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El Contador Público deberá abstenerse de realizar cualquier acto que pueda afectar

negativamente la buena reputación o repercutir en alguna forma en descrédito de la


profesión, tomando en cuenta que, por la función social que implica el ejercicio de
su profesión, la importancia de la tarea que la sociedad le encomienda como experto
y la búsqueda de la verdad en forma totalmente objetiva.

Los anteriores principios básicos deben ser aplicados por el Contador Público tanto
en el trabajo más sencillo como en el más complejo, sin ninguna excepción. De esta
manera contribuirá al desarrollo de la Contaduría Pública a través de la práctica
cotidiana de su profesión.

Los principios básicos de ética son aplicables a todo Contador Público por el solo
hecho de serlo, sin importar la índole de su actividad o la especialidad que cultive,
tanto el ejercicio independiente o cuando actúe como funcionario o empleado de
instituciones públicas o privadas, en cuanto sea compatible con sus funciones.

REFLEXION

La Verdad es fundamento de lo ético, no se inventa. No es ficción. Es realidad que


identifica al hombre de bien; constituye un Inri apreciado, deseado, admirado;
sublima al humano ya que se deriva del Supremo Hacedor, del Supremo Contador
de nuestros actos que también registra en el Haber Celestial el incremento
patrimonial de nuestras buenas obras constituyendo un superávit o déficit que cada
día se debe ajustar con el ejemplo social, la enseñanza universitaria y la idoneidad
de su ejercicio.

Ligada a la verdad está la libertad del bien obrar. Todo ser por naturaleza es libre
pero responsable de sus actos.

Implícito a su dignidad es el respeto por sí mismo y por cuanto le rodea,


constituyendo la moral como baluarte de la ética, el derrotero que guía sus pasos,
permitiéndole una pacífica convivencia humana. El Contador Público antes que tal,
es hombre. Su profesión es consecuencia de su existencia, de su educación, de su
formación. De mirar hacia el devenir de su actuar. Hacia el logro de lo que voluntaria
y libremente ha decidido escoger para darle una razón de ser a su existencia.

Podemos afirmar que la Etica profesional del Contador es la concreción de su


conducta para el ejercicio de la ciencia o disciplina contable en cualquiera de sus
manifestaciones.

Está implícita en el trabajo, en sus relaciones interpersonales, en las


recomendaciones, en sus propias decisiones. Lejos debe estar de él el engaño, la
astucia mal intencionada contra cualquiera de sus usuarios. Debe hacer de su
rectitud un Paradigma digno de admiración que despierta la envidia del mediocre
contable, el respeto del Colega honesto y la estimación del hombre de negocios.

La credibilidad en que descansa la confianza pública es producto del seguimiento y


apego a normas éticas que relievan los valores, proyectando una imagen seria en
quien obtiene la primera y cumple con las segundas. La comunicación de ésta se
hace a través del ejemplo, constituyendo garantía de información veraz, completa,
oportuna, confidencial. Solamente así cumpliremos también con la obligación de
contribuir al logro de una sociedad mejor, a la reconstrucción de una sociedad a
quien se le rinde Fe Pública por expresa delegación del Estado.

Hoy es día propicio para recordar apartes de la Disposición Profesional conocida


como Pronunciamiento número 3 sobre el Código de Etica Profesional emitida por
el Consejo Técnico de la Contaduría: El comportamiento honesto es el que se
acomoda a las pautas socialmente aceptadas; y el comportamiento deshonesto es
el que no se ajusta a lo que la sociedad considera como aceptable.

Ley y moral Esta manera de comprender la ética es heterónoma, es decir, una ética
impuesta desde fuera, en la que intervienen muchos factores distorsionantes que
hacen perder objetividad.

Si se ata la ética a las costumbres, se tiene que aceptar que habrá tantas éticas
como sociedades, y al interior de cada sociedad habrá que aceptar que habrá tantas
éticas como subgrupos o subculturas, e igualmente, se pierde objetividad
desapareciendo las fronteras entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte. . . . .

Si el comportamiento honesto es el que se mueve dentro de los límites que fija la


ley, y el comportamiento deshonesto es el que se sale de lo que establece la ley,
igualmente existe una ética heterónoma, es decir, una ética impuesta desde afuera,
que no brota de lo profundo de la persona.

Por eso no es conveniente identificar lo legal y lo moral. La experiencia nos muestra


que hay muchos comportamientos que la ley aprueba o al menos tolera y que
atentan contra las bases de la convivencia social. . . . .

El contador público debe conocer el ordenamiento jurídico, en particular en aquellas


áreas más directamente relacionadas con su especialidad. Pero si el contador
público reduce su ética profesional a lo que está aceptado o tolerado por la ley,
tendremos un ejército de profesionales, que, con su firma, pueden respaldar
indelicadezas y abusos contra el bien común.

Partiendo de la dignidad de la persona como criterio inspirador del comportamiento


humano, podemos llegar a una ética civil. Por ética civil entendemos unos conceptos
mínimos un acuerdo sobre lo fundamental que permita la defensa y promoción de
la persona, entendida ésta no en clave individualista sino con la riqueza de su
vocación social.

Una ética inspirada en la dignidad de la persona debe llegar a unos acuerdos


básicos sobre los derechos fundamentales de la persona, empezando por el
derecho a la vida. Por eso se necesita una reflexión seria, libre de manipulaciones
ideológicas y de intereses políticos, sobre las dos grandes líneas de desarrollo de
los derechos humanos: por un lado, los derechos civiles y políticos, que en sus
orígenes provienen de una matriz de pensamiento liberal; por otro lado, los derechos
sociales, económicos y culturales, de extracción filosófica socialista. . . . .

Una ética inspirada en la dignidad de la persona descubre que el parámetro del


verdadero desarrollo es el ser humano, quien debe subordinar el uso de los bienes
a su vocación integral sin caer en las múltiples trampas que nos tiende el
consumismo.

Se impone, pues, una ética inspirada en la dignidad de la persona que conduzca a


consensos que sean operativos en el ámbito económico, político, social. Consenso
que salvaguarde los derechos fundamentales de la persona y tutelen el bien común.
Este debe ser el marco ético para el ejercicio profesional del contador público. . . . .

Nos aproximamos así a la ontología de los valores, analizados desde la óptica de la


categoría del valer, en vez de ser, la categoría de la cualidad pura, la categoría de
la polaridad y la categoría de la jerarquía, para afirmar superiores unos valores
frente a otros, conforme algunas de las clasificaciones que han hecho filósofos
contemporáneos que se han ocupado del valor, para finalmente afirmar desde esta
perspectiva, que, los valores no son, sino que valen. Una cosa es valer y otra cosa
es ser. . .

Cuál ha sido, es y será nuestro aporte ético a los problemas sociales de Colombia
hoy encausados hacia la paz y el flagelo de la corrupción? Cual el concurso para
construir la civilización del siglo XXI?. Acción decidida, honesta, mente abierta,
fundamental voluntad y decisión hoy hacia el cambio del futuro, el cual se hará con
nuestro concurso o sin él, siendo entonces arrastrados por el mismo. Sin temor hay
que abrirnos, prepararnos y comprometernos para el futuro.

Nueva cultura La razón de la nueva civilización naciente en este final de siglo, se


fincará en la cantidad y calidad de conocimiento intelectual que agiliza la
satisfacción social mediante comunicación e información. Aspiro no equivocarme al
afirmar que las mayores injusticias, corrupción generalizada, desidia para lo bueno,
vividas hoy, son el coletazo final en los estertores de muerte de una civilización
angustiada y anhelante de mejores cosas. Es la despedida que empezó hace cuatro
décadas de una civilización donde el capital intelectual y ético primará sobre el
capital material.
Estamos a punto de crear una nueva civilización como lo pronostican los
reconocidos futurólogos y estudiosos de las civilizaciones Alvin y Heidi Toffler, la
cual denominan la tercera ola en referencia a la era de la informática, telemática y
cibernética.

Esa futura sociedad tendrá consecuencias de nuestro actuar hoy; pero el mundo del
siglo XXI será diferente y nosotros o aportamos y nos actualizamos, o seremos las
rémoras del futuro. Efusivo saludo los Colegas en su día.

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