpo, sus pequeños


pechos balanceándose contra sus manos. Le encantaba el aspecto que tenían juntos,
él tan grande, y ella tan pequeña. Nunca había amado su cuerpo antes de ese
momento. Ella estaba enrojecida y adolorida.

― Sigue mirándote, csitri.― Su voz era una bruta escofina de terciopelo. Sexy. Sus
ojos estaban encapuchados y oscuros con la creciente hambre. Sensualidad pura.
Había algo muy decadente y prohibido sobre la observación de los dedos
agarrando sus pezones, viéndolos rodarlos y tirar, mientras que las rayas de fuego
se dispararon desde sus pechos directamente a su sexo. Sus músculos se
reprimieron apretados a su alrededor y su cuerpo baño su eje en calor líquido.

Ella gimió y se lamió los labios, obligándose a mantener su mirada en la visión


erótica de sus dedos en sus pezones. Sus caderas, por su propia voluntad,
comenzaron un ritmo más urgente. Andre medio flexionó su cuerpo para poder
poner un pecho en su boca, succionando con fuerza. Ella lloró, el voraz incendio
más caliente. Su sangre estaba espesa y fundida. Sus ojos se cerraron porque ella
apenas podía soportar el placer. El fuego había comenzado lento y perezoso, pero
ahora la temperatura era más caliente que nunca, el asalto quemando a través de
ella como una bola de fuego fuera de control.

― Mira, ― ordenó.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Su mano se deslizó por su vientre. Ella vio el camino que tomó. Esos dedos, largos
y fuertes, gruesos y listos, se deslizaron en una caricia sobre su piel. Tragó saliva
mientras miraba el cuerpo de Andre unirse con el de ella, mientras la levantaba
hacia arriba y luego hacia abajo sobre su pico acerado. La belleza de esto casi la
hizo llorar. El placer hizo que todo su cuerpo resplandeciera con el calor, por la
excitación.

Ella jadeó mientras su dedo se posó de inmediato a su punto más sensible. Era
increíblemente sexy. Su otra mano se movió por su cuerpo hasta que el dedo se
deslizo hacia atrás y adelante sobre sus labios.

― Abre para mí.

Ella lo hizo de inmediato, chupando el dedo profundamente en su boca mientras lo


montaba más duro y más duro, más rápido y más rápido, sin aliento, mientras su
otro dedo acarició el brote derecho, directo en el paraíso. Su orgasmo se coló
mucho más rápido de lo previsto, rugiendo a través de ella, dejándola sin aliento y
un poco sorprendida por la intensidad cuando se había estado moviendo en ella
tan lentamente.

No tuvo tiempo para recuperar el aliento, porque él la puso debajo de él y se hizo


cargo, sus caderas en lo más mínimo lenta y pausada, construyendo la tensión todo
de nuevo. De repente, todo fue aún más sorprendente. Levantó la mirada hacia su
rostro. Su hermoso rostro. Sus ojos azules brillaban hacia ella, intensos, tan llenos
de amor....

Ella realmente no podía recuperar el aliento. Allí estaba, todo, todo lo que podía
desear, directo allí, en la intensidad de sus ojos azules. Amor. Para ella.
Completamente. Real. Feroz.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Teagan levantó la mano y le acarició el pelo. ― Eres tan hermoso, Andre, y te amo
tanto. ― A veces, como ese mismo momento, la forma en que sentía por él se
apoderaba de ella, luego crecía y crecía hasta que no podía contenerla. Apenas
podía despierta mirándolo a los ojos, sus emociones estaban tan cerca de la
superficie, tan fuerte que casi la abrumaban. ¿Cómo podía alguien sentir así por
ella?

― Sigue mirándome, sivamet, ― susurró en su tono de seda. ― Tengo que mirarte


cuando te entregues a mí.

Se dio cuenta de que había hecho eso antes, ya que rodo en el último momento
para mirarla a los ojos. Ella pasó los dedos por el rostro y luego, como la tensión en
espiral más apretada, dejó caer su mano y dejó que el puro sentimiento la tomara.
Su cabeza se sacudió en la almohada, pero no apartó la mirada de él. Su cuerpo se
retorcía bajo el suyo, las caderas girando, sus dedos clavándose en su espalda
mientras sus piernas lo envolvían tan apretado como podían.

Cada pulgada de ella quería presionar hacia él, ella lo hizo, todo el rato mirándolo
fijamente a los ojos. El aliento abandonó sus pulmones, lo que le dejo sin respirar y
la quemó. Aun así, la tensión creció, arremolinándose apretado profunda en el
interior. Ella lo necesitaba ahora, esa maravillosa liberación en lo alto, pero él no se
la dio.

― Andre, ― susurró. ― Andre, no puedo aguantar más.― Su cuerpo se cerró


sobre el suyo, la fricción una cosa terrible, perfecta, pero aun así, no podía alcanzar
su meta, y esos ojos azules no ayudaron. Sensuales. Encapuchados. Mirándola
fijamente. Empujándola más lejos de lo que nunca había estado.

― Es posible, ― dijo en voz baja, y procedió a mostrarle que tenía razón.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Ella lo envolvió con más fuerza. Sus piernas enganchadas alrededor de sus caderas
y ella inclinó su cuerpo en otro ángulo, le llevo más profundo, para conseguir lo
que quería. Sus manos la ajustaron más, inclinando sus caderas y a continuación, la
bajo por su larga y gruesa longitud, sobre ese delicioso paquete de nervios, ese
punto dulce y perfecto, una y otra vez.

Ella gritó cuando sintió que su cuerpo se deslizaba fuera de control. Sintió ese
momento cuando sus músculos se apoderaron de él en un tornillo de banco de
terciopelo y lo estrangularon, decididos a conseguir lo que necesitaban de él. No
podía apartarse de la mirada azul de sus ojos.

Posesión. Satisfacción. Amor. Anhelo. Y luego su propia liberación lo alcanzó, y


sus ojos se abrieron ante la belleza del mismo. Ella le había dado eso a él. Justo lo
que él le daba, se le dio a él. Teagan cerró los ojos para saborear la expresión de sus
ojos, para grabarlo en su memoria. ― Yo no sé cómo conseguí ser tan afortunado,
― murmuró contra su hombro mientras se derrumbó sobre ella, enterrando su
cara en su cuello. ― Mi milagro.

Él la dejó tomar su peso aplastante sólo por unos momentos, con la cara contra su
cuello, sus brazos a su alrededor, su polla dentro de ella. No importaba que ella
apenas pudiera respirar, le dio ese momento y era importante para ella.

― Teagan.

Un escalofrío le recorrió la espalda y ella parpadeó para contener las lágrimas.

― Tú eres mi milagro, Teagan. Estoy más que contento de ser tuyo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Ella lo sostuvo con más fuerza, reacia a permitir que él tomara su peso de ella, a
pesar de que le era imposible recuperar el aliento. Él sonrió contra su cuello, la
besó allí, con la boca y los dientes moviéndose sensualmente y, entonces él giro de
nuevo para que se extendiera sobre él.

― ¿Acabas de morder mi cuello? ― Le acusó al sentir un pequeño pinchazo allí.

― Sí, ― admitió, con una sonrisa en su voz. ― Tengo la intención de dejar mi


huella en todas partes. Me gusta tomar pequeños bocados de ti.

Jugando. Estaba jugando con ella. Burlándose. Le encantaba que ella hubiera sido
la que le diera eso a él. Enterró la cara en su cuello y lo mantuvo más fuerte. No
podía mirarlo cuando lo dijera, pero tenía que decirlo.

― Gracias, André. Por traerme a tu mundo. Yo pude tener miedo, pero estoy tan
feliz de estar contigo y quiero esto. Quiero que estemos juntos en todos los
sentidos y no podía suceder a menos que yo fuera de los Cárpatos.

Su mano la acarició en el pelo. ― Estabas asustada cuando te despertaste y te


encontraste a profundidad en el suelo. Luchas con mis órdenes, Teagan, e incluso
en tu subconsciente logra desobedecerlas. No te protegí como debería haberlo
hecho desde tu despertar. Yo debería haberme despertado antes.

― Estabas herido y el suelo te estaba sanando.― Ella hizo la declaración en voz


baja, de repente, recordando ese momento cuando fue atrapada en su sueño. Otras
cosas le hubieran afectado, pero ella no las había notado, porque la pesadilla era
demasiado vívida y así había estado el terror de ser enterrada viva.

― Sí, ― dijo en voz baja, lo que le permitió averiguarlo por sí misma.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Él le dio eso. Reconoció que tenía un cerebro. Todo el miedo que había vivido en
su piel no le importo porque ella se negaba a dejarlo gobernar su vida. Era geóloga
por amor de Dios. Ella amaba las rocas. Le encantaba el suelo. Había registrado
automáticamente las distintas capas de tierra tan rica en minerales. Si ella no
hubiera estado tan estupefacta por estar bajo la tierra, enterrado bajo esas capas,
hubiera sido atrapada en su necesidad de identificar y contar. Había sabido que
estaban sanando a Andre y rejuveneciéndolos a ambos.

― No voy a tener tanto miedo la próxima vez, Andre. No tienes que protegerme
de lo que soy. Creo que puedo manejarlo.

― Nunca dudé de tu capacidad para manejar la situación, ― murmuró en voz


baja.

Ella se dio cuenta de que estaba complacido con ella por el tono de su voz, todo
terciopelo y escofina. Su mano continuó moviéndose sobre su cuerpo, trazando la
línea de su columna vertebral hasta la curva de sus nalgas.

― Tenemos un vampiro que atrapar, csitri. Éste es diferente de los otros. Será
difícil destruirlo. Él es astuto, despiadado y tiene un montón de trucos. Hay pocas
sorpresas que un cazador pueda traer al no-muerto viviente que han escapado a la
justicia durante tantos años, pero a veces puede suceder.

― ¿Reconoces a la mayoría de ellos? ― Preguntó tentativamente. Era lógico que


los conociera a través de amigos de la infancia.

― Los más viejos. He vivido por muchos años. Éste, lo he conocido. Su nombre es
Costin Popescu. Él esta solo ahora, sus peones han sido derrotados. Él tratará de
escabullirse, tratara de no enfrentarme, pero no puedo permitir eso. Él es
extremadamente peligroso, y él no puede, bajo ninguna circunstancia, encontrarte.
Él irá detrás de ti con el fin de destruirme.

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Dark Ghost
Sus cejas se dispararon y el shock se deslizo a través de ella. Él irá detrás de ti con el
fin de destruirme. Eso significaba que Andre no sólo estaría desconsolado si algo le
pasaba a ella. Él había aludido eso varias veces más, pero ella no estaba pendiente
de ello.

― ¿Cómo podría destruirte eso, Andre? ― Preguntó en voz baja, conteniendo el


aliento, sabiendo que su revelación sería enorme. Y sería la verdad.

― Tú eres mi compañera. No puedo existir sin ti, ahora que te he encontrado. Si


logra destruirte, está destruyendo toda la luz en mi alma, dejando nada más que
oscuridad. Viví con ella durante siglos, pero llegó gradualmente, con el tiempo. Si
eso sucede, la conexión nuestra será cortada, y eso sería tirarme a la locura, a la
esclavitud. Tendría que seguirte inmediatamente, o convertirme precisamente en
lo que he cazado durante estos largos siglos. Yo sería el no muerto.

Teagan se mordió el labio. ― No lo harías.

― Lo haría. Esa es la maldición y la bendición de nuestra especie. No podemos


seguir sin nuestras compañeras. Somos más oscuridad.

Ella se mordió el labio por un momento. ― Así que, básicamente, dices que te
estoy salvando de nuevo.

Su sonrisa fue lenta en llegar, pero fue recompensada. Su sonrisa era hermosa y
ésta encendió sus ojos. ― Sí, Teagan, me has salvado.

Ella lo besó. Él se hizo cargo de su beso, al igual que hizo el contacto más íntimo
entre ellos, pero sólo después de que ella fue capaz de darle un beso por un largo
tiempo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― ¿Ves por qué es importante que te mantengas alejada de los vampiros? ―
Preguntó con suavidad.

― Era importante para ti antes de que me lo explicaras, así que sí, ― dijo Teagan.
― Dime el plan y voy a seguirlo al pie de la letra.

Sus ojos buscaron los de ella durante mucho tiempo y luego asintió con la cabeza,
el azul glaciar derritiéndose en un profundo mar azul, calentándose con su amor.

Saga Cárpatos
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Capitulo 20

D os búhos volaban por el cielo en la tarde. El macho volaba ligeramente por


encima de la hembra más pequeña, su ala cerca de la de ella, sólo lo
suficiente para protegerla de cualquier ataque proveniente de por encima de ellos.
Ejecutaron perezosos círculos en el aire, en perfecta sincronización, como si fueran
dos bailarines en la representación de un impresionante ballet sobre un fondo de
nubes.

Teagan escaneaba el suelo debajo de ellos con cuidado. No porque ella pensara que
podía detectar al maestro vampiro que cazaba, sino, debido a que el paisaje era
impresionante. Las interrupciones de la selva representaban rocas cubiertas de
musgo verde, alineándose en una serie de pequeñas cascadas que caían a través de
las rocas a una piscina clara y poco profunda. Pequeñas rocas formaban el suelo de
la piscina. La piscina derramada en una corriente más grande que parecía
deambular por los árboles altos. Helechos surgían a lo largo de los bancos, en
hacinamiento con otras plantas, que competían por el espacio codiciado.

Su cuerpo recogió el ritmo de la corriente y las cascadas. Ella oyó la música y su


propio cuerpo cantó esa canción con la naturaleza. Los árboles se añadían al toque
de tambor de las sucursales en el viento, así como a la más suave música que fluía
de la savia corriendo en las venas a través de la variedad de árboles.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Se sentía libre. Completa. Parte de la naturaleza. Parte de las maravillosas
montañas y del bosque denso a continuación. Por encima de ella se levantaban, las
cumbres, envueltas altas donde ella conocía que el monasterio se encontraba.
Dentro de ese lugar sagrado estaban los antiguos que aún no habían abandonado
el mundo, pero que no tenían ninguna esperanza de encontrar a sus compañeras.
Ya no podían darse el lujo de cazar y destruir al no-muerto. Cada matanza les traía
más cerca de convertirse en vampiro. No estaban seguros alrededor de los seres
humanos o de cualquier otra tentación, y sin embargo, no podían caminar hacia el
sol y destruirse a sí mismos porque se sentía mal para ellos.

Ella les sentía, a pesar de que estaban en la distancia, sentía las emociones que no
podían sentir. Desesperación. La pérdida de toda esperanza. Tristeza. El dolor no
físico, sino mental. El aire se quejó con las más pesadas emociones, pero los
antiguos Cárpatos no podían sentir cualquiera de las mismas. Ella sabía que tenía
que encontrar una manera de aliviar esas cargas, y su corazón herido por ellas. Les
había sentido antes, pero ella no había sabido la primera vez que había encontrado
en la cueva, que había estado sintiendo las emociones de los antiguos perdidos en
el monasterio.

― Teagan.

La voz de André la envolvió en terciopelo. El tono áspero y sedoso lamió sobre su


piel y la empujó en el profundo interior. A ella siempre le encantaría la forma en
que decía su nombre.

― No puedes asumir las cargas de los antiguos. Es demasiado.

― En realidad, creo que puedo ayudarlos.

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En la cueva. Ella había estado sentada a la derecha en él. Había seguido su sintonía
a través de las diversas cámaras de la cueva, en busca de una piedra para curar a
su abuela de la locura, pero su abuela no estaba claramente loca y no necesitaba la
piedra. A lo largo de ella, había sentido esa pesada carga, el peso de los antiguos
Cárpatos, sin embargo, ella no lo había reconocido. No había conocido lo que era.

Cuando se había hundido en el suelo de la cueva para meditar y abrir su mente,


ella se había inadvertidamente conectado con la piedra que necesitaba. No era la
piedra que necesitaba con su abuela, pero era la que le ayudaría a aliviar el
sufrimiento de los antiguos en el monasterio. Eufórica, casi se cayó del cielo.

― ¿De verdad crees que puedes aliviar la carga de un antiguo? ― Había esperanza en la
voz de André. ― Mis hermanos adoptados, Tomás, Matías y Lojos están patinando muy
cerca del borde de la locura. Si tú puedes aliviarles, darles más tiempo...Incluso si se trata
de unos cuantos años más... ― Ella no tenía idea de lo que la piedra podía realmente
hacer, pero sabía que ayudaría, y tenía que ayudar a esos antiguos en el
monasterio. Esa necesidad se había convertido en una compulsión. La piedra
estaba en algún lugar debajo del lugar donde ella había elegido meditar. Tendría
que excavar cuidadosamente para encontrarla, para asegurarse de no destruirla en
la búsqueda de la misma. Ahora, cuando se enteró de la esperanza cautelosa en la
voz de André, ella quería ser capaz de ayudar a los antiguos aún más.

― Creo que puedo... ― Se interrumpió.

Su estómago dio un vuelco, una nota discordante en la hermosa sinfonía de las


montañas y del bosque. Ella tomó una mirada cuidadosa alrededor, utilizando la
visión superior de la lechuza.

― André. Él está en algún lugar cerca. Debajo de nosotros.

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En el momento en que ella envió a André la información, él la reconoció.

― Yo no lo siento en absoluto, Teagan. Él es un maestro y es capaz de esconderse bien. Tu


regalo es increíble y será una enorme ayuda para nosotros.

Ella no pudo evitar sentir un poco de orgullo ante sus palabras. Esto era mucho
mejor que estar sentada en la rama de un árbol, paralizada y sintiéndose inútil.
André la hacía sentir importante para él, siempre, con todas sus capacidades.

― ¿Qué sientes?

Él ya se deslizaba más profundo en su mente, pero a ella le gustaba que le


preguntara. Era una forma de pedir permiso, a pesar de que sabía que tenía que
sentir la nota discordante por sí mismo.

― Nos estamos alejando de él, ― informó, cuando la nota discordante fue más débil.

― Giremos de vuelta. Tengo que escucharlo. Sintonísate a esa nota, cuando es más fuerte,
podemos seguirle el rastro, ― dijo André.

Los dos búhos subieron más alto, girando en un círculo lento, subiendo a las
elevaciones más altas. Ella podía ver la montaña que se elevaba por encima del
denso bosque de árboles. El dosel se tambaleó, atrayendo su atención a las hojas,
de plata contra el telón de fondo en el cielo de la tarde. La noche estaba
manchando el cielo de un azul más oscuro. Algunas estrellas valientes brillaban
por encima de sus cabezas, y la luna lograba hacerse ver contra el cielo oscuro. La
niebla que envolvía los picos de las montañas era tan espesa, que parecía
impenetrable. Una vez más sintió la pesada carga de los monjes apremiando
dentro de ella. Tenían su propia música, pero era infinitamente triste. Llena de
desesperación y tristeza. Peor aún, a pesar de que irradiaban, enviando esas notas
de dolor intenso en el universo, era evidente que no eran conscientes de ello.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― ¿Se puede sintonizar hacia afuera? ― André preguntó suavemente. ― Estás
tomando su dolor, sivamet. Ellos lo harían si lo supieran, no querrían eso para ti, para
cualquier mujer. Ellos honran a las mujeres y lo hicieron toda su vida. Son antiguos, sin la
otra mitad de su alma y es demasiado peligroso que continúen buscando. Ellos están
perdidos y lo saben.

― Puedo ayudarles, André. Tal vez darles unos cuantos meses o años.

― Tal vez, Teagan. Eres un milagro, así que no tengo duda de que si alguien puede hacer
algo así, será tu, pero no les gustara eso. No tomes su carga.

Ella no sabía cómo sintonizarlos hacia afuera. Toda esa tristeza cayendo en la
sinfonía alegre de la naturaleza. Las notas no eran en absoluto inarmónicas. De
hecho, se añadían a la riqueza de la música que escuchaba. Y entonces...allí estaba.
Su estómago dio un vuelco y sintió una sacudida, como si algo malo vibrara a
través de sus entrañas.

― ¿Lo sentiste, André? Él está allí. Necesito escuchar más para encontrar su rastro y
seguirlo. Aquélla nota fuera de lugar.

Teagan Joanes era un verdadero milagro. André sintió la nota a través de ella.
Nunca habían descubierto la guarida de un maestro vampiro. Nunca. No dejaban
espacios en blanco, para no alertar al cazador que su presencia estaba cerca. No si
eran un verdadero maestro. Ellos eran mucho mejor en la fuga que eso o nunca
habrían sobrevivido tantos siglos para convertirse en un maestro.

La nota discordante se hizo más fuerte cuando los dos búhos comenzaron a bajar
en el tintineo del sonido, la nota fuera de lugar entre la belleza de la canción que
Teagan podía oír y había compartido con él.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Teagan había sido tan hermosa, tan inesperada, tan sexy, despertándolo,
sustituyendo sus pesadillas con su dulce y sensual cuerpo. Dándose a él. No sabía
lo que otros machos tenían, lo que pasaba entre compañeros, pero él estaba
agradecido de que ella le perteneciera y que entendiera que él también le
pertenecía. Ella lo había tomado a su cuidado de la misma manera que él lo había
hecho con ella.

Se quedó muy alerta en su mente. Ella no estaba volando de cabeza hacia el


peligro. Lo sintió en su mente, compartiendo con él sin reservas. Ella estaba
asustada. Su miedo venció en él, pero eso no la detuvo. No la hizo refrenarse ni
vacilar. Su mujer tenía una columna vertebral de acero puro.

― A la derecha. Tenemos que descender cerca de esa área en la niebla allí, André, pero creo
que si lo hacemos, él sabrá que estamos aquí.

Los peones de Popescu habían utilizado una red dentro de la niebla para encontrar
víctimas. André había visto ese truco en especial, utilizado en el pasado, pero no
era muy bien conocido. No eran muchos los vampiros que habían logrado adquirir
los conocimientos necesarios para hacer una cosa así. Era complicado, y la mayoría
no tenía la astucia o la paciencia. Pero Costin Popescu lo hacía, y eso decía mucho
acerca de su conocimiento en la batalla.

― Permíteme pasar por delante de ti, ― dijo André. ― Mantente dando vueltas aquí
hasta que pueda tener una idea de lo que tiene labrado allí en la niebla. Si puedo encontrar
una manera para que nos movamos a través de ella sin ser detectados, vamos a hacerlo y a
tratar de determinar su ubicación exacta.

― ¿Por qué no ha salido?

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Estaba herido severamente, mucho más de lo que pensé por primera vez, cosa que dudo,
pero hay que tenerlo en cuenta, o no se está moviendo para no dejar un rastro que pueda ser
seguido. Un maestro renuncia a sus comidas para alejar a un cazador de las pistas. Éste es
muy peligroso, Teagan. ― Envió una advertencia en su tono, esperando que ella
entendiera el conocimiento que impartía a ella.

― No tengo ningún deseo de encontrarme con él de cerca ni personalmente, André, ― ella


le aseguró.

Se encontró con ganas de sonreír por el tono insolente que usó. Le gustaba su
insolencia. A él le gustaba su forma de ser, cuando estaba nerviosa, ella soltaba
todo lo que estaba en su mente. Encontró ambos rasgos, divertidos y entrañables.

― Ni yo, ― admitió. ― Manten tu mente en la mía, por si acaso encontramos una forma
de entrar.

Estaba usando su tono mandón, el que él sabía que a ella no le gustaba como regla,
pero a ella no parecía importarle tanto cuando estaban cazando vampiros.

Ella hizo un pequeño sonido en la parte posterior de la garganta. ― No sé lo que


estoy haciendo cazando vampiros. Este es tu territorio por lo que puedes ser tan mandón
como quieras. En relación a cualquier otra cosa, es posible que desee considerar que he sido
conocida por golpear a las personas mayores en la cabeza con sartenes.

― Le pegaste a un asesino en serie en la cabeza, ― le recordó.

― Eso fue totalmente justificado. Me acababa de golpear.

― Um. No. ¿Cuál es exactamente la definición de un asesino en serie? ¿No es esa etiqueta
de tener varios cuerpos apilados?

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Él se atragantó con su propia risa. Ella tenía razón, pero no tenía por qué hacerlo
reír cuando él estaba entrando en la red de un maestro vampiro. Tenía que viajar
con delicadeza y sin un cuerpo de cualquier tipo que pudiera disparar los hilos
brillantes que atraerían al no-muerto.

André cambió, dejando la forma de la lechuza para convertirse en nada más que
moléculas que se movían a través del aire. Entró en la niebla con cautela, buscando
cada uno de los finos filamentos que lo llevarían hacia el maestro.

― Ahora me has llamado un perro viejo y un asesino en serie.

― Sólo digo.

La sonrisa había desaparecido de su voz, a pesar de que estaban juntos con sus
bromas. No le gustaba que tuviera miedo por él, y él sabía que lo tenía. Ella estaba
en su mente, tal como él lo estaba en la de ella, y ella sabía que lo que estaba
haciendo era muy peligroso. Que las trampas del vampiro lo rodeaban.

― Sivamet. ― Él trató de envolver el cariño en su voz. ― He hecho esto durante


siglos. Cree en mí.

― Lo hago.

Ella dijo rápido. Sinceramente. Pero ella estaba aterrorizada por él, tal como había
estado aterrorizado por ella cuando había estado tan cerca del vampiro. Nunca
había considerado que su compañera sentiría la misma intensidad de temor por su
hombre como lo hacía por su mujer cuando ella estaba en el camino del peligro, y a
él no le gustó. Su mujer no debería tener que sentir jamás ese tipo de miedo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Pero lo haces, ― ella replicó, revelando que se estaba volviendo aún más adepta a
la lectura de sus pensamientos, y que había estado aprendiendo. Aprendía a un
ritmo escandaloso. Iba a tener que trabajar duro para mantenerse adelante de ella.

― No es lo mismo. ― Deliberadamente hizo su respuesta decisiva.

Ella nunca le convencería, a pesar de que sabía que iba a intentarlo, tenía todo el
derecho a preocuparse sobre su seguridad como lo hacía el por ella. Pero para él
siempre habría una diferencia. Ella era su mujer. Preciosa. Un tesoro para acariciar.
No importaba que ella tuviera una columna de acero, era frágil en su mundo. Tal
vez ella no lo creyera, pero lo era. Ella siempre lo sería. Era su deber y su privilegio
protegerla.

― Me vuelves loca cuando piensas así, André. Por supuesto que voy a preocuparme por ti
frente a los monstruos. Te amo. Eres mi...familia.

Eso era todo. La Familia, para Teagan, era todo. Sagrado. Para ella era decir que,
estaba dejando al descubierto su vulnerabilidad frente a él. Ella le estaba dando
otro regalo y él sabía que era enorme. Él no iba a estropearlo discutiendo con ella.
Él era quien era y no podía cambiar su naturaleza. Él podría encontrar la manera
de comprometerla con su causa, sobre todo, por quería que fuera feliz, pero él no
quería que ella estuviera preocupada o en peligro.

― Te quiero, sivamet. Tú eres mi corazón y mi alma―. Ella sola se le había entregado,


él la necesitaba para saber que no estaba solo en eso.

André vio el primer filamento y la euforia se extendió por él. Por su cuenta, no
podía oír las notas discordantes en la sinfonía de la naturaleza, sino a través de
Teagan, sabía que el vampiro estaba debajo de él Y a su derecha, justo en el medio
de lo que parecía ser una roca sólida.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
― Voy a la deriva lo más cerca que pueda para esa roca justo a mi derecha. ¿Lo ves,
Teagan? Yo creo que puede estar en algún lugar de esa vecindad. No puedo precisar su
ubicación.

El búho hembra hizo otro lento círculo, dejándose caer más bajo.

― No toques la niebla, ― advirtió.

― Creo que puedo hacer un pase justo por debajo de la niebla, descendiendo como si yo
estuviera cazando y hubiera perdido a mi presa. Yo podría ser capaz de sentir su ubicación
exacta.

Estaba agradecido de que esperaba su permiso. Si ella le permitía al búho escanear


en realidad el suelo en busca de ratones o de cualquier otra fuente de alimento, y
luego permitiría que el pájaro se hiciera cargo, dándole muy poca orientación,
estaría lo suficientemente segura. El vampiro no esperaría que un búho hembra
fuera una amenaza para él. Aun así, André estaba inquieto. Si Popescu no se había
alimentado en el día, podría tener simplemente el hambre suficiente como para
que él fuera detrás de un animal, un pájaro volador que estuviera demasiado cerca.

― Csitri, si te atrapa, podría destrozarte con sus dientes antes de que pudiera llegar a ti.

― Yo no tengo que estar tan cerca. Sólo tengo que conseguir llegar bajo la niebla, caería
como si estuviera cazando y así sentiría la fuerza de esas notas. Puedo señalar su ubicación
exacta.

Popescu no estaba bajo el suelo, no sé si esos filamentos estaban buscando


cualquier victima cerca. El maestro vampiro había puesto su señuelo y estaba
cazando, esperando, que una víctima llegara, por lo que no tendría que moverse.
Moverse significaba dejar un rastro. Él se quedaba muy quieto y esperaba que el
cazador dejara la zona, tal como lo había hecho durante siglos.

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Dark Ghost
― Yo puedo hacerlo, ― dijo Teagan.

Su miedo batiendo en él, y André estaba agradecido de que hubiera tenido la


presencia de ánimo para ocultar su presencia en caso de que se hubiera encontrado
con el maestro vampiro. Al mismo tiempo sentía miedo, su determinación
vertiéndose fuera de ella. Ella quería esto. La hacía sentir una parte de él. Tal vez
incluso necesitada.

Ella no estaba pidiendo ir a la batalla, sólo ser de ayuda, sentirse como si ella le
diera un poco de ventaja. Esa era la cosa más difícil que jamás había hecho, e iba en
contra de su naturaleza, pero estaba en su cabeza y él podía ver, que esto era todo
para ella. Al dar su consentimiento, y decía mucho sobre ella que esperara incluso
cuando ella quería darle esto, él sabía que él estaría dándole su amor propio.

Más, él sabía que ella podía sobrevivir con la división de su sociedad, si él pudiera
ceder.

― Quiero que recuerdes, que mantengas siempre en tu corazón, en tu cabeza, ¿qué pasará
si te pasa algo? Te necesito, Teagan, mucho más de lo que nunca me vas a necesitar. Te
amo. Nunca tuve a nadie en mi vida hasta que tú llegaste. No puedo volver a la
indiferencia. ¿Entiendes lo que estoy diciéndote?

Él todavía estaba incierto que él le pudiera dar su consentimiento. Él se desvió, aún


más cerca de la roca donde los filamentos parecían conducir. Quería estar cerca por
si acaso el vampiro intentaba agarrar el pájaro.

― Entiendo eso y también entiendo lo que estás dándome. ― Su voz era suave. Una
caricia. Llena de amor.

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― Entonces hazlo. Aliméntame con la información y luego aléjate. En los árboles donde el
búho puede ocultarse. Te voy a necesitar cuando esto haya terminado. No importa lo malas
que las heridas sean, llévame a tierra y yo sanaré. ¿Lo entiendes? Llévame a la tierra.

― Absolutamente. No voy a defraudarte, André. Sólo mantente conectado a mí, incluso


cuando tengas miedo de que sienta dolor. No me dejes fuera, porque si lo haces, entraré en
pánico. Mientras yo sepa que estás vivo, y que tienes un plan, puedo quedarme donde me
digas.

Teagan no dudó, pero ella siempre supo que no lo haría. Se dejó caer del cielo,
deslizándose bajo el banco de niebla, con las garras extendidas hacia un ratón
corriendo entre la vegetación. Un ratón real. Atrayendo a la lechuza. El ratón no
estaba cerca de la roca donde André sospechaba se escondía el vampiro. El ratón
estaba cerca de un árbol joven, delgado, escondido entre dos rocas más pequeñas.

― Sal de ahí. ― André llamo en alerta, al igual que el búho cuando se desvió de la
tierra, lejos del árbol desordenado casi doblado en dos por los vientos, que a
menudo se prolongaban por la montaña.

Oyó el estruendo de las notas, la cacofonía de sonidos que sacudió cada célula en
el cuerpo de Teagan. Ella las escucho cuando había entrado, siguiendo sus
instrucciones, permitiendo que el búho estuviera cerca de la superficie, hasta el
último momento posible, cuando oyó las notas discordantes, ella había
reaccionado, tomando el control de nuevo. André no había esperado que lo hiciera
tan pronto, pero estaba agradecido cuando el vampiro se abalanzó hacia fuera de
entre las rocas, lanzando el señuelo de un árbol fuera de él mientras alcanzaba el
ave.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
André utilizó su velocidad, cambiando mientras corría a través de la distancia que
los separa, insertando su cuerpo entre Popescu y Teagan, chocando contra el
vampiro con la fuerza de un tren de carga, conduciéndolo hacia atrás, golpeando
su puño, profundamente en el pecho del muerto viviente. El feroz impulso los
envió a ambos a caer juntos sobre el acantilado. André bloqueo el vampiro con su
brazo libre, así como él cavó a través del tejido, músculo y hueso para tratar de
encontrar el marchito órgano ennegrecido que se aseguraba que Popescu se
levantaría otra vez y otra vez.

Teagan subió detrás de ellos mientras los dos hombres se fueron por el acantilado
y aterrizaron en el dosel del más alto de los árboles, rompiendo ramas al caer a
través de los miembros inferiores, más pesados. Podía ver claramente a André, su
brazo libre desviando dientes y garras, mientras que el puño continuaba
excavando a través del ácido agónico de la sangre. Ella sintió que quemaba a través
de su piel, hasta sus huesos, pero no se detuvo. No se inmutó. Siguió detrás de su
premio, sin importar que el vampiro se inclinara hacia delante y rasgara su cuello.

Su corazón se desplomó cuando vio al vampiro tragando la sangre de color rojo


brillante. Tomó todo lo que tenía, hacer como su compañero había mandado. Ella
se lo había prometido. Ella sintió que su agonía y miedo vivieron y soplaron en
ella, igual que terrible monstruo como el maestro vampiro, pero ella se aferró.

André le había dicho que mirara dentro de su mente. Viera su plan. Que supiera
que él tenía uno y que lo usaría para hacer del mundo un lugar más seguro. Ella se
escondió en las ramas más gruesas posibles, todo el tiempo, hospedada en su
mente. Ella guardó silencio, incluso cuando quería susurrarle a él que ella estaba
allí, que ella estaba con él. No estaba solo en esta lucha y que haría cualquier cosa
para ayudarlo.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Él le había dicho que se mantuviera segura y que así lo ayudaría más y tenía que
confiar en que él tenía razón. Él tenía bloqueado todo el dolor, por lo que no se
sentía el daño que el vampiro infligía a su cuerpo. Él no parecía darse cuenta del
terrible rastrillo marcado por su pecho cuando Popescu clavó las garras en la carne
y la rasgó, incluso tragando algo de eso en su afán de alimentarse de la sangre rica
de los Cárpatos.

La vista la enfermaba. Nunca había visto a nadie tan desgarrado y sangrando. Sin
embargo, él no se detuvo. La determinación en su mente era absoluta. Él destruiría
este vampiro para evitar que nunca más se aprovechara de los seres humanos o de
los Cárpatos. No tenía miedo. Él había enterrado sus emociones en algún lugar
profundo donde incluso no podía encontrarlas. No sentía la agonía en bruto, pero
lo hizo.

Su estómago se revolvió y por un momento pensó que podría en realidad


desmayarse. Ella sabía mejor. No se atrevió. André se distraería y se encontraba en
una lucha por su vida. Más, él confiaba en ella. No habría podido alejarse del
ataque de Popescu si no hubiera estado allí para velar por su seguridad.

La presión era enorme, pero al mismo tiempo, ella estaba eufórica, no, más que
eso, estaba honrada de que confiara en ella para salvar su vida, no importaba lo
mal que estuviera herido. Ella tragó la bilis y se obligó a sí misma a no sólo ver,
sino a evaluar los daños a su cuerpo, las laceraciones superficiales, y las que eran
potencialmente mortales.

El subir con un plan de acción que cambiaba continuamente a medida que la


batalla se prolongaba mantuvo su mente ocupada, y ella podía compartimentar el
dolor. Al principio ni siquiera estaba consciente de que estaba haciéndolo. Ella
estaba demasiado ocupada examinando el cuerpo de André, siguiendo cada golpe
y cada desgarre.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Monitoreó su suministro de sangre y le ayudo a disminuir la pérdida de sangre.
Ella descubrió que podía, incluso, porque estaba arraigada tan profundamente en
su mente, reparar algunos de los daños a las venas y arterias, incluso desde la
distancia. Quería hacer lo que había hecho y convertirse en energía curativa pura,
pero no se atrevía a salir de su cuerpo y dejarlo atrás y sin protección, no hasta que
ella supiera que el vampiro estaba muerto. Los dos combatientes desaparecieron
de su vista. Las ramas rotas del árbol que habían golpeado estaban ennegrecidas,
las hojas marchitas y secas, como si toda la energía había sido succionada fuera de
él, como si hubiera sido envenenado.

Ella alcanzó a ver al maestro vampiro y André bajo dos árboles sanos, pero uno se
inclinó hacia André, las ramas alcanzando como dos manos hacia la parte posterior
de la cabeza. Vides surgieron de las extremidades y se envolvieron alrededor de su
cuello. Con el corazón en la garganta, casi saltó del árbol y extendió sus alas para
llegar a él, pero se obligó a mirar en su mente. A mantenerse quieta. Para mantener
su promesa. Era tan difícil. Sabía que estaba llorando en el interior del cuerpo de la
lechuza. Su corazón latía y cada célula de su cuerpo quería, necesitaba, llegar a
André, pero se mantuvo a sí misma bajo control.

Su mente estaba completamente consumida por la batalla. Había sabido que


Popescu había dirigido el camino de batalla hacia los dos árboles. Incluso había
sabido lo que iba a suceder y no había tratado de escapar. Él todavía no trataba de
hacerlo. En lugar de ello, retiró el brazo del pecho del vampiro.

Podía ver que el puño de André estaba cerrado. Su brazo estaba destrozado, con
sangre y la carne se había ido todo el camino hasta el hueso donde la sangre del
vampiro había comido través de la piel y el tejido. Las viñas azotaron alrededor de
él rápido, cubriéndolo desde la cabeza hasta los hombros y los brazos, sujetando
sus brazos a su lado.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Teagan oyó estallar truenos y relámpagos en forma de horquilla a través del cielo.

― Sivamet. Sabes qué hacer.

André tiro el órgano ennegrecido a sus pies, bajó la cabeza, vides y todo, y condujo
su hombro hacia el vampiro, conduciéndolo hacia atrás con sus pies, lejos del
corazón. Teagan no tuvo tiempo para pensar. Vio las instrucciones en la mente de
André y ella tomó el control del relámpago, arrastrando un azote del cielo y
golpeando a la tierra. La primera pasada golpeó a pulgadas del objetivo, pero se
estabilizó, e ignorando el vampiro rasgando tiras de carne de su hombre, haciendo
caso omiso de los dientes desagradables rasgando en sus huesos. El látigo de un
relámpago golpeó el centro muerto del pequeño objetivo, incinerando el corazón.

El shock de Popescu se mostró en su rostro. Estaba seguro de que André era


incapaz de controlar la energía rojo viva, que fluía desde el cielo. Volvió la cabeza
lentamente para mirar hacia los árboles donde Teagan se escondió. Ella se
estremeció ante la máscara del mal, el odio terrible que vio allí. El rojo, ardor en los
ojos que se fue y su cuerpo cayó al suelo. Cuando lo hizo, las vides alrededor de
André se aflojaron y luego cayeron lejos, ya no estaba bajo el control del vampiro.

Esperó hasta que André se apartó del cuerpo, hasta que cayó sobre una rodilla y
bajo la cabeza con flacidez. Cerró el látigo sobre el cuerpo de Popescu y lo observó
mientras se incineraba. Sostuvo la energía allí por André. No se movió hacia ella y,
con el corazón en la garganta, se movió más cerca de él.

Tardó demasiado tiempo bañando sus brazos y el pecho en el calor para quemar
hasta la última gota de sangre de vampiro de su cuerpo. Tan pronto como lo hizo,
se dejó caer al suelo.

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Teagan permitió que el látigo de energía se volviera hacia la naturaleza y ella voló
tan rápido como fue posible, cambiando cuando ella tocó el suelo. Una vez más, se
olvidó de su ropa, pero cuando ella corrió hacia André, logró añadir los pantalones
vaqueros y una camiseta. No es que importara. Nada importaba, solo André y
sanar sus heridas.

De cerca, parecía imposible la tarea de curarlo. Nadie podía vivir a través de esas
terribles laceraciones. Él fue prácticamente destruido. Su vientre estaba abierto, el
pecho, el cuello. Había empezado las reparaciones a las venas y a las arterias, pero
el vampiro había hecho aún más daño en el momento en que André extraía el
corazón del no-muerto.

Por un momento, horrible, intemporal, ello temía no poder sanarlo. Era


demasiado. Ella respiró. Había evitado que su corazón latiera para no perder toda
su sangre. Él yacía sin vida, su gran cuerpo allí en el suelo, tan completamente
devastado que casi no sabía por dónde empezar. Ella incluso miró a su alrededor,
como si pudiera encontrar otro sanador, uno mucho mejor que lo que ella era, pero
no había nadie más. Ella había pedido esta tarea. Ella había querido. Y André creía
en ella. Había puesto su vida en sus manos porque creía en ella.

Ella cerró los ojos y soltó las dudas. El ego. El miedo. El miedo era el más difícil,
pero ella no lo pudo evitar, siempre y cuando esa emoción dañina se quedara con
ella. Así que no al miedo. Podía hacer esto. Ella haría esto. No había otra opción.
Por un segundo extraño colgó allí, vacilando entre lo físico y el espíritu, porque el
miedo, atrincherado para toda la vida en su propia piel, se levantó apretado, pero
no tenía otra opción. Este era André. Su otra mitad, y él no tenía miedo. Había ido
a la batalla con un plan. Ese plan incluía que ella salvara su vida. Él sabía lo que el
vampiro le haría a él y él había aceptado en silencio el dolor y los daños porque
creía en ella.

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Teagan soltó lo último de su miedo y permitió que su espíritu entrara en el cuerpo
de André. Ella tenía un plan y, aunque tuvo que alterarlo ligeramente, ella
permaneció con él, aplicando la energía curativa desde el interior. Fue meticulosa y
se tomó su tiempo, sabiendo que si echaba de menos algo vital, no tendría la
energía para volver atrás y arreglarlo. No tenía ni idea de cuánto tiempo trabajó en
André, pero las heridas de su vientre, el pecho y el cuello, eran horrendas. Tuvo
que dejarlo cuando sintió su espíritu vacilante.

Se encontró en su propio cuerpo, balanceándose por el cansancio, aterrorizada por


la pérdida de fuerza, sobre todo porque en el momento que se acercó a su cuerpo
sin protección, sabía que no estaba sola. Teagan se dio la vuelta, frente a lo que sólo
podía ser un enemigo. Ella había estado en la mente de André durante toda la
pelea con el maestro vampiro, y sabía lo que hacía falta para matar a uno, pero no
tenía la fuerza para hacerlo. Incluso allí de pie, manteniendo su cuerpo entre
André y el extranjero, se balanceaba, sus piernas como el caucho, las rodillas
débiles.

― Escuchamos la batalla, ― dijo el desconocido con suavidad.

Él mantuvo su distancia de ella. Tenía el pelo muy largo y corría por la espalda, tan
negro como el ala de un cuervo. Era alto, no tan alto como André, pero casi. Él
también parecía muy peligroso. Sus ojos eran negro medianoche, ningún indicio de
cualquier otro color y su boca sugería que no tenía conocimiento de lo que era una
sonrisa. Tragó saliva. Notas de música lloraron en la armonía de la canción de la
naturaleza, dándole su identidad. ― ¿Es usted del monasterio?

Él asintió con la cabeza lentamente. ― ¿André es tu compañero?

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Teagan se acercó más a su hombre. Ella debería haber cogido un arma. Una roca
por lo menos. André le dijo que era demasiado peligroso para estos hombres ir a la
batalla o alrededor de alguien. Había sangre por todo el suelo. Era toda de André.

― Sí.― ¿Qué se suponía que debía hacer?

― Necesita sangre.

― Yo iba a dársela enseguida. Tengo un plan, ― ella dejó escapar, y luego se


mordió el labio, molesta con ella misma. André encontraba su extraña idiosincrasia
divertida y linda, este hombre no tanto como para conseguir una luz en sus ojos. Él
era todo depredador.

― Usted está demasiado débil para darle lo que necesita. Voy a ofrecerme a él.

― No, no lo harás. Yo no te conozco. Yo no sé nada de ti. Yo puedo cuidar de mi


hombre.

Ella levantó la barbilla, dándole su severa mirada más temible. Él, como André, no
parecía impresionado. Ella sabía que la peor de las heridas de André había
comenzado el proceso de curación. Tomaría tiempo, la sangre y la tierra, pero
estaba segura de que los agujeros en el cuello, el pecho y el vientre eventualmente
cicatrizarían. Aunque ella tenía un largo camino por recorrer.

― Estás demasiado débil para darle lo que necesita.

Se miraron el uno al otro. Ella se negó a dar marcha atrás o mirar hacia otro lado.

Él suspiró. ― Me llamo Fane. Usted llamó y nosotros decidimos contestar.

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Ella frunció el ceño. ― Yo no lo hice. No sabría cómo llamarte.

― Pero sabes que yo soy del monasterio. Debes saber que no quiero hacerte daño.
Todos sentimos que llegaste, que podíamos sentir lo que no podíamos. Eso nunca
ha sucedido antes, nunca, en todos los siglos que hemos vivido.

Teagan sintió una agitación en su mente. Tomó un gran esfuerzo no cambiar su


mirada a André. Ella sabía que él estaba despierto. Eso le dio su confianza.

― Lo siento si les molesté. ― Sabía que estaba ganar tiempo. Todavía


balanceándose de cansancio, no estaba segura si podía proteger a André.

― No entiendo la conexión entre nosotros, pero hay una. Voy a darle sangre a
André y luego a ti.

Ella mordió con fuerza el labio. ― Dime qué hacer. No quiero que me dé sangre. ― La
idea de tomar o recibir sangre de cualquier persona, que no fuera André era
repulsiva. Ella acababa de empezar a aceptar su nueva vida. Pero no estaba
preparada para eso.

― Que venga a mí. Pasa a mi otro lado. Hay palabras que debe decirme. Si no las dice,
sabrás que él es nuestro enemigo. Si les dice, va a cumplir su palabra.

De mala gana Teagan se movió de nuevo, con la mirada en el rostro de Fane. Ella
camino en torno a André, hacia el otro lado, dándole acceso a Fane a su hombre.

― ¿No te hará débil, darnos sangre a ambos?

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― Los otros están cerca para ver por mí y para protegernos a todos nosotros
mientras se recupera de su batalla. Deseo examinarlo. Eres claramente una fuerte
sanador, pero... ― se detuvo y se agachó, junto a André.

Teagan no podía dejar de pensar que sus movimientos eran elegantes y


distinguidos. Se movía en armonía con la naturaleza, no contra ella. Ella lo escuchó
murmurar palabras antiguas.

― Kuńasz, sivdobban{s nélkül, nélkül fesztelen löyly.

André interpretó las palabras cuando el antiguo continuó cantando, más


obviamente las palabras de un ritual de curación.

― Mientras permaneces como dormido, sin latido de corazón, sin aliento aireado.
Ofrezco libremente, mi vida por tu vida. Mi espíritu de vida se olvida de mi cuerpo
y entra en tu cuerpo. Mi espíritu de luz envía todos los espíritus oscuros dentro a
huir. Presiono la tierra de nuestra patria y la lengua de mi lengua en tu pecho, tu
vientre y el cuello. Por fin, te doy mi sangre por la sangre.

Teagan pensaba que había belleza en el antiguo canto. Ciertamente, había poder.
Ella lo sintió. Fane se acercó a André, y el corazón le dio un vuelco. Trató de estar
relajada, pero era difícil cuando la feroz belleza del hombre, todo depredador, la
asustaba.

― André, toma lo que se ofrece libremente. Mi vida por tu vida. ― Fane cortó la
muñeca y la apretó contra la boca de André. La mano de André se movió. Él tomó
la ofrenda de Fane respetuosamente.

Saga Cárpatos
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Teagan casi se hundió con alivio. Casi de inmediato, sintió la presencia del antiguo
en el cuerpo de André. Se mordió con más fuerza el labio, sabiendo que estaba
examinando su trabajo. Ella tenía un largo camino por recorrer. Había tantas
laceraciones. También muchos golpes. Había seguido cansada tratando de reparar
el peor de los daños. Ella quería la ayuda de André, pero aun así, era su trabajo y si
lo había echado a perder. Fane regresó a su cuerpo, que todavía daba
generosamente su sangre a André.

― Has hecho un trabajo increíble. Demasiado bueno. Estabas abiertamente


desprotegida. Apenas estaban solo ustedes dos. Detuvó su corazón por lo que no
perdió más sangre. Guardé las reparaciones fuertes para cuando estén a salvo. Haz
lo mínimo, dale sangre y llévalo a un lugar seguro. Recuerda que debes establecer
sus salvaguardas y luego sanarlo lo mejor que puedas antes de ponerlo en la tierra.

― Esa es mi culpa. Yo debería habérselo dicho, ― dijo André.

Teagan asintió a Fane, ávida de más consejos. ― No entiendo lo que quieres decir
con demasiado bueno. ¿Cómo puede la curación ser demasiado buena? Tenía
terribles heridas y habría muerto por ellas.

― Estás demasiado débil para continuar. Necesitas sangre y no le puedes dar lo


que no tienes a tu compañero. ¿Cómo podrías reparar estas heridas sin tierra o
saliva? sólo tú lo sabes, yo no lo sé. Tienes un tremendo regalo. Sólo haz lo
suficiente para ponerlo a salvo. Una vez allí, puede ser más meticulosa y precisa.

Ella entendió, aunque su consejo iba en contra de su naturaleza. Podía entender lo


que quería decir. Ella estaba débil, demasiado débil para ayudar a André a volver a
la cueva y a la tierra como necesitaba.

Saga Cárpatos
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― Creo que puedo ayudarte a ti y a los demás, ― ofreció tímidamente. Ella nunca
había sido tímida, pero algo sobre el conjunto de sus hombros, su frialdad, su
misma soledad, la hizo consciente de que se estaba entrometiendo.

― Yo los he sentido. Los he sentido desde que llegué aquí a las montañas. Sólo
aliviarlos un poco. Darles más tiempo.

Esos ojos, bellos ojos, pero tan peligrosos se movieron sobre su cara. ― Te doy las
gracias por pensar en nosotros, pero estamos más allá de toda ayuda.

― André había pensado entrar en el monasterio. Él es uno de ustedes, ¿no? Es por


eso que estás aquí, ayudándolo. Es uno de ustedes y me encontró. Si él me
encontró, hay esperanza para el resto de ustedes.

― No podemos sentir esperanza. Somos extremadamente peligrosos.

― Entiendo. Pero. Sé que puedo ayudar. Sólo estoy haciéndote saber que la oferta
está ahí.

Él inclinó la cabeza. ― Voy a llevar tu oferta a los otros.

André barrió su lengua a través de la muñeca del antiguo y por primera vez abrió
los ojos. ― Gracias, Fane.

― Te di sangre. Ella sanó tus heridas. Al menos las que importan. El resto puede
ser curado en la tierra. ¿Pueden llegar de nuevo a su lugar de descanso?

André asintió. ― Sí.

Saga Cárpatos
Dark Ghost
Fane acuchilló su otra muñeca y tendió la mano para Teagan. ― Ofrezco
libremente. Mi vida por tu vida.

Teagan cerró los ojos por un momento, tratando de no ver las perlas rubí o sentir la
garra del hambre en su estómago. Ella sabía que sería un terrible insulto si no
podía hacerlo. Los antiguos no dejaban el monasterio, no por cualquier persona,
sin embargo, había venido a ayudarles a André y a ella.

― ¿Me puedes ayudar, André? ― Nunca sabría lo que le costó preguntar. Ella
valoraba la independencia, pero ella no iba a insultar a este hombre, no cuando ella
sentía su dolor, la terrible agonía de su solitaria existencia, ambas emociones que el
antiguo Cárpatos, no podía sentir por sí mismo.

De inmediato André estaba en su mente, dirigiendo sus movimientos para que ella
tomara la muñeca del antiguo y respetuosamente aceptara su ofrenda. Ella era
consciente de lo que estaba haciendo, pero muy lejos de todo.

La noche estaba casi desaparecida. Ese fue el tiempo que había trabajado en la
curación de André. Ese fue el tiempo que habían estado sin protección. Fane tenía
razón, ella debería haber hecho lo que podía para mantener vivo a André y luego
debería haberlos llevado a un lugar seguro. En el momento en que ella supo que
tenía lo suficiente de la sangre rica y antigua, se sintió con toda su fuerza, cerró la
herida e inclinó la cabeza hacia él.

― Gracias, Fane. Por todo. Por tu consejo, que siempre seguiré. Por tu sangre que
los dos necesitábamos desesperadamente, y también por tu protección. Por favor,
agradece a los demás por nosotros también.

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Fane se había puesto muy pálido. No trató de levantarse, ni siquiera cuando André
lo hizo. La sangre se filtraba de las laceraciones que Teagan no había cerrado, pero
su compañero estaba vivo. Tenía que ir a la tierra, pero ella había cerrado lo peor
de esas heridas. Por lo que ella estaba agradecida.

― Los otros están cerca. Vendrán por mí. Váyanse ahora antes de que el sol
comience a subir, ― Fane instruyó.

André se agachó para agarrar los antebrazos de Fane en la manera de su pueblo.


―Kaδa wäkeva OV o Köd.

― ¿Qué significa eso? ― Teagan preguntó, curiosa. Fue un momento hermoso


entre dos guerreros que claramente se entendían uno al otro.

― Estad firmes contra la oscuridad, ― André interpretó.

Teagan sintió que las lágrimas quemaban.

― Por favor, Fane. Por favor aférrate y déjame ayudarte. ― Eso era todo lo que
podía hacer por él. Era su elección.

André pasó el brazo alrededor de ella y alzó el vuelo. Debajo de ellos, ella alcanzó
a ver los otros cuatro hombres, que se movían para ayudar a Fane.

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Capitulo 21

T eagan despertó a una multitud de sensaciones. El placer no, más, sentía mucho
más que el placer rompiendo a través de ella. Se encontró de espaldas, en el
lecho que André había confeccionado para ella. Ella estaba completamente
desnuda, con el pelo por todas partes, cuando ella recordaba claramente haberlo
trenzado antes cerrar la tierra sobre ellos. La más deliciosa sensación era la boca de
André trabajando entre sus piernas.

Ella levantó la cabeza para mirarlo, a sus hermosos ojos azules, glaciar, tan oscuros
ahora por la intensidad. Con hambre cruda. Con posesión. Su lengua, sus dientes,
sus dedos trabajando en ella, enviando el fuego familiar rayando a través de su
cuerpo, construyendo la tensión tan rápido, tan fuerte que la fragmento antes de
que ella incluso se quedara sin aliento. Perfecto. Bonito. El mejor principio a la
noche que ella podía imaginar.

André no se vino. Nunca lo hacía. Quería más. Mantuvo los ojos en la cara, una
demanda allí. No se detuvo, ni siquiera cuando sus caderas se resistieron y su
cabeza se lanzó hacia atrás. No cuando ella jadeó su nombre y le rogó que era
demasiado, que las sensaciones disparadas a través de ella se negaban a detenerse.
Ella no pudo recuperar el aliento. No podía pensar. Él la llevó más alto.
Reclamando más.

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― No es suficiente para mí, sivamet. Yo necesito todo. Entrégate a mí.

Sabía lo que quería decir. Tenía que confiar en que él sabría cuando ella tenía
suficiente. Pero en verdad, la tormenta rugía a través de su cuerpo. El orgasmo se
extendió como un incendio fuera de control, que la consumía. Todavía tenía la
boca implacable.

― De nuevo. Lo necesito de nuevo.

No estaba seguro de que el primero se hubiera detenido nunca. Su cuerpo se


ondulaba y temblaba, el primero corriendo hacia el segundo, y ahora él estaba
exigiendo un tercero. Su lengua era inteligente y sus dientes simplemente
perfectos, pero la forma en que se amamantó como si se estuviera muriendo de sed
y necesitara cada gota de líquido que pudiera posiblemente conseguir, fue su
perdición.

Cada célula de su cuerpo en espiral más y más fuerte hasta que ella temía que
pudiera volverse loca con el placer. ¿Era eso posible? Si lo fuera, André la conducía
allí. No había manera de pensar. No hay manera de ser otra cosa que lo que él
quería. La llevó más alto de lo que nunca había estado y ella lo alcanzó,
necesitándolo. Necesitando sentir algo sólido bajo sus dedos mientras volaba,
fragmentándose en pequeños trozos pequeños, todos ellos en alza.

Se oyó gritar. Llamarlo por su nombre. Suplicarle. Ella quería que la llenara. Ella
necesitaba eso. Y entonces él estaba allí, sosteniendo sus muslos separados y
golpeando en su apretada vagina. Ella lo escuchó gemir mientras sus músculos
cedieron y le condujeron profundo. Su grueso pene invadiéndola, sentía como un
ardor, marcándola con acero.

― Duro, André. Lo necesito duro esta vez.

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Una mano grande peinado hacia atrás su cabello para poder mirarla a los ojos.
Podía ver por la mirada en su rostro que tenía la intención de dárselo duro.
Áspero. Brutal incluso. Perfecto. Lo necesitaba así. Ella lo necesitaba primitivo. Un
reclamo. Ella apenas podía respirar con él necesitándolo exactamente como su
mirada posesiva dijo que él planeaba tomarla.

Empujo sus caderas en un brazo, levantándola al ángulo que quería y empezó a


empujar con fuerza y profundo, estableciendo un ritmo feroz, pistoneando en ella
una y otra vez con la fuerza suficiente para que su cuerpo sintiera cada golpe. Le
pasó las manos arriba y abajo de la espalda, extendiéndose hasta llegar a sus
caderas, tomando tanta piel como era posible, deleitándose en la forma en que
estaba tan hambriento de ella como ella estaba por él.

Ella ya era tan sensible, que su cuarto orgasmo estalló sobre ella, incluso antes de
que ella supiera que estaba cerca. Trasladó su pasión al pelo, agarrándolo con
fuerza, con miedo de que ella fuera a venirse aparte. Él ni siquiera freno el ritmo.
Sus ojos no se apartaban de ella, ni por un momento y él ni siquiera parpadeaba. Él
la observaba, bebiendo cada orgasmo. Con ganas de más. Exigiendo más de ella.

― André. ― Ella susurró su nombre en su mente. Lo llenó de ella. Se entregó a él.

― Eres mía. Toda tu, Teagan. Cada pulgada abrasadora de ti. Tu corazón. Tu alma. Tu
cuerpo. Tu mente. Me perteneces.

Su cuerpo subió más duro en ella, enviando, lo que se sentía como horquillas
candentes rayando a través de ella. Ella se venía de nuevo, aún más alto.
Espeluznante. Maravilloso. Imposible.

― ¿Lo dufabas aunque fuera por un momento? Eres mío, André. Mi hombre. Mi
compañero. Me gustaría seguirte a cualquier lugar. Hacer cualquier cosa por ti.

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Y ella lo haría. Condenada mujer moderna. Este hombre era su todo y que ella iba
a amarlo simplemente tan ferozmente como él la amaba, donde quiera que la
llevara. Y en este momento, en este momento, la llevó al paraíso. A menos que ella
pudiera morir de exceso de placer.

Vio sus ojos, esos hermosos ojos. Tan magníficos. Tan enamorados. Tan suaves y
tiernos cuando la miraban. Así ferozmente, posesivo. ― ¿Cómo fui tan afortunada?
― Pregunto ella, y no le importaba si ella estaba regalando el hecho de que él
realmente era todo para ella. André le daba eso a ella todo el tiempo. Ahora, ella
sabía que lo decía en serio. Se merecía oírlo de regreso. Para saberlo.

De pronto se inclinó hacia delante y tomó su boca. Lo tomó de la misma forma que
estaba tomando su cuerpo. Fuerte. Salvaje incluso. Exigiendo. Duro. Caliente.
Húmedo. Tan increíblemente perfecto. Se entregó a sus manos. Su boca. Su pene.
Ella se entregó a él porque sabía que si lo hacía, la recompensa sería
impresionante... y así fue. Lo sintió hincharse, el estiramiento ardiente que era
parte de la perfección de esa increíble fricción cuando él golpeaba a casa,
llenándola, rastrillando sobre su capullo para que su cuerpo se inclinara directo
sobre el borde y ella comenzara una caída libre, esta vez con él. Su gemido en su
boca, corría por su garganta, un delicioso e increíble momento perfecto en el que
compartieron todo, la piel, los cuerpos, las mentes, los corazones y el alma.

André hundió la cara una vez más en su cuello, sosteniéndola a él, su cuerpo
enterrado profundamente, el peso de él aplastándola mientras él la rodeaba por
completo. No importaba que ella apenas pudiera respirar, ella sabía exactamente
por qué ella amaba este momento, esta secuela. André se entregaba por completo a
ella, a su amor por ella. Él estaba completamente vulnerable a ella en ese momento.
Cada vez. Él le daba ese regalo perfecto cada vez. Su grande y malo, guerrero de
los Cárpatos, que podía matar un maestro vampiro y los había cazado durante
siglos, le daba ese don.

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Ella lo mantuvo apretado, levantando las piernas para rodearlo con sus caderas,
para sostenerlo a él tan cerca de ella como era posible. Le encantaba que su corazón
encontrara el ritmo del suyo. Le encantaba que, a pesar de que apenas podía
respirar, se asegurara de que tenía aire.

― Te amo, Teagan. Más que a la vida. ― André levantó la cabeza y le dio un beso
en toda la boca, antes de rodar fuera de ella. Siempre había ese momento de
pérdida, de luto cuando su cuerpo se iba del ella. Ella quería que él regresara, pero
luego, cuando una mujer tenía un amante como André, suponía que no estaba mal
conseguir sentirse un poco codiciosa.

― Funcionó. Nuestra asociación. Encontraste el vampiro y me sanaste.

― Hemos estado en la tierra casi una semana. Yo no fui la única que te curó. Fue la
sangre de Fane, que era enorme, y te ayudó el suelo también. ― Ella se sintió
obligada a señalarlo. ― De hecho, eché un vistazo a los minerales en el suelo para
ver lo que iba a ayudar y por eso moví nuestro lugar de descanso.

Se puso de pie, sin importarle su desnudez. ― Me encanta mirarte, ― espetó,


extendiendo la mano con pereza, para que los dedos acariciaran su pene. ― Estás
muy dotado en el departamento de las miradas, André. Creo que eres el hombre
más hermoso que he visto nunca. En todo. ― Sus dedos lo acariciaron y luego se
envolvieron alrededor de él.

― ¿Cuántos cuerpos de hombres has visto?

― Um. Sólo el tuyo, pero te miro. Realmente. Si alguien fuera a esculpir un


desnudo masculino, deberías ser su modelo. No es que quiera que otras mujeres te
miren. Sólo digo que me encanta mirarte.

― Estoy muy contento de que lo pienses.

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Llegó por ella, obligándola a regañadientes a dejar su premio. ― Necesitas de las
aguas termales. Yo no fui gentil.

― Me encantó cada segundo.― Pero él lo sabía, ya que había estado en su mente.


― No estoy segura de que me acostumbraré nunca a estar desnuda delante de ti,
pero ya que me encantaba mirar tu cuerpo, supongo que es un pequeño precio a
pagar.

― Me encanta mirar tu cuerpo, ― dijo mientras la llevaba a los baños termales. ―


Soy muy particular sobre ese punto. ― Él la dejó en el suelo y Teagan se hundió en
el agua.

Su teléfono celular canto a través del cuarto. ― ¿Cómo puedo obtener servicio
aquí? Que loco. Estamos arriba en la montaña, en el interior de una cueva. En lo
profundo de la cueva.

― Sé que mantener el contacto con su familia es importante para ti, ― dijo André.
― Así que me aseguré de que tuvieras suficiente recepción de texto. ― Hizo un
gesto con la mano y el teléfono celular floto a través del aire hacia ella.

El corazón le dio un vuelco. ― En serio, André, me haces querer llorar cuando eres
tan reflexivo y dulce. ― Cogió el teléfono en el aire y miró su mensaje. ― Uh-oh,
André. Prepárate para esto. Lo vas a necesitar. Mi Abuela Trixie está en camino
para poder asegurarse de que no me conecte con algún extranjero loco que va tras
de mi virtud y lo más probable es que quiera encerrarme en su harén o llevarme a
alguna profunda cueva oscura y hacerme su esclava sexual.

Él se echó a reír. Una risa real. Genuina. Era un hermoso sonido, musical y Teagan
lo amó.

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― ¿De verdad dijo eso?

― Sí.

― Demasiado tarde. Ella llega demasiado, demasiado tarde, ― dijo André.

Y Teagan tuvo que estar de acuerdo.

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