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Tal iglesia estará caracterizada, más bien, por su pron-
titud para la colaboración. Y en lo que respecta a su actividad
3. Elección y pueblo de Dios
misionera, confiará en el Espíritu de Cristo, que actúa en el
mundo mediante la presencia simbólica (y sacramental) de
la iglesia, lo que ilumina no sólo la vida individual sino tam-
bién la vida social de hombres y mujeres y les dé la certidum-
bre de su libertad personal y, al mismo tiempo, de su destino
social común dentro del contexto de toda la humanidad.

En el transcurso de la historia moderna del pensamiento


cristiano, se ha ido haciendo cada vez más difícil la pregunta
acerca de la realidad de Dios. Las razones de ello podemos
verlas, en primer lugar, en el hecho de que la idea de Dios, a
consecuencia de la evolución de la física clásica, haya perdido
la función que tenía para explicar el mundo de la naturaleza.
En segundo lugar, la crítica antropológica de la idea de Dios
y de la conciencia religiosa por parte de la filosofía moderna
y del ateísmo son responsables de la creciente dificultad que
se experimenta al hablar justificadamente de Dios. Sin em-
bargo, el hecho de que esa crítica haya tenido efectos tan
destructores no sólo en la conciencia universal sino también
entre los mismos cristianos, de tal forma que haya quedado
hondamente afectada su confianza en la realidad de Dios,
es un hecho que reclama otras explicaciones adicionales. No
se comprende sin más que la conciencia cristiana se halle tan
desvalida ante semejante crítica.
Una de las razones de que la crítica atea haya repercutido
tan profundamente, incluso dentro de las iglesias cristianas,
podríamos verla quizás en la dificultad que el cristiano mo-
derno siente para entender la actuación de Dios en la his-
toria, en nuestra historia. Hemos aprendido, ¡qué duda ca-
be!, que el Dios de Israel era un Dios que actuaba en la
historia. Los escritos bíblicos están llenos de relatos sobre

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la actuación de Dios en la historia del antiguo Israel. Que tual un puesto en el plan de Dios con respecto a toda la hu-
Dios ha actuado también en Jesús: eso lo están afirmando manidad. Con ello era también posible comprender las pro-
sin cesar los cristianos de fe. Pero, inmediatamente después pias experiencias históricas como expresión de una actuación
de finalizar la era del cristianismo primitivo, parece que co- divina en la historia.
mienza una historia puramente secular que se continúa hasta No cabe duda de que la experiencia histórica ofrece su-
nuestro presente. ficientes acontecimientos enigmáticos y oscuros, incluso para
Desde principios del siglo II, no ha habido ya ninguna personas que viven su propia historia dentro de tal perspec-
actuación de Dios en la historia, si nos atenemos a las expo- tiva. Sin embargo, el viejo concepto israelita de la elección
siciones que hacen de la historia cristiana los modernos his- suministraba siempre, por lo menos, un principio para re-
toriadores de la iglesia. Tal exposición puramente profana conocer la actuación de Dios en el curso de los aconteci-
de la historia del cristianismo pone ante difíciles problemas mientos. Ahora bien, para el mundo cristiano de hoy, esto
a la fe cristiana en el Dios de la Biblia que actúa en la histo- ha llegado a ser extraordinariamente difícil. La idea de la
ria. Y esos problemas se refieren, no en último lugar, a la elección no es ya la clave —la llave— que abre la puerta
comprensión cristiana de la era moderna y del mundo con- para la comprensión de la historia.
temporáneo. Un Dios que no actúa no es Dios. Sería un Una de las razones para la desaparición de esta idea hay
Dios impotente, es decir, nada. que buscarla en el hecho de que, en la doctrina oficial de la
Si fuera posible de hecho describir adecuadamente de iglesia, el concepto de la elección ha quedado destempora-
forma puramente profana, sin recurrir a Dios, la historia del lizado e individualizado hace ya mucho tiempo. Ha seguido
cristianismo y su mundo actual, entonces los relatos bíblicos siendo un lenguaje vigoroso en formas —en cierto modo—
sobre la actuación de Dios en la historia aparecerían inelu- inoficiales de la conciencia cristiana, pero en los tiempos
diblemente como expresión de una concepción del mundo y modernos el lenguaje religioso fue dejando más y más de
de la vida pasada de moda, dejada atrás hace ya mucho tiem- servir de importante instrumento de discurso público.
po por el realismo ilustrado de los tiempos actuales. La doctrina cristiana clásica de la elección, tal como se
Hay razones para sospechar que la pérdida del sentido halla representada en los modelos de santo Tomas de Aquino
para ver la actuación de Dios en la historia tiene algo que ver y de Calvino, no contiene apenas relación con la historia.
con un desarrollo unilateral de la doctrina cristiana de la En vez de eso, se ocupa de una decisión eterna de Dios,
elección. Por lo menos, podría buscarse ahí un factor que adoptada antes de la creación del mundo, y que según la
ha contribuido a tal desarrollo de las cosas. representación usual se refiere directamente a la salvación de
En el antiguo testamento, el concepto de la elección los individuos.
—juntamente con la idea de las promesas de Dios— pro- Tres elementos caracterizan esta forma clásica de la
porcionaba la clave para una comprensión de los aconte- doctrina de la elección: la atemporalidad de la decisión divi-
cimientos que el pueblo judío sentía como actuaciones de na, de su sujeto; la limitación de su objeto a individuos que,
su Dios. En asociación con unos cuantos elementos más, en la mayoría de los casos, se conciben individualmente como
que se mencionarán más tarde, la idea de la elección esta- objeto de la elección divina o de la no elección divina; y, fi-
blecía el marco de referencia para una teología de la historia. nalmente, el punto de vista dominante de una redención en el
Esta teología de la historia asignaba a cada generación ac- más allá, como meta a la que se refiere el acto de la elección.

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Estos tres elementos caracterizan a la idea clásica de la En la doctrina clásica de la elección, el objeto de dicha
elección, tanto en su forma más bien agustiniana como en su elección, la persona del elegido, era desligada de su contexto
forma más o menos semipelagiana. La predestinación se halla social e histórico. Teniendo en cuenta esto, parece adecuado
subordinada a este concepto de la elección. El concepto de hablar de un concepto «abstracto» de elección. En contraste
la predestinación tiene que ver con los medios que Dios con- con él, las tradiciones del antiguo Israel sobre la elección
sidera adecuados para conducir al elegido, a través del itine- tenían que ver primordialmente con el pueblo de Dios y con
rario de su vida, hacia la meta predestinada por Dios, a su conducción histórica. Es verdad que algunas veces se
saber, la eterna bienaventuranza, o bien, en caso negativo, habla también de individuos como elegidos de Dios, pero se
para llevar al no elegido hacia su destino final, que es la con- trata siempre de la función que dichos individuos desempe-
denación eterna. ñan en el contexto social e histórico de su vida y, por tanto,
Claro está que el concepto de predestinación no se ha en relación con la historia de su pueblo.
entendido siempre como subordinado de manera tan ilimi- En el antiguo testamento no hallamos hasta llegar al Deu-
tada al concepto de elección, sino que pudo tomarse también teronomio una teología completamente elaborada sobre la
en sentido amplio como el acto de la elección y su ejecución. elección, y el concepto de dicha elección en el mencionado
No obstante, el vértice lo ocupa siempre e! acto atemporal libro bíblico llegó a ser fundamental para todo el desarrollo
de la elección divina, y su ejecución en el tiempo queda posterior. Las palabras de Moisés en Dt 7, 6 s ofrecen un
siempre subordinado a él. resumen característico de esta concepción de la elección de
Es verdad que, en cierto sentido, el concepto de la pre- Israel: «Porque eres un pueblo consagrado a Yahvéh, tu
destinación hace que, de una u otra manera, la historia rea- Dios. Es Yahvéh, tu Dios, quien te ha escogido de entre todos
parezca en la doctrina de la elección, precisamente bajo el los pueblos de la tierra para que seas (tú sólo) pueblo de su
aspecto de la ejecución temporal del decreto eterno de la propiedad. Si Yahvéh se ha prendado de vosotros y os ha
elección. Ahora bien, como la predestinación procede de la elegido, no es porque seáis el más numeroso de los pueblos,
decisión —adoptada antes del tiempo— de elegir, resulta ya que sois el más pequeño de todos ellos, sino porque Yah-
que el camino histórico del elegido, marcado por la predes- véh os amó, y porque quiso guardar el juramento que hizo
tinación, hacia el fin destinado para él, que es el de la eterna a vuestros padres; por eso os sacó Yahvéh de Egipto con
salvación, ese camino histórico —digo— adquiere el carác- mano poderosa y os rescató de la casa de los esclavos, de la
ter de un proceso fijo ya desde su total comienzo y que carece mano del faraón, rey de Egipto».
de la nota más importante de la historicidad, a saber, la con- Lo que aquí designa y se interpreta como elección del pue-
tingencia de los sucesos cuya sucesión determina el curso de blo por su Dios, es el acontecimiento de la liberación de
una historia. Puesto que el concepto de la predestinación Israel que se ve libre de la opresión de Egipto, y sobre todo la
procede, en todo caso, de una elección divina anterior al salvación de los israelitas cuando eran perseguidos por los
tiempo, la dilucidación subsiguiente puede hacer caso omiso soldados del faraón en el mar Rojo. Este acontecimiento
de los problemas asociados con el concepto de la destinación, histórico se entiende como expresión del amor de Dios hacia
para concentrarse por completo en el concepto de la elección, Israel, y este amor se interpreta además como un acto de pre-
que constituye su base. dilección de Israel por parte de Dios, sobre todos los demás
pueblos. Por consiguiente, la elección se entiende como se-

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lección de uno sólo entre una multitud. La meta de tal elec- grado de armonía con otras tradiciones en competencia.
ción consiste en que quien ha sido así preferido y amado debe Y este equilibrio vemos que se logra con la idea deuteronó-
pertenecer a Dios y debe mantenerse en comunión con él. mica del «juramento» de Dios hecho a los padres.
El acontecimiento histórico del éxodo se interpreta, gracias Las tradiciones que asocian la elección divina del pueblo
al concepto de la elección, como fundamento de una comu- con las figuras de los patriarcas, contienen otras peculiarida-
nión permanente, como punto de partida de la historia de des más con respecto a la concepción deuteronomística,
Dios con Israel sobre la base de su alianza, la cual se funda- especialmente en el caso de Abraham (Sal 105, 6 s. 42 s):
menta a su vez en la salvación del pueblo de mano de los Del relato del Génesis sobre la vocación de Abraham podía
deducirse que la finalidad de la elección divina no coincidía
egipcios (Dt 7, 9).
sencillamente con Abraham y su descendencia como objeto
Ahora bien, el pasaje del Deuteronomio contiene también
del amor divino, sino que según este relato la meta de la ac-
una alusión a acontecimientos anteriores, que tuvieron lugar
ción divina va más allá de Abraham y su descendencia, por-
antes de la salida de Egipto, ya que se habla de un juramento
que la promesa de la bendición de Dios, a través de Abraham,
hecho por Dios a los padres. Estas palabras contienen un
se extiende a «todos los linajes de la tierra» (Gen 12, 3).
recuerdo, algo desvaído, de que en Israel hubo otras tradi-
Por eso, la identificación de la elección divina con la voca-
ciones de elección, que habían asociado la elección del pueblo
ción de Abraham significa al mismo tiempo la introducción
con acontecimientos anteriores y con las figuras de los padres,
de una tendencia más universalista en el concepto de la elec-
especialmente con Jacob, pero también con Abraham x.
ción (cf. Eclo 14, 19 s).
El Deuteronomio tenía que debilitar la trascendencia de
esas tradiciones, hablando —en vez de elección— de un Mientras que en el Deuteronomio y también en relación
«juramento» que Dios había hecho a los padres, porque el con Jacob la elección divina se halla limitada a Israel, este
concepto de la elección quería reservarlo para el aconteci- particularismo de la elección de Dios se sitúa, gracias a la
miento del éxodo. Este detalle interesante muestra que la tradición de Abraham, en un contexto más amplio de actua-
idea de la elección se consideraba como algo único. ción divina en la historia. Desde entonces, la historia del
La elección no pudo haber tenido lugar sino una vez, pueblo judío tiene siempre como constante la tensión entre
aunque había diferentes tradiciones, en competencia unas una comprensión cerrada y particularista de la elección de
con otras, que vinculaban el acto de la elección con otros Israel y otra comprensión más universalista y abierta de di-
acontecimientos y personas. Por tanto, en el proceso en que cha elección.
se fueron transmitiendo las tradiciones tuvo que discutirse A la luz del nuevo testamento se ve que tal vacilación se
a qué acontecimiento histórico se le iba a atribuir la impor- decidió en favor de la tendencia más universalista. El parti-
tancia fundamental, asociada con el concepto de la elección, cularismo del amor de Dios hacia su elegido se verá siempre
para toda la historia subsiguiente de las relaciones de Dios sobre el horizonte —más amplio— que abarca a toda la
con Israel. Pero, al mismo tiempo, tuvo que lograrse cierto humanidad como objeto del amor divino. Y entonces al
elegido, precisamente por su elección, le corresponde una
función dentro de ese contexto más amplio. El elegido lo es
1. Cf. K. Koch, Zur Geschichte der Erwáhlungsvorstellung in Israel: para prestar un servicio a los propósitos, más amplios, de
ZAW 67 (1965) 205-226, especialmente 216; y sobre los textos de los Dios con respecto a la humanidad, para hacer las veces de
salmos citados, 206 s.
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pueblo de Israel entre las naciones: el Deuteroisaías no espera
representante y procurador de Dios ante ese objeto, más ya que las naciones afluyan a Jesrusalén, sino que ahora
abarcante, del amor divino. Israel es enviado a las naciones para iluminarlas en lo tocan-
Por eso, el elegido pertenece, él mismo, a Dios en cuanto te a la justicia.
y sólo en cuanto se halla al servicio de los designios, más Sería tentador ir siguiendo esta línea de pensamiento des-
universales, de Dios con respecto al mundo. Un ejemplo de de el Deuteroisaías hasta el cristianismo primitivo, sobre
esta concepción lo tenemos en el salmo 78 en el que se com- todo por lo que respecta a la interpretación cristiana primi-
bina la elección de David y de Sión, una tradición particular tiva de la misión de Jesús y de su importancia para toda la
de la elección (encaminada a legitimar la dinastía davídica), humanidad. En efecto, la interpretación cristiana primitiva
con la elección divina del pueblo de Israel: Dios «eligió a de la figura de Jesús se refirió de manera particular al Deute-
David, su servidor, tomándole de las majadas del ganado: roisaías y a la figura que él presenta del Siervo de Dios.
de detrás de las ovejas lo llevó a apacentar su pueblo de Ja- Ahora bien, para los fines del presente estudio, que consisten
cob, su heredad de Israel» (Sal 78, 70 s). El Deuteroisaías en dilucidar la estructura de la idea de la elección, es más
amplía esta perspectiva a las relaciones del pueblo de Israel importante todavía tener en cuenta otro momento de la es-
con la humanidad, contemplando al pueblo de Israel como tructura que posee la concepción histórica de la elección:
el elegido para actuar como siervo de Dios entre las naciones momento que ha llegado a resultar extraño a la doctrina clá-
«para publicar equidad [ = justicia] entre las naciones» (Is sica sobre la elección.
42, 1 s). La responsabilidad que le corresponde al elegido de llevar
El elegido de Dios es responsable de llevar a cabo su a cabo su misión dentro del marco de los fines, más amplios,
misión. Con respecto a Israel como pueblo, esta responsa- de la actuación de Dios en la historia incluye también la po-
bilidad se refiere especialmente a la observancia de la ley, ya sibilidad de que el elegido falle y que, por tanto, sea, repro-
que la función particular de Israel entre las naciones consiste bado. La doctrina clásica sobre la elección no concede apenas
en testificar entre los hombres la voluntad divina de justicia. margen para ello. Que el que primeramente fue elegido, sea
En este sentido encontramos ya en el primer Isaías la visión luego reprobado: eso es imposible dentro del marco de esa
de todas las naciones que se dirigen en peregrinación al doctrina. ¿Por qué? Es consecuencia de concebir la elección
monte Sión para recibir allí enseñanzas del Dios de Jacob: como un acto eterno, y no como un acto histórico.
«para que (él) nos enseñe sus caminos y sigamos sus senderos, Dios, en su eternidad, estaría en contradicción consigo
porque de Sión saldrá la ley, y de Jesrusalén, la palabra del mismo, si a una misma persona fuera a elegirla y reprobarla
Señor» (Is 2, 3). a la vez. Además, dentro del marco de la doctrina clásica
En esta visión, la alianza de Dios con Israel adquiere sig- sobre la elección, no se contempla dicha elección como vin-
nificación para toda la humanidad. Y este mismo pensamien- culada con la función del elegido dentro del contexto, más
to, lo desarrolla más el Deuteroisaías presentando como mi- amplio, del plan de Dios en la historia. No, sino que como
sión de Israel el «publicar equidad [ = justicia] entre las na- finalidad de su elección se contempla única y exclusivamente
ciones». La diferencia entre esta representación y la imagen la propia salvación definitiva del elegido. Por eso, del concep-
visionaria del primer Isaías podría estar condicionada por las to de la elección no se deduce nada por lo que el elegido
experiencias históricas de la conquista de Jesusalén por pudiera ser responsable y pudiera ser reprobado, si falla en
Nabucodonosor, el destierro babilónico y la dispersión del cumplir con tal responsabilidad.
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No obstante, en la concepción histórica de la elección, Claro está que, para una comprensión histórica de la
elección y de la reprobación, no hace falta ni que la una ni
tal como la hallamos en el antiguo testamento, la elección
que la otra sean definitivas. El mismo Jeremías que anuncia-
significa —sí— destino del elegido a su propia salvación, pero
ba aquella amenaza contra Jerusalén, había implorado (¿an-
ese destino no se le adjudica sin condiciones. La propia y
tes ?) a Dios: «¿Has rechazado del todo a Judá, o tu alma está
personal participación del elegido en su propia salvación cansada de Sión ? ¿Por qué nos has herido sin que tengamos
está vinculada con su misión al servicio de los fines, más cura?... No nos desprecies a causa de tu nombre, no des-
amplios, que Dios persigue con respecto al mundo. A con- honres el trono de tu gloria. ¡Acuérdate! ¡No rompas tu
secuencia de ello, el elegido, si no se ajusta a su misión, alianza con nosotros!» (Jer 14, 19.21). Pero sólo después de
puede caer de nuevo en la reprobación de Dios, aunque su la catástrofe de Jerusalén pudo anunciar Jeremías una pa-
elección tuviera como meta originalmente la comunión de- labra de Dios que accedía a esta petición y confirmaba lo
finitiva del elegido con Dios. inquebrantable de su alianza con David (33, 20 s).
La relación íntima que hay entre elección divina y respon- En aquel momento anunciaba también el profeta Eze-
sabilidad, aparece ya expresamente en la tradición profética quiel que Dios, por amor de su santo nombre, iba a hacer
y fue puesta de relieve ya por Amos. Una de sus palabras que los desterrados regresaran a la patria (Ez 36, 22 s). Tanto
comienza con un recuerdo, tranquilizante al parecer, de la Jeremías como Ezequiel anunciaban ahora que Dios haría
elección del pueblo, pero luego toma un giro tanto más sor- una alianza nueva con su pueblo. Una adición posterior al
prendente : en efecto, del hecho de que Israel ha sido elegido libro de Isaías llega a hablar expresamente de una repetición
por Dios, no deduce Amos una garantía de su seguridad de la primera elección —una idea un poco paradójica, te-
frente a todos los peligros, sino más bien un anuncio de niendo en cuenta el carácter único (al que nos referimos an-
juicio: «sólo a vosotros conocí entre todas las familias de la teriormente) que reside en este concepto: «El Señor se com-
tierra, por eso os castigaré por todas vuestras iniquidades» padecerá de Jacob, eligirá de nuevo a Israel y los colocará
(Am 3, 2). en su país» (Is 14, 1).
Una vez que los asirios, en el siglo VIII, hubieron destrui- Por consiguiente, a diferencia del concepto abstracto de
do el reino septentrional de Israel, el salmo 78 interpretó la elección, tal como aparece en la doctrina clásica de la pre-
este acontecimiento como reprobación de Israel: Dios re- destinación, el concepto de la elección orientado histórica-
probó completamente al reino septentrional por su idolatría: mente, tal como se halla en el antiguo testamento, se refiere
«Abandonó su templo en Silo, el lugar de su morada entre a un acontecimiento histórico en asociación con el cual se
los hombres» (Sal 78, 60). Tanto más ensalza el salmista la realiza la elección, y confiere al elegido una misión que le
elección de David y de Sión. Pero, transcurrido poco más de orienta hacia el contexto, más amplio, del plan divino en la
un siglo después de la catástrofe del reino septentrional, historia. Con ello, el individuo elegido se ve situado en rela-
Jeremías anunció una palabra de Dios que amenazaba con ción con el pueblo, y el pueblo —de manera parecida— se ve
una suerte parecida al reino de Judá: «Por eso haré con el situado en relación con la humanidad. Al mismo tiempo, de
templo sobre el cual se invoca mi nombre, en el que con- la relación mutua que hay entre elección y misión se deriva la
fiáis, y con el lugar que os di a vosotros y a vuestros padres, consecuencia de que el elegido es responsable ante Dios de
como hice con Silo» (Jer 7, 14; cf. 7, 29). su misión en el mundo y, en caso de que falle, tiene que con-

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tar con la reprobación. No obstante, el acto de la elección Puesto que el acto de la elección divina, lo mismo que
se entiende que es el fundamento de una relación permanente todos los acontecimientos históricos, se deriva de la prescien-
y definitiva. Por eso, aun en el caso de que el elegido falle, cia divina, entonces parece lógico que, más tarde, el acto de
sigue existiendo la posibilidad de invocar la fidelidad de Dios, la elección quedara desligado completamente de la historia
su identidad consigo mismo y su constancia. y se concibiera como un decreto dado en la eternidad de Dios,
Pero aunque esta concepción histórica de la elección pre- antes de todos los tiempos, por el cual Dios se vuelve hacia
domine tan intensamente en los escritos del antiguo testa- aquellos individuos que se manifestarán como viviendo en
mento, aparecen ya en él las raíces del concepto abstracto concordancia con su ley eterna.
de dicha elección, principalmente en los libros posteriores La historia no es ya el terreno en el que se desarrolla la
al destierro. A partir de aquella época, la elección del pueblo acción divina de elegir. Ni siquiera la revelación de lo que
se interpretó restrictivamente, en el sentido de que dicha está decidido ya en la eterna presciencia de Dios, se entiende
elección se refiere únicamente a los miembros justos del pue- ya como un acontecimiento que surge en el transcurso de la
blo 2. Y, así, todo el libro de Enoc está dirigido a los «justos historia. Aunque está revelado que la ley es el criterio para
y elegidos» que experimentarán el día del juicio, cuando saber que el individuo pertenece en la historia al número de
«todos los impíos y pecadores sean hechos desaparecer» los elegidos, sin embargo la identidad de los elegidos no se
(Enocl, 1). descubrirá definitivamente sino en el acto del juicio escato-
En relación íntima con esta concentración de la idea de la lógico.
elección en los individuos, a quienes se dirige la voluntad de En este sentido se dice en el libro de Enoc que Dios es-
Dios y los elige para su salvación, tiene lugar otra modifica- cogió al Hijo del hombre antes de la creación del mundo, y
ción: palidece la historicidad de la acción divina de la elec- con él escogió también a todos los demás elegidos (Enoc 50,
ción. En el libro de Enoc se sigue hablando todavía de la 2 s; 62, 7 s; 39, 4 s). La «selección entre las acciones de los
elección de Abraham y se concibe que en ella está incluida hombres» que el Hijo del hombre ha de efectuar en el acto
la elección de todas las personas justas de generaciones pos- del juicio escatógico (45, 3), estará en consonancia con la
teriores (Enoc 93, 5). Pero el acto histórico de la elección presciencia eterna de Dios. Y, así, el curso de la historia,
divina de Abraham y de su estirpe se convierte ahora en un desde el más remoto comienzo de los tiempos hasta su final
juicio de la presciencia divina que tiene por objeto a aquellos escatológico, pierde en última instancia todo significado cons-
miembros de generaciones posteriores que han de manifes- titutivo para la pregunta sobre la elección.
tarse como justos 3. El punto esencial de esta concepción —tan distinta-
de la elección, que podría explicar la mayoría de los
2. Así lo vemos en Is 65, 9. Cf. K. Koch, o. c, 225. cambios frente a la idea veterotestamentaria de la acción
3. Desde luego, esta idea no aparece todavía en Enoc en la forma divina de elección en la historia, el punto esencial, digo, es
refleja de una doctrina que se ha formado. La expresiónpronoia, que no su individualismo. Si el acto de la elección no tiene ya por
llega a aparecer sino en el judaismo helenístico (y, primeramente, en
el sentido determinista de los estoicos) no tiene equivalentes exactos en
hebreo ni en arameo, aunque sí expresiones que de hecho le correspon- relieve que Dios conoce el futuro. ¿No tenemos ahí ya el presupuesto
den (así piensa J. Behm: ThW-NT IV [1942] 1008 s). Además, en el para la idea de la elección de los justos, —aunque el contexto no armo-
libro de Enoc, con su lenguaje lleno de imágenes (39, 11), se pone de nice todavía temáticamente con dicho presupuesto ?

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objeto el pueblo en su totalidad, sino únicamente algunos gara con la culpa, del hijo; la justicia del justo recaerá sobre
de sus miembros, que se manifestarán como justos, entonces él, y la maldad del malvado sobre él recaerá» (Ez 18, 20) 4 .
el tema de la elección ha de convertirse irrecusablemente en Esta nueva concentración en torno al individuo, en el pen-
asunto de la presciencia divina, en virtud de la cual Dios samiento judío de la época posterior al destierro, tuvo ex-
conoce de antemano a los justos. La norma por la que se tensas consecuencias en diversas esferas. Condujo a que se
mide la justicia de éstos, es la ley de Dios que expresa su desarrollara la idea de una vida futura para el individuo, más
voluntad eterna. Y entonces sólo queda la cuestión de cuán- allá de su muerte, a fin de que cada uno recibiera un destino
do se va a manifestar definitivamente el misterio de quién correspondiente a sus actos, según hayan sido buenos o ma-
pertenece en concreto al número de los elegidos y, por con- los 5. En la duración de esta vida, no hay entre las acciones
siguiente, a la comunidad escatológica de los que cumplen y la manera como a uno le va, en cada caso concreto, la co-
de veras la voluntad de Dios. rrespondencia que estaría en consonancia con la justicia de
¿Cómo pudo llegarse a una visión individualista, tan car- Dios. Por eso, tiene que haber un futuro más allá de la muer-
gada de consecuencias, de la idea de la elección? Para com- te, para cada individuo, de forma que cada persona reciba
prender este giro, hay que recordar otra vez la situación del finalmente una retribución adecuada a lo que fueron sus
pueblo después de la conquista de Jerusalén por los babi- actos durante esta vida. Tan sólo con esta condición puede
lonios. Tanto en el libro de Jeremías como en Ezequiel ha- mantenerse en pie la fe en la justicia divina.
llamos indicaciones de que, por aquel entonces, se estaba Parece que el nuevo individualismo tuvo también con-
poniendo en duda la justicia misma de Dios: ¿Por qué per- secuencias de parecido alcance, por lo que se refiere a la
mitía él que tuviera que padecer estas catástrofes una gene- comprensión de la elección y del obrar de Dios en la historia.
ración que, después de la proclamación del Deuteronomio Puesto que ahora la justicia de Dios tenía que manifestarse
por el piadoso rey Josías, se había esforzado especialmente no sólo en la vida del pueblo sino también en la vida de cada
por vivir según los preceptos de la ley divina ? Si las genera- individuo considerado en sí mismo, había que concebir tam-
ciones anteriores habían seguido otros caminos, ¿por qué bién al individuo como el objetivo del amor divino, cuando
el juicio no las había alcanzado a ellas sino a sus descen- efectúa su elección. Cuando Dios escogió para sí un pueblo,
dientes ? lo que hizo en realidad (así había que representárselo ahora)
En ambos profetas se transmite una expresión sarcástica fue escoger individuos que constituyeran un pueblo. El pen-
que condensa el estado de ánimo de la gente: «Los padres samiento de los profetas de que sólo un resto del pueblo
comieron agraces, y los dientes de los hijos sufren la dentera». alcanzaría finalmente la salvación destinada al pueblo por
¡De manera tan antinatural, piensa el epigrama, ha tratado su elección, había preparado ya esta concentración de la elec-
Dios a su pueblo! Ambos profetas recogen esta palabra co- ción divina sobre los individuos que guardasen su alianza.
mo una grave acusación contra la justicia de Dios. Jeremías Pero, si ahora eran los individuos los que constituían el
respondió a ella con la promesa de que en los días de la nueva
alianza no habrá ya motivos para tal queja y cada uno mo- 4. Cf. G. von Rad, Teología del antiguo testamento I, Salamanca
rirá por su propia culpa (Jer 31, 30). Ezequiel fue más allá 1978, 331 s.
todavía, proclamando: «La persona que peca, ésa morirá. 5. Esta transición la describió ya R. H. Charles, Eschatology. The
1111 hijo no cargará con la culpa del padre, ni un padre car- doctrine of a future Ufe in Israel, judaism and christianity (1899), New
York 1963, 61 s.

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objeto propiamente tal de la acción divina, entonces la elec- la experiencia, abrumadora ¡qué duda cabe!, de que Dios se
ción efectuada por Dios se convertía de hecho en su prescien- hallaba ausente de la historia contemporánea, era la suposi-
cia acerca de la futura justicia de algunas personas, a dife- ción de que Dios, desde toda la eternidad, había determinado
rencia de las demás. Y, así, el nuevo individualismo de la épo- la secuencia de las épocas y los acontecimientos, y el orden
ca posterior al destierro babilónico explica por qué surgió en que se iban a ir sucediendo los reinos de este mundo, todo
en lo sucesivo el concepto abstracto de la elección 6, que más lo cual se revelaría al fin de los tiempos 7 .
tarde habría de determinar también de manera decisiva la Esta suposición ejercía con seguridad un efecto estabi-
doctrina cristiana sobre la elección. lizador sobre la comunidad religiosa y sobre los individuos
Claro está que la aparición de esta concepción no se ex- que la componían, los cuales tenían que vivir en condiciones
plica únicamente por la lógica interna de la fe en que la jus- que externamente eran desfavorables. Y, más tarde, en la
ticia divina se ha de manifestar en la vida de cada individuo historia del cristianismo, esta suposición siguió siendo tam-
concreto. Es muy raro que la lógica interna de ideas funda- bién la fundación positiva que desempeñaba el concepto abs-
mentales ofrezca motivo suficiente para modificaciones his- tracto e individualista de la elección: es el concepto apropiado
tóricas. En la mayoría de los casos se precisan impulsos e para consolidar la confianza de los individuos y de las co-
incentivos adicionales para que la atención de las personas munidades integradas por tales individuos frente a un mundo
se dirija hacia las consecuencias que entrañan los puntos de que resulta extraño y que rechaza. La idea corresponde a la
vista que determinan su manera de pensar. mentalidad de las personas que se sienten arrastradas al
En el caso que nos ocupa, esta motivación accidental margen de la historia y que querrían salirse de la historia.
podría haber sido la experiencia histórica que tuvo el pueblo Ahora bien, esta idea es capaz también, si se añaden otras
judío, en los siglos siguientes al regreso de los desterrados condiciones más de convertirse en el punto de partida para
de Babilonia, de que Palestina seguía estando dominada aún una recuperación del mundo de la experiencia histórica. Y
en buena parte por poderes extranjeros. Dios, así parecía así ocurrió en el cristianismo primitivo.
especialmente desde que la dominación había pasado de ma- En el cristianismo primitivo siguió teniendo mucha in-
nos de los persas a mano de los griegos, se retiraba de los fluencia la idea postexílica de la elección como una decisión
actuales acontecimientos y decisiones de la historia política eterna de Dios que permanece oculta en el mundo actual, y
de su pueblo. Ahora bien, esa nueva experiencia de que Dios que tiene por objeto la salvación eterna de un número de
se hallaba ausente de la historia había que compensarla con individuos fijado por un decreto divino. Esta idea se expresa
ideas que fueran apropiadas para que la fe pudiera compren- de manera especial en aquellas palabras atribuidas a Jesús:
derla y soportarla. Una de estas compensaciones lógicas de «... muchos son los llamados, pero pocos los escogidos»
(Mt 22, 14). En estas palabras se establece de manera carac-
terística un contraste entre la elección eterna y la vocación.
6. En el ámbito de las tradiciones judías no penetró aún con todo
su radicalismo este concepto abstracto. Como es natural, no se abandonó La vocación, en el sentido que tiene en estas palabras, es un
la idea de la elección del pueblo de Israel. Únicamente fue interpretada
en el sentido de que la elección se reducía a la elección de los justos.
Además, el individualismo en la idea de la elección estaba limitado tam- 7. Cf. Karlheinz Müller, Die Ansátze der Apokalyptik, en J. Meier-
bién por la significación de Jacob, de Abraham, de Enoc o también del J. Schreiner, Literatur und Religión des Frühjudentums, Würzburg 1973,
Hijo del hombre como prototipo de los elegidos. 31-42.

71-
70
acontecimiento histórico, mientras que en este mundo la iden- la argumentación paulina coincide no obstante con la tra-
tidad de los elegidos permanece oculta y no se ha de revelar dición judía en cuanto dicha argumentación parte del supues-
antes del fin. Esta frase no va más allá del concepto que se to de que la elección —como acto eterno de Dios— se dirige
tenía predominantemente sobre la elección, en el pensamien- directamente a determinados individuos en orden a su sal-
to judío de después del destierro. Si Jesús la pronunció real- vación eterna.
mente de esta manera, entonces en sus labios tendría el sen- Junto a tales influencias ejercidas por la remodelación
tido de una cita, de la mención de un enunciado conocido de la idea de la elección, que es típica del pensamiento pos-
por los contemporáneos. texílico, aparecen también en el cristianismo primitivo algu-
De todas formas, la frase —considerada en sí— no cons- nos puntos de partida para una nueva concepción histórica
tituye una agudeza peculiar ni característica del mensaje de de la elección. Esta línea de desarrollo comienza con la voca-
Jesús. También el evangelio de san Juan utiliza la idea de ción y «elección» de los doce discípulos por parte de Jesús:
que el número de los elegidos es limitado y se halla fijado acontecimiento que tanto en san Lucas (6, 13; cf. Hech 1,2)
desde la eternidad. Pero san Juan vincula este pensamiento como en san Juan (6, 70; 13, 18; 15, 16) es descrito utilizando
con la misión del Hijo al mundo, misión que tenía por fina- expresamente el término de elección. A consecuencia de su
lidad congregar y redimir a los elegidos. Aquí aparece ya resurrección y exaltación, esta actividad de Jesucristo consis-
claramente cómo se recurrió a la idea abstracta de la elección tente en elegir se hizo extensiva, según convicción cristiana
para esclarecer la significación de Jesús, de la cual se derivaba primitiva, a todos aquellos que aceptan el evangelio apostó-
el cristianismo primitivo. Con esto tiene lugar una nueva lico. Y, así, san Pablo llamaba a los creyentes «los elegidos
vuelta hacia la historia concreta. Esta vuelta caracteriza de de Dios» (Rom 8, 33) y manda saludos a diversos cristianos
otra manera los pensamientos de aquel escritor noetestamen- como a «elegidos en el Señor» (Rom 16, 13).
tario que se preocupó con especial intensidad por comprender En tales expresiones, la idea de la elección se halla vin-
la elección divina: el apóstol san Pablo. culada estrechamente, efectivamente con la actividad misio-
Claro está que también en san Pablo ha dejado huellas la nera del cristianismo primitivo. También los Hechos de los
forma individualista y abstracta de la idea postexílica de la apóstoles, de san Lucas (15, 7), y la Carta a los efesios ofre-
elección. Y, así, san Pablo en Rom 9, 6 s argumenta entera- cen testimonios a este respecto. En la Carta a los efesios,
mente según la línea de la comprensión individualista de la esto se hace en el sentido de que la expansión misionera de la
elección, al referirse entre otras cosas a Mal 1, 2 para apoyar iglesia cristiana se explica por una decisión de Dios antes de
su tesis de que los hijos de la promesa son los verdaderos todos los tiempos: Dios nos eligió en Cristo «antes de la
descendientes de Abraham, y probar que la elección divina creación del mundo» (Ef 1, 3). Vemos que en el evangelio de
es independiente de la generación a que uno pertenezca: san Juan se invierte también la pendiente hacia donde lleva
«Amé a Jacob, y a Esaú aborrecí» (Rom 9, 13). Desde luego, el significado: La trasposición del acto de la elección a la
la tendencia que dirige la argumentación paulina, a saber, eternidad divina no indica ya una retirada del tiempo histó-
que la elección divina es completamente independiente de rico, sino que acentúa por el contrario la significación eterna
todas las circunstancias de las criaturas, se halla en clara de los acontecimientos que se realizan en el tiempo.
oposición con todo condicionamiento de la elección de los Al hacer extensiva la idea de la elección a todos aquellos
justos por la presciencia divina de su conducta futura. Pero que aceptan con fe el evangelio apostólico, san Pablo esta-

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bleció también una asociación entre la iglesia cristiana y el sitivo para la historia de la salvación: «Por su mal paso vino
viejo concepto del pueblo de Dios. En el capítulo II de la la salvación a los gentiles, a fin de provocar celo en aquéllos»
Carta a los romanos se pregunta san Pablo si el hecho de que (Rom 11, 11). San Pablo esperaba evidentemente que la
Israel rechace el evangelio significa quizas que Dios ha re- justicia ejemplar de los pagano-cristianos iba a inducir a
probado a su pueblo (11, 1). La pregunta recibe una contes- Israel a reconocer el comportamiento de éstos como señal de
tación negativa categórica: ¿Cómo podrían los cristianos con- su elección y, por consiguiente, se iba a unir con ellos. Des-
fiar en que iba a tener carácter permanente el hecho, compa- graciadamente, esta emulación por una justicia mejor no fue
rativamente nuevo, de su pertenecía al círculo de los elegidos, la característica principal de las relaciones entre judíos y cris-
si Dios no fuera fiel en mantener su elección del pueblo de tianos en el transcurso de la historia ulterior del cristianismo.
Israel? De manera menos diferenciada que san Pablo, la Carta
San Pablo no creyó que era imposible compaginar la ex- primera de san Pedro aplica a los cristianos el concepto del
periencia, para él tan dolorosa, de la aceptación sólo espo- pueblo escogido de Dios: «Los que en un tiempo erais "no
rádica del evangelio por parte de los judíos, con su fe en el pueblo" ahora sois pueblo de Dios; los que erais "no compa-
carácter irrevocable de la elección divina, y para ello se aferró decidos", ahora sois los compadecidos» (1 Pe 2, 10). A dife-
a la idea del resto elegido, tal como aparece en la historia rencia de lo que vemos en san Pablo, aquí no se plantea ya
de Elias. Evidentemente, la idea del resto elegido se la apli- la pregunta acerca de la relación de esta nota característica
caba a los cristianos que, como él mismo (11, 1), procedían de la iglesia cristiana con el pueblo judío. En el contexto se
del pueblo judío 8 . A pesar de todo, san Pablo no abandonó menciona a los judíos de manera sólo indirecta, diciendo que
sencillamente a la mayoría del pueblo judío que se negaba son los que tropezaron en la piedra angular puesta por Dios
a creer en el evangelio cristiano, a merced del juicio de Dios en Sión (2, 8).
que se avecinaba, sino que, más bien, pensaba: «El endure- Después de los sucesos del año 70, la destrucción del tem-
cimiento ha sobrevenido a Israel parcialmente, hasta que plo de Jerusalén por Tito se consideró como una señal visible
la totalidad de los gentiles haya entrado. Y entonces todo del juicio de Dios sobre el pueblo judío. Los cristianos, que
Israel será salvo...» (11, 25 s). cada vez se identificaban más con los pagano-cristianos,
Por consiguiente, san Pablo siguió aferrado a la concep- consideraron que en adelante estaban justificados para re-
ción de que Israel continuaba siendo el pueblo de Dios, a clamar exclusivamente para sí el título de pueblo de Dios.
pesar de haber rechazado el evangelio. Incluso en esta expe- Esta tendencia culminó en la Carta de san Bernabé, que no
riencia decepcionante del rechazo, halló él un significado po- sólo sustituye el viejo pueblo de Dios por el nuevo pueblo de
los cristianos, sino que llega a negar al pueblo judío todo de-
recho a haber sido alguna vez el pueblo de Dios: Puesto que
8. E. Kásemann, An die Romer, Tübingen 1973, 288 s. Véase tam- los judíos no aceptaron la alianza que se les ofreció por medio
bién la p. 296, en donde Kásemann atribuye, no obstante, a san Pablo
la idea de un «nuevo» pueblo de Dios, aunque en la otra página ha pues- de Moisés, como san Bernabé deduce de la construcción del
to de relieve que la función de comprender a la iglesia como pueblo de becerro de oro, no fueron nunca en realidad pueblo de Dios
Dios consiste en caracterizar en su continuidad histórica el fenómeno (Bern. 14,1 s). Por eso, quedaría reservado para los cristianos
de la iglesia. Hace ahora una crítica de esa terminología H. F. Weiss, —según san Bernabé— el llegar a ser el pueblo de Dios, el
«Volk Gottes» und «Leib Christi», ThLZ 102 (1977) 411 s, especial- pueblo al que se refieren las promesas del antiguo testamento.
mente 414 s.

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Menos «incorrecto» con los judíos fue Melitón de Sardes, San Pablo se aferró a su convicción, aunque en aquella
al atribuir por lo menos al pueblo judío la dignidad de época, como no podía menos de verlo, el pueblo escogido
sombra precursora de lo que habría de ser la gloria de la había quedado reducido a un pequeño resto, mientras que
iglesia cristiana: «El pueblo era magnífico, antes de que al mismo tiempo este concepto de pueblo escogido se hacía
naciera la iglesia, y la ley era maravillosa, antes de que extensivo a los gentiles. Esta perspectiva paulina no pudo
apareciera el evangelio. Pero, una vez fundada la iglesia y menos, quizás, de verse afectada por las experiencias histó-
proclamado el evangelio, el modelo perdió su valor, y su ricas de las catástrofes judías de los dos primeros siglos de
fuerza ha pasado a la verdad que ahora se ha manifestado» nuestra era, tanto más cuanto que en esa época los pagano-
(Hom. párrafo 41 s). cristianos habían llegado a ser mayoría predominante, y por
Otros teólogos de los siglos II y III aplicaron también a mucho, entre los cristianos. No obstante, la advertencia del
las relaciones de la iglesia cristiana con el pueblo de Israel Apóstol podría haber persuadido a los cristianos de que no
el contraste entre un modelo provisional y la plena realiza- se desgajaran del árbol en el que habían sido injertados.
ción del mismo. Ejerció sobre todo gran influencia la dis- Pero, en vez de dejarse persuadir en este sentido, la iglesia
tinción que hace san Hipólito entre la iglesia como nuevo pagano-cristiana hizo precisamente todo lo contrario. Es
pueblo de Dios e Israel como viejo pueblo de Dios que apos- verdad que la iglesia de aquella época se decidió, en contra de
tató de su vocación 9. Este relevo y contraposición, formula- Marción, por conservar la Biblia judía como documento
dos más bien dentro del marco de la historia de la salvación, normativo de la revelación divina, documento que también
constituyeron la forma dominante en que se presentó la re- aceptaba la iglesia en su confesión de fe. Pero la continuidad
lación del cristianismo con el judaismo. con Israel expresada a través de esta decisión, siguió siendo
Es común a todos estos ejemplos la conciencia cristiana ambigua, porque la decisión tenía el sentido supremo de
de exclusividad en cuanto al cumplimiento escatológico, el negar al pueblo judío los derechos que reclamaba sobre el
cual se ha plasmado en la iglesia. Precisamente este carácter documento de su propia tradición religiosa.
de exclusividad que, en las relaciones con el judaismo, es En sus relaciones con el judaismo, la iglesia tuvo que de-
ora paradójico, ora —en conexión con el universalismo cris- cidir por primera vez si estaba dispuesta a admitir un elemen-
tiano— de efecto estremecedor, constituye el núcleo del pro- to de pluralidad en su comprensión de la historia de Dios
blema en el desarrollo ulterior de las relaciones de los cris- con la humanidad, y acerca de su propio lugar en dicha
tianos con Israel. Aquellas voces cristianas del siglo II se historia, o si daba la preferencia a un concepto de su propia
encuentran ya muy alejadas de los esfuerzos del apóstol san elección excluyendo de cualquier otro derecho en competen-
Pablo por conservar indefectiblemente el título del pueblo cia. La decisión recayó a favor de esta última alternativa.
de ser el pueblo de Dios, y el mismo título que podían invo- La subsiguiente historia del cristianismo está llena de
car también los cristianos. las peligrosas consecuencias de esta decisión en forma de
intolerancia dogmática y de una serie jamás interrumpida
de divisiones nacidas de tal exclusivismo dogmático. Es im-
9. A. Hamel, Kirche bei Hippolyt von Rom, Gütersloh 1950, 23 s. portante saber con claridad que el error que subyace a este
Véase también en 36 s cómo la postura de Hipólito había sido preparada apasionado desarrollo de los acontecimientos aparece por
por su maestro san Ireneo (cf. Adv. haer. IV, 21 3). Una primera orien-
tación en este sentido la encontramos ya en san Justino, Dial. 123, 6 s. vez primera en las relaciones de la iglesia con el pueblo judío.

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Es un error que permaneció activo en todo el curso de la cual trata de conseguir la paz de la tierra mediante guerras
historia del cristianismo. y luchas políticas por conseguir el dominio.
El peligro interno que suponía tal conciencia de ser los Aunque la ciudad de Dios, según san Agustín, es ante
elegidos en exclusiva habría podido preverse quizás, si se todo una realidad espiritual, una sociedad invisible de los
hubieran tomado en cuenta las advertencias de los profetas elegidos dispersos entre todas las naciones, existió no obs-
del antiguo testamento contra el orgullo del elegido: ese tante en determinada época en la forma del pueblo de Israel
orgullo que endurece el corazón y conduce a la perdición. y existe actualmente en la forma de la iglesia cristiana. Y,
Tal vez el individualismo abstracto de la doctrina clásica así, en el pensamiento de san Agustín se sintetizan un ele-
de la elección, que no sabía ya nada de una posible reproba- mento de secuencia histórica y la idea «espiritual» de una
ción del elegido, haya contribuido en parte a que los cris- comunidad invisible de los elegidos. Pero, sobre todo, la
tianos hayan caído en ese peligro con tan asombrosa des- idea de una iglesia invisible, que se apoyaba en los rasgos
preocupación. individualistas y dualistas de su concepto de la elección,
Juntamente con el tema del pueblo de Dios ha permane- fue la dominante en la influencia ejercida por el pensamiento
cido activa en la tradición cristiana una concepción histórica agustiniano durante la edad media hasta llegar a la doctrina
concreta de la elección, que se diferencia profundamente de la de Lutero sobre los dos reinos.
orientación individualista de la doctrina clásica sobre dicha El otro elemento, la idea del pueblo de Dios y la cuestión
elección. Una de las grandiosidades de la obra de san Agus- de su continuidad desde la historia de Israel hasta el desa-
tín acerca de la ciudad de Dios consiste en haber sido capaz rrollo de la iglesia cristiana, desapareció de las discusiones
de asociar otra vez entre sí estas dos tradiciones: la elección postagustinianas sobre la doctrina de la elección. Esta idea
del individuo para la salvación y la idea del carácter histórico llegó incluso a perder importancia en la doctrina misma de
del pueblo de Dios. Es verdad que la síntesis agustiniana se la iglesia, a no ser como adorno tipológico o alegórico 10 .
realizó ya sobre la base de la doctrina abstracta de la elec- El desvanecimiento de esta idea en la iglesia medieval se
ción, dentro de la perspectiva del pensamiento de una de- hallaba en consonancia con la baja en la demanda de que se
cisión eterna de Dios en favor de algunos individuos, a di- dilucidasen las relaciones de la iglesia con Israel, para poner
ferencia de otros. Esta manera de contemplar las cosas im- en claro la esencia de la iglesia. Además, a partir de aquel
primió su sello decididamente en la concepción agustiniana momento, la iglesia, para comprenderse a sí misma, no uti-
de la iglesia. Y a causa de su autoridad avasalladora, esta lizaba ya primordialmente la terminología de «pueblo esco-
concepción tuvo las más extensas influencias. gido», sino que se consideraba más bien a sí misma —en
cuanto iglesia oficial— como instrumento del reinado ce-
Los individuos escogidos constituyen la comunidad de
lestial de Cristo. No obstante, la idea de pueblo de Dios y de
los elegidos, a la que san Agustín denomina la ciudad de
Dios, por contraste con la ciudad terrena. Puesto que en el
10. Según M. Schmaus, Katholische Dogmatik III/l, 1958, 231, se
transcurso de la historia humana ha habido siempre algunas desvaneció esta idea en la época postagustiniana. Véase también el
personas que pertenecían al número de los elegidos, resulta esbozo de la historia de esa idea, ibid., 219-231. No obstante, Schmaus
que desde Abel ha existido siempre, en una u otra forma, la comparte todavía la opinión de que la iglesia como «nuevo» pueblo de
la ciudad de Dios por contraste con la ciudad terrena, la Dios era ya un concepto corriente en el nuevo testamento (214 s, espe-
cialmente 217).

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su elección histórica no desapareció por completo en la con- na utilizaron el concepto de «pueblo de Dios» como si esta
tinuación de la historia del cristianismo. Pero al salirse de la expresión fuera adecuada, sin más, para designar al mundo
doctrina teológica sobre la elección, esta idea pasó como cristiano o incluso a la iglesia13. No se han percatado toda-
quien dice a la «clandestinidad» para ejercer desde allí una vía de la difícil cuestión que plantea la utilización actual de
notable influencia en la historia política del occidente. este concepto, por lo que respecta a la relación del cristia-
Un acontecimiento importante de la teología actual es nismo con Israel y por lo que respecta también a la diferencia
que se ha redescubierto el concepto de pueblo de Dios en entre el pueblo de Dios y la iglesia como institución. Sin em-
su relación con la doctrina sobre la iglesia. Esto ha ocurrido, bargo, en estas cuestiones reside la fecundidad potencial del
poco más o menos, al mismo tiempo en diversos lugares y en concepto para la cuestión actual sobre la esencia de la iglesia.
diversas iglesias. En los debates del Consejo mundial de Si hoy día se utiliza el concepto de pueblo de Dios, ello exige
iglesias se recomendó el concepto de «pueblo de Dios» como una redefinición de la esencia de la iglesia dentro de la pers-
una de aquellas expresiones bíblicas que todavía no se habían pectiva de una teología de la historia y de una doctrina
convertido en prerrogativa de una u otra dogmática confesio- teológico-histórica sobre la elección.
nal. Y, así, este concepto se podía utilizar para referirse a
todo el mundo cristiano, por contraste con la multitud de
diferentes iglesias u .
El concepto fue redescubierto al mismo tiempo en la
teología católica romana y llegó a adquirir finalmente un
lugar importante en la Constitución del concilio Vaticano II
sobre la iglesia12. Aquí podía aparecer como una ventaja el
que la designación de la iglesia como pueblo de Dios ofre-
ciera una base más universal para la doctrina sobre la iglesia
que la descripción de su ausencia en lenguaje jerárquico o
jurídico e incluso en lenguaje sacramental. Ahora bien, tanto
el Consejo mundial de iglesias como la iglesia católica roma-

11. La segunda asamblea del Consejo mundial de iglesias celebra-


da en Evanston (1954) hablaba de la iglesia como «nuevo pueblo de
Dios», sin tener conciencia clara de los problemas que esa manera de
hablar plantea con respecto a la relación de la iglesia con Israel. La
Conferencia de la Comisión de fe y constitución celebrada en Bristol
(1967) tenía ya más conciencia de este problema, pero seguía reclamando
exclusivamente para la iglesia el título de pueblo escatológico de Dios
(cf. E. Dinkler: Oekumenischer Rundschau 17 (1968) 285 s).
12. Lumen gentium 2; cf. a propósito el comentario de A. Grill- 13. Lumen Gentium 2, 13: eclesia seu populus Dei. La idea de que
meir: LThK Ergbd. I (1966) 176 s. M. Keller, «Vol Gottes» ais Kir- la iglesia es un «nuevo» pueblo de Dios (LG 2,9: novus populus Dei),
chenbegriff, Zürich 1970, ofrece una perspectiva de la prehistoria de la por diferencia con Israel, no aparece todavía en el nuevo testamento
renovación del concepto en la moderna eclesiología. sino únicamente en la Carta de san Bernabé (5, 7; 7, 5).
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80

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